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MISIÓN DE LA UAEH
La medición de los resultados del plan, programas y subprogramas está determinada por
grupos de indicadores objetivos, normalmente realizados por instancias externas a nuestra
Universidad.
Los indicadores se dividen en tres niveles: locales, regionales y globales. Los locales son
útiles para contextualizar las exigencias y alcances institucionales y nacionales, ya que son
compartidos por las instituciones de educación superior mexicanas, así como organismos
gubernamentales. Por otra parte, los regionales son imprescindibles para posicionar a las
instituciones de acuerdo con la división geopolítica en la que se encuentran.
Los globales son contundentes para el tránsito libre del conocimiento, elemento cada vez
más valorado por su relevancia en el desarrollo social y económico de las naciones, ya que el
porvenir de la humanidad, al finalizar esta centuria, depende en gran medida del desarrollo
cultural, científico y técnico. Las universidades contribuyen a forjar ese saber.
Por ello es importante considerar a los indicadores con características de tipo cuantitativo
que permiten apreciar de manera más objetiva los elementos de una institución. Su utilidad radica
en su especificidad, trascendencia temporal y relevancia. A través de los indicadores se puede dar
seguimiento a cualquier faceta de la institución, lo que favorece identificar en qué medida se
logran los objetivos y metas.
Para efectos del presente documento se han tomado las decisiones estratégicas de
máximo nivel, pues resulta sencillo retroceder las decisiones a niveles inferiores. En concreto, se
pretende construir una universidad global y no solamente internacional. El paradigma de la
internacionalización es un aspecto relevante, pero no único ni definitorio.
Visualizar a la UAEH globalmente representa una institución de educación superior:
Internacional en todas sus funciones y actividades, inclusiva, multicultural, responsable con el
entorno, que contribuye al desarrollo local, regional y global, de reconocido prestigio local,
nacional, regional e internacional mediante el uso estricto de indicadores objetivos.
Permite conocer el rendimiento real y los resultados reales del personal, los mandos
directivos y el alumnado.
VISIÓN DE LA UAEH
La UAEH es una universidad global, reconocida por sus indicadores de excelencia y visible
en los sistemas de medición internacional de la calidad académica como una de las mejores del
mundo.
Esta visión reúne todos los requisitos contemporáneos y es armónica con el contexto
educativo mundial proyectado a
En términos del plan la visión significa cumplir con una meta institucional en 2035, que es
la pertenencia de la UAEH al ranking de las 500 mejores universidades del sistema de medición
ARWU (lo cual implica haber rankeado a la UAEH en otros sistemas de medición menos exigentes).
La visión a 2035 se despliega en visiones por periodo rectoral de seis años, lo cual permite
fácilmente adaptar a contexto a la Universidad y revisar sus progresos. A continuación se
presentan las diversas visiones que deben ser entendidas como dimensiones de la visión general a
2035:
LA INTEGRIDAD ACADÉMICA
La integridad académica ha ido cobrando interés en las últimas décadas. Pensarla como un
fenómeno simplista reduce la capacidad de poder vislumbrar su impacto en la educación. Hay que
considerarla como un tema complejo e interdisciplinario que contempla distintas interpretaciones,
perspectivas y enfoques alrededor del mundo. Su importancia, en este sentido, es entender su
naturaleza multifacética que abarca distintos actores y que basa su premisa en acciones
apuntaladas por ciertos valores.
Hasta principios de los años noventa del siglo pasado, la corrupción se había mantenido
como un tema tabú: no existían estudios de percepción del fenómeno ni se había medido el
impacto que tienen las malas prácticas en los sectores privado y público. En parte esto se podría
explicar por la preeminencia de otros acontecimientos globales: la Primera y Segunda Guerra
Mundial, el surgimiento de los grupos guerrilleros en América Latina, los conflictos religiosos en
Oriente Medio y la Guerra Fría, entre otros, que ocuparon la atención de gran parte de la
población. Una vez que empezaron a mitigarse los devastadores efectos de estos sucesos que
acabaron con la vida de millones de personas en el planeta, fenómenos como la corrupción se
tornaron más visibles, al punto de convertirse en un tema prioritario en la agenda de los
organismos multilaterales, de los países y de organizaciones que como Transparencia
Internacional se han encargado de medir la problemática desde 1993. Así, los países
latinoamericanos con la excepción de Chile y Uruguay han venido obteniendo a partir de 1995
puntajes de percepción de la corrupción que oscilan entre 22 y 4012 . En cambio, países
desarrollados como Dinamarca, Noruega, Nueva Zelanda, Canadá y Singapur se han percibido
como muy transparentes y han obtenido puntajes por encima de 80. A partir de estas mediciones
a lo largo de las últimas dos décadas, se ha concluido que la corrupción afecta la inversión
extranjera, la confianza del ciudadano en las instituciones, el desarrollo económico de los países,
la institucionalidad que garantiza la estabilidad democrática de los estados, la formalidad en el
empleo, la calidad en la educación básica, media y superior, en última instancia, el bienestar y las
posibilidades de progreso de los ciudadanos.
