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arlef-cle3. Aye RAY LR AY LALA TRANSMISION DEL PSICOANALISIS Comité de redaccién: Corresponsales en México: Corresponsales en América Latina: en Francia: Correspondencia: Disefio grafico: Rodolfo Marcos Antonio Montes de Oca Marcelo Pasternac Alberto Sladogna Ceiman Miguel Felipe Sosa (director) Arturo Bravo (Mérida) Manuel Hernandez (Saltillo) Maria Inés Pérez (Monterrey) ‘Antonio Saizar (Guadalajara) Raquel Capurro (Montevideo; Uruguay) Mirta Gonzalez (Buenos Aires, Argentina) Pedro Palombo (Cérdoba, Argentina) Anthony Sampson (Cali, Colombia) Sophie Aouillée (Paris) George-Henri Melenotte (Estrasburgo) ‘Anne-Marie Vindras (fours) Artefacto Apartado postal 22-940 México, D.F. MEXICO. Unidad Disefio S.C. artefacto, una revista de Ia escuela lacaniana de psicoandlisis Cerlificado de licitud de contenidos: 3826 Certificado de licitud de titulo: 4126 ISSN 0188-4026 Esta es una publicacién semestral editada por la escuela lacaniana de psicoandlisis, a.c. noviembre 1992, nuimero 3 INDICE revista de la escuela / | lacaniana de psicoandlisis Ei real, el simbélico, el imaginario El nuevo Martin Guerre, los heterénimos de Pessoa y los nombres del analista Miguel Felipe Sosa Transmisién del psicoanalisis: ;qué relacién con el saber? Maria Celia Jauregui Lorda La traduccién: una consistencia en el ternario del pasaje de lenguas Marcelo Pasternac Ensefianzas de un golpe Alberto Sladogna Ceiman El ejercicio de la cosa freudiana Mayette Viltard ARTEFACTOS CLINICOS Presentacién MP. La familia del presidente Schreber Janine Germond Escribir sobre el delirio, escribir el delirio Erik Porge LENGUAS Presentacién AM. de O, “Habla ajena ser4 mi envoltura’”’ Tatiana Bubnova La fantasia no es un fantasma Anthony Sampson LECTURAS DE ARTEFACTOS Presentacién AS.C. Una manera de hablar: el psitacismo Bernard Casanova The last Tiffany Paul Roazen 27 41 val 91 113 115 141 179 181 189 203 205 209 EL REAL EL SIMBOLICO EL IMAGINARIO sumimos la responsabilidad de nombrar en caste- Hano los componentes del ternario lacaniano R S I: EL REAL, EL SIMBOLICO, EL IMAGINARIO. Esta designacién atraviesa las tendencias actuales de los psicoanalistas hablantes del castellano (ha- bituados a la neutralidad de ‘‘lo real, lo simbdlico, lo imagina- rio’’), y los criterios de la gramatica o de la traduccién que po- drian hacerle objecién. Este nombramiento es independiente de ellos y se sittia en otro plano: el de la afirmacién que en artefacto enunciamos los fundamentos del psicoanilisis lacaniano —R S I— tomando en cuenta la ensefianza de los seminarios de Lacan en los que la equivalencia, la consistencia y el agujero del nudo borromeo escriben el ternario. Asi, nos insertamos en el psicoandlisis lacaniano confiando que esta afirmacién —una hipdtesis de trabajo fundamental— nos permitira contribuir a la construccién de la doctrina lacaniana del artefacto en lengua castellana. Este nombramiento —el real, el simbdlico, el imaginario— tiene y tendra consecuencias sobre los escritos que aparezcan en esta revista. Ese es el compromiso del Comité de redaccién de artefacto. EL NUEVO MARTIN GUERRE LOS HETE- RONIMOS DE PESSOA Y LOS NOMBRES DEL ANALISTA Miguel Felipe Sosa Dios no tiene unidad, ecdmo voy a tenerla yo? Pessoa Suponer el Nombre del Padre, ciertamente eso es Dios. En eso, el psicoandlisis, de salir bien, prueba que, ademas, podemos arreglarnoslas sin el Nombre del Padre, Ademas, podemos arreglarnoslas sin él con la condicién de servirnos de él. Lacan" in mayor preémbulo, he aqui la cuestién: una vez reco- nocida la ‘‘caducidad constituyente para el psicoanalis- ta?” —condicién que debe cumplirse para posibilitar que el andlisis, por mucho que se prolongue, no sea in- 1 Jacques Lacan, Le sinthome, seminario no escrito, sesién del 13 de abril de 1976. 2 Jacques Lacan, ‘Proposition du 9 octobre 1967", Analytica 8, Lyse, Paris, 1978, p. 9. ‘También en “Proposicién del 17 de noviembre de 1985 sobre el psicoanalista de la escuela’’, Artefacto 1, Escuela lacaniana de psicoanilisis A.C., México, 1990, p. 9. artefacto 3 interminable— ,cémo afecta la operacién de la transferencia al nombre propio} del analista? En otras palabras, ,qué clase de nombre propio concordara con la caducidad del analista? Porque, aunque hayamos ‘‘abando- nado suficientemente la estrafalaria idea de ‘cada uno con su es- tilo’, asi como la preocupacién, no menos ridicula de hablar en su nombre propio, jqué analista no ha notado el alcance inhibi- torio de estas pretensiones?’’*, no obstante, también escribimos y publicamos firmando con un nombre y un apellido. Freud —por ejemplo, en 19265— se comprometié publicamente en el debate sobre el tema del analista, tomando partido a favor del ejercicio del psicoandlisis por profesionales ajenos a la medi- cina. Sin embargo, la espesa nube de humo conformada por las reglamentaciones de la formacién de los analistas —disefiadas por Eitingon para salvaguardar la ortodoxia en la I.P.A.6— en nada facilitaron la formulacién y el estudio de los problemas de la experiencia analitica en los que el analista se encuentra espe- cialmente involucrado. Lacan, por el contrario, nunca eludié el estudio de los aspectos mas espinosos de la experiencia -psicoanalitica, tales como la funcién del analista —su responsabilidad— en la configuracién de la transferencia y, también, su papel en la consiguiente aparicién de nuevos analistas. Aunque durante los casi treinta afios de seminario Lacan siem- pre le dedicé especial atencién a las cuestiones que conciernen al analista, en.la Proposition du 9 octobre 1967 sur le psychana- lyste de I’Ecole’, a propésito de la peculiaridad del pasaje del analizante a la posicién de analista que ha logrado involucrarse en la incidencia publica del psicoandlisis, articulé una escritura formal de la transferencia, cuya lectura postergaremos breve- mente, para presentar sus términos. -3 Para una definicién lacaniana del nombre propio, ver Jean Allouch, Lettre pour lettre, Erés, Toulouse, 1984, pp. 219-227. 4En “Escuela lacaniana de psicoanilisis””, Artefacto 1, op, cit, p. 4. 5 Sigmund Freud, zPueden los legos ejercer el andlisis?, O.C., t. XX, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1979, pp. 165-244. 6 Ver al respecto Miguel Felipe Sosa, “El control: una dificultad de nominacién’”, en Pun- tuacién y estilo en psicoandlisis, Sitesa, México, 1990, pp. 57-69. 7 Jacques Lacan, ‘Proposition du 9 octobre 1967 sur le psychanalyste de I’Ecole’’, Scilicet 1, Seuil, Paris, 1968, p. 19. El nuevo Martin Guerre,... Para desplegar la cuestion inicial del nombre del analista, hare- mos una excursién a través de la insdlita experiencia del fracaso de una nominacién ocurrida en el siglo XVI, en Francia. Empezaremos asi, puesto que fuera de la Viena de Freud (cuya desaparicién comenz6 en 1910 a causa de la constitucién de la I.P.A.) y del Paris de los seminarios de Lacan (entre 1950 y 1980, aproximadamente) la presencia del psicoanalista —sus nombres propios, alguna peculiaridad de su manera de operar— en los am- bitos piiblicos 0 culturales de la sociedad es excepcional. Pero antes quiero sefialar que Lacan consideraba la posicion del analista ‘‘ligada a la suerte de todo aquél que se llame psicoana- lista, ya que el psicoanalisis no esta en otra parte’’’. Y aunque después de Lacan, en la école lacanienne de psycha- nalyse intentamos escribir la doctrina del psicoandlisis lacaniano para situarlo también en un texto, los nombres propios —Freud, Klein, Fromm, Lacan y cualquier otro que opere como mojén del psicoanalisis— no se hacen por eso menos necesarios debido a que el psicoandlisis no es una ciencia. Los analistas no hemos constituido una ciencia no solamente porque no hay ciencia de la subjetividad, de la singularidad, sino también porque la ubicacién del psicoanlisis iniciada por Lacan —ubicacién que nos ha permitido (a sus discipulos) comenzar a orientarnos respecto a las semejanzas y a las diferencias entre el psicoanilisis, la religion, la magia, el delirio, la ciencia— toda- via no ha concluido. De alli proviene la importancia —capital— de elucidar la natura- leza del nombre propio del psicoanalista a propésito de la trans- misién del psicoandlisis. EXPERTO EN OTROS En 15279, sin motivos conocidos, el vasco francés Sanxi Da- guerre y su familia —su mujer, su hijo Martin de dos afios de edad y su hermano Pierre— abandonaron la prospera tierra pa- 8 Jacques Lacan, Les problémes cruciaux pour la psychanalyse, seminario no escrito, sesién del 16 de junio de 1965. 9 He tomado los datos histéricos sobre Martin Guerre, incluyendo la designacién nuevo Martin, en Natalie Z. Davis, El regreso de Martin Guerre, Antoni Bosch, Barcelona, 1984. Comenté este caso legendario en un seminario del afio 1986. artefacto 3 terna de Hendaya para instalarse en Artigat, un pequefio pueblo del Languedoc. Alli, los Daguerre quitaron de su apellido la silaba Da transfor- mandolo en Guerre, quizds con la finalidad de arraigarse mejor a su nueva comunidad, disminuyendo la fuerza de un rasgo vasco. Y tanto se arraigaron los Guerre en Artigat que a los trece 0 ca- torce afios Martin contrajo matrimonio con la hermosa Bertran- de de Rols, de la misma edad que él, hija de una familia acomo- dada del lugar. Pero en la noche de bodas —y durante los ocho afios siguien- tes—, desconcertando a los participantes en las nupcias, Martin se mantuvo obstinadamente impotente, a pesar de la belleza cre- ciente de la esposa y de los esfuerzos del cura y de la bruja para romper lo que todos consideraban un hechizo. Sea como fuere, finalmente el matrimonio se consumd, y Ber- trande trajo al mundo un nifio que fue llamado Sanxi, como su abuelo paterno. Sin embargo, en 1548, pocos meses después del nacimiento de su hijo, aparentemente a causa de un altercado que tuvo con su pa- dre, Martin, de 23 afios, totalmente solo, se alejd de Artigat abandonando a toda su familia, a todo su patrimonio, y no se supo mas de él durante mucho tiempo. Un dia del verano de 1556, Arnaud du Tilh, también conocido como Pansette a causa de sus inmoderados apetitos —por las mujeres, las fiestas, los disfraces— inesperadamente y muy cam- pante se present6 ante Bertrande y los otros como si fuera el ma- rido desaparecido afios atras. Y, a pesar de la sorpresa y de la incredulidad que los embargé al principio, fue plenamente reci- bido como tal por la esposa y el resto de la familia. Este acontecimiento extraordinario se origind en Mane, lejos de Artigat, cuando en un encuentro azaroso el desfachatado Pan- sette fue tomado por el sombrio Martin Guerre —fue saludado con ese nombre— por Maese Dominique Pujol y el posadero Pierre de Guilhet, dos antiguos amigos de Martin. Asi, de esta manera tan imprevista, a causa de un gesto de corte- sia, se construy6 un personaje totalmente increado hasta ese mo- mento, alguien que podriamos considerar como un verdadero artefacto: el nuevo Martin Guerre. El nuevo Martin Guerre,... Artefacto, porque el nombre de Martin Guerre se superpuso for- tuitamente al cuerpo de ese viajero desconocido, como un rasgo totalmente ajeno a él, heterogéneo, e independiente de cualquier clase de semejanza que imaginemds. A simple vista, Pansette era mas bajo, mds robusto, mas blanco, mas jovial, mas ambicio- so, mas lujurioso, mas disponible, de pies mas pequefios, que Martin. Artefacto, ademas, porque la historia de esta aventura nos su- giere que en el momento de ese encuentro, Pansette no sabia ab- solutamente nada de la vida de ninguno de los Guerre. Por lo tanto, la inauguracién de la vida y la identidad del nuevo Martin Guerre, y también su consistencia, dependieron tnica- mente de una suposicién, y en este sentido, al aceptar esa suposi- cién se puso en juego algo semejante a la aceptacién de lo que los psicoanalistas denominamos transferencia. Pero como él no era ni psicoanalista ni psicdtico, antes de ocu- par su nuevo puesto, quizas presuponiendo que el saber le garan- tizarfa el éxito de su nueva empresa, durante varios meses se de- dicé a estudiar minuciosamente todos los detalles conocidos de la vida de los Guerre y sus allegados. Asimismo, antes de instalarse definitivamente en Artigat, el nue- vo Martin se detuvo durante algunas semanas en una posada, so- lamente acompafiado por Bertrande, para recuperarse de una enfermedad y acostumbrarse a su nueva situacién. Sin embargo, como veremos enseguida, esta preparacién —por exhaustiva y sistematica que haya sido— no le ensefié qué hacer con ese saber ni cémo salvar su pellejo para conservar su consis- tencia cuando la suposicién que lo habia creado cesara, caducara. Las cuatro hermanas, el tio Pierre, la esposa y todos los amigos y conocidos, aceptaron al nuevo Martin porque él sabia algo de cada uno de ellos, de Artigat y también sabia de Martin Guerre, de la boda, de la impotencia y su curacion, de la partida. Por su parte, la esposa, que debe haber notado la diferencia res- pecto al joven que se fue, también lo reconocié de hecho (de /he- cho) como su verdadero marido, independientemente de la lega- lidad juridica del matrimonio o del nombre propio. Pero el nuevo Martin Guerre nunca estuvo advertido de que to- do ese saber, lo mismo que la posicién de marido —que le otor- artefacto 3 gaba plenamente su nueva identidad— sdlo se sostenian de la su- posicién, totalmente contingente, de los dos amigos (luego com- partida por todo el pueblo) que lo habian saludado tomandolo por Martin Guerre. Asi, durante tres afios, Arnaud du Tilh fue no tanto alguien, su apodo Pansette demuestra de manera elocuente que ya lo era, si- no verdaderamente otro, tan distinto del que habia sido, como también del mismo Martin Guerre. En ese lapso, se dedicé a su nueva mujer y a su nueva familia movido por un entusiasmo extraordinario. Tuvo una hija, Bernarde; trabajé como nunca lo habia hecho; desarrollé con mucho éxito las propiedades de los Guerre, y ocu- po sin reticencia la posicién que se habia ganado en su nueva co- munidad. Pero entre finales de 1558 y principios de 1559, ignorando por entero las tradiciones ancestrales de los vascos que le hubieran impedido llevar a cabo semejante iniciativa —también ignoraba la lengua—, el nuevo Martin promovi6 ante el juez de Rieux un proceso civil contra su tio, para obligarlo a rendirle cuentas de los bienes que habia administrado para él después de la muerte del viejo Sanxi, durante la ausencia de Martin. Esto fue mas que suficiente para que Pierre Guerre se diera cuenta —y sin demora hiciera publico— que lisa y llanamente el nuevo Martin no era vasco, era un extrafio. Ademas, a finales del verano de 1559 pasé por Artigat un solda- do quien frente a testigos declaré que Martin Guerre habia per- dido una pierna dos afios antes, en el sitio de San Quintin, por lo cual tenia una pierna de madera. En ese tiempo, un sefior del lugar acusé al nuevo Martin del in- cendio de una granja y lo hizo encarcelar en Toulouse. En la de- nuncia, el sefior declaré que el prisionero ‘‘habia usurpado el le- cho conyugal de otro hombre’’!