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CREACIÓN
Y DESTINO
I
Ensayos de crítica literaria
Selección y notas de
PIERRE GROTZER
ADVERTENCIA
CRITÍCA DE LA CRITÍCA
.
I. LA FUNCION DE LA CRITICA
LITERARIA
XIV. PROPUESTAS
189
190 CR1TICA DE LA CRtTICA
PROPUESTAS 191
5) Imperialismo del yo. Es~e. término, c~n. el cual el
11) El conocimiento mítico: no es solamente el de los
barón Seilliere cree poder defimr el romanticismo, no se
primitivos; es también el de los más altos espíritus, que
aplica a los románticos alemanes: su esfuerzo cons!ai:ite
fue escapar a los límites del yo, perderse en la umca han llegado a esa cima de su ascenso en que el conoci-
miento analítico y lógico debe abdicar. Los mitos de
Unidad real.
Platón no son únicamente didácticos; expresan lo que
6) Realismo. El lector de novelas aplaude: "Es como ningún otro lenguaje expresaría, comprenden lo que nin-
en la vida". Comprueba con esto que es extraño a toda gún otro modo de conocimiento comprendería. Son, en
forma de arte. Los personajes de una obra no se pare- la obra de este enemigo de los poetas, el desquite de la
poesía.
cen más a los de la realidad que los habitantes de los
sueños. La Clitemnestra de Esquilo, Don Quijote, los her-
12) Locura. Se tienen sospechas respecto de las obras
manos Karamazov, Madame Bovary, el Gran Meaulnes
de Holderlin, de Nerval, de Gogol o de Nietzsche, por-
son verdaderos, precisamente porque no son como nos-
otros, pobres seres sin valor ejemplar y simbólico. que se volvieron locos. Podríamos desconfiar igualmente
de La B~uyere, de La Rochefoucauld, de Goethe, porque
no conocieron la locura. La única cuestión es saber lo que
7) Paradoja de la poesía moderna: se qu~ere ab~ndo-
nada a los automatismos y a los dictados del mconsc1ente, cada uno de ellos hizo con su demencia o su equilibrio.
La vida jamás explica la obra. Pero la mayoría de los
pero está cada vez más consciente de esa voluntad.
mortale~ no ha terminado de buscar en la biografía
los med10s para devolver a los poetas a la medida trivial.
8) Poesía y mística. Para un San Juan ?e la Cruz no _se
trata de encontrar a Dios en las cosas, smo al contrario, Tal es el sentido no confesado de tantas "biografías" y
"estudios psicológicos".
de encontrar las cosas en Dios. El místico sigue un ca-
mino opuesto al del poeta. Su punto de partida es el
conocimiento y no una interrogación lanzada a lo desco-
nocido.
tirá una justa inteligencia del texto que se comenta. Aqm sistemático que comporta la ciencia son esp~cíficamente 1
"1
interviene, según Goldmann, un postulado ciertamente no extrañas al proceso natural de las artes, y sobre todo de 1
mundo en cuadros, así el escritor, el poeta, es aquel que mensa3e , un pensamiento , un algo que se consideraba
transfigura lo vivido en frases que no pueden ser más adornado por !ª obra, pero que era más importante que
los adornos._ Fmalmente, hoy en día, pasada la época de
que de él. En este sentido, la literatura siempre es abso-
lutamente personal, o no es literatura. El escritor que no e~as traducc10nes de la obra en doctrina, pasadas las ilu-
podemos reconocer, si escuchamos o leemos al azar algu- s~o?-es de la. mirada histórica o del imperialismo psico-
logico y soc10lógico, es posible que hayamos llegado al
nas frases de su pluma, no es un escritor, o lo es tan poco
como sería un hombre el individuo que, en medio de la momento _de abordar la obra literaria en su particulari-
calle, se confunde con otros cincuenta o tres mil. d_ad es_enciaI. Y el hecho no es de importancia mediocre,
si es _cierto que estamos en el camino de descubrir así, en
No hay nada que pertenezca tanto a la soledad de ~n
el onge~ de toda transfiguración literaria, un movimien-
ser único como la palabra del poeta, palabra que, sm
~o surg~do de la persona en lo que ella tiene de más
embargo, es también, totalmente, la búsqueda de una
irreductible, en lo que la constituye en un principio en
comunión, el llamado a los demás. Todo el misterio de la
su profunda soledad, antes de que pueda cumplirse su
obra está en esta doble tendencia de la fidelidad a sí mis-
apertu:a al mundo de los otros y a las riquezas de 1a
mo y al diálogo esperado. Uno y otro -el ritmo pers~mal
y el gesto de comunicación- se sitúan fuera de la histo- corn1:1m_dad. Desde luego, no es indiferente que este des-
cu?nmiento se produzca en el momento histórico en que,
ria, más allá de lo psicológico y, de cierta manera, en
oposición a lo social. Lo que quiere ser comunicado, y mas que nunca, el acento se ha puesto en la colectividad
Y la sospecha en lo que tiende a escapársele.
