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E.E.S.T.

N° 5

ASIGNATURA: FILOSOFÍA

6to Año

MODULO DE
ACTIVIDADES, PLAN DE
CONTINGENCIA 2020
FILOSOFÍA

DOCENTE:

 Elías Bravo (Profesor En Filosofía, UNMdP)

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TEMA: ¿En qué sentido la filosofía puede ser considerada un pensamiento
problematizador?

TEXTO Y ACTIVIDAD N°1

La filosofía es un escándalo

(Por Franco Volpi. Del prólogo al libro “La filosofía y el barro de la historia” de José Pablo
Feinmann)

La filosofía es un escándalo: el escándalo de la condición humana. Pues, por un lado, es


una especial automodificación de la vida que pretende orientar la vida misma hacia su
forma lograda, hacia la felicidad. Por otro lado, debido a su concentración en las cosas
últimas, la filosofía nos aleja del mundo de la práctica, nos desvía de la vida concreta,
de sus problemas, ocupaciones y quehaceres. Desde Tales, que, absorto en la
contemplación de las estrellas, cayó en un pozo y acabó puesto en ridículo por una
joven tracia, hasta Husserl, Heidegger o Wittgenstein, torpes e incapaces en la simple
normalidad, la historia de la filosofía abunda de ejemplos y anécdotas que documentan
la aparente inutilidad de la filosofía para la vida.

En una novela inacabada, un gran filósofo y escritor del siglo XIX nos ha descrito con
suma eficacia la situación paradójica del filósofo que se fija y vive en sus pensamientos,
volviéndose extraño al mundo real.

Érase una vez un joven —nos cuenta nuestro admirable filósofo-escritor— que parecía
estar enfermo de amor. Pero todos los que creían que estaba enamorado de una mujer se
engañaban. En verdad, se había enamorado de algo por completo diferente: amaba la
filosofía, concebida no como un ocio o como una disciplina entre otras, sino como
profunda pasión, como forma de vida que quisiera elegir y abrazar. «Si su frente
pensativa se inclinaba como una espiga madura, no era porque escuchara la voz de su
amada, sino porque escuchaba el murmullo secreto de sus pensamientos. Si su mirada se
volvía soñadora, no era porque codiciara la imagen de su dama, sino porque el
movimiento del pensar se le hacía visible».

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Esto le procuraba casi un orgasmo especulativo: «Le gustaba partir de un pensamiento
particular, subir a partir de éste por la escala de la implicación lógica, escalón tras
escalón hasta lo más alto. Una vez alcanzado el pensamiento más alto, advertía una
alegría indescriptible, un placer apasionado en precipitarse en caída libre en las mismas
implicaciones lógicas hasta volver a encontrar el punto del que había partido».

Johannes Climacus —tal su nombre— se había enamorado de la filosofía desde su


infancia. La filosofía que los otros niños encontraban en los encantamientos de los
cuentos o de la poesía, él la encontró en la persecución rigurosa del movimiento
incansable de sus pensamientos. De esta manera, de movimiento en movimiento, de
abstracción en abstracción, terminó por perder contacto con la realidad y volverse
extraño al mundo.

Un día fatal fue a dar en esta proposición: de omnibus dubitandum est, «hay que dudar
de todo». Este principio habría de marcarlo para toda la vida. Si se quiere llegar a ser
filósofo —se decía a sí mismo— es preciso comenzar por aquí. Esta máxima se
convirtió para él en una tarea. Con el arma aguda de la dialéctica en la mano, comenzó a
aplicar la duda a toda teoría, a todo asunto o argumento que encontraba: atacaba toda
proposición, cada accidente y cada predicado, atacaba incluso la realidad y el mundo
entero, incluido él mismo.

Frente a la destrucción de toda certeza, empezó a percibir la peligrosidad de la filosofía.


Pero no era ya capaz de desembarazarse de ella, como si un misterioso poder lo
encadenara. Era una especie de vértigo: cuanto más intentaba apartarla de sí, tanto más
era atraído por ella y en ella se precipitaba.

Sin embargo, Johannes Climacus no estaba seguro de dudar a fondo. ¿Qué debía hacer
para dudar verdaderamente? ¿Bastaba para ello un simple acto del pensamiento? ¿O
acaso se debía comprometer en ello toda nuestra voluntad? ¿Y cómo? A continuación,
descubrió esta dificultad ulterior: «Que alguien pudiera proponerse dudar, lo
comprendía. Pero no llegaba a comprender cómo éste pudiera decírselo a otro. Pues si el
otro no tenía el espíritu demasiado lento, podía responderle: “Muchas gracias, pero
disculpa si dudo igualmente de la verdad de esta afirmación que haces”». La farsa no
terminaba ahí: «Si el primero le hubiera narrado a un tercero que ellos dos acordaban al
respecto, que debían dudar de todo, en realidad se habrían burlado de ese tercero, pues

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su aparente acuerdo no habría sido más que la expresión del todo abstracta de su
desacuerdo».

Esta máxima era como un gusano que lo carcomía todo. No se dejaba ni enseñar ni
aprender verdaderamente: pues quien pretende tener por verdadera la duda y enseñarla,
procura, en realidad, el dogma. La filosofía arroja a Johannes Climacus — y a nosotros
con él— en una paradoja inextricable.

