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l 1;1ducóón de

;\l(J:>;IC\ MANSOLTR ALBERT BÉGUIN

CREACIÓN
Y DESTINO
I
Ensayos de crítica literaria
Selección y notas de
PIERRE GROTZER

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA


MÉXICO
!'1 Jl!H·1,1 edil 1/n1 t'll francés, 1973
!', 111w1 ,l edición en español, 1986
Primera reimpresión. 1997

ADVERTENCIA

La tierra en que hemos vivido es siempre


el teatro donde se enlazan y se desenlazan
nuestros destinos.
NERVAL

"Lo que importa es saber quien soy." Este enunciado in-


dica con claridad el punto de partida y el centro de la
investigación crítica de Albert Béguin. Atento a la inquie-
tud fundamental del hombre en busca de su ser, Béguin
en un principio se dejó llevar hacia el universo mágico
de los románticos, experiencia que le abrió la puer:a del
mundo real, como bien dice él al final de El alma ro-
mántica y el sueño: "De vuelta del sueño, la mirada hu-
mana es capaz de ese asombro que se experimenta cv~ndo
de pronto las cosas recuperan por un instante su novedad
primera. Yo nazco a las cosas; ellas nacen a mí. [ ... ] En
la profunda soledad, cuando he tenido el valor de acep-
tar la desnudez, lo que encuentro no es la desesperación
y la tristeza. [ ... ] Soy un ser humano, y estoy con los
demás seres humanos en esa comunión, la más profunda,
Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra
-incluido el diserio tipográfico y de portada-,
la que no existe sino en el centro del alma, pero que,
sea cual fuere el medio, electrónico o mecánico de hoy en más duradera, me permitirá conocer por fin, de
sin el consentimiento por escrito del editor. ' vuelta ya en mi existencia trivial, presencias humanas
reales. [ ... ] La soledad de la poesía y del sueño nos
libera de nuestra desoladora soledad. Del fondo del abis-
Título original: mo de la tristeza que nos había apartado de la vida se
Création et Destinée (fasais de Critique Littéraire) levanta el canto de la más pura alegría."*
© 1973, Editions du Seuil, París
Por la creación literaria y a través de ella, el hombre
alcanza sus sueños, y así se descubre como criatura que
participa en una "segunda vida", más real que la nuestra,
D. R.© 1986, Fü1'DO DE CUI.TURA EC01'ÓMICA, S. A. DE C. V. porque el sueño es una puerta que tiene acceso a la inte-
D. R.© 1997, Fmwo DE CULTURA ECONÓMJC.\.
Canelera Picacho-Ajusco 227: 14200 México, D F.
rioridad donde "ya no subsiste nada de la palabra cons-
truida", donde "no queda más de mí que la criatura y su
ISBN 968-16-2563-3 (obra completa) destino, su inexplicable e imperioso destino". El poeta,
ISBN 968-16-2401-7 (tomo I) mediante su creación verbal, quiere retener "como prisio-
Impreso en México * México, FCE, 1954, trad. de M. Monteforte Toledo.
7

Tercera Parte

CRITÍCA DE LA CRITÍCA
.
I. LA FUNCION DE LA CRITICA
LITERARIA
XIV. PROPUESTAS

1) Método. ¿Por qué se escribe? Si el autor de una obra


histórica no se lo ha preguntado, si no ha sentido la ne-
cesidad de responder a una interrogación personal, hace
una obra estéril.

2) Estilo. Demasiados historiadores de sucesos, de le-


tras o de artes quieren excluir de una obra "seria" toda
expresión poética, para sólo admitir el vocabulario de
la comprobación. Este rechazo de todo recurso al miste-
rio restringe el campo del conocimiento al que aspiran:
porque hay una gran parte de lo concreto espiritual que
sólo se puede alcanzar mediante el empleo afectivo de la
materia verbal.

3) El espíritu de la época. Se nos explica que Racine,


al escribir:

"En el Oriente desierto, cuán grande fue mi tedio"

no tenía intención de incluir esa melancolía que allí en-


contramos. Pero nosotros somos quienes somos; y todas ,,',11
las precisiones de un análisis exacto no nos harán pare- ,,¡
1

cernos al poeta del siglo xvn ni a sus primeros lectores. 1 ,'1·1

La poesía sólo permanece viva si se moldea a la evolu-


ción espiritual. En el límite, podría imaginarse una obra
en que ningún elemento se comprenda en su sentido ori-
ginal y que, sin embargo, siguiera siendo eficaz.

4) Romanticismo. "Todo descenso hacia uno mismo


-dijo Novalis- es al mismo tiempo un vuelo hacia el cie-
lo, una mirada hacia el verdadero mundo exterior." El
romanticismo alemán no dejó de inclinarse hacia esa
objetividad superior que se vislumbraba al final del subje-
tivismo total. Los románticos franceses, casi todos, se
detuvieron en la primera etapa, la de la autocontempla-
ción, de un subjetivismo sin prolongación.

189
190 CR1TICA DE LA CRtTICA
PROPUESTAS 191
5) Imperialismo del yo. Es~e. término, c~n. el cual el
11) El conocimiento mítico: no es solamente el de los
barón Seilliere cree poder defimr el romanticismo, no se
primitivos; es también el de los más altos espíritus, que
aplica a los románticos alemanes: su esfuerzo cons!ai:ite
fue escapar a los límites del yo, perderse en la umca han llegado a esa cima de su ascenso en que el conoci-
miento analítico y lógico debe abdicar. Los mitos de
Unidad real.
Platón no son únicamente didácticos; expresan lo que
6) Realismo. El lector de novelas aplaude: "Es como ningún otro lenguaje expresaría, comprenden lo que nin-
en la vida". Comprueba con esto que es extraño a toda gún otro modo de conocimiento comprendería. Son, en
forma de arte. Los personajes de una obra no se pare- la obra de este enemigo de los poetas, el desquite de la
poesía.
cen más a los de la realidad que los habitantes de los
sueños. La Clitemnestra de Esquilo, Don Quijote, los her-
12) Locura. Se tienen sospechas respecto de las obras
manos Karamazov, Madame Bovary, el Gran Meaulnes
de Holderlin, de Nerval, de Gogol o de Nietzsche, por-
son verdaderos, precisamente porque no son como nos-
otros, pobres seres sin valor ejemplar y simbólico. que se volvieron locos. Podríamos desconfiar igualmente
de La B~uyere, de La Rochefoucauld, de Goethe, porque
no conocieron la locura. La única cuestión es saber lo que
7) Paradoja de la poesía moderna: se qu~ere ab~ndo-
nada a los automatismos y a los dictados del mconsc1ente, cada uno de ellos hizo con su demencia o su equilibrio.
La vida jamás explica la obra. Pero la mayoría de los
pero está cada vez más consciente de esa voluntad.
mortale~ no ha terminado de buscar en la biografía
los med10s para devolver a los poetas a la medida trivial.
8) Poesía y mística. Para un San Juan ?e la Cruz no _se
trata de encontrar a Dios en las cosas, smo al contrario, Tal es el sentido no confesado de tantas "biografías" y
"estudios psicológicos".
de encontrar las cosas en Dios. El místico sigue un ca-
mino opuesto al del poeta. Su punto de partida es el
conocimiento y no una interrogación lanzada a lo desco-
nocido.

9) Magia y mística. En relación con la magia, la mís-


tica constituye un paso hacia la conciencia; el m~stico no
puede cumplir su experiencia a menos que precisamente
se desprenda de todo lo que es l_a ese~~ia mi~ma de !ª
hechicería primitiva o de la magia poetlca: s1 rem~.ncia
a esa región en que expresión y cosa expresada son idén-
ticas.

10) Mito, mítico. El siglo XIX científico no cono~ía m~s


que la acepción peyorativa de estas palabras. O bien, ~eia
en el mito un documento sociológico. Uno de los mentos
del romanticismo alemán, pero también de los poetas fran-
ceses e incluso de las investigaciones psicoanalíticas, fue
el de conocer el valor poético y humano, la verdad del
mito.
CUESTIONES DE METODO 193

