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ESTADO DE EMERGENCIA 2020

1. El rol de las Fuerzas Armadas en un estado de excepción

Debe tenerse presente que la actuación de nuestras Fuerzas Armadas es


fundamentalmente orientada a proteger la soberanía, independencia y la integridad
territorial del Perú. De allí que cualquier otra función secundaria, si se quiere, no
solo debe estar prevista en la ley, sino que se desarrollará solo en cuanto sea
estrictamente necesario. Esto último adquiere singular sentido cuando estamos
hablando de la posibilidad de que las Fuerzas Armadas asuman el control del orden
interno durante la vigencia de un estado de excepción. Y es que ese en rigor es el
escenario que corresponde a la Policía Nacional.
Ahora bien, nuestra Constitución ha previsto que el Presidente de la República
puede disponer, cuando declara un estado de emergencia, la participación de las
Fuerzas Armadas a fin de proteger el orden interno. Dicha participación, tiene un
carácter meramente excepcional. En otros términos, solo se procederá de esa forma
cuando resulte necesario.
Como bien puede observar el lector, no se ha hecho igual referencia para el caso del
estado de sitio. Ello parece deberse a que las circunstancias que habilitarían su
declaratoria suponen, por la misma naturaleza de ellas, la participación de las
Fuerzas Armadas.
Conviene destacar que en nuestro país, hasta la fecha, no se ha declarado un estado
de sitio. La práctica constante ha sido más bien la de recurrir al estado de
emergencia, en muchas ocasiones, incluso, innecesariamente. Es más, la
participación de las Fuerzas Armadas ha sido, contrario a lo que sostenemos y
debiera ser, la regla.
En el Perú y en América Latina en general un estado de excepción ha constituido en
muchas ocasiones el escenario o la excusa perfecta para lesionar derechos
fundamentales, generando incluso situaciones de impunidad. Lo ocurrido en nuestro
país con la Ley N° 24150 puede ser un buen ejemplo de ello.1
1
Durante el gobierno de Alberto Fujimori se modificó el artículo 5 de la Ley N° 24150 (esta ley fue publicada
el 07/06/85, durante el segundo gobierno de Belaunde), por el Decreto Legislativo N° 749 de 12/11/91. Esta
ley se encargaba de establecer las normas que deben cumplirse en los estados de excepción cuando las
Fuerzas Armadas asumen el control del orden interno. Dentro de las medidas absolutamente discutibles que
contenía, estaba la ampliación del ámbito de competencia de la denominada "justicia militar" en una lógica de
fuero personal y al del lugar en donde se comete el delito durante la vigencia de un estado de excepción; así
como la regulación de los llamados "comandos político-militares", cuya sola existencia no solo ya era
cuestionable, sino que también contaba con importantes atribuciones de dudosa constitucionalidad.
Posteriormente, la Defensoría del Pueblo planteó una demanda de inconstitucionalidad contra la norma antes
mencionada, demanda que finalmente es declarada fundada en parte por nuestro Tribunal Constitucional en
sentencia con fecha 16 de marzo de 2004 (Expediente N° 0017-2003AI/TC). En dicha sentencia nuestro
supremo intérprete de la Constitución, alegando el carácter no deliberante de las Fuerzas Armadas, su
objetividad y neutralidad con el cumplimiento de los fines constitucionalmente asignados, declaró
inconstitucional la referencia a lo "político" por parte de los comandos militares, y los dejó con esta última
denominación. Asimismo, reconoció que la Ley N° 24150 ampliaba inconstitucionalmente el abanico
2. La manera que debe intervenir la PNP y las fuerzas armadas en este Estado de
Emergencia

En su artículo 10, el Decreto Supremo que declara el Estado de Emergencia dispone


