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LOS RISHIS

LA VUELTA DEL MUNDO

A LA ARMONÍA DEL PADRE

Libro Primero

LAS VÍSPERAS, LA FIESTA Y EL COMIENZO DEL FINAL

EDICIONES
MAESTROS ESPIRITUALES

Colección

El Regreso de los Rishis


Colección El regreso de los Rishis.

Internet 2006.

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Los Rishis le dicen a cada uno de los lectores:

Como chispa divina que es tu esencia, alguna vez participaste de mundos


donde solo existían la libertad y la armonía absoluta.
En algún momento caíste a la Tierra, quedando desde entonces tu alma
prisionera de la ilusión.
Los Rishis venimos a la Tierra desde inconmensurables universos, por
pedido del Padre, para que puedas transponer ese mundo ilusorio.
El único camino para lograrlo es hacerte consciente del proceso de tu vi-
da, solo ahí podrás comprender que hay una experiencia real y millones de en-
gaños.

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Jorge Luis Borges, de quien se cumplen veinte años de ese cambio de plano al que los hom-
bres designan con el confuso término de muerte, en uno de sus relatos imaginó el Aleph, un metafí-
sico punto en el espacio que contiene todos los puntos del universo y al que situaba en el ángulo de
un sótano de una casa ubicada en una calle de Buenos Aires llamada Garay en homenaje al segundo
y definitivo fundador de esa ciudad.
El Gran Demonio, que tendrá destacado protagonismo en estas páginas, ubicó ese Aleph, tecno-
logía mediante, en una pequeña pantalla virtual, en la televisión primero y en Internet después, donde
se presenta un constante flujo de imágenes y más imágenes, algunas que se repiten del pasado, otras
nuevas o renovadas, que se supone tienen origen en el planeta Tierra, y alguna vez, en un ya lejaní-
simo 1969 apareció la imagen de una luna, la que funciona como satélite de este planeta, donde,
según la versión oficial habrían arribado, vaya a saber para qué, unos norteamericanos que, según
versiones no oficiales, terminaron bastante loquitos.
¿El Gran Demonio copió a Borges, o Borges copio al Gran Demonio? Tal vez se copiaron entre
los dos, aunque el Aleph borgeano era más ambicioso pues abarcaba el universo entero y el Aleph
virtual del Gran Demonio, mucho más modesto, solo comprendía este oscuro planeta.
Ya que mencioné 1969 como el año en que el hombre llegó a la luna, en realidad fueron solo dos
hombres quienes, según la versión oficial, coronaron el alunizaje, y aunque había un tercero, éste
quedó boyando en el espacio, haciéndole el aguante a sus compañeros. Debo decir además que ese
año, me refiero a 1969, fue más que exitoso para el Gran Demonio, pues después de lograr que esos
norteamericanos pisaran la luna, habiendo comprendido que la clave de su poder estaba en el mundo
virtual, y la televisión tenía sus límites, apostó por más.
¿Y en qué consistió esa apuesta? A través de uno de sus queridos hijos, Leonard Kleinrock, lo-
gró que dos computadoras conectadas por líneas telefónicas pudieran intercambiar mensajes, y para
esto dividió a estos en partes, y les hizo realizar viajes en forma separada por distintos caminos, y
que al reencontrarse en la meta fijada pudieran reconstruir fielmente los mensajes iniciales.
Así nació Internet y se amplió el Aleph virtual del Gran Demonio, una Internet que estoy usando
para hablar mal de su inspirador. ¿Y por qué voy a hablar mal? ¿No soy un desagradecido? No, no lo
soy porque solo tengo la intención de desenmascararlo, porque el Gran Demonio es un temible em-

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bustero. ¿Cómo me atrevo a semejante acusación contra el famoso y poderoso Gran Demonio? Por la
simple razón de que el Gran Demonio no inventó nada. Los amigos del Gran Demonio me acusarán
de calumniador, ¿cómo que no inventó nada si todo este mundo que disfrutamos o padecemos, según
la perspectiva del que lo mire, es un invento de este Espíritu del Mal?
Para decepción de los admiradores y fervorosos devotos del Gran Demonio debo anunciarles que
en realidad no inventó nada por la sencilla razón de que una conciencia demoníaca no puede ver más
allá de una racionalidad imitativa y estratégica
Lo único que hizo este Espíritu del Mal fue reproducir en el plano terrestre los verdaderos Aleph
que se manifiestan en los universos del Padre.
No nos olvidemos que el Gran Demonio es un Espíritu caído y que antes de caer conoció algu-
nos de esos Aleph divinos y realizó una burda pero eficaz imitación para consolidar su dominio en la
Tierra.
Los Aleph son puntos cósmicos donde desaparecen las dimensiones temporales y espaciales del
plano en que operan.
A esa altura más de un lector se estará preguntando adonde los quiero conducir con esta historia
de los Aleph. A introducirlos en el mayor acontecimiento cósmico que ha ocurrido en la historia del
planeta y del hombre.
Uno de estos Aleph ha llegado a la Tierra con el propósito de cumplir, entre el 9 de junio y el 9
de julio de este año 2006, durante el transcurso del Campeonato Mundial de Fútbol que se celebrará
en Alemania, la tarea, a cargo de los Rishis, de lograr el retorno del planeta y de los hombres, que en
estos momentos se encuentran bajo el gobierno del Gran Demonio y las huestes del infierno, al uni-
verso del Padre.
El Aleph del Padre enfrentará en una batalla definitiva al Imperio del Gran Demonio.
¿Por qué El Padre ha elegido este momento para desplegar su estrategia de aniquilar al sistema
demoníaco?
Una de las razones, entre otras que por ahora me reservo pero que en algún momento les revela-
ré, es que durante el desarrollo de este Mundial el Gran Demonio puede concentrar en su Aleph
virtual la mayor cantidad de energía fijada en un punto registrada en la historia de la humanidad,
unos miles de millones de humanos imantados y succionados por el Aleph demoníaco.
Aprovechando esa increíble concentración de energía el Aleph del Padre, con su ejército de Ris-
his, penetrará al Aleph del Gran Demonio y por el poder de su energía, cualitativamente superior a la
demoníaca, podrá rescatar a las almas allí capturadas por el oscuro poder que gobierna la Tierra.

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Al mencionar el oscuro poder que gobierna la Tierra no está de más recomendarles, para quienes
no lo hayan hecho, la lectura de La Gran Liberación, una alquimia sagrada
(www.geocities.com/sendero_delalma) donde la historia y el juego de los demonios en el planeta
están detalladamente expuestos.
Asimismo quiero decirles que el Aleph del Padre en su arribo a este planeta, conectará a los
Rishis con pasados, presentes y futuros de encarnados y desencarnados de la Tierra con el propósito
de la purificación y transmutación de sus energías, paso previo a la liberación de las almas.
Es intención del Padre que este acontecimiento, de trascendencia no solo terrestre sino cósmica,
quede registrado para las generaciones venideras, por eso necesita la participación de un anónimo
relator de esta historia.
Como por razones que desconozco fui designado para esta tarea, del mismo modo que para rela-
tar la batalla entre Pandavas y Kuravas en su disputa por el reino de Hastinapura, que tuvo lugar en el
campo de Kurushetra, tal como lo testimonia el Bhagavad-Gita, Vyasa le dio a Samjaya la visión
interior, el mandala de maestros me otorgó esa visión para que sea testigo de lo que ocurre en el
Aleph divino y en la medida que el lenguaje lo haga posible, transmita los acontecimientos que
precedieron al fin del poder demoníaco sobre la Tierra.

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Hay algo que presiento ocurre en el Aleph, más allá de la imagen y de la palabra.
Ese algo todavía invisible se va alimentando con restos hipnotizados de vida, hasta que de pron-
to, como un dios poderoso reverenciado en un templo, ese algo se manifiesta como un televisor de
plasma en el espacio de una confitería que su presencia ha convertido en sagrada.
Sentado en una mesa al lado de la ventana está Esteban. ¿Saben quién es Esteban? Los que leye-
ron el relato de los niños pueden reconocer a Esteban como el convocante del niño 8.
En la pantalla del televisor aparece alguien con el aspecto de un comentarista de fútbol pero que
no va a hablar de fútbol.
¿Quién es ese alguien? Es un demonio al que llaman el adelantado observador y que con su dis-
fraz de comentarista se dirige a los demonios que lo pueden escuchar, porque los demonios lo escu-
chan pero los hombres no, sin embargo ¡atención!, los hombres no lo escuchan, no porque no tengan
la posibilidad de escucharlo sino porque se niegan ¿inconscientemente? a hacerlo.
Tal vez escucharlo sería demasiado decepcionante para sus vidas.
Y no es para menos, porque estas son las palabras del demonio comentarista:
“Aumentan los decibeles,
la atención es perfecta,
cada uno en lo suyo ha mordido el anzuelo,
un anzuelo que está muy bien sujeto a una línea de pescar, y los pescadores a través de esa línea
moverán sus voluntades y emocionalmente empujados irán siendo llevados a un desborde común.
La organización del evento ha sido perfecta, ahora todos tienen una única preocupación y nadie
se puede escapar, ni siquiera aquel escéptico que dijo en algún momento, yo nada que ver.
¿Cómo que nada que ver si el horizonte de 360 grados está ocupado por el maldito tema?
Sí, el tema es maldito porque es del mal de donde proviene.
Jamás vi un horizonte, y este como les dije es de 360 grados, plagado de tantos idiotas..., y caye-
ron todos, desde reconocidos intelectuales hasta débiles mentales, también profesionales y mendigos,
hombres, mujeres y niños, sacerdotes y ateos, capitalistas y revolucionarios, ricos y famosos tanto
como pobres y desconocidos, en fin, para qué seguir enumerando si están casi todos los personajes
que habitan este planeta de vanidosos discapacitados.

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Faltan pocos días para que comience el gran festín, y nosotros banqueros despiadados del infier-
no, cosecharemos energías de todos los colores”.
Esteban, que por haber participado de la experiencia de los niños podía escuchar conscientemen-
te a los demonios, estuvo atento a las palabras del adelantado observador, y cuando estas concluye-
ron para dar lugar a imágenes de mundiales anteriores, marca en su celular el número de María, la
convocante del niño 4, y María recepciona la llamada, pero no a través del celular de Esteban, a pesar
de que este suene, sino desde su intuición que le dice que está siendo invitada a una reunión con el
maestroYukteswar de la que participarán tambien los otros convocantes de los niños .

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Todos los convocantes de los niños, además de Esteban y María, Vanina, la convocante del
niño 5, Mariana, de la niña 6, Luciana y Harry, del niño 7, Martín de la niña 9 y Leticia del niño 10,
esperan a Yukteswar.
Donde intuitivamente están reunidos no hay definición de lugar porque la reunión no es un ám-
bito físico.
En ese punto de convocación aparece el maestro Yukteswar.
Se arma un círculo perfecto, que es ocupado por los convocantes en segmentos iguales que están
a la misma distancia del centro del círculo que es donde se encuentra la energía de Yukteswar.
Esta forma geométrica tiene la particularidad de extenderse y comprimirse sin que esto altere la
calidad de la comunicación.
¿Qué dice Yukteswar?
“En este momento la sincronización es muy importante dado que convocante y convocado deben
vibrar en la misma frecuencia en que les transmita los mensajes.
No habrá posibilidad de distracción porque esto cortaría la coordinación y se perdería ese invalo-
rable ejercicio de sincronización por el cual todos están en todos, ustedes en mí y yo en ustedes.
Así desde las distintas calidades que irradian como integrantes del mandala de convocantes, irán
traduciendo y trasmitiendo las experiencias a todos aquellos que por algún grado de identificación se
conecten con ustedes.
Como convocantes deben participar con un nivel de conciencia adecuado a la experiencia, ya
que será muy fuerte la energía de los Rishis que van a canalizar.
Yo seré el canal directo por donde se manifestará en este plano esta energía,que les transmitiré
para que puedan irradiarla al planeta.
Por lo tanto deben alcanzar una conexión consciente con el alma, debiendo cada uno ingresar en
la experiencia al estado en que estaban antes de caer en la Tierra.
El segmento en que se encuentran expresa el nivel de pureza en que estaban antes de caer al pla-
no, pero también les transmite una conciencia de responsabilidad, por eso deben estar concentrados,
y atentos para evitar el mínimo atisbo de distracción.

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Concluidas las palabras del maestro Yukteswar queda configurado el mandala de convocantes
que operará como una única energía receptora guiada desde el centro donde está instalada la energía
del maestro.

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El mandala de convocantes le pidió al maestro Yukteswar que, ya que estaban sus integran-
tes expectantes por la llegada de los Rishis al planeta, para aliviar la espera les contase quienes eran
los Rishis.
El maestro, gustoso, desde su centro en el mandala, accedió al pedido y este es el relato:
“Los Rishis, ¿quiénes son los Rishis? Los encontramos en los arcaicos Libros Sagrados de la In-
dia, transitando caminos como peregrinos infatigables, meditando en los bosques; otros eran conseje-
ros de reyes y nos dice una lejanísima tradición que algunos vivían entre aldeanos a quienes transmi-
tían cuando caía el Sol y habían concluido las tareas de agricultura y pastoreo, las enseñanzas del
Padre para liberar su alma.
Eran tiempos más inocentes, todavía el hombre no había comenzado su camino de perversión, la
iluminación era posible y los demonios apenas eran fuerzas oscuras que operaban en la Naturaleza, el
mundo oscuro aún no había podido asentarse definitivamente en la Tierra como lo hizo después.
Los hombres eran capaces de escuchar la Voz del Padre que les transmitían los Rishis.
La mayoría de estos Rishis vivieron en una lejanía que la historia no registra. ¿De dónde prove-
nían? Algunos de la casta de los guerreros, y se bañaron en sangre hasta que comprendieron, después
de tanto inútil sufrimiento, que la guerra era interior, que la lucha era contra los demonios que habi-
taban la mente y el cuerpo y capturaban el alma, y entonces transportaron ese combate a la soledad
de los bosques. Otros, que provenían de la casta de los brahmanes, hastiados de tanto rito vacío, de
ofrendas mágicas, de la estéril búsqueda de ese poder construido por artificios espirituales, renuncia-
ron a su casta y creyeron en la oración silenciosa que los unía al Padre. También los hubo comercian-
tes, agricultores, artesanos, incluso sirvientes y parias, porque el alma está más allá de toda casta y
personaje.
Los últimos Rishis fueron contemporáneos con la escritura y tuvieron como misión dejar impre-
so en los textos sagrados el testimonio de la sabiduría eterna.
Muchos yoguis recibieron a través de los tiempos la enseñanza de estos grandes sabios, de la que
también son herederos los maestros del mandala, pero cada vez fue más difícil que los hombres
fuesen capaces de recepcionar esta sabiduría liberadora, y la densificación demoníaca del planeta la
fue ocultando, quedando transformada en la magia de los falsos gurúes, que no son otra cosa que
pequeños hechiceros simuladores de grandes poderes mágicos que están lejos de poseer.

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Los Rishis, cuando en esos tiempos inmemoriales cumplieron su etapa de evolución humana,
continuaron su proceso en otros planos de existencia, en otras dimensiones del cosmos, en otros
tiempos y espacios inimaginables para la conciencia terrestre.
Cumplida su tarea al servicio del Padre, los Rishis dejaron su legado cuando abandonaron este
planeta, pero los demonios se ocuparon muy cuidadosamente de velarlo, hasta que finalmente la
oscuridad pareció haber ganado definitivamente la batalla.
Y no era para menos, en medio del vértigo de una civilización enloquecida, se agitaba un hom-
bre internamente ciego, inconsciente de sí mismo, totalmente poseso, arrastrándose en el sinsentido
de la dualidad tragedia y frivolidad, los dos grandes pilares sobre los que se sostiene el mundo actual.
Las almas purificadas de santos y sabios que alguna vez habían habitado la Tierra como canales
del Padre ahora estaban incomunicadas o enajenadas por los mezquinos pedidos de favores terrenos.
Ya nadie los invocaba para llegar al Padre.
Los demonios lograron universalizar su sistema, esta es la tan famosa globalización de la que
hablan politólogos, sociólogos, periodistas, y en esta globalización ya no quedó espacio para la mira-
da y la reflexión interior, universalizándose, como moneda global, también el pacto, y la Gracia, que
comunicaba el alma con El Padre parecía haber desaparecido para siempre de la conciencia humana.
El camino de la demonización aparecía como irreversible.
Entonces, con una humanidad en el límite del abismo, la inconmensurable misericordia del Pa-
dre decidió rescatarla del más terrible de los olvidos, el olvido de su Presencia.
El Plan de Salvación se había gestado, y el mandala de maestros, tal como lo testimonian los do-
cumentos del website www.geocities.com/maestros_espirituales, fue el encargado de ponerlo en
marcha.
La primera tarea fue revivir las enseñanzas del Bhagavad-Gita, actualizada a través del comen-
tario del mismo Krishna, cinco mil años después de su versión original, como también desmitificar
en las palabras de Jesús, el Apocalipsis de San Juan, cuyo engañoso mensaje y poder vibratorio
operó como un veneno en la formación del pensamiento, la enseñanza y la experiencia cristiana.
Asimismo se purificaron las rémoras astrales de las antiguas civilizaciones, convertidas en ver-
daderas cuevas de demonios y se fueron liberando los seres allí atrapados, y así se continuaron lim-
piando épocas y almas
Otra tarea clave fue ir convocando a los seres espirituales que estuvieran dispuestos a combatir
en el Plan del Padre para la liberación de la humanidad.

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La columna vertebral de este ejército fue constituida por los Rishis, quienes después de miles de
años de haberse liberado de la condición humana y de su permanencia en la Tierra, desde insospe-
chadas regiones cósmicas aceptaron el pedido el del Padre para encabezar la batalla definitiva que
terminará con el demoníaco reino que impera en el planeta.
En tiempos terrestres, los Rishis se presentaron el 20 – 02 – 02, lanzando los primeros misiles de
su energía para empezar a quebrar la pétrea oscuridad que envolvía el planeta.
Según el Plan del Padre, mientras hacían algunas tareas de inteligencia, y comenzaban a impartir
sus enseñanzas, tuvieron que esperar que se desarrollase otro acontecimiento previo para entrar en
acción.
Este acontecimiento fue el nacimiento de los siete niños. Ocurrido estos nacimientos y habitando
estos purísimas encarnaciones en la Tierra, los Rishis ya están en condiciones de llevar a cabo la
tarea de transmutar la energía demoníaca que opera en el planeta y posibilitar a la humanidad em-
prender el camino de retorno al Padre.

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Jaris se presenta como una silueta luminosa en perfecta quietud, manteniendo una plena co-
nexión con El Padre.
De repente lo veo abrir sus ojos y con su mirada eterna ve una esfera en movimiento, entonces
su mirada se va acercando a esa esfera que no es otra cosa que el planeta Tierra al que contempla
tanto en el plano físico como en el astral.
El Gran Rishi desembarca en el planeta y allí se sumerge en un lugar en ruinas donde no hay cie-
lo, solo un techo negro que impide la presencia de la Luz, pero aunque la Luz pudiese penetrar de
nada serviría porque los seres que habitan ese mundo están ciegos.
Túneles rotos, laberínticos pasadizos interminables por donde avanza penosamente una sangre
espesa, casi coagulada que se pega a los restos de unos huesos que se fueron quebrando con el paso
del tiempo.
Ruido de voces insoportables brotan de las paredes ajadas de donde cuelgan enormes jaulas
donde están acurrucados los seres ciegos.
Y los seres ciegos, en el interior de las jaulas se queman en calderos para morir y volver a nacer,
y los recién nacidos se arrojan presurosos en abismos negros, buscando su destino.
Jaris se detiene entre los olores nauseabundos que surgen de pensamientos pestilentes, mientras
todo está envuelto en humos grises y asfixiantes.
“Padre –clama Jaris entre el horror y el desconcierto– ¿dónde estoy? ¿por qué me has enviado a
este terrible infierno?
Nunca, ni en la Tierra cuando viví como humano, ni en las regiones astrales de mis muchas
muertes, ni en los infiernos donde ya como Rishi llevé a cabo innumerables misiones que tú, Padre,
me encomendaste, experimenté la degradación que tengo ante mis ojos”.
La Voz del Padre le responde:
“Hijo querido, Jaris, estás en el centro de la conciencia humana, a esto ha llegado el hombre, a la
absoluta ausencia de sí mismo, y a identificarse con lo más oscuro de la identidad demoníaca.
Jaris, te distraeré un breve instante de tu gozo eterno para que ayudes a esas almas encerradas en
ese oscuro planeta y por largo tiempo alejadas de Mi Presencia, puedan iniciar el camino de salva-
ción.
Por eso mi hijo bienamado, te pido organices y encabeces una misión para salvar al hombre de
su demonización definitiva e irreversible.

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Debes convocar a 270 Rishis, y con la colaboración de los maestros del mandala y otros seres espiri-
tuales que se encuentran a mi servicio, incluso algunos encarnados, emprendan la más grandiosa
batalla que jamás se ha emprendido en el cosmos contra la oscuridad, para así rescatar a esas almas
que casi ya no participan de la condición humana, y puedan empezar a reconocer a su real esencia.
Este lugar de indescriptible fealdad donde ahora te encuentras, junto con los Rishis y mis otros
servidores deberán reconstruirlo hasta convertirlo en un Edén luminoso donde pueda renacer en cada
alma el anhelo del reencuentro con la Divinidad del Ser.
No temas, el triunfo está asegurado, pero primero es inevitable dar batalla a esas fuerzas demo-
níacas que han poseído al hombre, pues es necesario que toda esa oscuridad se transmute en Luz.
Luego, cuando la misión este cumplida, regresarán al gozo eterno que les pertenece”.
Jaris le contesta:
“Padre bebo el néctar de tu bienaventuranza y es tu Gracia mi único alimento.
Agradezco la oportunidad de servirte, Tu Ser es mi esencia”.

El Rishi está impregnado de la energía que El Padre le brindó. Esta energía será el combustible
para realizar la experiencia.
Jaris sabrá dosificarla adecuadamente, transmitiéndole a los demás Rishis el pedido del Padre.
Él ha sido elegido entre tantos por poseer la inteligencia que se precisa para este tipo de misión.
Despojado de todo apego y brindado por completo al Padre podrá manejar las riendas de esta
experiencia.
Muchas fueron las misiones que llevó a cabo Jaris al servicio del Padre, incalculables almas fue-
ron rescatadas con su ayuda, no solo del infierno de la Tierra, sino también de inframundos donde
solo moran espectros, fantasmas crepusculares de demonios, donde habían caído por incomprensibles
transgresiones seres que alguna vez vieron la Luz del Padre. Pero esta misión era diferente a todo lo
que había hecho antes, y a pesar de la gran responsabilidad que significaba, diseñar el aniquilamiento
del Imperio del Gran Demonio en la Tierra, cuando le fue ofrecida por El Padre, la asumió sin dudar-
lo.
Jaris aparece en el centro de una plataforma circular que está descendiendo para encontrarse con
los Rishis que deberán acompañarlo en la misión.
Los Rishis están atentos y abiertos para escuchar y cumplir. Jaris se dirige a ellos de manera
amable y amorosa.

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“Amados hermanos, El Padre necesita que cada uno cumpla con su trabajo de llevar a los hom-
bres al conocimiento de su esencia perdida.
Sé que esperaban este momento y el momento ha llegado para poner en marcha el Plan Divino.
Ya saben todo lo que necesitan saber para llevar a cabo esta tarea.
En una primera etapa la Luz viene a transmutar la oscuridad para convertirla en Luz.
La guerra quedará en nuestras manos, seremos quienes pelearemos con los demonios.
Los hombres solo tendrán que tener fe y conectarse con nosotros, permitiéndonos así que recu-
peren su naturaleza divina”.
El mandala de convocantes le pregunta a Jaris de qué manera van a actuar, respondiendo el Rishi
que van a armar una retícula de energía donde no van a quedar puntos negros por donde los demo-
nios puedan escaparse a otros lugares del universo.
“¿Puedes hablarnos de los chakras?”, lo interroga al Rishi el mandala de convocantes.
“Los chakras representaron en su origen centros de energía interconectados entre si y conecta-
dos con El Padre.
Cada uno cumplía una función específica, manteniendo de este modo el equilibrio y la conexión
absoluta que mencioné.
A través de esta experiencia lo que buscamos es recuperar la identidad de cada chakra, este es el
objetivo de nuestra tarea, pero para eso es necesario desalojar a los intrusos que los ocupan y que
están enraizados en las profundidades de su energía.
Los chakras fueron organizados por El Padre en el número de 270, y de más está decir que en es-
te momento se encuentran en prácticamente la totalidad de la humanidad oscurecidos, desequilibra-
dos y perdida toda conexión con El Padre”.
“El conocimiento que vulgarmente se tiene de los chakras los hace ascender al número de 7”, di-
ce el mandala de convocantes.
“Estos 7 son los ckakras madre –explica Jaris– que van teniendo conexión con el resto, o deberí-
an tenerla porque el sistema se encuentra obturado y la escasa energía que circula es la que permiten
los demonios para mantener vivos a sus clientes humanos”.
Los chakras tomados por la oscuridad se han convertido en lo que podemos llamar, por darle un
nombre, canales de latencia, por donde circula la energía oscura, siendo este proceso absolutamente
inconsciente para el hombre.
La purificación que emprenderemos transmutará esta energía oscura y la hará manifiesta, pu-
diendo así el hombre ser consciente de sí mismo.

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El fin del proceso apunta a que ya no necesitemos hablar de chakras, en el sentido de energías
fragmentadas, sino de una única energía luminosa en plena conexión con El Padre”.
“Maestro, ¿cómo fue posible esta corrupción?”, se lamenta el mandala de convocantes.
“¿Acaso no lo saben? ¿No han transitado este aprendizaje con los niños?”, les dice el Rishi a los
integrantes del mandala.
Pero está bien, para que entiendan como operó la oscuridad en uno de sus tantos aspectos, les
voy a presentar a un amigo que les explicará una interesante historia con todo detalle”.
Jaris hace un leve gesto y se presenta, saludando con toda cortesía, un demonio con gafas de in-
telectual luciendo un traje con chaleco acompañado con una sobria corbata y camisa blanca, como
acostumbraban a lucir los intelectuales de principios del siglo XX.
“Soy un demonio filósofo, filosóficamente convertido gracias a la oportunidad que me dieron los
maestros del mandala.
“–Mijael –ahora me llamo Pedro, que es mi nombre de convertido– debemos informarte que el
Imperio que ustedes han montado en la Tierra está en sus momentos finales, un ataque directo de la
Energía del Padre, que transportarán, acondicionarán y direccionarán los Rishis sobre el planeta,
desmoronará tanta locura”, me advirtieron los maestros.
Si hubiese sido un demonio tecnológico, ensoberbecido por los softwares y las telecomunicacio-
nes, convencido que la globalización tecnológica, financiera y comunicacional era la fase final de
nuestro definitivo triunfo en la Tierra, hubiese lanzado una carcajada, mirado con desprecio a estos
arcaicos maestros que , pensaría, deliraban en el inútil sueño de los derrotados y considerando que un
demonio informático no debe perder el tiempo en paparruchadas, regresaría rápidamente a mi mundo
digital, el único y verdadero mundo.
Pero era un demonio filósofo y tenía un modo muy diferente de pensar esa zona gris y confusa
de como la pensaban los otros demonios tecnológicos, políticos, artistas, barrenderos, empleados de
oficina, y toda la gama de demonios que con diferentes roles habitamos el planeta.
El Gran Demonio, cuando nos instauró como demonios filósofos nos dijo:
“ – Muchachos, ustedes son un mal necesario para mi proyecto.
¿Por qué digo un mal necesario?
Voy a empezar por la segunda palabra, “necesario”.
Como ya les he informado el punto central de mi Plan es bloquear en el hombre toda percepción
del alma. ¿Cuál es la intención de este bloqueo? Simplemente porque desde el alma es de donde
podrá percibir su filiación con El Padre, su inconmensurabilidad en los incontables mundos divinos,

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y que por supuesto la Tierra, un miserable planeta para el desarrollo de minerales, plantas, animales y
rústicos espíritus del la Naturaleza, está muy lejos de constituir su verdadero hábitat, y que si se
encuentra aquí es por la trampa que nosotros le tendimos, es así que nunca debe ni siquiera sospechar
que tiene una esencia con la que perdió contacto desde que cayó a este plano.
Muchachos, si este infeliz siquiera llegase a sospechar que tiene una esencia perdida, buscará
encontrarla y si la encuentra, bueno, pueden imaginarse que tendremos un gran problema.
Bien, pero aunque no lo sepa tiene una esencia, un alma, que sigue operando y presiona con pre-
guntas tan obvias como incómodas para nosotros.
¿Cuál es mi destino? ¿Qué significa esa muerte que me acecha? ¿Por qué debo sufrir? ¿Es posi-
ble la felicidad? ¿Qué sentido tiene el tiempo? ¿Qué significa ese vacío que siento como pesada
angustia?
Estas y otras preguntas por el estilo se hace el alma cuando está ciega y oprimida y se las hace
precisamente porque está ciega y oprimida, porque de no estarlo, consciente de sí misma, no tendrían
sentido las preguntas porque todas las respuestas estarían reveladas.
Durante mucho tiempo en lo que se conoce como civilizaciones tradicionales, logré canalizar es-
tas inquietantes preguntas, inquietantes para nosotros, mediante la magia, cuyo poder era fascinante,
y pudo llegar a que el hombre confundiese los oscuros mundos astrales cuyo dominio le otorgaba
algunos éxtasis chamánicos, y un poder sobre ciertas regiones de la conciencia, con el verdadero
sentido que otorga la percepción del alma.
Sin embargo como nosotros los demonios tan bien lo sabemos, todo lo que habita en el tiempo
termina inevitablemente desgastándose, y así también –y ese es nuestro gran problema– se desgasta
la esperanza, y por lo tanto se terminó desgastando la esperanza en que los poderes mágicos podrían
dar respuesta al dolor del sinsentido a la que estaba sometida el alma.
De ahí que a esta altura es necesario dar otra vuelta de tuerca al Plan.
Como ustedes ya saben, el bloqueo del alma consistió en levantar una muralla entre los llamados
chakras de la personalidad (20 físicos, 45 emocionales y 70 mentales), de la otra mitad, los 135
chakras espirituales, que son los centros de energía que cobijan el alma.
En el transcurso de la historia esta muralla fue aumentando de espesor, y esto fue lo esperable,
ya que los materiales con que se iba construyendo era la energía de los pactos que, para nuestra
enorme satisfacción, se fueron multiplicando exponencialmente segundo a segundo”.
Ahora vuelvo a hablarles yo, Pedro, para aclararles que cuando todavía esa muralla no estaba
demasiado consolidada, eran posibles filtraciones de los chakras superiores a los inferiores, y así
todavía podían aparecer en el confuso planeta, algunos seres especiales con capacidad de contagiar la

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necesidad del Padre, y eso era lo que debíamos empezar a evitar, construyendo una muralla sobre la
muralla que hiciese imposible cualquier filtración.
El Gran Demonio nos hablaba de la necesidad de construir ese conocimiento que se llamó filosofía.
Y así continuó el discurso del Gran Demonio:
– ¿Cuál es la tarea que deben realizar?
Convencer al hombre de lo imposible.
¿Y en qué consiste ese convencimiento?
El hombre debe convencerse que desde los chakras mentales es posible dar respuesta a los inter-
rogantes de alma.
Fácil es advertir que un plano inferior no puede dar respuesta a cuestiones de un plano superior,
pero eso solo lo sabemos nosotros, El Padre, y esos escasísimos hombres que todavía pueden aso-
marse a la energía divina,el resto con los chakras superiores bloqueados y en consecuencia cada vez
más desactivados, ahora sin la ilusión de la magia, tienen que creer en las respuestas que le dará ese
saber que ustedes construirán, la filosofía.
Como supongo que mis demonios preferidos son muy inteligentes, por eso los he elegido para
esta tarea, no hace falta que les explique que solo unos pocos serán los transmisores de estas respues-
tas que pertenecen al orden de la filosofía, y que lo que transmitirán serán las semillas de la falsa
religión, de la ciencia, de la tecnología, de la política, del arte y estos paradigmas penetrarán en el
inconsciente hasta del más bruto de los humanos.
Así opera nuestro Plan, primero con la magia y ahora con la filosofía y sus derivados.
Esta será la tarea de ustedes, los demonios filósofos.–
Estas fueron las palabras que en esa etapa de nuestra conquista de la Tierra pronunció el Gran
Demonio, y en ese sentido el Plan se fue cumpliendo sin dificultades, y así la metafísica, que debía
reemplazar a la intuición del Ser, se fue convirtiendo en un fabuloso embrollo hasta tener que ser
dejada de lado y entonces pudimos direccionar la mente filosófica hacia enormes distracciones como
la política, la ciencia, y luego ocuparla con discursos laberínticos acerca del lenguaje, hasta llegar
últimamente a pensar lo cotidiano, esto es cualquier estupidez que se presente en el mundo, como la
moda o las cuestiones de género, y darle rango filosófico, logrando que la pregunta que nace de la
angustia por el sentido quedase definitivamente clausurada.
Ahora les recuerdo que el Gran Demonio nos había dicho que éramos un mal necesario, y solo
les comenté su discurso sobre nuestra necesariedad, vamos ahora a la parte del mal que representá-
bamos.
El Gran Demonio dijo algo preocupado.

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– Muchachos, para la tarea que deben emprender será necesario que estén en contacto con el
enemigo, esto es, con el alma, porque deben conocer sus secretos para luego traducirlos y trai-
cionarlos a nivel de la mente.
Y este contacto es el mal que les mencioné, ya que el contacto con el enemigo, aunque sea para
torturarlo y someterlo, siempre es peligroso porque de pronto el enemigo, y mucho más si ese
enemigo es el alma, puede hacerlos dudar y hasta en un caso extremo convencerlos de su verdad.
Esto, muchachos, es muy peligroso, por supuesto muy peligroso para ustedes porque, no les
quepa ninguna duda, si esta situación llegase siquiera a insinuarse, bueno, ya saben la conse-
cuencia: la caída de lo más alto de la jerarquía hasta lo más profundo del abismo negro–.
Estas palabras amenazantes dieron por concluido el discurso del Gran Demonio, y después de
esta conclusión empezó el reinado de la filosofía hace 2.500 años, y nuestra primera batalla ganada
fue el desmoronamiento del Plan que El Padre había programado con los denominados presocráticos,
a los que reducimos a algunos textos, unas pocas frases, ininteligibles.
No les voy a contar ahora la historia de la filosofía, solo puedo comentarles que su reinado y su
gloria alcanzaron su pináculo en el siglo XIX, hasta prácticamente en algo menos de un siglo termi-
nar derrumbándose ante el nuevo imperio de la tecnociencia autonomizada de cualquier pretensión
filosófica, las semillas ya estaban implantadas y nosotros nos quedamos sin trabajo..
Como comprenderán soy un demonio desocupado y en las largas y tediosas horas de desocupado
empecé a recordar las palabras de ese enemigo al que nunca terminé de vencer, palabras que pronun-
ciaba mientras lo torturaba con teorías metafísicas o problemáticas epistemológicas, y esas palabras
que buscaba acallar con la picana de la razón, me hablaban de otro sentido y hasta en medio de ellas
se filtró como un terrible susurro en mis demoníacos oídos el Nombre del Padre.
Desocupado, ignorado, habiéndose disuelto gran parte de ese poder cuyas semillas ayude a sem-
brar, aunque otras y no las menores siguieron fructificando, como la autonomía de la conciencia y la
ilusión de la libertad, pero ya no le era necesario al Gran Demonio, el trabajo estaba terminado, por
eso repito desocupado, ignorado vagabundeaba a orillas de un río contaminado, cuando me paralizó
la presencia de los maestros que me anunciaron la llegada de los Rishis para aniquilar el Imperio
demoníaco en la Tierra, y en su ataque inicial comenzaron a destruir la muralla que aísla los chakras
espirituales de los de la personalidad, hasta que purificado el sistema se armonizará nuevamente y las
almas podrán emprender el camino de regreso al Padre, y terminará el mundo ilusorio que creamos y
también la ilusión de nuestra propia identidad demoníaca.

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Para evitar este gran e incomprensible sufrimiento que en este desmoronamiento padeceríamos
los demonios, me proponían la conversión y como la acepté, aquí estoy contando el secreto de la
misión que tuvimos los demonios filósofos.
Pedro saludó al mandala de convocantes, le agradeció a Jaris su invitación y se despidió con una
reverencia a los Rishis, que daban muestras de aprobación, aplaudiendo su disertación.

“Maestro Jaris, ¿puedes hablarnos del hombre primordial?”, preguntó el mandala de convocantes.
“El hombre primordial es la representación del Padre en la Tierra en su más alta pureza, es aquel
que no ha sido contaminado por la oscuridad”.
“¿Cada hombre debe recuperar en sí al hombre primordial?”.
“De eso se trata esta experiencia, de ir recuperando la conexión de todos los chakras contamina-
dos para poder revivir esa estructura”.
“¿Deberán trabajar sobre cada uno de los humanos encarnados y desencarnados?”.
“Así es, los hombres están contaminados pero no todos padecen la misma oscuridad, incluso hay
algunos que tienen algún grado de comprensión o discernimiento. Estos últimos son sobre quienes
comenzaremos el trabajo, y entonces la energía a través de ellos podrá canalizarse hacia el resto de
los que se encuentran más tomados.
La tarea que debemos llevar a cabo es enorme porque comprenderá la purificación de todos y
cada uno de los hombres sin excepción”.
“Has dicho que también operarán sobre los desencarnados”.
“Sí, también abarcaremos el plano astral donde habitan los llamados muertos, porque lo que que-
remos evitar es una nueva encarnación de esas almas.
Incluso la naturaleza quedará involucrada en esta limpieza”.
“¿Cuál es la estrategia del Plan?”.
“La estrategia es que no hay estrategia, simplemente con la Energía del Padre como protección,
esta experiencia se irá desarrollando de manera muy sutil.
Este relato hará conocer a los hombres que son poseedores de una esencia divina, aunque hayan
ignorado durante vidas y vidas que eran poseedores de la misma, y ahora sí, al tomar conciencia y
recuperarla, podrán avanzar hacia la eterna felicidad en El Padre.
Esta revelación provocará en el hombre una revolución interna cuya magnitud está lejos de sospe-
char”.
“¿Qué papel juegan los niños en esta experiencia?”.

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“Desde el origen de su gestación fueron preparados para ser canales de esta energía que El Padre
transmite a través de los Rishis, esa será su misión más importante en el transcurso de su vida en la
Tierra.
A medida que avance el Plan, otros canales humanos se irán presentando para colaborar con esta
misión.
Como manifesté antes, la tarea será ardua porque los hombres se encuentran en su gran mayoría
en un estado de posesión demoníaca, totalmente ajenos, en su ignorancia y su ceguera, a la dimen-
sión divina.
El hombre, tal como los Rishis y los maestros lo percibimos, está constituido por una red de
chakras, y es esa red la que está tomada por los demonios.
La liberación consiste en la apertura de todos los chakras y la total conexión de la energía con El
Padre.
El milagro de la divinidad de Jesús es que nació en la Tierra con la totalidad de los chakras
abiertos y en absoluta fusión con El Padre, y en ningún momento de su vida debilitó esa unión.
Será nuestra tarea que los hombres lleguen a comprender esa capacidad que tienen de liberarse,
porque su real naturaleza es ser un ser libre en El Padre”.
“Maestro, ¿qué reacción tendrán los grandes demonios cuando perciban la energía de los Rishis?”.
“Los matará su gula, tratarán de devorarla y se desintegrarán.
Quiero agregar algo más.
La estructura humana configurada por los 270 chakras fue constituida por El Padre como un ca-
nal de conexión directa, pero los demonios se apropiaron de todos los canales, cambiando sus fun-
ciones, adaptándolos para que sirvan a su sistema.
Los Rishis recuperaremos los chakras para que sirvan a su función originaria.
Cuando el hombre giró la mirada automáticamente perdió la conexión, entonces comprometió en
el pacto su alma, su mente, sus emociones, su cuerpo y también toda la Naturaleza que lo rodeaba.
Los demonios le ofrecieron el poder sobre el mundo, y cuando el hombre se dio cuenta de enga-
ño ya era tarde.
Pero en realidad nunca es tarde, porque para eso hemos venido al planeta a reintegrarle al hom-
bre su mirada original”.
“Gracias, maestro”, le agradece a Jaris el mandala de convocantes.

23
¿Quién fue Jaris?
Jaris en su paso por el planeta Tierra fue un guerrero, el guerrero más temible en el campo de batalla.
No conocía el miedo, no conocía la piedad, no conocía el dolor.
Admirado por sus amigos, odiado y temido por sus enemigos, daba muestras de un poder sobrenatural.
Hasta que llegó un tiempo en que por las noches, en soledad, una y mil veces se preguntaba
acerca del sentido de sus actos, y una de esas noches tuvo miedo, entró en pánico, no pudo moverse,
y ante su pantalla mental pudo observar el peso de su karma, y esta visión lo llevó a la desesperación,
y en el borde de la locura divisó una luz, y su mirada extraviada se fijó en la luz, y mientras el des-
concierto crecía la luz se hacía más grande
Al crecer la luz sus zonas oscuras intentaron devorarlo, pero permaneció impasible y esa luz lo
cubrió todo.

Jaris, de rodillas, con los brazos extendidos al infinito, ora:


“Padre, enséñame a obedecer en silencio tus designios.
Has que mi aporte e intervención sean tan claros como tu Voluntad.
A ti me entrego cual noble herramienta para que en mí conformes tu proyecto”.
Mientras dice esta oración se va elevando en una plataforma invisible hacia el centro del Universo.
Su imagen es la de un gran guerrero luciendo una armadura de purísima plata, de cuyos destellos
emanan las glorias de los grandes Rishis.
En la gloria de los 270 Rishis se verá manifiesta la Voluntad del Padre, y la presencia de los 270
responde a la proporción de la oscuridad que deberán enfrentar instalada en los 270 chakras.

Comienza la experiencia.
La oleada de energía de los Rishis baja sutilmente, se contacta por imantación y desplazándose
en forma de tirabuzón envuelve a la energía negativa.
Luz y sombras se complementan bajo las condiciones de este plano, pero a la Luz del Padre todo
se purifica y regresa así a su único Origen.
Si bien este proceso que relato ha sido complejo, esta dificultad responde a que hubo que atrave-
sar miríadas de tiempo-energía para que algo tan puro y sutil como la presencia de los Rishis se
manifestara en este plano.
En realidad el Plan del Padre es profundo y sencillo como su naturaleza.

24
6

El Aleph muestra un telón rojo donde en letras negras está inscripta la palabra BIENVENIDOS.
Jaris, vestido con smoking negro, camisa, zapatos y moñito al tono, enfrentado al telón, anuncia
que ni bien corra el mismo, aparecerán los países que concursarán en el Campeonato Mundial de
Fútbol que tendrá lugar en Alemania en este año de 2006.
El Rishi tira de un grueso cordón, el telón rojo se va elevando y en el escenario que se ilumina a
pleno se presentan los países competidores.

Alemania
Una caballero armado con el yelmo bajo, ocultando el rostro. Todo su poderío se manifiesta en
la carcaza de su investidura, pero por dentro, como sostén de todo ese aparato, está la figura de un
anciano que carga sobre sus espaldas una tradición muy dura de llevar, sin embargo no se resiste al
desmesurado esfuerzo que tiene que realizar, dado que a pesar de su vejez el orgullo es el que sostie-
ne esa máscara frente al mundo.

Polonia.
Un caballero monta su caballo, pero el animal está sostenido solamente por el congelamiento de
experiencias no digeridas. El caballero que se alimenta de las convocaciones mágicas se encuentra en
un estado de crisis espiritual que lo mantiene fluctuando en una ambigüedad que no puede resolver.

Costa Rica.
Ahora es un caballero montado en un burro, con la misma imagen del Sancho Panza de Don
Quijote, cuyos pies arrastra en la tierra, una tierra caliente que los quema pero de la cual no los puede
desprender porque sus raíces son más fuertes que su conciencia.

Ecuador.
Una caballero esta de pie al lado de su montura y una energía los cubre a ambos, dándoles un ca-
rácter de estampa lugareña. Como es una estampa es más lo que muestra que lo que dice, tratando de
llevar a un concepto de espacio-tiempo una realidad que no termina de asimilar.

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Inglaterra.
Un caballero de muy noble estirpe está montado en su corcel en la proa de un barco. El barco se
hunde pero el caballero no pierde su apostura y dignidad, ignorando que la razón por la cual el barco
se hunde es que las ratas han roído los maderos que le daban consistencia.

Suecia.
La blancura impecable de una dama que en su transparencia se desdibuja de la realidad. La dama
va adquiriendo, después de desdibujarse, nuevos contornos que la presentan con una imagen aggior-
nada pero siempre vieja y gastada.

Paraguay.
Un nativo frente a una doble realidad que lo divide y crucifica. La realidad de su primitivez lo
condena a tener que insertarse en el progreso, pero su molde es pequeño y el sufrimiento de la adap-
tación destroza su ser convirtiéndolo en víctima de un mundo que no alcanza a entender.

Trinidad y Tobago.
Una encrucijada en la cual el haber y el debe de una situación en catarsis fluctúa permanente-
mente. De este modo hay un juego entre lo político y lo económico, cuyo resultado es el desconcierto
de lo que jamás puede terminar de resolver.

Argentina.
Una gran planicie en la cual crecer no es costoso, pero doloroso es mantener el crecimiento. Fer-
tilidad y facilidad se oponen a conciencia y constancia. Mantener es el conflicto cotidiano, represen-
tado éste por un ser que con los pies en la tierra sueña elevarse hacia planos tan lejos que termina
arrancando sus raíces, perdiendo de este modo el control y el sentido. Así, tiene que volver perma-
nentemente a reconstruir sus raíces en una forma ciclópea en la cual el principio está a final y el final
nunca aparece.

Costa de Marfil.
Un gran señor, muy grande y muy negro en el cual se destacan unos dientes muy blancos. Su
sonrisa irradia una luz que sus dientes proyectan mostrando así lo grotesco de su figura. Lo único que
se ve es una radiante y luminosa sonrisa, aunque lamentablemente nadie sabe de qué se sonríe.

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Serbia y Montenegro.
Un jinete tiene dos cabezas, una hacia el frente y la otra hacia atrás, es como si el futuro y el pa-
sado estuvieran presente en un eterno conflicto, en el cual la definición es lo más lejano que podría
suceder. ¿Por qué es así? Es así porque su existencia se confirma y se mantiene en el conflicto.

Holanda.
Las aguas bajan turbias y el molino se hunde en ellas. Sin embargo el señor del molino tiene la
fuerza suficiente para sacarlo a flote, apuntalándolo en su cuerpo y manteniendo orgullosamente las
aspas en pie a pesar de que periódicamente las aguas bajen turbias.

México.
Un hombre que alguna vez fue muy fuerte es castigado por un Sol implacable, tan implacable es
este Sol que cuartea su piel, produciéndole dolorosas heridas pero en algunos momentos consigue
tapar a ese Sol que lo ilumina y lo castiga, logrando cubrirse con una sombra que le entrega algo de
paz.

Portugal.
Una mujer mitad negra y mitad blanca se debate en el conflicto de respetar su origen y mantener
su apariencia. Ambas partes entran en conflicto, pero por una ley de Dios que ella acepta, este se
resuelve dando lugar a una convergencia en los cuales múltiples nacimientos dan lugar a las nuevas
razas que pueblan América, mezclas de lo blanco y lo negro.

Irán.
Sobre la magia del desierto se monta una tienda donde habita un hombre generoso que muestra
su generosidad en la convocatoria de los otros. Sabiamente distribuye aquello que no tiene, por lo
tanto la carencia es su mensaje que es más profundo que la bonanza.

Angola.
Una bola blanca va cayendo y una bola negra la persigue. Ambas hacen impacto en un llano y al
fusionarse dan espectaculares frutos, los cuales se irán perfeccionado hasta que en un futuro alcanza-
rán una dimensión inimaginable.

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Italia.
Una corona de laureles ciñe el cráneo del esqueleto de un busto imperial. Pasadas glorias se pro-
yectan en oscuros presentes, pero el espíritu sigue intacto, a veces aflora, a veces se esconde pero
Roma es Roma y todos los caminos conducen a ella. Siempre será así en ese transitar, donde cada
transeúnte pagará el peaje y los cimientos del oscuro Imperio se seguirán sosteniendo.

República Checa.
Una dama que representa la libertad ondea una bandera en la que están inscriptos la música y la
poesía. Esa dama con esa bandera encarna una libertad que también manifiesta el cono de sombras de
la esclavitud con la que convive.

Ghana.
Un Sol nuevo aparece en el horizonte, su luz es muy débil pero así y todo alumbra extensiones
de oscuridad que se irán disipando porque el destino así lo prevée. Todo es nuevo pero eso nuevo
surge de regiones remotas en el tiempo que por momentos reconoce y en otros oculta.

Estados Unidos.
La Estatua de la Libertad con su antorcha encendida no ilumina absolutamente nada más que su
imagen y de ese modo distrae la atención para ocultar los tentáculos de sus pies que se van exten-
diendo por los países del mundo. En algunos casos estos tentáculos son cortados, pero con el tiempo
vuelven a crecer y a ramificarse, pero el descontrol es tal que los tentáculos se extienden en su propio
territorio hasta que en un momento será tan grande la opresión que sucumbirá víctima de su propio
poder sin que nada pueda hacer para evitarlo.

Brasil.
Un monstruo verde emerge del Amazonas con millones de ojos negros que tratan de encontrar el
camino, pero es tanta la confusión que producen los millones de ojos que el monstruo camina ciego,
arrasando a su paso todo lo que no ve. Pero como el andar es muy lento le da la oportunidad de re-
construir lo destruido, sin embargo pasado el tiempo elige volver a moverse y el resurgimiento dura-
rá poco. No hay que alarmarse de lo que puede verse como torpeza porque son los ciclos de su evo-
lución y deberá así desarrollarse hasta que su grado de conciencia le de luz y coherencia a los millo-
nes de ojos negros.

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Croacia.
El capitán ve a su barco hundirse y en su visión se da cuenta que el hundimiento es una forma de
renovación. Por lo tanto, con la conciencia de esta revelación, se pone sus mejores galas y ante el
hundimiento se hunde con su barco, pero no se preocupa porque en el resurgimiento será nuevamente
el protagonista.

Australia.
Encerrado en un cuenco que él mismo ha confeccionado, un campesino salta y en cada salto
produce un crecimiento porque saltando puede ver el horizonte. Cada salto supera al anterior y esto
le da una mejor visión de ese horizonte, lo cual le permite programar con mayor precisión su futuro.

Japón.
Un sable de muy buen acero desemboca en su empuñadura que está sostenida por una mano en-
vuelta en un paño rojo. Este sable mantiene con su filo la división entre progreso y tradición, pero a
veces la mano guía mal al sable que por momentos destruye lo que antes defendió. El paño rojo se
desliza suavemente dejando a la vista un puño joven, el cual fue responsable por inexperiencia de
todos los errores que cometió. El aprendizaje resulta muy caro pero no es culpa del sable sino de la
mano que lo guió.

Francia.
Se oye un grito de libertad, resonante, pero poco a poco en el paso del tiempo se va ahogando,
dando lugar a un sonido gutural que reclama una justicia perdida,pero es tan viejo y brutal este re-
clamo que la justicia se transforma en injusticia.

Corea del Sur.


Un gran misterio une en alguien dos identidades. Ese alguien es un hombre joven que por el ím-
petu de su juventud no alcanza ni la una ni la otra, coqueteando con la dos al mismo tiempo. Esto le
produce un retraso en su evolución, pero a él no le importa porque aún es joven.

29
Suiza.
Una señora muy formal transita por los caminos de Europa. Su andar es lento y elegante, y todo
el mundo le sonríe a su paso, pero una vez que ha pasado el pestilente recuerdo de su perfume revive
el odio en todos sus admiradores.

Togo.
El perro guardián de una gran mansión está hambriento. La mansión está cerrada y sus amos au-
sentes, se olvidaron de él y el perro tiene hambre.

España.
Una señora muy engalanada hace alardes de su belleza. De la cintura hacia arriba luce esbelta,
pero de la cintura hacia abajo la vejez y la muerte la están acosando.

Ucrania.
Es una gran cueva misteriosa pero acogedora, la cual invita a entrar. Sin embargo esta invitación
despierta miedo. ¿Qué hay en esa cueva? Un gran misterio encierra su origen, pero para verlo hay
que pagar un precio muy alto y doloroso, por lo tanto lo mejor es apartarse de la cueva y no entrar en
ella, y dejar que el misterio nunca sea revelado.

Túnez.
Dos rifles apuntan y ambos están dispuestos a disparar. La prudencia en uno y la astucia en el
otro hace que se detengan. Así suman sus fuerzas pero en el transitar cuidan sus espaldas, no vaya a
ser que por confiar el otro dispare primero.

Arabia Saudita.
Tres corceles blancos galopan salvajes y sin jinete sobre una arena dorada. Una hembra negra se
presenta ante ellos, seducidos los corceles la persiguen y la disputan. Al final logran encerrarla en un
triángulo del cual nunca saldrá porque ellos son sus amos.

30
7

El Aleph brilla con fulgor y regocijo cuando los primeros Rishis cubren todo su espacio.
Hace su aparición Madhachhandas, y su figura irradia una luminosidad de otro tiempo y otro es-
pacio.
“He sido convocado para esta nueva experiencia de la que seré partícipe como mis otros herma-
nos, buscando fortalecer este Plan creado por El Padre.
De mi parte pongo todo al servicio de esta tarea”.
Veo un carro tirado por siete caballos, y este carro es guiado por Madhachhandas. El guerrero es
terriblemente sanguinario, los cráneos de sus enemigos van cubriendo los caminos, formando una
alfombra de adoquines.
Todas estas víctimas generan un gran campo energético que lo acompaña como si fuese su som-
bra.
Este campo energético está investido de una gran carga de venganza, y esta carga tiene una
energía muy potente, la cual utiliza el guerrero para nuevas conquistas y crímenes.
La carrera no para impulsada por esta energía vengativa que está alimentada por el odio de sus
propias víctimas.
El maestro Yukteswar, que está contemplando la escena, dice:
“Toda esa potencia visible, en una masa de fuerte contendido de venganza acumulada por cada
una de sus víctimas, hizo que este guerrero se transforme a través de la presión de sus culpas.
Dos potentes fuerzas, la venganza y el arrepentimiento, convergieron así hasta producir una ex-
plosión atómica, en la cual se pulverizó la imagen del guerrero.
Así, por cuentas pendientes, transformada en energía reparadora, buscó la conversión, pero para
eso tuvo que descender a lo profundo del plano que transitó en sus guerras, debiendo reparar todo el
mal sembrado y cosechar como fruto la liberación de las almas de aquellos que había sometido.
Este colosal trabajo lo convertiría en un Rishi”.

Jetri eleva con profunda nostalgia su mirada al cielo y reflexiona:


“Desde este lugar haré lo imposible para que este Plan puesto en marcha hace ya tiempo, llegue
a la meta y tenga por resultado la purificación de todas las almas. El sentido de esta purificación es
que puedan alcanzar algún grado de evolución que les haga posible el retorno al Padre”.

31
Jetri era el antecesor de Alí Baba con una hueste de ladrones que multiplicaba los 40 por mil, y
robaban las esperanzas de las almas.
Con este gran botín hacía trueques con la oscuridad, la que lo proveía de fuerza, gloria y poder
para seguir robando la esperanza.
Pero la esperanza, llegó un momento, se hacía cada vez más difícil de encontrar, y la poca que
surgía se la disputaban los 40 multiplicados por mil, y ahí comenzó la destrucción.
Sin esperanza que robar, y hambrientos y sedientos, los 40 multiplicados por mil comenzaron a
fagocitarse, hasta que los últimos se terminaron comiendo a su jefe.
No fue fácil el banquete, porque este se defendió con uñas y dientes, pero ya vencido, mientras
perecía, se produjo el milagro pues cuando fue devorado por su propia naturaleza, encontró el sentido
en el sinsentido y como el ave fénix resurgió de entre sus restos.
La esperanza robada a los otros se manifestó en él por obra y Gracia del Padre, y en el momento
de su desintegración inflamó esos restos perdidos, lo que produjo un estampido de luz que iluminó el
horizonte, haciendo visible todo el proceso ocurrido.
Resucitó a los 40 por mil y los transformó en heraldos de la esperanza, rescatando todas las al-
mas perdidas, extraviadas y obnubiladas, devolviéndoles así todo lo anteriormente robado.
Estas almas, en agradecimiento por su generosa acción, contribuyeron con su energía para que
Jetri fuera ascendiendo hacia los niveles de purificación a los cuales hoy ha llegado y desde donde
viene a esta misión.

Estas son las palabras de Medhaithi:


“Todo lo que fue propuesto por El Padre se llevará a cabo aunque le pese a la oscuridad”.
En un inicio Medhaithi era una laguna oscura que ocultaba en sus entrañas los monstruos más te-
rribles y perversos.
Cada vez que alguien intentaba cruzar la laguna terminaba en los vientres de sus terribles mons-
truos, por lo que jamás nunca nadie pudo llegar a la otra orilla.
Una noche oscura y tormentosa, un rayo lo penetró, y al iluminar sus entrañas se hicieron visi-
bles las almas de sus víctimas, que estaban atrapadas en las negras profundidades.
Ante la presencia del rayo iluminador las víctimas gritaron angustiadamente, pidiendo ser libe-
rados de semejante prisión. Los gritos hicieron crecer la luz hasta que no quedó ningún rincón de
oscuridad en las entrañas de la laguna, transformándose esta en una laguna de luz que en su superfi-

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cie limpia y transparente terminó reflejando permanentemente la luz del Padre, ayudando a los viaje-
ros a cruzar de orilla a orilla.
Al haber agotado toda la deuda acumulada El Padre le confirió a la laguna una figura humana
que se transformó en uno de los más preciados Rishis, el cual aborda hoy una parte de su Plan.

Medatitchi viene sobrevolando la humanidad y a su paso va cubriendo con partículas de luz cada
agujero donde se percibe lo oscuro.
Este Rishis era una enfermedad que acosaba a gran parte de la humanidad. Cuando cobraba gran
número de víctimas se reflejaba y manifestaba al experimentar un apetito incontenible. Estas mani-
festaciones se traducían en las grandes plagas del mundo.
Todo funcionaba bajo su control y pueblos enteros eran diezmados ante su presencia.
Hasta que un día sintió que un antivirus se incorporaba en ella, este antivirus era el germen gene-
rado por el dolor de sus víctimas.
Este antivirus se expandió rápidamente y la que fue victimaria se transformó en víctima, hasta el
punto que el dolor de los otros la fue carcomiendo.
A medida que el dolor la penetraba, la angustia agotó toda su potencia, hasta que debilitada y sin
fuerzas sintió que se consumía.
El fin había llegado, no tenía forma de volver atrás, pero sí de dar un paso adelante, y la tremen-
da angustia la impulso a ello.
Se enfrentó a una resistencia sin límites, pero su convicción era tan grande, que a pesar de la an-
gustia que sentía llegó a las puertas de la Verdad.
En estas puertas permaneció resistiendo el ataque de la oscuridad, hasta que estas se abrieron y
cuando así sucedió, tal fue la Luz que surgió del interior de la Verdad que se fundió en la misma todo
registro de su anterior existencia.
Cuando miró hacia atrás comprendió que debía realizar una gran misión y así se unió a las fuer-
zas del Padre.

Sunahaspas afirma que tiene la misión de proyectar la Energía que El Padre le provee para
transmutar el estado de conciencia de todas las almas.
Este Rishi era el espíritu del gran frío. Todo a su paso se congelaba, y su manifestación era tan
intensa que los grandes hielos cubrieron el planeta.

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El frío y la desolación reinaban en todas partes, pero algunas se resistían a este feroz sufrimiento
y acudieron a la llama que jamás se apaga, la llama de la esperanza, y ésta con su débil fortaleza fue
derritiendo poco a poco el hielo invasor.
Así, lentamente el espíritu del frío se fue derritiendo, creando los grandes mares, ríos, lagos y la-
gunas, entonces su verticalidad helada pasó a una horizontal acuosidad en la cual se reflejaba toda la
magnificencia del planeta.
Aturdido, el espíritu del frío preguntó a los continentes.
“¿Quién es dueño de semejante maravilla?”.
Los continentes, con su generosidad, le mostraron la obra del Padre, ofreciéndoles las aguas al
hijo del hombre.
Ante tanta maravilla, el espíritu del frío, ahora transformado en agua, se prosternó, ante lo cual
el hijo del hombre le dijo:
“No es ante mí, sino a mi Creador a quien debes servir”.
Al escuchar esta revelación, al agua se transformó en estado gaseoso y ascendió al reino del Pa-
dre, y éste entonces la premió dándole el cuerpo de un hombre y a su regreso, envuelto por las nubes,
se convirtió en un Rishi, otro más para el ejército del Padre.

Hiranyastapa abre sus brazos y de su pecho sale un haz de luz que se esparce a todo el espacio.
“Será necesario esto y mucho más hasta finalizar la obra.
No quedará nada librado al azar”.
Señor de las entrañas, todos los fuegos le pertenecen, el de los volcanes, el de los incendios, el
de los rayos, el de las furias y los odios, todos los fuegos son de este señor.
En su caldero se funden las esperanzas, no hay nada que escape a su voracidad. Pero todo tiene
un punto de inflexión y no es posible arrebatar sus consecuencias.
Esto significa que todo lo groseramente desbordante conlleva su dualidad, y esta es la armonía
que va penetrando, y así el fuego profundo se transforma en fe, una fe ardiente que todo lo devora y
al devorarlo lo convierte.
Es así que lo que antes carcomía ahora construye, pero construir no es suficiente porque tiene
que trascender, y la forma en que la fe trasciende es que en su ardor sus chispas se elevan hacia
alturas inconcebibles donde quedan imantadas por la Energía del Padre.
Este fuego ardiente le da forma al Rishi, e Hiranyastapa decide descender para servir al Padre en
el plano del hombre.

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“Soy colaborador de este gran proyecto, el cual es posible gracias al Padre, que es nuestro único
proveedor”, así lo expresa Kanva, quien después de anunciar su tarea, cuenta su historia.
“Yo fui el rey de la desoladora devastación, mi reino era el campo raso donde nada se manifestaba.
Mi devastación se extendía por los lugares más recónditos y en mi afán de negativa expansión el
mismo horizonte no era límite para mi poder.
Pero tanta desolación no era buena porque la desolada manifestación de la desolación se trans-
forma en un caos difícil de entender.
Y este caos ya no tiene límites, y la existencia termina siendo devorada por la inexistencia, pero
el milagro se produce cuando en el vacío de la inexistencia se manifiesta la Suprema Presencia en su
más pura y excelente visión.
La naturaleza de la desolación se terminó transformando en la verdadera Presencia de la Exis-
tencia, y así surgí yo, Kanva, un Rishi servidor de mi mismo, es decir de esa Esencia que me dio
origen y a la cual pertenezco por Naturaleza Divina”.
Un nuevo Rishi se sumo a la legión del Padre.

“El Padre quiere la vuelta de sus hijos –manifiesta Praskanva– y así trabajaremos para cumplir
ese objetivo.
Sabemos que esta tarea llevará un gran esfuerzo, mucho tesón, y principalmente fe”.
Praskanva se manifiesta en el temor, el temor como fuerza que doblega toda existencia, porque
esta se vuelve ciega ante el miedo, y esta ceguera solo puede ver, por paradójico que parezca, las
imágenes aterradoras que hipnotizan la voluntad, haciéndola totalmente dependiente de esa oscuridad
manifestada como ceguera.
Pero en el proceso de la vida nada es estático, y la parálisis del temor se empieza a mover en la
duda, hasta que como consecuencia de la terrible lucha librada consigo misma, la duda se convierte
en certeza, y la certeza en firme creencia y la firme creencia en fe.
Esta transformación produce el retorno al punto del cual se partió, y después del partir viene el
volver, que es volver al Origen.
Praskanva, que se manifestó en el temor, ahora es un rayo que parte la masa de tinieblas, inyec-
tando la fuerza para el retorno a la Presencia del Padre.
Este Rishi también se ha unido a las huestes del Padre.

