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DERECHOS FUNDAMENTALES – TEMA 8

Profesora. Rosario Tur Ausina

DERECHOS FUNDAMENTALES

Tema 8.-
a) Derechos de comunicación pública
b) Libertades de reunión y manifestación
c) Libertad de asociación
d) Derecho de participación en asuntos públicos
e) Derecho a la jurisdicción

a) DERECHOS DE COMUNICACIÓN PÚBLICA

Art. 20 CE.

1. Tipología
Engloba el genérico y clásico derecho a la libre expresión de ideas, opiniones o
informaciones, manifestación del pluralismo como valor superior, y garantía del Estado
Democrático.
El art. 20.1 recoge 4 manifestaciones del derecho:
1) 20.1.a): libre expresión en sentido estricto: se refiere a la libre expresión o
difusión de ideas y opiniones, es decir, a la expresión de juicios de valor, a
través de la palabra, escritos, o en general, cualquier medio de
reproducción.
2) 20.1.b): libertad de creación literaria, artística, científica y técnica, que se
traducen en el derecho a crear obras de los tipos citados.
3) 20.1.c): libertad de cátedra: relacionado con el derecho a la educación del
art. 27 CE, consiste en la libertad ideológica y de expresión desarrollada en
el ejercicio de la función docente, y para cualquier tipo de profesor. Al
mismo tiempo, es garantía de una institución como la libertad académica,
investigadora y de estudio. Su ejercicio no es absoluto, sino que debe ser
modulado según el nivel más o menos científico de los conocimientos
transmitidos, el nivel de madurez de los alumnos y en consecuencia la
obligación de proteger a la juventud y la infancia, y la naturaleza pública o
privada del centro.
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4) 20.1.d): libertad de información: derecho a comunicar o recibir libremente


información veraz por cualquier medio de difusión. La veracidad de la
información es un requisito al que cabe sujetar el ejercicio de este derecho,
y que consiste, no en una correspondencia exacta entre lo que se describe
y la realidad –acepción coloquial del término “veracidad”-, sino en que la
información esté suficientemente contrastada antes de su divulgación. Esta
libertad no es ejercitable sólo por periodistas, aunque, por ser los que más
frecuentemente la desarrollan, están especialmente protegidos a través del
derecho a la cláusula de conciencia, y el secreto profesional.
- cláusula de conciencia: LO 2/1997, reguladora de la cláusula
de conciencia de los profesionales de la información. Protege
a los periodistas para evitar que tengan que trabajar en un
medio que se rige por principios ideológicos contrarios a sus
convicciones. Por ello, se les faculta a los periodistas para
rescindir su contrato con derecho a una indemnización en
caso de que el medio cambie de orientación ideológica, o se
cambie al periodista de medio de comunicación –dentro de la
empresa-; se les permite, asimismo, negarse a participar en
informaciones contrarias a sus principios.
- secreto profesional: permite a los periodistas guardar secreto
sobre las fuentes de las informaciones.

2. Garantías de la libertad de expresión


Garantías de la libertad de expresión, en su ejercicio libre, plural y en el marco
del Estado de Derecho, son las siguientes:
- Prohibición de censura previa (20.2): la Constitución prohibe la restricción
de la libertad de expresión a través de una autorización previa dirigida a
autoridades que examinen oficialmente el contenido del mensaje o una
obra. No es censura previa el secuestro por un tribunal de un medio que
presuntamente ha cometido una infracción el ordenamiento.
- El pluralismo en los medios de comunicación estatales (20.3): el precepto
se remite al legislador para que éste regule la organización y el control
parlamentario de los medios de comunicación social dependientes del
Estado o de cualquier ente público, garantizando el acceso a los mismos a
grupos sociales y políticos, y respetando el pluralismo y las diversas
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lenguas. Esta regulación la encontramos en los Reglamentos de los


Parlamentos, que contemplan Comisiones específicas para estos medios
de comunicación, y en el Estatuto de la Radio y la Televisión, que aluden a
un Consejo de Administración cuyos miembros son elegidos por los
Parlamentos -garantizándose de este modo el acceso de las minorías-, y
que fija criterios de programación que aseguran el acceso de los distintos
grupos.
- Secuestro judicial de publicaciones, grabaciones u otros medios de
información (20.5): este artículo declara que sólo un juez podrá retener una
obra impresa, sonora o audiovisual, debido a la presunta infracción legal
que se haya cometido a través de aquélla. Las leyes procesales regulan
esta conducta como medidas de carácter cautelar en el seno de un
procedimiento (prohibición de emitir un programa grabado de radio o
televisión, ordenar la no grabación de un programa).

