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UNED. GRADO EN HISTORIA DEL ARTE. CURSO 2018-2019.

ARTE PREHISTÓRICO
TRABAJO DE EVALUACIÓN A DISTANCIA 1
Alumno: Rafael González del Río
DNI: 28.549.399-M
Dirección: C/ Fernando Zóbel, nº 22. 41020-Sevilla
Número de expediente: 6702-11-01647
Correo electrónico: rgonzalez1147@alumno.uned.es
Centro Asociado: Sevilla
Tutora: María Teresa Murillo Díaz
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I. Comentario de lámina

Venus, conocida como “Venus negra”, procedente del yacimiento


checo de Dolní Věstonice I. Paleolítico Superior. Periodo Grave-
tiense. 27.000-25.000 BP. Museo de Moravia en Brno (República
Checa), colecciones del Instituto Anthropos.

1. Tipo de arte

Mueble (transportable). Escultura de bulto redondo de pequeñas dimensiones (altura 111 mm, an-
chura 43 mm). Su pequeño tamaño está relacionado con la facilidad de transporte de los grupos
humanos cazadores recolectores nómadas del Paleolítico superior.

2. Tema

Figurativo antropomorfo femenino naturalista, dentro de la tipología conocida como “venus grave-
tiense”. Junto con las venus de Willendorf (Austria) y Lespugne (Francia) es una de los emblemas
del arte paleolítico y de la plástica universal (Menéndez, 2017, p. 154).

En cuanto a su significado, según Sanchidrián (2018, p.176) se ha elucubrado demasiado sobre


estas esculturillas femeninas del Paleolítico superior. Fueron consideradas retratos realistas (de
mujeres obesas, que no casa demasiado con sociedades de cazadores-recolectores móviles en el
territorio), o un canon de belleza (modelo estético gravetiense, llegando a interpretaciones paleo-
pornográficas), o diosas (símbolo de fertilidad o fecundidad más cercano de las deidades del Neo-
lítico). Desde el punto de vista médico ginecológico se ha puesto en duda que se trate de mujeres
embarazadas. Funcionalmente se ha querido relacionar con ritos de iniciación de adolescentes o
rapto de mujeres de otros clanes. Las corrientes interpretativas de género las relacionan con clanes
matriarcales dominantes en este periodo del Paleolítico inicial. Lo único constatable es su carácter
suprarregional lo que define una unidad cultural Gravetiense que se extiende por toda Europa, en
los 3.000 km que van de Brassempouy (Francia) hasta Kostienki (los Urales). Se pueden conside-
rar naturalistas frente a las posterior esquematización de la figura femenina, vinculada a la necesi-
dad de descodificar un mensaje para los iniciados, como signo de un incremento de la complejidad
social a partir del 20.000-18.000 BP y la posterior esquematización en el Neolítico. También Mussi
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(2012) opina que su consideración como diosas de la fecundidad supone un error de atribución de
conceptos más propios del periodo Neolítico, poco probable en grupos pequeños de recolectores
cazadores nómadas sin animales de carga, donde la gravidez de las mujeres sería un inconvenien-
te para su movilidad.

3. Técnica

La materia prima es barro cocido, con nódulos sin identificar. Se trata de un caso excepcional, al
ser una de las primeras ocasiones datadas en la que se utiliza la cerámica para modelar y crear
objetos muebles y simbólicos (animales y venus). Existen otros ejemplos en Krems Wachtberg,
Kostienki, Vela Spila, Klisoura y Tuc d’Aubert (fijados al suelo y sin cocer). La cerámica no se em-
plearía para hacer recipientes hasta el Neolítico, quizás por su fragilidad para unas sociedades
nómadas con numerosos desplazamientos, aunque la técnica, como puede verse en este ejemplo,
era ya conocida. Sólo conocemos algunos testimonios del final del Paleolítico japonés, en el perio-
do Sub-Jomon y del Mesolítico en el Sahara y en el Nilo Medio (Menéndez, 2017, p.108).