°. Pero, aunque la Senescalia de Toulouse renuncié a la acusacién de incendio voluntario, y el prisionero qued6 en libertad, la su- posicién que habia creado y sostenido la identidad, el nombre del nuevo Martin Guerre, habia comenzado a extinguirse. 10 Natalie Z. Davis, op. cit., p. 54. El nuevo Martin Guerre,... En enero de 1560, fingiendo que actuaban en nombre de Ber- trande, Pierre Guerre y sus yernos, lo detuvieron y lo enviaron a la prisién de Rieux. Y poco después, Bertrande, si bien conti- nuaba tratandolo amorosamente, también ‘‘presenté una de- nuncia ante el juez de Rieux contra el hombre que habia ocupa- do el lugar de Martin Guerre, su verdadero marido’’!'. Durante este juicio, sin la asistencia de un abogado, el prisionero traté de probar su identidad de Martin Guerre, utilizando el mis- mo recurso que le habia valido su reconocimiento por los veci- nos de Artigat: su saber. Otra vez, como un experto, describié con lujo de detalles todos los pormenores del dia de la boda, de la impotencia, de la consu- maci6én del matrimonio, de la partida. Y se defendié alegando que ‘‘Pierre Guerre le odiaba porque le habia Ilevado ante la ley a causa de sus propiedades’’!?. En consecuencia, ‘‘tenian que dejarlo en libertad y condenar a Pierre Guerre por difamacién con la misma severidad con la que le hubieran castigado a él por fraude’’!}3, Ciento cincuenta personas acudieron a Rieux a testificar. ‘‘To- dos los testigos de Artigat, o casi todos, estaban de acuerdo en un solo punto: cuando el prisionero aparecié ante ellos, saludé a cada uno por su nombre, y se acordaba perfectamente de todo lo que habian hecho juntos algunos afios antes’’!4. Siendo asi, el acusado mostraba ininterrumpidamente (como en un acting out que no encuentra su destinatario) que, indudable- mente, tenia muy buena memoria, y sabia lo que decia, pero todo su saber no logré demostrar cual era su identidad, su nombre. Aproximadamente cuarenta y cinco personas afirmaron que el prisionero era Arnaud du Tilh, alias Pansette, puesto que habian comido y bebido con él desde la infancia. Entre treinta y cuarenta personas afirmaron que era Martin Guerre, que lo conocian desde la cuna. Pero alrededor de sesenta testigos se abstuvieron de pronunciar- se sobre la identidad del acusado. : 11 Ibidem, p. 58. 12 Ibidem, p. 66. 13 Ibidem, p. 66. 14 Ibidem, p. 62. artefacto 3 Finalmente, el juez de Rieux lo declaré ‘‘culpable de usurpacién del nombre y de la personalidad de Martin Guerre y de abusar de Bertrande de Rols’’!5. Sin embargo, el juez, reconociendo —voluntaria o involuntaria- mente— que Pansette ya no era el mismo después de la expe- riencia en Artigat, lo enaltecid condenandolo a ser decapitado y descuartizado. Verdadero privilegio, porque ‘‘la decapitacion se reservaba para los nobles’’!®, Sea como fuere, inmediatamente, el condenado apeld el veredic- to al Parlamento de Toulouse, proclamando su inocencia, y el 30 de abril de 1560 comenzé el juicio definitivo. El prisionero otra vez hizo gala del saber acumulado en su me- moria excepcional, relatando minuciosamente la vida de Martin Guerre. Por el contrario, Bertrande traté de convencer a los jueces de que nunca habia sido cémplice del prisionero. Pero la mayoria de los jueces —mas refinados y estudiosos que el de Rieux— se inclinaban a considerar al prisionero inocente, quizas victima de alguna impostura de la esposa y el tio. Jean de Coras, ponente encargado de hacer una recomendacién al tribunal, estaba persuadido (con razon, desde mi punto de vis- ta) de que ‘‘el demandado era quien pretendia ser y que habia que revocar la sentencia del juez de Rieux’’!7. De esta manera, la Sala de lo criminal del Parlamento de Tou- louse constataba la verdadera y radical transformacién que ha- bia sufrido Pansette al convertirse en el nuevo Martin Guerre. Pero el nuevo Martin Guerre iba a resultar tan perecedero como antes lo habian sido Pansette y Arnaud du Tilh. Entonces, se produjo el desenlace, en el sentido literal (y lacania- no) del término. Sucedié que inesperada e inexplicablemente —tal como ocurre con las irrupciones del real-, Martin Guerre, apoydndose en su pierna de madera, a la manera de una alucinacién, aparecié en el Parlamento de Toulouse. 15 Ibidem, p. 67. 16 Ibidem, p. 67. 17 Ibidem, p. 75. El nuevo Martin Guerre,... En consecuencia, Arnaud du Tilh, alias Pansette, ya despojado de su caracter de nuevo Martin Guerre, sabiendo sobre el pa- sado de su cardcter de nuevo Martin Guerre, sabiendo sobre el pasado de Martin Guerre mucho mas que el mismo recién llegado —hasta el final del juicio, sin haber logrado detener su verborrea ni olvidar un solo detalle, continud recitando con elocuencia todo lo que habia aprendido—, fue declarado culpable de ‘‘impostura y falsa suposicion de nombre y de persona, y de adulterio’’'8, y condenado, esta vez sin privilegio alguno, a “‘hacer una retracta- cién publica y a morir en la horca en Artigat’’!9 Pero pese a todo, quizds como un signo de que cierta legitimidad no habia estado ausente de este.suceso, Bernarde fue declarada hija legitima porque Bertrande ‘‘afirm6 estar convencida de te- ner relaciones con Martin Guerre cuando concibié a la nifia’?0 El diez y seis de septiembre de 1560, en Artigat, frente a la casa de Martin Guerre, como un vulgar plebeyo cutpable, el condena- do fue ejecutado. Asi, por no haber podido desprenderse de la suposicién que lo cred y lo mantuvo vigente durante ese tiempo, al final sdlo la cuerda de la horca sostuvo su cuerpo inerte. Debido a que en esta historia habia algo ‘‘sorprendente y preo- cupante que tenia que ser explicado’’?! (las consecuencias im- previstas de una suposicién de persona y de saber), después del juicio, para extraer de él alguna ensefianza y transmitir su expe- riencia, Jean de Coras escribié el Arrest Memorable du Parla- ment de Tolose, Contenant une histoire prodigieuse, de nostre temps, avec cent belles et doctes Annotations, de monsieur mais- tre Jean de Coras, Conseiller en ladite Cour, et rapporteur du proces, pronnoncé es Arrestz Generaulx le XII Septembre MDLX, publicado por Antoine Vincent en Lyon, en 1561. LOS ELEMENTOS DE LA TRANSFERENCIA He aqui la escritura formal, lacaniana, de la transferencia, cita- da mas arriba, organizada por el sujeto supuesto saber: 18 Ibidem, p. 82. 19 Tbidem, p. 83. 20 Ibidem, p. 84 21 Ibidem, p. 89. artefacto 3 Ss ——+ si s(S', 5 9") S vale por el significante de la transferencia —significante no subjetivado—, con el cual un sujeto se dirige al sujeto supuesto saber; por ejemplo, Martin Guerre para los que tomaron a Pan- sette como Martin Guerre; Aimée” para Lacan dirigiéndose a Marguerite Anzieu, o el significante con el cual cada analizante se dirige a su psicoanalista. s vale por el sujeto supuesto, latente, aun no advenido como tal ya que el significante S capturado en la transferencia no lo repre- senta respecto a otro significante, aunque podria hacerlo ante cualquier significante S4, si S se desprendiera de la transferencia. Este sujeto s carga con un saber S!, S’, S", entre paréntesis, no subjetivado, no sabido ni enunciado por nadie, inconsciente; por lo tanto, carente de significacién preestablecida que, sin em- bargo, se articulara paso a paso (1, 2, m pasos) como saber del analizante —no del analista— en los movimientos de cada anali- sis. Pero las peculiaridades de los movimientos que conducen al fin del andlisis son radicalmente impredecibles. Por eso, la for- mula solo escribe los elementos de la transferencia tal como se organizan en el transcurso de cualquier cura, y no indica absolu- tamente nada de la manera en que cada analizante podria encon- trarse con el fin de su analisis. En cuanto al psicoanalista —sujeto, sin duda alguna— no opera como sujeto en la transferencia, porque ésta “‘constituye por si so- la, objecion para la intersubjetividad; la rechaza, es su escollo’’?3, Esto significa, por ejemplo, que entre analista y analizante esta excluida cualquier clase de estrategia porque en el analisis no se encuentran dos sujetos que se relacionen entre ellos. El tinico sujeto en juego en un analisis es el s, sujeto en estado latente, que lograra articularse en un sujeto escindido $, con la condicién de que el analista sostenga el sujeto supuesto saber or- ganizador de la transferencia, dejando su propio saber, sus sig- nificantes de psicoanalista, en reserva, durante todo el tiempo que cada anilisis le imponga. 22 Ver Jean Allouch, Marguerite ou I’Aimée de Lacan, E.P.E.L., Paris, 1990, p. 451. 23 En “*Proposicion del 17 de noviembre de 1985 sobre el psicoanalista de la escuela’, Arte- facto 1, op. cit., p. 9. Aqui se recogen las afiriaaciones al respecto hechas por Lacan en las, dos versiones de su Proposition en Analytica 8, p. 8 y en Scilicet 1, p. 18. 16 El nuevo Martin Guerre,... Pero, evidentemente, esto no es una coartada para que el analis- ta no sepa ni diga nada sobre lo que hace. Si asi fuera, no publicariamos articulos —como en Artefacto— ni libros. Sin embargo, si un psicoanalista se presentara al publico (ocurre mas de una vez) en calidad de experto en otros —como si fuera predicador, benefactor, médico, psicdlogo o, incluso,m experto en sicoandlisis lacaniano— dando consejos a la poblacién acerca de cémo educar a los hijos 0 cémo resolver tal o cual problema, o cuando se apropia del saber de un analizante —para reiterarlo en semiprivado o en publico—, inevitablemente se parecera mu- cho al nuevo Martin Guerre —jpobre!— cuya palabra finalmen- te sdlo revelé que no consiguié arreglarselas consu transitorie- dad fundamental. Siendo asi, ,cudl sera la naturaleza del nombre propio con el cual este sujeto, el psicoanalista —afectado por cierta desperso- nalizacion, por cierta ficcién; incluso, por cierta impostura, a causa de Ja funcién que cumple en el mantenimiento de la trans- ferencia— se presenta en publico? UN SER SIN ESTRATEGIAS* Octavio Paz, refieriéndose a Fernando Pessoa como un “‘ca- so’’5, entre comillas, afirma que ‘‘hay que resignarse a emplear esta antipatica palabra’’. Sin embargo, no hay manera mas per- tinente de indicar que nos encontramos ante alguien a quien hay que hacer caso. Porque si esta palabra no proviene de Paz —por las comillas y la antipatia que le causa— seguramente proviene de algtin problema del propio Pessoa, quien nos conyoca a con- siderarlo seriamente, a colaborar en su resolucién. En consecuencia, deberemos decir de qué Pessoa constituirfa un caso (etimolégicamente: suceso, caida). Sabemos”¢ que Fernando Antonio Nogueira Pess6a nace en Lis- boa, Portugal, el 13 de junio de 1888. 24 Versi6n escrita de un fragmento de mi intervencién en el coloquio de la Escuela lacaniana de psicoanalisis A.C., La locura, el 8 de abril de 1990. 25 En “El desconocido de si mismo'’, Cuadrivio, Joaquin Mortiz, México, 1969, p. 133. 26 He tomado la mayoria de los datos biograficos en Joao Gaspar Simoes, Vida y obra de Fernando Pessoa, F.C.E., México, 1987. artefacto 3 Poco después de cumplir los cinco afios muere su padre, Joaquin de Seabra Pessoa y, seis meses después, su hermano menor. Entonces, sdlo su madre, Maria Madalena Pinheiro Nogueira, y su abuela paterna, dofia Dionisia Estrela de Seabra Pessoa —una psicética que sufria crisis de gran violencia— lo acompa- fian, hasta que un afio mas tarde aparece su futuro padrastro, el comandante Joao Miguel Rosa. Este es nombrado consul interino en Durban, colonia inglesa en Africa del Sur, donde Pessoa —antes de cumplir ocho afios— y su madre, casada otra vez, se instalan en 1896. Seguin el bidgrafo citado, Pessoa habria creado un antecesor de los heterénimos, un amigo irreal nombrado Chevalier de Pas, como consecuencia del impacto que le habria provocado el en- cuentro de la madre y el comandante Rosa. Simoes también afir- ma que la madre le ensefié los primeros rudimentos de la lengua del Chevalier, la francesa. Sea como fuere, es notable que ya en Durban encontramos sig- nos de que Pessoa comienza a multiplicarse: mantiene corres- pondencia escribiéndose cartas a si mismo (quizas en francés e inglés) firmadas por el Chevalier de Pas y por el también irreal Alexander Search. Esto nos sugiere que él mismo, como si fuera radicalmente otro, se dirigia por correo las palabras que no habia recibido de nadie y esperaba de otro; palabras que lo habrian situado en un nombre, una lengua y un lugar. En 1900 obtiene en su escuela inglesa el premio de francés y en 1904 la University of the Cape of Good Hope —donde la gran mayoria de los estudiantes eran britanicos de nacimiento, por eso hablaban y escribian en inglés— le otorga el Queen Victoria Memorial Prize por haber escrito el mejor ensayo de inglés en el examen de matriculacion. Seguin Simées, Pessoa ‘‘asimilé de modo tan profundo el nuevo idioma que no solamente lo hablaba como si fuera un colono in- glés de origen londinense —lo hablaba con cuidados académicos, afirma un condiscipulo—, sino que también lo asimilaba a su pro- pia vida mental, pensando, hablando y escribiendo como si, en verdad, nunca hubiera pensado hablado y escrito en otra len- gua’, En efecto, durante ajios, escribe prosa y poesia en inglés. 