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› Resumen
Desde la segunda mitad del siglo XX, a escala global, los gobiernos sostienen políticas que tienden, de
manera explícita o encubierta, a la privatización de la educación. En la transformación del sector público
se observa la imposición de una nueva racionalidad política como tecnología de poder. La
gubernamentalidad neoliberal busca generalizar los postulados de las sociedades de mercado y de la teoría
del capital humano. En el campo educativo la propuesta de reforma camina hacia la privatización como el
corolario de una nueva gubernamentalidad, dirigida tanto a docentes como al alumnado, que produce
subjetividades ajustadas a nuevas formas de sujeción al poder neoliberal.
La presenta ponencia intentará mostrar que la reconfiguración del sistema educativo en marcha en la
Argentina se suma a una tendencia hacia la privatización endógena y exógena sostenida tanto por gobiernos
neoliberales como por las agencias de crédito que financian estas reformas en América Latina.
› Presentación
Desde la segunda mitad del siglo XX, en un mundo globalizado y ante procesos de reforma del Estado y
políticas de ajuste estructural financiadas por agencias multilaterales de crédito, gobiernos de los países
capitalistas sostienen políticas que tienden, de manera explícita o encubierta, a la privatización de la
educación: opción escolar, mejora de la educación, transferencia de responsabilidades, competencia,
eficacia, flexibilización, asociación entre sector público y privado, son algunos de los eufemismos
utilizados para instalar la idea de reforma. En este contexto de globalización del proyecto educativo
neoliberal, la privatización se presenta como la única herramienta capaz de innovar, de producir cambios
organizacionales y nuevas relaciones en el marco de la reconfiguración del Estado. Esta tendencia hacia la
privatización fue llevada a la práctica en los años ochenta y noventa del siglo XX en Estados Unidos y el
Reino Unido, pero también en Nueva Zelandia y Chile. En la actualidad, el avance del neoliberalismo en la
región latinoamericana vuelve a poner en agenda la reforma educativa como un medio para alcanzar la
configuración del sistema educativo sobre un nuevo sustrato ideológico.
Asistimos a un discurso global que impulsa reformas educativas que tienen a la estandarización de métodos
y contenidos y a la evaluación de resultados en el centro del debate, situando a sus docentes como los
principales responsables. En los años noventa del siglo pasado, el neoliberalismo promovió la idea de que
la escuela debía ser eficaz en la formación de recursos humanos al servicio del capital privado en tanto los
parámetros de productividad eran establecidos por los organismos internacionales. En la actual fase
neoliberal, se pone el acento en la modernización del proceso educativo mediante la incorporación de
formas de actuar propias de la gestión empresarial. El diagnóstico de la “crisis” de la educación entonces
es necesario para instalar una propuesta de reforma basada en la “gestión empresarial” de la escuela y la
profesionalización docente.
En Argentina, entre los años 2003-2015, se puso en marcha una renovación de los marcos que regulan la
educación y la formación docente, con el propósito de reconstruir los lazos y principios avasallados por el
Estado neoliberal que gobernó en la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI. Este marco implicó
la sanción de nuevas leyes educativas y la creación del Instituto Nacional de Formación Docente como ente
autárquico y federal, cuyas funciones son planificar, desarrollar e impulsar políticas de formación docente
inicial y continua. Sin embargo, a casi dos años, una nueva ola neoliberal gobierna nuestro país bajo la
presidencia de Mauricio Macri. Las políticas sectoriales propuestas por el actual gobierno son un medio
para consagrar el proyecto neoliberal en educación. En sus formas endógena y exógena, la privatización es
un proyecto necesario para que la escuela y la educación estén al servicio de capitales privados y responda
a las necesidades de las sociedades de mercado. La reconfiguración del sistema educativo que se está
poniendo en marcha en la Argentina se suma a una tendencia hacia la privatización sostenida por gobiernos
neoliberales, y por las agencias de crédito que desde los años ochenta de siglo XX financian las políticas
de reforma en América Latina.
