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Prevención de las violencias contra las adolescencias y su participación para la

Reconstrucción del Tejido Social


Módulo 4. La participación efectiva de las adolescencias en la Reconstrucción del Tejido Social y la Cultura de la Paz

Propuestas para la participación de las adolescencias en la construcción de una vida libre


de violencia

Reconocer y promover a las y los adolescentes como sujetos de transformación social y


cuestionar visiones adultocéntricas, es el primer paso para afirmar que las problemáticas
que viven son, en buena medida, producto de un orden social injusto y que excluye a las
personas del acceso a sus derechos, frente a lo cual las adolescencias tienen capacidades
diversas para influir en los cambios de su propia situación, de su sociedad y su cultura.

El enfoque de derechos reconoce a las y los adolescentes como sujetos plenos y titulares
de los mismos, e impulsa el fortalecimiento de la identidad personal y el desarrollo de su
autonomía, además de promover su responsabilidad en la transformación de su contexto.

La complejidad de las distintas problemáticas que enfrentan las y los


adolescentes, en los diferentes entornos, implica necesariamente promover
su participación efectiva en acciones que favorezcan su inclusión social y
que permitan construir nuevos significados comunes, a fin de restaurar los
vínculos a profundidad.

Imagen obtenida de Freepik.com

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Le presentamos enseguida, algunas propuestas de programas ya existentes y que están
dirigidos a reconstruir el tejido social, que pueden ser adaptados con la participación
efectiva de las adolescencias, para impactar sus entornos, en especial, la familia y la escuela.

Entendiendo participación como el “proceso permanente y continuo de


expresión libre e intervención activa de Niñas, Niños y Adolescentes; quienes
informados opinan, son escuchados y tomados en cuenta en los asuntos que les
impactan en cualquiera de los ámbitos de su vida” (artículo 8.º, Lineamientos de
participación de niñas, niños y adolescentes del SIPINNA).

Propuestas de Programas para la Reconstrucción del Tejido Social, elaboradas por el


Centro de Investigación y Acción Social, CIAS por la Paz A. C.

Antecedente

El Centro de Investigación y Acción Social comprende a la violencia como un problema


complejo y sistémico, que se ha incubado en México por décadas y siglos. No se trata
de un problema reciente. En este sentido, las respuestas necesitan ser multifactoriales
e interinstitucionales. No basta el compromiso del Estado, se necesita del compromiso
del sector económico, de las organizaciones sociales, de las escuelas o los vecinos,
entre otras instituciones configurantes del tejido social. Tener ambientes libres de
violencia para los y las adolescentes implica crear espacios seguros y eso sólo es
posible en un trabajo interinstitucional y coordinado.

Es así que el CIAS por la paz A. C., ha diseñado propuestas intergeneracionales e


interdisciplinarias que favorezcan la comunicación entre una diversidad de actores. El
CIAS señala que la conducta se regula por los vínculos que se establecen, y entre más
diverso sea el vínculo mayor la posibilidad del buen convivir (González y Torres, 2019).
Por ello, se tiene el reto de crear metodologías que sean capaces de propiciar espacios
de diálogo entre adolescentes, adultos, hombres, mujeres, ciudadanos, gobierno,
empresarios o iglesias, que permitan deliberar y construir juntos una sociedad de paz.

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Para el CIAS, atender los configurantes del
tejido social implica emprender acciones en
seis instituciones, principalmente las familias,
las escuelas, las unidades económicas,
los barrios o colonias, los gobiernos y las
relacionadas con la espiritualidad. Se tiene
el reto de crear puentes que permitan la
comunicación y coordinación de acciones.

Imagen obtenida de Freepik.com

A continuación, se describen cuatro de seis componentes del Programa de Reconstrucción


del Tejido Social y se subraya la participación de las y los adolescentes en la construcción
de condiciones para una Cultura de Paz.

a) Componente de Revinculación Familiar.


b) Componente de Educación para el Buen Convivir.
c) Componente de Participación Comunitaria.
d) Componente de Espiritualidad Eco-Comunitaria.

