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RESUMEN DE LA MARIA

CAPITULO I-II-III

Era yo un niño cuando me alejaron de la casa paterna para iniciar mis estudios en el
colegio establecidos en Bogotá.
En la noche de mi viaje entro una de mis hermanas, sin pronunciar palabra me corto uno
de mis cabellos, cuando Salió del cuarto por mi cuello rodo una lagrima de ella; mi padre,
madre y mi hermana me humedecieron entre tantas lagrimas mientras maría espero su
turno.
El día del viaje vi a mi padre tapando con sus manos mis miradas, y aria debajo de los
enredaderas del aposento de mi madre.
Pasado 6 años de los días de agosto me devolví a mi pueblo lo vio hermoso cuando llego a
su casa la mamá lo abrazo y vio la hermana mujeres, María estaba de pie junto a mí y
velaban sus anchos parpados orlados de largas pestañas. Fue su rostro el que se cubrió de
más notable rubor cuando al rodar sus brazos en mis hombros rozo con su talle, y sus ojos,
estaban humedecidas aun al sonreír a mi primera expresión afectura, como la de un niño
cuyo llanto materno.
A las 8 fuimos al comedor y en unas de las ventanas vi las montañas solas pero hermosas y
mi padre sentado en la cabecera en el lado derecho mis hermanas y yo, maría enfrente de
mí, mi papá sonriendo satisfecho y mi mamá con pocas palabras, pero la más feliz.
Mi mamá me llevo al cuarto mientras mis hermanas me mostraban la decoración, en esas
vi unas flores en la mesa que eran mis favoritas y maría le dijo; a mi madre que eran mis
preferidas, le di las gracias a maría por las flores y vi la sonrisa de ella que fue la que me
enamoré de su infancia.
CAPITULO IV-V-VI

Dormí tranquilo como cuando escuchaba los maravillosos cuentos del esclavo Pedro, al
despertar escuché la voz de maría una voz de niña, pero más grave y dulce, pura para mis
oídos la niña inocente por la que solía jugar.
Luego de vestirme ligeramente visualicé a María acompañada de Emma; llevaba un traje
oscuro, con un cinturón purpura que caída sobre la falda; su cabellera larga dividida entre
dos trenzas. Llevaba una porcelana que llenaba de rosas.
Mientras María se sonreía sus mejillas se hundían; al descubrirme Emma María lo noto
cayendo María de rodillas para que no notara sus pies.
Pasado el almuerzo Emma y María bordaban mientras Emma me hacía pregunta de
Bogotá sobre bailes, vestidos mientras María me miraba, al pararse sus pies
primorosamente calzados hora después me avisaron que el baño estaba preparado.
Tres días cuando me convido mi padre a visitar sus casas y fue precioso, mi padre había
mejorado sus propiedades notablemente.
Tenía una fábrica de azúcar hermosa ganado vacuno, una lujosa casa; los esclavos vestían
muy bien y tenían buen trato, pude notar que mi padre sin dejar de ser amo trataba muy
bien a sus esclavos vi hombres que cuando niños me ayudan a colocar trampas a las
chilacoas, solamente a mi amigo Pedro quien fue el que me ayudo el día de mi partida a
Bogotá, fue al que no encontré.
Al encontrarnos con un grupo de esclavos a mi padre le pregunta a Bruno uno de los
esclavos que si todo estaba listo para su matrimonio con Remigia donde él respondió si
señor los padrinos son doña Dolores y don Anselmo, si su mercede quiere.
Si, Remigia y tu están bien enamorados. ¿cómprale lo que ella necesita y el dinero que te
mande es pa ti.
Todo está ya, mi amo ¿y nada más deseas? Su merced verá. El cuarto que te ha señalado
Higinio, ¿es bueno? Sí, mi amo, ya se. Lo que quieres es baile.
En la mañana del próximo sábado se casaron Remigia y bruno. Esa noche, a las siete, mi
padre y yo fuimos al baile. Cuando llegamos, Julián, el esclavo es el capitán de la gavilla.
fastuoso con su vestuario de domingo.
No había sino dos flautas de cañas, un tambor sencillo, dos alfandoques y una pandereta,
pero las finas voces de los negritos entonaban bambuco. Los versos que cantaban eran tan
tiernamente sencillos.

Penetramos en la sala, zamarros y sombreros. De los bailarines eran un momento Remigia


y bruno: ella, con follados de boleros azules, tumbadillo de flores lacres, camisa blanca,
bordada de negro y gargantilla y zarcillos de cristal color de rubí.
Quedo mi padre satisfecho de mi intención durante la visita que hicimos a las casas.
Cumpliéndome la promesa que me tenía hecha de tiempo atrás de enviarme a Europa a
concluir mis estudios de medicina.
Esto pasaba la tarde en que regresábamos a la sierra. Empezaba a anochecer, a no haber
sido así habría notado la emoción que su negativa me causaba. ¡Cuán feliz hubiera yo
vuelto a ver a maría si la noticia de ese viaje no se hubiese interpuesto desde aquel
momento entres mis esperanzas y ella!
María coloca una lámpara en una de la mesa, cuando me acerque a saludarla el temblor
de su mano expuso la lámpara y yo le preste mi ayuda intranquilo. Volví el rostro hacia mi
padre, que hablaba del viaje para que yo no pudiera examinarlo; note entonces que en las
trenzas de María tenía un clavel marchito que le había dado el día de mi viaje para el
Valle.
Como la decisión de mi padre de mi viaje no se apartaba de mi memoria, ella me noto
triste y dijo ¿te ha hecho daño el viaje? No, María hemos andado…
Salí del salón a mi cuarto y cerré la puerta. Hay estaban las flores la llene de besos y aspire
todo el olor de sus aromas llorando en desespero.

