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Obligaciones generales del revisor fiscal

En forma general, el Código de comercio, en su artículo 207 contempla las funciones de la


revisoría fiscal.

1) Cerciorarse de que las operaciones que se celebren o cumplan por cuenta de la


sociedad se ajustan a las prescripciones de los estatutos, a las decisiones de la asamblea
general y de la junta directiva;

Lo anterior configura labores de fiscalización de cumplimiento de las normas propias y


específicas del ente económico vigilado, entre ellas: Objeto social, convocatoria y quórum
para asambleas generales de accionistas o para juntas de socios, funciones de los órganos
de administración, responsabilidades y limitaciones de los administradores, colocación y
cesión de aportes de capital (acciones y partes sociales), distribución de utilidades,
presentación de estados y otros informes financieros y administrativos, manejo de libros
de actas y otros aspectos contemplados en los estatutos.

Para el cumplimiento de esta función también es necesario que la revisoría fiscal verifique
–basándose en el libro de actas respectivo- si la administración actúa de acuerdo con las
decisiones tomadas por la asamblea general o por la junta de socios, así como las
instrucciones y mandatos emanados de la junta directiva (cuando existe este órgano de
administración). Para ello es importante que los mencionados libros de actas estén al día,
estén debidamente registrados en la Cámara de Comercio del domicilio social de la
empresa y que cada una de las actas estén firmadas por el presidente y el secretario de la
reunión, amén de haber sido aprobadas por la asamblea o junta de socios, según el caso, o
por la junta directiva y no tener vicios de forma o de fondo que les hagan perder su validez
probatoria.

Son muchos los casos en que los libros de actas han sido registrados en la Cámara de
Comercio, pero al cabo de varios meses –y a veces años- permanecen con sus páginas en
blanco, o con notorio atraso, sin haber sido firmados por quienes deben hacerlo, con
enmendaduras, borrones y tachones que los invalidan, con redacción confusa o errónea y
muchas otras fallas; ante lo cual las actuaciones de los administradores pierden soporte
legal y éstos quedan expuestos a acciones legales en su contra, a pesar de que no hayan
incumplido con sus responsabilidades ni hayan incurrido en dolo ni delito alguno
relacionado con su gestión.

El cumplimiento satisfactorio de la función aquí analizada puede facilitarse si el revisor


fiscal asiste a las sesiones de asamblea general o junta de socios y a las de junta directiva.
Y, por supuesto, si graba o toma nota de los temas tratados en cada reunión y de las
decisiones adoptadas y hace un cuidadoso seguimiento de que los administradores actúen
en consecuencia. Esto es compatible con lo estipulado en el artículo 213 de mismo Código,
que reza:
“Derecho de intervención del Revisor Fiscal. El revisor fiscal tendrá derecho a intervenir en
las deliberaciones de la asamblea o de la junta de socios, y en las de juntas directivas o
consejos de administración, aunque sin derecho a voto, cuando sea citado a estas. Tendrá
asimismo derecho a inspeccionar en cualquier tiempo los libros de contabilidad, libros de
actas, correspondencia, comprobantes de las cuentas y demás papeles de la sociedad.”

Una oportuna y eficiente vigilancia de la revisoría fiscal sobre las aspectos comentados
reporta grandes beneficios a los propietarios de la sociedad en cuanto que les da
tranquilidad de saber que su empresa está cumpliendo con los objetivos para los cuales
ha sido creada y que los administradores están cumpliendo con sus funciones,
responsabilidades y limitaciones; lo que, seguramente, redundará en una dirección
eficiente, protección de sus intereses sociales y óptima rentabilidad de su inversión,
disminuyendo en gran medida los riesgos de graves errores, desviaciones frente a lo
esperado, hechos que atenten contra su patrimonio y tener que enfrentar problemas
legales.
Por su parte, los administradores encontrarán en la revisoría fiscal su mejor aliado para
acertar en su gestión gerencial, les evitará conflictos con las dueños y altos directivos del
negocio y les facilitará corregir el rumbo cuando se detecte que van deambulando por
caminos equivocados.

