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Trabajo Práctico 1
El "orden" aparecía como una drástica modificación del marco habitual de relaciones
sociales y no como el retorno a un patrón normal de convivencia. Implicaba la
imposición de un patrón compatible con la nueva trama de relaciones de producción y
de dominación social que se estaba desarrollando.
Queda claro pues que la cuestión del "orden", suscitada y privilegiada por sectores
dominantes de la sociedad que al mismo tiempo estaban definiendo el carácter de su
inserción en la nueva estructura de relaciones sociales, acaparó la atención y
recursos del estado nacional desde el momento de su constitución. "Resolverla"
representaba para el estado una condición básica de su supervivencia y
consolidación. Pero además, constituía una premisa elemental para el
establecimiento de formas estables de relación social, compatibles con las
oportunidades y expectativas que surgían con la lenta pero creciente integración de
las economías latinoamericanas al mercado mundial. Por eso, la cuestión del
"progreso" surgió como la contracara del "orden". La fórmula que las reunía señalaba
un orden de prioridad que adquiría el carácter de condición necesaria para la plena
realización de sus dos términos. Orden y progreso, pero primero orden, luego
progreso1.
Un estado capaz de imponer el orden y promover el progreso era, casi por definición,
un estado que había adquirido como atributos la capacidad de institucionalizar su
autoridad, diferenciar su control e internalizar una identidad colectiva. Ello suponía un
grado de “presencia” en estos diversos planos que la precariedad de los nuevos
estados no estaba en condiciones de institucionalizar. Asignar sus escasos recursos
al “orden” restaba posibilidades de facilitar el “progreso”, con lo cual su legitimación
tendía a fundarse en la coacción, resintiéndose su viabilidad institucional. Pero por
otra parte, imponer “orden”, efectivizarlo, creaba condiciones materiales para impulsar
el progreso, libraba recursos para su promoción, aumentaba la capacidad extractiva y
viabilidad del estado y tendía a fundar su legitimación en su condición de agente
fundamental del desarrollo de relaciones sociales capitalistas.