Sunteți pe pagina 1din 41

Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

ANTROPOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA EN CONTEXTOS DE


NUEVAS LUCHAS POR LA TIERRA

Bárbara Manasse 1
Patricia Arenas 2

“Como pueden uds. comprar o vender el Cielo,


el calor de la tierra…
somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros”
Carta del Jefe Seattle al Presidente F. K. Pierce, EEUU 1855

La definición y re-definición recientes del uso y dominio de


las tierras en contextos de reconocimiento de nuevos sujetos legales
y políticos, como es el caso de los pueblos originarios, interpela la
práctica científica y social, en tanto el Estado argentino ha
impulsado modificaciones en la gestión territorial mediante nuevas
leyes que promueven el diagnóstico y registro de las tierras
declaradas como propiedad comunitaria indígena. Sin embargo, el
problema del uso y dominio de la tierra en la provincia de Tucumán,
y especialmente en el Valle de Tafí, es una pesada carga poscolonial
aún no resuelta. La manipulación de la información histórica ha
permitido su apropiación por parte del poder español y, más tarde,
por la clase dirigente de Tucumán, desconociendo la existencia de
los pueblos originarios. La actual organización en comunidades
indígenas es parte de un proceso identitario de (re?) etnización
reciente en la región. En este nuevo contexto, social y político
complejo, el patrimonio cultural tucumano, que actualiza al pasado
en su presente, se ha convertido en un recurso fundamental para una
acción descolonizadora. Es nuestro objetivo reflexionar y discutir
teórica y metodológicamente estos procesos, en el marco de
relevamientos de los recursos culturales y del patrimonio cultural
indígena, los que tienen como objetivo proveer de argumentos de
legitimación a los reclamos por sus tierras y recursos, que las

1
Docente e investigadora del Instituto de Arqueología y Museo, Facultad de Ciencias
Naturales e IML, Universidad Nacional de Tucumán y de la Escuela de Arqueología,
Universidad Nacional de Catamarca
2
Docente e investigadora del Instituto de Arqueología y Museo, Facultad de Ciencias
Naturales e IML, Universidad Nacional de Tucumán

13
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

comunidades locales están efectuando ante el Estado, poniendo


énfasis en los procesos que se manifiestan en Tafí del Valle
protagonizados por los grupos que allí se han organizado.

Apertura

En los últimos años Argentina viene participando de un


proceso de constitución y reclamo del reconocimiento legal de la
existencia de un número importante de comunidades indígenas
(“pueblos originarios”)3. La Constitución Nacional de 19944
reconoce sus derechos básicos, entre los cuales el acceso a la tierra
es uno de los puntos de mayor relevancia y uno de los más
conflictivos (Arenas 2003)5.

En Tucumán, la Constitución Provincial de 2006 en su


artículo 149 reconoce explícitamente la preexistencia étnico-cultural,
la identidad, la espiritualidad y las instituciones de los pueblos
originarios que habitan en su territorio, y garantiza la educación
bilingüe e intercultural y el desarrollo económico, político, cultural y
social de sus comunidades indígenas. Y, más específicamente,
“Reconoce (…) la posesión y propiedad comunitaria de las tierras

3
El Estado nacional refiere a “pueblos originarios” y ello es acorde a las
nominaciones internacionales. En los diferentes foros y congresos, en normativas
legales se habla de “pueblos indígenas” u “originarios”. Estos conceptos son
políticamente estratégicos al implicar la autodeterminación y remarcar la pre-
existencia. De modo más específico, y en Argentina a partir de la Ley 23.302 ya se
refiere a “comunidades indígenas”, formas específicas de organización; el Instituto
Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) inscribe de acuerdo a esta última categoría,
habiendo varias Comunidades de un mismo pueblo.
4
En el Art. 75. Inc. 17 se plasma en la letra la respuesta a un reclamo de un
importante sector de la sociedad argentina: reconoce la preexistencia étnica y cultural
de los pueblos indígenas argentinos. Garantiza el respeto a su identidad y el derecho a
una educación bilingüe e intercultural; reconoce la personería jurídica de sus
comunidades y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que
tradicionalmente ocupan; regula la entrega de otras aptas y suficientes para el
desarrollo humano, ninguna de las cuales será enajenable, transmisible, ni susceptible
de gravámenes o embargos. Asimismo asegura su participación en la gestión referida
a sus recursos naturales y demás intereses que los afectan. Las provincias pueden
ejercer concurrentemente estas atribuciones.
5
Otro punto de no menor importancia es el de la restitución de restos humanos (Ley
Nº 25517). En este trabajo no nos abocaremos a esta problemática.

14
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

que tradicionalmente ocupan (…)”, destacando, al igual que la


Constitución Nacional vigente, en que ninguna de ellas será
enajenable, transmisible ni susceptible de gravámenes ni embargos.
Por último, en un todo acorde a los lineamientos trazados a nivel
nacional, asegura la participación de las comunidades en la gestión
de sus recursos naturales y de los demás intereses que los afecten6.

Como lo expresan en sus demandas a la Convención


Constituyente que trabajó en la elaboración de la Constitución
Provincial (2006), las comunidades indígenas de Tucumán
consideran que los recursos culturales/arqueológicos son “(…)
sagrados por estar en ellos los restos de nuestros mayores.” En ellos
se encuentra reflejada su existencia.

En el documento elaborado y presentado ante la Convención,


las comunidades indígenas – en aquel momento firmaron veintiuna7 -
exigieron que se les reconozca legalmente la posesión y propiedad
comunitaria de su patrimonio arqueológico, histórico-cultural e
intelectual, así como el derecho al consentimiento previo, libre e
informado respecto de su gestión8.

Las experiencias recogidas en las luchas indígenas por


emblemas arqueológicos de la región como lo son la ciudad indígena
de Quilmes9 o los monolitos-huancas (“menhires”) del Valle de Tafí,
permitieron valorizar la relevancia no sólo cultural, sino también
política, de los restos materiales del pasado indígena local
(Mastrángelo 2001, Endere 2007).

6
Hay que destacar que en ninguno de estos corpus legales se hace referencia en forma
explícita a los recursos culturales.
7
Firmaron ese documento las comunidades indígenas de Casas Viejas, El Mollar, La
Angostura, Tafí del Valle, El Rincón, Potrero Rodeo Grande, Chasquivil, Tolombón,
Hualinchay, Chuschagasta, Ancajuli, Colalao, Anfama, Solco Llampa, Quilmes y
Amaicha del Valle, todas del pueblo Diaguita Calchaquí; El Nogalito, Mala Mala,
Potrero de las Tablas, El Siambón, La Oyada, del pueblo Lule. Actualmente se
encuentran reconocidas por el Estado Nacional solo 19 comunidades.
8
Documento presentado por las Comunidades del Valle a la Convención
Constituyente en marzo 2006. Archivo de las autoras.
9
Uno de los logros de las comunidades indígenas en la actualidad fue reemplazar el
apelativo de “Ruinas de Quilmes”, como se conocen hoy en la cartografía académica y
turística, por el de “Ciudad Sagrada de Quilmes”.

15
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

Todo ello indica que estamos en presencia de un proceso de


construcción de patrimonio (o patrimonialización) de los restos
arqueológicos, de las costumbres y de los rasgos culturales nativos.
Los discursos expresan con claridad el sentido político de esta nueva
conceptualización: el pasado debe servir al presente. Esta
valorización es de carácter territorial, en cuanto tiene como una de
sus finalidades la identificación y demarcación de los territorios de
las comunidades. Presenta un sentido político que se ve reforzado en
la demanda de manejo y control de este patrimonio, interpelando al
poder de los distintos actores involucrados actualmente en su
definición y gestión: los sectores hegemónicos, entre los que se
incluye el saber científico que no siempre ha sido objeto de un
proceso reflexivo.

En el año 2007 el Estado Nacional, haciéndose cargo de los


constantes reclamos de las comunidades indígenas, sancionó la Ley
26.160 que propone la ejecución de un relevamiento técnico, jurídico
y catastral de la situación dominial de las tierras ocupadas
actualmente por estas comunidades, para la instrumentación del
reconocimiento constitucional de la posesión y propiedad
comunitarias10. Para ello, se declaró la emergencia en materia de
posesión y propiedad de las tierras que tradicionalmente ocupan las
comunidades indígenas, suspendiéndose –en la letra- la ejecución de
sentencias, actos procesales o administrativos, cuyo objeto sea su
desalojo. El estado exige, para la implementación del
reconocimiento dominial comunitario, que las tierras deben ser
actuales, tradicionales, públicas y encontrarse fehacientemente
acreditadas (Art. 2º)11.

10
En el marco de esta ley el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas elaboró un
Programa de Relevamiento Territorial de Comunidades Indígenas (Resolución 587/07
del INAI), por medio del cual pretende garantizar el reconocimiento de la posesión y
propiedad comunitaria de las tierras que tradicionalmente ocupan las Comunidades
Indígenas; para promover el reconocimiento jurídico de los derechos de las
Comunidades Indígenas sobre los territorios y los recursos. En Tucumán se ha dado
inicio a las tareas vinculadas a este programa en el año 2007.
11
Su condición de actuales, tradicionales, públicas y encontrarse fehacientemente
acreditadas produce hacia adentro de los equipos técnicos, que realizan el
relevamiento, las discusiones más interesantes, dado que la variable histórica es parte
de la explicación de la situación actual de las comunidades y la categoría de actual
limita la comprensión de los procesos hacia dentro de los territorios.

16
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

Las/os científicos y profesionales12 de distintas disciplinas que


trabajan en estos temas se ven implicados en una acción política de
gran relevancia para el futuro de las comunidades. Para la
antropología y, más aún, para otras disciplinas como la arqueología,
menos acostumbradas a intervenir tan directamente en la realidad de
las sociedades, este tipo de intervenciones significa poner sobre la
mesa posicionamientos epistemológicos, ideológicos, políticos y
profesionales, y obliga a un compromiso explícito para el
delineamiento de las estrategias de intervención.

