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Qué grande fue el impacto en el Corazón de María, cuando oyó las tristes
palabras con las que Simeón le profetizó la amarga Pasión y muerte de Jesús.
Querida Madre, obtén para nosotros un auténtico arrepentimiento de nuestros
pecados.
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su madre, y partió para Egipto, donde permaneció hasta la muerte de
Herodes. De este modo se cumplió lo que el Señor había dicho por medio
del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo».
Consideremos el agudo dolor que María sintió cuando ella y José tuvieron que
huir repentinamente de noche, a fin de salvar a su querido Hijo de la matanza
decretada por Herodes. Cuánta angustia la de María, cuántas fueron sus
privaciones durante tan largo viaje. Cuántos sufrimientos experimentó Ella en la
tierra del exilio. Madre Dolorosa, alcánzanos la gracia de perseverar en la
confianza y el abandono a Dios, aún en los momentos más difíciles de nuestra
vida.
-Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre
Antes de cada misterio, diga: Madre Misericordiosa, recuérdanos siempre
los sufrimientos de tu Hijo, Jesús.
Tercer Dolor - El Niño perdido en el Templo (Lucas 2,41
-50)
Sus padres iban todos los años a Jerusalén para la fiesta
de la Pascua. Y cuando tuvo doce años, subieron a la
fiesta, como era costumbre. Pasados aquellos días, al
regresar, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo
advirtiesen sus padres. Suponiendo que iba en la
caravana, hicieron un día de camino buscándolo entre los
parientes y conocidos, y como no lo encontrasen, retornaron a Jerusalén
en busca suya.
Y ocurrió que, al cabo de tres días, lo encontraron en el Templo, sentado
en medio de los doctores, escuchándoles y preguntándoles. Cuantos le
oían quedaban admirados de su sabiduría y de sus respuestas. Al verlo
se maravillaron, y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho esto?
Mira cómo tu padre y yo, angustiados, te buscábamos. Y él les dijo: ¿Por
qué me buscabais? ¿No sabíais que es necesario que yo esté en las
cosas de mi Padre? Pero ellos no comprendieron lo que les dijo»
Qué angustioso fue el dolor de María cuando se percató de que había perdido
a su querido Hijo. Llena de preocupación y fatiga, regresó con José a
Jerusalén. Durante tres largos días buscaron a Jesús, hasta que lo encontraron
en el templo. Madre querida, cuando el pecado nos lleve a perder a Jesús,
ayúdanos a encontrarlo de nuevo en el templo, en la Iglesia, en los
sacramentos, en mis hermanos, en el templo de los más necesitados.
-Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre
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Antes de cada misterio, diga: Madre Misericordiosa, recuérdanos
siempre los sufrimientos de tu Hijo, Jesús.
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Antes de cada misterio, diga: Madre Misericordiosa, recuérdanos
siempre los sufrimientos de tu Hijo, Jesús.
Oración final
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Santa Virgen María, no ha nacido en el mundo entre las mujeres ninguna
semejante a ti, hija y esclava del altísimo Rey sumo y Padre celestial, madre de
nuestro santísimo Señor Jesucristo, esposa del Espíritu Santo: ruega por
nosotros, junto con el arcángel san Miguel y todas las virtudes del cielo y con
todos los santos, ante tu santísimo Hijo amado, Señor y Maestro. Gloria al
Padre... Como era...