Karel Absolon pensaba que estaba modelada con una mezcla de grasa de mamut, hueso quemado
y loess. Klima (1989), Verpoorte (2000) y Bougard (2011) analizaron en profundidad la tecnología y
las técnicas utilizadas en su fabricación. El dato más importante de su composición es el alto con-
tenido de arcilla de loess, con una estructura granular aglutinante que permite una mayor facilidad
de moldeo y cocción. Las piezas fueron cocidas en hogares-horno también fabricados con loess
local, con temperaturas de cocción de entre 600 y 800 ºC, durante unas dos horas. Hecha de una
sola pieza, apareció partida en dos separados unos 10 cm, entre las cenizas de un hogar el yaci-
miento. La aparición en el yacimiento de muchas figuras rotas hizo pensar en algún tipo de ritual o
bien en fallos en el proceso de cocción. Zorrilla (2016) ha reproducido mediante arqueología expe-
rimental en la Universidad de Valencia el procedimiento de fabricación de las mismas publicado por
Bougard (2011) siguiendo la cadena operativa, con resultados muy aceptables, lo que puede llevar
a rechazar la hipótesis de errores sistemáticos en el proceso de cocción.

Desde el punto de vista formal, se trata de una figura femenina, de carácter naturalista con cierta
estilización, común en la categoría de las “venus gravetienses”. La tipología se define como muje-
res casi siempre desnudas, con un gorro o tocado, decoraciones (collares o brazaletes), a veces
encintas, con pechos voluminosos, pelvis anchas, glúteos planos, muslos fuertes, cabeza, brazos y
piernas pequeños o ausentes. Su naturalismo está limitado por la forma de la materia prima en los
casos de talla en piedra, limitación que no opera en este caso por la libertad que da la técnica de
modelado. El hecho de los glúteos prominentes, observable en este caso de Dolní, ha abonado la
hipótesis sobre la esteatopigia del conjunto de figurillas, derivada de los estudios etnográficos de
tribus cazadoras recolectoras actuales en África. Las representaciones antropomorfas desapare-
cerán durante el Máximo Glaciar y serán raras en el Tardiglaciar. Reaparecerán en el Neolítico ya
ligadas a los nuevos valores como la fertilidad. Posee cuatro orificios en la cabeza, posiblemente
destinados a la colocación de hierbas, flores, o algún tipo de tocado o plumas. Es muy característi-
co de esta figura su rostro, con los ojos resueltos mediante ranuras oblicuas. Carece de cuello, y
destacan sus pechos y caderas prominentes.
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4. Localización de procedencia del yacimiento

Yacimiento de Dolní Věstonice I, situado en la región sur de Moravia (República Checa), cerca de
Brno y de los montes de Pavlov. El suelo del nivel donde apareció es de loess argilizados con arci-
lla, una conjunción perfecta para la fabricación de las figurillas de arcilla cocida. Hay que recordar
que en el yacimiento aparecieron más de 5.000 artefactos.

La primera excavación en la zona fue dirigida por Karel Absolon (1924-1938) en una de cuyas
campañas apareció esta famosa “venus negra” (el 13 de julio de 1925). A partir de finales de los
años 40 del siglo pasado dirigió las excavaciones Bohuslav Klima, que estudió en profundidad las
venus, de qué material estaban compuestas y cómo se realizaron, aunque luego se ha ampliado
esta información con técnicas más modernas. Como dato curioso en 2002 Králik, Novotny y Oliva
analizaron una huella dactilar descubierta en la figura, identificándola con un joven de entre 7 y 15
años, aunque no parece probable que fuera el autor de la figura.