La moraleja está clara. La gente desconfía de esta disciplina, glorificada en otro tiempo
como la reina de las ciencias, y ríe cuando se da cuenta de que los filósofos se
contradicen. Es difícil hacerle entender a la gente que la filosofía, precisamente, es el
arte de contradecirse uno a otro sin anularse. La sabiduría popular siempre se ha burlado
y siempre se burlará de la filosofía pues la considera un saber abstracto, inconcluyente,
ineficaz. Para el hombre de la calle, la filosofía no es sino la lógica de aquel discurso
que tiene por tema lo absurdo. O el arte de inventar razones para dudar de lo evidente.
Peor aún: es un menú de mil páginas sin nada para comer. O bien la tentativa de
capturar un gato negro en un cuarto oscuro sin lograrlo jamás, pero exclamando cada
tanto: «¡Lo hemos atrapado, lo hemos atrapado!».

Cierto, la filosofía no es algo inmediatamente evidente. Y los grandes filósofos — como


Nietzsche decía— son plantas raras. En cada siglo nacen, como mucho, tan sólo
poquísimos. Es más: desde hace tiempo, sobre todo en el paisaje académico actual,
parecen animales extintos

Entonces, ¿cómo hablar de filosofía en su ausencia? Y si pese a todo la echamos de


menos, ¿cómo volver a ella?

Sea como sea, juzgar la filosofía sobre la base de su eficacia práctica sería como evaluar
un pez sobre la base de su capacidad de vivir fuera del agua. Como no pretendemos
demostraciones matemáticas de un orador, ni prolusiones hermosas de un matemático,
tampoco sería oportuno pedir a la filosofía soluciones prácticas o recetas de felicidad.
Los verdaderos problemas filosóficos no acosan al hombre para que los resuelva, sino
para que los viva. Ya que la filosofía no resuelve nada sino complica todo, y sus
complicaciones son la historia del pensamiento humano.

Por eso, lo que encontramos en estas páginas apasionantes no son soluciones ni recetas
listas, sino un inagotable tanque de ideas, un formidable gimnasio para pensar, un

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ejercicio de lucidez e inteligencia crítica que reclama emulación. Dialogar con los
filósofos que Feinmann presenta nos entrena a pensar, a plantear problemas, a poner en
cuestión y a averiguar la consistencia de las convicciones según las cuales vivimos. Nos
enseña a vigilar, a luchar contra la resistencia tenaz de los prejuicios, a liberarnos de la
tiranía de lo obvio y de lo habitual. Nos invita a asomarnos a la ventana, abiertos los
ojos y las narices al viento, esforzándonos, por así decir, en mirar a través del vidrio
tratando de ver el vidrio. Nos recomienda estar alerta: pues la vida no siempre premia la
inteligencia, pero siempre, inexorablemente, castiga la estupidez.

Feinmann nos proporciona una eficaz terapia filosófica contra la somnolencia de la


razón. Una terapia que resulta mejor que la creciente literatura de autoayuda y también
que el Prozac. Es suficiente un ejemplo: ¿quieren entender qué es el amor? Después de
toda la hidráulica del sexo que encontramos en la ficción contemporánea, la lectura de
El banquete de Platón proporciona un éxtasis que mete alas a nuestra imaginación. A
través de esta filosofía del amor entendemos por fin qué es aquella fuerza mágica de la
naturaleza que llamamos eros y nos damos cuenta de que el sexo no resuelve ni siquiera
los problemas sexuales.

Dialogar con los grandes filósofos que Feinmann nos presenta, entrar en sus teorías,
seguir sus argumentaciones, es una excelente escuela de pensamiento pues nos obliga a
enfrentarnos con lo que nosotros mismos no habíamos pensado. Feinmann nos mete a
disposición los mejores maestros con los que podemos aprender, los mejores
interlocutores con los que podemos dialogar, los libros que debemos leer. En suma, un
patrimonio inestimable de sabiduría, conocimientos, consejos, a los que podemos
recurrir en caso de necesidad. Un prontuario espiritual análogo —decía el filósofo-
emperador Marco Aurelio— a la bolsa del instrumental que el cirujano lleva consigo.

Por eso, estas páginas no son neutrales: nos dejan más fuertes o más débiles, más felices
o más tristes, más seguros o más inciertos, nunca como antes. He aquí la mejor
respuesta a todos aquellos, analíticos y continentales, que hoy en día tratan a la filosofía
como a un perro muerto. ¿La gran filosofía ha muerto? ¡Viva la filosofía! Es hora, con
Feinmann, de volver a ella para intentar darle otra vez vida —y tal vez podríamos
cambiar su nombre en «sofofilia» para indicar que se trata de una pasión, manía o
enfermedad del espíritu, como enseña Kierkegaard con el cuento de Johannes Climacus.

José Pablo Feinmann La filosofía y el barro de la historia

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Actividad N° 1:

1. ¿Qué significa que la filosofía sea una automodificación?


2. ¿A qué se refiere el autor, según tu parecer, con la expresión “orgasmo
especulativo”?
3. Por qué crees que la filosofía comienza por “Dudar de todo”. ¿Qué sería
dudar de todo?
4. Explicar la paradoja de la| que habla el autor.

TEXTO Y ACTIVIDAD N° 2

¿Qué dicen los “no filósofos”?

(Por Louis Althusser)

Este librito está dirigido a todos los lectores que se consideren, con o sin razón, “no
filósofos” y que, sin embargo, quieren hacerse una idea de la filosofía.

¿Qué dicen los no filósofos? El obrero, el campesino, el empleado: “Nosotros no


sabemos nada de filosofía. Eso no es para nosotros, es para los intelectuales
especializados. Es demasiado difícil. Y nadie nos habló nunca de eso: dejemos el
colegio antes de estudiarla”.