Del mismo modo, la sanción social es muy escasa en la cultura de los países
latinoamericanos, dado que quien denuncia un fraude es percibido por la sociedad como un sujeto
débil, un traidor, alguien que va en contra de la mayoría. Incluso en países como Colombia le
llaman despectivamente “el sapo”. Esta presión juega un papel decisivo en que la gente sienta
miedo de denunciar no solo por el riesgo de ser excluido del grupo, sino incluso por el peligro que
pudiera representar esta denuncia en su vida profesional, social y personal.
Hay muchas razones, políticas, sociológicas y culturales que explican la actitud negativa de
los latinoamericanos frente al derecho, entendiendo por tal las leyes, los reglamentos, los
decretos, las directrices administrativas, entre otras. La falta de sanciones efectivas en contra de
los violadores de las normas (lo cual es un incentivo para no obedecer), la percepción de que las
autoridades son autoritarias y carecen de legitimidad (lo cual incita a la rebeldía) y las frecuentes
fallas técnicas en la concepción y aplicación del derecho (de lo cual se deriva la célebre expresión
latinoamericana: “se obedece pero no se cumple”), son, entre otras razones, las que más inciden
en la reproducción de esta cultura que, dicho sea de paso, viene desde la época colonial (García
Villegas, 2009; Girola, 2009; Waldmann, 2006). Esto no significa que el comportamiento de los
latinoamericanos no esté regido por normas, simplemente que esas normas suelen ser de tipo
social y moral, más que de tipo jurídico o reglamentario.
Dicho en otros términos, cuando en América Latina se presenta un conflicto entre normas
legales, sociales y morales, es frecuente que las personas opten por desobedecer las primeras en
beneficio de las otras. Esta realidad tan particular frente al cumplimiento de normas en América
Latina parece reflejarse de una manera similar en el campo académico. Factores como la
desconfianza entre los ciudadanos se manifiesta en las universidades, por ejemplo, en la
desconfianza entre profesores y estudiantes. De esta misma manera, el temor a denunciar
conductas ilegales se evidencia en las instituciones educativas en la casi inexistente sanción social:
pese a que los alumnos presencian actos de fraude con bastante frecuencia, muy pocos lo
denuncian. Asimismo, el sistema moral de los latinoamericanos, aferrado durante varios siglos a la
religión, sufrió un gran vacío cuando las sociedades comenzaron a secularizarse sin tener una
sólida ética cívica en que ampararse y los ciudadanos fueron interpretando esos preceptos
morales de una manera muy personal, en muchas oportunidades justificando acciones ilegales y
deshonestas en múltiples razones relacionadas con su bienestar y sus necesidades individuales.
Tratar de sacar de sí todas sus posibilidades, pero como lo decíamos, para ponerlos a
servicio de la comunidad, porque somos humanos y nada de lo humano nos puede resultar ajeno.
Sin duda, tenemos grandes retos por delante. Por un lado, es importante comprender que el
fraude académico es un síntoma de un fenómeno cultural complejo que es fundamental estudiar y
abordar en los colegios y universidades. Por otro, es conveniente tener claro que el abordaje de un
proyecto de ética aplicada como sería el caso de un programa de integridad académica requiere
tiempo, convicción genuina de quienes lideran las instituciones y unas estrategias que combinen la
comunicación, la educación y la investigación.