Tanto desde el punto de vista teórico como desde el


metodológico, se hace necesario revisar categorías y dispositivos
conceptuales -sometiendo a examen sus condiciones de producción
de sentido-, así como los paradigmas de intervención, evaluando
distintas formas de acción y articulación de saberes y el lugar de
enunciación.

Conceptos más o menos abstractos como identidad, cultura,


patrimonio, pasado, territorio, espacio o tiempo deben ser
analizados políticamente, como parte del discurso científico (Fabian
1983) dado que este tipo de locuciones forman parte del discurso no-
académico, y en particular, del de las comunidades indígenas, que
van apropiándose y resignificando cada uno de ellos de acuerdo
también a sus propios intereses. Es decir, cada uno de ellos se
expresa políticamente en el marco de objetivos proyectados en el
futuro (Rappaport 2006).

Dado que la tarea encomendada es producir conocimiento


articulando saberes útiles y acordes con las demandas, aportando el
respaldo empírico que permita fundamentar el reclamo de las
comunidades por el reconocimiento de sus territorios, las estrategias
de intervención requerirán una evaluación del mismo carácter:
¿participación, colaboración, co-producción, asesoramiento? Así
mismo, será necesario definir con claridad el lugar desde donde los
profesionales enunciarán sus propuestas, poniendo sobre la mesa:

12
Buscamos diferenciar aquí las prácticas profesionales, de fuerte articulación con la
sociedad, de aquellas que tradicionalmente se han abocado a responder casi
exclusivamente a las demandas de la comunidad científica, por encima y/o a un
costado de lo que pueda ser de interés general.

17
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

neutralidad/ objetividad; pero también, solidaridad, compromiso y/o


militancia social.

Las comunidades indígenas tucumanas demandan


relevamientos de su cultura material, de recursos culturales que den
cuenta de la continuidad poblacional en el territorio, de la antigüedad
de su ocupación humana y, sobre todo, de aquellos rasgos culturales
que le dan particularidad13. Politizando la identidad, y a partir de
ejercicios colectivos de narrativas que hacen centro en los saberes
territoriales, se busca producir conocimientos que sirvan para
fortalecer el actual proceso de re-etnización14 y para lograr el
reconocimiento de sus derechos.

Atendiendo a este cuadro de situación, creemos necesario


plantear, evaluar y discutir estrategias de intervención científica-
profesional en el marco social, político, cultural de estas luchas que
en el NOA, y en particular en el oeste tucumano, son emergentes de
problemas vinculados con la herencia del colonialismo español, que
de ninguna manera culminó con el surgimiento de las repúblicas en
el suelo americano. De esto, como ya lo señalara Choque (2007), los
pueblos indígenas constituyen hoy su último y más elocuente
testimonio. Vale decir que estas estrategias de intervención en el
territorio pretenden superar prácticas coloniales enraizadas en el
Estado y en nuestro mismo ejercicio profesional.

Territorios indígenas

En Tucumán, es en la región serrana -centro/norte y oeste de


la provincia- donde se están produciendo la totalidad de los procesos
socioculturales y políticos de (re)significación del pasado y del

13
Solicitud que realizaran a las autoras las comunidades indígenas del Valle de Tafí y
Amaicha del Valle a partir de fines del año 2006.
14
¿Re-etnización o etnización? El antropólogo argentino Miguel Bartolomé habla de
procesos de etnogénesis, definiéndolos como “procesos de actualización identitaria
de grupos étnicos que se consideraban cultural y lingüísticamente extinguidos y cuya
emergencia contemporánea constituye un nuevo dato tanto para la reflexión
antropológica como para las políticas públicas en contextos multiculturales.”
(Bartolomé, 2004:23).

18
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

presente indígenas. En el área de Trancas, en el sector tucumano del


valle de Santa María (Yokavil), con las Cumbres Calchaquíes
aledañas, y en el Valle de Tafí donde están emergiendo los reclamos
a los estados provincial y nacional. Es también allí donde surgió la
militancia que trabajó, junto con las ONGs locales, para la reforma
de la constitución provincial del 200615.

Algunas comunidades tienen una larga historia de lucha por


hacerse visibles como pueblos originarios, tal es el caso de las
comunidades de Quilmes y Amaicha del Valle; otras en cambio,
recién se están reconociendo en esta nueva figura, a la que la
Constitución Nacional del ´94 diera carácter jurídico.

Tafí del Valle pertenece, en cierto modo, al segundo grupo.


Está muy próximo, geográfica e históricamente a la región de
Amaicha y Quilmes y ha vivido de cerca las definiciones y pujas
políticas de esas comunidades. Pero, salvo un proceso que fue
tempranamente abortado por la dictadura militar de los años setenta,
no participó mayormente de esos movimientos sociales.

Siempre se consideró a Tafí como un área en la cual ya no


quedaba población indígena, al igual que en Trancas y en las
Cumbres Calchaquíes, en general. Concebido tradicionalmente como
una unidad territorial, el valle de Tafí fue configurado desde una
percepción geográfica y geopolítica urbana elaborada desde la
ciudad de San Miguel, capital de la provincia. En esta configuración
espacial participaron distintas disciplinas científicas, entre ellas
también la arqueología16.

Son estas representaciones que, a poco de intercambiar saberes


con la población nativa, aparecen como insuficientes e, incluso,
incorrectas. Su conformación, sus límites -internos y externos- son

15
Las razones por las cuales las poblaciones del llano tucumano no se están
conformando en Comunidades Indígenas hasta el momento, requiere de una
investigación socio-antropológica e históricas específica, que escapa a los alcances del
presente trabajo.
16
La construcción cartográfica es una importante herramienta política, en tanto
prescribe el lugar que cada uno ocuparía en el escenario que se pretende imponer. Vgr.
Briones 2005; Mignolo 2000 y 2006; Quesada 2008.

19
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

heterogéneos y fluctuantes en el tiempo, producto de los procesos


históricos locales y regionales, y de las trayectorias de los distintos
actores sociales involucrados. La cartografía académica, de los
distintos tiempos, lo marca como una unidad, pero también excluye
espacios, incorpora otros, que no responden a la territorialidad
sentida por la gente (territorio vivido).

Atentas a esta realidad, Tafí del Valle -como área social e


históricamente constituida- no es abordado aquí como una unidad
estable, unívoca y homogénea, sino todo lo contrario. Relevar
territorio indígena tafinisto obliga a historiar; requiere superar
fronteras y/o integraciones impuestas conceptualmente por otros
sujetos sociales17, así como conceptos construidos desde la geografía
occidental más tradicional, siendo por ello difícilmente
cuestionables.

El presente de Tafí se manifiesta complejo. Ubicando al Valle


no solo en este tiempo de reconfiguración social y cultural de un
sector de su población, sino también, con un sentido espacial -desde
la mirada descolonizadora que proponen Quijano o Mignolo18-, en el
contexto regional, nacional y latinoamericano, Tafí da testimonio de
heterogéneas y sucesivas prácticas sociales, apropiaciones de
elementos materiales y simbólicos, que han producido importantes
modificaciones en sus territorios, en sus paisajes (Arenas, Manasse y
Noli 2007). Este territorio es entendido como espacio valorizado
desde la práctica cotidiana19, generadora ésta de importantes
desigualdades entre quienes lo disfrutan y lo padecen.

17
Sirva de ejemplo de la necesidad de este tipo de revisiones los resultados de
investigaciones realizadas por historiadores, arqueólogos y antropólogos respecto a las
identidades étnicas y territorios de los pueblos de los Valles Calchaquíes (Giudicelli
2009; Lorandi y Boixados 1987-1988; Lorandi et al 1997); lo mismo, también, en lo
que respecta al Valle de Tafí (Cruz 1997 y 2007, Manasse 2006, Noli 2007).
18
Ver, también, Maldonado-Torres 2006.
19
Desde lo instrumental (dimensión ecológica, económica o geopolítica) o desde lo
cultural, como espacio y símbolo de pertenencia, de ancestralidad (dimensión
simbólica e histórica). Vgr. Barros 2004.

20
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

Historiando territorio indígena en Tafí del Valle

La vinculación entre los seres humanos y de éstos con la


naturaleza se da en un marco de esquemas significativos de sentido.
En los territorios de las comunidades indígenas se enfrentan dos
cosmovisiones y estilos de vida incompatibles o, cuanto menos
altamente conflictivos. La historia del valle está marcada por la
intervención colonial en un contexto de nuevas e irruptivas lógicas y
valores simbólicos: el “tener y poseer” en el paso de una sociedad
comunitaria a una de propiedad privada, se dieron a través de formas
de apropiación de territorio por manus militaris que no estaban
previstas en los códigos locales de la época. Primero, el orden
colonial, el tributo, el diezmo, la mita, la encomienda y, en épocas
poscoloniales, la irrupción de un estado organizado por el registro
civil y eclesiástico, la escuela y las “fuerzas del orden”. En la
actualidad, finalmente, la lógica de mercado del modelo
hegemónico.

A través de un largo proceso histórico, Tafí fue espacio de


sociedades agropastoriles desde al menos unos dos mil años.
Aquellas que hicieron de esta región su hogar, su territorio, en las
últimas centurias previas a la invasión y conquista españolas se
hallaban fuertemente articuladas, tanto en lo económico como en lo
social y político, con las que habitaban el valle del Yokavil.

En el siglo XV habían sido incorporadas a la esfera de


dominio del imperio inca, discutiéndose aún el carácter de su
sujeción (Manasse 2007; Patané Aráoz 2009). ¿Cuáles espacios
estaban implicados más o menos directamente?, es una pregunta en
la que aún estamos trabajando para dar una respuesta. Sin embargo,
considerando el asunto desde este mismo período de sujeción
imperial, ya se pueden vislumbrar discontinuidades, focos y
extensiones que no coinciden totalmente con las propuestas definidas
desde la geografía y la historia.