27 Ibidem, p.56. El nuevo Martin Guerre En 1905 regresa definitivamente a Lisboa. Vive un aio con su abuela Dionisia y dos tias; otro afio con su padrastro y los suyos, durante unas vacaciones de éstos; y en 1907 se queda solo. Ese mismo aio, el 25 de julio, escribe en su diario: ‘Me parece que pierdo, en momentos, el sentido de la verdadera relacion de las cosas, que pierdo la comprensién, me parece que caigo en un abismo de suspension mental. Es una pavorosa sensacion ésta de sentirse uno envuelto en un miedo desordenado. Estos sentimientos se van volvien- do frecuentes, parecen abrirme el camino para una nueva vida mental. que terminara en la locura’'?8, Sin embargo, a la locura de tenerle miedo a la locura nunca se le afiaden las temidas crisis psicoticas, semejantes a las que pade- cia su abuela. En todo caso, algtin tiempo después, aparecera un patriotismo literario, con una finalidad claramente enunciada: “No pienso crear arte que no haya pensado crear para poner en alto el nombre portugués a través del que yo me pueda realizar’9. Evidentemente, Pessoa no disponia de su nombre propio. Por eso buscaba otro —en esta ocasién, el portugués— para hacerse real y efectivo como poeta y escritor. Hasta 1914 solamente publica ensayos de critica literaria aunque también escribiera poesia. En febrero de ese aiio la revista Rena: cenga —nimero unico— publica por primera vez dos poemas fit mados por Fernando Pessoa. Y el 8 de marzo, dias después de presentarse en publico como poeta, nace Alberto Caeiro, el pri- mer heteronimo propiamente dicho, escribiendo su primer verso. Aparentemente, la aparicién organizada de los heterénimos estu- vo desencadenada por la publicacién inaugural en Renascenca. Pessoa —escribiendo sobre si mismo en tercera persona— distin- gue muy bien obras ortdnimas, escritas con nombre recto; heteré- nimas, con otro nombre; pseudénimas, con un nombre falso; au- tonimas, con el propio nombre: “Lo que Fernando Pessoa escribe Pertenece a dos categorias de obras, que podemos llamar ortonimas y heterénimas. No se puede decir que son auténimas y pseudénimas, por- que realmente no lo son. La obra pseudonima es del autor en persona, 28 Citado en Ibidem, p. 82. 29 Citado en Ibidem, p. 113. artefact 3 salvo en el nombre que firma; la heterénima es del autor fuera de su per- sona, es de una individualidad completa fabricada por él, como lo serian las palabras de cualquier personaje de uno de sus dramas’. Por supuesto, Pessoa fue mas fabricado por sus heteronimos de lo que él mismo los fabricara; por eso nos ocupamos de ellos. Porque a causa de la modalidad de su génesis (dependen de un acto, no de una genealogia ni de una familia); a causa de su defi- nicién (no son nombres falsos como pseudénimos —heferos no es igual a pseudos); a causa de su funcidn (insertan al poeta en el ptiblico de la poesia) los heterénimos de Pessoa nos permiten comenzar a estudiar la peculiaridad del nombre propio del psico- analista, ya que el nombre y apellido con el que el psicoanalista se presenta en ptblico, en efecto, solamente podrian pertenecer a la categoria de los heterénimos pessoanos*!. Asi pues: ‘‘Las obras heteronimas de Fernando Pessoa estan hechas, hasta ahora, por tres nombres de personas: Alberto Caeiro, Ricardo Reis, Alvaro de Campos. Estas individualidades deben ser considera- das como distintas de su autor”. Siendo asi, cada heterdnimo repercutira de maneras diversas en **su autor’ y en los otros heterénimos. Por ejemplo, Alvaro de Campos “produjo diversas composiciones, en general de indole es- candalosa e irritante, sobre todo para Fernando Pessoa que, a pesar de todo, no tiene mas remedio que escribirlas y publicarlas, por mas que discuerde de elias”. Pero ademas, los heteronimos le acarrean al mismo Pessoa cier- ta incertidumbre sobre su realidad: (Si estas tres individualidades son mas 0 menos reales que el propio Fernando Pessoa, es un proble- ma metafisico que éste, ausente del secreto de los Dioses e ignorando por tanto qué es la realidad, nunca podra resolver)'"*4. . Fernando Pessoa”’, Sobre literatura y arte, 30 Fernando Pessoa, ‘Tabla bibliogra ‘Alianza tres, Madrid, 1987, p. 13. f 4) Hay una confirmacién de la pertinencia de esta afirmacién en el uso de *heteronimo"” aparecido en el catalogo de publicaciones de la e.l.p. A proposito de La “solution” du pas- ste 'acte (Le double crime des soeurs Papin) de Francis Dupré: “El heterOnimo "Francis Dupré’, forjado a partir del nombre de Francis Ponge —teniendo en cuenta due este autor construyé un paradigma’al escribir La fabrique du pré—, esconde tres nombres, Jean Allouch, Erik Porge y Mayette Viltard”’. 32 Fernando Pessoa, “Tabla bibliografica, Fernando Pessoa”, Sobre Literatura y arte, op. cit, p13. 33 Ibidem, p. 14. 34 Ibidem, p. 14. 20 El nuevo Martin Guerre,... En consecuencia, a causa de la presencia publica de la actividad literaria de Alberto Caeiro, Ricardo Reis y Alvaro de Campos el nombre Fernando Pessoa —transmitido por la via genealdgi- ca— se ubica en la serie de los heterénimos. El mismo cuenta detalladamente la génesis de sus heterénimos a una carta iechada, en Lisboa, el 13 de enero de 1935 —el afio le su muerte**—, y dirigida originariamente al poet iti _ y ta Adolfo Casais Monteiro. E LEI, a le responde —en orden— a “‘sus tres preguntas: 1) plan futuro le publicacion de mis obras, 2) génesis de mis heterénimos y 3) ocul- tismo . Asi pues, es claro que para relatar la génesis de sus hete- nue Sane tiene que referirse —necesariamente— a la pu- icaci6n de sus obras y al ocultismo; las tre: i t 4 D S § Cuestion indisolublemente juntas. Hanae Casais Monteiro, a su vez, remite esta carta a los lectores de la re- vista Presenca, publicandola en el numero 49, de junio de 1937 Desde entonces, esta carta no ha cesado de recorrer el mundo Aparecié en portugués en Pdginas de Doutrina Estética y en Textos de Critica e de Intervengao, y en castellano en Sobre arte y literatura, libros que recogen escritos de Pessoa. Es citada en la biografia de Simoes; Andrés Ordoiiez incluye en su libro*6 un fragmento de ella; la leemos en una edicién de su obra pottica”” e inmediatamente la citaré —como una manera de acusar su reci- bo— para empezar a comentar algunos fragmentos que concier- nen a los psicoanalistas. Como corresponde al relato de una experiencia subjetiva funda- mental, esta carta carece de generalizaciones tedricas; por el con- trario, lleva la marca de Ja urgencia y de la confidencia hablada. como si la asociacién libre la guiara: ‘Antes de empezar propia- mente, quiero disculparme por escribir en este papel de copia, Se me ha acabado el decente, es domingo y no puedo conseguir otro. Pero mas vale, creo, el mal papel que el aplazamiento”. Y mas adelante entre paréntesis: ‘'(Interrumpo. No estoy loco ni borracho. Pero estoy escribiendo directamente, tan de prisa como la maquina me lo ari y me voy sirviendo de las expresiones que se me ocurren, sin preoct 35 Muere en Lisboa, el 30 de noviembre de 36 Andrés Ordonez, Fe i A ‘ernando Pessoa, un mistico sin fe, Siglo XX1, México, 1991, pp. 37 Pessoa, Obra poética, t. 1, Ediciones 29, Barcelona, 1990, pp. 31 329. artefacto 3 parme de hacer literatura, Suponga —y hard bien en suponerlo porque es verdad— que estoy simplemente hablando con usted)". Si no esta- ba borracho (era un alcohélico) quizas empezaba a embriagarse con las resonancias de la experiencia relatada en esta carta. Por supuesto, a su manera, estaba totalmente loco. El no lo disimu- laba ni padecia la locura de tratar de demostrar que no estaba loco. Esto no sorprende a los psicoanalistas que sabemos que “no hay no locos’’*, A propésito de los nombres, Pessoa dice: “Voy a ver si consigo responderle completamente. Empiezo por la parte psiquiatrica. El origen de mis heterénimos es el profundo rasgo de histeria que existe en mi. No sé si soy simplemente histérico o si soy, mas propiamente, un histérico-neurasténico. Tiendo a esta segunda hipotesis, porque hay en mi fendmenos de abulia que la histeria, propiamente dicha, no encuadra en el registro de sus sinto- mas. Sea como fuere, el origen mental de mis heterénimos esta en mi tendencia orgdnica y constante a la despersonalizacion y a la simula- cidn. Estos fendmenos, afortunadamente para mi y para los demas se han mentalizado en mi; quiero decir, no se manifiestan en mi vida prac- tica, exterior y de contacto con los demas; hacen explosion hacia den- tro y los vivo yo a solas conmigo. Si yo fuera mujer —en la mujer los fenédmenos histéricos rompen en ataques y cosas parecidas—, cada poema de Alvaro de Campos (lo mas histéricamente histérico de mi) seria una alarma para el vecindario. Pero soy hombre, y en los hom- bres la histeria asume principalmente aspectos mentales; asi, todo aca- ba en silencio y poesi Pessoa, lector de Freud y del lombrosiano Nordau, utilizando tér- minos del léxico psiquiatrico, intenta transmitir a su(s) correspon- sal(es), de una manera mds 0 menos organizada, los antecedentes neuroticos y psicéticos del encuentro con sus heterénimos.” El considera que “esto explica, tant bien que mal, el origen organico de mi heteronimismo. Voy ahora a contarle la historia directa de mis he- terdnimos. [..-] Desde nino tuve tendencia a crear en torno a mi un mundo ficticio, a rodearme de amigos y conocidos que nunca existieron. (No sé, bien 3X Jean Allouch, “Perturbation dans pernépsy", Littoral 26, Erés, Toulouse, 1988, p. 74. 39 Los comentarios acerca de la declaravién escrita de sexo (‘soy hombre”), lo mismo que 9s sobre cuestiones no menos importantes —cierto ternarismo, el ocultismo, las ideas po- cas— quedarén, por ahora, en el tintero. El nuevo Martin Guerre,... entendido, si realmente no existieron o si soy yo el que no existo. En estas cosas, como en todas, no debemos ser dogmaticos). Desde que me conozco como aquello a lo que llamo yo, recuerdo haber definido mentaimente la imagen, movimientos, caracter e historia de varias figu- ras irreales que eran para mi tan visibles y mias como las cosas de eso que llamamos, quiza abusivamente, la vida real. [...] Esta tendencia a crear en torno mio otro mundo, igual a éste, pero con otra gente, nunca se me ha ido de la imaginacién. Ha tenido varias fa- ses, entre las que se encuentra ésta, sucedida ya en la mayoria de edad. Se me ocurria una frase interesante absolutamente ajena, por un motivo u otro, a quien soy, 0 a quien supongo que soy. La decia inme- diatamente, espontaneamente, como si fuera de cierto amigo mio, cu- yo nombre inventaba, cuya historia afiadia y cuya figura —cara, estatu- ra, vestimenta y gesto— inmediatamente veia delante de mi. Y asi inventé y propagué varios amigos y conocidos que nunca existieron, pero que todavia hoy, a casi 30 afios de distancia, oigo, siento, veo. Repito: oigo, siento, veo... Y tengo saudades de ellos” Para lograr organizarse, enlazarse, situarse, mantenerse disponi- ble ante el discurso del Otro (Autre) —las ‘‘frases ajenas’’, es de- cir, al fin y al cabo, el uso de la palabra—, y también para garan- tizar el orden significante, Pessoa, un solitario inveterado sin amigos intimos, recurria a nombres y a figuras amigables. ‘Alrededor de 1912, salvo error (que nunca puede ser grande), se me ocurrié escribir unos poemas de indole pagana. Esbocé unas cosas en verso irregular (no al estilo Alvaro de Campos, sino en un estilo de me- dia regularidad), y abandoné el asunto. Se me esboz6, con todo, en una penumbra mal urdida, un vago retrato de la persona que estaba haciendo aquello. (Habia nacido, sin que yo lo supiera, Ricardo Reis)’. Sin embargo, el heterénimo no adquirié consistencia. La necesi- dad de su aparicién todavia no era perentoria. “Afio y medio, o dos afios después, di un dia en gastarle una broma a Sd-Carneiro, en inventar un poeta bucdlico, de naturaleza complicada, y presentarlo, ya no me acuerdo cémo, bajo cualquier especie de reali- dad. Estuve unos dias elaborando al poeta pero no consegui nada”. Evidentemente, Pessoa no necesitaba de los heterénimos para gastarle una broma a Sé-Carneiro. Y tampoco estaban dedica- dos a su amigo ni a alguien en particular. “Un dia en que finalmente desisti —fue el 8 de marzo de 1914— me acerqué a una cémoda alta y cogiendo un papel empecé a escribir, artefacto 3 de pie, como escribo siempre que puedo. Y escribi de corrido treinta y tantos poemas, en una especie de éxtasis cuya naturaleza no conseguiré definir. Fue el dia triunfal de mi vida y nunca podra tener otro asi. Abri con un titulo, El Guardador de Rebanos. Y lo que siguid fue la aparicién de alguien en mi, a quien di al momento el nombre de Alberto Caeiro. Disculpeme lo absurdo de la frase: aparecid. en mi mi maestro. Fue esa la sensacién inmediata que tuve. Y tanto fue asi que, una vez escritos estos treinta y tantos poemas, inmediatamente cog! otro papel y escrib/, también de corrido, los seis poemas que constitu- yen Liuvia Oblicua de Fernando Pessoa. Inmediata y totalmente... Fue el regreso de Fernando Pessoa Alberto Caeiro a Fernando Pessoa él solo. O mejor, fue la reaccion de Fernando Pessoa contra su inexisten- cia como Alberto Caeiro”’. Ni ocurrencia aislada ni broma deliberada. La primera condi- cién que tuvo que cumplirse para lograr su finalidad fue su de- sistencia, el abandono de cualquier estrategia ‘‘creadora’’. En segundo lugar, Pessoa establece la fecha, el 8 de marzo de 1914, que marca un antes y un después de su dia triunfal. Y un acontecimiento importante, ocurrido con pocos dias de anterio- ridad a este notable episodio de verdadera posesién por la activi- dad poética del lenguaje, que hizo necesarios a los heterénimos, fue la primera aparicion —en la revista Renasen¢a— de dos poe- mas firmados con su nombre y apellido. Considero —como hi- potesis, mientras no estudiemos mas detalladamente este caso— que con los heterénimos, inesperadamente encontrados, Pessoa logré continuar escribiendo para publicar, logré mantenerse co- mo escritor enlazado a sus lectores. Ademis, el enlace ordenado de los tres temas de la carta —publi- caciones, heteronimos, ocultismo— proporciona otro punto de apoyo firme a la yerosimilitud de esta hipotesis. En tercer lugar, Pessoa cuenta que la aparicién de Alberto Caeiro, un nombre que ocupa su lugar en la sociedad como nombre de escritor, de- pendié integramente de la escritura de un verso, E! guardador de rebafios. Su advenimiento, como el del psicoanalista, no depen- dié de ninguna organizacién familiar. En cuarto lugar, Pessoa dice que reacciona ante Caeiro escri- biendo Liuvia