Y m~ra~ista ce_dió nuevamente el paso al Pascal apologis-


XV. CUESTIONES DE MÉTODO ta cristiano. Sm embargo, al tratar de ofrecer no sólo un
orden posible y sugestivo de los fragmentos sino de en-
contrar el orden previsto por el mismo Pascal Chevalier
CRÍTICA EXTERNA Y CRÍTICA INTERNA
abría otra vez la puerta a todas las controver~ias. Inata-
ca~le en la perspectiva de crítica interna en que decidió
(A propósito de una edición de los Pensamientos) ubicarse, no lo era desde el punto de vista de la ciencia
moderna y de los estudios paleográficos cuyos métodos se
LAS publicaciones pascalianas de Louis Lafum_a, y sobre hacen cada día más precisos.
todo su edición crítica reciente de los Pensamientos, han Es entonces cuando interviene Zacharie Tourneur mo-
permitido un gran adelanto hacia la solución de los múl- delo del e_rudito escrupuloso y objetivo, armado cdn to-
tiples problemas planteados por los famo~os papeles fr~g- das_ ~as virtudes de los grandes trabajadores, pero un
mentados de Pascal. Ya van a ser tres siglos que se dis- espir~tu_ algo elemental y mediocremente capaz de escapar
cute acerca de ellos, y cada edición nueva de la Apología los limites de los datos materiales únicamente; Sus dos
fragmentaria propone una clasificación diferente, sin. q~e edici~nes _paleográficas, fruto de una vida completa de
ninguno de estos planes haya podido, hasta ahora, reivm- traba30, tienen el gran mérito de corregir una multitud
dicar una autoridad definitiva. Después de las prudentes de errores cometidos por sus antecesores en el difícil des-
ordenaciones calculadas por la familia y por Port-Royal ciframiento de los autógrafos. Éstos destruyen para siem-
para escapar de toda sospecha de herejía; después de las pre la _anti~ua leyenda de los papeles desordenados por
libertades tomadas en el siglo XVIII con el fin de compo- u? copista ignorante; Tourneur fue el primero en discer-
ner a un Pascal a la usanza de los "filósofos"; después mr, con mucha utilidad, la importancia que conviene asig-
de los primeros ensayos, todavía torpes, de crítica cien- narle a la clasificación presentada en una de las copias
tífica los editores modernos intentaron, a la vez, apoyarse de los Pensamientos, clasificación anterior a aquella cu-
en u~ análisis minucioso de los manuscritos y reconsti- yos vestigios se conservan en el manuscrito original. Pero
tuir desde dentro una disposición de los temas que se pueden hacérsele serias objeciones a las ediciones de Tour-
suponían acordes a las ideas mismas de Pascal o a _sus neur. Sin entrar en detalles -Lafuma lo cumple con
intenciones apologéticas. Cada época, cada generación, mucha mayor seguridad de lo que yo lo haría-, digamos
desde hace casi un siglo, se hizo así de los Pensamientos simplemente que, por más preciosas que sean para el es-
de Pascal que, aunque cada vez eran más fieles al t~xto tudio erudito, estas ediciones exactas y "objetivas" son en
manuscrito, no incluían la fecha y la semblanza del tiem- realidad ilegibles, por dos razones: en primer lugar, por-
po en que aparecieron. El precioso volumen pequeño em- que la transcripción tipográfica de las variantes y en-
pastado, publicado por Hachette, al que d~be~os todos miendas mínimas del manuscrito impiden una lectura
nuestra primera iniciación en Pascal, sustituyo durant; fluida y todo contacto directo con la vida interior de los
fuás de cuarenta años la clasificación Havet por la clasi- Pensamientos; por otra parte, porque el orden adoptado,
ficación Brunschvicg. Hoy en día reconocemos en ésta el de la famosa copia, obliga al pobre lector a un largo
algunas líneas directrices y categorí~s que sin d~da respo1;1- esfuerzo _de síntesis que nada facilita. No me imagino a
den menos a una jerarquía de las ideas pascahanas (cla- un colegial, un hombre probo, un alma inquieta, que
sica y cristiana) que a la estructura del pensamiento de pueda pasarse una tarde descansando en una habitación
Brunschvicg. ¡Pero, qué importa! Es ese Pascal el que se- o una mañana a la orilla del mar y que descubra en
1
ría accesible para los espíritus de principios del_ s_iglo XX. e~as ~diciones, la vibración de las ideas de Pascal. Aq~í la
Su dominio irrefutable sólo terminó con las ed1c10nes de ciencia hace de pantalla y uno siente deseos de volver a
Jacques Chevalier, gracias a las cuales el Pascal filósofo alguna vieja edición incorrecta, como se retoma con ale-
192
194 CR1TICA DE LA CR1TICA

gría un Homero dudoso del siglo pas~do, cuand~ se ha


r CUESTIONES DE METODO
195
sufrido hasta la náusea las notas, variante~, conJetur_a~, trata de una de ~sas hipótesis seductoras y falaces que
interpolaciones y escolios de nuestros amigos los filo- algunos comentanstas aventureros lanzan con gran albo-
ro~o: la minuc~a de Lafuma ofrece todas las garantías que
logos. . 1 d"d exigen las meJores tradiciones universitarias (insisto en
Le ruego a Louis Lafuma que no se sienta a u i o por
las reservas que acabo de señalar respecto de su antece- esto porque, en muchos puntos, sus conclusiones van al
sor inmediato. :E.l no ha heredado más que las virtudes encuentro de las que circulan en la Universidad).
de exactitud, de seriedad y de modestia. Lo que h~ a~ep- Sin embargo, hace un momento confesé que tengo al-
tado de sus hipótesis o de sus conclus~ones !º ~a afian- gunas reservas respecto de las afirmaciones de Lafuma. Si
adopto sus principios generales de crítica y lo sigo en su
zado o enriquecido gracias a nuevas mvestigaci~nes, Y
sobre todo a una claridad de espíritu muy supen?r· ½' terreno, me parece que no arriesga nada que no sea irre-
futable; o, por lo menos, para contradecirlo se necesitaría
edición que publicó hace algunos meses -,Y que Justifi-
can los estudios que ahora podemos leer- tiene ante todo tener el mismo conocimiento a fondo que él tiene de
la cualidad, esencial, en mi opinión, ~e ofrecer ~n texto l<;>s. detalles, del proceso. Pero me rebelo contra esos prin-
único, limpio de todo aparato de vanantes, sencillamen- cipios en si, contra su valor absoluto. Un ejemplo puede
te legible (¿hasta dónde hemos llegado, que ten~amos ser útil. Elijamos sus opiniones sobre el Discurso de Fi-
que alabar expresamente a un editor por no hacer 1mp~- lleau de La Chaise. Lafuma no tiene ninguna dificultad
sible la lectura de la obra que presenta?). Pero esta edi- para demostrar ante todo que Filleau tenía la copia de
ción constituye, al mismo tiempo, un instrum~nto de tra- los Pensamientos frente a los ojos cuando redactó el su-
bajo seguro que no podrá pa,sa~se por alto s1 queremos puesto resumen de la conferencia dada por Pascal sobre
citar a Pascal en su texto autentico. . el proyecto de la Apología; y que después utilizó un buen
Podría reprochársele a Lafuma que, en un prefac10 número de fragmentos escritos después de la conferencia.
demasiado elíptico, otorgue insuficiente v~lor a los resul- Aceptemos. Pero ¿en qué despoja esto al Discurso del
tados de sus estudios pascalianos. Este hbro resp<;>?de a c_rédito que puede atribuírsele? ¿Por qué estos préstamos
esa objeción y establece por enci~a de toda opos1cio;1 l~s literales de los fragmentos excluyen la existencia real del
tesis más importantes del autor. ~mguna ~e ellas esta dic- testigo cuya relación de la conferencia pretende tener
tada por un prejuicio, por una idea previa sobr~ Pascal. Filleau? Filleau recurre a los manuscritos, dice Lafuma,
Nada hay aquí que no se haya derivado_ ~xcl~sivamente por lo tanto no cuenta con una fuente oral. Por otra par-
de un examen de los documentos, y dire mas: de un te, el mismo Lafuma nos muestra que Filleau natural-
examen de la pura materialidad de esos documentos: pa- ment~ debía tener acceso a los textos escritos y, mucho
peles, filigranas, formatos, tijeretazos, lagunas en la. ila- más importante, que trabajaba bajo la dirección de Ar-
ción, grafías diversas, indicios tomados de los testl_g?s nauld y Nicole, oyentes de Pascal en Port-Royal y autores
contemporáneos, analogías literales que revelan ~a filia- de la clasificación de los manuscritos. Concluyo, pues,
ción de los textos, etc. Agachado sobre los archivos de no que Filleau no recogiera ningún testimonio oral, sino
la Biblioteca Nacional, atento a todo lo que allí se pue?e que atribuyó a un solo testigo los relatos de muchas "per-
ver, palpar, escrutar, Lafuma es de esos cazadores a qme- sonas considerables". Su resumen gana en autoridad, y
nes no se le escapa la liebre, atrapada e~ la trampa de le concedo mayor fe, porque sé que tuvo la posibilidad de
una vigilancia total. Si afirma que la copia de los Pe~sa- precisar, al estudiar los papeles de Pascal, las indicacio-
mientos conserva el orden que fue el de los manuscntos nes proporcionadas por garantes tan seguros como los
cuando Pascal murió, podemos estar seguros de que lo maestros de Port-Royal. En lugar de imponer un cambio
probará: y lo hace. Si sostiene que tal fragmento fue es- de posición del Discurso, la demostración de Lafuma pa-
rece aumentar en mucho su validez.
crito antes o después de tal fecha, no lo dudemos, no se
Esto lleva a la pregunta esencial: ¿Debe la crítica ex-
196 CRfTICA DE LA CRfTICA
,
CUESTIONES DE MBTODO
197
terna únicamente, apoyada en el examen ~aterial de_ los
documentos, decidir el plan que adoptar~. todo e~1tor de Lafuma, es un modelo de lo que puede ser una clasifi-
escrupuloso? ¿O será posible, puede permitirse, ser? tal cación de
2
los Pensamientos obtenida mediante la crítica
vez indispensable unir a estas indicac!o.n~s . tan valiosas interna. Si se modificara tomando en cuenta los descu-
las que sólo pueden derivarse de un anahs1s mterno d_e la brimientos de Lafuma, esta edición, a mi juicio, podría
obra y de la vida espiritual de_ P~sc~l? Lafuma se detien~ llegar a ser "la mejor posible" en el momento actual.
decididamente en la primera h1potes1s. Yo sostengo la _ne Pero hay otra razón para aceptar el aporte de la erudi-
cesidad de recurrir a la segunda. y esto por razones im- ción externa sin someterse a ella por completo. ¿ Para qué
portantes. l Y ~- qu!én debe servir una buena edición de Pascal? ¿A
En primer lugar, el procedimiento modes!~m~n~e. e e- q_men s1 no a todo el mundo, ya que Pascal tenía el propó-
gido por Lafuma tiene la debilidad de toda obJetlv1dad sito de conmover no a los sabios sino a cualquier corazón
científica" aplicada a la obra de arte, al esfuerzo de un ansioso de conocer la verdad? ¿ Para qué si no para la
~ensamiento vivo, a la aventura interior_ de un hombre. conversión del hombre moderno, de quien Pascal fue
Esta objetividad es heterogénea a su ob~eto_; no lo. com- el primero en entender la situación y en tratar de apa-
prende pone en su lugar una sustancia merte, u~mo- ciguar su inquietud comenzando por avivarla? La repro-
vilizad~ en el papel. El conocimiento de una reahd_ad ducción fiel de los manuscritos, en su estado de desorden
espiritual necesita recurrir a otras facultades, otros medios provisional o de orden momentáneo, no podría bastar
de acercamiento además de la lupa, el_ metro Y la ~alanza. para esos fines de la obra pascaliana. Importa que sus
Veamos lo que sucede: Lafuma, que tiene un sent~do ~uy Pensamientos perduren o vuelvan a ser palabra viva, pa-
humilde de los límites de sus afirmaciones, se cmd~ bien labra de hombre a hombre, agua viva capaz de quitarnos
de pretender que el orden atestiguado por l?s _legaJo s de la sed. Es allí donde está su verdad, es esta verdad la
· sea e1 m1·sn10 del plan de la. Apologza
l a copia . ., mconc
l 1usa. que hay que permitir que perciba cualquier lector, sin que
Se conforma con encontrar la clas1f1cac1on t~ vez. pro- tenga que hacer por su cuenta un trabajo de descifra-
visional instaurada por Pascal para 1~ comodidad_ cte s~ miento y de síntesis que incumbe al editor. La "verdad"
trabajo algo como un fichero establecido para la n~v~s.t1- de una obra, de un hombre, no se confunde ni con la
., ,N da hay más interesante que conocer las d1v1s10- exactitud de un registro literal ni con la resurrección de
gac10n. a . · · t t s
nes de ese fichero; nada más decepc1ona?te s1 i_n en amo cierto estado de hecho. Temo que a este respecto se co-
ima inar lo que habría sido la Apologia al fm~l . de su mete una confusión recomenzada continuamente por la
g . .,
compos1c10n. Pero precisamente: lo que losb ·md1c1os
1 ex-
I inteligencia moderna, que fascina a la creciente perfec-
ternos no pueden revelar podemos descu n: o por ? ción de sus propios métodos sabios: confusión entre la
verdad histórica y la verdad interior. Lo que pide el lec-
menos de manera aproximada por otros. medios. El p~1-
mero de esos medios es el Discurso_ de Ft!leau, que tema tor de Pascal, si tiene alguna razón personal para leer
más datos que nosotros sobre las mte~c1ones de Pascal los Pensamientos antes que un tratado de balística, ¿es
y sobre sus conversaciones con los senores de Port-~o- que se transporten los textos a lo que fueron un día en
yal. El segundo son los textos mismos de los Pensamien- la lejanía de un pasado muerto?, ¿o no será más bien
tos siempre y cuando estemos más atentos a su secret~ que se le ayude a verlos como lo que son, en la proximi-
coherencia interna que a su ubicación dentro de la re~opi- dad durable y continuamente renovada de su permanen-
cia indestructible?
lación manuscrita o la copia. El tercero se e?contrara en
los fragmentos, bastante numerosos y precisos, en que Una vez más, que se me entienda bien. No pretendo opo-
Pascal no desarrolló todo su plan pero _s! el plan .e~!enso nerme al valor eminente de trabajos por los cuales sólo
de grandes partes del libro en preparac10n. La e~1c10~ de siento respeto y gratitud, como aquellos a los que Lafuma
Chevalier, con los errores que discierne el OJO avizor ha dedicado toda su vida. Sólo creo que esos trabajos, cu-
yos resultados ya no pueden desatenderse y que en cierto
198 CRlTICA DE LA CRlTICA