El Estado, máximo conductor de la economía nacional y del bienestar social, podrá


disminuir la intensidad y costo de sus funciones de inspección, vigilancia y control,
proyectará con más posibilidades de acierto el futuro del país y, posiblemente, estará en
capacidad de llegar a más y mejores logros en beneficio de toda la comunidad.

2) Dar oportuna cuenta, por escrito, a la asamblea o junta de socios, a la junta directiva
o al gerente, según los casos, de las irregularidades que ocurran en el funcionamiento de
la sociedad y en el desarrollo de sus negocios;

Tal vez en este numeral estriba la mayor dedicación de horas de trabajo por parte del
revisor fiscal y sus colaboradores; pues si debe dar oportuna cuenta “de las
irregularidades que ocurran en el funcionamiento de la sociedad y en el desarrollo de sus
negocios”, necesita hacer un seguimiento constante de todas las áreas de actividad del
ente económico. Algunos piensan, equivocadamente, que la revisoría fiscal debe
concentrar su acción de vigilancia en los libros de contabilidad, estados financieros y
declaraciones tributarias y que sobre estos aspectos debe presentar un informe anual o
firmar lo que se requiera. Seguramente no han leído con detenimiento y atención el texto
de este numeral 2º., que se refiere a las irregularidades en todo tiempo y lugar de la
empresa.

Es conveniente que la revisoría fiscal ejerza su función a lo largo de todo el año, todos los
meses y, en muchas ocasiones, todos los días; para así detectar las irregularidades cuando
se presenten y “dar oportuna cuenta” de ellas. Recordemos que su vigilancia debe ser,
ante todo, preventiva. No podemos concebir una revisoría fiscal que informe sobre
irregularidades importantes cuando ya no hay remedio; situación que se presentaría si
el revisor fiscal se limita a presentar un informe anual a los socios de la compañía. Estos
informes sobre irregularidades tienen que presentarse “oportunamente, por escrito”,
precisamente porque el legislador buscó que la acción de la revisoría fiscal fuera
eminentemente preventiva. De qué serviría un control que informa cuando ya no hay
remedio? Lo importante es que se entere de los riesgos y de las anomalías cuando todavía
no son graves y que informe inmediatamente, para se puedan tomar las medidas
correctivas a tiempo.

No se quiere decir con lo anotado en el párrafo anterior que en todos los casos la revisoría
fiscal deba estar presente todos los días. No. Hay casos en que es suficiente con su
presencia solamente uno o dos días en la semana, o en la quincena, y en ciertos negocios
pequeños bastaría con uno o dos días al mes. Pero, en cuanto sea posible, es aconsejable
su presencia diaria. Esto depende del volumen de operaciones, de su complejidad, del
nivel de eficiencia del control interno, de los riesgos potenciales y de otras variantes.

¿A quién debe comunicar el revisor fiscal, sobre las irregularidades encontradas?

La lógica y la práctica nos conducen a pensar que en su orden, según el caso, a: 1) La


gerencia; 2) La Junta Directiva; y 3) La Asamblea General o la Junta de Socios.

En primer lugar, al gerente; puesto que es la persona que normalmente está todos los días
al frente de la empresa y con quien se puede tener más fácilmente un diálogo frecuente,
amén de ser el directo y principal responsable del manejo de las operaciones.

En segundo lugar, a la junta directiva; organismo que suele reunirse con cierta
periodicidad, que está compuesto por pocas personas y, por lo tanto, es accesible para su
convocatoria y para hacerle llegar oportunamente los informes a cada uno de sus
integrantes. Debemos considerar que, en la época actual, gracias a la internet, es posible
hacer llegar la información de manera veloz y simultánea a varios destinatarios. Estos
informes oportunos y escritos para la junta directiva deberían enviarse más que todo
cuando se ha informado a la gerencia sobre riesgos e irregularidades importantes y,
pasado un tiempo prudencial, no ha tomado medidas correctivas; exponiendo a la
empresa gerenciada a mayores males o a riesgos innecesarios que, a la postre, podrían
socavar las condiciones económicas de ella y la conservación del patrimonio de los
propietarios. O cuando sean de tal magnitud o calidad las irregularidades y riesgos, que
ameriten ser conocidos por la máxima instancia administrativa, como lo es la junta
directiva (por supuesto que donde existe).