A partir del siglo XVI, el Valle se configura como área para


la explotación de mano de obra, mediante el sistema de
encomiendas. Sus pobladores fueron llevados compulsivamente
fuera de su territorio, obligándolos a prestar servicio a más de cien

21
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

kilómetros de distancia, en un área próxima a lo que hoy es la capital


provincial (Cruz 1997 y Noli 2007). Ello permitió que un familiar
directo del que figura como primer encomendero20, pidiera al Valle
en Merced por el simple expediente de hacerlo figurar como
despoblado (Bixio y Berberián 1988; Manasse 2002). Se constituye
así, en uno más de los territorios apropiados mediante la figura
burocrática de tierras vacías21.

Pero de acuerdo a documentación colonial recientemente


analizada (Cruz 1997 y 2007, Noli 2007), fueron muchas las familias
tafí que permanentemente regresaban al valle, a sus cerros y
quebradas, huyendo de los encomenderos. Esta gente irá
conformándose como población “criolla” en toda esta región (López
2006), constituyéndose, más tarde, en mano de obra cautiva de las
estancias que se fueron instalando en el área serrana tucumana,
salteña y catamarqueña.

A partir del siglo XVII el Valle funcionará como espacio de


ganadería extensiva, pastaje y engorde de mulares. Era además un
punto de articulación estratégica de las redes mercantiles de la
explotación minera de Capillitas, en el área de Andalgalá y el acceso
ineludible hacia ese polo económico que concentraría gran parte de
los esfuerzos productivos y comerciales de la región hasta los inicios
del siglo XIX. Desde mediados y fines del siglo XIX en adelante el
Valle pasa a integrarse como espacio productivo de la llanura
tucumana dentro de una estructura agraria de latifundio o hacienda
sobre las espaldas de la población nativa. Los pobladores de cerros y
valles son atraídos por el trabajo a jornal de la creciente producción
cañera del llano tucumano y transformados en arrenderos de sus
propias tierras en el Valle22.

20
El capitán Juan Núñez Ladrón de Guevara.
21
Vgr. Quiroga (1999), Delfino, Díaz y Espiro (2006) para el noroeste argentino, pero
también Gnecco (2006) para el norte del continente sudamericano o Creamer (1989),
para Australia. Dice Gnecco: “Los territorios de los otros no fueron espacios vacíos
sino ‘vaciados’…” (op.cit: 227).
22
Los propietarios de fincas cañeras o de ingenios en las provincias de Tucumán y de
Salta son los que detentan la propiedad de la tierra en los Valles. Sus “estancias”
permitían obtener la mano de obra necesaria para la zafra azucarera.

22
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

Un nuevo cambio de rumbo económico y social comienza a


percibirse avanzando el siglo XX y ya en 1945 se registran
propuestas políticas expresas para ir configurando al Valle como
espacio recreativo para la burguesía tucumana23. Hoy alcanza su
expresión más clara en el proceso indiscriminado de urbanización de
segundas viviendas, que se articula con el negocio inmobiliario y con
el movimiento de inversiones asociado al turismo nacional e
internacional (Arenas, Manasse y Noli 2007). Los pobladores
nativos, que sirvieron de mano de obra para el crecimiento y
desarrollo de aquella burguesía, están quedando sin tierra para el
cultivo de sus recursos alimenticios y lo que es peor aún, para sus
viviendas. En un proceso que tomó ya relevancia con la
conformación del Valle como área semillera de papa, alrededor de la
década de los sesenta, estas familias son progresivamente expulsadas
de sus tierras, las que en su mayoría son arrendadas a productores
externos.

En estos últimos años, la tierra es loteada y vendida casi


exclusivamente para la construcción de casas de veraneo, avanzando
sobre áreas habitadas por generaciones, sobre espacios de
producción de las familias nativas sobre el fondo del Valle, e incluso
sobre cerros y quebradas, en un avance incontenido de la
especulación inmobiliaria que no parece tener límites.

Respecto al territorio, entonces, en la cartografía social


tafinista se detectan enfrentamientos entre: a) los intereses de
propietarios privados, que adquirieron las tierras de modos muy
diversos; b) los de los pobladores nativos, que reclaman hoy los
derechos adquiridos de tierras que les han sido cedidas por los
antiguos estancieros, pagadas con obligaciones24, y que hoy no
cuentan con los debidos títulos de propiedad; c) los de la Iglesia, que
recibió tierra de parte de los terratenientes y d) los del mismo estado
provincial, que posee tierras por expropiación o compra por deudas
al fisco.

23
Partiendo con el loteo para casas de veraneo en la zona de La Quebradita.
24
El sistema de obligaciones implicaba un pago en trabajo o especies para tener el
derecho de habitar las tierras del terrateniente.

23
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

Producto de diversos modos de colonialismo interno, de


formas de acceso legitimadas en los procesos de independencia y
posindependencia (López 2006) y de la consolidación del estado
nación, la tierra -convertida en territorio vivido- emerge como el
campo de disputas por antonomasia: su usufructo, propiedad y
división no agotan en absoluto el escenario de lo contencioso. “Las
historias que circulan por planicies y laderas, las tradiciones,
creencias, denominaciones e incluso el subsuelo que cobija de
semillas hasta ancestros, saturan la tierra de un capital simbólico
que atraviesa generaciones y políticas. La tierra, desde esta
perspectiva, adquiere simultáneas significaciones al punto que toda
naturaleza cesa para tornarse producción cultural, social,
económica, histórica, política (…)” (Arenas, Manasse y Noli
2007:13).

Tierras y territorios en el nuevo contexto constitucional

Desde el año 1992 la lucha por la tierra -sea como mercancía


o como territorio- adquiere otro carácter, respaldándose, a nivel de
jurisprudencia, en un nuevo status jurídico25. El reconocimiento de la
existencia como sujeto colectivo de derecho de los pueblos
originarios actualiza y pone en juego toda una nueva serie de
elementos que interpelan los fundamentos de la legislación que
regula al Estado Nacional. De hecho, exige, por su índole,
condiciones legales específicas y propias.

La propiedad privada, eje conceptual, jurídico e ideológico de


las normativas vigentes, ya no es la única manera de concebir los
modos de acceder, poseer y gestionar los recursos materiales y
simbólicos. En este contexto, la tierra, para los que no integran
comunidades indígenas, y los territorios de las comunidades son el
centro de las disputas actuales, enmarcadas en procesos de esta
nueva configuración “étnica” de la Argentina26. Habiendo sido

25
En el año 1992 Argentina por la Ley 24.071 ratifica el Convenio 169 de la OIT
(1989).
26
De modo operativo diferenciamos la “tierra”, que se posee y mercantiliza, del
“territorio”, que adquiere sentido en tanto es vivido -desde adentro- como relación con

24
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

sistemáticamente desconocidos desde la conformación del Estado


Nacional, borrados de su estructura social (López 2006:57), estos
nuevos actores continúan en una disputa por ensanchar el marco de
sus derechos, focalizando sus intereses primordialmente en la
educación27 y en la tenencia de las tierras28.

La lucha por sus territorios es, en realidad, muy antigua. Los


pueblos americanos llevan siglos peleando por ellos. En los Valles
Calchaquíes basta mencionar la resistencia al poderío español. Pero,
en Tafí, así como en otros lugares de la provincia de Tucumán, ella
adquiere solo recientemente un carácter político, de reivindicación
social y étnica (Arenas 2003). Por primera vez se pone en tela de
juicio la legitimidad de la propiedad detentada por los terratenientes
locales, cuestionando aspectos jurídicos de su posesión.

Cada uno de los sujetos implicados en esta puja la sostiene y


renueva desde todo un conjunto de estrategias. Por ejemplo, en Tafí
desde el lado de los terratenientes actuales, se están llevando a cabo
una compulsiva limpieza de títulos, como en la zona de Los Cuartos;
se procede a la redefinición de las propiedades y la instalación de
nuevos alambrados -antigua Estancia de La Banda-, al desalojo de

el espacio: relación práctica, económica, histórica, familiar, cultural, simbólica y


ancestral, aunque no siempre política.
27
Como resultado de esta lucha se logra que la Ley de Educación Nacional, en su
Capítulo XI contemple, por primera vez en la historia en la Argentina, la creación de
la Modalidad de Educación Intercultural Bilingüe dentro de la estructura del sistema
educativo formal. Esto significa que los niveles de Educación Inicial, Primaria y
Secundaria deben garantizar el cumplimiento del derecho constitucional de los
pueblos indígenas a recibir una educación que contribuya a preservar su identidad
étnica, su lengua, su cosmovisión y su cultura.
28
Cabe destacar que, más allá de identificarse actualmente como indígenas, los
pobladores nativos de Tafí y de Tucumán en general, exigen ser reconocidos como
actores sociales relevantes de procesos económicos diversos que posicionan a Tafí y a
la provincia en el contexto regional. Consideran que son sujetos “históricos”,
ciudadanos del estado nación, formando parte de los procesos históricos de la realidad
tucumana y del NOA. A pesar de que las historias oficiales no los colocan como
actores de estos procesos -lo que trae graves consecuencias a las practicas ciudadanas
contemporáneas-, cada vez más se consideran actores principales de estos procesos
socioculturales y económicos sin los cuales historia tucumana no hubiera sido como
fue. Son actores relevantes, así también, del presente regional.

25
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

pobladores asentados en lo que sostienen que son sus tierras29 (Los


Cuartos, por ejemplo) y también al traspaso del problema de tierras
con títulos irregulares a terceros, por medio de loteo y venta, como
ocurre en la Costa 1 y La Costa 2, al alambrado reciente en el
perilago. A ello hay que agregar todo un trabajo mediático
desacreditando la identidad, los derechos y las pretensiones de
pueblos originarios30 (ver figura Nº 1).

Por otro lado, adoptando distintas formas de resistencia, los


pobladores locales desalambran predios que consideran
impropiamente cerrados -áreas serranas del Centro, Oeste y Sur del
Valle de Tafí-; construyen apachetas en sectores que se quieren
privatizar -Los Cuartos, La Costa 1, Molle Solo-; colocan carteles
que declaran la propiedad indígena -Los Cuartos, El Rodeo-,
organizan programas radiales indígenas o, incluso emisoras radiales -
El Mollar y Amaicha del Valle-; entregan tierras a sus comuneros -
comunidades indígenas del Mollar y de Tafí del Valle- y se oponen a
los desalojos con cortes de rutas. Realizan petitorios al gobierno
provincial -con publicación en distintos espacios mediáticos- y
manifestaciones multitudinarias en la capital provincial, donde son
acompañados por partidos de izquierda, ONGs y centros de
estudiantes de la universidad local (ver figuras Nº 2 a 5).