El funcionario, el médico, el arquitecto, etc.: “Si, nosotros tuvimos nuestras clases de


filosofía. Pero era un tema demasiado abstracto. El profesor conocía su materia pero era
oscuro. No hemos retenido nada. Y, además, ¿para qué puede servir la filosofía?

Otro: “¿Perdón? La filosofía me ha interesado mucho. Debo decir que teníamos un


profesor apasionante. Con él, se aprendía filosofía. Pero después tuve que ganarme el
pan. Y, ¿qué quieres? El día tiene solo 24 horas: perdí contacto es una pena”.

Y si uno les pregunta a todos: Pero, entonces, ya que ninguno de ustedes se considera
filósofos, ¿quiénes son las personas que, en su opinión, merecen el título de filósofos?”.
Todos responderían al unísono: “¡Los profesores de filosofía¡”

Lo cual es verdad: aparte de las personas que, por razones personales, es decir, porque
les da placer o porque les parece útil, continúan leyendo autores filosóficos,
“filosofando”, los únicos que merecen el nombre de filósofos son, evidentemente, los
profesores de filosofía. Este hecho plante dos preguntas:

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1. ¿Es casual que la filosofía esté vinculada con la enseñanza y con quienes la
enseñan?. Habrá que creer que no, ese matrimonio entre la filosofía y la
enseñanza no es un fenómeno reciente: desde los orígenes de la filosofía, Platón
enseñaba, Aristóteles enseñaba. Ese matrimonio filosofía enseñanza no es
producto del azar, expresa una necesidad oculta. Y nosotros vamos a tratar de
descubrirla.
2. Vayamos más lejos. Como aparentemente, la filosofía no sirve para gran cosa en
la vida práctica, como no produce ni conocimientos ni aplicaciones, uno bien
puede preguntarse: pero ¿para qué sirve la filosofía? Y hasta podríamos
hacernos una extraña pregunta: ¿La filosofía serviría solamente para su propia
enseñanza y nada más?. Y si sirve solamente para su propia enseñanza, ¿qué
puede significar eso?

Y habrá visto el lector como pasan las cosan en filosofía, Basta reflexionar sobre el
menos de sus aspectos (en este caso que lo filósofos son casi todos profesores de
filosofía), para que surjan, sin darnos tiempo ni de respirar, preguntas inesperadas y
sorprendentes. Y estas preguntas son de tal condición que nos vemos obligados a
planteárnosla, pero sin tener los medios para responderlas: para responderlas tenemos
que hacer un rodeo muy largo. Y ese rodeo no es otra cosa que la filosofía misma. Por
lo tanto pido paciencia al lector. La paciencia es una virtud filosófica. Sin esa paciencia,
no es posible hacerse una idea de la filosofía.

Para avanzar, echemos una mirada discreta a esas personas: los profesores de filosofía.
Tienen marido o esposa, como usted o como yo, e hijos, si han querido tenerlos. Comen
y duermen, sufren y mueren, de la manera más común del mundo. Pueden ser amantes
de la música y el deporte y hacer o no política. Pues bien, nada de eso los hace filósofos.

Lo que los hace filósofos es que viven en un mundo aparte, en un mundo cerrado,
constituido por las grandes obras de la historia de la filosofía. Ese mundo,
aparentemente, no tiene un afuera. Ellos viven con Platón, con Descartes, con Kant, con
Hegel, con Husserl, etc. Y ¿qué hacen? Hablo de los mejores por supuesto. Leen y
releen las obras de los grandes autores y las releen indefinidamente, comparándolas
entre sí, distinguiéndolas entre sí de un extremo a otro de la historia para comprenderlas
mejor ¡No deja de ser asombrosa esa relectura completa¡ Nunca un profesor de
matemáticas ni de física, por ejemplo, releerá perpetuamente un tratado de matemáticas

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o un de física, jamás los rumian del mismo modo. Dan los conocimientos, los explican o
los demuestran y punto. Es todo, no se vuelve sobre el asunto. En cambio la práctica
misma de la filosofía es un volver constante. El filósofo lo sabe bien explica por qué. Es
que una obre filosófica no entrega todo su sentido en una sola lectura, está sobrecargada
de sentidos, es por su naturaleza inagotable, siempre tiene algo nuevo que decirle a
quien sepa interpretarla. La práctica de la filosofía no es simple lectura, ni siquiera
demostración. Es interpretación, interrogación, meditación: quiere hacerles decir a las
grandes obras lo que estas quieren decir o pueden querer decir, en la verdad insondable
que contienen o, más precisamente, que indican, silenciosamente, llamando la atención
a ella.

Ese mundo del filósofo es sin afuera, el filósofo para interpretar un pasaje de Kant,
invocará tanto a Platón como a Husserl, como si no hubieran pasado 23 siglos entre los
dos primeros. Para el filósofo todas las filosofías son contemporáneas. No se responden
unas a otras en eco, siempre responden a las mismas preguntas que constituyen a la
filosofía, de ahí “la filosofía es eterna”. Para releer incansablemente la filosofía debe ser
eterna e inagotable.

