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TÍTULO: Desarrollo Afectivo en Psicología del desarrollo y de la educación

AUTOR: María Luisa de la Morena Fernández

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA: De la Morena, M. (2013). Desarrollo Afectivo en Psicología


del desarrollo y de la educación, España: Larousse - Ediciones Pirámide. (pp.125-146). Recuperado
de http://bibliotecavirtual.unad.edu.co:2077/lib/unadsp/reader.action?docID=11059224&ppg=134

RESUMEN DEL ARGUMENTO


Los vínculos afectivos responden con eficacia a las necesidades interpersonales de los individuos
desde que nacen. Su principal función es resolver las necesidades interpersonales. Las primeras
necesidades que se tienen hacen referencia a: seguridad emocional y seguridad de pertenecer a un
grupo de referencia y de comunicación con el grupo social (López, 1985).
Las necesidades básicas son como un código genético y su óptima resolución es algo vital en el
desarrollo de la persona.

El primer vínculo afectivo que se forma es el apego el cual es decisivo en el desarrollo, siendo el
más importante y primordial ya que influye de manera determinante en el desarrollo integral de la
persona desde su nacimiento hasta su muerte aportando influencias en el desarrollo social y
cognitivo.

Los teres componentes básicos del vínculo de apego son: (conductas, modelo mental y
sentimientos) y sus sistemas relacionados (López y Ortiz, 2008). Son conductas de apego aquellas
que realiza el niño y están encaminadas a conseguir y mantener la proximidad y el contacto con las
figuras de apego algunas de estas conductas son: llanto, sonrisas, vocalizaciones gestos conductas
motoras y visuales de seguimiento, etc. A medida que el niño va creciendo sus conductas van
evolucionando y adaptándose a sus nuevas posibilidades, las conductas del niño se activan cuando
tiene alguna necesidad, cunado percibe algún peligro o cunado se siente mal y demanda la
necesidad de la figura de apego , lo que hace que se sienta seguro en su compañía.

Modelo mental: Según Bowlby (1969), el niño construye un modelo interno de relación de apego a
partir de las experiencias vividas en dicha relación, incluye recuerdos de la relación, conceptos
sobre su figura de apego y sobre la capacidad de uno mismo para promover el afecto y la protección
de acuerdo a esto el niño construirá concebirá el entorno que le rodea e interpretara sus primeras
relaciones con los iguales y con otras personas.

Los sentimientos que el niño desarrolla en la relación se refieren tanto a la figura de apego como a
él mismo, es aquí donde aparecen sentimientos de seguridad asociados con la proximidad y al
contacto con la figura de apego, así como sentimientos de angustia cuando se produce su perdida, de
igual manera cuando la relación de apego es consistente y segura aparecen sentimientos de bienestar
personal y confianza en los demás, mientras cuando hay sentimientos de tristeza, malestar,
desconfianza cuando la relación de apego es inconsistente e inadecuada.

En la segunda mitad del primer año los niños logran establecer de forma más firme el vínculo
afectivo, organizándose estos tres componentes alrededor de un sistema integrado denominado
sistema de conducta de apego. Este sistema de apego busca conseguir la seguridad del niño en su
figura de apego e interactúa con y regula otros sistemas relacionados entre sí y que son: sistema
exploratorio, sistema afiliativo y sistema de mie- do a extraños o desconocidos. La integración de
estos cuatro sistemas tiene como función principal regular las interacciones del niño con él en- torno
(López y Ortiz, 2008).
A partir de los 4-6 años y hasta la pubertad el niño pasa por un período largo de buenas relaciones
con las figuras de apego con las que se siente seguro ya que ha construido, a lo largo de la primera
infancia, un modelo mental de sus padres como incondicionales y eficaces en su cuidado.

En condiciones normales, el niño pasará este período muy cercano a sus figuras de apego, le gustará
jugar y hacer actividades con ellas y disfrutará de la presencia continua de la madre y el padre en su
desarrollo. El niño sabe que forma parte de una familia a la que no pone en cuestión y con la que
comparte su sistema de valores y normas, que es el mismo que acepta de sus padres sin entrar en
conflicto. Es el período de la vida en el que suele haber menos problemas con los hijos y suele ser el
más gratificante para el sistema familiar (López y Ortiz, 2008).

Cuando el niño llega a la pubertad y la adolescencia, han podido producirse numerosos cambios en
su sistema familiar (separación de los progenitores, convivencia con abuelos mayores, cambios de
casa, etc.). Sea cual sea el contexto en el que se encuentre, el adolescente siempre va a necesitar
mantener una adecuada relación de apego con sus progenitores. Siguen siendo vitales para él el
afecto, la incondicionalidad y la disponibilidad de su madre y su padre porque ahora, más que
nunca, necesita sentirse seguro para abrirse al mundo e integrarse en él de manera más autónoma.
La influencia del grupo de iguales se hace mucho mayor ahora, pero no por ello anula la influencia
de los padres ni sus funciones como figuras de apego efectivas. El adolescente comienza a buscar
nuevas figuras de apego fuera del entorno familiar y empiezan a aparecer los amigos (sobre todo las
amigas), que cumplen esta función, además de sus padres (sobre todo las madres, que siguen siendo
las primeras figuras de apego en estas edades) (López, 1993, 2008).
OPINIÓN Y/O VALORACIÓN PERSONAL

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