Menos Estado y más Mercado es la fórmula neoliberal que favorece la privatización de los servicios
públicos. En el caso de la educación, la privatización puede ser endógena –vía la incorporación de métodos
y prácticas que son propias del sector privado-, o exógena –a través de la prestación del servicio educativo
por privados basada en el beneficio económico-. En definitiva, detrás de la transformación del sector
público se observa la imposición de una nueva racionalidad política como tecnología de poder. La
gubernamentalidad neoliberal busca generalizar los postulados de las sociedades de mercado y de la teoría
del capital humano al conjunto de relaciones sociales de manera tal que cada individuo se sienta empresario
de sí mismo (emprendedor) y opere capitalizando sus recursos en beneficio propio. En el campo educativo
la propuesta de reforma camina hacia la privatización endógena y exógena y de la política pública como el
corolario de una nueva gubernamentalidad que produce subjetividades ajustadas a nuevas formas de
sujeción al poder neoliberal. Estamos ante una nueva arquitectura de gobierno que articula de modo
diferente elementos dentro y fuera del estado, y construye un nuevo modo de control estatal a través de
contratos, del establecimiento de objetivos o metas a alcanzar y de la supervisión de resultados. En ningún
caso esta transformación supone el vaciamiento del Estado sino un cambio en la gestión de lo público, el
remplazo de la gestión burocrática estatal por una gestión por redes.
La privatización es una herramienta política, que no sólo supone una renuncia por parte del
Estado a su capacidad para ocuparse de los problemas sociales y responder a necesidades
sociales, sino que forma parte de un conjunto de innovaciones, de cambios organizacionales y
nuevas relaciones y asociaciones sociales, que en conjunto desempeñan un importante cometido
en la reconfiguración del propio Estado. En este contexto, la reconfiguración de la educación
otorga legitimidad al concepto de la educación como objeto de lucro, disponible mediante
contrato y como una transacción de venta. (Ball y Youdell, 2008:11)
El discurso neoliberal pone el acento en la eficacia de las instituciones de cara a su “modernización”. Esta
asimilación de eficacia a democracia le sirve para presentar al sector privado como un ámbito de actividad
más democrático que el sector público. Cuando la educación se ajusta a los requerimientos de la economía,
la eficacia se vuelve un valor en sí mismo con capacidad para regular el funcionamiento de las escuelas y
el trabajo docente. Bajo este paradigma, la mejora de la educación sobreviene cuando la escuela se asimila
al modelo de la empresa, como parte de un proceso de privatización más amplio que incluye todas las
estructuras del Estado. Esta tendencia a la privatización no es evidente para la ciudadanía en general porque
no requiere del vaciamiento del aparato de Estadio sino su transformación y funcionamiento. Por ejemplo,
los programas del actual Ministerio de Educación y Deportes que fueran creados en la etapa anterior
mantienen la misma denominación, pero no su contenido y dirección.
La incorporación en las escuelas de una lógica de mercado y de prácticas gerenciales es una forma endógena
de privatización y suele presentarse como el camino hacia la modernización de la educación y la gestión
escolar. Por privatización en la educación o endógena Ball y Youdell (2008) refieren a,
Esas formas de privatización (que) implican la importación de ideas, métodos y prácticas del
sector privado a fin de hacer que el sector público se asemeje cada vez más a una empresa y sea
tan eficiente como una empresa (p.8)
Elevar los estándares educativos pensando en hacer más competitiva la economía nacional es una
privatización de tipo exógena. Por privatización de la educación o exógena Ball y Youdell (2008) refieren
a,
La escuela ha intentado cumplir las aspiraciones igualitarias de nuestras sociedades y hoy se encuentra ante
la imposición de la concepción liberal que redirecciona el proceso educativo a la acumulación del capital
privado. En este sentido, se observa una tensión entre hacer efectivo el derecho universal a la cultura –lo
que exige un incremento del financiamiento público en educación-, y la preeminencia de acumulación de
capital que tiene por efecto la reducción de las cargas sociales y el aumento del gasto privado. La escuela
se ve nuevamente impelida a estar al servicio de la economía. Tendencia por cierto que no es nueva y que
Laval (2004) llama profesionalización de la escuela.
La profesionalización se ha vuelto un imaginario que pretendería reinterpretar todos los actos y todas las
medidas pedagógicas en función de un único objetivo. Esta ideología que transforma la política educativa
en una política de adaptación al mercado de trabajo es una de las vías principales de pérdida de autonomía
de la escuela y la universidad. Sin duda, se presentó como una vía de modernización del sistema escolar, e
incluso como la vía regia de su democratización (p.108).
