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SANTIAGO EL PREGUNTÓN:

Erase una vez un niño de 10 años a quien le interesaba mucho la filosofia, pues
desde muy pequeño hacia preguntas que ni sus padres podían responder. Dado el
interes que tenia por el tema,fue aceptado en un grupo de debates filosoficos de
una universidad muy destacada en su cuidad.

Un día Santiago empezó la lectura de la Apología de Sócrates, obra que fue


escrita por Platón en la que refleja el diálogo que hace Sócrates en el juicio al que
es llevado acusado de no creer en ningún Dios, de convertir el argumento más
débil en el más fuerte, de ser un orador habilidoso y de corromper a la juventud.
Luego de realizar la lectura de la Apología de Sócrates Santiago llegó con muchas
preguntas a su club de debate, la primera de ellas fue:

1. ¿Qué era la voz que le hablaba a Socrátes? Para responder esta pregunta
se decidió convocar a todos los integrantes del grupo para lo que muchos
afirmaban que era un fantasma que Socrátes tenía y que no lo dejaba vivir,
otros creían que era una de las causas de locura y temor que sentía
Socrátes por ser acusado. Al final concluyeron y la respuesta correcta fue
que para Sócrates, el daimón era una especie de voz interior, semejante al
juicio de la conciencia, que tenia la función de recordarle que hay que
honrrar a los dioses de la cuidad y si bien el no creia en ellos sino en el
daimón que le hablaba y le indicaba lo que debía o no debía hacer.
Todos los integrantes del grupo estuvieron de acuerdo con esta respuesta, pues si
bien estaban debatiendo la respuesta y habían muchos puntos de vista, realizaron
un análisis del texto y concluyeron esa respuesta.
Luego de terminar el debate, Santiago y Jorge director del grupo se quedaron
conversando sobre el texto ya que Santiago tenía muchas preguntas que le
causaban curiosidad para lo que le dijo a su maestro:
- Jorge, ¿crees que son ciertos los cargos que se le acusan a Sócrates?
Jorge respondió:
- Santiago, ¿tú crees en la verdad?
Santiago:
- Claro que creo en la verdad, de hecho siempre le hablo con la verdad a mis
papás.
Jorge:
- Pues entonces, no creo que los cargos que se le imputan a Socrátes sean
ciertos ya que él siempre se empeñó en hablar con la verdad. Dialogar con
las personas desde premisas y concluciones ciertas no te hacen ser un
delincuente y mucho menos en el conexto de sociedad en el que se vive hoy
en día donde prima la libertad de expresión, el conocimiento y la escucha.
Puede que en ese entonces estos pilares no fueran tenidos en cuenta pero lo
que si es cierto es que no puedes ser acusado por decir cosas de las cuales
otras personas no están de acuerdo.
Santiago:
- Pienso igual que tú pero me gustaria agregar que si él fuera mi amigo le diría
que estuviera tranquilo porque la verdad está dentro de él, y ninguno de sus
acusadores tiene esa ventaja. Si bien lo acusan por corromper a los jóvenes,
eso es totalmente falso y es más, ninguno de ellos ha presentado ninguna
denuncia por corrupción. Por último, quiero agregar que
su acusador no sabe de lo que está hablando, pues nunca se ha interesado
por la educación de los jóvenes y pretende decir que el filósofo los corrompe
con sus enseñanzas.
Jorge:
- Muy buen análisis Santiago, veo que sabes mucho sobre el tema. Me
gustaría que me compartieras tu opinión sobre una última pregunta: ¿Crees
que Sócrates hizo bien o mal aceptando la condena?
Santiago:
- Jorge, el mundo está lleno de injusticias de hecho hoy nuestras cárceles
están llenas de personas inocentes. En mi caso no hubiera aceptado la
condena sino que por el contrarío hubiese exigido mis derechos pero
tenemos que recordar que para Sócrates la ley era lo más importante por
eso aceptó en vez de escapar, por respetar la Ley porque para él era lo
más sagrado.
Jorge:
- Estoy de acuerdo contigo, las injusticias deben ser rechazadas por la
sociedad y por nosotros mismos.
Finalmente, Jorge y Santiago lograron resolver sus dudas sobre el tema. La verdad
es que Santiago es un niño muy sabio que se ha interesado por entender y
transmitir la filosofia, lo cual ha sido muy aceptado en la sociedad.

FIN.

Laura Rivera Cedeño

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