. .d resolver cuestiones insolubles


aspectos ~3:Il ~ermitI o. en el rango de trabajos pre-
' CUESTIONES DE MÉTODO
199
divino, y que la bisagra, o más bien la clave de la bóveda,
para la critica !nter~a, tien será más justo, que junto era la persona del Hijo reencarnado. No tenemos más
paratorios. o bien dir~osd y tinadas al escritorio de los que pocos fragmentos, algunos tan vibrantes y tan "sub-
a las ediciones de tra aJo, es d' . nes más osadas, más jetivos" como el Misterio, sobre la vida y la muerte de
especialistas, hay l~gar para e i~~~rren en gran medida Jesucristo. Pero tenemos el Misterio; ¿por qué no poner-
arbitrarias si se qmer~, f que r
lo en su lugar en el conjunto, en ese lugar en que el
a la interpretación subJetiva: despojará estos lector imaginado por Pascal, después de las etapas cuida-
Un último ejemplo preciso, esd;r~~candaloso a ojos dosamente ordenadas del camino, debía finalmente en-
apuntes de lo que pulededn tene~a de haberlo escandali- contrar el Cristo vivo y ver elevarse la Cruz salvadora?
f T e ya a esgrac1 .
de La urna. u~ el Misterio de Jesús era, en m1 Lafuma, dado su propósito, no podía sino prohibirse
zado cuando d_1Je que . Apología y que clasifi- este golpe de fuerza. Me permitirá pensar que otro ecH-
. 'ó pieza superior a 1a , , 1 .
opmi n, una 1 ,, de Pascal corria e ries- tor, si confesara la libertad que se toma, tendría el dere-
carlo entre las "notas persona e~, busiva que daba el cho de preferir aquí el criterio de la coherencia espiritual
go de favorecer la interpretaci?nda ue al darle al "yo" en lugar de los imperativos de la paleografía.
abate Bremond: su _error P,~ove~iais: Í>a;cal" en lugar de Entre todos los motivos de gratitud que los pascalianos
del Misterio el sentido de ydo, . tura" el ilustre histo- tienen con Lafuma, hay uno que está por encima de to-
. ·da a to a cria ,
"yo, criatura p~re~i ·a· so tenía argumentos para dos los demás: sus trabajos, sus descubrimientos, sus
riador del sentimiento reh~i,o L "gota de sangre progresos respecto de toda la crítica anterior, nos invitan
acusar a Pascal de una hereJia g;:vcl. se~tido del "signo" a replantear el "asunto Pascal" en su conjunto y a reco-
vertida para mí" ton~.aba ~nto~cdecide que el Misterio es nocer, en particular, la importancia del problema de
jansenista de la grac~a. La ui: Gilberte Périer lo separó clasificación planteado por los Pensamientos. Se le deberá,
exterior a la Apol~g!a por(u d la copia) debido a que además de mil comprobaciones de hecho, un nuevo en-
de las primeras ed1c10n~s . o ,, e . Es éste el único móvil frentamiento de las distintas imágenes que esta obra
reconoció su "carácter mtimo ·, ~rudencia los primeros única ha dejado de sí misma y de su autor. Y la irrefu-
posible? ¿No sa~~mos_ c~>n r~~\odo lo que pudiera pres- table solidez de sus puntos de vista, si deja el campo libre
editores y la fam~l,ia ~lu~~:~ 'ía-:> Pueden haber presentido a la discusión, presta el gran servicio de descalificar sin
tarse a la acusacion e J . . 1· ba la admirable me-
d , oco que imp ica 1 apelación a los falsos sabios, los fantasiosos, los aven-
el peligro e un eqmv í d Jesús y sustraerla de a tureros de la hipótesis, que han ejercido demasiado su
<litación sobre la ago~t de ~a époc~. Pero iré mas lejos vano ingenio sobre el enigma de los Pensamientos. La crí-
mirada de los Bremon d b escandalizar a Lafuma, tica interna y la crítica externa rivalizan, se enfrentan, se
-y decididamente ve_o ,q_ue eo o ue cuando me comprue-
confirman. Una y otra, en l.)do caso, desean que se ter-
le pido disculp:is-: dire mcl~!tu;o destinado por Pascal mine con las invenciones del diletantismo.
ben que el Misterio nunca . , al editor de mis sueños
para la _Apologí~,1/e {co~s~~;ía escrita por Pascal nos Diciembre de 1948.
que lo mcluya a ~- ª P día de su muerte. La Apolo-
hizo perder para siempre ell ue nos han llegado, es una
gía, por los textos de Palsca ~mentos de la cual tenemos NOTA CONJUNTA SOBRE GoLDMANN Y EL MÉTODO GWBAL"
11
obra de la que tenemos os e
necesidad. . d' tibies atestiguan que la cur- La obra apasionada, apasionante, de Lucien Goldmann