Si uno les dice a la profesores de filosofía que enseñan filosofía, cuidado. Es evidente
que ellos no enseñan como los demás profesores, que aportan a sus alumnos
conocimientos que deben aprender, es decir, resultados científicos y definitivos. Para el
profesor de filosofía, que ha comprendido bien a Platón o Kant que dijo: “no se puede
enseñar ninguna filosofía, solo se puede enseñar y aprender a filosofar”. Pero entonces
¿qué hace el profesor de filosofía? Lo que decía Kant enseñarles a filosofar.
Inspirándoles el deseo de filosofar (filosofía). Y si se siente lo suficientemente potente
el profesor puede subir un grado más y pasar a la meditación personal, al esbozo de una
filosofía original, prueba viviente que la filosofía produce filosofía, por eso no
sorprende que ese mundo de filósofos sea cerrado, penetrando más en la interioridad de
la obras van cavando un gran espacio entre su mundo y el mundo de los hombres,
quienes lo observan desde lejos como animales extraños.

Se puede filosofar una manera muy distinta, el ejemplo es que los filósofos materialistas
lo han hecho de un modo distinto y los profesores han seguido su ejemplo. Ya no
quieren ser parte de un mundo aparte y cerrado en su interioridad. Salen de él para
hablar al mundo exterior, quieren que entre el mundo de la filosofía y el mundo real se

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produzcan intercambios fecundos. Mientras que los pensadores idealistas consideran
que la filosofía es teórica, los materialistas creen que es sobre todo práctica, que
proviene del mundo real y produce efecto en el mundo real.

La filosofía materialista llama al individuo no a despertar dentro de sí mismo sino que, a


buscar fuera de sí mismo, en las prácticas, los conocimientos y las luchas sociales pero
sin desestimar las obras filosóficas lo que le enseñe a filosofar. Un filósofo materialista
con lo eterno que implica la filosofía pero diría que en la filosofía se produce historia,
ocurren acontecimientos, se dan conflictos y revoluciones reales que modifican el
paisaje de la filosofía, a su vez dice que no tiene historia porque es la repetición de un
solo conflicto fundamental.

Si bien la filosofía es una, existen dos maneras opuestas del filosofar, dos prácticas
contradictorias de la filosofía: la práctica idealista y la práctica materialista. Si existe
otra manera diferentes de la de los profesores de filosofía idealistas, una práctica de la
filosofía que, lejos de retirarla del mundo, pone al filósofo en el mundo y lo hace
hermano de todos los hombres, si existe una práctica de la filosofía que, lejos de aportar
la verdad a los hombres desde lo alto, en un lenguaje ininteligible para los trabajadores,
sabe callarse y aprender de los hombres, de sus prácticas, de sus sufrimientos y de sus
luchas, esa otra forma puede desbaratar la hipótesis de la que hemos partido. La mirada
idealista de la filosofía ha penetrado en todos los rubros, todos aquellos han sostenido
que la filosofía es mero accionar del profesor de filosofía no que todo individuo es un
filósofo. Los filósofos idealistas creen que hablan en nombre de todo el mundo
creyendo ser poseedores de la verdad. En cambio el filósofo materialista cree que puede
llegar el saber de afuera, que no poseen la verdad y se callan y escuchan.

¿Cuál puede ser esa filosofía natural a todos los seres humanos? Si uno hace esta
pregunta a gente que conozca, a personas corrientes, probablemente se hagan rogar un
poco por modestia pero seguramente terminarán por reconocer: “Si, yo tengo un espacie
de filosofía propia” ¿Cómo?, Si una manera de ver las cosas. Y si uno insiste un poco
más, dirán “En la vida hay cosas que conozco muy bien, por experiencia directa, por
ejemplo, mi trabajo, la gente que frecuento, las regiones que recorro o lo que aprendí en
el colegio o en los libros. Llamémoslo conocimientos. Pero hay en el mundo muchas
cosas que nunca vi y que no conozco, pero ello no impide que me haga cierta idea, mis
ideas rebasan mis conocimientos, por ejemplo, sobre el origen del mundo, la muerte, el

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sufrimiento, la política, el arte, la religión. Estas ideas me han llegado en desorden,
dispersas, poco a poco las fui unificando y hasta me paso algo curioso, he agrupado
todos estos conocimientos bajo una unidad. Así fue como me hice una especie de
filosofía, una visión del conjunto de las cosas, de las que conozco como de las que no
conozco”. Eso diría una persona corriente sin embargo creer que se hace su propia
filosofía y la mayoría de ellas se parecen y no son más que variaciones personales sobre
un fondo filosófico común.

Actividad N° 2:

1. ¿A qué se dedica un filósofo tradicional?


2. ¿Cuál es la relación que se plantea entre la filosofía y la enseñanza para la
visión tradicional de la filosofía?
3. ¿Cuáles son las diferencias entre un filósofo idealista y otro materialista?
4. ¿En qué posición de estas dos formas de filosofar te ubicas y por qué?

TEXTO Y ACTIVIDAD N° 3

ACTITUDES QUE IMPULSAN AL FILOSOFAR

ASOMBRO-ADMIRACIÓN-DUDA Y SITUACIÓN INDETERMINADA.

Asombro: Están aquellos que sostiene que en el asombro está el origen del filosofar,
dice Platón: “Nuestros ojos nos hacen ser partícipes del espectáculo de las estrellas,
del sol y de la bóveda celeste” este espectáculo ha dado el impulso de investigar el
universo donde brota la filosofía el mayor de los bienes que nos han dado los dioses a
los mortales”

Admiración: (viene de la palabra mirar que significa maravillarse) Aristóteles sostenía


que la admiración nos impulsa a filosofar uno se admira de lo que le sorprendió, es algo
extraño, de esa manera avanzamos.