oblicua. Asi se organiza su despersonalizacion y recupera la disponibilidad especifica del escritor respecto al len- guaje. El nuevo Martin Guerre,... ‘Aparecido Alberto Caeiro, traté al punto de descubrirle —instintiva e inconscientemente— unos discipulos. Arranqué de su falso paganismo el Ricardo Reis latente, le descubri el nombre: y se lo ajusté a él mismo Porque entonces ya lo veia. Y, de repente, y en derivacion opuesta a la de Ricardo Reis me surgié impetuosamente un nuevo individuo, De golpe ya maquina de escribir, sin interrupcién ni enmienda, surgid la Oda Triuntal de Alvaro de Campos —la Oda con ese nombre y el hom- bre con el nombre que tiene. Creé, entonces, una coterie inexistente. Fijé tado ello en moldes de rea- lidad. Gradué las influencias, conoci las amistades, escuché, dentro de mi, las discusiones y las divergencias de criterios; y en todo esto me parece que fui yo, creador de todo, lo menos que alli hubo. Parece que todo ocurrid independientemente de mi. Y parece que todavia sucede asi. Si algun dia puedo publicar la discusidn estética entre Ricardo Reis y Alvaro de Campos, vera como son diferentes y como nada tengo que ver en el asunto''40, En efecto, Pessoa no fue el autor de sus heterénimos; é1 adquirié notoriedad no sélo por la escritura sino también por ellos; inclu- so, fue una creacion de ellos. Sin embargo, debido a que lo esta- ba advertido de la inexistencia del sujeto supuesto saber, Pessoa se empefidé en buscar en el ocultismo ‘‘un Ente Supremo, que presumiblemente cred este mundo’’4!, a i Sea como fuere, hay’suficientes elementos para considerar que la actividad poética del lenguaje en su encuentro con Pessoa no s6lo cred nuevos poetas. Los heterénimos también le permitie- rona Fernando Pessoa situarse en diversos nombres, incluido el de nacimiento; en la lengua materna portuguesa —mas que en su patria—, aunque ocasionalmente escribiera en inglés; yenla ciudad que habita. ; EP{LOGO Pessoa mantenia con su prdjimo un peculiar vinculo que se podria denominar radicalmente no paranoico. Respecto a los otros se encontraba en un estado de incompatibilidad irreducti- 40 He tomado la carta del 13 d tomate ie le enero de 1935 en Fernando Pessoa, Sobre literatura y arte, 41 Ibidem, p. 48. artefacto 3 ble, relatado detalladamente por él mismo en la también muy di- fundida carta a Armando Cértes-Rodrigues, del 19 de enero de 19154. Alli dice que la “‘incompatibilidad con los otros no es, en- tigéndase desde ahora, una incompatibilidad violenta, como la que resul- taria de divergencias declaradas, nitidas, por ambas partes. Se trata de otra cosa. La incompatibilidad es sentida por mi dentro de mi, y conmi- go estd todo el peso de mi divergencia con quienes me rodean’’43, Dificilmente la ‘continua sensacién de incompatibilidad profun- da’’#4 de Pessoa con los que lo rodeaban —sensacién reveladora de la carencia de estrategias intersubjetivas aunque, al mismo tiempo, no desconocia a los otros— podria ser independiente de la modalidad heteronoémica de ocupar su lugar publico. Este estado no paranoico de Pessoa no es ajeno al estado de dis- ponibilidad ante la transferencia (desétre, des-ser-estar), caracte- ristico de la posicién del analista. Que cada uno —Pessoa y el analista— hayan Ilegado alli de ma- neras distintas, y que todavia ignoremos la manera en que se organizo el camino de Pessoa, no altera esta cuestion.. Lejos de la Viena de Freud y del Paris de Lacan, y sin ellos para darle forma a la figura publica del analista, el acuse de recibo de la carta de Pessoa del 13 de enero de 1935 hace posible que comencemos a plantearnos las peculiaridades de los problemas que rodean la presencia publica del psicoanalista. Porque no hay transmisién del psicoanilisis (la ensefianza de los seminarios de Lacan lo ha demostrado suficientemente) sin la elu- cidacion cuidadosa de las cuestiones que el psicoanalista acarrea a causa de la funcién que le corresponde cumplir en el desencade- namiento, mantenimiento y efectuacién de la transferencia, y a causa del caracter extremadamente singular de cada anilisis. 42 Ibidem, p. 23-28. 43 Ibidem, p. 24 44 Ibidem p. 24. TRANSMISION DEL PSICOANALISIS: iQUE RELACION CON EL SABER?* Maria Celia Jauregui Lorda "'...el saber es del orden del goce. No hay razén para que cambie de cama..."” J. Lacan, 1971-1972 El saber del psicoanalista “Entre vivir algo y juzgarlo existe la misma diferencia que entre respirar y morder'’ Elias Canetti La provincia del hombre ransmisién del psicoanilisis... {Qué se transmite? éPor qué? ~Como? i Estas preguntas son demasiadas.., Para respirar y morder lo necesario voy a comenzar con una ya que se trata que algo del imposible sea posible. i Lo fundamental para que l’acosa marche es presentar lo elemen- tal, el punto singular. Para esto, como bien ha dicho Soury, te- nemos que encontrar la desaceleracion justa que permita abor- * Trabajo presentado en el coloquis i % a nel coloquio organizado por la école lacanienne de psychanalyse: Transmisién del psicoanilisis, gpasaje de lenguas? Sabado 11 y Domingo 12.de Mario de 1989, artefacto 3 dar lo elemental. Se trata de la buena lentitud, del tiempo de detenerse, del tiempo de reconocer las dificultades de presen- tacion!. Este punto singular, este punto resistente, surge por la puesta en plano de los objetos topoldgicos. EI paso de lo espacial a un pla- no —de tres dimensiones a dos— marca las dificultades. La nocion de pasaje, de paso, es inherente a la transmision. El prefijo ¢rans significa ‘‘paso al lado opuesto”’ o ‘‘situacion en el lado opuesto’’, con los siguientes matices: a través de; pasar de un lado a otro; situado del otro lado; situado detras (en el espa- cio) 0 a continuacién (en el tiempo) de la cosa que se expresa, o tapado por ella; cambio 0 transtorno. Por otra parte, en trans/misién, mision tiene connotaciones que vienen del latin: missio-onis derivado de missum, participio de mittere, enviar, lanzar, meter?. Entonces, transmision del psicoanalisis seria pasar algo de un la- do a otro, enviarlo. Esta transmisién, este pasar de un lado a otro, 4a qué se refiere? El pasar de la transmision, a través de sus experiencias —cura, control, cartel, fabrica del caso, presentacién de enfermos, ense- fianzas— establece un lazo entre el psicoandlisis en intensién y el psicoandlisis en extensidn; es el paso del publikum aun publi- co mas amplio, dffentlichkeit. gComo? ,Cémo se pasa? Lacan plantea que entre la intensién y la extension hay que pasar a través de un hiato, un abismo. Hace falta una operacién que pueda dar cuenta de ese pasaje. {Qué operacién? Una operacién que pone en juego la dimension del acto e implica, en su fundamento, el corte del doble bucle. Corte que tiene la funcién de borde al efectuarse sobre una su- perficie, y cuyo trazado implica una doble vuelta, un movimien- to de ida y vuelta. En la sesion del 15 de febrero de 1967 del seminario La ldgica de la fantasta, Lacan localiza este corte sobre un toro y se detie- ne en el trazado del doble bucle: ‘‘La superficie mas caracteristi- 1 Pierre Soury, Cadenas, nudos y superficies en la obra de Lacan, Xavier Boveda Ediciones, Argentina, 1984, 2 Maria Moliner, Diccionario de uso del espaiol, tomo I1, Editorial Gredos, Madrid, 1984, pp.1365 y 426. 28 Transmision del psicoandlisis ie Deen la funcién que damos al doble bucle es la i SRC: cuyo borde es el doble bucle, borde tinico de a cuesti¢n. Podemos tomar est: ici simbGlica del sujeto, a condici i PAC eEMe : . licién de considerar que sdlo LC el bord eet ae a como es facil demostrarlo: si Aedes n corte por el medio de esta superfici : tra en él la esencia del dobl ses ucorte que Fert le bucle; al ser un cort sobre si mismo, este corte tini ‘ ficle de Moe. 0 iS unico es toda la superficie d bius. La prueba es dete COME atears . 1 que cuando ustedes hacen este i ya no queda superficie de Moebiu: iat algae is, el corte mediano la alejé d eave ustedes creen ver bajo la forma de una superficie ... Dicho dso ta manera, después del corte ya no hay superficie de Moe- is sino, en cambio, algo aplicable sobre el toro’’3, 3 Jacques Lacan, Logique du fantasme, Perc scd, Seminario 1966-1967, no escrito, sesiones del 1 y artefacto 3 Este corte permite pasar de estar siempre ‘ten banda lane po), en la banda de Moebius con un solo borde y una sola cara, a entrar al toro por el corte. Esta operacién de pasaje pone en juego un acto, el acto del decir de un pasante a los pasadores (passeurs). El acto es fundador del sujeto. Un sujeto diferente puede eed en razon de cada corte. La incidencia del acto de cortar, produc consecuencias sobre la superficie. En tal caso, puede ser ae une estructura; en tal otro, de una estructura diferente o, en algun casos, puede no cambiar. La via que hace posible la transmision del psiconalisis a de font trina es la de una escuela de psicoanalisis. Esta via que juega ae gozne entre el psicondlisis en intension y el pcan i ene: sién es diferente de la que se encuentra localizada en te on be caso de A. Freud y J.A. Miller, albacea testamentario de Lacan. Asi: ‘‘Una escuela de psicoanalisis juega como gozne entre psi- coanalisis en intensién y psicoandalisis en extension. Respecto al primero (el psicoanilisis en tanto se menos ee en tal o cual cura) tiene una funcién de publikum (en. E Tew oe término acentiia el posesivo en la expresion “su puiblico & ioe va al chiste), pero es para hacer caer enel Offentlichkeit ( ce el acento se pone esta vez sobre “el publico”’, que HeLa aprehender por ninguna posesién) como la experiencia det ae tra en el segundo” (refiriéndose al psicoanilisis en extension). Vamos a tomar algunos puntos de la Proposicién del 9 ee bre de 1967 y de la Proposicién del 17 de noviembre de | , y a bre el psicoanalista de la escuela, para demostrar el privi se otorgado a la via de una escuela en la transmision del ee a sis; la primera proposicion fue adoptada por la pe ee ne de Paris y la segunda acompané a la fundacién de la école canienne de psychanalyse. De la Proposicién del 9 de octubre de 1967 hay dos Sersioeasy una transposicion, que es la Proposicion del 17 de noviembre de 4 Ecole lacanienne de psschanalyse, noviembre de 1985, Paris, p10, Hay traduccion a} ex paaol y publicacion de los documentos que acompanaron a la finden oF lsat nienne de psychanalyse, en Artefacto 1, Escuela lacaniana de psicoanalisis, A.C., marzo 1990, p.4. 30 Transmisién del psicoanilisis 1985. Las dos primeras fueron escritas por Jacques Lacan y la ter- cera dio soporte a la école lacanienne de psychanalyse (e.\. p.). La primera versién fue publicada en 1978 por ediciones Navarin, en la coleccion Analytica. Fue distribuida a algunos participantes antes de la sesién de trabajo de la Ecole Freudienne de Paris (E.F.P.), en la cual Lacan le dio lectura. La segunda, publicada diez aos antes en Scilicer 1, ofrece modificaciones en relacion con la primera. Fue adoptada por la E.F.P.el 25 de enero de 1969. La Proposicién del 17 de noviembre de 1985 retoma la Proposi- cién de octubre de 1967. Es una transposici6n, es decir, una for- ma de transcripcién. Para el trabajo de transposicién se toma- ron en cuenta las dos versiones y las diferencias existentes entre los dos textos. Se trataba de trans-poner, de poner en otro lado, localizado en la école lacanienne de psychanalyse. Fue editada como plaqueta por la e.l.p. en Paris, en el primer trimestre de 1986, junto con otros documentos. Tuvo una distribucién limi- tada. Por lo tanto, podemos considerar como la primera publi- cacién de esta proposicién la del ntimero 1, de marzo de 1990, de Artefacto, una revista de la escuela lacaniana de psicoandli- sis editada en México. Se trata de una traduccién de la plaque- ta que incluye las modificaciones introducidas a la misma hasta diciembre de 1988. Aparecié como uno de los documentos pu- blicados en relacién a la fundacién de la escuela lacaniana de psicoandili: En las dos proposiciones, del 9 de octubre de 1967 y del 17 de no- viembre de 1985, sobre el psicoanalista de la escuela, se afirma que “la raiz del campo del psiconilisis planteado en su extension, 0 sea en su incidencia publica (unica base posible para dar motivo a una escuela de psicoanilisis), debe ser hallada en la experiencia psicoa- nalitica misma, queremos decir tomada en intension, tinica razén valedera que se ha de formular de la necesidad de un psicoanalisis introductorio para operar en este campo’’s. Detengdémonos en Ia intensién y la extension. 5 Proposition du 9 octobre 1967 sur le psychanalyste de I’école, J.Lacan, Analytica, v.8, Navarin Editeur, Paris, abril 1978, p.8 (primera version). Hay traduccién al espanol de esta primera version en la revista Ornicar? 1, publicacién periddica del Champ Freudien, Edito- rial Petrel, Madrid, 1981, p.14, —‘“Proposicidn del 17 de noviembre de 1985 sobre el psicoa- nalista de la escuela’’, Artefacto 1, op.cit., p.9. 3 artefacto 3 4Cémo aparecen formuladas en las dos proposiciones? ¢Cé6mo dar cuenta de algo que implica un hiato, una abertura, entre una y otra? Tanto en la Proposicién del 9 de octubre de 1967 como en la del 17 de noviembre de 1985 aparece, con respecto a este punto, una referencia a la topologia y a la ubicacion del simbdlico, imagina- rio y real. Tomemos una cita de la segunda version de la Proposicién del 9 de octubre aparecida en Scilicet: “Para introducirlos alli, me apoyaré sobre los dos momentos del enlace de lo que Ilamaré res- pectivamente en este divertimiento el psicoanalisis en extension, es decir todo lo que resume la funcién de nuestra Escuela en tan- to que ella presenta el psicoandlisis al mundo, y el psicoanalisis en intensién, o sea el didactico, en tanto que no hace mas que preparar los operadores’’6. Mas adelante dice: ‘‘Antes de proponer a ustedes una forma, quiero indicar que de acuerdo a la topologia del plano proyecti- vo, es en el horizonte mismo del psicoandlisis en extensién donde se anuda el circulo interior que nosostros trazamos como abertu- ra del psicoanlisis en intension. Este horizonte, quisiera centrarlo sobre los tres puntos de fuga de la perspectiva, notables por pertenecer cada uno a uno de los registros cuya colusién en la heterotopia (‘‘otro-lugar’’) consti- tuye nuestra experiencia’’’. De esta manera Lacan centra en el horizonte del psicoanilisis en extension el simbélico, el imaginario y el real. En la Proposicién del 17 de noviembre de 1985 la posicién se mantiene: ‘‘Designamos asi en el solo psicoandlisis en intensién la iniciativa posible de un nuevo modo de acceso del psicoanali- sis a la extension. La topologia del plano proyectivo muestra que es en el horizonte mismo de este psicoanilisis en extensién donde se anuda el circulo interior que nosotros trazamos como abertu- ra del psicoanalisis en intension. 