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Trabajo Práctico Nº 2
Ser hija única jamás fue una complicación para mí. Muchas personas
les decían a mis padres que comenzar el preescolar me iba a resultar
bastante difícil ya que, al no tener hermanos u otros menores en la
familia, iba a ser incapaz de vincularme con otros fácilmente. Mis padres,
jóvenes en ese entonces, de 26 y 23 años, temerosos me acompañaron
desde el primer día de clases y no han dejado de hacerlo.
Ella me ayudó a relacionarme rápido con los otros niños. Siempre fui muy
vergonzosa, y no sabía realmente como actuar con mis pares. La docente
siempre supo qué hacer en cada momento. Supo utilizar las cosas que me
gustaban para integrarme al grupo. Por ejemplo, sabía que me gustaba
dibujar, entonces se armaban actividades y juegos donde yo debía ser la
iniciadora, la que comenzara el dibujo que todos terminaríamos al final de
la clase.
Puedo creer que en ese momento se estaba haciendo uso del Modelo
Expresionista, (Modelos formativos en educación artística: Imaginando
nuevas presencias para las artes en educación) y que como explica el
texto, este modelo está centrado en el sujeto y la expresión de
sentimientos y emociones a través del arte.
Llega 4° grado: Cambio de escuela
Comenzaron las clases. Primer día en cuarto grado. Fue un año difícil.
Terminaba antes que mis compañeros las consignas, por lo que la docente
me dejaba hacer la tarea para casa en la clase, pero me aburría bastante y
ella lo notaba. El contenido curricular que estaban dando en cuarto grado,
yo lo había trabajado el año anterior en la otra escuela. En ese momento
creo haber pasado por una crisis de aprendizaje tal como lo explica el
texto De “Matrices de aprendizaje”, capítulo IV, página número 37, cito:
“La crisis introduce la posibilidad de analizar, de hacer conscientes
nuestros modelos y por lo tanto introducimos a partir de ella la
posibilidad de transformación de nuestros modelos de aprendizaje. […]
La crisis es fundamental, en tanto posibilidad de crecimiento, porque
rompe la familiaridad encubridora con nuestros modelos internos de
aprendizaje y vínculo”. Con nueve años cuestioné a la docente por no
comprender por qué veíamos temas del año pasado, creyendo
inocentemente que, si yo ya los había visto en la otra escuela, significaba
que mis nuevos compañeros también. Quería compartir con mis
compañeros mis experiencias pasadas en la otra escuela, lo que había
aprendido. Pero la docente no me dejó. Solo me dio más tarea que lo
habitual para mantenerme ocupada. Así fue pasando el tiempo, hasta que
pude estar al mismo nivel que mis compañeros. Hoy en día, estudiando
didáctica y todas las estrategias metodológicas que existen y se pueden
crear, pienso que la docente pudo haber solucionado el problema de una
manera diferente, de una manera en la que no me hiciera sentir que yo
era la equivocada, la que “se estaba portando mal y tenía que quedarse
quietita y calladita terminando la tarea en clase”.
Pero no. No fue así. Este profesor seguía el Modelo Logocentrista, el cual
fundamenta que la buena obra de arte está sujeta a reglas y principios
universales, y tiene como estrategia metodológica el respeto a la norma
y el procedimiento. Teníamos que dibujar exactamente lo que él nos
pedía, de la manera exacta que nos enseñaba. No teníamos permitido
utilizar otros materiales o colores que no fueran los que había pedido. Si
alguno no había llevado algún material solicitado, se quedaba sin hacer la
consigna, sentado y en silencio hasta que terminara la hora.
Así fue hasta 9° grado, cada año haciendo los mismos trabajos con el
mismo profesor.
Secundaria
Por otro lado, teníamos materias como psicología y comunicación que nos
dieron otra perspectiva. Puedo decir que estos profesores obviamente
utilizaban el Modelo Filolingüista, ya que el enfoque está en el hecho
comunicativo y narrativo. Su fundamentación es que el arte es un
lenguaje, hay una psicología de la percepción, un impacto de la imagen,
un impulso de la cultura visual.