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Dicho así, la importancia del fenómeno parece limitada: después de todo, clásicamente
es posible en principio determinar completamente las características de un sistema no
demasiado complicado, de forma que en otro lugar puedan fabricarse copias del original
tan parecidas como se desee. Piénsese por ejemplo en una esfera tallada a partir de un
monocristal de cuarzo: determinando su composición, estructura cristalina, diámetro,
peso, temperatura, etc. (posiblemente en forma no destructiva), sería posible fabricar en
otro lugar cuantas copias quisiéramos. Las dificultades con objetos más complejos son
esencialmente técnicas, no de principio.
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representarse por un vector normalizado, combinación lineal con coeficientes complejos
de los vectores de la base,
2 2
ψ =α 0 +β 1 , α +β =1
En particular, los estados de espín de una partícula de espín 1/2 vienen descritos de esta
1
forma (los vectores 0 y 1 corresponden a los estados con componente de espín +
2
1
y − en una dirección dada; sus combinaciones lineales son autoestados de las
2
componentes de espín en otras direcciones). Las polarizaciones de un fotón se describen
también así (ahora 0 y 1 pueden ser los estados con polarización plana horizontal y
vertical, o los estados con polarización circular dextrógira y levógira; las combinaciones
lineales de estos vectores de la base corresponden a otras polarizaciones). Atomos con
dos niveles de energía relevantes o experimentos de interferometría en los que una
partícula puede seguir dos caminos distintos pueden también describirse de esta forma
Por otro lado, el estado cuántico de un sistema físico es una propiedad objetiva del mismo, que no
depende del conocimiento que un posible observador tenga sobre él: así, si un observador prepara un
sistema individual en un estado puro ψ , el que otro observador no conozca cómo ha sido preparado no
afecta al estado del sistema, sino solo al conocimiento que sobre el mismo tiene el segundo observador,
exactamente igual que en la física clásica (aunque a veces en Mecánica Cuántica esto no se deje
suficientemente claro). El presunto caracter "subjetivo" de la Mecánica Cuántica, debido a una
interpretación incorrecta, provocó serios problemas en el pasado, incluido su rechazo inicial en la URSS
por parecer incompatible con una interpretación materialista de la Naturaleza.
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pocos años, la mayoría de los especialistas habrían contestado negativamente (unos
pocos escarmentados habrían respondido más prudentemente que ignoraban cómo).
Pero en el año 1993 un grupo de físicos (Bennet y otros, 1993) descubrieron un
esquema teórico que permite justamente eso. Lo curioso del caso es que las limitaciones
anteriormente descritas impuestas por la Mecánica Cuántica pueden superarse
utilizando otra sorprendente y poco intuitiva propiedad cuántica, la existencia de
estados enredados (entangled, en inglés), que mantienen las correlaciones cuánticas
entre sus partes aunque estas se encuentren espacialmente separadas.
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ψ− ab
=
2
{0 a 1 b − 1 a 0 b }
Este estado enredado es muy particular: es un estado puro (es decir, máximamente
determinado) de la pareja de partículas, en el que cada una de ellas tiene la misma
probabilidad de estar en el estado 0 o en el 1 , sin que pueda predecirse cual de los
dos resultados se obtendrá al efectuar una medida. Pero si sobre la partícula a se hace
una medición y se encuentra en el estado 0 a , al medir sobre la partícula b ésta se
encontrará siempre en el estado 1 b , y recíprocamente: existe una correlación perfecta
entre ambas partes del sistema, aunque ambas se encuentren arbitrariamente separadas†.
α β
Φ pab = ψ p
ψ− ab
=
2
{0 p 0 a 1b − 0 p1 a 0 b }+ 2
{1 p 0 a1 b − 1 p1a 0 b }
que también puede escribirse como
Este tipo de correlación, más fuerte que las correlaciones clásicas (de ahí la violación de las
desigualdades de Bell), y que parece sugerir una "acción a distancia", molestaba profundamente a
Einstein (que llegó a hablar despectivamente de "telepatía" entre las dos partes del sistema total). Pero
aunque poco familiares, los estados enredados (responsables de la mayor parte de las "peculiaridades"
de la Mecánica Cuántica) no entran en conflicto con ningún principio físico esencial (causalidad,
relatividad,..), ni con ningún resultado experimental; por el contrario, las consecuencias de su existencia
han sido abundantemente comprobadas experimentalmente.