~~ems~~o~:s l~a~~:a er~i~:::.~


Bastantes fragment<;>s m iscu ida debía ir desde el hom-
reintegrado en un orden
requiere una crítica igualmente apasionada. Esto lo ha
cumplido Jean Conilh, quien opone a un temperamento
robusto otro temperamento por lo menos igualmente vivo
200 CR1TICA DE LA CR1TICA
CUESTIONES DE M~TODO
201
y que va al corazón del tema así como lo ha definido
la inteligencia penetrante de Goldmann. Esto~ enfrenta- ni el individuo son totalidades suficientemente autóno-
mientos en que ya no se facilita nada, Pascal siempre los mas p~ra _proporcionar el marco de un estudio científico
mereció y los suscitó. Él mismo nos convoca en todo Y explicativo de I<?s hechos intelectuales y literarios, nos
momento a seguirlo en un camino sin p:ecauciones. Pei_-- ~ueda por saber si el grupo, considerado bajo la perspec-
mítaseme añadir aquí algunos comentarios sobre el me- tiva ?e . su estruct~ración en clases sociales, no podría
todo. Los problemas que plantea el acercamiento a los c~I?stitmr una realidad que nos permitiría superar las
textos pascalianos se presentan claram_ente en la, 01;>ra de ~1ficult~d:s encontradas en el plano del texto aislado o
Goldmann, y yo diría incluso que su libro es mas mtere- hga_do umc~me~te a la biografía" (p. 21-22). Otros es-
sante como demostración de un método que como escla- tud10s precisaran que conviene comprobar la validez de
recimiento del pensamiento de Pascal. Den!ro de mi, ~o- las obras particulares por la "visión del mundo" propia
nocimiento, es la primera obra (en frances~ de critic~ d_e,l autor (p. 24) y que sólo merece consideración la vi-
marxista que inspirada en el Lukács joven, mtenta apli- s10n del_ II!undo de grupos "cuya conciencia y acción tien-
car de mane;a coherente los preceptos de una dialéctica den hacia una organización de conjunto de la vida social".
rigurosa. Hasta ahora no habíamos podido leer más q~e, ~odo_ ,esto suscita objeciones de principio y críticas de
con el pretexto de la "nueva crítica", a~u_r:idos est?d10s aphcac10n. Tenemos el derecho de preguntarnos si el pun-
sociológicos apenas diferentes de la. t~adic10n. de, 1;'ame, Y t~ de partida elegido por nuestro autor no es en sí muy
pesados análisis en que los determimsmos historicos to- discutibl;· Postula, _el}, primer lugar, que hay que encon-
maban el lugar de la explicación. . trar un ~ngulo ?e ~i~10n que pueda justificar y dirigir un
Antes de deslindar sus visiones de con3unto -que pre- acercamiento cientifico de la literatura. Puede dudarse
sentan a Pascal como testigo perfecto del cristianismo ~ue las letras sean y puedan ser, en ese sentido, un ob-
esencialmente "trágico", precursor inconsciente e impo- Jeto de la cienc!a; su misma naturaleza requiere proba-
tente de la "apuesta" marxista, prisionero de una pa~a- ~lemente otro tipo de conocimiento. Un estudio "cientí-
doja que no es sino el embrión inconcluso ?e. la drnlec- fico Y explicativo" de las obras del espíritu: la ambición
tica-, Luden Goldmann tuvo cuidado de defi1?1r _s~ tarea no es reciente, pero ¿es legítima? Ésta condenó a aven-
como historiador de las ideas. Plantea en prmcip10 que tu~as muy decepcionantes a la crítica inaugurada por
todo texto particular de un autor sólo puede en~enderse T,ame Y prolong~da hasta nuestros marxistas contempo-
correctamente, para un exegeta adepto ~ la ~?ctrma,, mar- i:aneos. Los medios de expresión y de conocimiento de la
xista, a partir de un todo, de una realid~d global qu~ literatura son, por definición, extracientíficos; tienen un
lo rebasa y lo sitúa. No hay nada que ob3eta~ a es~a pri- carácter propio, del que se les sustrae peligrosamente
mera afirmación. Pero es necesario usar un discermmie~- cu_ando. se les e~p~n~ a cierto tipo de investigación. Las
to para la elección de esta "totalidad relativa" que permi: exigencias de ob3etividad, de medición cifrada de análisis 1

tirá una justa inteligencia del texto que se comenta. Aqm sistemático que comporta la ciencia son esp~cíficamente 1

"1
interviene, según Goldmann, un postulado ciertamente no extrañas al proceso natural de las artes, y sobre todo de 1

las artes del lenguaje.


inesperado pero sí, por lo menos, discutible.
Citemos uno de los numerosos fragmentos en que se ~l. segundo postulado de Goldmann me parece aún más
formula este postulado: "Aunque nunca se pueda llegar fragil: al buscar una "totalidad relativa" a partir de la
a una totalidad que no sea ella misma elemento o parte, cual pueda abordarse válidamente un escrito literario
el problema del método en las cienc_ias humana~ es el d~ nuestro marxista, lógico consigo mismo, va directo haci~
recortar el dato empírico en totalidades relativas sufi- ese_ "g~po social consciente" que, en su opinión, rebasa
cientemente autónomas para que sirvan como marco para al md1viduo y lo engloba legítimamente. Nada es más
un trabajo científico. Si, a pesar de ello, [ ... ] ni la obra contrario, si no ~l a~pecto histórico de las obras, por lo
menos a la conc1enc1a que la mayoría de los creadores
CR1TICA DE LA CR1TICA
CUESTIONES DE METODO
203
tiene de su función y de su relación con ese trabajo tan
particular que les dicta su vocación. Podemos consultar Es evidente que la historia puede considerar la obra de
sobre esto innumerables testimonios de escritores (aun- ?rte, y específicamente la obra literaria, como documento
que no sea muy "científico", según parece, consultar sobre irremplazable, y tiene el derecho de ordenarlas de acuer-
su oficio a quienes tienen esa experiencia) . Suelen estar do con sus propios fines. Veríamos mal que un historia-
de acuerdo en decir, como Nerval, que la poesía es la dor de la Restauración se abstuviera de consultar las
obra de todos o, según Péguy (en una carta inédita de novelas de Balzac o que el autor de una tesis sobre la
1897, a propósito de su primera Juana de Arco), que una leyenda napoleónica olvidara a Rugo, Stendhal o Léon
obra de poesía "no es la obra de uno solo", que está "nu- Bloy. Es perfectamente legítimo referirse a Proust al
trida con frecuencia sin saberlo, de lo mejor de la vida estu~iar las opiniones en ocasión del Asunto Dreyfus y
de t¿dos aquellos que se le han acercado". Pero saben considerar a Paul Valéry o a André Gide como los por-
también que la libertad necesaria para toda creación au- tav~ces de, la _burguesía culta en momentos en que du-
téntica liga desde el principio un lenguaje a la perso- daba de s1 misma y, al verse sin futuro, creía que se
na que lo moldea según ritmos interiores estrictamente acercaba la decadencia universal. Pero, al consultar las
particulares. A nadie se le va a ocurrir negar que Pascal n_ovelas y los poemas con esa intención, al considerarlos
depende de su medio, ni poner en duda los asp_ectos b1:1-r- simplemente como documentos de época, de medio o
gueses del espíritu jansenista. Pero ~l de~cubnr esa~ m- de das~, ¿sabemo~ claramente que comenzamos por des-
fluencias sociales, todavía estamos mas aca de la realidad naturahzarlos:
leza? qmero decir, por desconocer su natura-
de Pascal y de lo que hace que su palabra nos llegue al
corazón, mientras que la de sus amigos y sus maestros No es menos grave el desconocimiento cuando conside-
no nos interesa más que en relación con él. Apenas es ramos toda expresión simplemente como síntoma psico-
necesario insistir en lo arbitrario del proceso por el que Iógico,1 Y reducimos las Flores del mal al estado de prue-
Goldmann pasa de la obra al grupo social y de éste a la bas de la "infelicidad" o del "fracaso" de Baudelaire la
obra, saltando por encima de la unidad, por otra parte Siesta de_ un faun_o al r~n?o de confesión velada en que
fuerte y aclaradora, que constituye la persona del autor. se lee la impotencia de vivir de Mallarmé, y los Demonios
[ ... ] al testin_10nio de un ,epiléptico. Porque, por una parte, si
Baudelaire, Mallarme y Dostoievski hubieran escrito sim-
NOTA SOBRE LA CRÍTICA LITERARIA ples confesiones, el análisis de su deficiencia psíquica es-
ta:ía mucho mejor alimentado; y, por otra parte, el hecho
Hemos reservado sistemáticamente, desde hace algunos m1sn:io de que hayan logrado, a partir de su "mal", poner
años, un lugar importante en Esprit para los análisis de en pie_ una obra contradice los diagnósticos habituales y
textos literarios, y pensamos seguir haciéndolo. Es que garantiza, en cada uno de ellos, una salud que los psicó-
nada es más importante, a mi juicio, que solicitar la aten- logos no pueden juzgar.
ción del público hac•a los intentos múltiples y convergen- En lo que se refiere al vínculo que algunos pretenden
tes que tratan de renovar el estudio de las grandes _obras establecer como necesario y suficiente entre la obra lite-
de literatura y de arte. Siendo durante mucho tiempo raria Y su alcance social, o su función dentro de la lucha
tributaria de la historia -y Péguy, hace ya medio siglo, temporal, representa, frente al arte, a la creación a
mostraba a qué fracaso se llegaba así-, la crítica litera- la potencia de lo imaginario, otra empresa terrorista:' la
ria se ha sometido y sigue sometiéndose a las exigencias s_ubordinación de un acto humano, el más esencialmente
de la psicología, de la sociología, de todo tipo de discipl~- hb:e que ~xiste, a una ley que lo niega y lo degrada. No
nas externas, cuando no es simplemente a los imperati- qmero decir que la autonomía del arte se convierta en un
vos de las luchas políticas. dominio sin relación con el esfuerzo común de los hom-
bres por mejorar la sociedad que los reúne, sino más bien
,
204 CRtTICA DE LA CRíTICA
CUESTIONES DE MÉTODO
205
al contrario, que este esfuerzo, lejos de estar sostenido
por una literatura esclava de los fines de éste, no puede por s:1 acc~~n imprevisible, explosiva, independiente de
más que beneficiarse de las búsquedas, los progresos, las toda mt~nc~on extraña. El ensañamiento de los regíme-
realizaciones de una creación totalmente independiente. nes totahtanos por disciplinarla e imponerle una ley desde
Lo que ignoran después de tantos años los críticos,_ his- fu~ra ~astaría para demostrar que, si se la deja sola es
anarqmca. '
toriadores, psicólogos, sociólogos, es la naturaleza misma
de la invención y de los objetos -las obras- que pone Pero, ento_nces, ¿cuál es la naturaleza de esta cosa sin-
en el mundo. Hay literatura desde el momento en que gular, q~e vive en una persona y que no puede compren-
derse m~s, q_ue por la operación que da nacimiento a las
una metamorfosis eficaz del lenguaje suscita una forma
formas meditas del lenguaje (si se trata de literatura
de expresión particular, absolutamente personal, recono- 0
de otras formas en otras artes)? Durante mucho tiem~o
cible por un ritmo, palabras privilegiadas, imágenes favo-
antes . de que el prestigio nuevo de las ciencias hubier;
ritas, que son un atributo tan íntimo de un escritor ~orno
s~ducido la atención y dispersado la crítica hacia todo
su cara su forma de caminar o el rasgo de su escritura
sobre eÍ papel en blanco. Así como -y Malraux insistió tipo de puntos de vista heterónomos al arte, nos dedica-
con razón en esto- el pintor es aquel que transforma el ~os a . b ~scar,.. más al_lá d~, las formas inventadas, un
1