CAPITULO VII-VIII-IX

Me acuerdo cuando mi padre visito en unos de sus viajes a Salomón su primo que acababa
de perder a su esposa Sara, con la que tenía una niña de tres años que se llamaba Ester,
mi padre le insistió a Salomón que le diera su hija con el fin de educarla a nuestro lado y
prometió volverla cristiana; Salomón acepto diciendo; las cristianas son dulces y buenas,
tu esposa debe ser una santa madre. Si el cristianismo a la desgracia suprema el alivio que
tú me has dado, tal vez yo haría infeliz a mi hija dejándola judía. Cuando llegue a la
primera Costa bautízala y cámbiale el nombre a María.
Cuando yo tenía siete años llego mi padre con muchos juguetes y con una niña hermosa
que se llamaba María mi madre la cubrió de caricias y mis hermanas la agasajaron con
ternura.
No habían pasado cuatro años cuando aquel día recibieron una carta Kingston daba la
información de la muerte de Salomón mi madre con sus ojos llorosos y María reclinaba en
sus rodillas la cabeza.
Casi nadie sabiendo de nuestra familia, pudieran imaginar que María no fuera hija de mis
padres. Hablaba bien nuestro idioma, era amable, inteligente. Cuando mi madre nos
acariciaba la cabeza, quien podría haberlo adivinado quien era la huérfana.
tenía siete años. el cabello abundante, color castaño suave, suelta y traviesa sobre la
cintura elegante y movible; ojos, parleros; el acento, con algo de melancólico que no
tenían nuestras voces, así estaba en la mañana de aquel triste día bajo las enredaderas de
las ventanas de la alcoba de mi madre.
Mi prima anoche llamo a Emma a mi puerta para ir a la mesa. Me bañé la cara para ocultar
las pistas de mis lágrimas y me transformé los vestidos para disculpar la tardanza. No vi a
María en el comedor, y en vacío imaginé que sus trabajos la habían hecho retrasare más
de lo normal. Visto mi padre un asiento desocupado, pregunto por ella y Emma la disculpó
diciendo que desde esa tarde tenía dolor de cabeza y que estaba durmiendo ya. Pero todo
fue inútil; mi padre estaba más cansado que yo y se retiró temprano; Emma y mi madre se
levantaron para ir acostar a los niños y ver cómo estaba María, lo cual les agradecí sin son
prenderme en el mismo sentimiento de lealtad.
Meditando en mi cuarto, creí adivinar lo que le pasaba a María. Convencido ya del origen
de su pena, habría dado mil vidas por obtener un perdón suyo; pero La duda vino agravar
la turbación de mi espíritu. En mi locura pensé con menos terror; no, con placer así, en mi
próximo viaje.
Levántame al día siguiente cuando amanecía. La naturaleza la vio hermosa. Mayo aulló
cobardemente en la ribera que yo acabo de dejar, el sendero del viejo José, quien
esperaba mi aquel día el pago de su visita de bienvenida.
Los perros del antioqueño le dieron con sus ladridos partes de mi llegada. Mayo, temeroso
de ello se acercó mohíno. José salió a recibirme, el hacha en una mano y el sombrero en la
otra.
La pequeña casa, la sala de la casita, cubiertos de esteras de junco y pieles de oso; algunas
láminas de papel iluminado, tenía a la derecha e izquierda la alcoba de la mujer de José y
de las muchachas. La cocina, formada de caña menuda y con el techo de hojas de la
misma planta estaba separada de la casa por un huertecillo, donde el perejil, la
manzanilla, el poleo y las albahacas mezclaban sus aromas.
Las muchachas, Lucia y transito llevaban enaguas de zaraza morada y camisas muy
blancas, con golas de encaje ribeteadas de trencilla negra, bajo las cuales escondían parte
de sus rosarios y gargantillas de bombillas de vidrio con color de ópalo. Dos trenzas en el
cabello, gruesas y de color azabache.me hablaban con suma timidez, las animo
diciéndoles: “¿acaso no es el mismo niño Efraín porque venga del colegio sabido y ya
mozo?”.
Con la vejez, la fisonomía de José había ganado mucho. José me condujo al rio, y me hablo
de sus siembras y caricias, el provocativo almuerzo.
Mayo se sentó a rispiés con mirada atenta, pero más humilde que de costumbre.
José arreglaba una atarraya, mientras las hijas de José, listas pero vergonzosas. José y yo
salimos a recorrer el huerto y la rosa que estaba cogiendo.
Púsele el buen viejo en la cintura el cuchillo de monte que le había del reino, al cuello de
tránsito y Lucía bonitos rosarios, y en manos de Luisa un relicario que ella había encargado
a mi madre. Tome la vuelta de la montaña cuando era mediodía por filo, según el examen
que del sol hizo José.
CAPITULO X-XI-XII
A mi regreso la imagen de María volvió a mi memoria era que no podía dejar de amarla,
aunque ella no me amara; respiraba el perfume de las azucenas que me habían regalado
las hijas de José.
Me dirigí donde estaba mi madre con María; pues ellas estaban alarmadas por mi demora
y habían enviado a buscarme, María levanto sus ojos fijándose en las azucenas que yo
traía hay comprendí que ella las deseaba por respeto a mi madre no se las regale. Al
entrar a mi cuarto no vi las flores en mi mesa y me sorprendí.
Al otro día en la mesa fingí mi felicidad hablando sobre las hermosas mujeres de Bogotá
mi padre feliz me oía mientras María estuvo callada jugando con la cabellera de juan, mi
hermano hasta que terminé y salieron al jardín.
A las ocho de la noche, en el cabello de María una azucena; en el jardín nunca vi las
azucenas, María disimulando respondió; las azucenas solo hay en la montaña, pregunto mi
padre; y quien se las trajo, María dijo; Efraín boto unas a la granja y yo alcance a recoger
una. Dije yo; me hubieran dicho para darle a vosotras.
En aquella noche, a la hora de que se retirara mi familia del salón, le dije; María es para ti;
pero no encontré las suyas.
Balbuceaba alguna disculpa, pero después dejo de hablar. La frente con angustia la mano
que ella tenía libre. Al fin, me dijo; yo recogeré todos los días las flores más lindas.
Acababa de confesar mi amor a María; yo repetí sus últimas palabras; yo recogeré todos
los días las flores más lindas.
La luna llena y grande, el cielo se veía hermoso, los ríos blancos, yo en la ventana mirando
me imaginaba verlas en medio de las flores, sorprendido aquella mañana primera; estaba
cogiendo el ramo de azucenas.
Nunca las auroras de julio en cauca fueron tan bellas como María. En sus labios cariñosos
Revela en la mujer como María una felicidad. Note en su frente una contracción graciosa y
su existencia abandonada de mi amor y dichoso con lo que poseía como un paraíso de la
casa paterna. Hable a María y a mis hermanas el deseo manifestado.
Nos reunimos todos los días dos horas y muchas veces las páginas del genio de
cristianismo. Emma había sorprendido el secreto mío de inocente felicidad, temblarme la
mano a María si la mía la colocaba en el mapa. Emma pudo verla enredarse pudorosa.