No hay garantías de transformación; sin embargo, si los programas cuentan con una sólida
fundamentación filosófica, unas intervenciones creativas y unos estudios que permitan conocer
más a fondo el problema seguramente se habrán contribuido en mucho para que la integridad y la
excelencia sean virtudes efectivamente interiorizadas en las personas que habitan las
comunidades educativas.
Producto 1 Valor 5%
➢ Elabora una reflexión del texto anterior contestando las siguientes preguntas clave.
http://www.centrodeintegridadacademica.org.mx/sites/default/files/Revista%20IA%20-
%20mayo2017_solos.pdf
De las discusiones del comité con los profesores, estudiantes y administradores, surgieron
cinco valores fundamentales del proceso académico: honestidad, confianza, justicia, respeto y
responsabilidad. A nuestro juicio, la integridad académica es el compromiso de defender estos
cinco valores, incluso ante la adversidad. Sin estos valores las comunidades académicas no se
pueden desarrollar.
Estos cinco valores nos proveen razones y motivos para actuar. Los principios que se
desprenden de estos valores nos permiten traducirlos en acciones concretas. Si bien es cierto que
estos valores y principios están estrechamente interconectados, cada uno expresa un aspecto
específico y decisivo de la integridad académica. La integridad académica definida en estos
términos tiene un valor intrínseco e instrumental.
Las instituciones educativas tienen una responsabilidad muy especial ante esta crisis
porque a menudo son el último recurso para erradicar sus causas. Si a los estudiantes no se les
inculca el hábito de la integridad antes de que salgan a desempeñarse en la sociedad, las
probabilidades de que lo adquieran posteriormente son muy pocas.
Honestidad
Los profesores también tienen un papel muy importante como modelos de integridad
académica para sus estudiantes. Para ser maestros eficaces, los profesores deben ser ejemplo de
honestidad en su propia búsqueda del conocimiento así como en su interacción con sus
estudiantes y colegas. En su ejercicio de la enseñanza y la investigación los profesores son el
modelo más visible de integridad para sus estudiantes. La falta de honestidad mina el proceso de
enseñanza y aprendizaje. Los que se copian no aprenden ni desarrollan las destrezas, el
conocimiento y la pericia que necesitan para ejercer sus profesiones.
Además, les restan valor y legitimidad a los grados académicos de las instituciones donde
los obtienen y representan una amenaza para la sociedad porque profesan un conocimiento que
no tienen, poniendo en riesgo el bienestar y los derechos de los individuos y de su comunidad.
Aunque todos los valores que se definen en este documento son esenciales para la integridad
académica, la honestidad ocupa un lugar especial. La honestidad es necesaria para el desarrollo de
los demás valores. La confianza, la justicia, el respeto y la responsabilidad precisan de la
honestidad como fundamento. Sin honestidad solo se producen versiones disminuidas de los
demás valores. No obstante, al reconocer el lugar especial que ocupa la honestidad en la vida
académica no se pretende reducir la integridad académica a la honestidad. La honestidad es la
base de la integridad académica pero no su totalidad.
Tampoco se puede cultivar sin las demás virtudes. El cultivo de la honestidad tiene un
papel crucial en el desarrollo moral. La virtud, según Aristóteles, es un hábito. Si les inculcamos a
nuestros estudiantes la importancia de la integridad académica promoveremos en ellos el hábito
de la honestidad de por vida. Asimismo, la honestidad no puede cultivarse sin los otros valores. La
integridad académica requiere valor, juicio crítico y consciencia propia; requiere valor para
afrontar decisiones difíciles y escoger lo que está bien, así como aceptar la responsabilidad por
nuestras acciones y sus consecuencias, incluso cuando nos cueste.
Confianza
Debemos fomentar la confianza entre los miembros de la comunidad académica pero, más
importante aún, debemos fomentar acciones y políticas que promuevan y justifiquen la confianza
de los demás.
Cuando los profesores establecen guías claras para los trabajos de sus estudiantes y para
su evaluación estimulan su confianza. Del mismo modo, cuando los estudiantes realizan sus
trabajos solícitamente y con honestidad estimulan a los profesores a prestarles más atención y
participar en un diálogo académico abierto, aún cuando los lleve por un camino imprevisto.
Cuando los administradores interactúan con la facultad y los estudiantes de forma respetuosa y
responsable estimulan su confianza en la administración.