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Surya se dirige a los hombres diciendo:
“Acompañando el compás de los tiempos del mundo iré haciendo solamente lo que sé, y de esa
forma irá resurgiendo el espíritu, volviendo al camino perdido”.
Surya es el vértigo final.
Todo converge hacia un hoyo en el cual se disuelve.
Este hoyo es una fuerza centrífuga que atrae todos los valores existentes y no existentes en las
experiencias del hombre.
Se denominan no existentes aquellos valores que están en posibilidad de manifestarse y que aún
no lo han hecho, y que esta fuerza de centrifugación vuelve imposible su manifestación porque han
quedado atrapados en las profundidades de ese hoyo.
Surya como torbellino centrífuga cualquier presencia, concentrando su energía en un punto de
neutralidad, donde se produce la disolución de lo que fue capturado.
Sin embargo, como todo ocurre en el plano de la dualidad, la fuerza centrifugadora va perdiendo
su poder y termina absorbiéndose a sí misma, creando un agujero negro.
Este agujero negro saturado por la oscuridad que contiene comienza a atraer la luz, y al penetrar
ésta en ese agujero se produce un cambio de vibración, transformándose la fuerza de absorción en
fuerza de expansión.
Al absorber la luz, es también la luz lo que va a expandir, y en esta expansión encandilará toda la
oscuridad, y es tal el poder de la luz, que el agujero negro termina desapareciendo, dando lugar a un
centro luminoso.
Este centro imanta la Presencia del Padre, el cual transfiere en la figura de un hombre que será
el Rishi Surya, la sustentación y control de ese campo de luz.
Así este Rishi, como los anteriores, participará en el legendario ejército del Padre.

Nodhas dice que en este mundo tan lleno de personajes y acontecimientos que ennegrecieron la
Idea Original que El Padre tuvo para la Tierra y el hombre, él está junto con los otros Rishis, traba-
jando para su transformación y regreso a la Luz.
Nodhas fue el señor del reino de la calma, esa calma aplastante de vibración muy densa y que
como calma es una ciénaga que absorbe y paraliza todo movimiento.
Nada tiene fuerza ni sentido porque todo sucumbe ante esa calma.
La lentitud va siendo consecuencia de esa calma, y esta va hundiendo toda vibración en una den-
sificación exasperante y profunda.

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Ahora bien, la exasperación como consecuencia de la calma crea una reacción en la cual lo cal-
moso se va transformando en contencioso, entrando ambas energías en un punto de fusión, dando
como resultado lo armonioso.
¡Excelente campo de energías para la manifestación del Padre!
Este es el reino preferido donde a Él le gusta manifestarse y en premio a tal deleite le pide a
Nodhas, ahora un Rishi armonioso, que sea quien mantenga siempre equilibrado este campo de
energías.
Los Rishis que se manifestaron retornan a la invisibilidad para cumplir su tarea, mientras el
Aleph se prepara para recibir a los próximos participantes de la experiencia.

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8

El Aleph presenta una figura cotizada en 35 millones de euros, tal fue el precio de su pase
del Olympique de Marsella al Chelsea.
Estoy hablando de Didier Drogba, la estrella de Costa de Marfil, que va caminando por la zona
del puerto a orillas del Elba, por supuesto estamos en Hamburgo, y el hombre camina cubierto con
un sobretodo y tapando su rostro con lentes oscuros, como si se estuviese ocultando.
Su andar es ágil, parece que estuviese trotando en alguna cancha de fútbol, y no advierte que al-
guien lo sigue, es el Rishi Jetri que lo chista, tratando de llamar su atención, pero Didier no responde,
entonces el Rishi pronuncia su nombre: “Didier”.
Desconcertado, Didier se da vuelta, mirando en todas direcciones, pero no puede registrar la ima-
gen del Rishi, entonces este hace más visible su vibración para entrar en contacto con el futbolista.
Didier se asombra ante la imagen asombrosa que le muestra el Rishi.
Se quita los anteojos para comprobar que lo que está viendo es real, pues le parece que quien es-
tá frente a él es un fantasma venido de otro mundo.
Didier, ante la presencia del Rishi queda como clavado en el piso sin poder moverse, tieso como
una estatua, ni siquiera puede modular una palabra.
“Relájate muchacho, solo quiero conversar contigo, no soy ninguno de tus fanáticos ni tampoco
quiero hacerte daño”.
El muchacho empieza a moverse y se va despejando un poco de su parálisis, entonces el Rishi
aprovecha para estrecharle la mano y presentarse, diciéndole que su nombre es Jetri, pero la enorme
mano morena de Didier, estrechando la del Rishi no puede parar de temblar.
Didier está muy asustado y ahora todo su cuerpo tiembla, el impacto vibratorio es muy fuerte,
por lo que Jetri busca descomprimirlo mientras se aproximan a la orilla del río.
El Rishi lo invita a sentarse en un banco de madera y Didier obedece como un autómata, pero no
puede mirarlo a los ojos, su mirada está perdida quien sabe donde.
“No temas –le vuelve a decir el Rishi– tenía gran interés en conocerte, sabe que no estoy aquí
por casualidad sino por cumplir una misión, una de las tantas que El Padre me ha encomendado.
Tal vez no comprendas lo que te estoy diciendo, pero sé que puedes oírme y creo que eres capaz
de responder a algunas de mis preguntas”.
“¿Qué quieres saber?”, atina a decir Didier rompiendo el hielo.

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“En realidad lo que quiero saber es cómo llegaste a este extremo, cual fue el precio que pagaste
por escalar tan alto”.
“Quiero suponer que fue mi talento que me trajo hasta aquí, la gran habilidad para jugar al fút-
bol”, responde Didier con un gesto de mucha arrogancia.
“Seguro que sí. ¿Pero sabes quién te otorgó ese talento?”.
“Nació conmigo, fui formado para eso, me dijeron que debía ser el mejor y tenía toda la energía
para que así fuese”.
“El tuyo es un pacto muy importante con el Demonio, pero todavía no has visto la peor parte de
este juego.
Espero que tu inconsciente esté reflexionando acerca de lo que te he dicho”.
“Ahora me he quedado con una duda, pero a la vez aparecen otras preguntas en mi mente, como
si siempre hubiesen estado guardadas y jamás le hubiese prestado atención.
Pero te pregunto lo que más me inquieta, ¿por qué nombraste al Demonio?”, interroga descon-
certado Didider.
“Porque es solo él quien crea la ilusión de la fama, el éxito, el gran poder, solo él lo hace posi-
ble, pero al aceptar su ofrecimiento le otorgas el derecho de destruirte.
Para alcanzar al Padre no necesitas manejar con tanta excelencia una pelota, hacer goles y ganar
mucho dinero, todo es mucho más simple, pero Didier, estás muy lejos de la Verdad que te salvaría y
muy cerca de la mentira que te destruirá”.
“¿Qué me estás diciendo?
¿Acaso me pides que renuncie a todo lo que logré?”.
Y mientras dice esto Didier se atreve a mirar al Rishi, trasluciendo sus ojos la desesperación en
que está presa su alma.
“¿Qué puedo hacer ahora si ya soy presa del Demonio?
“Solo debes darte cuenta para qué haces lo que haces y cuál será el costo de las vanidades que
alimentan tu gran ego.
Piénsalo”.
Didier se levanta del banco de madera y sin saludar a Jetri se va perdiendo en la tarde fría de
Hamburgo, sin reconocer, por supuesto no podía reconocerlo, a Johannes Brahms que, en su paseo
habitual por su Hamburgo natal, se detuvo curioso a escuchar la conversación.
Brahms se sienta al lado de Jetri y le dice:

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“Creo que has estado un poco rudo con el muchacho. Ya el impacto de verte lo dejó paralizado,
y ni hablar del diálogo que vino después.
¿Piensas que te habrá entendido?”.
“Seguramente en este momento no entendió nada, una enorme confusión da vuelta en su cabeza
y pronto olvidará mis palabras, pero si no es ahora algún día podrá vislumbrar cierta luz para que su
alma salga a respirar algo de la vibración que le he dejado”.
El músico permanece un instante reflexionando en silencio para después decirle al Rishi.
“Es difícil Señor comprender para el hombre que se cree en lo más alto de su carrera, que todo
es parte de un engaño.
Hay que ser muy fuerte para ver desmoronarse el personaje.
Creo que solamente derrotando al ego se puede sufrir menos”.
“Es así mi amigo, no es fácil.
Hoy nada es fácil en este mundo donde no ha quedado nada por destruir y está todo tomado por
esa energía oscura abrasadora que ha nublado las mentes y clausurado las almas.
Por eso la vibración del Padre debe irrumpir como yo lo he hecho con este muchacho, debe ser un
shock que sacuda y despierte, solo así el hombre podrá comenzar a salir de la pesadilla en que vive”:
Brahms se había quedado asimilando las palabras de Jetri, cuando una voz lo saco de su ensi-
mismamiento.
“Hola, Johannes”.
“Pero si es mi amigo Jackson Pollock”, dice eufórico el músico al reconocer al pintor norteamericano.
“¿Qué haces por aquí, Johannes?”.
“Soy yo quien debería preguntarte eso, por mi parte no hago más que pasear por mi Hamburgo natal”.
“Cierto, acá el extraño soy yo, pero este Mundial nos ha involucrado a todos en esta locura y los que
manejan el fútbol en los Estados Unidos me enviaron a que les dé unas instrucciones a nuestro equipo”.
Te dejo, Johannes, me voy a Gelsenkirchen a ver a los muchachos.
Hasta ese momento Jetri había permanecido invisible a la vista de Jackson Pollock, pero antes de
que este se retirase decidió intensificar su vibración y apareció al lado de Brahms.
Algo sorprendido Jackson Pollock lo saluda.

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“Disculpe Señor, no había reparado en usted, me llamo Jackson Pollock, soy un pintor norteame-
ricano que dejó la Tierra hace unos cuantos años, pero los que todavía viven me siguen acosando y
no me dejan tranquilo”.
“Te conozco Jackson, alguna vez conversamos aunque ahora no lo recuerdes, sé que estás apu-
rado por llegar a Gelsenkirchen, ya nos veremos en otro momento”, le dice el Rishi, despidiéndose.

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“Muchachos, los veo demasiado rígidos, demasiado construidos en el molde norteamerica-


no, perdónenme pero parecen cowboys de películas clase B, una suerte de Ronald Reagan preten-
diendo jugar al fútbol.
Así nunca superarán la primera ronda, pero no se equivoquen, aquí la cuestión no pasa por su-
perar rondas, sino por gotear la pelota, lanzarla al azar, danzando siempre danzando y así deslumbrar
al mundo y salvar a los Estados Unidos, y esto último es lo que importa, sobre todo después del
papelón que estamos haciendo en Irak.
¿Si no nos salva el fútbol, quién podrá salvarnos?
Ni George Washington, que ya no es más que millones y millones de estampitas dibujadas en los
dólares, ni el pragmático filósofo William James, que impulsó nuestro glorioso modo de vida, ni la
trompeta de Louis Armstrong, ni el suicida de Hemigway, ni los Faulkner y compañía, nada de eso,
ni mucho más podrá salvarnos, ni la bruja de Condoleeza Rice, ni el béisbol, ni el futbol americano,
ni los monstruos de la NBA, ni el decadente boxeo donde ya desaparecieron Mohamed Alí, Mike
Tyson y todos los grandes.
¿Pero si realmente hablamos de salvarnos, de qué realmente debemos salvarnos?
Debemos salvarnos de nosotros mismos y solo el fútbol podrá hacerlo, pero no cualquier fútbol
sino un juego de la estética radical configurada en la excentricidad y la inconclusión.
Copien estilos, y adáptenlos creativamente, no pretendan jugar a un modelo americano que no
existe.
¿Acaso existen los Estados Unidos, o solo fue un desafortunado invento de los peregrinos del
Mayflower? La belleza tómenla de Brasil, la fuerza de Italia y hasta la ingenuidad africana, todo
debe ser incorporado.
Desconcierten por favor, desconcierten, busquen constantemente nuevas formas y traten de
plasmarlas. Conviértanse simultáneamente en sutiles y toscos, pero por favor desconcierten.
¿No es así Howard? ¿Qué piensas Albright? ¿No tengo razón, Breasley? Ya lo veo Lewis que
me estás dando la razón, como podrías no dármela.
Giren en remolino, ataquen como chorros incontenibles en un juego que sea cósmico y encanta-
dor. Exploten en la cancha, inventen, no importa si no resuelven pero inventen por favor porque en
ustedes está el destino de los Estados Unidos.

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A veces ganar un partido es solo un cambio de posición, y entonces verán todo distinto, pero no
repitan la jugada, no la repitan nunca, corran cuando los otros crean que están por detenerse y detén-
ganse cuando los otros crean que van a correr.
Controlen la velocidad, y como ya les dije, transformen el fútbol en danza, dibujen imágenes
siempre diferentes y delirantes, hechicen el césped, llénenlo con su magia, muévanse con agilidad,
delicadeza, rapidez, flexibilidad, equilibrio, sensibilidad, suavidad.
Piensen que el césped es una superficie que refleja sus ideas, y actúen ahorrando energía, enton-
ces cada jugada se perderá en la memoria porque será reemplazada por otra mejor y así hasta el
infinito.
Decoren cada jugada con gusto y trascendencia.
Como ya saben les está hablando Jackson Pollock, y los que no lo saben es un buen momento
para que se enteren quien soy, el artista más reconocido del expresionismo abstracto, y dejé este
pícaro mundo hace 50 años, allá por 1956, loco y borracho, a los 44 años.
Y después de decirles todo lo que les dije, como estoy muerto, loco y borracho puedo confesarles la
verdad, se ofenda quien se ofenda, ¿qué puede importarme en mi condición si alguien se ofende?
Nada de lo que les dije lo podrán hacer porque ningún americano, ni siquiera yo, Jackson Po-
llock, pudo hacer nada parecido, porque nosotros los americanos somos torpes jugadores de la vida,
solo sabemos sojuzgar y mentir, y sojuzgarnos tal vez, y mentirnos.
¿Quieren saber la verdad, muchachos? No pasarán de la primera ronda y todo terminará sin pena
ni gloria, y ofreceremos al mundo nuestro mensaje de siempre que ni Hollywood puede disfrazar”.

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Lo veo a Rishi Garasura que explica que su misión consiste en desactivar los pensamientos
mágicos, dado que la existencia de estos, si bien tuvieron su justificación en los albores de la huma-
nidad, ahora lo único que hacen es confundir y bloquear la posibilidad de que ingresen en la concien-
cia pensamientos esclarecedores que iluminen la Presencia del Padre.
Garasura está cubierto con un gran manto blanco y al desplegarlo deja a la vista una gran pirá-
mide, similar a la de Keops.
“Esta pirámide marca el paso del tiempo”, comenta el Rishi.
Las caras de la pirámides están muy pulidas y por momentos, al reflejar los rayos de Sol, queda
envuelta en una masa de luz que la sume en la invisibilidad.
En el momento en que se hace invisible un rayo luminoso parte de su vértice superior y se pro-
yecta verticalmente hacia el infinito. Garasura va descendiendo por ese rayo de luz y nuevamente
aparece cubierto por el gran manto.
El maestro Yukteswar explica esta misteriosa escena.
“Esta imagen es la representación física de la herencia que las entidades proyectaron sobre este
planeta. ¿Qué significa la herencia? Son los datos físicos, leíbles aparte de cierta comprensión, desde
la cual es posible acceder a una información para comprender ciertos fenómenos, y como fenómenos
debemos entender aquellas leyes naturales que no son comprensibles a simple vista pero que tienen
contenidos muy profundos, las cuales se revelan a través de la ciencia divina que da respuesta a la
humanidad del sentido de su evolución”.
“Maestro Yukteswar, ¿quiénes son las entidades que mencionaste?”, interroga el mandala de
convocantes.
“Estas entidades son las mentes superiores que de algún modo inscriben físicamente los datos
que posibilitan la comprensión de la evolución humana”, responde Yukteswar.

El Rishi Gotama dice:


“Yo inspiré la iluminación del Buda para que fuera vocero de una enseñanza que solo era posi-
ble transmitir por un medio de naturaleza humana.
Es importante tener en cuenta que para transmitir una enseñanza se debe utilizar el canal indica-
do, por eso el Plan del Padre regula toda transmisión en la forma y espacio que corresponde.

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Pero ninguna enseñanza puede ser incorporada si no hay una preparación previa, por eso en las
bodas de Canáan, el Evangelio dice que solo ingresarán a la fiesta aquellos que tengan el atuendo
correspondiente.
Este es el problema que en este momento afronta la humanidad, prácticamente nadie tiene el
atuendo correspondiente porque la animalidad del hombre ha reverdecido tan potentemente que es
casi imposible despertar en él la conciencia de lo humano.
Este hombre ignora que posee un alma a la que atormenta con su animalidad, y esta es tan dura,
o aún más, que cualquier roca existente en el planeta.
Disolver esta condición es mi misión y la estrategia va a consistir que el hombre vea reflejado
permanentemente todo acto de animalidad y no permitir que lo proyecte en otros sino obligarlos a
que se hagan cargo de su propia proyección.

Kutsa es un Rishi que se manifiesta a través de los vientos que ascienden para purificarse como
energía y descienden para llevar la dicha al plano de manifestación, y así permanentemente ascien-
den para ser purificados y descienden para purificar.
Este proceso se manifiesta en los cambios psicológicos y físicos, y es necesario el estado de
atención para recibir los vientos.
¿Cuál es la actitud correcta para recibir la purificación? Ceder a los vientos las cargas de expe-
riencias tanto negativas como positivas y de este modo alivianar la conciencia para que en algún
momento pueda irrumpir la intuición, y de ese modo completar el proceso alquímico que da como
fruto la evolución.
Desde el centro del Aleph, Kutsa manifiesta:
“El Sol es mi aliado, con su deslumbramiento podré cegar las imágenes confusas que proyectan
la penumbra y la noche, y así desactivar todo el mundo de proyecciones que confunden y pierden al
hombre.
Esta luz enceguecedora me ayudará a bloquear la imaginación, que es la madre de la perversión,
y así tranquilizar las mentes de los condenados que en el silencio de las imágenes podrán percibir esa
luz como ejemplo y registro de la Luz del Padre”.

Al Rishi Kasyapa le cuesta admitir el grave estado en que se encuentra la humanidad. Su cora-
zón sangra con una pena muy profunda, lamentando tanto tiempo que se ha perdido del programa de
evolución, y lo peor, que se ha transformado en involución con el riesgo de perder definitivamente la

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naturaleza divina por ese estado casi irrecuperable de una humanidad abandonada al deseo y esclavi-
zada por su veneno.
Este es el veneno que se propone filtrar hasta convertirlo en el deseo de alcanzar al Padre.
Para este propósito el Rishi se presenta como un cíclope provisto de una gran herramienta con la
cual va despegando las costras del deseo petrificadas en la conciencia.
El esfuerzo es muy grande porque el trabajo lo realiza sobre la conciencia colectiva.
El objetivo de remover esas costras es permitir que se filtre la luz que como lubricante va removiendo
estas estructuras tan rígidas, desarticulando lo que miríadas de experiencias fueron solidificando.
Es de algún modo un trabajo titánico, pero la fuerza y convicción del Rishi no tienen límites, y
de este modo, a medida que las costras de los deseos demoníacos se vayan ablandando, las irá trans-
portando al celestial gabinete alquímico para transmutarlas en el divino deseo de retornar al Padre.
Varsaghiras se presenta con dos neutralizadores de ruido colocados en sus oídos y dice:
“Es intolerable la vibración que ocupa la Tierra, es tan baja y estruendosa que únicamente puede
ser apreciada por los demonios.
Es una vibración tan oscura que penetra en los hombres como una larga aguja, manteniéndolos
prisioneros y torturados, pero son tan inconscientes de sí mismos que increíblemente disfrutan y
gozan de este terrible flagelo.
Traigo un arpa de siete cuerdas con la cual ejecutaré los siete himnos de la victoria que no son ni
más ni menos que el Nombre del Padre ejecutado en cada una de las cuerdas.
Esto irá limpiando tan detestable vibración sonora y produciendo alternativamente los reempla-
zos tonales con acordes celestiales, y el planeta se cubrirá de un sutil sonido que podrá llegar a los
oídos de Padre como el deseo de liberación.
Pero este proceso tiene una dificultad, ya que al manifestarse la vibración celestial, escudos en
forma de espejos bloquean su manifestación.
Estos espejos son la falsa imagen que la humanidad tiene de sí misma, y la única forma de disol-
ver esta falsa conciencia es que esta muralla de espejos sonoros se escuche a si misma.
“¿Cómo es posible lograrlo?”, interroga al Rishi el mandala de convocantes.
“Muy fácil –responde Varsaghiras– si se tiene conciencia de cual es la fuerza más importante
que bloquea la dimensión divina”.
“El deseo”, expresa el mandala de convocantes.
“¿Y qué es lo que alimenta este deseo?”.
“La vanidad”, vuelve a responder el mandala.

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“Perfecto, la vanidad es el talón de Aquiles, la vanidad siempre pretende escucharse a si misma,
por eso la conciencia de la irrealidad del sonido proyectado en el espejo es lo que puede destruirla”.
“¿Cómo funciona esto?”.
“El sonido es rechazado y la muralla de espejos, despojada de la falsa sonoridad, mostrará la
sombra de la vanidad, y entonces el alma asombrada caerá prosternada por la música que proyecta la
Energía del Padre”.

Trita va caminando sobre la Tierra con un sonar que trabaja sobre los campos minados para de-
tectar donde hay explosivos que puedan estallar y desactivarlos.
Las grandes ciudades son un gran campo minado donde la reacción en cadena se manifiesta en
forma embozada. Basta con que un punto se active para que se vayan activando los otros, pero como
los hombres no comprenden el funcionamiento de este mecanismo impulsado por los demonios,
consideran que los desastres son consecuencia de falta de previsión y control en unos casos, o del
azar en otros.
Nada en el mundo demoníaco es azaroso, todo responde a un programa, y la tarea de Trita es
desprogramar este programa que tiene por finalidad generar las permanentes tragedias de la vida
cotidiana, tales como el encadenamiento de actos delictivos, accidentes de tránsito, incendios o cual-
quier tipo de catástrofes.

“Una vez había un pueblito en una lejana galaxia donde vivía en una casa de luz”.
Así comienza el Rishi Kakshivat su relato y sigue contando.
“Soledad y armonía compartían mi existencia y durante mucho tiempo únicamente El Padre ma-
nifestaba su Presencia.
Pero de pronto esa paz terminó cuando El Padre me llamó y me pidió:
– Kakshivat, ve a la Tierra y construye un ejemplo de los que has vivido, trata que sea en un pa-
raje similar, que se convierta en un espejo proyectado al Infinito, para que así su imagen divina
se propague a todos los rincones del planeta–.
Y ahora estoy en la Tierra para cumplir con la misión que El Padre me ha encomendado”.
Así concluye el relato del Rishi Kakshivat.

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Si hay alguien a quien El Padre haya reservado el peor trabajo, ese soy yo, para ustedes Parach-
chepa, el castigado. ¿Por qué castigado? Una vez desobedecí al Padre y Él me perdonó, pero me
advirtió que algún día tendría una dura misión y cumpliendo con ella saldaría mi deuda.
“¿Y cuál es esa misión?”, preguntarán ustedes.
Ni se lo imaginan porque quien puede imaginarse que El Padre me manda descender a los in-
fiernos y colocar allí 365 bombas de purificación.
Todavía no he puesto ninguna y ni me imagino cómo lo haré, pero El Padre me dijo:
– Tú ve y no lleves nada, que yo te proveeré en tiempo y forma el material que habrás de utilizar–.
“Padre mío –le rogué muy compungido– como humilde servidor te pido que por lo menos me
hagas invisible y me quites por un tiempo el don de la visión, dado que lo que iré viendo es tan tor-
tuoso que no creo que mi corazón lo resista.
Padre, contigo estoy en deuda y por ti voy a cumplir con esta misión”.
Y en la Tierra me fue revelado que esas 365 bombas de purificación consistirán en el número de
tareas que debía realizar, transformándome en el movimiento violento de las aguas purificadoras.
Tengo que invadir y retirarme, dejando a la luz la desnudez de la conciencia que despierta ante
la tragedia.
Los maremotos invaden los continentes para despegar de ellos lo irracional y perverso.
Para los hombres es difícil interpretar este proceso a pesar de que esta experiencia se repite en el
acto de lavar.
¿Por qué se lava? Evidentemente para quitar la suciedad. ¿Acaso no hay similitud? Cuando el
hombre lo hace por sí mismo lo comprende, pero cuando lo hacen las entidades superiores enviadas
por El Padre se lamenta.
¿El hombre no está permanentemente ensuciando la vida? ¿Puede quejarse si El Padre me ha en-
viado a limpiar esa suciedad con la que él se ha impregnado?

Dirghatama está sentado frente a un espejo y le dice a su imagen.


“Te das cuenta Dirghatama, ya somos dos, por lo tanto cumplir con la misión del Padre nos será
más llevadero”.
La imagen le contesta.
“Ah, no, yo soy solo tu imagen, no tengo nada que ver con ningún Plan, en consecuencia la res-
ponsabilidad es solo tuya”.

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“No me hagas esto, querida imagen, tu me duplicas y entonces me siento acompañado y fuerte al
ver tu reflejo”.
“Bien lo has dicho –responde la imagen– no soy más que tu reflejo, y no busques comprometer-
me porque no lograrás hacerlo”.
“¿Qué te cuesta? –ruega el Rishi–, solo acompáñame y te prometo que seré yo quien se encarga-
rá del trabajo”.
“No pretendas tenderme una trampa –dice la imagen– pues sabes que como imagen debo acom-
pañarte y reproducir cada acto que hagas, por lo que tendré que trabajar aunque no quiera”.
“Bien, lleguemos a un acuerdo, trabajemos juntos y compartiré contigo todo el producto de lo
que logremos”.
La imagen sonríe y le desarma el argumento.
“No señor, no me convencerás porque al cabo de la experiencia no obtendrás nada, por lo tanto
nada me darás”.
“Eres muy cruel y egoísta, pero debo reconocer que tienes razón, afrontaré yo solo la misión que
me ha impuesto El Padre, pero te pido una cosa, cuando esté muy cansado y dude de mi poder, mués-
trate un poquito y ello bastará para que recobre mis fuerzas y continúe en campaña”.
Y así El Padre le encomendó a Dirghatama regular el proceso de las estaciones, tarea que tiene
que realizar solo, sin la ayuda de su imagen.
El mandala de convocantes, enterado del trabajo que tiene que llevar a cabo el Rishi, está intere-
sado en conocer por qué las estaciones ofrecen manifestaciones extremas.
Dirghatama responde:
“Los cambios abruptos que se manifiestan en las estaciones son pura y exclusivamente conse-
cuencia del quiebre por parte del hombre de las leyes naturales.
Estas están diseñadas de manera perfecta para manifestarse en la experiencia humana, pero está
tan loco y conflictuado el hombre que transgrede en forma constante el orden natural, generando de
este modo el desequilibrio de las estaciones.
Mi responsabilidad es recuperar el equilibrio psíquico y físico del hombre, entonces las estacio-
nes, respondiendo a los ciclos de la Naturaleza, también retomarán su propio equilibrio.

Agastya inspecciona una enorme fortalezas de muros muy altos y defendido con la tecnología de
la que es capaz un gran Rishi.
Al pasar la última revista reflexiona:

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“Esto no está bien, algo no encaja.
Repasemos un poco el armamento de la fortaleza, las armas para el primer impacto están insta-
ladas, los paralizadores que intervendrán luego de la sorpresa también se encuentran en perfectas
condiciones, las redes de atrapamiento son más que suficientes y el foco exterminador está correcta-
mente calibrado, pero hay algo que no anda.
¿Dónde está la clave?”.
Nuevamente Agastya da una vuelta alrededor de la fortaleza y ahí cae en la cuenta y se pregunta:
“¿Fortalecer qué? Creo que ahí está el error, toda fortaleza en este plano es necesariamente una
manifestación negativa por ser de naturaleza material.
Debo cambiar todo y construir una fortaleza espiritual, entonces será distinto porque no será una
fortaleza para atacar y destruir sino para proteger y contener”.
Agyasta, después de comprender el sentido de la verdadera fortaleza, transmite a los hombres el
siguiente mensaje:
“Los cielos y los infiernos son uno solo.
Cuando el Sol ilumina se ve con claridad, pero cuando lo reemplaza la luna, la confusión es ma-
nifiesta.
En el plano así son las cosas, por lo tanto la luz y la oscuridad conforman el contraste necesario
de la manifestación.
La mente de este modo puede establecer conscientemente las polaridades que la acompañan.
Esto es la función de promover la unidad porque sin la conciencia de dualidad no hay posibili-
dad de experimentar lo Uno.”
Saludo a los Rishis, les agradezco su enseñanza, aunque debo reconocer que algunos pasajes me
resultaron algo herméticos, pero tal vez los lectores se encuentren en mejores condiciones de com-
prenderlos, y me concentro en Dortmund, trasladándome al siglo XII al castillo de Hans Dellwig,
donde se encuentra concentrada la selección de Alemania.

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¿Qué están haciendo los jugadores alemanes recluidos, transportados al siglo XII, en el cas-
tillo de Hans Dellwig, en Dortmund?
La concentración en este castillo medieval se debe a una estrategia secreta de Jürgen Klinsmann,
el director técnico del equipo, quien consideró que sería conveniente que estos primitivos jugadores
reciban los consejos del más grande pensador alemán de todos los tiempos.
Recostados en las murallas del imponente castillo, los futbolistas reconocen una presencia que
de fantasmal se va materializando en humana.
“¿Quién eres?”, le pregunta con tono inquieto Michael Ballack, el mediocampista del Bayern
Munich.
“Mi nombre es G. W. F. Hegel y vengo de las entrañas del siglo XIX.
Después de abandonar el plano físico en 1830 continué mis meditaciones filosóficas en el oscuro
mundo que me había reservado la muerte y me negué sistemáticamente a cualquier convocación que
me hicieran los vivos.
Hasta que a solicitud de Jürgen Klinsmann, quien me convenció de la necesidad de mi presencia
ante ustedes, y la reunión sería en este castillo en el siglo XII, para estar preservado de cualquier
inoportuna curiosidad humana.
Jürgen me pegó en mi único punto vulnerable, El Espíritu Absoluto. ¿Y qué pasaba con el Espí-
ritu Absoluto? A mi pesar, y contra mis predicciones en mi época este Espíritu Absoluto no pudo
terminar de realizarse, pero ahora podía tener la seguridad, me dijo Jürgen, que en este Mundial, con
las características del siglo XXI, el Espíritu Absoluto, se consumaría en el mundo, y ustedes se cons-
tituirían en el vehículo de su concreción definitiva”.
“No entiendo mucho de qué estás hablando, no soy tan leído, por eso, por favor, trata de ser más
preciso”.
El que habló era Olivier Kahn, y Hegel al escucharlo lanzó una carcajada antes de responderle.
“Lamentablemente la claridad nunca ha sido mi fuerte, pero haré lo posible para que me entiendan.
Ahora distiéndanse, pónganse cómodos y escúchenme con atención”.
Los jugadores y el técnico se sientan en el piso y se concentran en el filósofo que les habla, re-
costado en la muralla.

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“Ah, como mis añorados años en Berlín, tanto tiempo sin que nadie me escuchara, pero ahora fe-
lizmente están ustedes.
Muchachos, no vine a enseñarles las estrategias de juego porque para eso esta mi amigo Jürgen
Klinsmann, lo que quiero expresarles es una actitud.
Será importante que ustedes adopten una actitud ganadora, grábenla en su conciencia, pero que
la misma no sea una imposición de la exterioridad, sino una manifestación de la naturaleza del Ser.
Los demás los advertirán, y eso es lo que necesitan, ser advertidos para diferenciarse de los
otros, y que el resto los tome como ejemplo”.
Tim Borowski levanta la mano para hacerle una pregunta.
“¿Nos servirá esto para obtener la victoria?”.
Hegel le responde con cierta dureza.
“En esta experiencia no se admiten dudas, si tienen la convicción de manifestarse desde su ver-
dadero Ser, está de más decir los resultados.
Sin embargo, todo esto es un necesario juego de oposiciones para desarrollar el devenir del Ser,
la divina historia, por eso en este nivel de comprensión el resultado solo es un momento más en el
despliegue del Espíritu”.
Los jugadores se muestran desconcertados y se pueden escuchar los murmullos de las voces de
Lahm y Schneider, mostrando su disconformismo.
Jürgen Klinsmann le pide a Hegel que sea más directo y el filósofo continúa su disertación.
“Lo que les digo es fácil de comprender si son capaces de vencer el estado de negatividad.
La idea que trato de transmitirles es simple, cuando el Ser logra la Supremacía todo se puede.
Nada más tengo que decirles”.
Hegel se dirige al director técnico y perplejo le pregunta.
“¿Crees que estos muchachos serán capaces de realizar el Espíritu Absoluto?”.
Jürgen permanece en silencio y Hegel se va disfumando en la noche de Dortmund.

Todos los presentes de dirigen al gran salón del castillo donde está preparada la cena. Allí senta-
do en un extremo los está esperando el Rishi Varsaghiras, que le pide disculpas a Jürgen Klinsmann
y a los jugadores por su inesperada presencia, pero les dice que ha llegado de muy lejos a este Mun-
dial y no quería perder la oportunidad de dirigirle unas palabras a los muchachos.
La energía del Rishi disipa toda sorpresa, y su presencia se vive como esperada, gratamente es-
perada y las palabras que va a pronunciar generan una gran expectativa.

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“No les voy a demorar mucho tiempo la cena, sé que están hambrientos después de ese cansador
viaje al siglo XIII, pero solo quiero advertirles algo”.
Varsaghiras deja un espacio de silencio antes de seguir hablando para concentrar la atención de
sus oyentes, y cuando observó que todos estaban concentrados siguió deslizando suavemente sus
palabras.
“¿Se preguntarán muchachos por qué fueron los elegidos que llegaron a este Mundial?
Tal vez ninguno se haya hecho esta pregunta, pero yo se las voy a contestar.
Es impresionante en la red de pactos en que están involucrados y que los proyectó a este juego
de fama, dinero y poder, y están viviendo todo esto como si fuera interminable, un juego que nunca
acaba, siempre ascendente en un gozo infinito.
Lamentablemente quienes pactaron con ustedes les ocultaron el precio que tendrán que pagar por
todo esto que están viviendo.
¿Por qué niegan el ocaso que dentro de no mucho tiempo vivirán? Y este ocaso no es solo que
dejarán de brillar en los estadios, esa es la parte externa y menos importante de lo que les ocurrirá,
sino que el costo será la terrible angustia que empezará a carcomerlos, y sepan que esa angustia será
consecuencia del banquete que se estarán dando los demonios con su alma.
Les pido que sean inteligentes, pero no les hablo de esa inteligencia que usan para jugar al fútbol
y llenarse los bolsillos de euros, sino la inteligencia del discernimiento, tan difícil de alcanzar para
los humanos.
Quiero dejarles en su inconsciente grabada la ley de causa y efecto, en algún momento aparecerá
en ustedes la comprensión, y entonces verán con claridad la locura de que han sido víctimas en esta
etapa de sus vidas.
El gran filósofo que les habló y al que ustedes no pudieron entender por su lenguaje abstruso, di-
ce que los hombres creen que actúan por sus propios intereses, y en realidad lo hacen para la autorea-
lización del Espíritu.
Si cambiamos la palabra Espíritu por Gran Demonio, nadie con cierto discernimiento puede ne-
gar la verdad de la afirmación del filósofo.
Bueno muchachos, no quiero demorarles la cena, gracias por haberme escuchado, y después de
disfrutar estos manjares medievales vayan a descansar que mañana tendrán que volver al siglo XXI a
seguir preparándose para la competencia con un duro entrenamiento”.
Y dichas estas palabras el Rishi Varsaghiras se retiró del castillo de Hans Dellwig, en la Dort-
mund del siglo XIII

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El Aleph muestra la concentración Argentina. Todavía faltan unas horas para el entrena-
miento de la tarde y los jugadores descansan en sus habitaciones. Pero Lionel Messi no puede des-
cansar, los pensamientos revolotean desordenadamente en su mente y todos van disparando como en
un coro de la tragedia griega una pregunta que no puede responder.
“¿Cuál fue el secreto de Maradona?”.
Tiene 18 años y la fama lo tocó como a pocos, pero sabe que le falta algo, ese algo que hizo de
Maradona un dios admirado por el mundo.
“¿Cuál fue el secreto de Maradona?”, se siguen preguntando vertiginosamente sus pensamientos
hasta que son interrumpidos por unos golpes en la puerta seguidos por la voz de José Pekerman.
“Lionel, vino a entrevistarte un periodista de..., no sé donde, no le entendí de donde venía, pero
supongo que es importante”.
“Gracias, José, ya voy”, responde Lionel saltando de la cama.
La imagen del periodista le resulta extraña, nada tiene que ver con todos los periodistas que co-
noció y que no son pocos, este tiene un brillo muy particular en los ojos y emite una vibración que
siente, aunque le parezca un delirio, que no es humana.
“Siéntate Lionel –le dice el periodista señalándole un sillón– y quiero decirte que no estás deli-
rando al percibir que mi vibración no es humana, porque en realidad no soy humano”.
Lionel, creyendo que estaba viviendo una alucinación se para para huir, pero el extraño periodis-
ta lo detiene en su intento.
“Lionel, ¿quieres saber cuál es el secreto de Maradona?”.
Ahora sí, el benjamín del equipo argentino y estrella del Barcelona asume que se volvió loco,
pero sin dudas era una locura paralizante que no lo deja salir corriendo y solo atina a desplomarse en
el sillón.
“Perdona Lionel, pero recién llegué a la Tierra, soy el Rishi Kakshivat, y todavía no estoy entre-
nado para regular mis energías con estructuras tan primitivas como las de los humanos, por eso es
ese desequilibrio físico y emocional que estás padeciendo”.
El Rishi Kakshivat atenúa su vibración, lo que provoca que Lionel armonice la suya, y ya más
tranquilo, pero no menos sorprendido le confiesa.

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“Señor Rishi Kakshivat, no entiendo nada. Se anunció como periodista y ahora resulta que no es
humano y puede leer mis pensamientos”.
“Vengo de universos tan lejanos como inimaginables para la mente humana, y mi misión, junto
con otros Rishis, es ayudar a salvar a una humanidad que está camino de su destrucción definitiva”.
Aunque parezca mentira Lionel no se sorprendió con las palabras del Rishi, no es tan tonto como
para no darse cuenta del caos que impera en la Tierra, y que los hombres están dominados por una
devoradora estupidez. De no ser así, ¿cómo esas multitudes podrían aclamarlo y los medios de comuni-
cación más importantes del mundo estar pendientes de las ridículas piruetas que hace en una cancha?
Era la primera vez que pensaba así, ¿tal vez había sido la influencia de este desconcertante
Rishi? Podía ser, pero más que cualquier reflexión lo dominaba la curiosidad.
“Señor Kakshivat, usted dijo que podía revelarme el secreto de Maradona”.
“Así es, hijo, solo basta que cierres los ojos y te concentres en el entrecejo, y entonces tendrás la
visión que te revelará el secreto de Maradona”.
Lionel hace lo que el Rishi le indica y las imágenes se van presentando en su mente.
Quien en vida se iba a llamar Diego Armando Maradona, en el tiempo previo a su nacimiento en
la Tierra, habitaba una humilde casa en una región pantanosa del mundo astral.
La característica de esta casa es que tenía 3 ventanas.
Por la primera ventana podía ver su pasado, un mediocre gladiador romano muerto muchas ve-
ces en sucesivas vidas; por la segunda su futuro cuando arribase nuevamente a la Tierra y lloraba
desesperado al ver las inclementes imágenes de Villa Fiorito. Por la tercera ventana podía regocijar-
se, era su único regocijo, observando un deporte que hasta entonces desconocía, porque en los tiem-
pos de sus anteriores vidas no existía el fútbol, pero ahora este juego le provocaba una increíble
fascinación.
Así se extasió en la década del 40 con la máquina de River, y estudiaba con la aguda observa-
ción que puede tener un científico, cada movimiento, cada pase, cada gol de ese maravilloso 10,
Ángel Labruna.
En los ´50 otro 10 lo atrapó, Ernesto Grillo, ese mago que lucía en Independiente y que una tarde
los dejó patas arriba a los ingleses. Pero el clímax, lo supremo, llegó en el ´58, en Suecia, con ese
negro increíble que con solo 17 años impuso la supremacía de Brasil. Por supuesto ese negro era
Pelé, el 10 dios, como lo llamaba desde esa ventana del mundo astral, recordando a los dioses de la
antigua Roma.
Un día, cuando intuía que le faltaba muy poco para nacer en Villa Fiorito, su demonio guardián
entró imprevistamente en la humilde casa y depositó en sus manos un preciado perfume y carísimas

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ropas, y con los ojos desorbitados por la sorpresa lo escuchó decir que se preparase porque estaba
invitado a un banquete con un Gran Señor, el más grande de los Señores.
Quien en vida se iba a llamar Diego Armando Maradona, como un autómata se encontró en a un lu-
josísimo salón, lujosísimo e inmenso, porque no parecía tener límites, ya que no se divisaban paredes y
lo que cumplía la función de límites era un fuego llameante que se hundía en un espacio oculto e infini-
to.
En el centro del salón lucía una mesa de banquetes con los más apetitosos manjares y vinos finos
jamás imaginados, estando la mesa rodeada por ángeles negros vestidos de camareros, dispuestos a
servir presta y silenciosamente al sorprendido comensal.
En uno de los extremos estaba el Gran Señor del que le había hablado su demonio guardián y
que, con voz seductora, le dice:
“Siéntate Diego, y siéntete como en tu casa”.
“¿Por qué, Señor, me llama Diego?”.
“En la Tierra te llamarás Diego y es bueno que te vayas acostumbrando a escuchar tu nombre, pero
de eso hablaremos en otro momento, ahora disfruta de este banquete que he organizado en tu honor”.
Quien en vida se iba a llamar Diego Armando Maradona comió y bebió hasta el hartazgo ante la
mirada atenta de ese Gran Señor, y cuando el Gran Señor comprobó que estaba plenamente satisfe-
cho, le dijo:
“Creo que has aumentado unos cuántos kilos después de la ingesta, y si todavía puedes moverte,
acompáñame al living que quiero hablar contigo”.
Quien en vida se iba a llamar Diego Armando Maradona, con un gran esfuerzo atravesó junto
con el Gran Señor un sector de ese fuego llameante, hasta que desembocaron en un discreto living
donde advirtió la presencia de unos cómodos sillones, un enorme televisor y un bar, de donde el Gran
Señor sacó una botella de cognac.
“El mejor cognac del infierno para mi amigo Diego”, dijo el Gran Señor con un tono de compli-
cidad, mientras llenaba las copas para después ofrecerle un habano cubano.
“Me los regaló mi amigo Fidel Castro, que acaba de hacer una Revolución”, le comentó a quien
en vida se iba a llamar Diego Armando Maradona y que todavía no sabía quien era Fidel Castro.
Cuando estaban el anfitrión y el invitado saboreando el cognac y el habano, el Gran Señor salió
de su tono coloquial para hablar como suele hablar el Gran Señor.
“Diego, quiero confesarte que soy quien arma y desarma los destinos de los humanos en la Tierra.
Como has comprobado, porque lo has visto por la segunda ventana que muestra el futuro, tu des-
tino solo te promete un miserable anonimato en Villa Fiorito, y a lo más que puedes aspirar es a ser

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un delincuente menor, de Villa Fiorito a Devoto, ese va a ser tu periplo en los miserables años de tu
vida en la Tierra.
Pero yo, como dueño del destino, puedo cambiar el tuyo”.
“No entiendo, Señor, ¿por qué haría usted eso por mí?”, y en la pregunta se notaba el absoluto
desconcierto de quien en vida se iba a llamar Diego Armando Maradona.
“No te preocupes, eso te lo diré luego, por ahora te digo que estuve observando como te fascina
el fútbol y que tu mayor fantasía es poder llegar a ser como Pelé, pero yo no solo puedo hacer esa
fantasía realidad sino que puedo convertirte en más que Pelé, más glorioso, más querido, que llegues
a ser el humano más reverenciado de la Tierra”.
El Gran Señor encendió el televisor y rápidamente fueron pasando las imágenes de Villa Fiorito,
su ascenso a Argentinos Juniors, después Boca, más tarde la gloria europea, el éxtasis del ´86 en
México, todo esto en medio de multitudes desbordadas y los oídos de quien en vida se iba a llamar
Diego Armando Maradona, eran ocupados por una arrulladora canción:
“Maradooo...na, Maradoooo..., na, Maradooooo... na”.
Por supuesto el Gran Señor no mostró en el televisor las otras imágenes, las de la droga, la del terrible
sufrimiento, la del fracaso familiar, la de la inevitable decadencia. Tampoco le mostró otras vidas anterio-
res, más interesantes y lúcidas que las de ese torpe gladiador, ni que Villa Fiorito no era el paso inevitable
para la cárcel, sino que podía ser el puente a una existencia común pero menos tortuosa.
“Piénsalo, Diego, eres libre para elegir, no es necesario que me respondas ahora si aceptas lo que
te propongo”.
Quien en vida se iba llamar Diego Armando Maradona se atrevió a preguntar.
“¿Quién es usted, Señor?”.
“El Gran Demonio”, fue la lacónica respuesta.
Lo que más lo sorprendió a quien en vida se iba a llamar Diego Armando Maradona, es que
cuando por primera vez se fijó en el rostro del Gran Demonio, hasta ese momento sus ojos llamean-
tes se lo habían impedido, vió su propio rostro.
“Seguiremos hablando Diego”, le dijo el Gran Demonio.
“Seguiremos hablando, Lionel”, escuchó Lionel la misma voz, y se despertó sobresaltado de la
visión.
“¿Te quedaste dormido?”, le preguntó Hernán Crespo.
Lionel se frotó los ojos y el Rishi había desaparecido.
“Vamos, pibe, nos está llamando José”, le escuchó decir a Juampi Sorín.

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Estoy observando en el Aleph una cúpula de cristal de la medida de un hombre. Agudizo la


vista y en el interior de la cúpula lo veo a Gritsamada, pero como es muy justa para su tamaño, con
su energía la va ampliando y con una increíble rapidez la cúpula no solamente termina abarcando el
planeta, sino también el Sistema Solar y allí se detiene.
Concluido el proceso, instalado en e centro del Sistema Solar, el Rishi se decide a hablar.
“En esta experiencia vamos a ir de lo máximo a lo mínimo porque el hecho de incorporar el Sis-
tema Solar a la misma hace que el hombre tome conciencia de la máxima manifestación que puede
llegar a conocer”.
Gritsamada va recorriendo planeta por planeta, así llega al Sol y luego se aleja a los extremos del
Sistema, es un ir y venir desde el ardiente centro hasta los helados límites, no olvidándose el referen-
te que nunca debe perder de vista, nuestra pequeña casa, el planeta Tierra.
Si consideramos el equivalente frío-calor podríamos verificar que estamos ubicados en el equili-
brio de estas manifestaciones, en el 50 % de las mismas, lo que hace que este plano sea binario y
tenga como característica los hemisferios que lo componen, mostrando la violencia del fuego y la
indiferencia del hielo.
Es cuestión de temperatura y la temperatura es energía, desde lo temperamental hasta lo abúlico,
esto es lo que se manifiesta.
Cuando citamos el forjamiento del carácter, es a través de grandes experiencias de violencia y la
manifestación de este proceso se revela en el temple y la frialdad del acero.
Lo multifacético en el hombre surge del entrelazamiento entre sutiles proporciones del Sol que
calienta y la oscuridad que enfría.
Esto es lo que transmitió Gritsamada.

Dice una voz que no es la de Yukteswar.


“Puedes dar vuelta la hoja”.
En el Aleph aparece una hoja que se da vueltas sin que nadie la sostenga.
Y en el reverso de la hoja que tengo enfrente esta inscripto un punto, y este se manifiesta no por
su negrura sino a través de su luminosidad.

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Una vez que el punto es consciente de su existencia comienza a palpitar y a medida que palpita
va ascendiendo, desde la altura el punto puede ver su sombra proyectada en la hoja de papel.
Fíjense que interesante, el punto es consciente de su luz porque es luz, pero no de su sombra
porque no pertenece a su naturaleza.
Pero al continuar ascendiendo el punto se enamora de su sombra y es asombroso comprobar co-
mo esa sombra se transforma en una obsesión.
Entonces busca frenar su ascenso para descender a la sombra, y con gran esfuerzo lo hace, olvi-
dándose en consecuencia de su naturaleza de luz.
Ha logrado pervertir su experiencia luminosa, porque el punto luminoso terminó creyendo que
era una sombra.
La voz que no era del maestro Yukteswar pertenece al Rishi Somahuti.

Vivasmitra desciende en un carro parecido al de Krishna.


¿Por qué parecido al de Krishna?
A esta altura de la experiencia los vehículos empiezan a tener una forma terrenal y más aún
cuando estos pertenecen a la legión del Padre.
En su descenso Vivasmitra trae adherido a su vehículo una extensísima cinta de tela y con ella
va envolviendo al planeta, quedando este con el aspecto de una momia egipcia.
Esta cinta es un catalizador que permite manifestar los diferentes estados vibratorios del planeta, y
sobre ella se graba una radiografía que registra donde están las mayores concentraciones de conflicto.
De este modo el Rishi puede realizar una operación que reestablezca el equilibrio, y llegar a
cumplir con la tarea quirúrgica que le pidió El Padre, llevase a cabo en el planeta.

Aparece nuevamente el Sistema Solar y Bharadjava se encuentra borrando la órbita del planeta
Tierra para ingresar a este en una órbita común a todos los planetas.
Logrado este propósito los hace girar a gran velocidad, y el paso de uno detrás del otro dentro de
la misma órbita, va creando una superposición de roles que son las características de cada uno.
Esto provoca que se fusionen en un solo planeta representativo que tendrá las características de todos.
Braradjava satisfecho lleva a este planeta al centro del Sistema, arrojándolo a las fauces del Gran
Vulcano, entonces este representante de todos los planetas se va fundiendo y al fundirse las caracte-
rísticas particulares se hacen generales y se produce una purificación común.

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Luego la experiencia pasará a la fase de enfriamiento en la cual cada planeta recuperará forma y
órbita pero de una manera distinta, ya que habrá incorporado la característica de los otros pero sin
perder la propia.

Vashista presenta al útero universal donde se gestaron los componentes del Universo. Este útero
universal se abre y se cierra en espacios de tiempos impredecibles e incomprensibles.
El Rishi explica:
“En cada latir de este útero nace un nuevo cosmos y se absorbe el anterior, y este último propor-
ciona las características al que va a nacer, siendo este proceso lo que el hombre explica con su redu-
cido entendimiento como el Big Bang.

En la escena aparece un gran jardín cósmico donde cada estrella es una flor y los planetas son
árboles frutales que con su savia alimentan el Universo.
Medhatithi se pasea permanentemente por este jardín cósmico con la función fundamental de
mantener cada elemento en su lugar.
Contra lo que podría suponerse esto no es nada fácil y Medhatithi tiene que disponer todo ese
tiempo para llevar a cabo esta tarea.
Tengamos en cuenta que este es un aspecto de la organización del Padre, en el cual todo tiene un
lugar y debe permanecer en él.

Lo que más se destaca en la figura de Usana son sus sandalias, las sandalias del gran caminante.
Usana el peregrino, acompañado nada más que por sus sandalias, atraviesa caminando todas las
rutas del Universo. Su marcha es lenta pero productiva pues el Rishi va registrando todo lo que ocu-
rre, no quedando nada inadvertido para su divina percepción.
Toda la información que obtiene Usana, que es toda la información del Universo, la va incorpo-
rando a un gran registrador, que después de seleccionar la que en cada momento es importante gene-
ra las reacciones necesarias para equilibrar aquello que se ha desequilibrado.
El maestro Yukteswar explica que aunque los sistemas tengan cada uno sus particulares caracte-
rísticas es fácil comprobar que todos se encuentran interrelacionados, por eso nada del proceso puede
ser pasado por alto por este Rishi que va caminando por las redes del Universo.

El Rishi Purumudha trae un obsequio para el mandala de convocantes, y este es una cuota extra
de energía dado que se hace evidente un cierto cansancio en estos colaboradores del Padre.

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Yukteswar dice que cuando hay un esfuerzo en el trabajo que se está haciendo al servicio del Plan del
Padre, se produce un desgaste considerable en las estructuras humanas que no están habitualmente pro-
gramadas para la canalización de este nivel de energía, tanto por su calidad e intensidad.
¿Pero acaso la provisión de energía no es constante para los soldados del Padre?, pregunta Yuk-
teswar, y después de responder afirmativamente dice que Purumudha quiso hacer consciente esta
provisión que siempre opera en forma inconsciente, para que se pueda registrar la manifestación de
la misma, y que sea pedida cuando se considere necesaria y El Padre siempre la otorgará.

El Rishi Ahí y el maestro Yukteswar están conversando en un rincón del Universo.


Escucho que Yukteswar le pregunta al Rishi:
“¿Cómo consideras que se encuentra el estado del hombre en su planeta y de que manera está
desarrollando la función que debe cumplir para activar su proceso evolutivo?”.
“El estado es deplorable y la función caótica”, responde tajantemente Ahí.
“Los que estamos trabajando para la salvación del hombre debemos poner la mirada no en el es-
tado actual, que comparto contigo es deplorable, ni en el funcionamiento carente de todo sentido
evolutivo ya que está esclavizado al servicio del Gran Demonio, sino de aquel estado que se perdió y
ese funcionamiento que debió ser, porque creo que solo este horizonte de lo no consumado nos puede
llevar a la mirada que haga posible su realización”, comenta Yukteswar.
Ahí afirma con la cabeza el comentario de Yukteswar pero con cierto desasosiego dice:
“Discúlpame, pero me obsesiona este estado en que se encuentra el hombre tan imposible de creer.
De todos modos sabemos que el hombre es una manifestación de energía dentro de un sistema
demoníaco muy complejo y nuestra tarea es darle una cuota de energía inteligente para que pueda
comprender de algún modo la oscura realidad que vive y tenga la capacidad de trascender hacia el
sistema del Padre”.
Después de las palabras de Ahí, el Rishi y el maestro se acercan hacia un lugar del astral de la
Tierra donde hay una puerta con 7 llaves, que tiene 7 claves, y que al nombrarlas inmediatamente
esta puerta se abre.
Pronunciadas las claves Yukteswar y el Rishi tienen la visión del otro lado de la puerta, de un mundo
de trabajo muy intenso donde miles de operadores mantienen un sistema en perfecto funcionamiento.
Cabe señalar que estos operadores tienen la posibilidad de trasladarse a otros espacios para obte-
ner conocimientos que perfeccionen el sistema.
“Maravilloso –dice Yukteswar– hemos entrado en la mente del hombre, pero no en la mente del
hombre actual sino en la de aquel ser primordial con sus 270 chakras conectados con El Padre”.

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Yukteswar y Ahí se dan vuelta y se les revela la misma imagen pero ahora lo que observan es el
impresionante deterioro del sistema.
“Este es el real y deplorable estado de la mente del hombre, una cueva repleta de demonios, con
las conexiones enmohecidas y deshechas”, comenta Yukteswar y junto con el Rishi se ponen unos
uniformes de trabajo y tomando unas herramientas que han traído los Rishis de otras galaxias:
“Bien, vamos a ver qué podemos hacer”;dice el Rishi.

Vamadera va descendiendo, su descenso es muy suave y la carga a distribuir tiene todos los con-
tenidos del Amor del Padre.
Es imposible describir los mismos dado que la única forma de registrarlos es desde el corazón.
El Rishi solicita:
“Sujétense a esta imagen”.
Una suave brisa refleja la mente, el corazón y el alma del hombre, y en su hermosa vibración
alma, mente y corazón se fusionan íntimamente, desapareciendo su individualidad y presentándose
una vibración de luz que es la imagen del ser realizado en la plenitud del Padre”.

“Maestro Yukteswar, estos Rishis revelan un misterio que solo una muy afinada intuición puede
llegar a penetrar, por eso te pedimos los integrantes del mandala de convocantes si podemos volver a
llamarlos para que se presenten en una manifestación más cercana al lector común”.
El maestro sonrió complacido y Gritsamada sin esperar una convocatoria formal se presenta me-
ditando sobre una roca en un pantano.
El clima es denso y el lugar sombrío, pero ni el ámbito oscuro ni los cocodrilos y reptiles que lo
habitan lo perturban.
“Todos tienen un lugar junto al Padre”, dice el Rishi y después de un silencio continua con su mensa-
je.
“Soy el Rishi del saber cuya misión es transmitir el conocimiento y el camino para llegar al mismo.
Solo me van a encontrar en la meditación, y ni bien estén conectados experimentarán la apertura
de los chakras de la mente,de las emociones y del cuerpo que armonizados con la respiración se
elevarán hacia los chakras espirituales”.

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Somahuti desciende en una zona desértica y se encuentra con alguien que lo mira y al mirarlo se
siente atraído por el Rishi y lo sigue en su caminata.
En su avanzar muchos más lo van siguiendo hasta que el Rishi comprende que quienes lo siguen
esperan un mensaje. Entonces Somahuti detiene su paso y mirando a sus seguidores les dice:
“Solo se tiene un rumbo cuando el camino se dirige hacia El Padre, pero si este rumbo se pierde
aparecen infinitos caminos que conducen al abismo”.

Visvamitra está sentado junto a una fogata. Muy decidido saca de la fogata un aro de metal y al
elevarlo de la oscuridad que lo rodea emerge un río de almas posesas que busca atravesar este aro
para purificarse.

“El camino de retorno es doloroso hasta que uno se da cuenta que lo que deja atrás es el dolor.
En El Padre no hay dolor.
En El Padre solo se es Uno con Él.
Todo lo demás es producto de la creación mental”.
Estas fueron las palabras del Rishi Bharadvaja.

Un tornado purifica la naturaleza para conectar su esencia con la Esencia del Padre.
Así se presentó el Rishi Vashista.

Aparecen dos ojos de lobo que miran fijo.


Estos ojos son los del Rishi Medathithi y significan que los Rishis pueden adoptar cualquier
forma para prestar servicio al Padre.
Un Rishi tiene la capacidad de encontrar el alma de un hombre más allá del personaje que representa.

Un par de zapatos gastados en los pies de un mendigo.


Los zapatos al caminar dejan huellas sin ton ni son por los más variados caminos que transitan.
Hasta que un día los zapatos y el mendigo, sin saber como dejaron la ciudad y llegaron donde
terminaba el camino y empezaba la pradera.
Y ahí los recibió un Rishi y les dijo a los zapatos:
“Alma vagabunda que andas sin ton ni son siguiendo caminos que no son tuyos ni de los pies
que ocasionalmente te habitan, déjame que te lleve al lugar donde ya no importa el camino”.

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Y el Rishi maestro, que se llamaba Usana, se calzó los zapatos y seguido por los pies descalzos
del mendigo, los llevó al territorio del Padre.

Purumudha fue un niño pequeño que habitaba la casa de un brahmán que era su padre.
A esa casa acudían grandes sacerdotes que hablaban de los Vedas con gran erudición, sin prestar
atención al niño a quien creían tonto porque era tan pequeño que no podía hablar.
El niño se sentaba en un cobertizo hecho de hojas en el patio de la casa y se quedaba inmóvil.
Solo su madre lo cuidaba y ella sabía que todos hablaban pero el niño era el único que entendía.
Un día se presentó un gran Rishi y le dijo a la madre.
“Tu niño ha crecido y El Padre lo reclama”.
Y el niño, que era también un Rishi, por primera vez habló y le dijo a su madre.
“Tu devoción te será para siempre recompensada”.
Así el niño Purumudha se fue a ver a su verdadero Padre, el Padre Celestial y allí se quedo hasta
que su Padre lo mandó nuevamente a la Tierra para buscar a otros niños que en silencio están espe-
rando que los encuentre y les indique el camino.

Ahí,
que soledad en la playa desierta,
que angustia, dolor y sufrimiento,
que pasión, deseo y malicia,
que viento y que marea,
hasta que un día no fue nada.

Vamadeva cargaba una bolsa con pesadas piedras, transitando desiertos, llanuras y montañas.
Algunos lugareños se burlaban de tan tonto viajero y Vamadeva permanecía indiferente a las
burlas y seguía caminando.
Otros más compasivos se ofrecían a ayudarlo con su pesada carga, pero Vamadeva les respondía:
“Les agradezco por la buena intención que tienen, pero por favor callen, porque cada vez que
hablan en realidad están poniendo más piedras en mi pesada carga”.
Y así el Rishi se fue alejando de los hombres y caminó por un estrecho y solitario sendero y des-
pués de mucho tiempo, cuando parecía que las fuerzas lo iban a abandonar, se presentó El Padre
Todopoderoso y le dijo:
“Tu tenacidad me ha conmovido, déjame recoger tu pesada carga”.

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Vamadeva con gran alegría le entregó la bolsa cargada de piedras y le dijo:
“Sabía que no debía abandonar la bolsa antes de tiempo, solo tenía que esperar para entregarte la
carga y que la disuelvas en tu Gracia”.
Entonces El Padre, abrazándolo lo bendijo:
“Hijo mío, te recibo con una enorme felicidad y te bendigo, pues en ningún momento te has
apartado del camino, porque no te han desviado ni las crueles palabras de quienes se burlaban ni la
dulce seducción de quienes te ofrecían ayuda.
Sabías que nada tenía que apartarte del camino.
Vamadeva, serás ejemplo para todos aquellos que cargan su pesada bolsa de piedras hasta que en
mi Presencia descubran que esa bolsa no existe”.

Los integrantes del mandala de convocantes, que habían presenciado conmovidos la manifesta-
ción de los Rishis, les agradecieron su maravillosa enseñanza, y les expresaron que esperaban que las
mismas ingresasen como fértiles semillas en la conciencia de los lectores.

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Los Rishis Purumudha y Vamadeva recorren Munich y no pueden dejar de sorprenderse en


medio de la algarabía de los días previos al mundial, los incalculables litros de cerveza que consume
esa masa humana que febrilmente deambula por la capital de Baviera.
“Estos humanos parece que en lugar de estómago tuviesen un barril sin fondo”, comenta Purumudha.
“No sé como pueden tragar sin morirse esas salchichas a las que llaman Weisswurst”, dice sor-
prendido Vamadeva que mira asombrado el descontrol alimenticio de esos hombres y mujeres a los
que tendrán que despertarle la chispa divina.
“Durísima tarea nos encomendó El Padre”, reflexiona Purumudha y mientras observa el patético
edificio de la BMW sigue reflexionando acerca de los logros del Gran Demonio, y alza su voz para
que alguno lo escuche aunque sabe que nadie lo va a escuchar, y exclama.
“¿Será el Gran Demonio muy inteligente o los humanos muy idiotas?”, pero sus palabras se
pierden entre la cerveza y las Weisswurst.
“Tengo una idea –dice de pronto Vamadeva–, te invito a beber unas cervezas, ya que estamos en
Munich, a la Hofbraeuhaus”.
“De acuerdo, pero para hacerlo más divertido, por qué no nos trasladamos a 1923”, agrega Purumudha.
“¿1923?..., ah, ya entiendo”, responde el Rishi Vamadeva con el brillo en los ojos de quien entendió .
Y así los Rishis llegan a 1923, se sientan en una mesa de la famosa Hofbraeuhaus y piden dos
impresionantes jarrones de cerveza.
“¿Reconoces a ese muchacho tan hablador que está en ese grupo?”, pregunta Vamadeva, seña-
lando la mesa que se encontraba a pocos metros.
“Como no voy a reconocerlo, es Adolf Hitler”, le responde Purumudha.
“Mira ahora quien está entrando a la cervecería”, advierte Vamadeva.
Luciendo un elegante atavío que señalaba a un noble francés y acompañado también por dos
elegantes servidores, Mefisto ingresa al local pero solo los Rishis y Hitler pueden percibirlo.
Los servidores se acercan a Hitler que lo escucha atentamente cuando le dicen que el Señor Me-
fisto es un noble desterrado de sus campiñas que desea tomar contacto con él para ofrecerle sus
servicios y expresarle su admiración por el proyecto que, le han informado, tiene en mente.
Todo el entorno comienza a congelarse y como detenido en la historia de la bella durmiente, ac-
titudes y conciencias quedan paralizadas.