En esta puja por el reconocimiento de los territorios


ancestrales, los restos materiales prehispánicos también son
herramientas explícitamente puestas a su servicio. Aunque
avanzaremos sobre este tema más adelante, cabe mencionar que las
comunidades vienen denunciando al estado provincial la existencia
de sitios de “valor arqueológico”, con el doble fin de posicionarse
como sus herederos, pero también de impedir que el espacio que
ocupan esas evidencias sea sujeto de explotación por terceros -como
recurso cultural o como espacio de valor inmobiliario-.

29
Estos desalojos se llevan a cabo a pesar de que están expresamente suspendidos,
como medida judicial, por la Ley 26.160.
30
Ver La Gaceta de Tucumán, 01/04/07 y El Periódico de Tucumán, 9/0/2008.

26
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

Mientras tanto, el Estado Nacional se mide entre políticas


claramente neo-indigenistas, sensu Briones y Carrasco (2006)31, y la
voluntad política de un avance en el reconocimiento tal cual se
expresa en el Artículo 75 de la Constitución Nacional y,
posteriormente, en la Ley 26.160. El estado provincial tucumano
sólo recientemente comienza a intervenir -de forma conflictiva y
contradictoria- ante los severos problemas que acarrean desalojos
como los de la zona del valle de Santa María (Colalao del Valle) y
Trancas (Tolombón y Rodeo Grande), así como los de Tafí del Valle
(Los Cuartos y La Angostura32).

Ante esta reconfiguración del derecho, propuesto desde las


nuevas normativas legales, surgen obstáculos para la implementación
de estrategias jurídicas necesarias. Entre ellos se destaca una severa
falta de información, así como la evidente dificultad de adecuar el
marco jurídico positivo del derecho occidental individual a una
normativa que contemple la figura de la propiedad comunitaria y el
derecho colectivo. El mismo concepto de ciudadanía se ve puesto en
tela de juicio en estas demandas expresadas por los pueblos
originarios (Scholtz 2006).

No menor impedimento son el desconocimiento interesado y


la falta de reconocimiento de los procesos históricos y culturales que
dieron lugar a la situación actual -política, cultural y social- de las
comunidades. De hecho, aún se sostiene que para ser indio se debe
tener una continuidad de filiación sanguínea, cosa que el estado ni

31
Briones y Carrasco (2006) sostienen que una política “neo-indigenista” es aquella
que alude a “(…) prácticas que renuncian, en lo explícito, a un proyecto de
asimilación vinculado al indigenismo clásico pero concretan, en los hechos, estilos
restringidos de consulta y participación indígena” (op. cit. 202).
32
A comienzos del 2007 se producen una serie de desalojos en la provincia de
Tucumán. Entre ellos dos en Tafí del Valle: en Los Cuartos, 22 familias son
expulsadas de sus tierras, destruyéndose sus viviendas; y en La Angostura, en el
predio en donde funcionaba el antiguo Parque de Los Menhires, en donde resistieron
más de 60 personas. Ver información en el Diario La Gaceta del 1/04/1997 y también
en:
http://www.forestpeoples.org/documents/s_c_america/argentina_diaguitas_forced_re
moval_mar07_sp.shtml

27
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

siquiera exige cuando otorga las personerías jurídicas a estas


comunidades indígenas.

Finalmente, no se puede dejar de tomar en cuenta que al


menos una parte de las tierras de Tafí, y de los valles y serranías del
oeste del NOA, están en manos de gente muy ligada al poder político
y económico desde la misma constitución del estado nacional.

Procesos de patrimonialización de recursos culturales.

De acuerdo a lo que se viene señalando, se reconoce un


proceso en el cual los restos materiales del pasado indígena
adquirieron nuevos sentidos. Aunque aún no se observa un despegue
significativo de la valoración arqueológica, esas evidencias, esos
restos, son justipreciados hoy en Tafí como recursos, es decir como
herramientas para fundamentar los reclamos por tierra y saberes.

La riqueza arqueológica de este Valle y sus alrededores es


conocida y reconocida en los ámbitos científicos locales y
nacionales. Es interpretada como testimonio de más de dos mil años
de ocupación humana en la región; aunque aún se discute sobre la
existencia de momentos de menor densidad poblacional debido a
problemas de orden climático. Del mismo modo, todavía se debate
sobre las identidades y los orígenes de esos pueblos que hicieron de
Tafí su territorio, hasta que los españoles los extrañaron (Manasse
2002).

Aunque son polémicas del ámbito científico, éstas siempre han


trascendido en historias, en discursos sobre el pasado legitimado por
las instituciones; narrativas que fueron internalizadas por la
población local nativa desde la escuela, los medios de comunicación,
los discursos de la industria turística (Manasse y Camerlingo 2007) y
también, y con especiales consecuencias, desde el discurso y las
prácticas jurídicas.

La continuidad poblacional de las sucesivas generaciones de


habitantes del Valle, que podría homologarse al derecho
consuetudinario, es uno de los elementos que entran en juego; el que

28
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

las familias, que fueran colonizadas violentamente por los españoles,


sean o no descendientes de aquellos pueblos, es otro. Ambos son de
carácter histórico y político, y se ven, de algún modo, resueltos
cuando se les niega el vínculo ancestral con los restos materiales
prehispánicos33. Los patrimonios culturales de las comunidades
trascienden, en el presente, como bien público, como “patrimonio
arqueológico”, más no como herencia histórica ni como referente
cultural de las familias nativas que actualmente habitan estas
regiones. Desde el ámbito científico nacional esta es una cuestión
que recién se está empezando revisar34. Sin embargo, el tema está
lejos de ser resuelto en la práctica regional.

En la cartografía local, en la historia del Valle de Tafí, aquella


población siempre fue considerada como foránea, sin derechos sobre
el territorio, como no-sujetos (Manasse 2002 y 2008). Aún avanzado
el siglo XX las relaciones establecidas en estas regiones los colocan
como otros, incluso frente a su propio pasado. Las alteridades son
producto de prácticas ideológicas y políticas, que como dice Dussel
(1994), están construidas sobre lógicas darwinistas. De este
vaciamiento de contenido histórico también es responsable el
discurso jurídico. Los discursos universitarios, periodísticos y de la
clase dirigente, incluso de la Iglesia, enseñaron que ellos -los
indígenas- ya no existían. De allí que los restos arqueológicos nunca

33
Es un argumento esgrimido en diversas épocas en la historia americana. Los
pobladores de la época colonial, y menos aún los nativos actuales no fueron los
forjadores de las grandes expresiones arquitectónicas y materiales prehispánicas.
Quizás el más conocido para nuestra región sea el que le niega a los diaguitas la
ciudad de Quilmes (Turbay, A. 1983 La fortaleza-templo del Valle Calchaquí.
Divulgación arqueológica. Castelar, Argentina). B. Trigger refirió a este tipo de
estrategias en su clásico libro de la historia del pensamiento arqueológico,
comentando las controversias suscitadas alrededor de la asignación de los montículos
del Missisipi a los pueblos que los europeos encontraron en su conquista del territorio
americano, o si, por el contrario pertenecían a otros, ya extintos que habían sido
suplantados por hordas salvajes, éstos sí ancestros directos de los pueblos hallados en
el siglo XVI.
34
Vgr. Declaraciones de Río Cuarto, Córdoba (2004); Foro de los Pueblos
Originarios en el 1º Congreso Latinoamericano de Antropología, Rosario (2005); y en
la Mesa Redonda “Arqueología y Pueblos Indígenas” del XV Congreso Nacional de
Arqueología Argentina , San Salvador de Jujuy (2007); y por el Simposio
“Arqueología, tierras y territorios: conflicto e intereses” de la 4º Reunión
Internacional de teoría Arqueológica de América del Sur, San Fernando del Valle de
Catamarca (2007)

29
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

fueran concebidos como propios y, por lo tanto, tampoco como parte


de su pasado histórico y de su legado cultural.

En gran parte del NOA, los elementos culturales distintivos,


aquellos indicadores de diversidad cultural, de pertenencia y
ancestralidad, han sido y son frecuentemente, objeto de
descalificación explícita y se asocian a los sectores subalternos de la
sociedad, lo que aporta a los procesos de deterioro de su
autovaloración (Lorandi 1989). A partir de los años noventa, en una
puesta en valor que se fue extendiendo desde los paisajes y el clima
hacia las riquezas culturales, estas últimas, al igual que aquellas, se
mercantilizan, entrando en el conjunto de recursos que de algún
modo permiten señalar la diferencia social, cultural y económica.
Lejos de mirar con respeto sus características particulares y
dinámicas en lo que cada momento histórico fue dando lugar, y
específico en lo que hace a cada modalidad espacial, ellas son
folclorizados y vistas como manifestaciones exóticas. Se promueve
un turismo que crea los bienes que necesita, en desmedro del
desarrollo cultural local nativo (Manasse y Camerlingo 2007)35.

Aquellos restos materiales, evidencias de la vida indígena


prehispánica son, sin embargo, parte constitutiva del espacio
ocupado y usado en la actualidad y en tiempos antiguos. Estos
vestigios forman parte, e integraron desde siempre, el paisaje
cotidiano de Tafí y son incorporados a la subjetividad, que percibe y
da significado a su territorio (Manasse 2008). Pero, hasta no hace
mucho tiempo atrás, gran parte de la evidencia material prehispánica
era concebida como resto arqueológico, es decir, restos que para
significar, requerían de la intervención profesional de la arqueología.
Éstos son los que, en la última centuria, fueron usados para denotar y
dirimir identidades criollas regionales y empleados en contextos de
demarcación de proyectos fuertemente nacionalistas (ver
Mastrángelo 2001, Manasse y Arenas 2001, Endere 2007).