CAPITULO XIII-XIV-XV
Las páginas de Chateubriand iban a la imaginación de María. Tan cristiana y llena de fe,
reía al encontrar bellezas por ella. Los pensamientos del poeta, en el alma de aquella
mujer, seductora en medio de su inocencia.
Una tarde, como el de mi país, se formaban nubes de color violeta y bella como María.
María, arrodillada cerca mío, no me dejaba de mirar mis ojos.
El sol se había ocultado cuando con mi voz leí las últimas páginas del poema. María se
ocultó el rostro de mí. Nos fuimos en silencio y lentamente hacia la casa. Mi alma y la de
María no solo estaban conmovidas por esa lectura: estaban abrumadas por el
presentimiento.
Pasados tres días, en una tarde. Mi hermana se refirió luego que María había un ataque
nervioso. Olvidado de toda preocupación. A los pies de este se halla sentado mi padre.
Duré pasivamente contemplando a María, las flores que yo había dado en la mañana, los
ojos cerrados habían tratado de brotar las lágrimas, que brillaban detenidas en las
pestañas.
El pecho de María se elevó lentamente como para formar un lloroso, tome sobre el
almohadón una de las manos de María y la bañe, yo medido toda mi la desgracia; era el
mismo de su madre, y su madre había muerto muy joven, estaba enferma de una
epilepsia que no se podía curar.
Abrió lentamente los ojos, como si estuvieran heridos por una luz intensa, y se fijó en mí,
haciendo un esfuerzo en reconocerme.
Mi mama la recogió, quedo después adolorida y profundamente triste, al despedirme de
ella reteniéndome un instante la mano:
-hasta mañana- me dijo, quedaba deseando el día siguiente para que la concluyéramos.
Cuando Salí al corredor que conducía a mi cuarto, después escuché unos relámpagos y fui
en unas columnas del corredor y pensaba en la enfermedad de María.
No sé cuánto tiempo pasado, en mi cuarto todo se veía oscuro, en medio de aquella
naturaleza lloroso, mi alma tenía una triste frialdad.
Acababan de ser las doce en el reloj, sentí pasos en mi puerta, y dijo mi padre-levántate- y
cuando desperté mi pregunta “María sigue mal”
Semejante a mantos inmensos arrollados por el huracán. Algunas cabañas de Santa Elena
quedaron a mi derecha, la hermosa casa de los señores se divisaba a los lejos.
Había pasado el peligro, me quedé para investigar las cinchas, luego que estuve
marchando por las ondas de Nima hasta perderse en las sombras del bosque silencioso.
Eran las dos de la madrugada cuando después de atravesar la Villa, de tocar la puerta en
quien vivía el doctor.

CAPÍTULO XVI-XVII-XVIII
Después despedir al doctor y oírlo decir que la visitaría con frecuencia, hubiera preferido
escuchar que no estaba en peligro; María con sus mejillas ruborizadas me dijo no volver a
ocasionarles un viaje tan peligroso.
Me habrías llorado mucho, - riéndome.
Pasado algunos minutos mi padre y mi madre me dijeron que pasara por el cuarto la
conversación que tendremos es muy grave han pasado tres meses, aunque es muy grato
tu presencia debes viajar a Europa a seguir tus estudios.
A pesar de tus veinte años tu amas a María yo no me opondría al matrimonio pues tu
edad y posición te lo impediría, aunque ese no es el único obstáculo, hay uno que es
insuperable y es mi deber hablarte de él. según el doctor María morirá muy joven sufre la
misma enfermedad que sufrió su madre ayer sufrió sincope epiléptico que terminara con
una epilepsia que es peor si nosotros consintiéramos eso te casarías hoy con María ¿lo
arrastrarías todo?
Convendrás conmigo en que antes de cinco años no podrá con casarte con María debido a
que las emociones de ella aparecen los síntomas de la enfermedad ósea que el amor de
ustedes tiene que tener precaución, prométeme que no le dirás a María lo de nuestra
conversación; mi padre también replico hace cuatro días recibí una carta pidiendo la mano
de María la cual me sorprendió tengo quince días para aceptar o no su propuesta, todo
será fácil después acordado.
Yo obligado a cambiar mi conducta ya que me encontraba entre la muerte y yo ¡corazón
cobarde ¡.
Diez días después de la conversación no me sentía capaz de cumplir a mi padre la nueva
forma de tratar a María y preocupado por la propuesta de Carlos buscaba razones para
alejarme de la casa.
Mi madre me dijo esto no puede ser esta conducta es cruel con nosotros y con María con
sus ojos llorosos llamo a María eres libre para aceptar o no la propuesta y yo como tu
amigo no debo alimentar esperanzas sin funamentalidad mi madre me dijo como has
podido alimentar imaginar tal cosa apenas abra visto dos veces a su amigo eres muy
injusto con María quien domina mejor que tú la conducta que la está haciendo sufrir me
asombra lo que acabas de decir, yo que creía darte una gran alegría yo no quiero darte un
motivo de disgusto dime que tengo que hacer tienes razón madre no le digas a María lo
que acabamos de hablar. He incurrido en un error que el hecho sufrir le prometo que lo
remediare.
Listo para marcharme se extrañó al verme contento a dónde vas a verme con Emigdio que
injusto Emma sonrió de que te ríes pregunto dime una de sus hermanas no es muy lindas
tu estas ablando mucho hoy y tu muy alegre María exclame oyendo la voz de María
llamando a mi hermana.
- María te llama
- ya se para que es
- ¿para qué?
Para ir a traer flores para remplazar estas y si yo fuera ella no colocaría ninguna más hay
-y si tú supieras, mi padre interrumpió aquella conversación al entrar al cuarto observando
este reloj que encargue de Londres sin darme tiempo para agradecerle ¿vas a casa de
Emigdio?
Volví a mi cuarto a tomar mi pistola le dije buenos días María a apresurándome a agarrar
las flores le estreché la mano a María mientras recibía los claveles mientras Emma fingía
completa distracción.
CAPITULO XIX-XX-XXI
Yo había caminado y ya tenía ganas de tocar la puerta de la casa del padre de Emigdio, me
di por afortunado no haberme atascado con cuya antigüedad respetable se conocía por el
color del agua estancada.
No se habían agotado los obstáculos para llegar, pues tropezó con los corrales rodeados
de tetillal, vinieron a mi auxilio dos negros un varón y una mujer.
Iba la risueña y fumadora pareja nada menos que habérselas con otra de potros, no solo al
negro sino también a su compañera, armados de rejos de enlazar. Despreciando las
amenazas de dos perros inhospitalarios.
Pues muchos pavos reales saludaron mi llegada con gritos alarmadores, y entre los patos
criollos.
Emigdio era un excelente muchacho. Un año antes de mi regreso al cauca le envió su
padre a Bogotá. Carlos, que vivía conmigo en aquel entonces y hallaba siempre al
corriente hasta de lo que no debía ser, tropezó con Emigdio.
- ¡Hombre! Te voy matar de gusto. Te traigo la cosa más linda.
Yo corrí abrazar a Emigdio, tenía la más rara figura que imaginarse pueda, mordía una
almohada llorando una cosa por poco me produce el desconcierto inoportuno.
- ¡que demonio! A este Carlos no le entra el juicio. Con razón venia riéndose. ¿Y tú
también? ¡vaya! Si esta gente de aquí es el mismo demontre.
Carlos salió de la alcoba, feliz ocasión ambos pudimos reírnos ya a nuestras anchas.
Emigdio enfadado, y a duras penas pudimos contentarle. Convenientemente y acicalado
por el maestro Hilario; ropa a la moda le incomodaba y las botas nuevas.
Terminado Emigdio todas sus compras, la cuenta de que la hija de la señora de la casa,
micaelina moriría por él.
-en Bogotá no hay señoras; estas son todas unas coquetas de siete suelas, me admira
verte a ti pensado tan solo en los estudios.
Mi madre y Emma fueron a recibirme en el corredor.
Al rato me llamaron al comedor, y no tarde en ir, porque esperaba a María, pero me
engañe yo mismo. Me dirige a mi cuarto a preparar la escopeta, permanecer en el
comedor, en donde al fin no se presentó María.
-porque, como esa cacería era peligrosa, diciendo qué eran ingleses y muy buenos. Lo que
quisiera saber es porque has hecho eso; sin embargo, me da miedo saberlo, mas como
parece que estas contento.
-yo no merezco que seas tan bueno
-he sido injusto contigo
-el día que yo haga o diga algo que te disguste me lo dirás, y yo no volvería a hacerlo ni a
decirlo.
Vivirás convencida de que te quiero con toda mi alma. Indecisa por un momento, en una
sonrisa en una sonrisa había tal dulzura y tan amorosa en su mirada, que ya había ella
desaparecido y aun la veía mi alma.
Al día siguiente, amanecer, tome el camino de la montaña, que iba cargado de regalos de
mi madre para Luisa y las muchachas. Seguíamos a mayo.
Pasado el puente del rio, encontramos a José y a su sobrino Braulio, tenía seguido el rastro
al animal y descubierto una de sus guaridas en el nacimiento del rio.
-Sí, y la escopeta larga
Hoy es el día de Braulio. Él tiene muchas ganas de verle hacer a usted una jugada, porque
yo le he dicho que usted y yo llamamos errados los tiros cuando apuntamos a la frente de
un oso y la bala se zampa por un ojo.
-Juan Ángel desapareció
Braulio era un mocetón de mi edad. Hacia dos meses que había venido a acompañar a su
tío y estaba enamorado, de tiempo atrás, de su prima Tránsito.
Luisa y las muchachas salieron a recibirme a la puerta de la casa.
- ¡al fin, al fin! -dijo Luisa tomándome por el brazo para ir a la sala-. ¡Siete días! Uno por
uno los hemos contado.
Vendrá siendo el día de nuestra señora de Guadalupe, porque Tránsito su devota.
-y eso, ¿Cuándo es?
-pues el doce de diciembre. ¿no le han dicho estos muchachos que quieren hacerle su
padrino?
-No, y la tardanza en darme tan buena noticia no se la perdono a Tránsito.
Viajero años después del país de José, he visto, donde se me daba hospitalidad; luego que
alababan a Dios.
Serían las diez cuando, listos ya todos éramos cincos cazadores, todos íbamos armados de
escopetas.
A poco hallo Braulio las huellas del tigre en una playa, y esta vez llegaban hasta la orilla del
rio.
Guardábamos silencio profundo y acabamos unos que otros aullidos de impaciencia que
dejaba escapar los perros.
Los perros parecían estar al corriente de lo que había sucedido; no bien los soltamos,
cumpliendo la orden de Braulio.