mundo en cuadros, así el escritor, el poeta, es aquel que mensa3e , un pensamiento , un algo que se consideraba
transfigura lo vivido en frases que no pueden ser más adornado por !ª obra, pero que era más importante que
los adornos._ Fmalmente, hoy en día, pasada la época de
que de él. En este sentido, la literatura siempre es abso-
lutamente personal, o no es literatura. El escritor que no e~as traducc10nes de la obra en doctrina, pasadas las ilu-
podemos reconocer, si escuchamos o leemos al azar algu- s~o?-es de la. mirada histórica o del imperialismo psico-
logico y soc10lógico, es posible que hayamos llegado al
nas frases de su pluma, no es un escritor, o lo es tan poco
como sería un hombre el individuo que, en medio de la momento _de abordar la obra literaria en su particulari-
calle, se confunde con otros cincuenta o tres mil. d_ad es_enciaI. Y el hecho no es de importancia mediocre,
si es _cierto que estamos en el camino de descubrir así, en
No hay nada que pertenezca tanto a la soledad de ~n
el onge~ de toda transfiguración literaria, un movimien-
ser único como la palabra del poeta, palabra que, sm
~o surg~do de la persona en lo que ella tiene de más
embargo, es también, totalmente, la búsqueda de una
irreductible, en lo que la constituye en un principio en
comunión, el llamado a los demás. Todo el misterio de la
su profunda soledad, antes de que pueda cumplirse su
obra está en esta doble tendencia de la fidelidad a sí mis-
apertu:a al mundo de los otros y a las riquezas de 1a
mo y al diálogo esperado. Uno y otro -el ritmo pers~mal
y el gesto de comunicación- se sitúan fuera de la histo- corn1:1m_dad. Desde luego, no es indiferente que este des-
cu?nmiento se produzca en el momento histórico en que,
ria, más allá de lo psicológico y, de cierta manera, en
oposición a lo social. Lo que quiere ser comunicado, y mas que nunca, el acento se ha puesto en la colectividad
Y la sospecha en lo que tiende a escapársele.
que engendra el acto inventor, no es del orden de las
ideas, los programas, las intenciones o la voluntad colec- Toda una cr~tica nueva se desarroIIa en Francia, de lo
tiva: el deseo de comunicar no sería tan intenso si no cual Y.ª he temdo la oportunidad de hablar, a propósito
del Mich~let de Roland Barthes y que yo bien podría ha-
tuviera que ver precisamente con lo que no es común.
ber relac10nado con las obras de Gastan Bachelard sobre
Y, al mismo tiempo, aquello que no puede definirse de
los elementos, con las reflexiones de Georges Poulet so-
primera instancia y escapa la comprensión de la sociedad
hasta el momento preciso en que, convertido en forma y b~e la p~rcepción del tiempo, con los estudios que Jean-
Pierre Richard acaba de dedicar a ese gran terna de Li-
por eso asimilable a los demás, ese secreto de 1:1-no solo
teratura Y sensación. Un mismo postulado en autores de
puede convertirse en suscitación y fermento activo para
orie?tación tan diversa requiere una investigación: la obra
muchos y para todos. La literatura se hace social sólo
de literatura, para todos ellos, no se considera ante todo
206 CRITICA DE LA CRITICA

como una construcción ilusoria, bajo la cual haya que


disimular no sé qué contenido que se disfrazaría mej_or o
' CUESTIONES DE MBTODO

del autor, sino también a un conocimiento concreto de


ese _ser de los demás que suele escapársenos: tal es la
207

peor y que sería su verdadero interés. Es la obra misma


el hecho la realidad válida por sí misma y que hay que certidumbre que autoriza a la crítica nueva. Se ve bien
comprender en cuanto tal, no como síntoma de otra cosa 1~ 9ue la distingue de una crítica psicológica de tipo tra-
d1c1onal.
más importante. La selección y el orden de las palabra~,
el movimiento de la frase, el juego recíproco de los epi- . ?eorges Poulet, por su_ parte, al orientar su investiga-
sodios o de las imágenes, lo que dicen en conjunto Y c10n de ~refere.z:ic1a hacia las percepciones metafísicas
que no podría decir ninguna otra c~mbi~ació? imagina- --el espac~o, el tiempo, _el _círculo infinito-, no se separa
ble: tal es el objeto propuesto a la mtehgenc1a. De ~sto de los mismos procedimientos, que consisten esencial-
hablará, por lo menos en la medida en que estas re~hda- mente, ei:i medir el peso exacto de las palabras y en seguir
des no inmediatamente inteligibles puedan caer baJo su las mult1ples formas del lenguaje. Estas formas no se bus-
dominio. . carán_ en las de sus orígenes que la biografía puede reve-
Si en el proceso esta crítica encuentra el_ vocabulario lar, s1~0 en ese crisol muy interno donde una atención
que un autor utiliza de su época, de su me~io, de los ac- sostenid? permite asistir, de alguna manera, a su génesis.
cidentes de su vida, será sólo para considerarlo corno Ver las i_m~genes convertirse en palabras, ver concretarse
accesorio y para delimitar mejor, a partir de esta roca s~s as?ciac~ones y cristalizarse sus agrupamientos, es en
común una materia que finalmente es la obra. Es nota- s1 _u~ mteres que palpita de modo distinto que el descu-
ble qu; el primer iniciador de estos nuevos métodos, Ba- bnm1ento de las intenciones del escritor o los vínculos
chelard sea un científico, y que haya comenzado por entre su palabra y tal o cual incidente de su vida.
propon~rse un psicoanálisis de la creació1: poéti~~, que . Para arriesgar ~st~ conocimiento de la obra en lo que
al principio no era muy distinto del psicoan~l!sis del tiene de menos asimilable a todo lo que no es literatura,
poeta. Pero sus investigaciones sobre la _aprehens10n 1e la Bachelard, _Poulet, Barthes y Richard se han forjado mé-
materia lo condujeron con bastante rapidez a concebir su todos pr~c1sos. Se unen en su propósito, si no en sus
estudio de la literatura como la búsqueda de aquello que, procedmuentos, por el espíritu menos metódico que exis-
en el contacto de cada uno de nosotros con el mu~do te, mientras que André Rouveyre se aventura a comentar
sensible es irreductiblemente personal: no la sensación en quince páginas un poema de Apollinaire que consta de
sino eso' que, por mil razones poco analizables -de her_e,n- un solo verso. Hemos leído en Esprit de febrero ese asom-
cia, de nacimiento, de experiencia infantil-, la sensac10n broso estudio sobre el poema más corto de Apollinaire,
suscita como valoraciones legendarias. Con Bachelard, Y en el que Rouveyre, confiando únicamente en su intuición
luego con Jean-Pierre Richard que le debe mucho, co- y en su profundo conocimiento de la obra completa, in-
mienza a percibirse que la vibración particular que trans- tenta mostrar el juego infinito de imágenes que le sugiere
forma en palabras de poesía los vocablos comunes se un solo alejandrino. Adivinanza, de seguro, ya que nada
opera siempre a partir de esa particularidad pers_onal de comprobará jamás que Apollinaire, antes de condensarla
los contactos con el mundo físico. Si no tuviéramos en esas doce sílabas enigmáticas, haya sentido conmo-
del medio ambiente más que una percepción objetiva, co- verse una imaginería tan abundante. Pero adivinanza bien
mún a todos, puede suponerse que no habría literatura. so~tenida, ya que uno se asombra, al leerla, por haber
Pero el universo de cada uno de nosotros está cargado deJado durante tanto tiempo que cantara en su memoria
de toda una mitología cuyas imágenes y leyendas no for- I~s. mismas palabras seductoras sin haber llegado a per-
muladas constituyen nuestra persona misma. A partir de cibir todo lo que allí ve Rouveyre. Lo que, por mi parte,
los signos verbales en que se condensa ese fondo no ex- me convence es que al principio, cediendo ingenuamente
presado, uno puede remontarse no sólo a una psicología a la sugestión de las palabras, e] comentarista acepta como
moneda contante y sonante las imágenes de mar, de co-
208 CR!TICA DE LA CR!TICA