3. Límites (20.4)
Son básicamente los siguientes:
- El respeto a los derechos del Título I.
- En particular, el honor, la intimidad y la propia imagen, que no permiten que
la expresión contenga insultos y expresiones vejatorias y humillantes,
innecesarios en el mensaje.
- La protección de la juventud y de la infancia.

b) LIBERTADES DE REUNIÓN Y MANIFESTACIÓN

Art. 21 CE
LO 9/1983, reguladora del derecho de reunión.
El reconocimiento del pluralismo y de la libertad de expresión llevan aparejado
el consecuente derecho a transmitir a otros las opiniones, a escucharlas. La reunión
es, por ello, la forma más básica de expresión pública. Ambos derechos están
relacionados, pues la libertad de expresión cobra mayor sentido cuando se reúne a
varias personas para transmitir ideas y opiniones.
El art. 21 garantiza este derecho, cuyo ejercicio se produce cuando existe una
“concurrencia concertada y temporal de más de 20 personas, con finalidad
determinada” (art. 1.2 LODR). Quedan fuera de este derecho las reuniones celebradas
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en lugares cerrados con carácter privado: familiares, profesionales, asociaciones,


sociedades,... así como las que tienen lugar en entidades o recintos militares.
El ejercicio de este derecho está sometido por la CE a unas condiciones:
- las reuniones deberán ser pacíficas y sin armas. En caso contrario se
entiende que no se encuentra amparado por este derecho. Es más, su
ejercicio se considera un delito para quienes las convoquen y asistan (arts.
513 y 514 Código Penal), y permite la restricción del derecho cuando, aun
siendo pacíficas al principio, posteriormente, durante el transcurso de la
misma, se suceden actos violentos o se detecta la presencia de armas,
pudiéndose, pues, proceder a su disolución.
- Para el ejercicio del derecho de reunión no se necesita una autorización
previa (art. 21.1 in fine CE). Sin embargo, eso no significa que la puesta en
práctica del derecho esté exenta de todo control. De hecho, el art. 21.2
establece que, para las reuniones en lugares de tránsito público (reuniones
estáticas), y para las manifestaciones (reuniones con un itinerario), se
requiere una comunicación previa a las autoridades –no exigible para las
reuniones en lugares cerrados-. Esta comunicación no debe confundirse
con una autorización, pues la autoridad no puede prohibir la reunión, a
menos que existan razones fundadas de que podrá producirse una
alteración del orden público, con peligro para personas o bienes. La
comunicación se debe entender, más bien, como destinada a facilitar una
labor de custodia por parte de los poderes públicos, que pueden así
proteger tanto la seguridad ciudadana, como a los mismos ciudadanos
(titulares del derecho) que se están reuniendo o manifestando.

c) LIBERTAD DE ASOCIACIÓN

Art. 22 CE
Ley 1/2002, de 22 de marzo, reguladora del Derecho de Asociación.
Este derecho consiste en la libre disponibilidad de los ciudadanos para
constituir formalmente, junto a otros ciudadanos, agrupaciones permanentes
encaminadas a la consecución de fines específicos de carácter no lucrativo. Se
distingue de la reunión por su carácter más formal (Estatutos, inscripción en el
Registro), y por su vocación de permanencia.
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Con la consagración de este derecho por la Constitución se entiende que no se


requiere solicitar autorización a las autoridades para su constitución (lo que sí ocurre
en regímenes antidemocráticos). Las asociaciones se constituyen al amparo directo
del art. 22, con la simple voluntad de los sujetos de crearlas a través de un Acta
Fundacional que contenga unos Estatutos, adquiriendo con ello personalidad jurídica y
plena capacidad de obrar. Aunque posteriormente –una vez constituidas-, pueden
inscribirse en un registro a los solos efectos de publicidad (art. 22.3). Con ello, se hace
pública la asociación y se garantizan los derechos de sus miembros y de terceras
personas, pues se separa el patrimonio de la asociación y el patrimonio de los
asociados que, en caso contrario, de no existir inscripción, deberían responder
personal y solidariamente de lsa obligaciones que contrajeran con terceros como
miembros de la asociación.
La Constitución no permite cualquier tipo de asociación, sino que establece dos
límites:
1) Las asociaciones que persiguen fines o utilicen medios tipificados como
delito son ilegales. La Constitución remite a la ley, y concretamente, al
Código Penal, que considera delictivas las asociaciones que pretenden
cometer un delito, bandas armadas, grupos terroristas, las que promueven
la discriminación, el odio o la violencia, o las que, sin perseguir fines
delictivos, utilizan medios violentos o de control de la personalidad (art. 515
CP).
2) Son asociaciones prohibidas las secretas y las de carácter paramilitar.
- paramilitares: asociaciones que adoptan las estructuras organizativas, los
comportamientos o los signos externos de organizaciones militares (están
tipificadas como delito: art. 515.4 CP)
- secretas: las que premeditadamente acuerdan mantener en secreto la
existencia de la asociación.
En todo caso, sólo una autorización judicial motivada puede decretar la
disolución o suspensión de una asociación, pero nunca, como ya dijimos, la misma
autoridad administrativa: ni a través de una autorización, ni en el momento de su
inscripción en el registro.

d) DERECHO DE PARTICIPACIÓN EN ASUNTOS PÚBLICOS

Art. 23 CE.
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Consecuencia del pluralismo como valor superior, y manifestación más directa


del Estado Democrático (art. 1.1 CE), este derecho constituye la configuración como
derecho fundamental del principio que atribuye la soberanía al pueblo (art. 1.2). Al
mismo tiempo, la participación de los ciudadanos es, desde el art. 9.2 CE, un mandato
dirigido a los poderes públicos, que están obligados a facilitarla.
El art. 23 reconoce, pues, el derecho de los ciudadanos a participar en la vida
pública para así contribuir a la formación de la voluntad del Estado, bien en los
órganos políticos, bien a través de la función pública, en la Administración.
En este precepto se distinguen varias dimensiones del derecho:
a) Derecho a participar en los asuntos públicos: art. 23.1 CE: al respecto la CE
contempla 2 modalidades:
- Participación directa: básicamente a través del referéndum según los
distintos tipos que contempla la CE:
• Referéndum consultivo (art. 92 CE): las decisiones políticas de especial
trascendencia pueden ser sometidas a consulta de todos los ciudadanos.
Convoca el Rey, mediante propuesta del Presidente del Gobierno
previamente autorizada por el Congreso (mayoría absoluta: art. 6 LO
2/1980, dictado en aplicación del art. 92.3 CE)
• Referéndums autonómicos: previstos por la CE en relación con distintos
momentos del procedimiento de acceso a la autonomía: ratificación de la
iniciativa autonómica (151.1), o ratificación de un proyecto de Estatuto de
Autonomía (151.2, 3 y 5 CE).
• En la reforma constitucional: referéndum de ratificación de una revisión total
de la CE (168.3 CE), tiene carácter preceptivo; y referéndum de una
reforma parcial (167.3): facultativo, pues procede sólo si lo solicitan 1/10
parte de los miembros de las Cámaras, dentro de los 15 días siguientes a la
aprobación de la reforma.
También es un modo de participación directa la iniciativa legislativa popular
(87.3 CE).

- Participación indirecta: por medio de representantes libremente elegidos, y


que tiene lugar en el proceso de elección de los miembros de las Cortes
Generales (art. 66 CE), las Asambleas Legislativas de las CCAA,
Diputaciones Provinciales, y Ayuntamientos.
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Esta participación se canaliza a través de representantes elegidos en


elecciones periódicas por sufragio universal (sufragio activo).
Derecho circunscrito a los ciudadanos españoles (art. 13.2 CE), con la
salvedad de la referencia a las elecciones municipales.

