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“Que la ciencia quiere universalidades y no particularidades es un hecho.

No
obstante, la personalidad es por sí misma un fenómeno universal, aunque sólo
se encuentra en formas individuales”
(Allport G. W., 1961, pág. 9)

“La variabilidad puede resultar tan evidente que constituya el dato


experimental de más interés -en el caso, por ejemplo, de que la variabilidad
consistiera en determinadas oscilaciones regulares de la conducta”
(Sidman, 1978, p.191)

“De los hilos caóticos de la diversidad sin relacional de la psicología saldrá el


tejido fuerte de una ciencia unificada a aquellos que hacen el trabajo de tejer”
(Staats, 1997, p. I)

Dies diem docet


Dedicatorias

A mi madre, porque el amor que te tengo –y tus regaños- son mi


mayor motivación.

A mi papá, por enseñarme, de las formas menos ortodoxas, a


superarme.

A mi hermano, por ser lo que más amo.

A mis abuelos, en especial a mi abuela Josefina, quien tanta falta


me hace.

A esa maravillosa mujer, por ser per se una inspiración.


Agradecimientos

A toda mi familia, porque, de formas diversas, me han apoyado en todo mi desarrollo académico.
À mes professeures:
A mi tutor académico, Claudio Carpio, porque me ha forjado desde los inicios de mis
estudios de pregrado y por ser un modelo a seguir.
A Héctor Silva, porque sus incontables, pomposas y enriquecedoras pláticas siempre
desencadenan en mí cierta inspiración para seguir soñando.
A la Doctora Landa, por haber aceptado participar en el desarrollo de este trabajo al cual le
otorgó valiosos comentarios, y por su generosa hospitalidad.
A los doctores Germán Morales y Daniel Gallardo; siempre por compartir su sabiduría en
cada conversación.
Al estimado Maestro Canales, porque sus enseñanzas no se delimitan exclusivamente en
términos disciplinarios, sino también en términos personales.
À mes frères nés d’une autre mère :
Alfredo, cuya afinidad en ideas, intereses y opiniones le hicieron volverse uno de mis
mejores amigos.
Isaac (Chazz), por inyectarme una dosis bastante alta de intrepidez y valentía cada vez que
salimos a rodar.
Jorge, por haberme apoyado incondicionalmente desde el bachillerato.
Sosa, el futuro compadre.
David, porque en cada una de tus palabras se contagia el amor por lo que haces.
À mes amis:
A Oswa, Bego, Javi y George, por configurar situaciones para el desarrollo de habilidades
argumentativas, y por aportar ideas para el diseño de una empresa de tecnología
psicológica.
A Michelle, por haberme robado tantas sonrisas en medio del turbulento viaje que conllevó
este escrito.
A todos los que me encontré en el camino, cuya lista es casi interminable, pero cada una de
sus personalidades peculiares fueron la materia prima de mi interés en la individualidad.
A todos los integrantes del Grupo T de Investigación Interconductual, y al subgrupo Dream Team,
porque todos ellos han sido elementos críticos en la actualización de mis potencias.

Al Programa de Apoyo a Proyectos para la Innovación y Mejoramiento de la Enseñanza


(PE307216) por el financiamiento sin el cual no habría sido posible llevar a cabo el trabajo empírico
aquí desarrollado.
ÍNDICE

Introducción 1

I. Antecedentes en el estudio de la individualidad 5

1.1. Teorías constitucionalistas 6

1.2. Teorías internalistas 7

1.3. Teorías teleológicas 10

1.4. Teorías históricas 12

II. Problemas en el estudio de la personalidad derivados de las teorías tradicionales 15

2.1. Problemas teóricos 15

2.2. Problemas metodológicos 19

III. Paradigma interconductual en el estudio de las diferencias individuales 20

IV. Propuesta de una taxonomía para el estudio de los estilos interactivos 28

4.1. Intensión de la individualidad 28

4.2. Extensión de la individualidad 29

4.3. Estatus lógico de la individualidad 30

4.4. Génesis de la individualidad 31

V. Método 58

VI. Discusión 94

VII. Bibliografía 101

VIII. Apéndice 106


INTRODUCCIÓN
El desarrollo del estudio de la personalidad ha seguido vías que la han alejado del campo de
la psicología experimental. En sus inicios helénicos, la personalidad se asoció a factores
morfológicos de los individuos categorizándolos y relacionando un carácter particular para
cada una de los tipos de constitución fisiológica. Siglos más tarde, su estudio renace en el
siglo XIX en el seno de la tradición clínica francesa representada por los fisiólogos Charcot
y Janet, quienes se interesaban particularmente por las personalidades anormales y los
desórdenes en boga, en particular, en la histeria (Lundin, 1974). Tiempo después, el fisiólogo
vienés Sigmund Freud se interesó por el estudio de la personalidad con el fin de entender y
tratar sus fallos. Freud, inicialmente, tuvo varios seguidores, como Alfred Adler y Carl Jung,
quienes eventualmente desarrollaron sus propias teorías al margen del psicoanálisis freudiano
(Cueli & Reidl, 1979). La mayor parte de los primeros estudiosos de la personalidad eran
fisiólogos que combinaban sus teorías de la personalidad, con la psicoterapia y el tratamiento
de los desórdenes mentales (Kretschmer, 1954). Posteriormente, el estudio de la personalidad
se desarrolló en dos vías conceptuales opuestas, la primera, que asumía a los individuos como
tal y cuya comparación sólo podía hacerse respecto de sí mismo (Allport, 1962), y, la
segunda, que buscaba ubicar a los individuos en escalas de medición particulares basadas en
criterios poblacionales (Cattell, 1965; Cattell & Gibbons, 1968). Sin embargo, gran parte de
las teorías suscritas en ambas categorías se amparan en concepciones dualistas de la
personalidad, concibiéndola, ya sea como una estructura interna, o, peor aún, como
determinante del comportamiento de los individuos. El presente trabajo pretende subsanar
algunos de los problemas conceptuales y metodológicos que el estudio de la personalidad ha
acarreado suscribiéndose a una psicología científica: la Psicología Interconductual.