6 Proposition du 9 octobre 1967 sur le psychanalyste de Wécole, Scilicet 1, Seuil, Paris, 1968, p.17 (segunda versién). 7 Ibidem, p.27. Transmision del psicoandlisis Este horizonte esta centrado sobre los tres puntos de fuga de la perspectiva, notables por pertenecer a las tres dimensiones habi- tadas por el ser hablante, que se llaman simbdlico, imaginario y real y cuya colusién constituye nuestra experiencia’’’. El ternario simbolico imaginario y real, centrado en el horizon- te mismo del psicoandlisis en extension, permite ubicar este nue- vo modo de acceder a partir de la intensi6n, al psicoandlisis en extension. Entre la intensién y la extensién, y con el anudamiento de los tres, surgen las preguntas, los interrogantes y las construcciones que una escuela de psicoanalisis posibilita sostener. Si el psicoandlisis se transmite por su experiencia, la base o ra{z de esa transmisién —sus cimientos— es la experiencia singular cura por cura: psicoanilisis en intensién. Ahi algo pasa, y puede pasar a la extension por la via del pase. Tomando en cuenta esta raiz, hay otras experiencias donde la transmision también tiene lugar. Algo pasa. Asi podemos poner en esta cuenta: el cartel, el cartel de fabrica del caso, el control, la pre- sentacién de enfermos, las ensefianzas y las sesiones de ejercicios de presentacién (manipulacién de los objetos topoldgicos). ( En estas experiencias, la transmisién pasa y cada una de ellas a su manera y con diferentes matices, va marcando ese paso en relacién con el publico y con el/ saber. I Las experiencias privilegiadas por la escuela, sefialan algunos de los caminos propuestos para ir ‘apuntando a la renovacién de la practica, asi como a la construccién problematizada de una doc- trina del psicoanal El acento fundamental de esta renovacién y construccién esta colocado en la interrogacién articulada del pasaje del psicoanali- zante al psicoanalista (dispositivo del pase)!9, Enla plaqueta de la e.l.p. estas experiencias aparecen menciona- das y diferenciadas en cuatro apartados: 8 “Proposi n del 17 de noviembre de 1985", Artefacto 1, op.cit., p.16. 9 Artefacto 1, op.cit., p.2. 10 Artefacto 1, op.cit., p.2. artefacto 3 [Sobre el psicoanalisis didactico. 11 Sobre la clinica psicoanalitica. III Sobre el cartel. IV Sobre la ensefanza. i Al seguir la lectura de estos cuatro apartados podemos precisar, en cada uno de ellos, el lugar que ocupa el saber, el publico y por lo tanto la transmisin. Psicoanlisis en intensién, psicoanalisis en extensién, he ahi la cuestion... | SOBRE EL PSICOANALISIS DIDACTICO Partiendo de la base que la raiz del psicoanilisis en. extension, © sea en su incidencia publica, esta en el psicoanalisis en inten- sidn, vamos a tomar algunos puntos que configuran los cimien- tos de la transmision del psicoandlisis, por esa experiencia singu- lar que es la cura (intensién). ! Como punto de partida, vamos a considerar la transferencia, la cual se articula y organiza por el sujeto supuesto saber. Lacan plantea en la Proposicion del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoa- nalista de la escuela, que este término, la transferencia hace trope- zar a la intersubjetividad: ‘‘;Sujeto supuesto por quien, se dird, si- no por otro sujeto? Y si, provisionalmente, supusi¢ramos que no hay sujeto que pueda ser supuesto por otro sujeto? Sabemos, en efecto, que no nos referimos aqui al sentido difuso del sujeto paca gico, que es precisamente lo que el inconsciente pone en cuestion”’”’. En la Proposicion del 17 de noviembre de 1985 del término transfe- rencia es escrito de otra manera: aparece colocado en primer lugar lo que el inconsciente nos descubre en “no hay relacién sexual’ a Esto hace objecién, rechazo, escollo a la intersubjetividad. Asi, | ‘al relacionar la estructura del sujeto con el ternario real, simbélico, imaginario, lo que el inconsciente nos descubre en ‘no hay relacion sexual’ indica suficientemente que ningtin sujeto es suponible por otro sujeto; la distincién del otro imaginario, llamado familiar- mente ‘pequefio otro’, del lugar de operacién del lenguaje, plantea- do como ‘Otro’, es insuficiente para dar cuenta de la equivocacién de esta suposicién, al no ser el real contado’’!?. 11 “Proposicién del 9 de octubre de 1967”, Ornicar? 1, op.cit., p-16. 12 “Proposicién del 17 de noviembre de 1985", Artefacto 1, op. cit., p.9. 34 Transmision del psicoanilisis En las dos proposiciones aparece la escritura algoritmica de la transferencia: plantea al sujeto como lo que un significante repre- senta para otro significante. Un sujeto no supone nada; es supues- to por el significante que lo representa ante otro significante. En la escritura algoritmica de la transferencia que conviene al supuesto de ese sujeto, se pone el saber en su lugar de colindan- cia con la suposicién: “En la primera linea el significante S de la transferencia, es de- cir, de un sujeto con lo que implica de un significante que llama- remos cualquiera, no supone mds que la particularidad en el sen- tido de Aristételes que, por ese hecho, supone ademés otras cosas. Si es nombrable con un nombre propio, no es porque se distinga por el saber. Bajo la barra, reducida a la medida supues- ta del primer significante, la s representa el sujeto significado que resulta de ello. Implica en el paréntesis al saber, supuesto presente, de los significantes en el inconsciente’’!3, En esta situaci6n, el ternario aparece como constituyente: psico- analizante, psicoanalista y el significante sujeto supuesto saber. Hay dos maneras de abordar este tema: del lado del psicoanali- zante y del lado del analista. Del lado del psicoanalizante, por ser el tinico en hablar primero, la formacién significante sujeto supuesto saber aparece como desprendida por él. Por el lado del analista, es necesario precisar qué lo califica para responder a esa situacién que no envuelve a su persona. ‘‘Nos importa aqui el psicoanalista, en su relacién al saber del sujeto supuesto, no segunda, sino directa’’*. El analista, del saber supuesto, no sa- be nada, ‘‘esto no lo autoriza a conformarse con saber que no sabe nada, pues se trata de lo que tiene que saber. Lo que él tiene que saber puede ser trazado con la misma relacién ‘de reserva’ segun la cual opera toda Idgica digna de ese nombre. No signifi- ca nada en ‘particular’, pero se articula en una cadena de letras tales que, con la condicién de no dejar escapar ninguna, lo no sabido se ordena como el marco del saber’’!5. 13 Ibidem, p. 10. 14 Ibidem, p.10 Is Ibidem, p. 11. artefacto 3 Asi, “‘la cuestién n él sabe en psicoani Como segundo punto vamos a considerar el fin de la partida. Esta experiencia singular termina, y esta terminacién pone el acento en aquello que pasa al finalizar la relacion de transferencia. ‘“‘La ter- minacién del psicoandlisis llamado redundantemente ‘didactico’ es el pasaje, en efecto, del psicoanalizante al psicoanalista’’'’. En la Proposicién del 9 de octubre de 1967, como en la del 17 de noviembre de 1985, en referencia a este punto se propone una ecuacién, la cual ‘‘nos permite hacernos una idea de lo que ocu- rre al término de la relacion de transferencia, 0 sea que, cuando habiéndose resuelto el deseo que sostuvo en su operacién al psi- coanalizante, la opcién de partida —ese saber en tanto que su- puesto— no tiene mds ganas al fin de levantarla, es decir el resto que como determinando su division, lo hace caer de su fantasia y lo destituye como sujeto’”'S. La destitucién subjetiva esta inscripta en el boleto de entrada. Entonces, gcomo se transmite? ,Qué pasa? ,Cémo se pasa? Es el pasaje del psicoanalizante al psicoanalista. En este pasaje esta puesto en juego el dispositivo del pase. De esta manera, no se trata de un psicoandlisis (intensién) solamente de resolver los sintomas personales en el sentido de ‘‘sus sintomas’’, “‘sus signi- ficantes’’, ya que en ese pasaje algo pasa; cada quien, uno por uno, en su decir que hace acto tiene algo que aportar ala comu- nidad analitica (extensién). “Hay algo del real en juego en la formacién del psicoanalista. Ese real induce su propio desconocimiento y produce su negacion sis- tematica. Se trata con esta proposicién —llamada del 17 de no- viembre de 1985— de mantener la interrogacién de ese real’. lo que él sabe, sino la funcidn de lo que 716. II SOBRE LA CLINICA PSICOANALITICA “Se consideraran aqui algunos modos de produccion, clasicos y no-clasicos, que apuntan a constituir los objetos de los cuales se espera que permitan el debate clinico en el seno de la escuela’’0, 16 ‘Proposicién del 9 de octubre de 1967", Ornicar? 1, op.cit., p.18. 17 ‘Proposicién del 17 de noviembre de 1985", Artefacto 1 op. cit., p.13- 18 Ibidem, p.13. 19 Ibidem, p.8. 20 Ibidem, p.25. 36 Transmision del psicoandlisis El control En esta experiencia algo ocurre con la transmisién. ;De qué se trata, qué pasa? Suele suceder que un psicoanalizante consulte aun analista para hacer con él un balance de su practica: lo que llamamos “‘control’’. Esta denominaci6n indica una disparidad de principio esencial en este tipo de funcionamiento: el control es, en primer lugar una cuestién que concierne a aquél que for- mula su demanda. Reconocer esto es admitir que, por lo tanto, no hay nada en ello que implique alguna obligacién institucio- nal, y que, por consiguiente, la escuela, sin ignorar esta practica no la inscribe como etapa de un cursus-pre-establecido?!. Como una demanda inicia el control, no esta en una posicién di- ferente de la cura. Esta posicién es la que nos permite ubicar la relacién del control con el saber. Lo que esta puesto en juego en el control, al tomar en cuenta la transferencia organizada por la figura del sujeto supuesto saber, es no tanto el savoir(y)faire, sino ‘‘el psicoanalista en su relacién al saber del sujeto supuesto, no segunda sino directa’’”?. Frase que aparece en las dos proposiciones. Se trata para el controlante de regular su posicién, no sobre la de su paciente, sino mas bien sobre el saber que él supone al sujeto del inconsciente. En esto conserva actualidad su posicién de analizante, incluso algunas veces exige que se le haga un lugar mas nitido cuando esta prevalencia del saber inconsciente sobre el sujeto se hace impracticable”3. Asi, es tarea posible del control mantener esa relacién no segun- da sino directa con el saber del sujeto supuesto. Mayette Viltard en su texto Lire autrement que quiconque escribe lo siguiente: “Cada analizante puede producir una sucesidn de transferencias que pueden ser ‘leidas de otro modo’, sin que haya andlisis; hay andlisis si esas producciones inconscientes son leidas de una ma- nera tal que ellas son /e transfert del analista, si el analista tiene una relacién correcta al saber del sujeto supuesto saber, ‘no se- gunda sino directa’’’24. 21 Ibidem, p.28. 22 Ibidem, p.28 23 Ibidem, p.29. 24 Mayette Viltard, “Lire awtrememt que quinconque”, Littoral 5, Toulouse, 1982, p. 980. 37 artefacto 3 Fabrica del caso Aparecen en la plaqueta dos preguntas sobre este punto que va- mos a volver a marcar y de las cuales la fabrica del caso intenta ser una respuesta. ‘«¢Como confrontar experiencias multiples de las cuales cada una es singular? ,Cémo pasar de practicas (privadas por el he- cho mismo del protocolo de la cura) a una clinica susceptible de hacer referencia para una comunidad y de una manera que per- mita el debate?”’?5. La fabrica del caso es la posibilidad de testimoniar sobre lo que es hoy la practica analitica, de apuntar a la construccién de los obje- tos clinicos y de permitir el debate y la circulaci6n. Como todo car- tel, lleva implicito en su constitucién el paso a ‘‘otro publico’’. En este apartado sobre la clinica psicoanalitica se consideran, ademas de las experiencias mencionadas, la presentacion de en- fermos y el psicoandlisis de nifios. Ill SOBRE EL CARTEL “El cartel es considerado por la escuela como lugar privilegiado de la formacién por lo que alli se revela de afin con la cosa analiti- ca; esto a condicién de que se respectan ciertas modalidades de su funcionamiento””*6, En la constitucién del cartel estan implicitas dos cuestiones: el mas- uno, que en la plaqueta aparece como “‘el enigmatico mas-uno”’, y por otro lado el pasaje al publico. Este pasaje marca la necesidad para un cartel de arriesgarse, en todo o en parte, a la confrontacién publica. De este modo, la formacién analitica es considerada como un ajuste, para cada uno, de una posicién frente a los saberes que vuelven posible el acto analitico. La referencia al saber queda sefia- lada y puesta en posicién de ser reflexionada a partir de una frase que aparece en este apartado, de un dicho de Lacan: ‘‘El psicoana- lisis es la via por la que se pone a prueba como un sujeto se sostiene frente a la acumulacién del saber; y es efectivamente lo que se ha- ce, de experiencia, en el juego polifénico de un cartel, cuando el Arbol del saber —recorrido tanto como supuesto— ya no esta en 2S Artefacto 1, op.cit., p.26. 