Esta nueva ideología escolar busca resolver un problema central para la economía como es la formación de
mano de obra. La propuesta donde mejor se plasma este ajuste del sistema educativo al objetivo económico
es la Secundaria del Futuro, Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires. Cuestionada por toda
la comunidad educativa, la reducción del tiempo de cursada del 5to año se presenta como la oportunidad
para que las/los estudiantes realicen prácticas educativas en empresas y organizaciones seleccionadas
teniendo en consideración los talentos e intereses de cada alumna/o, y para que desarrollen habilidades y
proyectos para la formación del sujeto emprendedor. Sostenida en slogans publicitarios, la reforma de la
escuela secundaria no especifica cuáles son los contenidos que sustentan dichas prácticas ni los propósitos
formativos que persigue al eliminar horas de clase y asignaturas. El neoliberalismo pone el acento en el
talento individual y en la formación en emprendedurismo de nuestras/os jóvenes independientemente de las
condiciones económicas, sociales, políticas y culturales en las que viven (Seoane y Lappano, 2017). Lo que
el gobierno presenta como la formación en diferentes ámbitos atendiendo a los intereses de cada alumna/o
(demanda individual), termina siendo una gran oportunidad para que el mercado obtenga trabajadoras/es
precarizadas/os y adaptadas/os a sus condiciones y para que seleccione de manera “natural” a las/los más
aptas/os. Independientemente de su viabilidad, este proyecto construye un horizonte donde lo importante
es instalar nuevos sentidos para la escuela secundaria sobre la base de un diagnóstico de crisis de la
educación que oculta un ataque a la escuela pública1.
La mercantilización de la educación puede asumir dos formas posibles: la comercialización del espacio
escolar, cuando las empresas intentan penetrar el territorio escolar por razones publicitarias y/o comerciales;
cuando las escuelas se transforman en empresas productoras de mercancías asume la forma de
mercantilización de los productos educativos para su posterior comercialización y, cuando las escuelas se
vuelven competitivas, se produce la comercialización de la actividad educativa. (Labal, 2004:163-164). Lo
que está en juego es la autonomía de la escuela, de las formas de enseñar, de los contenidos de la enseñanza
que tenderían a ser reemplazados por “un supermercado mundial de las formaciones en línea”2 (p.185).
1
Recordemos que la Secundaria del Futuro sólo sería aplicable a las escuelas secundarias públicas dependientes del
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
2
Por razones de espacio, no desarrollaremos en esta ponencia un tema tan sensible al campo educativo como es el
mercado global para la venta de productos educativos.
> Políticas de formación y gubernamentalidad neoliberal
Mientras atravesamos un nuevo ciclo neoliberal, la preocupación por el futuro del sistema formador
adquiere relevancia frente a decisiones políticas que se orientan a la restructuración del Estado y a un
distanciamiento progresivo de aquellas políticas que permitieron consolidar nuevos derechos.
Las reformas que promueve la derecha neoliberal prometen el despliegue de una serie de acciones -la
publicación de los resultados de las pruebas estandarizadas, la política de incentivos económicos para
premiar al buen docente, la evaluación entendida sólo como medición- que operan como verdaderas
tecnologías de control de la práctica de las/los docentes y, siguiendo a Ball y Youdell (2008), se
corresponden con dinámicas endógenas de privatización de la educación. Podríamos decir que estas
tecnologías de control reactualizan el poder disciplinario sobre el trabajo y el cuerpo de las/los docentes
cada vez que se les exige superar los estándares alcanzados. Las evaluaciones estandarizadas son la
expresión más acabada de cómo opera la biopolítica en la educación, y del papel que juegan en la regulación
de las/las docentes (Navas y Casanova, 201:36).
La privatización de la educación modifica la forma de preparar a las/los docentes, las condiciones de acceso
a la docencia, los requisitos para el desarrollo profesional. La principal estrategia discursiva para poner en
el centro de la reforma a los docentes es desautorizarlos en sus saberes. A diferencia de los años noventa
del siglo XX donde se instaló una lógica instrumental que convirtió a los docentes en meros aplicadores de
reformas producidas por externos al sistema escolar, en el presente existen experiencias donde jóvenes
universitarios con alta calificación y sin preparación para el ejercicio de la docencia acompañan a las/los
docentes en el aula3. Estos jóvenes son seleccionados por fundaciones y empresas que ven a la educación
como un ámbito de negocios de alta rentabilidad. Las fundaciones y empresas participan cada vez más del
diseño de políticas públicas mediante una alianza público-privada (PPP) que naturaliza la privatización de
la educación. Si bien desde los años noventa las empresas realizan acciones tradicionalmente llevadas a
cabo por el Estado, lo nuevo en el contexto actual es la enorme influencia que adquieren en el desarrollo de
contenidos escolares, la provisión de infraestructura escolar, tecnología e insumos y, muy especialmente,
la formación y capacitación docente.