Desde cada postura teórica, han emergido definiciones de la personalidad que pueden
ser clasificadas en cuatro tipos (Hall & Lindsey, 1974). Algunas definiciones son del tipo
misceláneas, es decir que incluyen una lista de conceptos considerados fundamentales para
la descripción de la persona y se hace explícito que la personalidad es la suma de ellos. Otras
definiciones enfatizan que la personalidad constituye una función intermediaria que organiza
y da coherencia a los diversos tipos de conducta que manifiesta el hombre. Otras definiciones
emplean el término para designar los rasgos distintivos de cada persona que la diferencian de
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las demás. Finalmente, otros autores, como Allport (1937), consideran que la personalidad
es la esencia del hombres porque, además de que lo diferencia de otros, en eso reside lo que
el individuo es.

De forma general, podría pensarse que el hallazgo más destacado en el estudio de la


personalidad, es el hecho de que las personas diferentes responden en formas distintas a un
mismo objeto de estímulo, y que no hay personas totalmente iguales. Sin embargo, para
Mischel (1979), los temas críticos en una teoría de la individualidad se relacionan con 1) la
consistencia en la configuración particular del ajuste del individuo a una circunstancia y 2)
el poder predictivo de la identificación de la regularidad de la configuración del ajuste
individual a través de las circunstancias. No obstante, dichos temas sólo pueden ser
abordados con base en compromisos ontológicos y epistemológicos acerca de lo psicológico.

La Psicología, cuyo objeto definitorio consiste en las relaciones entre el individuo y


las condiciones en las que estas relaciones tienen lugar, como toda ciencia, identifica
enunciados generales en relación con su objeto de estudio a partir de la observación de
eventos particulares. Sin embargo, de acuerdo a Ribes y Sánchez (1990), la psicología, de
forma exclusiva, se enfrenta a dos problemáticas: 1) como ciencia, estudia la identificación
de hechos o procesos generales relativos a la conducta de los individuos y; 2) como
conocimiento aplicable, incide en la singularidad del comportamiento individual. De este
modo, la psicología estudia, por una parte, lo invariante de lo individual, y, a la vez,
identifica, predice e interviene en las circunstancias que definen la singularidad de lo
individual, es decir, la consistencia intrasujeto (Ribes, 1990a). El reconocimiento de la
singularidad individual debe ser hecho por una teoría de las diferencias individuales que sólo
considere como diferencias individuales a aquéllas que permitan tipificar a un individuo
como tal y que excluya tanto aquellas categorías agrupen a dos o más individuos. Por tanto,
se hace necesaria una teoría de la individualidad que distinga lo singular de lo general. Sin
embargo, para llevar a cabo esta empresa surgen ciertas cuestiones teóricas y metodológicas
por resolver, por ejemplo: ¿Cómo distinguir lo individual de lo general? ¿Son sinónimos
individualidad, individuación e individuo?¿Qué variables medir para identificar diferencias
individuales? ¿En qué condiciones la individualidad es observables en cuáles no?
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El término individuación, en la literatura filosófica, se usa como: 1) el proceso por el


cual un individuo adquiere el rasgo o los rasgos que le hacen ser el individuo que es, o 2) el
rasgo distintivo o rasgos mismos que se le confieren (Gracia, 1987). En este planteamiento
psicológico, individuación se entiende como el proceso mediante el cual un organismo
interactuando con el medio deviene un individuo que despliega ciertas características
singulares en su comportamiento. Como resultado del proceso de individuación, la forma de
referirse a las particularidades del individuo se hará con el término de individualidad. Es
decir, individualidad refiere a las características que le proveen unicidad a un individuo,
mientras que éste último refiere a un organismo que se comporta de una forma única con el
medio (en ciertas circunstancias). De manera más precisa, el individuo es un organismo cuyo
comportamiento se adecua en términos de intensidad, geografía, morfología y duración a las
características ambientales (Carpio, 1994), es decir, un individuo se ajusta
idiosincrásicamente en ciertas circunstancias. En este trabajo se proponen circunstancias para
observar y medir el ajuste idiosincrásico y consistente.

