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Gestión y promoción de la Salud y Seguridad en el Trabajo

Revisión Bibliográfica
Liliana Aguirre

Introducción
Este capítulo tiene como objetivo realizar una reflexión acerca de la gestión y promoción de
la Salud y Seguridad en el Trabajo en Colombia, tomando en cuenta los avances en las
prácticas, los retos y perspectivas que ambos campos plantean. Tómese en cuenta que la
promoción de la salud radica en suministrar los recursos precisos para optimizar la salud y
ejercitar un mayor control sobre éste ámbito, esto con la finalidad de “alcanzar un estado
adecuado de bienestar físico, mental y social un individuo o grupo debe ser capaz de
identificar y realizar sus aspiraciones, de satisfacer sus necesidades y de cambiar o
adaptarse al medio ambiente” (Organización Panamericana de La Salud - OPS, 1986, p. 2)
En este orden de ideas, los sistemas de gestión y prevención buscan mejorar la calidad y
expectativa de vida de los colaboradores, ampliando sus opciones laborales y mejorando las
condiciones de operatividad, al tiempo que, busca cerrar la brecha sociocultural e
interinstitucional, adherida a las diferencias entre géneros, cualificación y oportunidades de
acceso al trabajo. Dichas acciones buscan en realidad, aminorar los perjuicios que la
desigualdad laboral ha causado en las sociedades (Organización Internacional del trabajo -
OIT, 2019). No obstante, estos retos, pueden ser alcanzados si existe, seguridad económica,
justicia social y laboral para el trabajador formal e informal, mayores oportunidades para
poblaciones con poca experiencia, relevo generacional de trabajadores y equilibrio
ecológico, entre otros elementos (Gómez & Turizo, 2016).
Es importante anotar que, los costos económicos de los accidentes, enfermedades y
lesiones relacionadas con el trabajo son cada vez más altos, y que, los riesgos se
incrementan a razón del aumento de la informalidad laboral y el rápido crecimiento
industrial, comercial y poblacional (demografía, migraciones, etc.). Dicho sea de paso,
aunque exista la reglamentación para amparar al trabajador informal en Colombia, la
realidad es que, los riesgos vitales para esta población van en aumento, a razón de su baja
productividad, la transitoriedad laboral, los problemas de sostenimiento y supervivencia, y
la baja cobertura en seguridad social «pensiones y riesgos laborales» (Ocampo & Garzón,
2016)

Por esta misma situación, el empleo informal está por fuera de las acciones preventivas de
la salud ocupacional, hoy llamado seguridad y salud en el trabajo, incrementando los
riesgos laborales a los que están expuestos, entre otras razones porque no logra
identificarlos o porque no sabrán como minimizarlos, llevando a aumentar la prevalencia de
enfermedades y accidentes laborales que finalmente se convertirán en una carga para el
sistema de salud del régimen subsidiado o contributivo (p. 200).

A menudo, los riesgos laborales también pueden incrementarse cuando la demanda de


mano de obra se eleva, caso que suele suceder en el sector de la construcción, agricultura y
ganadería, al contratar trabajadores poco capacitados o con experiencia empírica, la cual,
no basta para desarrollar trabajos de elevada o mediana complejidad (Sanz, 2013). En
Colombia, el sector de la construcción está en el cuarto lugar entre las actividades
económicas más riesgosas, según cifras de la Federación de Aseguradores Colombianos
(Fasecolda). Para Fasecolda, en Colombia de cada 100 trabajadores registrados, 9,1
accidentes se dan en el sector de la construcción. Asimismo, “el primer lugar lo ocupa,
agricultura, ganadería, caza y silvicultura con 15,8 trabajadores, seguido por minas y
canteras con 12,8 empleados; industria manufacturera 9,2 trabajadores y el quinto lugar es
ocupado por hoteles y restaurantes 8,5 trabajadores” (González, 2018, p. 1). La prevención
de riesgos laborales es una tarea imprescindible, dado que, el trabajo presupone de manera
frecuente la amenaza -leve, moderada o grave- de accidentes, por efecto de la exposición a
riesgos a menudo, perceptibles o imperceptibles por los trabajadores (Martínez, 2018). La
prevención de riesgos va de la mano con la gestión de lo recursos y medidas para mejorar la
efectividad de los sistemas de gestión del riesgo y es en todo sentido, una labor ineludible
por empleadores y colaboradores (Cortés, 2007; García, García, & Ruiz, 2005)

En el ámbito laboral, los accidentes suceden de manera frecuente, aunque la gravedad de


los mismos depende de las implicaciones para la salud de los trabajadores y también, de las
características del sector laboral (Agencia de información Laboral - AIL, 2019; González,
2018); así las cosas, entre los riesgos que prevalecen en tanto número de ocurrencias se
encuentran: caídas «en el mismo nivel o en distinto nivel por tropezones, terrenos
inestables, etc.», derrumbes, desprendimientos o caída de objetos, proyección e
inestabilidad de partículas en el aire o en superficies, riesgos eléctricos y químicos,
problemas derivados de la falta de orden y limpieza, vuelco de material, y riesgos asociados
a la manipulación de implementos, materiales o maquinaria entre otros (Moriano, Topa, &
García, 2019). Otros riesgo son: usar métodos y procedimientos de trabajo inapropiados;
maquinaria o herramienta defectuosa, desactualizada o en desuso; inapropiada ubicación de
materiales de trabajo; instalaciones en mal mantenimiento; falta de limpieza o de orden
(Díaz, 2007). No obstante, a fin de evitar estos peligros, es preciso diseñar y ejecutar el
sistema integrado de Gestión y promoción de la Salud y Seguridad en el Trabajo, dado que,
mayormente, los accidentes laborales ocurren a razón del desconocimiento de las medidas
que pueden implementarse para evitarlo de formas cada vez más efectivas (Cortés, 2007).

Ante dicha demanda de mano de obra, muchos trabajadores se vinculan sin experiencia
previa (OIT, 2010, 2014), lo cual constituye otro de los riesgos agregados a nivel laboral,
especialmente si no se cuenta con un SG-SST. De acuerdo con datos revelados por la
Organización Internacional del Trabajo (OIT, 2019) un aproximado de 2.78 millones de
trabajadores muere anualmente debido a accidentes del trabajo, situación que debe alertar a
los sistemas de gestión del riesgo laboral y a las naciones, en tanto necesidad de prever la
importancia del trabajo y las condiciones laborales en las instituciones. De los trabajadores
que muere, el 86,3% es decir, 2,4 millones fallecen por enfermedades laborales, al tiempo
que, un aproximado de 380.000 muertes suceden debido a accidentes, o sea el 13,7%. Lo
anterior en términos de tiempo, indica que cada 11 segundos un colaborador pierde la vida
en el mundo. Uno de los efectos a nivel mundial de la falta de medidas de gestión y
prevención de los riesgos –informa la entidad- es la perdida aproximada del 4% del
producto interno bruto (PIB), el cual puede incrementar hasta el 6% en algunos países. Para
el caso de Colombia las cifras son igualmente desalentadoras dado que, la informalidad es
superior al 66%, y el 10% de la población con mayor poder adquisitivo gana cuatro veces
lo que gana el 40% más pobre. En tanto cifras, en Colombia 221 trabajadores tiene un
accidente laboral y al menos dos mueren trabajando en condiciones precarias, muertes que
suelen reportarse con otros móviles al igual que muchas enfermedades de origen
ocupacional (AIL, 2019).
Este subregistro dificulta la adecuada caracterización de los riesgos, al no contarse con
información útil para trabajar en sistemas preventivos con efectividad en la prevención de
riesgos laborales en el país (Gómez & Turizo, 2016). En Colombia los colaboradores
menos protegidos pertenecen al sector agropecuario y se estima que “de los 3´571.102
trabajadores que laboraban en el campo colombiano en el 2017, apenas 388.062 estaban
afiliados al sistema de riesgos laborales, sólo el 10,4%” (AIL, 2019, p. 10). Aunque la
principal causa de accidentes laborales es la falta de gestión y promoción de la Salud y
Seguridad en el Trabajo, a esto se puede agregar también: las dificultades en la expedición
de normas y reglamentaciones que protejan a los trabajadores, y que clasifiquen con
equidad las actividades por nivel de riesgo; así, como también, las dificultades derivadas de
los altos costos de la planilla integrada de liquidación de aportes (Pila), la cual posibilita
aportar al Sistema de Seguridad Social Integral y Parafiscales «contribuciones obligatorias
a las cajas de compensación familiar»; dilación en decidir acerca de los límites nuevos de
cotización; además de, “mayor expectativa de vida de la población y que el salario mínimo
crezca por encima de la inflación tienen frenada hoy la posibilidad de que más trabajadores
estén cubiertos en riesgos laborales, sobre todo los de menores ingresos” (García, 2017, p.
1).

