Nuestro país ha sufrido cambios radicales a lo largo de la historia, el hecho
de ser una nación con un fuerte apego a tradiciones y costumbres muchas veces frena el avance y la evolución hacia el mundo globalizado moderno, hacia las nuevas exigencias que impone la modernidad misma y que son necesarias para el libre desenvolvimiento de los ciudadanos mexicanos, educativa, cultural, religiosa, política y socialmente hablando. Uno de los más grandes ejemplos de este “retraso” lo vemos en el ámbito educativo, pues no hace mucho tiempo, la iglesia aun controlaba el sistema educativo y en todas las escuelas del país se instruía la palabra de Dios como materia y pobre de aquel que no la respetara pues era fuertemente castigado no solo en la escuela, sino también en casa ye n la sociedad. Podría pensarse que dicha conducta se basaba en el hecho de que la religión católica era obligatoria en todo el país, pero aun después de las leyes de reforma, cosas como esta seguían ocurriendo y entonces era la Santa Iglesia Católica quien decidía qué, cómo y a quiénes enseñar. Con el paso de los años y de a poco, la educación pudo llegar, aunque no en su totalidad, a cumplir con la promesa de ser laica y gratuita, pero ahora, quién, qué y cómo van a enseñar en las escuelas. En tiempos pretéritos los maestros eran tratados con grandilocuencia, considerados eminencias y respetados dentro de la sociedad, eran ellos quienes tenían el conocimiento y educarían a las generaciones futuras. Una sociedad llegaba a “amar” a un maestro haciéndolo mantener su puesto por años y años aunque este se encuentre desactualizado de saberes y falto de conocimientos del nuevo mundo. La profesión de la enseñanza se vio pervertida cuando algunos profesores ostentaban de uno, dos o incluso tres puestos en distintas escuelas, todo su día era un salón de clases, cansado o agotado quizá se presentaba cada hora, no por amor a la enseñanza, sino por cobrar un poco más, cosa que restaba la calidad que el estudiante recibía. Ya hablamos del profesor, ahora dirijámonos a su clase, más concretamente, al contenido de la misma; planes de trabajo establecidos y renovados año con año que se tienen que cubrir a lo largo del ciclo escolar, con temas muy cortos sí, pero con algunos otros muy extensos y por tiempos, se cae en la necesidad de abordar estos últimos “por encimita” o en la generalidad, sin que sean completamente comprendidos por el alumno. La comprensión también es un punto importante, pues el antiguo sistema educativo obligaba a la memorización y retención, saberlo era crucial pero entenderlo pasaba a segundo plano; entonces el conocimiento teórico era muy difícil de llevar a la práctica pues se tiene pero no se comprende y si no se comprende se vuelve bastante complicado llegar a aplicarlo. La nueva reforma educativa aborda entre otros estos tres problemas, creando el INEE (Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación) llevando a los profesores a una evaluación continua de conocimientos y capacidades para seguir brindando una educación de calidad. Busca modificar también lo contenido en los temarios para actualizarlos al mundo moderno y generar una nueva estrategia teórico-práctica para la comprensión y aplicación de los conocimientos. Sin embargo los tiempos siguen siendo muy reducidos o los temarios muy cargados para cubrirlos a profundidad en un ciclo escolar.