En los apartados teóricos iniciales se presenta un panorama acerca de cómo se ha


entendido aquello que cada modelo ha denominado personalidad. Cabe hacer explícito que
la personalidad, como fenómeno, no existe al margen del marco teórico que la define; en el
mejor de los casos, todos los teorías coinciden en que aquello que llaman personalidad está
relacionado con las diferencias individuales (Brody, 1977). La presentación de las teorías en
los que se han abordado distintas cosas bajo el nombre de personalidad se clasifica a partir
del elemento crítico en los que cada modelo enfatiza la naturaleza de la misma, teniendo
como resultado cuatro categorías: teorías constitucionalistas, teorías internalistas, teorías
teleológicas y teorías históricas. Esta clasificación no pretende ser exhaustiva en relación a
todas las teorías existentes que han definido la personalidad, su única función es ordenar las
teorías aquí presentadas, muchas de ellas conocidas dentro de las teorías tradicionales de la
personalidad. Posteriormente, se presentan los problemas tanto conceptuales como
metodológicos de éstas y, a continuación, se describe la propuesta interconductual en el
estudio de las diferencias individuales, así como algunos de los problemas que ésta aún
conserva. Finalmente, se puntualizan algunos elementos conceptuales desde una propuesta
interconductual proponiendo, a su vez, tanto variables para observar consistencias
intraindividuales como una taxonomía de condiciones en las cuales se plantea la hipótesis de
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observar consistencia en el comportamiento individual. Grosso modo, el manuscrito presente


se asume a lo siguiente:

La teoría de la individualidad representa, de este modo, un intento por ubicar


lo diferente como resultado de lo invariante. En este sentido, el quehacer
teórico procede como un retorno hacia lo singular, en sentido inverso al
quehacer científico propiamente dicho, pero este retorno a lo singular es
matizado y modulado por las categorías generales de la teoría de proceso, que
en este caso está representada por la teoría de la conducta (Ribes & Sánchez,
1990, p. 8).
El presente trabajo pretende hacer aportaciones tanto teóricas como metodológicas a la teoría
de la individualidad. Para el primer caso, se redefinen algunos elementos fundamentales para
la construcción de esta teoría desde la Psicología Interconductual, como son el concepto de
estilo interactivo. Para el caso metodológico, aun cuando se cree en la necesidad de una
taxonomía de estructuras contingenciales como lo proponen Ribes y Sánchez (1990) y lo
sostiene el resto de artículos posteriores del primer autor relacionados con la teoría de la
individualidad (Ribes, 1990a; Ribes & Sánchez, 1992; Ribes, 2005; Ribes & Contreras, 2007;
Ribes, 2009), se cree, también, en la necesidad de una nueva taxonomía de estructuras
contingenciales que permita subsanar las deficiencias conceptuales de la pionera con la
esperanza de que su poder heurístico sea mayor.
I. ANTECEDENTES EN EL ESTUDIO DE LA INDIVIDUALIDAD

De forma general, podría pensarse que el hallazgo más destacado en el estudio de la


individualidad, llamado por algunos personalidad, es el hecho de que las personas responden
en formas distintas al mismo objeto de estímulo, y que no hay personas totalmente iguales.
Sin embargo, de forma particular, cada una de las teorías que hablan de la conformación de
la singularidad de los individuos se delimitan a partir de compromisos ontológicos y
epistemológicos que definen qué y cómo acercarse a lo psicológico y, por tanto, qué y cómo
concebir la individualidad. Una teoría, a su vez, se entiende como un conjunto de
convenciones, lo cual evita considerar que está predeterminadas por la naturaleza, los datos
o cualquier otro proceso determinante. Una teoría, desde esta noción, sólo es útil o inútil, y
estas cualidades están determinadas, en primer lugar, por su capacidad de generar
predicciones o proposiciones oportunas verificables acerca de acontecimientos pertinentes.
Una teoría se constituye a partir de un conjunto de definiciones empíricas y de supuestos
pertinentes respecto a los hechos que interesan a las teorías, los mismos que están
relacionados entre sí de modo sistemático. Estos supuestos, por lo general, determinan la
cualidad distintiva de la teoría (Hall & Lindsey, 1974).

En el presente apartado se describen brevemente algunos de las teorías más cuyos supuestos
describen qué es y cómo se constituye la personalidad. Las teorías expuestas se encuentran
agrupadas a partir del elemento en el que hacen énfasis para definir la naturaleza de la
individualidad, definiendo cuatro categorías para su agrupación: teorías constitucionalistas,
teorías internalistas, teorías teleológicas y teorías históricas. De manera que, en el primer
caso se encuentran las teorías de Hipócrates, Sheldon (1942), Kretschmer (1954) y Eysenck
(1953), las cuales, pese a sus particularidades que se describen someramente, éstas convergen
en que la personalidad está determinada por factores de la estructura biológica de los
organismos. En la categoría de teorías internalistas, se incluyen aquellas teorías que describen
estructuras, fuerzas, entes o procesos internos como herencia del dualismo cartesiano
(Descartes, 2010), en este tipo se ubican las teorías denominadas de rasgos (Cattell, The
scientific analysis of personality, 1965; Jung, 1923; Allport G. W., 1961) y el psicoanálisis
freudiano. En tercer lugar, se describen las teorías teleológicas que ubican al determinante de
la individualidad en los fines de la naturaleza humana, ya sea motivado por el deseo de
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sobreponerse a la debilidad innata, en el caso de Adler, o encaminado a ser humano mejor y