35
Podríamos calificar este momento como del Segundo tiempo, el de la
posmodernidad, descrito por Cristóbal Gnecco (2008), y que caracteriza a la
Arqueología como accesorio. “Pasado y futuro se cancelan mutuamente en un juego
de sombras; solo sobrevive el presente. Los nuevos campos de producción cultural
promueven la obsolescencia, el consumo conspicuo, el carácter efímero.” (op cit: 98).

30
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

Hoy, por el contrario, y vinculado al reciente proceso de


reconocimiento de derechos de los pueblos indígenas, las evidencias
prehispánicas señalan el sentido de pertenencia a ese otro nativo. Se
constituyen en símbolos de la existencia de profundas
temporalidades, evidencias de la continuidad poblacional36 y
particularmente en el valle de Tafí, se configuran como un
patrimonio cultural indígena tafinisto. Aquellos restos materiales,
pero también las características culturales que distinguen y que
caracterizan a estas poblaciones en la actualidad, implican una
herencia y paisajes culturales comunes. Se van constituyendo en
evidencia de ancestralidad (Manasse 2008)37.

La identidad de la población oriunda del Valle es una


construcción muy compleja38. Cada vez más familias nativas se
reconocen como indígenas en un proceso que desafía los relatos
sobre su desaparición en extrañamientos, mestizajes y migraciones.
Los pobladores y las pobladoras de los cerros tucumanos -así como
también catamarqueños, salteños y jujeños- están revisando sus lazos
históricos, procedencias, modos culturales e historias de vida,
reconociéndose como sujeto colectivo manipulado, ocultado y
finalmente negado39.

En el marco del actual proceso social y político, los territorios


con restos arqueológicos y culturales en general, pasan a ser mucho
más que recursos culturales de valor científico. Una parte importante

36
Los datos actuales aportados por la arqueología y, en cierto modo por la
etnohistoria, nos permiten aseverar que en el momento de la conquista española -
hacia 1550- de estas regiones, Tafí no solo estaba poblado, sino que tenía un
importante número de familias habitándolo (Manasse 2007).
37
De algún modo equiparable, el historiador aymara Carlos Mamaní (1994) sostiene
que las ruinas arqueológicas de las antiguas culturas no son entes inertes ni objetos
muertos; ellos conforman parte de la realidad que influye activamente en nuestras
vidas, tanto en lo individual como en lo colectivo. “They are the link with a dignified
and autonomous past in which we have our own government and were the subjects of
our own history. In short, they are the source of our identity. This is why many of
these sites are held to be links with the past.” (op cit.: 49).
38
Este tema ha sido tratado por Noli (2007) y Cruz (1997).
39
Basta con dar cuenta de la cantidad de materiales producidos por las comunidades
en los últimos años como parte de sus procesos de fortalecimiento de sus propias
comunidades. Por ejemplo, los producidos en los últimos años por la Comunidad
Indígena de Quilmes.

31
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

de su población, especialmente aquella constituida recientemente


como comunidad indígena, aunque no sólo ella, proclama y reclama
otros sentidos. En la reconstrucción-construcción de su propia
versión del pasado nativo, las evidencias materiales prehispánicas
conforman un elemento de suma relevancia; se constituyen en
herramientas de gran valor para sostener sus lazos ancestrales y,
también, para hacer visible sus derechos a la posesión, dominio y
propiedad del territorio. La participación en la gestión de sus
recursos naturales y culturales conforma así una de las estrategias
centrales para fundar sus reclamos.

Creamer (1989) sostiene que en Nueva Gales del Sur


(Australia), “Aborigines need to gain more control over the sites.
While the past itself cannot be controlled, reconstructions of the past
can be used to help achieve present needs and aspirations”
(op.cit:137)40.

Los restos y las evidencias de la vida indígena pasada en este


Valle, hoy conforman y distinguen esos territorios, constituyéndose
en referentes identitarios de origen, en evidencia de ancestralidad
(Manasse 2008). Los restos arqueológicos y los bienes culturales se
patrimonializan en este proceso, adquiriendo valor territorial, al ser
utilizados para dar cuenta del territorio ancestral, y así configurarlo.
Pasan a ser el referente tangible de un pasado sistemáticamente
negado. Pasado, como herramienta de constitución identitaria pero,
también, como soporte para pugnar por un presente y un futuro más
justos y dignos (Bartolomé 2004).

Pero, ¿cómo apropiarse realmente de ellos? ¿Cómo hacer de


esos recursos un insumo, cuando la alienación provocada por
distintos agentes a lo largo de la historia generó una distancia
suficiente como para obstaculizar su conocimiento, comprensión y
apropiación? ¿Cuál es, por ende, el accionar posible?

40
“Los aborígenes necesitan ganar mayor control sobre los sitios. Mientras el pasado
en sí mismo no puede ser controlado. Las reconstrucciones del pasado pueden servir
para cubrir con las necesidades y aspiraciones del presente.” Traducción de las
autoras.

32
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

Reflexionando sobre la práctica profesional

Al reflexionar sobre nuestras formas de intervención en el


campo reconocemos posicionamientos que hay que revisar. El
presente nos interpela para deconstruir algunas certezas y pensar
nuestra práctica profesional desde un punto de vista que considere
que no hay intervención técnica, sino en el marco de una teoría
social.

En primer lugar, es necesario que las intervenciones cuenten


con un componente reflexivo, no solo en tanto pobladoras del valle,
sino para repensar la forma en que producimos conocimiento y para
revisar nuestro posicionamiento ético y político.

Trabajar en territorios donde, como dice Ginsburg (1992) los


nativos son nuestros vecinos, implica una reflexión sobre la
producción de conocimiento, sobre el trabajo de campo y sobre la
relación entre ciencia y política. Acá, el exotismo queda fuera y se
plantean nuevos problemas éticos y políticos. Las antropologías
reflexivas parten de la idea de que los discursos corrientes no pueden
proveer más que una versión politizada e ideológica de lo real, una
versión que suprime la conciencia de su propia parcialidad (Ghasarian
2008:251). Estos enfoques permitieron a la antropología asumir el
hecho de que hay matrices epistemológicas y políticas que
condicionan la producción de saberes, oponiéndose, como estrategia,
a la neutralidad autoproclamada de la antropología del canon
(colonial). La pregunta de por qué y desde dónde se produce
conocimiento, es un ejercicio de reflexividad en un esfuerzo por
cuestionar el método mientras se investiga.

Se pregunta C. Ghasarian (2008) “¿qué estatuto se le puede


dar al saber de la antropología, que actualmente ya no invoca el
positivismo científico y que no tiene como objeto de estudio principal
a otro lejano, portador de una alteridad absoluta? Dos grandes de la
antropología contemporánea -Bourdieu y Geertz- que compartían la
idea de la no-neutralidad de la tarea del antropólogo/a, practicaron
con énfasis y recomendaron con igual seriedad, la necesidad de un
trabajo reflexivo que nos preserve del intelectualismo. Para Bourdieu
no hay ninguna posibilidad de producir conocimiento sino ahí, cuando

33
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

observador y observado se someten a la objetivación, no solo de lo


que él, el observador es, sus propias condiciones de producción y su
biografía personal, sino también de los intereses ocultos que se
encuentran invertidos y los beneficios que prometen. La reflexividad
así entendida es un regreso a sí mismo y su práctica el único modo de
enfrentar al intelectualismo y mejorar la producción científica.
Durante mucho tiempo se nos hizo creer que hacer ciencia era ser
capaces de producir una fotografía de la realidad. Pero la observación
no es neutral ni objetiva, se capta diferencialmente de acuerdo con
cuáles son los supuestos -explícitos o no- que ordenan la mirada de/la
observador/a (Follari 2000).

Dirá Bourdieu (2003), que el esfuerzo no es ser objetivo, en


términos de una neutralidad valorativa positivista, sino objetivarnos.
Estaría a favor de una ciencia que haga el esfuerzo de la objetivación,
más que de alcanzar la objetividad, la cual es sólo el resultado de
poner los objetos en perspectiva, de captar sus aspectos legaliformes y
repetibles, de modo de hacer desaparecer de la percepción aquello que
-visto como desordenado- queda fuera de dicho campo de estipulación
previa (Follari 2000). Así, lo que se produce es un saber que no es
copia de esa realidad que se estudia, sino un saber que configura
versiones de la realidad. Ya los antropólogos/as y arqueológos/as no
están separados en la producción de conocimiento de la valoración de
los procesos en juego en el campo.

Lejos de ser paralizados por la crítica, ésta debe ser estimulante


para ser empleada en volver a movilizar y reorientar a las
investigaciones hacia caminos que abran perspectivas nuevas que den
cuenta de las realidades ocultas en los presupuestos adquiridos. La
distancia ya no es una prueba de objetividad, de neutralidad. Esto
hace necesario una nueva negociación en el campo, en el marco de la
compleja relación en la antropología clásica, entre observadores y
observados.

La práctica antropológica se dirime entre la subjetividad


selectiva (la sensibilidad) y el abordaje científico objetivo (rigor). La
intuición, la movilización de recursos personales, la imprevisibilidad
están ahí, en el campo para jugar a favor de la investigación. Qué
hacer con los anthropological blues, diría Da Matta (1974), cuando

34
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

habla de qué hacer con lo que nos pasa en el campo, con eso que no
está en el plan, eso que se vive? Recomienda que ser antropólogo/a es
ponerse la capa del etnólogo/a, aprender a hacer y realizar la doble
tarea de transformar lo exótico en familiar y de transformar lo familiar
en exótico.

Por otro lado, los enfoques de los abordajes


(des)colonizadores, en términos de Quijano (2000), Mignolo (2000),
también de otros autores como Lander (2000) permiten
problematizar y desenmascarar legados de manifestaciones
colonialistas que, en el caso del área de Tafí, se expresan, por
ejemplo, en el manejo de los discursos sobre el pasado41 y sus
materialidades. Estas perspectivas buscan develar procesos de
producción de patrimonios y des-construir los presupuestos que los
sustentan.