Entonces una vez que queda satisfecho el asombro y la admiración, aparece la duda

Duda: la duda supone un examen crítico sobre el mundo, sobre los que nos asombró, los
que nos admiró. Ahí aparece la figura de Descartes: dudando de casi todo, ese era su fin
y su método, se planteó dudar para llegar a alguna certeza de la que no pueda dudar, así

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sostuvo que las percepciones están condicionadas por nuestros órganos sensoriales y
pueden engañarnos (mi vista endeble o el barco en el mar).

Hay que dudar para llegar alguna certeza, lo que no puedo dudar es que pienso y porque
hago eso después existo.

Entonces me asombro y admiro, investigo y dudo, llego a una certeza, la certeza que
llegué es la de mí mismo: Dice Epicteto (gran parte de su vida fue esclavo) “el origen
de la filosofía es el percatarse de su propia debilidad” nos sentimos impotentes ante
esa debilidad, ¿Cómo salir? La propuesta del estoico a la situación de impotencia es
relajar (ATARAXIA= sin perturbación), no dice precisamente esa palabra, yo la
traduzco así, o como un báncatela “considerando todo lo que no está indiferente para
mí en su necesidad y, por el contrario poniendo en claro y en libertad por medio del
pensamiento lo que reside en mi la forma y el contenido de mis representaciones”

Epicteto está hablando de las situaciones límites, aquellas que no podemos salir, queda
aceptar ya que no se pueden alterar, en ese momento sucede un filosofar profundo,
hacemos normalmente como que no existen estas situaciones, por ejemplo el hecho de
que vamos a morir.

En la situación límite nos perdemos por completo, estamos a la deriva, no podemos


controlar la situación, nos quita de la omnipotencia en donde a veces nos colocamos,
aquella que nos cree capaz de controlar la realidad, sin aceptar la posibilidad de algo
ajeno que nos modifique los planes. Un buen ejemplo de esto es la película Kon-tiki.

La muerte, el acaso, la culpa, la desconfianza me enseñan lo que es fracasar y en ese


preciso momento nos quedamos frente a nuestro ser, en su estado puro, es un encuentro
cara a cara, Heidegger ve ese un momento originario, es ese preciso momento donde mi
existencia se presenta, y la nada como plantea Sartre como aquello que no es, aquello
que nos domina se nos topa, es la angustia verdadera porque uno no se angustia por
nada en particular se angustia por la ausencia por el vacío que nada ocupará jamás.

Actividad 3:

1) Elige una actitud en la que más te reconozcas y formule posibles preguntas


o cuestionamientos que te puedan surgir en la vida cotidiana.

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2) ¿En qué sentido la filosofía puede ser considerada un pensamiento
problematizador? Ante la pregunta planteada en el comienzo: dar una
argumentación consistente sobre la postura que tomas respecto al sentido
de la filosofía

TEXTOS Y ACTIVIDAD N°4

El paso del mito al logos

En Mito tradicionalmente se entiende que cuanta una fábula, una invención, una ficción, la
aceptaremos tal como la comprendían las sociedades arcaicas, en las que el mito designa una
historia verdadera y una historia de inapreciable valor, porque es sagrada ejemplar y
significativa.

El mito cuenta una historia sagrada, relata un acontecimiento que ha tenido lugar en el tiempo
primordial, el tiempo fabuloso de los comienzos. Dicho de otro modo, el mito cuenta como
gracias a las hazañas de los seres sobrenaturales una realidad ha venido a la existencia, sea esta
la realidad total o una parte de ella. Es siempre el relato de una creación, se narra como algo ha
sido producido, ha comenzado a ser.

Los personajes de los mitos son seres sobrenaturales y se los conoce por lo que han hecho en el
tiempo de los comienzos. Los mitos revelan la actividad creadora, los mitos describen las
diversas y dramáticas irrupciones de lo sagrado en el mundo. Es esta irrupción de lo sagrado lo
que fundamenta el mundo y la que le hace tal como es hoy día. Más aún, el hombre es hoy, un
ser mortal, sexuado y cultural a consecuencia de las intervenciones de los seres sobrenaturales.
Por el mismo hecho de relatar las gestas de los seres sobrenaturales y de los poderes sagrados, el
mito se convierte en el modelo ejemplar de todas las actividades humanas significativas.

La función principal del mito es revelar los modelos ejemplares de todos los ritos y actividades
humanas significativas. Los mitos relatan no sólo el origen del mundo, de los animales, de las
plantas y del hombre, sino también de los acontecimientos primordiales a consecuencia de los
cuales el hombre ha llegado a ser lo que es hoy, es decir, un ser mortal y organizado en
sociedad, obligado a trabajar para vivir y que trabaja según ciertas reglas. Si el hombre y el
mundo existen es porque los seres sobrenaturales han desplegado una actividad creadora.

Para el hombre arcaico, lo esencial para él es conocer los mito, le ofrece una explicación del
mundo y de su propio modo de existir en el mundo, al rememorarlos es capaz de repetir lo que
los dioses hicieron en su origen. Conocer los mitos es aprender el secreto del origen de las

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cosas, se aprende no solo como las cosas han llegado a la existencia sino también donde
encontrarlas y como hacerlas reaparecer cuando desaparecen.