CAPITULO XXII-XXII-XXIV

Pasando el rio entre los árboles estaba escondido Juan Ángel asustado, Braulio le dice con
que no volviste de miedo has estado entre los matorrales como un conejo; es que pensé
que el tigre había matado a Braulio, y me asusté.
Braulio no te incomodes en acompañarme dile a tránsito, mil cosas de mi nombre; le di un
apretón al valiente cazador y nos separamos; busqué a Ángel que se había desaparecido
temeroso por mi enojo.
Cerca ya a la casa mi familia estaba aún en el comedor desvíe mi camino, para entrar a mi
cuarto sin ser visto para escuchar desde allí que decían; mi madre preocupada me dice
porque estas triste no señora llegue cansado de la cacería, tu padre estará feliz por la piel
del oso que te encargo no, le traje una de tigre ese que hacías daños por aquí; madre no
digas que ya regrese.
cuando servían el café llego juan Ángel dando gritos de terror el ¡tigre! donde pregunto
Jerónimo derramando su café, Carlos y mi padre también dejaron sus asientos Emma y
María se acercaron al abrir el saco con preocupación vieron rodar la cabeza del tigre quien
lo mato la escopeta de mi amo, donde esta entonces Efraín pregunto mi padre mirando a
María quedo en la quebrada dijo Ángel mi madre exclamo-hay mi hijo-María viendo los
ojos de mi madre se tranquilizó.
Vea usted Efraín echa un cazador de fieras dijo Carlos a Emma y en el colegio ni disparaba
a un paparote.
Entrando yo le estreche la mano a Carlos y se me olvido que los últimos había sufrido por
su culpa, salude a todos los que estaban allí presentes, la conversación sobre la cacería
fue el tema del momento, Emma me hizo saber que Carlos había venido para ir de cacería,
en ese momento voy con Carlos al cuarto y muestra su escopeta inglesa que era muy
parecida a la que mi padre me había regalado, con esa escopeta puedes tirar a cuarenta
varas por tiro largo Carlos pregunta que tan lejos estabas cuando le pegaste el tiro al tigre;
Carlos había llegado hace ocho meses antes que yo.
Sentándonos todos en la mesa de una forma ordenada sobraban dos asientos uno cerca
de María y otro al lado de Emma lo cual le ofrecí yo a Carlos un asiento y me senté al lado
de Emma le dije a don Jerónimo que no le perdonaba el placer de verlos a él y a Carlos sin
embargo les perdono si se permanecieran en la casa lo cual me dijo es difícil porque
mañana empieza la data de sal si no estoy yo está el tenemos mucho de qué hacer.
María resentida conmigo evitaba mis miradas Emma me pregunto en secreto porque
había decidido ese asiento es que así debe ser nos levantamos de la mesa mientras mi
padre y Jerónimo hablaban de sus empresas le preste a Carlos la guitarra de mi hermano
mientras él le pregunto si sabían bailar a María y a Emma lo que contestaron que no sabía
bailar, diciendo Carlos hombre es posible no hallas dado lección de baile a tu hermana y a
tu prima no creí que fueras tan egoísta mi madre le insistió a Carlos que cantara una trova
una vez terminaba le suplico a María y a Emma que cantara también será que Carlos
descubrió mi amor por María, María a media voz que podre cantar, no hay nada que le
guste cantar mientras Emma empieza acatar una canción que cato a un ritmo de música
de moda le dice Emma termina la última estrofa María en ese momento entra mi padre
con don Jerónimo no había escuchado esa música con esos versos ella lo leyó de un
periódico María mi madre y mi hermana se sorprendían con la frescura de que yo
engañaba a Carlos.
Llegando la hora de retirarnos será que puedo dormir solo en mi cuarto, no dormirás con
tu amigo espero no ver en el florero el ramo de azucenas pa que no estuviese en el
alcanzase de otros.
CAPITULO XXV-XXVI-XXVII

