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Edward Santiago Jiménez García

Estudios Literarios
Universidad Autónoma

El amor y el dolor de una madre

Ella despertó de un profundo sueño, se levantó precipitadamente y notó que su


cuerpo estaba débil y cansado, como si hubiera corrido una maratón, pues se sentía
muy exhausta. A la vez sintió un gran dolor en el abdomen, notó unas gotas de sangre
entre las sábanas blancas que la cobijaban. Entró una enfermera para preguntarle cómo
se sentía y decirle que el bebé se encontraba bien. Sintió un gran alivio, se recostó en la
camilla nuevamente y le preguntó a la enfermera:
- ¿Dónde está? ¿Se encuentra sano? ¿Es muy pequeño? - Dijo ella con angustia y
debilidad en la voz, aún se sentía mareada por la anestesia, se preguntaba si realmente
estaba viva-disculpe señora, ¿Qué hora es? -
La enfermera la miró con un gesto agradable, arreglo un poco la camilla donde se
encontraba y le respondió de manera pausada:
-Tranquila señora, en un momento vendrán a darle información sobre su hijo y son
las once y treinta de la noche- al terminar la frase la miro con cierto respeto y salió de
la habitación lentamente.
El tiempo transcurría con tranquilidad mientras que al niño le hacían algunos
exámenes. Ella miraba por la ventana recordando la gran guerra entre la vida y la
muerte que tuvo que pasar ella y su bebé. Recordaba cada palabra desalentadora que le
daban los médicos: “Su hijo no puede nacer” “Hay una mínima posibilidad de que
alguno de los dos sobreviva”. Entre esos recuerdos, se topó con un recuerdo hermoso y
unas palabras que nunca irá a olvidar. Soltando una sonrisa y un sentimiento lleno de
amor en honor a su madre que tanto la había apoyado para seguir adelante con su hijo,
tal y como ella lo había logrado.

Los tiempos difíciles empezaron desde el 2013, ella tenía 14 años cuando empezó a
sentir dolores en el brazo izquierdo, sin saber, se le fueron formando coágulos de sangre
obstruyendo las venas del brazo, provocando hinchazón y un dolor impetuoso. Tuvo
que pasar varias horas hospitalizada, esas horas se iban volviendo días y los días
meses. Después de dos años los hematólogos que llevaban su caso en ese momento
encontraron una mutación en la sangre llamada: mutación de la metilentetrahidrofolato
reductasa (MTHFR). Denominada una enfermedad huérfana1. Ya desde antes llevaba
un historial clínico bastante grande, cuando tenía 3 años, sufría de convulsiones en la
ausencia de su padre. La madre por problemas con el papá de la niña tuvo que
separarse de él, viéndose obligada a dejar a su hija con el mismo, por la salud de su
pequeña. Teniendo una vida apartada de su madre y su hermano.
En el 2016, un año después de conocer su enfermedad, conoció a un joven llamado
Camilo en una fiesta de cumpleaños. Con el tiempo empezaron a salir de manera
seguida generando una atracción entre ellos dos, sin embargo, esa relación iba a
cambiar de manera permanente su vida. La relación fue fortaleciéndose entre ellos, al
igual que su relación con la madre. En octubre de ese mismo año empezaron los retos
más difíciles, aunque ella realmente no se iba a enterar hasta después de tres meses. A
finales de diciembre, ella fue a un control médico para seguir unos exámenes de rutina.
-Señora, ¿Usted cree en los milagros? - Le preguntó la enfermera después de los
exámenes.
Ella quedó pensando en la pregunta. Confundida, la miró y no pronunció palabra
alguna. La enfermera siguió.
-! Usted está embarazada! - Dijo con tono alto y emoción, mirándola fijamente a los
ojos.
Se tomó dos minutos para entender la situación, analizó el rostro de la enfermera,
con gestos de orgullo y felicidad, esbozando una sonrisa algo inquietante, mientras que
sus párpados se fueron inundando lentamente, luego con lágrimas en los ojos cayó al
suelo sabiendo que su vida y la vida del futuro bebé estaban en peligro. La enfermera la
tomó entre sus brazos felicitándola y diciendo:
-! felicitaciones lleva 2 meses! - La inocencia la rodeaba, lo poco que sabía era que la
MTHFR no le permite tener hijos al paciente.
Una vez salió del hospital caminó unas cuadras pensando en las palabras que había
escuchado. Aterrada por la idea de morir susurraba “me tire la vida” pronunciando la

