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Comienzos del nacionalismo y separatismo vasco
El nacionalismo vasco aparece en Bilbao a finales del pasado siglo. Es una reacción
xenófoba ante la inmigración y el fin de las viejas leyes (los Fueros) que suponían una
particularidad institucional desde 1525.
A estas leyes la iconografía nacionalista les da la importancia de pacto entre los
vascos y la Corona para que Vizcaya y Navarra formen parte del Reino. Durante las
guerras Carlistas, entre los partidarios del absolutista Fernando VII y de Don Carlos se
produce una primera confrontación, porque se cuestionan los Fueros Vascos. Los fueros
sobreviven gracias al Convenio de Bergara de 1839, pero en 1879 son derogados
definitivamente. La Diputación de Vizcaya luchó contra este decreto y, en 1877, el
gobernador civil disolvió las Juntas Generales vizcaínas por decreto. A cambio, se
consiguió el denominado Concierto Económico, o sea, la autonomía fiscal, y que sólo fue
interrumpido durante la dictadura franquista. Este es el primer “agravio” que provocó
años después el nacimiento del nacionalismo vasco.
Las bases ideológicas del nacionalismo vasco fueron establecidas por Sabino Arana
y Goiri y se apoyan sobre dos pilares: Jaun-goikoa eta lagi-zarra. En vascuence Dios y
Leyes Viejas (fueros). El concepto encierra tres apartados: la ley, la raza y el idioma.
A finales del siglo pasado, el impulsor del Partido Nacionalista Vasco (P.N.V.),
Sabino de Arana y Goiri, decidió sembrar la semilla del separatismo vasco en España.
En aquella época el nacionalismo catalán empezó a resurgir, y Sabino se planteó iniciar
en Euskadi un movimiento nacionalista similar, aunque, sin duda, mucho más violento.
Este escritor vasco no dudó en emplear los más graves insultos contra muchos de
los pueblos de España -fundamentalmente contra el castellano- como el mejor medio y
modo para luchar por sus ideas políticas.
Es necesario dar una breve definición del nacionalismo: según el filosofo francés
Renan "lo que constituye una nación no es hablar la misma lengua ni pertenecer al
mismo grupo étnico, sino haber llevado a cabo grandes logros en común en el pasado, y
desear realizarlos en el futuro".
Las quejas, que se formulan en este caso, son muchas por ejemplo al sistema de
enseñanza no universitaria del País Vasco y de Cataluña, porque el poder político ha
adaptado a su gusto y criterio las enseñanzas de los centros educativos, para guiar a su
conveniencia a los educandos.
Al tomar ese pasado, e inculcarlo en los alumnos, como un símbolo nacional, lo que
se hace es reforzar los procesos nacionalistas. Esto facilita la manipulación del poder
político. El idioma también funciona como un fuerte símbolo nacional.
Sin que esto signifique restar el compromiso con el pacifismo y la legalidad de los
movimientos nacionalistas que rechazan la acción directa y optan por la vía electoral,
hay que decir también que no son los métodos y las conductas lo que determina que un
movimiento político sea nacionalista, sino un núcleo básico de afirmaciones y creencias
que todos los nacionalistas, pacíficos o violentos, suscriben.
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No hay ningún estudio sociológico fiable que muestre la reacción de la población
vasca ante la ruptura de la tregua de la organización terrorista ETA, y es imposible predecir
su reacción ante un atentado. Al secuestrar a Miguel Ángel Garrido (29), un concejal del
Partido Popular en la vizcaína localidad de Ermua, una manifestación recorrió las calles de
Bilbao, una de las ciudades más importantes de Euskadi y de España, con más de 700.000
personas pidiendo a ETA que no cumpliera su amenaza. A las cuatro de la tarde del
domingo 12 de Julio, media hora después de cumplirse el plazo, unos cazadores
encontraron el cuerpo de Miguel Angel Garrido. Días después, en Madrid, Barcelona,
Toledo, y otras grandes ciudades de España, la población salió a la calle para demostrar su
apoyo al pueblo vasco, su repulsa por el atentado y su exigencia a ETA para que deje de
matar. Se calcula que participaron más de dos millones de personas en la movilización de
Madrid.
Sin embargo, pese al repudio generalizado, la organización terrorista siguió con su
escalada de asesinatos de concejales del PP. En respuesta a esto, en el seno de la ETA ya
se fraguaba la vuelta al poder de los ideólogos de una solución negociada, para evitar un
divorcio definitivo con su base social.
Raymond Arón establece que "es considerada como terrorista una acción violenta
cuyos efectos psicológicos no guardan proporción con los resultados puramente físicos,
la ausencia de discriminación contribuye a propagar el temor ya que nadie esta
directamente apuntado y nadie se encuentra protegido".
Este factor se puede comprobar refiriéndose a sucesos ya actitudes concretas que
se dejan ver cotidianamente por una sociedad jaqueada por el miedo y la impotencia.