Al amanecer me despertó los niños cuchicheando, no abras Felipe que mi hermano está
durmiendo María ya nos llamó, mira Efraín está durmiendo.
Al salir yo por el patio exterior-madruga usted con un buen hacendado- no pensé que
fuera tan dormilón, pero te acostumbraras a madrugar.
La llegada de Braulio a quien Ángel llamo por la madrugada traía un par de perros que yo
reconocí en la cacería anterior mayo les gruño al verlos y se escondió detrás de mí, invite a
Braulio que se tomara una taza de café, Carlos y mi padre extrañados por mi cortesía con
Braulio Carlos y yo ensayando una escopeta para mi amigo mi madre se acercó
insistiéndome que se dé cuenta María que la pretensiones de Carlos aunque yo temo
causarle a María que tu padre y yo estamos lejos de aprobar el amor de usted con María
tu padre no quiso hablar con el señor de la enfermedad de María temeroso de que sea
una reproche.
Insisto madre en contarle a María de su enfermedad sin que mi padre se entere, mi
madre guardo silencio-sonriendo-no debes prometerle nada que puedas cumplir. ¿y cómo
le hablare sobre la propuesta de Carlos? Si no la estoy engañando las primeras palabras
son dolorosas pues ella le dará motivos para temer que usted y mi padre se oponga a mi
desenlace.
-pero ¿no estás viendo que hacer lo que pretendes, si ella llega a saberlo, es prometer
algo que desgraciadamente no sé si poder cumplir si en caso de aparecer nuevamente de
la enfermedad tu padre se o pondría y yo también lo haría igual ella se o pondría si el mal
aparece.
-has pues lo que quieras en esas entra María y Emma sonriendo y María exclama diciendo-
a aquí estaban ustedes que pálida estas ¿se siente mal de la cabeza? ¿no?
Mi madre le dijo a María siéntate acá diga usted voy hablar de la misma manera de que
hablaría Emma con estas circunstancias.
- si señora, la oigo.
-tu papá me encargo que el señor ha pedido tu mano para su hijo Carlos.
La han mandado usted para que me lo diga si hija y ya he cumplido con mi deber.
Todos lo saben verdad si todos menos Emma bueno dijo ya usted cumplió, le interrumpió
mi madre dulcemente es que mucha desgracia que Carlos quiera ser tu esposa que antes
de yo consentir eso me moriré ellos saben que tengo la misma enfermedad que mi madre
siendo tan joven María respondió a mi madre porque me propones esto porque era
necesario que ese no saliera de tus labios.
Estoy haciendo mal llorando así, si señora que no note que he llorado.
- ¿no he hecho bien Efraín, consentí que te lo digiera todo?
- ¿pero lo dices de un modo, tu papa le puso por condición que nunca consentía lo que
ustedes sentían María se sonrojo porque le exigen eso? ¿acaso tengo yo la culpa?
No, hija; pero tu papa creyó tu enfermedad se trataba de precaución, ¿Cómo puede ser
Efraín causa de mi mal?
-qué debo hacer.
Carlos tendrá hoy la ocasión de hablar de sus pretensiones.
- ¿a mí?
Si, le dirás con toda serenidad que no aceptas tus proposiciones, porque aun eres una
niña.
Al día siguiente cuando mi madre nos sirvió temprano el almuerzo a Braulio a Carlos y a mí
ya que teníamos planeado salir de cacería.
-Braulio arreglaba la escopeta, el plan parecía bueno pues Braulio ensillaba mi caballo
mientras Ángel iniciaba la marcha el ruido de los caballos y los perros sacaron a Emma y a
maría mayo nos acompañó hasta la primera montaña.
Braulio Carlos y yo vimos un venado que corrió hacia la casa detrás corrían los perros, el
venado se escondió debajo de un sofá Emma y María suplicaron que no los matara que el
animal como si comprendiera que ellas lo defendían.
Hasta entonces había conseguido que Carlos no me hiciera la revelación, que en mala hora
para él le había cansado
Así que nos encontramos solos en el cuarto se acostó en mi cama, para descansar y leer
me acerque al instante preguntando que deseas leer.
- ¿has me un favor de no leer nada – me contesto.
Juro no volver de cacería herrar en un tiro de esos, eso le puede suceder a cualquiera
¿Cómo a todos? herrar a un venado a esa distancia solo a mí me sucede; observando el
cuarto que se han hecho las flores de ayer? Hoy no las han puesto si hubiera sabido que te
gustaban las hubiera mandado a poner.
Ven Efraín que tengo que contarte cosas importantes, -me vi sin salida en ese momento
llego su padre y me libró.
-Carlos-dijo don Jerónimo de afuera te necesitamos acá-voy y salió.
Note que entraban al cuarto de mi padre. no queriendo ver me de nuevo en peligro de
Carlos me hablara de sus asuntos, me dirigí al cuarto de mi madre, allí estaba María -
¿dónde está mi madre? –le pregunte, está en el cuarto de mi papá.
– ¿has hablado con mi madre de la propuesta de Carlos?
– ¿Qué te ha dicho?
– Muchas cosas
– ¿Cuáles?
– Esas cosas que usted aprobó con ella.
– ¿yo?
– Dime las cosas de que te hablo mi madre
– En otra ocasión
– Mi madre me ha manifestado en contestarles a el honor que te hace.
– Haci debe ser
– María porque lloras, tengo que darle gusto a mamá, es mucho sacrificio oír lo que te
va de sir Carlos.
– Ahí viene mi madre.

CAPITULO XXVIII-XXIX-XXX

En aquella tarde las señoras preparaban el café, como era de costumbre Efraín convido a
los niños de pesca y salieron todos a esperar a fuera a María, envié a mi hermana Emma a
averiguar la causa de su demora.
A iniciar la marcha pa la pesca María con pretextó de ayudar a juan alcanzar unas moras
que él no alcanzaba. Como yo ya las tenías se las di.
- ¿Qué hago para no volver con ese señor?,-eso imposible
Convidé a Carlos a bajar con la vega, para unirnos al grupo que formaban los demás
llevaban tomada la mano de María y a Emma y le dije a Carlos que están más elegantes su
padre y el suyo.
Mi padre le pregunto a María que le había dicho Carlos en medio de risas, es decir, no te
quieres casar, a lo que respondió no.
Quien ese afortunado, porque te han dicho que eres muy hermosa, me lo han contado
todo. Pero si no hay nada que contar.
El padre estaba recordando algo pues él esta va perpleja, pronuncio pobre Salomón.
Luego de la cena Carlos se dio cuenta que Efraín gustaba de María, pues vio su cara,
aunque Efraín trato de ocultar fue imposible pues Carlos lo conocía muy bien.
La llegada de los correos y la visita del señor M… aglomeraron los quehaceres de mi
padre, nos reuníamos en el comedor a descansábamos en familia y María hacia
placentero mi descanso.
Acompañé a mi padre a la alcoba y me despedí diciendo hemos hecho mucho
continuemos mañana.
Al otro día María dice ¿vistes a tu amigo esta mañana? Si porque que te interesa saber, si
hablaste con el de nuestro amor, se lo he contado todo, seguirá siendo tu amigo, si claro
todo esta ha sido porque le he rezado a la virgen y la virgen me concede todo.
Al día siguiente yo seguía trabajando con mi padre recibíamos el correo sobre mi viaje en
esas entra María mi padre le dice sonriendo que tiene mucho cabello María se lo corta
diciendo cuidado me trasquilas, mientras María me le cortaba el cabello, mi padre le
agradeció por tan buen trabajo se despidió con un beso en la frente de María que hoy no
vamos a terminar tarde.