bres y del rigor del cordel que se desprende de la materia


del poema: XVI. EL CRITICO EN SU ÉPOCA
Et l'unique cordeau des trompettes marines.
(Y el único cordel de las trompetas marinas]. LA FUNCIÓN DEL CRITICO
Respuesta a una encuesta
Pero lo que más me f;Orprende es que habiendo des-
arrollado ese espectáculo, tal como sin duda Apollinaire Tooos mis trabajos durante la guerra estaban orientados
quiso sugerirlo a su lector, Rouveyre haya podido, sin y dirigidos por los acontecimientos. Frente a la amena-
arruinar su primera exégesis, revelarnos la mistificación za de Alemania y el nazismo, a lo cual veía con estupor
de la que, como nosotros, ha sido víctima, ya que la que mucha gente consentía, tuve la necesidad de recurrir
"trompeta marina" en cuestión no es ni trompeta, ni a ciertos grandes valores de la espiritualidad francesa.
marina, sino un instrumento con una única cuerda, del Para responder a las cuestiones que me planteaba la gue-
que el famoso verso no es más que una simple definición. rra y para encontrar apoyo contra la monstruosa reli-
No hay que lamentarse por haber sido mistificado, y gión hitleriana elegí estudiar a Péguy, Claudel, Bloy y
Rouveyre parte de este inconveniente pasajero para mos- luego a San Bernardo de Clairvaux y las novelas del
trar lo que es en realidad, en un poeta como Apollinaire, Grial. Y debido al combate mismo me hice editor de los
el juego de ingenuidad al que nos convida. Bajo la apa- poetas de la resistencia, Aragon, E.luard, Emmanuel, Loys
riencia de la impostura, no hay aquí n.ás que lo que hay Masson, Jouve, Saint-John Perse, de los exiliados, de los
en toda poesía: un uso de las palabras que apoya su efi- presos, de todos aquellos a quienes se intentaba imponer
cacia menos en su sentido que en el secreto que el poeta el silencio.
encierra en ellas, conscientemente en este caso, pero con La lucha no ha terminado; sin embargo, creo que esta-
más frecuencia sin saberlo muy bien. mos autorizados a llevarla a cabo en otro terreno, en
En este camino, hay todavía mucho que hacer para relación menos explícita con el acontecimiento. Si retomo
delimitar la naturaleza del verbo poético y el alcance mi proyecto de libro sobre Balzac, no siento que estoy
de la creación imaginaria. volviendo a estudios "desinteresados". Si la guerra nos ha
enseñado algo es que el hombre entero está comprometi-
do en la historia, y que ninguno de los problemas del
hombre es inútil de dilucidar si queremos tratar de ven-
cer a los monstruos. Ahora no hay exactamente la misma
urgencia de expresarse en relación directa con lo actual,
y el escritor puede regresar a su propia tarea, ya que
no regresa sin haberse transformado por el periodo en
que se integró a la acción. Meditar sobre los poderes de
la imaginación ya no podría ser un juego gratuito o la
satisfacción de una pura y simple curiosidad intelectual.
El hombre debe rehacerse y no lo reharemos si nos limi-
tamos a plantear cuestiones que sólo tienen que ver con
su destino como ser social, sino más bien retomando todos
los elementos de su "situación" y de sus poderes. [ ... ]
[ ... ] Examinemos la situación francesa, para tratar de
209
.
210 CRtTICA DE LA CRlTICA
EL CRlTICO EN SU e.POCA 211
plantear el problema de la función del crítico. Existe hoy
renda a los debates ideológicos de la época? Y bien, pien-
en día una situación de tensión, de transformación, de
so que esa autonomía ya no puede ser reivindicada por
metamorfosis social, en que es absolutamente inevitable
el crítico. Debe estar tan plenamente ligado a su época
que cada uno de nosotros esté más o menos comprometido
como a los valores estéticos en sí mismos, de modo que
en la lucha. No veo por qué el crítico literario debería
llegue a preguntarse lo que valen sus criterios estéticos,
permanecer apartado de todo compromiso, es decir, por
intelectuales y espirituales en relación con el estad? ac-
qué se desprendería de la suerte común y no ligaría su ac-
tual de la sociedad, la historia viva, la metamorfosis de
tividad profesional, su oficio, su función, a esta presencia
la civilización, los progresos deseables del pensamiento
en el drama común, en la interrogación común, que para humano, o bien las tradiciones que hay que mantener. No
cada uno de nosotros es un deber absoluto.
hay una ruptura absoluta entre la obra estética y la obra
Por lo tanto, es natural que el crítico ya no pueda reivin-
que no lo es, entre el ensayo científico o los ensayos so-
dicar esa función que yo antes planteaba en términos per- ciológicos o el ensayo político y, por otra parte, la obra
fectamente individualistas, al decir que existía una crítica
de poesía que sería totalmente otra cosa.
ideal, la crítica de quien da cuenta de su diálogo personal
Intentemos presentar el asunto de una manera más
con los libros, sin otra influencia, sin otro criterio, sin
otro llamado. concreta. Admitamos que al querer hablar de poesía, me
encuentro ante una poesía de la más alta calidad verbal,
En un mundo en crisis como el de hoy, hay que asumir
donde reconozco (lo que me habría parecido admirable e~
responsabilidades distintas, que el crítico necesariamente
un poeta de una época de diversión como los fines del si-
debe afrontar. La elección del libro del que hablará y la
glo XVIII, por ejemplo) un refinamiento extremo de la
manera en que lo criticará no pueden dejar de tener rela-
forma. Me encuentro entonces frente a una obra que tengo
ción con sus opciones personales en un plano que es el ganas de elogiar porque me ha dado mucho gusto leerla.
plano político, social, internacional. La crítica será necesa-
¿Puedo, en las circunstancias actuales, hablar de esta poe-
riamente en parte una crítica comprometida. Sin duda, os
sía sin preguntarme a quién está dirigida y qué efecto
parecerá extraño que este criterio del compromiso pueda
va a producir donde sea recibida? ¿No debo temer que
aplicarse a obras que se llaman obras de literatura pura. esta poesía tenga, por su carácter de divers~ón con la for-
Ni qué decir tiene que cuando el crítico aborda una obra ma pura, algo de escandaloso cuando se piensa en _el es-
histórica, por ejemplo, en el juicio del historiador siem- tado actual de los hombres, en todas sus preocupaciones,
pre hay algo que nos lleva a reflexionar sobre situaciones en las voces que necesitan escuchar? Como crítico, ¿no
actuales: hay que preguntarse cuál puede ser el criterio de llegaría por lo menos a plantearme la pregunta, a respon-
tal o cual historiador, es decir, finalmente su posición derla, y a decir por ejemplo que otras v?ces de poetas, car-
en el mundo en que vivimos y no sólo respecto del gadas con un mayor sentido de humamdad, más _ce~canas
pasado. Si se trata de juzgar ensayos que tocan la condi- al corazón de los hombres de hoy y sus sufnm1entos,
ción actual del hombre, ensayos que el crítico literario
a sus dificultades, a su esperanza actual, que esas vo~s
con frecuencia tiene oportunidad de abordar, es evidente a mi juicio serían más válidas? Por todo ello la autonomia
que no podrían comentarse válidamente sin expresarse
reivindicada antes por el crítico, que sólo expresaría su
acerca de los problemas planteados por la crisis actual (y
que en gran medida son políticos). aventura más personal, en parte se vuelve refutable.
Toda la dificultad estará en trazar un límite entre esta
Pero cuando se trata de "pura literatura", ¿habrá que
necesidad de no traicionar su época, de no abandonar en
tener cierta reserva y decir que al tratarse de una novela,
sus juicios al conjunto de los hombres, y por otra parte,
de un poema, de un ensayo de estética por ejemplo, el
el espíritu de ideología o de ortodoxia que plegaría el
crítico pude simplemente juzgar en función de sus pro-
juicio a cualquier decreto, sea el que sea. Aquí también,
pios valores intelectuales y espirituales, sin ninguna refe-
pienso que el ejemplo de los imperativos y de los decre-
212
1--.. EL CR1TICO EN SU J:!POCA 213
CRfTICA DE LA CRfTICA

