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I
CIÉNCIES DE L’EDUCACIÓ
INTRODUCCIÓN ………………………………………………………………..……..7
BIBLIOGRAFÍA …………………………………………………………………….143
SITIOGRAFÍA ………………………………………………………………………154
4
5
Le vivant vit à la limite de lui-même, sur sa limite.1
Gilbert Simondon (1924-1989)
2 Ya que el lenguaje ha sido y sigue siendo una forma de invisibilizar a las mujeres, intentaré evitar la
expresión “el hombre” como común denominador de ambos géneros. Salvo en citas textuales, utilizaré la
palabra compuesta “ser humano”.
7
la complejidad de lo real. Como no estamos ante un reto de dominio exclusivamente
filosófico, ninguna disciplina puede monopolizar el human enhancement3. Deberán
hacerse esfuerzos conjuntos desde la ética, la política, el derecho, la religión, la
medicina, la ciencia, etc., para guiar el correcto desarrollo de las tecnologías
emergentes. La convergencia de saberes nos impulsa al imperativo de
interdisciplinariedad, sin caer en el sincretismo, teniendo claras las diferencias en los
objetivos y métodos de cada saber, reconociendo humildemente el dominio pasivo de
los conocimientos que no son propios de la disciplina en la que uno está especializado.
El itinerario que propongo, por lo tanto, es el siguiente.
En el cuarto capítulo, nos valdremos de Hans Jonas para reivindicar una ética
orientada al futuro, que resulta indispensable para cavilar sobre la cuestión del
mejoramiento humano mediante las tecnologías emergentes. Presentaremos la propuesta
ética de Hans Jonas, para valernos de la piedra angular de su teoría, esto es, del
principio de responsabilidad, para repensar la cuestión del human enhancement.
Asimismo, como la obra del filósofo alemán concedió una especial importancia al factor
ecológico, traeremos a escena algunas propuestas de “ingeniería humana” por parte de
los transhumanistas, que pretenden enfrentar el desafío del cambio climático.
Finalmente, defenderemos una ética orientada al futuro fundada en la responsabilidad.
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En el quinto capítulo, vincularemos la biomejora al marco general de la
biopolítica. Para ello realizaré una breve introducción al término “biopolítica”, para
posteriormente centrarme en dos obras de Foucault –La voluntad de saber y Nacimiento
de la biopolítica–, que nos servirán para situar la cuestión del mejoramiento humano en
la trayectoria de la biopolítica sugerida por el filósofo francés. A continuación, Byun-
Chul Han y su teorización de la “sociedad de rendimiento” nos sirven para actualizar la
biopolítica foucaultiana, ya que hoy nos encontramos ante la defensa de un
mejoramiento humano fundado en la libertad individual. Veremos, después, como el
biomercado de la mejora puede convertirse en un gran negocio para los
transhumanistas.
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siglo XXI. Nos encontramos ante un desafío de gran magnitud. El mejoramiento
humano por vía biotecnológica puede ser probablemente, junto con el reto ecológico,
una de las cuestiones protagonistas de comienzos de este nuevo milenio, ya que ambos
afectan a nuestra supervivencia como especie y la calidad de vida que podremos
mantener. Por lo tanto, y en palabras de Peter Singer, «las decisiones que hay que tomar
son en su mayoría nuevas, porque la ciencia que las posibilita por primera vez es, en sí
misma, nueva»4. En consecuencia, el desafío debe ser afrontando conjuntamente y sin
amilanarse. Y tal como señala Habermas con lucidez, «las razones de los filósofos para
abandonar este tema de debate a los biocientíficos e ingenieros entusiastas de la ciencia-
ficción ya no son buenas»5.
6 DIÉGUEZ, ANTONIO, «Reflexiones sobre las tecnologías de mejoramiento genético al hilo del
pensamiento de Ortega y Gasset», SCIO. Revista de Filosofía, n.º 10, 2014, p. 65.
7 FEITO GRANDE, LYDIA, El sueño de lo posible. Bioética y terapia génica, Universidad Pontificia de
Comillas, 1999, p. 31.
8 Ibíd., pp. 31-32.
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De la conjunción entre genética y biología molecular nace la genética molecular.
«La Genética molecular intenta explicar los fenómenos genéticos apoyándose en la
Física y la Química, y su objetivo son los aspectos de los “mecanismos” genéticos que
pueden tratarse a nivel molecular».9 Que el ADN se concibiese desde su estructura
molecular resultó imprescindible para ello. Posteriormente, la nueva genética de los
años ‘60 y ‘70 aceleró el progreso aún más. «Vino a combinar todos los datos conocidos
en las etapas anteriores (genética formal mendeliana, citogenética y genética molecular),
con nuevas técnicas experimentales que se basan en la purificación y secuenciación de
bases, la utilización de enzimas que cortan y unen ácidos nucleicos, y la transferencia de
ADN de un organismo a otro»10. Tal y como resume Antonio Diéguez:
9 Ibíd., p. 42.
10 Ibíd., p. 51.
11 DIÉGUEZ, A., loc. cit.
12 FEITO, L., op. cit., p. 51.
13 Ibíd., p. 52.
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muy útil en su función terapéutica y su investigación es capaz de abrir puertas muy
valiosas para la ciencia.
Pero ¿en qué consiste la clonación? «La clonación es el proceso por el que se
aísla y purifica un gen para después crear una molécula de ADN recombinante (ADNr)
que se replicará en el hospedador, creando múltiples copias (clones) de la secuencia de
ADN deseada»14. La primera vez que tuvimos noticia de esta operación en organismos
superiores fue el 23 de febrero de 1997. «Ese día nos presentaron a Dolly15, una oveja
de seis meses que había sido clonada directamente a partir de una simple célula tomada
del tejido de la ubre de una donante adulta»16. Las técnicas de clonación también han
sido utilizadas para intentar revivir especies ya extinguidas; como es el caso de la Capra
Pyrenaica (bucardo), extinguida en España desde el año 2000. En febrero de 2009
consiguió vivir siete minutos un clon extraído de trozos de la piel de un ejemplar de
bucardo mantenidos en nitrógeno líquido. Obviamente, el mayor interés de la clonación
no está solo en el de clonar otras especies, sino en la posibilidad de la clonación
humana. Esta posibilidad la examinaremos de manera breve más adelante, junto con el
resto de biotecnologías principales de la ingeniería genética.
14 Ibíd., p. 58.
15 Dolly había nacido el 5 de julio de 1996.
16 SILVER, LEE M., Vuelta al Edén. Más allá de la clonación en un mundo feliz, Taurus, Madrid, 1998,
p. 131.
17 El burdégano es, en cambio, el resultado del cruce entre un caballo y una burra.
18 SAVULESCU, J., op. cit., p. 293.
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Esto es posible desde la década de los ochenta. Pero dos de los casos de mayor
impacto mediático se produjeron a comienzos del siglo XXI. Dichos casos fueron los
del “ANDi”, el primer mono rhesus creado transgénicamente y el de “Alba”, el conejo
creado por el artista Eduardo Kac. ANDi nació el 2 de octubre del año 2000. Le
introdujeron un gen adicional en el óvulo de la madre mediante un marcador viral.
Dicho gen provenía de una medusa, en concreto de una Aequorea victoria, que contenía
la propiedad GFP (Green Fluorescent Protein). En consecuencia, ANDi era una mono
sano y aparentemente normal, hasta que se le exponía a luz azul y brillaba con un verde
fluorescente. El artista brasileño Eduardo Kac realizó el mismo proceso con éxito en
una liebre en el año 2001, siendo el resultado mucho más espectacular: lo llamó Alba19.
Los animales modificados genéticamente (AMG) están siendo actualmente utilizados en
investigaciones neurobiológicas, como en el caso del Alzheimer. Este tipo de
modificaciones genéticas interespecie también ha dado lugar a especulaciones sobre
posibles quimeras en el futuro o, como es en el caso de Savulescu, sobre cómo el ser
humano se podría valer de los genes que quisiese de otros seres vivos:
«En un principio no hay razón para que no podamos crear humanos con la
visión de un halcón, el oído y el olfato de un perro, el sonar de un murciélago, el
equilibrio y la gracia de un gato, la velocidad de un guepardo e incluso la capacidad de
generar energía mediante la fotosíntesis a partir de la luz del Sol. No hay razón, en un
principio, por la que los “poshumanos” no puedan beneficiarse de los genes del reino de
los seres vivos»20.
21 Ibíd., p. 328.
22 DIÉGUEZ, A., art. cit., p.66.
23 DIÉGUEZ, A., «Biología sintética, transhumanismo y ciencia bien ordenada», Viento Sur, n.º 131,
diciembre 2013, p. 74.
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generar nunca las combinaciones específicas de nucleótidos que sí podrían obtenerse
por laboratorio»24.
24 Ibíd., p. 76.
25 GIGLIO, FRANCESCA, Human enhancement. Status quaestionis, implicazione etiche e dignità della
persona, Edizioni Meudon, Trieste, 2014, p. 9.
26 Ibíd., op. cit., p. 11.
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enhancement desde la perspectiva que, mediante el uso de la tecnología, nos acerca al
bien integral del ser humano. Aunque la perspectiva pretenda ser total, en muchos casos
estamos cerca de reduccionismos materialistas, ya que muchos de los pro-mejora fundan
sus teorías en la necesidad de la alteración biológica del ser humano mediante las
nuevas técnicas que tenemos a nuestro alcance. Sin embargo, destacar la necesidad de
intervención en el aspecto físico-químico facilita la tarea de la definición. En
consecuencia, Savulescu propone la siguiente: «con el término enhancement podemos
indicar cualquier cambio en la biología o psicología de una persona que aumente la
posibilidad de conducir una vida buena en unas circunstancias C»27. Esta definición
podría concretarse aún más si especificásemos qué tipo de cambio estamos realizando.
Por ejemplo, «la mejora genética se refiere a modificaciones genéticas que hacen mejor
el funcionamiento de algún sistema»28. Aplicadas a la vida humana, se trataría de
cambios –en la genética, en este caso– que permitirían desarrollar una vida mejor29.
Las TRA no son solo prácticas para intentar traer niños al mundo, sino de
intentar traerlos lo mejor posible. Los métodos de reproducción asistida se suelen
distinguir entre prácticas pre-concepción y post-concepción. Por un lado, dentro de las
37 El ya mencionado Craig Venter, Premio Princesa de Asturias, emprendió en 1999 su propio Proyecto
Genoma Humano, sin la ayuda del consorcio público y con fines comerciales.
38 FEITO, L., op. cit., p. 91.
39 Ibíd., p. 90.
40 Ibíd., p. 97.
22
defectuoso del cromosoma en que se encuentra, y después se sustituye por un gen
clonado. Esta es la modalidad más compleja»41.
41 Ibíd., p. 98.
42 SAVULESCU, J., op. cit., p. 274.
43 HARRIS, JOHN, op. cit., pp. 237-238.
44 FEITO, L., op. cit., p. 113.
23
enfermedades de tan diversa índole como el cáncer, el SIDA, el Parkinson o el
Alzheimer. Pero todos estos casos se basan en un tratamiento en la línea somática, esto
es, en las células somáticas. Esta apreciación es fundamental y merece que la
analicemos detenidamente.
45 Ibíd., p. 124.
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puede hablarse de enfermedad»46. Entonces, si multiplicamos los dos tipos de fines con
las dos líneas en las que se pueden realizar modificaciones, obtenemos cuatro posibles
tipos de intervención47:
46 Ibíd., p. 221.
47 Esta clasificación cuatripartita la ofreció W. F. Anderson desde primeros de los 80. La recoge también
FEITO, L., op. cit., pp. 123, 221 y 222.
48 Ibíd., p. 243.
49 HARRIS, J., op. cit., p. 43.
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para la reproducción. Así, se crea la posibilidad de dar un hijo a una pareja infértil o se
facilitan las técnicas de fecundación artificial disminuyendo el número de óvulos
necesarios y, por tanto, evitando el problema de la hiperestimulación ovárica50. En este
trabajo no pretendo entrar en el debate ético harto complejo de la clonación
reproductiva.
Una de las últimas innovaciones que están celebrando a bombo y platillo los
trasnhumanistas es la del CRISPR/Cas9, que desde 2013 se utiliza como un sistema de
edición de genes. El CRISPR (Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic
Repeats)51, se basa en un sistema de defensa de las bacterias, que junto con el
componente proteico Cas 9, es una de las nuevas puntas de lanza de la ingeniería
genética. Es una herramienta poderosa para editar genes de manera específica y
programada, que sirve como disruptor de genes virales y de control de vectores de
enfermedades. Permite intervenir en el genoma de una célula sin dejar ADN foráneo –es
decir, sin crear transgénicos–, siendo mejor herramienta que las nucleasas de dedos zinc
(ZFN) y que las nucleasas tipo activadores de transcripción (TALEN), debido a sus
revolucionarias nucleasas de secuencias palindrómicas repetidas e inversas. El sistema
CRISPR-Cas9 es un mecanismo de defensa empleado por algunas bacterias para
eliminar virus o plásmidos invasivos y permite, ahora, cambiar una secuencia de ADN
de una forma más fácil, rápida y precisa en diferentes puntos concretos del genoma
dentro de un organismo vivo. Algunas de las posibilidades más importantes que ofrece
es la de inhabilitar genes y la de introducir cambios específicos en posiciones concretas,
siendo éstos algunos de los aspectos más prometedores de la técnica, ya que permitiría
corregir errores en los genes responsables de causar enfermedades. En definitiva, el
CRISPR-Cas 9 inaugura una nueva era en la ingeniería genética permitiendo editar,
corregir y alterar el genoma de cualquier célula de una manera fácil, ágil, barata y de
gran precisión.