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Ellos, Mefisto y Hitler, sombra y personaje, mantienen un diálogo que es imposible descifrar,
pero salvo detalles, a la vista está el pacto.
Cifras millonarias de vidas y energías se transan allí...
Firmado el convenio, todo vuelve a la normalidad, esfumándose Mefisto con sus dos perros
guardianes, quedando la sensación de que en ese lugar nunca hubiese materializado su presencia.
Vamadeva y Purumudha pagan la consumición, salen a la calle y abandonan esa inquietante
Munich de 1923 para dirigirse a la no menos inquietante Munich del 2006.

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“En el mundo se escuchan voces disonantes que hablan en innumerables lenguas, en soni-
dos, en escrituras, en imágenes y hasta en gestos disfrazados de silencio pero que siempre hablan.
Son voces que hablan del amor, de la justicia, de la patria, de la historia, del progreso, de la ven-
ganza, de la solidaridad, del pecado, de la guerra, de la paz, de la vida, de la muerte, de la alegría, de
la desesperación, del horror.
Voces que hablan de lealtades y traiciones.
Voces que hablan de condenas y salvaciones.
Voces de poderosos y humillados.
Voces de consuelo y de perdón.
Voces que invocan cielos e infiernos, dioses y demonios, y hasta convocan a un Dios encerrado
en los ritos y en la magia.
Voces que anuncian destinos y esperanzas.
Voces que dicen todo lo imaginable e inimaginable que puede decirse.
Voces que inventan códigos y lenguajes buscando entender lo inentendible.
Voces que ocupan los espacios y los tiempos para acallar el silencio.
Y entre todas esas voces resuena una voz que viene de una muerte reciente y estalla entre la con-
fusión de tantas voces clamando por esa Polonia que está ahí, en Lewandowski, Kosowski, Smola-
rek, y en tantos otros que muestran que Polonia está viva, viva en el corazón de Juan Pablo II, ese
Papa polaco que corre por las calles de Gelsenkirchen gritando:
“Jop, Bak, Mila y tu también, Pavel Janas que tienen en sus manos el destino de mi pueblo, es-
cuchen lo que les digo.
Estén atentos Brozek, Kuszczak, Jelen porque la unidad es el módulo estructural que arma y di-
rige el funcionamiento de un compuesto.
Un grupo humano dirigido a una actividad tiene que entender que la complementación es el fun-
damental atributo para la realización del objetivo propuesto.
La unidad nuclea y estructura la posibilidad de esta experiencia.
¿Y qué es la unidad? La unidad es el elemento en comunión y el elemento es el espíritu indivi-
dual que se complementa para formar esa estructura para que se pueda encarar la experiencia.
Por lo tanto tengan en cuenta que es un equipo de cada uno fusionado para un todo.

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La concentración opera hacia el cuerpo del equipo y la interrelación espiritual dará como resul-
tado un funcionamiento armónicamente coordinado para el éxito de la experiencia.
Esto no es una fórmula para ganar o perder sino un modo de existir en la cual la participación de
uno se suma a la de todos y el beneficio como producto es repartido en proporción a la inversión.
No mezquinéis vuestro aporte porque el producto que obtendréis está en relación a lo que hayan
invertido.
Liberen vuestras piernas y eleven el corazón, que Dios os acompañe”.
“Y ahora que la voz, entre todas las voces, de Juan Pablo II terminó su emocionado discurso les
voy a decir el gran secreto.
¿Saben cuál es el secreto?
Todas esas voces no son más que el eco multiplicado de una sola Voz, la mía, la del Gran Demonio.
Soy el único que habla, pobre Juan Pablo II, creía que hablaba él. El Otro es el silencio ¿Y qué
es el silencio? Aquello que habla de mi ausencia.
El Gran Demonio se retira satisfecho y se presenta el maestro Yukteswar agregando que el silen-
cio es el requisito indispensable para conectarse con la Energía del Padre.
Ante el desconcierto de los jugadores polacos, aparece el Rishi Gritsamada trazando un círculo
donde estos quedan en su interior y Juan Pablo II y el director técnico Pawel Janas en el exterior.
Gritsamada dice:
“Lo que ocupa lo externo es la capacidad de pensamiento y lo posicionado en lo interno es la ca-
pacidad activa.
Así es que lo externo influye en lo interno provocando la reacción a partir de la cual se actúa.
Lo físico activo que es reactivo está en el centro del círculo porque debe tener un contenedor,
mientras que el pensamiento que es más liviano y sutil no necesita ese contenedor, por eso está en el
exterior, y actúa como influenciador, y de este modo la energía que impulsa influye sobre la energía
que actúa.
Observen como la relación ensamblada entre ambas partes produce el funcionamiento del juego
pensamiento y acción.
Ahora bien, tengan en cuenta la calidad de los contenidos que ejercen influencia en la acción
mediante el pensamiento.
En la experiencia que tuvieron., como bien señaló el Gran Demonio, él es la única Voz y como
en la palabra están los contenidos del pensamiento, Juan Pablo II con su discurso no era más que un
canal por donde operaba la influencia de la oscuridad.
“Pero la tentación de llevar a la acción ese pensamiento es grande”, interviene Maciej Zurawski.

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“¿Es posible neutralizarla?”, pregunta Radoslaw Sobolewski.
“La neutralización de la tentación solo es posible conociendo las intenciones del tentador, de lo
contrario es imposible”, explica el Rishi
“¿Y cómo es posible conocer al tentador para saber de sus intenciones?”, ahora el que interroga
es Lukasz Fabianski.
“Más allá de la tentación y del tentador está El Padre, es necesario elevarse a Él y entonces po-
drán conocer las intenciones del tentador, y cuando éste es descubierto no tiene otra opción que
retirarse, ocupando El Padre la exterioridad del círculo, es decir, serán sus pensamientos quienes
pasen a influir en sus acciones”.
“El tentador siempre nos promete la ganancia, ¿no nos llevará lo que nos propones a perder?”.
Gritsamada sonríe antes de contestarle a Dariusz Dudka, quien le manifestó esa inquietud.
“Exacto, les propongo perder porque en la ganancia no hay aditamento mientras que en la pérdida sí.
¿Qué experiencia puede agregarse en la ganancia?
Ninguna, por supuesto, pero en la pérdida siempre hay algo que falta y debo ocupar.
En la ganancia no hay reflexión, esta solo aparece en la pérdida, por lo tanto gano en la pérdida y
pierdo en la ganancia.
Aunque parezca paradójico este hecho singular hace que lo positivo se transforme en negativo y
a la inversa.
La reflexión entre la ganancia y la pérdida puede traerles resultados muy positivos”.
Eusebiusz Smolarek se dirige al Rishi:
“Maestro, lo que dices es muy profundo y temo que esté más allá de la comprensión de unos
simples jugadores de fútbol.
Todavía somos tentados y queremos ganar, por eso puedes respondernos cual es la luz que ilu-
mina el punto culminante de una jugada”.
“No hay tal luz, Eusebiusz, todo pasa por una mera especulación sincronizada porque lo que la
luz ilumina es otra cosa, es la inspiración y sublimación de un embriagante silencio en el cual el alma
despierta a su verdadera naturaleza.
Por lo tanto Eusebiusz puedes darte cuenta que nada tiene que ver la Luz de Padre con la jugadas
que ocurren en un partido de fútbol”.
Pawel Janas es el que habla.
“Tal vez creo entender lo que dices, pero ¿cómo acallar las voces que me hablan todo el tiempo
y que me dicen que debo ser un ganador? Son resistencias que parecen imposibles de vencer”.

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“¿Sabes Pawel porque aparecen las resistencias? Nada más que porque tienes proyectos y las
voces te hablan todo el tiempo de llevarlos exitosamente a cabo”.
Gritsamada dio por concluida la reunión, saludó al técnico y a los jugadores y se retiró.

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En su origen Madhuchhanda tenía una perfecta unificación con la Naturaleza. Eran tiempos
lejanos, lejanos e incomprensibles para la mente del hombre actual porque entonces las energías
humanas y las de la Naturaleza pertenecían a la armonía del Padre.
Luego vino la caída del hombre en el mundo demoníaco y Madhuchhanda abandonó el plano.
Ahora, a pedido del Padre regresa y Madhuchhanda se manifiesta como una flecha de plata que
desciende en un movimiento rápido e incisivo y parte en dos la gruesa capa metálica que fueron
construyendo los demonios desde que se fueron apoderando del planeta.
La energía del Rishi marca la diferencia con la de la oscuridad ya que por decirlo de algún mo-
do, aunque solo una profunda intuición lo pueda captar, es la simple pureza de la Nada.
Madhuchhanda dice:
“La enseñanza que busco impartir es que esta energía con la que me manifesté en el plano es la
energía del alma que habita en todos ustedes.
¿Por qué no la perciben? No pueden hacerlo porque están identificados con la oscura capa metá-
lica que construyeron los demonios y a la que nombran como ego.
El hombre no es el ego porque el ego es el demonio, el hombre es el alma porque el alma es El Padre.
Este combate del alma contra el ego por encontrar su verdadera identidad divina es el único sen-
tido de la experiencia en la Tierra”.

Sunahsefa fue hace mucho tiempo enviado a este plano por Jaris con la misión de investigar qué
estaba pasando en la Tierra.
A su regreso le presentó el informe a Jaris a quien le fue de mucha utilidad para el diseño de este
Plan de Salvación.
Al producirse la invasión de los Rishis a la Tierra Sunahsefa se presenta como un Sol muy inten-
so trabajando en colaboración con Madhuchhanda.
Es un Sol cuyos rayos queman toda esa materia ajena al alma que se manifiesta como un capa
metálica.
“Asiéntense en mi energía para lograr liberar el alma”, recomienda el Rishi.

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Vatsa residía en una elevada galaxia y Jaris, antes de la invasión lo mismo que a Sunahsefa lo
envió a este plano teniendo como tarea específica conocer sus leyes.
Al volver a su galaxia Vatsa le dijo a Jaris.
“Me sorprendió que las leyes de ese plano eran totalmente distintas a la de estas regiones del
universo”.
Jaris le pidió que esta enseñanza se la transmitiese al resto de los Rishis para que tuviesen un
pleno conocimiento del territorio en que tendrían que actuar.
Después de la invasión Vatsa colabora con los dos Rishis anteriores, pues mientras Madhuch-
handa parte la oscuridad y Sunahsefa la quema, él tiene que iniciar el proceso de transmutación.

Virupa se presenta en el centro de una esfera luminosa y dice que nunca estuvo físicamente en el
plano aunque por todo lo que le comunicaron sus compañeros de trabajo sabe tanto de la Tierra como
si hubiese permanecido allí largo tiempo.
Claro, lo que sabe era el conocimiento de aquellos tiempos en que los Rishis vivieron en la Tierra.
“Todo está tan cambiado”, se lamenta Virupa cuando desciende por un tobogán cósmico para
transmitir su energía a los hombres.

“Varias veces vine a este plano –comenta Gopavana– y la última vez fui un ignoto sacerdote en
un pueblo perdido.
No perdí el tiempo en mis encarnaciones y aprendí mucho de los demonios, y este conocimiento
me será de gran utilidad en esta misión”.
Gopavana está tocando una flauta y de la misma brota una música de alegría, y a medida que
mueve los dedos los demonios van huyendo de la flauta.
“La alegría es una música del Padre, por eso los demonios no la soportan y huyen”, explica Go-
pavana.
“¿Qué queda de tu música cuando los demonios han huido?”, le pregunta el mandala de convocantes.
“Lo que queda es nada, y en esa nada el alma reacciona”, responde enigmáticamente Gopavana

“Varias veces estuve en este plano, pero mi experiencia fue puramente contemplativa y nunca
tuve contacto con otros humanos.”
Así Sindhudvipa le cuenta su historia al mandala de convocantes que a su vez, con mucho des-
concierto le pregunta.

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“¿Quién eres?”.
“Yo soy todo”.
El mandala de convocantes siente que su esencia se va identificando con la del Rishi pero se re-
siste a esa unión y lo increpa.
“Yo no soy tu”.
“¿Y quién crees que eres?”, responde Sindhudvipa.
“Yo soy eso que me limita y me da identidad”, dice el mandala de convocantes.
“¿Cómo estás seguro que eres eso y no eres yo?”.
El mandala de convocantes nada dice porque ante El Rishi nada tiene que decir.
Este Rishi lo que plantea es la toma de conciencia, que nadie es esa amalgama de cosas pesadas,
confusas y siempre en crecimiento a la que se ve como la identidad del yo.
“Yo soy Todo.
Tu eres Todo
Todos somos Yo”, termina impactando el Rishi al mandala de convocantes.

“Es sabio aceptar que los Rishis somos anteriores al origen del tiempo”, dice Bharga.
Bharga camina en los escarpados senderos de una montaña nevada, luego lo hace por un desierto
hasta seguir caminando en las furiosas aguas de un océano.
Bharga se detiene y se ríe.
“Jamás caminé porque no hay por donde caminar, la montaña nevada, el desierto y el Océano no
son más que imágenes de la ilusión. El Ser Es en la inmovilidad”.

Trimpani dice que fue instructor de varios avataras que El Padre envió al plano y que ahora está,
una vez más, al servicio del Padre.
“¡Qué es la Verdad, maestro?”, le pregunta el mandala de convocantes.
“La Verdad es lo que te acompaña siempre pero es tan pura y única que no la percibes. Y no
puedes hacerlo porque está cubierta por esa masa densa y oscura que es el ego que crees ser.
Tienes dos opciones, la primera es aceptar ese ego, con su sufriente complejidad, como tu reali-
dad, y la otra es buscar esa Verdad y no cesar en esa búsqueda hasta encontrarla, y allí en ese en-
cuentro sabrás que la Verdad eres tú”.
Toda búsqueda que no busque la Verdad solo encontrará el error, la irrealidad y el sufrimiento.
Experimenta la Verdad en el interior y ya no tendrás dudas porque habrás encontrado aquello
que, aunque inconscientemente, siempre buscaste”.

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“Hace mucho tiempo El Padre me envió al plano para que experimentara el sentido de la encar-
nación humana.
Mi vida fue de guerrero, tan dolorosamente terrible como cualquier otra vida hasta que un día
morí en una batalla y en el momento de abandonar el cuerpo físico recuperé la conciencia y regresé
al universo de donde había venido con una experiencia más en el camino.
“¿Qué es un guerrero?”, se escucha preguntar al mandala de convocantes.
Y Trinompani responde con una sensación, que el guerrero posee una energía muy fuerte y la
misma transmite una seguridad absoluta, una convicción imperturbable, un paso que no tiembla, que
no duda.
No hay mente que piense, la energía proviene de otra dimensión del ser; la cuestión es que hay
dos tipos de guerreros, el mundano embriagado de poder y de sangre, y aquel guerrero del Padre que
tiene como misión derrotar a las fuerzas demoníacas que gobiernan la Tierra.

Saubhari viene montado en una nube y enciende dos inciensos, envolviendo el humo toda la escena.
El aroma de los inciensos despierta el alma a la Verdad.
“Todavía el hombre –dice Saubhari– necesita estímulos externos, como en este caso el aroma de
los inciensos”.
El Rishi toma el incienso y se lo ofrece al mandala de convocantes, cuyos integrantes, a través
del estado que les despierta El Rishi, perciben que el aroma nace en lo profundo del alma.
Los Rishis se despiden por el momento pero prometen que ya volverán para nuevas experiencias.

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La escena lo muestra a Zinedine Zidane, la figura del equipo francés, bailando y cantando
una canción que él mismo compuso:
“Yo, el único.
Emperador de jugadores,
obtendré el máximo cetro de este mundial.
¿Acaso creen que mi pacto es cualquier cosa?
No perdedores, no, con mi pacto me dirijo a ustedes para enseñarles, porque tienen que aprender para
llegar a la gloria, tener claro lo que es jugar en un Mundial y con quien deben pactar para poder ganar.
No es fácil.
Hay que saber elegir,
y yo les puedo enseñar,
quien es mi máximo sponsor.
Ahora es tiempo de prepararme a disfrutar el triunfo que vendrá”.
Pero a medida que Zinedine va hablando su cuerpo empieza a desintegrarse, sin embargo no pa-
ra de hablar.
“Solo el poder de ganar me hace el más grande, el más importante, y el más visible de todo este
engendro de gusanos esclavos que me aclaman en las tribunas y frente al televisor”.
Su cuerpo se sigue desintegrando pero sigue hablando.
“Nada hay más importante que el éxtasis de la gloria, el triunfo que me eleva y catapulta hacia
espacios que ustedes no pueden imaginar.
Gloria a mí,
el más grande de todos.
¡Qué placer disfrutar esta diferencia con el resto de los humanos!”.
La desintegración solo ha dejado como exponente de Zinedine su pie derecho y la cabeza que
continúa cantando la canción de elogio a si mismo.
“Nadie podrá quitarme el placer que disfruto porque así lo he firmado y así debe ser”.
En una reacción sorpréndete el pie patea la cabeza y esta, como si fuera una pelota, queda giran-
do como un satélite en el espacio y seguirá girando y hablando aunque nadie lo oiga.

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“El argelino está loco”, le dice Thierry Henry a Virupa, mientras el jugador y el Rishi observan
como lo que queda de Zinedine Zidane va girando en el espacio.
“¿Y por casa cómo andamos?”, lo increpa Virupa.
“Un desastre. ¿Cómo podría explicarte las sensaciones que estoy sintiendo? Mi cuerpo y mi
mente están en llamas.
Quisiera salir corriendo, escaparme, que nadie me reconozca, ser como tú, un desconocido.
Pero no es posible, siento la presión de millones de miradas que me están juzgando prestas a de-
vorarme al menor error”.
“¿Cómo llegaste a esta situación?”.
“Todo empezó como una diversión, jugaba porque me divertía y además me permitía sobrevivir,
pero de a poco el éxito me fue embriagando y ya no hubo vuelta atrás”.
Thierry detiene sus palabras, está entre sorprendido y desconcertado frente al Rishi, y casi sin
quererlo dispara.
“¡Qué ironía! Me conocen millones de personas y me termino confesando con alguien tan simple
como tu”, le dice observando sus largos cabellos y la rústica túnica que viste el Rishi.
“¿Acaso juzgas las cosas por su apariencia?”, le replica Virupa.
Thierry no se atreve a decir nada.
“No es casual que estés hablando conmigo en este momento. Ese temor que sientes es la puerta
por la cual he podido llegar a ti”.
“¿Quién eres?”, y al hacer esta pregunta Thierry se da cuenta que se había confesado con un ex-
traño desconocido que de pronto, sin saber cómo, apareció a su lado.
“Soy un enviado del Padre. Tal vez esto no te diga nada, pero dentro de un tiempo recordarás es-
ta charla que hemos tenido”.
Thierry al regresar de un pestañeo no encuentra ya a Virupa, que ha desaparecido.

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Manú, el gran Rishi Manú, viene derrochando alegría, montado en un cohete espacial de cristal.
El mandala de convocantes piensa que después de ver la Tierra la alegría del Rishi resulta inex-
plicable, o solo puede provenir de muy lejos, de alguna galaxia donde impera la alegría.
Entonces el mandala le pregunta a este Rishi que se muestra iluminado y que proyecta su luz en
todo su alrededor.
“¿De dónde vienes?”.
“Ahora estoy aquí –responde Manú– pero hasta hace un momento volaba en las alturas esperan-
do que El Padre me diera una misión.
El lugar en que habito es uno de los planos de luz, uno de tantos, allí estoy muy cerca del Padre
y pude llegar hasta ese lugar gracias a que fui rescatado en el instante en que estaba a punto de su-
mergirme en una quizás irrecuperable oscuridad”.
“¿Cómo fue tu vida en la Tierra?”.
“En mi última vida en la Tierra fui un hombre con mucho poder, pero no había luchado por esa
posición sino que la había heredado de mis ancestros.
Yo me sentía ajeno a ese poder porque en mi interior tenía un ideal y era el de irme muy lejos,
abandonarlo todo, mis posesiones, mi familia y partir sin rumbo fijo.
Me llevó mucho tiempo advertir, y eso fue la revelación que evitó me hundiera en el abismo, que
no era escapándome donde encontraría tal liberación de la angustia que me dominaba.
Entonces, tal como me fue revelado, el desapego vino desde adentro, y en ese desapego terminé
uniéndome al Padre y alcanzando la liberación.
Ahora solo espero que El Padre me diga cuál es la tarea que debo encarar en este plano”.
Aparece Jaris, lo saluda a Manú y satisface su inquietud acerca de lo que El Padre necesita de él.
“El material del vehículo en el cual has venido es con el que debes trabajar, me estoy refiriendo
al cristalino.
Hace ya tiempo que la visión del hombre se opacó, desgastada por las ansias egoístas de poder.
Ese cristalino en su pureza inmaculada solo transmitía la Energía del Padre en forma de luz y a través
de sus facetas podía iluminar los más recónditos rincones de la mente, pero eso es historia del pasa-
do, ahora la opacidad de ese cristalino no permite ni siquiera vislumbrar el más ínfimo destello de
esa luz.

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Capas muy profundas de oscuridad han ido devastando esa translúcida superficie, y ahora como
una gran artesano deberás repulir y volver a tallar la superficie de ese cristalino”.
“¿Cómo deberé, maestro, realizar la tarea?”.
“No te preocupes –lo tranquiliza Jaris– del mismo Universo obtendrás los polvos más finos con
los que tratarás la superficie del cristalino. Estos polvos pertenecen a planetas desintegrados que ya
pasaron por esas experiencias y tienen impregnadas todas las cualidades y modos para llevar a cabo
ese pulido.
Tu única misión es recorrer el Universo y recogerlos porque ellos te están esperando y ya saben
de tu misión”.

Parumidha está parado en el centro del fuego de una gran hoguera.


“¿Vienes de muy lejos?”, le pregunta el mandala de convocantes.
“Yo no me moví, –contesta el Rishi– el mandala llegó hasta mi porque mi fuego actúa como un
imán sobre todo aquel que me convoca”.
“¿Estuviste en la Tierra alguna vez?”.
“Sí, una sola vez y estuve a disposición de todo aquel que me necesitaba.
La energía del Padre es una vibración que nada puede detener y que llega al que está dispuesto a
recibirla.
“¿Te es muy gravoso regresar a este planeta tan oscuro?”.
“En absoluto, porque nada es gravoso cuando se está en El Padre.
Siempre estoy donde El Padre lo disponga”.

Trayukil viene a caballo con ropas de guerrero muy ricas y llamativas.


Desmonta y le dice al mandala de convocantes.
“La mejor de las batallas está por comenzar, no debemos perder el tiempo”.
“¿Por qué vienes vestido de guerrero?”.
“Es muy cómodo para la lucha, y además puedo decir que la próxima pregunta que el mandala
me formulará es acerca de la guerra que llevaré a cabo.
La guerra externa no es más que una proyección de un combate interno.
En la guerra he logrado liberar más almas que ningún otro en la paz.
El horror es a veces mejor liberador que la calma”.

Trayukil vuelve a montar su caballo y mientras sale al galope deja su mensaje de guerrero.

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“Prepárense porque es posible que esta batalla sea el fin de la guerra”.

Trisiras esta sentado a la orilla de un río, sosteniendo una caña de pescar. Desde el Aleph mira a
la humanidad y dice:
“Nunca pesqué nada aunque esa es mi profesión, porque soy pescador.
El río aporta mucha sabiduría a quien lo sabe mirar y su sonido es un mensaje para aquel que lo
sabe recibir.
Cuando estaba en la Tierra salía todos los días a pescar, aunque estuviese lloviendo o un viento
feroz agitase las aguas del río.
A pesar de que nadie me entendía y algunos pensaban que estaba loco, la curiosidad los terminó
dominando y empezaron a observarme como llegaba a la mañana al río, llevando mi caña de pescar y
me iba a la noche sin haber pescado absolutamente nada.
Los otros pescadores comenzaron a compadecerse y aquellos que habían obtenido una buena
pesca antes de irse me dejaban un pez de regalo.
Ellos nunca lo supieron, pero cada pez que recibía era la comprobación que mi mensaje había
llegado.
Luego, cuando se iban, retornaba al agua los peces que me habían dado.
Jamás pronuncié palabra pero mi energía flotaba en esas aguas y era pescada por esos pescadores”.

“Convertir piedras en perlas es mi misión”.


Así se presenta Buddhagaristhi solo cubierto con su taparrabos.
“La gente cree que lo feo, lo ordinario, es desechable, y yo les digo que todo puede ser transformado.
Solo con un cambio de vibración las piedras pueden convertirse en perlas.
En esta misión que comienza lo que digo será demostrado.
La gente más ruda, más grotesca del planeta será tocada por una vibración de tal majestad que
despertará como un diamante en bruto despierta al ser pulido”.

Vestido con una túnica blanca llega Vatjapriva.


“Viví una vida colmada de placeres, donde cada capricho me era concedido.
No conocía ningún deseo que no fuese satisfecho, absolutamente ninguno, hasta que un día, har-
to de tanta holgura decidí irme a vagar por los caminos.
Y en los terribles senderos de ese mundo que no conocía encontré miserables, enfermos, y los
infinitos rostros del sufrimiento me laceraron el corazón.

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Así decidí entregarme al Padre sirviendo a quienes más lo necesitaban. De esta forma se cerró el
círculo y de ahí en más dediqué el resto de mi vida a devolver todo aquello que había recibido.

Saga se presenta como una ráfaga de energía luminosa.


“No tengo forma propia, prefiero ocupar diferentes formas”, explica el Rishi.
“Puedo introducirme en todo aquello que quiero, hombre, espíritu, animal, vegetal, objeto y ope-
rar a través de ellos”.
Riéndose Saga agrega.
“He desactivado muchas bombas de esa manera.
Mi mayor reto es haberme metido en las más lúgubres oscuridades, invadirlas y desintegradas”.
Uno de los integrantes del mandala de convocantes le pregunta cual fue su experiencia cuando
vivía en la Tierra.
“Mi cuerpo experimentaba el desplazamiento.
Tu tienes esa capacidad, pero no la ejerces”.
“¿Cuál sería el fin?”, pregunta el integrante del mandala de convocantes.
“Mejor no realizar esa capacidad hasta que no encuentres respuesta a esa pregunta.
Los dones despiertan cuando hay una misión a realizar, pero antes ya existe el conocimiento de
ese don y la experiencia instintiva del mismo.
¿Quieres experimentarlo?”.
Y ante la respuesta afirmativa del integrante del mandala, el Rishi lo proyecta a un vuelo astral.

Garga viene vestido de negro y explica porque usa ropas de ese color.
“Me visto de oscuridad para atraerla, y cuando llega hasta mí me encargo de purificarla.
Cuando viví en la Tierra tenía la apariencia de un brujo, era una perfecta representación que me
hacía creíble a los embajadores de la oscuridad que llegaban con un propósito y salían transformados”.

Jugaba con la locura, ese era el juego preferido de Dvaita.


“Entre los humanos la locura estuvo siempre ligada con la genialidad.
Genios locos y locos geniales.
La locura me permitió llegar a lugares que de otra forma me hubiesen sido inaccesibles.
Mi locura solo consistía en vivir ajeno al mundo, más allá de los convencionalismos, y de hablar
sobre cuestiones que la mayoría no tenía ganas de escuchar.

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Sin embargo tenía una táctica, generalmente mi discurso despertaba curiosidad porque era el
discurso de un loco, y aprovechando este juego terminaba llegando a los corazones hablando de las
Verdades del Padre que a ningún cuerdo hubiesen escuchado”.
Esta fue la confesión del Rishi Dvaita.

Cuando estuvo en la Tierra Vasuyana participaba de la corte de un rey, primero como un modes-
to escribiente, para luego, en reconocimiento a su inteligencia, convertirse en consejero real.
Vasuyana gozaba de los privilegios de su posición y fue creciendo en la consideración del rey
por sus sabios consejos, pero el corazón del sabio consejero no estaba satisfecho.
“Entonces me pregunté –dice Vasuyana– ¿por qué esta insatisfacción? No es el consejo lo que
me perturbaba sino que éste se proyectase como realidad, dado que esto me sonaba a sentencia y
aquel que sentencia cumple una misión de negación.
Cuánto más hermosa es la aprobación donde lo luminoso se manifiesta impregnando el corazón
de profunda alegría.
Es por eso que el consejo no me satisfacía pero ahora, en la Tierra nuevamente por designio del
Padre, debo continuar con el consejo pero buscando que procese para que en un futuro se transforme
en aprobación, pudiendo entonces sentir el goce del corazón que me consulta.
Entre consejo y aprobación hay una sutil diferencia, se aconseja ante la duda y se aprueba ante la
certeza”.

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Jaris le sugirió a Manú que para que se vaya adaptando al plano, se diera un paseíto por Alemania.
Así, Manú comenzó su paseo por las callejuelas empedradas de Nuremberg y sintió curiosidad
por lo que todavía quedaba de esa religión que no llegó a conocer, el tan famoso cristianismo, visi-
tando las catedrales góticas.
Se asomó a un espacio donde se conectaban los siglos XV y XVI, y saludó a Alberto Durero,
que creyó que el Rishi era uno de sus tantos admiradores y le retribuyó el saludo.
El siglo XX lo conmovió a Manú al presenciar algunos congresos del nazismo y los juicios don-
de fueron procesados los jerarcas de ese régimen.
Hitler apareció como una presencia ineludible, por lo que decidió seguir sus pasos hasta el siglo
XIV donde lo vio entrar al Castillo de Nuremberg para entrevistarse con Carlos IV, que en ese esce-
nario se reunía en asamblea con todos los reyes alemanes.
Hitler se incorpora a la fila de los asistentes que se presentan a saludar a Carlos IV en los mo-
mentos previos a una asamblea, y es el monarca quien se postra ante el Führer, diciéndole:
“Mi Señor, no sabía que vendrías en persona a presenciar este momento”.
Hitler le responde.
“¿Acaso no fui yo quién te trajo hasta aquí?
Me has reconocido con este semblante que muchos temerán en un futuro.
No olvides cumplir con tu parte pues la mía ya está hecha”.
Carlos IV escucha en silencio y le besa la mano en señal de acatamiento a quien reconoce como
su Señor.
Ahora Manú se pasea por Leipzig, una ciudad que se muestra intemporal, podría ser cualquier ciudad
en cualquier época pero el Rishi sabe que es Leipzig porque tiene el dulce y denso aroma de Leipzig y
porque en esa taberna donde acaba de entrar están, desolados en el vacío que solo puede ofrecer Leipzig,
sentados en una mesa, dominados por la oscuridad que los rodea, Schumann, Wagner y Bach.
Manú, oculto en otra mesa, lo mira en sus almas, que a pesar de su ceguera y su tortura sienten la
arrogancia de los personajes a los que representaron, y que alimentan en su vanidad con la admira-
ción que le brindan los siglos inundados con su música.
El Rishi advierte que en otra mesa, cercana a la de los músicos dos personajes están enfrascados
en una conversación que al ir aumentando de volumen llama la atención de los músicos.

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Uno de los personajes es el Demonio que se muestra con el aspecto con que el imaginario popu-
lar lo representa, incluso con dos cuernos y una cola. El otro personaje es un hombre común, que
podría ser el más común de los hombres, y este hombre común le dice al Demonio.
“Tengo las puertas del mundo cerradas,
y no puedo ser lo que quiero.
Quisiera poder crear,
quisiera ser inolvidable,
quisiera tener el movimiento del universo en mis manos”.
El Demonio con una voz amable que trata de inspirar confianza, lo alienta.
“Todo puede arreglarse.
Todo puede conseguirse.
Solo tendrás que dar un pequeño pago”.
El hombre no puede ocultar su desaliento a pesar del aliento que trata de insuflarle el Demonio.
“Nada tengo y tú lo sabes”.
El Demonio lo sigue alentando.
“Hay algo en ti jugoso que podría serme útil”.
“Si crees que tengo algo que vale, tómalo”, le dice el hombre recuperando el aliento.
“Bien, sí ese es tu deseo”, responde como no dándole demasiada importancia a la cuestión,
mientras de su portafolios que tenía oculto debajo de la mesa, saca un documento que parece ser un
contrato, junto con una reluciente lapicera de oro.
Todo está por consumarse cuando los tres músicos se levantan como en una estampida y podría
decirse que con desesperación corren como enloquecidos, tirando algunas sillas en su apresuramien-
to, hasta que visiblemente agitados llegan hasta la mesa donde se va a firmar el pacto.
Wagner es el primero que le habla al hombre.
“Ningún método para triunfar, por más perfecto y seguro que sea, vale la pena si el precio es tu alma”.
Bach lo mira a ese hombre desconcertado y le enseña:
“El silencio solo es un insoportable ruido cuando se está fuera del Padre”.
Schumann agrega:
“Ninguna fuga es posible en presencia del Demonio”.
Y los tres dicen.
“Aquí nos ves condenados a vagar en la inmortalidad demoníaca. ¿Eso es lo que buscas?
Sálvate, hombre, sálvate”.

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El hombre, que tal vez algo ha intuido del terrible destino de esos genios, huye de la taberna para
perderse en las calles intemporales de Leipzig.
“Desagradecidos”, los increpa el Demonio a los tres músicos, cuyas almas lloran cuando los per-
sonajes van desdibujando su grotesca figura.
Manú sale de la taberna y se dirige a Frankfurt a encontrarse con Johann Wolfgang von Goethe.
El Rishi y Goethe desde el techo de un antiguo edificio cuyo fachada está cargada de molduras,
miran las figuras humanas que deambulan atrapadas en el sinsentido, envueltas en una neblina opaca
que circula por la ciudad.
“Tedio y hastío.
Esta neblina es el velo que elegimos para ocultar nuestra alma.
Jugamos, partimos, devoramos, olvidamos.
Nuestro único objetivo es darle la espalda al Padre”.
Y cuando Goethe se silencia, Manú le pregunta:
“¿Por qué crees que lo han hecho?
¿Acaso ese era el camino?”.
Goethe lo mira al Rishi como si este no pudiese comprender la verdad del hombre.
“Ante la oferta del poder, de dominar el juego y ser inmortal en el mundo es imposible rechazar el
pacto”.
“¿Todavía crees en la verdad del pacto?”.
Las palabras del Rishi no le suenan irónicas a Goethe que con sinceridad responde.
“Durante algún tiempo el pacto tuvo algún sentido, pero el juego está condenado porque siempre
termina degradado.
Pero no hay salida, míralos caminar atrapados por esa brutal bruma, ya te dije, no hay salida, las
mentes ya fueron infectadas”.
“¿Vas a permanecer en este lugar?”, quiere saber el Rishi.
“Así es, mi función fue momentáneamente desafectada”, contesta Goethe con toda naturalidad.
“Vamos a dar una vuelta”, le propone Manú con la intención de sacarlo de esa demoníaca espe-
ra, pero Goethe rechaza la invitación.
“No puedo, estoy esperando el llamado de mi jefe”, responde sin mirarlo concentrado en las fi-
guras humanas transportadas por la neblina de Frankfurt”.
Manú se aleja y piensa que ya el paseíto que le sugirió Jaris fue suficiente.

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“Voy a llamar a Puru y a los Rishis que lo acompañan”, dice mientras regresa al espacio que El
Padre le ha asignado a los Rishis en el astral de la Tierra para que establezcan su comando de opera-
ciones.

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20

Y llega Puru.
Viene patinando con esquíes y ante el asombro de los lectores comprende que tiene la obligación
de explicar tan particular arribo.
“Tuve que venir con esquíes porque fue necesario cruzar una estepa congelada, no por el frío,
sino por los demonios. Estos son esquíes muy prácticos preparados para abrir grietas en el hielo y
para que así pueda llegar la calidez del Padre.
Atravesé muchísimos escollos hasta llegar aquí, el camino no fue fácil pero tuve mucha fe, me
desidentifiqué de todos los personajes que viví en la Tierra, que al reconocer mi vibración, me persi-
guieron con la intención de volver a atraparme.¿Pero qué pueden hacerle los personajes a un Rishi
servidor del Padre? La Tierra es un gran volcán que ya trascendí, y estoy aquí para enseñarles a los
hombres a trascenderlo.

“Soy el Rishi Payu y les traigo a los hombres el Libro de la Sabiduría.


Esta es la nueva forma en que El Padre manifiesta el eterno conocimiento, el original, el de
siempre.
¿Pero la sabiduría no está grabada desde hace milenios en los Libros Sagrados de todas las tradi-
ciones religiosas?, se preguntarán los lectores.
Es cierto, pero esta enseñanza fue con el tiempo tergiversada y pervertida por los demonios, que
metieron la cola en la misma, pactando con quienes tenían el poder de interpretarla y transmitirla.
¿Quién en la actualidad puede entender el sentido liberador de los Vedas, cuyos cantos que no-
sotros los Rishis grabamos en sus páginas quedaron reducidos a fórmulas mágicas en procura de
espurios poderes mundanos?
¿Cuántos pueden descifrar los Upanishads? Ni hablemos del mensaje de Jesús en los Evangelios,
convertido en un vacío ritual religioso por algunos o en profanas convocaciones a los demonios en otros.
¿Y la guerra santa del Islam transformadas en locuras de sangre y misiles? ¿Es posible penetrar
la dimensión de la Cábala que buscaron descifrar los maestros jasídicos? ¿En qué terminó el mensaje
de Buda? ¿Y la ciencia sagrada del Yoga? Solo en sectas que juegan a un estrambótico y misterioso
conocimiento. Y ni que hablar de las ideologías políticas y sociales que reemplazan o se mezclan con
las religiosas.

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Y todo lo que digo puede fácilmente verificarse leyendo los diarios o mirando los noticieros de
la televisión. ¿Es posible que un mundo habitado por miles de millones de creyentes se encuentre en
el estado en que se encuentra y que El Padre nos haya tenido que enviar a nosotros a su rescate?
Pero vuelvo a aclararles, este conocimiento que transmitimos consiste en la única y eterna Ver-
dad del Padre, lo que cambia es el modo de decirlo, esto es, lo digo para los lectores que tengan un
acercamiento al lenguaje de la ciencia, lo que estamos construyendo es un nuevo paradigma que por
incontaminado sea un canal adecuado para la palabra del Padre.
El pasado de esos conocimientos mal transmitidos y mal aprendidos debe quedar atrás.
Ya no serán necesarias iglesias, eruditos, teólogos ni falsos gurúes, solo la pureza del alma será
necesaria para liberarla de un largo sueño y la experiencia de purificación y el conocimiento divino
que le ofrecemos a los hombres, y como alguna vez dijo Jesús, lo demás vendrá por añadidura, y lo
demás es solo la verdad en El Padre”.

Gautama dice que viene a enseñar el sentido de la salud, algo tan elemental como ignorado por
el hombre. Y se ignora la salud porque no se tiene la menor sospecha del significado del cuerpo.
“¿Qué es el cuerpo?”, pregunta Gautama, y él mismo responde:
“Es solo un vehículo para poder realizar la experiencia del alma. Tan simple como esto, por eso
debe ser armónicamente cuidado, sin obsesión sino con el conocimiento de cómo funciona, como
operan los chakras que lo regulan, porqué es necesaria la purificación de estos.
Estoy convencido que tendré una ardua tarea, porque los demonios han pervertido todo lo refe-
rente al cuerpo, imponiendo un falso concepto de enfermedad y un erróneo modo de combatirla.
Pero como sé que en este tema es de gran interés para los lectores, volveré y ya hablaremos ex-
haustivamente del mismo.

“La historia de la humanidad no es otra cosa que la historia de la guerra, y no es desacertada la


opinión de ese humano que sostenía que no hay guerras, sino una sola guerra que se continúa desde
el origen con algunas filigranas de paz.
Una misma locura que continúa dándole fuerza a ese giro interminable que es la vida del hombre
en la Tierra.
“¿Qué hacer con todo esto?”, pregunta el Rishi Trimati.
Volver al sentido profundo de la guerra, que es la guerra contra el Demonio para regresar al Padre.
Y esta es la gran guerra que vengo a enseñar a los hombres, solo les pido que confien en mí por-
que soy un veterano y triunfador de esa guerra”.

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Visvamanas se presenta como el Rishi transmutador.
El Rishi tiene una conexión perfecta con la Energía Primordial del Padre y se transforma en una
corriente energética que traspasa los fuertes contenidos de oscuridad que posesan al hombre.
“Trabajaré lo suficiente –dice Visvamanas– para lograr que esta energía pueda ser reconocida
por cada alma y así pueda regresar a su verdadera morada.

Srutakaksha es el Rishi de la concentración infinita y su primera tarea es observar la mente de


los hombres sumergida en un mar de distracciones permanentes.
Srutakaksha es el camino de la concentración, por eso su tarea consistirá en penetrar en ese mar
de distracciones que tiene por finalidad terminar ahogando a las almas, para rescatarlas y generar en
ellas la unificación de la mente con su principio divino y esa conexión la lleve al Padre.
“Tu tarea es de una enorme dificultad”, opina el mandala de convocantes.
“Paradójicamente no es así, la concentración es un acto reflejo del alma cuando siente que se es-
tá ahogando.
Una vez, un joven inquieto por iniciarse en la vida espiritual acudió a un reconocido y sabio
maestro para que lo aceptase como discípulo.
Este joven no podía creer que a pesar de su insistencia y juramentos de que era un sincero bus-
cador de la Verdad el maestro le rechazase.
Por último, cuando el joven ya estaba agotado de usar todos los recursos para que el maestro lo
aceptase, y como golpe final había amenazado con ayunar hasta ser aceptado o morir en el intento,
convencido, según había leído en un viejo cuento de espiritualidad oriental que este método era
infalible, el maestro le pidió que lo acompañase a dar un paseo por la orilla del río.
Mientras caminaban en silencio, aprovechando que el joven estaba distraído en sus pensamientos
que lo llevaban a mundos imaginarios de grandes poderes y experiencias extraordinarias, el maestro
lo tomó del pelo y le hundió la cabeza en el agua.
Para el joven aspirante a la vida espiritual los segundos que pasaron los vivió como eternidades,
y cuando estaba por ahogarse el maestro aflojó la presión, permitiéndole sacar la cabeza del agua.
Esperó a que se recuperase y entonces le preguntó cuál era la única necesidad que tenía cuando
se estaba ahogando.
Sin dudar, el joven respondió que la única necesidad que tenía era la de respirar, a lo que el
maestro le respondió que cuando su alma tuviese la misma necesidad del Padre fuese a verlo y en-
tonces lo aceptaría como discípulo.

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Este relato es muy revelador, en mi tarea solo tengo que esperar a que el alma experimente que
se está ahogando en ese mar de distracciones, en ese momento pedirá desesperadamente ayuda y solo
tendré que guiarla un poco para que aprenda a concentrarse y pueda regresar al Padre”.

“Observen que bajo han caído, contaminando todo a su alrededor, y este desequilibrio natural y
social que los oprime y que solo pueden registrarlo afuera, es nada más que el espejo donde se refleja
el desequilibrio interior que tienen ustedes los humanos.
Mi tarea será trabajar para ir modificando esta devastación del alma.
Vengo a enseñarles el equilibrio interior para que una vez que lo logren puedan equilibrarse con
el mundo que los rodea, solo entonces podrán experimentar la unidad con todo lo viviente, desalo-
jando este desequilibrio que en su desesperación solo puede entender la vida como algo a ser devora-
do.
Al encontrar el equilibrio también recuperarán la intuición y comprenderán que los únicos devo-
radores son los demonios que habitan en su interior y ustedes los únicos devorados.
¿Y para qué queremos equilibrarnos si en el desequilibrio, incluso en el ser devorados encontra-
mos nuestra satisfacción, nos sentimos viviendo, y a ese fluctuar entre el goce y el dolor lo llamamos
vida, y esta es la única verdad que tenemos?, me preguntarán muchos, por no decir casi todos uste-
des.
Es indudable que en esa pregunta se evidencia el actual estado de conciencia demoníaca de la
humanidad y ante esto, ¿qué puedo responderles?
Algo que seguramente ahora no podrán entender pero que quedará grabado en su inconsciente
para que aflore cuando estén en condiciones de empezar a intuir la Verdad.
La enseñanza que los Rishis le ofrecemos al alma no es para que mejoren su condición de vida
en la Tierra, sino para que puedan partir de la Tierra en búsqueda de su verdadero mundo”.
Estas fueron las palabras del Rishi Devajunya.

Goshukta se muestra a los hombres como el mensajero de la luz que viene a traer los mensajes
del Padre para todo aquel que pueda escucharlos.

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“Los mensajes no pueden ser escuchados si simultáneamente no son mirados, y ustedes tienen
los ojos vendados, por eso mi tarea será si ustedes lo permiten, quitarles la venda de los ojos”.
Un humano emerge de entre la multitud para preguntarle al Rishi.
“¿Qué veríamos sin las vendas que cubren nuestros ojos?”.
“El profundo encuentro con El Padre”, responde Goshukta.
“Pero antes tendrán que ver algo que seguramente no les gustará”, interviene el Rishi Sukti, que
se presenta como una energía arrancadora que va quitando las vendas de los ojos de la humanidad.
Y ante esta visión la humanidad grita y llora desolada porque puede ver los verdaderos rostros
de sus personajes.
Estos personajes se retuercen ante la luz del Rishi y se van consumiendo de a poco hasta extinguirse.
El Rishi les dice con la compasión que solo puede tener un Rishi por esa doliente humanidad.
“Les he transmitido la energía reveladora del Padre, y les he revelado la trampa en que se estaban
sumidos, identificados con esos personajes que no son otra cosa más que máscaras del Gran Demonio.
Les pido que sepan comprender el terrible dolor que han padecido ya que fue como arrancárselos de
la piel con piel y todo, pero los Rishis no tenemos otra alternativa que operar con métodos tan directos.
Ahora sí, cuando cicatricen sus heridas podrán mirar, como les dijo mi compañero, el profundo
encuentro con El Padre”.

Un gran silencio sigue a las palabras de Sukti y es que ha llegado Angiras, el Rishi que ha veni-
do al plano a traer la sabiduría del silencio.
“Este es un mundo bullicioso donde el silencio no tiene lugar, los pactos lo han ocupado todo y
es su vibración un ruido constante que perturba, ensordece sin permitir que sea escuchado el silencio.
Ese silencio es el que no da la pauta que estamos cerca del Padre porque solo en el silencio lo
podemos percibir.
Aprendamos de este silencio”.
Y el Aleph se inunda de silencio.

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21

Soy el Rishi Trimati y Jaris me encomendó la tarea de seguir los pasos de David Robert Jo-
seph Beckham, uno de los galácticos del Real Madrid, aunque dicen los entendidos que ya no son tan
galácticos, y que por su proyección mediática y publicitaria, además de ser un buen jugador, es hacia
donde se dirigen todas las miradas cuando miran la selección de Inglaterra.
Lo veo a Beckham que se despide del técnico Sven Goran Eriksson y que se interna por una ca-
lle marginal de Nuremberg, esa ciudad donde el carpintero Kaspar Faber inventó en 1761, el famoso
lápiz que por supuesto los Rishis no conocimos en nuestra estadía en la Tierra, pero todos los comen-
tarios que escucho es que fue un invento fabuloso.
Sigamos con Beckham, cuando puede comprobar que la calle está solitaria y nadie lo ve ingresa
por una pequeña puerta y desaparece.
Pero nadie puede desaparecer para un Rishi y no tengo ninguna dificultad de reencontrarlo en el
Gran Salón donde se llevan a cabo las reuniones de los caballeros de la Corte del rey Arturo.
De pronto la mesa comienza a girar como una ruleta con Beckham como único asistente, y al de-
tenerse la tiniebla que invade el recinto queda desplazada porque se ha encendido un cenital que
ilumina al jugador.
Beckham está sentado donde acostumbra a sentarse el rey Arturo.
El Gran Demonio sale de la ruleta y Beckham, al advertir su presencia se arrodilla ante quien
considera su Señor, y éste, el Gran Demonio, le ofrece todas las bondades, virtudes y regalos que
corresponden a un gran guerrero.
Beckham entusiasmado cree que lo que su Señor le ofrece es para el momento, y se va a conver-
tir en el caballero que con más gloria y honor haya pisado Inglaterra.
Pero el Gran Demonio lo saca de ese ensueño y le dice que lo que le está entregando es de un
enorme poder como para ser desperdiciado en ese momento.
¿Tendría sentido usar ese poder para salir a cazar dragones?
Deberá esperar y prepararse para dentro de unos cuantos siglos, cuando sean millones los que lo
puedan aclamar y admirar, y no solo unos pocos y torpes caballeros.
El pago que tendrá que hacer es entregarle a él, el Gran Demonio, la energía de todos sus devo-
tos admiradores.

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Beckham, el caballero Beckham, muy desconcertado porque está totalmente fuera de su com-
prensión lo que el Gran Demonio le dice, no puede sustraerse a la increíble fascinación y dominio de
su voluntad que ejerce su Señor.
Ya va a firmar cuando me decido a intervenir y sin que ninguno de los dos perciba mi presencia,
neutralizo la energía del pacto y el Gran Demonio furioso, sin saber lo que está pasando, observa
como Beckham arroja su armadura y regresa a prepararse para el Mundial 2006.
Cumplido mi trabajo los dejo porque vienen llegando otros compañeros.

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Pulastya, que no se llama Pulastya porque este es su nombre de Rishi y esta historia narra
acontecimientos del período anterior a alcanzar el estado de Rishi, cuando era un hombre común.
¿Qué sentido tiene perder el tiempo hablando de un hombre común?, se preguntarán los lectores.
Grave error descalificar de ese modo a un hombre común porque un hombre común puede ense-
ñarnos todo aquello que es conveniente hacer para quien apueste a acceder a una dimensión espiritual
de su vida.
El cuestionamiento era que poner sobre el tapete a un hombre común era una pérdida de tiempo.
Precisamente de eso vamos a hablar porque el futuro Pulastya era el mejor ejemplo de un hombre
relacionado con el tiempo, en el sentido de tiempo perdido o con la pérdida de tiempo.
Lo único que tenía este hombre era una bolsa llena de agujeros donde metía todo su tiempo dis-
ponible y como la bolsa estaba agujereada iba perdiendo todo el tiempo.
El Señor viendo el desinterés del hombre por el tiempo decidió, si bien no suspender totalmente
su provisión, al menos dársela en cuentagotas.
Cuando el hombre comprendió que ya no disponía de tiempo para perder por la sencilla razón
que casi ya no tenía tiempo, decidió administrar de otro modo cada pequeña partícula de tiempo que
de tanto en tanto recibía.
Entonces decidió hacer una inversión productiva de esa pequeña cuota de tiempo que podía aho-
rrar. Y esta inversión consistió en ofrecerle al Padre cada fracción de segundo que tenía a su disposi-
ción. El tiempo que tenía que emplear en comer, bañarse o limpiar su pequeña cabaña se los ofrenda-
ba al Padre y pronto se dio cuenta no sin sorpresa, que le sobraba mucho tiempo y ese tiempo del que
disponía en exceso también se lo dedicó al Padre a través del servicio a los otros.
Así usando de esa manera el tiempo, ese hombre común se convirtió en el Rishi Pulastya que llega a
la Tierra nuevamente para enseñarles a los hombres como deben hacer para no perder el tiempo.

Marici es un Rishi que administra la historia no oficial. ¿Qué significa esto? Las historias siem-
pre son contadas desde el que gana o desde el que pierde, pero nunca del testimonio de un testigo
imparcial que diga la Verdad.

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El Rishi se encarga de recopilar y archivar todos los datos de lo que va ocurriendo en el mundo,
por lo cual es considerado un elemento muy importante en el equipo del Padre.
Y ya que de equipos estamos hablando Marici conoce al dedillo la historia de todos los Mundia-
les de fútbol y su tarea es registrar el grado de vibración en que se encuentra la humanidad en esos
importantísimos y mal comprendidos períodos de la historia contemporánea en que se llevan a cabo
esos eventos deportivos.

Jammadagni es el encargado de controlar, si de algún modo se puede llamar así, a las aguas que
bañan los continentes.
Es muy extraño que ingrese aquí el término de controlar, pues, ¿qué control tienen los tsunamis,
tifones y todas las furias del mar conocidas y desconocidas?
El Rishi que está escuchando mi relato interviene para decir:
“Me parece que los humanos están muy lejos de entender lo que quiere decir la palabra controlar.
Se los voy a explicar, controlar significa que se hagan las cosas como corresponden.
Las masas de agua son atraídas por los continentes de acuerdo a la vibración que estos emiten.
Imagínense ahora que lo que emiten los continentes son las vibraciones de sus habitantes, esto
no sería problemático si estos fueran solamente minerales, vegetales, animales, espíritus de la natura-
leza, pero la principal vibración es la de los humanos y el caos interior que habita en estos es el que
imanta esas formas caóticas con que se manifiestan las masa de agua.
Y esto es lo que corresponde, yo solo controlo que se jueguen las equivalencias.
¿No les gusta, humanos, que las cosas sean así?
Sin embargo son así, y lo único que pueden hacer es convertir el caos interior en armonía y en-
tonces las aguas serán armoniosas.
Estaré feliz entonces de controlar esa armonía.

Atri es la luz del amanecer, maravillosa luz que disipa las últimas sombras de la noche y con su
claridad despierta las conciencias de la Naturaleza y del hombre.
Todo renace cuando se manifiesta su Luz, es el despertar de un nuevo día y tiene la misión de
acompañar esa claridad hasta la llegada del ocaso.
El Rishi es la parte luminosa del círculo del día y la noche, pero fundamentalmente la misión de
Atri es decirle al hombre que la luz puede ser permanente y que esto será así cuando pueda alcanzar
el despertar en El Padre.

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Daksa representa la dureza de todo lo manifestado por eso aparece como un diamante que une su
dura consistencia a una magnífica transparencia.
Nada hay más duro que un diamante como no sea otro diamante, y nada tan transparente como
él, a tal punto que cuando es penetrado por la Luz del Padre se transforma en una antorcha que ilu-
mina el Universo.
Pero el Rishi no es feliz y siempre busca en la dulzura de lo blando encontrar la paz.
“Es duro ser duro –dice Daksa– porque la dureza no pertenece a la naturaleza del Padre ya que
se ha generado con la condensación de las experiencias que el hombre ha tenido desde su presencia
en la Tierra.
Yo no era duro, liberado de la condición humana era Uno con la blandura del Padre, pero cuando
se organizó este Plan El Padre me pidió que adquiriese la dureza del corazón humano porque es la
única forma de llegar a él y poder empezar a transformarlo.
La dureza debe ser fundida y el único calor que puede fundirla es el que emerge del corazón del
hombre.
Mi tarea será generar ese calor desde la máxima frialdad que nace de la dureza”.

Brighu es el Rishi que compone las tramas para todo tipo de estructuras, simples, complejas te-
rrestres y más allá de la Tierra, físicas y psicológicas y todo lo que se les ocurra posea una estructura.
La trama es el orden con que debe ser programada la estructura, por decirlo de otro modo es el
alma de la estructura, un alma adecuada a cada naturaleza y es esa naturaleza y no otra porque res-
ponde a la función que va a cumplir”.
Brighu aclara.
“Ni quieran imaginarse la infinita cantidad y calidad de tramas que se manifiestan en el Univer-
so, y mi tarea en la Tierra es recordarle al hombre que además de una trama física y otra psicológica
tiene una espiritual que lamentablemente está olvidada en la gran mayoría de los humanos”.

Registrar el espacio entre el tiempo y el no tiempo es la muy delicada actividad del Rishi Pulaha.
“¿Nos puedes explicar cuál es el principio del no tiempo?”, le pregunta al Rishi un humano que
se presenta en el Aleph y dice que su especialidad es la física cuántica.
Dice Pulaha.
“Veamos la cuestión desde el concepto más simple, el tiempo es el que se suma y el no tiempo
es el que se resta, pero no es una resta en el sentido de sustitución del pasado.

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Establezcamos el símbolo de la cruz que tanto significado tiene pero que es desconocido por los
hombres.
El presente está en el centro de la cruz y la línea horizontal señala hacia la izquierda el pasado y
hacia la derecha el futuro.
La línea vertical es el no tiempo que siempre acompaña al presente, que es el espacio de energía
en el cual se sintetiza el pasado y se proyecta el futuro.
La influencia del no tiempo está en relación con la proporción de carga positiva o negativa que
se encuentre en el presente.
La nominación de no tiempo responde a la falta absoluta de éste. Por decirlo de algún modo es la
membrana que divide el pasado del futuro y que pertenece al presente. Pero como es una energía que
no proyecta, dado que de la proyección se encarga el presente, no tiene temporalidad, ya que el tiem-
po no es otra cosa que energía proyectada”.
El físico cuántico agradece la explicación y se retira del Aleph.

Mientras esperamos al Rishi Kratu el maestro Yukteswar dice que ya que estamos ocupados en
el tema del tiempo es importante reflexionar que por cada pasado como registro de lo vivido hay un
millón de pasados imaginados.
Casi el maestro Yukteswar no había terminado de pronunciar sus palabras cuando llega el Rishi
Kratu y dice.
“Y hablando de la imaginación puedo decirles que precisamente mi área de trabajo está en la
sustentación de la imaginación. Aunque parezca simple es muy compleja esta tarea”.
“¿Cómo es esto?”, quiere saber Yukteswar.
“Veamos como funciona el mecanismo de la imaginación. Esta nace de una proyección de la mente y
para que lleve a cabo su desarrollo completo tiene que ser sostenida por la energía que debo aportar”.
“¿Qué significas con el desarrollo completo?”, insiste Yukteswar.
“Es el encadenamiento con otras proyecciones que a su vez deben ser sostenidas. El aporte de
esta energía está cualitativamente relacionado con la calidad de la proyección”.
“¿Y cómo consideras la calidad de la proyección?”.
“Si el juego imaginativo tiene un alcance inmediato o si acompaño al sujeto largamente en su
vida hasta chocar abruptamente con la frustración.
Todos estos instantáneos, medianos, prolongados o interminables proyectos hacen a la vida del
hombre, porque qué es vivir para los humanos sino imaginar, imaginar y seguir imaginando.

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Lo increíble es que aunque la frustración corte la proyección, ésta continúa en el inconsciente
por la propia inercia del movimiento, y se continuará imaginando, frustrando y justificando la frus-
tración y volviendo a imaginar.
Yo soy un Rishi que cuando terminé mi experiencia humana tuve la posibilidad de ascender a
los grandes universos del Padre, pero éste me solicitó que me quedara para no dejarle toda la imagi-
nación a los demonios.
Y aquí estoy, listo a unirme a mis hermanos, y pienso que llegó el momento de transformar la
imaginación demoníaca en imaginación divina.
Las imágenes que envía El Padre deben ocupar las mente del hombre”, terminó diciendo Kratu.

Sukaksha es el espíritu de la revelación del mundo.


¿Y qué es la revelación del mundo?
El punto culminante de este concepto radica en la Nada.
Los misterios revelados funden sus orígenes en la Nada.
Qué cosa extraña, verdad, es el hecho de que la revelación del misterio se transforme en Nada,
pero decir se transforme no es correcto porque la realidad es que se diluye hasta ser Nada.
La revelación es la lámpara que apagada en una habitación oscura da pie a todas las fantasías de
las supuestas cosas ocultas que allí se encuentran.
Pero una vez que se enciende la lámpara se disipa el misterio porque la habitación está vacía.
Este es el espíritu de la revelación, convertir al misterio en Nada y al desaparecer el misterio debe
desaparecer por carecer de función aquello que lo revelaba. Lo que se ha revelado es que el mundo es
Nada.

Trisoka expresa que por ser el último Rishi de este grupo va a compartir con sus colegas el acto
de cierre.
“Las cosas cierran o no cierran. ¿Y de qué depende que cierren o no? Esto es muy interesante tener en
cuenta porque algo cierra cuando la energía proyectada ha llegado a la totalidad de su desarrollo.
Si choca con la frustración el desarrollo se interrumpe y no cierra, por lo tanto el cierre es de vi-
tal importancia para que se economice la energía invertida porque sino todo va a pérdida.
Sin embargo, y eso es lo que vengo a corregir, el hombre despilfarra su energía porque va de la
proyección a la frustración y de la frustración a la proyección. Esto es inevitable en el mundo de los
demonios”.

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¿Me recuerdan ¿ Soy Marici, el Rishi que administra la historia y dentro de la historia en
general, la historia de los Mundiales.
Seguramente los interesados en los Mundiales habrán advertido que las sedes donde se jugaron
correspondieron desde el de 1930, que se jugó en Uruguay hasta el de 1982, en España, a países
europeos y sudamericanos. En 1986 llegó a México y a Estados Unidos en 1994, y esto se debió al
proyecto globalizador del Gran Demonio, que lo amplió a Corea-Japón en el último Mundial del
2002 y en el 2010 quiere llevarlo a Sudáfrica.
Ahora estos dos países, Japón y Corea irrumpirán en este Alemania 2006, y considero que es
importante mostrar lo que no se ve de este Oriente misterioso.
Empecemos por Japón.
Un anciano japonés sentado sobre sus talones va moviendo las cuentas de un ábaco que tiene en-
tre sus manos, tal vez sin ningún propósito, solo para confundir.
¿Por qué y a quiénes quiere confundir el anciano?
El porqué es claro, este anciano es el Demonio que asumió la forma de anciano para confundir y
ahí viene el a quiénes: a ese grupo de samuráis con quien busca hacer el pacto.
Los samuráis lo creen un hombre santo por eso lo reverencian y escuchan.
“Guerreros, están dispuestos a luchar hasta morir por esta causa.
Si están dispuestos, déjenme entrar en sus corazones, déjenme darles la fuerza del león y la astu-
cia del tigre.
Ábranme sus corazones”.
Los samuráis se arrodillan frente al Demonio disfrazado de anciano, dispuestos a entregarles su
corazón, pero uno no lo hace.
El Demonio disfrazado de anciano lo mira con un duro gesto de reprobación y en su mirada fe-
roz se adivina la amenaza del castigo.
Pero el samurai no teme y pregunta.
“¿No es acaso la lucha del guerrero una lucha interna?”.
El Demonio disfrazado de anciano se yergue, toma su espada y lo decapita, dirigiéndose después
de cometido el acto a los otros samuráis.
“Él no era digno de mi sabiduría”.

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Sin embargo el impacto de las palabras del samurai y su posterior decapitación conmueve a los
otros samurais que dudan de ese anciano, y se niegan a consumar ese pacto colectivo.
El samurai decapitado, que no era otro que yo, el Rishi Marici, ante el asombro de los otros sa-
muráis que me ven resucitado, lo miro al Demonio que desvía la mirada recogiéndose nuevamente en
su ábaco y susurrando que va a insistir, que tiene todo el tiempo del mundo para lograr su propósito.
Ahora en mi figura de Rishi le contesto:
“El tiempo es el que te genera la ilusión de existir en tu inexistencia.
Ni siquiera existes.
El segundo que insume el aleteo de una mariposa,
el segundo en que tus samuráis eligieron mirarme,
se transformaron en una eternidad sin tiempo que ha disuelto tu existencia que nunca ha existido”.
Los samuráis, después que el Demonio ha desaparecido, vuelven a su imagen de jugadores que
han olvidado todo lo que ha ocurrido.
Hidetoshi Nakata, que tiene el prestigio de jugar en el Bolton de Inglaterra, y Shinji Ono, que se
luce en el Feyenoord de Holanda, me miran como a un vidente que les puede presagiar el futuro.
“Lo lamento muchachos –les digo con total sinceridad, desinflando sus expectativas– Japón
nunca tendrá una buena actuación en una Copa Mundial”.