Tanto la GSST como la PSST tiene un objetivo compartido: el desarrollo social,


sostenible y duradero de una cultura y práctica de la prevención e intervención de riesgos y
la promoción de la salud del trabajador, a fin de incrementar la percepción de bienestar de
los colaboradores, la instituciones y la sociedad (Cañada et al., 2012), además, de repensar
académica e investigativamente la organización del trabajo y actuar de forma reticulada
(inter y transdisciplinar) sobre las consecuencias derivadas de la escasez de controles y
medidas de promoción de la salud laboral (Cañada et al., 2012; OPS, 2005). Conviene
mencionar que lo anterior no redunda de forma específica en la generación de acciones de
sensibilización preventiva del riesgo laboral, dado que, transita en realidad, hacia la
implementación de la promoción real de las prácticas de cuidado, en el marco de una
cultura de la seguridad y la salud a nivel empresarial y social (AIL, 2019; Ministerio de la
protección social – MPS, 2008; Ministerio de Trabajo -MinTrabajo, 2014). En este sentido
resulta importante mencionar que por medio del Sistema de Gestión de Seguridad y Salud
en el Trabajo (SG-SST) se corrobora la práctica de medidas de Seguridad y Salud en el
Trabajo (SST), enfocadas en “el mejoramiento del comportamiento de los trabajadores, las
condiciones y el medio ambiente laboral y el control eficaz de los peligros y riesgos en el
lugar de trabajo para prevenir incidentes, accidentes de trabajo y enfermedades laborales”
(MinTrabajo, 2014, p. 6).

La función del SSGT es propiciar condiciones reales de mejora del lugar de trabajo en
tanto salubridad-seguridad, y prevenir incidentes que afecten la salud, interacciones y
productividad de los colaboradores, aspecto que incluye mejoras en primeros auxilios y
atención de emergencia, además de capacitación en medidas de seguridad y apoyo (Boada
& Ficapal-Cusí, 2012; Chinchilla, 2002), tomando en cuenta que, la evolución de los
trabajos y los nuevos retos tecnológicos que enfrentan los trabajadores los expone a nuevos
riesgos profesionales, cuyos efectos pueden ser temporales o permanentes tales como,
problemas osteo-musculares, causados debido a la exposición a agentes químico-tóxicos
peligrosos y/o cancerígenos, (asbesto, plomo, mercurio, radiación y diversos productos
químicos) (Ruiz-Frutos, García, Declós, & Benavides, 2006). De allí la necesidad de
generar cada vez más y mejores estrategias para optimizar los sistemas de salud y la
seguridad en el trabajo. Entre los objetivos de persiguen los países en vías de desarrollo
como Colombia se encuentran: el fortalecimiento de factores psicológicos vinculados a las
relaciones conflictivas y complejidades derivadas de la gestión del trabajo, los efectos
físicos y mentales de la sobrecarga laboral, especialmente en trabajos de corte técnico-
mecánico y repetitivos, además, de los sistemas de información respecto a tecnologías y
nuevas substancias (MPS, 2010). En este tenor, al mejorar las prácticas de salud y
seguridad, la emergencia de una cultura de la seguridad laboral y la promoción de la salud
puede ser un hecho viable y factible.

Gestión de la Salud y Seguridad en el Trabajo (GSST)

La seguridad y salud en el trabajo, denominada también, salud ocupacional, antes de la


emisión de la Ley 1562 de 2012 que transforma el «Sistema de Riesgos Laborales», se crea
para prevenir, resguardar y asistir a los colaboradores de las consecuencias de las
enfermedades y accidentes ocurridos ocasionalmente o como consecuencia directa del
trabajo que desarrollan. Dicho sistema marca un hito histórico importante en tanto gestión
de los peligros para los colaboradores, dado que, a partir de ella se genera en Colombia, el
Sistema General de Riesgos Laborales, el cual forma parte integral e integrada del sistema
de seguridad social, instituido a través de la Ley 100 de 1993. No obstante, el sistema de
salud y seguridad en el trabajo surge ya de forma institucional y jurídica a través del
Decreto 1072 de 2015 (Libro 2, Parte 2, Titulo 4, Capitulo 6), y en este escenario, la
instancia garante y reguladora en Colombia de dicho sistema es el Ministerio del Trabajo
bajo el marco de las políticas de protección de los trabajadores, que resultan acordes a la
normativa y convenios de tipo internacional. Como consecuencia, se crea el Sistema de
Gestión de Seguridad y Salud en el trabajo (SG-SST) como medida a implementar en las
empresas por parte de todos los empleadores, en cuyo caso se comprometen a mejorar la
calidad del servicio al cliente interno de forma procesual y gradual, en aspectos como la
política organizacional, la organización del trabajo, la salud, su bienestar y la planificación.
En este orden de ideas,

La salud se percibe pues, no como el objetivo, sino como la fuente de riqueza de la vida
cotidiana. Se trata por tanto de un concepto positivo que acentúa los recursos sociales y
personales así como las aptitudes físicas. Por consiguiente, dado que el concepto de salud
como bienestar trasciende la idea de formas de vida sanas, la promoción de la salud no
concierne exclusivamente al sector sanitario (OPS, 1986, p. 2)