El resto de Human Enhancement Technologies, que no tienen tanto que ver con
la biomedicina, se organizan mirando a qué función se quiere potenciar. Hay cinco
bloques principales: mejora cognitiva, mejora emocional, mejora moral, mejoramiento
físico y alargamiento de la vida52. Muchas de las técnicas propuestas son hipotéticas,
por lo que no están disponibles en la actualidad. Otras o están poco desarrollas o están
en fase de prueba. En consecuencia, me limitaré más a marcar los objetivos que a
señalar prácticas concretas.
52 La mejora moral, como señala Francesca Giglio, se puede colocar a caballo entre el mejoramiento
cognitivo y el emotivo. Véase GIGLIO, F., op. cit., pp. 33-34.
53 Cfr. SAVULESCU, J., op. cit., cap. VI: Los peligros de la mejora cognitiva y el urgente imperativo de
mejorar el carácter moral de la humanidad, pp. 213-249.
54 SAVULESCU, J., op. cit., pp. 218-222 y p. 260.
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La mejora emotiva también conocida en inglés como mood enhancement, está
pensada tanto para personas sanas como para personas que tienen diagnosticados
estados de ánimo inestables. En ambos se puede mejorar el humor mediante fármacos.
La mejora del estado de ánimo mediante drogas recreacionales, prozac, barbitúricos,
benzodiazepinas, etc. está a la orden del día. El tratamiento contra la depresión es uno
de los mayores exponentes de este tipo de mejora. La depresión es un trastorno mental
frecuente y es considerada por la Organización Mundial de la Salud como la principal
causa mundial de discapacidad, afectando aproximadamente a 350 millones de
personas55, muchas de las cuales están tratadas con distintos fármacos antidepresivos.
Los rápidos cambios que está padeciendo la ciencia biomédica se deben, como
hemos visto, a la gran cantidad de posibilidades técnicas que se están desplegando ante
nosotros. Ello provoca que algunos se replanteen el significado mismo de la medicina.
La medicina tradicional destaca por su vertiente terapéutica, basándose en sanar a los
pacientes, en recuperar la salud perdida. La biotecnología actual no solo mejora las
técnicas terapéuticas de curación y prevención de enfermedades, sino que también
permite la intervención y mejora de capacidades que no tenemos dañadas. Tal y como
aseguró Antonio Diéguez: «frente a la medicina tradicional cuya orientación ha sido
meramente terapéutica, la medicina del futuro, si es que puede seguir llamándose así,
será una medicina de mejoramiento, es decir, una medicina que no buscará
primariamente el restablecimiento de la salud, sino la potenciación de las condiciones
59 Ibíd., pp. 35-36. Esta opción es muy prometedora y está siendo estudiada con gran ahínco también por
investigadores españoles. Por ejemplo, María Blasco –científica y directora del Centro Nacional de
Investigaciones Oncológicas– ha publicado recientemente el libro Morir joven a los 140, junto con la
periodista Mónica G. Salome señalando las posibilidades existentes para combatir el envejecimiento. Otro
autor muy famoso en estas cuestiones es el gerontólogo biomédico inglés Aubrey de Grey, quien publicó
El fin del envejecimiento. La literatura científica sobre este área está creciendo de forma considerable.
30
físicas, intelectuales y anímicas del ser humano, ampliando entonces enormemente,
dicho sea de paso, el número de clientes posibles»60.
Parte de este proceso se debe a que uno de los grandes principios de la medicina
clásica, el principio de no-maleficencia, está quedando a la sombra del principio de
beneficencia. Cabe recordar cuáles son los grandes principios de la bioética médica: el
principio de autonomía, el principio de beneficencia, el principio de no-maleficencia, el
principio de justicia y el principio de precaución63. No quiero entrar en el complejo
debate de la justificación ética de los principios, ni conceder mayor o menor
importancia a uno que a otro. Solo quiero constatar como el principio de no-
maleficencia, como categoría de la ética médica clásica, está perdiendo algo de
importancia en ciertos debates.
El primum non nocere –lo primero es no hacer daño– es una de las concepciones
fundamentales del proceder médico desde la Antigüedad, tal y como lo refleja el Corpus
Destaco este giro porque la mayoría de los autores pro-mejora, que veremos a
continuación, hacen hincapié en el principio de beneficencia. De hecho, Savulescu, uno
de los adalides del mejoramiento genético, habla del principio de beneficencia
procreativa65. La visión sobre el mejoramiento humano del filósofo australiano es
bienestarista. Si bien para Savulescu «no todas las mejoras están relacionadas con la
salud»66, reconoce que la salud es uno de los principales objetivos del human
enhancement67. Pero la salud no debe ser un fin en sí mismo, sino que la salud nos es
útil en la medida que nos permite llevar una buena vida y poder realizar nuestros
proyectos existenciales. Para el profesor de Oxford, «la salud es instrumentalmente
valiosa»68 en la medida que nos permite realizar nuestros propios fines. Sin embargo, no
podemos confundir salud con bienestar, ya que a veces «la gente cambia salud por
bienestar, como los montañeros que la arriesgan por la satisfacción del logro o los
fumadores para los que el placer de fumar sobrepasa los riesgos, etc. La vida consiste en
administrar los riesgos para la salud y la propia vida con vistas a promover el
64 Cfr. SINGER, P., Repensar la vida y la muerte. El derrumbe de nuestra ética tradicional, Barcelona,
Ediciones Paidós Ibérica, 1997.
65 El principio de beneficencia procreativa, postulado por Savulescu, lo atenderemos en el cuarto
capítulo.
66 SAVULESCU, J., op. cit., p. 35.
67 Francesca Giglio remarca que la defensa de Savulescu del mejoramiento humano se basa en la
premisa de que a mayor capacidad, mejor vida. [El término que utiliza éste en inglés es “capability”, no
“capacity”.] En GIGLIO, F., op. cit., p. 87.
68 SAVULESCU, J., op. cit., p. 272.
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bienestar»69. Y el motor de la construcción del bienestar personal es el principio de
beneficencia, que cada vez tiene más en cuenta la medicina.
69 Ibíd.
33
34
2.- BIOCONSERVADORES VERSUS TRANSHUMANISTAS: FUEGO
CRUZADO EN EL TERRENO ANTROPOLÓGICO
Por un lado, los autores más famosos que componen la constelación del
pensamiento llamado “bioconservador” son, entre otros, Francis Fukuyama, Jürgen
Habermas, Leon R. Kass y Michael Sandel71. Todos ellos exponen dudas éticas a la
70 Soy consciente de que el mapa de discusión es mucho más amplio y que hay posturas que no se
ciegan solo con las luces o solo con las sombras, sino que puede haber posicionamientos a medio camino.
Sin embargo, presentar estas posturas diametralmente enfrentadas puede ser beneficioso para situarlos en
dos puntos de partida diferentes: por un lado, el de la inalterabilidad de la naturaleza humana y, por otro
lado, el de la naturaleza humana como una obra abierta, robándole la expresión a Umberto Eco.
71 Cfr. FUKUYAMA, F, Our posthuman future, Profile books, London, 2003. HABERMAS, J., El futuro
de la naturaleza humana. ¿Hacia una eugenesia liberal?, Paidós, Barcelona, 2015. KASS, L., The
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mejora. Fukuyama critica duramente la posibilidad de un futuro escenario de
manipulación genética, basándose en una noción fuerte de naturaleza humana, ya que
una alteración de ésta, podría hacer derrumbar la categoría de igualdad como isotimía, a
la base de nuestras sociedades democráticas. Habermas se interroga sobre las
consecuencias de una eugenesia liberal, regulada por el mercado, desde una
autocomprensión ética de la especie. Leon R. Kass es un bioético estadounidense, ex-
director del Consejo Presidencial sobre Bioética del 2002 al 2005, en la era Bush. Es
conocido por su activa defensa de la prohibición no solo del mejoramiento humano
mediante la ingeniería genética, sino también de la clonación y de la investigación con
células madres embrionarias. Sandel, a su vez, se centra en la ética del
perfeccionamiento en relación al mejoramiento genético. Otros bioconservadores
también conocidos son Jeremy Rifkin, Carl Elliott, Hans Jonas, George Anass, Lori
Andrews y Rosario Isasi72.
wisdom of repugnance, The New Republic, 1997. SANDEL, M., The Case against Perfection. Ethics in
the age of genetic engineering, The Belknap Press of Harvard University Press, 2009.
72 Estos tres últimos «han propuesto una legislación que establezca que la modificación genética
heredable en humanos sea un crimen contra la humanidad, como la tortura o el genocidio». Los
ingenieros genéticos responsables de estos cambios serían, así, una especie de “bioterroristas”. En FEITO
GRANDE, LYDIA, «Hacia una mejor comprensión del papel de la naturaleza en los debates bioéticos»,
Veritas, n.º 23, 2010, p. 125.
73 FEITO, L., op. cit., p. 353.
36
Por otro lado, la constelación pro-mejora es mucho más compleja, ya que en ella
se articulan visiones muy diferentes entre sí. En el ámbito filosófico hay muchos autores
destacados en esta trinchera: Jonathan Glover, Julian Savulescu, Dan Brock, Nick
Bostrom, Max More, Anders Sandberg, John Harris, Nicholas Agar… Allen Buchanan
también los denomina los “anti-anti-mejora”, etiqueta que resulta adecuada ya que
«centran su posición en desacreditar sistemáticamente al oponente»74. Dentro de los
pro-mejora algunos defienden una mejora moderada, mientras otros se posicionan a
favor de la mejora radical e incluso de la superación de nuestra especie humana. Lo que
sí une a casi todos ellos es su procedencia anglo-americana y la tradición ética de la que
mayoritariamente forman parte: el consecuencialismo utilitarista.
74 LÓPEZ FRÍAS, FRANCISCO JAVIER, «Continuidad de las innovaciones tecnológicas: el reto de las
intervenciones biomédicas de mejora humana», Isegoría, n.º 48, 2013, p. 218.
75 Cfr. AGAR, N., Liberal eugenics: In defence of human enhancement, Blackwell, Oxford, 2004.
AGAR, N., Humanity’s end: Why we should reject radical enhancement, MIT Press, Cambridge, 2010.
76 LÓPEZ FRÍAS, F. J., art. cit., p. 223.
77 Ibíd. p. 214.
37
abandono progresivo de nuestra especie humana. El transhumano sería un ser a mitad de
camino entre el humano y el posthumano, sería un estado trans-itorio y trans-icional. El
transhumano seguiría siendo antropomórfico, manteniendo aspecto humanoide. Eso sí,
sería físicamente mucho más fuerte, veloz y ágil. Su esperanza de vida sería bastante
superior a la del ser humano, pudiendo llegar a vivir tranquilamente más de cien años.
Sería más habilidoso y tendría al menos un coeficiente intelectual (CI) de 150.
78 Para un curioso análisis sobre la identidad y el potencial subversivo de estas entidades véase «A
Cyborg Manifesto» en HARAWAY, DONNA J., Simians, Cyborg, and Women. The Reinvention of
Nature, Free Association Books, Londres, 1991, pp.149-181; ed. cast.: HARAWAY, DONNA, Ciencia,
cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza, trad. Manuel Talens, Ediciones Cátedra, Madrid,
1995.
79 POSTIGO SOLANA, ELENA, «Transumanesimo e postumano: principi teorici e implicazioni
bioetiche», Medicina e morale. Rivista Internazionale di Bioetica, 2009/2, p. 275.
80 La expresión es de Francisco Martorell Campos.
38
transformándose en objeto de diseño, municionándose de multitud de prótesis,
microchips, correctores de ADN, nanobots, trasplantes neurales y demás suplementos
integrados»
81
.
90 La singularidad está cerca. Cuando los humanos trascendamos la biología es el libro más famoso de
Kurzweil. Es una de las obras de referencia de la literatura científica transhumanista.
91 DIÉGUEZ, ANTONIO, «Una mirada al futuro de la tecnología y del ser humano. Entrevista con
Anders Sandberg», Contrastes. Revista Internacional de Filosofía, vol. XX, n.º 2, 2015, p. 377.
92 Recogido en POSTIGO, E., art. cit., p. 267.
41
transhumanismo desde una óptica marcadamente liberal, fundando el “extropianismo” o
“filosofía de la extropía”. El concepto de “extropía” lo concibe como el opuesto al de
“entropía”, por lo cual, en vez de ser una tendencia hacia el desorden, reflejaría la
tentativa de acercarse a formas de vida más racionales. También es conocido por su
breve escrito “Carta a la Madre Naturaleza” de 1999, del que hablaremos más adelante.
Un hecho biográfico reseñable de su peripecia vital es que su nombre original era Max
O’Connor y que se lo cambió por Max More al mudarse de Gran Bretaña a EEUU, para
reflejar ese impulso de ir siempre a más. Su mujer, Natasha Vita-More es una artista
transhumanista de gran renombre, Chairwoman of the Board of Directors of Humanity
+, que escribió el Transhuman Manifesto.
93 DIÉGUEZ, ANTONIO, «Una mirada al futuro de la tecnología y del ser humano. Entrevista con
Anders Sandberg», art. cit., p. 374.
94 MARTORELL CAMPOS, F., art. cit., p. 495
42
sanidad o el cambio de sistema político; sino que se detienen en la mejora de la
naturaleza biológica del ser humano.
«En todo caso, una cosa es cierta: que el hombre no es el problema más antiguo
ni el más constante que se haya planteado el saber humano. Al tomar una cronología
relativamente breve y un corte geográfico restringido –la cultura europea a partir del
siglo XVI– puede estarse seguro de que el hombre es una invención reciente. […] El
hombre es una invención cuya fecha reciente muestra con toda facilidad la arqueología
de nuestro pensamiento. Y quizá su propio fin. […] entonces podría apostarse a que el
hombre se borraría, como en los límites del mar un rostro de arena»97.
95 DIÉGUEZ, ANTONIO, «Una mirada al futuro de la tecnología y del ser humano. Entrevista con
Anders Sandberg», art. cit., p. 376.