El Gran Demonio sabe que lo único universalizador de todas las culturas es el fútbol, por eso
envió un grupo de demonios entrenadores a Corea del Sur para buscar integrar a ese pueblo a su
proyecto de un Estado Mundial gobernado por la Gran Oscuridad.
No fue poca la energía que se invirtió, pero en los mundiales que participó, a excepción del últi-
mo donde fue anfitrión y logró un cuarto puesto, en los demás fue mucho menos que aceptable. Así
llegó 10° en el ´54, 20° en el ´86, 22° en el ´90 y 30° en el ´98.
Pero el Gran Demonio considera que nada puede quedar fuera de su órbita y decidió otorgarles
grandes dosis de energía, a pesar de sus mediocres condiciones, a Park Ji-Sung, que anda jugando en
el Manchester United, a Seol Ki-Hyeon, que transpira en el Wolverhampton, y a Lee Young-Pyo,
que hace lo que puede en el Tottemham. También deambula por Europa Ahn Jung-Hwan, jugando en
el Duisburgo de Alemania.
Y a pesar que le dio precisas instrucciones a los demonios que rigen el fútbol europeo que estén
pendientes de estos muchachos, la verdad es que Corea nada tiene que ver con el fútbol.

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24

En una gran corriente de energía viene un grupo de Rishis, pero uno solo desembarca para
hablarle a los lectores mientras el resto continúa navegando en la corriente.
“Mucho gusto, mi nombre es Sasoka y una de las funciones que me han sido asignadas tiene que
ver con la motricidad de las piernas, en realidad más que con el movimiento, con mantener la posi-
ción erecta que da la dimensión vertical.
Bueno, esa es , como les dije una de mis tareas, les voy a hablar ahora de las de mis compañeros
que no se encuentran aquí, no por descortesía sino porque tienen una reunión urgente convocada por
Jaris.
Empiezo contándoles la tarea de mi compañero Kusidina, tarea que no es fácil porque tiene que
desobstruir el chakra emocional que le impide al hombre estar de pie, aunque lo esté físicamente. ¿Se
entiende, no?

Por su parte Praghata tiene que trabajar sobre la yema de los dedos de los pies y de las manos,
porque lamentablemente en el estado en que se encuentra el hombre, en vez de ser canales por donde
ingresa y egresa la Luz, la que entra y sale es la oscuridad.
Hay que tener en cuenta que el buen funcionamiento de este chakra hace elevar la vibración de
los restantes chakras corporales.

Irimiri es un personaje que me encantaría que conozcan, siempre se presenta con un solo ojo,
como Polifemo, y se ríe de los hombres que tienen dos ojos pero de nada le sirven porque no pueden
ver nada.
Este Rishi trata que los hombres comprendan que lo terrible no es lo que aparece como mons-
truoso, porque lo monstruoso es la envoltura que oculta lo divino.
¿Pero qué es lo divino y lo monstruoso?
Lo divino es la visión capaz de contemplar lo que es invisible a los dos ojos de los hombres, cu-
ya ceguera los convierte en monstruosos.
Esta diferencia es la que Irimiri buscará hacer consciente en los hombres para que puedan volver
a ver, como alguna vez lo pudieron hacer, con el único ojo del alma.

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Yuktadakshna es el Rishi que tendrá como tarea armonizar el funcionamiento de dos chakras
que los demonios se ocuparon de desarmonizar.
Es de fundamental importancia el normal funcionamiento del chakra que tiene que procesar con
la reflexión la suma de acontecimientos que bombardean la vida del hombre.
¿Y qué hicieron estos malditos con estos chakras en la gran mayoría de los hombres?
Hicieron dos cosas, primero bloquearlos y luego ocupar su función con los chakras que rigen el
impulso.
Y colorín colorado este cuento se ha terminado.
¿Acaso hace falta decir más? Restaurar el normal funcionamiento es lo que hará Yuktadakshna.
Sanahsefa tiene conexión con Praghata, que debe trabajar con la yema de los dedos, mientras
que él se ocupará del fluir de la sangre que llega a los dedos.

En los libros de yoga se menciona al Manipura como uno de los 7 chakras principales. Este cha-
kra que tiene registro físico en la boca del estómago, es el niño mimado de los demonios.
¿Por qué? Allí centralizan la energía del poder, convirtiéndolo en el bastión de su propio poder.
¿Cómo es esto? Muy sencillo, como siempre es sencillo el mecanismo con que los demonios
dominan al hombre, vamos al punto, concentrada esa impresionante densidad energética en ese
chakra, el hombre supone que él domina, dirige y usufructúa para su propio beneficio este impulso
de poder.
¡Qué ingenuo! Los únicos que manejan ese poder en el plano son los demonios, y los hombres
solo son sus inconscientes instrumentos.
El Rishi Trisni tendrá que hacer consciente en el hombre la trampa en que está metido.
¿Qué trabajito, no?

La posición de Soka dentro del sistema de chakras será muy particular, ya que este Rishi se ins-
talará en un lugar intermedio entre los chakras.
Su función será reestablecer la energía que comunica los diferentes chakras para ir restablecien-
do el fluir energético en el sistema.
Creo que está de más insistir que el sistema está obstruido y los demonios solo permiten el paso
mínimo de energía densificada para preservarlo con vida.

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Mi compañero Priyamedhas siempre está sonriente. ¿Cuál es la causa por la que sonríe Priya-
medhas?
Este Rishi tiene como tarea entrar en el chakra emocional, y este ¿falta decirlo?, está todo el
tiempo angustiado, llorando, tratando de tapar su sufrimiento con psicofármacos.
Priyamedhas sabe que su sonrisa es la única que puede curar el mal que padece el corazón. Pero
primero Irimiri tendrá que desobstruirlo.
Putakaksha cuando los Rishis llegamos al astral de la Tierra en aquel inolvidable 20-02-02, por
decirlo en una sigla que todos ustedes comprenden, lo primero que advirtió fue que los cuerpos se
mueven como marionetas.
Jaris, viendo su preocupación le prometió que cuando nos tocase entrar en acción, el primer tra-
bajo que le daría sería limpiar de demonios a los chakras que rigen el movimiento para que el cuerpo
humano pudiese armonizar su movimiento con la soltura y alegría que le pide El Padre.
Como ya se imaginan las mencionadas son solo algunas de las incalculables tareas que los Rishis
debemos realizar.
Ahora los dejo porque me dijo mi compañero Irimiri, que desde la corriente de energía estuvo
hurgando lo que pasaba con los preparativos de este Mundial, que no me pierda el entrenamiento de
la selección de España.
Ya me estoy yendo, porque antes de empezar a trabajar quiero disfrutar con los muchachos de
Luis Aragonés.

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“Vamos Xaxi, no te duermas, corre, tapa”.


“En diagonal, Raúl; achica espacios, busca el claro”.
“Iker, el portero no está para mirar el partido y atajar de tanto en tanto, grita, presiona, atemori-
za, juega”.
Luis Aragonés sintió la fatiga de sus 67 años y se sentó en el banco para descansar, beber una
gaseosa y callarse un rato. Era el final de su carrera como director técnico. ¿Qué sentía? ¿Nostalgia?
¿La fugacidad del tiempo? Cuando me vio, soy Sasoka, me reconoció de otras vidas y me hizo un
gesto con la cabeza que podía ser un saludo inconsciente. Tomó fuerzas, se paró y siguió gritando y
ahora su obsesión fue Mariano Pernía al que se le achacaba no saber pararse en la cancha.
Pero no estoy solo mirando ese entrenamiento, cuatro personajes a pocos metros están enfrasca-
dos en una durísima discusión. Son nada menos que el Cid Campeador, Cervantes, el autor del Qui-
jote, José Luis Rodríguez Zapatero y Joan Manuel Serrat.
El Cid Campeador está horrorizado.
“¿Qué es esto?
¿Dónde quedó España?
El orgullo, la sapiencia, la elegancia, la belleza, el heroísmo, el refinamiento de los moros, la
trágica y brava fiesta de los toros, todo terminó con unos imbéciles pegándole a una pelota”.
Joan Manuel Serrat busca calmarlo y refutarlo.
“Tranquilízate, nuestros héroes no derraman sangre ni trafican con sangre de inocentes”.
“Este es un juego que tiene una importancia política y económica fundamental. Es la alegría de
las masas y una formidable fuente de recursos económicos”, interviene Rodríguez Zapatero.
El Cid Campeador aumenta su furia.
“No puedo creer lo que estoy escuchando.
¿Qué tonterías estás diciendo?
¿No veis acaso a la degradación a la que llegamos?
Ni siquiera tienen que usar una espada para combatir al Demonio.
Son unos parásitos que no tienen que hacer nada.
No son hombres, no son españoles, es lo que quedó de la humanidad después que desaparecieron
los héroes, sombras fantasmales menos que demonios”.

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Cervantes trata de poner paños fríos y alguna racionalidad a la discusión.
“Las masas siempre necesitaron entretenerse, en una época se contaban historias porque nadie
sabía leer, ahora que todos pueden leer nadie lo hace porque terminó el tiempo de la lectura y empe-
zó el tiempo de la pasión del fútbol por imágenes televisivas”.
“Ustedes no entienden el concepto del deporte porque no lo vivieron, es la democratización de la
vida, iguala a todos, ricos y pobres, intelectuales, artistas y analfabetos”.
Las palabras de Serrat exasperan aún más al Cid Campeador que espada en mano grita.
“¿Pretendéis comparar la conquista de un territorio con un partido de fútbol?”.
“Tú no comprendes la pasión deportiva”, le contesta Serrat.
“Señores –vuelve a intervenir Rodríguez Zapatero– los he convocado a este lugar para ver si po-
demos lograr que el fútbol sea un emblema para España”.
“¿Pretendéis usar mi nombre y mi energía para esto? ¿Me estás diciendo que estos payasos son
lo mismo que mi Quijote?”.
La indignación de Cervantes alimenta la del Cid Campeador, que sigue gritando.
“¿Queréis hacer héroes de estos muchachos que se atemorizarían ante un niño de nuestra época?
Vamos Miguel , debemos alegrarnos de estar muertos, ¿de qué puede valer la vida si la vida terminó
en esta pantomima?”.
El Cid Campeador y Cervantes desaparecen mientras Serrat y Ropdríguez Zapatero van a salu-
dar a Luis Aragonés y yo, Sasoka, muy divertido con la discusión me quedo para seguir viendo el
entrenamiento.

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Devaja se presenta como una llamarada, y del centro de esa llamarada surge su voz.
“El fuego siempre es un medio excelente para simbolizar el poder de la energía y también para
asombrar.
El asombro es una puerta por la que puede entrar el conocimiento y asombrar al ignorante es el
método del destierro de la ignorancia.
¿Qué debe asombrar ese fuego? La ignorancia del ignorante. ¿Y de qué se trata esa ignorancia?
La ignorancia es estar hipnotizado de la Verdad.
El fuego del asombro que libera de la hipnosis en que está sumida la humanidad será mi tarea.

Godha se presenta en forma de cascada.


Tengo el poder de la cascada, el poder de silenciar con mi sonido, de maravillar con mi brillo, de
intimidar con mi fuerza, y sobre todo, de llegar con mi energía.
La cascada es un lugar sin tiempo donde cada gota es siempre nueva pero su esencia es la mis-
ma, y la cascada son infinitas e interminables gotas.
Como cascada le hablo a aquel que se calla para escuchar mi murmullo.
Mi mensaje es para aquellos que puedan intuir que lo eterno es siempre nuevo”.

Satyadhriti viene envuelto en una luz dorada y cuando esa luz atenúa su brillo se puede ver su
sonrisa.
“Vengo a convocar a los niños, y cuando acudan haré una ronda con ellos y les contaré cuentos.
Sus sueños serán los míos, mi música estará en sus canciones y mis canciones serán su música.
Un gran Sol de todos los colores poblará sus dibujos y habrá energía en sus corazones porque yo
estaré en ellos”.

“Me disfrazaré de esa vejez solitaria y desamparada que ha sorprendido a aquellos que creyeron
que nunca llegaría ese día.
Habitaré la aridez de sus corazones para decirles que su futuro no es la muerte sino la vida eterna
en El Padre”.
El Rishi que así habló es Sanyu.

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Saunaka muestra una biblioteca donde están reunidos todos los libros que ya desaparecieron en
la desintegración del tiempo, pero que aún permanecen en los anales de la noche astral, y donde
también se encuentran los libros presentes en la Tierra, e incluso aquellos que aún no están escritos
pero que anidan en la mente de los demonios, y dice:
“Yo navegaré en estos libros caminando por sus hojas y destruyendo todo lo que en ellas exprese
el Plan Demoníaco.
No será tarea fácil, cada letra es una gota de sangre o de hiel, cada letra vibra en el tono de aquel
que empuñó la pluma.
Tal vez basten los dedos de las manos para contar cuantos escritores no fueron demonios, mu-
chas veces demonios que usurparon con palabras divinas”.

Niranyasthupa habla a través de su luminosa mirada.


“Yo purificaré las miradas que están empañadas por las infinitas imágenes oscuras con que en
cada fracción de segundo lo diabólico impregna los ojos de los hombres.
Las miradas serán bañadas en luz, y entonces la mirada iluminada desechará por irreales las
imágenes oscuras y será capaz de elevar su mirada al Padre”.

“Este es un mundo organizado mediante el trabajo demoníaco”, dice Sumitra.


“La humanidad está agrupada en trabajos, desde los más simples hasta los que diseñan las per-
manentes transformaciones civilizatorias.
Todos los trabajos son necesarios para sostener el sistema demoníaco, desde el que barre las ca-
lles, porque el Gran Demonio es un obsesionado por mantener un mundo aparentemente lo más
limpio posible, hasta los científicos que investigan la energía nuclear.
Los empleados de las oficinas municipales, las vendedoras de boutiques, los programas de com-
putación, los deportistas profesionales, por dar algunos ejemplos tal vez innecesarios porque todos
los trabajadores trabajan para el Gran Demonio, que es el único patrón.
Estratégicamente derrotar al Gran Demonio es privarlo de su fuerza de trabajo. ¿Cómo podrá
sostener su Imperio si este depende del trabajo de todos los hombres y mujeres que lo habitan?
Hay una dialéctica inexorable en el mundo binario.
Alguien es amo porque tiene esclavos, pero si el esclavo se libera desaparece el amo.
Esto lo sabe bien el Gran Demonio, pero para preservar su dominio, desvió a través de sus filó-
sofos la relación amo-esclavo, burgués-proletario a términos estrictamente humanos. Confundió el

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conflicto, cuando el único amo es este Señor de la Oscuridad y los únicos esclavos los hombres y
mujeres que trabajan para este amo entregándole su energía, que no es otra cosa que hipotecar el
alma para alimentar este terrible Imperio que gobierna la Tierra.
Creo que queda claro que mi tarea es lograr que la humanidad tome conciencia de esta oscura re-
lación de empleador-empleado, pierdan el temor al desempleo porque no deben abandonar sus traba-
jos sino transformar su condición esclava, trabajando en lo mismo pero ofreciéndoselo al Padre que
es el único modo de iniciar el camino de la liberación del alma.
Un patrón sin obreros dejará de ser patrón y a esta patética situación quedará reducido el Gran
Demonio”.

“¿Observaron la ilusión de vida sana que publicitan los demonios? Acudir a los gimnasios, hacer
dietas, no fumar, no empastillarse, por supuesto que nadie con sentido común vería esto como nega-
tivo en sí, lo negativo es verlo como la realización de la vida sana.
Veamos, ¿qué es una vida sana? Una vida sin demonios que enfermen la mente, las emociones y
el cuerpo. Y a menos que alguien suponga que ciertas disciplinas y abstenciones en el orden físico
operan como exorcismos, ¿no será este obsesión por el cuerpo una distracción que generan los de-
monios para mantenerlos distraídos del verdadero problema que son ellos mismos?”.
Soy el Rishi Navdhasa y no pasen por alto esto que les digo.

“Soy el Rishi Kaleya y mi tarea es purificar los pinceles de los artistas de la vibración demoníaca.
¿Quién realmente pinta cuando se pinta?
Aceptando que el artista es solo un instrumento, pinta El Padre o pinta el Gran Demonio.
En el arte divino el artista es El Padre, pero ¿cuántas manifestaciones de arte divino podemos
encontrar en la actualidad? Desde que llegué a la Tierra estuve recorriendo talleres de pintores, mu-
seos y encontré muy pocos, poquísimos, digamos casi ninguno, y las que pude reconocer no pertene-
cen a esta época.
Seguramente muchos lectores serán conocedores del arte moderno. Sin palabras, la oscuridad
domina en múltiples formas todas las expresiones.
Cuando termine de purificar los pinceles de los artistas El Padre podrá volver a pintar”.

Puruhanman está instalado en un rincón muy oculto de la conciencia, donde habitan demonios
que se manejan con inteligencia y habilidad para proyectar la ideología de la necesidad.

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“Si así es, estos demonios fueron perfeccionando su tarea. Ubiquémonos en otras épocas, estos
demonios operaban en minorías en las que alentaban necesidades delirantes de poder, de riquezas, de
lujuria, de lujos extraordinarios mientras que la mayoría de los hombres, por su condición social, no
podía aspirar a la concreción de necesidades que fuesen mucho más allá que las del orden natural.
Como ya a esta altura del relato los lectores saben, el Gran Demonio siempre va por más, y así
llegó el industrialismo, la sociedad de consumo, la civilización de la gran tecnología, y en conse-
cuencia hubo no solo que ampliar el sistema de necesidades sino que democratizarlo, la mayoría de
los habitantes del planeta deben aspirar, aunque muchos no lo logren, a satisfacer permanentemente
nuevas necesidades que les ofrece un mundo tecnológico en permanente crecimiento.
El mensaje subliminal, y a veces no tanto, es que nadie es plenamente humano si no vive con-
sumiendo desde celulares, DVD, computadoras en una realidad en cambio constante que vuelve
obsoleto lo consumido e impulsa a renovados consumos.
Los veo a los demonios trabajando como demonios, si así vale la expresión, y el Gran Demonio
debe enviar en forma ininterrumpida refuerzos porque hay que elaborar nuevas metodologías para
que la conciencia no se agote y necesite seguir consumiendo.
Por ahora observo este frenético trabajo, y en el momento oportuno actuaré para liberar a las
conciencias de esta demoníaca enajenación, dándole un nuevo sentido a la palabra necesidad”.

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El maestro Yukteswar considera necesario a esta altura del relato dar algunas precisiones
que le aporten claridad a los lectores.
Ahí viene su explicación.
“Todo lo que están leyendo no es más que la historia, una larguísima historia que se hunde en un
origen incomprensible para el hombre, ya que es la historia de un juego.
¿Cómo es esto? Así es, no solo es la historia de un juego sino del único juego que siempre se ha
jugado en el planeta Tierra desde que la humanidad lo habita.
Y este juego tiene solamente dos jugadores a los que podemos llamar El Padre y el Gran Demonio.
Si lo quieren ver de otro modo, los jugadores son dos Energías enfrentadas en el plano binario
¿Cómo están constituidos los equipos?
En este momento los jugadores del Padre son los Rishis, los maestros del mandala y todos los
seres que se van incorporando a su equipo.
Los jugadores del Gran Demonio pueden dividirse en dos bandos, los conscientes y los incons-
cientes. Los jugadores conscientes son los demonios y algunos hombres, y los inconscientes la casi
totalidad de la humanidad.
El estadio donde se juega este juego es el planeta Tierra.
El equipo del Gran Demonio es el que tiene la pelota, y los demonios tienen como función hacer
jugar a los humanos que están encandilados por el juego.
Los humanos son torpes, muy torpes, a pesar que son muchos, prácticamente los 6.500 millones de
encarnados y todos los desencarnados que están boyando en el mundo astral, lo único que hacen es
disputar entre ellos la pelota, golpearse, correr sin sentido, amontonarse en el medio campo tapándose
unos a otros, por lo que es fácil entender que les es imposible llegar al arco del equipo del Padre.
Hasta ahora El Padre, en su función de DT no tuvo apuro en contragolpear, pero la revelación de
este relato nos dice que ese momento ha llegado.
Y así están avanzando los Rishis, ocupando los espacios de los demonios y de los inconscientes
humanos.
Los demonios ya saben que nada pueden hacer ante un rival que los domina en todos los terre-
nos, y que son impotentes para detener ese vendaval de goles que están haciendo temblar en forma
constante la red de su arco.

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Estos demonios son muy gallitos cuando manejan a estos pobres humanos, pero cuando se tienen
que enfrentar a los Rishis se transforman en unas temblorosas gallinas. Esto lleva a que algunos ya
estén abandonando la cancha y otros piden jugar para el equipo del Padre aunque sea gratis.
Los humanos por ahora siguen distraídos, sin tener la menor conciencia de lo que está ocurrien-
do, tratando de disputarse con una feroz violencia la posesión de la pelota.
Los Rishis están esperando la oportunidad de hacerles desaparecer la pelota, y cuando se en-
cuentren corriendo desconcertados, porque no la visualizan, empezará su desesperación y experimen-
tarán el vacío, un vacío que los terminará llevando a la toma de conciencia y entonces se darán cuen-
ta que la única alternativa que tienen es pasarse al equipo del Padre.
¡Qué soledad la del Gran Demonio!
Solo y acorralado, con ningún proyecto posible porque lo abandonaron los demonios y los humanos,
El Padre lo retrotraerá al momento de su caída, de la rebeldía que lo sacó de la Gracia, y le ofrecerá el
retorno a esa eternidad a la que renunció para construir una imposible eternidad en el tiempo.
Tal vez quienes estén leyendo este relato se sorprendan de la endeblez del Gran Demonio.
Y esta sorpresa es entendible, ya que inconscientemente creen que es un Ser Omnipotente, por
eso han quedado sometidos a su Oscura Presencia.
Sin embargo, después de haber renunciado a la eternidad del Padre, el Gran Demonio se convir-
tió en un pobre fantasma que tuvo para poder sobrevivir junto a sus huestes demoníacas, hipnotizar a
las almas para proveerse de su energía.
El poco conocimiento que tiene pero que le basta para sostener su Imperio se lo robó al Padre a
partir del operativo de algunos demonios de elite.
¿Recuerdan al demonio filósofo que después de convertido se llama Pedro? El les contó como se
apoderaron de algunos conocimientos del alma para armar la filosofía.
También otros demonios científicos se apoderaron de las leyes de la Naturaleza del Padre para
constituir la tecnociencia.
Bueno, creo que algo se ha aclarado, ahora sigamos con el relato”.

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Como el Aleph es un foro democrático, ahora nos toca a nosotros, los 12 demonios del
mandala que tiene como función el gobierno político de la Tierra, salir a desmentir las insólitas
falsedades e infundios que el maestro Yukteswar infirió al Gran Demonio, y lo más grave la incalifi-
cable intención de confundir a los lectores que nuestro Imperio está a punto de derrumbarse.
Pero no vamos a caer en el juego de este amanuense del Padre buscando refutar sus argumentos,
no vale la pena, lo que vamos a hacer es revelar quienes somos y mostrarles a los lectores como
hemos dominado, y no les quepa ninguna duda, seguiremos dominando los destinos de este planeta.
Nosotros gobernamos la horda, el clan primitivo, las tribus, los reinos, los Imperios, las socieda-
des democráticas y socialistas..., pero nuestra estrategia fue haber permanecido siempre en la invisi-
bilidad, invisibilidad que en este momento nos vemos en la obligación de abandonar, porque no
podemos permanecer silenciosos ante este artero ataque del que somos víctimas.
¿Qué nos permitió esta invisibilidad? Que los hombres, ustedes lectores, creyeran ser individua-
lidades autónomas capaces de elegir libremente su destino.
Ustedes nos sabrán comprender queridos lectores, pero los hombres nunca fueron dueños de sus
actos, solo sus deudores, porque los dueños somos nosotros.
Uno de nuestros súbditos más queridos, el financista húngaro-norteamericano George Soros
habla que en el capitalismo global de este siglo XXI se tiene la sensación de estar gobernado por
fuerzas impersonales, pero la cosa queda ahí, nadie entiende de qué está hablando porque nadie, ni
siquiera el mismo Soros, tal vez por ignorancia o por discreción, quizás por miedo, se atreve a decir
que esas fuerzas impersonales somos nosotros.
Por eso nos causa mucha gracia cuando los diarios anuncian Bush invadió Irak, o Bin Laden
organizó el atentado a las Torres Gemelas, o los libros de historia que por supuesto, igual que los
diarios, nosotros mismos inspiramos, expresan Stalin era un dictador o Robespierre cortaba ca-
bezas.
Bueno, ya nos van conociendo, por eso ahora le vamos a contar un tramo de nuestra historia para
que nos conozcan mejor y , por supuesto, nos teman más.
Se nos caía el Imperio Romano y asumíamos esta caída como la inevitable consecuencia de la
temporalidad en que estamos sumergidos demonios, hombres y acontecimientos.

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Cualquier conocedor de la historia de Roma sabe que los Antoninos en el siglo II significaron el
momento más glorioso del Imperio, que en realidad fue nuestro momento de mayor plenitud, por eso
en reconocimiento de los servicios que nos prestaron tenemos reservados para estos queridos hijos un
sector VIP del Infierno.
Con Cómodo y después los Severos, comenzó la desintegración de ese gran Imperio, pero no
vamos a hablar de la historia que nosotros inspiramos y los hombres terminan escribiendo.
Saben, lo que hacemos es darles un paradigma a partir de cual creen entender lo que jamás pue-
den entender, pero esto es otra cuestión, ahora solo queremos simplemente señalar el proceso de
disgregación que responde a los ciclos programados en el diseño con que los demonios gobernamos
el mundo.
Como esto no es una clase de historia sino de demonología, nos reservamos el derecho de saltar
períodos, períodos que en realidad no tienen ninguna importancia porque una cosa es la periodiza-
ción de la historia que les damos a los hombres y otra muy distinta el diseño que gobierna el plano de
la Tierra.
“Adiós Imperio”, dijimos los 12 demonios cuando en el 476 Rómulo Augústulo se fue silbando
bajito.
Ahora los 12 demonios teníamos que trabajar duro y con gran responsabilidad ya que sobre
nuestras cabezas sobrevolaba la mirada atenta del Gran Demonio.
Algo nos tranquilizaba, la consistencia de la Iglesia después de más de 4 siglos, y que a pesar de
las vejaciones, torturas y muertes con que sometimos a los cristianos cuando apostábamos a los
emperadores romanos, después que nuestro hijo Constantino la volcó institucionalmente hacia noso-
tros, no podemos quejarnos de su complacencia y colaboración, aunque muchos de sus hijos, y la-
mentablemente todavía quedan algunos de estos renegados, pretendieron y pretenden seguir fieles a
nuestro archienemigo, Jesús de Galilea.
Sin embargo, y esta era nuestra función política, teníamos que elaborar una estrategia de control
ante el problema de las invasiones que ya setenta años antes de su caída preocupó al Imperio, cuando
los pueblos bárbaros cruzaron la frontera del Rhin.
Desde nuestro mandala observamos como los suevos se asentaban en Galicia, los alanos en Por-
tugal y los vándalos en Andalucía.
Pero basta de narraciones históricas, aunque tenemos que confesar que somos adictos a la histo-
ria, cómo no vamos a serlo si somos nosotros los que la hacemos.
Peguemos otro salto.

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En 814 nuestro querido hijo Carlomagno, que había cumplido a pie juntillas nuestro propósito de re-
construir el Imperio, dejó su cuerpo y con lo que le quedaba se vino a vivir con nosotros al infierno.
La energía que le habíamos dado para el proyecto era importante pero eran tan intensas las fuer-
zas de disolución que todavía operaban desde la caída del Imperio Romano, que no fueron suficien-
tes para reconstituir nuestro orden.
Ludovido Pío, pobre muchacho, nada pudo hacer para frenar la hecatombe.
Los reyes carolingios tuvieron un poder más nominal que real y los condes llegaron a tener un
poder realmente autónomo.
Los nuevos invasores le ponían un colorido muy divertido al gusto demoníaco, pero nada conve-
niente al orden que debíamos mantener.
Los musulmanes asolaban y saqueaban las costas de Italia y Francia e instalados en Sicilia y
otras ciudades italianas, se dedicaban al saqueo de la región.
¡Esos son nuestros muchachos!
También los normandos, los eslavos y los mongoles hicieron de la suyas.
Hasta que el Gran Demonio nos advirtió:
“Chicos, se acabó la diversión, ahora tienen que poner orden a todo esto”.
Y entonces nos tomamos en serio la cuestión de los feudos.
Después de un exhaustivo debate en el mandala por unanimidad consideramos que la mejor or-
ganización que podíamos darle a los hombres era la que nosotros teníamos, el sistema feudal.
La diferencia era la que siempre ocurre entre el sistema demoníaco y el sistema humano, porque
nosotros sabemos que a pesar de tener autonomía operativa, dependemos absolutamente del Gran
Demonio, al que debemos dar cuenta de nuestros actos, y los humanos, que también dependen abso-
lutamente del Gran Demonio, creen que son libres.
No vamos a hablar ahora del sistema feudal, los interesados en el mismo pueden recurrir a cualquier
libro de historia, ahí podrán ver como en el vasallaje está explicitado el funcionamiento de los pactos.
Para concluir esta narración queremos contarles el comentario que hizo, cuando le dábamos
forma definitiva al feudalismo, un hermano del mandala, al que consideramos el mayor vidente de
los 12.
“Este sistema lleva en sí, como todos los sistemas, los gérmenes de su propia destrucción, pero tam-
bién contiene las semillas de su expansión, y esta expansión tendremos la demoníaca dicha de alentarla en
las Cruzadas, la Conquista de América, el colonialismo europeo en otros continentes, y todo esto en el
siglo XXI culminará en el Campeonato Mundial de fútbol que tendrá lugar en 2006 en Alemania, donde
estableceremos un Imperio Universal, el más grande y definitivo Imperio de la historia”.

114
Bueno, lectores, creemos que con este relato cae por carente de toda realidad ese discurso fanta-
seoso del maestro Yukteswar, que no puede engañar ni a un niño de dos años.
El poder del Gran Demonio está mas solidificado que nunca en la historia de la Tierra. Es fácil-
mente verificable que nosotros controlamos desde las religiones hasta los prostíbulos, nada se nos
escapa, y los últimos santos y sabios que estaban en la Tierra al servicio del Padre han desaparecido
para siempre.
Les hemos mostrado y demostrado nuestro poder invulnerable. No tienen alternativa, y ya que
no la tienen no cometan la estupidez de querer rebelarse, el abismo los estará esperando si lo inten-
tan.
Pero si continúan siéndonos fieles, como lo han sido desde siempre, un sorprendente, maravillo-
so y jamás imaginado regalo de pactos los estará esperando para su felicidad en la Tierra”.

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En una segunda reunión privada con el mandala de convocantes, fuera de los oídos indiscre-
tos de los demonios, el maestro Yukteswar habló del motivo de su satisfacción.
“El Gran Demonio se equivocó por primera vez desde que gobierna la Tierra cometió un error
que no tiene retorno.
Lo irrité de tal manera con mis manifestaciones públicas, que entre ofendido y descubierto deci-
dió abandonar la invisibilidad que fue su gran poder sobre los hombres.
En un segundo, cuando le ordenó al mandala de los 12 demonios que saliesen a enfrentarme, se
hizo visible, en el sentido que mostró su juego, y empezó a perder lo que con tanto esfuerzo había
logrado desde que llegó a la Tierra.
Entiendan lo que significa invisibilidad para el Gran Demonio, es aparecer ocultándose, el siem-
pre habla como lo pudieron comprobar cuando reveló que las voces que inundan el mundo son múl-
tiples manifestaciones de una sola Voz, que es la suya. O cuando decide abordar un pacto en forma
personal.
Esto es, se presenta porque avasalla las mentes pero se esconde en su misterio, jamás había mos-
trado su juego, por eso era invisible.
Ahora puedo decirles que nuestra única preocupación en esta confrontación era que el Gran De-
monio no quisiese confrontar porque solo confrontando se hacía visible. Entonces desde su invisibi-
lidad podía seguir manteniendo el poder sobre los hombres que ni siquiera se plantean la existencia
de ningún demonio, ni grande ni pequeño, porque creen que ellos son los amos del planeta y las
manifestaciones del Gran Demonio como las de una única Voz metafísica, la atribuyen a fantasías
literarias.
Los hombres ahora saben que son esclavos, no porque se lo digamos nosotros, sino porque se lo
dijo el mandala de los 12 demonios a instancias del Gran Demonio.
Este es un juego que no admite errores y el Gran Demonio se equivocó porque mostró el suyo.
Cuando comenzó este relato,el relator anunció que el Gran Demonio tendría un gran protago-
nismo y eso era evidente porque él era el problema que había generado esta historia, pero podía
suponerse que su protagonismo estaría dado por nuestro discurso y el de los demonios conversos,
pero ahora es un protagonismo asumido desde la visibilidad.

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Cuentan en los círculos galácticos que Purumidha tiene una conexión con El Padre que no
es común.
¿Cómo explicar esto para el entendimiento humano? Digamos que la conexión es directa, es, por
decirlo de algún modo, una extensión del Padre.
¿Qué función cumple el Rishi al que se le ha dado esta característica tan especial? Es actuar co-
mo una sonda penetrando todos los campos de energía y detectar, regular y controlar los mismos, ya
que como es de público conocimiento están totalmente deteriorados por la acción de los demonios.

Ritu es algo así como un director de orquesta, en realidad es un director de sistemas, pero ¿por
qué aparece primero el concepto de director de orquesta?
Los sistemas contienen energía y esta una vibración, y esta vibración debe ser armónica en rela-
ción a los otros sistemas, y es aquí donde el Rishi ajusta las distintas vibraciones, como lo hace un
director de orquesta para lograr la armonía del conjunto.

Entre el conjunto de Rishis que tienen por función atender personalmente a cada alma en este
sistema de servicio, Purumedhas calibra la intensidad de la luz necesaria para que la conciencia se
ilumine sin deslumbrarse.
Si bien poco no es bueno, demasiado no ayuda.
Entonces, la sabia graduación de la luz en relación a lo que cada conciencia humana puede re-
cepcionar posibilita una economía de energía que de este modo será inteligentemente repartida.
Aunque la Luz del Padre sea eterna, infinita e inacabable, no por ello hay que desperdiciarla.

Existe una relación entre lo humano y lo animal, obviamente lo animal de lo humano y Sakti tie-
ne como tarea intervenir para calibrar esa frontera.
¿De qué modo lo hace? El hombre tiene una tendencia natural a regresar a lo animal porque es
parte de su naturaleza y la evolución no es otra cosa que desprenderse de esta condición para ingresar
en lo humano.
Es muy original la técnica de Sakti, teniendo en cuenta que el hombre se mira todo el tiempo en
el espejo del pasado, añorando lo conocido porque cree que ahí encuentra una seguridad, aunque esta

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sea relativa. Sakti hábilmente sabe empañar este espejo, entonces el hombre, desorientado, se da
vuelta y mira hacia el futuro.

Es evidente que el sistema humano constituido por los 270 chakras padece de graves cortocircui-
tos, y será Ibhi el encargado de ir reparando estos aislamientos para reponer la función para la que
han sido programados.
El ser humano es un sistema en red altamente vulnerable y mantenerlo conectado es la misión
que El Padre le encomendó a este Rishi.
No hay probabilidad que a Ibhi se le escape alguna anomalía, ya que no solamente tiene la capa-
cidad de advertir la disfunción sino también la causa que la provoca.
No es un trabajo fácil, pues nunca está de más insistir que el sistema está bloqueado por la oscu-
ridad provocando las disfunciones físicas, emocionales y mentales que padece la humanidad.
Afortunadamente los tiempos están cambiando, no por supuesto por la acción del hombre que,
como sabemos, no se da cuenta de nada, sino porque las semillas del bloqueo demoníaco vienen cada
vez de peor calidad.

Dos columnas muy pesadas son sostenidas, como lo hubiese hecho Sansón, por el Rishi Rebhas.
¿Qué son estas columnas? El símbolo de la dualidad y Rebhas, como Sansón, representa la Unidad.
Rebhas dice:
“No es mi tarea destruir estas columnas porque si fuesen destruidas desaparecería el equilibrio
del plano donde encuentra su referencia el hombre.
Este registro de la dualidad es muy fuerte pero también es la base donde se manifiesta la Unidad,
dado que una tiene relación con la otra.
Sin embargo debemos convenir que el concepto de Unidad debe desaparecer de la experiencia
humana porque habiendo conciencia de Unidad, inevitablemente también la hay de dualidad”.

Este es el canto que el Rishi Trimedhas le ofrenda al Sol.


“Sol que todo lo iluminas,
reflejo de la eternidad,
haz que pueda ser tan útil como tu lo eres.
Por designio del Padre realizas tu tarea,
milenio tras milenio sin doblegarte jamás.
Sol que todo lo iluminas,

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aliéntame con tu luz que la misión que vengo a realizar,
perdure como la tuya en el mundo
al que El Padre me ha enviado.
Sol que todo lo iluminas,
por ser hijo y creación del Padre,
eres el emblema de todo el sistema,
grande o pequeño,
manifiesto en el Universo”.

El Rishi Kali explica:


“El centro de energía más importante y puente de toda revelación es el que se ubica en el entrecejo.
Es la cámara donde habito, y ahí es donde convergen las energías que se irradian a todo el sis-
tema, ya sean negativas o positivas, esto funciona así.
La misión que tengo es mantener el equilibrio de las mismas, hasta el momento en que una ener-
gía superior irrumpa en su campo, desintegrando el juego de la dualidad, para ocupar definitivamente
ese espacio”.

Garbha confiesa:
“Siento que las fuerzas me abandonan, que voy a fracasar en mi misión, pero permanentemente
la Presencia del Padre me apuntala y me da nuevas fuerzas para continuar en mi tarea.
¿Y cuál es esta?
Revivir en la conciencia humana el desfallecimiento y la recuperación por influencia de la fuen-
te divina.
Este permanente calvario escenificado en la conciencia del hombre va creando las condiciones
de su liberación”.

Suenan campanas llamando a recogimiento, es imposible sustraerse a su sonido porque este so-
nido tiene todas las variantes para que pueda ser escuchado según el nivel de percepción de cada
conciencia.
En ese momento de especial atención, Miri le susurra a cada conciencia aquello que repercute de
un modo inefable, aunque su registro sea inconsciente.

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Es interesante observar que en los momentos en que la conciencia humana pueda tener un vis-
lumbre inconsciente de la trascendencia, los Rishis aprovechan esta vibración para poder introducir
una nueva energía que pueda modificar el estado inconsciente en uno consciente.

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Marco Matterazzi tiene un sueño, y en ese sueño sueña que Cristóbal Colón ha regresado de
América porque ha sido designado director técnico del equipo italiano.
El gran almirante trae de América un brebaje misterioso que utilizan los hechiceros de ese conti-
nente. Cuando Colón se enteró de la existencia de este brebaje mágico lo cambió por muchos privile-
gios a los hechiceros que se lo proveyeron.
Así desembarca trayendo este tesoro muy preciado que él solo conoce. Después de abandonar la
carabela que lo trajo de América aborda un avión que lo lleva a Alemania, y en un lugar secreto de
Hannover, después de informarle a Marcello Lippi que viene por designio de los hechiceros del
continente recién descubierto a reemplazarlo en la dirección técnica del equipo italiano, se reúne con
los jugadores.
Entonces les indica a sus dirigidos se preparen con una ducha purificadora para realizar el rito
iniciático.
Los jugadores desnudos y en círculo van bebiendo, pasándose unos a otros una jarra que les en-
trega Colón, un sorbo de esa pócima.
Matterazzi en su sueño siente una sensación escalofriante que recorre su cuerpo, pero rápida-
mente es poseído por una energía vital que lo envuelve, comprobando que lo mismo ha ocurrido con
sus compañeros, y vistiendo la camiseta azurra y el resto de la ropa deportiva, salen a la cancha.
Los pies de los jugadores vuelan por el espíritu de la magia que juega con ellos. Es tal la energía
que luego de obtener el máximo triunfo caen agotados y deshechos, apoderándose de sus almas una
terrible energía oscura.
Ese es el precio que Colón pagó por el pacto.
Sobresaltado Matterazzi se despierta, su respiración agitada se va calmando al comprobar que
solo fue un sueño.
Ya está de nuevo en la realidad, en Colonia a orillas del Rhin, lugar donde nació Agripina, espo-
sa de Julio César.
Y precisamente como festejo del cumpleaños de Agripina el equipo italiano fue invitado a la
fiesta donde se dirigen comandados por su director técnico, el real y no el del sueño, Marcello Lippi.

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Cosa muy extraña, el banquete es muy sobrio, no tiene el espíritu de los ágapes romanos que se
celebraban en esa época.
Rodeando la mesa están los jugadores italianos, Agripina, Julio César, el Rishi Garbha y Marce-
llo Lippi.
A los postres, Garbha le pregunta a Agripina.
“¿Qué sientes al estar festejando tu cumpleaños en un tiempo que está más allá de cualquier
época?”.
“No siento ninguna diferencia con el festejo de mis otros cumpleaños, es estar en lo de siempre,
en el escenario de la competencia humana, y esta está en todos los tiempos.
Este tiempo en que nos encontramos, fuera de toda época reconocible, es nada más que el espíri-
tu de los tiempos y este lo que muestra sin enmascaramientos aquello que es inherente a la esencia
del hombre, la competencia en búsqueda de la sed de gloria.
Por lo que puedes ver, no me sorprende estar festejando mi cumpleaños con el espíritu de los
tiempos, lo que me sorprendería sería no estarlo”.
Garbha asiente las palabras de Agripina que no fueron escuchadas por los jugadores ni por el di-
rector técnico, demasiado ocupados en saborear los postres.
El Rishi dice no poder quedarse a la seguramente muy interesante charla de sobremesa, pero en
este frenético ritmo de los preparativos del Mundial tiene que trasladarse a Munich donde compartirá
unas cervezas con los tunecinos, y de paso les dirá algunas cosas que tiene que decirles.

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Con la complicidad de la deliciosa cerveza de Munich, Garbha logró vencer la africana y di-
fícil resistencia de los tunecinos, y ya en confianza se atrevió a hablar.
“Muchachos, piensen ante quienes se clasificaron, Bostwana, Guinea, Marruecos, Malawi, Ke-
nia, países que futbolísticamente no existen.
Ahora les pregunto, ¿quién de ustedes cree que saldrán campeones?”.
Solo Karim Hagui, Mehdi Nafti y Karim Sediri, sin duda bajo las grandes dosis de cerveza que
habían ingerido, levantaron la mano.
“Valoro el optimismo de estos tres jugadores, pero bien saben que esto no es posible.
Ahora surge otra pregunta. ¿Si no tienen ninguna chance en este campeonato, ¿para qué están aquí?
Yo les contesto la pregunta antes que ustedes empiecen a balbucear la respuesta.
Están aquí para tratar de hacer un papel decoroso que justifique de alguna manera las abultadas
sumas de dinero que reciben. Sin embargo, y ustedes tienen plena conciencia de esto, ningún resulta-
do que obtengan podrá justificar el dinero que ganan.
Algunos de ustedes, con mucha culpa, tratarán de taparla argumentando que están aquí por sus
logros deportivos, por los sacrificios que han hecho para ocupar el lugar que ocupan.
Pero si son sinceros un par de segundos reconocerán que no pueden mentirse, que son causas
muy oscuras las que los han traído hasta aquí.
Está bien, esto ya no puede cambiarse, pero algo puedo sugerirles. En primer lugar procuren ju-
gar sin presiones, no descarguen la ira contra el rival, traten de divertirse y así aliviarán la presión
que los demonios tratarán de ejercer sobre ustedes.
Por otra parte, tal vez recuerden un antiguo mantra de tiempos remotos en que se albaba a los
dioses de la Naturaleza. Cantemos ese mantra y dirijámoslo al Creador y revivamos esa devoción”.
El Rishi, el director técnico Roger Lemerre y los jugadores de Túnez, reviviendo el África pro-
funda cantan:
“Tú eres el Ser,
tú eres el Creador,
tú manejas nuestros destinos,
ante ti nos inclinamos”.

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Y cuando el Rishi Devatithi escucha el mantra que cantan los jugadores de Túnez, Garbha y el
director técnico, llamado por su vibración, junto con los otros Rishis de un grupo, ingresan al Aleph.
Devatithi comprendiendo que gran parte de la humanidad participa de algún culto religioso, le pide
a estos creyentes que lo ayuden a sembrar en estas iglesias, templos, mezquitas, sinagogas, las semillas
de la verdad, quemando todas las fantasías que estas les quieren trasmitir a sus fieles y discípulos.
El Rishi aclara que entiende por fieles y discípulos a las conciencias dependientes de conceptos
tradicionales donde ha dejado de habitar la Verdad.
La forma que debe adquirir la conciencia espiritual es la del buscador, aquella que si bien parece
que busca externamente, en realidad busca en su interior.
El buscador está en la posibilidad de superar su carencia cuando experimenta lo buscado y se
colma en la saciedad.

En un gran campo muchos hombres están preparados a sembrar.


Descienden los ángeles que les proveen las semillas que con mucho candor y respeto los hom-
bres reciben.
La tierra está arada y prestas las semillas que los hombres colocan en los surcos prolijamente trazados.
Terminado el trabajo, ángeles y hombres se hincan a orar hasta que el fruto aparece.
Ahora hay que cosecharlo y luego distribuirlo.
Multitudes llegadas de todos los rincones de la Tierra desfilan frente al campo donde los sem-
bradores reparten lo cosechado, y nadie se va con las manos vacías.
Una vez que repartieron todo lo cosechado los hombres sembradores vuelven a sembrar pero
ahora es la semilla de la propia cosecha la que siembran y no la que antes recibieron de los ángeles.
Y del mismo modo como antes esperaron el fruto que a su tiempo cosecharon, no solo siembra y
cosecha se repiten en ese campo sino que este milagro de la naturaleza se repite en todas partes del
mundo, y así ningún humano llegará a padecer hambre.
Los Rishis Puruchhesa, Soma, y Taurasravasa miran complacidos esta escena.
Puruchhesa tendrá como tarea barrer de la Naturaleza toda impureza creada por el hombre, evi-
tando de este modo su contaminación.

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Soma tendrá a su cargo reorganizar el orden natural del tiempo, desacelerando el proceso de la
energía demoníaca sobre la naturaleza.
Taurasravasa tendrá como misión mostrarle a los hombres el verdadero alimento del alma.
El mandala de convocantes le pregunta al maestro Yukteswar cual es el sentido de ambas cosechas.
El maestro responde.
“En la primera cosecha la semilla del ángel actuó como purificadora, para preparar el espacio
donde se recibió la segunda cosecha.
En el segundo sembradío lo que cosecha el hombre es el producto de su propia experiencia, la
que transmite a los demás en su propio lenguaje y nivel de comprensión”.

Tvishta aparece como un gran limpiador de los canales para que la Energía del Padre se pueda
hacer presente y perdurar.
El mandala de convocantes interroga al maestro Yukteswar acerca de la contaminación de los canales.
“A veces la proyección desprende residuos que son dañinos, pero por su propia naturaleza estos
residuos generan la ansiedad”, dice el maestro.
“¿Y qué es la ansiedad?”, insiste el mandala.
“Una fuerza que con un ímpetu muy grande se difunde en forma rápida y directa, pero esto crea
problemas en el proceso de asimilación, por lo tanto es necesario desacelerar el proceso para posibili-
tar la asimilación.
Este Rishi debe reconocer los canales de circulación para poder llevar a cabo su tarea de limpieza.

Nrimedha aparece en los centros de mayor poder con el propósito de quitarle su oscura energía
para llevarla luego a los planos de transmutación.
El Rishi dice.
“Oh, estos benditos centros de poder que como grandes imanes atrapan vorazmente la energía.
Gracias Padre, me has otorgado esta tarea para que la oscuridad pueda transmutarse en luz”.
“¿Por qué y cómo se han formado estos centros de poder?”, quiere saber el mandala de convocantes.
“¿Cómo pueden imaginarse que un gran egoísmo puede sobrevivir en la manifestación del pla-
no?”, responde preguntando el Rishi.
“Un centro de poder es un campo de captación de toda forma de energía, no le importa ni su ca-
lidad ni su procedencia, por lo tanto estas convergen a él sin discriminación, creando una vibración
de muy alto potencial.

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Mi función es desactivar estos centros de energía que se manifiestan desde sus grandes formas
políticas, económicas, religiosas o científicas, hasta las pequeñas concentraciones que operan en una
oficina pública o en un club barrial.
Esta tarea no es muy difícil, dado que lo único que requiere es una antídoto que disuelva el ori-
gen del egoísmo.
¿Y qué genera el egoísmo? La inseguridad es la semilla que la provoca y esta inseguridad al ser
alimentada por el miedo va potenciando estos centros de poder.
Por lo tanto solo la Energía del Padre puede ser el antídoto que proyecte la seguridad que desac-
tive esos centros.
Pero esta energía tiene que ingresar en tiempo y forma para que sea efectiva, porque de no ser
así, la energía de la inseguridad se apropiaría de la misma, produciendo el efecto contrario al busca-
do, porque potenciaría ese centro de poder sobre el que se está activando.

Asvina actuará sobre los centros educativos para que la educación cambie de sentido y tenga por
misión transformar las almas.
Como el Rishi sabe que los lectores han recibido su tarea con bastante incredulidad, sonriendo
comprensivamente decide explicar como ocurren las cosas vistas desde la visión del Padre.
“No desesperen, el momento está por llegar y lo peor que pueden hacer es buscar combatir desde
la desesperación.
Traten de ser invisibles a los demonios, porque no cabe un alfiler en los centros educativos, los
demonios están tan compactados que todo está a punto de reventar.
Dejen que los demonios combatan a los demonios y no se interpongan entre ellos.
Agotadas sus fuerzas, una nueva educación saldrá a la luz, formada y transmitida por las leyes del Padre.
Ya están los contingentes preparados para poder asumir en el momento adecuado su posiciona-
miento en la nueva educación.
Pero no extrañen si no van a ver cambios externos, porque se usarán los mismos elementos que
usan los demonios para hacer esta transformación.
Será una manifestación muy sutil, pero si abren los ojos la podrán percibir.

“Adiós internet,
la comunicación satelital,
los teléfonos celulares,
los televisores

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y todo aquello que tenga relación con la comunicación mecánica.
Ya ha sido suficiente el campo de aislamiento que provocó esta tecnología.
La comunicación está saturada y ha bloqueado los corazones y El Padre ha quedado incomunicado.
La confusión es total y el colapso es inminente y será precedido de un gran silencio, que produ-
cirá terror.
Y este terror será el canal para incorporar el nuevo sistema que regirá desde el corazón con las
baterías provistas por El Padre, de una calidad perfecta y una energía inagotable.
La comunicación tendrá una función esencial: el amor y la contención.
Así habló el Rishi Merha.

Sahago viene como un ángel vestido de blanco que muestra un rostro muy dulce.
La misión de este Rishi es revelar la verdad en medio de las pesadillas y los miedos, disolviendo
esa fantasmagórica ilusión.
Es una noche muy cerrada y a bordo de un trasatlántico miles de personas disfrutan de la travesía.
La noche se va cerrando cada vez más y cae pesadamente sobre la nave, provocando en el pasaje
una sensación de tedio y angustia.
De pronto lo que era disfrute y alegría se transforma en un aquelarre de desesperación.
Un ángel baja y en su descenso transporta una nueva energía, con la cual va impregnando la nave que
después de un profundo silencio comienza a irradiar una luz que va dejando una estela en ese mar de
sombras, apuntando su destino hacia la Estrella Polar, que es la máxima experiencia de purificación.

Gauvriti tiene por tema la arrogancia y dice:


“La arrogancia es un enemigo a vencer, y solo puede vencerse despertando en el corazón la
humildad y la sinceridad.
La arrogancia es temor, el temor del ignorante, es un escudo con el que se cubre sus falencias,
pero cuando el alma entra en contacto con la verdad, este escudo de la arrogancia se disuelve, siendo
reemplazado por la humildad”.

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Les habla el Rishi Gauvriti y si quieren enterarse de la arrogancia no se pierdan este diálogo
porque es imperdible.
“Adolfo, no te voy a explicar porque eres demasiado burrito para entender, pero si te voy a legi-
timar”.
“¿Y para qué, Martín, necesito que me legitimes?”.
“Tampoco lo podrías entender, tu debes hacer tu juego y yo tengo que hacer el mío, así lo orde-
nó nuestro Padre que nos otorgó el inmenso poder que tendremos, tu Adolfo dominarás el mundo y
yo dominaré tu pensamiento”.
“¿Adónde quieres llegar, Martín?”.
“Adolfo, tú dominarás con tu carisma y yo me encargaré de trampear al Padre, no al nuestro sino
al de ellos, usando sus mismos argumentos”.
“¿Y qué le dirás a los hombres, Martín?”.
“Aunque no lo puedas entender, porque como te dije eres demasiado burrito para entender estas
cosas, y debo reconocerlo, brillante para otras, te lo diré igual.
En el plan que nuestro Padre formuló para el ahora decadente y agonizante mundo de la moder-
nidad occidental, el hombre se debía creer el centro de todo.
¿Conoces a Descartes? Seguro que no. Bueno, voy a decirte un concepto que para ti no dirá nada
pero para las personas inteligentes e informadas en filosofía dirá mucho. Este fiel hijo de nuestro
Padre, hablo de Descartes, puso al hombre en la centralidad logocéntrica. ¿Entendiste? Por supuesto
que no, pero igual sigo adelante.
El Padre me dijo que diga que esta visión, que ya viene de los griegos pero que Descartes limpió
de las rémoras religiosas que se le pegaron en la Edad media, dejándola en estado puro, ya no nos era
útil y tenía que desencantarla, desencantar al hombre de ese encantamiento.
– ¿Y por que tengo que desencantarlo si hasta ahora nos ha ido tan bien con ese encantamiento?,
le pregunté muy sorprendido a nuestro Padre.
“Mi fiel hijo Martín –me respondió– ¿acaso no sabes que los encantamientos son temporarios?
Después de unos siglos cualquier encantamiento empieza a desgastarse y ese necesario reemplazar-
lo por otro. Mira lo que pasó con el cristianismo.

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No me quejo de tus hermanos, mis hijos fieles Descartes, Kant, Hume, Hegel, Marx y tantos
otros que colaboraron conmigo para construir la modernidad, me sirvieron tal como se los pedí,
pero ahora hay que pasar a otra cosa, y tu serás el encargado de pasar a esa otra cosa.
Debes desencantar ese concepto de sujeto que el hombre tiene de sí mismo, y ahí estará nuestra
jugada genial, anunciarás que ese modo de verse a si mismo lo ha llevado a ese hombre a olvidarse
del Ser.
El Padre de ellos coincidiría con esto, ¿pero dónde le cambiamos el juego? Que el Ser no será el
Ser donde Él se ha presencializado en el mundo, Jesús, Buda y tantos otros de sus inútiles enviados,
sino que este Ser, que será nuestro Padre, se manifestará a través de uno de sus fieles y excepciona-
les hijos.
¿Y sabes quién será ese hijo? Tu, Adolfo, tú, aunque como eres un burrito no lo puedes enten-
der.
Tú, Adolfo, serás la presencia en el mundo de nuestro Padre que se expandirá por Europa”.
“Martín, entiendo mucho más de lo que supones, el idiota realmente eres tú que terminarás pos-
trándote ante ese Ser que seré yo”.

“¿Qué les pareció este diálogo? ¿Entendieron la cuestión de la arrogancia? Bueno, creo que ya
adivinaron quienes son sus protagonistas, y para los que no se dieron cuenta, este diálogo que tuvo
lugar en Alemania en la década del ´20, fue entre Martín Heidegger y Adolfo Hitler”.

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Los Rishis llegan a un espacio de una turbulencia muy particular, es una turbulencia sin mo-
vimientos visibles, pero de una inmovilidad inquietante y en esa turbulencia se alza una olla de pie-
dra que tiene la forma de un estadio de fútbol.
Los Rishis observan a Moctezuma que, con todo su ropaje ritual, espléndido con su hábito de
plumas en que resaltan brillantes colores, los mira desde la olla de piedra.
A la espalda de Moctezuma el Sol ilumina la olla de piedra.
Es un momento de gran silencio, los jugadores mexicanos están en el centro de la olla pero no
están vestidos de jugadores sino de guerreros.
Moctezuma se abre las venas de las muñecas, que empiezan a verter un arroyo de sangre que ba-
jando por la ladera de la olla de piedra se los ofrece a sus guerreros.
Estos beben su sangre y mientras lo hacen la olla de piedra se va llenando de espectadores.
Los guerreros se alistan para la gran guerra, pero antes de empezar lo consultan al Sol para saber
si el momento es propicio.
El rugido ensordecedor de los asistentes ahuyenta a los animales que merodeaban la olla de piedra.
El Sol es abrasador, la tierra está caliente, ya el otro ejército está presente, y la sed de triunfo
brota de los poros de los guerreros, como un grito pesado que se evapora en la tierra.
Comienza el juego de la guerra y todo terminará con la muerte del último perdedor.
Se hace la noche, la luna ilumina la olla de piedra y el fragor de la contienda se hace cada vez
más intenso.
Solo quedan dos participantes, todos los demás han muerto.
El guerrero azteca elimina al último contrincante y en ese instante se transforma en el mismo Mocte-
zuma que ha participado de este juego a través de sus guerreros para imponer el valor de su raza.
El Sol nuevamente se refleja en la espalda de Moctezuma y el grito de Moctezuma estalla en otro
tiempo y en otro día, en Alemania en la ansiedad de los últimos días de mayo del 2006, y los hombres
dirigidos por ese extraño extranjero, Ricardo Lavolpe, están ya preparados para vivir el rito.
Vena, Kula, Suhotra, Dyutana, Brihaducta, Gauri, Tarkshya, Gurja, Vemada y Rinu son testigos
silenciosos de la escena.
Los Rishis se levantan y van al encuentro del nuevo grupo de Rishis que ha ingresado al Aleph,
los abrazan y se despiden.

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Vasudeva, Yata, Tiraschi, Sauya, Prayatha, Jeta, Pramedha, Sumedha, Satya y Krishta están
frente al equipo suizo, que los saluda por intermedio de su mediocampista Johann Vogel.
Vasudeva se adelanta y les pregunta qué desean.
“Queremos saber quiénes somos”, responde el jugador del Milan.
El Rishi muestra en sus manos un mazo de cartas de tarot, y como un experto jugador las des-
pliega de derecha a izquierda. Luego, en un hábil movimiento, como si pasara las manos sobre las
teclas de un piano, las da vuelta y comienza la lectura.
“Una estrategia que más responde al movimiento que a la habilidad.
Es una estrategia mental que parte a una planificación que tiene en cuenta las características del
contrincante.
En realidad la estrategia tiene una base con muy pequeñas variantes según las circunstancias de
cada partido a disputar.
El error es que lo cerebral es lo único que cuenta y ganar o perder responde a otra ecuación que
desconocen.
El Rishi recoge las cartas, Johann Vogel le agradece, y los jugadores suizos regresan a su entrenamiento.

Observando detenidamente las cartas de tarot, Gilberto Martínez, delegado por sus compañeros
de la selección de Costa Rica para dialogar con Vasudeva, le dice:
“Hagamos un trato, yo te cuento lo que debes saber y tú me dices lo que debo hacer”.
“Lo que debes hacer responde a lo que hayas aprendido, aplícalo con toda la fuerza de tu hones-
tidad, no trampees en el juego y responde con nobleza a cualquier actitud rebelde de tu enemigo.
Si mantienes esta conducta tú y tu equipo se garantizarán un lugar digno en esta contienda.
Por lo demás no es necesario que me digas lo que creas que necesito saber porque ya lo sé”.

Las cartas desplegadas ante la mirada de Ulises de la Cruz muestran dos palmeras que han creci-
do juntas pero cuyas copas se separan al invadir el espacio.
Comienza a amanecer, el Sol se proyecta entre las dos palmeras, dibujando la “V” de la victoria.
¿El Ecuador es un país victorioso?, preguntaUlises.
Las cartas responden que no es tan así porque si hay un lugar donde está instalado el conflicto es
en el Ecuador, y esta circunstancia es la que limita la energía de este equipo, impidiéndole llegar a
las instancias finales.
Ulises de la Cruz y sus compañeros se despiden de Vasudeva y se quedan pensando sobre el des-
tino de Ecuador.

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Cuando se encuentran solos los Rishis van revelando su misión.
Vasudeva trae una gran energía protectora, la que solo puede ser captada por las almas que en su
interior llevan el registro que le permite identificarse con la misma.
Yata ha llegado al plano montado en un cometa que al arribar al centro de la Tierra provocó una
gran explosión de energía purificadora.
Esta explosión tiene por función la apertura de los poros de la Tierra para que de esta manera
pueda ir desde lo más profundo drenando la oscuridad.
Tiraschi aparece como una nota musical. La tarea es que los oídos humanos puedan experimen-
tar un sonido tan sutil que pueda despertar la intuición.
Sauya se introduce en los conflictos para disolverlos. La energía de este Rishi permite que los
hombres comprendan el sin sentido de la violencia absurda.
Prayatha tiene una misión muy particular y que a primera vista puede parecer sorprendente. Esta
consiste en llevar energía donde todo parece ser perfecto. ¿Cómo es esto? ¿Qué necesidad tiene lo
perfecto de energía? Lean bien, lo que parece ser perfecto, porque en este plano no puede haber
perfección y lo que los hombres pueden concebir como perfecto no es más que una gran fantasía.
La única manera de llegar a la verdad es pudiendo ver desde la intuición que atrás de lo que se
piensa como perfección hay un demonio divertido, sacando la lengua para burlarse de los ingenuos
hombres y preparándose para un gran banquete.
Jeta tiene una misión universal pues proyecta la luminosidad a todos los rincones del Universo. Por
supuesto su luz también llega a este insignificante rinconcito del Cosmos que es el planeta Tierra.
Pramedha es un experto en quitar las máscaras al engaño en que viven sumidos los hombres.
Sumedha tiene un poder incomprensible para los hombres. Este consiste en que puede multipli-
carse ocupando todos los espacios que considere necesario y habitando los tiempos que fueron, esto
es el pasado, los que están siendo, el presente, y también los que todavía no son y que el hombre
llama el futuro. Para mayor desconcierto de la mente humana, el Rishi no solo opera en los tiempos y
espacios terrestres sino en los incalculables espacios y tiempos que se manifiestan en los también
incalculables para el hombre, planos de los universos del Padre.
Satya, el Rishi de la gran compasión, tiene como divino trabajo sanar el dolor de las almas.
¿Por qué sufren las almas? No por las razones que los demonios les hacen creer, sino por una
única causa, estar prisionera en la Tierra y sentir el desgarramiento de la Presencia del Padre.
Krishta es el Rishi educador. Educar para lo único que tiene sentido ser educado, conocer el ca-
mino de retorno al Padre.