El revisor fiscal sopesará adecuadamente la situación y en casos especialmente graves,


cuando haya hechos importantes que no deban esperar hasta la reunión ordinaria de
asamblea general o de junta de socios para ser solucionados, convocará al máximo
organismo social para que se reúna y, conociendo su informe sobre irregularidades
altamente peligrosas, tome a tiempo las decisiones requeridas.

¿Qué áreas y actividades deben estar bajo la vigilancia de la revisoría fiscal?

Sin excepción: todas. Solamente si la revisoría fiscal vive pendiente del funcionamiento de
todas y cada una de las áreas de actividad podrá estar en condiciones de detectar
oportunamente los riesgos y las irregularidades importantes de cualquier tipo. Al decir
“importantes” se quiere significar que no tiene sentido que la revisoría fiscal se desgaste
en vano haciendo el seguimiento de cosas minúsculas de rutina, que pueden solucionarse
de manera fácil e inmediata por la persona o las personas que sean responsables de ellas,
ni que distraiga, sin necesidad, la atención de la gerencia, junta directiva o asamblea
general, en asuntos sin relevancia; lo cual podría resultar más costoso que las pérdidas
originadas por esas pequeñas anomalías.

No se puede esperar que la revisoría fiscal vigile el 100% de las operaciones y de los
documentos que se manejan en la empresa. Esto conllevaría a un control inoperante,
entorpecedor y excesivamente costoso. Ningún control puede ser más costoso que el
valor de las pérdidas o gastos que se pretenden evitar merced a este control.

Algunos opositores a la existencia de la revisoría fiscal han dicho que se necesitaría ser
casi un dios o un superhombre para poder cumplir con las funciones de la revisoría fiscal;
pues, según ellos, únicamente alguien de poderes sobrenaturales podría vigilar todas las
operaciones de un ente económico. No es esto lo que tuvo en mente el legislador cuando
redactó las normas sobre el tema, dentro del decreto especial 410 de 1971. Lo que previó
fue que la vigilancia cubriera las diferentes fases y clases de operaciones; más no el 100%
de documentos y operaciones. Por esto, el revisor fiscal debe valerse de herramientas
técnicas como el muestreo selectivo –estadístico o subjetivo, según lo permitan las
circunstancias- pruebas de calidad, exámenes periódicos de procedimientos, prácticas y
registros, observación de cómo se realizan las funciones, etc. Debe llegar a obtener
evidencias y certeza de que las operaciones, en general, funcionan o no funcionan en
determinada forma; pero es imposible que garantice que su labor se hace sobre el 100%
de las operaciones.

3) Colaborar con las entidades gubernamentales que ejerzan la inspección y vigilancia de


las compañías, y rendirles los informes a que haya lugar o le sean solicitados;

La colaboración a la que se refiere este numeral se cumple suministrando a las entidades


de inspección, vigilancia y control del Estado los dictámenes, certificaciones, aclaraciones
y demás informes que soliciten al revisor fiscal. Y firmando, luego de verificar su certeza y
legalidad, los informes y declaraciones que estos organismos estatales suelen pedir a las
empresas. Pero el revisor fiscal no es ni puede ser una extensión del Estado, como
tampoco puede convertirse en un auxiliar de sus entidades de inspección, vigilancia y
control. Si así lo fuera, perdería totalmente su independencia de acción y de criterio y
únicamente sería un agente al servicio de una sola de las partes involucradas.

Tampoco puede ser un policía de los tiempos pasados, buscando quién delinque para
conducirlo a prisión. Los revisores fiscales –al igual que los auditores- que se dedican a
funciones policivas están totalmente obsoletos.

