-Vemos que tiene nombre, cosa rara, porque es importante. ¿Por qué se sube a un á rbol? ¿Qué busca en Jesú s? Quiere saber có mo es un hombre de Dios. -Su problema es que es bajo de estatura, probablemente en todos los sentidos, a nivel físico y espiritual. No da la talla, es un ser que no despierta ninguna admiració n sino todo lo contrario, reproches y hasta asco. -Iba a mirar y fue mirado. Su curiosidad es escuchada y atendida por Jesú s. Jesú s rompe el protocolo porque sabe que Zaqueo lo necesita y porque es libre para hacerlo. Jesú s come con él, no sabemos lo que conversaron, es algo íntimo y personal, pero no le fuerza sino que le conquista, y después de recibir el regalo de Jesú s, Zaqueo da má s de lo prescrito por la ley. Jesú s ha venido a salvar lo que nadie (ni los fariseos) han venido a salvar. -Hoy es un buen día para que comas a solas con el Señ or. Pídele que entre en tu casa y deja que te hable, que te mire con cariñ o y te conquiste. El cristiano es el hombre enamorado de Cristo. Lo que hace lo hace por amor, seducido, sin medir ni calcular. Deja que él te hable y te conquiste.
El desayuno en la playa (Jn 21, 1-13)
-Una escena excepcional para contemplar el misterio de la Iglesia es la tercera aparició n de Jesú s a sus discípulos, en Tiberíades, el desayuno en la playa. -Aquellos pescadores fueron sorprendidos por la presencia de Dios en su actividad ordinaria. Cada uno de ellos había vivido una experiencia personal del Resucitado que les había recuperado cuando estaban perdidos, que les había restaurado cuando estaban rotos. -Jesú s se hace presente cuando están pescando sin éxito. El cuestionó su profesionalidad, pero confiaron en él y le obedecieron. Juan fue el primero en reconocerlo y confesarlo delante de todo el grupo. Poco después, ya en la playa, con las barcas en seco y los peces recogidos, rodeaban a Jesú s… en silencio. Durante la comida ninguno de atrevía a preguntar quién era, aunque lo sabían. Jesú s no les dice nada, no les reprende. Calla y comparte. Respeta los procesos de cada uno. ¿Para que hablar o cuestionar nada, si estaban todas las preguntas contestadas? -Aquel grupo de pobres personas desayunando en la playa constituye la imagen perfecta de la Iglesia. Ninguno de ellos tiene un expediente limpio y sin mancha. Todos tienen, má s bien, un historial de pecado y de incoherencias. Pero todos se sienten también gratuitamente salvados, y todos saben muy bien quién fue el que les recuperó y restauró , tanto a sí mismos como a cada uno de los que está n a su lado. Ahora ven a Jesú s en medio de ellos… y todos miran seducidos en esa direcció n. Se entienden a sí mismos como el grupo de los restaurados por el Restaurador maravillosos que es Jesú s y les preside. É sta es la Iglesia!!! -En ese desayuno cabemos todos, tú y yo. Ninguno está ahí por méritos propios, sino por la gratuidad del que los convocó ; ninguno está ahí só lo porque hizo una opció n deliberada y libre, sino sobre todo porque fue completamente seducido; ninguno está ahí por el entusiasmo y la admiració n que le despiertan los miembros del grupo, sino porque fue el Señ or el que claramente le puso con ellos en la misma barca; ninguno consiguió evitar alguna vez romperse, pero todos fueron recuperados y restaurados por el mismo Señ or que le ha unido.