La sociedad debe confiar en nuestra erudición y en los grados académicos que otorgamos
para que nuestro trabajo y méritos tengan valor y significado social. Ya sea mediante estándares
académicos claros y coherentes o la investigación honesta e imparcial, nos esforzamos por actuar
de maneras que promuevan y justifiquen la confianza de aquellos que están fuera de la
comunidad académica.
Justicia
Una comunidad académica debe intentar asegurar que los estándares, las prácticas y
procedimientos institucionales para fomentar la integridad académica y la interacción entre todos
sus miembros se fundamenten en el principio de la justicia. La evaluación es una parte integral del
proceso de enseñanza y aprendizaje. Los estudiantes y los profesores constantemente evalúan sus
ideas, sus datos y el trabajo que realizan. La justicia es esencial a todo proceso de evaluación.
Sin justicia, las evaluaciones pueden ser falsas, engañosas y arbitrarias. Los estudiantes y la
facultad esperan que los instrumentos y criterios que se utilicen para evaluar su trabajo sean
precisos, justos y pertinentes.
Los estudiantes honestos no deben ser penalizados por su honestidad. Los estudiantes
deben hacer uso responsable de las fuentes que consultan y citarlas adecuadamente. De lo
contrario, los estudiantes que se esfuercen por escribir sus trabajos o exámenes en sus propias
palabras recibirán una nota más baja que los estudiantes que copien al pie de la letra trabajos
tomados de la Internet sin darles crédito.
Respeto
Una comunidad académica debe promover el respeto entre los estudiantes, los
profesores y el personal administrativo. Igualmente, debe promover el respeto por la erudición, la
investigación, los procesos educativos y por su herencia intelectual. En una comunidad académica,
el respeto se define como el reconocimiento del valor de sus miembros en su carácter individual y
colectivo. La comunidad académica debe reconocer que la naturaleza colectiva y participativa del
proceso de enseñanza y aprendizaje, así como del trabajo colaborativo, depende del respeto
mutuo. Respetar a las personas implica reconocer su valor y tratarlos como un fin en sí mismos, no
meramente como un medio para lograr nuestros propios fines.
El respeto es una virtud fundamental de las comunidades. Cuando no hay respeto, se trata
a las personas como a objetos. La enseñanza eficaz reconoce la naturaleza colectiva y participativa
del proceso de aprendizaje. Por tanto requiere respeto mutuo, como también lo exigen el trabajo
colaborativo y colegial, cuyo valor en la academia es y ha sido siempre innegable.
El respeto por uno mismo presupone participación activa en los procesos de aprendizaje,
enseñanza e investigación. Los estudiantes demuestran respeto hacia ellos mismos y hacia sus
compañeros y profesores asistiendo a clases puntualmente, prestando atención, escuchando más
que tratando de convencer a los demás de su punto de vista, preparándose y participando en
clase, entregando los trabajos a tiempo y esforzándose por dar su máximo.
Del mismo modo, demuestran respeto hacia los demás absteniéndose de hacer ataques
personales, utilizando lenguaje ofensivo, intimidando, solicitando inmerecidamente que se
reevalúen sus trabajos y evitando cualquier comportamiento que interrumpa o interfiera con la
clase, las horas de oficina u otros modos de interacción entre profesores y estudiantes. Los
requisitos de respeto y civismo deben ser recíprocos y vincular a los profesores, al personal no
docente, a los administradores y a los estudiantes.
Los profesores demuestran respeto hacia sus estudiantes escuchando con seriedad sus
ideas, respetando sus metas y aspiraciones y reconociéndolos como individuos. Todos los
miembros de la comunidad académica demuestran respeto hacia el trabajo de otros sus ideas,
palabras, descubrimientos, datos, investigaciones y obras de creación publicadas en cualquier
formato impreso o digital como libros, revistas, enciclopedias, bases de datos, blogs o en discos,
grabaciones, vídeos y conferencias dándoles el debido crédito y citando correctamente las
fuentes.
Responsabilidad
Una comunidad académica debe mantener los más altos estándares de conducta en el
aprendizaje, la enseñanza y la investigación exigiendo que todos sus miembros actúen
responsablemente a fin de promover la integridad académica.