Nos interesa también un abordaje desde la antropología del


presente (Althabe 2006), que se aleja del exotismo de la mirada
distante, que se mueve de lo lejano a lo próximo hacia una
antropología reflexiva y co-productora de conocimiento, en una
escala cotidiana y microsocial. Esta propuesta permite sortear el
centralismo del saber universitario, construyendo saberes articulados
desde perspectivas que superen aquellos, acreditados en los espacios
académicos.

Por último, dejamos explícito el compromiso de una


investigación militante, pues concebimos que la intervención
científica también es de carácter político. Esto facilita crear una
práctica capaz de articular implicancia, pensamiento y producción de
conocimiento, para elaborar planos comunes de acción, en la apuesta
de superar las dificultades de concebir la diversidad, la diferencia y
la desigualdad.

41
Cfr. Manasse y Camerlingo 2007

35
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

Estrategias de intervención profesional en Tafí

Para complejizar el campo de nuestro análisis es necesario


tener en cuenta que los pobladores locales nativos, más allá de
presentar rasgos culturales vinculados a estilos de vida y orígenes
diferentes, poseen distintos capitales -sociales, económicos y
culturales- que inciden en, o incluso condicionan, su inserción social,
educativa y laboral, en tanto sectores sociales subalternos (Bourdieu
1988; Bourdieu y Passeron 1977).

Si atendemos a esta situación, queda en evidencia que es


necesario analizar con mayor profundidad las propuestas de
vinculación intercultural o multicultural (que no es lo mismo) que se
están manejando, para pensar, en las intervenciones de profesionales
en territorio de comunidades indígenas y/o poblaciones nativas
locales. Los conceptos que contemplan la existencia de varios
sujetos requieren ser cuidadosamente evaluados. Como señala
Mignolo, al ser entrevistado por Walsh, la interculturalidad no es
solo el "estar" juntos sino aceptar la diversidad del "ser" en sus
necesidades, opiniones, deseos, conocimiento y perspectiva. Más
aún, es necesario que ese concepto revele y ponga en juego la
diferencia colonial, lo cual queda un tanto escondido en el concepto
de multiculturalidad.

Los planteos teóricos e ideológicos de superación de


enfrentamientos entre profesionales y comunidades indígenas se
están presentando en términos de concertaciones, participación o
colaboración per se, en diferentes naciones. Las propuestas de co-
producción entre profesionales y la sociedad nativa generadas en el
seno de esta nueva coyuntura que se da en toda América del Sur no
pueden evaluarse si no es en el marco social, político y jurídico local
de cada sociedad. La co-producción histórica propuesta en el marco
de una arqueología indígena (Mamaní 1994), como apuesta de
participación y control de la producción narrativa arqueológica,
también requiere contemplar y evaluar cada uno de los capitales
culturales.

Al considerar al conocimiento como una construcción ínter-


subjetiva, que comprende saberes de diversos sujetos sociales, estos

36
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

van emprendiendo un diálogo teórico, epistemológico y político. La


relación dialógica que se establece entre profesionales y
comunidades no se conforma en tanto un Otro cultural, sino como
entre personas con diverso capital cultural. Es desde nuestro capital
científico profesional (mucho más complejo que circunscripto a lo
cultural, ya que se compone por lo simbólico, lo político y social)
que participamos con total compromiso y conocimiento del rol
político que vamos cumpliendo. Dice Hassan (2006:217): “Today,
with the end of the modernity, objects of the past are pawns in
various ideological-political campaigns”.

Ligado a la identificación de capitales culturales diferentes, es


necesario remarcar que aquellos de las comunidades indígenas están
profundamente marcados por discursos instalados desde los sectores
hegemónicos de la sociedad tucumana -y nacional, en términos
generales- que fueron legitimando la tenencia actual de las tierras y
el monopolio del discurso sobre el pasado. Gran parte de la
población nativa de estas regiones, hasta hace poco tiempo seguía
convencida -lo había aprendido en la escuela, oído de sus padres, y
también de los relatos turísticos-culturales-, que ellos nada tenían
que ver con poblaciones indígenas de Tafí, ya que el Valle estaba
deshabitado cuando entraron los españoles (Manasse 2002). Las
estrategias metodológicas (en tanto políticas de intervención) deben
contemplar la construcción de herramientas y narrativas, que
permitan sortear, evaluar conjuntamente y, quizás incluso, superar
estos presupuestos históricos.

Desde las prácticas antropológica y arqueológica

En la búsqueda de crear nuevos espacios de investigación y


práctica social, siguen sobresaliendo la tierra y el territorio como
campos fundamentales donde se dirimen identidades, espacios de
poder, historias y construcciones sociales y políticas. La posición de
los científicos / profesionales se ve permanentemente interpelada,
llegando, no pocas veces, a generar conflictos entre ellos mismos. La
posición desde donde se aborda la intervención profesional, suele
incidir en el tipo de práctica: sea desde la academia, como parte de
investigaciones científicas con líneas ya preestablecidas de interés;

37
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

sea desde las empresas, que encargan trabajos para definir la


factibilidad de algún emprendimiento privado; sea desde el Estado,
con intervenciones en su mayoría puntuales de evaluación de
impacto o rescate; o sea desde las poblaciones locales, mayormente
indígenas, en un intento por elaborar versiones propias de su pasado,
poner en valor y resguardar su patrimonio.

Sobre Tafí, se elaboraron discursos históricos que son


necesarios revisar. Muy centrados en ciertos períodos históricos,
mayormente el Formativo local, los menhires (monolitos o huancas)
concentraron tanta atención, que lo que sucedió después de que
dejaran de ser parte de la dinámica cotidiana (cultural y espiritual) de
los pueblos que habitaban el Valle, pareciera no formar parte de los
relatos corrientes del pasado local. Sin embargo los monolitos siguen
siendo referentes del pasado indígena hasta la actualidad; elementos
simbólicos que, en cierto modo, desde su profunda temporalidad
avalan la distancia histórica y, por ende, identitaria, entre los
hombres y mujeres que los elaboraron y la población nativa actual
del valle.

Estos relatos históricos, como construcciones científicas,


desatendieron aquellas historias de los pobladores más recientes: los
de la época a partir de la conquista. Sus relatos inciden en el diseño
de Evaluaciones de Impacto Arqueológico y/o Antropológico42 y a la
vez, permiten elaborar y sostener cierta legitimidad en su acceso a la
tierra (Manasse 2002 y 2006). Los procesos de construcción de las
identidades de los movimientos de reivindicación territoriales están
basados tanto en tradiciones legales como historias arqueológicas y
antropológicas, así como en estereotipos e imágenes nacionales e
internacionales.

Otro lugar de producción científica es el que se lleva a cabo


por contrato, desde todo tipo de empresas, a los fines de lograr el
permiso correspondiente para llevar a cabo diversos tipos de obras.
Hay bastante escrito sobre las particulares condiciones de los
informes elaborados, qué es lo que informan, cómo lo informan o

42
Incluso, de algún modo, también puede incidir en el diseño del Relevamiento
Territorial Indígena contemplado en la Ley Nº 26.160.

38
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

qué se hace con esa información (Davis 1971; Funari 2001). Y es tal
vez una de las intervenciones más conflictivas en la actualidad.

En Tafí fue la instalación de la línea de alta tensión que,


desde El Bracho, lleva energía al emprendimiento minero de La
Alumbrera, la que generó el primer conflicto serio. Más allá del
proceder inconsulto de la empresa encargada de la instalación de la
línea -Asea Brown Boveri- vale referir la compleja situación
generada por evaluaciones de impacto arqueológico tendenciosas,
que significaron la afección innecesaria o, directamente la
destrucción de importantes áreas de valor arqueológico, más allá del
daño social producido. La comunidad tafinista43 reclamó ante esta
situación logrando que se realizara un contralor de la Evaluación de
Impacto Arqueológico efectuada, dando cuenta del daño producido
(Aschero 1998; Ratto 1998).

Con un mayor empoderamiento, la sociedad tafinista y


especialmente las comunidades indígenas hacen uso hoy de las
herramientas que tradicionalmente emplean esas empresas a favor de
sus propios intereses. Como ya hemos referido, el negocio
inmobiliario de segundas viviendas es uno de los problemas
principales que se enfrentan en la actualidad. Frente a ello, las
comunidades están solicitándonos - al estado y a la comunidad de
arqueólogos/as - que se realicen con premura los Estudios de
Impacto Arqueológico (EIA)44 a los fines de ejercer siquiera un
mínimo control.

Así, por ejemplo, ante la imposibilidad de frenar el


emprendimiento inmobiliario de “Molle Solo” en La Ovejería45, se
solicitó la realización del EIA y, una vez finalizado, las comunidades
han utilizado los datos recabados para exigir protección y acceso
irrestricto a un sector con concentración de evidencias
arquitectónicas prehispánicas (Montini y Sansone 2009). Con la

43
Esto sucedía a mediados de los 90, época en que aún no estaban conformadas las
comunidades indígenas como instituciones. Una de nosotras trabajó desde la
comunidad local tanto para realizar las denuncias como para aportar herramientas que
permitan darle sustento (B. M).
44
Requeridos por las leyes provinciales 7.500 y 7801.
45
Hoy se lo conoce con el nombre de Barrio Privado de “Los Morteros”.

39
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

misma estrategia, en un loteo en la zona de Los Cuartos, se ha


logrado separar de la venta un área de entierros prehispánicos muy
importante, proceso de reclamo en el que actuaron conjuntamente
comunidades y universitarios. También se han realizado
asesoramientos, rescates y estudios de impacto arqueológicos
solicitados directamente por las comunidades46.

Sin embargo en otras oportunidades, como en la obra del


PROSAP (de agua para riego y potable), en el valle de Las Carreras,
o en la construcción de la planta de procesamiento de residuos en El
Mollar, nuestro rol fue el de contralor, por encargo de las
comunidades.