Este proceso de mercantilización del conocimiento ligado a los criterios meritocráticos abre un campo
propicio dentro del espacio público para que las empresas y las ONGs realicen negocios y obtengan lucro
con la “capacitación” (CTERA, 2016:112)
3
Es el caso de la Fundación Enseñá x Argentina y el programa de formación y liderazgo a través del cual selecciona
a jóvenes profesionales (PExAs) para que participen en las aulas, potenciando el talento y la motivación de los
estudiantes (CTERA, 2016:56-57)
La educación no sólo es un ámbito rentable para los negocios de empresas y fundaciones sino por sobre
todo es un campo altamente feminizado y por ello objeto de violencias. En la producción de un sujeto
ajustado a los requerimientos del mercado, consciente de la necesidad de capitalizar sus recursos en
beneficio propio, el neoliberalismo reactualiza la opresión estructural propia del sistema capitalista
patriarcal. En el capitalismo las mujeres somos objeto de una explotación económica y de género por la
transferencia de los resultados de nuestro trabajo a un grupo social determinado: los hombres. Según Young
(2000), consumismos nuestras energías y poder al liberar del trabajo doméstico y de las tareas de cuidado
a los hombres y al ofrecer nuestros servicios sexuales a través del matrimonio. Pero explotación es sólo una
de las expresiones de la opresión que describe Young en su intento por elaborar una nueva teoría de la
justicia. Otra de las caras de la opresión es carencia de poder4, como resultado de un proceso por el cual
el/la trabajador/a es alejado/a de la toma de decisiones que afectan sus condiciones de vida.
Las personas carentes de poder son aquellas que carecen de autoridad o poder aún en este sentido de
mediación, aquellas personas sobre las que se ejerce el poder sin que ellas lo ejerzan; los individuos carentes
de poder se sitúan de tal modo que deben aceptar órdenes y rara vez tienen derecho a darlas. La carencia
de poder designa también una posición en la división de trabajo y la posición social concomitante que deja
a las personas pocas oportunidades para desarrollar y usar sus capacidades. (p.99)
Las/los docentes contamos con una autoridad fundada en un conocimiento disciplinar y en una práctica
forjada en el día a día de las instituciones y en diálogo con la formación. No obstante, las reformas
neoliberales conducen a la pérdida de poder y autonomía de las/los docentes en el trabajo, en nombre de
una nueva “profesionalización” que tiene por base la precarización laboral. El sexismo y el racismo horadan
la respetabilidad de la clase profesional. Estas injusticias, propias de la carencia de poder, están ligadas a la
división sexual del trabajo que también ordena la distribución de tareas y funciones en el campo educativo.
De la manera en que Young pluraliza la categoría opresión intenta superar el reduccionismo de clase de la
teoría social, para mostrar similitudes y superposiciones de exclusiones que viven ciertos grupos en las
sociedades modernas. Siguiendo a Young, cabe pensar que en tiempos de neoliberalismo recaen sobre la
docencia, en tanto cuerpo feminizado, exclusiones y discriminaciones de clase, de género, sexual, aun
cuando resiste la tendencia a ser desplazada como sujeto político activo5. Si cuando los cuerpos se
congregan en el espacio público (la calle, la plaza) ejercen su “derecho plural y performativo a la aparición”
(Butler, 2017), la violencia y la carencia de poder -dos formas de la opresión- retrotrae esos cuerpos a un
4
Explotación, carencia de poder y marginación (forma que impide el ejercicio pleno de la libertad y los derechos)
refieren a relaciones de poder y opresión en virtud de la división social del trabajo. Las otras dos caras de la opresión
refieren a relaciones estructurales e institucionales que inciden en la vida de las personas: imperialismo cultural
(imposición y universalización de la experiencia de un grupo dominante) y violencia (individual y como práctica
social dirigida a un grupo).
5
El 9 de abril del corriente, las/los docentes hemos sido el primer grupo reprimido en el momento de instalar la carpa
de la Escuela Itinerante, en el mismo lugar donde estuvo instalada la Carpa Blanca de los años noventa, frente al
Congreso de la Nación.
espacio privado y los expulsa del campo político instalando nuevamente en su lugar a organismos
internacionales o fundaciones que hacen efectivas sus orientaciones de política pública. Con el
neoliberalismo, la pérdida de poder opera sobre el/los cuerpo/s docente/s de manera que se autorepresenten
como gestores (emprendedores) de su vida. Para lograrlo, es condición atacar toda construcción colectiva
e inscripción a un colectivo que las/los represente, porque entiende que son los sindicatos los que ponen en
riesgo el proyecto neoliberal de convertir a las escuelas en empresas, y a sus docentes en gestores de sí
mismos.