Lo anterior revela que en el ámbito organizacional otro campo de actuación de la GSST,


se direcciona a la mejora de acciones en torno a la aplicación, evaluación y auditoría con el
propósito de prever, registrar, valorar, intervenir y controlar los riesgos emergentes que
puedan perjudicar la seguridad y la salud en los escenarios laborales (Ministerio de la
protección social – MPS, 2016). Así las cosas, la salud de los trabajadores es un derecho
fundamental y por tanto, los procesos de salud-enfermedad deben ser tomados como parte
de las lógicas e interacciones emergentes de las relaciones laborales. Aspectos como los
estilos de vida, la capacidad de acceso a los servicios de salud, el bienestar percibido, la
motivación al trabajo, la interinfluencia social y la calidad de vida, entre otros, forman parte
de los elementos que dan forma a la percepción que se puede tener de la salud en entornos
laborales, de allí su necesidad de articulación desde dimensiones cada vez más relacionales
(Gil, 2011; Organización Internacional del trabajo - OIT, 2014). Ergo, “las condiciones y
requisitos para la salud son: la paz, la educación, la vivienda, la alimentación, la renta, un
ecosistema estable, la justicia social y la equidad. Cualquier mejora de la salud ha de
basarse necesariamente en estos prerrequisitos” (OPS, 1986, p. 2), los cuales deben ser
garantizados por el estado y las empresas donde los colaboradores laboran.

La gestión de la salud y seguridad en el trabajo es un tópico que no solo interesa a


médicos del trabajo, dado que, puede integrar a estudiantes, profesionales, técnicos,
colaboradores de distintas áreas y disciplinas, implicados en dicho campo (Fontes, 2002).
Organizaciones globales que han trabajado este tema de manera amplia son: la
Organización de Naciones Unidas (ONU, 2006) encaminado a la defensa de los deberes y
derechos de los colaboradores; la Organización Panamericana de la Salud (OPS, 2005)
cuyo aporte a las dimensiones prácticas de la organización de los sistemas de seguridad en
el trabajo, resulta trascendental para comprender el fenómeno en su dimensión
aplicativa/explicativa; la Organización Internacional del Trabajo (OIT, 2020), centrada en
conocer las distintas formas de trabajo y los cambios que estos sufren, en aumento o
detrimento de la calidad de vida de los colaboradores; además de organizaciones
territoriales como la Unión Europea, quienes realizan esfuerzos por mejorar integralmente
la salud y seguridad laboral desde las política de estado (Agencia de la Unión Europea para
la seguridad y la salud en el trabajo - EU-OSHA, 2019); la Agencia de información de la
Unión Europea para la seguridad y la salud en el trabajo (EU-OSHA) y la Asociación de
Libre Comercio Americana (ALCA) cuyo interés de instaurar el flujo libre de comercio
entre sus economías, plantea nuevos retos en tema de trabajo, contratos, salarios,
intercambio comercial y salud laboral (Comisión Económica para América Latina y el
Caribe - CEPAL, 1999), y el Mercado Común del Sur (MERCOSUR, 2002), entre otras.