En otros casos, directamente se nos solicita la realización de


relevamientos arqueológicos en determinadas áreas. Con el fin de
alertar sobre la presencia de evidencias de valor arqueológico -que
por su carácter están protegidas por el estado provincial y nacional47-
efectuamos inspecciones técnicas específicas a pedido de las
comunidades. Con el informe en mano, y declarando su interés como
herederos de esas materialidades prehispánicas, las Comunidades
Indígenas denuncian su existencia ante la Dirección de Patrimonio
Histórico y Antropológico de la Provincia y ante la institución que
lleva el registro a nivel nacional (INAPL). Con ello se aseguran que
cualquier tipo de emprendimiento que quisiera llevarse adelante en
ese territorio, deba atender al antecedente de esta denuncia; y,
avanzar en el intento de una consulta previa e informada a la
Comunidad que realiza la denuncia. De este modo, se está trabajando
en lo que se denomina una arqueología contractual48, pero abriendo
el camino a intereses sociales más amplios.

46
Por ejemplo, el rescate y evaluación de relevancia efectuadas en el río la Puerta
(Comunidad Indígena del pueblo diaguita del Valle de Tafí) o el estudio de relevancia
e impacto para la realización de una represa en El Rinconcito, en Casas Viejas
(Comunidad Indígena de Casas Viejas).
47
Ley Nacional 25.743, Leyes Provinciales 7.500 y 7801.
48
La arqueología contractual es la que llevan a cabo profesionales de esa disciplina
contratados para realizar evaluaciones de impacto arqueológico, mayormente
vinculados a grandes obras de infraestructura. Se distingue por estar financiada por
empresas privadas, las que no pocas veces presionan para que el Informe sea resuelto
rápido y sin mayores complicaciones para la ejecución de la obra.

40
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

Ahora, de un modo más específico, se viene trabajando


desde el año 2007, conjuntamente con cuatro comunidades indígenas
del Valle de Tafí en el relevamiento de sus recursos culturales.
Hemos finalizado una primera parte del relevamiento de áreas con
evidencias arqueológicas de su pasado en una parte de sus territorios
(Manasse 2008). Son los miembros de las comunidades los que
proponen áreas a ser trabajadas. Una vez realizada la evaluación
conjuntamente con nuestro equipo de trabajo, se llevan a cabo
distintas etapas para la ubicación y registro de las evidencias en
campo, determinación de sus condiciones de preservación, riesgo
destructivo, articulación con otras evidencias y valoración científica
y comunitaria. El objetivo más directo es lograr un registro de
recursos culturales, y los criterios y las prioridades son consensuados
y actualizados permanentemente en talleres conjuntos.

Ciencias sociales y des-colonización

Dos ejes son los que concitaron nuestro interés en este


artículo: la tierra / el territorio y los recursos culturales indígenas.
Ambos dos, en particular los segundos, son objeto de estudio
específico en el marco de nuestra práctica científica. Por otro lado,
mucho más que esto, ambos son objetos en disputa entre diversos
sectores de la sociedad tafinista y tucumana actuales, y con ello se
fueron constituyendo en recursos demandados no solo al estado,
sino, lo que nos interesa aquí, a la comunidad científica. Se fueron
conformando en complejas herramientas que sirven, que deben ser
funcionales a los intereses de cada sector.

El mismo concepto de patrimonio -revisado en los ´80 por


García Canclini- está actualmente en estado crítico, en particular,
desde la mirada sobre los recursos culturales indígenas. ¿De
quienes?, ¿para quienes?, son las preguntas que interpelan nuestras
prácticas (ver Belli y Slavutsky en esta misma compilación). Como
lo señala atinadamente Mignolo, estos cuestionamientos no forman
parte de un giro a la izquierda, sino de un giro hacia la
descolonización.

41
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

La academia, en tanto formadora de recursos humanos, está en


condiciones de aportar reflexiones que no reproduzcan saberes
coloniales que puedan poner en riesgo de transformar su
espiritualidad en mercancía. Si la historia y cultura de este espacio
no es revisada tanto en sus contenidos políticos como ideológicos, es
posible que se repitan las políticas coloniales de extrañamiento
indígena y saqueo de los territorios.

Entender el sentido político y estratégico de los discursos que


se elaboran en estos contextos es uno de los ejes más importantes de
nuestra práctica. En el marco de una antropología y una arqueología
descolonizadoras se busca dar cuenta de estrategias hegemónicas y
contra hegemónicas, mediante conceptos interaccionistas que hagan
visible las diferencias producidas en los procesos de estructuración
del territorio tafinisto. Las huellas de todos estos procesos están
inscriptas dialécticamente en el territorio como un texto que puede
ayudar a pensar territorialmente la historia, y a la vez a pensar
históricamente el territorio.

Las identidades de las comunidades indígenas pueden ser


consideradas identidades abiertas, son dinámicas preformativas que
habilitan negociaciones en el territorio. Y, en fin, revisar no solo la
categoría de comunidad indígena, sino también a aquellos que
estudian a las comunidades. Es decir, participar colectivamente en
estos procesos contra-hegemónicos eficientes a través de operaciones
constructivistas.

ADENDA

El 18 de noviembre de 2009 sancionó la Ley N º 26.554,


mediante la cual se prorrogan los plazos de la Emergencia y
Relevamiento dispuestos por la Ley 26.160 hasta el 23 de noviembre
de 2013. Ello también implica renovación del presupuesto.

42
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

BIBLIOGRAFIA CITADA

ALTHABE, Gérard (2006) Hacia una antropología del presente.


Cuadernos de Antropología Social, 23: 13-34. Disponible a la fecha
de escritura de este trabajo en:
www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1850-
275X2006000100002&lng=es&nrm=iso

ARENAS, Patricia. (2003) De campesino a indio. Comunidades


indígenas en la “puerta de los valles”. Tafí del Valle, Tucumán,
Argentina. En: CORNELL, Per y Per STENBORG (eds.) Local,
regional y global: prehistoria, protohistoria e historia en los Valles
Calchaquíes, Anales Nueva Época, 6:413-442, Instituto
Iberoamericano, Universidad de Göteborg.

ARENAS, Patricia, Bárbara MANASSE y Estela NOLI (2007)


Paisajes y procesos sociales en Tafí del Valle. En: ARENAS,
Patricia, Bárbara MANASSE y Estela NOLI (comp.) Paisajes y
procesos sociales en Tafí. Una mirada interdisciplinaria. Tafí del
Valle. Argentina, pp. 13-44, Imprenta de la Universidad Nacional de
Tucumán.

ASCHERO, Carlos (1998) Arqueología y situaciones de impacto.


Reflexiones sobre el caso Tafí. Mundo de Antes 1: 15-19, Instituto de
Arqueología y Museo, Universidad Nacional de Tucumán.

BARROS, Alonso (2004) Crónica de una etnia anunciada: Nuevas


perspectivas de investigación a 10 años de promulgarse la ley
indígena en San Pedro de Atacama. Estudios Atacameños 27: 139-
168, San Pedro de Atacama.

BARTOLOMÉ, Miguel (2004) Los pobladores del desierto.


Genocidio, etnocidio y etnogénesis en la Argentina. En: Amérique
Latine Histoire et Mémoire. Les Cahiers ALHIM, 10. Disponible en:
http: //alhim.revues.org/index103.html. a la fecha de escritura del
trabajo.

BIXIO, Beatriz y Eduardo BERBERIÁN (1988) Modos de


ocupación y explotación económica del Valle de Tafí en los siglos

43
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

XVI y XVII. En: BERBERIÁN, Eduardo (dir). Sistemas de


asentamiento prehispánicos en el Valle de Tafí, pp.111-144,
Editorial Comechingonia, Córdoba.

BLAUT, J. M. (1993) The colonizer’s Model of the World:


Geographical Diffusionism and Eurocentric History, The Guildford
Press, New York.

BOTIVA CONTRERAS, A. (1990) Teoría y práctica de la


arqueología de Rescate. Boletín de Arqueología, 5, 1, Bogotá

BOURDIEU, Pierre (1977) La distinción, Taurus, España.

BOURDIEU, Pierre (2003) L'objetivation participante. Actes de la


recherche en sciences sociales, 150: 43-58, París.

BOURDIEU, Pierre y Jean Claude PASSERON (1977) La


reproducción. Elementos para una teoría del sistema de enseñanza.
Barcelona, LAIA.

BRIONES, Claudia (ed.) (2005) Cartografías argentinas. Políticas


indigenistas y formaciones provinciales de alteridad, Editorial
Antropofagia, Buenos Aires

BRIONES, Claudia y Morita CARRASCO (2006) La lucha por la


tierra. (Neo) indigenismo estatal y producciones indígenas en
Argentina (1985 – 1999). En: CRUZ, Enrique y Rosana PAOLINI
Comp. La propiedad de la tierra. Pasado y presente, Anuario del
CECIC / 3: 201-228, Alción Editora, Córdoba.

CREAMER, Howard (1989) Aboriginal perceptions of the past: the


implications for cultural resource management in Australia. En: The
politics of the past. GATHERCOLE, David y P. W. LOWENTHAL
(eds). One World Archaeology 12, London Unwin Hyman.

CRUZ, Rodolfo (1997) La construcción de identidades étnicas en


el Tucumán colonial: los amaichas y los tafies en el debate sobre su
verdadera estructura étnica. En: LORANDI, Ana María (comp.) El
Tucumán colonial y Charcas, pp. 253-282.

44
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

CRUZ, Rodolfo (2007) Tafí, tafíes y tafinistos: comentarios de allá y


ahora, sobre territorio, identidades y desarrollo. En: ARENAS,
Patricia, Bárbara MANASSE y Estela NOLI (comp.) Paisajes y
procesos sociales en Tafí. Una mirada interdisciplinaria. Tafí del
Valle. Argentina, pp. 507-519, Imprenta de la Universidad Nacional
de Tucumán.

CHOQUE, María Eugenia (2007) El Ayllu: una alternativa de


descolonización. En: ALDERETE, E. W. (comp.) Conocimiento
indígena y globalización, pp. 59-70, Ediciones Abya-Yala, Jujuy

DA MATTA, Roberto (1974) El oficio del etnólogo o cómo tener


“Anthropological Blues”. Comunicações do PPGAS Nº1 Río de
Janeiro, Museu Nacional Federal do Rio de Janeiro.