más civilizado de tener el poder, en los casos de Jung y Rogers. Por último, se describen
aquellas teorías que aseveran que la individualidad de los organismos está determinada por
la evolución ontogenética de cada individuo con el medio, aquí se ubica el conductismo
skinneriano y la teoría interconductual. Esta categorización no pretende asumir que, por
ejemplo, el psicoanálisis freudiano o la teoría de Jung rechazan por completo la influencia de
la historia individual en la estructuración de la singularidad, sino que, en estos ejemplos, el
elemento crítico determinante de la individualidad se ubicó en estructuras internas y en el
mejoramiento de la cualidad de ser humano, respectivamente. El autor de este manuscrito
espera que la breve extensión de la presentación de cada teoría no sea grosera tanto a sus
propios autores como a sus seguidores.

1.1. Teorías constitucionalistas

El registro más antiguo de una teoría constitucionalista se ubica en la antigua Grecia,


específicamente con Hipócrates (siglo V. a.C.) quien propuso cuatro temperamentos basados
en los cuatro humores del cuerpo: bilis negra, sangre, bilis amarilla y flema. La bilis negra se
relacionó con la melancolía, la sangre con el optimismo, la bilis amarilla con el cólera y la
flema con la apatía (Mischel W. , 1979). De esta forma, si los humores eran mezclados en las
proporciones correctas, resultaba una personalidad balanceada. De forma contraria, cuando
uno de los humores predominaba, el temperamento que sobres alía era el relacionado con el
humor predominante, es decir, la dominancia de la sangre producía personas optimistas y
carismáticas, por su parte, la abundancia de la flema producía personas calmadas y apáticas
(Lundin, 1974).

Más tarde, durante el siglo XX, los primeros fisionomistas pensaban que se podía
hablar de la personalidad examinando las características físicas, posteriormente, aparecen las
ideas de Kretschmer (1954). Kretschmer propuso una clasificación de tres tipos de
morfología, pícnico, leptosómico y atlético, a los que correlacionó, respectivamente, con tres
tipos de personalidad, ciclotímico, esquizotímico y viscoso. Kretschmer sostuvo que las
personas de estatura baja y obesas, que denominó pícnicos, tendían a ser amables y
agradables, y que, cuando se enfermaban, entristecían severamente. Contrariamente, las
personas altas y delgadas tendían a ser introvertidas y tímidas, denominadas asténicos, y, si
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se enfermaban, desarrollaban demencia precoz. Sheldon (1942), inspirado en las ideas de


Kretschmer, reunió fotografías de varios cientos de estudiantes universitarios y las clasificó
con base en tres tipos de fisionomía. Los tres tipos de cuerpo de Sheldon fueron endomorfo,
mesomorfo y ectomorfo. El endomorfo se caracterizaba por un gran desarrollo visceral y del
tracto digestivo, por tanto, tendía, en el caso extremo, a ser de estatura baja y gordo. El
mesomorfo fue categorizado por una predominancia de hueso y músculo. El ectomorfo era
de figura delgada, frágil y alto, sus músculos tendían a estar subdesarrollado. Estos tres tipos
fueron correlacionados con las dimensiones del temperamento (o personalidad): la
viscerotonia, caracterizada por la relajación, el amor al descanso y una disposición
extrovertida, fue correlacionada con el tipo endomorfo. El tipo mesomorfo se relacionó con
la somatotonia, un temperamento energético, activo y agresivo. El tipo ectomorfo se
caracterizaba por rasgos de inhibición, restricción y timidez, y fue relacionado con la
cerebrotonia.

Más recientemente, en 1961, Eysenck desarrolló la teoría de la inhibición, en la cual


sostuvo que las diferencias individuales en el factor extraversión-introversión están
ampliamente determinadas por aspectos hereditarios y tienen sus orígenes en el sistema
nervioso central. De acuerdo a esta teoría, la información del ambiente es transmitida desde
los órganos sensibles a lo largo de los caminos neurales hasta llegar al cerebro, donde los
procesos corticales de excitación e inhibición resultan tanto en la facilitación como en la
inhibición de respuestas conductuales y cognitivas (Hewstone, Finchman, & Forster, 2005).
En breve, la teoría de Eysenck (1953) afirma que los introvertidos han heredado un sistema
nervioso que les permite formar conexiones entre los estímulos y las respuestas más rápido
que los extrovertidos.