Esto implica superar las presiones, los conflictos de interés y la lealtad o la compasión mal
entendidas. La responsabilidad compartida confiere a todos el poder de efectuar cambios, de
superar la apatía y de ayudar a todos los individuos que componen una comunidad académica a
comprender su valor y su importancia en la colectividad a la que pertenecen.
http://blogs.ujaen.es/abiertobuja/wp-content/uploads/2015/03/principios-integridad-icai.pdf
https://www.youtube.com/watch?v=S6b1nP5HUVg&t=2s
Durante la primera, que abarca de 1869 a 1911, se suscitaron los hechos siguientes: La
escuela se fundó en la ciudad de Pachuca en febrero de 1869 con el nombre de INSTITUTO
LITERARIO Y ESCUELA DE ARTES Y OFICIOS, y por iniciativa de un grupo de profesionistas
encabezados por Don Agustín Cárdenas, el Dr. Miguel Varela y el Dr. Marcelino Guerrero. A los
pocos días, el gobernador Juan C. Doria lo convirtió en un organismo oficial y lo inauguró el 3 de
marzo.
En la segunda etapa, de 1911 a 1925, el instituto sufrió las consecuencias de la guerra civil,
por lo que en dos ocasiones estuvo a punto de ser clausurado. Después de la Revolución Mexicana
experimentó varios cambios: en 1921 se le incorporaron otras escuelas, llamándose Universidad
de Hidalgo, hasta 1925, año en que recupera el nombre de INSTITUTO CIENTÍFICO Y LITERARIO.
Durante el gobierno del licenciado Adolfo López Mateos se fueron creando universidades
en varios estados de la república. En Hidalgo, la población estudiantil que demandaba educación
superior iba en aumento, así que las circunstancias fueron propicias para que, el 24 de febrero de
1961, la XLIII Legislatura Local promulgara el decreto número 23 que creaba la actual
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE HIDALGO .
La Universidad ha vivido múltiples e importantes cambios caracterizados por un rápido
crecimiento y expansión de cada una de sus funciones sustantivas.
https://www.uaeh.edu.mx/excelencia/historia.html
Historia y Antecedentes
En la década de los 90' la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, recibe del
Gobierno Federal en donación el Rancho de Aquetzalpa en el valle de Tulancingo con una
extensión de 72 hectáreas dedicado a la producción de forrajes y lácteos. Para su conservación y
administración fue necesario crear un campo clínico para la realización de prácticas profesionales
de estudiantes de la licenciatura en Agroindustrial, dando con ello la apertura al desarrollo de las
empresas universitarias.
La actual Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) ha pasado por varias
etapas, las cuales han hecho que sea la máxima casa de estudios de la entidad hidalguense, en
donde se ofrece una educación de calidad con autonomía.
La primera fase inicia en febrero de 1869, fecha en la que se funda bajo el nombre de
Instituto Literario y Escuela de Artes y Oficios (ILEAO), por iniciativa de un grupo de profesionistas
encabezados por Agustín Cárdenas, Miguel Varela y Marcelino Guerrero; siendo inaugurada
oficialmente el 3 de marzo por el gobernador Juan Crisóstomo Doria.
Su segunda etapa se encuentra ubicada en el año de 1890, cuando pasó a ser el Instituto
Científico y Literario (ICL). En este momento estuvo a punto de ser clausurado durante la segunda
década del siglo XX y adquirió temporalmente el nombre de Universidad de Hidalgo después de la
Revolución Mexicana, hasta 1925, cuando recuperó el nombre de Instituto Científico y Literario.
Es hasta el 3 de marzo de 1961 que se constituye como Universidad Autónoma del Estado
de Hidalgo por medio del decreto número 23. El Congreso local y el gobernador de la entidad
expidieron la prescripción, el cual contiene la Ley Orgánica de la máxima casa de estudios de la
entidad.
Historia de la Prepa 2
En el año de 1973, en la gestión rectoral del Lic. Jesús Ángeles Contreras, se culmina la
construcción de la primera etapa de sus nuevas instalaciones en una superficie de
aproximadamente 7 hectáreas, ubicadas en Francisco Mendoza No. 100, Col. Plan de Ayala. En
sus inicios fue muy simple: ocho aulas, una biblioteca, un laboratorio, un salón de tiempos y
movimientos, la dirección, los baños y dos canchas.