b) Derecho de acceso a cargos públicos: los ciudadanos no sólo participan en


los actos públicos al elegir a los representantes (sufragio activo), sino que
también poseen un derecho de acceso a esos cargos públicos, es decir, a
las instituciones representativas donde se elabora la voluntad política –
cargos públicos con representación política-. Sufragio pasivo: derecho de
configuración legal. Confiere al legislador un amplio margen para regular su
ejercicio y establecer los requisitos que permiten el acceso al cargo.
Comprende no sólo el acceso, sino la permanencia en el cargo en condiciones
de igualdad (STC 5/1983). Igualmente comprende el derecho a no ser removido del
cargo si no es por causas tasadas, y de acuerdo con el procedimiento legalmente
establecido (SSTC 28/1984, 133/1989). De este precepto, además, no nace un
derecho a tomar parte en el procedimiento; derecho que nace de las normas legales
(derecho electoral).
Debe recordarse asimismo que se trata de un derecho circunscrito a los
ciudadanos españoles (art. 13.2 CE), con la salvedad de la referencia a elecciones
municipales.

c) Derecho de acceso a funciones públicas: el art. 23.2 acoge no sólo el


derecho a acceder a cargos públicos, sino también a funciones públicas en
condiciones de igualdad.
Del art. 23.2 no se deduce ningún derecho a ocupar una determinada función
pública, lo que se explica por ser un derecho de configuración legal. Esto significa que
el derecho a tomar parte en el procedimiento de selección sólo surge de las normas
legales y reglamentarias.
Sin embargo, en su regulación el legislador está sujeto a límites, sobre todo a
través del principio de igualdad. De este modo, el art. 23.2 concede a los ciudadanos
el derecho a reaccionar e impugnar ante los tribunales y el TC cualquier norma o
aplicación de la misma que quiebre la igualdad en el acceso a la función pública. Esta
referencia debe entenderse completada con el art. 103.3 CE, según el cual el acceso a
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la función pública debe realizarse de conformidad con los principios de mérito y


capacidad.
No obstante, no se lesiona la igualdad cuando distintos cargos establecen
también distintos requisitos (titulaciones, edades, antigüedad,...). Lo que impide el art.
23.2 es que las reglas de procedimiento para el acceso a la función pública se
establezcan por referencia a determinadas personas, debiendo elaborarse dichas
reglas en términos generales y abstractos, y no mediante referencias individualizadas.

En el art. 29 se contiene otro derecho de participación, el derecho de petición,


consistente en la potestad reconocida a los españoles para solicitar a los poderes
públicos peticiones en materia de su competencia. La Constitución remite a una ley de
desarrollo: LO 4/2001, de 12 de noviembre. En lo que respecta a la titularidad, la CE y
la ley restringen el derecho de los miembros de las Fuerzas Armadas o Institutos
Armados, o de los Cuerpos sometidos a disciplina militar, que sólo podrán ejercer este
derecho individualmente y con arreglo a su legislación específica (29.2).

e) DERECHO A LA JURISDICCIÓN

Art. 24 CE.
Precepto que contiene un conjunto de garantías de los procesos, y que
pretenden el acceso a la justicia de cualquier persona para satisfacer sus derechos e
intereses. El art. 24.1 enuncia así un derecho genérico a obtener una “tutela judicial
efectiva” que se concreta a través de concretos y particulares derechos.
Son derechos relevantes en el sistema de libertades cuya tutela es
imprescindible, puesto que el resto de derechos se protegen mayormente a través de
estas garantías procesales. Se conciben, en consecuencia, como “derechos
instrumentales”, ya que posibilitan que otros derechos e intereses de las personas
sean jurídicamente defendidos mediante un proceso debido y ante un órgano
jurisdiccional.
Son, desde la clasificación doctrinal de ALVAREZ CONDE, derechos de
participación pues su puesta en práctica protege y activa la posición del ciudadano
ante la Administración de Justicia.
En la práctica, es el artículo más invocado ante el TC (alrededor de un 90 % de
los recursos de amparo), y consecuentemente, el que mayor jurisprudencia ha
generado.
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El derecho a la tutela judicial efectiva del art. 24 CE se concreta en toda una