Cabe anotar que en el tópico de la Gestión de la Salud y Seguridad en el Trabajo


(GSST) se incluyen aspectos como el acoso laboral, estrés, relaciones internas entre
colaboradores, violencia/agresiones, así como también, aportes de la antropometría
«Proporciones y medidas corporales» en el campo de la espacialidad para ampliar la
claridad acerca de las funciones laborales, la previsión y/o contención del síndrome de
Burnout o “quemado” propio de la sobrecarga laboral, entre otros elementos que dan forma
a problemas de salud nocivos para los colaboradores. Los conflictos y problemas laborales,
pueden constituir una amalgama de eventos que aumentan la vulnerabilidad en salud meta;
oros síntomas son también: incapacidad, desmotivación, tristeza, depresión, ansiedad
elevada, estrés, y patologías psicológicas respectivas (Jiménez, 2015; Mora & Ramírez,
2014; Robledo, 2017). Conviene mencionar, además, que existe una relación dinámica
entre trabajo y la salud, relación que además de diversa, resulta compleja, motivo por el que
su comprensión demanda miradas a partir de relaciones, diálogos, encuentros y
desencuentros, al tiempo que, amplitud metodológica y conceptual, escenario desde el cual
es posible, el encuentro dialógico «antagónico-complementario» entre aquellas posiciones,
experiencias y sentidos antes disociadas, y ahora, reunidas en pro del bienestar de los
colaboradores y la reorganización de los sistemas salud y seguridad en el trabajo.
En este tenor, las medidas inter-institucionales pueden orientarse a suministrar
instrumentos que permitan la viabilidad de las medidas de gestión en salud y seguridad en
los múltiples espacios laborales, lo cual permitirá comprender, aprovechar e interrelacionar,
experiencias, procesos, y saberes, tomando en cuenta avances conceptuales y prácticos a fin
de reducir accidentes, lesiones, y todos aquellos riesgos sanitarios relacionados con
padecimientos, incapacidades y la muerte de los colaboradores (Jiménez, 2015; Llaneza,
2007). En éste escenario debe considerarse la importancia de implementar y desarrollar
factores académicos, técnicos y humanos, a partir de una propensión dialógica que
posibilite la emergencia de nuevos sentidos y procesos de intervención, para lo cual se
requiere el tránsito desde medidas interdisciplinares, hasta comprensiones cada vez más
cercanas a la transdisciplinariedad (Boada & Ficapal-Cusí, 2012; Taylor, Easter, & Hegney,
2006). Así las cosas, las organizaciones no deben crear e instalar solamente, sus programas
sobre la reparación de las consecuencias, el reclamo frente al accidente laboral, o la
rehabilitación que surge a modo de compensación, motivo por el cual resulta pertinente
estimular el aprendizaje y formación continuos, partiendo de la apreciación de las
necesidades formativas de los colaboradores, al entender que dicho proceso obedece a un
beneficio colectivo capaz de transformar la cultura organizacional haciéndola cada vez más
autosuficiente y robusta (Brahm, 2011; Medina, 2012; OIT, 2019).

Sin embargo, poner en funcionamiento el sistema general de gestión de la salud y


seguridad en el trabajo en una empresa, no es una tarea fácil, ya que requiere los siguientes
elementos: disciplina para direccionar de forma adecuada las medidas y objetivos
operativos en el marco de la legislación y el beneficio de los colaboradores; infraestructura,
para poner en marcha dichas medidas en pro de las metas programadas y los procesos
afectivo-motivacionales que le dan forma al éxito corporativo; y, confianza para proveer de
saberes, prácticas y herramientas a todos los colaboradores, a fin de hacer prevención,
intervención y posvensión en las áreas vulnerables o que representan historial de accidentes
y riesgos laborales (Anguis, 2018; Brahm, 2011). Dichos componentes deben encontrarse
integrados de forma reticulada, al entramado de circunstancias y elementos propios de los
programas de gestión de calidad y cultura organizacional presentes en la organización
(Taylor et al., 2006). Históricamente, los sistemas de gestión nacen en el marco de
ocurrencia de accidentes e incapacidades laborales, con un enfoque de prevención que
ulteriormente, desencadenó acciones de mitigación y reducción de las condiciones de riesgo
a nivel laboral (Henao, 2016).

En este sentido, a medida que los sistemas de producción e interacción laboral se


fueron complejizando, las interrelaciones entre colaboradores también lo hicieron,
causando a menudo, reacciones de estrés y enfermedad asociadas a las características
especiales de cada labor. De allí que, fuere necesario el reconocimiento, evaluación,
intervención y control de los peligros y factores de riesgo en el ámbito intra y extra-laboral
(Gómez & Turizo, 2016; Ministerio de la protección social – MPS, 2010). Cabe anotar que,
en Colombia, la legislación laboral se ha robustecido, para generar contextos-ambientes de
trabajo bajo condiciones aceptables de dignidad, seguridad e higiene (Cortés, 2007; Mora &
Ramírez, 2014). De allí que, el Sistema de Gestión de Seguridad y Salud en el Trabajo, SG-
SST, se oriente hacia el desarrollo de un sistema prototípico, estandarizado, coherente,
procesual y por etapas, cuyo pilotaje entre seguridad y salud, se oriente de forma dialógica
hacia la prosperidad duradera de los sistemas de gestión de salud y seguridad en el trabajo y
a partir de ellos, mejore la calidad de vida de los colaboradores (Henao, 2016).

Finalmente, resulta importante mencionar que, los estudios en Salud y Seguridad en el


Trabajo tienen un significado social indiscutible, dado el papel que tienen en la mejora de la
calidad y expectativa de vida de los colaboradores, de allí, que deban aportar de manera
conceptual y práctica en tópicos relevantes como la prevención, gestión y el diseño de
sistemas de control del riesgo, es decir, en la promoción de la salud en los lugares de
trabajo, al tiempo que, en los procesos de adaptación de los modelos explicativos-teóricos
al contexto laboral, tomando en cuenta aspectos como la adaptación, estandarización,
calidad y pertinencia de las contribuciones científicas nacionales e internacionales, y, en
consonancia con los múltiples campos y sectores productivos del país (Lozada & Idaly,
2012)

Promoción de la Salud y seguridad en el trabajo (PSST).