Cristina Cuesta, que perdió a su padre, asesinado por ETA, cuando tenía 20 años,
participó en la fundación "Gesto por la Paz" recopilando un libro con el testimonio de las
víctimas sin voz. En una de sus páginas se puede leer: "Los últimos atentados de ETA
han hecho aumentar el nerviosismo y el miedo. La situación ha empeorado y el
nerviosismo hace que hasta los grupos pacifistas se irriten unos con otros. No estamos
ni serenos ni preparados para llevar todo esto solos. Adolecemos de falta de liderazgo
político. Durante años, los familiares de las víctimas de ETA han permanecido en
silencio, olvidadas e ignoradas. Además de perder a seres queridos, han tenido que
soportar, con la indiferencia y, a veces, la inquina de los vecinos, situaciones de acoso y
pánico que debían mantener en secreto. La ley del silencio, del muro invisible que
levanta en torno a las víctimas una sociedad que se niega a reconocer la tragedia de
esas familias".
Aron considera que "en el caso del terrorismo indiscriminado, se llega a considerar a
todos como sospechosos, y dejar caer la venganza sobre cualquiera. La confianza
desaparece, por lo que no existe comunidad: si los hombres no saben que pueden
esperar unos de otros no viven ya en sociedad, todos tienen miedo y todos se encuentran
solos".
A la actitud pasiva del gobierno, a pesar de haber logrado desbaratar varios
comandos etarras, se contrapone el accionar directo de los separatistas. A los atentados
con explosivos, los secuestros extorsivos y las matanzas, a estos se le suma la utilización
de técnicas especiales, como la llamada reeducación o de lavado de cerebro. Se trata de
una estrategia conjunta de persuasión y subversión. El esfuerzo subversivo consiste en
tratar de romper una comunidad existente e integrar a los individuos desarraigados en
una comunidad distinta, este se ejercerá no clandestinamente sino a la luz del día (esto
da cuenta del inmediato reconocimiento de los atentados por parte de los etarras).
El conflicto vasco puede considerarse, según las distinciones del autor de "Paz y
guerra entre las naciones", como una guerra infraestatal. Estas son entendidas como
"aquellas que tiene como objeto, el mantenimiento o la descomposición de una unidad
política o nacional". Según Aron, estas figuran entre las más crueles y son desde algunos
puntos de vista, pueden pensarse como guerras civiles. Estos conflictos generalmente
enfrentan a un poder organizado y a poblaciones que se niegan a obedecerles. En este
caso, según se dijo líneas arriba, no se trata de una mayoría absoluta de la población
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vasca la que quiere lograr la separación definitiva del estado español (basándose en la
reivindicación de doctrinas culturales, históricas e ideológicas propias y distintas), sino de
un grupo minoritario de ciudadanos representados por unidades partidarias nacionalistas
y apoyados a través de la violencia con un brazo armado, en este caso ETA. La
utilización de la violencia simbólica y la clandestina o dispersa (tan común al siglo XX), se
corresponde con el empleo de la palabra y de armas para modificar un orden estatal en
tiempos de paz a través del accionar terrorista".
Conclusión
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justificar las políticas que se propone impulsar desde el poder a fin de restablecer la pureza
e integridad de la nación, ensuciadas por siglos de dominio extranjero.
La realidad es que, por su naturaleza misma, este género de medidas, encaminadas
a retroceder la realidad presente de una sociedad bicultural o multicultural hacia una mítica
unidad lingüística que justifique la visión histórica del nacionalismo, se traduce a la corta o a
la larga en violaciones de los derechos humanos, empezando por el de la libertad individual
y el derecho a la libre elección.
Según, Raymond Aron es fundamental el poder defensivo que depende de la unidad
nacional: los ´revolucionarios´ no triunfan si no encuentran un mínimo de complicidad
voluntaria en la población". Por su parte Carl Von Clausewitz, precisa en su libro "De la
guerra" las condiciones con las cuales es posible lograr el armamento del pueblo: es
necesario que el conflicto se desarrolle dentro del país, que el resultado final no se decida
en una sola batalla perdida, que el centro de operaciones cubra un espacio suficientemente
vasto. Todas estas son condiciones que el pueblo vasco potencialmente cumple. Es
innegable que si se logra un consenso que determine la acción colectiva por parte del
pueblo, los políticos y la rama armada, será muy difícil para el estado español rehusarse a
llevar adelante los propósitos políticos del separatismo vasco. En caso contrario se estaría
enfrentando la posibilidad de una gran guerra civil, que en el mejor de los casos, ninguno de
los contendientes aceptaría a arriesgar.
Los antecedentes históricos tienen también un peso determinante a la hora de tomar
ciertas decisiones. El paso, no transitorio, del gobierno totalitario del general Francisco
Franco, que coartó todo tipo de libertades y derechos al pueblo vasco, en una coyuntura
internacional signada por gobiernos absolutistas de carácter fascista, marcó de alguna
manera la psicología de las masas. Es probable que este sea un factor significativo por el
cual no se logra la unificación del País Vasco, tendiente a desarrollar un proyecto en común
y llevar sus reivindicaciones hasta las últimas consecuencias.
Por último, son también las cicatrices resultantes de ese gobierno nacionalista,
ultraderechista de Franco lo que ha dejado asentada una imagen nefasta, como es natural,
de las modalidades violentas que hoy en día practica la ETA, y han transformado a este
siglo en el más cruel de la historia mundial.
Bibliografía: