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La estética de Pseudo-Dionisio.

La etapa siguiente en la historia de la estética cristiana la constituyen los escritos griegos,


atribuidos durante mucho tiempo a Dionisio Areopagita, primer obispo de Atenas, que vivió en el
siglo 1 de nuestra era. No obstante, aquellos escritos no salieron de su pluma, sino que son obra
de un tratadista anónimo posterior, que vivió en el siglo Y y que —a juzgar por la forma y el
contenido de sus tratados— fue un cristiano platónico '. A aquel escritor anónimo se le suele
llamar Pseudo-Dionisio

La estética de Pseudo-Dionisio tiene mucho en común con la de San Basilio y la de los otros Padres
griegos del siglo IV y constituye, en cierto modo, la última etapa de la estética patrística.

No hubo antes ni después de Pseudo-Dionisio una estética más trascendental, más apriorística,
más separada del mundo real y de las experiencias estéticas propiamente dic

La idea de la belleza primera.

La idea de la belleza primera. Según Pseudo-Dionisio, los santos teólogos hablan del bien supremo
y de la causa primera de las cosas con el nombre de lo Bello y la Belleza . El bien es, en efecto, la
mayor hermosura, que encierra en sí y supera todo lo que es bello.

La belleza del bien, es objeto, en resumen, de toda admiración y aspiración, y al mismo tiempo su
límite, su finalidad y su modelo. Dicha belleza se identifica con el bien. «El Bien-lo Bello» es causa
de todo cuanto en el mundo resulta hermoso y bueno, de toda existencia y de toda creación, de
toda armonía y todo orden, de toda perfección, de toda idea y de todo conocimiento. Todo ser
proviene así del «Bien-lo Bello», persiste en él y vuelve a él.

Relación entre cristianismo y neoplatonismo.

La estética de Pseudo-Dionisio, igual que todo su sistema, se basaba en dos conceptos: el


concepto religioso de Dios, tomado de las Sagradas Escrituras, y el concepto filosófico del
absoluto, asumido de los griegos.

Ya habían hablado de la belleza el Génesis y los Padres de la Iglesia, pero mientras que aquellos la
concebían como una propiedad de la creación, Pseudo-Dionísio la atribuyó directamente al
Creador. Si Dios es bello, la belleza que vemos en la tierra nada es en comparación con la de Dios.
Si Dios es bello, sólo El lo es de verdad. Al atribuir la belleza directamente a Dios, Pseudo-Dionisio
tuvo que negársela al mundo. Si vemos la hermosura de las cosas, ésta no puede ser su propiedad,
sino un reflejo de la única belleza, la divina.

Para llegar a ellos, Pseudo-Dionisio se inspiró en la filosofía griega, pero no en sus corrientes
positivistas o materialistas, sino en el pensamiento de Platón y de Plotino,
La superioridad de la belleza espiritual e ideal frente a la empírica, la belleza en tanto que objeto y
finalidad, todo ello provenía de Platón. De Plotino, en cambio, tomó fa idea de belleza en tanto
quepropiedad de lo absoluto, de la unión de lo bello con el bien y de la emanación de la belleza
empírica de la belleza absoluta.

La belleza absoluta

Así, se refería a Dios, pero escribía sobre la belleza «supraexistencial». Tomando de Plotino no sólo
el concepto sino también el léxico, en términos aún más superlativos, habló de la panbelleza» y de
la «suprabelleza

Gracias a él, en el interior de la estética cristiana entró de lleno el más abstracto de los conceptos
de lo bello. Convirtió así una cualidad empírica en una absoluta, realizando con ello otra
transformación: lo bello concebido como absoluto, la belleza se convirtió en perfección y potencia.

No obstante, interpretada de este modo, la belleza perdió su especificidad y dejó de ser belleza en
el sentido estricto de la palabra. Lo bello se convirtió en sinónimo de perfección y potencia,
dejando de ser cuestión de observación y experiencia; fue sometido exclusivamente a
especulación y arrebatado a la esfera del misterio.

Emanación de lo bello.

La belleza absoluta emana en cuanto tal, y el resultado de aquella emanación es la belleza


terrestre

Los Padres de la Iglesia entendían de manera dualista la relación entre Dios y la luz: Dios es
perfecto y el mundo es frágil; Dios posee cualidades perfectas y el mundo, imperfectas, entre las
que se encuentra la belleza.

Para Pseudo-Dionisio, en cambio, el mundo no poseía una belleza propia, ni siquiera imperfecta,
pero en cambio, reproducía la emanación de la belleza divina. De modoque si la belleza
perceptible en el mundo es emanación de la divina, sólo existe verdaderamente esta belleza.

Según su doctrina, no obstante la imperfección de todo lo terrestre, la belleza terrena contiene en


su interior elementos divinos, pues la belleza divina, a pesar de su trascendencia, se revela en el
mundo. Pseudo-Dionisio expresó esta idea diciendo que la materia conlleva ecos o «reflejos» de la
perfecta belleza intelectual. (Lo mismo afirmará San Agustín al sostener que la materia contiene
«vestigios» de la belleza perfecta)

La teoría dionisiana de lo bello dio origen a su interpretación del arte y, en especial> a sus ideas
acerca de cómo ha de obrar el arte para alcanzar la belleza. A su modo de ver, el arte tiene un solo
camino, el tratar de acercarse a la belleza perfecta.
Así pues, la creación humana es imitación de la belleza invisible . Para alcanzar su meta, el artista
ha de rechazar del mundo visible todo cuanto le distraiga de la belleza visible. La creación es una
eliminación de lo superfluo

Consonantia e claritas

Pseudo-Dionisio solía presentar su concepto de la belleza en tanto que luz, pero en una sola
ocasión unió aquella idea con la definición tradicional de la belleza en tanto que armonía
(consonantia). De esta suerte, la belleza quedó definida como consonantia et claritas (e'uasoot(a
xctí ¿tyXaíu) 1, es decir, como armonía y luz, o como proporción y claridad.

Para Pseudo-Dionisio, la belleza —naturalmente absoluta— era no sólo la fuente sino también el
objetivo del ser. El hombre debe mirarla, amarla y aspirar a ella,

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