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El ejercicio de pensar en ese presente (en el caso que nos convoca el presente de lo que
la historiografía tradicional ha denominado el “éxodo”) y a partir de ahí, su futuro y su
pasado, evitando caer en concepciones prefiguradas de antemano en relación al
surgimiento de la nacionalidad y del Estado Oriental, nos permite introducir la
incertidumbre, lo incierto y por lo tanto evitar las explicaciones determinadas a priori.
Hay un artículo del historiador José Pedro Barrán titulado “La independencia y el miedo
a la revolución social en 1825” escrito a mediados de los años 80, donde el autor
manifiesta su extrañeza en torno a la ausencia de Artigas (en términos de nombrarlo,
identificarlo –porque en realidad Artigas ya se había internado en el Paraguay en 1820,
más que internado se fue defendiendo –cuando ya la correlación de fuerzas le eran
francamente adversas- de los ataques de las fuerzas del caudillo federal Ramírez) en las
proclamas, documentos relativos a la independencia en 1825. Y esto fue un aspecto que
los historiadores que se dedicaron a estudiar este período (historiadores como Pivel
Devoto, Eduardo Acevedo) nunca señalaron. Al respecto señala: “Pero, ¿es que el
artiguismo había desaparecido? El que no se haya expresado en la documentación de
1825 de ninguna manera certifica que el artiguismo hubiese muerto el día que Artigas
se internó en el Paraguay en 1820”. Y más adelante agrega “El artiguismo había
encarnado en demasiadas cosas para morir con la desaparición de su líder”. 3 Podríamos
hacernos un poco la composición de que para aquellos protagonistas que encarnaron la
“gesta de los Treinta y Tres”, los protagonistas de la década del 20, la época
identificada con la revolución y con el artiguismo era su “historia reciente”, quiero
decir que los sectores que lideraban el proceso en esa década tenían dificultades con el
pasado reciente, no era conveniente evocarlo.
¿Cuáles podrían haber sido las experiencias, cuál había sido la “historia vivida” para
muchos integrantes de la sociedad de aquella época?
1
Expresión del historiador Pierre Nora, autor de la obra monumental “Los lugares de la
memoria”. Señala Pierre Nora en relación al carácter operativo de dicha noción: “…no los
acontecimientos por sí mismos sino su construcción en el tiempo, el apagamiento y la resurgencia de
significados, no el pasado tal como tuvo lugar sino sus reempleos permanentes, sus usos y desusos, su
pregnancia sobre los presentes sucesivos; no la tradición sino la manera en que se constituyó y
transmitió”.
2
Texto realizado por Juanita Bertinat y publicado en “150 años de la Colonia Suiza/Nueva
Helvecia. En busca de nuestra identidad (2012), Textual, Colonia Suiza/Nueva Helvecia.
3
Barrán, José Pedro “La independencia y el miedo a la revolución social en 1825”, p. 17-18
Fichas de Estudio FCU, Montevideo
Durante esos días la reunión de los “vecinos en armas” nombra a Artigas “Jefe de los
Orientales”. A su vez, el conocimiento de la firma y ratificación del armisticio, así como
el nombramiento de José Artigas como Teniente Gobernador del Departamento de
Yapeyú con sede en Santo Tomé, determinaban el alejamiento de sus tropas de la Banda
Oriental. Junto a la retirada del ejército se produjo la marcha de las familias. Esto
habitualmente es lo que se ha identificado con el “éxodo del pueblo oriental”
Algunos no obstante se habían ocupado del tema. Por ejemplo Francisco A. Berra en su
obra “Bosquejo histórico de la República Oriental del Uruguay desde su descubrimiento
hasta el año 1830”, del año 1866. En esa primera edición señala: “Se retiró hacia el
Norte del territorio llevándose a ancianos, jóvenes y mujeres en número de catorce a
diez y seis mil, desde donde hostilizó a las fuerzas portuguesas”; en 1874 al publicar la
segunda edición se expresa en estos términos “se retiró hacia el Norte del territorio
llevándose por la fuerza y violencia de todo género a ancianos, jóvenes y mujeres” y por
último en la edición de 1881 indica que en su retirada el ejército de Artigas fue
“arrastrando por la fuerza y el terror cuantas familias hallaba a su paso”5.
¿Cómo lo llamaron los contemporáneos? Al respecto tenemos este testimonio: “Fue una
operación muy amarga –dejando casi desierta aquella campaña y algunos pueblos que
pudieron tocarse- que por un equívoco muy particular clasificaron los paisanos como la
“redota”, por decir otra cosa, estas palabras son expresión de Carlos Anaya en
“Apuntaciones Históricas y Políticas escritas en el departamento de Montevideo en
1851”, publicadas por María Julia Ardao en la “Revista Histórica, publicación del
Museo Histórico Nacional, Tomo XX, págs. 263 a 412. Montevideo 1954.
Otras interpretaciones aluden a la redota en términos de derrotero, camino a seguir.
¿Como lo llamó el propio Artigas? “La emigración” y así se expresaba en el oficio que
dirigiera a la junta del Paraguay narrando los sucesos acontecidos y tejiendo redes de
alianza y apoyo, el 7 de diciembre de 1811.
Señala Agustín Beraza : “En la marcha hacia el Paso Real de Yapeyú, se incorporaron
las familias de la zona más poblada del país, que llegaban desde la Colonia del
Sacramento, Cufré, Espinillo, San Salvador, Víboras, Santo Domingo de Soriano,
Capilla nueva y Porongos. Desde aquel lugar hasta el Salto, recibió la incorporación de
todos los pobladores de la Banda del Norte del Río Negro, a tal punto que cuando el
General Diego de Souza llegó a Paysandú, en el mes de junio del año siguiente, halló,
de toda esta población, sólo a ‘dos indios muy viejos’7