96 Es una expresión de Francisco Martorell.
97 FOUCAULT, M., Las palabras y las cosas, Siglo XXI Editores, Madrid, 2010, p. 375.
43
crítica al sujeto moderno en metafísica y la crítica a la propia metafísica influyeron
también considerablemente. El antropocentrismo que caracterizaba al humanismo iba
perdiendo fuerza a medida que la tradición humanista menguaba. El antihumanismo es,
de hecho, una de las características más notables que se le achacan al segundo
Heidegger. En la “Carta sobre el Humanismo”, Heidegger acomete un presunto giro
antihumanista a favor de la historia del ser como acontecimiento [Ereignis]98 y que
continúa en su escrito “Sobre la técnica”99. Asimismo, Peter Sloterdijk ofreció en el
ocaso del siglo XX, siguiendo la estela heideggeriana, una conferencia 100 muy famosa
en el Castillo de Elmau, Baviera, en julio de 1999. En ella se enfrentó con una visión
«optimista y valiente a la nueva realidad biotecnológica y propuso a la filosofía la
urgente tarea que de ella se deriva: repensar la esencia de lo humano más allá de los
corsés impuestos por la caduca cultura humanística»101.
102 SLOTERDIJK, PETER, «El hombre operable. Notas sobre el estado ético de la tecnología génica »,
Revista Observaciones Filosóficas, trad. Goethe Institut Bostom, Antropología, mayo 2006, p. 16.
Disponible en http://www.observacionesfilosoficas.net/index.htm
103 Sobre la “dignidad” algunos enfatizan que a veces se vuelve una noción estéril en el debate del
mejoramiento humano; ya que puede ser utilizado por ambos bandos. Algunos defienden que la dignidad
le es intrínseca al ser humano por el mero hecho de serlo. Otros, en cambio, manejan una noción
atributiva, en función sobre todo de la calidad de vida. En el primer grupo se suelen situar los
(deontologistas) bioconservadores y, en el segundo, los (utilitaristas) pro-mejora.
45
que no atienda a contingencias, es problemática. Tanto un perspectivismo esencialista
como un naturalismo fisicalista deberían tener en cuenta, como dice Feito, que la
naturaleza humana es siempre naturaleza cultivada. El Homo sapiens es un ser
biocultural, en el que siempre hay una continua interacción entre su dimensión físico-
biológica y su dimensión cultural-histórica104.
Del mismo modo, aunque hubiese una naturaleza humana, que reflejase unas
constantes aceptadas por todos, no tendría que erigirse como una fuente de
normatividad que impidiese su modificación. Como dice Feito, «la naturaleza ya no es
pauta de moralidad»105. Entonces, dicho concepto parece perder operatividad en los
debates. De la descripción de hechos naturales, no se puede derivar una prescripición ni
una atribución de carácter “bueno” o “malo”, como nos acostumbró Moore con su
falacia naturalista106. «No es posible afirmar la existencia de un orden moral inscrito en
la naturaleza, que determine de modo unívoco e incuestionable las acciones
humanas»107. Por lo tanto, la “ley natural” que durante siglos ha sido de gran
importancia tanto en la ética, en la religión, como en el derecho, perdería su carácter
fundante de la moralidad.
enhttp://www.filosofiapostumanista.it/2017/04/10/genealogia-del-postumanismo-e-del-transumanismo-di-
nicola-zengiaro/ [consultado el 17 de mayo de 2017]
114 FERRANDO, FRANCESCA, art. cit., pp. 31-32. Rosi Braidotti también distingue el antihumanismo
del posthumanismo: «el posthumanismo es la condición histórica que marca el fin de la oposición entre
humanismo y antihumanismo, y que designa un contexto discursivo diferente, mirando de modo más
propositivo a nuevas alternativas». Cfr. BRAIDOTTI, ROSI, Lo posthumano, Editorial Gedisa,
Barcelona, 2015, p. 51.
115 En realidad, Protágoras de Abdera (485 a. C. - 411 a. C.), el primero en considerarse a sí mismo
como sofista, formuló dicha frase como modo de «hacer profesión de relativismo al declarar que las cosas
y los valores son como los captan cada hombre y cada pueblo». Cfr. CORTINA, ADELA, La fronteras de
la persona, Taurus, Madrid, 2009, p. 23.
116 BRAIDOTTI, ROSI, op. cit., p. 39.
117 Ibíd., p. 43.
48
Braidotti parte de una teoría no dualista, deudora de la tradición filosófica
monista (neospinozista), defendiendo un continuum naturaleza-cultura, desde la idea del
devenir que va de una subjetividad unitaria a la nómada, reivindicando la interconexión
e interdependencia en un igualitarismo zoe-centrado. Defiende, además, un
posthumanismo crítico –diferenciándose del analítico de Latour, Rose o Verbeek–
afincado en una subjetividad relacional, múltiple, encarnada, materialista, vitalista y
situada, desde una ontología polivocal, procesal y arraigada. Estas son sus palabras: «El
sujeto posthumano nómada es materialista y vitalista, encarnado e interrelacionado, está
siempre situado en algún lugar, en sintonía con la inmanencia radical de la política de la
ubicación […] Este sujeto es polimorfo y relacional y perfectamente comprensible en el
interior de la ontología monista»118.
Donna Haraway, por su parte, a pesar de ser una autora de inspiración para el
posthumanismo, no se reconoce como posthumanista, sino más bien como compost-ista:
«somos todos compuestos, no post-humanos»119. La filósofa estadounidense no solo
destronó al ser humano de la visión antropocentrista en favor de las ciborgs, sino
también de los animales no humanos. De hecho, Haraway ha realizado una gran
revisión crítica del saber científico, en la línea de la desacralización del ser humano,
señalando un continuum humano-animal. De hecho, una de sus últimas propuestas es la
de generar relaciones de parentesco para combatir el desafío ecológico, bajo la máxima
«¡Haga Parientes, No Bebés!»120 Parientes pueden ser todos los terráqueos –o terranos,
como diría Latour121–, en aras de una ecojusticia multiespecie, fundada bajo la noción
de ensamblaje. Así lo reconoce Haraway: «mi propósito es hacer que “pariente”
signifique algo diferente/algo más que entidades conectadas por sus ancestros o su
genealogía»122. Propone también reestructurar el modelo nuclear familiar, postulando
alternativas y nuevos modelos –que se convirtiesen en expectativas normales–, como
por ejemplo, que por cada niño nacido hubiese tres padres comprometidos, y no
necesariamente relacionados románticamente entre sí.
52
3. 1.- La condición técnica del ser humano
Del mismo modo, el filósofo madrileño nos propone una viaje al subsuelo de la
técnica, que arrojará luz sobre la condición humana. El ser humano se encuentra, como
hemos dicho, abocado a su contorno, que siempre se presenta como una red intrincada
de facilidades y dificultades. Este contexto le hace al ser humano sentirse, por un lado,
como cercano a la naturaleza y, por otro lado, extraño a ella. Esta doble condición
muestra el rostro bifronte del ser humano: es un ser natural y extranatural al mismo
tiempo. Esta característica le lleva a Ortega a describir al ser humano con la magnífica
expresión de «centauro ontológico». El siguiente fragmento es muy elocuente:
Esta condición le lleva a proclamar que el ser humano nunca está completo, ni
enteramente dado. El ser humano es, curiosamente, lo que todavía no es. El ser humano
es un proyecto, un quehacer y un quehacer-se. Somos posibilidad imaginaria en función
de la circunstancia en la que nos encontremos. El contorno en el que estamos
irremediablemente sumergidos se nos muestra como una red facilidades y dificultades,
con el que no nos queda más remedio que lidiar y en base al cual construimos nuestro
proyecto vital. La técnica es lo que nos hace posible estar y estar bien en este mundo,
haciendo frente a dicha circunstancia, para poder ocuparnos así de nuestro quehacer
como personas, para inventar nuestras vidas.
La tercera y última etapa que sugiere Ortega es la de la técnica del técnico, que
comenzaría en la Modernidad y que llegaría hasta nuestros días. Ahora sí que estaríamos
ante una conciencia de la técnica como algo inagotable, o en palabras de Ortega –que
siempre son más bellas–, como «un hontanar de actividades humanas, en principio,
ilimitadas»134. En este periodo la máquina ha superado al instrumento, definiendo a la
máquina como el aparato que actúa por sí mismo. Aquí aparece la figura del técnico,
que es el que asiste a la máquina. El cambio de perspectiva es considerable, dado que
ahora «no es ya el utensilio el que auxilia al hombre sino al revés: el hombre queda
reducido a auxiliar de la máquina»135 De aquí surge otra especialización más, que crea
la distinción entre el obrero y el técnico –antes unidos en la figura del artesano–. El
técnico de los técnicos es el ingeniero, que no solo es capaz de asistir a las máquinas
gracias a sus conocimientos, sino que es capaz de inventarlas. Ortega habla del
tecnicismo de la técnica, según el cual el tecnicismo sería el método intelectual capaz de
proyectar sus creaciones técnicas. El ingeniero sabe cuáles son los caminos que le
pueden llevar a un nuevo invento, ya que se apoya en el conocimiento científico.
Uno de los cambios más notorios es que la tecnología actual no se contenta con
cambiar la naturaleza, sino que también alcanza ya la naturaleza humana. Las prácticas
antes descritas tienen como objetivo la modificación de la constitución biológica de los
seres humanos. La primera aproximación a la técnica debe extenderse, entonces, de la
reforma de la naturaleza a nuestra propia naturaleza humana. El campo de acción
tecnológico se amplia de la creación de la sobrenaturaleza a la creación de
sobrehumanidad. Esta es la propuesta de los transhumanistas, aplicar nuestro saber
técnico para llevar a los seres humanos hacia un estadio evolutivo ulterior: creando así
una superhumanidad.
El gran ejemplo de la hibridación entre los seres humanos y las máquinas es,
como ya hemos visto, el ciborg: un ser medio orgánico medio cibernético, natural y
ultranatural, que sería un centauro ontológico superlativo, que difícilmente hubiese
podido imaginar Ortega. Este cyborg posthumano no tendría por qué ser
143 Neohumanitas es el nombre de un think tank suizo que, aunque no se reconozca como
transhumanista, se dedica a pensar sobre el futuro de la humanidad en relación a las consecuencias que
pueden tener las tecnologías emergentes.
144 En la literatura transhumanista de habla francesa se utilizan tanto los términos l’homme amélioré
como l’homme augmenté.
145 Dentro de nanorrobótica también se utilizan las expresiones nanorrobot, nanoides, nanites,
nanomáquinas y nanomites. Este campo de las tecnologías emergentes trabaja a escala nanométrica.
60
antropomorfo146, a diferencia del transhumano. Asimismo, el movimiento
transhumanista fantasea con otro tipo de entidades cibernéticas que no estén ancladas en
ningún tipo de corporalidad biológica, como nos ha señalado previamente Francisco
Martorell, sugiriendo la progresiva desencarnación posthumana, como desertación de la
naturaleza. Fermín J. González-Melado y José M. Martínez-Guisasola también ofrecen
algún ejemplo para la existencia postbiológica:
146 Merece la pena distinguir el ciborg del robot y del androide, ya que son expresiones que a veces
usamos erróneamente como sinónimos. El robot es una máquina o aparato electrónico programable que es
capaz de manipular objetos y de imitar cierto tipo de acciones humanas; de ahí su potencial para suplantar
ciertos puestos laborales realizados por personas, como está sucediendo en esta cuarta revolución
industrial. Un androide (andro + eidos) es un robot antropomorfo –sobre todo de aspecto masculino, el
femenino se denomina ginoide o fembot–, que emula aspectos de la conducta humana de forma
autónoma.
147 GONZÁLEZ MELADO, FERMÍN J.; MARTÍNEZ-GUISASOLA, JOSÉ M., art. cit., p. 324.
148 Artículo que originalmente presentó para el simposio VISION-21, patrocinado por la NASA Lewis
Research Center y el Instituto Aeroespacial de Ohio en marzo de dicho año, que publicó poco después en
la Whole Earth Review.
61
ser humano, superando así las ideas orteguianas. Kurzweil estima que el advenimiento
de la singularidad se podría dar, al ritmo acelerado que llevamos, en 2045149.
149 DIÉGUEZ, A., «La singularidad tecnológica y el desafío posthumano», Pasajes. Revista de
pensamiento contemporáneo, n.º 50, 2016, pp. 156. Cfr. KURZWEIL, RAY, The Singularity is Near.
When Humans Trascended Biology, Penguin Group, 2005, pp. 135-136.
150 BOSTROM, «A History of Transhumanist Thought», Journal of Evolution and Technology, vol. 14,
issue 1, april 2015.
62
3. 3.- Transhumanismo, crisis de los deseos y deshumanización de la técnica
Ortega vaticinó con clarividencia como «uno de los temas que en los próximos
años se va a debatir con mayor brío es el del sentido, ventajas, daños y límites de la
técnica»151. El momento histórico en el que nos encontramos refuerza su tesis, en la que
la gran magnitud de posibilidades tecnológicas no hace más que ahondar la crisis de los
deseos de la que ya hablaba el filósofo madrileño. La hipertrofia técnica tiene una
consecuencia directa en el no saber qué querer, ya que poder realizar tantas cosas nos
condena a no saber qué tenemos que realizar152. El desarrollo tecnológico nos complica
la autoría de nuestro programa vital, ya que nos dota de un sinfín de posibilidades
acrecentando una actitud dubitativa, que ahoga nuestra imaginación y nos arrastra a
seguir los deseos generales de la sociedad de masas.
Ortega se esmeró en afirmar, como hemos señalado antes, que el programa vital
es pre-técnico: «Porque ser técnico y sólo ser técnico es poder serlo todo y,
consecuentemente, no ser nada determinado. De puro llena de posibilidades, la técnica
es mera forma hueca –como la lógica más formalista–, es incapaz de determinar el
contenido de la vida. Por eso estos años en que vivimos, los más intensamente técnicos
que ha habido en la historia humana, son de los más vacíos»153. Jesús Conill también
constata la desorientación y desmoralización de nuestras sociedades occidentales,
producidas «a cambio del bienestar material, logrado por la cultura tecnológica»; en el
que está ocurriendo una trasferencia de la responsabilidad moral individual al seno de
las organizaciones tecnológicas y sociales154. Hans Jonas, como atenderemos en el
siguiente capítulo, se dirige en la misma dirección al señalar que el nihilismo presente
está caracterizado por un máximo poder y, a la vez, por un vacío ético.