5. Cronología absoluta

27.000-25.000 BP, según estudios estratigráficos del suelo loésico y dataciones de C14 de otros
elementos mobiliares del yacimiento. El Gravetiense (28.000-21.000 BP), según Menéndez (20117,
p. 153) es una de las grandes culturas paneuropeas de los cazadores recolectores. Hacia 21.000 B
P un máximo glaciar acumuló enormes masas de hielo en Centroeuropa, creando una barrera in-
franqueable. Los grupos orientales mantuvieron el modelo gravetiense durante milenios; pero occi-
dente, aislado, desarrolló una nueva cultura: el Solutrense.

6. Contexto

Industria lítica gravetiense, cultura Pavlov. El fenómeno del arte mobiliar que constituyen las venus
y estatuillas de animales, extendido por toda Europa, nos remite a la existencia de conexiones en-
tre sociedades con un horizonte cultural similar. Sin embargo, no se han encontrado estas escultu-
ras en la Península Ibérica.

Su economía basada en la caza y en la explotación maderera de los bosques de las llanuras fluvia-
les. La fauna de la época era fría (mamuts, renos, caballos, lobos, glotones). En el yacimiento se
encontraron entre 100 y 120 individuos de mamuts. La vegetación sería tipo tundra arbustiva abier-
ta y estepa, con bosques en los valles fluviales que serían explotados para obtener madera. Todo
ello se relaciona con un clima algo frío, dentro del Evento Heinrich III (28.000-26.000 BP) por des-
prendimiento de grandes bloques de glaciares del Atlántico Norte. El yacimiento de Dolní fue aban-
donado al comienzo del Último Máximo Glaciar.

El hábitat y ocupación se define por campamentos al aire libre en las terrazas del río Dyje, un abre-
vadero natural para las manadas de animales que se cazaban. En 1951 se excavó uno de estos
hábitats dentro del yacimiento.
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7. Distribución geográfica

Paisaje de colinas de caliza de unos 550 m de altura media, donde el río Dyje produce terrazas
fluviales loéssicas. Zona de paso hacia el interior del continente, cerca del valle del Danubio, cami-
no natural desde el Este hacia el sur de Alemania y Austria, donde destacan otros yacimientos gra-
vetienses como el ya citado de Willendorf.

Grupo renano-danubiano según la clasificación de H. Delporte de la fauna y antropomorfos del arte


mueble europeo (Menéndez, 2017, p.143). Este grupo posee dos grandes conjuntos de represen-
taciones antropomorfas femeninas. El primero, de tradición Gravetiense, incluye las estatuillas fe-
meninas con piezas tan originales como esta venus de Dolní Věstonice o la de Willendorf (Austria).
El segundo conjunto, son el tipo de imágenes esquemáticas vistas de perfil de época magdalenien-
se encontradas por centenares en el yacimiento alemán de Gonnersdorf. Entre los antropomorfos
masculinos destacan los hombres felino tallados en marfil de mamut de las cuevas de Geissenklos-
terle y de Hohlenstein-Stadel (Alemania), recuperados ambos en los niveles auriñacienses. En este
mismo yacimiento de Dolní Věstonice han aparecido esquematizaciones de órganos genitales
masculinos también gravetienses.

Bibliografía:

MENÉNDEZ, Mario; MAS, Martí; MINGO, Alberto: El arte en la Prehistoria. Madrid, Universidad
Nacional de Educación a Distancia, 2017.

MUSSI, Margherita: Las representaciones femeninas del Paleolítico Superior. Catálogo de la expo-
sición “Arte sin artistas: una mirada al Paleolítico”. Celebrada en Alcalá de Henares (Madrid), Mu-
seo Arqueológico Regional, de diciembre de 2012 a abril de 2013.

SANCHINDRIÁN, José Luis: Manual de Arte Prehistórico. Barcelona, Ariel, 2018. Ebook.

ZORRILLA ALMARZA, Alejandro. Aproximación a la aplicación del proceso de Bougard sobre las
cerámicas de Dolní Věstonice I. 2016.
https://revistas.uam.es/index.php/arqexp/article/viewFile/7173/7543 consultado el 25/03/2019
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II. Recensión de texto

RIPOLL LÓPEZ, Sergio: “Raíces del cielo. El Clan del


Caballo Overo”. Editorial Y, Madrid, 2017.