CAPITULO XXXI-XXXII-XIII
Eran la once de la noche ya habíamos terminado del trabajo visualice a lo lejos a tránsito y
a su padre, pregunte a tránsito por Braulio, se quedó aprovechando el buen sol, para
cuando seria la boda José contesto queremos que sea de hoy en ocho días.
A las cinco salimos a acompañar a tránsito, y María dijo hubiese visto a mi ahijada con su
vestido de novia, ¿porque no me llamaste? Porque transito se opuso.
Braulio esperaba a su novia feliz
-se le vas hacer de noche para bajar nos dijo transito nos despedimos cariñosamente,
aunque María estaba feliz por el matrimonio de tránsito y Braulio, igual tenía una tristeza
porque no íbamos a separar.
Se me acerco juan diciendo que me hagas dormir porque María le dije porque no me
quiere dar un beso ni contarme un cuento hay note que María estaba triste al ver yo que
ni a juan quería ella mimarlo.
Al día siguiente Efraín quería que su padre comprendiera lo penoso que era ir a las
haciendas de abajo con él.
María y Emma se iban de viaje y habían empacado toda su ropa pues parecía que se iban
de la casa su padre le preguntaban si toda esa ropa cabía en la maleta y les contestaron
que sí y si no lo empacaban en otra cosa más grande.
Todos dos estaban ansiosas y pensaron que las pastas las cambiarían por un vino fino.
A qué día mi padre ya fatigado de trabajar, escuche a lo lejos un cabello me imagine que
era camilo un criado que había enviado a traer una correspondencia, amo aquí está el
paquete de cartas mi padre reviso las cartas tomo la carta ese hombre añadió mi padre
eso ya no hay remedio, yo moriré sin haber aprendido a desconfiar hombres vengo a que
usted me page, porque he jugado y he perdido cuando usted me dio.
Al acostarnos mi padre me dijo es preciso ocultarle a tu madre lo sucedido.

CAPITULO XXXIV-XXXV-XXXVI

No todas las personas guardaban esperando, pues maría estaba encima de una piedra mi
padre diciendo como te subiste allí
Cuando ella se bajó él se despidió y ella entre labios le dijo adiós María leyó un rato antes
de irse con Emma, el Efraín le dijo que porque leía si era que estaba triste o por qué.
Ella le dijo que por nada o que no podía leer porque quería Efraín triste por su respuesta
se alejó de ella dejándola sola.
Al día siguiente tenían que verificar que el matrimonio de transito estuviera bien, en la
cena Emma y María ya habían vuelto, su hermana tocaba la guitarra y ella hablaba con
Efraín ella le decía que si pasaba algo o que estés molesto él le dijo que no, así estuvieron
una diminuta discusión.
Habían llegado ya de ver cómo iba l del matrimonio y a Efraín le extraño que las ventanas
estaban cerradas cuando entro su madre le dijo que mi padre estaba enfermo.
Solamente ella y el sabían que porque estaba así. La madre de Efraín y María dijeron que
su padre tenía un resfriado.
Tenía las manos y los pies calientes y su fiebre crecía más su padre dijo que reunirán a
todos y dijo mi madre trajeran las cartas mientras susurraban ellos decían que trajeran el
doctor, pero su padre decía que no.

CAPITULO XXXVII-XXXVIII-XXXIX
Después de tres días la fiebre del padre de Efraín empeoraba el medico trato y trato, pero
ningún remedio los síntomas eran más graves.
El doctor cito un momento a Efraín para hablar de la enfermedad que tenía su padre le
mostro los exámenes donde se veía el problema sanguíneo que tenía.
Luego de tantos intentos el doctor decidió hacer algo contra su enfermedad le pidió Efraín
que a los dos y media lo llamaron para hacer los respectivos exámenes.
Al despertar el padre de Efraín no estaba tan mal pues la fiebre había disminuido y ya no
le dolía casi nada se sentía súper bien.
El doctor dijo que el padre de Efraín debía guardar reposo.
Luego de los diez días después de los exámenes el padre Efraín se encontraba mucho
mejor pues ya no estaba enfermo se sentía muy bien, pero, el doctor dijo que la
enfermedad podía regenerarse así que le dijeron que leyera libros el escogió el diario de
napoleón en santa Elena que lo ponía a divertiste.
Luego de un tiempo se aburrió el padre de Efraín y se paró, pero no ocurrió nada el
simplemente se sentó observar cómo trabaja su hijo por él.
Luego de lo que ocurrió con María Efraín no quería bajar a la mesa a cenar pues estaba un
poco triste.
Su madre le dijo lo que veía en la relación de el con María y veía amor y la mujer y
destinada a hacerlo feliz y le insistió en que bajara a cenar.
Efraín no tuvo otra alternativa que asistir y fue, pero se quedó completamente callado y
simplemente escuchaba luego de terminar se paró y se subió a su cuarto.

CAPITULO XL-XLI-XLII

Al día siguiente cuando llegué a la hacienda se encontraba el reemplazo del médico mayn
asistiendo a Feliciana el doctor no daba esperanza de vida esa mujer iba a morir lejos de
su patria.
Efraín enfrento una guerra con sus enemigos, aunque la guerra fue fuerte os ingleses se
dieron por vencido logrando rendirse y pidiendo la paz.
La hija de Magmahú estaba enamorada de Sinar que era un esclavo quien le pide a Nay
que se vuelen juntos achimis donde ella será su reina y su única mujer, yo no puedo ser
ingrata que mi padre me amo primero que tu no le causare tal tristeza. Salió Magmahú a
como batir la guerra él dijo que no competiría contra los aliados de mi padre.
Magmahú se entera que su esclavo Sinar coloco los ojos en su hija y de castigo hare que
cierres los ojos para siempre en esas entra Nay perdónanos señor mátanos a ambos
tirando el arma Magmahú, su hija hizo que Sinar le juraba a Magmahú que ya lo había
perdonado, dos días después, Nay, Sinar y Magmahú salieron de Cumasia con sus eslavos
y mucho alimento.
Menos de dos semanas habían pasado después de la llegada del sacerdote francés, la
única persona allí que podía entenderlo que podía entenderlo era Sinar que solía recorrer
la ciudad dando paseos para que el conociera en donde estaba.
Una tarde Efraín noto a Sinar un poco decaído y triste, Nay se acercó y le dijo que porque
estaba así y el decidió sincerarse y le dijo que no estaba muy de acuerdo con la idea de
que su padre se casaría con ella.
Nay luego de escuchar le dijo que no importaba lo que pasara su padre y el siempre iban
hacer buenos amigos pase así estuviera ella o no.
A la mañana siguiente el jefe de los Kombu Manez ordeno que se iniciaran las fiestas que
se hacían para celebrar el desposorio de Sinar.
Luego de este ministro permaneció orando solo algún espacio, se dirigieron a Nay y Sinar y
dijeron extendieran sus brazos y los bendicieron primero luego dijeron palabras que a
ninguno se le olvidaron.