En ese mismo año, su matrícula escolar no sobrepasaba de 200 alumnos. Para el año de
1975, se registraron 431 aspirantes por lo que la población escolar ascendió a 821 alumnos. A
partir de entonces la matrícula escolar se incrementó hasta alcanzar su máxima capacidad;
actualmente se atienden a 2, 165 alumnos distribuidos en 61 grupos, 32 en el turno matutino y 29
en el turno vespertino.
El trabajo realizado por todos y cada uno de los directores a través de los 46 años de
historia, no solo permiten el reconocimiento social, ya que la Preparatoria Número 2 es la
primera opción de los estudiantes de la región que desean ingresar a este nivel, sino que todos
ellos han contribuido de manera sustancial en el crecimiento de la infraestructura, en la calidad de
los servicios y desde luego, en los resultados académicos.
Símbolos
Pachuca, uno de los principales centros mineros de la Nueva España carecía de una
institución hospitalaria, motivo por el cual desde principios del siglo XVII, los vecinos, el alcalde,
regidores, diputados y oficiales reales, enviaron solicitudes al Virrey Marqués de Casa Fuerte y al
Arzobispo Fray José de Lanciego y Equilaz, a fin de otorgar licencia de construir un hospital de la
orden Juanina. El edificio termina de construirse en el año de 1725, siendo la primera edificación la
capilla que llevó el nombre de Nuestra Señora de Guadalupe.
El hospital fue clausurado en 1837 y volvió a abrirse en 1852 bajo el cuidado del
Ayuntamiento y supervisión del Médico Don Antonio Melgarejo hasta 1863, año en que se
trasladó el hospital al Colegio de San Francisco, por orden del Gobernador Don Manuel Fernando
Soto, quedando convertida en cuartel.
El 24 de febrero de 1961 por decreto del Congreso fue creada la Universidad Autónoma
del Estado de Hidalgo, integrada por las siguientes escuelas: Filosofía y Letras, Medicina, Derecho,
Ingeniería (Industrial), Enfermería y Obstetricia, Trabajo Social, Preparatoria en Pachuca y
Tulancingo, además del Centro de Estudios Socioeconómicos y los organismos de Investigación y
Difusión Cultural.
El Escudo o Emblema
El creador del escudo o emblema fue el Maestro Medardo Anaya Armas (1911-1960), originario de
Apan, Hgo.
La Garza
Como estas anécdotas hay muchas más, lo cierto es que La Garza forma ya parte de
nosotros, de la tradición que nos unifica como universitarios.
El día 3 de febrero de 1868, abrió sus puertas la Escuela Nacional Preparatoria bajo la
dirección del Dr. Gabino Barreda (1820-1881) quien introdujo el Positivismo en la educación. En
México se encontraba de moda esta corriente y la Escuela Nacional Preparatoria nace bajo esta
influencia con el lema "Amor, Orden y Progreso". Amor como medio, Orden como base y Progreso
como fin.
El Instituto Literario y Escuela de Artes y Oficios nacen también bajo el influjo del
Positivismo y adopta tanto el lema como algunas características de los planes de estudios de la
Escuela Nacional Preparatoria.
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¿Qué es cultura?
Como sostiene Kibler (1993), una de las principales dificultades a la hora de encarar el
tema de la deshonestidad académica es la falta de una definición unívoca y clara del concepto ya
que se trata de un constructo basado en principios ético-morales y, por consiguiente, asociado a
una época, una cultura y una sociedad determinadas.
a) el de los exámenes;
Los alumnos buscan que sus profesores posean ciertas características, que en conjunto
con las propias, facilite su aprovechamiento en los cursos que les imparten. De la misma manera
los profesores buscan que sus alumnos tengan ciertas características para el buen desarrollo de
sus cursos. En lo personal, considero que un buen estudiante debe tener y/o desarrollar una serie
de características mismas que lo habilitarán para lograr un buen desempeño en sus cursos y
permitirán que tenga éxito profesional.
6. Participa activamente tanto en la clase como fuera de ella en actividades que benefician su
aprendizaje.
12. Sabe lo que se debe hacer antes, durante y después de los exámenes.
https://sites.google.com/site/cb11torresfrancisco/caracteristicas-nesesarias-para-un-estudiante-
ideal