«Hasta ese grado, a diferencia de los demás seres del universo, el hombre no es
nunca seguramente hombre, sino que ser hombre significa, precisamente, estar siempre
a punto de no serlo, ser viviente problema, absoluta y azarosa aventura o, como yo suelo
decir: ser, por esencia, drama. […] Mientras el tigre no puede dejar de ser tigre, no
puede destigrarse, el hombre vive en riesgo permanente de deshumanizarse»156.
«El señor feudal, por ejemplo, veía herrar sus caballos, labrar sus tierras, moler
el molino banal y moler sus batanes. Hoy no sólo no se suele ver funcionar las técnicas
155 SANCHIS MATOSES, PAU, «Ortega y Gasset, J. Meditación de la técnica», SCIO. Revista de
Filosofía, Crítica de libros, n.º 10, noviembre 2014, p. 191.
156 ORTEGA, «Ensimismamiento y alteración», op. cit., p. 37.
64
correspondientes, sino que la mayor parte de ellas son invisibles, quiero decir que su
espectáculo no descubre su realidad, no la hace inteligible. Ver una fábrica podrá dejar
una impresión estética, emotiva pero no enseña congruentemente lo que es la técnica de
esa fábrica, como ver un automóvil no descubre el complicado plan de su
maquinaria»157.
Este paisaje artificial en el que vivimos, o este gran aparato ortopédico que
habitamos, es en muchos casos ininteligible. Si algunas de las propuestas
transhumanistas se llevan a cabo este paisaje artificial podría mudar a nuestro propio
cuerpo, integrándose con nuestra naturaleza orgánica. Obviamente, la ininteligibilidad
no es buen argumento para rechazar este tipo de transformaciones, ya que tampoco
tenemos por qué saber cuál es el funcionamiento biológico de nuestra propia anatomía
para poder vivir. Pero sí vale para hacernos pensar la importancia que en una futura
sociedad transhumanista podría tener el conocimiento, aún más que en la nuestra, no
solo a la hora de nuestra propia autocomprensión, sino también a la hora de gobernar, en
la que las sociedades del conocimiento –como diría Peter Drucker (1909-2005)– las
clases dirigentes las componen los que saben158.
161 BALLESTEROS, JESÚS, «Más allá de la eugenesia: el posthumanismo como negación del homo
patiens», XXIII, n.º 77, 2012, p. 19.
162 Cfr. el último libro de BOSTROM, NICK, Superintelligence. Paths, Dangers, Strategies, Oxford
University Press, 2016.
163 HABERMAS, JÜRGEN, Ciencia y técnica como ideología, Tecnos, Madrid, 2015, p. 181, en la
nota a pie de página.
164 Cfr. ANDERS, GÜNTHER, La obsolescencia del hombre, vol. 1, Pre-Textos, Valencia, 2011.
66
67
4.- HANS JONAS Y LA RESPONSABILIDAD ANTE EL FUTURO:
GENERACIONES VENIDERAS, TRANSHUMANISMO Y ECOLOGÍA
Desde que Hans Jonas (1903-1993) publicará en 1979 su obra más conspicua, El
principio de responsabilidad. Ensayo de una ética para la civilización tecnológica, el
ámbito de la discusión ético-política manifestó una considerable renovación. El
“Tractatus technologico-ethicus” que presentó supuso una visión profunda de los
cambios que estaban aconteciendo en las sociedades tecnológicamente más avanzadas y,
asimismo, de las correspondientes consecuencias que se originaban en el terreno de la
ética y de la acción política.
69
la obra es que «la promesa de la técnica se ha convertido en una amenaza, o que la
amenaza ha quedado indisolublemente asociada a la promesa»165.
165 JONAS, H., El principio de responsabilidad. Ensayo de una ética para la civilización tecnológica,
Herder, Barcelona, 2015, p. 15.
166 Ibíd., p. 26.
70
la que solo importa el trato del hombre con el hombre y consigo mismo. En cuarto y
último lugar, el sentimiento moral iría dirigido hacia un ser eterno, en vistas a alcanzar
un summum bonum. Veamos, ahora, como entiende Jonas que se deben subvertir estas
cuatro características de la ética tradicional.
Igualmente, una nueva ética requiere nuevos imperativos. Los sujetos han de
hacerse cargo de la nueva dimensión de la responsabilidad. Es por ello necesario que las
acciones pertenecientes a dicha esfera acaten el siguiente imperativo: «“Obra de tal
167 JONAS, H., Técnica, medicina y ética. Sobre la práctica del principio de responsabilidad, Paidós,
Barcelona, 1997.
168 JONAS, H., El principio de responsabilidad, op. cit, p. 16.
169 En vista de la revisión crítica ejercida por Jonas sobre qué debe ser de interés moral, creo oportuno
considerar la propuesta del alemán como un “antropocentrismo renovado”. En gran parte de la ética
anterior, la actuación sobre los objetos no humanos escapaba de la ética; en cambio, según Jonas, dichos
actos si se deben valorar desde la filosofía moral, dado que los que incumben a nuestro trato con la
naturaleza tienen una relación vinculante con asegurar las condiciones que permitan la pervivencia de los
seres humanos. Del mismo modo, estaríamos ante una clara postura especista, en la que las alusiones a
nuestro trato con los animales son meramente anecdóticas. Sobre la crítica a la industria cárnica véase op.
cit. pp. 340-341.
71
modo que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida
humana auténtica en la Tierra»; o, expresado negativamente: “Obra de tal modo que los
efectos de tu acción no sean destructivos para la futura posibilidad de esa vida”; o,
simplemente: “No pongas en peligro las condiciones de la continuidad indefinida de la
humanidad en la Tierra”; o, formulado, una vez más positivamente: “Incluye en tu
elección presente, como objeto también de tu querer, la futura integridad del
hombre”»170. En definitiva, el imperativo instaría a que haya humanidad, ya que Jonas
es un paladín de la defensa del deber-ser del hombre.
El filósofo alemán intentó construir una ética desde las ruinas del presente,
rescatando de entre los escombros la figura que centra su teoría: el ser humano. La
previsible desfiguración del ser humano, ya sea por el uso de las biotecnologías o por
volver imposible la vida humana en este planeta, puede llegar a provocar pavor. De
hecho, Jonas cree que tanto la inquietud creada por la posible desdibujación de la
naturaleza humana como su posible desaparición pueden tener un efecto determinante,
el de aceptar nuestra enorme responsabilidad: estamos ante la “heurística del miedo”.
En palabras de Lydia Feito: «la heurística del miedo es la visualización de los posibles
También cabe decir, que el temor que defiende Jonas no es un temor egoísta –
como puede ser el de Hobbes, que se funda en un interés propio, que es el de tratar de
evitar la muerte violenta en el Estado de Naturaleza ingresando en el artificio del Estado
Social–; sino un temor no egoísta, que nace a la vista del interés común, el de preservar
el futuro de la humanidad y de la naturaleza. Es, por consiguiente, un miedo no
paralizante, un miedo que lleva a la acción, tanto a nivel individual como en su
articulación colectiva.
«Tiene sentido ciertamente decir que debe haber hombres en el futuro una vez
que ya hay “el hombre”, pero “quiénes” serán esos hombres, eso es algo que
afortunadamente ha de quedar sin decidir. Y afirmar que debe ser éste o el otro, antes de
que sea, no tiene el menor sentido. […] adeudamos al anónimo futuro solamente lo
general, no lo particular, la posibilidad formal, no el contenido concreto de su
realidad»175.
Muchos son los puntos que debemos tocar: las generaciones venideras, el futuro
de la humanidad o de la especie humana, la responsabilidad paterno-materna respecto a
los hijos, el desafío ecológico… Todo ello desde las nuevas posibilidades abiertas por
las biotecnologías, en las que el transhumanismo fundamente sus propuestas. Por lo
tanto, un ética orientada al futuro que quiera ser responsable y que se quiera hacer cargo
de los debates tecnocientíficos debe abogar por la interdisciplinariedad, como es el caso
de la bioética. La tentativa de respuesta a las nuevas cuestiones debe articularse a partir
de la fusión de horizontes proporcionados por distintas tradiciones y disciplinas. Es
imposible responder hoy día a los acuciantes problemas que plantean las biociencias
desde una visión gremial y compartimentada del saber. La ética debe juzgar la
admisibilidad moral de las prácticas desde un conocimiento profundo de lo que ellas
implican. Jonas hablaba del “deber de saber”, para poder volcar luego el saber científico
al plano de la filosofía moral, para sopesar adecuadamente qué técnicas se deben evitar
y cuáles defender, en vista a sus posibles consecuencias.
Los padres casi siempre quieren lo mejor para sus hijos. Partiendo de la
democracia liberal, autores como Max More, Nick Bostrom, John Harris o Julian
Savulescu defienden que los padres y madres deberían tener acceso a la técnicas
biomédicas que les permitan elegir los mejores hijos. Ello no solo permitiría evitar, por
decirlo así, “defectos de fábrica”, sino también dotarles de la mejor condición biológica
posible. De hecho, Savulescu habla del “principio de Beneficencia Procreativa”,
mediante el cual los padres son responsables de traer al mundo a su vástago con las
mejores facultades posibles, recurriendo incluso a las biotecnologías, con la finalidad de
dotarle de la cualidades biológicas óptimas que le permitan llevar a cabo una “mejor
vida”, es decir, un vida de mayor bienestar. La Fecundación in Vitro (FIV) y el
Diagnóstico de Pre-Implantación (DPI) son dos prácticas que podrían ayudar en ello.
Savulescu lo enfoca desde una defensa de las libertades reproductivas 185 de la pareja,
por lo tanto perteneciente a la esfera privada, y muy distinta de unos achacables planes
eugenésicos estatales186. A Habermas le parece una obviedad, que desde la perspectiva
de estos liberales, se trate de desvincular la paternidad de las competencias estatales:
184 Cfr. SINGER, P., Repensar la vida y la muerte. El derrumbe de nuestra ética tradicional, Paidós,
Barcelona, 1997.
185 Además del derecho a la “libertad reproductiva”, los pro-mejora defienden el derechos de la
“libertad morfológica”, esto es, la libertad de intervención y modificación del propio cuerpo.
186 SAVULESCU, J., ¿Decisiones peligrosas? Una bioética desafiante, Tecnos, Madrid, 2012, pp. 60-
61.
77
reproducción y la patria potestad, esto es, de derechos individuales fundamentales que
el particular puede hacer valer ante el estado»187.
187 HABERMAS, J., El futuro de la naturaleza humana. ¿Hacia una eugenesia liberal?, Paidós,
Barcelona, 2015, pp. 100-101.
188 HABERMAS, op. cit., p. 70.
189 Expresión de Rober Nozick, en NOZICK, R., Anarchy, State and Utopia, Basic Books, Nueva York,
1974, pp. 302-303. En SINGER, PETER, «De compras por el supermercado genético», Isegoría, n.º 27,
2002, p. 19.
190 JONAS, H., El principio de responsabilidad, op. cit, p. 74.
78
nuestra tutela, nos impone como primer deber su conservación»191. El posthumano que
defienden los transhumanistas parece querer sacrificar la humanidad en el altar de las
tecnociencias y en devoción hacia el supuesto progreso.
Por consiguiente, los tres filósofos proponen prácticas complementarias a las dos
primeras medidas. Estas propuestas serían actividades voluntarias, que se implantarían a
nivel individual, pudiendo ser incentivadas por los gobiernos, que podrían ofrecer a
cambio, por ejemplo, bajadas de impuestos. Exponen tres medidas que combatirían
directamente el calentamiento global: provocar mediante fármacos intolerancia a la
carne roja, volver más pequeños los seres humanos y reducir el índice de natalidad
mediante la mejora cognitiva. Otra medida indirecta sería la de potenciar mediante
fármacos la empatía y el altruismo. Vayamos a analizarlas, pues, una por una.
195 LIAO, S. M.; SANDBERG, A.; ROACHE, R.; «Human Engineerig and Climate Change», Ethics,
Policy & Environment, Vol. 15, 2012, pp. 206-221.
81
es causante de gran sufrimiento animal, sino que la cantidad de CO2 que genera es
mayor que la cantidad de todo el CO2 que producen los coches. Por lo tanto, hay mucha
gente concienciada con reducir el consumo de carne y no solo por cuestiones de salud.
Pero la falta de voluntad a veces dificulta tal cometido. Es por ello que estos autores
defienden el uso de fármacos que generen aversión a la ingesta de carne, en particular
ante la carne roja. Ello podría lograrse mediante eméticos que inducen al vómito o,
como la intolerancia a la carne es poco común, estimulando el sistema inmunológico
contra las proteínas bovinas. También postulan el uso de “parches de carne” (meat
patches), parecidos a los parches de nicotina. Todo ello ayudaría a reducir los gases de
efecto invernadero.
En segundo lugar, también sabemos que la huella ecológica de cada uno tiene
que ver con su tamaño. Uno requiere más alimentos en relación a su masa corporal, que
está condicionada por el peso y por la altura. Liao y compañía exploran qué beneficios
podría tener reducir la altura de los seres humanos. La altura tiene un gran componente
genético, pero al ser un rasgo poligenético –es decir, causada por la interacción de
varios genes– su manipulación parece más difícil. Sin embargo, sí que parece que se
pueda usar el DGP para elegir niños más pequeños: no habría que manipular el material
genético de los embriones, sino tan solo repensar los criterios de selección de dichos
embriones. Igualmente, la estatura no está solo condicionada por los genes, también
influyen la alimentación y los estresores. La somototropina, que es una hormona del
crecimiento, puede ser contrarrestada por la somatostatina. Este inhibidor ya se utiliza
en el tratamiento hormonal para la reducción de la altura de niños excesivamente altos.