DAVIS, Hester A.(1971) Is there a future for the past? Archaeology


Vol. 24 Nº4: 300-306, Philadelphia.

DELFINO, Daniel, Alejandro DÍAZ y Valeria ESPIRO (2007)


¿Tierras vacas o complicidad administrativa? La reorientación
económica en el bolsón puneño de Laguna Blanca a partir de la
colonia. En: Memoria del III Congreso de Historia de Catamarca,
Tomo I: 107-123, San Fernando del Valle de Catamarca.

DUSSEL, Enrique (1994) El encubrimiento del otro. Hacia el


descubrimiento del mito de la modernidad Ediciones ABYA-
AYALA, Quito, Ecuador.

ENDERE, María Luz (2007) Management of archaeological sites


and the public in Argentina, BAR International Series 1708,
Archaeopress, Oxford.

FABIAN, J. (1983) Time and the other: how anthropology makes its
object, Columbia University Press, New York.

FOLLARI, Roberto (2000) Epistemología y sociedad: acerca del


debate contemporáneo, Homo Sapiens, Rosario.

45
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

FUNARI, Pedro (2001) Public archaeology from a Latin American


Perspective, Public Archaeology 1: 239 – 243.

GHASARIAN, Christian (2008) De la etnografía a la antropología


reflexiva. Nuevos campos, nuevas prácticas, nuevas apuestas. Serie
Antropológica, Ediciones del Sol, Buenos Aires.

GINSBURG, Faye (1992). Cuando los nativos son nuestros vecinos.


En L’Homme 121, janvier-mars 1992, XXXII (1): 129-142, París.

GIUDICELLI, Christophe (2009) Encasillar la frontera.


Clasificaciones coloniales y disciplinamiento del espacio en el área
diaguita-calchaquí. Siglo XVI y XVII. Disponible en:
http://nuevomundo.revues.org/index56802.html al momento de
escribir este trabajo.

GNECCO, Cristóbal (2006) Territorio y alteridad étnica: fragmentos


para una genealogía. En: (Des)territorialidades y (No)lugares:
procesos de configuración y transformación social del espacio. D.
Herrera Gómez y C. E. Piazzini Suárez (eds.), pp.221-246, La
Carreta Editores, Medellín, Colombia

GNECCO, Cristóbal (2008) Manifiesto moralista por una


arqueología reaccionaria. En: ACUTO, Felix y Andrés ZARANKIN
(comp.) Sed non satiata II. Acercamientos sociales en la
Arqueología Latinoamericana. pp. 93 – 102.

LANDER, Edgardo (2000) Ciencias sociales: saberes coloniales y


eurocéntricos. En: LANDER, Edgardo (comp.) La colonialidad del
saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas
latinoamericanas, pp. 11- 40, FLACSO, Buenos Aires.

LÓPEZ, Cristina (2006) Tierras comunales, tierras fiscales: el


tránsito del orden colonial a la revolución. En: CRUZ, Enrique y
Rosana PAOLINI (comp.) La propiedad de la tierra. Pasado y
Presente, Anuario del CEIC/ 3, pp. 29-67, Alción Editores, Córdoba.

LORANDI, Ana María (1989) Patrimonio, cultura nacional e


ideología. Jornadas- Taller “Usos del Pasado”, La Plata.

46
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

LORANDI, Ana María, BOIXADOS, Roxana, BUNSTER, Cora,


PALERMO, Miguel Angel. (1997) El valle Calchaquí. En:
LORANDI, Ana María (comp.) El Tucumán colonial y Charcas pp.
205-252, Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y
Letras, Buenos Aires.

LORANDI, Ana María y Roxana BOIXADOS (1987-1988)


Etnohistoria de los Valles Calchaquíes Runa. XVII-XVIII: 263-
420, Facultad de Filosofía y Letras, Buenos Aires.

MALDONADO-TORRES, Nelson. (2006) La topología del ser y la


geopolítica del saber. Modernidad, imperio, colonialidad. En:
MIGNOLO, Walter (ed.) Des-colonialidad del ser y del saber
(videos indígenas y los límites coloniales de la izquierda) en Bolivia,
pp 63-130, Ediciones del Signo.

MAMANI, Carlos (1994) History and prehistory in Bolivia: what


about the Indians? En LAYTON, Robert (ed.) Conflict in the
archaeology of living traditions. pp 46-59, Unwin Hyman, Londres.

MANASSE, Bárbara (2002). Una historia alternativa sobre el


pasado prehispánico de Tafí del Valle Producciones Científicas
NOA 2002 Congreso Regional de Ciencia y Tecnología NOA San
Fernando del Valle de Catamarca.

MANASSE, Bárbara (2006) Historias coloniales: la construcción


del pasado tafinisto del siglo XVII. Aportes Científicos desde
Humanidades Año VI Volumen Nº 6: 219-229.

MANASSE, Bárbara (2007) Tiempo antes de la conquista. En:


ARENAS, Patricia, Bárbara MANASSE y Estela NOLI (comp.)
Paisajes y procesos sociales en Tafí. Una mirada interdisciplinaria.
Tafí del Valle. Argentina, pp. 135-163, Imprenta de la Universidad
Nacional de Tucumán.

MANASSE, Bárbara (2008) Articulación de saberes: mapeando


territorio indígena desde las evidencias del pasado. IX Congreso
Argentino de Antropología Social, Posadas, Misiones. Disponible

47
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

en: http://caas.org.ar/images/mesas21a32/mesa27/manasse, al
momento de escribir este trabajo.

MANASSE, Bárbara y Andrea CAMERLINGO (2007)


Construyendo presente en el valle de Tafí. En: ARENAS, Patricia,
Bárbara MANASSE y Estela NOLI (comp.) Paisajes y procesos
sociales en Tafí. Una mirada interdisciplinaria. Tafí del Valle.
Argentina, pp. 449-462, Imprenta Universidad Nacional de
Tucumán.

MASTRÁNGELO, Andrea (2001) Arqueología, tradición e


identidad. La acción cultural sobre los menhires de la Cultura Tafí.
Tafí del Valle, Tucumán, Mundo de Antes 2: 119-136, Instituto de
Arqueología y Museo, Universidad Nacional de Tucumán.

MIGNOLO, Walter (2000) La colonialidad a lo largo y a lo ancho:


el hemisferio occidental en el horizonte colonial de la modernidad.
En: MIGNOLO, Walter (ed.) Des-colonialidad del ser y del saber
(videos indígenas y los límites coloniales de la izquierda) en Bolivia.
pp 55-86, Ediciones del Signo.

NOLI, Estela (2007) Avatares de la Identidad Tafi en los siglos


XVII y XVIII. En: ARENAS, Patricia, Bárbara MANASSE y Estela
NOLI (comp.) Paisajes y procesos sociales en Tafí. Una mirada
interdisciplinaria. Tafí del Valle. Argentina, pp.165-198, Imprenta
Universidad Nacional de Tucumán.

PATANÉ ARÁOZ, Claudio J. (2009) Arqueología de los


Encuentros. Lo Inka y lo Local en el Pukará de las Lomas Verdes
(Tafí del Valle, Prov. de Tucumán, República Argentina).
BAR, IZUETA (ed.) Internacional Series 2025, South American
Series Nº 9.

QUESADA, Marcos (2009) Discursos cartográficos y territorios


indígenas en Antofalla. Intersecciones en Antropología 10: 155-166.
Facultad de Ciencias Sociales, Universidad del Centro de la
Provincia de Buenos Aires.

48
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

QUIJANO, Aníbal. (2000) Colonialidad del poder, eurocentrismo y


América Latina. En: MIGNOLO, Walter (ed.) Des-colonialidad del
ser y del saber (videos indígenas y los límites coloniales de la
izquierda) en Bolivia,. pp 201-246, Ediciones del Signo.

QUIROGA, Laura (1999) La construcción de un espacio colonial:


paisaje y relaciones sociales en el antiguo valle de Cotahau
(provincia de Catamarca, Argentina). En: ZARANKIN, Andrés y
Félix ACUTO (Eds) Sed non Satiata. Teoría Social en la
arqueología Latinoamericana Contemporánea, pp.273-287,
Ediciones del Tridente, Colección Científica.

RAPPAPORT, Joanne (2006) “Adentro” y “afuera”: El espacio y


los discursos culturalistas del movimiento indígena caucano. En:
HERRERA GÓMEZ, Diego y Carlo E. PIAZZINI SUÁREZ (eds.)
(Des) territorialidades y (No) lugares: procesos de configuración y
transformación social del espacio, pp. 247-259, La Carreta Editores,
Medellín, Colombia

RATTO, Norma (1998) Comentario a Arqueología y situaciones de


impacto. Reflexiones sobre el caso Tafí. Mundo de Antes 1: 21-27,
Instituto de Arqueología y Museo, Tucumán.

SEGATO, Rita L. (2008) La faccionalización de la república y el


paisaje religioso como índice de una nueva territorialidad.
Disponible a la fecha de elaboración del trabajo en:
http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/grupos/alonso/Segato.p
df

WALSH, Catherine (2003) Las geopolíticas del conocimiento y


colonialidad del poder. Entrevista a Walter Mignolo. Revista Polis
Revista Académica de la Universidad Bolivariana. Revista on line
Volumen 1, Nº 4. Disponible a la fecha de elaboración de este
trabajo en: http://www.revistapolis.cl/4/wal.pdf

49
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

FIGURA Nº 1
Casa destruida como parte del proceso de desalojo en Los Cuartos

FIGURA Nº 2
Alambrado cortado en Ojo de Agua

50
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

FIGURA Nº 3
Cartel en área de desalojo, Los Cuartos

FIGURA Nº 4
Corral comunitario recuperado para la Comunidad Indígena del
Pueblo Diaguita del Valle de Tafí, Santa Cruz

51
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

FIGURA Nº 5
Cartel y apacheta en cementerio indígena que está hoy en propiedad
privada, Los Cuartos (arriba y abajo, respectivamente)

52
Arqueología, tierra y territorios Manasse y Arenas

53

S-ar putea să vă placă și