A propósito de la gubernamentalidad neoliberal, García Fanlo (2015) retoma a Michel Foucault para señalar
que el neoliberalismo no debe ser considerado una ideología, un modelo económico o el momento de
superación del liberalismo, sino “el gobierno de la vida cotidiana, económica, social e individual que no
busca disciplinar los deseos sino gobernar o gestionar su circulación que reformule las identidades
disciplinarias por nuevas para hacerlos compatibles con el mercado”. Y dice algo más importante para
comprender las reformas que propone el actual gobierno de Cambiemos y es que “se trataría de una
racionalidad política y una tecnología de gobierno que lejos de eliminar al Estado lo convierte en un
instrumento para crear niveles cada vez mayores de autonomía del mercado” (p.14).
El mayor problema que enfrenta el neoliberalismo actual, siguiendo a Butler, es que mientras consagra la
autonomía como ideal, barre con todas las condiciones que harían posible dicha autonomía al precarizar las
condiciones de existencia y la posibilidad de una vida buena. A su vez, y a medida que aumenta la
precariedad y se vuelve amenazante, aumenta el reclamo de una mayor regulación y control del espacio
público y de los sujetos mientras se produce una mayor apertura y desregulación de los mercados. En este
escenario económico y político, la asunción de la responsabilidad individual produce aislamiento social y
una mayor conciencia de su precariedad y de la inevitabilidad de que nadie más que una/o misma/o tendrá
que hacerse cargo de sí. Butler llama a esta toma de conciencia “sentido individualizado de la angustia y el
fracaso moral” (p.23), en oposición a una concepción solidaria de la dependencia mutua en la que debería
asentarse el Estado y la sociedad democrática.
> A modo de cierre
Una nueva racionalidad, la gubernamentalidad neoliberal, se asienta en un conjunto de reformas (laboral,
previsional, salud y educación) de los gobiernos de Argentina y otros países de América Latina que
representan los intereses de los sectores más concentrados de la economía.
La privatización de la educación, endógena y exógena, forma parte de una agenda global promovida
principalmente por la OCDE, el Banco Mundial y agencias multilaterales incidiendo cada vez más en la
toma de decisiones de política pública. La gubernamentalidad neoliberal pretende asimilar la escuela al
modelo de la empresa, y producir una nueva subjetividad ajustada al mercado. En la reforma de la escuela
y de la formación docente encontramos el camino hacia la producción de una nueva subjetividad subalterna,
carente de poder, frente al poder del mercado, de manera de garantizar la rentabilidad de los grupos
(fundaciones y empresas) que ven en la educación un gran negocio. La educación en un nuevo ciclo
neoliberal debe tender a la acumulación de capital privado.
Las/los docentes como clase profesional está nuevamente en el centro de un proceso de reforma que las/los
presenta como el problema y la solución de la “crisis”, tomando como parámetro de comparación para dicha
construcción los resultados obtenidos en pruebas estandarizadas como PISA. La estrategia discursiva viene
siendo la desautorización de las/los docentes en sus saberes para promover su profesionalización que en
actual contexto significa convertirse en gestores de sí y potenciadores del talento individual de las/los
estudiantes.
El sistema educativo está siendo reconfigurado bajo una racionalidad que busca el gobierno de la vida
cotidiana, social e individual, de las instituciones públicas, con la premisa de que lo público sea cada vez
menos público y se asemeje cada vez más a lo privado. El neoliberalismo necesita convertir la escuela al
modelo de la empresa y reformar el sistema formador porque así los docentes serán preparados en esta
racionalidad que busca consagrar el individualismo por medio de la incorporación de contenidos vinculados
al emprendedurismo, y la regulación a través de mediciones estandarizadas. Sin embargo, este proceso no
está exento de resistencias y luchas que vienen siendo sostenidas por estudiantes, familias, docentes,
sindicatos, buscando recuperar y resignificar el poder de la calle.
Bibliografía
BUTLER, Judith (2017). Cuerpos aliados y lucha política. Hacia una teoría performativa de la
asamblea. Buenos Aires: Paidós.
NAVAS, Julián Luengo y CASANOVA, Geo Saura (2014). Reformas educativas globales.
Privatización, biopolítica, tecnologías de control y performatividad. Revista Tempora, (17), 31-
48.