1.2. Teorías internalistas

La teoría psicoanalítica freudiana, como pionera en esta categoría, plantea el proceso de


individuación a partir de tres modelos: el modelo topográfico, el modelo estructural y el
modelo del desarrollo psicosexual. El modelo topográfico distingue entre estos tres tipos de
fenómenos mentales como determinantes del comportamiento de los individuos: conscientes,
preconscientes e inconscientes. En el modelo estructural, Freud (1923) agrupa procesos y
contenidos mentales relacionados funcionalmente en tres estructuras distintas: el ello, el ego
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y el superego. El ello abarca las representaciones psíquicas de las pulsiones; el ego consiste
en las funciones normativas del medio social y el superego comprende los preceptos morales
de cada persona. En relación a su origen, mientras las pulsiones se encuentran presentes desde
el nacimiento, el ego y el superego se desarrollan en la relación con el medio social. En este
desarrollo de las estructuras del ego y el superego a través de situaciones particulares de cada
individuo y, en específico, con los padres, dota de normatividades morales particulares en
cada sujeto. En el modelo del desarrollo psicosexual o de la energía psíquica, Freud (1905)
describió la secuencia típica de las manifestaciones de la pulsión sexual desde la infancia, es
decir, la transición del flujo de la libido de objeto a objeto y de uno a otro modo de
gratificación. Desde el nacimiento del infante hasta el tercer año de vida, las etapas que
corresponden a esta etapa en el niño son la oral, la anal y la fálica, mientras que la etapa
adulta se conoce como la etapa genital. La etapa fálica se convierte en una etapa crítica en el
desarrollo del sujeto pues es en ésta en la cual existen diferencias psíquicas dada la distinción
anatómica entre los sexos lo cual tiene como consecuencia mayores problemas en el caso de
las niñas debido a la ausencia del pene. De forma específica, en las niñas se desarrolla un
complejo de masculinidad, el cual, en el caso más extremo, la niña puede rehusarse a aceptar
el hecho de estar castrada y puede desencadenar, en la etapa adulta, en una psicosis, incluso,
la envidia del pene puede continuar persistir en el rasgo de carácter que son los celos (Freud,
1961).

En breve, el psicoanálisis freudiano sostiene que todas las respuestas de una persona
revelan sus problemas básicos perdurables (cuya génesis se encuentra en la infancia) y la
organización de la personalidad cuando se interpretan correctamente los significados
fundamentales de la conducta (Lundin, 1974; Mischel W. , 1973). En coincidencia con el
supuesto de que los eventos ocurridos en la infancia son determinantes vitales en la vida
adulta, se encuentra la teoría de Murray, además, se considera de importancia la motivación
inconsciente y el profundo interés mostrado en el reporte verbal del individuo, así como su
producción imaginativa. De acuerdo a Murray (como se citó en Cueli & Reidl, 1979), la
personalidad es el órgano gobernante del cuerpo ocupado en las operaciones funcionales
transformativas que se localiza en el cerebro y cuyas principales funciones son ejercer sus
procesos expresivos, aportar o generar y reducir tensiones de necesidades insistentes, formar
programas para el logro de metas distintas, dismuinuir y resolver urgencias, y controlar la
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conducta ajustándose a la expectativa social. Murray otorga un papel importante tanto a los
factores genéticos y de maduración como al procesos de socialización, entendido como el
conflicto entre las pulsiones propias y las demandas e intereses de otras personas, en el
desarrollo de la personalidad.

Del mismo tipo de teorías internalistas se encuentran las denominadas teorías de


rasgos. Un ejemplo de exponente de las teorías de rasgos es Gordon Allport. Inicialmente,
Allport y Allport (1921) sostenían que el criterio para evaluar la personalidad debía consistir
en un campo de interacción social, de tal forma que sea posible conocer cómo la personalidad
en cuestión estimula o influye a otros seres humanos, y cómo el comportamiento de otros
seres humanos produce ajustes o respuestas en la personalidad en cuestión. Allport afirma
que existen rasgos comunes, de los cuales participan en mayor o menor cantidad todos o casi
todos los individuos de una sociedad (Cueli & Reidl, 1979; Brody, 1977). De acuerdo a
Allport (1937), los rasgos son características, cualidades o procesos fundamentales que
existen en la personas y conforman “un sistema neuropsíquico generalizado enfocado
(peculiar al individuo), con la capacidad de hacer funcionalmente equivalentes muchos
estímulos y de dar dirección a las formas constantes (equivalentes) de la conducta adaptativa
y expresiva” (1937, p. 295). Posteriormente, Allport y Odbert (1936) agregan que los rasgos
son “tendencias generalizadas y personalidas determinantes –modos- estables y consistentes
de un ajuste individual a su ambiente” (p.26). Entre las aseveraciones que hace Allport (1966)
respecto a las características de los rasgos se encuentra que “los actos, e incluso los hábitos
que no son congruentes con un rasgo no son prueba de la inexistencia de ese rasgo”(p.1). Sin
embargo, ningún rasgo puede ser observado en más de una persona, sólo el rasgo individual
es una verdadera característica porque los rasgos se dan siempre en los individuos y no en la
comunidad, y se desarrollan y se generalizan hasta llegar a ser disposiciones dinámicas de
modos únicos que varían de acuerdo a las experiencias de cada sujeto (Cueli & Reidl, 1979).
Allport consideraba que la conducta del individuo se origina en el patrón de su tendencia o
estructura de la personalidad conformada por los rasgos cardinales y los rasgos secundarios,
los cuales son y operan de forma particular y estable en cada persona (Mischel, 1973; 1979).
De acuerdo a Allport (1961), una de las metas principales del enfoque de los rasgos es inferir
la estructura fundamental de la personalidad en los individuos y comprar personas y grupos
sobre la dimensión de los rasgos.
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En un estudio, Albert y Odbert (1936) hicieron un estudio localizando las palabras de la