ISBN 9788494725418.

Se trata de una novela histórica, cuya acción se desarro-


lla en el Solutrense, en el Sureste de la Península Ibéri-
ca. Sergio Ripoll es Licenciado en Historia (Universidad
de Barcelona, 1981), doctor en Prehistoria (UNED, 1988)
y profesor de Prehistoria en la misma UNED. Tiene una
amplia experiencia en la excavación de yacimientos ar-
queológicos y estaciones con arte rupestre. Fue el des-
cubridor del primer arte rupestre paleolítico en el Reino
Unido (Cresswell Crags, 2003). La trama se desarrolla
en el paisaje real que rodea este abrigo, excavado por el
autor desde 1981. Cuando en 1992 descubrió las pinturas en la Cueva Ambrosio en el término de
Vélez Blanco, nadie imaginaba que existían pinturas rupestres en la provincia de Almería. Destaca
entre ellas la silueta de un caballo silueteado en ocre rojo, protagonista indirecto de la novela.

El texto, de 300 páginas, se organiza mediante un índice, un prólogo del también profesor de Pre-
historia en la UNED, Francisco Javier Muñoz Ibáñez, colaborador en las excavaciones, una intro-
ducción del autor, un vocabulario, una “Dramatis personae” que sirve de guión para no perderse
con los personajes, y el texto propiamente dicho dividido en 17 capítulos. Al comienzo, unos mapas
y fotos de satélite nos ubican los sitios donde se desarrolla la acción, con nombres adaptados a la
cronología. En el interior, algunas ilustraciones nos ayudan a comprender el texto.

1. Resumen

La historia es muy sencilla. Nos encontramos en los alrededores de la Cueva de Ambrosio hace
unos 20.000 años, en la etapa álgida de la última glaciación europea (Würm IV), con una fauna
donde predomina el caballo, el ciervo, el lobo y el oso de las cavernas y un clima que permite la
existencia de bosques de tejo en Almería. El permafrost va desplazando la caza hacia el sur, y con
ella a los grupos humanos que dependen de ellos para su supervivencia en este medio cada vez
más hostil. Tiempos difíciles que obligan a innovaciones técnicas como las puntas de proyectil solu-
trenses, probablemente relacionadas con la invención del propulsor y el arco.

Un grupo de unas 30 personas desarrolla su vida en la zona, el denominado Clan del Caballo Ove-
ro. Dos jóvenes hermanos, Osio y Búho, exploran los alrededores y encuentran una cueva adecua-
da para el grupo, bien situada sobre el valle. Unas pinturas rupestres denotan la presencia anterior
de otros clanes. Al día siguiente se encuentran con el resto del clan y dan caza a una manada de
uros. En primavera observan la llegada de la manada de caballos dirigidos por su líder el Caballo
Overo, el tótem de su clan. El grupo humano se organiza alrededor de un jefe (Nube) y de un
chamán (Aneko), ambos ancianos de unos 50 años.

La trama adquiere un cierto tono dramático: la celosa Kiwa, enamorada de Osio, intenta asesinar a
su mujer embarazada Jara, simulando un accidente. Aunque ésta no muere, pierde a sus dos ge-
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melos. Estas dos muertes violentas producen una crisis en el clan, que el chamán exorciza tras
meditar en solitario, acceder a un estado de conciencia alterada y pintar el caballo Overo en las
paredes de la cueva. Su decisión final consiste en exiliar temporalmente a Osio, para evitar ven-
ganzas, y expulsar a Kiwa del clan (deberá casarse con alguien de otro clan tras la próxima reunión
general). Al final, deciden acompañar a Osio su mujer Jara, su hermano Búho y la mujer de éste
Cucala, también embarazada. Les acompaña Bruno, un cachorro de lobo adoptado por Osio al co-
mienzo de la historia.