que engendra el acto inventor, no es del orden de las
ideas, los programas, las intenciones o la voluntad colec- Toda una cr~tica nueva se desarroIIa en Francia, de lo
tiva: el deseo de comunicar no sería tan intenso si no cual Y.ª he temdo la oportunidad de hablar, a propósito
del Mich~let de Roland Barthes y que yo bien podría ha-
tuviera que ver precisamente con lo que no es común.
ber relac10nado con las obras de Gastan Bachelard sobre
Y, al mismo tiempo, aquello que no puede definirse de
los elementos, con las reflexiones de Georges Poulet so-
primera instancia y escapa la comprensión de la sociedad
hasta el momento preciso en que, convertido en forma y b~e la p~rcepción del tiempo, con los estudios que Jean-
Pierre Richard acaba de dedicar a ese gran terna de Li-
por eso asimilable a los demás, ese secreto de 1:1-no solo
teratura Y sensación. Un mismo postulado en autores de
puede convertirse en suscitación y fermento activo para
orie?tación tan diversa requiere una investigación: la obra
muchos y para todos. La literatura se hace social sólo
de literatura, para todos ellos, no se considera ante todo
206 CRITICA DE LA CRITICA
tos comunistas puede ayudarnos a entender. Es difícil que el hombre de oficio descubre en él, para que poco
imaginar que pueda prohibírsele a un crítico emitir jui- a poco su público aprenda también a estar atento a esos
cios favorables sobre una obra, si esa obra no está de valores. Comentar la poesía es definir los medios verba-
acuerdo con los preceptos codificados de una doctrina. En les, el lenguaje de una poesía. Comentar una novela 1:1º
Rusia, antes de hacer la crítica de una obra, hay que pre- puede ser sencillamente describir la actitud del novelis-
guntarse si concuerda con las reglas promulgadas y reco- ta, por ejemplo, en relación con lo que se considera que
nocidas, como aquella que decreta que ya no deberá haber debe ser el hombre en la civilización en que estamos.
un conflicto humano representado en escena. Una preocu- Esto es insuficiente, esto no es una función crítica. Co-
pación necesaria del destino de los hombres restringe le- mentar una novela también debe ser fijarse en cómo está
gítimamente la autonomía del juicio crítico; pero corre hecha la novela cómo del sentimiento interior se ha pa-
el riesgo de llegar hasta la sumisión a un código de juicio sado a la existe~cia de personajes y escenas, a la creación
que le resulta extraño. ¿ Cuál es el límite? propiamente dicha, atraer constantemente la atención ha-
El límite se encuentra, en mi opinión, en cada momen- cia las formas estéticas.