4) Velar por que se lleven regularmente la contabilidad de la sociedad y las actas de las
reuniones de la asamblea, de la junta de socios y de la junta directiva, y porque se
conserven debidamente la correspondencia de la sociedad y los comprobantes de las
cuentas, impartiendo las instrucciones necesarias para tales fines;

Esta es una de las importantes funciones asignadas al revisor fiscal; pero, podemos notar
fácilmente que los redactores del Código de Comercio no la colocaron en el primer lugar…
o en el segundo. Y esto no fue producto del azar. Si se colocaron en este puesto dentro del
artículo 207 fue precisamente porque sus ideadores no la consideraron como la más
importante. De todas maneras, es fundamental para la eficiencia de su gestión y para la
tranquilidad de los distintos interesados en las empresas: Propietarios, administradores,
Estado, inversionistas, clientes, trabajadores, etc.

Al decir “velar porque se lleve regularmente la contabilidad”, se quiere dar a entender


que el revisor fiscal debe estar pendiente de manera constante que los libros de
contabilidad y los registros que en ellos se hagan cumplan con los ordenamientos del
Código de Comercio y de las Normas de Contabilidad Generalmente Aceptadas para
Colombia (decreto 2649 de 1993 y normas complementarias), esto es:

a) Que los llamados libros oficiales estén debidamente registrados en la Cámara de


Comercio y se mantengan al día;

b) Que la calidad y cantidad de los asientos contables sirva para tener la historia real, clara
y completa de los hechos económicos;

c) Que los registros contables se hagan oportunamente –dentro del mes siguiente, a más
tardar, de la ocurrencia de los hechos económicos- y estén debidamente soportados por
documentos físicos o virtuales, internos y externos, que cumplan con la normatividad
correspondiente;

d) Que los asientos y comprobantes de contabilidad reflejen la realidad de los hechos


económicos y que todos estos hechos conocidos se incluyan en ellos de manera oportuna,
en el mes en que se realizaron;

e) Que los registros contables carezcan de tachones, borrones, enmendaduras y otros


vicios que puedan hacer perder su credibilidad.
Sobre los libros de actas ya se trató al analizar el numeral 1º. de este artículo 207. Vale la
pena agregar que el revisor fiscal también debe vigilar que su custodia, así como la de los
libros de contabilidad, esté rodeada de condiciones de seguridad, de tal manera que no se
expongan al riesgo de desaparición, daño y destrucción; dejando a la empresa sin sus
principales documentos probatorios.

Este numeral también le pide al revisor fiscal velar para que “se conserven debidamente la
correspondencia de la sociedad y los comprobantes de las cuentas…”; para lo cual debe,
entonces, verificar frecuentemente las condiciones físicas y de seguridad en las que se
mantienen todos los documentos que conforman los archivos y soportes de todas las
operaciones, derechos y obligaciones, entre los que se encuentran:

a) Comunicaciones externas recibidas de clientes, proveedores, bancos, acreedores


diversos, entidades estatales, asesores, contratistas, etc.;

b) Correspondencia enviada hacia el exterior de la compañía;

c) Memorandos y otras comunicaciones internas;

d) Contratos –originales y/o copias- que les conllevan derechos y obligaciones;

e) Normatividad aplicable a la empresa; y

f) Documentos internos y externos de soporte de sus libros de contabilidad;

Es indispensable tener en cuenta que los documentos y archivos a los que hace alusión
este numeral cuarto no son únicamente los que constan físicamente en papel, sino que
ahora debemos considerar igualmente a los llamados documentos virtuales o creados,
enviados y conservados en medios electrónicos; los cuales necesitan aplicación de
tecnología de punta y condiciones especialísimas de seguridad.

Sobre los archivos electrónicos existe una gran debilidad de control empresarial. La
mayor parte de las empresas olvidan que con los hackers y a través del necesario internet,
así como por deficiencias técnicas y/o de manejo de la información virtual, estamos ante
un alto riesgo de pérdida de ellos. Sin embargo, no se preocupan por hacer diariamente
back up ni de tener copias de seguridad en otro sitio distinto de la misma sede operacional
de la empresa. Este debe ser un aspecto al que debe poner mucha atención el revisor
fiscal.

También establece este numeral que el revisor fiscal debe impartir las “instrucciones
necesarias para tales fines”, o sea para que “se lleven regularmente la contabilidad de la
sociedad y las actas…” y para que “se conserven debidamente” sus archivos. Algunos
dicen que si el revisor fiscal cumple con esta función se convierte en coadministrador.
Lejos de ello está el espíritu de la norma legal. Lo que se pide, precisamente, es que dé
instrucciones, más no órdenes, para propiciar la calidad y seguridad de los libros de
comercio y demás registros, así como de los archivos. Dar instrucciones no es lo mismo
que dar órdenes. El revisor fiscal puede dar estas instrucciones; pero los administradores y
demás empleados de la empresa son libres de seguirlas o no.
5) Inspeccionar asiduamente los bienes de la sociedad y procurar que se tomen
oportunamente las medidas de conservación o seguridad de los mismos y de los que ella
tenga en custodia a cualquier otro título;

Asiduo es lo mismo que frecuente y perseverante. De esta manera es que se desea que el
revisor fiscal inspecciones los bienes de la sociedad; por ello debe hacer un plan de trabajo
para que, personalmente o a través de sus colaboradores, se hagan pruebas para
constatar la existencia real y en condiciones adecuadas los inventarios de materiales,
productos terminados, propiedades, planta y equipo; pruebas que no deben hacerse no
una sola vez al año, como acostumbran la mayoría de las veces, sino en varias
oportunidades y, ojala, todos los meses. En cumplimiento de esta función debe verificar
que existan pólizas de mantenimiento y de seguros contra robo, incendio, inundación,
asonada, etc. Que den suficiente cubrimiento y que existan medidas de protección física
para su conservación; de manera que se reduzcan, en lo posible, los daños hurtos y demás
hechos que puedan derivar en pérdidas o en mayores gastos.

Todo lo mencionado en el párrafo precedente debe hacerse también con relación a los
bienes de propiedad de terceros que estén bajo la responsabilidad de la empresa, bien sea
en custodia o a cualquier otro título, como: en depósito, en garantía, en embargo, en
consignación, en pignoración, en demostración, etc. Aquí es bueno aclarar que por error,
el texto oficial del decreto 410 de 1971 dice “…y de los que ella tenga en custodia a
cualquier otro título…”, pero que la intención de los redactores de la norma era que
quedara escrito” …y de los que ella tenga en custodia o cualquier otro título…”, y así debe
entenderse y aplicarse.

6) Impartir las instrucciones, practicar las inspecciones y solicitar los informes que sean
necesarios para establecer un control permanente sobre los valores sociales;

Función que busca proteger fundamentalmente los intereses de los propietarios.


Similarmente a lo anotado en el numeral 4, es necesario aclarar que “impartir
instrucciones” no es dar órdenes y que los administradores y trabajadores de la empresa
son autónomos para seguir o no las instrucciones de que el revisor fiscal acerca de
“establecer un control permanente sobre los valores sociales”

“Las mencionadas instrucciones deben ir orientadas exclusivamente a lograr una


eficiente protección y manejo de los valores sociales, entre ellos: títulos de acciones,
partes sociales, bonos obligatorios y voluntarios emitidos por el Estado y por entidades
privadas, tanto nacionales como internacionales.”
A título de ejemplo: pedir que se lleven registro contable, tanto en el activo como en
cuentas de orden, con la información suficiente sobre poseedor de cada inversión,
localización especifica de los respectivos títulos, fechas de vencimiento, tasas de
rendimiento, derechos y obligaciones correlativos, beneficios tributarios, etc.
Adicionalmente que se mantengan adecuadas medidas de seguridad física sobre los títulos
correspondientes, como custodia en caja fuerte o en cajillas de seguridad en entidades
bancarias u otras similares y restricción clara del acceso a estos títulos.