Su exilio nos muestra cómo sobreviven las dos parejas al margen del grupo. Finalmente, dado que
Jara aún no se ha recuperado del todo y Cucala entretanto ha dado a luz un par de gemelos, deci-
den quedarse las dos en un sitio seguro mientras que Búho acompaña a Osio hacia el oeste a la
búsqueda de bosques de tejo par mejorar la tecnología de su arco. Tras llegar los dos a las Monta-
ñas de las Nieves Perpetuas, encuentran a hombres del clan del Caballo Hito, que hablan de una
forma ligeramente diferente, son expertos en el manejo de arcos más sofisticados (más largos y de
madera de tejo) y usan flechas envenenadas. Tras los recelos iniciales, sus relaciones anteriores
en las reuniones de la tribu (Pow-Wow) con otros miembros del clan les hacen aceptarlos de buen
grado como invitados. Osio y Búho les ayudan a dar caza a una gran osa de las cavernas que hace
poco había matado a la mujer de Ummanagg, el hijo del jefe. Éste decide acompañarles en su viaje
de regreso a la Gran Cueva, para desposarse con Kiwa.

Antes de llegar, nos muestran cómo cazan ciervos, con una técnica también sofisticada, al camu-
flarse con pieles de ciervo y untarse con sus excrementos para introducirse en el interior del rebaño
con sus pequeños arcos que les permiten avanzar arrodillados. Al regresar al clan son recibidos
con una fiesta de bienvenida donde cuentan sus aventuras. La historia finaliza en la estación fría,
con Aneko contemplando una tormenta: las raíces del cielo.

2. Análisis crítico

El hombre paleolítico, anatómicamente moderno, seguramente no es muy diferente a nosotros y


Ripoll nos acerca a través de los personajes a comprender sus dificultades para sobrevivir indivi-
dualmente y como grupo. Sus actividades se centran en la caza, la recolección, la vida sexual, el
cuidado de sus críos y, a diferencia de los animales, en pensar y hablar, todo con la ayuda de sus
armas y herramientas. Una incipiente vida social contribuye a la supervivencia del grupo. En este
último aspecto ha sido inevitable el apoyo en fuentes etnográficas, aunque con la prudencia que el
propio autor reconoce.

Son nómadas, viven en cabañas transportables, que se montan en cualquier sitio o cerca de un
abrigo o cueva. El clan del Caballo Hito se diferencia del Overo en que construyen cabañas más
sólidas y permanentes de troncos, no transportables, con dos campamentos estacionales relacio-
nados con los movimientos de los animales cazados. Es un comienzo del aprovechamiento cíclico
e intensivo del territorio que, mucho más tarde, será la base de la neolitización.

Se refleja también su organización social en clanes de unos 30 individuos, donde cada miembro
tiene un papel y una labor asignada, aunque aún no hay división del trabajo o jerarquía entre los
miembros, salvo el jefe y el chamán. Los clanes se relacionan entre sí mediante una estructura
superior en una tribu que se reúne anualmente para reforzar lazos sociales, intercambiar informa-
ción y mezclar la sangre para evitar los peligros de la endogamia. Se propone un inicio de activida-
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des de comercio o trueque, basadas en la sal o en las propias armas, y el intercambio inevitable de
información entre los distintos grupos humanos, con ciertas barreras lingüísticas.

Su dieta es variada incluyendo desde la caza, los animales muertos (un macho cabrío despeñado),
frutos, etc. La caza implica técnicas simples (trampas) o sofisticadas y casi un ritual, comiéndose el
corazón del animal cazado o repartiéndose los trofeos (garras del oso). Las flechas se individuali-
zan para identificar al cazador más certero. Los restos son enterrados para evitar atraer a otros
animales. Sólo cazan lo que necesitan y aprovechan casi todo del animal muerto (pieles, huesos,
astas, carne, etc.), teniendo en cuenta su vida nómada.