serie de derechos que agrupamos del siguiente modo:
a) Derechos de acceso al proceso:
- Derecho al libre acceso a la jurisdicción (24.1): derecho de las partes a que
se abra y sustancie un proceso. Por ello, el TC obliga a que los tribunales
interpreten el proceso de modo antiformalista y flexible.
- Derecho al juez ordinario predeterminado por la ley (24.2): derecho a que
dirima el litigio un juez integrado en el poder judicial, perteneciente a la
jurisdicción ordinaria y, por ello, no extraordinario, excepcional o especial
(prohibido por el art. 117.6 CE), y de conformidad con las reglas atributivas
de competencias que se encuentran en la legislación.
b) Derechos durante el proceso:
- Derecho a un proceso público (24.2 y 120) CE: el principio de publicidad del
proceso es un elemento imprescindible de la Administración de Justicia,
que pretende asegurar la defensa del acusado, y que, al mismo tiempo,
favorece una mayor confianza en la actividad de los tribunales (art. 120
CE). Así, el art. 120 CE establece varias garantías al respecto:
• La publicidad del proceso, salvo las excepciones previstas por las
leyes (secreto del sumario y protección a las víctimas, a derechos de
terceros, o a menores,...).
• La oralidad del proceso penal.
• El pronunciamiento de las sentencias –siempre motivadas- en
audiencia pública.
- Derecho a la defensa y a la asistencia letrada (24.1 y 2): consiste, a
grandes rasgos, en la posibilidad ofrecida a las partes, de poder defender
su posición al objeto de proteger sus derechos e intereses. Por ello,
cualquier medida o situación que coloque en indefensión a las partes se
considera contraria al derecho a la tutela judicial efectiva (por ej: defectos
en las notificaciones, negativa a suspender un juicio aún existiendo causa
que lo justifique, falta de un intérprete,...). Por otra parte, la asistencia
letrada es una garantía para el derecho de defensa de las partes, y que se
deduce de la complejidad de los litigios.
- Derecho a la prueba (24.2): consecuencia del derecho de defensa es el de
las partes a utilizar las pruebas que consideren para demostrar sus
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posiciones. Sin embargo, no es un derecho de prueba absoluto, pues las


pruebas deberán ser pertinentes, es decir, necesarias y justificadas en
relación al proceso.
- Derecho a no declarar contra sí mismo y a no confesarse culpable (24.2):
también necesarios para garantizar el derecho de defensa.
- Derecho a ser informado de la acusación (24.2): constituye igualmente una
garantía del derecho de defensa, pues sin conocer la acusación es
imposible aquélla.
- Derecho a la presunción de inocencia (24.2): “todo el mundo es inocente
mientras no se demuestre lo contrario”. En consecuencia, nadie puede ser
condenado sin pruebas que, practicadas legítimamente, le incriminen y
demuestren su culpabilidad. Este principio se aplica a los procesos penales
y, en general, a cualquier resolución que conduzca a un resultado
sancionatorio o limitativo de derechos.
- Derecho a no ser obligado a declarar sobre determinados hechos
presuntamente delictivos (24.2 último párrafo): este precepto efectúa una
remisión a la ley para que regule los casos en que, por parentesco o
razones profesionales, no se estará obligado a declarar en un litigio sobre
hechos presuntamente delictivos. La LECrim dispensa, por ello, de la
obligación de declarar, a los parientes más allegados del acusado, y a su
abogado defensor.
c) Derechos en la terminación del proceso:
- Derecho a obtener una resolución fundada en derecho: no expresamente
citado, como otros derechos, pero deducido por el TC de la necesidad de
una “tutela judicial efectiva y un proceso debido con todas las garantías”.
No es un derecho a obtener una resolución de acuerdo con las
pretensiones formuladas por las partes, sino el derecho a que se dicte una
resolución fundada en derecho, suficientemente motivada.
- Derecho a la ejecución de las sentencias y otras resoluciones: se aplican
las consideraciones anteriores sobre la no previsión expresa de este
derecho en el art. 24. Este derecho implica la obligación para los tribunales
y poderes públicos de dar eficacia plena a los pronunciamientos de los
jueces, es decir, a evitar las meras declaraciones sin efectividad práctica.
- Derecho a un proceso sin dilaciones indebidas (24.2): derecho a un proceso
judicial sin retrasos temporales excesivos. No obstante, no cualquier retraso
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da lugar a una lesión del derecho, sino que los tribunales, siguiendo al
Tribunal Europeo de Derechos Humanos, apuntan una serie de criterios
para determinar si se trata de una dilación indebida: la complejidad del
proceso, el comportamiento de las partes y de las autoridades, el estándar
de tiempo admisible en este tipo de procesos, las consecuencias que puede
acarrear el retraso para los litigantes,... Admitida una dilación es imposible
su reparación pues la lesión está consumada, por lo que cabrá acudir a
medidas compensatorias o sustitutivas: indemnización, rebaja de las
penas,...

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