to en la conciencia misma de quien ejerce el oficio, y Por lo tanto, el crítico debe ser un hombre que, ya que
en esto no puede darse ningún tipo de criterio; serían conoce un oficio, lo ejerce en beneficio de los demás. Esta
imperativos y por lo tanto abusivos y violentarían a la per- definición aún no basta: a esta función pedagógica pro-
sona. Pero si la función del crítico, en una sociedad como piamente dicha se añade, creo, otra función pedagógica,
la nuestra, debe ser una función diferente de una función pero distinta de la primera. Una obra literaria váli~a, que
de deleite, de definición del gusto como lo fue en otras nace hoy de la vida interior de un hombre (el novehsta, el
épocas, ¿cuál es en realidad la función del crítico? poeta) , tiene una significación digamos de síntoma o de
La verdadera función del crítico, en mi opinión, debe signo que se relaciona no sólo con ese hombre qu~ la ha
ser una función múltiple. Debe consistir ante todo de creado sino también con nuestra época. No hay mnguna
una actividad que puede llamarse pedagógica. El crítico es obra producida en la actualidad 9-~e, en ~i~i:1º ~entido,
un hombre de oficio (o debería serlo). Por lo general, no pueda informarnos sobre la cnsis de civilización por
es un hombre que durante mucho tiempo ha aprendido la que atravesamos: sobre lo que es el hombre en gene-
a leer, ha aprendido el contacto con los libros, que sabe ral hoy en día, sobre lo que somos en nuestra vida co-
cómo abrirse a la lectura, cómo hacerse receptor de una mún, sobre lo que nos falta, sobre lo que querem~s Y de
expresión literaria, de un estilo. Este hombre de oficio lo que nos arrepentimos, sobre lo que hemos perdido Y lo
tiene el privilegio de saber leer. Sin duda, no está solo que esperamos lograr.
en esto porque hay muchos hombres de gran cultura, que No hay un libro vivo que no sea (aunque el autor 1:1º
jamás serán críticos porque no tienen esa necesidad de lo haya querido en lo más mínimo y ni lo sep_:1) al mis-
expresar, de comentar, de manifestar lo que han disfru- mo tiempo un libro que nos expresa a todos. Leido dentro
tado (o lo que rechazan) . de cien años cuando se haya obtenido la distancia necesa-
El primer deber del crítico será intentar, al escribir, ria, mostrará. esos signos de una manera mucho más vi-
enseñar a leer a los demás. Para ello, no podría que- sible. Es así como hemos conocido a los hombres del Re-
darse en el comentario que es capaz de dar al hombre nacimiento o de 1830, a través de las obras literarias de
relativamente ignorante algunos valores literarios y que esa época.
consiste en traducir el libro, en resumir en términos más Así, pues, la obra tiene valor de síntoma, y es entonces
torpes que los del autor o bien a expresar un juicio de cuando aparece la función más alta del crítico. :Ésta debe
orden moral sobre los personajes. El comentario del crí- ser tratar de discernir esos valores sintomáticos en cada
tico, al contrario, consiste en ejercer una función peda- obra que lee porque el lector no iniciado, de poca prácti-
gógica, es decir, en hacer surgir de un libro los valores ca, no siempre es capaz de percibirlos por su cuenta. El
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público disfruta de la lectura de un libro, pero no siem- selección, de clasificación y de constante prec1s10n. Pero
pre sabe por qué le gusta, por qué lo aprecia, por qué la importancia de la crítica se debe también al ejercicio
se ha sentido conmovido, trastornado, por qué tendrá la de la libertad, que da a la vida espiritual de Francia el
necesidad de releer dos, tres, cuatro veces tal o cual no- carácter de un diálogo realizado entre voces distintas y
vela. Esta correspondencia secreta entre la obra y su lec- de una confrontación nunca interrumpida entre puntos de
tor es parcialmente una correspondencia de cada persona, vista contrarios.