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Uno de los integrantes del mandala de convocantes hace un comentario y le dispara una
pregunta al maestro Yukteswar.
“Estamos en Alemania, esperando el comienzo de este Mundial 2006, donde como nos fue reve-
lado, el Gran Demonio, aprovechando la gran concentración de energía que provocará este evento,
proyecta imantar oficialmente su Gran Imperio Planetario, al que según escuché comentar a algunos
demonios que andan dando vueltas por el astral, chusmeando todo el tiempo, hay propuestas para
denominarlo el Cuarto Reich que gobernará la Tierra.
Ahora maestro, te pregunto, ¿por qué Alemania ha sido elegida por el Gran Demonio como la
capital de su Imperio?”.
“Interesante tu pregunta”, señala el maestro, y dirigiéndose a todos los integrantes del mandala
les dice:
“Los hombres procuran entender los acontecimientos históricos, que como bien saben no son
más que proyecciones en el plano físico del Plan Demoníaco, a partir de causas económicas, políti-
cas, raciales, movimientos sociales y religiosos, e incluso hay quienes lo remiten a una voluntad de
poder inherente a la condición humana.
Ya escucharon al mandala de los 12 demonios que expresó con toda claridad como hábilmente han
sumergido a los hombres en este laberinto de las interpretaciones históricas con la intención de confundir-
los, para que no entiendan nada y lo peor, se encuentren convencidos de que están entendiendo.
Pero para entender este juego que domina el mundo y al que se llama historia hay que remitirse a otra
historia, que no es precisamente la humana, y que empieza con la llegada de los demonios a la Tierra.
Recordarán sin duda que todo esto se encuentra narrado en el relato de los niños, y en algún
momento volveremos al tema pero ahora, como la cuestión es porque Alemania ha sido elegida
capital del Imperio del Gran Demonio, es necesario saber cual es la razón por la cual el Plan Demo-
níaco hace esta elección.
Lo primero que tienen que tener en cuenta es que esta elección demoníaca tiene que ver con los
campos energéticos que constituyen el planeta astral, o para decirlo en términos más entendibles, que
forman el astral de la Tierra.
Todo lo que ocurre en la Tierra física tiene su origen en la Tierra astral donde habitan los demonios.

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Voy a aclarar algo, este astral tiene, según el grado de sutileza o densidad energética, una diver-
sidad de planos. Así los Rishis para operar en el planeta tuvieron que establecerse en los más sutil de
este plano astral, que por supuesto, como estaba tomado absolutamente por los demonios, ya no
existía dimensión sutil, y por lo tanto, una de las tareas desde que llegaron el 20 – 02 – 02 fue hacer
una profunda purificación en una determinada región del astral, para poder habitarla.
Bueno, como expresé, si los Rishis habitan la zona más sutil de este plano, los demonios lo
hacen en la más densa, que prácticamente ocupa toda esa dimensión, a excepción de algunos espa-
cios donde todavía pueden morar algunos ángeles que decidieron quedarse a resistir en la Tierra, ya
que El Padre les ofreció, cuando el planeta había llegado a su máxima oscuridad, evacuarlos para ir a
residir a planetas más luminosos, y lo mismo ocurrió con santos y maestros, que consideraron que no
había que dejar la totalidad del territorio en manos del enemigo. Recientemente, como también se
revela en el relato de los niños, Padmasambhava está operando en una región de ese astral para recu-
perar el reino de los muertos.
Vamos a los demonios, desde que se encuentran en el astral de la Tierra se han ocupado meticulosa-
mente de densificarlo, ya que la energía densificada es la más apropiada para el control del planeta.
En el diseño que usan los demonios para su gobierno en la Tierra, ya nos ocuparemos de este di-
seño, está el registro de los puntos astrales de mayor intensidad y calidad energética desde donde, en
el Plan Original del Padre se establecen los centros iniciáticos que, como regiones de concentración
de la sabiduría, tendrían como misión gobernar el planeta.
¿Qué hicieron los demonios? Lo que hacen siempre, o por lo menos lo que tratan de hacer,
transmutar la energía luminosa en energía oscura, entonces estos puntos de la Tierra pasaron a ser los
centros iniciáticos, oscuros por supuesto, desde donde ejercieron y ejercen su gobierno sobre el
planeta.
Por leyes del plano astral, que ellos conocen y tienen que acatar, estos puntos como operan en
campos vibratorio móviles, se van desplazando en cada época.
Así, por mencionar algunos de los más conocidos, fueron donde se instalaron el Egipto Faraóni-
co y la Roma Imperial. La imposibilidad de restaurar este Imperio en su casi perfecta organización,
dio lugar a la constitución del sistema feudal. Y el mismo debía tener un epicentro, y este debía ser
Alemania ya que a esa región se había desplazado desde Roma el núcleo de la oscuridad planetaria.
Ya hablaremos de los reyes alemanes y la constitución del Imperio, pero antes debo decir que los
demonios preparan cambios con mucha anticipación, esto es cuando Roma estaba floreciente, pusie-
ron los ojos en Arminio, un príncipe de la tribu germánica de los queruscos, que en el año 9 después
de Cristo derrotó en la selva de Tentodurgd a tres legiones romanas. Arminio es considerado el

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primer héroe nacional alemán y ahí, fuertemente alentada por el mandala de los 12 demonios, co-
mienza la génesis de este pueblo, que en el siglo VIII empieza a ser reconocido por su lengua.
Con la muerte de Carlomagno en 814, el imperio que había montado se divide, y la división co-
incidía aproximadamente con las regiones donde se hablaba alemán en una y francés en la otra.
Pero volvamos a Arminio como origen de esta historia, ¿quieren conocerlo?”.
El mandala de convocantes con mucho entusiasmo responde que sí.
Y ahí viene Arminio.

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Arminio está en un bosque enclavado en un valle rodeado de montañas, y el clima es un


clima inenarrable para quien no haya vivido la derrota de su ejército.
Arminio mira su ejército derrotado, hombres dispersos, algunas fogatas, lanzas y armaduras con
restos de sangre, cuerpos heridos e incontables muertos.
Arminio imagina reconstruir lo que queda de ese ejército y volver a la batalla, y de pronto sus
pensamientos se hacen palabras y le pregunta a esos tres generales que lo acompañan sentados a su
lado en el calor de la fogata qué opinan.
Y los tres, tratando de no enfrentar los ojos de Arminio le dicen que es imposible y le señalan
esos hombres vencidos que vagan como vagan los espíritus de los muertos en ese bosque donde han
encontrado refugio huyendo de la impiedad del enemigo.
En el silencio de esa noche, Arminio sabe de los terrores de la primera noche después de la de-
rrota. Se escucha un ruido entre los árboles. Los cuatro hombres creen que es un animal y no le dan
importancia, pero algo se corporiza como una figura humana y se acerca a la fogata.
Arminio y los tres generales la miran sorprendidos por el desparpajo con que se sienta a su lado
mirando el fuego con ojos burlones.Los generales se alejan atemorizados.
“¿Quién eres que te atreves a actuar de este modo?”, grita Arminio enfurecido, y bajando el to-
no, con voz amenazante le dice:
“¿Sabes quién soy yo?”.
“Por supuesto –dice la figura sin dejar de mirar el fuego ni abandonar el brillo burlón de sus
ojos– no eres nadie”.
Arminio trata de levantarse, alzando su espada con la intención de decapitarlo, pero le faltan las
fuerzas y queda como paralizado.
Esa figura agrega un tono burlón a su mirada burlona.
“Déjate de tonterías. Mira lo que queda de tu ejército, un patético grupo de cadáveres, porque
también los que todavía no murieron están muertos”.
“¿Qué quieres?”, dice Arminio con una inevitable resignación.
“Sería yo quien debería preguntarte qué es lo que pretendes. No me respondas porque te lo pue-
do decir con palabras mejores que las tuyas qué es lo que quieres”.

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Arminio mira inquieto a esa figura que podía penetrar sus pensamientos más secretos, y la figura
siguió hablando con la dulce voz que tienen los demonios cuando prometen.
“Quieres un ejército invencible y que el suelo que pises sea bendecido con tu pisada.
Quieres ser reconocido por tu magnificencia y honrado por tus hazañas.
Todo esto, Arminio, puede ser cumplido, siempre y cuando decidas aceptar mi ayuda.
Si lo haces la gloria te estará esperando, no lo dudes”.
“Tengo que consultarlo con mis generales”, duda Arminio.
“A ellos no los necesitas.Ya ves como huyen atemorizados con mi presencia
Tu serás el conquistador que lo decidirá todo.
Tuyo será el reino del suelo que pises, y éste se extenderá mucho más allá de lo que tus ojos al-
cancen a ver.
Solo acéptame, Arminio”.
Por un instante Arminio vuelve a dudar pero al alzar la vista y contemplar su ejército destruido
su duda se disipa y la figura sonríe.
La figura es uno de los 12 del mandala que llegan para cuando todo está consumado.
Arminio se convierte en el canal ideal que preanuncia ese reino del mal que se generará con toda
su fuerza en la Edad Media.

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“Es impresionante saber –comenta el integrante del mandala de convocantes– porqué Ale-
mania había sido elegida para ser la capital del Imperio del Gran Demonio”.
“Hitler no fue más que otro eslabón en este juego”, añade otro integrante del mandala.
“No fue un eslabón cualquiera, pero se rompió demasiado pronto, un Imperio que debía durar 12
siglos apenas duró 12 años”.
“Para el Gran Demonio, Arminio, Hitler y todos los demás son solo piezas que se juegan en este
ajedrez infernal, pero ahora el juego es otro –reflexiona el maestro Yukteswar– el Mundial 2006”.
“¡Qué extraño juego!”, dice un integrante del mandala que al levantar los ojos ya no lo ve a Ar-
minio ni a los 12 demonios en el Aleph porque han sido reemplazados por unos guerreros vikingos
que vienen cabalgando en medio de una gran polvareda que se levanta en el horizonte.
“Le ha llegado el turno a la selección de Suecia”, indica el maestro Yukteswar.
Zlatan Ibrahimovic viene comandando la horda de guerreros vikingos que se dirigen hacia el co-
razón de un bosque donde en un claro se levanta un santuario.
Zlatan llega primero y como señala la tradición los caballos quedan afuera del círculo mágico y
los guerreros, despojándose de sus armaduras y dejando sus armas en el suelo, ingresan al santuario.
Allí se desata una danza ritual convocando a las fuerzas que protegen e inspiran a esos vikingos.
Zlatan corre en círculo mientras los otros lo cercan con sus gestos y sus gritos.
En el climax de la ceremonia los guerreros entran en trance y entonces se produce la conexión
con las fuerzas protectoras.
Las tierra tiembla y los vikingos gritan estridentemente, golpeando ferozmente el suelo.
El Rishi Yata observa la ceremonia y acompañado por los espíritus del bosque proyecta en el
medio de este aquelarre una luz que anuncia su presencia.
Los guerreros sobresaltados y confundidos primero, para después presas de un gran terror huyen
despavoridos hacia el bosque, pero Zlatan permanece en el centro del círculo mágico. No ha huido
porque lo ha confundido al Rishi con un poderoso demonio, al que después de venerar le pregunta.
“¿Cuánta gloria y vida eterna podrás darme?”.
Yata le responde.

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“No he venido a darte vida eterna y la gloria que te ofrezco es la gloria del Padre, pero la deberás
merecer.
Y la merecerás convirtiéndote en uno más de sus guerreros. Deberás prepararte para que cuando
llegue el tiempo puedas acudir a su llamado y participar de la misión que te tiene preparada dentro de
su Plan”.
Una neblina va ocupando el Aleph hasta que la escena se termina esfumando.

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“¿Por qué Narada me recuerda a los cuentos sufíes?”, se pregunta un integrante del mandala
de convocantes cuando el Rishi manifiesta su presencia en el Aleph.
“Tu intuición ha sido certera –le responde Narada– porque he sido el inspirador de la filosofía sufí.
Quien al escribir se conecte conmigo, lo hará con los principios fundamentales del relato esen-
cial del Padre y tendrá por misión difundirlo a los hombres.
Por eso revoloteo permanentemente azuzando con mis alas la imaginación y creatividad de aque-
llos que desde la palabra escrita transmiten la sabiduría eterna”.

Gosukti se dirige a los lectores para preguntarles:


“¿Cuántos planes han tenido en la vida que por una u otra razón en algún momento se interrum-
pieron sin poder cumplirse?”.
“Innumerables”, responde un representante de los lectores que se presenta en el Aleph.
“Veamos porqué ocurre esta tan decepcionante circunstancia”, dice Gosukti prometiendo una re-
flexión sobre esta cuestión ante la inocultable expectativa de los lectores.
“La falla que tienen los planes inconclusos es común a todos y consiste en que la energía necesa-
ria para concretar el plan no alcanzó para que este se cumpla.
Esto no se debe a que la energía con que se cuenta para llevar a cabo el plan sea insuficiente sino
a su mala administración.
En consecuencia mi propósito es tratar de ayudar a aquel que desarrolla un plan, induciéndolo a
que administre la energía de tal modo que le sea suficiente para su cumplimiento.
Sin embargo, esto es muy difícil de realizar, porque la causa más común del fracaso de un plan es que
se invierte la energía en la primera apuesta. Esto es lógico por el entusiasmo inicial, la novedad, el temor,
la fantasía de imaginar los resultados concretados, pero luego viene la necesidad del esfuerzo y ya no hay
energía para realizarlo porque el desborde la mente del inicio la terminó malgastando”.

Prayata y Yukteswar se encuentran dialogando después que el Rishi realizó un viaje de inspec-
ción por el mundo de los hombres.
“Mi querido maestro –dice el Rishi– a veces El Padre es duro en asignarme una misión”.
“No entiendo, Prayata, de qué te quejas, ¿acaso no eres uno de sus elegidos?”.

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“No es que me queje, simplemente mi comentario es un acto de reflexión respecto a la misión
que me ha encomendado”.
“Creo Prayata –lo recrimina Yukteswar– por el tono en que te has expresado que más que una
reflexión tus palabras indican una queja”.
“Insisto maestro, y me comprenderías si tuvieses en cuenta la misión que me pidió El Padre.Me
pidió que active en la mente del hombre el concepto del sin sentido”.
“Ah..., si es así discúlpame, ahora entiendo porque tu reflexión tiene el sentido de una queja”.
Yukteswar y el Rishi se ríen, y éste se retira para diseñar una estrategia que le permita entrar en
el sin sentido en que habita la mente.

Prayaga enseña:
“Si vas a volver que sea por el camino de siempre,
no tomes atajos ni des vueltas,
ni intentes encontrar el camino más divertido,
o más conveniente,
o más rápido según tu criterio.
Hazme el favor, retorna por donde viniste”.
Aquel al que el Rishi le está dando este profundo consejo pregunta:
“Dime maestro, ¿cuál es el sentido de volver por el mismo camino?”.
El Rishi responde:
“Si quieres retornar al Padre,
debes destrabar y purificar, todo lo que en ese
trayecto de alejamiento fuiste acumulando.
Entonces date vuelta, mira hacia el Origen y comienza a desandar lo andado”.

Mada es una energía femenina que despierta la compasión.


Mada llora gotas sutiles de energía rosa muy clarita que llegan al corazón de los hombres, y
aunque muchas resbalan, otras entran y se convierten en semillas que son llamados a la compasión.
La compasión es una energía divina.
La compasión puede parar el impulso de hacer el mal que posea hasta la conciencia más primitiva.
La compasión puede detener la posesión por un segundo.
La compasión tiene el poder de activar la reflexión y desactivar el impulso, cambiando así el
sentido y la dirección de los actos.

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Las mentes más perturbadas tienen la posibilidad de entrar en la vibración de la compasión.
La compasión es el primer freno, muchas veces el único, y abre aunque sea un infinitésimo es-
pacio en el corazón por donde El Padre se puede colar.
Mada desparrama lágrimas que son semillas de compasión.

Un grupo de niños juega al juego de las canicas.


Y alguien lanza la pregunta.
“¿Qué son las canicas?”.
El Rishi Ausasya contesta:
“Son las conciencias duras que van de un lado a otro impulsadas por fuerzas que no compren-
den, y creyendo que toman decisiones racionales.
Los niños que juegan con las canicas son los demonios que juegan con las conciencias.
Algunos Rishis se encargan de purificar las conciencias y yo me encargaré de purificar los juegos”.

Visvawant mira las multitudes, en un recital, en una cancha de fútbol, en marchas políticas, y explica:
“Al principio esto me resultaba tan primitivo que, como habitante de los mundos luminosos, no
podía menos que entristecerme.
Pero luego El Padre me dio unas tijeras y me dijo que cumpliese con la ardua misión.
Esta consiste en recortar las caras en las que perciba algún dejo de identidad personal.
Y así me convertí en un buscador de caras que pudiesen ser reconocibles, más allá de la multitud.
Algunos cortes hice, pero son tan pocas las conciencias que en el plano denso han logrado si-
quiera pasar de la identidad colectiva a la identidad individual, que va a ser necesario una gran canti-
dad de energía para acelerar el proceso de individuación de las conciencias.
Lo que pasa con la mayoría es que han quedado imantados por la conciencia tribal y ahora esta
lo único que hace es bloquear la evolución.
En las pequeñas sociedades tribales el chamán podía concentrar las conciencias en una única
energía para obtener los favores mágicos, pero ahora no solo esto es imposible porque una cosa es
una comunidad primitiva unificada por un sólido sistema de creencias, y otra una multitud amorfa
unida por intereses circunstanciales, y además, porque los tiempos son otros y ahora la evolución
debe ser de conciencias individuales”.

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Ishwaku surca los cielos girando y al girar genera un cordón de energía que purifica la atmósfera.
En su giro, en sentido inverso al de la Tierra, va reparando las sutiles capas de tejido atmosférico
que los demonios fueron corroyendo, para lograr reestablecer el equilibrio en esa región del planeta.

Parashava aparece en el medio del continente africano, y la imagen es de una zona completa-
mente devastada. África semeja un tormentoso viento gris acosado por inquietantes rayos rojos.
El Rishi dice:
“Este es el punto más envejecido del planeta, aquí aparecieron las primeras formas de energía a
las que se denominan hombres.
También aquí empezó la degradación, y aquí habrá que empezar la reconstrucción”.

La escena muestra a los mares que se corporizan, la imagen de Poseidón puede ejemplificar tan
extraña situación.
Se presenta el Rishi Purvasa y toda esa agresividad se desvanece.
Purvasa se hace uno con el agua, uno con la energía poderosa de los vientos y las olas, y su obje-
tivo es devolverle el equilibrio a las profundidades.
“Hay que revertir la degradación”, dice Purvasa y el Rishi Srutayaksha que lo acompaña traba-
jando como ya lo vimos de otro modo el control de las aguas, le agradece la buena predisposición
para el trabajo conjunto.
“Debemos revertir la degradación”, dice Purvasa.

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Ebrahim Mirzapour da un grito de asombro y señala al cielo y Rahman Rezaei acompaña


ese grito con otro grito también de asombro, mientras los otros integrantes del equipo iraní, mirando
el cielo que señaló Ebrahim, se quedan mudos de asombro.
Narada, el Rishi inspirador del sufismo, flota en el aire de ese cielo que miran los iraníes, y sopla
con un soplo muy fuerte, y como el escenario es el desierto, este soplo levanta una nube de arena que
se deposita sobre los cuerpos de los jugadores, quedando solo la cabeza con los ojos mirando el cielo
donde flota el Rishi Narada que revolotea sobre sus cabezas.
Narada esgrime un alfanje, y con ese sable de hoja ancha les corta las cabezas y los jugadores
iraníes, ya sin cabeza, están en condiciones de escuchar la enseñanza del sabio.
“No debéis pensar.
Desarrollad las raíces que para eso estáis entrenados.
Dejad que vuestros pies absorban el sumo que la tierra genera.
Y en vosotros florecerá la cabeza apropiada que corresponderá a vuestras raíces.
Y de ese modo representaréis lo que realmente significa ser nativos de esta tierra,
y en el nombre de Alá multiplicaos,
y entonces de vosotros saldrá la cepa primordial
que dará carácter y estilo propio a vuestro equipo”.

El Rishi los saluda y levantando vuelo se pierde en el infinito, mientras los jugadores que han
superado el asombro, escuchan el llamado de su técnico Branco Ivanovic, para continuar el entrena-
miento.

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“Hola, somos nosotros de nuevo, los 12 demonios del mandala”, suena en el Aleph esa in-
confundible voz demoníaca.
“Fieles lectores, les vamos a explicar como operamos nosotros, que es como opera todo de
acuerdo al diseño del plano.
Como sin duda lo saben, por lo menos los más despiertos de ustedes deben saberlo, este plano es
binario y la dualidad se manifiesta en todo su funcionamiento. Así es que para operar debemos con-
templar la relación entre estructura e individuo.
Ya que estamos en las vísperas de este Mundial tomemos al fútbol como modelo. El director
técnico confecciona una estructura que determina las funciones que debe cumplir cada jugador.
Hasta acá todo bien, pero el problema es que estas funciones deben ser actuadas por individuos, los
jugadores en este caso, que al ser humanos, por llamarlos de algún modo, están limitados por sus
debilidades, distracciones, rebeldías, incomprensiones, dudas y todo el resto de imperfecciones que
pueden suponer. A su vez el funcionamiento de la estructura encuentra también su límite en que debe
competir con otra estructura, que por supuesto tiene las mismas falencias. Esto es, los que actúan las
estructuras, por más perfecta que sea, son los imperfectos individuos.
Supongamos el caso del equipo argentino en el Mundial Corea-Japón 2002, Marcelo Bielsa, el
director técnico, montó una estructura que desde nuestro conocimiento futbolístico podemos conside-
rar impecable, pero el infantilismo de Orteguita haciéndose expulsar por propinarle un cabezazo a un
rival, y según dicen las malas lenguas la mala voluntad de Verón, tiró todo al diablo.
¿Cómo operamos nosotros?
Del mismo modo que un director técnico, presentamos una estructura de poder también impeca-
ble y tenemos que elegir a las individualidades, en este caso gobernantes, que la pongan en funcio-
namiento.
Y ahí vienen los problemas que desequilibran el proyecto, no se olviden que tenemos que lidiar
con el demonio personal de cada gobernante y muchos de estos colegas son insoportables.
Tal vez nos encontremos nuevamente, o quizás no, ¿quién puede predecir el destino de un demonio?”.

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“¿Qué es esta estructura de la que habló el mandala de los 12 demonios?”, le preguntó al


maestro Yukteswar el mandala de convocantes.
“Tenemos que hablar de un robo –respondió sorpresivamente el maestro– y no se sorprendan
porque los demonios son unos ladrones.
Vamos a aclarar la cuestión. Perdida su condición divina, estos seres vagaron por el universo,
podría decirse que en condición de mendigos, buscando sobrevivir, ya que sin esencia, sometidos a la
desintegración del tiempo, solo capturando en los seres del universo esa energía a la que habían
renunciado, podían sostener su fantasmal existencia.
Y acá viene el cuento de hadas de los demonios, de mendigos a reyes.
Uno de los demonios exploradores, cuando ya habitaban la vibración de la Tierra, descubrió un
diseño que había sido descartado por los arcángeles diseñadores, alertó a sus compañeros y se apro-
piaron del mismo.
Esto, por supuesto, requiere otra aclaración.
Los planetas funcionan según diseños que El Padre le encomienda construir a los arcángeles diseña-
dores. Estos después de varios ensayos, eligen el que consideran más apropiado y descartan los otros.
Eran los tiempos de los preparativos para la llegada de las almas humanas al planeta, y aunque los
demonios todavía no lo sabían, ya que como se explica en el relato de los niños estaban en la Tierra so-
breviviendo de las energías vegetales, animales y de los espíritus de la Naturaleza, el descubrimiento de
este diseño descartado los deslumbró, y el Gran Demonio decidió ponerlo en funcionamiento.
El golpe fue sorpresivo para los arcángeles diseñadores, pues no pudieron instalar el diseño que habían
elegido, y para colmo de males, el que había empezado a funcionar quedó en manos de los demonios.
Este es el secreto de su gobierno en la Tierra, el control de ese diseño.
Ahora voy a convocar al Rishi Purvasa para que desde otra dimensión puedan intuir el origen de
esta lamentable historia que aqueja a los humanos.
El Rishi Purvasa se presenta saludando al mandala de convocantes y les pide a sus integrantes
que se concentren en el Aleph.

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Y el Aleph muestra una esfera luminosa con incontables torrentes energéticos que contienen
puntos también luminosos.
En el centro de esta esfera luminosa se puede percibir un núcleo oscuro.
Los torrentes energéticos son cámaras alquímicas destinadas a la transmutación de seres anima-
dos e inanimados.
A los ojos actuales parece un lugar mitológico de orden arquetípico. Llama la atención que los
elementos que componen esta estructura estén corporizados. Así el mar no se presenta como lo capta
la percepción sensible en su estado líquido sino con el cuerpo de un dios o un ser extraordinario. Lo
mismo ocurre con el aire, la tierra, el hielo.
La presencia de un estado de vibración oscuro que se expande atomizándose y tomando a indivi-
duos, lugares y redes, se hace cada vez más intensa.
Hasta que de pronto esos torrentes ya no circulan con la inicial energía luminosa sino con la os-
cura que va pervirtiendo todo el sistema.
En medio de todas estas atomizaciones oscuras aparece un triángulo de una indescriptible densi-
dad, y de ahí surge el demonio Abu Sajael junto al Rishi Purvasa.
Purvasa le pide a Abu Sajael que explique esta historia en términos que los humanos puedan en-
tenderla, a lo que el demonio accede sin problemas.
“Con mucha meticulosidad los demonios estudiamos el diseño para el planeta Tierra del que nos
habíamos apropiado, y comprobamos que consistía en un programa perfecto de conversión alquímica
para todos los seres animados e inanimados que habitaban el planeta.
A esta altura del descubrimiento ya el hombre había empezado a dar vueltas por la Tierra, y si
bien en un primer momento lo tomamos por un animal más, al observarlo cuidadosamente pudimos
comprobar que si bien tenía características animales, era un animal diferente, tenía una vibración que
en términos humanos la puedo describir como inteligencia.
Pronto comprendimos que nuestra reserva por este ser que llamaré humano era totalmente infun-
dada, ya que era una conciencia mucho más primitiva que la nuestra, fácilmente impresionable, a la
que rápidamente sojuzgamos mediante el sistema de pactos.
En la hipnosis a la que sometimos a estos humanos, llegaron a creer que nosotros le dábamos al-
go. ¿Qué podíamos darle si no teníamos nada? Los engañamos reintegrándoles completamente per-
vertida una ínfima porción de la energía del alma que ellos nos entregaban”.
“Es claro lo que explica Abu, ahora puedes decirnos, ¿por qué llegaron a la Tierra?”, insistió
Purvasa.

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“Veníamos de galaxias y recorrimos infinidad de soles y planetas, pero no soportábamos su
energía que nos hacía implosionar”.
“¿Y a qué se debió ese vagabundeo por el universo?”.
“Fue consecuencia de la caída, pero El Padre no nos abandonó y decidió que conociésemos ese
Universo del que queríamos apropiarnos para competir con Él, y para eso debíamos vagar por sus
energías.
Absurda ilusión, como te conté esas energías nos desintegraban y los sobrevivientes, desespera-
dos, seguíamos huyendo sin sentido por este cosmos cruel, hasta que llegamos a la Tierra, y entonces
todo cambió, por lo menos por un tiempo”.
“¿Qué rol juegan ustedes en el Plan del Padre?”.
“El de seres independientes de su tutoría, por eso queremos demostrarles lo que hacemos con
nuestra libertad”.
“¿Y El Padre qué opina de todo esto?”.
Abu Sajael queda desconcertado cuando debe refugiarse en lo más profundo de las sombras,
porque El Padre en su manifestación de Fuego Divino se hace presente para contestar el interrogante
de Purvasa.
Por supuesto, el recurso de Abu Sajael hubiese sido inútil, pues nada hubiese podido evitar su
desintegración, si la compasión del Padre no le hubiese permitido seguir existiendo a la espera de su
conversión.
Y El Padre habla:
“El juego es lento, pero más lento lo hacen ellos.
Todo vuelve a Mí porque Soy el Origen.
El juego duró lo que tiene que durar, dado que por más que lo retrasen tiene un límite de duración.
El grado de oscuridad que generaron hacía imposible que la mayoría pudiese buscarme, pero al-
gunos se dieron cuenta que necesitaban buscarme, sintieron Mi Ausencia y comenzaron a volver.
Nada está librado al azar.
El proceso es lento porque sus conciencias están oxidadas por la terrible densidad que alimentan.
Y esos algunos que me buscaron, y me buscaron porque estaban gastados por el tedio, y aunque no
podían experimentar el alma que habían negado, el tedio mismo los impulsó a la búsqueda de lo negado.
Y los que me buscaron alientan a que cada vez más sean los que me busquen”.
El Fuego con que se manifestó El Padre se va alejando y Abu Sajael retorna a dialogar con Purvasa.
“¿Qué piensan hacer?”, quiere saber el Rishi.

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“El momento es difícil porque sabemos que no tenemos mucho tiempo.
Tal vez nuestro destino sea ese vagabundeo interminable, donde en el camino van quedando des-
integrados muchos de los nuestros”.
“Y algunos se convirtieron”, interrumpe Purvasa.
“El Plan del Padre es así –dice resignado Abu Sajael– por eso huimos, nos reagrupamos en don-
de podemos, pero cada vez somos menos”.
“La única Energía es la del Padre, y ustedes son tan tozudos que quieren demostrar su indepen-
dencia sin energía propia.
Son como una guerrilla sin el apoyo de nadie”, concluye Purvasa.

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Una espada divide el plano y de la herida emana una luz que en su fluir acompaña a Vyasa a
manifestarse.
El maestro irrumpe con solemnidad y humildad.
Su vehículo es su propio cuerpo.
Vyasa extiende sus brazos y muestra sus manos, en ellas se acumula la energía de la Verdad, y
cuando las une en posición de oración aparece la Unidad y los distintos caminos que llevan a ella.
Estos caminos parten de los sentidos para llegar a la intuición porque solo desde ahí es posible
reconocer a la Verdad.
Dice Vyasa:
“Retened el concepto de que la intuición es la meta adonde deben arribar los sentidos.
Agudizad la atención y desde la atención podrán percibir la distracción.
Eviten la confusión de creer que la distracción es parte de la atención, la división es muy sutil y
engañosa pero hay un modo infalible de disiparla
Ante la duda hagan la pregunta.
¿Qué es esto?
Pero no esperen una respuesta racional sino dejen que la confusión se desactive y aparezca la
atención real”.
Antes de despedirse Vyasa anuncia.
“Recorreré las calles y buscaré a los marginales, a los locos, los mendigos y a ellos les transmiti-
ré el mensaje del Padre”.

Suenan truenos ensordecedores y a ellos se suman todos los ruidos del planeta, la orquesta está
sonando a pleno.
Es imposible para el oído humano soportar la vibración.
Asita es el mensajero del ruido, pero entiéndase bien, del ruido y no del sonido.
El ruido ensordece, el sonido es gratamente audible.
¿Qué es el ruido?
Asita responde:
“Es esa energía que en su manifestación la sordera, sordera de pensamiento, sordera de entendimiento.

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¿Y qué es la sordera?.
“La máxima saturación del sonido, el sonido saturado se transforma en ruido provocando el re-
chazo”, aclara el Rishi y sigue explicando.
“Si en una experiencia se puede tolerar el ruido, este automáticamente cede su vibración dando
paso al sonido y si se persiste aparecerá el silencio.
Y esto es así porque el sonido y el ruido son manifestaciones de la mente, siempre responden a
una imagen. Entonces si no hay imagen no hay manifestación, y si no hay manifestación irrumpe el
silencio.
El silencio es la no manifestación de la mente, y mi tarea es llevar al hombre del ruido al silencio”.
Por otra parte Asita dice que acompañará a Vyasa en su camino, encargándose de los más pose-
sos, ya que dispone de una energía sutil y neutralizadora.

“Las huestes de mi poder invaden la conciencia, removiendo de ella toda oscuridad.


Esta oscuridad drena de la conciencia cuando es reconocida, este es el secreto para eliminar esas
escamas que se fueron adhiriendo poco a poco, pacto a pacto, haciéndose carne en ella.
Las escamas aumentan a medida que la oscuridad penetra, y dada la demonización del plano el
proceso es ininterrumpido.
Estas escamas actúan como un ácido, carcomiendo la conciencia sobresaturada de oscuridad.
Las escamas terminan convirtiéndose en partículas vivientes que hacen de la conciencia su hábi-
tat permanente.
Estas escamas son como piojos que se prenden a la conciencia, alimentándose de su energía.
Así, dormida y debilitada, la conciencia queda inerte, enferma y hundida en el sin sentido.
El único remedio que cura esta enfermedad es la Luz del Padre que yo soy el encargado de
transmitir. Pero no es fácil administrar este remedio, porque es necesario el consentimiento del alma
para que pueda ingresar.
Es necesaria la entrega a la fuente de salvación, de lo contrario es imposible el rescate.
¿Y qué es el consentimiento?
Es esa tenue actividad que al darse cuenta de la agonía, y a través de la fe, decide entregarse a
aquello de lo que no tiene registro, y que es el Origen y la plenitud del sentido”.
Así habló el Rishi Devala, que asimismo dice que El Padre le ha encargado ayudar a los espíritus
malignos que moran en la invisibilidad del Aire.
Estas degradadas formas astrales también deben ser rescatadas porque El Padre no se olvida de
ninguna criatura de su Creación ya que todas tienen el mismo Origen Divino.

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Al comprobar que el mandala de convocantes tiene dificultades para pronunciar su nombre,
Ulloyatayana, el Rishi se ríe con ganas y dice:
“Siempre pasa lo mismo, todos se trabucan cuando quieren llamarme, pero esto me da la oportu-
nidad de pedirles que abandonen las ridículas formalidades y tengamos un trato más familiar.
Llámenme Ulli.
Es a veces tan pesado cargar con la responsabilidad de participar del Plan del Padre aunque no existe
para ningún habitante del Universo una misión tan noble, que es inteligente no hacerlo más pesado.
¿Y qué sería hacerlo más pesado? Por lo menos para mí, encararlo con seria solemnidad como lo
hacen ciertos colegas.
Yo prefiero una posición más cómoda y distendida, pero quiero aclarar que de ningún modo es-
toy criticando, pues comprendo que hay dimensiones en que deben actuar algunos Rishis, donde las
almas se encuentran en tal estado de posesión y sufrimiento que no se puede actuar sino con una
seria solemnidad.
Pero lo mío es distinto, yo me encargo de la risa, y no lo tomen a risa porque esto es muy serio.
Por la cara que pusieron los lectores veo que no entendieron nada, pero no se preocupen, ya es-
toy acostumbrado a ser incomprendido.
Pero vayámonos acomodando y veamos de qué se trata esto de la risa.
Como ya les dije es una cosa seria y no se rían con lo que les estoy diciendo.
Así como la tristeza, o el estado de maldad, o todos los estados que se les ocurran son energías,
la risa también es una energía.
La risa es la desestabilización de la conciencia del personaje, lo cual es algo muy serio. Tome-
mos un ejemplo, cualquier tema tiene un eje central que lo define, y cuando ese eje sale de su centro
irrumpe la risa.
Una de sus armas es la ironía que es la hermana mayor y refinada de la burla, que siempre surge
de lo que le pasa a otro y nunca de lo que le ocurre al burlador.
Regresemos a la risa. ¿Quién la provoca? Indudablemente el personaje. Hay una razón que ex-
plica esto, si el Ser es Unidad la personalidad es multiplicidad y ante tantos personajes miren si no
habrá de quien reírse, no se alarmen si les digo que todos son ridículamente grotescos.
Obsérvenlos bien, no hay ninguno que se salve, sea sutil o grosera su manifestación, siempre
habrá de que reírse, y este es el factor que saca de su eje a la conciencia de ese personaje.
¿Se dieron cuenta cuál es mi misión?

152
Soy un terrorista que con mis bombas de risa bombardeo a los personajes con la finalidad de
destruir sus máscaras y, bueno, lo que viene después ya no es cuestión mía.
Ah..., tengo otra misión, que es más seria digamos: purificar los vegetales que están tomados por
una terrible oscuridad”.
Y con estas palabras se despide el Rishi Ulli.

Jitvan Salini dice:


“Haz un programa de tu vida que yo te lo activo.
Pero primero debes saber: dónde se origina, qué lo produce y cuál es el objetivo.
Estos son los tres pasos a tener en cuenta y que lamentablemente nadie tiene en cuenta porque
los hombres se lanzan a llevar a cabo planes ciegos que terminan creando una gran confusión, lle-
vando las situaciones a estados inverosímiles.
Un joven planea una carrera universitaria con el firme propósito de servirse de ella para su cre-
cimiento personal e insertarse en una sociedad que le abrirá sus puertas para reconocerlo en su talen-
to y colmarlo económicamente.
Pero nada de esto termina ocurriendo, y si observamos la experiencia por los tres ítems antes in-
dicados, veremos porque la aventura termina como termina.
Y no puede terminar de otro modo porque lo origina un pacto con la oscuridad, lo provocan los de-
monios que tramposamente dicen cumplir con el pacto y el objetivo no son más que deseos proyectados
que terminan chocando y estallando cuando se confrontan con la durísima realidad del mundo.
Si no quieren caer en esta desilusión que les terminará consumiendo la vida, busquen que el ori-
gen de todo programa de vida esté en El Padre, tanto como su producción y objetivo”.
El Rishi agrega que también El Padre le encargó una tarea muy dificultosa: colaborar con los
Rishis para purificar las religiones.

Yajñavalkya está muy ocupado ordenando papeles, hasta que al finalizar la tarea les dice a los lectores:
“Disculpen la demora, pero era necesario reordenar todos estos apuntes, ya que tengo una responsabili-
dad muy grande al tener que transmitirlos, tengan en cuenta que debo ser claro, conciso y comprensible.
Vamos al tema.
Observemos el amanecer, el mediodía y el anochecer.
¿Cómo podemos relacionar estas manifestaciones con la experiencia del hombre?
El amanecer es el pasado de un mediodía presente que anochece en un futuro .

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Parece paradójico pero no lo es.
El amanecer es lo conocido, lo que renace permanentemente, lo que está archivado en la con-
ciencia como experiencia ya realizada. Es el vislumbre de todo lo que ya pasó.
Todo renace de lo ya nacido que no es más que el recuerdo de algo que pasó, pero siempre se vi-
ve como de nuevo nacido, parece una novedad pero solo es una repetición de lo ya conocido.
Y pasemos al presente, del cual nada podemos decir. ¿De qué sirve hablar de lo que nadie en-
tiende? Es el imperceptible instante del mediodía.
El anochecer es como el futuro incierto, no hay nada más oscuro como la noche que el mismo
futuro solo construido por probabilidades imaginadas.
En los discursos de graduación se suele decir:
“A la luz de su brillante futuro”.
¡Qué irrealidad!
El hombre pone sus esperanzas en ese futuro que no es nada más que noche cerrada y oscura.
¿Van entendiendo de qué vamos hablando?
Reflexionen sobre todo esto, es muy importante que lo tengan claro cuando empiecen a fantasear
sobre sus vidas”.
Yajñavalkya se va a ocupar de los niños abandonados, porque por su propia condición, bajo una
guía adecuada, son más permeables al despertar del alma.

Cuando se presenta Udauya Saulbayana el maestro Yukteswar advierte.


“Con este Rishi tengan cuidado, tiene un genio muy difícil de entender, préstenle atención y no
lo interrumpan”.
Udauya Saulbayana toma la palabra:
“Si en un desierto planto una planta tropical seguramente no crecerá.
¿Qué es sino la conciencia humana?
Un desierto total
¡Terrible verdad!
Y más que verdad, realidad.
¿Qué hacer con semejante desierto?
¿Cómo transformar esta maldita naturaleza?
Una naturaleza que por maldita es rebelde, pero rebelde en el grado de asentarse en la distracción.
Bien, distraídos lectores, hagamos un trato.

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Denme su distracción que yo les prometo que si el acto de entrega es sincero, consciente y verdadero
obtendrán lo que jamás imaginaron, porque no se trata sino de ingresar en un plano nuevo y desconocido.
¿Qué es este plano? Simplemente estar consciente”.
Udauya Saulbayana se encargará de los enfermos terminales.
“Están muertos en vida, buscaré que vivan en la muerte”, dice el Rishi con su malhumor característico.

Barku Varshan está orando y en su oración dice:


“Señor, dame fuerzas,
para recuperar lo perdido,
para afianzar lo olvidado,
tener lo no tenido,
entender lo simplificado,
y absorber lo no asimilado.
Señor, fortaléceme,
en reconstituir lo desintegrado,
en animar lo desanimado,
en emprender lo no emprendido,
y en actuar como si todo hubiese comenzado”.
Este Rishi es un especialista en llevar a cabo golpes comandos contra sectores muy oscuros.
La estrategia es salpicar al demonio con que se enfrenta con una gota de luz, que actúa como un
virus que lo enferma.
Con muy poca energía el demonio carece de defensas para oponerse a las palabras del Padre.

Ashtavraka se reencuentra con un discípulo a quien le ha impartido la enseñanza en planos que


se encuentran más allá de la Tierra.
“Volvemos a encontrarnos pero esta vez en un plano circular”, le dice el Rishi.
Aparece un círculo con varios surcos de distinto grosor.
“He aquí el círculo de la experiencia.
Te someteré a una prueba”.
El disco comienza a girar y Ashtavraka toma a su discípulo como si fuera el brazo de un tocadis-
cos y su conciencia fuere una púa, la va bajando hasta que toca el surco.
Inmediatamente el contenido se manifiesta.
No es una dulce canción sino una fuerte vibración que golpea su conciencia.

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Así va circulando por los distintos surcos del círculo, y aparece toda su historia desde los remo-
tos comienzos hasta la actualidad.
Dice Ashtavraka.
“Todo esto es lo que hay que borrar.
Ponte de pie y señala con tu dedo aquello que en tu memoria esté más fresco, algo que haya ocu-
rrido recientemente.
Ese recuerdo es la punta del ovillo a partir del cual irás deshaciendo tu vida”.
El discípulo toma la punta de esa imagen y la va trayendo hacia él. Entonces los surcos del círcu-
lo se van borrando, pero de pronto el hilo se corta pero Ashtavraka inmediatamente lo repara y le
indica a su discípulo.
“Continúa sin descanso, debes acabar todo el ovillo, hazlo lentamente para que no parezca un reto”.
El discípulo sigue las instrucciones pero el hilo vuelve a cortarse.
El Rishi lo vuelve a reparar y dice.
“Cada corte es un mundo donde la tensión es muy fuerte y es tal la resistencia que haces que se
termina cortando.
Continúa desovillando el hilo hasta que por fin toda la madeja esté disuelta”.
El discípulo continúa concentradamente su tarea hasta que toda la madeja está disuelta.
El círculo ya sin surcos brilla como el infinito Sol y alumbra toda la escena, y el discípulo y su
maestro se proyectan a otro plano.
Ashtavraka no tiene una tarea específica, como un comodín está donde El Padre lo envía.

Ramasa tiene un bastón parecido al de Yukteswar con el que suavemente va golpeando el piso.
En cada golpe va surgiendo una conciencia con su respectiva alma.
La escena se va cubriendo de conciencias renacidas y cuando esta se encuentra saturada, recorta
el plano y doblándolo en dos lo lleva al mar de la purificación que han traído los Rishis para seguir la
tarea en el plano siguiente.
Dice Ramasa:
“La conciencia reunida con su alma son dos, pero al purificar su relación en el mar de la purifi-
cación serán solo una, porque de ese modo fue en el Origen”.
Ramasa se ocupará del lentísimo despertar de los hombres comunes, pero acepta esta tarea con
gran alegría pues le ha sido asignada por El Padre.

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El Aleph muestra a Adolf Hitler entrando en la cervecería Hofbraeuhaus en los primeros dí-
as de junio del 2006, cuando todo respira el clima del Mundial.
¡Cuánto ha cambiado desde aquel Tercer Reich!, y la voz de su nostalgia es interrumpida por
otra voz que revela una desbordante euforia, es la voz de Joseph Blatter.
“Adolf, aquí estoy”, grita Blatter al reconocer al Führer, que saluda al Presidente de la FIFA y
acude a su mesa, sin poder ocultar la envidia que revela su rostro.
“Joseph, sin duda me equivoqué de época.
Veo como una red demoníaca mundial opera casi sin resistencias y no puedo menos que llenar-
me de envidia.
Conoces mi lucha, luché contra el mundo y terminé derrotado. Siento que el Gran Demonio me
abandonó.
Ustedes están consiguiendo sin sangre lo que intenté con tanta sangre y no pude conseguir”.
“Mi querido amigo –le dice Joseph Blatter, palmeándolo en el hombro– el secreto es no cosechar
enemigos, ver en los demás potenciales aliados.
Esta maravilla que está por ocurrir, el Mundial 2006, nos integra a todos, y el Cuarto Reich in-
cluirá a todo el planeta.
Algunas guerras continuarán, pero transcurrirán en la indiferencia de la mayoría, nuestro Impe-
rio será virtual, en realidad ya es virtual, más allá de las estupideces de George W. Bush en Irak, que
lo único que pudo generar es un anodino baño de sangre.
Pero no te sientas mal, Adolf, tu experiencia, aunque fallida, sentó las bases de este nuevo pro-
yecto”.
“No entiendo, Joseph, no veo ningún Führer dirigiendo todo esto”.
“El culto al héroe que anunciaste no cuajó Adolf, por eso no necesitamos ningún Führer, nos
bastan los medios audiovisuales para comandar este Imperio.
Como dice el Gran Demonio, los humanos ya no son protagonistas de nada, muchos problemas
me trajeron a lo largo de la historia, el protagonista es la tecnología que nos sirve para todo, incluso
para alguna guerra que sirva para desarrollarla y también despuntar un poco el vicio.
Por favor, dos cervezas”, pide Blatter mientras Hitler se queda pensativo.

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El invierno ha sido muy crudo,


un gran manto de nieve cubre la planicie helada.
Serbios y croatas aparecen congelados en el tiempo de la historia.
Serbia y Croacia están en guerra y los jugadores pelean en esa guerra.
En lo más terrible de la guerra interviene el Rishi Ashtravraka y congela a serbios y croatas, y
este congelamiento repliega los ardores de ese odio tenaz más fuerte que la sangre y la muerte.
Gracias a este congelamiento pueden preservarse y volverse a reunir las energías disueltas en la
banalidad de una lucha que embandera el sin sentido.
El tibio calor de la primavera va descendiendo sobre la planicie helada.
Todo fluye en esta energía naciente que revitaliza las raíces de la vida.
Los pueblos despiertan del letargo y a pesar de los odios de las cruentas batallas, la luz del rena-
cer invade los corazones de los combatientes.
Esta luz la envía El Padre como embajadora de su presencia, y va llegando a los rincones más
recónditos de Serbia y Croacia.
Cuando arriba el deshielo los sentimientos renacen, bañados en la Luz purificadora del Padre.
Savo Milosevic y Robert Kovak le agradecen al Rishi Ashtavraka por su intervención y arrodi-
llándose oran al Padre.

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Un Antonin Dvörack joven y dinámico, con toda la frescura de su juventud, va transmitien-


do los orígenes de la tradición a través de una música exquisita y sublime.
La música escapada de su corazón va invadiendo las campiñas checas y despertando la tradición
en la sensibilidad de los hombres y mujeres de ese pueblo.
Es una tradición que envuelve y trae al presente antiguas glorias tan caras al espíritu checo.
Y esa música se transforma en danza, y los jugadores checos danzan, embebidos en esa tradición.
Allí están Kinsky, Kovak, Galasek, y todos los demás, que, extasiados, sienten como esa música
va creando la magia de transformar en arte todo movimiento, y los espectadores presenciarán un
juego que muestre esa sentida tradición.
El Rishi Asita abraza a los jugadores cargando de energía divina a esa tradición para purificarla
y limpiarla en sus oscuros recovecos.

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47

La figura del Rishi Syavaya es muy particular, parece dibujado con finos trazos y este dibu-
jo es el de un espadachín de increíble habilidad que se mueve con gran velocidad.
Ante el Rishi se presenta un humano con la intención de ser ayudado. Syavaya con su espada
corta los lazos que une a sus monstruos interiores con la proyección que configura esa red a la que se
denomina mundo exterior.
Al cortar la conexión deja a los monstruos sin alimentación, lo que los vuelve más vulnerables y
se van disolviendo más fácilmente

Kripa es el gran descubridor de los monstruos que habitan en la mente, las emociones y el cuerpo.
Se mueve en un haz de luz hasta focalizar dónde se encuentran los monstruos, que al ser ilumi-
nados quedan al descubierto.

Es una flecha que desde su corazón va hacia El Padre en un viaje de amor.


Este es Visvakarma que dice:
“Este viaje de amor que va hacia El Padre cuando logra la conexión produce una profunda trans-
formación en el viajero.
La conexión verticaliza la conciencia que alcanza la participación de su esencia con El Padre,
pero no se aleja del mundo sino que desde la horizontalidad continúa operando en éste, derramando
la luz sobre los monstruos.
La batalla debe continuar”.

Pautismashya es la energía que ve el proceso desde afuera sin involucrarse.


Dice el Rishi:
“Participando plenamente del Padre miro desde afuera y puedo ir rompiendo la oscuridad.
Estar en El Padre no es lo que algunos engañados místicos suponen, porque no significa estar
ciego al mundo, sino mirarlo con la mirada de la intuición para luchar desde afuera.
Sin embargo, tal vez la palabra luchar no sea la más apropiada por el sentido que le dan los
hombres, lo que hago es no participar de la oscuridad, y al no participar no la alimento y al no ali-
mentarla sola se disuelve”.

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Gaupavana viene montado en un caballo blanco y galopa con la aparente sensación de libertad.
“¿Dónde vas?”, nace la pregunta de la profundidad del Aleph.
“¿Adónde crees que voy?”, responde el Rishi.
“¿Galopas hacia la Verdad?”, surge otra pregunta.
“¿Piensas acaso que el estado que te muestro es la Verdad?
¿Qué esa sensación de libertad es la libertad como estado?”.
Después de decirlo, el Rishi detiene su caballo, baja de éste y responde a la pregunta, sentado en
postura de meditación.
“Galopar velozmente significa, para quien disfruta de este juego, una sensación de libertad, pero
esta no es la verdadera libertad.
Ya me ves aquí, inmóvil, sin desear, así se es libre, pero no porque tenga la voluntad de serlo, o
actúe para serlo, simplemente se es.
Hay que bajar del caballo, de ese caballo que corre velozmente y sin sentido por la vida creyen-
do que se es libre, hay que bajar y volver a la tierra y allí permanecer inmóvil, y entonces, desde esa
inmovilidad, es posible caminar hacia la libertad, que es uno de los nombres del Padre”.

Kausica se presenta como uno de los protectores del mar de los Rishis. Está parado en la orilla
de ese mar y dice:
“Están viendo una imagen de la orilla del mar, pero cuando ingresen, en ese momento, no habrá
mar ni orilla para ustedes porque dejarán de existir”.
El maestro Yukteswar explica que una de sus tareas en esta experiencia fue inaugurar un mar de
la purificación donde ingresaron vivos y muertos para ir comenzando a limpiar los chakras oscureci-
dos durante tantas vidas de pactos.
“El mar que yo instalé es un campo de energía, cuyas características están especificadas en el re-
lato de los niños, tiene por finalidad operar sobre los chakras del cuerpo, las emociones y la mente,
esto es los 135 correspondientes a la personalidad.
Ahora los Rishis han traído desde remotas regiones de universo un mar que tendrá como princi-
pal finalidad activar energéticamente los 135 chakras espirituales que están desactivados, no se tiene
conciencia de los mismos, como ya lo vimos, por el bloqueo al sistema que ha realizado el Plan
Demoníaco para anular en el hombre toda percepción espiritual”.

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Kaudinya está nadando en el mar de los Rishis entre los monstruos que ingresaron junto con las
almas.
Aclaremos algo, cuando los Rishis llevan a alguien al mar de la purificación, a éste ingresan tan-
to el alma dormida como las posesiones que la están devorando desde el ego.
El efecto energético del mar es provocar que el alma comience a despertar, y los monstruos se
vayan ablandando. Esto le permitirá al alma, cuando alcance cierto nivel de conciencia, poder des-
prenderse de los monstruos que ya aflojaron las raíces de la posesión.
Guiar este proceso es la tarea de Kaudinya.

La tarea de Sandilya es impedir la contaminación del mar de los Rishis con los residuos de los
monstruos que ingresan poseyendo las almas.
Para este trabajo trae lo que puede denominarse como una luz filtradora que al filtrar estos resi-
duos los va purificando.

El mandala de convocantes le pregunta al Rishi Agniverya que se presenta en forma de una brújula.
“¿Quién eres?”.
A lo que el Rishi responde:
“Una energía que lleva directo al Padre, es la energía que marca el camino, y lo hace recordán-
dole al alma, antes de dar cada paso, adónde debe dirigirse.

Agnivesya es la inmovilidad perfecta en el movimiento.


El estado del Rishi es permanecer inmóvil en medio del mundo del caos, porque en esta inmovi-
lidad es donde El Padre se puede mover.

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Vinimos de África,
la luna caliente,
los barcos crujían,
lloramos la lluvia,
Trinidad y Tobago,
tan... tan... tan,
secretos guardados.

Vinimos de África,
gritamos los gritos,
el azul del Caribe,
tiburones amigos,
Trinidad y Tobago,
tan... tan... tan,
secretos guardados.

Vinimos de África,
trajimos los dioses,
cantamos sus cantos,
hechiceros y hechizos,
Trinidad y Tobago,
tan... tan... tan,
secretos guardados.

Vinimos de África, Shaka, Kelvin, Clayton, Ian,


Avery, Marvin, Brent, Dennis, Cyd, Atiba,
Chris, Aurtis, Russell, Carlos, Silvio, Densill, Anthony,
Collin, Cornell, John, Kenwyne, Dwight, Jason,
danzamos en ronda,

163
los blancos no saben,
Trinidad y Tobago,
tan... tan... tan,
secretos guardados.

Venimos del Padre,


Syavaya, Kripa, Visvakarma,
Pautismashya, Gaupavana, Kausica,
Kaundinya, Sandilya, Agniverya, Agnivesya,
danzamos en ronda,
el alma retorna,
Universo Eterno,
Om Om Om,
Verdad revelada.

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El Rishi Sandiya está sentado en meditación en un espacio luminoso y dice:


“Este espacio luminoso representa el estado de mi mente cuando abandoné el plano.
Con la mirada vuelta hacia el interior la Luz se apoderó de todo mi Ser.
Pude contemplar la Verdad sin máscaras.
Ayudaré a las almas a recorrer ese camino.
¿Qué es lo que lo impide?
Escenas pasadas, escenas presentes, diseños de muchas vidas que buscan atrapar al alma, el pa-
sado y el futuro se mezclan con su cúmulo de imaginaciones.
Es mi función guiar el brazo que sostiene el bisturí que a cada alma que está por partir le entrega
El Padre, para que pueda cortar en el momento preciso la continuidad de esas historias y cauterizar la
herida con el remedio del discernimiento.
Entonces el alma se liberará del engaño de la vida en la Tierra”.

La escena muestra un paisaje nevado, y allí, solitaria, resalta una cabaña que habita Anabhimlata.
Todo peregrino que se perdió en ese paraje, porque en ese paraje solo están los peregrinos perdi-
dos, entra a la cabaña del Rishi, y éste lo recibe con la calidez del amor del Padre.
Anabhimlata combate el frío del peregrino con el calor de la reflexión, luego le entrega las san-
dalias del caminante y protege sus manos con los guantes de la paciencia, abrigando su pecho con la
bondad de corazón y cubriendo su cabeza con la capucha de la humildad.
El Rishi le ofrece un caldo preparado con la Energía del Padre, y ya está listo para continuar su
marcha hacia donde despunta la Luz.

El Rishi Saitava le habla a alguien:


“Me ha sido difícil poder encontrarte, pero por más que te hayas escondido pude hallarte.
Ya nunca más volverás a escaparte porque una vez que te he descubierto ya estoy en ti y soy parte de ti.
Te preguntarás a qué he venido, yo no te lo diré y verás que lo que en principio es una historia,
luego se irá modificando hasta poder agotar todas las historias, y desnudo de ellas te ayudaré a en-
contrar la Verdad.

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Debo decirte que para aquellos que participamos de los planos insondables de la manifestación
divina nos parece increíble que las almas permanezcan atrapadas en un mundo con tanta oscuridad,
pero por Gracia del Padre la alquimia liberadora les está siendo otorgada a los hombres.

Es una escena muy lluviosa y la lluvia es Prakimayogya.


Emerge el primer hombre en medio de la lluvia y se va multiplicando de a pares, hasta que apa-
rece toda la humanidad, y la lluvia continúa pero nada se inunda a pesar de su intensidad, y esto es
así porque con su fuerza y pureza va disolviendo todo lo turbio que el hombre ha acumulado a través
de sus oscuras experiencias.
Lo turbio que se desprende se va filtrando hacia las entrañas de la Tierra donde un fuego purifi-
cador transforma el agua enlodada, convirtiéndola en vapor, que ascenderá como lluvia, esa lluvia
que es Prakinayogya, para repetir el proceso.

Dice el Rishi Parasarya:


“Sin una motivación la evolución no progresa.
La tarea que me encomendó El Padre es preparar una motivación para que despierte la experien-
cia en cada alma.
Aparentemente esto puede parecer muy difícil, pero no es así. ¿Cuál es mi método? Los hombres
circulan en una mente que es un laberinto y en ese laberinto demonios de todo pelaje hablan sin parar
para no dar espacio a la reflexión, indicando falsos caminos de salida.
Entonces yo me presento con una enorme linterna que proyecta una luz muy potente, la que es-
panta a los demonios, y ya sin demonios a la vista le señalo al alma que la única salida es el camino
hacia El Padre.
A partir de ahí El Padre se transforma en la única y verdadera motivación que va a preparar al
alma para continuar su evolución, detenida cuando, desde un tiempo que no puede recordar, cayó en
ese laberinto oscuro.

El Rishi Gatukarnya le está enseñando a un humano cuestiones de numerología.


“Es muy interesante investigar la numerología”, afirma el Rishi.
“¿Por dónde puede encararse esta disciplina?”, pregunta el discípulo.
“¿Cómo crees que puede encararse?”.
“No sé por donde empezar”.

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“Toma un número cualquiera”.
El discípulo duda y al fin elige el 5.
“¿Con qué lo relacionas?”, inquiere Gatukarnya.
El discípulo piensa un instante y responde.
“Con una manzana”.
“¿Por qué una manzana?”.
“Pienso que tiene 5 virtudes”.
“Está bien, no las menciones, percíbelas intuitivamente y elige otro número”.
“Elijo el 3”.
“¿Con que lo relacionas?”.
“Con 3 de las virtudes de las 5 de la manzana”.
“Estás obsesionado, pero continúa con las virtudes de tu manzana. ¿Cómo ves estas 3?”.
“Sobresaliendo de las 5”.
“Bien, concéntrate en esas 3 y piensa otro número”.
“El 1”.
“¿Qué te sugiere el 1?”.
“La única virtud de la manzana”.
“Tu obsesión se ha concentrado, y al resumirla en una única obsesión, yo te la disuelvo”.
“Gracias, maestro”.

Asurayana extiende una mano y siguiendo el recorrido de la mano se ve una imagen muy gran-
de, grande en energía y de una blancura inmaculada que se funde en un plano de Luz.
El Rishi está con la mano extendida como invitando a alguien a acercarse.
Quien acude a la invitación extiende su mano y toma la del Rishi, que le dice:
“Solo puede estar desprovisto de temor quien nada desea, porque sabe que la verdadera felicidad
es inherente a su ser y nada externo podrá darle aquello que ya no tenga”.

Yaska salta alegremente entre las piedras blancas de un arroyo de aguas muy transparentes.
De pronto una Voz le susurra suavemente
“Yaska, deja de jugar y ponte a trabajar”.
Sorprendido por la Voz que le habla Yaska se distrae, resbala y se cae al agua.
En el agua hay muchos peces que no son sino almas en purificación.

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El problema que afrontan es que venían descendiendo de la montaña y perdieron el rumbo, ter-
minaron sumergidas en el mar de la purificación, que en ese lugar toma la forma de arroyo.
Yaska las va orientando para que puedan llegar al noble destino adonde se dirigían.
Pero lo que se le cuestiona a Yaska es que sea lento en su trabajo porque le gusta jugar.
Sin embargo El Padre lo comprende porque al jugar distiende la pesadez de su esforzada tarea, y
aunque por momentos se le acumula el trabajo, por eso la Voz lo reprendió, todos saben en su grupo
de Rishis que después del juego terminará la tarea con la mejor predisposición.
Y esto es lo que al Padre le gusta.

Irrumpen carros de fuego tirados por corceles negros y manejados por demonios azules.
A su paso todo lo incendian y lo que no termina de devorar el fuego, lo destruyen.
Los demonios no conocen la compasión, y no conocerla es el fundamento de la condición demoníaca.
Consumada su macabra obra recogen sus víctimas y mientras azuzan los corceles negros en des-
enfrenada carrera, las van devorando.
Aupaghandini los espera porque sabe que en algún momento los tendrá a su alcance, y mientras
espera pacientemente va tejiendo una red de sangre
Esta red de sangre es una trampa con la cual logrará atraer a esta horda de demonios azules.
Los demonios han olfateado la sangre y se dirigen sedientos a su encuentro.
Torpe y vorazmente se abalanzan contra la red chocando contra las piedras de la compasión.
Humillados y sorprendidos los demonios desaparecen, envolviendo el Rishi con la red carruajes
y corceles.
Los demonios, desprovistos de sus vehículos sucumben ante la fe que como una catarata de im-
presionantes rocas los terminan sepultando.
El Rishi vencedor de la oscuridad, resucita las víctimas que habían sido devoradas y les dice.
¡Qué gozo inefable experimenta el alma que se ha liberado de la opresión de la oscuridad!
Ahora ya libres comprenden que la conquista del alma es lo que da sentido a la existencia”.

Soy un humano que me veo en el Aleph.


Tomo una cuerda y hago un nudo, lo voy apretando hasta el límite posible.
Hasta aquí llegué.
Tomo otra cuerda y hago lo mismo.

168
Hasta aquí llegué.
Repito esta tarea infinidad de veces.
De pronto en medio de este monótono y cansador trabajo lo veo al Rishi Traivani y aprovecho su
presencia para preguntarle.
“Maestro Traivani ¿qué significa lo que estoy haciendo?”.
“Hijo mío, una soga es la vida de un hombre compuesta por los mil hilos de sus experiencias y el
nudo es el cierre de la muerte, y luego todo comienza de nuevo y termina hasta repetirse al infinito”.
“Maestro, ¿cómo hago para salir de este juego tedioso que son las vidas y las muertes infinita-
mente repetidas?”.
“Solo la eternidad vence al infinito”, sentencia el Rishi.

169
50

Portugal y Angola, otros jugadores del juego de siempre.


¿Por qué es siempre el mismo juego?
Veamos lo que nos enseña el Rishi Kaundiya.
Y el Rishi Kaundiya dice:
“El planeta es una organización energética creada por El Padre. Responde en consecuencia a un
principio de armonía y esta armonía es lo opuesto a la desmesura. Por lo tanto, teniendo en cuenta las
calidades de energía que operan en diferentes regiones, estas se encuentran marcadas por lineas
vibratorios que separan un espacio de otro.
Así lo dispuso El Padre, pero hace tanto tiempo, un tiempo tan lejano, que ningún humano está
en condiciones de recordar, porque ya nadie acata las disposiciones del Padre.
Y el no acatarlas es entrar en la transgresión y se transgrede cuando la perversa energía de la
mente humana va ablandando esa línea que establece el límite, y entonces una zonas invaden a otras.
Los límites que la transgresión traspone no son solo territoriales sino que se transgreden en el
hombre las fronteras corporales, emocionales y mentales.
El poder consiste en transponer las fronteras para penetrar adonde, según la ley de armonía, no
corresponde, y dominar a la víctima.
Napoleón, o Hitler antes de invadir los territorios tuvieron que invadir los cuerpos, las emocio-
nes y las mentes de sus seguidores.
Y esta práctica transgresora continúa desde la horda primitiva hasta George W. Bush, pero ahora
el Gran Demonio, que en realidad es el único transgresor, ya que como saben los humanos solo son
canales, descubrió que gracias a las avasallantes avances tecnológicos que tuvieron lugar en el siglo
XX, era posible invadir todas las conciencias, en forma más limpia, indolora, y hasta también placen-
tera mediante los llamados medios de comunicación de masas.
Esta es la razón, que concluido el juego de invasión entre Portugal y Angola, en este momento
previo al Mundial, donde los odios parecen más atenuados o por lo menos reprimidos, me encuentro
con el jugador portugués Ricardo y su colega de Angola, Marco.
Que lejos están de imaginarse que son los nuevos invasores, desde una pantalla de televisión, al
servicio del Gran Demonio.
De todos modos su cierto carisma los hace unos buenos muchachos al imaginario colectivo.

170
A Ricardo le doy cuerda como si fuera un juguete y terminada mi tarea comienza a actuar, no
siendo su función hablar sino jugar.
Sin embargo, mientras sigue jugando mantiene un diálogo mental conmigo, y me confiesa que
no es su afán jugar y que se encuentra jugando como producto de a necesidad, pero aquello que de
buena gana haría es abandonar el juego para trabajar sobre su realización.
“¿Cuál es la fantasía de tu realización?”, le pregunto.
“Tener una casa donde mi familia se sienta cómoda y tener muchas ovejas porque me gusta re-
colectar la lana”.
“Después de este Mundial podrás ver cumplido tu sueño, le digo, dándole una respuesta no solo
sensata sino también posible.
“Mi Señor –me habla Ricardo, dándome un trato realmente reverencial– mi responsabilidad es
jugar bien, y mientras juegue bien mi realización va a estar muy lejana”.
“No te preocupes, Ricardo, una vez que este evento termine, te prometo que en poco tiempo
habrás podido realizar tu sueño”.
Ricardo sigue jugando mientras funcione la cuerda, y puede jugar mucho tiempo porque la reac-
tivo cada vez que se está por acabar, y mientras Ricardo juega aparece el angoleño Marco.
Este muchacho tiene otro perfil, él quiere ganar y ser una estrella, por eso no me queda más re-
medio que bajarlo del caballo.
“Marco, baja tus pretensiones, aún no estás preparado para ser una estrella, pero si trabajas duro
en futuras vidas de jugador podrás lograrlo.
Pero Marco quiero decirte algo, estás diseñado para un sueño más elevado.
Aunque no puedas ahora entender lo que te estoy diciendo, pon todo ese esfuerzo en librarte del
personaje de jugador de fútbol exitoso, y verás así como lograrás ser una gran estrella en el firma-
mento del Padre”.
Marco sin entender nada se retira y a Ricardo se le termina la cuerda y queda inerte en un rincón
de la cancha de fútbol.
Ya pudieron comprobar queridos lectores quienes son los nuevos invasores.

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51

Asuri viene de lejanos universos, en el trayecto va cambiando de transporte según la sutileza


o densidad del plano que debe atravesar, hasta que finalmente, cuando el Aleph lo registra en la
Tierra, el Rishi está en el centro del campo de juego del estadio de Gelsenkirchen, montado en un
buey azul.
Siempre montado en ese buey, Asuri mira las tribunas vacías y sonríe satisfecho porque puede
aprovechar el silencio que lo rodea para hablarle a los lectores.
“Estoy en este escenario, un estadio donde va a tener lugar este Mundial 2006 porque considero
que es el símbolo de uno de los vínculos más perversos que unen a los hombres, y es el que se esta-
blece entre los deportistas y sus fanáticos.
Para comprender lo que les estoy diciendo es necesario que cambien la mirada acerca de la cons-
titución de los vínculos. En la creencia común quienes se vinculan son individualidades que se acer-
can o separan según afinidades o rechazos, pero siempre en menor o mayor medida, manteniendo la
autonomía de la conciencia, lo que significa la voluntaria decisión de aceptar o no el vínculo.
Por supuesto, esta mirada demasiado ingenua de cómo se constituyen los vínculos ha sido des-
moronada por la interpretación psicoanalítica, pero si bien es superadora de la visión común, está
lejos de comprender desde dónde y como se constituyen los lazos, o mejor, las cadenas vinculares.
En primer lugar es importante aclarar, aunque a muchos pueda parecerles obvio, que los víncu-
los son inconscientes y en consecuencia inmanejables desde el nivel consciente. Pero cabe preguntar-
se, ¿dónde está el inconsciente? La respuesta de la psicología acude a un modelo teórico y dada su
concepción que no puede escapar al paradigma científico de la modernidad, aunque lo critique en
varios puntos, no puede llegar al núcleo del problema
Como ya lo hemos expresado, los Rishis y los maestros del mandala estamos constituyendo un
nuevo paradigma para que desde nuevos conceptos les sea posible a los humanos tener una rampa de
lanzamiento hacia una experiencia interior. Y este nuevo paradigma en el orden de la conciencia se
instala en los chakras como centros de energía, y allí es donde se encuentra el tan famoso inconscien-
te, simplemente porque nadie es consciente de lo que está ocurriendo en ese lugar.
Hecha esta aclaración podemos decir que el vínculo entre las personas no está dado por decisio-
nes conscientes, sino por canales por donde se establecen la circulación de las energías, canales que
en la mayor parte de los casos provienen de lejanas vidas.

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Si queremos ejemplificar con una representación geométrica, imaginen canales que unen a los
individuos entre sí, al conectar los chakras mentales, emocionales y físicos de cada uno de los miem-
bros de la relación.
¿Queda claro? La unión no es de uno y otro sino de una tercera persona expresada por ese canal
común.
Sigamos con el tema, hablamos de energía y este concepto es lo suficientemente ambiguo, por
eso la necesidad de precisarlo.
En los relatos de la New Age, que sin duda muchos lectores conocerán, se habla de buena o mala
onda, energías positivas o negativas, y todo esto, más allá de ciertas sensaciones que se pueden regis-
trar a nivel psicológico no nos está hablando de nada.
Y en este tema hay una única forma de hablar de algo y decir que en el plano, y en otros planos
también, pero por ahora nos interesa lo que ocurre en la Tierra, hay solo dos energías. Estas son la
Energía del Padre y la del Gran Demonio, aunque esta última no es más que la del Padre pervertida,
por lo tanto hay una única Energía, pero a los efectos didácticos en un plano binario es necesario
hablar de esta Energía duplicada.
¿Cuál es la tarea de los Rishis en esta misión en la Tierra? Lograr que en el sistema de chakras
circule la Energía del Padre. Y si digo lograr es porque no está logrado, y como solo hay dos Energí-
as, si no circula la del Padre es porque está circulando la del Gran Demonio.
No se alarmen si tienen que aceptar que todos los vínculos humanos con algunas excepciones
como la de santos , maestros liberados y discípulos avanzados, tienen carácter demoníaco. Esto no es
excepcional sino lo normal, entendiendo por normal lo habitual.
Creo que esta introducción es suficiente para entender el vínculo que se constituye entre los de-
portistas y los fanáticos.
Voy a analizar cada uno de los términos de la relación y la relación misma.
¿Quién es un deportista famoso? Alguien que con un buen aval de pactos previos hechos en mu-
chas vidas y con una condición física adecuada hizo un megapacto.
¿Cuáles son los términos de la negociación? Los demonios lo proveen de la energía para que po-
tencie su habilidad en el juego pero fundamentalmente le otorgan la energía del carisma para atrapar
la masa de fanáticos que lo enaltecerán hasta la idolatrización. Y el deportista le paga a sus provee-
dores con la energía que captura de sus fanáticos.
¿Quién es un fanático? Alguien con el deseo del pacto de su ídolo, pero que todavía no tiene el
currículum pactual suficiente como para que los demonios lo tomen en cuenta. Entonces vive su vida

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a través de los éxitos del ídolo, entregándole la energía que este va a reintegrar a los demonios. Pero
paralelamente ejerce un vampirismo apropiándose aunque sea de algo de la energía de su ídolo.
A través del canal que se establece entre el deportista y cada uno de sus fanáticos, se procesa es-
te ir y venir de energías densas, que tienen por objetivo alimentar a los demonios en particular, y a la
red demoníaca en general, que son los consumidores finales.
Como hemos visto, este intercambio se lleva a cabo a nivel de los chakras que están comprome-
tidos con la experiencia.
Fácil es advertir en este Mundial 2006 que desde el Aleph virtual que maneja el Gran Demonio,
unos cientos de jugadores pueden establecer canales con una gran parte de la humanidad que se
conecta con ellos a través del televisor.
Esta es la más grande concentración de energía de la historia, y un enorme mercado de reactiva-
ción de pactos.
¿Es más entendible con esta aclaración cómo funciona la red demoníaca en la Tierra y porqué el
Gran Demonio eligió a Alemania durante la celebración del Mundial 2006 para formalizar la consti-
tución de su Imperio planetario?
También es fácil advertir que mi participación en este evento, junto con los otros Rishis es ir
desmontando estos vínculos demoníacos”.
Asuri, que durante su discurso siguió montado en el buey azul, saluda a los lectores, le da un
suave golpe en el lomo al animal para que camine, y así se retira del estadio vacío de Gelsenkirchen.

Mi nombre es Atreya, uno de los Rishis del Padre, y la tarea que tengo que llevar a cabo tiene
que ver con la civilización Occidental, hoy prácticamente globalizada, y su purificación.
Claro, esto no puede sorprender a los lectores ya que esta es misión de todos los Rishis. Es cier-
to, pero cada uno aborda una arista diferente y la mía es la de Occidente como construcción teórica.
¿Qué quiero significar con esto?
Respondo con una pregunta ¿Qué entendemos por Occidente? La respuesta será el capitalismo,
la tecnociencia, la sociedad de consumo, la idea de progreso material, la juridicidad, que conlleva la
idea de Estado, una visión de un hombre fáustico, discursos estéticos, literarios y seguramente algu-
nos más si seguimos hurgando como el de la moda, por ejemplo.
Indudablemente todas estas caracterizaciones son las que responden a la civilización actual. ¿Pe-
ro son otra cosa que teorías, y a este entrecruzamiento de teorías no es a lo que llamamos Occidente?
Purificar este mundo teórico, es decir, liberarlo de los demonios que van construyendo su diná-
mica, es la misión que El Padre me ha dado.

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Manti es una energía femenina que se va a ocupar de los recién nacidos. Es una especie de nur-
sery que se acerca a los bebés y les susurra al oído.
“¿Qué secretos les cuentas?”, le pregunta a Manti un humano.
“Solo les digo que todo va a estar bien”.
“¿Por qué les dices eso?”.
“Al escuchar esto se relajan y permiten que fluya mejor su energía emocional generando mejores
sentimientos.
La fe acerca a Dios, pero lo que mejor acerca son los bellos sentimientos.
En realidad no son palabras lo que les transmito sino un estado y los bebés comprenden cual es
el camino que deben seguir para que este sea su último nacimiento y en consecuencia su última
muerte, ya que después vendrá la liberación.

“Los Rishis no tenemos tareas sencillas y esto es lógico, si El Padre tuvo que organizar esta mo-
vilización cósmica es porque en la Tierra nada se salva de andar muy mal.
Y una de las cosas que peor andan, si es que puede decirse que alguna cosa es peor que otra, son
las relaciones de pareja.
Lo que según el Plan Original del Padre debió ser la unión de dos almas que comulguen juntas,
en el mejor de los casos se convirtió en una sociedad comercial, y en el peor..., bueno lo dejamos ahí.
Mi misión es limpiar los canales de esa relación. Soy el Rishi Vatsya.

“Mi colega Atreya muy claramente explicó el significado de Occidente como construcción teóri-
ca. Bien, este conjunto de teorías conllevan un modo de mirar y relacionarse con la Naturaleza.
En las visiones míticas religiosas la Naturaleza respondía al orden de la sagrado, por eso por más
sanguinarios que pudiesen ser los hombres de esas culturas, había algo que los limitaba en su vínculo
con la Naturaleza, ya que en su sistema de creencias era el lugar de los dioses, de los ángeles, una
creación divina.
Pero, hoy en día, ¿qué es para el hombre la Naturaleza?
Para este hombre de la tecnociencia el lugar de los recursos naturales que están a su disposición pa-
ra explotarlos porque se considera amo y señor de esa Naturaleza que perdió toda dimensión sagrada.
Recuperar en la conciencia este vínculo con lo sacro del mundo natural es mi misión.
Ah, no les dije mi nombre, soy el Rishi Kasorya Kapya.

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“Pervertir la música fue una de las tareas más bajas e insanas de todas las insanas y bajas tareas
que hicieron los demonios”, dice el Rishi Kumarahita.
“Recuperar la música en su origen divino, y convertirla en el instrumento que alguna vez fue y
que debe volver a ser, para llegar a la experiencia del sonido del Padre, en eso va a consistir mi mi-
sión.
No solo deberé purificar a los compositores, intérpretes, instrumentos y aparatos por donde la
música se transmite sino también los oídos del hombre para que puedan ser receptores de la vibra-
ción sonora que viene de los sutiles Universos Divinos”.

En la estrategia del plan del Gran Demonio para el dominio de la Tierra estuvo el control de to-
dos los chakras para impedir que a través de estos pudiera manifestarse la Energía del Padre.
Uno de los chakras clave es el del nacimiento, es obvio que si el alma ingresa al plano por los
canales oscuros está garantizada la posesión demoníaca durante el transcurso de su vida física.
El atrapamiento del alma por el sistema de pactos es el método que eficazmente han implantado
los demonios de la Tierra, y cuando un alma entra al plano ya viene programado su destino en la
Tierra, en algunos casos desde muchas vidas atrás.
Soy el Rishi Galava y mi tarea será desmontar ese programa demoníaco para reemplazarlo por
otro programa de luz que vaya llevando al alma a su camino de retorno al Padre.

“Mi compañero el Rishi Atreya informó que su tarea era la purificación de la globalizada civili-
zación Occidental, que no era otra cosa que un entrecruzamiento de teorías.
A partir del siglo XX, como consecuencia de lo que el Plan Demoníaco instaló en el planeta co-
mo sociedad de consumo, apareció una teoría complementaria y esta ingeniosa construcción teórica
es la publicidad.
Entonces Jaris me dijo:
“Vidarbha Kaundinya te doy un trabajo clave para el éxito del Plan del Padre, purificar ese alie-
nante instrumento del enemigo, en este momento el mayor poder de dominio de la conciencia huma-
na, que está por supuesto por encima de las ideologías y de lo que queda de las religiones, que es la
publicidad”
Y aquí estoy, estudiando todo este infernal aparato de agencias, modelos, medios de comunica-
ción, para presentarle a Jaris mi plan de acción.

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“¿Hay algo más inocentemente romántico que un ramo de flores?”, pregunta el Rishi Dadhya y a
coro los lectores responden que no.
“¿Y qué me responderían si les dijera que también las flores están tomadas por los demonios?”,
agrega Dadhya.
“¿Por qué niegan que en el planeta todo está poseso? Es de sentido común queridos lectores por-
que de no ser así, ¿qué estaríamos haciendo nosotros entre ustedes?”.
“Es así, lectores”, ahora el que habla es el Rishi Atharvana.
“¿Saben cuál es mi tarea? No se sorprendan , soy el encargado de la purificación de los juguetes.

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¿Qué otra cosa somos los demonios sino un mundo de recuerdos pegados a la conciencia de
los humanos?
¿Cómo ejercemos nuestro poder? Recordando, y al recordar logramos que los hombres recuer-
den y entonces viven la realidad como un giro interminable de recuerdos que se proyectan a lo que
alguna vez también serán otros recuerdos.
Ya lo ven, no les mentimos porque podemos engañarlos pero nunca mentirles.
Y si de recuerdos hablamos, qué más gratificante para nosotros que remontarnos a recordar vie-
jos tiempos gloriosos en aquella inolvidable Edad Media.
La dinastía Carolingia se había caído a pedazos y cuando el final era inminente le pusimos el ojo
a un muchacho que prometía, el duque de los francos Conrado, al que elegimos rey como Conrado I,
primer rey alemán. Ya habíamos dado el puntapié inicial y empezaba uno de nuestros grandes parti-
dos. Estábamos a principios del siglo X, y el Medioevo era definitivamente nuestro.
Ahora, fieles lectores, queremos mostrarles como se hace un pacto real y, como ya habrán adver-
tido, somos el mandala de los 12 demonios

En un campo congelado Conrado clava su espada en la tierra. El duque mira con los ojos afie-
brados la empuñadura sobre la que deposita su mano derecha.
El rito comienza cuando nos invoca.
Vamos llegando con una suavidad inquietante y en círculo lentamente lo rodeamos.
“Conrado, hasta ti llegamos porque tienes sangre de rey y nos necesitas para llegar a serlo.
Pero estás desolado, Conrado, el mundo se te presenta como una bruma sin sentido y tu corazón
está preso de la angustia.
Solo tienes que aceptarnos y desaparecerá tu angustia porque el sentido llegará como la gloria de
vida eterna en la memoria de tu pueblo”.
Mientras Conrado tiembla y duda, otro mandala de incalculables demonios servidores forma un
anillo exterior al nuestro y oscureciendo el cielo pronuncian un duro mensaje de amenaza.
“Nadie en la historia de la Tierra se ha atrevido a rechazar tal propuesta, ¿quién puede ser indife-
rente a la tentación de dominar el mundo?”.

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Conrado empieza a comprender qué está pasando porque cuando aparecimos nosotros creyó que
éramos ángeles del Padre, pero ahora siente que está cercado por los poderes de las tinieblas.
“No seas tú el primero en rechazarla”, lo acosa la voz de nuestros servidores.
La tentación es grande y el miedo a rechazarla también, la ecuación perfecta para un pacto, y en-
tonces Conrado, postrado ante la oscuridad, acepta.
En ese instante su cuerpo se transforma y algo se retira de su interior, y ese vacío es ocupado por
nosotros, los 12 demonios del mandala, y Conrado ya es un demonio más de nuestras poderosas legio-
nes.
La posesión es absoluta y no ha dejado resquicio para que respire el alma. El pacto está consumado.
Conrado pactó ser el artífice de ríos de sangre y sufrimiento.

¿Es demasiado poco 8 años? Tal vez lo sea para los humanos, para los demonios no es ni mucho ni
poco porque tenemos otra contabilidad del tiempo, pero eso es lo que le duró en la Tierra el pacto a
Conrado, y decimos en la Tierra porque por supuesto continúa en el infierno, esa es la letra chica del
contrato que nunca el pactante lee, y esta continuidad es en otros espacios, tiempos y condiciones.

Regresemos a la Tierra medieval, y como sabemos de la fugacidad del tiempo, con mucho tiem-
po anticipado estábamos preparando su sucesor. Lean atentamente el relato.

Tres niños eran posibles candidatos, y después de deliberar los demonios del mandala coincidi-
mos que había uno que tenía las mejores condiciones pero el obstáculo a vencer era que tenía una
gran pureza de alma.
Era alguien que podía haber sido un santo pero, ¿quién puede con nosotros?, y aún contra nues-
tras previsiones, todo fue demasiado fácil y no tenía más de 10 u 11 años cuando voluntariamente
nos entregó su alma.
Cuando Conrado abandona su cuerpo físico nosotros tomamos posesión del de su sucesor.
Los conocedores de la historia sabrán que estamos habando del duque de Sajonia, Enrique I,
llamado “el pajarero” por su afición a la caza de aves, y que durante 20 años nos prestó sus buenos
servicios.

Con el sucesor del Pajarero, su hijo Otón I, no hubo problemas porque ya había nacido demonio.
Nosotros habíamos inspirado a su padre para que regularizase la línea sucesoria, haciendo una buena
combinación entre su elección del sucesor concordada con los obispos y los llamados grandes nobles.

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El primogénito de Enrique I y de Matilde de Ringelheim, Otón, nacido en el 912, fue uno de
nuestros grandes logros ya que lograr que un demonio encarnado llegue a rey es un verdadero
hallazgo.
Lo llevamos sin dificultad a su coronación en Aquisgrán el 8 de agosto de 936, prolongando su
poder hasta el 973.
El mandala de los 12 demonios fue felicitado por el Gran Demonio, y tengamos en cuenta que el
Gran Demonio no es pródigo en las felicitaciones, cuando en Roma, el 2 de febrero de 962, el Papa
Juan XII lo corona emperador.
Quedaba instaurado el Sacro Imperio Romano Germánico de Occidente. ¡¿Qué nombrecito, no?!
Cuando nosotros ingresamos en Otón I este demonio llegó al éxtasis porque nunca imaginó lle-
gar a ser un demonio tan poderoso, y no hubo ninguna dificultad para que sellara el pacto de conti-
nuidad.
Por supuesto la historia que nosotros les dictamos a los hombres recuerda su anecdotario, pero
no lo más importante de su trayectoria imperial, ya que esto fue entregar a las próximas diez genera-
ciones, garantizando una orgía de locura y sangre.
Cuando lo abandonamos en su lecho de muerte, su demonio personal, que era su esencia ya que
por ser un demonio como nosotros no tenía alma, fue tan poderoso como para permanecer en el
plano con la posibilidad de elegir cualquier cuerpo para encarnar.

La dinastía de los Otones se continúa con su vástago Otón II, que nos sirvió durante 10 años.
Le mostramos su pacto.

Aparece vestido como un guerrero y con la espada en alto recita una oración demoníaca.
“Tú eres el dador de todo poder,
ante ti me inclino.
Ven a mí y hazme tu siervo”.
En ese momento llegamos nosotros y consumamos el pacto. Entonces lo proveemos de una gran
energía que lo lleva al éxtasis que le permite tener absoluta claridad sobre los pasos que debe seguir,
y a su vez perder toda sensibilidad humana.

Y así seguimos con el último Otón, Otón III, que tras la muerte de su padre en 983 inició su rei-
nado primero bajo la tutela de su madre Teófano, y al morir ésta en 991, el tutelaje lo continuó su
abuela Adelaida hasta 994.

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Los archivos históricos no dicen nada relevante sobre Otón III, solo que fue designado sucesor
por la Dieta de Verona y coronado en Aquisgrán en la Navidad de 983, de manos del arzobispo de
Ravena como legado pontificio.
Pero los archivos demoníacos nos agregan otra información, como que tenía muchas dudas y
cierta resistencia a la energía demoníaca, ya que poseía un principio de discernimiento pero no lo
suficiente como para resistir nuestra presión y evitar pactar.
De todos modos había en este muchacho un confuso pero molesto espíritu religioso que se mani-
festaba en la compulsión a peregrinar.
Entonces tratamos de llevar agua para nuestro molino, guiándolo al sepulcro de Carlomagno en
Aquisgrán al que mandó abrir para apoderarse de algunas insignias imperiales, pero luego se nos
escapó y peregrinó a Praga donde estaba sepultado su amigo el apóstol de los eslavos, Adalberto.
Esta y otras infidelidades nos llevaron a decidir sacarlo del medio, y a los 22 años, el 23 de enero
de 1002, pasó a mejor ¿o peor? mundo.
Este muchacho también nos había desobedecido cuando impuso a su primo Bruno de Carintia como
Papa, que se corona con el nombre de Gregorio V, convirtiéndose en el primer pontífice alemán.
El equilibrio demoníaco del mundo era alterado con esta designación, ya que los dos grandes
poderes de la época terminaron concentrados en Alemania.
La dinastía de los Otones, también conocida como de Sajonia, había perdido su energía por los
deslices de Otón III, truncándose nuestra fabulosa construcción imperial.
Teníamos que cerrar este ciclo, y como este rebelde muchacho no había dejado ni siquiera suce-
sor, recurrimos a su primo Enrique de Baviera, coronado por los grandes nobles alemanes como
Enrique II.
Los demonios somos muy precavidos como para que algo nos tome por sorpresa, y a Enrique lo
teníamos en el refrigerador por cualquier cosa.
Contábamos con el favor de su madre, una muy buena aliada, a quien le habíamos instalado la
obsesión de que su hijo debía ser el rey más poderoso de la Tierra.
Esta obsesión se la trasladó al niño, por lo que cuando tuvimos que recurrir a él nos recibió con
una enrome alegría.

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Les relatamos el encuentro.

“¿Sabías que veníamos?”, le preguntamos.


“Por supuesto, los estaba esperando”, nos responde orgulloso y satisfecho.
“¿Eres consciente de la responsabilidad que tendrás?”.
“Soy consciente de que debo ser fiel y decidido para llevar adelante esta empresa”.
“¿Estás dispuesto a asumir las consecuencias?”.
“El poder y la gloria están escritos en mi destino.
No hay lugar para la duda ni para la debilidad”
En ese instante entramos en su corazón y en su mente.

Enrique II cumplió con su promesa y fue un leal servidor hasta que en 1024 dejó este valle de
lágrimas para entrar al nuestro.

Ahora debíamos darle otra energía al proyecto, y así elevamos al poder a la casa de Franconia. Y
para eso elegimos a Conrado II, al que le dimos la fuerza para eliminar todos los impedimentos
sucesorios.
No fue fácil convencerlo porque era un hombre muy desconfiado, pero fue muy divertida, por lo
menos para nosotros, la charla que tuvimos.

Lo rodeamos a Conrado en semicírculo, no quisimos hacerlo en círculo para que, dadas sus ca-
racterísticas psicológicas, no se sintiese acosado.
Después de hacerle el ofrecimiento, Conrado se rasca la barbilla y dice.
“Es claro lo que me proponen, pero ¿cuál es mi beneficio?”.
“Cualquier deseo que nos pidas te será concedido”, respondimos sin hesitar.
“Qué oferta tan generosa –respondió con ironía y un brillo de desconfianza en sus ojos–, lo que
no sé es porqué me la hacen a mí”.
“Tienes las características necesarias para llevar adelante nuestro proyecto”.
“O sea que me necesitan...”, ataca haciéndose el interesante.
Esa actitud colmó nuestra paciencia.
“Conrado quiero que entiendas que este diálogo es una simple formalidad.
Aceptas o aceptas”.

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“Veo que no tiene sentido del humor. Claro que acepto.
¿Vamos a festejar, muchachos?”.

Con Conrado, como todo quedó claro desde el principio, no hubo problemas y siguiendo nues-
tros mandatos estabilizó las fronteras con Francia y Polonia, en Italia frenó las aspiraciones de Bi-
zancio habiendo sido coronado emperador por el Papa Juan XIX en 1027.
Hay algo que queremos poner en claro porque puede confundir a nuestros lectores. Como es fá-
cil apreciar a través del relato histórico, todo el juego es una permanente lucha por el poder y noso-
tros no tenemos favoritos, jugamos con todos, y los aconsejamos a cada uno..., según nuestros inter-
eses, por supuesto. Esto es, lo aconsejamos, en este caso a Conrado para que actuase de cierto modo,
pero paralelamente también lo hacemos con sus enemigos, que son enemigos de Conrado y no nues-
tros, ya que todos son nuestros pactantes, y según como se manifieste el juego tomamos la decisión
de quien va a ganar.
En este caso, como nos interesaba el sostenimiento del Imperio Alemán, le dimos la energía a
Conrado para que lograse el triunfo.
Por supuesto, no hay ningún hombre del poder que no crea que es nuestro favorito.
Somos las más promiscuas e infieles prostitutas, pero es así, esas son las reglas del mundo de-
moníaco al que tenemos el orgullo de pertenecer.

Sigamos adelante con Enrique III, que estuvo a nuestro servicio entre 1039 y 1056, hijo de Con-
rado, que lo había asociado al trono cuando aún reinaba, va siguiendo puntualmente nuestras instruc-
ciones. Ejerce una hábil política de control sobre la Iglesia, sujeta a los nobles, no hay que olvidarse
que la estructura feudal es muy fuerte, y tiene éxitos militares y diplomáticos en Polonia, Bohemia y
Hungría. Su poder y prestigio eran indiscutibles, por lo que, ya asentado en el trono, fue a Roma para
ser coronado emperador.
En este contexto nuestra estrategia era debilitar el Papado para lograr el predominio del Imperio,
por lo que generamos tal aquelarre que cuando Enrique llega a Italia hay tres pontífices que se dispu-
tan la legitimidad. Le dijimos entonces que armara un nuevo Sínodo, que designó como Papa a un
obispo de su séquito, que llega al Papado como Clemente II. El nuevo Papa lo corona emperador en
la Navidad de 1046.
De ahí en adelante se consolidó el poder del Imperio sobre el Papado, ya que es la facultad del
emperador designar a los pontífices.

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Pero como todo termina en esta vida, Enrique también en 1056 fue a parar con sus huesos al se-
pulcro y ahí empezaron nuestros problemas, ya que la Iglesia no pudo ser mantenida en caja como
era nuestro propósito.
¿En qué radicó la eficacia de Enrique III? En los 17 años que estuvo a nuestro servicio no fue
capaz de tomar la decisión más elemental, pues era un espíritu primitivo con un demonio personal
muy poco evolucionado.
No tenía dudas, ni cuestionamientos, ni conciencia del yo, por lo tanto en la práctica goberná-
bamos nosotros sin ninguna dificultad y trabajamos sin contradicciones.
El Imperio llegó a su esplendor, pero nada dura para siempre, y ese año 1056 significó un nuevo
quiebre en nuestro proyecto, pero no podemos culpar a nadie ya que después de muchas vacilaciones
elegimos a ese personaje al que visualizábamos como un burdo carnicero lleno de sangre y trozando
corderos.
¿Qué fue lo que motivó la decisión de elegir a Enrique IV, porque de él estamos hablando?
Cuando el mandala de demonios debe elegir gobernante entre los candidatos posibles, lo que
evalúa son las características del demonio personal de cada uno.
Y esta es la cuestión, la gran y espinosa cuestión porque en realidad el demonio personal es el que
debe gobernar bajo nuestra inspiración. Así está ordenado en el Plan Demoníaco, pero no se les escapa-
rá a los lectores que el mundo de los demonios es el del poder y cada uno quiere avanzar en el suyo.
¿Adónde apuntamos con esto? A la compleja decisión que tenemos que tomar porque si el de-
monio personal es muy fuerte va a tratar de elaborar su propia estrategia y se nos va de las manos, y
si es muy torpe ni siquiera va a entender de qué le estamos hablando.
Y el demonio personal de Enrique IV fue uno de los más torpes con que nos encontramos en
nuestra larga trayectoria lidiando con demonios de emperadores, dictadores contemporáneos, o go-
bernantes democráticos.
Entonces donde nos equivocamos, y nos equivocamos mal, en suponer que ese demonio era si-
milar al de su antecesor, un discapacitado que aceptaba todo.
Este también era un discapacitado, pero que no aceptaba nada, su tozudez era llamativa hasta pa-
ra nosotros.
Cuando le propusimos el poder aceptó sin chistar y mostró toda su brutalidad, y a pesar de nues-
tros esfuerzos pedagógicos, porque los demonios somos muy buenos pedagogos, nada pudimos hacer
para modelar, aunque fuese un poquito, esa conciencia tan primitiva que hubiese asombrado al hom-
bre de Neardenthal.

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Con la muerte de Enrique III y el ascenso de este idiota, el poder se nos fue esfumando de las
manos, y por más que tratábamos de contener a los demonios personales de los Papas, estos sin la
presión de los demonios personales de los emperadores, que en el caso de Enrique IV era nuestra
propia presión, se sintieron poderosos e incontrolables.
Nosotros inspiramos a todos y decidimos quien tiene que ganar y quien tiene que perder, pero
como les explicamos, y esta es la complejidad del mundo demoníaco a veces los demonios persona-
les tienen ambiciones desmedidas y se nos salen de cauce.
¿Y el Gran Demonio no reacciona ante estos súbditos díscolos? Lo que ocurre es que al Gran
Demonio no le importa porque sabe que por ley de binariedad del plano éste debe desarrollarse en el
conflicto pero no interviene en nuestros juegos de poder, si ganamos o perdemos será un problema
nuestro, a él le basta con que el conflicto se despliegue, independientemente de sus resultados, por-
que mientras haya conflicto él seguirá siendo el Gran Demonio.

Volvamos a nuestra historia. Los demonios que gobernaban la Iglesia se rebelaron y en el 1059
el Papa Nicolás II ordenó que la elección de los pontífices estuviese reservada a los cardenales,
quedando prohibida toda intervención laica, incluso la del emperador, que solo sería informado de la
elección sin poder cuestionarla.
Los demonios del mandala, viendo la imposibilidad que Enrique IV pudiese tomar ninguna deci-
sión inteligente en este espinoso asunto, no le dijimos nada, para que de este modo, preocupado por
las mujeres y los caballos, se quedase quieto.
La Iglesia, viendo el camino despejado, siguió avanzando, a través de los sucesores de Nicolás
II, Alejandro II y Gregorio VII.
Y el demonio personal de Gregorio VII era imparable, y los 12 demonios del mandala no po-
díamos hacer nada para detenerlo y sostuvo que la autoridad del Papa es absoluta sobre todos los
hijos de la Iglesia, porque proviene de una fuente espiritual, y a la que los poderes políticos tempora-
les debían acatar bajo pena de ser considerados ilegítimos. Esto conllevaba la excomunión y deposi-
ción, teniendo que ser sustituido por otro. Una de las causas de ilegitimidad del poder político era si
este pretendía designar cargos eclesiásticos.
En medio de este conflicto, y escapando a nuestra decisión, que por el momento lo mejor era no
hacer nada, nuestro amigo Enrique IV decide en la disputa entre dos candidatos por sede episcopal de
Milán.
Como era de esperar, Gregorio VII no reconoce al arzobispo designado por el emperador, enton-
ces éste convoca a un Sínodo de obispos alemanes en Worms, que insta a la abdicación del Papa.

185
La estupidez del demonio personal de Enrique había llegado al límite, eso creíamos nosotros,
porque un estúpido no tiene límites, y en 1076 el Papa hizo lo único que podía hacer, excomulgarlo y
destituirlo.
La sublevación de los descontentos en Alemania e Italia contra el emperador no se hizo esperar,
y como decíamos que la estupidez no tiene límites, Enrique, para salvarse se hizo el arrepentido, y
como penitente se presentó en Canosa, en el castillo de Toscana, y el triunfante demonio personal del
Papa lo perdonó en enero de 1077, levantando su excomunión y restituyéndolo en el poder.
Gracias a este imbécil el Imperio perdió su preeminencia sobre el Papado, alterando nuestro pro-
yecto medieval.
Pero el que nace imbécil será imbécil para siempre, y continuó hostigando al Papa que lo exco-
mulgó nuevamente, y entonces erige a Clemente III como antipapa, a quien instala en Roma en el
1084.
No se imaginan, fieles lectores, la pérdida de energía que significaron para nosotros los desagui-
sados de Enrique IV, pero dejemos aquí esta historia que ya nos está resultando molesta y vayamos a
Enrique V, con quien buscamos reorganizar el Imperio devastado por este idiota.
Con Enrique V elegimos una energía oscura y compacta, pero nos aseguramos, bloqueando su
autoconciencia, que el acatamiento al mandala fuese total.
Nuestras instrucciones fueron que renunciase a todo derecho de investidura si a su vez los ecle-
siásticos nombrados renunciaban a toda posición política y a los bienes temporales que la corona les
había otorgado por sus cargos.
Así lo hizo en el 1111, y el Papa Pascual II, con un demonio personal bastante ingenuo, aceptó la
propuesta y en ese año lo coronó emperador.
¿Cómo podrían los obispos sin un poder político operar en sus cargos? El demonio personal del
Papa Pascual II no contempló esta situación.
Nuestra estrategia era la necesidad que la Iglesia y el Imperio hiciesen las paces y estableciesen
una relación de poder equilibrada, porque esta era la base para que las Cruzadas, que ya habían em-
pezado, fuesen exitosas, por supuesto no para los cristianos sino para los demonios.
En 1122 Enrique V firmó en Worms un concordato donde la Iglesia veía reconocida su indepen-
dencia al establecer que el Papa nombraría los obispos aunque el emperador estaba autorizado a
concederle poderes terrenales.

Y así llegamos a Lotario III, quien entre 1125 y 1137 ocupó el trono, siendo el último emperador
de la casa de Franconia, porque necesitábamos renovarnos.

186
Elegimos un emperador mediocre y disciplinado, últimamente todo había sido demasiado agita-
do y como ahora habíamos tirado la tensión a Tierra Santa, aprovechábamos para concentrar energía
para la próxima dinastía de los Hohenstaufen.Y le pusimos el ojo a Conrado de Staufen que tuvo su
apoyo en el duque de Baviera, Enrique el Soberbio, y su enemigo en el duque de Suabia, Conrado de
Staufen, un convencido defensor del Imperio contra el poder papal.
El enfrentamiento se extendió por Alemania e Italia desde 1127 y los dejamos jugar durante 10
años, hasta la muerte de Lotario, para concentrar las energías de las que debería disponer la nueva
dinastía.
Cuando todo estuvo dispuesto, Conrado de Staufen, como Conrado II, inicia el poder de los
Hohenstaufen, encabezando la lucha política contra el Papado.
Pero como habíamos desplazado la guerra a Medio Oriente, aunque lo veían como enemigo, va-
rios Papas lo requirieron como defensor supremo del Cristianismo, tal como le correspondía como
emperador.
Participó en la Segunda Cruzada y después de su muerte en 1152, había asumido en 1138. Un
año después del fallecimiento de su antecesor, lo vemos en el astral, lamentándose:
“Me mintieron,
no me dijeron que terminaría así.
Son unos impostores”.
Y nosotros, los 12 demonios del mandala, festejamos. ¿Qué culpa tenemos si los humanos le
agregan a su conciencia primitiva una ambición desmesurada?

Tras la muerte de Conrado II llegó Federico I, conocido como Barbarroja, que consolidó el poder
del Imperio entre 1152 y 1190, y para hacerlo, al frente de un poderoso ejército destruyó Milán en 1162
y conquistó Roma en 1167, casi todas las ciudades italianas se le sometieron hasta que fue derrotado por
el Papa Alejandro III en Legnano, lo que lo obligó en 1183 a firmar la paz de Constanza.
A Federico lo contactamos de niño, jugando en una campiña, y con nuestra energía lo empuja-
mos a una cueva donde lo impulsamos al pacto.
Al salir de la cueva en el cuerpo del niño vivíamos nosotros, que pasamos inadvertidos hasta que
el día de su coronación en Aquisgrán, en 1152, le enseñamos que
“La voluntad de los hombres es débil, pocos son los que pueden dar órdenes y muchos los que
deben recibirlas.
Para dar órdenes es necesario tener un propósito firme y claro y no una idea vaga, porque solo
así es posible unir las voluntades en un solo sentido.

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Nosotros, Federico, te daremos la concentración para que visualices el propósito, la fuerza de
voluntad para que lo lleves adelante y el carisma para que los hombres te sigan”.
Federico no puede parar y se pone al frente de la tercera Cruzada, dejando el trono en manos de
su hijo Enrique VI.
Le dijimos que no fuera, porque todavía lo necesitábamos al frente del Imperio, pero su demonio
personal quería a través de la máscara de Federico, ser reconocido como el más grande emperador de
la Cristiandad.
No nos quedó más remedio, y no se imaginan como lo lamentamos, cuando lo tuvimos que aho-
gar mientras estaba vadeando el río Cydnos.

Durante 7 años, desde que su padre lo dejó en el trono en 1190, hasta 1197, Enrique VI se hizo
cargo del Imperio entre el poder cada vez más avasallante de los príncipes y los eclesiásticos.
A Enrique le dimos un poder relativo, solo para que le diese un ritmo no tan acelerado a la inmi-
nente desintegración del Imperio.

Cuando en 1212 llega al trono Federico II, que se mantiene dificultosamente hasta 1250, lo úni-
co que tenía que hacer era apagar la luz e irse, porque todo estaba terminado.
Estas fueron, entonces, nuestras palabras.
“Este proyecto ya está concluido, pero debemos salir de él en forma elegante, y a ti, Federico, te
encomendamos la discreción de un final casi desapercibido”.

Y así termina esta etapa de recuerdos, pero vendrán otros porque los recuerdos son infinitos, lo
importante, fieles lectores, es que nos conozcan mejor y se pregunten.
¿Por qué este mandala de demonios continúa tejiendo la red de la historia desde la horda primi-
tiva hasta el Mundial 2006?
¿Comprendieron que emperadores y Papas no fueron más que títeres del Plan Demoníaco?
Nos despedimos solicitándoles la colaboración en la continuidad de este Plan.
¿Alguien puede desconocer nuestro pedido?”.

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Atharvan Daiva espera que los 12 demonios del mandala se retiran del Aleph para entonces
aparecer, y lo hace de una forma muy original, saliendo de las páginas de un libro. Al hacerlo toda la
sabiduría impregna cada partícula del espacio.
El Rishi saluda a los lectores y les dice:
“Mis maestros me han enseñado que todo saber aprendido debe ser revelado.
Es por eso que El Padre me ha enviado a enseñarles todo aquello que los demonios han ocultado”.

Mrityu Pradhavansana navega en un pequeño bote en un mar que parece infinito. En el interior
del bote lleva una red de pescar de hilos dorados que al desenrollarla tiene las mismas infinitas di-
mensiones que el mar.
“He sido pescador y es esa experiencia de pescador que me trae aquí”, dice el Rishi mientras va
arrojando la red al mar.
“El Padre sabe porqué me envía, y yo solo atenderé su pedido”, dice mientras se va internando
en ese infinito mar.

“He venido hasta aquí por un infinito impulso”, confiesa el Risi Ekarshi.
“Yo soy una herramienta más de Padre –sigue diciendo– y me ha tocado como misión despertar
la intuición espiritual en cuantos humanos sea posible, porque este es un rescate universal”.

A medida que avanza Viprakriti va dejando huellas luminosas para que puedan ser vistas, porque
señalan el camino de retorno al Padre.
Todo aquel que las siga también se impregnará de esa luz y la irradiará para que sea seguida por
otros, y a estos los seguirán otros que serán seguidos por otros, hasta que llegue el día en que multi-
tudes de humanos abandonen los caminos demoníacos porque han encontrado el verdadero rumbo
que los lleva al Padre.

Vyasthi se esconde en la noche para habitar esa noche donde habitan los humanos.
Los ojos del Rishi escrutan las pesadillas que los atormentan, no las del sueño, sino aquellas que
disfrazadas con risas, sonidos y colores se materializan en los posesos que vagan en la noche.

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El Rishi recorre los subterráneos del infierno donde circulan los hombres y mujeres despojados
del alma.
“Llevar la Luz del Padre a los tormentos de la noche será mi misión”.

Sanadu lo acompaña a Vyasthi y también se instala en el centro del sufrimiento.


“Los hombres sufren por ignorancia, porque los demonios les hacen ver como real lo irreal, pero
para los Rishis ese mundo terrible y oscuro es solo una ilusión que hay que disolver”.

Sanaga, que sigue a sus compañeros, se mimetiza en ese sufrimiento y dice:


“Tendré que impregnarme de ese sufrimiento para entender su naturaleza, que es no es experi-
mentable en los mundos del Padre.
Así encontraré el modo de transformarlo en amor, que no es más que el sufrimiento convertido.

Parameshthin llega a la noche y hace un agujero en la oscuridad para que se pueda filtrar, aun-
que sea un hilo, de la Luz del Padre.

“No hay mayor engaño demoníaco que la falsa espiritualidad”, afirma Pautimashya.
“Templos, monasterios, ashrams, pagodas, oscurecidas de su luz primigenia por inciensos, ora-
ciones, mantras, ascetismos, disciplinas, máscaras de bondad.
¿Qué es todo esto? Nada más que un negocio para comprar a crédito el bienestar en la Tierra y la
salvación en el Cielo.
Les hablaré a esas almas engañadas para que puedan intuir la Verdad”, termina diciendo el
Rishi.

“Mi misión es muy específica –aclara el Rishi Gargya– y estar junto a los ancianos cuando de
sus mentes empieza a desprenderse toda la oscuridad que han acumulado en la vida y ya no pueden
reprimirla, ocultarla o disfrazarla.
En esa ancianidad que se amontona en los geriátricos, los demonios montados en la densidad,
que como un humo negro va saliendo por las fisuras de los chakras destruidos, van preparando el
camino del viaje al infierno.
Yo me encargaré de rescatarlos de esas fuerzas demoníacas y llevarlos al mar de la purificación
que hemos traído desde lejanas galaxias”.

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En Alemania, la ciudad de Kaiserslautern es invadida por una extraña corriente de energía


de una densidad desconocida a la densidad con la que conviven los alemanes, y los europeos en
general.
Como efecto de esta energía Kaiserslautern se va desmoronando y donde se encontraba la prolija
ciudad se yergue ahora una miserable favela que arde con ritmos enloquecidos que tienen su origen
en un conjuro que tuvo lugar en un útero negro realizado por demonios muy primitivos que oscilan
entre el rojo y el naranja.
Los jugadores de Brasil se van congregando en círculo en cuyo centro se encuentra Ronaldinho,
y la ceremonia comienza con un acompasado movimiento de cabeza hasta que van entrando en un
frenesí que recuerda los más arcaicos ritos africanos.
Ronaldinho con sus puños golpea las cabezas de sus compañeros, transformándolos en tambores
humanos.
Ante cada golpe nace un aullido de furia, dolor, éxtasis, y los aullidos convocan a un coro de án-
geles negros que posesan los pies de cada participante, y todos se ponen a danzar.
La danza es frenética, el polvo que se levanta tapa la luz y oscurece la mente, todo es un aquela-
rre de polvo y oscuridad.
De pronto una gran sombra se proyecta sobre esa oscuridad, pero la oscuridad es tan densa que
por contraste la sombra parece luminosa.
Y esta sombra luminosa no es otra que la del Cristo Redentor, que con los brazos abiertos procu-
ra transmitir algo de verdad a la sordidez de ese mundo.

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“¿Quién soy? Soy Saitava, ¿Y quién es Saitava? El espíritu de la concentración. ¿Qué es la


concentración? Una fuerza centrípeta por la cual lo disperso converge hacia un centro.
Si hablamos de fuerza centrípeta tenemos que mencionar su opuesta, la centrífuga. Estas son dos
fuerzas manifiestas en la mente.
La centrípeta recolecta los pensamientos y la centrífuga los dispersa. Por la primera la mente se
ordena y equilibra, mientras que la segunda los dispersa hasta convertirlos en caóticos.
A este orden y equilibrio lo llamamos concentración, y yo soy el espíritu que la rijo. El caos an-
gustiante e incontrolable está regido por el espíritu demoníaco”.

Parasayayana es el paladín de la virtud, señora a la cual protege, exalta y proclama.


El Rishi no es virtuoso sino es el que sirve a la virtud, y al servirla no puede ser lo que está sirviendo.
Parasayayana no ve con otros ojos que no sean los de la virtud y siente una gran honra por ser
servidor de tal señora.
La virtud no existe sin que haya alguien que la practique, y el practicante debe reconocer su
existencia y aceptar ser guiado por ella.
Es la virtud la fuente que inspira los actos correctos y purifica los más profundos deseos.
La virtud es la energía del resplandor que ilumina el camino del gran peregrino hacia el horizon-
te del Padre.
Parasayayana no puede ser virtuoso porque la virtud es humana, y el Rishi está más allá de lo
humano, por eso puede servirla.

Gargyayama es el espíritu de la noche.


Envuelto en una densa penumbra el Rishi se despereza y le dice a mandala de convocantes.
“Gracias por convocarme y darme el espacio para aclarar ciertas cosas. Lo que quiero decir es
que el espíritu de la noche está pervertido por los poetas y cegado por los demonios.
Mi espíritu invoca el silencio, el descanso y el cese de la imaginación, apagando las luces de la razón.
En mi espíritu la ambición no puede manifestarse, el descanso es rey absoluto, llevando paz al
alma y tranquilidad al cuerpo.

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Sin embargo, como todo en este plano es dual, las nefastas sombras de la noche también buscan
acosar al hombre.
¿Cuándo el hombre es acosado por estas tinieblas? Es acosado aquel que no habiendo resuelto sus
angustias las proyecta en la noche, y esta se las devuelve materializando los monstruos del miedo.
Demás está decir que éste es el estado común de la humanidad, pero no teman porque la misión
que me encomendó El Padre es velar su sueño y llevarlos al profundo descanso del silencio.

Uddalakayana es un príncipe que por su mérito ha acumulado una fastuosa fortuna.


Esta fortuna no se cuenta en monedas sino en una purísima energía que él va purificando perma-
nentemente con su sincera devoción al Padre.
El Rishi es depositario de esta energía, la cual utilizará en el momento en que El Padre se lo in-
dique.
Esta energía será de capital importancia para los Rishis, que como integrantes del ejército del
Padre necesitan de ella en su enfrentamiento con las huestes de las tinieblas.

Gabalayana se presenta en una nave en forma de burbuja transparente, e informa que es el co-
mandante de la misma.
Esta nave tiene la particularidad de que mediante un dispositivo inmediatamente se puede multi-
plicar en cuantas naves el Rishi considere necesarias porque tiene un mecanismo reproductor perfec-
to e ilimitado.
El objetivo de esta multiplicación es de orden estratégico en la guerra contra las fuerzas del Gran
Demonio.
La única vulnerabilidad de la nave es el tiempo, porque el tiempo carcome cualquier sistema, por
lo tanto El Rishi debe activar permanentemente los mecanismos de la nave porque de lo contrario
pueden llegar a disolverse.

Si hubiera un Sol que iluminara al Sol ese sería Madhyandinayana.


Y esto es así porque el Rishi es el astral del Sol.
Un integrante del mandala de convocantes quiere acercarse a Madhyandinayana pero no puede
hacerlo.
“No puedo acercarme, la temperatura es infernal”, le comenta a los otros integrantes del mandala.
El Rishi le responde:

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Tu astral se detiene por temor a desintegrarse, y este es un temor sabio porque de seguir adelante
nada quedaría de él.
No te preocupes, alguna vez te iré contando despaciosamente de qué se trata mi función.

Otro integrante del mandala de convocantes también quiere acercarse a Madhyandinayana, pero
es detenido por la vibración del calor.
“Valiente tu actitud, estás predestinado para algo muy profundo.
La naturaleza de tu astral es fundirse en el mío pero aún el tiempo no ha llegado.
Debes procesar aún en tu tiempo y recién luego de que cumplas tu misión podrás regresar aquí”.
Dichas estas palabras el Rishi se va apagando hasta desaparecer.

Saukarayana viene saltando en el agua y riéndose de su mojadura dice:


“Gran división entre lo airoso y lo acuoso.
Qué es esto sino participar de un par de mundos, solo un par de los otros que también existen,
pero estos son los que más me divierten.
Un mundo por arriba.
Un mundo por abajo.
Cada cual preservando su especie, aquellos que vuelan, aquellos que nadan.
Pero uno y el otro son espejos de sí mismos
El que vuela no puede nadar porque su destino es desplazarse en espacios ilimitados.
Y el que nada no puede volar porque su destino es desplazarse en los límites del agua.
Así se va constituyendo la armonía en el mundo del Padre”.
Y volviendo a reír el Rishi sigue saltando en el agua.

Kashayana le dice muy enojado al integrante del mandala de convocantes que lo convocó.
“No me convoques, estoy muy ocupado”.
El integrante del mandala muy suavemente trata de convencer al Rishi que acceda a la convoca-
toria.
“Debes hacerlo, todos los demás convocados muy gustosamente lo han hecho”.
El Rishi, irritado, responde:
“Te he dicho que estoy ocupado y no puedo interrumpir mi trabajo”.
Entonces permíteme que te ayude en tu trabajo, así lo terminarás más rápido y podrás presentar-
te”, insiste el convocante.

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El Rishi abandona por un instante su irritación para reírse de la ingenuidad del convocante.
“Apuesto a que no eres capaz de ayudarme en mi tarea”.
El convocante se acerca curioso hacia donde está el Rishi y allí comprende su increíble tarea,
imposible de llevar a cabo por un simple humano.
¿Qué vio el convocante?
En un gran tablero se van apareciendo en forma constante puntos negros. El trabajo del Rishi es
ir neutralizándolos para que no crezcan y terminen invadiendo ese tablero. Para llevarlo a cabo usa
un corrector astral que le permite con un simple toque hacer desaparecer el punto negro que toca.
El convocante, también muy suavemente, le pregunta cuando estos puntos negros dejarán de
aparecer.
“Nunca”, responde el Rishi, aumentando su enojo.
“¿Nunca?” atina a decir más suavemente que antes el convocante.
“Así es, nunca porque la mente del hombre está creando siempre estos malditos puntos negros.
Pretende detenerlos y verás que es imposible.
Por la Gracia que El Padre me ha dado, unida a una gran práctica, es que puedo mantener a raya
a estos puntos negros, pero solo el hombre, esto es cada hombre, puede lograr desterrarlos de su
mente cuando deje de crearlos y solazarse con ellos.
¿Me permites ahora regresar a mi trabajo?”.
El convocante comprendió que nunca más debía importunar a un Rishi cuando está trabajando.

El Rishi Sayakayana tuvo otra disposición cuando fue convocado y con mucha buena voluntad
trató de explicar no que hacía sino quién era.
“No voy ni vengo.
No hago, no tengo.
Soy la no manifestación y me llaman inercia.
Esto es muy serio y a pesar de la mala fama que me han hecho mi participación a veces es im-
portantísima.
Muchos proclaman vencer la inercia y yo les digo que no saben de qué están hablando, porque
una vez que la han vencido después se arrepienten de las catástrofes que la acción descontrolada
termina produciendo.
¿Comprenden por qué merezco que me tengan muy pero muy en cuenta?”.

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“Me llamo Kausikayani y quizás mi nombre no les diga nada, pero cada vez que se den cuenta
que se han dado cuenta, es porque en ese instante estoy presente.
¿Quién soy que con tanto enigma me presento? No hay ningún enigma porque simplemente soy
ese espacio de reflexión en el que se disipa la duda.
Soy esa luz que busca en las tinieblas de la incertidumbre o la confusión.
En ocasiones aparezco cuando no me esperan y en otras aunque me busquen me resisto a apare-
cer, pero no es por capricho que no lo hago cuando la tozudez de quien me busca solo lograría
hacerme perder el tiempo.
Hasta todo momento”.

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El maestro Yukteswar y el mandala de convocantes miran al Gran Demonio, que con sus
ojos enrojecidos y su vientre voluminoso parece más Gran Demonio que nunca. Y no es para menos,
faltan pocos días para que en Munich, en el Allianz Arena, paralela a la ceremonia inaugural y
previa al partido entre Alemania y Costa Rica, el Presidente de la FIFA Joseph Blatter celebre la
Misa de Coronación que lo consagrará Emperador del planeta Tierra.
La organización fue supervisada por el mismo Gran Demonio, quien para la fiesta de inaugura-
ción invitó a Claudia Schiffer y a Pelé para llevar el trofeo al centro del campo, como también a
Horst Köhler y a Franz Beckenbauer como figuras destacadas del evento.
La ceremonia religiosa la ha mantenido en el más riguroso secreto.
Pero todavía faltan unos días, ahora la mente del Gran Demonio está en otro lado, en ese incon-
mensurable tiempo del ostracismo en que tuvo que permanecer oculto para gobernar a los hombres, y
se dice a si mismo:
“No podía mostrarme, tenía que conformarme con dominarlos desde sus mentes, pero disfrazán-
dome con imágenes bellas y santas, moralistas y héroes debían ser la fachada a través de la cual
debía actuar.
Estos ridículos disfraces me humillaban con una humillación que ningún humano puede siquiera
imaginar.
¿Acaso no me había convertido en el Gran Demonio renunciando al Padre para ser reverenciado
como Gran Demonio?
Mi tragedia era cubrirme de hipocresías. ¿Qué necesidad tenía de usar máscaras de verdad,
amor, bondad, belleza y justicia, para que los hombres me acepten?
Sin embargo esa necesidad existía, por eso tuve que adaptarme a las máscaras, porque los hom-
bres tan obscenos y monstruosos como lo soy yo, no hubiesen podido soportar ese espejo de sí mis-
mos, el Gran Demonio.
¿Qué hombre no quiere ser el Gran Demonio?
¿Quién no juzga y destruye?
¿No desean los humanos ser dueños de la vida y de la muerte de los otros?

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Todos ansían el poder absoluto, pero no soportarían verse, porque en el Gran Demonio tendrían
la imagen de sus propios rostros, por eso prefieren las máscaras de santidad, amor, moralidad, bon-
dad, justicia, para así reverenciarlas y reverenciarse.
Pero ya advienen nuevos tiempos, el peligro ha pasado, ya no hay necesidad de ocultarse, los
voceros del Padre han sido derrotados. Eran esos voceros que querían convencer a los hombres de
quitarse las máscaras para ver los monstruos que anidaban en ellos, pero que más allá de los mons-
truos vivía un alma que aunque posesa, ciega y dormida, era su verdadera esencia.
Y tuve que escuchar por milenios y hasta el hartazgo esas verdades hasta que se terminaron si-
lenciando, como sus mismos profetas
¡Qué insensatez!
Le hablaban a los hombres de su ambición monstruosa y los hombres querían escucharme a mí,
que les hablaba a través de mis máscaras de todo aquello que los ensalzaba y los enorgullecía de su
condición virtuosa.
Recorrí una y otra vez el planeta, y comprobé que de esas voces que hablaban que la Verdad era
El Padre y el alma liberada, solo iban quedando ecos muchas veces inaudibles, y que ya nadie escu-
chaba ni siquiera a esos ecos.
Llegó el momento de decirles a los hombres que he triunfado, y que acepten ese triunfo con su
mente, su corazón, su cuerpo, con todo su ser.
Y yo, el Gran Demonio, arrojo mis máscaras y me siento en el trono del mundo con toda mi
monstruosidad, que es la misma que la de los humanos.
Y les digo a los humanos, aceptémonos mutuamente, porque ya no tenemos ni uno ni otro nada
que ocultar, yo como amo y ustedes como servidores”.

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El cansancio se hace sentir, y a Michael Essien se le cierran los ojos, oscureciéndose las letras de
ese diario, no sabía que diario era, tal vez uno de los Estados Unidos, o de Inglaterra, porque estaba escri-
to en inglés y en esos países hablaban inglés igual que en su Ghana natal, de la que estaba cada vez más
lejos, porque ese avión que volaba a Alemania iba muy rápido, y esa palabra, rápido, empezó a jugar en
su mente dando saltos, dándose vuelta hasta quedar tapada, y luego la veía caer hasta quedar al revés y
después ya no estaba en ese pacífico vuelo sino en un barco esclavista, y él temblaba de miedo ante la
mirada de ese capitán inglés que observaba su cuerpo, evaluaba su fortaleza para calcular el precio que
podía pedir. El capitán inglés mostró sus dientes rotos, lo que mostraba era algo así como una infame
sonrisa de satisfacción, el Michael valía muchas botellas del mejor whisky.
Sobresaltado se despierta y a su lado un hombre extraño, podía ser un inglés de origen hindú, le
sonríe con una sonrisa cálida y le extiende la mano, presentándose.
“Uddalakayana, mucho gusto señor Essien”.
“No entiendo señor..., bueno..., no importa... hace unos minutos, antes que me durmiera este
asiento estaba vacío, estoy seguro que usted no estaba entre el pasaje, no entiendo nada”.
“No se preocupe señor Essien, son muchas cosas las que usted no entiende”.
“¿Qué es lo que quiere señor Udda...?”.
“Me permite que le haga una pregunta, usted está sorprendido por como llegué yo hasta acá, pe-
ro, ¿ sabe como llegó usted?”.
“La verdad señor que usted no deja de sorprenderme, primero con su presencia, ahora con esta
pregunta.
Pero sí, me está haciendo reflexionar, no sé cómo llegué acá, aunque siento que le hice trampa a
mi destino, pero no sé como llegué hasta acá”.
“¿Quiere saberlo, señor Essien?”.
“Si no lo sé yo, ¿cómo puede saberlo usted?”.
“Yo sé muchas cosas que usted ignora, y esta respuesta que le doy es la tercera sorpresa de este
viaje”.
“Adelante, lo escucho”.
“Usted, señor Essien, no es más que una pieza dentro de una gran máquina, por lo tanto no pue-
de ver el sentido de esa pieza porque no entiende el sentido de la máquina.

199
Esta gran máquina es el Mundial donde usted va a participar, y lejos de méritos personales, todas
las piezas han sido elegidas para su propósito específico en el momento preciso”.
“¿Cómo sabe usted todo eso?”.
“¿Acaso le interesa saber quien soy?”.
“Por supuesto que me interesa”.
“Soy un enviado que viene a cumplir un propósito, igual que usted, solo que a mi no me es ve-
dado el sentido de mi participación, y lo que marca la diferencia es a quien estamos sirviendo.
Mire por la ventanilla señor Essien, ya pueden verse las luces de la ciudad que nos está esperan-
do, pero antes de separarnos, usted para cumplir su trabajo y yo el mío, quiero decirle algo”.
“¿Qué es lo que quiere decirme?”.
“Recuerde y concéntrese en el barco que traficaba esclavos y en el que usted estaba viajando
hace unos minutos, ahí está el secreto de porque está usted aquí”.

200
58

“¿En qué piensas?”, lo interrogó un integrante del mandala de convocantes a un humano que
se paseaba por el Aleph con actitud de estar pensando.
El humano contesta.
“En los infinitos rostros del Gran Demonio, veo que cada vez son más, se van multiplicando
porque se ocultan menos.
Los puedo contemplar en las telenovelas, en los noticieros televisivos, en los discursos de los polí-
ticos, en los gestos cotidianos, tal vez algo menos en las cárceles y en los manicomios, pero donde
todavía está enmascarado, y ahí está la confusión, es en las palabras de bondad de los hombres buenos”.
“¿Tienes presente su discurso?”.
“Sí, por supuesto”, le contestó el humano al integrante del mandala de convocantes.
“No te preocupes, ya lo escuchaste y está dispuesto a sacarse esa última máscara”.

201
59

Otro grupo de Rishis se presenta en el Aleph y anuncian que cada uno va a informar a los
humanos acerca de la primera misión que tienen en la Tierra.
Abhuti Tvasthra dice:
“Soy quien posee la mirada objetiva sobre todas las cosas. Mi misión es deshacer el engaño y
abrir en los hombres la cruda visión del plano que habitan”.

La misión que tendrá Dadhyak Atharvana es convertir al silencio el lugar de la purificación.

Limpiar de las mentes el miedo profundo que paraliza, es la tarea de Atharvan Daiva.

Cuenta Mrityu Pradhvansana.


“Mi misión va a ser mostrar la falsa conciencia del yo”.

Pautimashiputra tendrá que establecer un canal permanente por donde fluya la energía divina.

La tarea de Katyayaniputra será quebrar toda lógica demoníaca para evidenciar lo absurdo en to-
dos los pactos.

Por su parte Gotamiputra tendrá que cargar de significado divino a los lugares donde se celebran
cultos religiosos.

“Mi misión va a consistir en recolectar toda la basura energética que el proceso va a ir generan-
do”, explica Bharadvagiputra.

Que los hombres empiecen a despertar, tal es la misión de Parasariputra.

El trabajo de Aupasvatiputra es muy particular. Lo vemos al Rishi llevando una enorme cantidad
de celdas de luz.

202
Un integrante del mandala de convocantes lo mira con ojos de interrogación, entonces el Rishi
explica
“El objetivo de estas celdas de luz es mantener atrapadas a las energías que se opongan al avance
de este proyecto”.

