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Para dar respuesta a estos cuestionamientos, se analizará desde la práctica, tomando como base
los procesos contractuales que realizan los diferentes entes territoriales en Colombia, procesos
que constituyen una expresión de la administración pública. En ese sentido, la tesis que plantea
este ensayo es mostrar cómo en la administración pública colombiana se aplican ambos modelos
epistemológicos, en particular en las formas de contratación. Para ello, en el primer apartado se
define el objeto de la administración pública; en el segundo, se reconstruyen los conceptos de
racionalismo y el empirismo ––o, al menos, se pretende ofrecer unos elementos mínimos de
comprensión para explicitar su relación con la administración––; en un tercer momento, se
exploran, brevemente, desde la perspectiva histórica, las conexiones o vínculos entre los
supuestos racionalistas y empiristas con la administración. Por último, se muestra a partir de
experiencias concretas la aplicación de principios racionalistas y empiristas en los procesos de
contratación que se llevan a cabo en la administración pública colombiana.
Uno de los objetos de la administración pública según Quisbe (2012) es satisfacer en forma
directa e inmediata las necesidades colectivas y el logro de los fines del Estado dentro el orden
jurídico establecido y con arreglo a este.
(…) más que un artificio simbólico, o que una simple muletilla retórica que proporciona
un elegante toque de filantropía a la idea tradicional del derecho y del estado, se trata de
un principio cardinal de nuestro ordenamiento constitucional, que imprime un sentido, un
carácter y unos objetivos específicos a la organización estatal en su conjunto, y que
resulta ––en consecuencia–– vinculante para las autoridades, quienes deberán guiar su
actuación hacia el logro de los cometidos particulares propios de tal sistema: la
promoción de condiciones de vida dignas para todas las personas, y la solución de las
desigualdades reales que se presentan en la sociedad, con miras a instaurar un orden justo
(Corte Constitucional, 2003).
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Por otra parte, el empirismo es, de acuerdo con Abbagnano, la dirección “filosófica que apela a
la experiencia como criterio o norma de la verdad” (P.364). Esto quiere decir que aquello que la
mente conoce de modo inmediato son las ideas. Pero a diferencia del racionalismo, para el
empirismo solo son validas las ideas que tienen su origen en la experiencia, es decir, aquellas en
que la mente se limita a recibir datos, pasivamente, sin poner nada de su parte. Por el contrario,
el racionalismo solo considera validas las ideas que provienen de la razón sin la intervención de
la experiencia…
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De ahí, entonces, que el empirismo se define como una acción en la cual se apela a la experiencia
como criterio o norma de la verdad, donde esta, es la base de todo conocimiento, no solo en
cuanto a su origen sino también en cuanto a su contenido. La gran mayoría de las acciones de la
administración pública, históricamente, han partido del empirismo, pues han sido precisamente
las experiencias, las que se han encargado de demostrar la continuidad o la modificación de las
normas que han regido los Estados.
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Para citar algunos ejemplos de cómo los principios del empirismo y el racionalismo han estado
presentes en el ejercicio de la administración pública colombiana, se hablará de los modelos de
contratación, los cuales fueron regidos por el decreto-ley 222 de 1983 el estatuto general de
contratación pública. Este fue un instrumento jurídico, del cual se valió el Estado, para regular
todo lo relacionado con la contratación estatal, el cual fue práctico hasta la puesta en marcha de
la Constitución del 91. Apelando a los principios del empirismo para analizar las experiencias, se
pudo dictaminar que el estatuto general de contratación vigente, era poco funcional para las
necesidades y exigencias actuales del estado, razón por la cual, y apelando a los principios del
racionalismo, el Estado se vio abocado a modificar la norma, colocando en vigencia la ley 80 de
1993 la cual en el capítulo II, artículos del 23 al 31 contiene principios racionales, pues se refiere
a los principios en las actuaciones contractuales de las entidades estatales, y aborda
concretamente el principio de transparencia, principio de economía, principio de responsabilidad,
del deber de la selección objetiva, de la estructura de los procedimientos de la selección, de la
publicación de los actos y sentencias sancionatorias (congreso de Colombia , 1993).
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Retomando la pregunta que dio origen a este ensayo, acerca de cómo los principios del
racionalismo y del empirismo participan en el ejercicio de la administración pública en
Colombia, se puede concluir, que a lo largo de la historia, la administración pública ha tenido un
estrecho vínculo con estos principios. Procesos como el diseño y la puesta en vigencia de las
normas, son acciones en los cuales se aplican los principios de la razón, mientras que el
empirismo, se emplea desde la evaluación de los procesos, pero también desde la misma
concepción de las normas, pues en la formulación o modificación de las leyes se tienen en cuenta
las experiencias, parte esencial de los principios empíricos. La administración pública
colombiana no es ajena a esta situación, por el contrario, cada vez más se acude a la aplicación
de estos principios para la funcionalidad de todas las instituciones del Estado.
REFERENCIAS
Corte Constitucional (2003). Sentencia T 772/2003. M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
http://doctrina.vlex.com.co/vid/notas-vigencia-generales-decreto-ley-396753586