Justificación

Las relaciones que se viven al interior del hogar impactan fuertemente en la educación
de los hijos e hijas y su sistema de valores; las dinámicas que ahí se viven son las que se
reproducen en su escuela, en su barrio o con sus amigos. Incluso, la familia es un espacio
de formación en el servicio y participación comunitaria que influye en el comportamiento
social.

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Programa. Reconstrucción del Tejido Social

Esta propuesta de CIAS tiene cuatro componentes, desde los cuales es posible intervenir
para la Reconstrucción del Tejido Social, y que revisaremos a continuación.

a Componente de Revinculación Familiar

Aplicación: Entorno familiar

Objetivo

Conformar una red de orientadores familiares que brinde los primeros auxilios en los barrios
por medio de diferentes herramientas para la transformación de conflictos al interior de
las familias.

Desarrollo

A través del diálogo con actores clave se identifican personas con carisma para el
acompañamiento a las familias y se les capacita en diversas herramientas para atender
los problemas de comunicación, conflictos de parejas, el uso del dinero, diálogo
intergeneracional, etc.

Se trata de constituir una estructura que permita una atención permanente a las familias y
que esté capacitada para canalizar a las y los adolescentes a otras instancias para atender
problemas más específicos, como es la deserción escolar, las adicciones o desvinculación
familiar, así como canalizarles a grupos de autoayuda que les permitan conformar redes
de apoyo.

Este componente favorece ambientes familiares sanos para las adolescencias, animando
su compromiso; ahí se anima la responsabilidad de todas las personas que integran la
familia para construir el buen convivir.

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La clave está en crear instancias territoriales de fácil acceso para las familias de los barrios
o colonias, pues muchas veces los apoyos para atender los problemas familiares parecen
lejanos o inexistentes. De igual modo, es recomendable que las instituciones de gobierno
que atienden los problemas familiares fortalezcan su staff de terapeutas familiares, para
atender de manera sistémica a los y las adolescentes.

b Componente de Educación para el Buen Convivir

Aplicación: Entorno escolar

Objetivo

Capacitar a maestras/os, padres, madres de familia y/o responsables de crianza y estudiantes


en metodologías para el mejoramiento de la convivencia escolar.

Desarrollo

La propuesta de este segundo componente consiste en promover instancias de diálogo


entre estudiantes, entre estudiantes y maestras/os, y entre estudiantes, maestros/as
y padres, madres de familia y/o responsables de crianza, para atender problemas de
relaciones y realizar acciones para una mejor comunicación y trabajo en equipo.

Con estudiantes se realizan círculos escolares, que consisten en aprender a resolver


problemas de convivencia a través de la palabra y el acuerdo; se trata de un proceso de
reflexión colectiva y prácticas que permitan mejorar la convivencia escolar.

A las/os maestras/os se les acompaña en la conducción de los círculos escolares, de tal


modo que sean capaces de aplicar diferentes herramientas para el mejoramiento de las
relaciones entre estudiantes, y así favorecer ambientes que ayuden al aprovechamiento
escolar.

Y con la comunidad más ampliada, como son estudiantes, maestros/as y padres, madres
de familia y/o responsables de crianza, se promueven prácticas, actitudes y visiones que
hagan sostenible el buen convivir.

Con estas prácticas se pretende construir una Cultura de Paz que permita transformar los
conflictos de convivencia a través de la escucha, el diálogo y la empatía.

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c Componente de Participación Comunitaria

Aplicación: Entorno comunitario (barrios)

Objetivo

Conformar redes vecinales de personas adultas y jóvenes (incluyendo adolescentes) en los


barrios, para realizar diferentes actividades dirigidas a mejorar la convivencia vecinal.

Desarrollo

Partimos del hecho de que los barrios en México han entrado en un proceso de
desorganización y que es necesario emprender acciones para recuperar la confianza
y animar la participación (González y Mendoza, 2016). Por lo tanto, para animar dicha
participación se organizan las convivencias barriales, donde niños, niñas, adolescentes,
jóvenes, personas adultas y abuelos/as participan. Se trata de experiencias comunitarias
que animan, a su vez, el diálogo intergeneracional.

Otro proceso, que ha desarrollado el CIAS por la Paz A. C., desde este componente, son los
murales vinculantes, en donde se recuperan historias, personajes y símbolos que fortalezcan
la identidad barrial, y eso se plasma en murales con una metodología participativa, en
donde la participación de las y los adolescentes es fundamental.