lengua ingles con las cuales se podía distinguir una persona de otra. Estos autores
identificaron un total de 17953 palabras. Años más tarde, en 1945, Raymond Cattell,
mediante un análisis factorial, redujo este número a 171 nombres de rasgos distintos,
posteriormente, redujo el número aún más hasta encontrar 35 rasgos generales (trait clusters)
en los cuales varios rasgos se correlacionaban ampliamente el uno con el otro (Lundin, 1974).
Para Cattell, el rasgo es la unidad básica de estudio , es una “estructura mental” inferida de
la conducta y una idea fundamental que explica la regularidad o uniformidad de a conducta
(Mischel W. , 1979). Cattell (1965) distinguió entre rasgos superficiales y rasgos originarios.
Los primeros que consisten en un grupo de elementos de respuestas que coexisten, mientras
que los segundos consisten en variables subyacentes que son las entidades causales de donde
proceden las manifestaciones externas. Para Cattell, los rasgos superficiales sólo pueden
identificarse por medio del procedimiento matemático de análisis factorial con el cual se
estiman dimensiones que determinan las variaciones externas del comportamiento.

1.3. Teorías teleológicas

En oposición al pansexualismo del psicoanálisis, Adler (1927), exalumno de Freud,


concibiendo al hombre como un animal agresivo por naturaleza, ubicó al sexo como un
elemento dentro de un conjunto de características que buscan el poder como motivación
principal de la vida, en otras palabras, la motivación real del hombre es su afán de
superioridad pues vive gobernado por un sentimiento de inferioridad. Este sentimiento de
inferioridad surgía a partir de que el hombre nace con un órgano inferior y más débil a las
demás partes. Este órgano inferior muestra su relevancia en su papel como instrumento de
compensación en los problemas, lo cual con frecuencia determinaba el estilo de vida y la
manera en la que el individuo iba a luchar por su superioridad. El estilo de vida que cada ser
humano busca es la dirección de la conducta impulsada desde el interior, y las fuerzas de su
ambiente que ayudan, interfieren o remoldean la dirección que el deseo interno quiere tomar.
El estilo de vida de cada ser humano es único.

Otro exalumno de Freud que se distanció de sus argumentos fue Jung. A diferencia
de Freud, Jung (1923) trató el aspecto positivo de la existencia del hombre concibiéndolo
como un ser que está gradualmente emergiendo a través de las épocas para convertirse en un
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ser humano mejor y más civilizado dentro de cada vez mejores marcos de referencia. La
verdadera meta de la vida consiste, para Jung, en la búsqueda de un estado completo de todas
las partes componentes de la persona, sean psíquicas y orgánicas, conscientes o
inconscientes. Entre los elementos que Jung formuló para explicar la personalidad fueron los
de inconsciente personal e inconsciente colectivo. El primero, lo concibió como un almacén
de todas las experiencias previas conscientes que en la actualidad no se encuentran
disponibles en la mente consciente. Respecto al inconsciente colectivo, Jung sugirió que el
hombre nace con una predisposición de su pasado racial para actuar en ciertas maneras. Este
almacén de conocimientos heredados sólo se pone en acción en ocasiones particulares pero
que pueden ser identificadas a partir de su universalidad. Los enfrentamientos entre el
inconsciente personal y el inconsciente colectivo son un fenómeno dentro de la personalidad
(Cueli & Reidl, 1979). Asimismo Jung (1923) también sugirió que la personalidad se mueve
en dos direcciones diferentes, puede ser extrovertida o introvertida. La personalidad
extrovertida se orienta hacia la gente, hacia lo objetivo, hacia el mundo no reflexivo, de forma
opuesta, la personalidad introvertida se dirige hacia la tranquilidad libre de personas y hacia
las experiencias subjetivas, el pensamiento y el auto-análisis (Lundin, 1974)

Por otra parte, desde la teoría humanista de Rogers, en oposición a la teoría de Adler
(1927), se concibe al hombre como un ser intrínsecamente bueno y quien posee un deseo
innato de auto-mejoramiento. En esta teoría, el fenómeno de la individualidad puede ser
identificado en la noción de auto-concepto, elemento crítico que media la experiencia del
hombre con el mundo, que se desarrolla a partir de la aprobación de los padres de las
percepciones durante la niñez. El auto-concepto, a su vez, puede ser afectado por las
condiciones de valor, es decir, por las condiciones en las cuales las recompensas positivas
(aprobación y amor) son recibidas. Los sentimientos de una persona están determinados por
cómo reaccionan otras personas frente a ella: Juan tenderá a sentirse triste si otras personas
no están felices con él (Hewstone, Finchman, & Forster, 2005).

En congruencia con lo anterior, Rogers desarrolló una aproximación terapéutica


denominada terapia centrada en el cliente, la cual proveía un rol central a las recompensas
positivas del terapeuta con el cliente, con el fin de hacer sentir a éste último de una mejor
forma. La relevancia de mencionar esto recae en la evaluación desarrollada por el mismo
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autor para evaluar los efectos de la terapia. La evaluación consiste en examinar los cambios
en la discrepancia entre el auto-concepto actual y el ideal del self (lo que la persona quería
ser). La individualidad, entendida aquí como el auto-concepto se vuelve un problema central
y, su modificación, el fin de la terapia (Hewstone, Finchman, & Forster, 2005).

1.4. Teorías históricas

Las teorías que enfatizan a la historia particular de cada individuo como la determinante de
la individualidad de cada individuo, al menos las aquí descritas, destacan por rehusarse a
inferir impulsos, estructuras o cualquier fuerza y rasgos de la motivación interna. Estas
teorías, grosso modo, están interesadas en la relación entre el comportamiento y las
condiciones que la controlan. De esta forma, las variables de interés son el comportamiento
en sí mismo, y no alguna entidad inferida a partir del mismo. De hecho, la tesis que en este
manuscrito se sostiene descansa en este tipo de teorías.

Skinner (1938) sostiene que todo el comportamiento de los organismos está


determinado por variables ambientales, diferencia el comportamiento en dos tipos: el
comportamiento tipo R y el comportamiento tipo S. En el primer tipo, se establece una
relación de contingencia entre los estímulos condicionados e incondicionado, mientras que
en el segundo tipo se establece una relación de contingencia entre la respuesta y el estímulo
consecuente (reforzador). Asimismo, Skinner establece postulados aplicables a todos los
organismos que describen las relaciones funcionales entre el o los estímulos y la respuesta.
De tal forma que, en oposición a las teorías de rasgos, Skinner (1953) en Science and Human
Behavior atribuye la personalidad a la historia de reforzamiento singular de cada individuo,
además, argumenta que es más factible predecir una respuesta particular en comparación a la
configuración de un rasgo. En concordancia, de acuerdo a Brody (1977), una forma en que
se pueden entender los rasgos evitando su internalización son como modos característicos de
la conducta manifiesta por una persona en situaciones diversas. En breve, desde una postura
skinneriana, Lundin, (1974) define la personalidad como aquella organización del repertorio
conductual único que un individuo ha adquirido bajo condiciones especiales de su desarrollo.

En el mismo tenor de un enfoque conductual, Staats (1997), a diferencia de Skinner,


sí formula una teoría de la personalidad. En su teoría básica de la personalidad del
conductismo psicológico, argumenta que, a largo del desarrollo del niño, éste adquiere,
13

mediante sus mecanismos sensoriales, repertorios básicos de conducta (RBC) de tres tipos:
emocionales-motivacionales, lingüísticos-cognitivos y sensoriales-motores. Estos
repertorios básicos de conducta proporcionan al individuo las características personales, de
tal forma que, los RBC constituyen la personalidad. Aunque los RBC de dos individuos
pueden tener similitudes, en conjunto nunca serán idénticos.

Como parte del grupo de teorías que enfatiza la historia como la determinante de la
individualidad se encuentra la propuesta de Kantor y Smith (2015):

“Mediante sus interacciones con el medio, el individuo adquiere formas


características de actuar, esto es, una serie de características conductuales
o rasgos más o menos permanentes. Esta historia conductual, en el caso de
cada individuo, resulta en una personalidad psicológica particular” (p. 217)

Para Kantor y Smith, la personalidad es la unidad que organiza y condiciona las acciones de
los individuos. La personalidad, como aspecto estructural de la vida psicológica, requiere de
dos condiciones que contribuyen a la unificación de eventos psicológicos: una unidad
biológica del individuo y una historia interconductual única, la cual constituye una serie
unificada de experiencias conductuales que operan en la interrelación e integración
conductual de cada persona. Una definición adicional que Kantor y Smith (op.cit.) describen
sobre la personalidad es “la totalidad de las reacciones particulares de un individuo,
brevemente, todo lo que el individuo hacer y puede hacer” (p.145). Adicionalmente, estos
autores categorizan las clases de respuestas que conforman la personalidad: habilidades,
destrezas, capacidades y aptitudes, logros, hábitos, disposición y temperamento, modales y
manierismos, ideales, ambiciones y aspiraciones, gustos, talentos, actitudes, miedos y fobias.

Desde el mismo marco interconductual, Ribes (1990b) dedica el último capítulo de


Psicología General al problemas de las diferencias individuales. En este capítulo se propone
una teoría de las diferencias individuales cuyo objetivo conceptual sea reconocer la
individualidad al margen de similitudes o diferencias morfológicas en la conducta, y de la
posibilidad de identificar a dos o más individuos como miembros de una categoría de
naturaleza social. Sin embargo, las diferencias individuales sólo se vuelven un problema
teórico significativo cuando las dimensiones del individuo que operan como parámetros
constituyen modos consistentes de comportamiento en el tiempo y frente a diversas
14

estructuras contingenciales, y que estas dimensiones posean una organización funcional


particular. Finalmente, Ribes (op. cit.) acuña el término de estilo interactivo para concebir a
la personalidad como una categoría disposicional y que, a la vez, describa un modo
interactivo idiosincrásico, implique que dicho modo sea configurado históricamente y que,
como modo, permita predecir tendencias interactivas en condiciones determinables.