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“Es impresionante, Vincent, la velocidad con que pintas”, le dice sorprendido la estrella del fút-
bol holandés Ruud van Nistelrooy a Vicent van Gogh cuando lo está pintando, porque la tarea que tiene el
artista es llevar a la tela a todas las figuras del equipo de Holanda que lucirán en este Mundial 2006.
Mientras su pincel se va moviendo con una inquietud casi vertiginosa, Van Gogh le contesta:
“Estar pintando en el Aleph acrecienta la velocidad de la tarea, y esto es así porque en este cam-
po vibratorio es posible regular la energía al ritmo temporal que se desee”.
“Es notable, Vincent, el efecto de tus colores, ese naranja de la camiseta cayendo sobre el verde
césped es impresionante”, comenta Edwin Van der Sar, mientras espera su turno para quedar proyec-
tado a la inmortalidad por el ilustre pintor.
“Muchachos, recuerden esto, no es por la genialidad del artista que lo pinta que un hombre gana
su inmortalidad, en todo caso la ganará el artista, sino que por su propia genialidad es que debe ser
inmortalizarlo en el cuadro”.
En ese instante un hombre de mirada dulce y con una actitud que parecía estar pretendiendo
vencer una rebelde timidez, se presenta preguntando.
“Perdón, ¿ustedes son los integrantes del equipo holandés?”.
Kew Jaliens asiente con una sonrisa para darle aliento a ese visitante tan particular.
“Mucho gusto, en donde habito me enteré que se iba a jugar este Mundial y como yo también
soy holandés, judío holandés, no quise perder la oportunidad de venir a saludarlos”.
“¿Cómo te llamas?”, le pregunta Joris Mathijsen .
“Spinoza, Baruch Spinoza y soy el filósofo judío más conocido, conocido digo no famoso, como
ustedes, por eso creo que mi conocimiento no ha llegado al mundo del deporte”.
“Este es un hombre genial –interviene Van Gogh– una de las luminarias del siglo XVII”.
“Ah, siglo XVII, por eso esas ropas tan raras”, dice Dirk Kuijt, que desde que el filósofo llegó a
la reunión no dejaba de mirar su extraña vestimenta.
“Dime Baruch –el que habla ahora es Henk Timmer–, qué es lo que escribiste que te hizo tan
conocido, porque nosotros somos famosos ahora, pero dentro de tres siglos no quedará ni el polvo de
nuestras tumbas, pero tú, tres siglos después sigues siendo conocido, por lo menos para algunos”.
“Te contesto por el final, no se imaginan la dicha que les va a significar después de su muerte
que nadie los recuerde, no quedarán atrapados en la mente de los hombres.

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¿Qué escribí que me hizo tan conocido?
Bueno, hablé de Dios, de la mente, de las pasiones y también de otras cosas, pero mi vida no fue
un lecho de rosas”.
“Cuéntanos, Baruch”, le pide con mucha amabilidad Arjen Robben.
“Me remonto a 1640, en la sinagoga de Ámsterdam, y yo tenía 8 años cuando Uriel da Costa fue
sometido a 39 azotes aceptando ser humillado por los rabinos y la comunidad para después de un
tiempo de luchar con su desesperación, terminar suicidándose.
Pasaron 16 años, tenía 23 y a mi me tocó el turno de enfrentarme a los rabinos que terminaron
excomulgándome. Muchas interpretaciones se han hecho de esta excomunión, es más, por entonces
yo todavía no había escrito nada que pudiese afectar a la comunidad judía en Holanda, pero ninguna
de estas interpretaciones tiene que ver con la verdad.
A Uriel lo obligaron a sacrificarse por el pacto demoníaco, él debía ser humillado y después mo-
rir como entrega al Gran Demonio para que los judíos, que tenían problemas en los países de Europa,
fuesen aceptados en Holanda.
El Gran Demonio siempre pide a los mejores de la comunidad, y después de Uriel me pidió a mí,
y los rabinos tenían que entregarme..., pero no pudieron, me resistí y me maldijeron como saben
maldecir los demonios: “maldito sea de día y maldito sea de noche, maldito al acostarse y maldito al
levantarse...”.
Pero yo sabía que la única libertad es vivir en la Naturaleza de Dios, y acepté mi destino sin rebelarme.
Esto me impidió hundirme en el infierno al que querían arrastrarme los rabinos, pero todavía no
me he liberado, hay en mí oscuridades, cierta soberbia intelectual, pero los Rishis me prometieron
ayudarme para alcanzar la liberación definitiva.
Les he contado mi historia para que vean y no se sorprendan, un reflejo de la de ustedes.
En su caso también están atrapados por el pacto, las pasiones los hacen esclavos del Gran De-
monio, lo pasional es la servidumbre humana a la oscuridad, solo el discernimiento los hará salir de
este terrible pacto en que se encuentran.
Posiblemente no puedan entender lo que les estoy hablando, pero estoy seguro que algo de mis
palabras quedará sembrado en sus almas”.
Todos se sintieron tocados, y Van Gogh más que ninguno, por eso a las palabras de Spinoza solo
siguió el silencio.
La figura del filósofo se fue esfumando cuando llegó el técnico Van Basten.

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El ritmo del salón de pactos es frenético. Los teléfonos suenan sin parar y demonias de ros-
tro horrible pero de voz encantadora atienden las llamadas.
Escuchemos un diálogo.
La demonia atiende.
“Habla Axael, de Recursos Humanos, ¿en qué puedo servirle?”.
“Mucho gusto señorita demonia, llamo de España para pactar por el equipo de mi país”, se escu-
cha del otro lado de la línea.
“Su nombre señor, y el número de pactante por favor”.
“José Ramírez Villagrán, número 3.383.284.000/B Cód. Europa, masculino”.
Aclaración: el número de pactante se otorga con el primer llanto en la Tierra y se lo retira con el úl-
timo suspiro. En cada vida se le da un número nuevo, cargando en la base de datos todas las deudas que
el pactante tiene desde su presencia en el planeta.
“Un segundo que voy a corroborar sus datos en la computadora”.
La demonia mira en la pantalla los datos que le dio el pactante.
“Están correctos, ¿a qué posición va a apostar?”.
“A las semifinales”.
Otra aclaración: el pactante apuesta a la posición base, en este caso lo mínimo que puede obtener el
equipo español para que él gane es clasificarse para las semifinales.
“¿Qué entrega hará señor Ramírez Villagrán?”.
“Mi nieto recién nacido y mi bisnieto que algún día nacerá”.
“Lo siento señor pero la computadora me informa que usted ya entregó sus próximas cinco genera-
ciones”.
Con voz avergonzada José Ramírez Villagrán confiesa.
“Usted comprenda señorita Axael, es muy dura la sobrevivencia en España; yo tengo un negocito...”.
Y ahora con más esperanza pregunta.
“¿Pero no se puede hacer nada?”.
“Señor Ramírez Villagrán qué duda le cabe que nosotros siempre podemos hacer algo, pero
cambian los términos del pacto”.

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“¿Qué debo entregar?”.
“No le pedimos demasiado, solamente un pedacito del alma que todavía le queda”.
“¿Y qué posibilidades hay de que España se clasifique para las semifinales?”.
“La clasificación depende de la suma entre la energía que tan generosamente nos entregan los
connacionales más la que tiene el equipo por sus pactos previos.
Le pongo un ejemplo, señor Ramírez Villagrán. Alemania tiene un capital propio de diez, que es
la máxima calificación del sistema y para ganar el Mundial se necesitan veinte, por lo tanto los otros
diez lo tienen que entregar los alemanes pactantes. Si hay empate entre los finalistas se abre el siste-
ma para nuevos pactos hasta lograr desnivelar.
En otro caso que puedo ejemplificar, Trinidad y Tobago no tiene capital propio porque carece de
pactos futbolísticos importantes, por lo tanto, aunque todos sus habitantes pacten fuerte y lleguen a
diez la suma no le da para llegar más allá de los octavos de final”.
“¿Y España, qué capital tiene?”, pregunta ansioso Ramírez Villagrán.
“A ver, un segundito, veremos lo que me dice la pantalla..., aquí está, tiene un capital de siete, si
los españoles pactan como esperamos, no tendrá dificultades de clasificar para las semifinales”.
“Una pregunta más, señorita Axael, no quiero distraerla mucho tiempo de su trabajo, sé que hay
muchos pactantes en línea de espera, pero como comprenderá cuando uno pacta siempre espera un
beneficio”.
“Señor Ramírez Villagrán, estoy a su disposición todo el tiempo que considere necesario”.
“Gracias, muchas gracias, como es lógico cuando uno pacta siempre espera algo”, reitera el pac-
tante.
“Por supuesto, esas son las reglas y nosotros siempre las respetamos. Pero este es un pacto muy
especial, una nueva y muy interesante modalidad del sistema, si su equipo llega a las semifinales
usted tendrá la posibilidad de cancelar inmediatamente la deuda del pacto que elija”.
“¿Y si apuesto por llegar a la final?”.
“Si España sale en el segundo lugar podrá borrar tres deudas previas, y en caso de salir campeón,
en su caso podrá borrar la deuda de las cinco generaciones entregadas.
Pero quiero aclararle algo, entre todos los pactantes se hará un sorteo, habrá cuatro premios para
los que clasificaron en la semifinal, dos para los que llegaron al segundo puesto y un único ganador
final.
“¿Y los no favorecidos pero que acertaron?”.
“Bueno, ni incrementan las deudas ni las borran”.

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“¿Y los perdedores?”.
“Señor Ramírez Villagrán, usted sabe como son las reglas”.
“Señorita Axael, voy a cambiar la apuesta, juego a España campeón, total, qué importa si entre-
go un poquito más de mi alma”.
“Lo felicito señor Ramírez Villagrán, usted es de los humanos que justifican nuestro trabajo en
esta ajetreadísima Dirección de Recursos Humanos”.
“Una última curiosidad señorita demonia.
Si alguien apuesta a los octavos, o cuartos de final y gana, ¿qué premio tiene?”.
“El sorteo en el caso de los octavos dará dieciséis favorecidos, y en los cuartos ocho, pero con
un premio mayor que el anterior”.
“¿Y en qué consisten esos premios?”.
“¡Qué curioso Señor Ramírez Villagrán! Estos premios son una sorpresa que le entregaremos
con el primer pacto que hagan”.
“Que tenga muy buenas noches, señorita Axael”.
“Que tenga muy buenas noches, señor Ramírez Vilagrán”.
Y la demonia, después de cortar el teléfono piensa.
“Qué idiota este pactante, nos dio el alma por nada, ni siquiera sabe sumar, porque en el mejor
de los casos, con 17 puntos España nunca puede salir campeón”.

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El Aleph muestra una esfera que destella latidos luminosos, somos los integrantes del man-
dala de convocantes y el maestro Yukteswar nos dice:
“Así se está manifestando el Rishi Katyayamiputra, y quiere enseñarles algo, el sentido profundo
de la observación.
Hay una relación entre el observador y lo observado, ya que la observación es el vehículo por el
cual su objeto va determinando la ampliación o enajenación de la conciencia observante.
Observar las cosas y acontecimientos que se producen en el mundo lleva a la pérdida de la con-
ciencia como percepción intuitiva, quedando reducida a una facultad mecánica.
Observen atentamente la manifestación del Rishi como un modo de lo divino en el mundo, y si
lo hacen con la suficiente atención, en cada pulsación de esa luz experimentarán el acrecentamiento
de la conciencia.
Cuando la observación se transforma en atención permanente, y ésta en concentración conscien-
te, entonces empieza la más excepcional experiencia que puede tener un hombre, estoy hablando de
la experiencia del despertar”.

El Rishi Kausikiputra dice:


“Si todo está bien, ¿dónde reside el mal?
Y si todo está mal, ¿en qué se manifiesta el bien?
Bien y mal son dos conceptos antagónicos establecidos por proyección mental porque en reali-
dad no existen.
El hombre, desde los albores de su aparición en la Tierra experimentó la necesidad de elegir y en
esa duda densa que es la elección se acentuó el concepto de bien y mal, y de ahí en más todo acto a
realizar se vio resumido al horizonte de lo bueno y lo malo.
A través de la reiterada experiencia estos conceptos se fueron arraigando en el inconsciente, y en
esta división se canceló la posibilidad de registros de estados de conciencia que se encuentran más
allá de esta dualidad, que no es más que producto de la mente en su proyección valorativa.
El valor, bueno o malo, no está en la cosa o acontecimiento, sino en el hombre que valora, por
eso lo bueno para uno es lo malo para el otro, e incluso lo que para alguien es bueno en un momento
lo considera malo en otro.

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El problema de la valoración es que al valorar sustancializo al mundo, lo veo como real y sigo
atrapado en un juego de ilusión.
Lo bueno y lo malo son dos conceptos límites, que al proyectarme permanentemente al futuro,
para lograr lo bueno e impedir lo malo, me impiden el acceso a lo Real, que es lo único Bueno.
Con esto quiero decir que bueno y malo, tal como lo entiende el hombre, es un juego de equiva-
lencias al que podemos unificar con el concepto de mal porque son una barrera mental que impide el
acceso al Bien, que es una experiencia de conciencia de un orden trascendente a lo conceptual”.

Alambiputra camina pensativo alrededor de una esfera, una esfera que por momentos representa
a la Tierra, en otros a un compuesto sideral, de pronto surge como la síntesis del universo.
El Rishi, mientras realiza un viaje alrededor de la esfera dice:
“No es justo, esto no es justo.
Es necesario ajustar su procedencia y llevarla al punto en que la procedencia sea original, quiero
decir original por su naturaleza y no por este juego de apariencias que parecen sin ser, y confunden
permanentemente”.
Aparece el maestro Yukteswar y se dirige al Rishi.
“Tu preocupación es virtuosa pero irrealizable.
Debes buscar de que otro modo puedes hacer comprensible la visión, lo cual no es fácil dado que
la naturaleza es una y la visión de la misma múltiple”.
El Rishi contesta.
“Pero esto no es justo y de algún modo debo encontrar el punto en que esto se ajuste”.
“Seguirás luchando en vano –insiste Yukteswar–, porque es inevitable que en el mundo de los
hombres una naturaleza única tenga una visión múltiple.
Permite que el hombre tenga la posibilidad de elegir la ilusoria arista que crea real, y tu trabajo
será guiarlo desde esa ilusión a la realidad, no hay otro camino”.
El Rishi se queda pensativo.

Dice Vaiyaghra Pariputra.


“Hagamos un pacto”, y después de observar la cara de azoramiento de los integrantes del man-
dala de convocantes se sonríe maliciosamente.
“Imagino lo que están pensando, ¡otro pacto demoníaco enmascarado por un Rishi!
No señores, se están engañando, este es el pacto de ver la otra forma del pacto.

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Piensen profundamente en los deseos no satisfechos y al registrarlos evidencien su naturaleza.
¿Cuánto de realidad y cuánto de ficción hallan en ellos?
Pero tengan cuidado y sean sinceros en esta observación.
¿Y qué es la sinceridad?
El poder despojarse de todo atributo y encarar lo analizado desde la imparcialidad.
¿Qué es la imparcialidad?
Despojarse del juzgamiento.
En menuda problemática los he metido, pero si hacen el esfuerzo de pulir cada etapa podrán lle-
gar sin dificultad a concretar la experiencia.
No hagan trampas porque en eso radica la otra cara del pacto.

Kariputra hace una reverencia a modo de saludo y dice:


“Siendo las doce el tiempo se desliza hacia atrás en pasado y hacia adelante en futuro.
El pasado es la sombra que proyecta el futuro, por eso es importante tener en cuenta que la som-
bra es la que orienta el futuro, lo marca, lo dimensiona, lo programa y lo concreta.
Esto es fundamental, tener en cuenta que la sombra adquiere la forma del cuerpo que lo proyec-
ta, o más interesante aún, el cuerpo es el resultante de la sombra proyectada”.

Atreyiputra extrae con la mano derecha su corazón en una imagen como la de Cristo.
El Rishi le dice al corazón:
“Golpea fuerte irradiando tu energía para que esta se proyecte y se conecte con otros corazones,
llevando así el mensaje que El Padre me ha encomendado.
Golpea fuerte corazón mío, porque los otros de tu especie están muy cerrados y dormidos, y de-
ben despertar antes que sea tarde”.

Una estrella desciende del cielo, y en ella viaja Gautamiputra. El Rishi con su estela va barrien-
do la oscuridad del mundo, y como el mundo es la mente, su tarea es ir iluminando los laberintos de
la oscuridad.
Soy un humano tocado por la Gracia del Rishi.
¡Qué gran sensación!

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Es que estoy sintiendo esta iluminación manifestarse y despertar de tanta adormidera., tomando
conciencia en cada recodo de ese laberinto de lastres de densidad que nunca antes había registrado.
Núcleos pesados de contenidos profundamente oscuros que jamás imaginé que anidasen en mi mente.
Ahora comprendo los orígenes angustiantes de mi vida.
Gracias a este Rishi que con su estrella luminosa llega a mi mente y transmuta esos monstruos
que la habitaban desde tiempos incognoscibles.

Un barco navega en el espacio, y este barco tiene infinitas velas, tan infinitas que son imposibles
de contar.
Cada vela despliega un mensaje mientras transita el espacio, y estos mensajes se distribuyen
hacia destinos infinitos.
¿Y cuál es el destino del barco? Navegando en el espacio pareciera no tener destino pero su des-
tino es ese transitar y enviar mensajes con el despliegue de sus velas.
Bharadvaputra es el único tripulante, es quien guía esta nave que no tiene depósitos, ni bodegas,
ni alimentos, ni agua.
Su único transporte es el mensaje y su destino el horizonte infinito.

Soy un integrante del mandala de convocantes y lo veo al Rishi Parasariputra extender su mano
y decirme.
“¿Tienes un centavo?”.
Busco en mis bolsillos, lo encuentro y se lo entrego.
“Muy bien, has pagado el precio para hacer la experiencia.
Ven conmigo”.
Escucho las palabras del Rishi y mientras me acerco a él siento que me alejo de mi mismo, y cu-
rioso le pregunto.
“¿Qué tipo de experiencia me va acostar un centavo?”.
El Rishi, que ha leído mi mente, me responde.
“No tienes ni idea de lo que significa un centavo para ti.
Me has entregado todo tu capital, no posees más que eso y es mucho para ti. Me has dado todo y
te has quedado sin nada y has hecho bien, porque era lo único que tenías y bien invertido está”.
Parasariputra me toma de la mano y comenzamos a caminar por un sendero sin huellas en un
paisaje neutro.

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“¿Hacia dónde me llevas?”, le pregunto.
“No preguntes y observa”.
A medida que caminamos puedo empezar a ver en una pantalla todas mis vidas pasadas desde
mi llegada a la Tierra.
Dice mi guía.
“Viniste a este planeta a hacer una experiencia pero no a acumular experiencias, y la una se ha
transformado en millones a través de distintos nacimientos.
Ya es hora de acabar con todo eso, por lo tanto comencemos el conteo de descuento, pero no te
detengas porque no hay mucho tiempo”.
Las imágenes se suceden cada vez más rápido, siento un vacío que se mezcla con un alivio y una
sensación de fluidez, hasta que en la imagen se proyecta este mismo momento donde el Rishi me
devuelve el centavo que pagué por la experiencia y dice:
“Ya no necesitas este capital, bien lo has invertido, pero asegúrate de que aquí en más no vuel-
vas a tentarte en proyecciones.
No te va a resultar fácil, pero en tu ayuda siempre acudirá el registro de la experiencia, y si en
algún momento tienes dudas convoca mi presencia y allí estaré para ayudarte.
Parasariputra es mi nombre y significa:
Para ti la posibilidad”.

Se me presenta el Rishi Vatsiputra, soy otro integrante del mandala de convocantes, e igual que
lo hizo Parasariputra con mi compañero, me pide el centavo en pago por la experiencia.
Busco en mis bolsillos pero no encuentro nada.
El Rishi sonríe y dice:
“No te preocupes, como ya entregaste todo tienes un crédito pendiente a tu favor, por lo tanto
ven, vamos a hacer la experiencia”.
En un gran salto pasamos de un plano al otro y me dice:
“No temas, tengo todo controlado. Ya ves, ejecutaste un gran salto y estás íntegro”.
En ese plano espera un gran cono de energía, este cono gira vertiginosamente, y junto con el
Rishi que me guía nos deslizamos hasta el núcleo del mismo.
Una vez allí, el cono se invierte y nos expulsa a otro plano. Ya en ese plano el Rishi se aleja diciendo.
“Hasta aquí es mi responsabilidad guiarte, en adelante puedes seguir tu solo, y recuerdo que tu
crédito aún no está agotado”.

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En la gerencia del salón de pactos dos demonios ejecutivos, mientras una hermosísima de-
monia les trae los resultados de los llamados, muestran la satisfacción en sus rostros.
Sanadriel le comenta a Aokchor.
“Parece que los italianos le van ganando a los alemanes”.
Aokchor no se muestra conforme con el resultado.
“No puede ser”, responde y le da instrucciones a la hermosísima demonia para que se presione a
los alemanes”.
Sanadriel no puede evitar estallar en una carcajada.
“No vas a lograrlo, los alemanes han comprometido almas por muchos siglos, ¿crees que el na-
zismo, la guerra y la reconstrucción de la Alemania capitalista fueron gratis? Ya no tienen de donde
sacar energía como para ganar este Mundial.
Aokchor argumenta.
“Un pueblo tiene muchas generaciones por delante, si tienen comprometidas las próximas diez
pueden recurrir a las que siguen”.
Sanadriel, mientras mira en la computadora un mapa del mundo donde se registran los países
competidores y las energías pactadas, le dice a su colega.
“¿Por qué no podemos vivir siempre en esta situación ideal? Ya lo ves, en vez de tener que per-
seguir a los hombres para que nos den su energía ellos vienen voluntariamente a entregarla, debería-
mos organizar estos Mundiales más seguido”.
“Estás loco –estalla Aokchor– es imposible, ¿acaso no sabes que nos lleva cuatro años terminar
de procesar toda la oscuridad que recaudamos durante cada Mundial?”.
La escena desaparece del Aleph y se presenta el maestro Yukteswar que explica.
“Este es el momento de mayor vulnerabilidad de Sistema Demoníaco, porque éste es sostenido
en más de un cincuenta por ciento por la energía que recauda en los Mundiales. La del 2002 está
prácticamente agotada y la del 2006 no la pueden retirar hasta que termine el campeonato.
Esta es otra de las razones estratégicas por las que Jaris ha elegido este momento para el ataque”.

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Mark Schwarzer, el arquero de la selección de Australia camina como buscando ocultarse


por la ciudad de Kaiserslautern, hasta que de pronto se detiene con cierta admiración y envidia frente
a esa ciudad universitaria que le han dicho que concentra a científicos y tecnólogos de primerísimo
nivel.
Mark dialoga consigo mismo, por supuesto no es ni un gran científico ni tecnólogo, pero tampo-
co un gran jugador, uno más del montón del mediocre fútbol australiano.
“¿Y si me hubiese dedicado a la ciencia? Esa era mi vocación pero las cartas están echadas y a
esta altura no hay marcha atrás”, sigue reflexionando el arquero.
La voz de alguien que lo llama lo sorprende, por un momento fantasea que es un admirador que
lo descubrió, pero inmediatamente se ríe amargamente, ¿acaso él puede tener admiradores?
“Señor Schwarzer, lo reconocí porque soy fanático del Middlesbrough donde usted juega y
realmente estoy emocionado con este fortuito encuentro”.
“Le agradezco pero no estoy pasando por mi mejor momento, nada grave, tal vez un bajón emocional”.
“¿Qué se siente señor Schwarzer que lo hayan convocado como arquero de la selección australiana?”.
“Un gran orgullo y a la vez una enorme responsabilidad”.
“Me gustaría hablar de su bajón emocional”.
“Disculpe, pero tal vez cometí un error al manifestarle eso a un desconocido con quien me en-
cuentro azarosamente por la calle”.
“Señor Schwarzer, ni este encuentro fue azaroso ni usted es un desconocido para mí, puedo ver
el interior de su mente”.
“¿Entonces usted sabe más de mi que yo mismo?”, pregunta con un tono de ironía el arquero de
la selección de Australia.
“Así es, y si quiere saberlo, cualquier elección que hubiese hecho diferente a la de jugador de
fútbol, como ser científico por ejemplo, usted tenía cierto gusto por la física, lo hubiese llevado a la
misma insatisfacción en que hoy se encuentra”.
“No lo creo, un científico no es lo mismo que un jugador de fútbol”.
“Tal vez en un nivel no lo sea, pero sí lo es visto desde el vagabundeo confuso de su mente, des-
de donde nada puede tener sentido”.
“¿Afirma usted que nada tiene sentido, sea cual sea la elección?”.

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“Nada tiene sentido si se lo busca en el lugar equivocado. No hay ningún logro externo que pue-
da otorgarle el sentido”.
“¿Entonces dónde debo buscar el sentido?”.
“Señor Schwarzer, usted comparte el mismo destino de todos los hombres que al sentirse infeli-
ces creen que la felicidad la hubiesen encontrado en alguna elección perdida o en perseguir algún
otro sueño.
Por supuesto, todo es un gran engaño.
Usted miraba con cierta envidia a los hombres de esa universidad, y ellos con seguridad lo envi-
diarán a usted cuando lo vean jugando en el Mundial.
Ya lo ve, todos se engañan a sí mismos y se engañan con respecto a los otros.
¿Dónde empezar la búsqueda, me preguntaba?
Hay palabras como fe y entrega que en esta época ya nada significan, pero medite en ellas y si lo
hace como un sincero buscador no tenga dudas que le darán las señales del camino”.
“Perdón señor, pero no me ha dicho su nombre”.
“Rishi Vatsiputra, soy un enviado del Padre y estoy a su entera disposición, cuando me necesite
no tiene más que invocarme”.

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Estaba sorprendido y conmocionado.


Los demonios también en ocasiones nos sorprendemos y conmocionamos cuando en nuestras
vidas ocurre un acontecimiento absolutamente inesperado.
Y este acontecimiento absolutamente inesperado fue recibir un e-mail firmado por el Gran De-
monio donde me designaba como coreuta en la Misa de Coronación que se celebraría el 9 de junio
del 2006 en el Allianz Arena de Munich, en forma paralela a la fiesta de inauguración del Mundial
de Fútbol.
Mi nombre es Andrael y soy un demonio que en la clasificación de ciertos militantes de la iz-
quierda humana, porque también hay una izquierda demoníaca, entraría en la despreciable categoría
de pequeño burgués.
La vida que llevo es la común de cualquier demonio pequeño burgués, y por otra parte, desde
que tengo conciencia de existencia, a eso podemos llamarlo nacimiento, hace miles de años terres-
tres, siempre me sentí un demonio, quiero decir que no soy como algunos de mis colegas un demonio
que antes fue humano.
En ciertas ocasiones escuché a los demonios mayores que comentaban que en nuestro origen
habíamos sido seres de luz y que luego caímos a esta oscuridad, pero de eso nada me consta ya que
como expliqué desde que soy consciente de mi mismo lo soy como demonio.
Nunca tuve aspiraciones de ascenso en el Sistema, no estaba en mi temperamento de demonio
pequeño burgués enfrascarme en esos terribles combates en que se enfrentaban mis colegas para
lograr ser el demonio personal de algún jefe de Estado, o de un reconocido científico.
¡Cuántos vi caer en la inútil tentativa de ser el próximo demonio personal de un candidato a Papa!
Lo mío fue adaptarme lo menos complicadamente posible a un Sistema que es una máquina de
picar carne de demonios y humanos.
“No es nada personal”, me dijo un día mi jefe, es el Sistema que debe funcionar así para su pro-
pia autopreservación.
Este ‘nada personal’ me recordaba a una película que vimos en el infierno, se titulaba El Padri-
no inspirada por el Gran Demonio, los instrumentos humanos habían sido Cóppola como director, y
Brando, Pacino y otros como actores, bueno, en esa película cuando un mafioso tiene que matar a
otros acusado de traición le dice que no es nada personal.

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Esta película fue parte del adoctrinamiento que recibíamos del Departamento de Educación
Permanente.
Perdonen que me pierda en disgresiones, pero los demonios pequeño burgueses no somos dema-
siados coherentes, no estamos preparados para eso, porque el Sistema solo prepara para funciones
específicas, y la coherencia es patrimonio de los demonios intelectuales y no de los simples emplea-
dos de oficina.
Y ahí quería llegar, soy empleado y siempre lo fui de la Dirección de Redes. ¿Y qué es la Direc-
ción de Redes? Esto requiere una explicación. El control de los humanos se realiza a través de su red
de pertenencia. Una de las tareas principales del demonio personal es influir al humano a su cargo en
el pacto de pertenencia con una red.
Esto es lo que el humano lo vive como vocación, ambición o simplemente necesidad de supervi-
vencia, ser médico, abogado, carpintero, oficinista, o incluso delincuente, es el pacto con la red de
pertenencia.
¿Y cuáles son las ventajas para el Sistema que todo humano pertenezca a una red?
Las ventajas son varias. Por un lado es mucho más fácil el monitoreo de cada humano. También
permite mantener organizado el Sistema que en estos tiempos es muy cambiante. Así el Gran Demo-
nio informa que son necesarios analistas de sistemas informáticos, entonces los demonios personales
busca tentar a los humanos para que se integren a esa red y desanimarlos si por causa de experiencias
de vidas anteriores tienen predilección por la arqueología o la teología. Estas redes fueron útiles en
otras épocas pero en la actualidad es una pérdida de energía y la energía en estos tiempos está lejos
de sobrar y poder despilfarrarse en actividades inconducentes.
Pero la cuestión que yo considero central, aunque por supuesto las demás no solo son importan-
tes sino también imprescindibles, es la de las garantías.
Por la sola pertenencia a una red el pactante es garante de toda la red. ¿Cómo es esto?, se pre-
guntarán. Pongamos por caso el de un joven físico de un país periférico que pacte pertenecer a la red
de investigaciones atómicas. Este país al que pertenece el joven físico está muy lejos de la posibili-
dad de investigar nada en serio, y lo que hará este aspirante a investigador es hacer informes sobre
los aspectos más difundidos que publican los centros importantes en esa área. Es evidente que su
trabajo no pasa de ser una inútil burocracia que nada aporta a la investigación atómica. Sin embargo
nuestro joven físico es garante de toda la red, y cuando el Sistema necesita cobrar, no lo va a hacer
con los investigadores de los Estados Unidos, Corea del Norte o Irán, porque los necesitan, y un día

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inesperadamente este físico marginal termina sus días en un accidente automovilístico para ser depo-
sitado en la mesa de banquetes de la jerarquía demoníaca.
¿Comprenden? Ni George W. Bush, Bill Gates ni Tiger Woods, mientras le sean útiles al Siste-
ma, van a ser facturados por las deudas de sus pactos, que serán pagadas por muchos de los ingenuos
garantes de sus redes.
Así funciona el Sistema, nada personal, como dijo el mafioso de la película que tenía que ejecu-
tar al otro mafioso con quien había compartido durante años su profesión y quizás sus afectos.
Bueno, los dejo porque tengo que ir a ensayar con el coro para la Misa de Coronación del Gran
Demonio.

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“¿Por qué, maestro, los demonios han decidido transgredir la ley de ocultamiento que les ha
permitido gobernar a los hombres desde que los encontraron en el plano terrestre, y ahora no solo se
manifiestan abiertamente sino que al hacerlo revelan las leyes con que funciona el Sistema y que tan
celosamente habían guardado?”.
La inquietante pregunta se la hace el mandala de convocantes al maestro Yukteswar, quien son-
riendo responde:
“¿Sorprendente, no? Es el signo de la Gracia del Padre operando sobre la Tierra.
Los demonios no tienen otra opción porque la energía que han traído los Rishis y que está en-
volviendo el astral del planeta hace imposible que se sigan ocultando porque saca todo a la luz, hasta
sus más secretos pensamientos, que se transforman en sonoras voces.
Este es un momento de gran confusión para los hombres porque empiezan a ver lo que jamás
hubiesen querido admitir, y también perciben, aunque todavía imperceptiblemente, una energía que
no es la demoníaca”.

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Varkaruniputra abre las puertas de su reino y con mirada complaciente dice:


Les doy la bienvenida a todas las almas que deseen ingresar a este reino de luz buscando la Verdad.
Mi misión es recibirlos, ayudarlos a ingresar sin temor, afirmándolas en la fe.
En este mundo podrán curarse de la más cruel de las enfermedades, que es el recuerdo”.
Los integrantes del mandala de convocantes aceptamos la propuesta que nos hace el Rishi y
cuando atravesamos la puerta nos encontramos con un jardín lleno de flores.
Varkarumiputra camina por encima de las flores hasta que desaparecen. Luego los pasos del
Rishi van haciendo desaparecer también desiertos, océanos, planicies, montañas y toda la geografía
que invade la mente.
“Ya lo ven, esos paisajes que parecían tan sólidos han desaparecido, no eran más que recuerdos
de experiencias vividas, que al solidificarse en la mente les obstruían el camino de retorno al Padre”.

Arta Bhagiputra lanza desde un arco una flecha que se clava en el entrecejo de los hombres.
Cada flecha lleva en la punta un poco de la esencia del Padre que actúa como veneno que des-
truye el personaje, las cáscaras, el yo, el ego o como quieran llamar a las falsas identidades que
oprimen el alma.
El Rishi recoge los residuos y los quema en una gran fogata y dice:
“En esta misión deberé ejercer una fuerza inversa a la gravedad, haciendo posible que los hom-
bres no se aferren a la Tierra.
Esta fuerza es generada desde la misma esencia del Padre, provocando el desapego natural y es-
pontáneo de las fuerzas mundanas.
Solo en la esencia nos reencontraremos con El Padre”.
Artha Bhagiputra, cargando su arco y el carcaj con las flechas se pierde en el infinito.

Sangiputra sale de tanto en tanto de la ermita en que habita y purifica las aguas de un río cerca-
no.
Este río se comunica con otros y estos se van multiplicando en una red de afluentes.
“Trabajo por la purificación del mundo de manera invisible, esto es para diferenciarme del movi-
miento egoicamente visible y compulsivo que hacen los hombres cuando trabajan para los demonios”.

221
Sentado en un tronco caído y tocando una flauta está el Rishi Sankritiputra.
“He transitado tantos lugares del Universo del Padre hasta que caí justamente aquí donde me fue
revelado que debería caer.
Con la melodía de mi flauta atraigo a los primitivos demonios de la Naturaleza, cuya misión es ir
contaminando los bosques.
Ahora con el sonido de mi flauta los voy atrayendo a una fogata que encendió El Padre, y en el
medio del fuego algunos se van quemando y otros purificando”.
Sankritiputra continúa tocando su flauta porque tiene un prolongado trabajo que realizar.

“En contacto con El Padre toda transformación es posible, y después de esta transformación ya
no habrá proyección, ni deseo, ni ego y ese hombre que ya no es un hombre podrá abrazar al Padre”.
Fueron palabras del Rishi Alambiputra.

Alambayaniputra viene desde el Origen purificando el espíritu de las civilizaciones.


El Rishi dice.
“El Padre logrará imantarlos como un Sol radiante al que nada puede resistirse”.

Gayantiputra llega a la Tierra con dos antorchas encendidas y anuncia:


“Conmigo traigo el fuego eterno, el fuego purificador encendido por la Energía Divina del Padre.
Con este fuego toda oscuridad se alumbrará, aclarando el verdadero camino por donde debe
transitar el hombre”.

Mandukayaniputra desciende de su carro en medio de un bosque donde va recogiendo hierbas


que tienen poderes curativos.
El Rishi las coloca en una olla de barro y con su energía las transforma en un ungüento que ya
está preparado para ser colocado en el corazón de los hombres.
“Será una ardua tarea ir recorriendo el planeta para frotar con este ungüento el corazón de cada
hombre, pero es la misión que me encomendó El Padre y al dármela me explicó que este ungüento
curará las heridas que millones de demonios le han producido durante tantas vidas”.

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Mandukiputra toca un tambor que tiene un ritmo diferente a cualquier otro ritmo conocido.
“Soy un fiel servidor del Padre y hasta mí ha llegado el pedido de hacer consciente en los hom-
bres la irrealidad del mundo.
Para eso con este tambor, cambiando el ritmo de lo que rodea al hombre, empezará a caer el velo
de la ilusión que ciega sus ojos”.

Sandiliputra dice:
“El alma volverá de una vez por todas a morar en su verdadero hogar”.

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68

Es de noche en Colonia y los jugadores de Togo miran maravillados el Rhein Energy Sta-
dium, donde debutarán ante la selección de Francia, y de pronto el deslumbramiento se transforma
en terror cuando del centro de la noche se presenta una figura enigmática que pregunta quien es el
responsable del equipo.
Los jugadores permanecen en el inquieto silencio de los que temen
“El es brujo que viene a cobrarnos el pacto que hicimos para ganar el grupo de África”, piensa
Emmanuel Sheyi Aldebayor, pacto que fue coronado cuando el presidente Faure Gnassingbe decretó
fiesta nacional el 9 de noviembre del año pasado con motivo de la clasificación para éste, nuestro
primer Mundial”.
Pero Emmanuel también es un brujo y sabe que la primera regla de un brujo es no temerle a los
otros brujos, por eso enfrenta al brujo diciéndole que él es el responsable del equipo, y qué es lo que
desea.
El problema para Emmanuel es que con quien se enfrenta no es un brujo sino el Rishi Varkaru-
niputra, que se ríe amablemente pidiéndoles que no se asusten pues no tiene otra intención que lle-
varlos antes del debut a dar un paseo por su Togo natal, del que sin duda sentirán nostalgias.
Los jugadores no pudieron negarse aunque lo hubieran querido y aceptaron la invitación del
Rishi quien les mostró, antes nadie la había advertido, una esfera con ventanillas radiales que los
transportaría en ese tan sorprendente viaje guiado.
Ouro Tchgnirou es el primero en ascender, lo siguen Nibombe Dare, Kuami Agboh, y el resto
del plantel que se va ubicando en los cómodos sillones ubicados en el interior de la extraña nave.
La esfera se va sumergiendo en un campo de energía muy denso donde el sufrimiento, las en-
fermedades y la muerte son sus constantes.
Este es el Togo que ellos han negado.
Los viajeros miran sin entender que es lo que están mirando, y el no comprender es negar esa
realidad que suprimieron de sus conciencias a partir de la situación de privilegio que empezaron a
vivir.
La esfera sigue internándose cada vez más en el dolor de ese pueblo miserable cuya vibración
empieza a golpear el corazón de esos hombres que han negociado las cadenas de su esclavitud, en-
tregando a los otros, a sus hermanos hundidos cada vez más en abismos insondables.

224
Ellos ahora lucen sus lujos por Francia, Bélgica, Italia, Austria, España, Alemania, Inglaterra.
Los demonios los convencieron que esa era la justa venganza, la insolencia de los negros ricos, que
ejercen contra el antiguo opresor.
Ellos pueden bajar borrachos de sus coches caros y orinar en las calles de los colonialistas que
oprimieron a los pueblos africanos.
“Qué estupidez, no”, los sacude el Rishi en sus pensamientos. “Los demonios los vencieron
siempre, antes fueron los de los blancos a los que no pudieron detener con sus gastados ritos brujeri-
les, pero algo de cierta dignidad había en esa oscura aunque inútil resistencia. Ahora todo es mucho
más patético, ustedes clamaron y llamaron a esos demonios de los blancos para que los adopten, los
lleven a sus ciudades y los hagan gozar con amantes blancas, los conviertan en ídolos en sus templos
futbolísticos donde los veneran como a sus dioses negros. ¿Cuál fue el precio? ¿Se lo plantearon
alguna vez?”.
El Rishi interrumpió su admonición de profeta bíblico y la esfera se desintegró en la negritud de
Togo, y los jugadores nuevamente estan mirando el Rhein Energie Stadium de Colonia, pero ya no
hay euforia en sus gestos, la derrota se ve en sus rostros, pero no solo la derrota deportiva de la que
nadie dudaba, sino otra derrota más profunda que está clavada en sus almas.

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69

Varkaruniputra se acerca a Emmanuel Sheyi Adebayor y contempla un hombre sin rostro y


el espacio donde debería estar el cerebro, perforado y hueco.
El Rishi se acerca lentamente para no asustarlo, y lo toma de sus manos. Emmanuel no se resis-
te, entonces lo va llevando lentamente al mar de la purificación, ese mar que han traído de lejanas
galaxias.
Allí lo sumerge tres veces, la primera para devolverle el cerebro, la segunda para que tenga un
rostro y la tercera para purificarle el alma, y le dice:
“Como estás viendo esto también es un juego, pero no el que tu acostumbras a jugar.
En este juego gana tu alma o gana el Gran Demonio.
Apuesta a tu alma transitando la senda del Padre y por ella llegarás a tu verdaero destino, y al fi-
nal te consagrarás como el ganador del juego”.

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70

“¿Cuál es el origen del mandala de los 12 demonios?”, le pregunta al maestro Yukteswar el


mandala de convocantes.
El maestro responde:
“La fuente de luz es un punto que proyecta su esencia manifestando la plenitud del Padre.
¿Cómo vemos desde el horizonte de la meditación esta manifestación?
Los podemos ver como una refulgente estrella que desde sus mil facetas proyecta su luz alcan-
zando los confines más lejanos del universo.
En la oscuridad no se puede detectar la fuente de manifestación porque la oscuridad es tiniebla y
la tiniebla no permite registrar el origen pero sí las consencuencias.
12 es la cantidad representativa de las calidades de manifestación de la oscuridad.
Y si mencionamos los 12 demonios es para que el lector tenga un referente ordenado de calidad
individualizable, pero convengamos que esto no es así porque de lo que estamos hablando es solo de
una representación.
También Jesús es una manifestación representativa.
¿Qué hay detrás de todo esto?
Unicamente el poder de la intuición puede penetrar en los misterios, y solo desde esa intuición
desde donde puede comprenderse.
Lo demás es una representación figurativa de lo incomprensible, tratando con esta representa-
ción de suplantar precariamente lo que la intuición debe resolver.

227
71

Pathitariputra desciende en mi mente, soy un humano que de pronto se encuentra flotando


en el Aleph, y el Rishi me hace vivenciar los tormentosos escenarios que proyecto para después
querer habitarlos.
El Rishi, compadeciéndose de mi desolación, porque nada hay más desolado que los escenarios
que construye la mente, me dice:
“Nada es tan irreal como lo que tu mente proyecta; ya lo ves, estás imaginando escenarios segu-
ros donde esconderte, imaginas la lejanía donde escapar y un tiempo alterado para evadirte de la
densidad del tiempo cotidiano.
Desactiva tu mente, no la alimentes produciendo mundos o rechazándolos, todo eso no es más
que un juego de la engañosa imaginación.
Cuando todo esté quieto, en esa quietud se presentará El Padre y ya no habrá necesidad ni de es-
conderse ni de escapar, ni de alterar el tiempo porque ya no habrá tiempo”.

Ahora, el Rishi Bhalukiputra me instala en imágenes relacionadas con el fuego.


En la primera me veo como un hombre primitivo que danza ritualmente alrededor de una fogata,
arrojando en la misma, como ofrendas a los dioses, tesoros personales, trofeos de guerra y pedazos
de los cadáveres de mis enemigos a quienes previamente había trozado como parte de la ceremonia.
En la imagen los dioses me rodean, se sienten complacidos y dispuestos a pactar mis deseos.
Me sorprendo al verme vestido con jeans, remera y zapatillas en el tórrido verano de una ciudad
moderna, pero más me sorprende descubrir que yo soy ese dios que quemo en mi interior lo que
obtengo del mundo, no como ofrenda sino como rito de poder.
Me he apropiado del poder y el experimentar que es propio y lo puedo incrementar al infinito es
lo que hace a mi condición de hombre actual.
No hay nada, ni hombre ni fuego, ni dioses.
Esta es la condición futura del alma.
Bhalukiputra, ante mi desconcierto, me explica:
“Estos tres tiempos son tres nacimientos en la experiencia de una vida, que puede ser la tuya.

228
En el primero se muestra lo que se viene siendo desde los remotos orígenes, el segundo en ese
desborde del ego que apuesta a su crecimiento ilimitado se manifiesta la oportunidad del despertar y
despierta cuando en el límite de la oscura experiencia encuentra que no hay nada”.

Lo veo al Rishi Krauñkikiputrau ir podando podando árboles y regando plantas, como no puedo ima-
ginarme como un ser de su dimensión espiritual puede estar haciendo un trabajo que corresponde a un
humilde jardinero le muestro mi desconcierto al maestro Yukteswar, que me acompaña en este viaje.
El maestro se ríe ante el pobre desarrollo de mi capacidad de simbolización.
“El Rishi no es un jardinero tal como tu entiendes a los jardineros, sino es un jardinero del Padre
que cumple la tarea de purificar la naturaleza vegetal y la relación del hombre con ésta, que es de
donde obtiene el oxígeno para respirar y la fotosíntesis para alimentarse”.

Ese Sol que regula el crecimiento y la maduración de las semillas es una representación del
Rishi Vaittabhatiputra.
Este Rishi es protector de la semilla como el germen del fruto que alimentará al hombre y tam-
bién de la semilla en su más profundo significado que en su evolución se convertirá en el fruto espiri-
tual que alimentará al alma para que esta despierte y se una al Padre.
Ya lo ven, estoy, gracias al Rishi, desarrollando la capacidad de simbolización.

“Los hombres que me ven enarbolando mi espada del discernimiento para decapitar demonios
pensarán qué ardua tarea tiene el Rishi Karsakeyiputra, pero la tarea nunca puede ser ardua cuando la
energía del Padre es la que alimenta mi brazo.
Legiones de demonios han sido decapitados con esta arma de Luz que me proveyó El Padre”.
Estas palabras se las escuché al Rishi Karsakeyiputra.

Aves volando en el cielo sobre las plazas y edificios de las grandes ciudades. Estas aves tienen
que ver con la restauración del equilibrio en el aire, y son testimonio de que la vida es posible más
allá de la tierra, y también testimonian como la manipulación del hombre ha enfermado los vientos.
El Rishi Prakinayogiputra las convierte en pequeñas llamas de luz.

229
Acompaño en su llegada a la Tierra, como un anfitrión de los humanos, al Rishi Sañginiputra,
que con su aspecto de anciano de túnica blanca y luciendo una piel también blanca como la túnica,
envía vibraciones de amor, paz y armonía.
“Limpio las angustias de tu cuerpo, aquellas que no te pertenecen porque solo el amor y la luz
son parte de ti, amor y luz que vienen del Padre.
El cuerpo se enferma y se detiene cuando empiezas a creer que te pertenece.
Desdóblate del cuerpo y elévate conmigo y sentirás la armonía que es el poder del Padre”.
El maestro Yukteswar me dice del Rishi:
“Sañginiputra es la imagen de la pureza absoluta donde todo lo externo está de más.
En la concentración de su esencia manifiesta el real sentido del Ser”.

Con el Rishi Prajñiputra experimento otro estado de conmoción. Siento una energía fuerte y du-
ra, es la energía del discernimiento.
Contemplo esta energía como una espada de hierro, fría, cortante, que corta todos los hilos que
unen al alma con los enemigos que moran en el ego. Y cuando estos enemigos están desconcertados
los mata sin piedad, y sin desviarse del camino continúa adelante.
Prajñiputra no admite errores ni titubeos y su única enseñanza es:
“Se está con El Padre o fuera de Él”.

Uddalaka se encuentra en el medio de Sañginiputra y Prajñiputra, pues es la fuerza conciliadora


que une armoniosamente el amor con el discernimiento.
“No tengas enfrentamientos.
Míralos de afuera.
Ayuda a que el alma se reconozca como alma y tenga la fuerza para desapegarse del cuerpo y
unirse al Padre”.
Esta es la enseñanza que me dio el Rishi Uddalaka.

Aruna es el Rishi de la sabiduría del Padre, la sabiduría eterna.


Señala una gigantesca biblioteca y me dice.
“¿Ves todos esos libros? Ellos expresan el pasado, el presente y el futuro, por eso los disuelvo en
la Nada”.
Nada queda de lo sujeto al tiempo y el Rishi, sonriendo, se funde en la eternidad.

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El maestro Yukteswar comparte el centro de la escena en el Aleph, junto al Rishi Sankriti-


putra, encontrándose en la periferia el mandala de convocantes. Yukteswar presenta al Rishi.
“Ya conocen al Rishi Sankritiputra, pues ustedes mismos lo convocaron y él se mostró en alguno
de los múltiples aspectos en que actuó al servicio del Plan del Padre.
Ahora tendrán otra faceta del Rishi, y es la de investigación de los lenguajes demoníacos a los
que ha llegado a dominar en toda su riqueza, a tal punto que en algunas oportunidades, a pedido del
Padre, se infiltró como agente secreto en el mundo demoníaco, y ni aun los demonios más suspicaces
de sus servicios de inteligencia lo pudieron detectar y lo confundieron con un demonio más.
Y esto, no es por la fluidez del habla y el acento perfecto de un demonio de la región Norte del
infierno, sino porque como ustedes saben una lengua es un modo de pensar, y el Rishi Sankritiputra
puede pensar como un demonio culto de la jerarquía.
Vamos al tema del lenguaje de los demonios. Estos, cuando se dirigen a los humanos, lo mismo
que los Rishis, los maestros del mandala, o cualquier desencarnado o categoría espiritual que habite
alguno de los planos del universo del Padre, lo hacen en la lengua vernácula del receptor, ya que le es
posible expresarse en todos los idiomas y dialectos de la Tierra, y algunos de otros mundos.
¿Cómo es posible esto? No se olviden que estas experiencias se entienden en términos de ener-
gía, y las energías son campos vibratorios. Ahora bien, pénsemos en términos alquímicos, una ener-
gía transmuta en otra.
Un idioma humano o no humano es un campo vibratorio y estos campos linguísticos están regis-
trados en todos los planos del universo.
El hablante demonio en este caso, transmuta la vibración de su lengua en la vibración de la len-
gua del receptor, haciendo este proceso en la cámara alquímica correspondiente al idioma en que
quiere expresarse, la que opera como una traductora energética.
Hay tres niveles de la lengua demoníaca.
El primero es el vulgar, utilizado por los demonios menores, el segundo es el idioma culto, que
es el lenguaje de los demonios mayores, y por último la lengua ceremonial, patrimonio de la máxima
jerarquía, y es la única con la que es posble comunicarse con el Gran Demonio.

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El Rishi Sankritiputra domina a la perfección, como les he dicho, los tres niveles linguísticos del
mundo demoníaco, por eso es el traductor al español de todos los diálogos que mantienen entre sí los
demonios, y ahora será el encargado de traducir en forma simultánea la Misa de Coronación del Gran
Demonio que, por supuesto, se celebrará en el lenguaje ceremonial.
Antes de terminar quisiera agregar algo acerca de la traducción. Los lenguajes son infinitos y la
más torpe de sus manifestaciones es la traducción al lenguaje del que lo recepciona.
¿Por qué es así? El lenguaje es sensibilidad e intuición, no una construcción intelectual, por eso
la traducción a otro idioma es su manifestación más torpe”.
Concluidas las palabras del maestro Yukteswar, el Rishi Sankritiputra se despide, y al quedar solos
con el maestro un integrante del mandala señala una caravana de camellos que avanza en el desierto.

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En el desierto el tiempo se mide por el vaivén monótono de los camellos y el espacio son los jue-
gos de luces y sombras que revelan y ocultan la pesadez de esa arena que parece inacabable pero que
Sami al Jaber y Redha Takar, y también los otros, saben que terminará cuando lleguen a Alemania.
El desierto parece vacío, pero no está vacío porque está poblado por los miedos, múltiples mie-
dos y algunos deseos que se agitan en las mentes de esos hombres.
Miedos porque creen que en ese Occidente del pecado adonde están yendo tiene su morada el
Gran Satán, por eso antes de emprender el viaje oraron fervorosamente a Alá y al Profeta para que
los protejan.
Deseos que se materializan en la ilusión de algún improbable triunfo, y a veces en alguna noche
de ese viaje sueñan un instante en la gloria que saben los condenará al infierno.
¿Acaso será el Gran Satán que mora en Occidente que los tienta para que se alejen del camino
que Alá les ha trazado?
¿Adónde vamos?, pero la pregunta se pierde en la arena y los camellos siguen avanzando y qui-
zás no falte tanto para llegar a su destino.
Sami, que dirige la caravana, piensa.
“Tengo que esperar que acudan en mi ayuda las fuerzas elevadas porque veo el caos venir desde
el horizonte.
¿Quién puede pensar en un Mundial de Fútbol cuando la muerte ronda las calles de mi alma?
La gris esperanza no aparece por ningún lado, ¿qué hacer en el desierto donde se pierden las señales?
Señor, dame la visión para poder salir de este caos y encontrar de algún modo la paz que nunca tuve”.
Y la respuesta no se hace esperar y el Rishi Prajñiputra habla a través de su camello.
“Has seguido el Alá equivocado, la religión como poder que cree ser bendecida por una mancha
de petróleo.
Es cierto que el Gran Satán habita en Occidente, pero comprende, Sami, que no solo allí vive si-
no también en tu pueblo y en todos los pueblos de la Tierra.
Pero lo más grave, Sami, es que no solo está allí afuera, en los pecados del mundo, sino que el
Gran Satán está en tu corazón y en el corazón de todos los hombres que se han alejado del Padre.
Abandona Sami el Alá equivocado y regresa al Padre que te está esperando y así habrás vencido
al Gran Satán”.

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El camello vuelve a su misterioso silencio y la caravana continúa su camino hacia Alemania,
donde llegarán, tal vez en un cercano día, los jugadores de la Selección de Arabia Saudita.

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Upavesi camionero sorprende tanto al mandala de convocantes como a los lectores, pues
rompe la imagen de un Rishi que a través de este relato se han hecho los humanos. Pero un Rishi no
tiene una imagen definida sino que adopta aquella que es conveniente para la experiencia que tiene
que realizar.
Por eso el Rishi maneja un camión que avanza dificultosamente por un camino de cornisa en una
montaña. El camino se hace cada vez más dificultoso y peligroso. Por eso lo más prudente que
puede hacer es detener el caminón y ponerse a meditar.
El Rishi representa el comienzo de la experiencia donde en un momento el hombre debe detener
el camino de una vida que amenaza con tirarlo al abismo.
La mayoría emprende el viaje de regreso para volver a confundirse con la multitud que habita en
la planicie. Algunos pocos detienen su marcha y meditan y si lo hacen con fe El Padre los proveerá
de un vehículo adecuado para continuar el viaje.
Así el camión es ahora una nave diseñada para llegar a la cima, y esta nave suavemente va con-
duciendo al Rishi hacia un pico afilado y solitario.
Allí es donde debe llegar el hombre espiritual, pero como no debe solazarse en la orgullosa sole-
dad, decide trabajar para El Padre, entonces el Rishi, después de mirar hacia abajo y observar la
magnitud del mundo, saca unas herramientas que trajo de la galaxia donde habita y construye un
radar que es muy pequeño, pero así como pequeño, potente.
Este radar sirve para canalizar la Energía del Padre hacia el corazón de la Tierra. Una vez termi-
nada su instalación en la cima de esa montaña hace la conexión correspondiente, y pide instrucciones
para que lo informen en qué lugar tiene que instalar el próximo radar.
El hombre entregado al servicio del Padre puede tener la seguridad de que esta será su última vi-
da en la Tierra.

Kusri es el Señor de los vientos cálidos.


Su misión es soplarlos permanentemente para sostener a las almas que en su camino de ascenso
van aflojando con el esfuerzo. Así pueden continuar el viaje hacia El Padre.

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La misión de Vagasravas es muy particular, ya que habita en el espíritu de todos los animales
que tienen relación con el hombre.
El objetivo que tiene el Rishi es domesticarlos, volviéndolos dóciles para que de ese modo el
hombre actúe con protección y respeto, y al hacerlo pueda percibir en ellos la Presencia del Padre.

Gihvavat Vadhyoga habita el espíritu del fuego.


Hay que aclarar que el fuego tiene tres espíritus: el destructor, el calentador y el iluminador.
Este es el fuego de la fe que ilumina el camino de la resolución, y este fuego brinda su luz para
que la comprensión y la aceptación no encuentren el escollo de la duda.

En el silencio de los cementerios encontramos a Asita Varshagana. Su misión es mantener el or-


den y la paz en este agitado mundo de la muerte.
La tarea que tiene el Rishi no es fácil porque entidades oscuras desde tiempos muy remotos han
hecho de ellos su habitat.
La llegada de Asita Varshagana ha aterrorizado a estos demonios ancestrales que, ante su ener-
gía, para evitar ser desintegrados, huyen a sus profundos abismos.
Así las almas de los muertos podrán empezar a respirar la luz divina.

La energía de Harita Kasyapa limpia los espacios de la mente ocupados por los conceptos erró-
neos, las fuentes de las proyecciones imaginarias, así como también las asociaciones irreales y las
obsesiones enloquecedoras.
La tarea del Rishi requiere mucho esfuerzo, pero a través de su ayuda está la única posibilidad
que aparezcan en la mente espacios vacíos donde puedan insertarse conceptos más puros como pro-
yecciones de la Luz del Padre.

Silpa Kasyapa es el espíritu del viento matutino.


La función de este Rishi es muy importante porque el viento matutino es una energía que des-
pierta y realza a todos los vivientes, activándolos en la conciencia de estar vivos y en esa inconscien-
te alegría de pertenecer a la Creación del Padre.

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La responsabilidad de mantener el mundo vegetal en constante reproducción recae sobre Kasya-
pa Naidhruvi.
El Rishi se debe enfrentar al gran enemigo de la Naturaleza, ese depredador llamado hombre,
proyectando su energía en la vitalización de ese mundo verde.
Múltiples son sus actividades, tales como proteger los bosques, activar las cosechas, estando
siempre presente en los incendios forestales, buscando apaciguarlos. También se ocupa de las plantas
acuáticas y en ellas pone especial cuidado porque constituyen el alimento de los peces.
Algo llamativo es que el Rishi afirma que tiene una particular preocupación por las algas mari-
nas, pues serán la futura alimentación del hombre una vez que hayan sido desvastados los ecosiste-
mas y agotados todos los nutrientes de la superficie de la Tierra.

Hay un Rishi que habita en la garganta de los pájaros y se llama Vak. Su tarea es otorgarle a ca-
da especie un canto propio que será su lenguaje y medio de comunicación.
También Vak tiene la misión de producir en el hombre el registro del sonido celestial. Este soni-
do viene del cielo y lleva a un éxtasis divino a quien tiene la Gracia de poder escucharlo.
San Francisco de Asís fue uno de los hombres que pudo vivenciar este sonido divino.

La temperatura de planeta es regulada por Ambhini.


El Rishi mantiene las temperaturas en balanceos compensados, lo que explica las zonas cálidas y frías.
Para esta tarea traza coordenadas muy complejas que registran las vibraciones energéticas del
clima en su plano de natural equilibrio.
“Los lectores preguntarán entonces a qué se deben los desequlibrios climáticos tan frecuentes en
esta época”, dice el Rishi.
La respuesta es obvia a esta altura del relato, y esto ya fue explicado, el desequilibrio vibratorio
del hombre afecta el equilibrio de la naturaleza.
Ya lo ven, los humanos siempre buscan respuestas afuera cuando solo tienen que mirar hacia el esta-
do de su mente y el tormentoso mundo interior es el que termina produciendo las tormentas externas”.
Ambhini también opera congelando energías en proceso de ebullición, como también generando
un gran calor para activar energías congeladas.
El Rishi busca el equilibrio para que los climas sean más soportables, esta es su tarea, nada fácil
por el estado desequilibrado del hombre que permanentemente altera el orden natural.

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Tres humanos, en la orilla del mar de los Rishis, observan sus profundidades y los procesos
que allí se están realizando.
Muy atentos, los tres humanos miran como ese Sol, que es la Energía del Padre manifestada co-
mo Sol, reposa en ese mar que los Rishis han traído de lejanas regiones del Cosmos, y los reflejos de
ese Sol muestran una gran cadena rocosa que se abre mientras tres fuentes de luz la iluminan.
El espacio no es líquido ni gaseoso, y alguien se sumerge en él, y al hacerlo sus poros espiritua-
les se abren, drenando todo el contenido de impurezas.
Este vaciamiento deja lugar para que los sutiles gases de la purificación penetren en su concien-
cia, y estos al ingresar van expandiendo los átomos que la componen que al expandirse se sutilizan
con la masa de gases purificadores.

● La conciencia ha desaparecido y solo queda como registro una pequeña luz que se va elevando
e ingresando en las tres fuentes que iluminan la cadena rocosa.

● Solo la luz está, lo demás se ha disuelto, pero ahora la luz no se eleva sino que se intensifica,
adquiriendo la misma luminosidad de las tres fuentes con las cuales por similitud se ha fundido.
Una voz que emerge del interior del mar anuncia que se están transmutando las semillas más ar-
caicas de la construcción del ego.

● Ese alguien va ascendiendo en espiral y al llegar al centro de la misma se va desintegrando,


produciéndose entonces el vacío y el silencio.
Experimenta entonces algo que podría definirse como la universalidad, como si de este plano
pudiera comprender todo de todo.
Y la voz del interior del mar le dice:
“No tienes que renegar de tu condición, todos somos llamados para cumplir una misión dentro
del Plan del Padre y no tienes que negarte”.

● “Soy parte de ese mar, de esas aguas que purifican”, dice ese alguien.

238
● “Ya no existe la alambrada que en otros tiempos me impedía acceder al mar, y con ayuda de
los Rishis me desprendí de mis posesiones que no eran otra cosa que demonios, culpas arcaicas,
imaginarias, perversas, y algún otro pez gordo y feo”.

Así lo explicó ese alguien y la voz del interior del mar le dijo:
“Esta experiencia no tiene retorno”.
Disuelto en el mar todos los chakras de ese alguien brillan como perlas.
Y la voz le explica.
“El vasto conocimiento del mundo demoníaco es lo que te permitió comprender la necesidad de
esta experiencia.
Ya no importan las caídas que hayas tenido porque has adquirido la visión completa”.

El Rishi Vak le pregunta a los humanos si están dispuestos a hacer esta experiencia. Ante la res-
puesta afirmativa el primer humano ingresa al mar de la purificación.

La imagen aparece en el hueco de una cadena montañosa que la preserva. El acceso es única-
mente por arriba. Es posible descender por dos lados, uno es a través de la ladera y considero que es
el más dificultoso, por eso prefiero descender por el centro y lo hago con sucesivas caídas hasta
llegar al mar donde se unen ambos descensos.
Luego de rozar la superficie penetro en el primer nivel donde siento una sensación de frescura y
de alivio, pero esta experiencia está conectada con los sentidos.
En el segundo nivel mi mente se apacigua, se van los pensamientos y las asociaciones.
Paso al tercer nivel y mi corazón se tranquiliza, todas las emociones desaparecen y alcanzo un
estado de paz.
El cuarto nivel da lugar a una gran concentración, pero es una concentración con un alto grado
de presión, todo se comprime como queriendo borrar todo registro.
En el quinto nivel la compresión afloja y siento un gran alivio. Todo lo que tenía sentido ya no
lo tiene.
Estoy en el sexto nivel, algo me absorbe y a la vez me disuelve, por un momento el miedo me
invade pero rápidamente desaparece. Algo se ha transformado.
La disolución en el séptimo nivel es instantánea. No quedan registros de ningún tipo, no sé don-
de estoy aunque registre mi presencia.

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El primer humano regresa a la orilla y el segundo se prepara para la experiencia.

El mar está desbordante, esperando mi ingreso. Estoy en la orilla, me saco los zapatos y con los
pies descalzos chapoteo en el agua y siento un agradable placer.
Esa sensación de placer me introduce en el primer nivel, allí todo es conocido, familiar. Estoy
como un pez en el agua.
Paso al segundo nivel donde me libero de todo tipo de existencia.
En el tercer nivel hago contacto con lo más profundo de mi ser.
Con la vibración del contacto con mi realidad profunda llego al cuarto nivel, y ahí se borra todo
registro. La gran biblioteca mental desaparece.
En el quinto nivel se purifican todas las vibraciones.
En el sexto se extingue la conciencia del yo.
En el séptimo no hay registro, no hay sensación, no hay vibración, solo Existencia.
Ahora los niveles me transitan a mí, no son compartimentos rígidos sino energías que fluyen sin tra-
bas.