Finalmente, otra herramienta es la realización de los eventos culturales “Mi Barrio Vive”,
que consiste en recuperar los talentos locales para fortalecer la identidad vecinal; se invita
a todas las personas a compartir sus habilidades musicales, contar historias o poner juegos.

Lo más importante es generar actividades en donde se reconozcan como vecinas y vecinos,


y se generen experiencias que se guarden en la memoria colectiva para comprenderse
como una familia ampliada. Estas experiencias de integración vecinal harán que se
fomenten las prácticas de cuidado comunitario, en donde una parte fundamental es el
cuidado de los y las adolescentes.

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d Componente de Espiritualidad Eco-Comunitaria

Aplicación: Entorno comunitario (barrios)

Objetivo

Fomentar el cuidado de la casa común, que incluye el cuidado de todos los seres vivos y
su entorno.

Desarrollo

Este componente promueve actividades para el cuidado de las personas, del medio
ambiente, de los espacios públicos, de las calles y de la identidad. Se trata de realizar
actividades que ayuden a fortalecer la vinculación de las personas con la naturaleza, su
entorno, con su historia y con la comunidad.

El problema de la violencia tiene que ver con un proceso de desvinculación social y


existencial (González y Torres, 2019); por lo tanto, las propuestas para su atención implican
la generación de la vinculación social y existencial. En este sentido, la espiritualidad eco-
comunitaria es fundamental para la Reconstrucción del Tejido Social.

Las acciones que se emprenden son campañas de reforestación, en donde se invita a


participar a las familias completas; campañas de limpieza de las calles, los espacios públicos
o los caminos, fortaleciendo el sentido del cuidado de la casa común, y se fomenta la
actitud de agradecimiento a la tierra por los frutos que nos da para alimentarnos y estar
sanos.

Lo que se pretende con estas actividades es generar acciones simultáneas en un mismo


espacio, de tal modo que se logren generar cambios culturales y estructurales.

Si quiere saber más sobre la propuesta para la Reconstrucción del Tejido Social, elaborada
por el Centro de Investigación y Acción Social, CIAS por la Paz A. C., le invitamos a visitar la
siguiente liga: https://ciasporlapaz.jimdo.com/

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¿Cómo aprovechar esta propuesta e implicar la participación de las adolescencias?

Es fundamental que el entorno familiar promueva el ejercicio permanente del derecho


a la participación de niñas, niños y adolescentes; al hacerlo desde la primera infancia,
tomando en cuenta el nivel de madurez, se facilita la construcción de autonomía de forma
progresiva.

Constantemente las familias están tomando decisiones que impactan en la vida de niñas,
niños y adolescentes, que van desde la comida que se prepara diariamente, a la escuela
en la que asistirán. Las y los adolescentes se encuentran en un momento de mayor
experimentación de su identidad; ello es una oportunidad ideal para que participen de
forma activa en la toma de decisiones familiares.

Ello implica que las y los responsables de crianza tengan claro que, si bien es importante
seguir acompañando con el establecimiento de límites que les protejan, estos deben ser
puestos cada vez más con la participación de las y los adolescentes.

Para ello, en el establecimiento de acuerdos familiares se debe tener relación horizontal


de las personas que conforman la familia, pues establecer acuerdos implica una
negociación de lo permitido y de los límites, con la claridad de que estos acuerdos son
para todas las personas, sin excepción, y no sólo les compete el cumplimiento a las y los
adolescentes; es decir, si se plantea que no se debe consumir tabaco, alcohol, o cualquier
otra sustancia por motivos de salud, entonces la misma regla aplica tanto a adolescentes
como a las personas adultas.

Los acuerdos que se establezcan no pueden ir en contra de la dignidad de las personas;


deben ser pocos y realizables. Deben quedar claras las consecuencias, tanto naturales
como consensuadas de su incumplimiento; incluso, como una herramienta, estos pueden
estar a la vista de todas las personas. Por su puesto, como se está hablando de un proceso
permanente, estos acuerdos deben estar sujetos a revisión constante y en cualquier
momento.

La comunicación constante y en todo momento no es fácil, puesto que las personas


realizan actividades que en algunas ocasiones les impiden dar la totalidad de información;
sin embargo, tener reuniones en días establecidos para compartir anécdotas, necesidades,
preocupaciones o intereses es una herramienta efectiva. Dicha estrategia será efectiva en

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la medida en la que las y los integrantes de la familia se sientan reconocidas/os como un
miembro importante, que su voz no es desestimada y que por lo contrario es tomada en
cuenta para el rumbo colectivo.

La participación de los miembros adolescentes de la familia en grupos u organizaciones


vinculadas con la misma, con la comunidad o con algún otro de los configurantes
institucionales, permitirá el establecimiento de diálogos intergeneracionales. A través
de estos diálogos es posible que se construyan propuestas, acuerdos, proyectos de
reconstrucción y de fomento a una cultura de paz, que sean, por supuesto, integrales.

De la misma forma que en la familia, la escuela es un espacio privilegiado para la participación


y el reconocimiento de la importancia de la participación de las y los adolescentes. Su
incidencia en las decisiones puede ser observada tanto en el aula como en la escuela en
general.

Para ello, además de los espacios formales que deben existir, como la sociedad de alumnas/
os, pueden utilizarse estrategias, que pueden ser incluso creadas, dirigidas o coordinadas
por las mismas adolescencias, como el establecimiento y permanente revisión de acuerdos,
con las características que ya se mencionaron en la familia, los cuales deben ser observados
en la realización de los círculos restaurativos, como los círculos escolares.

Estos círculos deben permitir recuperar las propuestas de mejora de los planes y programas
que desde la escuela se imparten, así como de todas las acciones que les afectan, incluyendo
la utilización del presupuesto.

Es muy conveniente que en dichos espacios se realicen diálogos intergeneracionales que


permitan el intercambio de visiones y posturas, que permitan, sin tener una visión única, sí
tener visiones compartidas y sentar las bases para la negociación y el consenso.

En este intercambio de información, la escuela, como una institución responsable de


garantizar los derechos de las y los adolescentes, debe hacer una rendición de cuentas, así
como una devolución de cómo se utilizó la información obtenida de procesos participativos.
De esta forma, se estará acercando a los niveles deseables de participación.

La escuela también puede acompañar acciones iniciadas por las y los adolescentes, que
lleguen al escalón más alto de la escalera de participación (Hart, 1993) y que aborden
aquellas temáticas que les afectan, como pueden ser acciones para mejorar la relación
entre alumnado y docentes, mediante el diálogo en diversos espacios y sobre diferentes
temáticas y modalidades.

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Fortalecer la participación desde el entorno familiar y escolar permite que se cuente con
herramientas para promover y garantizar la participación en otros entornos, como es la
participación en actividades de los barrios, como la elaboración de murales y eventos
culturales, entre otros, así como la participación en el cuidado de la naturaleza.

Fuentes de consulta

Bibliografía

González, J. y Mendoza, G. (Coords). (2016). Reconstrucción del Tejido Social: Una apuesta
por la paz. Ciudad de México: CIAS por la Paz.

González, J. y Torres, L. (2019). Un camino hacia la paz: Experiencias y desafíos en la


Reconstrucción del Tejido Social. Ciudad de México: CIAS por la Paz.

Hart, R. (1993). La participación de los niños: de la participación simbólica a la participación


auténtica. Ensayos Innocenti, 4. Unicef.

Documentos electrónicos

SIPINNA. (2016). Acuerdo 06/2016. Consultado el 22 de agosto de 2019 de https://www.


gob.mx/cms/uploads/attachment/file/325001/Acuerdo_de_creaci__n_06_2016.pdf

SIPINNA. (2016). Lineamientos de participación de niñas, niños y adolescentes del SIPINNA.


Consultado el 22 de agosto de 2019 de https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/
file/141421/Anexo_2_Lineamientos_para_Participaci_n_de_NNA-_SSO_SIPINNA.pdf

SIPINNA. (2017). Alianza global para poner fin a la violencia contra las niñas, niños y
adolescentes. Consultado el 22 de agosto de 2019 de https://www.gob.mx/sipinna/
documentos/46201

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