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Meditación cuarta: De lo verdadero y de lo falso (apuntes de clase)

A fuerza de costumbre de separar espíritu y sentidos, no se encontrará mayor


dificultad de dedicarse sólo a lo que está exento de sentidos e imaginación: al
criterio de verdad y de error, el cual lo establece a partir del carácter de claridad y
distinción de la idea de la existencia del yo, idea de la que deriva la idea de
perfección, de Dios, esto es, al dudar –y por tanto, que se es incompleto y
dependiente), se sigue que hay una causa completa y primera (Dios, ‘en quien están
encerrados todos los tesoros de la ciencia y sabiduría’, cfr. p 45. Procedimiento que
ha hecho en la anterior meditación).
Decar pretende partir de esta verdad para el conocimiento de la demás cosas:

1. Dios no puede ser engañador –engañar es imperfección (también ya lo ha


demostrado antes)

2. El error no proviene de Dios, pues así como tengo idea de la perfección también
tengo idea de lo que está infinitamente alejado de la perfección: la nada, y que por
tanto estoy en la mitad, por ello, erro porque mi entendimiento no es infinito (p 46).
El error es una privación o defecto de mi naturaleza, pero no una negación, pues el
hombre no está negado para el conocimiento, como no lo están las branquias para
el pez.
Ahora bien, el que hayan cosas inescrutables para el entendimiento (negación:
imposibilidad para la especie de conocer las causas últimas del universo, por lo que
para Decar no tiene sentido investigar los fines en las cosas físicas -es una crítica
al esencialismo aristotélico; y es en lo que Dios pudiera querer que yo errara pues
sus fines pueden ser impenetrables e incomprensibles), esto no significa que el
hombre no pueda conocer bien lo que sí puede conocer bien, esto es, el orden
mecánico del universo.

3. Si yo soy una cosa de la creación (‘infinito poder de Dios’) es posible pensar la


existencia de más cosas creadas por él: ‘yo soy una parte de la totalidad de los
seres’. Esto es, a partir de la existencia de la idea del yo se infiere la idea de la
existencia de las demás cosas. (Spinoza llevará más allá este asunto).

4. El conocimiento y por tanto la verdad y el error se dan por 2 causas: por facultad
del entendimiento y por facultad de voluntad, i.e., ‘sólo concibo ideas de las cosas
que puedo afirmar o negar’ (p47), es como decir que al entendimiento le compete
concebir o conocer claramente y a la voluntad afirmar (o negar) decidir (o no), etc.
El entendimiento es limitado, no habría error si sigue el método matemático. La
voluntad, es infinita, ‘de naturaleza divina a imagen y semejanza’

Afirmar o escoger por conocimiento racional (entendimiento) otorga más libertad.


Donde hay indiferencia racional (no tener razones para el asentimiento o la acción)
la libertad ha de ser ‘ínfima’, ‘de conocer con claridad lo que es bueno y verdadero,
nunca me tomaría el trabajo de deliberar acerca de mi elección o juicio’ (p 49). Cfr.,
cita 36 Vidal Peña: Decar se acerca a los estoicos.
El error reside en no contener la voluntad en sus límites.

En el mal uso del libre arbitrio está la privación que constituye la forma del error (p
50). No hay imperfección en Dios en haberme dado la libertad de asentir o no a algo
(algo que previamente mi entendimiento ha de conocer claramente), la imperfección
en mí está en no usar esa libertad al dar un juicio temerario sobre algo que concibo
oscuro y confuso (p 51)

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