que corresponde a una experiencia o a experiencias que "No obstante, como todas las actividades del espíritu, la
han sido suyas, que no se parecen a ninguna otra; pero crítica literaria ha evolucionado mucho desde hace un siglo,
también en parte es siempre una correspondencia con lo y Sainte-Beuve, que sigue considerándose como el primer
que hace que nosotros seamos semejantes, nosotros, gen- maestro del género, casi no se reconocería en sus discí-
te de una misma época, que tenemos en común las mismas pulos actuales. Nada es más instructivo que la comparación
preocupaciones, inquietudes y esperanzas. de su libro sobre Chateaubriand, recientemente reedi-
El papel del crítico en el mundo en que vivimos debe tado, con los estudios dedicados por André Rousseaux a al-
ser revelar esos síntomas, establecer esta especie de diag- gunos escritores importantes de nuestro siglo xx y el· libro
nóstico, con el fin de ayudar a la obra literaria a que tan lúcido de la señora Claude-Edmonde Magny sobre· los
desempeñe el papel que es su papel más profundo y más límites de la literatura.1
útil: el papel de alertar las conciencias. ¿Qué sabemos, "La crítica de Sainte-Beuve es propiamente literaria y
después de todo, de la humanidad en la que estamos, de psicológica. 2 Existe para él cierto dominio cerrado, que es
la humanidad que formamos todos juntos? Sabemos muy el de la literatura. Las leyes de ese mundo particular son
poco. Registramos acontecimientos, seguimos las trans- las leyes del gusto y del placer. El crítico es ante todo un
formaciones de las instituciones, de los cuadros de la so- catador ejercitado, que reconoce la calidad de una obra
ciedad, el juego de las fuerzas económicas. Todo esto to- como un amante de buenos vinos distingue las grandes co-
davía es externo al hombre. Con esto nos encontramos sechas. Además, es un psicólogo experimentado, curioso
y lo hacemos juntos con nuestras manos; pero no es de toda realidad humana y que intentará relacionar la obra
nuestro interior. El medio para conocer lo que son los con la biografía de su autor. Sainte-Beuve sobresale en
hombres de hoy en su conjunto es esencailmente el arte: esas funciones de análisis sutil, en la medida misma en que
la pintura, la música, la lietratura que están por hacerse. es un hombre sin prejuicios; más aún, un hombre queja-
Pero por eso mismo es necesario prestar atención preci- más se adhirió decididamente a ninguna creencia especí-
samente a este aspecto de las obras; una vez m,ás aquí fica, ni política, ni filosófica, ni religiosa. La actitud ge-
hay que ser un hombre con algún oficio para ser capaz neral que se adivina a través de su obra crítica y que
de situar la obra en esta función sintomática, de toma de le da la sutileza es una actitud típicamente liberal. Co-
conciencia, y para establecer un vínculo entre la obra y rresponde a una época en que la vida intelectual aún
su público que no sea un vínculo superficial de diversión, podía desarrollarse al margen de los acontecimientos histó-
de gusto por la literatura, sino un vínculo mucho más ricos, lejos de los dramas colectivos de la humanidad."
interno. [ ... ] [ ... ] Por mi parte, no creo para nada que Sainte-Beuve
deba proponerse como ejemplo, y siento por su obra
CRfTICA Y COMPROMISO una admiración muy mitigada, por su persona una bas-
tante clara antipatía. Pero al leer su Correspondencia en
"Ningún país le otorga a la crítica literaria un lugar igual la magnífica edición de Bonnerot, me sorprendí envi-
al que se le da en Francia desde hace mucho tiempo. diando las condiciones en las que trabajaba el fundador
Puede observarse allí una consecuencia feliz de la centra- de la crítica francesa. No sólo el ritmo de la época le per-
lización intelectual, que confiere a París una función de mitía el tiempo para dedicar la semana casi completa a
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la elaboración de una crónica que podía ser un verdadero cada a las obras del espíritu. Una información cada vez
ensayo, digno de incluirse en un libro. No sólo, sino que más extensa acerca de las literaturas primitivas y las
disponía en su periódico de un espacio considerable y te- artes de los pueblos no europeos ha desvanecido definiti-
nía completa libertad, cuando así lo deseaba, de dedicar vamente los prejuicios tradicionales que ubicaban en la
muchos "lunes" sucesivos a un mismo tema. No sólo, sino cima de una jerarquía absoluta las formas clásicas y
que esta actividad casi era suficiente para asegurar su consideraban todas las otras formas como torpes y ru-
subsistencia: muchas ventajas que el crítico de hoy ya no dimentarias, si no como decadentes. André Malraux lo
conoce. Y eso no es todo: demostraba recientemente a propósito de las bellas artes,
La literatura de esa época todavía no estaba sometida, y puede decirse de acuerdo con él acerca de la literatura
como lo está ahora, a las influencias crecientes de la publi- que ahora para siempre ha desaparecido el prestigio de
cidad comercial y de los grupos políticos. Hombre de letras, "esos tres infelices siglos clásicos presionados por los
Sainte-Beuve podía, durante los días de 1848, asomarse milenios".