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1 − 1 +
Φ pab =
2
ψ pa
{−α 0 b − β 1 b}+
2
ψ pa
{−α 0 b +β 1 b}
1
+ φ−
2 pa
{β 0 b +α 1 b }+ 12 φ +
pa
{− β 0 b +α 1 b}
donde los ψ ± pa
, φ± pa
, son los llamados estados de Bell, mutuamente ortogonales:
ψ± pa
=
1
2
{0 p1a ± 1 p 0 a }
φ± pa
=
1
{
2
0 p 0 a ± 1 p1 a }
Es posible efectuar una medición sobre el sistema conjunto pa cuyo resultado sea
necesariamente alguno de los cuatro estados de Bell. En el estado Φ pab que estamos
considerando, los cuatro posibles resultados tienen la misma probabilidad (un cuarto), y
cada uno tiene una correlación total con un estado concreto de la partícula b. Por
ejemplo, si al medir sobre el par pa se encuentra el estado ψ − pa , la Mecánica Cuántica
nos dice que el estado de la partícula b será, con certeza, − α 0 b − β 1 b , es decir,
precisamente el mismo vector (salvo un signo global irrelevante) que describía el estado
original de la partícula p, pero ahora para la partícula b. A los otros tres posibles
resultados para el par pa les corresponden con certeza sendos estados bien definidos de
la partícula b, a partir de los cuales puede pasarse al estado α 0 b + β 1 b mediante una
operación física sencilla (una rotación de 180 grados alrededor del eje z, o del x, o del
y, respectivamente). La correlación perfecta entre ambas partes enredadas del sistema
sigue sin implicar ningún tipo de "influencia" de una sobre otra.
Tras efectuar su medición, Alice comunica a Bob por teléfono, correo electrónico,
radio,.. (o por carta, si Bob es capaz de mantener aislada su partícula b durante el
tiempo necesario) el resultado obtenido. Al recibir esta información, que ha sido
transmitida clásicamente a velocidad igual o menor (posiblemente mucho menor) que la
de la luz, Bob procede en consecuencia. Por ejemplo, si Alice le informa que ha
obtenido como resultado el estado ψ − pa , no hace nada: ya tiene una copia del estado
de partida. Si Alice ha obtenido uno de los otros tres resultados posibles, Bob aplica a
su partícula b la rotación correspondiente. En los cuatro casos, el estado de la partícula
b acaba siendo* ψ b .
* Puesto que Bob tampoco puede determinar cuál es el estado cuántico de su sistema individual, puede
parecer que se exige del lector un acto de fe en la Mecánica Cuántica para aceptar que el estado de
partida, desconocido, ha sido correctamente copiado en otro estado también desconocido. Pero todo esto
puede comprobarse experimentalmente. Basta que un cuarto observador proporcione a Alice un gran
número de sistemas individuales en el mismo estado puro ψ p (es decir, identicamente preparados de
forma maximal). Alice reúne cada uno de ellos con la partícula a de una serie de pares auxiliares ab,
efectúa una medición para ver cual es el estado de Bell que se obtiene en cada caso, e informa del
resultado a Bob, que efectúa la correspondiente transformación sobre la partícula b del mismo par. Según
la Mecánica Cuántica, el resultado en el punto B es una colección de sistemas individuales, todos ellos en
el estado ψ b , que debe ser igual al de partida. Disponiendo ahora de muchos sistemas individuales, es
posible determinar sin ambigüedad cual es su estado cuántico, y comprobar si la predicción teórica es
confirmada o no. Los experimentos citados al principio confirman que la respuesta es afirmativa.