1 Según el Ministerio de Salud y Protección Social.


oración una y otra vez. Las lágrimas humedecieron su frágil rostro por todo el camino
hasta llegar al lugar donde vivía, entró con precaución, intentando no ser escuchada por
su papá, se encerró en su habitación, se recostó y lloró hasta quedar dormida entre las
sábanas mojadas esperando que todo fuera una pesadilla.
Cuando despertó sintió que su vida no tenida sentido alguno, toda su infancia
pasaba por su mente. Tomó el celular y marcó el número de la mamá.
-Hola hija, ¿cómo estás? - dijo la mamá a través del celular.
-Mamá, ¡me tire la vida! - pronunció torpemente, empezó a llorar y se acurrucó en la
cama.
-Entonces si estas embarazada- respondió la mamá con tranquilidad- tranquila hija
un hijo no es un error, es una bendición y una responsabilidad-
Con el pasar de los días se empezó a sentir más débil, no tenía la misma energía de
antes y poco a poco se sumergió en una depresión. Una semana después se le subió la
tensión, viéndose obligada a ir de urgencias, cuando llegó al lugar fue hospitalizada de
manera inmediata, debido a su historial clínico. Durante este tiempo los médicos la
querían convencer para que abortara, sus palabras: “Su caso es muy complicado, en
cualquier momento puede morir” “Lo mejor es que aborte” “Alguno de los va a morir”,
la peor de las palabras dichas fueron de una psicóloga, en los diagnósticos que realizó,
la llamó: inadaptada social, solo por no querer abortar el bebé; Sin embargo, los
consejos que le dio la mamá le ayudaban a ignorar todos esos comentarios, iba todos los
días a verla y hablar con ella. Con el pasar de los días se fue recuperando y empezó
tomar más fuerza, decidiendo vivir por el bebé.
Al salir del hospital, después de ocho días, empezó a vivir con Camilo, el papá del
niño. Pasaron tres meses cuando volvió a ser hospitalizada, esta vez por una discusión
con Camilo, al llegar a al hospital le tomaron signos, dando como resultado una tensión
muy alta, los latidos del corazón del bebé empezaron a disminuir. La vida del bebé
estuvo en peligro, después de unos días regularizaron el estado de los dos. Camilo no
apareció durante los once días que estuvo hospitalizada generando nuevamente una
depresión en ella. Su única compañía durante todo ese tiempo fue su mamá, que
siempre la apoyo y la motivó para continuar. Cuando salió del hospital decidió vivir con
la mamá el resto del embarazo. Unos días después de haber salido del hospital, se
enteró que Camilo la estaba engañando, esa noticia le ayudó a tomar la decisión de
terminar con él. Ya viviendo en la casa de la mamá, con el hermano, no volvió a entrar
en depresión.
El 29 de abril del 2017 a las 9;30 A.m. La mamá de ella falleció por dos ataques
respiratorios, en ese momento se encontraba en la casa de la abuela, la noticia dejó en
una gran depresión a toda la familia, al día siguiente tuvo que ir al hospital por la
presión alta. A los seis días de la muerte de la mamá, falleció la bisabuela, aunque fuera
esperada y deseada por el sufrimiento que estaba llevando, el dolor se intensifico más y
la depresión quiso volver dominarla, los días y las horas empezaron a pasar
desapercibidos para ella, durante un mes vivo con su hermano en la casa de la abuela.
El 27 de junio tuvo que ir de urgencias al hospital de San José a las once de la
noche, no sentía al bebé moverse y la tensión nuevamente se volvió a subir, la lograron
estabilizar por tres horas, sin embargo, volvió a tener una crisis hipertensiva, los
doctores tomaron una decisión rápida: realizar la operación el siguiente día. El único
problema que tenían, era aplazar todos los partos de ese día siendo un problema y una
solución casi imposible, después de un tiempo lograron organizar todo, con el fin de dar
la mayor prioridad al parto que ella tuvo.
Al momento de entrar al quirófano la esperaban quince doctores y aumentaban con
los minutos, era las 12:30 del mediodía, la anestesia no lograba hacer efecto. Cuando
empezó a cerrar los ojos pronunciación es su mente las palabras de su mamá “que la
sangre de Cristo nos cubra, nos proteja, nos lleve con bien. nos traiga con bien y nos
libre de todo mal, amén” sintiendo la presencia de su mamá a su lado quedó,
cumpliendo esa promesa de acompañarla en el momento del parto, quedando
profundamente dormida.
A las siete de la noche el doctor intentaba despertarla, ya que podía llegar a quedar
en coma. A los 20 minutos empezó tener movimientos involuntarios y logró recuperar
la conciencia, el doctor con euforia empezó a gritar de emoción, aunque ella seguía
dormida, el doctor sabía que estaba bien.
El bebé fue llevado a la incubadora para que creciera un poco más, nació a los 8
meses sin ningún problema de salud, duro un tiempo con oxígeno para terminar de
desarrollar sus pulmones.
Hoy en día Carol García cuenta la historia de su hijo Christopher y la gran lucha
que tuvo que pasar, demostrando que nada es imposible para una madre y que el amor
hacia un hijo siempre va a estar presente.

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