El segundo humano retorna a la orilla y el tercero, al tratar de entrar se detiene abruptamente y


su rostro empalidece.
Una voz, paralizante y profunda me hace detener, reconozco la voz del Gran Demonio.
“Soy el Gran Demonio y no puedo dejarte pasar porque entiendes mi lenguaje”.
Las palabras del maestro Yukteswar neutralizan el horrible efecto del lenguaje del infierno.
“No te asustes porque es de esperar que antes de la experiencia aparezcan ciertas amenazas.
El Gran Demonio no te puede reclamar para sí, no escuches las mentiras y entra al mar”.
Toda esa barrera queda atrás mientras me voy acercando al Mar de los Rishis, y allí me espera el
Rishi Sankritiputra, que me alivia.
“La actividad de traductor de los mensajes del Gran Demonio en el mundo ya se cortó.
Te ibas a recibir de demonio para oficializarte definitivamente como integrante de su cuerpo es-
pecial de traductores, habías hecho una excelente carrera y esa era la meta final.
La energía de esa actividad no está más”.

240
Me sumerjo en los siete niveles del mar de los Rishis, que son los siete chakras principales. Co-
mo traductor del Gran Demonio operaba desde el Manipura, una vez purificado pasaré al Anahata, el
del corazón, y luego cuando active el de la garganta, el Vissudha, llegaré a ser traductor del Padre”.

El tercer humano sale del mar para reencontrase en la orilla con sus compañeros y mientras se
reencuentra piensa que en el fondo todos los humanos son traductores del Gran Demonio.

241
76

“¿Quién iba a imaginar en 1931, cuando Berlín fue designada como sede de las Olimpíadas,
que cinco años después este evento deportivo se iba a convertir en un gran escenario del nazismo?”.
Esta reflexión la hizo un humano y mereció una airada respuesta del Gran Demonio.
“¿Cómo quién se iba a imnaginar? No solo lo imaginé sino que lo llevé a cabo. Mi muchacho
Hitler tenía que ser proyectado al mundo y esa Olimpíada debía ser un anuncio de lo que vendría
después.
Todo fue planificado por mí, hasta las cuatro medallas de oro del negro Jesse Owens, siempre
consideré que ponerle límites a la omnipotencia de mis hijos es la tarea de un padre sensato, y yo soy
un padre muy sensato, porque de no ser así, ¿cómo hubiese podido mantener el dominio sobre mis
hijos desde que son mis hijos?
Unas buenas palmaditas en las nalgas es una buena terapéutica a la omnipotencia, y las cuatro
medallas de Jesse Owens fueron cuatro palmaditas en las nalgas del Führer que le hicieron recordar,
por si lo había olvidado, quien era el Gran Demonio.
¡Qué días aquellos! Esa calurosa tarde del 1 de agosto de 1936 iba a ser inolvidable. Adolf en-
trando por la Puerta del Maratón, los sones del himno, la llama olímpica, el griego Spiridion Louis
entregándole un racimo de olivo. Ahí no pude evitar soltar una risotada, ¡Hitler recibiendo un ramo
de olivo! Paradojas de mi mundo. Los atletas alemanes aclamados, la campana de catorce toneladas
que anunciaba el comienzo de la Olimpíada, los once cañonazos que precedieron las palabras de
Adolf, el Aleluya de Haëndel, el dirigible Hindenburg sobrevolando ese estadio que contemplaba con
orgullo su rediseñador Albert Speer, Leni Riefenstahl filmando, ¡qué maravilla! ¿Alguien puede
achacarme que no sé organizar fiestas? ¿Acaso una clave de mi poder es que los humanos vivan
estupidizados, de festejo en festejo? Después vino la payasada de las competencias, los fuegos fatuos
que iluminaban la penunmbra de esa inacabable cueva donde había sumergido a los humanos. Estos
siempre confundieron, y me encargué de que así ocurriera, lo luminoso con lo fogoso, para que,
enmascarado en el deporte, se pudiesen conjurar energías de alta densidad. Los humanos sentirían
escalofríos si siquiera pudiesen sospechar el potencial de poder oscuro que acumulé en estas Olim-
píadas. Cada país representado por un equipo que me entregaba una cuota de energía. Pero, ¿saben
una cosa? Esto no fue más que un ensayo para treinta años después, ahora, el Mundial 2006. ¿Saben

242
otra cosa? Más allá del destino del nazismo mi poder no dejó de crecer, y creció de tal manera que ya
estoy dispuesto, sin ocultamientos, a anunciar mi Imperio en la Tierra de los hombres.
Berlín 1936 no fue un azar, porque nada es un azar en el mundo que yo gobierno, por eso le voy
a dar paso al mandala de 12 demonios para que les expliquen el significado de Berlín y las otras
ciudades que contendrán el Mundial 2006.

243
77

La antigüedad nos encontró enmascarados de dioses en templos egipcios, mesopotámicos, in-


cas, mayas, aztecas, entre tantos otros, y en el cristianismo nos disfrazamos de santos para ser venerados
en iglesias y catedrales. También encontramos en las mezquitas excelentes centros de devoción, y en su
momento invadimos el Templo de Salomón y siempre nos sentimos muy cómodos y respetados en las
sinagogas. Luteranos, calvinistas y sobre todo anglicanos nos alientan con sus invocaciones y pactos, y
hasta el hinduísmo nos ha incorporado en sus ceremonias. ¿Pueden creer que hasta en las pagodas fui-
mos convocados? Sectas de todo tipo nos llaman y allí estamos, siempre estamos porque los 12 demo-
nios del mandala supimos unir el poder político con la religión y esto fue desde siempre, pero no solo
por eso habitamos los cultos sino porque necesitamos ser venerados, tal vez una compensación, según
nuestro psicoterapeuta, al sufrimiento que soportamos en el duro tiempo del exilio.
Ya saben que por tiempos inconmensurables, autoexiliados del Padre, vagamos por el universo,
éramos seres sin morada, y las moradas que queríamos habitar no las soportábamos, y muchos de los
nuestros, antes que pudiesen huir, eran desintegrados por las energías hostiles.
El universo sobre el que pretendimos el poder cuando abandonamos al Padre se manifestaba como
un enemigo agobiante, inacabable e implacable.
¡Infinito universo donde los demonios no encontramos cobijo!, gritábamos desesperados y alucina-
dos en esos espacios vacíos que como bocas gigantescas amenazaban tragarnos.
El odio que sentíamos era demasiado intenso como para resignarnos a volver al Padre, hasta que un
día, por llamar de algún modo a ese cono de sombras por donde viajábamos, llegamos a la Tierra y todo
cambió.
Era la Tierra Prometida, así la nombró el Gran Demonio, la Tierra que él nos prometió cuando
nuestras fuerzas flaqueaban en ese inacabable exilio.
El resto es la historia que ustedes conocen mejor que nadie porque la padecen; lo sentimos, huma-
nos, ahora queremos disfrutar después de tanto infortunio y ustedes han sido la única oportunidad y
esperanza que nos ofreció esta cruel vida para que disfrutemos del alimento que nos mantiene vivos, del
poder que nos hace crecer y de la venganza al Padre que es nuestro deseo más profundo.
Necesitábamos esta digresión, también de algún modo a veces los necesitamos como psicólogos,
siempre nos decimos que los humanos son de multiuso, y nos acostamos en el diván del psicoanalista
para descargarnos.

244
Volvamos a lo que les estábamos contando.
Somos desde el principio venerados en los templos de los hombres, pero siempre ocultos, disfraza-
dos en las moradas de otros.
Y ahora el Gran Demonio nos dio una inefable alegría.
“Hijos, ahora tendrán sus propios templos, porque los demonios vamos a ser venerados por lo que
somos y no a través de los disfraces que nos ocultan”.
Y junto con este anuncio el Gran Demonio nos mostró nuestros 12 hogares, 12 ciudades, 12 esta-
dios, 12 templos, 12 casas astrológicas, 12 procesos que confluyen en el único poder demoníaco sobre
la Tierra.
Como orgullosos dioses, que en eso nos transformamos al revelarnos como demonios, les mostra-
mos nuestros 12 hogares inaugurales que, por supuesto, serán muchos más, muchos infinitos 12.

Aparece una gran estrella con 12 brazos que giran en sentido inverso a las agujas del reloj, y al girar
se muestran 3 svásticas superpuestas. Estas svásticas son los 12 brazos de la estrella que en su giro
condensará la energía que alimenta al sistema.
Berlín sostiene la estrella que es el punto de concentración y distribución porque además de integrar
a los 12 estadios es al mismo tiempo el cuerpo de ellos, conformando así una sólida estructura.

Colonia marca el tiempo, no solo lo marca sino que también lo regentea. El tiempo es un espacio
que se despliega y se absorbe, produciendo en este juego la escritura de la historia.
Es imposible para ustedes, humanos, la comprensión de esta función porque tiene que ver con eso
que llaman dimensiones, y su corta percepción solo alcanza la tercera.

Hablemos de nuestro templo en Dortmund. Esta ciudad concentra en la imaginación de los ale-
manes el foco de la alegría nacional, desde allí se irradió lo que en la jerga popular se denomina
“buena onda”, y que impregna y se manifiesta en cada una de las otras casas astrológicas.
Este matiz de alegría no es ni bucólico ni inocente, es la vía rápida para modificar los estados de
humor, que pueden alterar por descontrol la manifestación colectiva.
Traten de percibir esta interesante manifestación que por su ligereza puede alcanzar rápidamente los
destinos prefijados, otorgando la cuota de energía necesaria para enfrentar un posible desborde de la
pesada densidad producto de la putrefacción a la que permanentemente está expuesto nuestro Sistema.

245
Si bien no es un neutralizante permanente, calma y controla en buena medida los excesos de manifes-
tación de la densidad.
Como cualquier energía se distribuye, se concentra y se termina disipando. El demonio que tiene
su templo en Dortmund es el encargado de administrarla, proyectándola en el momento en que sea
necesaria para el equilibrio del proceso.

La casa de Frankfurt, es más preciso para la comprensión hablar de casa al referirnos a estos
habitats, ya que si bien el núcleo energético está en los estadios-templos, el proceso ocurre en toda la
ciudad, y la casa incluye la totalidad de la ciudad, bueno, les decíamos que la casa de Frankfurt
maneja lo relacionado con la velocidad.
Entiéndase bien, la velocidad manifiesta en todas sus formas, como ritmo, distribución, resolu-
ción y fundamentalmente como energía.
Concretamente, en Frankfurt se concentra la energía suficiente para implementar el funciona-
miento de la velocidad en las 12 casas para de ese modo equilibrar la comunicación, la circulación, la
concentración y la distribución.

Gelsenkirchen controla la transición entre presente, pasado y futuro, regulando de este modo el
desarrollo del proceso en las 12 casas.
Así el proceso logra un equilibrio relativamente cercano a la armonía. Este es uno de nuestros
traumas más profundos, porque la armonía es patrimonio del Padre y los demonios solo podemos
alcanzar un precario y transitorio equilibrio.
“Algún día llegaremos a apropiarnos de la armonía”, nos prometió el Gran Demonio, y si el
Gran Demonio lo dice así debe ser.

Hamburgo es el segundo anillo de poder ya que es límite de contención de la energía de las 5 ca-
sas anteriores. En Hamburgo se filtra el poder hacia la doceava casa, por lo tanto su tarea es ejercer
un control muy estricto entre los 2 hemisferios de 6 casas cada uno.
Esta casa distribuye la energía del primer hemisferio al segundo en giros inversos, combinados y
regulados al gran movimiento de la totalidad del proceso.
Es inútil que tratemos de explicarles este complejísimo funcionamiento que implica a las 12 ca-
sas, porque la mente humana está incapacitada para comprenderlo, solo podemos decirles que la
distribución se hace de manera impecable.
La casa de Hamburgo es un admirable y maravilloso complejo rítmico de distribución.

246
Hannover tiene como función la recolección y redistribución de las energías disipadas.
¿Qué son las energías disipadas? Aquellas que por alguna razón se pierden en el proceso de distribu-
ción. Es muy escasa la pérdida en cada momento del proceso, pero como los momentos son constantes,
las pérdidas de energía son considerables. Esto hace que la recuperación sea muy importante.
La energía recuperada retorna por canales secundarios a la red de distribución principal, produ-
ciendo en cada ingreso un golpe que fortalece y reactiva el Sistema.

En Kaiserslautern se manifiesta la estructura medieval que tan buenos resultados nos dio en esos
siglos. Desde esta casa se teje una red que mantiene unida a las 12 casas desde el modelo que imperó
en el Medioevo, es decir respetando un principio de individualidad pero participando de la estructura
global.
Esto es: el proceso exalta la individualidad, pero siempre teniendo presente la participación en el
modo de respeto jerárquico hacia la unidad que regula el funcionamiento general.
Mientras esto se respete el equilibrio está asegurado.

La casa de Leipzig regula la energía a través del sonido en todas sus manifestaciones, desde la
lengua hablada hasta la música, pasando por toda forma de vibraciones sonoras.
El sonido en sus distintas manifestaciones tiene el epicentro en Leipzig, desde donde todas las
sonoridades son controladas.
Conviene aclarar que la energía a través de la sonoridad se contrae y se expande provocando
grados de vibración que en un eco de resonancia se transmite hacia las 12 casas, imponiendo a estas
el grado de tonalidad que le corresponde.
Así funciona la orquesta del Sistema.

Si hay un lugar donde se manifiesta la naturaleza conservadora es la ciudad de Munich. Aquí es-
tá valorada la conservación de la tradición. ¿Y qué es la tradición? El origen que determina qué es lo
que hay que hacer y como se hace, como también qué es lo que no hay que hacer y porque no hay
que hacerlo.
La preservación de la tradición es fundamental para cualquier manifestación operativa, dado que
es la que indica el horizonte hacia donde debe dirigirse la experiencia.

247
En Nüremberg pasamos al grado de representación cultural.
¿Qué es lo cultural? La personalidad que la energía registra en su modo de manifestación.
Esto significa que la energía debe tener una identidad única en cada una de las 12 casas donde opera.
Esta es la identidad que es necesario sostener para que la energía sea reconocida y aceptada.

Stuttgart cierra el círculo contenedor y establece el límite entre la interioridad y exterioridad del
Sistema.
Esta función es de suma importancia pero de difícil realización dado que se encuentra en el mar-
gen permeable donde la tentativa de invasión de energías extrañas al Sistema es permanente.
Para cumplir esta función recibe una cuota adicional de energía por la cual se le exige una
máxima eficiencia en su tarea.

Bueno, los dejamos porque ahora vamos a darnos una vuelta por nuestros templos, es como un
aperitivo para el banquete que se viene.

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78

Andriy Shevshenko llora por Ucrania.


Andrei Rusol también llora por Ucrania.
Y Aleksandr Shovkosky, y Andrej Voronin, y todos los demás lloran por Ucrania, porque Ucra-
nia navega en ese estallido de lágrimas que formó el Dnieper.
Misterio de Ucrania, godos, cosacos, tártaros, polacos, rusos, todo eso y mucho más es Ucrania
porque desde allí nació Chernobyl, que sigue impregnando el mundo astral, y allí están en Chernobyl
esos jugadores con las caras sucias y el alma helada, y Andriy Shevshenko reflexiona.
“La devastación es la primera evidencia.
¿Y qué es la devastación?
La destrucción de la estructura consciente e inconsciente, que se fue conformando con las viven-
cias acumuladas a través de los siglos y que unificó nuestra existencia hasta habernos creído indes-
tructibles, pero todo es destruible y la destrucción sucedió. Solo había que esperarla porque era inevi-
table.
El Chernobyl interno hizo estragos, desactivó principios, confundió expectativas, pero sobre to-
do anuló el futuro y sin ese futuro nada puede concretarse, por eso estamos destruidos”.
Asita Varsaghana está allí, con los jugadores de Ucrania para decirles.
“Te entiendo Andriy, los entiendo a todos, la desintegración de Chernobyl fue interna y los hun-
dió en la angustia de la imposibilidad de ser algo porque solo se puede ser algo cuando se forma
parte de algo.
Pero también hay algo que están negando y es la fe. Es la fe del ave Fénix que resurgió de sus
cenizas.
Nada en este plano se destruye, todo se transforma y en esta transformación lo que era caos se
transforma en sentido.
No deben permitirse aflojar porque entonces el tedio y el sinsentido los terminará de destruir y
serán el jugoso alimento del Gran Demonio, y entonces esa transformación, que alguna vez inevita-
blemente ocurrirá, se dilatará por tiempos humanamente incalculables”.
Serghy Fedorov lo mira al Rishi para decir:
“Ucrania, sensual sensación de una tierra marcada por extremas experiencias.

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Ucrania, realidad desdibujada, tengo la misión de redibujarte para divisar tus caminos y seguir-
los hasta encontrar tu sentido, Ucrania, que es el nuestro”.
En el silencio los jugadores de la Selección de Ucrania van desapareciendo del Aleph.

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79

Adytia surge en el horizonte marcando una separación de los planos astral y físico. Ambos
constituyen lo que se denomina planeta Tierra pero el hombre ignora la dimensión astral y trata
inútilmente de comprender los sentidos de los acontecimientos, y hasta de su propia vida, tratando de
develar el secreto donde el secreto no está. Y como no encuentra la realidad la inventa, la construye,
la explica en un juego que los sabios han llamado ilusión.
Y todo es mucho más simple, por supuesto más simple si se despierta la mirada interior que
puede mirar ese mundo astral donde están las claves de la película que luego se proyectará en el
plano físico.
Si el hombre sigue ciego nada le impedirá creer que un azar que no puede explicarse y la maldad de
los hombres malos sea la causa de los desastres. Y seguirá tratando de controlar al mundo para que no
ocurra lo no deseable, y sin embargo todo sigue ocurriendo, segundo tras segundo, ante la desesperada
mirada atónita que quiere ser omnipotente y sucumbe a cada instante en una inevitable impotencia.
Los hombres enfrentan a un destino que no comprenden porque en el plano físico de la Tierra no
hay nada que pueda comprenderse a pesar de las teorías que tratan de explicarlo todo, y lo que no
puede explicarse hoy, seguramente encontrará su explicación algún día.
El Rishi Adytia les enseñará a los hombres a abrir su mirada astral, y entonces los secretos del
mundo empezarán a ser revelados.

Yagñavalkya Vagasena tiene una compleja misión: recuperar para El Padre los conceptos que se
robaron los demonios. Este fue el robo más espectacular que llevaron a cabo las huestes del Gran
Demonio, porque teniendo la posesión de la estructura conceptual pudieron llenarla con los conteni-
dos de oscuridad que imperan en la mente de los hombres. Y con estos contenidos nacieron las civi-
lizaciones construidas a partir de los conceptos oscuros de religión, arte, política, ciencia, filosofía,
moral y todos los conceptos que, proyectados, arman ese aquelarre que los hombres llaman realidad.
Cuando Yagñavalkya Vagasena le reintegre al Padre estos conceptos, una nueva realidad nacerá
ante la mirada sorprendida de los humanos.

251
Se abren las grandes puertas de un templo, es el templo de lo entrañable.
Mandukayani es el portero que abre esas puertas que conducen hasta lo más profundo del alma
donde yace lo entrañable.
La misión del Rishi es despertar a lo entrañable dormido, dormido desde que los demonios lo
anestesiaron en aquellos incomprensibles y oscuros tiempos del origen.

¿Qué es el mar? Un misterio insondable que los hombres ignoran y que el Rishi Mandauya conoce.
Y como el Rishi conoce este misterio El Padre lo envió a regir el mar para que lo purifique en la
pureza de su vida que los hombres han mancillado.

Kautsa es el guardián del orden que impera en todo lo existente en el Universo del Padre.
Desde el orden subatómico hasta los órdenes galácticos, y desde el orden de los ángeles hasta el
que mantiene las más altas jerarquías celestiales son supervisadas por Kautsa.
“¿Qué son los demonios?”, pregunta el Rishi y él mismo responde:
“Un instante de desorden que inevitablemente, por ley del Padre, se recompondrá en orden, por-
que así está establecido”.

Mahitti tiene por misión organizar y ordenar la energía temporal para que no se disperse.
Es una cuestión de imantación que ejerce el Rishi, para sostener el alineamiento entre el ayer, el
hoy y el mañana, y que opera la ley de correspondencia en los momentos temporales.
Un modo de representar el movimiento del tiempo es intuirlo como una proyección espacial que
parte de un punto, el pasado, su manifestación que es el presente y la consecuencia de esta manifes-
tación, que es el futuro.
Las dos formas laterales, pasado y futuro son el origen y consecuencia del presente, que es la
presencia consciente de esa energía.
Sin embargo estos tres momentos son los modos en que la mente los registra,consciente cuando
el tiempo es el modo de manifestación de todo acontecimento presente, e inconsciente en los estados
de pasado y futuro.
El Rishi, desde un estado de conciencia más allá de la mente, ve en un solo punto sin movimien-
to cualquier acontecimiento que la mente solo puede percibir en su triple movimiento temporal.

252
El Rishi Vamakakshayana dice:
“¿Saben de qué tengo que ocuparme? De algo que por tan simple raramente es aceptado. ¿Y qué
es ese algo? La familiaridad. ¿Y qué es la familiaridad? La sensación de que se está donde se debe
estar, sin sentir ninguna incomodidad por esta situación.
Claro, esta actitud es muy difícil de asumir porque parte del hecho que siempre se está donde se
debe estar y la mente continuamente proyecta el deseo de querer estar donde no se está.
En este estar la mente no posee en el apego ni rechaza en el disgusto, solo acepta lo que es y en-
tonces se detiene, esto es lo que afirman los yoguis, detener los movimientos de la mente, y al dete-
nerse la mente aparece la intuición que puede ver y al ver entiende, o mejor dicho ver y entender son
lo mismo.
¿Y qué ve o entiende la intuición en ese instante en que la mente de detiene? En ese efímero
punto que mira ve encerrado el sentido del universo.
Pero para que esto sea posible es necesario la familiaridad que voy a tratar de inculcar en los hombres.

Soy un humano y me sobresalto ante la presencia del Rishi Yagñavaras Ragastambayana.


Y no puedo menos que sobresaltarme porque el Rishi se presenta como un fuego arrollador.
Sin embargo, el sobresalto solo dura un instante porque a pesar de su aspecto de fiereza, este
fuego no destruye sino que a su paso limpia y purifica, y por lo tanto alivia.
El maestro Yukteswar, que está a mi lado, hace un gesto de aprobación y dice.
“La imagen es perfecta, el perder o cambiar provoca temor, pero ¿qué otra cosa es la purifica-
ción sino deshacerse de aquello que es lastre para la experiencia?
Significa temor porque el anclaje del hábito en la conciencia se arraiga con fuerza de posesión,
posesión del espacio en que se revela y manifiesta, y privarlo de ello causa temor.
La única forma de erradicarlo es mediante el fuego violento y purificador que reduce a cenizas
su no deseada existencia”.

Turukavasheya es el rey de los espíritus, pero entiéndase bien, de los espíritus, no de lo espiritual.
Es el Señor del espíritu del bosque, del espíritu de la montaña, de los espíritus de los ríos y de
los mares, y de todo aquello que en la Tierra tiene un espíritu representativo.
¿Y quiénes son estos espíritus tan particulares? Son las energías que impregnan cada experiencia
del hombre. ¿Se entiende? Por decirlo de otro modo, están del otro lado de todo aquello que el hom-
bre no puede traspasar porque se detiene ante el límite del respeto, la admiración o el temor. Es la

253
experiencia del desconcierto ya que no lo puede ni aprehender ni entender, entonces se comunica con
el espíritu representativo que existe ancestralmente en su conciencia.

Lo veo a Pragapati conduciendo un ascensor, por supuesto aparece cuando el vehículo se hace
visible en el piso donde estoy estacionado.
Amablemente abre la puerta de ascensor y me invita a pasar.
Como no me atrevo a subir, soy un integrante del mandala de convocantes, lo miro al maestro
Yukteswar como para que me de una respuesta.
“No te asustes, Pragapati conduce el ascensor de los distintos niveles de conciencia.
Tampoco te preocupes por tu actitud porque es totalmente esperable que toda propuesta de cam-
bio de nivel de conciencia produzca un temor incontrolable.
Estás tan apegado a tu nivel mental que lo crees la sustancia de tu identidad y piensas que si lo
abandonas te disolverás en el vacío.
Eso es lo que te dicen los demonios para que no los abandones.
Confía en Pragapati, el Rishi te llevará a universos maravillosos que moran en regiones de tu
alma que ignoras totalmente”.
Lo miré a maestro Yukteswar, ahora con una mirada de confianza y acepté la invitación del
Rishi ingresando al ascensor que me llevaría a mi universo interior.

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80

Humanos, humanos, humanos, ¿cuántas veces podré repetir ese nombre humanos sin sentir
náuseas? Merecedores del gran desprecio, como se los dije a través de mi fiel hijo Nietzsche. ¿Saben
que llegaron a aburrirme a mí, el Gran Demonio? Me aburren desde hace ya tanto tiempo, creo que
desde nuestra noche de bodas en el infierno, y les confieso que la historia, esa historia por donde se
despliegan o creen desplegarse y que tantos enigmas les trae, aunque no lo puedan admitir, jamás lo
admitirán aunque algunos lo sospechen, no es más que producto de mi gran aburrimiento.
Desde mi solitario reino, ¡Qué mayor soledad que la de un Gran Demonio! A veces los miro a un
poquito de ustedes preguntar, porque desde que los conozco siempre son muy poquitos los que se
atreven a preguntar, por supuesto sin saber a quienes preguntan, algunos suponen que a Dios, otros a
su conciencia, vi también a unos cuantos preguntarle a la Nada porque no creían posible la respuesta,
y las preguntas son siempre las mismas, ¿por qué todo cambia y nada dura, ni hombre, ni civilizacio-
nes, ni objetos, ni acontecimientos? Y yo, el Gran Demonio soy el que contesta porque a mí, aunque
lo ignoren, porque como alguna vez les confesé viví ocultándome, es al único que preguntan, y yo, el
Gran Demonio, soy el único que les contesta.
¿Y qué les contesto? A primera idiotez que se me ocurre, a veces respondo que por causas eco-
nómicas, otras étnicas, y toda una gama de respuestas absurdas porque les hablo de la religión –es un
gran pretexto–, o del desmesurado desarrollo de la tecnología, o que la causa del cambio es que los
humanos siempre están ansiosos de cambiar porque desean progresar, y ustedes son tan idiotas que
se lo creen, y escriben libros repitiendo y analizando lo que les digo, y lo más divertido –para mí, por
supuesto–, son las violentas polémicas que se desatan y que a veces terminan en revoluciones y
guerras.
Ya les dije todo esto me divierte y a veces mucho, y como estamos en el tema del cambio tam-
bién cambia mi estado de ánimo, y muy pronto vuelvo a aburrirme y tengo que agudizar mi ingenio
para inventar algo y entretenerme aunque sea un ratito más, porque esa es la vida de un Gran Demo-
nio, unos ratitos de entretenimiento, cierto juego placentero en medio de un tedio gris.
Tedio gris, ¿suena poético, no?
Humanos, pasó ya un largo tiempo desde que nos conocimos, que tuve la desdicha de conocer-
los, porque muy pronto defraudaron mis expectativas y entonces quise salir de la nefasta relación
pero ya no pude, la trampa estaba tendida porque ustedes eran la fuente de alimentación, tanto mía

255
como de mis huestes demoníacas, y nos convertimos en sus esclavos y jamás pudimos dejarlos. ¿Qué
mayor esclavitud puede tener un Gran Demonio que necesitar dominar a los hombres para alimentar-
se y sobrevivir en una absurda existencia signada por el dolor?
¿Hubiese sido preferible ir a buscar la energía a otros rincones del universo y no quedar captura-
do en este ridículo planeta?
Estoy seguro que debió ser así, pero ya jugado lo único que me quedó para sobrevivir al aburri-
miento fue tratar de obtener alguna cuota de placer, y el único modo de obtenerlo es haciéndolos
mover como marionetas y que cometan todo tipo de estúpidas insensateces, como las que hicieron
para mi gran regocijo al construir el Egipto de los faraones o el Imperio Romano, bueno, en realidad
los construí yo y los administraron mis demonios. ¿Y qué otro sentido tuvieron que el de funcionar
como un espectáculo de vodeville para mi exclusiva diversión?
Y si de diversión se trata siempre fueron las guerras mi diversión preferida, no solo me sirven
para alimentarme con la sangre que me ofrendan los hombres, ese pequeño placer que le es permitido
a un Gran Demonio, sino que el sufrimiento extremo es lo único que aplaca mi sed de venganza por
tenerme capturado en este infame y maloliente planeta.
Y desde el primer caníbal hasta la muerte, en los albores de este Mundial, de mi fiel hijo, el jor-
dano Abu Mussaba Zargawi por las huestes de mi otro fiel hijo George W. Bush, océanos de sangre
he bebido e incontables y monstruosas civilizaciones he construido con el juego de mi venganza.
Y así construyo mundos y cuando me aburro los destruyo, y a veces los dejo agonizar largo
tiempo antes de destruirlos porque primero quiero enfriarlos, porque la venganza se come en plato
frío, y así se la puede saborear muy lenta y plácidamente. De más está decir que el plato de la ven-
ganza otorga un placer especial cuando se lo rocía con el vino de la sangre.
Y yo puedo jugar a gusto porque ustedes creen que son los que están jugando al excitante juego
del poder.
Uno de los juegos que inventé fue el que denominé Modernidad, la edad de la razón, la educa-
ción, la democracia y la ciencia, la juridicidad, la política, el capitalismo, el arte, la literatura, las
revoluciones, el progreso, la filosofía, las humanidades, todas estas ideas que sembré en la mente de
los humanos y para eso movilicé no solo a los demonios del mandala del poder sino a toda la intelec-
tualidad del infierno.
Y salió un bomboncito, con decirles que hasta le dí un toque de protestantismo a los últimos pe-
dazos que quedaban de la religión.
Todo funcionaba a pedir de boca y la Gran Guerra del ´14 en comunión con la Revolución Rusa
me habían brindado un opíparo banquete.

256
Pero todo salía tan bien que terminé aburriéndome, en el fondo como me ocurría siempre, muy
pronto se me pasaba la excitación de la guerra de Troya o la Revolución Francesa.
Pero este aburrimiento tenía un aditamento.
En mi trabajo de Gran Demonio diseñé muchos modelos de hombres, el héroe, el esclavo, el fi-
lósofo de la antigüedad, el religioso, bueno, todos los que ustedes seguramente conocen, pero este
modelo moderno del burgués era un espanto.
Por supuesto, era tan cruel como cualquier otro, y hasta podía matar más sutilmente porque su
racionalidad, la que yo le incorporé, tenía una astucia superior a la del bárbaro de otras épocas. Para
ser honesto no tenía de qué quejarme, pero había algo que no cerraba a mi estética demoníaca.
Era demasiado feo, feo y cobarde porque la ambición del dinero es solo la antesala del infierno y
no se atrevía a pasar de allí, y a esta altura de mi paso por la Tierra, ya soy un viejo Gran Demonio,
necesitaba algo más fuerte, un hombre que se atreviese a penetrar los más oscuros abismos, un hijo
digno de un padre como el Gran Demonio.
Y a este hijo lo encontré en Adolf Hitler.
No me fue difícil convencerlo porque le prometí que pasaría a la historia como el gran purifica-
dor de la humanidad, algo que ningún emperador había conseguido, y el plan que debía encarnar era
el asentamiento del antiguo poder ario sobre la Europa actual.
Y se lo dije muy clarito.
‘Adolf, este poder debe estar constreñido a los límites naturales de una Europa tal como anti-
guamente fue constituída por la dominación bárbaro-aria’.
El sería el Señor Todopoderoso que implantaría nuevamente al señorío ario sobre Europa.
Claro, Adolf no era un novato en cuestión de pactos, venía de una larga trayectoria y algo de eso
vamos a ver en la Misa de Coronación, pero ahora había que concretar un pacto realmente grosso.
¿En qué consistía este pacto?
Hagamos un poco de sociología.
Había un desarrollo cultural y económico profundamente expandido en la raza judía, su unidad
religiosa, su inteligencia y habilidad para la administración habían trazado redes muy amplias y
profundas en la Europa de ese momento.
La raza judía que manejaba el potencial de poderes de esa red, debía ser entregada intacta y nin-
guna simiente de la misma debía quedar en pie.
Esta red significaba la racionalidad capitalista que por su condición de universalidad había in-
cluido a católicos, protestantes y ateos de diferentes marcas y colores.

257
La Modernidad fue un juego que alenté frente al desgastado mundo medieval, pero cuando me
aburrí decidí, como hago siempre cuando algo termina aburriéndome, que debía pasar a otra cosa.
Esa otra cosa era Adolf Hitler.
¿Saben lo que pasó? Este plan moderno capitalista tenía una lógica de desarrollo racional, y les
confieso que para mí lo racional, que implica una medida, me repugna.
En un momento fui un Gran Demonio moderno, este plan era necesario, y por qué negarlo, me
dio grandes satisfacciones, pero yo soy un ser multifacético y desmesurado, y además la energía
cosechada en la Primera Guerra y en la Revolución Rusa se estaba agotando y necesitaba un buen
refuerzo que Adolf Hitler se encargó de brindarme.
Hay algo que quiero que tengan en cuenta, yo también vivo en la vida de mis hijos, ¿se imaginan
convirtiéndome en un Gran demonio que solo se preocupa y ocupa del mundo financiero? ¡Qué
tristeza un Gran Demonio mercachifle!
Es natural que en el plano humano por mi desmesurada condición demoníaca me tengo que sen-
tir mucho más cómodo identificado con Aquiles, Alejandro Magno, Atila o el Ghengis Khan, que
con un burgués glotón y grotesco.
Y Hitler era una muestra de todo eso.
El problema fue, que como ya les expliqué, le dije a Adolf que el plan debía centrarse en Europa,
pero se metió con los japoneses, Estados Unidos terminó involucrándose en la guerra, y aunque le
advertí que no tratase de invadir Rusia porque yo me encargaría de contener a mi fiel hijo Stalin...,
pero todo fue inútil, de tal palo tal astilla y mis genes de desmesura me hacen tener hijos desmesura-
dos que terminan haciendo desastres y fracasando.
Pero no acostumbro ser un Gran Demonio quejoso, y tengo que reconocer que la Segunda Gue-
rra me ofreció el banquete jamás imaginado en ninguna otra etapa de la historia.
Las guerras siguieron, por supuesto no pueden no seguir, Corea, Vietnam, ahora Irak con este
muchacho Bush, que es una caricatura de Adolf y al que terminan corriendo con coches bomba, por
supuesto todo esto es divertido pero ya no es rentable a las necesidades del Sistema.
Después de la Segunda Guerra, nunca creí en eso de la Guerra Fría que teminó en una payasada
con la caída de la U.R.S.S., tuve que reconocer que para mantener el infierno en la Tierra que había
sabido construir, era necesario conseguir otras fuentes de energía.
Ahora les cuento como se gestó la salvación del infierno.

258
Cuando alenté a los ingleses a que inventasen algún deporte que me aportase la energía de las
masas y los ingleses inventaron el fútbol, entonces no pude imaginar que estaba naciendo la eterni-
dad del mundo demoníaco.
En sus comienzos no pasó de ser una limitada fuente de energía, pero como digo yo, todo suma,
un campeonato de fútbol, otro de ping-pong, y hasta una reyerta conyugal.
El secreto de mi éxito es que nunca subestimé ningún conflicto de la Tierra, y para mí fue tan
importante el desembarco en Normandía como lo son las travesuras de los hooligans en Manchester.
Volvamos al fútbol. En los años ´30 del siglo pasado organicé un Campeonato Mundial que se
fue repitiendo cada cuatro años, hasta su interrupción por la Segunda Guerra, y luego se reanudó en
el ´50, pero solo 8 años después, en Suecia, me despertó un cierto interés y en el ´70, en México, con
la batuta de Pelé y el triunfo espectacular de Brasil –ya estábamos en la era de la televisión–, empecé
a ver este juego de otra manera, y esa otra manera es verlos con los demoníacos ojos de de la ambi-
ción. En Alemania ´74, con la aparición de Holanda, la “naranja mecánica”, tuve la sospecha que
estaba ante algo trascendente, pero me cayó la ficha cuando a comienzos del ´78, Jafael, un demonio
que tenía a su cargo la Secretaría de Fútbol del Sistema, me pidió una audiencia.
Jafael me informó que unos militares que gobernaban Argentina, y que me habían sido muy fie-
les con la tortura, el asesinato y la desaparición de personas, querían hacer un nuevo pacto. Y éste
consistía en que si ese país ganaba el Mundial, me entregarían a toda la población, que en estado de
delirio colectivo saldría a festejar.
Acepté inmeditamente la propuesta y ahí tuve la certeza que el Sistema estaba salvado.
La música popular y el fútbol tenían que convertirse en nuestra principal fuente de alimentación.
Maradona, Bob Dylan y otros serían los arquitectos de mi Imperio.
Y así llegamos a Alemania 2006, donde en la Misa de Coronación seré consagrado el Emperador
del planeta Tierra.
Quisiera seguir charlando con ustedes, pero sepan disculparme porque me reclama el demonio
sastre para probarme los vestidos imperiales que luciré el 9 de junio en el Allianz Arena, de Munich.
Hasta pronto, cuando vuelva a dirigirme a ustedes ya seré su indiscutido Emperador”.

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81

El mariscal Francisco Solano López murió en la espesura de Cerro Corá, el 1° de marzo de


1870, cuando un tiro de Malincher hizo blanco en su corazón, para después, inútilmente porque ya
estaba muerto, un lanzazo le atravesase la espalda para asegurarse de su muerte.
Esa noche después de muerto soñó, porque los muertos también sueñan, sonó con la muerte de
su Paraguay asesinado por esos tres grandes demonios de la Triple Alianza.
En la pesadilla de su muerte Francisco Solano López soñaba con fantasmas desolados gimiendo
en los esteros, fantasmas de esos muertos que lo acompañaban en su muerte y esos fantasmas de
sobrevivientes que también gemían detrás del velo negro que todavía los separaba de la muerte y los
mantenía en la vida.

Y del lado de la vida 23 hombres cargaron su cadáver y se lanzaron por caminos sin rumbo,
huyendo de los enemigos a los que olfateaban en el aire de la selva. Buscaban un entierro digno para
el mariscal.

Y del lado de la muerte los tres demonios vencedores se metieron en el sueño de Francisco Sola-
no López y le propusieron negociar.
El vencido se asombró: “¿Por qué los vencedores quieren negociar con un pobre muerto? ¿Qué
puedo ofrecerles si ya nada tengo?”, esas palabras sonaron asombradas en la pesadilla de la muerte.
“Francisco, tienes algo que nos interesa”, contestaron enigmáticos los vencedores. Francisco So-
lano López levantó los brazos para expresar su incertidumbre y los vencedores extendieron una mesa
plegable que siempre llevaban consigo donde desplegaron un documento con los términos del pacto
y una pluma para firmar con la sangre todavía caliente de una muerte reciente.
“Tu alma, Francisco, o lo que queda de ella, permítenos que dispongamos de ese alma y a cam-
bio te prometemos que volverás a tener un puesto de honor cuando regreses a la vida”.

Los 23 siguieron caminando después que enterraron a su venerado mariscal, caminaron a veces
por el mundo de los vivos y otras por el de los muertos, y caminaron durante penosos 136 años,
hasta que ya convertidos en futbolistas importantes llegaron a Alemania a disputar este Mundial.

260
Ahora volvían a querer, como inútilmente quisieron durante tanto tiempo, la revancha para recu-
perar la gloria y el poder perdidos.
Pero empiezan a comprender, después de vagabundear por selvas e infiernos, que no hay pacto
satánico que pueda darles lo que ansían, porque el Gran Inversor, es el mismo que prometió primero
y los traicionó después con los tres grandes demonios de la Triple Alianza.
El Rishi Adytia se presenta en el vestuario donde los jugadores de la selección paraguaya se es-
tán preparando para el entrenamiento y les propone guiarlos hacia un destino más glorioso, pero este
es un destino que no les ofrece poder y fama en el mundo sino una gloria espiritual mediante la cual,
como servidores del Padre, podrán recuperar el alma perdida hace tanto tiempo.
Carlos Gamarra es el único que entre los desconcertados jugadores se atreve a dirigirse al Rishi.
“Señor, su presencia me desconcierta, nunca alguien de su dimensión espiritual se dirigió hacia
mi humilde persona, soy un hombre simple y no solamente me siento incómodo ante todo esto sino
que no salgo de mi asombro por lo que nos acaba de decir.
Pero a pesar de todo quiero que tenga usted presente que de mi parte, aunque no entiendo esa
gloria espiritual de la que nos habla, confío en sus palabras porque siento que la pesadez se ha esca-
pado de mi cabeza y mi corazón se siente más aliviado en esta tortuosa espera del comienzo del
Mundial”.

En la pesadilla de la muerte Francisco Solano López, está desfalleciente, casi sin sangre en el
cuerpo, y como las piernas ya no lo sostienen, tiene que arrodillarse para no caer aún más profundo
en otros pozos de la muerte.
La risa del Gran Demonio le taladra los oídos y escucha su ironía.
“Esta es la actitud que me agrada, de reconocimiento y reverencia plena, pero no hace falta que
te humilles porque no he venido a que me rindas pleitesía”.
La furia suena impensada al salir de esa patética figura que se sigue desangrando, resistiéndose a
la última caída.
“No me reverencio ante ti, viejo sinvergüenza, estoy agotado en esta muerte que no termina de
matarme, vete y déjame en paz”.
“¿En paz, mariscal Solano López?
Qué extrañas suenan esas palabras en tu boca.
Pero dejemos esta inútil discusión y pasaré por alto tu falta de consideración hacia mi persona.
Borrón y cuenta nueva, ¿no es lo mejor, Francisco?

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Entrégame cien almas diarias y con esa modesta cuota ya te permitiré firmar el pacto de un nue-
vo nacimiento, por supuesto mucho más feliz que el anterior”.

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“¿Cómo puedo confiar en quien solo pronuncia mentiras? Demonio infame, primero me llevaste
a la guerra y después inclinaste la balanza hacia esos tres demonios aliados.
No hay pacto y que Dios en algún momento alcance a perdonar mi tremendo error”.
“Volveré a verte, nunca renuncio a mi presa”, dice el Gran Demonio desapareciendo.
Aditya llega y confundido Solano López al ver al Rishi cree que es Dios que viene en respuesta
a su pedido y le dice:
“Señor de todos los mundos, soy tu esclavo, libérame de este peso que comparto con mi pueblo.
Todo fue oscuro y tenebroso en Cerro Corá en una noche sin luna, sintiendo correr en mis talo-
nes a los diablos agazapados que buscaban alimento en mi carne”.
El Rishi lo ilumina para liberarlo de esa pesada angustia.
“Despierta del abismo de tu muerte y verás que un rayo de luz se filtra en tu pesadilla.
Sabe que no soy Dios sino uno de sus colaboradores y estoy aquí para ayudarte a ti y a tu pueblo
a encontrar la paz.
Y no la encontrarás en el expandir los límites sino en despojarte de esos límites que anidan en el
corazón de hombre y obstruyen la verdadera libertad que es la de encontrar al Padre”.

Ahora en el mundo de la vida, el técnico Aníbal Ruiz analiza con sus jugadores los rivales que
tendrán que enfrentar en la ronda inicial.
Inglaterra será el primero, y en una pizarra con un marcador va señalando como deben armar una
cerrada estructura defensiva...

263
82

Una bruma opaca el Aleph, pero al irse disipando aparece un anciano de muy avanzada
edad escribiendo en un pergamino, pero tanto los materiales de ese pergamino como los de la pluma
y de la tinta provienen de otra galaxia.
Este anciano es Vatsanapat Babhravas y lo que escribe relata el proceso de los tiempos, pero no
de los tiempos del hombre sino de los tiempos del alma desde su caída en la Tierra hasta su libera-
ción en la Energía del Padre.
El Rishi señala que en este Universo nada escapa a ser registrado.

¿Qué es vivir para un hombre? Acumular experiencias. ¿Y qué es una experiencia? Un movi-
miento de energías que tienen distintos grados de densidad o sutileza.
El Rishi Vaiganaprayana dice que estos grados energéticos se denominan climas, y estos climas
son los que envuelven las experiencias. Así una guerra está envuelta en un clima de extrema densi-
dad y una meditación genera un clima de extrema sutileza.
El clima es el espacio que preserva y ordena la experiencia al establecer el límite para no ser in-
vadida por otras experiencias.
Los videntes pueden ver un clima como un huevo horizontal que contiene la experiencia y cuan-
do esta concluye toma una forma vertical liberándo por los extremos los resultados de la misma. Si la
experiencia fue luminosa la energía se libera hacia arriba y hacia abajo si es oscura, quedando regis-
trada en el inconsciente.
Vaiganaprayana cree innecesario resaltar que la historia de la humanidad terminó constituyendo
una infernal argamasa de experiencias oscuras, por eso el insoportable clima de densidad que invade
el planeta.
El Padre le ha pedido al Rishi que trabaje para transmutar el clima de la Tierra y así esta pueda
convertirse en el habitat de la experiencia del alma, que es la única que tiene sentido en la vida de un
hombre. Todas las demás son una trampa de los demonios.

“¿Cuántos modos hay de ver el mundo?”, pregunta el Rishi Kanviputra a los lectores y pronto el
Rishi comprende que los lectores, o por lo menos un número sugestivo de estos, creen que hay un
único mundo y una única mirada.

264
Evitando caer en el desaliento, “va a ser muy difícil trabajar con estas limitaciones”, piensa y di-
ce esperando que alguien lo entienda.
“Hay muchas miradas, tantas como mundos mirados, pero elijamos una, mirar al mundo como
un sistema de señales.
¿Saben cuál es mi labor? Trabajo de señalero para los que se atreven a ingresar a ese mundo.
Tengo un gran depósito de señales y basta con que alguien me pida que quiere transitar por la vida sin
equivocarse, yo le iré señalando paso a paso el camino que debe seguir y que lo conducirá al Padre”.

Al Rishi Ghritakausica El Padre le ha encomendado varias tareas.


● A medida que se desarrolle este proceso debe ir incorporando la energía adecuada a cada mo-
mento del mismo.
● Decodificar la energía del proceso para hacerla receptiva a la capacidad de cada humano.
● Abrir la percepción de la eternidad para romper con la idea de proyecto en el tiempo.
● Regular la válvula por donde irá drenando la energía residual a medida que va transmutando.
● Ir dosificando el ingreso de la energía para que se cumpla el proceso de acuerdo a lo planificado.
● Proteger los canales tomados por los demonios.
● Informarle en forma permanente al Padre acerca de la evolución del proceso.
● Congelar la energía oscura para que pueda operar la energía de los Rishis.
● Resquebrajar las estructuras demoníacas para que se filtre la luz
● Verificar la resistencia de los canales que se van a ir formando para intensificar la energía.
● Traducir el procesamiento de la energía del Plan al mundo conceptual.

Pathi Saubhara tendrá como misión hacer cumplir en la Tierra las leyes del Padre. Y si las tiene
que hacer cumplir es porque es evidente que el hombre no las cumple.
Va a ser una tarea ardua pero así lo requiere la armonía universal.

Vasvarupa Tvashtra es el encargado de acelerar o desacelerar los tiempos de acuerdo a las nece-
sidades en cada experiencia.
“En verdad –dice el Rishi– el tiempo solo existe en el limitado espacio mental del hombre, por
lo tanto cada momento es producto de la ilusión de moverse hacia un lado o hacia el otro.
Esta ilusión provoca la lentitud o la rapidez porque si el tiempo y su velocidad fueran reales
habría que producir tantas vías de circulación como ninguna mente podría imaginar.

265
De todos modos es necesario que esta ilusión sea administrada y esa es mi tarea”.

“Maestro Ayasya Angirasa tengo una inquietud”, le expresó un humano al Rishi y le transmitió
esa inquietud.
¿Por qué el movimiento es una manifestación permanente de la mente?”.
Y así respondió el Rishi que era el encargado de la concentración de la mente. “Ten en cuenta
que la mente es movimiento, no tiene otra forma de manifestación. Es su naturaleza y su realidad, es
como las ondas que se reproducen en la superficie de un lago cuando arrojas una piedra, estas existen
mientras son visibles y la visibilidad para la mente es el movimiento.
En el plano cuando algo se mueve se lo conceptualiza en un lugar de arranque, un trayecto y una
conclusión.
Descarta el punto de partida y la conclusión, queda la mente que es el trayecto, no importa de
donde viene y hacia donde va porque eso es asunto de la reflexión.
La mente necesita de una existencia vital y esta es el movimiento, no le importa el porqué ni el
para qué se mueve, no tiene finalidad en su movimiento, lo único que la impulsa es el moverse.
Y cuanto más lejos y más rápida se mueva mejor, porque esa lejanía y rapidez le provoca una
sensación de larga existencia.
Por eso su movimiento es expansivo y esa es la razón del crecimiento de las civilizaciones. Todo
es mental.
¿Hay algo que pueda detener este movimiento? Sí, hay algo y ese algo es la concentración que
es el ocaso de la mente. Cuando a la mente se la quiere obligar a concentrarse genera un extraordina-
rio esfuerzo de resistencia porque concentrarse es firmarle su condena a muerte.
Es el espíritu de autoconservación quien resiste porque nada ni nadie tiene tan monolíticamente
arraigada la vivencia de la conservación como la mente.
La mente existe porque se da existencia a sí misma.
¿Cómo doblegarla? No te quepa duda que la concentración es una obra titánica pero la tarea que
me dio El Padre es ayudar a quien emprenda esta tarea a lograrla”.

Sanatana llega al planeta como una pequeña semilla que es la energía creadora que para producir
sus frutos debe ser desparramada en la tierra.
Esta tierra es el alma donde esta semilla es sembrada y el efecto de la energía producirá su ferti-
lización.

266
En la cumbre de una montaña muy alta el Rishi Asvinau convertido en un halcón cuida con su
mirada implacable a un pequeño grupo de hombres y mujeres que hace su experiencia en una cueva.
Los protege de los ataques demoníacos y la misión que le encomendó El Padre es que ninguno
de los convocados para colaborar con su Plan se desvíe de su camino y cumpla su misión.
Asvinau es la representación del ojo de Dios que observa no a sus elegidos sino a los que lo eli-
gieron y los preserva con su visión.
Elegidos por El Padre son todos pero pocos son los que lo eligen.

Los dos últimos Rishis que desembarcan en la Tierra en realidad son uno porque Parasarya de
Gatukarnya y Parasaryayana expresan en esa unión el Ying-Yang.
El maestro Yukteswar exhorta a los lectores.
“Fijen vuestra mente en el Ying-Yang, que son las fuerzas constrastantes que inician su manifes-
tación y por función de la imantación ascienden verticalmente a través de la espiral que las va unien-
do y unificando hasta llegar al Uno al que aspiran.

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83

La puerta tallada con imágenes de demonias que fascinan por su belleza y sensualidad indi-
ca un vestidor VIP del infierno. En su interior, ampliando su papada con una enorme sonrisa de
satisfacción Joseph Blatter mira su imagen de Papa del Gran Demonio en el espejo y experimenta un
éxtasis que jamás pudo imaginar al contemplar ese estallido de púrpura, dorado, plateado y negro que
le muestran sus atuendos sagrados.
Hubiese permanecido contemplando su imagen por largo tiempo pero los suaves golpecitos en la
puerta le recuerdan que la hora ha llegado, ese 9 de junio del 2006 se dibuja en su mente como el día
en que como Papa debe celebrar la misa de Coronación del Gran Demonio como Emperador del
planeta Tierra.
Todo se consumará muy pronto y agita la campanilla de oro para que acudan los integrantes de
su cortejo, y así con su séquito, que lo sigue con la inusitada devoción con que un séquito sigue a un
Papa, a través de pasadizos neblinosos, hasta desembocar en la gran catedral del infierno que se alza
por encima de las tribunas del Allianz Arena de Munich.
Llega hasta el altar donde lo espera el embarazo del infierno que será el centro de la ceremonia.
Solo falta el Gran Demonio.

En Munich va a comenzar la fiesta.


El maestro Yukteswar en medio de las eufóricas tribunas de Allianz Arena nos habla de la fiesta.
“Una fiesta siempre es un reunión para:
festejar un triunfo,
un acontecimiento,
o algo que se va a realizar.
En las tres facetas hay una víctima,
en el triunfo porque se abatió el enemigo,
en la conmemoración porque es el recuerdo de un triunfo,
y en algo que se va a realizar siempre habrá alguien que va a perder.
Todas son manifestaciones descontroladas del ego en función.
¿Por qué manifestaciones descontroladas?

268
Porque aunque se justifiquen no tienen razón de ser, ya que expresan el exhibicionismo egoico
puesto en función de una saturación de la distracción.
Por eso esta concentración del festejo tiene como objetivo distraer, y en la distracción está la ga-
nancia.
Vamos a ver dos fiestas simultáneas, la inauguración del Mundial 2006 y la Misa de Coronación
del Gran Demonio.
Ambas responden a todo lo dicho”.

El Allianz Arena está eufórico y una ola humana agita las banderas en la platea. Venticuatro
mujeres, llevadas cada una por ocho hombres, entran al campo de juego cubierto con una tela roja.
Sus polleras circulares se transforman en globos y los globos y las mujeres se elevan por el aire.
Cientos de hombres con sus trajes bávaros, esto es zapatillas cerradas y medias grises, rodilla al
aire, pantalones cortos con tiradores en forma de hache, camisa blanca de mangas cortas, sombrerito
con ala y pluma para el sombrero, despliegan un discreto tamborilleo que pretende ser marcial.
Desfilan las figuras históricas de los otros campeones mundiales.
Horst Köhler le da la bienvenida al mundo, lucen Pelé y Claudia Schiffer, está Franz Becken-
bauer y falta Maradona.

El fuego está encendido antes de comenzar el evento y como es una energía volátil encaramada
en el entusiasmo se expande rápidamente acopiando así nuevos adeptos.
La escena está caliente cuando ha alcanzado el máximo de saturación.
¿Y cómo se revela este punto?
Cuando todo pertenece a lo mismo hay imposibilidad de participar de otra cosa.
Este clima hace que los átomos de energía se fusionen rápidamente creando una trama de una
casi imposible disolución.
Aquí un incentivo, formulación u orden es propicia para ser invertida en cualquier punto de la
masa para que este mensaje sea transmitido a la totalidad de la misma.
Pero esa energía oscura a insertar debe tener un gran potencial para poder operar, y decidida-
mente lo tiene, y no hay dificultad en ser reconocida por la energía humana que es afín a ésta.
En la impresionante concentración de oscuridad va a operar la energía de los Rishis.

269
El tiempo queda primero congelado para después convertirse en un torrente de sangre que se va
expandiendo hasta formar una alfombra roja por donde ingresa, imponente con sus ropas imperiales,
cuyo rojo se confunde con el rojo de la sangre, el Gran Demonio.
Un cortejo de pequeños demonios que pertenecen a la nobleza del infierno, como a una novia en
la ceremonia nupcial, lo sigue, tomándole la cola del manto.
La gran orquesta comienza con una percusión ritual, hasta que irrumpen escalofriantes sonidos
de trompeta que al unirse a la percusión provocan una fuerte concentración de energía. Se suman las
cuerdas con veloces cadencias y todo suena como un mantram que pudiese repetirse indefinidamen-
te, dándole vida al infierno.
El Gran Demonio se enfrenta al Papa que en silencio lo reverencia.
Todo está preparado para el oficio y el Gran Demonio, sentado en un trono que enmarca el fon-
do de la escena, observa como el Papa Joseph I se dirige al embarazo infernal.
Los asistentes, demonios de la más alta jerarquía, de rodillas asisten al oficio que consistirá en
revivir un parto, ese parto es el que ocurre en el nacimiento de cada civilización y que encarna la
presencia del Gran Demonio en la Tierra.
El Gran Demonio ha elegido rostros del pasado que con la intensidad de su negra densidad son
canales propicios para que pueda nacer en el plano físico de la Tierra.
Joseph I es el Gran Partero y en el clima de ese mantram infinito se acerca al embarazo infernal
para comenzar su trabajo.
En el útero aparece la imagen de Ramsés II, pero su presencia es fugaz, pronto se transforma en
otra imagen, la de Hitler bebé que está despertando en un sarcófago.
¿Qué magia está ocurriendo? El sarcófago es el vientre materno y su conciencia de existencia es
Ramsés II.
Ha nacido y en el contacto con el plano siente la oculta y poderosa sensación de su futura grandeza.
El Papa lo toma entre sus brazos y después de emitir su primer llanto el bebé le dice:
“Este es el plano donde manifestaré mi existencia y en él cristalizaré mis proyectos.
Benditos aquellos que compartan mi existencia física, porque ellos también participarán del po-
der de la Gran Oscuridad que me da vida”.
El Papa gira en el altar con el bebé en sus brazos y lo enfrenta con la figura de Ramsés II que ha
regresado a la ceremonia.

270
No hay diálogo, pero más allá de sus imágenes ambas saludan a esa fuerza que se proyecta en el
tiempo y se proyectará siempre en el juego de manifestaciones llamado mundo, hasta su disolución
final.
El bebé en los brazos del Papa es investido con un manto rojo confeccionado con la sangre ute-
rina, producto del parto.
Quien lo inviste es su demonio personal, que después de besarlo en las mejillas le impone los
sagrados mandatos de su destino.
Este es el bautismo que le confiere los poderes que le han sido reservados, y a partir de ese mo-
mento tendrá contacto personal con la jerarquía a la que pertenece como un demonio del séptimo
grado del nivel infernal.
El séptimo nivel que se manifiesta en el bebé encarnado es el máximo potencial individual en la
Tierra.
En la ceremonia se presentan los otros seis niveles demoníacos a rendirle pleitesía.
El sexto se muestra como el maestro que lo va a conectar con los otros poderosos señores.
“Yo planifico lo que en el cuarto te inspira”, le dice el demonio del quinto nivel.
Las fuerzas del tercero, segundo y primer nivel se manifiestan como la absorción de la energía
que alimenta todo el Sistema. Son la Gran Madre Universal de las Profundas Tinieblas.
Hechas las presentaciones el Papa ofrece al bebé a la mirada de los asistentes, y el coro de los
demonios encarnados y los de manifestación astral estallan en el canto de adoración.
Los demonios encarnados cantan:
Señor de la Noche,
bienvenido a la carne y a la sangre,
Señor de la Noche,
que tu poder nos posea,
y posea a los humanos servidores de tu reino.
Los demonios de manifestación astral continúan la alabanza.
Señor de la Noche,
tu reino se expande en la Tierra,
Señor de la Noche,
tus servidores somos en el tiempo infinito de tu Existencia.
Los dos grupos de demonios se unen en un único canto:
Señor de la Noche,

271
que tu vida sea nuestra vida,
en el placer y en el sufrimiento,
en la inmortalidad de tu Existencia.
Amén, Amén, Amén.
El bebé cuando el coro calla, siempre en brazos del Papa, recoge la corona imperial del centro
del altar y la coloca en la cabeza del Gran Demonio.
La orquesta del infierno invade la Tierra, los demonios, están exultantes, el Gran Demonio se ha
coronado a sí mismo.

El mandala de los 270 Rishis envuelve a la catedral del infierno. Jaris en su centro se dirige a los
lectores.
“¿Quiénes son los Rishis?
Para definirlos con palabras que puedan entender,
son 270 energías de sabiduría que son una,
son 270 formas de purificación que son una,
son 270 experiencias que son 270 mil millones de experiencias que son en realidad una.
Yo, Jaris, soy Uno con el Padre.
Uno con los Rishis,
Uno con las experiencias,
Uno con la Tierra,
Uno con los hombres.
La experiencia de la Unidad es el camino y la llegada.
Lo que parece una legión de Rishis es tan solo una proyección del poder proyectivo de la Unidad.
Sea lo que fuere cada uno de nosotros representa solo la manifestación de una faceta que proyec-
ta la Luz.
Vean este Plan del Padre en la imagen de un gran brillante donde cada una de sus facetas pro-
yecta la Luz pero no es la Luz sino una forma de su manifestación.
¿Y dónde está la Luz?
En el corazón del brillante, y desde ese único punto, por la ley de la multiplicación, esta Luz se
proyecta al mundo por cada una de sus caras.
Los Rishis son las 270 caras de ese brillante, lleguen a ellos que los orientaran hacia el corazón
del brillante que es El Padre”.
Jaris saluda con una reverencia a los lectores y le indica a los 270 Rishis iniciar las operaciones.

272
Se abre el inicio.
Los Rishis miran la trilogía compuesta por Hitler bebé, Joseph I y el Gran Demonio que ence-
rrados en su hipnosis gozan hasta el éxtasis de la ceremonia.
Un redoble de percusión va agitando los corazones de la humanidad que se inundan de la demo-
níaca energía a través de los canales de los medios de comunicación de todo el mundo.
Es un orgasmo planetario que anula toda otra experiencia.
La hipnosis colectiva es total y las gargantas se inflaman de fe demoníaca y todo converge en un
estallido salvaje de primitivez colectiva.
En silencio los Rishis envían la Energía del Padre que envolviendo primero a la catedral del in-
fierno se va expandiendo por todo el planeta.
Allí en la Tierra, las mentes se oscurecen al hacer acopio de la oscura energía de la ceremonia
infernal y todo se sumerge en un sueño delirante.
Mientras tanto la Energía del Padre sigue descendiendo sin que ningún mortal pueda darse cuen-
ta, aunque los demonios sí.
La Gran Misa ahoga sus notas en las gargantas del coro de demonios.
El aquelarre se ablanda y la energía sigue descendiendo, haciendo cada vez más sorda la demo-
níaca ceremonia.
La larga preparación y planificación del ataque divino va logrando sus frutos, e hilos de luz van
reemplazando los hilos de oscuridad, tejiendo una gran malla sobre la que descenderá el hombre
cuando despierte de este sueño.
Entonces sonarán otras trompetas y la energía de los Rishis sembrada en los corazones, es la
gran oportunidad no merecida de renacer de las cenizas y esta vez sí, el sonido de las trompetas
desperatrá esos corazones ciegos hacia una luz que borrará definitivamente las sombras.
Así se inciará la gran experiencia de la construcción de algo que se viene postergando a través de
los siglos, pero que consolidará una nueva realidad de la cual toda la humanidad tendrá la dicha de
participar.
La imagen del bombardeo de los Rishis es de muy fuerte carga.
A medida que la energía desciende va barriendo y limpiando la Tierra, y a su vez generando una
nueva mirada, pero la transformación es tan sutil que a pesar de que parece que todo está igual, nada
es lo mismo.

273
La luz del Sol se opaca ante esta Energía que a medida que se acerca al planeta se va concen-
trando y su potencial es tal que da la impresión que la Tierra no va a resistir, pero como lo sutil pene-
tra lo denso, no hay peligro que altere su existencia.
¿Cómo será el efecto de esta manifestación?
Veamos.
La energía del hombre es natural al planeta y se encuentra en este para procesar su experiencia.
La energía oscura es invasora en el planeta y obviamente no pertenece a él.
La Energía de los Rishis actuará quitando aquello que está de más.
El origen de la energía oscura es la polarización negativa de la Fuente de Creación y la Energía
del Padre lo único que hará será invertir ese polo negativo, y absorbiendo sus electrones la reestable-
cerá en su Origen.
Esto significa que en este proceso no hay destrucción.

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Las más de cincuenta mil personas que colman el Allianz Arena de Munich están expectantes.
En el campo de juego once alemanes y once costarricenses esperan tensos que el silbato de
Horacio Elizondo dé comienzo al partido.
Horacio Elizondo mira a los líneas pero no a las tribunas. Un segundo después, flemático como
siempre, con la vista clavada entre el césped y el blanco y rojo de las casacas, como si ya el Universo
estuviese ordenado, hace sonar el silbato.
El Mundial 2006 ha comenzado.

Acá concluye el primero de los siete libros de


La vuelta del mundo a la armonía del Padre.

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