Otra medida mucho más controvertida sería la de disminuir la altura adelantando la
fecha del nacimiento. También se podría influir en la altura del recién nacido mediante
la potenciación de los genes maternos, en detrimento de los paternos.
En tercer lugar, los tres filósofos defienden que bajar el índice de natalidad
podría ser otra ayuda para frenar el cambio climático. Las emisiones de dióxido de
carbono varían por país; por ejemplo, un niño nacido en Gran Bretaña causa 160 veces
más emisiones que uno nacido en Etiopía. Los índices de natalidad se pueden disminuir,
ya sea en Reino Unido o Etiopía, mediante el acceso a contraconceptivos y mediante
más información o mayor educación sexual, o, incluso, mediante la reducción de la
fertilidad. Asimismo, los autores señalan que parece haber una relación entre el nivel
82
cognoscitivo y las tasas más bajas de natalidad. Entonces, Liao et al. consideran que la
mejora cognitiva –muy en boga entre muchos de los transhumanistas– podría ser de
gran ayuda, ya que también ayudaría a que las personas se eduquen mejor en cuestión
relativas a la natalidad y al cambio climático.
83
Finalmente, sugieren, aunque no desarrollan, otro tipo de modificaciones en la
biología humana vinculadas con el cambio climático: como aumentar nuestra resistencia
al calor y a las enfermedades tropicales o, incluso, la reducción de nuestra necesidad de
comida y agua196. Me gustaría analizar muy brevemente, del mismo modo, otra de las
consecuencias de ciertas propuestas transhumanistas, no presentes en el artículo
comentado, como es el alargamiento de la vida.
Hemos visto como Hans Jonas renueva la ética tradicional. Su pensamiento nos
tiene que servir de acicate para situar los dilemas éticos en un horizonte de futuro. Solo
así podremos encarar los grandes retos a los que se enfrenta la filosofía moral en este
siglo XXI. Asimismo, la responsabilidad se erige como uno de los vectores principales
196 Liao ofrece una nueva sugerencia en una entrevista reciente: mejorarnos la visión nocturna
valiéndonos de los genes de otros animales. Por ejemplo, los gatos y los humanos tenemos una visión
parecida durante el día, pero de noche los gatos tienen una visión nocturna mucho más potente, debido a
causas genéticas. Propone valernos en un futuro de los genes de otras especies para poder mejorar nuestra
visión nocturna y no depender, así, de tanta cantidad de electricidad, reduciendo considerablemente la
contaminación lumínica. Disponible en:
http://elpais.com/elpais/2017/04/06/ciencia/1491499309_778401.html
84
de la ética. He intentado poner al día la cuestión de la responsabilidad desde los nuevos
debates en torno al mejoramiento humano, que no han hecho sino volver más complejo
el asunto. Igualmente, Jonas destacó el valor moral que tiene la naturaleza para el ser
humano, manteniendo una orientación antropocéntrica, pero ampliando el espacio y el
tiempo de consideración a las consecuencias futuras de nuestras acciones. Desde este
interés por la defensa del Planeta ante ciertas injerencias humanas, hemos presentado a
grandes rasgos las propuestas de Lioa, Sandberg y Roache; que sugieren ampliar el
abanico de posibilidades para combatir el calentamiento global, desde intervenciones en
la biología humana.
Considero que la responsabilidad ante el futuro debe ser uno de los paradigmas
principales, mediante el que debemos sopesar profundamente muchas de las iniciativas
en torno al human enhancement. La responsabilidad nos lleva a analizar case by case
todas las propuestas, teniendo en cuenta todos los posibles efectos secundarios –de los
que no está exenta casi ninguna prescripción médica–. La precaución forma parte de la
responsabilidad y nos recuerda que ésta también se tiene que mover en el primer nivel
de la bioética, en el nivel prudencial del dominio de la aplicación. La precaución
implica atención a la seguridad de las prácticas, no solo a corto plazo, sino también a
largo plazo, evitando daños directos y colaterales.
85
86
5.- BIOPOLÍTICA DEL MEJORAMIENTO HUMANO: LA EUGENESIA
LIBERAL Y EL NEGOCIO TRANSHUMANISTA
La obra de Michel Foucault (1926-1984) es una de las más fecundas fuentes del
panorama filosófico contemporáneo. Sus planteamientos han abonado y enriquecido
muchos de los debates actuales. El presente capítulo se vale de una de las nociones
claves del legado foucaultiano: el concepto de “biopolítica”. Existe una vasta
bibliografía sobre dicho término, la producción literaria al respecto es de tal
envergadura que resulta inabarcable. Es preciso partir de dicho concepto y de varias de
las coordenadas que el filósofo francés fija entorno a él, para posteriormente movilizar
un discurso que llegue hasta problemáticas actuales. Considero que sus reflexiones
sobre la biopolítica resultan de gran utilidad para comprender fenómenos hodiernos,
como es el caso del mejoramiento humano [human enhancement] defendido por los
transhumanistas.
Por supuesto, la autoría del término “biopolítica”, si bien fue popularizado por
Foucault, no se la podemos otorgar al pensador de Poitiers. La historia de la utilización
de dicha noción es tan diversa, como la interpretación que los distintos autores han dado
de ella197. En consecuencia, muchos creen que puede resultar un término ambiguo,
197 Cfr. CUTRO, ANTONELLA (ed.), Biopolitica. Storia e attualità di un concetto, Ombre corte,
Verona, 2005. Antonella Cutro recoge en su introducción a esta antología de textos sobre biopolítica, por
87
vago y que puede llevar a malentendidos. Algunos sitúan como un posible antecedente
el término “biocracia” [biocratie] utilizado por Auguste Comte (1798-1857), en su
Système de politique positive, y retomado por el psiquiatra e higienista, también francés,
Édouard Toulouse (1865-1947). Asimismo, se discute si fue el sueco Rudolf Kjellen
(1864-1922) el que acuñó el término “biopolítica”, pero referido al Estado como forma
de vida, por lo que es más comúnmente reconocido como “geopolítica”, debido a su
insistencia en la política mundial y las relaciones internacionales. El científico nazi
Hans Reiner parece que también lo pudo utilizar en algún discurso, para referirse a las
bases biológicas del Estado alemán y justificar así la política racial. Sin embargo, el
término aparece explícitamente en la obra Bio-politics. An essay on the physiology,
pathology and politics of social somatic organisms de Morley Roberts, publicada en
Londres en 1938.
quiénes y en qué sentido fue utilizado. Laura Bazzicalupo también ofrece una breve historia conceptual.
Véase BAZZICALUPO, LAURA, Biopolitica. Una mappa concettuale, Carocci, Roma, 2010, cap. 1.
88
de autores como Albert Somit, John C. Wahlke o David Easton lleva a proponer un
relectura de la naturaleza humana y de su vínculo con la política, desde los
descubrimientos de la neurología (neuropolítica), de la farmacología, etología y biología
molecular. Igualmente, Thomas C. Wiegele (1932-1991), en Estados Unidos, fue uno de
los que preconizó que las ciencias políticas se alimentasen de las ciencias naturales.
Wiegele se movía, sin embargo, en una lectura evolutiva –centrada en clave de
supervivencia– que criticará, entre otros, Thomas Landon Thorson.
198 El autor anunció que pretendía continuar la saga con otros cinco volúmenes: “La carne y el cuerpo”,
“La cruzada de los niños”, “La mujer, la madre y la histérica”, “Los perversos” y “Población y razas”. Sin
embargo, Foucault incumplió su propósito. Vieron la luz dos obras más, pero alejadas de las intenciones
iniciales. El segundo y el tercer tomo, El uso de los placeres y El cuidado de sí, fueron publicados a toda
prisa por la editorial Gallimard en 1984, en las postrimerías de la vida del filósofo, para que pudiese
contemplarlos antes de morir. Véase el ensayo introductorio de Julia Varela y Fernando Álvarez-Uría en
FOUCAULT, MICHEL, Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber, Siglo XXI, Madrid, 2006, p.
XI.
90
discursos que normativizan la sexualidad. De hecho, su genealogía muestra cómo tras la
Modernidad se puede constatar una «puesta en discurso del sexo»199:
199 FOUCAULT, MICHEL, Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber, Siglo XXI, Madrid,
2006, p. 20.
200 Ibíd., p. 23.
201 Ibíd., p. 25.
202 Ibíd., p. 68.
91
El siguiente paso es señalar las relaciones de poder que subyacen a dichos
discursos; en definitiva, «se trata de definir las estrategias de poder inmanentes a esta
voluntad de saber»203. El discurso sobre la sexualidad le sirve para problematizar la
cuestión del poder, un poder que se muestra mucho más complejo, difuso y dinámico.
Estamos ante «nuevos procedimientos de poder que funcionan no ya por el derecho sino
por la técnica, no por la ley sino por la normalización, no por el castigo sino por el
control, y que se ejercen en niveles y formas que rebasan el Estado y sus aparatos»204.
Saber y poder se encuentran en el discurso. Es precisamente la producción discursiva la
que nos abre a la comprensión de ciertas tecnologías de poder. Los estudios sobre
psiquiatría, higiene, salud pública, genética, biología evolutiva, etc. son los que
normalizan las conductas respecto a la sexualidad, las uniones matrimoniales y el linaje.
Asimismo, Foucault señala que dichas tecnologías del sexo tuvieron un impacto
diferente en la escala familiar dependiendo de la clase social. Curiosamente, la
Foucault señala en el “Resumen del curso” que él entiende por biopolítica «la
manera como se ha procurado, desde el siglo XVIII, racionalizar los problemas
planteados a la práctica gubernamental por los fenómenos propios de un conjunto de
seres vivos constituidos como población: salud, higiene, natalidad, longevidad, razas…
Es sabido el lugar creciente que esos problemas ocuparon desde el siglo XIX, y se
conoce también cuáles fueron las apuestas políticas y económicas que han representado
hasta nuestros días»214. El liberalismo es, precisamente, el marco de racionalidad
gubernamental en el que más atención se presta al fenómeno de la vida. Foucault,
igualmente, se centra sobre todo en el liberalismo económico.
Según el primero, el trabajador tiene que demostrar que es idóneo para realizar
cierto trabajo, que se puede ajustar a los moldes que se le exigen, en definitiva, que
tiene las capacidades y aptitudes necesarias para realizarlo. De esta adaptabilidad se
justifica la posibilidad de recibir una renta, de generar un flujo de ingresos. «En otras
palabras, la idoneidad del trabajador es en verdad una máquina, pero una máquina que
no se puede separar del trabajador mismo, lo cual no quiere decir exactamente, como lo
decía por tradición la crítica económica, sociológica o psicológica, que el capitalismo
transforme al trabajador en máquina y lo aliene. Es menester considerar que la
idoneidad que se hace carne con el trabajador es, de alguna manera, el aspecto en que
éste es una máquina, pero una máquina en el sentido positivo, pues va a producir flujos
de ingresos. […] De hecho, esa máquina tiene su duración de vida, su duración de
utilidad, su obsolescencia, su envejecimiento»218. Es justamente la consideración de la
idoneidad del trabajador la que crea el complejo máquina/flujo, según el cual el salario
varía según las aptitudes indisociables del ciclo vital del trabajador. Este concepción
viene ligada a la lógica de la utilidad del liberalismo tradicional, pero como veremos,
desprendida de la clásica teoría de las necesidades vinculada al homo œconomicus
como socio del intercambio.
217 Es curioso que utilice este apelativo para los chicagoboys, ya que las figuras que más comúnmente
conocemos por anarcocapitalistas norteamericanos suelen ser Ayn Rand –que a pesar de ser rusa vivió la
mayor parte de su vida en EEUU– y Robert Nozick (1938-2002) –cuya capital obra Anarquía, Estado y
utopía fue publicada en 1974. El prefijo “anarco” no hace justicia a los ultraliberales de la Escuela de
Chicago.
218 Ibíd., p. 227.
98
En segundo lugar, el neoliberalismo revindica al ser humano como empresario
de sí mismo. Tal como señala agudamente Foucault, «en el neoliberalismo –que no lo
oculta, lo proclama– también vamos a encontrar una teoría del homo œconomicus, pero
en él éste no es en absoluto un socio del intercambio. El homo œconomicus es un
empresario, y un empresario de sí mismo. Y esto es tan cierto que, en la práctica, va a
ser el objetivo de todos los análisis que hacen los neoliberales: sustituir en todo
momento el homo œconomicus socio del intercambio por un homo œconomicus
empresario de sí mismo, que es su propio capital, su propio productor, la fuente de sus
ingresos»219. Es, tal como se repite hoy hasta la saciedad, un emprendedor que debe
construir su futuro, que tiene que ser su propia fuente de satisfacción, que debe
convertirse en su propio capital. Estamos ante «el individuo considerado como una
empresa, esto es, como una inversión y un inversor»220.
En tercer lugar, vinculado a las dos anteriores, nos aparece la teoría del capital
humano. El capital humano configura casi al completo la idoneidad-máquina del
trabajador. Theodore W. Schultz y Gary Becker fueron dos de sus principales ideólogos.
El capital humano está conformado, por un lado, por elementos innatos o hereditarios y,
por otro lado, por elementos adquiridos. Respecto a los primeros, a los congénitos,
Foucault utiliza la expresión “equipamiento genético” para referirse a ellos. Los
segundos, en cambio, serían el resultado de muy diversos factores, como la atención
familiar recibida, la inversión educativa, la formación profesional, la experiencia vital,
etc. Los teóricos del capital humano preconizan que los recursos y esfuerzos deben
orientarse a formar al individuo desde esta segunda vertiente. Foucault reconoce que «se
advierte con claridad, en efecto, que hacia ese aspecto se orientan las políticas
económicas, pero no sólo ellas sino también las políticas sociales, la políticas culturales,
las políticas educacionales de todos los países desarrollados»221.