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Nótense los siguientes puntos:
Primero, que sin la comunicación clásica de Alice a Bob, éste no sabría qué
transformación aplicar a su partícula b, y por tanto no podría preparar el estado ψ b . El
proceso de teleportación requiere un canal dual: un par de partículas con el tipo de
correlación cuántica considerada por primera vez por Einstein-Podolsky-Rosen
(denominado habitualmente un par EPR), y una comunicación clásica.
Segundo, que Alice informa a Bob, no del estado de la partícula p, que en general
desconoce, sino del resultado de una medición sobre el par pa. De hecho, la ignorancia
de Alice podría ser mucho más profunda: la partícula p podría no estar aislada, sino
formar parte a su vez de un par pq en otro estado enredado; en tal caso, lo que se
teleportaría sería el enredo del par pq al par bq.
Tercero, que tampoco hace falta que Alice conozca la ubicación de Bob en el momento
en que éste reproduce el estado inicial: Alice puede radiar el resultado de su medición
sobre el par pa, de forma que Bob capte el mensaje allí donde se encuentre; sólo se
necesita que Bob haya recibido la partícula b del par EPR y que no se haya roto la
correlación entre los miembros de par. La teleportacion no es un proceso direccional.
Quinto, que Bob puede obtener una única copia del estado original, y que tras la
medición de los estados de Bell sobre el par pa la partícula p no se encuentra ya en su
estado de partida (puede incluso haber desaparecido). No hay pues duplicación del
estado cuántico, prohibida por el teorema de no-clonación, sino sustitución del estado
en un punto por el mismo estado en otro punto.
La anterior descripción teórica del fenómeno puede seguirse con sólo conocimientos
básicos de Mecánica Cuántica, lo cual hace a la vez admirable el ingenio de sus
descubridores y sorprendente el que no haya sido encontrado antes. ¡Incluso sin acudir a
formalismos sofisticados, la Mecánica Cuántica encierra todavía muchas sorpresas!. La
ejecución práctica de la teleportación es otro cantar, como sugiere el que hayan sido
necesarios cuatro años antes de que dos de los mejores grupos experimentales en este
campo hayan conseguido su primera realización, que sin duda será mejorada en el
futuro.
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fotones del par se dirigen a los puntos A y B (que en este primer experimento están
separados sólo una corta distancia). En el punto A el fotón a se reúne con el fotón p
cuyo estado se intenta teleportar (y que en el experimento de Insbruck es a su vez
miembro de otro par, cuyo compañero se utiliza para comprobar la existencia del fotón
p)
Queda por comprobar que el estado teleportado coincide realmente con el de partida,
cualquiera que sea éste. Para ello el experimento se repite muchas veces con fotones p
de una misma polarización conocida, y se comprueba si los fotones b (en los casos en
que el par pa se encuentra en el estado ψ − pa ) tienen dicha polarización, identificando
y descontando las posibles fuentes de error. Tras repetir la tanda de experimentos con
distintas polarizaciones iniciales (lineales y circulares), se concluye que, en todos los
casos, el estado de polarización final del fotón b coincide con el estado de partida del
fotón p, tal como predice la Mecánica Cuántica.
AGRADECIMIENTOS
REFERENCIAS
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Bennet, C. H., Brassard, G., Crépeau, C., Jozsa, R., Peres, A. & Wootters, W. K.,
"Teleporting an unknown quantum state via dual classical and Einstein-Podolsky-Rosen
channels", P.R.L. 70, 1895-1899 (1993).
Boschi, D., Branca,S., De Martini, F., Hardy, L. & Popescu, S., "Experimental
realization of teleporting an unknown pure quantum state via dual classical and
Einstein-Podolsky-Rosen channels", P.R.L. 80, 1121-1125 (1998).
Bouwmeester, D., Jian-Wei Pan, Mattle, K., Eibl, M., Weinfurter, H. & Zeilinger, A.,
"Experimental quantum teleportation", Nature 390, 575-579 (1997).
Wooters, W. K. & Zurek, W. H., "A single quantum cannot be cloned", Nature 299,
802-803 (1982).