26 Ibidem, p. 31. Transmision del psicoanilisis posicién de ocultar el bosque de las posiciones subjetivas, con sus caminos que no llevan a ningun lado’’?’, IV SOBRE LA ENSENANZA {Qué pasa con la ensefianza? {Qué es lo que esta en juego? Esta en su raiz el tema del saber; en este caso la doctrina del psicoana- lisis se pone en juego. El tema del saber no se puede resolver aisladamente, ya que el saber sdlo se inventa por un significante que representa a un sujeto. Asi, para comprobar el alcance de un saber hay que tomar en cuenta el modo de suposicién en que un sujeto se articula con ese saber. Por lo tanto, si bien el psicoa- nalisis ambiciona cuestionar a ese sujeto en tanto seria adyacente a ese saber no le impide reconocer el caracter subjetivante de la operacion del saber?8. “Pero si no hay ni maestro, ni inspectores generales, ni manual, ni programa pre—establecido gqué queda de la ensefianza? Que- da la invencién de un saber que no parte de nada ya que estan las sendas de Freud y de Lacan aunque haya lugar para decir lo que habran sido’’??, El publico también cumple una funcién, ya que se ofrece como lugar de inscripcién, cuestionamiento y relanzamiento del trazo propuesto. Para concluir voy a tomar esta frase: ““Cuanto menos un sujeto se hace cargo de los enunciados que él profiere mas intensa se hace la suposicién de un sujeto como colindante de un saber’”9, México D.F., marzo de 1989 27 Ibidem, 28 Ibidem, 29 Ibidem, 30 Ibidem, LA TRADUCCION: UNA CONSISTENCIA EN EL TERNARIO DEL PASAJE DE LENGUAS Marcelo Pasternac 1. INTRODUCCION uien traduce algo da a leer en una lengua distinta lo que habia sido dicho o escrito en otra lengua. Lacan no podria, en este sentido, pretender hacer pasar realmente “une bévue”’ por una traduccién al francés de ‘‘Unbewusste’’ porque no era eso lo que esto significaba en aleman. Y si bien él sostuvo que se trata- ba de una traduccién a nosotros nos toca ser lacanianos (él se de- cia freudiano) y desplazar 0, mejor atin, reconocer el desplaza- miento del inconsciente freudiano (Unbewusste) por el saber de la une bévue lacaniana y afirmar que esta escritura es el resulta- do de un procedimiento de transcripcién (de los sonidos) de la palabra alemana y de una transliteracién ulterior de dicha transcripcién en una expresion francesa. No es lo mismo leer con Ia trama de una escritura el habla, la palabra de alguien (como es el caso en la sesién de andlisis) que traducir con el efecto de un escrito otro escrito. Se puede dedu- cir, por otra parte, que el pase no podra hacerse, como a al- artefacto 3 guien pudo ocurrirsele, por escrito. Si asi no fuera, el Tea podria, por ejemplo, corregir, pasar ‘‘en limpio”’ oe we a ji i iquido corrector, suprimi - jicamente, ensuciar con liqui jl bi la reveladora irregularidad de sus a El eat : i la que es leido su dis RK bla ofrece a la escritura con : t otras cosas, lapsus imborrables o al menos imborrados, ee sin duda privilegiada de la transmision del pasador al ‘‘jury d’agrément’’ del pase. ‘ lke La pregunta que debemos formularnos es, segtin J. Pes “la introduccién del escrito en la lectura, para la eee a ratificar, a registrar una renovacion del sentido ° Jucea ne sentido pero no sin venir a modificar, sin embargo, el set a Ante un analizante, ante un conferencista presente y oles una exposicion, ante un escrito accesible en la ee en que fue escrito, la lectura de sus palabras abre la posibilit oe ra el oyente o lector, con la ineludible intervencion i: See vidad, de una lectura con la trama de un escrito que Hes ae mo una rejilla organizadora, capaz de producir efect o : sentido variados. En cambio, en la traduccién de un on aN otra lengua el traductor habra de pprovonerse. Ofer a we sunto lector un texto que lo sitte en la posibilidac c a Hine las ‘‘mismas’’ alternativas de sentido que aquel o ee el ee en la lengua original. Entrecomillamos porque tal eae es un ideal, en ultima instancia inalcanzable pero que o! " pese a todo, el esfuerzo de la traduccion. El pasaje de lengua que el traductor realizara es, enon eee la posibilidad de relacién con un texto. Esto eslo que él tr se te... ono. Allouch? dice tambien que ‘‘la reguecion se cat al riza por promover lo que seria una prevalencia no solo Jp do sino mas exactamente del sentido tnico, del oe ee se guia con este un-sentido para decidir acerca del falso sei ee o del contra-sentido pero sdlo interviene como pales pee an al juego demasiado flexible del imaginario y del sim ne ‘ participar de lo literal, dicho en otras palabras, OE EE otra cosa que aquello que la orienta’ : En estas ineas ee define aparentemente la traduccién y digo Seated pen que al mismo tiempo sostiene que no hay ninguna traduccion, 1 Jean Allouch: Letire pour lettre, Ed. Eres, Toulouse, 1984, pag. 73. 2 Ibid., pag. 74. La Traduccién: Una consistencia... en el sentido moderno, que sea de antes o de afuera de la invencion de la escritura. La restriccién que introduce la palabra “‘pero’’ que yo he subrayado manifiesta que ese un-sentido que la orienta no da respuesta al excesivo juego simb6lico/imagina- rio; que es necesario entonces introducir otra cosa. Lo literal, aquello con lo que lee cualquier lector, no puede redu- cir la traduccidn, en general, a un-sentido salvo si lo hace al un- sentido imaginario del lector que esta ese momento traduciendo y que, entonces, impide a los lectores de su traducci6n situarse del mismo modo ante el texto que el que lo lee en su lengua original. La traduccién debe, entonces, tener en cuenta la articulacién de lo literal para situar al lector de otra lengua en la misma posicién pero eso no invalida la prevalencia del imaginario del sentido en la traduccién: por el contrario esa articulacién es la que puede permitir que el sentido pase en la traduccion, que por ejemplo el lector en otra lengua Participe de la perplejidad, de la dificul. tad que experimenta el lector del original. Si esa dificultad es eli- minada el lector en la lengua destinataria no estard frente a una traduccién de aquel texto sino ante otro texto cuyo ‘‘traditore’’ se hace pasar por traductor, ocultando su condicién de autor del nuevo texto, borrando su responsabilidad al escudarse en el nom- bre del autor original a quien atribuye el texto que dice traducir. Es claro que cierta forma de introduccién de lo literal puede fal- sear la traduccion cuando, tirando el bebé con el agua de la ba- fiera, se olvida lo que en la formulacién de Allouch es una restriccién (ese‘‘pero’”” que subrayamos) y se lo toma en cambio como un desdén por !a dimensién del sentido, como un cambio total de direccién: estos lectores realizan una subordinacién ab- soluta del sentido a lo literal, transformando la traduccién en transliteracién. Con esto se anula la fecundidad de la diferencia de los elementos del ternario articulado “Transcripcién - Tran- sliteraci6n - Traduccién’’3 cuyas particularidades se definen a 3 Jean Allouch define en Lettre pour lettre estas tres operaciones, Para facilitar la lectura de este trabajo citaremos esas definiciones; “Transcribir es escribit regulando el escrito sobre algo fuera del campo del lenguaje. Asien cl caso de transcripcién mas frecuente, 0 por lo menos mejor estudiado, (la regulacién so- bre) el sonido... “Traducir es escribir regulando el escrito sobre el sentido”. “Transliterar es escribir regulando el escrito sobre el escrito, asi la especificidad de esta operacién aparece mejor donde uno tiene que vérselas con dos escrituras diferentes en su principio mismo”. artefacto 3 partir del ternario fundamental “Real — Simbélico — Imagina- rio’”’, pervirtiéndolos al transformar la equivalencia de las con- sistencias en identidad de las mismas. Allouch sefala en una anécdota cémo un intérprete miembro de la tribu africana Bangua jugando de intermediario entre un mé- dico europeo y un granjero africano decia a éste que entregara el pollo (que traia como pago de la atencién esperada) a la mujer del propio intérprete y que aportara en cambio dinero para el médico, atribuyendo dichas indicaciones a éste, como si estuvie- ra traduciendo sus expresiones cuando en realidad el médico s6- Io habia preguntado al intérprete por qué traian ese pollo. El in- térprete leia al pie de la letra... en su propio apetito* y hacia pasar esa lectura por la traduccion del dicho del médico. Allouch llama a ese personaje ‘‘traductor”’ y a su actividad “‘traducir’’... poniéndole comillas. Ironiza sobre el valor de estas denomina- ciones. El interés por descubrir las articulaciones permite sefialar con cuidado las diferencias. Debo sefialar, ademas, que no todas las transliteraciones de ho- mofonias son validas, no todas las interpretaciones lo son. Hay opciones posibles que quedan excluidas. Deberemos diferenciar, por un lado, las homofonias que corresponden a la dificultad del texto y no dejan al lector‘‘otra salida’’... que entrarleS y, por otro lado, las que se degradan hacia un lacanismo vulgar y este- reotipado. Un caso en el que la interpretaciOn transliterante muestra su pertinencia es el que fue trabajado entre J. Allouch y un asistente a su seminario de Cérdoba (Argentina) el 5 de abril de 1984 ®, En ese caso una analizante decia: ‘no quiero ser (de) esas que se casan y tienen hijos”’ y a continuacién relata que compré “‘un cajén de cerezas’’ que le gustan. El analista dupe de l’inconscient (dejandose ‘‘incautar”’ por el inconsciente) interviene diciendo ‘‘entre ser esas y cerezas hay un cajén’’ y 4 Freud menciona el caso de un mensaje telegrafico que decia, probablemente, “‘Prologo recibido, urgente (el envio de la) introduccién a X”” y que fue transformado en “* Provisiones recibidas, urgente invitacién a X’” por un telegrafista afectado segtin Freud por un ...‘*jcomplejo de hambre!”” (Sigmund Freud: Psicopatologia de la vida cotidiana, (1901) en Obras completas, Vol V, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1980, pég. 129). Erik Porge ha trabajado sobre este caso de elaboracién en su articulo “*L”E.S. (L'élaboration secondai- re)” aparecido en Littoral 10 (Toulouse), octubre 1983, pag. 34. 5 Jacques Lacan: Ecrits, Seuil, Paris, 1966, pg.493. En espafol: México, 1984, pag. 473. 6 Jean Allouch: Efectuacién de la transferencia, Ed. Psicoanaliticas de la Letra, México, 1988, pag. 63 a 66. ‘scritos 1, Ed. Siglo XI, La Traduccién: Una consistencia... esta interpretacion que no dice una verdad en cambio la desenca- dena: a continuacién, “‘inesperadamente’’, la analizante habla de... la muerte de su padre. Allouch sefiala que hay un saber. una maquinaria analitica que interpreta: ‘‘comer el seno (mater- no) en tanto falo paterno”’ pero seria absurdo decir ‘‘usted se co- mio al padre muerto”’. Mas que absurdo seria en el mejor de los casos una exactitud vacia, una vuelta de tuerca en el encubri- miento, en el adoctrinamiento, y justificaria perfectamente el abandono de ese andlisis como ocurridé en algtin caso. Por el contrario la escritura del significante ‘‘cajén’”’ (atauid) su colo- caciOn entre “ser esas” y ‘‘cerezas” viene a hacer pasar en el analizante el tema de la muerte del padre. Por su circunscripcién en el decir del analizante, reintroducido por el analista, “caion” juega como una transcripcién de la palabra y luego como una transliteracién (un subrayado) y una traduccidn, un saber del sentido, de la polisemia [cajén (de cerezas), atatid (para muer- tos)]. La homofonia es solamente el punto de partida de ese pro- Halgenerceitan Ue sin la “serie de montajes en el inte- cual (pueda) iencia’’7 i ieageae ee ) haber experiencia’? es el camino al Veamos otro caso en el que pueden ponerse a prueba las condi- ciones que sostienen la pertinencia de una elaboraci6n translite- rante. En su libro, recientemente aparecido, Marguerite, ou l’Aimée de Lacan, Jean Allouch se detiene en la nominacién or parte de Lacan del primer amante de Marguerite como el ‘epee tereau’’, algo que se podria traducir en espafiol por la expresion. con resonancia despectiva, de poerastro. Allouch lee, en francés, Poete-taureau’’, poeta-toro. Si nos reducimos a esta lectura de 1a homofonia escuchada permanecemos en el nivel de la asocia- clon Ingeniosa, que por otra parte es ineludible como un mo- mento, instante de la mirada lectora, seguido del tiempo para comprender que incluye no tanto el ingenio como la dimensién de dejarse capturar, incautar, étre dupe, por el inconsciente, con el retorno de los elementos del caso Aimée que permiten el mo- mento de concluir: ‘‘Esto no seria mas que un juego de palabras relacionado con el caso, si no fuese que la unica cosa concreta que nos haya sido dicha, con respecto a la sexualidad (de Mar- guerite) nina y adolescente, pone en escena a un ‘toro que persi- gue’’’...‘‘Si bien es exacto que la nominacién “‘poétereau’’ se 7 Ibid. artefacto 3 debe a Lacan, habra que admitir (...) que esta nominacion hace lazo simbélico entre el recuerdo-leyenda ‘‘de infancia y la primera aventura amorosa de Marguerite’’® (con un oscuro poeta provin- cial). Es esta relacién con los acontecimientos relatados. de sue- fios, leyendas familiares, significantes de la historia amorosa de Marguerite, la que vuelve pertinente la interpretacion transliteran- te, por parte de Allouch, de la nominacion de Lacan, y no el sim- ple juego de ingenio o el juego de palabras desplegado al escuchar poete-taureau en poétereau. Mas exactamente, puede sostenerse que la pertinencia de la transliteracién como interpretaci6n de la nominacion de Lacan se sostiene porque resulta producida por ese conjunto de lazos asociativos que “retornan’” enel lector ad- vertido (suefio, leyenda familiar, acontecimiento de la historia de Marguerite) y determinan su lectura de ese modo. La inclinacién, que sefialamos en contraste, a indiferenciar la transcripcion, la traduccion y la transliteracion, encontraria una expresién extrema en una secuencia del film de Woody Allen, Bananas, (La locura esta de moda, 1971). En ella, durante la lle- gada de Melish (M), jefe de estado de una republica tropical, a Estados Unidos, se produce este didlogo entre Melish, el repre- sentante del gobierno de EEUU y... el intérprete:? Intérprete (J) (con acento latinoamericano): I am Mister Her- nandez, the official interpreter. Representante de EEUU (R) (dirigiéndose al recién legado): Welcome to the United States. : Giielcon tu Iunai Esteit. : Thank you! : Tenk iu! : Did you have a good flight? : Eh iu jaf a guflai? : Yes, I did! : Yes, aidid! : We hope your stay in our-country... Giii jop iur estei in auer contr: Will be delightful. Giiil bi delaiful. : Pam looking forward to it... Zuo7-7-5-7-5- "Aimée it Paris, 1990. 