a su ventana para echar una mirada distraída a los tu- "¡Qué diferencia de tono entre esta crítica objetiva [de
mult?s ~e la calle'. luego regresar a su escritorio y, con la Sainte-Beuve] y el estilo tenso, de severa exigencia, las
conc1enc1a tranqmla, retomar sus caros estudios. ¿ Quién elecciones abiertamente profesadas de un André Rous-
de nosotros, en 1948, reconocería para sí el derecho de seaux! Las preguntas que la literatura le plantea a un
considerar un acontecimiento tal como un accidente leja- crítico actual ya no son del mismo orden que aquellas
no, sin relación con su vida personal y con sus preocu- a las que un Sainte-Beuve podía responder sin abandonar
paciones intelectuales? Sabemos bien que un aconteci- el apacible refugio de su biblioteca. En nuestros días, ya
miento puede movernos el piso y suspender su amenaza no hay un espacio cerrado de la literatura para el cual
sobre nuestra cabeza; sabemos que nada nos autoriza a bastarían los criterios de la estética y de la psicología. El
aislar nuestro destino del destino común de los hombres; escritor ya no puede vivir al margen de un drama histó-
sabemos que la vida del espíritu exige las mismas elec- rico que cada día vuelve a cuestionar la idea misma del
ciones y los mismos actos de fe que se requieren en la hombre.
vida de todos los días. "En su último volumen de ensayos, André Rousseaux
Un último privilegio del antiguo crítico tampoco lo dis- estudia ante todo a los escritores que pertenecen a la ge-
frutamos ahora: hace un siglo, la crítica naciente debía neración de los maestros: Péguy, Claudel, Gide, Francis
descubrir y comentar las obras nuevas tanto como toda Jammes, Ramuz, y luego a poetas y novelistas más jóve-
la literatura de los siglos anteriores. La publicación de nes, pero cuya importancia ya es reconocida: André Bre-
los Pensamientos de Pascal, de un estudio sobre Virgilio, ton, Paul ~luard, Aragon, René Char, y al final algunos
de una antología de la Pléiade era un acontecimiento tan extranjeros: Kafka, Eliot, Henri Miller, Faulkner, He-
importante como la aparición de Hernani o de la Char- mingway. Pero a todos, viejos y jóvenes, franceses o nor-
trese de Parme, y Sainte-Beuve era el primero en descu- teamericanos, cristianos como él, humanistas y marxis-
brir las grandes obras clásicas que hasta entonces nadie tas, les dirige las mismas pregunta acerca del destino del
había comentado realmente. hombre, los derechos de la persona, la exigencia de la
Sin embargo, a pesar de sus servidumbres nuevas, a sociedad.
pesar de su autonomía atacada por todas partes, la crí- "¿A qué conclusiones llega esta encuesta realizada con
tica moderna parece haber adquirido un público y una algunos de los mejores escritores actuales? No señalaré
nobleza en la misma proporción que los riesgos que co- más que dos aserciones que no son un aporte de An-
rre. [ ... ] Una crítica puramente de juicio y de clasifica- dré Rousseaux, pero que me parecen particularmente
ción es hoy tan arcaica como los puntos de vista de la dignas de atención. En primer lugar, parece que la litera-
historia literaria y quién sabe qué ciencia "objetiva" apli- tura francesa actual, en sus representantes más califi-
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cados, independientemente de sus posiciones políticas o humanidad está por componer: la frase en que entran
filosóficas, resiste un examen como el que hace Rous- los descubrimientos de la ciencia, los procesos nuevos
seaux. Es decir, que prosigue con validez esta meditación del conocimiento, pero también los actos de los hombres,
sobre el hombre, sobre su libertad sobre sus razones de sus sufrimientos, los tenebrosos desarrollos de su histo-
vivir, _que no ha cesado desde que' hay una literatura en ria colectiva. La palabra emitida, pues, responde al mismo
Francia. Por otra parte, nuestra época, gracias a quie- tiempo a la vocación propia del poeta y a una especie df~
nes la expresan, se revela como más preocupada por vocación más general.•
problemas metafísicos que ninguna de las épocas prece- Pero si el poeta no tiene por qué saberlo claramente,
den~es. A tal punto, que Rousseaux puede mostrar que toda los hombres que lo escuchan, por su parte, tienen difi-
la hte~a~ura contemporánea pone en diálogo a dos tipos cultad para tomar conciencia de ello. Es aquí donde in-
de esp1ntus: por una parte, aquellos que, cristianos o no, terviene el crítico, cuando tiene la ambición de ser más
proponen como fin último del ser humano la búsqueda y mejor que un comentarista. Él es el primer lector, un
de su salvación; por la otra, aquellos que, según las múl- lector que habla, que a su vez entra en diálogo con la vida,
tiples tendencias del humanismo moderno, oponen a esta pero con la vida ya formulada bajo forma de obra. Se
búsqueda la de la felicidad. 3 Entre unos y otros el debate esforzará por discernir en qué responde esta obra al lla•
sigue siendo posible. El asunto es saber si les será permi- mado, concierne al hombre de hoy, participa en el movi-
tido algún día entenderse sobre las bases comunes de miento de la historia en curso y se inserta en la sinfonía
una moral. Ese día podríamos esperar el próximo reino aún confusa del presente inclinado hacia el mañana.