Se ve pues, que la historia narrada por el mito constituye un conocimiento de orden esotérico no
solo porque es secreta y se transmite en el curso de una iniciación, sino porque este
conocimiento va acompañado de un poder mágico-religioso

(Mircea Eliade “Mito y Realidad” “La estructura de los Mitos”)

“Cuánto más solitario me siento más amo las historias, los mitos” (Aristóteles)

Mitos

(Creación del mundo)

Mito latinoamericano (Azteca)

Los cuatro hijos de Tonacatecuhtli  se juntaron para ordenar lo que habrían de hacer y
la ley que tendrían. Convinieron en nombrar a Quetzalcoatl y Huizilopochtli para que
impartieran las órdenes. Entonces, por comisión y parecer de los otros dos, hicieron el
fuego, después medio sol que como no estaba entero alumbraba poco y luego hicieron
al hombre -Oxomoco- y a la mujer llamada  Cipactónal. Se juntaron los
cuatro  hermanos y crearon a Tláloc y a Chalchiutlicue, quienes fueron dioses
del  agua. Como estaban los cuatro juntos, hicieron del pez Cipactli  la tierra, a la cual
llamaron Tlaltecuhtli, sostenida por el pescado que la había engendrado. Otros dijeron
que la tierra fue creada por los dioses Quetzalcoalt y Tezcatlipoca, quienes bajaron a
tierra a la diosa del cielo. Antes de que la bajaran había agua sobre la cual la diosa
caminaba. Cuando vieron esto, los dioses se dijeron: “Es necesario hacer la tierra”, y
diciendo esto se convirtieron los dos en grandes serpientes. Transformados, una de las
serpientes agarró a la diosa de un lado y la otra del otro lado, jalaron tanto que la
partieron por la mitad. Con la parte de atrás de los hombros hicieron la tierra, y la
otra mitad la llevaron al cielo.

Mito griego

En la Mitología griega, fue Gea   «la diosa primigenia que personifica la  Tierra en


la  mitología griega» Quien engendró muchos hijos, todos con diferentes cargos.

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Hesíodo cuenta:acostada con Urano, alumbró a Océano de profundas corrientes,
a Ceo, a Crío, a  Hiperión,  a Jápeto,  a Tea, a Rea, a Temis,a Mnemósine, a Febe de
áurea corona y a la amable  Tetis. Después de ellos nació el más joven, Cronos, de
mente retorcida, el más terrible de los hijos y se llenó de un intenso odio hacia
su  padre, estos tuvieron más hijos y ellos tuvieron otros hijos, y estos últimos
engendraron a la 4 generación, la de los dioses, quienes se encargaron de gobernar el
mundo

Gea concedió varios hijos con Urano, entre ellos, Cronos, que tenía un gran odio
hacia su padre. Cronos Cortó los testículos de Urano, Gea concedió más hijos con las
gotas de sangre y semen de Urano, Cronos lanzó los testículos de Urano al mar, de ahí
salió una espuma y de eso nació afrodita

Mito de Narciso

En la  mitología griega, Narciso era un joven conocido por su gran belleza. Acerca de
su mito perduran varias versiones, entre las que se cuenta la de Ovidio, que fue el
primero en combinar las historias de Eco y Narciso, y relacionarlas con la anterior
historia del vidente-ciego Tiresias.

Según esta última, tanto doncellas como muchachos se enamoraban de Narciso a causa
de su hermosura, mas él rechazaba sus insinuaciones. Entre las jóvenes heridas por su
amor estaba la ninfa Eco, quien había disgustado a Hera y por ello ésta le había
condenado a repetir las últimas palabras de aquello que se le dijera. Eco fue, por tanto,
incapaz de hablarle a Narciso de su amor, pero un día, cuando él estaba caminando
por el bosque, acabó apartándose de sus compañeros. Cuando él preguntó «¿Hay
alguien aquí?», Eco contenta respondió: «Aquí, aquí». Incapaz de verla oculta entre
los árboles, Narciso le gritó: «¡Ven!». Después de responder: «Ven, ven», Eco salió de
entre los árboles con los brazos abiertos. Narciso cruelmente se negó a aceptar su
amor, por lo que la ninfa, desolada, se ocultó en una cueva y allí se consumió hasta que
sólo quedó su voz. Para castigar a Narciso, Némesis, la diosa de la venganza, hizo que
se enamorara de su propia imagen reflejada en una fuente. En una contemplación
absorta, incapaz de apartarse de su imagen, acabó arrojándose a las aguas. En el sitio

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donde su cuerpo había caído, creció una hermosa  flor, que hizo honor al nombre y la
memoria de Narciso

Las sirenas

Las sirenas siempre han sido famosas seductoras, ya que, según la mitología, eran
capaces de encantar con su voz a los marineros con la intención de raptarlos. Al cantar,
parecían ser hermosas doncellas, pero los que sucumbían ante sus encantos, pronto
averiguaban su verdadera naturaleza. Y es que, Artemisa, la isla en la que vivían las
sirenas, estaba repleta de huesos de los marineros que habían sido atraídos por sus
cantos. El relato más conocido sobre las sirenas es el de Homero, la diosa le advierte
que se encontrará con las sirenas en una de sus aventuras. Entonces, Ulises, cuando él y
sus hombres se estaban acercando a la isla, ordenó a sus hombres que se taparan los
oídos con cera y él, que tenía curiosidad por saber cómo era el canto de la sirena, quiso
ser atado al mástil, con orden de que pasase lo que pasase, no lo desatasen. Al escuchar
los cantos de las sirenas quiso soltarse pero sus compañeros no lo hicieron

Pandora

Pandora fue la primera mujer; algo así como Eva para los cristianos. Fue hecha
por Hefesto debido a una orden de Zeus, después de que Prometeo, en contra de la
voluntad de Zeus, otorgara el don del fuego a la humanidad.

La leyenda cuenta que Zeus, deseaba vengarse de Prometeo por haber robado el fuego y
dárselo a los humanos y le presentó al hermano de este, una mujer llamada Pandora, con
quien se casó. Pandora recibió como regalo de bodas una misteriosa caja con
instrucciones de no abrirla bajo ninguna circunstancia. Pandora tenía gran curiosidad
por saber qué había dentro, por lo que decidió abrir la caja para verlo con sus propios
ojos. Al abrirla, escaparon de su interior todos los males del mundo. Cuando quiso
cerrarla, solo quedaba en el fondo el espíritu de la esperanza. De aquí nace la expresión
“La esperanza es lo último que se pierde”.

Perséfone

Perséfone es hija de Zeus y Deméter (hija de Cronos y Rea, hermana de Zeus, y diosa
de la fertilidad y el trigo). Su tío Hades (hermano de Zeus y dios de los Infiernos), se
enamoró de ella y un día la raptó.

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La joven se encontraba recogiendo flores en compañía de sus amigas las ninfas y
hermanas de padre, Atenea y Artemisa, y en el momento en que va a tomar un lirio, la
tierra se abre y por la grieta Hades la toma y se la lleva.
De esta manera, Perséfone se convirtió en la diosa de los Infiernos. Aparentemente, el
rapto se realizó con la cómplice ayuda de Zeus, pero en la ausencia de Deméter, por lo
que ésta inició unos largos y tristes viajes en busca de su adorada hija, durante los
cuales la tierra se volvió estéril.
Al tiempo, Zeus se arrepintió y ordenó a Hades que devolviera a Perséfone, pero esto ya
no era posible pues la muchacha había comido un grano de granada, mientras estuvo en
el Infierno, no se sabe si por voluntad propia o tentada por Hades. El problema era que
un bocado de cualquier producto del Tártaro implicaba quedar encadenado a él para
siempre.
Para suavizar la situación, Zeus dispuso que Perséfone pasara parte del año en los
confines de la Tierra, junto a Hades, y la otra parte sobre la tierra con su madre,
mientras Deméter prometiera cumplir su función germinadora y volviera al Olimpo.
Perséfone es conocida como Proserpina por los latinos.
La leyenda cuenta que el origen de la primavera radica precisamente en este rapto, pues
cuando Perséfone es llevada a los Infiernos, las flores se entristecieron y murieron, pero
cuando regresa, las flores renacen por la alegría que les causa el retorno de la joven.
Como la presencia de Perséfone en la tierra se vuelve cíclica, así el nacimiento de las
flores también lo hace.
Por otra parte, durante el tiempo en que Perséfone se mantiene alejada de su madre,
Deméter y confinada a el Tártaro, o mundo subterráneo, como la esposa de Hades, la
tierra se vuelve estéril y sobreviene la triste estación del Invierno.

Las musas

Las musas son divinidades femeninas que presiden las artes y las ciencias, e inspiraban
a los filósofos y a los poetas.
Aunque su número varíe según los autores, por lo general se acepta que son nueve,
nacidas de nueve noches seguidas de amor entre Zeus y Mnemósine, una de las
titánicas. Las musas son por lo tanto nietas de Urano, el Cielo, y Gea, la Tierra.
Estas diosas se presentan como cantantes en las fiestas de los dioses, y forman parte del
séquito de Apolo. Su primer canto fue el de la victoria de los dioses del Olimpo sobre
los Titanes y el establecimiento de un nuevo orden cósmico. Se decía también que

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acompañaban a los reyes, dándoles las palabras necesarias para gobernar, inspirándoles
sabiduría y otorgándoles la virtud de la justicia y la clemencia, con la que se ganaban el
amor de sus súbditos.
Las musas se encontraban con frecuencia en el monte Parnaso, que estaba consagrado a
Apolo. A los pies de este monte se encontraba la fuente Castalia, en la que los artistas se
purificaban antes de entrar al templo del dios. También tenían un santuario en el
Helicón, la montaña más alta de Beocia, donde se encuentra la fuente Hipocrene, que
surgió de una coz del caballo alado Pegaso.
La mayor y más distinguida de las musas es Calíope, que presidía la elocuencia y la
poesía épica. Era representada con un estilete y una tabla de escritura. Varias leyendas
la presentan como la madre de los cantores Orfeo y Linus.

Clío es la musa de la historia y de la poesía heroica. Se dice que fue quien introdujo el
alfabeto fenicio en Grecia. Es también la madre de Jacinto, compañero de Apolo. Se la
representa con frecuencia sosteniendo un rollo de pergamino.
Erato es la musa de la poesía amorosa, además de la mímica. En el arte se la muestra
con una lira.
Euterpe es la musa de la poesía lírica y de la música. Se le atribuye la invención de la
flauta doble, con la que es representada.
Melpómene es la musa del teatro trágico. Usa los coturnos tradicionales de los actores, y
es representada con un cuchillo en una mano y la máscara trágica en la otra.
Polimnia preside los himnos sagrados y la elocuencia. Aparece con frecuencia en una
actitud meditativa, con la mirada seria y un codo apoyado en una columna. A veces se la
muestra con un dedo sobre la boca, simbolizando el silencio y la discreción.
Terpsícore es la musa de la danza y de los coros dramáticos. Se la representa sentada
con una lira en las manos. Varias leyendas le atribuyen la maternidad de las sirenas.
Talía preside el arte de la comedia y de la poesía pastoral. Sus atributos son la máscara
de la comedia y el cayado de pastor.
Urania es la protectora de los astrónomos y los astrólogos. En el arte aparece con una
esfera en la mano izquierda y una espiga en la derecha. Está vestida con un manto
cubierto de estrellas y mantiene la mirada hacia el cielo.
A pesar de su importancia, las musas aparecen en muy pocos mitos. Según una leyenda
el rey Píero de Pieria, en Tracia, tenía nueve hijas que eran muy hábiles en el arte del
canto. Estaban tan orgullosas de esta virtud que decidieron viajar hasta el Helicón y