8 Jean Allouch, Marguerite, ow I’Aimée de Lacan, Capitulo 10, E.P.E.L. Paris, 9 Transcripcién realizada por Antonio Montes de Oca, a partir del sonido de la videocassette, 46 La Traduccién: Una consistencia... I: Aian luquinforit tuit aha ... with great anticipation... I... gilit greit antisipeichon... (y la entrevista se interrumpe con la llegada de dos hombres de blanco que se llevan al intérprete. Al escaparseles, lo persiguen con una red para capturar mariposas...). Como llamar a ésto? ¢Traduccidn, transcripcion, translitera- cién? Dejo al lector la tarea necesaria para responder a esta pre- gunta utilizando el dispositivo de la articulacion ternaria de esas tres consistencias. Una concepcién localizada de la traduccién que no requiera de comillas que sefialen la impertinencia de tal designacién ni des- cuide los efectos de un exceso, en la traduccién, de flexibilidad en el juego entre imaginario y simbdlico, tendrd entonces en cuenta aquello que participa de lo literal pero sin confundirse con lo literal o sea sin reducirlo a la transliteracién: Tal es una concepcién valida que no disuelve la traduccion en la translitera- cién (ni en la transcripcién, como el intérprete del film) ni pierde la precisién ganada con la introduccién del ternario en un aplas- tamiento, en una reduccién de los matices que ese ternario justa- mente permitia situar con su escritura. Veamos a continuacién con mas detalle algunas consecuencias de estas consideraciones sobre la concepcién de la traduccion y el psicoanalisis. 2. TRADUCIR...!° J. Allouch ha sefialado!! la oscilacién, tanto en Freud como en Lacan de la terminologia entre desciframiento y traduccién des- 10 Este aspecto del presente trabajo expresa la perspectiva desde la cual escribi una serie de textos criticos sobre la edicién en espafol de los Escritos de J. Lacan. Su objetivo era sensi- billzar a los lectores interesados en la ensefianza de Lacan sobre la conveniencia de una apro- ximacién a ésta en su lengua original y a los editores en la necesidad de una revisién general de dicha edicién. La edicién Hamada “‘corregida y aumentada” de los Escritos no ha respon- dido, pese a esa designacién, a nuestra expectativa. Cfr. M. Pasternac: Aspects de I’édition des Ecrits de Lacan en espagnol, Littoral 13, Toulouse, 1984, pig 63 a 76 (en espanol en Littoral |, Cordoba, 1986, pag. 55 a 73); Los Escritos de Lacan en espanol: errores, erratas, notas y discrepancias, Boletin de cartels, 8, México, 1985, pag. 3 a 9 y Lacan “‘corregido y aumentado’’... en espaol, Boletin de cartels 16/17, México, 1988, pag. $0 a 55. 11 Jean Allouch: Les enfants du parladit, Evudes freudiennes 25, pag. 97-113, Abril 1985, 47 artefacto 3 tacando que‘‘es preferible darse cuenta de que descifrar no es traducir’’. Reciprocamente diremos: traducir no es, ni exclusiva ni predominantemente, descifrar. Allouch critica a quienes airibuyen al concepto de traduccion una extensién demasiado grande. Esto es a mi juicio valido sobre todo para esos analistas postfreudianos que tienden a reducir el an: lisis a una atribucién de sentido. No pretende, en cambio, modificar el concepto de traduccion de tal manera que se pierda la referen- cia a la prevalencia del sentido en ésta. No nos impide enunciar y hacer un trabajo de pasaje de lenguas que, justamente para res- petar el sentido, deba pasar forzosamente por la transcripcion y/o la transliteracién y pueda desembocar en una traduccion apropia- da sin que el sentido pase término a término sino en la elabo- racion de una frase, parrafo, periodo o proposicion. Esto es par- ticularmente posible en la traduccién de la poesia y permite afir- mar cierta dimensién poética de toda traduccién. Cuando Lacan juega con la homofonia (aproximada) entre el aleman‘‘Unbewusste”’ (Inconsciente) y el francés‘‘une-bévue”’ hace una elaboracion poética en la que podemos leer la efectua- cién del desplazamiento de Freud. Heidegger, refiriéndose a Descartes, dice que habiendo en éste una superposicion del pensamiento de la vieja escolastica con un nuevo comienzo del pensamiehto metafisico, corresponderia, por un lado, una recensién historica sobre dicha superposicion que considerara la opinion y la forma doctrinaria de Descartes y, por otro lado, una“‘reflexion historial’’ que volveria con un sentido nuevo y distinto al texto de la proposicion cartesiana so- bre la relacion entre el pensar y el existir 0 el ser. Lo que nos inte- resa aqui es que él concluye que seguir el sentido querido por Descartes exige...‘‘traducir sus propios enunciados en otra len- gua’’. ,Hasta que punto la pretension lacaniana de la une bévue como traduccion del Unbewusste freudiano no participa de una interpretacién de la superposicién en Freud, pese a todas las ad- vertencias en contra, de cierta supervivencia de la concepcion hartmanniana, ajena al psicoandlisis? Asi, seguir el sentido querido por Freud empujaria al desplazamiento lacaniano a una concepcion que vendria en cl lugar del Unbewusste. Pero esta- mos en condiciones de sefialar que al hacer ese desplazamiento e ir‘‘mas lejos que el inconsciente’’ Lacan justamente hace otra cosa que una traduccién y que produce, un sentido distinto con 48 La Traduccién: Una consistencia... el cual, y ésta es una proposicién fundamental, se manifiesta una reorganizacién total del campo analitico'? sobre bases diferen- tes, aunque posibilitadas por la preexistencia del camino abierto por Freud y los obstdculos que su propio recorrido puso de ma- nifiesto...para quienes, como Lacan, no se negaran a apreciarlos y a sacar las consecuencias de esa experiencia. Ahora bien, esa designacién de la une-bévue como algo que va més lejos que el Inconsciente no ha hecho fortuna, no se ha im- puesto en el uso de la literatura psicoanalitica. Exige una elabo- racién que esta a nuestro cargo sobre el alcance de sus efectos en el psicoandlisis. Trabajo que queda por hacer pero que desde ya obliga, al intentar la traduccién del seminario en el que Lacan la introduce, a tomar en cuenta el problema diferenciando las elaboraciones que como queda dicho estan a nuestro cargo y res- ponsabilidad (y que o son la traduccién) y la solucién al desafio planteado por la complicada formulacién en la que en lugar de Unbewusste viene en francés une bévue. Tendra que venir por el pasaje de lenguas algo en espafiol cuya textura debe respetar la relacion sefialada entre los vocablos aleman y francés y, sobre todo, el problema de doctrina que implica la formulacién de La- can sobre lo que va mas alla, mas lejos que el Inconsciente. Este ultimo serd el criterio fundamental sobre la validez del recurso encontrado para vertir en nuestra lengua lo escrito en francés. Se trata de un cuestionamiento del Inconsciente por el escrito,!? renominacion del Inconsciente por la une-bévue que no se impu- so, como se ha dicho ya, en el campo analitico quizds porque justamente nomina otra cosa. Esta es la formulacién de Allouch.!4 Pienso, por mi parte, que la nominacién lacaniana no estaba destinada a sustituir la de Freud sino a abrir el paso a esa otra cosa. Esta no era tampoco la une-bévue sino, a través del no saber que sabe a propdsito de la equivocacién algo que desalo- jaba al inconsciente y en su lugar venia a ubicar, por ese des- 12 Cfr. Varios autores: Lacan Freud ¢Qué relacién?, Ed, Villicafia, México, 1987. 13 Jean Allouch: Lettre pour lettre, Erts, Toulouse, 1985, pig. 174. 14 La radicalidad de lo que estd en juego aqui es expresada a veces por Lacan con toda cru- deza, como cuando en su confereucia del 26 de febrero de 1977 en Bruselas, contempordnea del Seminario L'Insu..., dice: ‘La idea de representacién inconsciente es una idea totalmen- te vacia. Freud pasaba completamente de lado sobre el inconsciente (Freud tapait tout a fait @ céte de Vinconscient) (...) La idea de representacién inconsciente es una cosa k bien, es asi como Freud la aborda. Hay huellas de ello muy tarde en sus escritos. {1 ciente? Propongo darle otro cuerpo porque es pensable que se piensen las cosas sin pensar- las, Basta con vocablos, los vocablos hacen cuerpo (...) es eso el inconsciente, se es guiado 49 artefacto 3 plazamiento, una topologia apropiada para la subversion de la oposicién binaria interior-exterior. Lo que viene ahi,‘ Otra cosa’’, tiene que ver con el Otro con mayuscula (A). Lacan di- ce:‘No veo que se pueda dar un sentido al inconsciente si no es al situarlo en este Otro (A) portador de significantes.’’!5 Es de- cir que el inconsciente es desplazado— por otro sistema de rela- ciones, donde se trata de A, A %, S1, S2,8 ©. a,8 © D, etc. Y, sin embargo, Lacan habla de... traduccion. No estamos obli- gados a convenir con él en esa designacién. Sigamoslo en su ca- mino. El 16 de noviembre de 1976 expresa, en el seminario ya citado:‘tYo dije que habia de I’ une bévue (equivocacion, metida de pata)...Es una manera tan buena como cualquier otra de tra- ducir (yo subrayo, MP) el Unbewusste, como el inconsciente en particular que en francés —y en aleman también por otra parte (y en espanol MP.)— equivoca, hace equivoco, con*‘inconcien- cia’’. El inconsciente, eso no tiene nada que ver con la inconcien- cia. Entonces, por qué no traducir (subrayado mio, MP) muy tranquilamente por la une-Lévue’’. Como se ye Lacan da aqui mas bien razones que justificarian mantener en francés (y en es- pafiol) la traduccién de Unbewusste por “inconscient’” (o in- consciente) porque esta ultima palabra tendra el mismo. defecto que Unbewusste en aleman y por lo tanto seria una buena tra- duccién. Lo que hay alli no vale, entonces, como una critica a la traduccién sino al yocablo en aleman que equivoca, dice La- can. Y entonces en el lugar de Unbewusste Lacan no traduce si- no que translitera y coloca la une-bévue, la equivocacién misma, la metida de pata. Pienso que en realidad Lacan no propone la‘‘une-bévue’’ ni co- mo traduccién ni como substitucién del concepto de inconscien- te, sino como paso que lo lleva a cuestionar lo que encuentra de inevitablemente referido a un interior y, por lo tanto, a una to- por vocablos, palabras sobre las que no se comprende nada..." (Traducido por M.P a partir de la version sin pie de imprenta ni referncia al lugar de impresién llamado Petits écrits et conférences 1945 - 1981, pag. 576). Cabe destacar que Lacan dice esto envel interior de la respuesta a la pregunta ‘“;Lacan es freudiano pero Freud no es lacaniano?”” después de ha- ber empezado expresando: “Totalmente verdadero (Tou! a fait vrai) Freud no tenia la me- nor idea de lo que Lacan vino a pariotear (jaspiner) en torno de esta cosa de la que tenemos la idea...”’ y a continuacién comenta sobre la ‘“representaciér inconsciente”’. No debe ser casual que en una reunién del seminario L ‘insu... contempordneo de esta conferencia Lacan diga que sin la escisién de 1953 él habria sido mas discreto... jse trata de otra cosa, de un desplazamiento, nada menos! 15 Jacques Lacan: Seminario inédito del 16 de noviembre de 1976, 50 La Traduccién: Una consistencia... pologia como la de la esfera , hacerse (se faire, sphere) una ima- gen de un interior del Yo:‘‘porque fui (...) confrontado con la idea que soporta el inconsciente de Freud intenté no responder de eso, sino responder a eso de manera sensata es decir no imaginando que esta avisién —aquello de lo que Freud se avisé (se advirtid), eso es lo que quiero decir, que esta avisién concierne algo que estaria en el interior de cada uno (de todos)’ (los subrayados son mios, MP). Por eso recurre a otra topologia. Es decir que la une-bévue lacaniana o mas exactamente lo no sabido que sabe de ella,'® des- plaza al inconsciente freudiano y en ese /ugar vendra una topolo- gia, y no cualquiera: la de “‘la botella de Klein, un toro que se atra- viesa él mismo’’ dice Lacan justamente alli, en el seminario (1) L'INSU QUE SAIT DE L’UNE-BEVUE S’AILE A MOURRE A propésito de cuyo titulo!” se nos plantean los problemas de traduccién que ponen en acto el tema que estamos discutiendo: Lacan designa en él como traduccién lo que el aporte de Allouch permite situar como transliteracién. La lectura del titulo de ese seminario plantearia a un hablante fran- cés problemas de sentido: gEn qué medida, se dira, lo no sabido que sabe acerca de la metida de pata 0 sea a propésito de una equi- vocacién grosera, provocada por la ignorancia o la inadverten- cia ‘‘se ala’’ (jasombro!, existe un verbo reflexivo ‘‘alarse’’?),!8 16 “Esta funcién del saber de la une-bévue por el que yo traduzco el inconsciente’’, (Jac- ques Lacan: Seminario inédito del 14 de diciembre de 1976). Se puede notar que Lacan dice no que ‘‘traduce” el inconsciente por la une-bévue sino por “el saber de la une-bévue"’. En el seminario inédito del 11 de enero de 1977 Lacan precisa:"” ...he hecho notar que el Saber del que se trata era ni mas ni menos que el inconsciente y que en suma era muy dificil saber muy bien la idea que tenia del él Freud. Todo lo que él dice, me parece, me ha parecido, iimpone que sea un saber’. Sin embargo hay que reconocer que Lacan oscila y en otra parte toma, efectivamente /'une-bévue por una traduccién. Asi en el seminario inédito del 10 de mayo de 1977; “Esta bévue, es con lo que yo traduzco el Unbewusste, es decir el inconsci te, En alemdn eso quiere decir inconsciente pero traducido por /'une bévue quiere decir total- mente otra cosa (0 sea que no es una traduccién MP) eso quiere decir un traspié, un tropie- z0, un deslizamiento de palabra a palabra”. 