de una nueva libertad." Esta exigencia profunda justifica sin duda la orienta-
Para el crítico actual, se trata menos de juzgar y de ción cada vez más filosófica de la crítica actual entre sus
clasificar que de comprender lo que una obra nueva -e mejores representantes, como Maurice Blanchot, Claude-
~ncluso una obra antigua- significa: no en algún espacio Edmonde Magny, Georges Blin, Jean-Paul Sartre. Pero
mtemporal que sería el dominio reservado de las letras anuncia desde ahora una crítica cada vez más atenta a las
sino en ese espacio muy real y sin estabilidad que es eÍ categorías estéticas y apoyada en análisis precisos for-
de nuestra situación, nuestras angustias, nuestras espe- males, como por ejemplo el libro de Julien Gracq sobre
ranzas, nuestro destino común. André Breton. 5 Porque la obra de arte entra en la sinfonía
Suscribo totalmente la opinión de la señora Claude- en tanto que obra de arte: no tanto por las ideas o las
Edmonde Magny, quien considera que la primera función creencias que transmite, sino por las formas de su mani-
de la crítica es hacer entrar la obra de arte en la con- festación. Y el sentido de esas formas es lo que el crítico
ciencia colectiva de la época en que se produce. La novela, debe descubrir en la actualidad.
e_l poema, y todas las creaciones imaginarias que ya no No, Sainte-Beuve no era envidiable, con su paz, su so-
tlenen un nombre definido en la debacle universal de los ledad, sus escalas de juicio. No era más que un crítico
géneros tradicionales, no nacen aislados. Son, en su mo- literario, muy poco indispensable. El crítico actual reivin-
mento preciso, hic et nunc, en su momento particular de dica otras responsabilidades y conoce otras alegrías: las
encarnación, una parte importante, pero sólo una parte alegrías de un hombre mezclado en todos los riesgos de
de esta conciencia total que la humanidad tiene de sí la vida de los hombres.
misma, de su historia en curso, de su universo. El poeta
que eleva la voz tal vez no tiene conciencia más que de
obedecer a su vocación personal, de pronunciar la pa•
labra que es requerida de él, porque él es él y no otro.
Adivina, aunque oscuramente todavía, que esta palabra
j
¡
proferida por él tiene su lugar en la frase total que la
ÍNDICE GENERAL
Primera Parte
EL ALMA ROMÁNTICA ALEMANA
l. Jean-Paul y el sueño . 23
11. El camino misterioso. 54
111. Los románticos alemanes y el inconsciente 62
IV. Cartas al margen del "Romanticismo alemán" 71
A Joe Bousquet . 71
Confesión de un germanista (a Jean Ballard) 82
V. Friedrich Schiller: "El visionario" . 90
VI. Notas sobre la religión de Novalis . 100
VII. E. T. A. Hoffmann 113
Visión de conjunto 113
La vida de Hoffmann 114
La obra . 128
Segunda Parte
LA EXPERIENCIA POÉTICA