Sin embargo, Foucault ya barrunta que, a pesar de que «no debemos pagar por
tener el cuerpo que tenemos ni por nuestra constitución genética»222, los avances
Visto lo visto, los fenómenos biopolíticos son aquellos en los que directamente
se trata la vida biológica de los seres humanos, en cuanto seres vivientes224. La
biopolítica, entonces, abrazaría fenómenos muy diversos, desde las políticas de salud, la
regulación de las conductas alimenticias, el fomento de comportamientos sexuales
seguros… A pesar de que Foucault circunscriba la biopolítica a un área geográfica
particular –Europa– y a un periodo histórico determinado –que empieza a asomarse en
el siglo XVII en el comienzo de las sociedades disciplinarias–, la política siempre se ha
ocupado de la vida, como señala Bruno Latour.225 Quizás hoy lo que sí se encuentra
totalmente cambiado es el campo de acción sobre la vida misma, abierto por los
espectaculares avances científicos. El mérito de Foucault reside, en parte, en haber
puesto en evidencia los fenómenos que aúpan a la vida al centro de las preocupaciones
políticas y vincularlo, además, a la creciente presencia de la economía política.
223 FOUCAULT, M., Nacimiento de la biopolítica. Curso del Collège de France (1978-1979), Akal,
Madrid, 2009, p. 232.
224 BAZZICALUPO, LAURA, Biopolitica. Una mappa concettuale, Carocci, Roma, 2010, p. 20.
225 CUTRO, ANTONELLA (ed.), Biopolitica. Storia e attualità di un concetto, Ombre corte, Verona,
2005, p. 29.
100
El gobierno de la economía toma en consideración la importancia vital –nunca
mejor dicho– del homo œconomicus, el auténtico protagonista del mercado. Así, este se
nos muestra como una gran figura biopolítica. El acierto de Foucault reside en atender
conjuntamente el desarrollo del capitalismo junto con la incipiente preocupación por la
dimensión biológica en la esfera productiva. Los procesos económicos y la inversión en
el cuerpo viviente empiezan a converger en el mismo camino. Sin embargo, parece
difícil que la alianza entre los paradigmas de la biopolítica y de las sociedades
disciplinarias que bendice Foucault pueda ser el más adecuado para nuestros tiempos.
226 Me parece que no debemos acoger ciegamente ni la visión paradigmática de Foucault ni la de Han,
ya que aceptar dichos paradigmas como si omniabarcasen la complejidad de lo real sería una ingenuidad
filosófica. Lo que sí me parece interesante es asumirlos en función de la aproximación histórica que
realizan, y en el caso de Han, me parece que su concepción de la sociedad de rendimiento se ajusta en
gran medida a nuestras sociedades tardocapitalistas occidentales.
227 HAN, BYUNG-CHUL, La sociedad del cansancio, Barcelona, Herder, 2012, p. 27.
101
mucho más eficiente que la ajena, porque va unida al sentimiento de libertad. Con ello la
228
explotación es posible sin dominio ».
Obviamente, dicha opción parece lejana y oscurecida por la fría sombra de los
proyectos eugenésicos llevados a cabo por diferentes estados en el siglo XX. La
tendencia más defendida por los pro-mejora es la de la eugenesia liberal, pero aunque
ésta parezca estar libre de la inclinación totalitaria que le podríamos achacar al Estado,
no dista de tener sus peligros. Tal y como venimos diciendo, transhumanistas como Max
More, Julian Savulescu, John Harris, Nick Bostrom et al. defienden que los ciudadanos
puedan acceder a un biomercado, como todo mercado bajo los designios de la oferta y la
demanda, que les permita bien mejorarse a ellos mismos o bien traer a los mejores niños
posibles.
104
hereditario de la pobreza»230, la eugenesia liberal podría llegar a encadenar a los menos
aventajados económicamente al cepo hereditario de la pobreza genética.
230 TAYLOR, CHARLES, El multiculturalismo y “la política del reconocimiento”, Fondo de Cultura
Económica, México D. F., 2009, p. 72.
231 No obstante, sí que tenemos que reconocer que, dentro de las industrias biotecnológicas, las
empresas vinculadas con la genética tienen un gran peso. Algunas famosas son: Genetech, Embrex,
Biogen, etc.
232 «La sociedad de rendimiento, como sociedad activa, está convirtiéndose paulatinamente en una
sociedad de dopaje» en HAN, La sociedad del cansancio, op. cit., p. 71.
233 La noción “bioeconomía” viene usada en RAJAN, K. S., Biocapital. The Constitution of
Postgenomic Life, Duke University Press, Durham-London, 2006.
234 BAZZICALUPO, LAURA, Biopolitica. Una mappa concettuale, op. cit., pp. 78-79.
105
Hemos visto como el concepto “biopolítica” nace a principios del siglo XX, pero
en el que ya se recoge una inercia que viene de siglos anteriores. Foucault rescata la
biopolítica desde su genealogía histórica y lo vincula a la estatalización de los
problemas concernientes a la biología y al auge de los procesos económicos capitalistas.
Byun-Chul Han nos ha servido, precisamente, para comprender cómo se traslada la
iniciativa del Estado a los ciudadanos, incluso en la gestión de la corporalidad. La
biopolítica como interés por maximizar la vida y los cuerpos ha mostrado en todo caso
una inclinación hacia su mejoramiento. La biopolítica pone de relieve el valor de la
vida, que ha servido para justificar tanto políticas raciales como para defender el igual
valor de toda vida humana, es por ello que la biopolítica contiene siempre un germen
totalitario o una semilla emancipatoria.
235 En el último apartado del siguiente capítulo atenderemos específicamente esta relación.
106
107
6.- UNA RESPUESTA DEMOCRÁTICA AL TRANSHUMANISMO
DESDE HABERMAS: DE LA CIENCIA Y LA TÉCNICA COMO IDEOLOGÍAS
A LAS BIOTECNOLOGÍAS DE LA EUGENESIA LIBERAL
Dichas dos obras de Jürgen Habermas (1929-) nos sirven para problematizar el
mejoramiento humano que defiende el transhumanismo. Mediante la primera, Ciencia y
técnica como “ideología”, abordaremos cómo la conciencia tecnocrática se ha
apoderado de nuestras sociedades como una nueva ideología, fundada sobre la acción
racional con respecto a fines, y cómo esta se extiende hoy a la tecnificación de la
naturaleza humana gracias al desarrollo de las biotecnologías, que el filósofo alemán
critica en la segunda obra a analizar: El futuro de la naturaleza humana ¿Hacia una
eugenesia liberal?
Esta segunda publicación nos servirá para perfilar algunas de las objeciones que
Habermas plantea a las intervenciones eugenésicas de algunos métodos como el
Diagnostico de Pre-Implantación (DPI) de embriones. El filósofo de Düsseldorf se
inquieta por las posibles consecuencias que podría tener el diseño genético, por un lado,
a nivel individual en la autocomprensión biográfica de la persona modificada y, por otro
lado, a nivel general en la autocomprensión ética de la especie. Nos detendremos en el
argumentario habermasiano para sopesar en qué medida nos es útil para encarar el
desafío transhumanista.
Ambas lecturas nos sirven también de apoyo para sugerir una reflexión respecto
a la relación entre las investigaciones científicas y los intereses democráticos de la
108
ciudadanía, como haremos en el último apartado. El desarrollo de los medios
tecnocientíficos debe ser repensado desde el diálogo con la opinión pública. La óptica
habermasiana incide en la política científica para exigir la formación de la voluntad
política colectiva para afrontar adecuadamente la sujeción de la técnica al mundo social
de la vida.
109
“modernización”»236. La racionalidad va ingresando poco a poco en muchos de los
ámbitos de la vida de las sociedades modernas, acompañando la creciente secularización
de las estructuras sociales. Este desencantamiento de las cosmovisiones dejaría a la
acción huérfana de orientación, si no fuera por la creciente implementación de la acción
racional, que se erige como la alternativa más poderosa. La primacía de la decisión
racional es heredera de las revoluciones científicas de la Edad Moderna, que en su
aplicación se hermanan con la acción instrumental de la técnica, posibilitando la
industrialización del trabajo capitalista, así como la creación de unas instituciones de
base racional, afectando a la labor de los funcionarios y de los cargos políticos: eso es la
racionalización del gobierno, la cientifización de la política.
236 HABERMAS, JÜRGEN, Ciencia y técnica como ideología, Tecnos, Madrid, 2015, p. 66.
237 Ibíd., p. 54.
238 Ibíd., p. 55. Citando a MARCUSE, «Industrialisierung und Kapitalismus im Werk Max Weber»,
Kultur und Gesellschaft, II, Frankfur a. M., 1965.
110
Habermas recoge algún fragmento de la conspicua obra El hombre unidimensional del
pensador berlinés: «Hoy la dominación se perpetúa y amplía no sólo por medio de la
tecnología, sino como tecnología; y ésta proporciona la gran legitimación a un poder
político expansivo que engulle todos los ámbitos de la cultura. […] La racionalidad
tecnológica […] respalda de este modo la legalidad del dominio; y el horizonte
instrumentalista de la razón se abre a una sociedad totalitaria de base racional».239
239 Ibíd., p. 58. Citando MARCUSE, El hombre unidimensional, trad. Joaquín Mortiz, México, 1968,
pp. 177 y ss.
240 Ibíd., pp. 62-63.
111
ante un cambio de paradigma, según el cual la racionalidad –en Weber– y la razón
técnica –en Marcuse– habrían acabado «constituyendo una forma de vida, una
“totalidad histórica del mundo de la vida»241. Ninguno de los dos ofrece respuestas
convincentes según Habermas, quien intentará proveer una explicación más satisfactoria
desde otro marco de referencia, desde la diferenciación ya antes mencionada entre
trabajo e interacción.
De esta distinción se vale Habermas para señalar dos ámbitos divergentes pero
que se complementan mutuamente. El primero es el marco institucional, o mundo
socio-cultural de la vida, que «se compone de normas que dirigen las interacciones
«la conciencia tecnocrática es, por una parte, menos ideológica que todas las
ideologías precedentes; pues no tiene el poder opaco de una ofuscación que sólo
aparenta, sin llevarla a efecto, una satisfacción de intereses. Pero por otra parte, la
ideología de fondo, más bien vidriosa, dominante hoy, que convierte en fetiche a la
ciencia, es más irresistible que las ideologías de viejo cuño, ya que la eliminación de las
cuestiones prácticas no solamente justifica el interés parcial de dominio de una
determinada clase y reprime la necesidad parcial de emancipación por parte de otra
clase, sino que afecta al interés emancipatorio como tal de la especie»249.
255 HABERMAS, JÜRGEN, El futuro de la naturaleza humana ¿Hacia una eugenesia liberal?, Paidós,
Barcelona, 2015, p. 30.
117
de la segunda generación de la Teoría Crítica contrapone, por un lado, lo crecido
orgánicamente, lo dado, lo cultivado, la dotación natural, la naturaleza que somos,
nuestra constitución como sujetos a, por otro lado, lo hecho técnicamente, a lo
programado, a lo diseñado, a la “cría de humanos” –expresión de Sloterdijk, y que éste
coge a su vez de Nietzsche–, a la dotación orgánica que nos damos, a nuestra
constitución como objetos.
Hasta ahora, el destino por socialización era en el que los padres tenían una
responsabilidad activa, mientras que en el destino por naturaleza se escapaba de su
control. Hoy las biotecnologías consiguen que se pueda meter mano a ese ámbito que
antes nos resultaba inaccesible: los que somos por naturaleza. Habermas constata el
cambio que se ha producido históricamente: «lo que Kant todavía consideraba el “reino
de la necesidad” se ha transformado desde la óptica de la teoría de la evolución en un
“reino de la casualidad”. Y ahora la técnica genética desplaza las fronteras entre esa
base natural indisponible y el “reino de la libertad”»258.
«La autonomía es más bien una conquista precaria de las existencia finitas,
existencias que solo teniendo presente su fragilidad física y su dependencia social
pueden obtener algo así como “fuerzas”. Si este es el “fundamento” de lo moral, de él
también se derivan sus “fronteras”. Lo que necesita y es capaz de regulaciones morales
es el universo de posibles relaciones e interacciones interpersonales. Sólo en esta malla
de relaciones de reconocimiento reguladas legítimamente pueden los seres humanos
desarrollar y mantener una identidad personal (a la vez que integridad física)». 259
Pero ¿podría haber algún tipo de intervención que no vulnerase los criterios de
autonomía? Habermas responde que sí, como es el caso de una corrección
autocosificadora del adulto en el propio genoma –en diferencia de la cosificación del
embrión in vitro–. Este ejemplo le vale para sugerir otro tipo de autocomprensión que
no se agota en el individuo: la autocomprensión ética de la especie. Esta es una
categoría muy recurrente a lo largo de todo volumen de El futuro de la naturaleza
humana. Los planes transhumanistas de empuñar nuestra propia evolución, gracias al
gran avance de las tecnociencias, suponen una autorreflexión sobre nuestra propia
constitución identitaria como especie. No ofrece un resultado de tal autocomprensión,
sino que más bien arroja la inquietud que podría suponer la alianza entre el
evolucionismo y las biotecnologías para la superación de nuestra especie Homo Sapiens
Sapiens, lo que él llama «mezcla explosiva de darwinismo y libre comercio»263.
También creo personalmente que hubiese sido más fructífero, para una crítica de
la eugenesia liberal, señalar cuáles podrían ser las consecuencias a nivel de justicia
distributiva, tal y como le sugieren –tras una discusión conjunta en el coloquio Law,
Philosophy & Social Theory– Thomas Nagel y Richard Dworkin266. El debate sobre la
eugenesia liberal se podría enfocar desde viejos términos como los de la justicia social.