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retar a las musas a una competencia, que las diosas aceptaron. Las piérides entonaron
una canción maravillosa que incluso los pájaros enmudecieron al escucharlas, pero el
canto de las musas conmovió hasta las piedras. Las piérides, derrotadas, fueron
castigadas por su arrogancia; las musas las transformaron en urracas, cambiando sus
voces por graznidos.

Sísifo

Sísifo fue fundador y rey de Éfira (nombre antiguo de Corinto). Era hijo de Eolo y
Enarete, y marido de Mérope.
Fue promotor de la navegación y el comercio, pero también avaro y mentiroso. Recurrió
a medios ilícitos, entre los que se contaba el asesinato de viajeros y caminantes, para
incrementar su riqueza. Desde los tiempos de Homero, Sísifo tuvo fama de ser el más
astuto de los hombres. Cuando Tánatos fue a buscarle, Sísifo le puso grilletes, por lo
que nadie murió hasta que Ares vino, liberó a Tánatos, y puso a Sísifo bajo su custodia.
Pero Sísifo aún no había agotado todos sus recursos: antes de morir le dijo a su esposa
que cuando él se marchase no ofreciera el sacrificio habitual a los muertos, así que en el
infierno se quejó de que su esposa no estaba cumpliendo con sus deberes, y convenció a
Hades para que le permitiese volver al mundo superior y así persuadirla. Pero cuando
estuvo de nuevo en Corinto, rehusó volver de forma alguna al inframundo, hasta que allí
fue devuelto a la fuerza por Hermes.
En el infierno Sísifo fue obligado a empujar una piedra enorme cuesta arriba por una
ladera empinada, pero antes de que alcanzase la cima de la colina la piedra siempre
rodaba hacia abajo, y Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio...

Andrógino

En la antigüedad la humanidad se dividía en tres géneros (femenino, masculino y


andrógino) Los Andróginos eran especiales, redondos con cuatro brazos, cuatro piernas,
dos caras en la cabeza y dos órganos sexuales. Poseían ambos sexos y se trasladaban
rodando por el piso y eso los hacía tan rápidos que nadie podía atraparlos menos los
dioses.

Se sentían muy fuertes como para atentar a los dioses entonces intentaron invadir el
Olimpo (la casa donde vivían los dioses) Y Zeus (el rey de todos los dioses) quiso
aniquilar a toda la raza humana, pero pensó que la raza humana debía existir para que

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adoren a los dioses. Es por eso que Zeus les mando un rayo a los Andróginos y los
dividió, separándolos, desde entonces cada parte busca encontrarse con su otra mitad y
así ser feliz y sentirse completo.

Casandra

Casandra (La que enreda a los hombres) era hija de los reyes de Troya. Casandra fue
sacerdotisa de Apolo, con quien pactó, a cambio de un encuentro carnal, la concesión
del don de la profecía. Sin embargo cuando accedió al don correspondido, Casandra
rechazo el amor del Dios Apolo, este, viéndose traicionado la maldijo escupiéndola en
la boca, seguiría teniendo su don, pero nadie creería jamás en sus pronósticos. Tiempo
después ante su anuncio repetido de la inminente caída de Troya, ningún ciudadano dio
crédito a sus pronósticos. Ella predijo que la ciudad iba a ser engañada pero nadie le
creyó y perdieron la guerra, fue encerrada y encarcelada. Lo que la hizo enloquecer.

Calipso

Según la Odisea de Homero, Calipso era hija de un Titán (Atlas) Los titanes al perder la
guerra frente a los olímpicos provoca que a Calipso la castigaran por ser hija de Atlas a
vivir a una isla. Se dice que cada milenio los dioses le mandaban un héroe para que ella
se enamorase, pero luego, el destino, obligaría a Calipso a dejarlo marchar. Cuando
Ulises, que se hallaba a la deriva tras naufragar en su barco, llegó a esta isla Calipso lo
hospedó en su cueva, y le agasajó con manjares, bebidas y su propio cuerpo. Lo retuvo
así durante siete años y tuvieron dos hijos. Calipso intento que Odiseo olvidara su vida
anterior y le ofreció la inmortalidad y la juventud eterna si se quedaba con ella en la isla.
Pero Odiseo se cansó y empezó a añorar a su amada Penélope. Los dioses al ver esta
situación mandaron a Atenea a que intervenga y dejara marchar a Odiseo. Calipso al ver
que no podía hacer más nada dio a Odiseo materiales y víveres para que se construya
una balsa y continuara su viaje. Odiseo se despidió de ella con cierto recelo por si se
tratara de una trampa, y zarpo. Algunas leyendas cuentan que Calipso terminó muriendo
de pena y Ulises regresando a su hogar

ACTIVIDAD N° 4:

1) Deberá interpretar uno de los mitos vistos. Según tu punto de vista


comentar qué quiere decir el mito

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2) Deberá con un compañero/a construir un mito (una idea que ustedes
inventen) utilizando todos los elementos que un mito tradicional contiene

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