Deben hacerse, ocasionalmente arqueos físicos para verificar la existencia real de los
títulos de inversión y su validez legal, cotejando los datos contenidos en ellos con los
correspondientes registros contables y otros que puedan ser necesarios. Se recomienda
especial atención sobre los títulos de inversión con convertibilidad a largo plazo o con
vencimiento indefinido, pues son frecuentes los casos en que dolosamente se
desaparecen, se endosan a favor de terceros o sencillamente se negocian; todo esto a
espaldas de los administradores y/o de los socios de la empresa propietaria.

Es conveniente, así mismo, que el revisor fiscal personalmente solicite a los emisores de
los títulos de inversión que confirmen datos relacionados con ellos; para mantener certeza
de la vigencia y legalidad de los mismos y de las condiciones existentes a su alrededor.
Confirmaciones que vale la pena hacer no solo al cierre del ejercicio contable, como
suelen hacerlo algunos, sino también en diversas fechas del año.

Cualquier duda, incongruencia en la información, riesgo de control físico o de inadecuada


rentabilidad y seguridad patrimonial, o irregularidad de importancia relativa que el revisor
fiscal detecte en cuanto tenga que ver con los valores sociales debe ser comunicada
“oportunamente y por escrito” a la gerencia o a la junta directiva o a la asamblea general
o junta de socios, según el caso. Importantísimo es recordar que la acción vigilante del
revisor fiscal debe ser ante todo “preventiva” y que una de sus misiones capitales es la
protección del patrimonio de la sociedad.

7) Autorizar con su firma cualquier balance que se haga, con su dictamen o informe
correspondiente;

Lo indicado en este numeral no debe entenderse literalmente, sino debe interpretarse con
amplitud, en concordancia con lo establecido por el artículo 38 de la ley 222 de 1995 que
dice:
Capítulo VI
Estados Financieros

ARTICULO 38. ESTADOS FINANCIEROS DICTAMINADOS. Son dictaminados aquellos estados


financieros certificados que se acompañen de la opinión profesional del revisor fiscal o, a
falta de éste, del contador público independiente que los hubiere examinado de
conformidad con las normas de auditoría generalmente aceptadas.
8) Convocar a la asamblea o a la junta de socios a reuniones extraordinarias cuando lo
juzgue necesario, y

9) Cumplir las demás atribuciones que le señalen las leyes o los estatutos y las que,
siendo compatibles con las anteriores, le encomiende la asamblea o junta de socios.

Adicionado parcialmente (numeral 10) por el Artículo 27 de la Ley 1762 de 2015.


“Por medio de la cual se adoptan instrumentos para prevenir, controlar y sancionar el
contrabando, el lavado de activos y la evasión fiscal”.

10) Reportar a la Unidad de Información y Análisis Financiero las operaciones


catalogadas como sospechosas en los términos del literal d) del numeral 2 del artículo
102 del Decreto-ley 663 de 1993, (Estatuto Orgánico del Sistema Financiero) cuando las
adviertan dentro del giro ordinario de sus labores.

PARÁGRAFO. En las sociedades en que sea meramente potestativo el cargo del revisor
fiscal, éste ejercerá las funciones que expresamente le señalen los estatutos o las juntas
de socios, con el voto requerido para la creación del cargo; a falta de estipulación expresa
de los estatutos y de instrucciones concretas de la junta de socios o asamblea general,
ejercerá las funciones indicadas en este artículo. No obstante, si no es contador público,
no podrá autorizar con su firma balances generales, ni dictaminar sobre ellos.

Casos específicos
Las funciones señaladas en el artículo 207 del código de comercio, son las que por regla
general se debe cumplir en todas las empresas que tengan revisor fiscal.

No obstante, hay ciertos entes a los cuales la norma ha fijado específicamente las
funciones de la revisoría fiscal.

Entre las más importantes tenemos:

Asociaciones de autores
a) Autorizar con su firma los inventarios, balances, cheques y demás documentos que sean
necesarios;

b) Realizar arqueos de caja, por lo menos una vez al trimestre, y


c) Supervisar y controlar la contabilidad y presupuesto de la asociación. (Decreto
Reglamentario 3116 de 1984, Art. 80).