La eugenesia liberal podría suponer un mundo todavía más desigual, como venimos
asegurando en los últimos capítulos. La neutralidad estatal de las sociedades liberales,
asentada en el pluralismo de cosmovisiones de nuestras sociedades, difícilmente puede
desacreditar las pretensiones transhumanistas si no es señalando las nefastas
consecuencias que podría suponer para el tejido comunitario el surgimiento de una
nueva aristocracia genética. La cohesión social puede que en tal caso se viese aún más
mermada. Por lo tanto, atender al factor socioeconómico me parece crucial, ya que una
eugenesia liberal a la que solo pudiesen acceder las clases pudientes supondría una
división de nuestras sociedades en términos de población mejorada y no mejorada. El
último punto que estimo oportuno enfrentar brevemente es la relación entre ciencia,
economía y democracia, que creo que está muy presente en Habermas.
En este último punto, me gustaría señalar como los intereses que guían el
desarrollo técnico-científico de muchas de las prácticas transhumanistas se orientan
desde una perspectiva crematística. Habermas reconoce que en el capitalismo liberal
existe una «creciente interdependencia de investigación y técnica, que convierte a las
ciencias en la primera fuerza productiva»267. Esta tendencia sigue vigente hoy día e
incluso se podría decir que la mayoría de las investigaciones científicas tienen el
objetivo de la futura comercialización de sus logros. Las biopatentes, de hecho, están a
la orden del día. Casi toda investigación científica que esté financiada por fondos
privados tiene que poder traducirse en beneficios económicos, por pura rentabilidad. Así
sucede con la mayoría de los laboratorios punteros del mundo que son transhumanistas.
Los nuevos descubrimientos se guían bajo la orientación de poder salir al mercado, de
poder comercializarse para obtener ganancias. Por ejemplo, ya dijimos en el primer
capítulo que el biólogo y empresario Craig Venter comenzó en 1999 una investigación
en paralelo al Proyecto Genoma Humano, sin ayuda del consorcio público y con fines
comerciales.
267 HABERMAS, JÜRGEN, Ciencia y técnica como ideología, op. cit., p. 81.
123
esfera pública268. La relación entre ciencia y democracia la aborda, de hecho, en los
textos Progreso técnico y mundo social de la vida y Política científica y opinión
pública. Habermas cree que el avance tecnocientífico debe someterse a discusión
pública. El saber científico se convierte en poder técnico, muchas veces no lo
suficientemente tematizado por las masas despolitizadas de la población. El filósofo
alemán cree que se debe colocar el progreso tecnocientífico en el espacio de la opinión
pública (Öffentlichtkeit), para que la sociedad civil considere el interés democrático que
puedan tener o no cierto tipo de avances. La dificultad está en que es un «problema que
afecta a una civilización determinada por la ciencia y la técnica: el problema de cómo
podría ser posible aún la reflexión sobre sí misma de esta conexión, hoy espontánea,
entre progreso técnico y mundo de la vida y de cómo someter esa conexión a los
controles de una discusión racional»269.
272 La cuestión aquí sería cómo medir la conciencia moral de la ciudadanía respecto a las propuestas
eugenésicas transhumanistas. El equilibrio reflexivo de los contractualistas es una opción que solo me
convence parcialmente.
273 HABERMAS, JÜRGEN, Ciencia y técnica como ideología, op. cit., «Progreso técnico y mundo
social de la vida», pp. 128-129.
274 Ibíd., «Política cientifizada y opinión pública», p. 147.
275 FEITO GRANDE, LYDIA, op. cit., p. 179.
276 Cfr. Ibíd., «Conocimiento e interés», pp. 159-181.
125
compatibles entre sí o con el tipo de sociedad que consideramos justo y que da
contenido a nuestros ideales de democracia y de justicia social»277. Esta pregunta es
fundamental para que los ciudadanos sopesen qué tipo de desarrollo tecnocientífico
estiman necesario, para realizar un control genuino de estas prácticas.
277 DIÉGUEZ, ANTONIO, «Biología sintética, transhumanismo y ciencia bien ordenada», Viento Sur,
n.º 131, diciembre 2013, p. 77.
278 Cfr. RIECHMANN, JORGE, ¿Derrotó el smartphone al movimiento ecologista? Para una crítica
del mesianismo tecnológico, Catarata, Madrid, 2016.
126
vástago ni que pueda vulnerar su autonomía, sino que simplemente la condicionaría –
para bien o para mal ya depende–.
127
128
7.- CONCLUSIONES FINALES
Algunos como Peter Harrison y Joseph Wolyniak, han visto en este hecho la
confirmación de que las nociones occidentales de progreso que se abren en la
modernidad, heredadas por el transhumanismo, siguen siendo visiones secularizadas de
la escatología judeo-cristiana282. Gilbert Hottois, en cambio, cree que el
transhumanismo no tiene objetivos transcendentales. Afirma que el transhumanismo es
un vector renovado del Gran Relato de la Modernidad, como humanismo progresista
laico, pero que el futuro tal y como lo entienden los transhumanistas «no es
escatológico, no se refiere a un mundo súper natural o trascendental, porque el
La ciencia ofrece hoy en día una visión del ser humano apegado a su
corporalidad. El transhumanismo tecnocientífico promete cambiar nuestra materialidad
corporal, ya que entienden al ser humano desde su somatización. Esta somatización de
nuestro ser es a lo que reduce ahora, según la ciencia, nuestra identidad humana284. Por
lo tanto, esta comprensión del ser humano como una realidad meramente material –
criticable por su tendencia a la naturalización y al reduccionismo– es la que habilita las
esperanzas de mejoramiento, ya que resultaría que todas las deficiencias del ser humano
estarían ínsitas en su corporalidad biológica. Igualmente, cabe asegurar que en muchos
casos el transhumanismo parece renegar de nuestra constitución natural. Jorge
Riechmann interpreta el fenómeno transhumanista como un nuevo gnosticismo: «El
transhumanismo es un nuevo gnosticismo –que se sitúa de lleno en la antiquísima
tradición (órfica y gnóstica) del soma/sema, el cuerpo como tumba y cárcel–, y a mí
entender se trata de una de las figuras más amenazantes del nihilismo del siglo XXI»285.
Del mismo modo, la ciencia se convierte en una nueva fuente de sentido con la
que algunos hacen frente al nihilismo posmoderno. La ciencia se convierte un sustituto
de la religión, en el que ante la crisis de sentido mucha gente se refugia en las promesas
tecnocientíficas, ya que en ellas se confirma el mito del progreso, en el que parece que
los avances de la ciencia son imparables. No obstante, debemos evitar actitudes
ingenuas y no pecar en exceso de confianza ante la razón científica. Riechmann rescata
una frase muy oportuna de la obra La tiranía de los modos de vida de Mark Hunyadi:
«La ciencia quería sustituir al mito, pero la creencia en la omnipotencia de la ciencia es
en sí misma el más potente de los mitos»290. A ello, habría que sumarle el “postulado
tecnocrático” que guía muchas de las propuestas transhumanistas.
292 LE DÉVÉDEC, NICOLAS, «Le meilleur des mondes transhumanistes», Relations, n.º 775, 2014, p.
26. Remite a FREITAG, MICHAEL, L’oublie de la société. Pour une théorie critique de la posmodernité,
PUL, Quebec, 2002.
293 DIÉGUEZ, ANTONIO, «Reflexiones sobre las tecnologías de mejoramiento genético al hilo del
pensamiento de Ortega y Gasset», SCIO. Revista de Filosofía, n.º 10, 2014, p. 70.
294 Ibíd. p. 71. Citando la obra WINNER, L., «Are Humans Obsolete?», Hedgehog Review, 4 (3), pp.
43-44.
295 Ibíd.
132
creencia bastante extendida del perfecto funcionamiento de la ciencia. El debate sobre el
mejoramiento humano se enfoca muchas veces contraponiendo las éticas de la
perfección, por una lado, a las éticas de la labilidad por el otro. Los transhumanistas
defienden el paso a mejores estadios de existencia, haciéndonos cargo de perfeccionar
nuestra constitución humana, aumentando nuestras capacidades humanas por medios
tecnológicos.296 El argumentario bioconservador trata, por el contrario, de intentar
ofrecer una cura de humildad, destacando nuestra labilidad, nuestra imperfección,
nuestra fragilidad, nuestra vulnerabilidad, nuestros defectos que nos hacen humanos,
trayendo incluso conceptos antiguos como la hýbris (ὕβρις), como esa llamada de
atención a no sobrepasar los límites, a ensalzar la moderación, a evitar la desmesura, a
contentarnos con la moderación…
En mi opinión, no hace falta decantarse por ninguna de las dos, pero lo que sí
que es necesario frenar son las ambiciones ilimitadas transhumanistas, asentadas en un
prometeismo tecnocientífico y en una ciencia faústica297, señalando precisamente su
falibilidad. Debemos enfriar la concepción omnipotente de la ciencia apelando a las
posibles equivocaciones en las que se puede incurrir, demostrando su imperfección,
apelando a la seguridad que atiende los riesgos desde una razón prudencial. Hay que
desterrar la imagen tan extendida en nuestras sociedades de que la ciencia no se
equivoca. Gabriela Chavarría es muy elocuente: «esa ignorancia sobre los riesgos de un
imperativo tecnológico-científico es disfrazada ante la opinión pública con un discurso
científico que proclama todo lo contrario, es decir, certezas y éxito»298. Riechmann,
desde una ética de la imperfección y de la falibilidad humana, exige una ¡moratoria!:
296 Sería muy interesante realizar una investigación sobre el enfoque de las capacidades (y de las
discapacidades) desde las propuestas transhumanistas. Ya dijimos al definir el human enhancement que
autores como Savulescu ven el mejoramiento como un aumento de capacidades, que dotaría al ser
humano de mejores condiciones para su propio florecimiento y desarrollo.
297 Yuval Noah Harari asegura en el epílogo de su best-seller De animales a dioses. Breve historia de la
humanidad que la ciencia moderna camina a hombros de Gilgamesh (el protagonista de la epopeya
sumeria, del mismo nombre, que va en búsqueda de la inmortalidad).
298 CHAVARRÍA ALFARO, GABRIELA, art. cit., p. 106.
133
importancia que, en el terreno que ahora nos ocupa [el transhumanismo], adquiere el
principio de precaución»299.
Es por ello que ciertos autores pro-mejora sugieren, como lo hace Anders
Sandberg, otras alternativas: como la de sufragar mediante impuestos las prácticas de
mejora306. La educación y la sanidad tienen el objetivo de darnos cierta calidad de vida
y están consideradas como derechos constitucionales en muchos países, por lo que el
Estado no suele abandonarlas a la iniciativa privada y se ve obligado a financiar tales
instituciones. Lo mismo podría suceder en el caso del mejoramiento humano,
llegándose a crear incluso una industria pública que monopolice el human enhancement.
Esta opción sigue siendo discutible, porque las desigualdades seguirían presentes a nivel
global; es más, estas desigualdades se ahondarían tras la irrupción de países que
dirigiesen públicamente el mejoramiento genético. Incluso podemos llegar a
304 CHAVARRÍA ALFARO, GABRIELA, art. cit., p. 102. Recogiendo las palabras del físico Freemand
Dyson: “La humanidad me parece un comienzo magnífico, pero no la palabra final”.
305 Riechmann hace un distinción muy útil respecto a los postulados evolutivos, diferenciando entre
“hominización” y “humanización”: «el proceso biológico de hominización se detuvo –a efectos
prácticos– hace 50.000 años. El proceso civilizatorio de humanización apenas ha comenzado, pero ya
parece vislumbrarse su abrupto final […] Lo humano, que fue sobre todo promesa, deseo y fugaz atisbo,
podría pasar a formar parte de las promesas incumplidas». ¿Qué le den a la paideía? Riechmann apuesta
por seguir profundizando en «el proceso de humanización cultural, que podría conducirnos a una
civilización digna de tal nombre». RIECHMANN, op. cit., p. 113.
306 Cfr. DIÉGUEZ, ANTONIO, «Una mirada al futuro de la tecnología y del ser humano. Entrevista con
Anders Sandberg», Contrastes. Revista Internacional de Filosofía, vol. XX, nº2, 2015, pp. 373-390. Peter
Singer llega a una conclusión similar cuando apunta que sería más oportuno que el Estado promocionase
la mejora genética, en vez de dejarla al libre albedrío del mercado, en SINGER, P., art. cit., p. 40.
135
imaginarnos un “turismo genético” de los ricos de los países pobres a los países en los
que estas prácticas estén permitidas, como se daría en el caso de la eugenesia liberal.
Creo que la cuestión legislativa debe ser protagonista. No solo a nivel de las
intervenciones –como puede ser la actual prohibición de la terapia génica en línea
germinal– sino también sobre todo lo que las rodea. La libertad de investigación se debe
preservar, pero en ciertos casos sería prudente marcar ciertos límites307. Las
“biopatentes” que nacen de dichas investigaciones son, igualmente, un tema importante.
También lo es la información que hemos obtenido de nuestra propia constitución
genética, tal como la que proporciona el Proyecto Genoma Humano, por lo que se debe
custodiar de manera apropiada, para que no caiga en manos de gente con malas
intenciones. La regulación sería más efectiva en tanto más esfuerzos compartidos se
realicen internacionalmente. A pesar de que pienso que de momento el biomejoramiento
humano es básicamente un capricho de personas de países occidentales –que ya tienen
cubiertas sus necesidades básicas–, creo que se debería intentar llegar a acuerdos
globales. Si no nos veríamos en un mapa mundial todavía más desequilibrado, en el que
los ricos de los países pobres vendrían a los países más desarrollados a someterse a las
mejoras a las que no pueden acceder en su lugar de origen308. Por lo tanto, en aras de
evitar el turismo genético, habría que intentar llegar a acuerdos transnacionales.
Hay más consecuencias que quiero tocar brevemente. Si, por ejemplo, el
alargamiento de la vida humana llegase a producirse, tal como predicen los
transhumanistas, habría que interrogarse sobre varios factores. Ello provocaría no solo
que tuviésemos que replantear nuestro modelo actual de trabajo y de fiscalidad, dado
que habría que pensar cómo se organizaría el sistema de pensiones y de jubilación en un
mundo en el que morir pasados los cien años fuese normal. Por la misma razón habría
que atender al factor ecológico, tal y como hemos sugerido en el cuarto capítulo.