tos comunistas puede ayudarnos a entender. Es difícil que el hombre de oficio descubre en él, para que poco
imaginar que pueda prohibírsele a un crítico emitir jui- a poco su público aprenda también a estar atento a esos
cios favorables sobre una obra, si esa obra no está de valores. Comentar la poesía es definir los medios verba-
acuerdo con los preceptos codificados de una doctrina. En les, el lenguaje de una poesía. Comentar una novela 1:1º
Rusia, antes de hacer la crítica de una obra, hay que pre- puede ser sencillamente describir la actitud del novelis-
guntarse si concuerda con las reglas promulgadas y reco- ta, por ejemplo, en relación con lo que se considera que
nocidas, como aquella que decreta que ya no deberá haber debe ser el hombre en la civilización en que estamos.
un conflicto humano representado en escena. Una preocu- Esto es insuficiente, esto no es una función crítica. Co-
pación necesaria del destino de los hombres restringe le- mentar una novela también debe ser fijarse en cómo está
gítimamente la autonomía del juicio crítico; pero corre hecha la novela cómo del sentimiento interior se ha pa-
el riesgo de llegar hasta la sumisión a un código de juicio sado a la existe~cia de personajes y escenas, a la creación
que le resulta extraño. ¿ Cuál es el límite? propiamente dicha, atraer constantemente la atención ha-
El límite se encuentra, en mi opinión, en cada momen- cia las formas estéticas.
to en la conciencia misma de quien ejerce el oficio, y Por lo tanto, el crítico debe ser un hombre que, ya que
en esto no puede darse ningún tipo de criterio; serían conoce un oficio, lo ejerce en beneficio de los demás. Esta
imperativos y por lo tanto abusivos y violentarían a la per- definición aún no basta: a esta función pedagógica pro-
sona. Pero si la función del crítico, en una sociedad como piamente dicha se añade, creo, otra función pedagógica,
la nuestra, debe ser una función diferente de una función pero distinta de la primera. Una obra literaria váli~a, que
de deleite, de definición del gusto como lo fue en otras nace hoy de la vida interior de un hombre (el novehsta, el
épocas, ¿cuál es en realidad la función del crítico? poeta) , tiene una significación digamos de síntoma o de
La verdadera función del crítico, en mi opinión, debe signo que se relaciona no sólo con ese hombre qu~ la ha
ser una función múltiple. Debe consistir ante todo de creado sino también con nuestra época. No hay mnguna
una actividad que puede llamarse pedagógica. El crítico es obra producida en la actualidad 9-~e, en ~i~i:1º ~entido,
un hombre de oficio (o debería serlo). Por lo general, no pueda informarnos sobre la cnsis de civilización por
es un hombre que durante mucho tiempo ha aprendido la que atravesamos: sobre lo que es el hombre en gene-
a leer, ha aprendido el contacto con los libros, que sabe ral hoy en día, sobre lo que somos en nuestra vida co-
cómo abrirse a la lectura, cómo hacerse receptor de una mún, sobre lo que nos falta, sobre lo que querem~s Y de
expresión literaria, de un estilo. Este hombre de oficio lo que nos arrepentimos, sobre lo que hemos perdido Y lo
tiene el privilegio de saber leer. Sin duda, no está solo que esperamos lograr.
en esto porque hay muchos hombres de gran cultura, que No hay un libro vivo que no sea (aunque el autor 1:1º
jamás serán críticos porque no tienen esa necesidad de lo haya querido en lo más mínimo y ni lo sep_:1) al mis-
expresar, de comentar, de manifestar lo que han disfru- mo tiempo un libro que nos expresa a todos. Leido dentro
tado (o lo que rechazan) . de cien años cuando se haya obtenido la distancia necesa-
El primer deber del crítico será intentar, al escribir, ria, mostrará. esos signos de una manera mucho más vi-
enseñar a leer a los demás. Para ello, no podría que- sible. Es así como hemos conocido a los hombres del Re-
darse en el comentario que es capaz de dar al hombre nacimiento o de 1830, a través de las obras literarias de
relativamente ignorante algunos valores literarios y que esa época.
consiste en traducir el libro, en resumir en términos más Así, pues, la obra tiene valor de síntoma, y es entonces
torpes que los del autor o bien a expresar un juicio de cuando aparece la función más alta del crítico. :Ésta debe
orden moral sobre los personajes. El comentario del crí- ser tratar de discernir esos valores sintomáticos en cada
tico, al contrario, consiste en ejercer una función peda- obra que lee porque el lector no iniciado, de poca prácti-
gógica, es decir, en hacer surgir de un libro los valores ca, no siempre es capaz de percibirlos por su cuenta. El
214 CR1TICA DE LA CR1TICA EL CR1TICO EN SU ÉPOCA 215

público disfruta de la lectura de un libro, pero no siem- selección, de clasificación y de constante prec1s10n. Pero
pre sabe por qué le gusta, por qué lo aprecia, por qué la importancia de la crítica se debe también al ejercicio
se ha sentido conmovido, trastornado, por qué tendrá la de la libertad, que da a la vida espiritual de Francia el
necesidad de releer dos, tres, cuatro veces tal o cual no- carácter de un diálogo realizado entre voces distintas y
vela. Esta correspondencia secreta entre la obra y su lec- de una confrontación nunca interrumpida entre puntos de
tor es parcialmente una correspondencia de cada persona, vista contrarios.
que corresponde a una experiencia o a experiencias que "No obstante, como todas las actividades del espíritu, la
han sido suyas, que no se parecen a ninguna otra; pero crítica literaria ha evolucionado mucho desde hace un siglo,
también en parte es siempre una correspondencia con lo y Sainte-Beuve, que sigue considerándose como el primer
que hace que nosotros seamos semejantes, nosotros, gen- maestro del género, casi no se reconocería en sus discí-
te de una misma época, que tenemos en común las mismas pulos actuales. Nada es más instructivo que la comparación
preocupaciones, inquietudes y esperanzas. de su libro sobre Chateaubriand, recientemente reedi-
El papel del crítico en el mundo en que vivimos debe tado, con los estudios dedicados por André Rousseaux a al-
ser revelar esos síntomas, establecer esta especie de diag- gunos escritores importantes de nuestro siglo xx y el· libro
nóstico, con el fin de ayudar a la obra literaria a que tan lúcido de la señora Claude-Edmonde Magny sobre· los
desempeñe el papel que es su papel más profundo y más límites de la literatura.1
útil: el papel de alertar las conciencias. ¿Qué sabemos, "La crítica de Sainte-Beuve es propiamente literaria y
después de todo, de la humanidad en la que estamos, de psicológica. 2 Existe para él cierto dominio cerrado, que es
la humanidad que formamos todos juntos? Sabemos muy el de la literatura. Las leyes de ese mundo particular son
poco. Registramos acontecimientos, seguimos las trans- las leyes del gusto y del placer. El crítico es ante todo un
formaciones de las instituciones, de los cuadros de la so- catador ejercitado, que reconoce la calidad de una obra
ciedad, el juego de las fuerzas económicas. Todo esto to- como un amante de buenos vinos distingue las grandes co-
davía es externo al hombre. Con esto nos encontramos sechas. Además, es un psicólogo experimentado, curioso
y lo hacemos juntos con nuestras manos; pero no es de toda realidad humana y que intentará relacionar la obra
nuestro interior. El medio para conocer lo que son los con la biografía de su autor. Sainte-Beuve sobresale en
hombres de hoy en su conjunto es esencailmente el arte: esas funciones de análisis sutil, en la medida misma en que
la pintura, la música, la lietratura que están por hacerse. es un hombre sin prejuicios; más aún, un hombre queja-
Pero por eso mismo es necesario prestar atención preci- más se adhirió decididamente a ninguna creencia especí-
samente a este aspecto de las obras; una vez m,ás aquí fica, ni política, ni filosófica, ni religiosa. La actitud ge-
hay que ser un hombre con algún oficio para ser capaz neral que se adivina a través de su obra crítica y que
de situar la obra en esta función sintomática, de toma de le da la sutileza es una actitud típicamente liberal. Co-
conciencia, y para establecer un vínculo entre la obra y rresponde a una época en que la vida intelectual aún
su público que no sea un vínculo superficial de diversión, podía desarrollarse al margen de los acontecimientos histó-
de gusto por la literatura, sino un vínculo mucho más ricos, lejos de los dramas colectivos de la humanidad."
interno. [ ... ] [ ... ] Por mi parte, no creo para nada que Sainte-Beuve
deba proponerse como ejemplo, y siento por su obra
CRfTICA Y COMPROMISO una admiración muy mitigada, por su persona una bas-
tante clara antipatía. Pero al leer su Correspondencia en
"Ningún país le otorga a la crítica literaria un lugar igual la magnífica edición de Bonnerot, me sorprendí envi-
al que se le da en Francia desde hace mucho tiempo. diando las condiciones en las que trabajaba el fundador
Puede observarse allí una consecuencia feliz de la centra- de la crítica francesa. No sólo el ritmo de la época le per-
lización intelectual, que confiere a París una función de mitía el tiempo para dedicar la semana casi completa a
216 CRlTICA DE LA CRlTICA EL CRlTICO EN SU :e.POCA 217