17 Cabe sefialar que Mayette Viltard menciona en su articulo Point de vue sur lidentifica- tion (Littoral 21, Octubre de 1986, pag. 129) otra escritura de este titulo registrada en notas personales: L "INSU QUE C’EST D’L’UNE BEVUE S’AILE LA MOURRE (Lo no sabido que ¢s de la una equivocacién se ala la morra), 18 En realidad Lacan da una indicacién en el curso de su seminario sobre lo que puede jugarse en “‘s’aile’’. El 15 de febrero de 1970 dice (Versién CHO, pag. 4/5): ‘‘Siempre estuve en relacidn con la conciencia pero bajo una manera que formaba parte del inconsciente puesto que es una persona, una “ella” (elle), en este caso una “ella” pues la persona de que se trata se puso en tercera persona al nombrarse Manéne, bajo una manera que formaba parte de! in- consciente, digo, pues es una “ella” que como en mi titulo de este afto, una “ella” (elle homo- fonia de aile) que "se alaba a morra (s'ailai mourre) que se daba como portadora de saber”. St artefacto 3 “se ala a morra’’... ese juego que Apollinaire metaforizaba como juego del numero ilusorio de los dedos y que, segtin los @icciona- rios, consiste en que dos personas se muestren rapida y simultanea- mente cierto numero de dedos extendidos a la vez que gritan una cifra menor de diez que intenta expresar la suma de esos dedos, re- sultando ganador el que acierte sobre esa cantidad (seria ése el no saber que sabe?): jEnigmatico, eh! Se puede intentar reunir los ca- bos sueltos y dar al conjunto algtin sentido que nos tranquilice. Por ejemplo que Lacan‘‘quiere decir” con ese titulo que el no sa- ber sabe sobre la equivocacién de tal modo que puede acertar en la morra y como el pufio cerrado (morra) se cuenta como cero en ese juego, y como el cero simboliza el objeto que no esta y qui- zas‘‘se ala’? quiera sugerir el aleteo de las manos lanzndose al jue- go, bla, bla, bla... No, mejor no sigamos, esto no nos satisface y nos evoca vergonzosamente la actitud de Kircher haciendo de sus intuiciones ley. Mejor no entender tan pronto, se podra decir el lec- tor y asi permitiéndose oir los sonidos en una lectura en voz alta podra con letras y puntuaciones distintas ‘ranscribir y transliterar lo que se le revelara entonces como un ciframiento de un texto dis- tinto ahora escrito del siguiente modo: (2) L’INSUCCES DE L’UNBEWUSSTE C’EST L’AMOUR Ahora, solamente ahora, podra entender un sentido claro en esa frase y si, por aiiadidura, tiene a su cargo la traduccion al espa- fiol de ese texto el lector del que hablamos dejara de lado su pri- mera lectura de la frase (1), que habra sido (3) LO NO SABIDO QUE SABE DE UNA METIDA DE PATA SE ALA A MORRA por las mismas razones que le hicieron desecharla en francés... y guiado por el sentido podra proponer, a partir de la frase (2) (4) EL FRACASO DEL INCONSCIENTE ES EL AMOR De esta traduccién, y para seguir la légica de transformacién que hemos pesquisado en el original francés podra, en espajiol transcribir fonéticamente y transliterar escribiendo (5) EL FRAC, AS O DELINCO, SIENTESE EL AMOR o bien con otro ternario de traduccién y transliteracién de la transcripcién fonética (6) EL NO EXITO DEL INCONSCIENTE ES EL AMOR La Traduccién: Una consistencia... y su escritura como (7) EL NO HESITO: DELINCO, SINTESE EL AMOR oO (8) EL NO, EXIT O DELINCO, SIENTESE EL AMOR Pero en este punto podemos detenernos al advertir que si acepta- mos esta elaboracién dejamos de lado un aspecto que esta en el primer plano de la elaboracion lacaniana: /’une bévue era para Lacan (freudiano) su traduccién del inconsciente de Freud y pa- ra nosotros (lacanianos) es la transliteracidn del Unbewusste (de la teoria freudiana) en la une-bévue del desplazamiento operado por la ensefanza de Lacan. Nos damos cuenta de que la traduc- cién que habia resultado de nuestra elaboracién anterior borra ese desplazamiento al cifrar la expresién de/ inconsciente con de- linco siénte/se). No hay en esta ultima una traduccién al espafiol de la transliteracién (en francés) une-bévue. Retomamos pues nuestro proceso de produccién de la traduc- cion. Ponemos el acento en la transmisién del sentido cifrado y escribimos (9) EL NO EXITO DE UNA EQUIVOCACION ES EL AMOR Dejamos resonar los fonemas, los transcribimos y producimos esta transliteracién: (10) EL NO ES HITO DE UNA X VOCACION: ES EL AMOR x vocacion es una transliteracion de equivocacidn que es una tra- duccion de une-bévue que es una transliteracién de Unbewusste. Esta escritura aparece ahora como una traduccion del titulo del seminario que coloca al lector en espafiol en una posicién ante el texto andloga a la de un hablante francés con el original. Es una traduccién, quizds aceptable, pero no puedo evitar cierta insatisfaccion: no he podido, en efecto, incluir hasta ahora en este resultado la referencia al no saber que sabe que antes habia- mos situado en una estrecha ligadura con la‘‘une-bévue’’. Haga- mos un intento de incluir esta dimensién del siguiente modo: (11) EL NO SABER SABE UNA X VOCACION: ES EL AMOR que transliteramos, finalmente por EL NO OSA VER, SABE UNA X VOCACION: ES EL AMOR artefacto 3 Lo que advertimos en definitiva y que hace tan dificil esta tra- duccién en cuanto debe responder a la letra y al sentido doctri- nario es que en el texto de Lacan en francés el sentido no estd en una sino en las dos expresiones transliteradas en las que se distribuyen los elementos que vehiculizan ese sentido. En la es- crita‘‘abiertamente’’: 1) lo no sabido que sabe, y 2) la metida de pata, equivocacion, y en la otra: 1) el fracaso, 2) el Unbewusste y ... 3) el amor.!9 Si, el amor, porque si‘‘no hay relacién se- xual’’, el amor es ese fracaso del inconsciente en que se da lo que no se tiene a quien no lo es. La vida misma es el recorrido de las realizaciones de ese fracaso. Dada la particular distribucién del sentido en las dos expresiones transliteradas, en espajiol se trataria de producir dos formulaciones que tengan la misma relacion entre si. He realizado un intento en esa direccién, seguramente insuficiente, pero que indica la légica de este trabajo. Transmito este resultado pa:cialmente insatisfacto- rio pues me interesa aqui compartir estas reflexiones mds que la resolucién misma de un problema de traduccién. Transmitir, en suma, el sentido de la experiencia mas que su contenido, 3...ANALIZAR... Walter Benjamin” presenta una tesis que puede parecer, en una primera aproximaci6n, discrepante con la que aqui sostengo pe- ro que remite mas bien a una diferencia de objetos y a una con- fusién en la nominacion de éstos. Se refiere en realidad a un pro- ceso de produccién de textos que despliega la subjetividad del traductor como poeta, transmisor de la forma sin nada que ver con la comunicaci6n. Posicién que tiene un costado fascinante por su radicalidad. Pero se refiere en realidad, por lo demas, a la traduccién en el sentido en que aqui tratamos? Pienso que 19 Al presentar este texto el 12 de marzo de 1989 psicoandlisis sobre Transmisién del psicoandlisis ;pasaje de lenguas? una asistente manifest6, en un tono en el que mas de uno percibié cierta irritacién, "*gpor qué esos cinco elementos?’”. Dejando de lado otras consideraciones transmito al lector esta incitacién a in- vestigar la posibilidad de mas o menos (u otros) “elementos que vehiculizan el sentido” que podrian establecerse en el titulo del seminario mencionado. 20 Walter Benjamin: ‘La tarea del traductor”’ y ‘Sobre el lenguaje en general y sobre el lenguaje de los hombres", en Angelus novus, Ed. Edhasa, Barcelona, 1971, pag. 127 a 165 (traduccién de H. A. Murena). el coloquio de la escuela lacaniana de La Traduccién: Una consistencia. no, dado que incluye como traduccion una produccién nomina- dora ligada a cierta metafisica segin la cual ‘‘la palabra muda de las cosas es tan infinitamente inferior a la palabra denomi- nante del conocimiento del hombre como ésta lo es, a su vez, a la palabra creadora de Dios (...) La /engua de las cosas puede pa- sar ala iengua del conocimiento y del nombre sélo en traduccion (pag. 159, italica mia). El traductor debe ocuparse de hacer pasar la relacién con un tex- to de otro, no su propia subjetividad, no su relacién con ese texto aun cuando ésta sea su instrumento para ese pasaje. Esto constituye una constriccién para su ‘‘libertad creadora’’. La li- bertad (siempre con comillas, claro) supone el acento en la pro- duccién subjetiva atin a partir del pre-texto de ‘‘algo’’ del texto de otro. Esto es propio de toda actividad yoica, sobre todo cuan- do ignora esta dependencia suya del campo del Otro (A), que le es constitutiva. Efecto subjetivo que puede ponerse a la luz, en tela de juicio, en cuestionamiento, con la regla fundamental, en el psicoandlisis. El ‘‘su’’ de su creacién remite ademas como siempre a un enigma sobre esa tercera persona insituable corpo- ralmente, y que puede circular entre el yo, la imagen del seme- jante, el Otro (A) y el sujeto tal como lo escribe el esquema L de Lacan en su recorrido moebiano. EI traductor renuncia a cierta libertad al someterse al dique que le impone el texto de otro. Puede entenderse que para W. Benja- min esto sea conceder a la comunicacion, al sentido y con ello incurrir en una mala traduccion asi calificada en defensa de una creacioén superior. Pero creo que con esto él habla de otra cosa distinta de la traducci6n que el ternario Transcripcidn —Transli- teracién— Traduccidn permite situar con claridad y diferenciar apropiadamente. No basta como propone Benjamin con redu- cirse a un punto de contacto tangencial con el texto del otro para que se trate de una traduccion. Las ‘‘Variaciones sobre un tema de Paganini’’ son de Rachmaninoff, no de Paganini. El tema es, en cambio, explicitamente de Paganini. Justamente con apoyo en esta formulacion de las “‘variaciones”’ y sin hacer por lo tanto responsable a Paganini de la produccién de Rachmaninoff ni a W. Benjamin de lo que propongo (confio en que quien lea estas lineas no confundira el dominio de la responsabilidad con la pre- ocupaci6n por reivindicar un derecho de propiedad), yo tomaria el tema de lo tangencial figurandolo con dos circunferencias que sdlo tienen en comin un punto (el del sentido, como reconoce artefacto 3 el mismo Benjamin) y circunscriben dos campos diferentes, los de dos lenguas distintas, la del texto original y aquella en que es traducido. El recorrido en la segunda, partiendo de esta limita- cién tangencial, esta también constrefiido por lo que Lacan, si- guiendo una tradicién que él no inaugura, llama el genio de la lengua y lo que con Jakobson podriamos precisar diciendo que “las lenguas difieren por lo que deben expresar, y no por lo que pueden expresar’’.”! Entre estas dos restricciones, la del sentido (punto tangencial) y la del genio de la lengua, se despliegan los recursos en la lengua a la que el sentido pasa desde ese punto tangencial. En el testimonio del trabajo realizado en el cartel de traduccién de la plaqueta de la e.|.p.22 hay una elaboracién que permite sostener estas proposiciones. Tal seria una forma distin- ta de retomar los temas de la fidelidad y de la libertad, tan caros a los traductores. Si las dos circunferencias tangentes figuran el proceso de la traduccion y hacen presente la intersubjetividad, el imaginario y la dimensién del sentido que lo caracterizan, el discurso del psicoanilisis se escribira, en cambio, con la topolo- gia del ocho interior, la banda de Moebius, la botella de Klein: no-hay intersubjetividad, un sujeto es representado por un signi- ficante para otro significante. La tarea del traductor sacrifica algo de la dimensién del sujeto a una vocacién de la transmisién de un texto. Debe traducir el contenido de éste y también su sentido para lo cual, como hemos visto, entra en un juego entre lo mismo y lo diferente subordina- do a lo mismo. La falla constitutiva de la traduccion, su resto inevitable exige la articulacién con ella de la transcripcién y la transliteracién para poder reproducir la estructura en la relacién de otro lector, en otra lengua, con ese texto. Y ello en virtud de una vocacién del traductor por reducir los efectos de esa fa- lla. Todo esto revela las constricciones a que se somete un tra- ductor en su tarea, diferente a la de un poeta escribiendo su poe- sia, aunque utilice recursos de la poesia y aunque se requiera un don de poeta para poder traducir poesia, en particular. No se trata aqui de una cuestidn de valores entre poesia y traduccién sino de sus especificidades. 21 Roman Jakobson: Essais de linguistique générale, Les éditions de minuit, Paris, 1963, pag. 84. 22 Nora Pasternac y Marcelo Pasternac: Una experiencia de traduccién en un cartel: (a pla- queta de la ESCUELA LACANIANA DE PSICOANALISIS. Presentacién en el Coloquio de la e.l.p. sobre Transmisién del psicoandlisis, México, 12 de marzo de 1989. 56 Una consistencia... El psicoanilisis, por su parte, esta destinado a desplegar la falla que en la traduccién habria que reducir. Tal es el sentido de la regla fundamental: que la. diferencia pueda abrirse paso en el texto del Otro. Philippe Julien sefialaba en su seminario de México de 1984 que el psicoanalista que traduce las palabras del analizante en un vo- cabulario pseudo-psicoanalitico (o cualquier otro, agregaria por mi parte) no hace una interpretacién analitica sino un adoctrina- miento por medio de un metalenguaje. En algunos casos, agre- gaba, eso consiste en asestar el Edipo, encajarlo en la cabeza del que en este caso puede ser llamado apropiadamente paciente y no analizante. Esto permite explicarse la prudente desconfianza de Joyce ante un psicoandlisis salvaje que pretendiera emparen- tar al escritor con Freud por la via de una traduccién (Joyce- alegria-Freude), un psicoandlisis dispuesto a una escucha de los significados de las palabras y no a la lectura de su letra. En vez de la esterilizacién de la capacidad creadora, cosa que Joyce temia, con justicia, de esa practica adoctrinadora, el su- brayado de la dimensién de la letra que Lacan leia en el Freud descifrador de los acertijos de los suefios, donde las imagenes es- cribian los significantes en vez de remitir a las cosas representa- das, permite poner al alcance de todo analizante una poiesis que podria creerse reservada a los artistas. Lacan admitia la intervencién organizadora que Melanie Klein efectuaba al introducir el Edipo con la interpretacién estructu- rante que realiza en el caso Dick.? Algunos creyeron ver en es- to un ejemplo de traduccidn. Philippe Julien indicé, en la oca- sién mencionada, que la intervencién de Melanie Klein era, por el contrario, una nominacidn que construye, instaura significan- tes nuevos, no expresa un significado preexistente con otro signi- ficante, no dispone en el caso Dick de un‘‘ya-ahi’’ que pudiera ser traducido como podria ocurrir en el caso de un neurético. En suma es la instauracién de una estructura donde atin no existia. Podemos ver aqui una respuesta a la confusion que sefialabamos en W. Benjamin quien pensaba la nominacién como una traduc- cién. Lo que me interesa sefialar es que esa practica kleiniana hi- zo fortuna, con la modificacién que le impusieron los ingredien- 23 Jacques Lacan: Les écrits téchniques de Freud. Seminario del 17 de febrer i . ro de 1954, establecido, Hay en el mercado una redaccién de J-A. Miller y su traduccion en espanol, 57

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