Cooperativas
Las funciones del revisor fiscal serán señaladas en los estatutos y reglamentos de la
cooperativa y se determinarán teniendo en cuenta las atribuciones asignadas a los
contadores públicos en las normas que regulan el ejercicio de la profesión, así como en
aquéllas que exigen de manera especial la intervención, certificación o firma de dicho
profesional. (Art. 43 ley 9 de 1988).

Empresas comunitarias
1)Asegurar que las operaciones de las empresas se ejecuten de acuerdo con las decisiones
de la asamblea general, la junta de administración, la ley y los estatutos.

2)Exigir que se lleven al día la contabilidad, actas y registros de la empresa.

3)Tomar las medidas necesarias para la conservación de los documentos relacionados con
la correspondencia y los asientos contables.

4)Inspeccionar los bienes de la empresa y exigir que se tomen oportunamente las medidas
que tiendan a su conservación y seguridad.

5)Autorizar con su firma los inventarios y balances.

6)Convocar la asamblea general o la junta de administración a reuniones extraordinarias.

7)Colaborar con el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (Hoy Incoder), en el control


y vigilancia de la empresa, para lo cual rendirá los informes que le sean solicitados.
8)Hacer arqueos de caja cuando lo juzgue necesario, y, por lo menos una vez cada
trimestre.

9)Las demás que le señalen la ley, los estatutos y la asamblea general. (Decreto 2073 de
19977, Art. 32)
Obligados a tener revisor fiscal
Por Gerencie.com en Ene 2 de 2020

La obligación de tener revisor fiscal puede surgir por disposición legal, o por el monto de
los ingresos o activos de la empresa, monto fijado en salarios mínimos lo que hace que
cada año cambien los montos o topes, que en el año 2020 es de $2.484.348.000 y
$4.140.580.000 respectivamente.

SOCIEDADES COMERCIALES OBLIGADAS A TENER REVISOR FISCAL


El código de comercio en su artículo 203 señala que las siguientes sociedades deben tener
un revisor fiscal:

1. Las sociedades por acciones;


2. Las sucursales de compañías extranjeras, y
3. Las sociedades en las que, por ley o por los estatutos, la administración no
corresponda a todos los socios, cuando así lo disponga cualquier número de socios
excluidos de la administración que representen no menos del veinte por ciento del
capital.

Las anteriores sociedades deben nombrar revisor fiscal sin considerar su patrimonio ni sus
ingresos.

Recordemos que las sociedades por acciones son aquellas cuyo capital está conformado
precisamente por acciones, como es el caso de las sociedades anónimas y las sociedades
en comandita por acciones.

Revisoría fiscal en las SAS.


Si bien las sociedades por acciones simplificada o S.A.S tienen un capital compuesto por
acciones, no le aplica el artículo 203 del código de comercio en vista a que una ley especial
la regula en el tema de la revisoría fiscal.

Se trata del artículo 28 de la ley 1258 de 2008 y el artículo 1 del decreto 2020 de 2009,
que establecen que las SAS tendrán revisor fiscal en los casos que considera el parágrafo 2
del artículo 13 de la ley 43 de 1990 y cuando una ley especial así lo disponga.

PARÁGRAFO 2º. Será obligatorio tener revisor fiscal en todas las sociedades comerciales,
de cualquier naturaleza, cuyos activos brutos al 31 de diciembre del año
inmediatamente anterior sean o excedan el equivalente de cinco mil salarios mínimos
y/o cuyos ingresos brutos durante el año inmediatamente anterior sean o excedan al
equivalente a tres mil salarios mínimos.

Esto quiere decir que las SAS deben tener un revisor fiscal cuando cumplan los topes de
ingresos y patrimonio que más adelante se exponen, o cuando por su actividad particular
la ley les obligue a tener revisor fiscal, como en el caso de una SAS que preste servicios de
salud y que esté vigilada por la Superintendencia de salud.

Revisoría fiscal en las sociedades limitadas.


Las sociedades limitadas no están obligadas a tener revisor fiscal según el artículo 203 del
código de comercio por cuanto su capital no está compuesto por acciones sino por cuotas
partes.