La salud ha sido un tópico de interés para la gran mayoría de disciplinas, quienes se ven
avocadas a construir sistemas de prevención e intervención de la enfermedad, intensión que
se ha extendido al ámbito laboral-organizacional y que incluye a personas con deficiencias
o discapacidad, y que también, acoge todas aquellas propuestas que buscan mejorar los
entornos o espacios donde el colaborador desarrolla sus actividades (OIT, 1989, 2008,
2019, 2020). De allí que la salud trascienda lo físico e incluya, lo mental, lo organizacional
y también, la interinfluencia mediática, las presiones sociales, aspectos socioculturales y
políticos entre otros elementos. Dichos factores constituyen de forma reticulada, el
entramado de relaciones de la cual, el sentido de la salud mental emerge, y son a su vez,
garantes del equilibrio relativo de la salud mental de personas, grupos y comunidades
(Organización Mundial de la Salud - OMS, 2001, 2010; OPS, 2005, 2009). El modelo de
promoción de la salud tiene su origen en el modelo biomédico de la ciencia, que extensión
su influencia hasta la psicología y las ciencias sociales, dotando las disciplinas de una
mirada a menudo, lineal, experimental y en cierto sentido reduccionista, ya que, limitaba el
hecho psíquico a aspectos meramente biológicos, cuando no, al supuesto del control, la
circularidad causa efecto o la predictibilidad (Macaya, Pihan, & Vicente, 2018).

Conviene precisar, que el concepto de Promoción de la Salud durante una buena parte
del Siglo XX, quedó reducido a la educación sanitaria desde un enfoque biomédico de la
Salud Pública, situación que disminuyó en los 80's (Restrepo & Málaga, 2001). Asimismo,
análogamente, los servicios asistenciales en salud tuvieron un crecimiento lento, generando
una concentración de servicios en salud en las zonas urbanas lo que dejó históricamente
vulnerables las zonas rurales, quienes se han visto perjudicadas dada las dificultades de
cobertura y acceso a los servicios de salud en dichas zonas (MinSalud, 2003; OMS, 2018).
Caso análogo sucedió con la seguridad en el trabajo, la cual ha tenido un crecimiento y
desarrollo lento, mediado por políticas insuficientes enfocadas en el desarrollo material mas
que en el desarrollo social, personal o colectivo, es decir, centrado en modelos de
producción as que en medidas de prevención y protección de los trabajadores. Los riesgos y
peligros en el trabajo se han presentado a lo largo de la historia como situaciones propias
del quehacer laboral, no obstante, si estos riesgos surgen en épocas donde prevalece el
factor productivo, históricamente hablando «revolución industrial modernización, etc.», el
tópico de la producción “ha recibido mayor importancia que el de la seguridad, ya que es
sólo recientemente que el hombre, como persona natural y como persona jurídica, ha
tomado conciencia de la importancia que reviste la salud ocupacional y la seguridad en el
trabajo” (Arias, 2012, p. 45).

En este sentido, la Carta de Ottawa, marcó un verdadero hito sobre la Promoción de la


Salud, pues fruto de la reunión internacional de Ottawa de 1986, resaltó la relevancia
incuestionable de la salud en tanto necesaria para la mejora de la calidad de vida de las
personas, grupos y comunidades de forma indistinta a su etnia, ideología, comunidad o
filiación sociopolítica, en los ámbitos laboral, educativo, ambiental, social, etc., (OPS,
1986), de modo que la prevención de todo aquello que atente contra la salud, constituye un
imperativo y un logro, todo ello amparado bajo el presupuesto de igual y equidad en la
capacidad de acceso a los bienes y servicios que cada estado social y de derecho promueve,
lo cual invitó a los estados a realizar legislaciones para proteger la salud y con ello incluir
la salud y seguridad en el trabajo como parte de las metas y responsabilidades a cumplir
(Letayf & González, 1994). La promoción de la salud en sus diferentes ámbitos requiere
un trabajo comprometido además, de educación en la identificación, evitación y mitigación
de riesgos, para que dichos sistemas y programas logren ser efectivos y tengan el alcance
que ameritan (OMS, 2001), aspecto que no es nuevo, ya que lleva casi dos décadas de ser
demandado y exigido en el marco de las políticas públicas en salud mental y física (OMS,
2005; OPS, 2002; Tobón, 2005).