que la policía nacional actúe de acuerdo al Decreto Legislativo N°1186, que regula
el uso de la fuerza policial. Además, precisa uqe para las fuerzas armadas debe
aplicarse el Decreto Legislativo N° 1095, que corresponde a las reglas de empleo y
uso de la fuerza de ese sector
De acuerdo con el artículo 7 del Decreto Legislativo Nº 1186 sobre el uso de la
fuerza policial, las autoridades de esta institución pueden aplicar hasta dos niveles
de intervención. 
El primer nivel es el preventivo. En este, el policía demuestra su
autoridad identificándose con su uniforme o distintivo y en actitud de alerta a fin de
disuadir a cualquier potencial infractor o perpetrador de delito. Como segunda fase
de este nivel preventivo, el policía comunica verbalmente y “con la energía
necesaria” y “términos adecuados” el motivo de la intervención. En una tercera fase
de este nivel preventivo, el policía aplica “técnicas de comunicación, negociación y
procedimientos” para contener y guiar la actitud de las personas intervenidas.
El segundo nivel es el reactivo. En este, también se aplican tres fases. La primera es
el control físico, en caso la persona muestre resistencia a la intervención. Esta fase
sirve para “controlar, reducir, inmovilizar y conducir” a la persona que se
interviene. Además, se precisa que en esta fase debería evitarse “en lo posible”
causar lesiones. Como segunda fase del nivel reactivo, el policía puede
aplicar “tácticas defensivas no letales”, a fin de “contrarrestar y/o superar” la
agresión o la resistencia que adopte la persona intervenida. Como último recurso y
última fase de intervención está el uso de la fuerza letal. Esto se aplica únicamente
cuando el policía percibe una acción que representa un “peligro real o inminente” de
muerte o lesiones graves. Esta acción se justifica tanto si la amenaza va contra su
propia vida o integridad o contra las de otras personas. 
En el caso de las Fuerzas Armadas, el uso de su fuerza está regulado por el Decreto
Legislativo Nº 1095. El artículo 7 de este decreto legislativo establece que sus
intervenciones se rigen por cinco principios: el de humanidad, distinción
[diferenciación plena de quiénes merecen la intervención y quiénes no], limitación,
necesidad militar [aplicación de la fuerza necesaria para lograr la ventaja militar
frente a la persona o grupo hostil] y proporcionalidad.
Tanto en la norma relacionada con el uso de la fuerza policial como en la de la fuerza
militar, se repite que toda acción tiene límites en atención a los estándares y convenios
internacionales humanitarios. De esta forma, los tratos crueles, denigrantes, las torturas o
los sufrimientos innecesarios son materia de proceso penal.

competencial de la llamada "justicia castrense", por lo que así lo declaró. Determinó que, en consecuencia, un
delito será competencia de los tribunales militares si es cometido por un militar en actividad, en acto de
servicio y afecta un bien jurídico castrense.
Además, en el artículo 8 del decreto legislativo aplicable a las Fuerzas Armadas, se
especifica que “en cualquier tiempo y lugar” se prohíben los atentados contra la vida y la
integridad corporal contra personas que no participan en la hostilidad o aquellas que “han
depuesto las armas” o quedado reducidas. También se prohíben las mutilaciones, los tratos
crueles, la tortura o los suplicios, así como los atentados contra la dignidad personal en su
forma de trato humillante o degradante; la violencia sexual, los castigos colectivos, el
pillaje, las condenas y ejecuciones extrajudiciales o las amenazas de realizar cualquiera de
estas acciones.

3. Delitos respecto del Estado de Emergencia dictado por el Estado Peruano en


marzo del 2020

Respecto de las conductas delictuosas que se pueden apreciar en este Estado de


Emergencia, surgen determinadas interrogantes respecto del incumplimiento al
Decreto que lo regula.
En primer punto debemos mencionar que el incumplimiento de este Decreto no
configura el delito de desobediencia a la autoridad, ya que, para la configuración del
delito se requiere que la autoridad afectada sea un funcionario público en el
ejercicio de sus funciones. No cumplir una norma no puede interpretarse como
delito de desobediencia a la autoridad, sin embargo, si durante el proceso de
intervención se pueden apreciar las conductas desarrolladas en el art 366 (violencia
contra la autoridad para impedir el ejercicio de sus funciones) o 368 (resistencia o
desobediencia a la autoridad), si se podrá procesar a los autores por estos delitos.
El tipo penal que si podría cumplirse es el que menciona el art. 292 (violación de
medidas sanitarias) que, sería el encargado de penar a aquel que no respete las
medidas impuestas por la ley con la finalidad de impedir la propagación de una
enfermedad, epidemia o plaga, asimismo, aquel autor que de manera dolosa la
propague será penado por el delito regulado en el art. 289 (propagación de
enfermedad peligrosa o contagiosa) que, sancionará a la persona que con
conocimiento y voluntad propague una enfermedad peligrosa o contagiosa para la
salud de las demás personas, teniendo en cuenta que si la pena puede aumentar
hasta un total de 20 años si producto de este contagio, el sujeto pasivo, sufre de
lesionas graves o muere.
Respecto del sector laboral, los artículos que regulan los tipos penales para este
Estado de emergencia serían los correspondientes a los arts. 168-A y 168-B, en caso
de que el empleador permite que sus dependientes sigan desarrollando labores a
pesar de la declaración del Estado de Emergencia y cuando se los obligue a
desarrollar trabajo en las condiciones expresadas en el art. 168-B (Comentarios
extraídos de la infografía de Caro y Asociados).

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