En consecuencia, las sociedades limitadas estarán obligadas a tener revisor fiscal en el


evento en que superen los topes de ingresos y patrimonio establecidos en la ley 43 de
1990 o cuando una norma especial lo disponga en función a la actividad que desarrolle.

Otras entidades obligadas a tener revisor fiscal.


Adicional a las sociedades comerciales señaladas en el código de comercio, existen otras
entidades o personas jurídicas que están obligada a tener revisor fiscal, en normas que se
encuentran dispersas.

Entidades cooperativas y sin ánimo de lucro obligadas a tener revisor fiscal.


El artículo 38 de la ley 78 de 1998 establece que todas las entidades cooperativas allí
señaladas deben tener revisor fiscal.

Por su parte el artículo 41 del decreto 1481 de 1989 dispone que todo fondo de
empleados debe tener revisor fiscal.

Entidades prestadoras de salud obligadas a tener revisor fiscal.


Todas las entidades que presten servicios salud y que estén vigiladas por la
Superintendencia de salud están obligadas a tener revisor fiscal, obligación que tiene
origen en el artículo 228 de la ley 100 entre otras normas.

Esto aplica para EPS, IPS y demás entidades que estén sometidas a vigilancia por la
Supersalud.

Entidades financieras obligadas a tener revisor fiscal.


Todas las entidades financieras por ley deben tener revisor fiscal.

Así lo dispone el artículo 79 del estatuto orgánico financiero y el 20 de la ley 20 de la ley


45 de 1990.

En resumen, toda entidad que esté vigilada por la Superintendencia financiera debe tener
revisor fiscal.

Obligados a tener revisor fiscal por el monto de activos e ingresos.


La ley 43 de 1990 en el parágrafo segundo del artículo 13 dice:

«Será obligatorio tener Revisor fiscal en todas las sociedades comerciales, de cualquier
naturaleza, cuyos activos brutos a 31 de diciembre del año inmediatamente anterior
sean o excedan el equivalente de cinco mil salarios mínimos y/o cuyos ingresos brutos
durante el año inmediatamente anterior sean o excedan al equivalente a tres mil
salarios mínimos.»

Toda empresa o sociedad que por ley especial no deba tener revisor fiscal, debe tenerlo si
cumple las siguientes condiciones:

1. Activos brutos del año anterior iguales o superiores a 5.000 salarios mínimos
mensuales.
2. Ingresos brutos del año anterior iguales o superiores a 3.000 salarios mínimos
mensuales.

Los valores de referencia son los del año anterior, es decir que la obligación de tener
revisor fiscal en el 2020 depende del salario mínimo del 2019, con corte al 31 de
diciembre.

Esto hace que cada año cambien los obligados a tener revisor fiscal cuando deben tenerlo
en función de sus activos o ingresos.

Obligados a tener revisor fiscal para cada año.


En la siguiente tabla se listan los obligados a tener revisor fiscal según el año, desde el
2012 hasta el 2020.

Año Monto del ingreso Monto del activo


2020 2.484.348.000 4.140.580.000
2019 2.343.726.000 3.906.210.000
2018 2.213.151.000 3.688.585.000
2017 2.068.365.000 3.447.275.000
2016 1.933.050.000 3.221.750.000
2015 1.848.000.000 3.080.000.000
2014 1.768.500.000 2.947.500.000
2013 1.700.100.000 2.833.500.000
2012 1.606.800.000 2.678.000.000

Recuerde que el salario mínimo que se toma para el 2020 es el del 2019, que es de
$828.116

Recuerde que para hacer los cálculos de un año determinado se toma el salario mínimo
del año inmediatamente anterior, y la obligación de tener revisor fiscal surge cuando los
activos sean iguales o superiores a dicho monto.

El marco jurídico de la contabilidad en Colombia está conformado por la ley 145 de 1960,
en los artículos que aún siguen vigentes. Por la ley 43 de 1990, por el decreto 2649 de
1993 y por el código de comercio.

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