CAPITULO XLIII-XLIV-XLV

En aquel tiempo se explotaba minas de oro en choco, el método que se utilizaba para
realizar es muy complejo y se tendría que clasificar esto como productos.
El hombre que trato muy mal a los compañeros de Nay, el que intento levantar el látigo
para pegarle. Ese fue el día que Nay le dijo al capitán que quería ser su esclava que se la
llevara lejos.
Ese día llego el sacerdote para la despedida de Feliciana, ya que se encontraba muy
enferma y el medico había dicho que ese mismo día moriría y que quien era Sanir y que se
había hecho, pues el medico decía la verdad, ese día murió Feliciana antes de fallecer me
acerque a su oído y le dije Nay y me dijo no me conoces.
A las cinco de la tarde mure Feliciana, las esclavas le trajeron el ataúd, le rezaron el rosario
y a las tres de la tarde se dejó su cruz sobre la tumba Nay.
Pasadas ocho días de la muerte de Feliciana todos procuraban aliviar a Juan.
Le dije a María que visitáramos a tránsito, ya que desde su boda no la visitábamos, María
dice dile que estamos atareados con lo del viaje, y más bien que ella venga y nos visita;
entonces volveré temprano y aprovecho y le explico a Carlos lo del tiro que no pudo
dispararle al venado, y eso pues Braulio le hizo una broma a Carlos por burlarse el de los
dos perros que traía flacos.

CAPITULO XLVI-XLVII-XLVIII

A la mañana siguiente Efraín bajo de la montaña, la provisión de lirios además los que me
habían guardado tránsito y lucia, en el camino; elegí los más hermosos para entregárselos
a María, ella exclamo.
- ¡Ay, que lastima! ¡tan lindos!
-será. Vamos al costurero de mamá, no he hecho nada hoy.
El padre de Efraín una noche les comunico que se tenía que ir un tiempo por cuestiones de
trabajo, exactamente el catorce de enero el padre de Efraín a listaba las maletas pues
pronto tenía que irse.
Cuando Efraín bajo por unos papeles estaba María llorando, él le pregunto que por qué
ella le dijo que no quería que él se volviera a ir luego de haber vuelto.
Mientras hablaban Efraín le regalo una sortija que tenía sus iniciales cuando de repente
vieron pasar algo, María atemorizado grito el ave negra.
Se cogieron las manos y Efraín sintió un temor inmenso por parte de María luego se
fueron para el cuarto a dormir.
Al día siguiente Efraín y su padre ya tenían listas las maletas y estaban tomando café, el
acompaño a su padre a despedirse de cada una de las personas y vecinos que conocía.
Luego de pasar por todas las haciendas llegaron donde los señores de M…. cuando
entraron solo estaba Carlos su padre Y Efraín se despidieron de él y le dijo que esperaba
muchas cosas cuando volviera.
Se despidió y se fue, Efraín mientras esperaba se puso a molestar con sus amigos y se
fueron a caminar.

CAPITULO LIX-L-LI
Antes de irse su comadre le grito que no se demorara porque ya casi estaba la comida
ellos salieron y entre ramas y hojas hablaron sobre muchos temas.
Todo estaban un poco aburrido cuando se callaron por un momento y pensaron cada uno
cada uno cosas diferentes.
Luego de unas horas llegaron a su casa, pero la comida ya estaba fría y les toco comérsela
así.
Hablaron por ratos y luego cada uno se fue a dormir un rato, luego de tan extensa
conversación.
Efraín tenía que reunirse con su madre y Emma a las cinco y cuando bajaba estaba maría
en las escaleras él se llevó a Juan un rato y le pregunto por ella.
Él le dijo que ha estado muy mal pues estuvo llorando Juan intento alegrarla, pero no
pudo no paro bolas a lo que decía él.
Le dijo que la única que había podido subirle el ánimo era su madre pues con un brazo la
hizo sonreír.
El veintiocho de enero, dos días antes del viaje de Efraín. Braulio me iba a llevar, enviado
por José y las muchachas.
Cuando llego encontró a tránsito y a Lucia ordeñando la vaca y los demás estaban a
dentro, cuando luego de una charla un poco larga Efraín se despidió cada una mientras la
lagrimas caían por sus mejillas les dio un abrazo a todos y se fue y se fue buscando a
Braulio para que lo llevara a la casa.
Cuando lo encontró llorando colina a bajo y dejo todos llorando por él.

CAPITULO LII-LIII-LIV

Cuando Efraín bajaba de las montañas luego de despedirse, estaba muy triste pues el
sentía que su corazón se despedía de cada una de las casas, Efraín luego de despedirse de
cada una de las personas, se fue a la cama.
Esa noche Efraín no pudo pegar el ojo pues no podía dormir por estar recordando a María
y los momentos que vivieron juntos, no podía olvidar que cuando el regresará el y ella ya
estarían viejitos.
Esa noche del veintinueve se me pare de mi familia me acosté con el mismo traje que
traía, toda la noche me desvele, al llegar a las cinco de la mañana escuche a Juan llamar a
María en sus aposentos.
Juan Ángel si yo mi caballo negro mientras yo me dirigí al costurero de mi madre entre
lágrimas me despedí de mi madre y Emma y María estaba allí en una alfombra en ese
momento mi corazón había guardado para aquel momento para casi todas sus lágrimas.
Dos semanas estaba yo en Londres recibí una carta de mi familia que llevaba una carta de
María decía la carta de María en mi cuarto es donde puedo llorar sin que me consuele
todo está como lo dejaste, las ultimas flores están marchitas, el último libro que leíste está
abierto; el almanaque siempre está en ese treinta de enero.
Después de tu llegada a Londres me dirás como duermes, como estudias en que horas
descansas y en qué momento piensas en mí.
Nuestra mata de azucena ha dado la primera en esta carta va un pedacito. Nunca dejara
de florecer.