Sus ropajes también son complejos, adecuados al clima hostil. Dominan el fuego que utilizan para
calentarse y cocinar. Utilizan señales de humo, sonido de cuernos, gestos o imitaciones del sonido
de animales para comunicarse.

Respecto al significado de las pinturas, entre las diversas hipótesis en debate, Ripoll no desecha
ninguna. El chamán del grupo pinta el caballo overo en un momento de crisis del grupo para recon-
ciliarse con el tótem del clan, describiéndose con detalle el proceso de ejecución de la pintura. En
la fiesta final utilizan un tipo de bebida alcohólica y conocen la música (flautas, tambores) y la dan-
za. Sus relaciones con la muerte están vinculadas a supersticiones. Los muertos son enterrados o
abandonados para su vuelta a la madre naturaleza, a su propia elección.

Se plantea como hipótesis un momento de evolución en el desarrollo del arco como arma mortífera
para la caza, a la búsqueda de una tecnología más sofisticada con el uso de la madera de tejo o el
desarrollo de las puntas de aletas y pedúnculos o de muesca o veneno. El desarrollo tecnológico
se debate entre el “secreto industrial” (calentar al sílex antes de tallarlo) y el intercambio con otros
grupos en forma de regalo. Estas armas se usan también como defensa frente a otros grupos, co-
mo aparecen en el receloso encuentro entre clanes.

También hay referencias a la farmacopea y el amplio conocimiento del uso de plantas como medi-
cinas y cómo se transmiten estos conocimientos dentro de la tribu. Se incluye también un inicio de
domesticación de animales, en este caso un cachorro de lobo. Los hábitos alimentarios son tam-
bién hipotéticos, aunque parece muy verosímil la participación de todos los miembros del clan en
las labores de recolección, incluidos mujeres y niños. Sí aparece claro que tienen su tiempo com-
pletamente ocupado, en una actividad incesante, lejos de la teoría del buen salvaje de Rousseau
ocioso que apoyó la tesis del arte por el arte a comienzos del siglo pasado.

3. Valoración personal

Me ha parecido muy interesante el conocimiento cierto de cómo vivía un grupo de cazadores reco-
lectores paleolíticos hace 20.000 años, combinado con una lectura amena. Los personajes me re-
sultan cercanos, no “hombres de las cavernas”, con sus preocupaciones y sentimientos, sus mie-
dos y esperanzas.

Es interesante cómo el autor plantea elementos naturales aún sin nombre: las estrellas (pequeñas
luces del cielo), la luna llena (gran bola nocturna o los meses), el sol (la gran bola de fuego), los
números (dedos de la mano) o las estaciones del año. Quizás es un desliz por deformación profe-
sional que llamen a sus puntas “de aletas y pedúnculos”. El autor ha intentado aproximarlos a no-
sotros, evitando situaciones que nos parecerían más violentas, como la caza de caballos que, se-
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guramente, formarían también parte de su dieta o proyectando nuestras costumbres sobre ellos
(son monógamos y existe una división del trabajo por género).

La obra, aunque de ficción, tiene como objetivo la “divulgación prehistórica”, dada la verosimilitud
científica de los modos de vida y organización de una comunidad solutrense de cazadores recolec-
tores. Las lagunas de conocimiento inevitables se rellenan con la imaginación o como el propio
profesor propone, con el periodo “elucubraciense”.

El título recuerda otras novelas ambientadas en la Prehistoria de gran éxito editorial, aunque se
diferencia de ellas en que su autor es paleolitista especializado en este periodo, por lo que se basa
en datos arqueológicos reales. Ripoll adapta los datos a una historia, convirtiendo en asequible la
interpretación sin perder rigor científico. Quizás por eso el decorado y el paisaje acaban siendo
más protagonistas del relato que la trama o los propios personajes.

Sevilla. Marzo de 2019

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