Con todo y lo expuesto, conviene precisar que “en América Latina se hace muy urgente
el trabajo comprometido en la Promoción de la Salud como única opción para avanzar en la
reducción de las brechas existentes en las condiciones de salud y bienestar de la población”
(Restrepo & Málaga, 2001, p. 12). Dichas condiciones deben de sostenerse sobre políticas
de gobierno capaces de cerrar las brechas de acceso a la salud, presentes en los sistemas de
atención a la salud de todas las personas, especialmente de aquellas afectadas por distintos
modos de vulnerabilidad (MinSalud, 2003), y que pueden llegar verse excluidas,
estigmatizadas o revictimizadas a razón de la deshumanización de los servicios de atención
en salud mental y física. Dicho aspecto, toma relevancia cuando se trata de poblaciones
históricamente excluidas o segregadas (Tobón, 2005), y se presenta igualmente en el
ámbito laboral, escenario donde la falta de garantías respecto a la seguridad y salud de los
trabajares y as dificultades-peligros en sus ambientes de trabajo, constituye a su vez una
violación a sus derechos (Cortés, 2007; Martínez, 2018; Moriano et al., 2019). Respecto a
la creación de ambientes laborales la Carta de Ottawa señala:

El cambio de las formas de vida, de trabajo y de ocio afecta de forma muy significativa a la
salud. El trabajo y el ocio deben ser una fuente de salud para la población. El modo en que
la sociedad organiza el trabajo debe de contribuir a la creación de una sociedad saludable.
La promoción de la salud genera condiciones de trabajo y de vida gratificantes, agradables,
seguras y estimulantes (Organización Panamericana de La Salud - OPS, 1986, p. 2).

La promoción de la salud y seguridad en el trabajo hace alusión a la demanda común y


sentida de las empresas, colaboradores, y de la sociedad por reformar y optimizar el sistema
de salud enfocándose en el bienestar laboral de los colaboradores (Martínez, 2018;
Sarmiento et al., 2017). Para lograr dicho objetivo, se propone el progreso continuo de los
sistemas de organización del trabajo y del ambiente laboral, además de la promoción de la
participación de los colaboradores en actividades saludables, el fomento del desarrollo
personal y la promoción participante de hábitos de vida saludables (OIT, 1989; Ruiz-Frutos
et al., 2006). Dicha prevención debe reactualizarse de forma continua, y esbozar nuevos
desafíos, superando la brecha de la clasificación y designación de los tipos de riesgo, lo
anterior es posible si se incremental los procesos y recursos que tiendan a suscitar
comportamientos, actitudes y conductas seguras y saludables en el entorno laboral, que
redunden a su vez en el mejoramiento de las dimensiones sociales, comunitarias y
personales de los colaboradores (García et al., 2005; MinTrabajo, 2014; OPS, 2002). Así
las cosas, esta pretensión, puede generar una disminución importante de las enfermedades
derivadas del trabajo, al tiempo que, los costes procedentes de ellas, por incapacidad,
pensión, producción y rendimiento laboral entre otros aspectos; mejorar la promoción de la
salud y seguridad en el trabajo, puede acrecentar la productividad de las empresas, el estado
de satisfacción de los colaboradores, además de más y mejores motivaciones que
impactarán adecuadamente el clima organizacional (Cortés, 2007; Gil, 2011; Ramazzini,
2000).

Dicho esto, desde una perspectiva preventiva y de autogestión de la prevención (San


Juan & Rueda, 2014), los colaboradores que constituyen a su vez, el cliente interno de una
organización, deben estar formados en sistemas, metodologías y técnicas de intervención en
casos críticos, relacionados con accidentes de trabajo, dado que, eso les permitiría mitigar
el riesgo mientras se soluciona de manera oportuna dicha situación (Restrepo & Málaga,
2001). Lo anterior quiere decir, que la organización puede constituirse en multiplicadora de
los sistemas y metodologías preventivas, actuando de forma sistémica y coordinada, cuando
se encuentra capacitada para dar respuesta a la atención de riesgos emergentes (Cañada et
al., 2012; García et al., 2005; Robledo, 2017). Dicho sea de paso, la formación tiene una
orientación habitualmente preventiva, cuyo centro es el conocimiento por parte del
personal, de las rutas y sistemas de atención en dichas situaciones, aspecto que el área de
Salud y seguridad en el trabajo se encarga de subsanar, a través de ciclos formativos,
información de riesgos y peligros, y claridad en las competencias de los colaboradores y los
riesgos implicados en su labor, entre otros elementos (Anguis, 2018; Cortés, 2007;
Martínez, 2018). En este sentido, el aprendizaje de técnicas de desinfección, esterilización y
manejo de herramientas/utensilios de trabajo, además de aquellas orientadas a disminuir el
estrés relacionado con crisis psicológicas, resultan fundamentales para impedir contagios
químicos, orgánicos y problemas emocionales (Boada & Ficapal-Cusí, 2012; Taylor et al.,
2006).