CAPITULO LV-LVI-LVII

Durante un año cada mes recibía una carta de María, en vano yo animaba a María
tratando de decirle sus tristezas destruiría su salud ella decía ya no volveré a estar triste
cuando este acá nadie nos separara.
En junio llego el señor A…, traigo cartas de tu casa.
- ¡María! ¡María! Exclame.
Él dijo ella vivirá si usted llega a tiempo.
Ella decía en su carta ven pronto o me moriré sin decirte adiós hace un año que estoy
enferma; si vienes yo tendré fuerza para resistir, yo no quiero morirme y dejarte solo.
Los médicos tenían solo una esperanza de salvar a María y era mi regreso, ese día Salí dos
horas después de Londres.
Efraín trataba de llegar a tiempo para salvar a María pero en el camino se le presentan
mucha dificultades tanto en que panamá le toco quedarse allí leyó unas cartas de María él
esperaba yo a mi amigo Lorenzo para irme en nuestra canoa tocando ya arena, Lorenzo
encendió la luz el primer grito de Gregorio al llegar a la playa alarmo a todos, había dejado
de llover mientras Lorenzo iba a disponer el almuerzo en la casita Lorenzo me trajo el
almuerzo a la canoa mientras Gregorio se creía buen cocinero.

CAPITULO LVIII-LIX-LX
Lorenzo me llamo en la madrugada; vio mi reloj, eran las tres.
El peligro, era la víbora se entrase a la canoa, pasmos felices; ninguno tranquilo. El
almuerzo del día anterior, tapado Gregorio nos había prometido.
A las dos tomábamos dulces en una esquina, Laureán lo rehusó. Era zumo de hoja
hedionda, único antídoto contra las fiebres, donde debía embarcarme al día siguiente.
Los bosques iban teniendo, a medida que nos alejábamos de la costa, toda aquella
majestad, más el reino vegetal imperaba casi solo.
La primavera volaba, Martín el pescador, única ave acuática que habita aquellas riberas,
desde el saltico encontramos el mayor número de canoas, los escarpados de la víbora
delfina.
Eran las cuatro cuando pasamos al pie de los agrio peñascos de medialuna. El amigo D…,
antiguo dependiente de mi padre. Me condujo a su casa, donde fui a esperar a Lorenzo y a
los bogas. Estos quedaron muy felices conmigo, como decía Gregorio. Debían madrugar al
día siguiente, y se despidieron de mí en la manera más cordial y una carta para el
administrador.
Cuando se sentó a comer Efraín les dijo que tenía que viajar ya y ellos le dijeron que si
Lorenzo pago lo necesario para que D… lo transportara rápido a su casa.
A las siete ya estaban en san francisco, pero justamente había una caravana allí y les
impedía el paso.
Al día siguiente, a las cuatro, llegue al alto de las cruces. Mi corazón palpitaba
aceleradamente, pronto iba a reclinarse la cabeza de María.
El resto de mi valor para llamar a la puerta de la casa.
- ¡María! ¡mi María! –exclame
-Ay no, no. ¡dios mío! - me dijo sollozante
Era Emma vestida de negro.
- ¡hijo de mi alma! –exclamo mi madre
- ¡En el cielo!
Era la muerte de María.
CAPITULO LXI-LXII-LXIII-LXIV-LXV

Me fue imposible darme cuenta de lo que ella había pasado una noche y me desperté de
un lecho que no podía distinguir. Mi madre me hizo preguntas para saber si estaba
aliviado; tuve l crueldad de decirle Haci me engañaron a que han venido.
Mi madre Eloísa y Emma se turnaban para cuidar mi sueño, Emma sabia las últimas
palabras y los últimos momentos de ella.
Tres semanas habían pasado de mi regreso Emma y mi madre siempre me acompañaban;
los días y las noches de dos meses habían pasado sobre su tumba.
Emma me conto de la última carta que escribió María mi hermana quiso sacarla del jardín
diciéndole que eso no le hacía bien su salud ella le dijo que te tengo que decirte bastantes
cosas no sabes que voy a morir y necesito decirte que harás en el momento que yo
fallezca pondrás en un cofrecito las cartas y la sortija que él me dio en la víspera de mi
viaje ya no podre ser su esposa en vano luche esperando su regreso, ella temblaba en los
brazos de ella corrió Emma buscando ayuda, todos los esfuerzos del médico no fueron
suficientes para salvarle la vida cundo mi madre ese convenció de que María había
muerto. ¡hija de mi corazón! ¿Qué le respondería a mi hijo cuando me pregunte por ti?
Emma cumple la promesa de cortarle su cabello y las puso a los pies de la virgen como
María deseaba.
Mi padre en su dolor decía yo fui el autor de ese viaje maldecido, si Salomón viviera y me
pidiera a su hija que le diría.
Dos meses después de la muerte de María Emma me entrego las llaves del armario donde
María guardaba sus hermosos vestidos.
Cuando abrase a mi padre tenía un paquete sellado para mi Kingston. Tiene la última
voluntad de Salomón quizás fue la que me hizo alejarte de ella y precipito su muerte.
Las últimas noches pasados de mi hogar olvidables de mi niñez, a media noche en mi
cuarto veía como los insectos se comían las ultimas azucenas que ella me había dejado
soñaba que María ya era mi esposa un grito interrumpió aquel sueño la realidad turbaba
celosa aquel instante hubiera sido un siglo de dicha.
En la tarde de ese día me preparaba prender mi viaje a la ciudad pase por la tumba de
María, a las pocas cuadras me tuve a ver aquella mansión de las horas más felices que
había pasado con ella al dar la vuelta a un grupo de corpulentos tamarindos, me halle en
frente de un pedestal blanco y manchado por las lluvias me acerque a una plancha negra y
me senté a leer la María.
FIN

PERSONAJES PRINCIPALES

 Efraín – quien relata la historia


 María – su amada.

PERSONAJES SEGUNDARIOS

 Don Anselmo – padre de Efraín hombre bondadosos, y hacendado.


 Doña Dolores –madre de Efraín mujer sumisa y amorosa.
 Emma – hermana de Efraín y confidente de los enamorados
 Eloísa, Felipe y Juan – hermanos de Efraín y prima de María
 Salomón – padre de María y primo de don Anselmo
 Sara – madre de María
 José – esclavo de la familia
 Emigdio – amigo de Efraín en Bogotá
 Mayo – perro de la casa de Efraín
 Carlos – amigo de Efraín y enamorado de María
 Juan Ángel – esclavo de la familia he hijo de Feliciana
 Feliciana – ama de llaves
 Lucia – hija de José
 Transito – hija de José y esposa de Braulio
 Braulio – sobrino de José, cazador, y esposo de transito
 Dr. Mayn – médico de la familia
 Marta – cocinera de la familia de José
 Estefana – hija de esclavos
 Camilo – criado de la familia
 Sacerdote – quien casa a Braulio y tránsito y quien realiza los santos solios a María
 Señor A – quien le dice de la gravedad de María.
 Higinio – mayordomo
 Bruno – esclavo
 Remigia – esposa de bruno
 Gregorio – se cría un cocinero
 Lorenzo – amigo de Efraín
 Martin – pescador
 Pedro – amigo
 Magmahú – papa Feliciana
 Sanair – esclavo de Magmahú
 Nay – es Feliciana

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