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Universidad del Rosario

Géneros informativos

Centro nacional de Memoria histórica: dos perspectivas acerca de la función de la


memoria en Colombia.

“Hacia una mayor comprensión del conflicto armado” fue una propuesta lanzada por el
CNMH (Centro Nacional de Memoria Histórica) en asociación con Colciencias el jueves 06
febrero del presente año. Con respecto a dicha propuesta algunas universidades (la de
antioquia, la Nacional y los Andes) han calificado sus propuestas como “sesgadas” al,
según ellas, enunciar a las fuerzas armadas solo como víctimas y a los grupos guerrilleros
solo como victimarios. Sin embargo, Dario Acevedo sostienen que optar por los enfoques
de investigación que propone enriquece el trabajo de reconstrucción de memoria. Dichas
proposiciones nos hacen cuestionarnos sobre el futuro de la construcción de memoria en
Colombia.

Acevedo se ha pronunciado con respecto a sus detractores diciendo que, a diferencia de lo


que dicen, de ninguna manera niega el conflicto armado (asunto por el cual se le ha
criticado mucho) y que el enfoque de sus propuestas, además de su ideología política, no
influye en el trabajo del CNMH.

Sin embargo, dichas aseveraciones por parte de Acevedo no bastan para algunas personas
como Erik Arellana, periodista, comunicador y experto en desaparición forzada, quien
asegura que el trabajo actual del CNMH “intenta reconstruir una narrativa no incluyente”.

Según veamos las cosas como Erik, el CNMH busca legitimizar un discurso político:
discurso que desarrolló y abogó por las políticas de seguridad a fin de aplacar a grupos
insurgentes de oposición. “El enemigo interno no era solamente ese actor armado sino que
se planteó como enemigo interno a los sindicalistas, a la gente que buscaba la
reivindicación de los derechos laborales, al movimeinto estudiantil. El estado se fue
concentrando en esa lucha constrainsurgente que se fue transformando en un discurso hacía
la lucha contra el terrorismo y el narcoterrorismo para acabar contra toda la gente que luchó
por derechos sociales, culturales, políticos. Existe una negación de todo esto contra esos
grupos que luchan contra esas estructuras de poder” comenta Erik. De este modo, se
justifíca una violencia (una lineal entre el estado y los grupos armados) pero se ignora otra
(del estado como actor violento en el conflicto).
Esta perspectiva es compartida, por ejemplo, por Maria Emma Willis quien enuncia en su
artículo, Darío Acevedo y la batalla por la memoria, que estamos frente a un lineamiento
ideológico entre las instituciones gubernamentales (en este caso el CNMH) con el estado a
fin de instrumentalizar una versión conveniente del pasado. Esto, nuevamente, en la
búsqueda de la legitimización de dicho discurso a modo de refrenamiento respecto al
trabajo de reconocimiento integral de relatos para una imagen “objetiva” del conflicto
armado y reparación de víctimas en Colombia. A esto Willis llama verdad oficial: una
verdad que se postula como única y es propia de un gobierno dictatorial que rechaza
versiones de la verdad que no le son convenientes.
Erik entonces habla de las repercuciones del posicionamiento de un discurso político, como
el ya mencionado, en el Centro de Memoria Histórica pensando no solo en la imagen
construida del conflicto armado sino en la reparación integral de las víctimas (estipulada en
la ley 1448 DE 2011) donde el estado debe buscar verdad, reahabilitación, restitución y
garantías de no repetición.
En ese sentido, las afinidades políticas de Darío Acevedo hacen que muchas organizaciones
que trabajan con víctimas del conflicto, como la fundacion Nydia Erika Bautista o el
movimeinto de víctimas de crimenes de estado (ambas en las que Erik es miembro),
pierdan la credibilidad en el CNMH. Ejemplo de esto es el reciente asunto de la Asociación
Minga que había apoyado la labor de memoria bajo la anterior administración pero que bajo
la premisa de que con Acevedo como director no habría una garantía de objetividad en la
reconstrucción del conflicto ha decidido retirar algunos documentos sobre 25 años de
violencia en zonas específicas de Colombia.
En este sentido, estas organizaciones que buscan construir una perspectiva del conflicto
desacreditan el trabajo de Acevedo pues temen a la censura o a la manipulación de esta
información. Además de temer por su propia seguridad que se ve comprometida, muchas
veces, por la contundencia del contenido radicado en dichos informes. Al respecto Erik
comenta: “Considero que ha sido importante esa dinámica y esa actitud que ha tenido la
gente como un acto simbólico porque muchas de esas cosas ya pudieron haber sido
copiadas, eran archivos digitales. Pero en el sentido del acto simbólico que representa que
al esta persona tener una actitud y unos afectos, una relación, con uno de los actores (del
conflicto) podría poner en vulneración a todas esas personas que tuvimos ese acto de
confianza frente a eso. Y la repercución es eso que se ha visto a nivel internacional que los
centros internacionales de memoria digan: oiga, usted está haciendo mal su trabajo, su
trabajo no tiene ninguna validez”.

Por otro lado, Darío Acevedo, al intentar contactarnos con él, nos remitió a sus artículos y a
otras entrevistas donde desarrolla el tema al igual que al informe de gestión del CNMH-
2019, de su parte no obtuvimos muchas más respuestas. Sin embargo, Acevedo ha
respondido en varias ocaciones a las acusaciones y a los artículos que se han publicado en
su contra. En “Memoria y verdad histórica: debate o veto”, artículo publicado en el
Tiempo, Acevedo refuta algunas de las sentencias presentadas por Wills cuando se refiere a
una entronización de la verdad oficial, el esfuerzo por manipular la memoria colectiva del
conflicto armado. Aquí, se vale de la prohibición, radicada en la ley de víctimas, en contra
de la formulación de una historia oficial excluyente trayendo principios sobre la libertad de
expresión, y la pluralidad radicados en allí mismo. En ese sentido, Acevedo se vale de los
compromisos que adquiere el CNMH al ser una entidad pública para asegurar la
imposibilidad de una manipulación de la memoria y la historia. Si nos centramos en
nociones estructurales de la configuración del Centro como aparato anexo al estado se
puede afirmar que las leyes juegan a favor de la objetividad y de la buena labor de dicha
instiución. Como lo menciona Gonzalo Sánchez Gómez, anterior director del CNMH en
una entrevista para el Tiempo, “el Centro no es una entidad privada sino una entidad estatal
que tiene compromisos pactados y firmados con las víctimas, reglamentados en el mismo
acuerdo de paz”.

Otro punto recalcado por Acevedo en varias entrevistas, a proposito de la invocación de


Gonzalo Sanchez, es, según el, una clara afinidad política de la anterior administración del
Centro: literalmente dice que el debate político sobre la historia no se ha cerrado, en una
entrevista para Noticias Caracol. Según Darío, la labor histórica se basa en enfoques que
enriquecen la literatura sobre la história según se exploran. Así, en el enfoque de su
propuesta, donde se centra en los militares como víctimas de las Farc, es propuesto como
un nuevo punto de vista a propósito de la integración de las fuerzas armadas al trabajo de
memoria.

A pesar de las distintas perspectivas en torno a este asunto hay que decir que es un asunto
que no se cierra, hablar sobre el futuro de la memoria y la reivindicación de las víctimas en
Colombia no es una tarea sencilla. De igual forma, ambos puntos de vista, analizados aquí,
pueden desarrollarse a fondo, radicalizarse, y, sin embargo, constituirse como mera opinión
en cuanto a la los hechos.

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