A estas recomendaciones deben sumarse, el orden, limpieza y cuidado de sí mismo, y de


otros, además, de elevado un grado elevado de satisfacción con el trabajo y las relaciones, y
el mantenimiento de los sistemas, procesos y herramientas de trabajo, actividades que
resultan coadyuvantes para el manejo adecuado de la salud y seguridad laboral (Martínez &
García, 2012). En realidad y de acuerdo a lo expuesto, la Promoción de la Salud se
constituye en un objetivo compartido por la organización y sus colaboradores, a fin de
acercarse a un modelo de equidad en la prevención y acceso a los servicios de salud, a
niveles organizacionales, comunitarios y locales (Restrepo & Málaga, 2001).

Hacer prevención es la mejor opción


Si bien, los riesgos aumentan cuando existe una mayor demanda de mano de obra y no se
han generado las garantías para garantizar medidas de seguridad efectivas por parte de los
empleadores, aspectos como la negligencia empresarial, el miedo al cambio en algunos
trabajadores (Cañada et al., 2012; Díaz, 2007; María & Cháves, 2014), los escasos recursos
para implementar planes y sistemas de bioseguridad, además, de la falta de cultura
preventiva, pueden incidir en el aumento de accidentes en el lugar de trabajo. De allí que,
la promoción de una cultura de la prevención de accidentes y enfermedades laborales,
desde la organización interna de las empresas, puede constituirse en uno de los medios más
efectivos para reducir la accidentalidad laboral y aumentar la calidad de vida y la seguridad
de los trabajadores y de los ambientes laborales (Díaz, 2007; Martínez, 2018). La
organización debe tomar conciencia de la importancia de del talento humano y protegerlo,
de allí la necesidad del Sistema de Gestión, “que permita la medición, evaluación y
efectividad de cada una de las actividades propuestas, para el cumplimiento del objetivo de
prevención de siniestralidad, que tanto costo les genera a las empresas, al país y a la
población trabajadora” (Diario La Opinión, 2017, p. 1).
Conclusiones y recomendaciones

Se concluye de la Promoción de la Salud y seguridad en el trabajo - PSST al tiempo que,


la Gestión de la Salud y Seguridad en el Trabajo (GSST) constituyen campos de actuación
que han presentado cambios desde lo conceptual y práctico. Uno de ellos es que en el
ámbito de la prevención tanto aspectos teórico-prácticos como formas diversas de
intervención, deben articularse, de modo que la promoción haga parte indispensable de los
módulos/aspectos de la gestión. No obstante, la necesidad de mejorar los escenarios
laborales en tanto salud y seguridad, ha impulsado la gestión y promoción de la GSST,
mismas que encuentran apoyo mutuo cuando se trata de mejorar las condiciones laborales
de los colaboradores. Un hecho que resalta, es que entre ellas no debe haber insularidad,
sino cooperación mutua y apoyo en la gestión de medidas y procedimientos de detección
del riesgo y de promoción de la salud en el ámbito laboral. Como consecuencia, la
promoción de la salud y seguridad en el trabajo y respectiva gestión, resulta ser, una tarea
de todos los colaboradores, y en ella debe participar la organización como un equipo
reticulado, cooperante, consolidado en tanto intereses y sentido de bienestar colectivo.

Es importante anotar que aunque existan barreas psicosociales para lograr articular la
PSST y GSSST, tales como: falta de cultura laboral y de seguridad, organización
inapropiada, ausencia de salario emocional, políticas internas en contravía al bienestar
laboral, etc., en la institución debe prevalecer en el imaginario laboral colectivo, la
articulación procedimental entre promoción-gestión-intervención, además de la cultura de
la evaluación, auto-evaluación y auto-cuidado, a lo que se suman también, una mejora
continua en las condiciones de trabajo (áreas-espacios, contratos, claridad de las
competencias, contactos, etc.), medidas de apoyo biopsicosocial a los colaboradores, entre
otros elementos, sostenidos por la intensión fluida del diálogo de saberes y el entrecruce de
experiencias a nivel intra e interinstitucional. Conviene mencionar, además, que, aunque
existan impedimentos para articular la PSST como elemento fundamental para el desarrollo
de modelos efectivos de gestión, la institucionalidad con la ayuda de la academia, la
investigación y partiendo de la experiencia de las empresas y sus colaboradores, debe
esforzarse en articular esfuerzos para superar dicha brecha, a fin de actuar coordinada y
articuladamente en pro del bienestar de la empresa y sus colaboradores.

EN CONSTRUCCIÒN
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