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Experiencia-Saber-Poder
Con el confinamiento y la cuarentena, la experiencia respecto de la enfermedad varía
radicalmente. Si bien la denominada crisis de la experiencia no es algo nuevo desde Walter
Benjamin, su renovada vigencia tiene que ver con la rápida propagación de la transformación
de la experiencia moderna en cifras, cálculos, estadísticas y probabilidades.
Contractualidad basura
El teletrabajo reproduce la fusión entre trabajo y ocio, entre empresa y casa, en la subsunción
real del trabajo en el capital, que ya nos anticipó Marx. El imaginario de la empresa total
(extendido con intensidad micropolítica por el emprendimiento impregnado de subjetividad
neoliberal) generó la ampliación del tiempo de trabajo administrada por el empresario de si.
Y, en idéntica manera, el teletrabajo subsume la diferencia que quedaba como remanente,
integrando todo tiempo al proceso productivo y de circulación de mercancías (principalmente
inmateriales). De ahí que podamos decir que el teletrabajo, como el campo de trabajo esclavo
o el campo de concentración, lo abarca todo. La cuarentena se mimetiza con la huelga
general, despojándola de su contenido político y destructivo, razón por la cual no es capaz
de interrumpir el proceso de producción y circulación de capital. Al contrario, la cuarentena
intensifica las formas de movilización general centradas en los modos inmateriales de
producción y circulación. De ahí que la consumación del teletrabajo en la pandemia aparezca
como paradigma expandido a nivel planetario, con las contradicciones que este modelo de
(auto)explotación impone, acercándose a un esclavismo de producción y consumo, que
fusiona ocio y trabajo, e instala en el hogar la dimensión de la “empresa total”.
Estamos sumidos en la perplejidad frente al golpe de estado empresarial que avanza junto a
la militarización de los territorios, la eliminación de las libertades y el sometimiento de la
población al estado de excepción epidemiológico. Lo hemos asumido aplaudiendo desde
nuestros balcones, y fiando nuestras posibilidades al futuro. Así es como el neoliberalismo
gobierna: propiciando situaciones de riesgo e incertidumbre que solo la empresa puede
capitalizar, puesto que solo ella está segura. La incertidumbre como catástrofe económica y
ruina social para muchos, y como espacio de oportunidades para las minorías, corrobora el
planteamiento de Marx de que el capitalismo se mueve en la producción de su propia crisis.
A diferencia del sujeto peligroso, que presentaba signos corporales que permitían anticipar
su conducta delincuencial, el sujeto de riesgo incuba en su “interior” la posibilidad de la
amenaza microbiológica. El riesgo es invisible, por lo que el poder ha de producir
dispositivos de identificación a nivel microfísico, molecular, para identificar e inocular la
amenaza. Con esta idea de portador de riesgo, ensayada anteriormente con migrantes,
disidentes políticos, presos, pobres, y otros grupos, el sujeto de riesgo de la pandemia se
presenta como difuso y extendido a toda la población.