la elaboración de una crónica que podía ser un verdadero cada a las obras del espíritu. Una información cada vez
ensayo, digno de incluirse en un libro. No sólo, sino que más extensa acerca de las literaturas primitivas y las
disponía en su periódico de un espacio considerable y te- artes de los pueblos no europeos ha desvanecido definiti-
nía completa libertad, cuando así lo deseaba, de dedicar vamente los prejuicios tradicionales que ubicaban en la
muchos "lunes" sucesivos a un mismo tema. No sólo, sino cima de una jerarquía absoluta las formas clásicas y
que esta actividad casi era suficiente para asegurar su consideraban todas las otras formas como torpes y ru-
subsistencia: muchas ventajas que el crítico de hoy ya no dimentarias, si no como decadentes. André Malraux lo
conoce. Y eso no es todo: demostraba recientemente a propósito de las bellas artes,
La literatura de esa época todavía no estaba sometida, y puede decirse de acuerdo con él acerca de la literatura
como lo está ahora, a las influencias crecientes de la publi- que ahora para siempre ha desaparecido el prestigio de
cidad comercial y de los grupos políticos. Hombre de letras, "esos tres infelices siglos clásicos presionados por los
Sainte-Beuve podía, durante los días de 1848, asomarse milenios".
a su ventana para echar una mirada distraída a los tu- "¡Qué diferencia de tono entre esta crítica objetiva [de
mult?s ~e la calle'. luego regresar a su escritorio y, con la Sainte-Beuve] y el estilo tenso, de severa exigencia, las
conc1enc1a tranqmla, retomar sus caros estudios. ¿ Quién elecciones abiertamente profesadas de un André Rous-
de nosotros, en 1948, reconocería para sí el derecho de seaux! Las preguntas que la literatura le plantea a un
considerar un acontecimiento tal como un accidente leja- crítico actual ya no son del mismo orden que aquellas
no, sin relación con su vida personal y con sus preocu- a las que un Sainte-Beuve podía responder sin abandonar
paciones intelectuales? Sabemos bien que un aconteci- el apacible refugio de su biblioteca. En nuestros días, ya
miento puede movernos el piso y suspender su amenaza no hay un espacio cerrado de la literatura para el cual
sobre nuestra cabeza; sabemos que nada nos autoriza a bastarían los criterios de la estética y de la psicología. El
aislar nuestro destino del destino común de los hombres; escritor ya no puede vivir al margen de un drama histó-
sabemos que la vida del espíritu exige las mismas elec- rico que cada día vuelve a cuestionar la idea misma del
ciones y los mismos actos de fe que se requieren en la hombre.
vida de todos los días. "En su último volumen de ensayos, André Rousseaux
Un último privilegio del antiguo crítico tampoco lo dis- estudia ante todo a los escritores que pertenecen a la ge-
frutamos ahora: hace un siglo, la crítica naciente debía neración de los maestros: Péguy, Claudel, Gide, Francis
descubrir y comentar las obras nuevas tanto como toda Jammes, Ramuz, y luego a poetas y novelistas más jóve-
la literatura de los siglos anteriores. La publicación de nes, pero cuya importancia ya es reconocida: André Bre-
los Pensamientos de Pascal, de un estudio sobre Virgilio, ton, Paul ~luard, Aragon, René Char, y al final algunos
de una antología de la Pléiade era un acontecimiento tan extranjeros: Kafka, Eliot, Henri Miller, Faulkner, He-
importante como la aparición de Hernani o de la Char- mingway. Pero a todos, viejos y jóvenes, franceses o nor-
trese de Parme, y Sainte-Beuve era el primero en descu- teamericanos, cristianos como él, humanistas y marxis-
brir las grandes obras clásicas que hasta entonces nadie tas, les dirige las mismas pregunta acerca del destino del
había comentado realmente. hombre, los derechos de la persona, la exigencia de la
Sin embargo, a pesar de sus servidumbres nuevas, a sociedad.
pesar de su autonomía atacada por todas partes, la crí- "¿A qué conclusiones llega esta encuesta realizada con
tica moderna parece haber adquirido un público y una algunos de los mejores escritores actuales? No señalaré
nobleza en la misma proporción que los riesgos que co- más que dos aserciones que no son un aporte de An-
rre. [ ... ] Una crítica puramente de juicio y de clasifica- dré Rousseaux, pero que me parecen particularmente
ción es hoy tan arcaica como los puntos de vista de la dignas de atención. En primer lugar, parece que la litera-
historia literaria y quién sabe qué ciencia "objetiva" apli- tura francesa actual, en sus representantes más califi-
218 CR1TICA DE LA CR1TICA EL CR1TICO EN SU ÉPOCA 219

cados, independientemente de sus posiciones políticas o humanidad está por componer: la frase en que entran
filosóficas, resiste un examen como el que hace Rous- los descubrimientos de la ciencia, los procesos nuevos
seaux. Es decir, que prosigue con validez esta meditación del conocimiento, pero también los actos de los hombres,
sobre el hombre, sobre su libertad sobre sus razones de sus sufrimientos, los tenebrosos desarrollos de su histo-
vivir, _que no ha cesado desde que' hay una literatura en ria colectiva. La palabra emitida, pues, responde al mismo
Francia. Por otra parte, nuestra época, gracias a quie- tiempo a la vocación propia del poeta y a una especie df~
nes la expresan, se revela como más preocupada por vocación más general.•
problemas metafísicos que ninguna de las épocas prece- Pero si el poeta no tiene por qué saberlo claramente,
den~es. A tal punto, que Rousseaux puede mostrar que toda los hombres que lo escuchan, por su parte, tienen difi-
la hte~a~ura contemporánea pone en diálogo a dos tipos cultad para tomar conciencia de ello. Es aquí donde in-
de esp1ntus: por una parte, aquellos que, cristianos o no, terviene el crítico, cuando tiene la ambición de ser más
proponen como fin último del ser humano la búsqueda y mejor que un comentarista. Él es el primer lector, un
de su salvación; por la otra, aquellos que, según las múl- lector que habla, que a su vez entra en diálogo con la vida,
tiples tendencias del humanismo moderno, oponen a esta pero con la vida ya formulada bajo forma de obra. Se
búsqueda la de la felicidad. 3 Entre unos y otros el debate esforzará por discernir en qué responde esta obra al lla•
sigue siendo posible. El asunto es saber si les será permi- mado, concierne al hombre de hoy, participa en el movi-
tido algún día entenderse sobre las bases comunes de miento de la historia en curso y se inserta en la sinfonía
una moral. Ese día podríamos esperar el próximo reino aún confusa del presente inclinado hacia el mañana.
de una nueva libertad." Esta exigencia profunda justifica sin duda la orienta-
Para el crítico actual, se trata menos de juzgar y de ción cada vez más filosófica de la crítica actual entre sus
clasificar que de comprender lo que una obra nueva -e mejores representantes, como Maurice Blanchot, Claude-
~ncluso una obra antigua- significa: no en algún espacio Edmonde Magny, Georges Blin, Jean-Paul Sartre. Pero
mtemporal que sería el dominio reservado de las letras anuncia desde ahora una crítica cada vez más atenta a las
sino en ese espacio muy real y sin estabilidad que es eÍ categorías estéticas y apoyada en análisis precisos for-
de nuestra situación, nuestras angustias, nuestras espe- males, como por ejemplo el libro de Julien Gracq sobre
ranzas, nuestro destino común. André Breton. 5 Porque la obra de arte entra en la sinfonía
Suscribo totalmente la opinión de la señora Claude- en tanto que obra de arte: no tanto por las ideas o las
Edmonde Magny, quien considera que la primera función creencias que transmite, sino por las formas de su mani-
de la crítica es hacer entrar la obra de arte en la con- festación. Y el sentido de esas formas es lo que el crítico
ciencia colectiva de la época en que se produce. La novela, debe descubrir en la actualidad.
e_l poema, y todas las creaciones imaginarias que ya no No, Sainte-Beuve no era envidiable, con su paz, su so-
tlenen un nombre definido en la debacle universal de los ledad, sus escalas de juicio. No era más que un crítico
géneros tradicionales, no nacen aislados. Son, en su mo- literario, muy poco indispensable. El crítico actual reivin-
mento preciso, hic et nunc, en su momento particular de dica otras responsabilidades y conoce otras alegrías: las
encarnación, una parte importante, pero sólo una parte alegrías de un hombre mezclado en todos los riesgos de
de esta conciencia total que la humanidad tiene de sí la vida de los hombres.
misma, de su historia en curso, de su universo. El poeta
que eleva la voz tal vez no tiene conciencia más que de
obedecer a su vocación personal, de pronunciar la pa•
labra que es requerida de él, porque él es él y no otro.
Adivina, aunque oscuramente todavía, que esta palabra
j
¡
proferida por él tiene su lugar en la frase total que la
ÍNDICE GENERAL

ADVERTENCIA Por Pierre Grotzer 7


El encuentro con los libros . 15

Primera Parte
EL ALMA ROMÁNTICA ALEMANA

l. Jean-Paul y el sueño . 23
11. El camino misterioso. 54
111. Los románticos alemanes y el inconsciente 62
IV. Cartas al margen del "Romanticismo alemán" 71
A Joe Bousquet . 71
Confesión de un germanista (a Jean Ballard) 82
V. Friedrich Schiller: "El visionario" . 90
VI. Notas sobre la religión de Novalis . 100
VII. E. T. A. Hoffmann 113
Visión de conjunto 113
La vida de Hoffmann 114
La obra . 128

Segunda Parte
LA EXPERIENCIA POÉTICA

VIII. El poeta y su mito . 143


IX. "La experiencia poética". 147
X. "Situación de la poesía" . 158
XI. Los poetas y la prisión 164
357
358 1NDICE GENERAL 1NDICE GENERAL 359

XII. Poesía y acontecimiento . 168 XX. Georges Poulet. 271


XIII. Lenguaje poético y presentimiento. 176 "Estudios sobre el tiempo humano" 271
XXI. Roland Barthes 279
Tercera Parte Pre-crítica . 279
XXII. Jean Rousset 287
CRÍTICA DE LA CRÍTICA
Del barroco en la literatura . 287
l. La función de la crítica literaria
189 NOTAS
XIV. Propuestas
XV. Cuestiones de método 192
El alma romántica alemana 297
Crítica externa y crítica interna. 192
La experiencia poética . 328
Nota conjunta sobre Goldmann y el método
"global".
199 Crítica de la crítica. 333
Nota sobre la crítica literaria 202
La función de la crítica literaria 333
XVI. El crítico en su época 209 Maestros de la crítica . 340
La función del crítico 209
Crítica y compromiso. 214 Originales de los poemas citados en el texto 349

1NDICE DE NOMBRES . 351


11. Maestros de la crítica
223
XVII. Diálogo con Marcel Raymond
223
Cartas
231
Poesía y mística
247
XVIII. Charles Du Bos
Charles Du Bos y los textos . 247
"¿Qué es la literatura?" . 252
De la severidad consigo mismo . 256
El "Diario" de Charles Dubos 260
267
XIX. Gastan Bachelard.
"El psicoanálisis del juego " 267

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