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La ética de los fines y los medios

2013/01/08

En la acción, no siempre se disfruta del lujo de una decisión consistente con la conciencia
individual de cada uno y a la vez con el bien de la humanidad. La elección debe hacerse respecto a
esto último. La acción se dirige a la salvación de las masas y no a la salvación personal del
individuo. Quien sacrifica el bien común por su conciencia individual tiene una peculiar concepción
de la “salvación personal”; no le importan lo suficiente las personas como para ser corrompido por
ellas.

Saul Alinsky, aktibista eta pentsalari estatubatuarra (1909-1972)

Tratado para radicales. Ed. Traficantes de sueños, 2012 (texto de 1971)

Las personas que amontonan tesis y escritos acerca de la ética de los fines y los medios que, salvo
raras excepciones, son absolutamente estériles, pocas veces escriben acerca de sus propias
experiencias dentro de la permanente lucha de la vida y el cambio Son ajenos a las
responsabilidades, a los problemas operacionales y a la incesante presión para tomar decisiones
inmediatas. Están apasionadamente comprometidos con una objetividad mística que sospecha de
las pasiones. Asumen una situación inexistente en la que los hombres, desapasionadamente y con
la razón, dibujan y deciden fines y medios como si estuvieran estudiando una carta de navegación
en tierra firme. Se les reconoce cuando dicen: “Estamos de acuerdo con los fines pero no con los
medios”, o bien: “Éste no es el momento adecuado”. Los moralistas de los fines y los medios
siempre acaban logrando sus fines sin tener que utilizar los medios.

Constantemente obsesionados por la ética de los medios empleados por los pobres contra los
ricos, deberían preguntarse más bien dónde se situan políticamente. De hecho, son aliados pasivos
de los ricos. Es a ellos a los que se refería Jaques Maritain cuando declaraba: “El miedo a
ensuciarse las manos entrando de lleno en la historia no es una virtud sino una forma de evadirla”.
Estos hombres de inacción fueron los que decidieron no luchar contra los nazis de la única manera
en la que se podía luchar contra ellos. Corrieron las cortinas para no ver el vergonzoso espectáculo
de los judíos y los presos políticos cuando eran arrastrados por las calles. Son los mismos que en la
intimidad deploraban el horror de todo aquello y no hicieron nada al respecto. He aquí el colmo de
la inmoralidad. El más inmoral de los medios es la no utilización de ninguno de ellos. [...]
A continuación voy a presentar una serie de reglas que remiten a la ética de los medios y los fines:

Regla 1: La preocupación por la ética de los fines y los medios es inversamente proporcional a los
intereses personales que tenemos en el asunto.

Regla 2: La manera de juzgar la moralidad de los medios varía según las posiciones políticas de los
juzgados.

Regla 3: En la guerra el fin justifica casi cualquier medio.

Regla 4: La ética de los fines y los medios debe juzgarse dentro del contexto donde se desarrolla la
acción y no desde cualquier otro punto de vista cronológico.

Regla 5: La preocupación por la moral aumenta con el número de medios disponibles y viceversa.

Regla 6: Cuanto menos importante sea el fin deseado, más puede uno permitirse evaluar la
moralidad de los medios.

Regla 7: El éxito o el fracaso son poderosos determinantes de la moral.

Regla 8: La moralidad de los medios depende de si éstos están siendo empleados en tiempos de
derrota inminente o en tiempos de victoria asegurada.

Regla 9: Cualquier medio eficaz es automáticamente juzgado como inmoral por la oposición.

Regla 10: Hay que hacer lo que puedas con lo que tengas, y cubrirlo todo de un halo de moralidad.
Regla 11: Los objetivos deben ser redactados en términos generales (libertad, igualdad,
fraternidad).

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