Respecto a la crisis medioambiental, cabe decir que los medios de comunicación
307 No pretendo marcarlos yo, ni mucho menos. Es una situación bastante compleja en la que hay que
tener en cuenta la moralidad de la investigación en animales, en células madres, en humanos, la
explotación de las donantes de óvulos…
308 Sería necesario, asimismo, reflexionar desde la ética del consumo (genético, en este caso), de cómo
la emulación y la envidia podrían ser motivaciones psicológicas para que estas prácticas se acabasen
extendiendo en la sociedades. Leon Kass recoge esta preocupación sobre los problemas de conformidad y
homogeneización, asegurando lo siguiente: «what is permitted and widely used may become mandatory»
en KASS, LEON R., «Ageless Bodies, Happy Souls: Biotechnology and the Pursuit of Perfection», The
New Atlantis. A Journal of Technology & Society, Spring 2003, p. 16.
136
difunden ensoñaciones transhumanistas como las de terraformar Marte, para una
posible mudanza al planeta rojo, acondicionándolo para hacerlo habitable para los seres
humanos. Esta podría ser una solución en el caso de que estuviésemos ante una
catástrofe medioambiental en el planeta Tierra, que ya lo estamos, y en el caso de que
ésta se volviese irremediable y que dificultase la supervivencia humana. Por
consiguiente, no estaríamos solo ante postulados antropófugos, sino también terráfugos,
en las que el escapismo sería mucho más llamativo, ya que estaríamos ante el abandono
y la huida de nuestro hogar planetario.
Por último, ya lo dijo Derrida: la justicia está en aprender a vivir con el otro. Por
desgracia, el ser humano ha mostrado la tendencia negativa a marginar, a excluir y
dominar al “otro”. El extraño, el extranjero, el de raza y color diferentes, el de
orientación sexual que se desvía de los cánones, la mujer, el de otra religión, el de clase
social diversa, el enemigo político… todos ellos han sido víctimas de infinidad de
crueldades por el mero hecho de ser “diferentes”. Afortunadamente, ahora se reconoce
tanto el derecho a la igualdad como el de la diferencia, ya que ambos conforman la
noción de equidad309. No hay equidad sin igualdad ni diferencia. Y la búsqueda de
excelencia que se desprende de ciertas posturas transhumanistas, sin equidad, es solo
elitismo y discriminación. La otredad transhumana/posthumana puede generar
problemas de parentesco, pudiendo generar rechazo por parte de un sector de la gente
que los podría considerar como extraños, como diferentes310. Este no es, obviamente, un
argumento válido; es más bien un reclamo para recordar que antes de crear nuevas
subjetividades es recomendable enseñar a respetar las existentes.
309 Boaventura de Sousa Santos recoge esta idea en una frase brillante: «necesitamos el derecho a la
igualdad cuando la diferencia nos hace inferiores. Necesitamos el derecho a la diferencia cuando la
igualdad nos descaracteriza». En Rebelión:
http://www.rebelion.org/hemeroteca/cultura/entrevista_boaventura130301.htm [Consultado el 25
de junio de 2016]
310 La consideración moral de los nuevos súper-robots también es un tema interesante de discusión. El
transhumanismo es mayoritariamente antiespecista. Los transhumanistas no solo están de acuerdo con la
dignidad humana, sino que muchos también quieren extender la consideración moral a animales no
humanos, seres sentientes, robots con conciencia… «para respetar su bienestar y plenitud». Cfr.
HOTTOIS, G., art. cit., p. 179.
137
7. 2.- En el tintero: posibles líneas de continuación
Elegir ciertos caminos implica tener que renunciar a otros. Este TFM ha
intentado presentar el debate sobre el mejoramiento humano de manera sintética,
intentando delimitar su alcance conceptual y señalando las técnicas que lo posibilitan
desde su recorrido histórico. Ha introducido también las corrientes de pensamiento que
divergen en planteamientos sobre el tema, tratando de mostrar las diferentes
concepciones del ser humano en las que se basan. Para posteriormente apoyarnos en
autores (Ortega, Jonas, Foucault, Han, Habermas) que nos ayudan a entender el
transhumanismo y que nos dan algunas de las coordenadas por las que se mueve el
debate. Sin embargo, me hubiese gustado poder extender las líneas de investigación a
horizontes cercanos, intentando ampliar así la visión sobre el tema.
Del mismo modo, me hubiese gustado ofrecer una breve recopilación de los
aportes sobre la filosofía de la tecnología –o de la técnica– de los filósofos más
138
importantes. Además de la introducidas meditaciones orteguianas, habría que recordar
así las reflexiones antropológicas de Plessner, de Gehlen (y de su “ser deficitario”); de
Heidegger (y de su crítica a la técnica); de García Bacca (y de su concepto de
“transfinitud”); de Sloterdijk (y de sus “antropotécnicas”)... También habría que hablar
de biopoder o incluso mejor, de “tecnopoder”, como diría Haraway; estudiando si las
nuevas tecnologías ayudan al empoderamiento y a la emancipación, o todo lo contrario.
Además, se podrían recoger fértilmente ideas desde la estética, analizando el cine y la
literatura de ciencia-ficción, leyendo sobre utopías y distopías (ciberpunk), sobre
humanos y posthumanos, sobre la realidad cotidiana y la realidad virtual… También se
debe atender las propuestas transhumanistas desde el feminismo, desde la crítica de las
Técnicas de Reproducción Asistida, e incluso desde las vinculaciones entre los
ciberfeminismos y el posthumanismo feminista, señalando sus potenciales y sus límites.
Debo reconocer que una de las limitaciones más llamativas de este trabajo es la
ausencia deliberada, ya excusada en la introducción, de concreción normativa. La tarea
descriptiva nos sitúa en un horizonte de prácticas que ya tenemos a nuestro alcance y
barrunta el escenario futuro que está a la vuelta de la esquina. Decidir qué prácticas son
moralmente correctas y cuáles no es el desafío que debemos afrontar. Para ello puede
ser útil realizar un rastreo de las principales teorías éticas, viendo cómo se puede
responder a dicha pregunta desde cada tradición, señalando los potenciales y
deficiencias de cada una, resolviendo cuál puede ser la más adecuada para las cuestiones
que atañen al mejoramiento humano y al transhumanismo. La moralidad de las prácticas
debe ser examinada caso por caso, sin hacer una enmienda a la totalidad. Esta labor me
la guardo para próximos trabajos. Ya adelantó que todo tipo de intervención terapéutica
139
me parece moralmente justificable, incluso si es en línea germinal, siempre y cuando
sea con cláusulas seguras y con precaución. La biomejora en una eugenesia liberal, en
cambio, me causa intuitivamente rechazo, considerándola moralmente rechazable; pero
ya daré una mayor forma argumentativa a esta impresión, y habrá que sopesarla case by
case.
Creo que también nos podríamos valer de los informes ya existentes sobre estas
cuestiones. En 2002 se publicó el informe tecnófilo Converging technologies for
improving human performance. Nanotechnology, biotechnology, information technology
and cognitive science (CT-NBIC), que acogía con ilusión las nuevas propuestas. No
obstante, a este informe le sucedieron varias réplicas: el informe Beyond terapy,
redactado por el President’s Council on Bioethics en 2003, con Leon Kass a la cabeza;
el informe Converging technologies. Shaping the future of European Societies a cargo
de la Unión Europea en 2004; el informe Converging technologies and the natural,
social and cultural world del grupo Foresight the new technology wave, también de
2004; el informe de 2009 titulado Human enhancement, comisionado por el Parlamento
Europea vía la Unidad STOA (Science and Technology Options Assessment)… Y los
que están por venir.
Por último, y lo más importante, creo que la resolución del debate se debe guiar
desde el consejo ético. Se tendrán, por lo tanto, que calibrar todos los principios
bioéticos en una balanza sopesada por todos los miembros sociales. La construcción de
una ética mínima en aras de una bioética cívica mundial311 no es fácil en la discusión
sobre el human enhancement. Hay que extender la reflexión ética y promoverla en todas
las corrientes. El utilitarismo, que se ha erigido como la tradición que más empeños ha
dedicado a pensar sobre la cuestión, no agota toda la realidad moral. Los cálculos de
corte consecuencialista como el de riesgos/beneficios pueden resultar insuficientes.
Necesitamos una ética sin complejos, lejos de dramatismos agoreros, que respete el
pluralismo de cosmovisiones y que no rehúya sugerir respuestas concretas. La
supervisión ética será fundamental en la construcción del nuevo marco normativo que
regule las nuevas prácticas. Asimismo, nuestra responsabilidad intelectual nos interpela
311 CORTINA, ADELA, «Bioética global. Un mapa de la bioética para el siglo XXI», en FEITO,
LYDIA; GRACIA, DIEGO; SÁNCHEZ, MIGUEL (eds.), Bioética: el estado de la cuestión, Triacastela,
Madrid, 2011, p. 215.
140
a traspasar el mundo académico y mudar la discusión a la sociedad, haciendo el debate
público y accesible312.
Hay que defender una ética que acepte el nuevo escenario, que encare el reto
ante el que se encuentra. La ética no puede perder su fuerza deliberativa y propositiva,
ya que se debe seguir trazando líneas morales dibujadas por todos. Tal reto debe
enfrentarse desde el diálogo, no solo teniendo en cuenta a los interlocutores presentes,
sino también a los futuros, dado que estamos ante un debate intergeneracional de gran
calado. Afortunadamente, no estamos como en otras etapas de la historia de la filosofía,
en las que parecemos el burro que se acerca y nunca alcanza la zanahoria. La literatura
filosófica sobre el mejoramiento humano es rica, abundante y para casi todos los gustos;
merece la pena nutrirse de todas las propuestas. Si cada época sueña la siguiente –como
dijo Michelet– y si los sueños de la razón pueden producir monstruos –como diría
Goya–, que sea la sabiduría moral la que guíe nuestros sueños.
Libros y monografías:
HARAWAY, DONNA J., Simians, Cyborg, and Women. The Reinvention of Nature, Free
Association Books, Londres, 1991.
HEIDEGGER, MARTIN, Saggi e discorsi, trad. Gianni Vattimo, Mursia, Milano, 2015,
cap. “Sulla tecnica”.
144
—, El principio de responsabilidad. Ensayo de una ética para la civilización
tecnológica, Herder, Barcelona, 2015.
SANDEL, MICHAEL, The Case against Perfection. Ethics in the age of genetic
engineering, The Belknap Press of Harvard University Press, 2009.
SILVER, LEE M., Vuelta al Edén. Más allá de la clonación en un mundo feliz, Taurus,
Madrid, 1998.
CAMPS, VICTORIA, «¿Qué hay de malo en la eugenesia?», Isegoría, n.º 27, 2002, pp.
55-71.
146
CHAVARRÍA ALFARO, GABRIELA, «El posthumanismo y los cambios en la
identidad humana», Revista Reflexiones, 94 (1), 2015, pp. 97-107.
CORTINA, ADELA, «Ética de las biotecnologías», Isegoría, n.º 27, 2002, pp. 73-89.
DIÉGUEZ LUCENA, ANTONIO, «La filosofía de Ortega como guía para la acción.
Una comparación con Heidegger», Revista Internacional de Tecnología, Conocimiento
y Sociedad, vol. 2, n.º 1, 2013, pp. 73-97.
—, «Biología sintética, transhumanismo y ciencia bien ordenada», Viento Sur, n.º 131,
diciembre 2013, pp. 71-80.
—, «Una mirada al futuro de la tecnología y del ser humano. Entrevista con Anders
Sandberg», Contrastes. Revista Internacional de Filosofía, vol. XX, nº2, 2015, pp. 373-
390.
KASS, LEON R., «Ageless Bodies, Happy Souls: Biotechnology and the Pursuit of
Perfection», The New Atlantis. A Journal of Technology & Society, Spring 2003, pp. 9-
28.
LIAO, S. M.; SANDBERG, A.; ROACHE, R.; «Human Engineerig and Climate
Change»,
Ethics, Policy & Environment, vol. 15, 2012, pp. 206-221.
148
LE DÉVÉDEC, NICOLAS, «Le meilleur des mondes transhumanistes», Relations, n.º
775, 2014, p. 26.
149
SINGER, PETER, «De compras por el supermercado genético», Isegoría, n.º 27, 2002,
pp. 19-40.
—, «El hombre operable. Notas sobre el estado ético de la tecnología génica», Revista
Observaciones Filosóficas, trad. Goethe Institut Bostom, Antropología, mayo 2006,
disponible en http://www.observacionesfilosoficas.net/index.htm
VELAYOS, CARMEN, «Clonación humana: las preguntas “por qué no” y “por qué
sí”», Isegoría, n.º 27, 2002, pp. 193-209.
WINNER, LANGDON, «Are Humans Obsolete?», Hedgehog Review, 4 (3), pp. 25-44.
Actas:
Artículos en prensa:
150
https://www.diagonalperiodico.net/saberes/32683-no-controlamos-al-smarthopone-este-
nos-controla-y-conforma-nuestras-vidas.html
José Cervera, «El plan de Elon Musk para convertirnos en “supercyborgs”, ¿ciencia
ficción o sueño posible?», El diario, 7 de mayo de 2017, disponible en:
http://www.eldiario.es/cultura/tecnologia/neuralink-elon-musk_0_640087167.html
Recursos electrónicos:
152
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SITIOGRAFÍA
Compañía que realiza exámenes genéticos a particulares, co-fundada por Lee M. Silver.
https://www.genepeeks.com/
Página oficial del científico Kevin Warwick, conocido como el primer cyborg voluntario
de la historia.
http://www.kevinwarwick.com/
Singularity University.
http://singularityu.org/
155
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ANEXO DOCUMENTAL