Debido a que este trabajo se suscribe a este último paradigma, se describirá de forma
más detallada en el apartado IV.
II. PROBLEMAS DERIVADOS DE LAS TEORÍAS TRADICIONALES EN EL
ESTUDIO DE LA INDIVIDUALIDAD

De las teorías tradicionales de la personalidad ubicadas en las tres primeras categorías que se
expusieron previamente se observan problemas que han rezagado el estudio de la
individualidad desde una concepción congruente y coherente de lo psicológico, desde la
inferencia de procesos inconscientes como determinantes del comportamiento hasta la
comparación de puntajes individuales en un instrumento con la distribución normal de cierta
dimensión de la personalidad. A continuación, se exponen los problemas teóricos y
metodológicos más sobresalientes de las teorías tradicionales de la personalidad.

2.1. Problemas teóricos

Para identificar los problemas teóricos que otras teorías esbozan, inicialmente, es necesario
delimitar lo psicológico para, así, identificar aquellos elementos incoherentes. De acuerdo a
Ribes y López (1985):

En lo psicológico, el objeto de estudio es la interacción del organismo total con


su medio ambiente, físico, biológico y/o social, interacción que se define con el
rubro de conducta. Esta definición torna irrelevante la distinción externo-
interno (p.81)

La mayoría de las teorías descritas previamente no son suficientemente explícitas en cuanto


a sus supuestos, lo cual provoca una falta de exactitud que, a la vez, crea confusión entre lo
que se supone y lo que se somete a pruebas, por tanto, su capacidad de generar proposiciones
verificables es poca. Se crea así, entonces, la posibilidad de que diferentes teóricos que
utilicen la misma teoría arriben a derivaciones no coincidentes. De hecho, la mayoría de los
teóricos de la personalidad hacen explicaciones a posterior de los hechos y no establecen
predicciones referentes a la conducta (Hall & Lindsey, 1974).

Haciendo un análisis más particular de las teorías previamente descritas, en primer lugar, las
teorías internalistas se centran en las respuestas como señales, directas o indirectas, de las
estructuras mentales penetrantes fundamentales; ambas suponen que estas disposiciones
inferidas fundamentales, llamadas rasgos, estados, procesos, dinámicas, motivos, o
denominadas en otras formas, ejercen efectos causales generalizados y duraderos sobre la
16

conducta (Mischel W. , 1979). Por su parte, la teoría psicoanalista hace inferencias intuitivas
sobre los significados simbólicos y dinámico de la conducta verbal del individuo. Mientras
que las evaluaciones psicométricas orientadas hacia los rasgos, investigan la exactitud de las
declaraciones del individuo como índices de constructos disposicionales (i.e. tipos o rasgos),
o tratan las verbalizaciones como signos de su posición relativa sobre una dimensión de la
personalidad, y no como descripciones de las reacciones ante condiciones de estímulo. Al
respecto, Ribes y López (1985) describen que “en psicología, es una práctica común unir
relaciones que ocurren en tiempos diferentes mediante la postulación de construcciones que
indican la existencia de poderes o facultades del organismo” (p. 91).

Por otra parte, uno de los propósitos principales de las teorías de rasgos ha sido la
identificación de la ubicación del individuo en una o más dimensiones, como la ansiedad y
la introversión, al compararlo con normas basadas en los resultados de otras personas
sometidas a pruebas de lápiz y papel. Las diferencias individuales se perciben como
diferencias cuantitativas en la posesión de un mismo factor –o varios factores- y son
consideradas como comparaciones entre individuos. Sólo proporcionan diferencias de
ubicación de un individuo en relación con una escala de medida que define la posesión en
mayor o menos grado de un factor en términos del puntaje que arroja el instrumento. La
personalidad de un individuo, entonces puede ser descrita como una colección de rasgos.
Considerando ahora a las teorías constitucionalistas, o “biotipólogos” (Merani, 1977), el
problema, en esencia, radica en tomar por principio de la individualidad la unidad – bio-
psicológica – del individuo, sin comprender que se trata de una adquisición moldeada a través
de la ontogenia de los individuos.

Asimismo, las teorías internalistas se amparan, en lo esencial, en la doctrina oficial


de la mente, por lo cual son refutadas, en principio, por el error lógico que implica la metáfora
del fantasma en la máquina (Ryle, 2005), en adición, son refutadas porque sus categorías no
embonan de forma coherente en una concepción de lo psicológico como interacción
organismo-medio. Por otro lado, dado que las diferencias entre los individuos describen un
conjunto de eventos psicológicos resultado de la historia interactiva de los individuos
(Kantor, 1978) la cual se actualiza en el presente (Ribes, 1990a), tratar de explicar estas
17

diferencias en términos de la “posesión” de tipos o rasgos de personalidad diferentes resulta


tautológico (Santacreu, 2013).

Además, si bien las teorías descritas convergen en plantear que la personalidad


implica a individuos distintos cuyos elementos definitorios como individuos son estables e
incluso permanentes, como si la personalidad fuera algo con lo que se carga y se expresa en
todas partes, en lugar de ser dependiente de las contingencias presentes (John, Robins, &
Pervin, 2008). Al respecto, diversos autores son los que sustentan que el comportamiento
está determinado ya sea por la situación prevaleciente, entendida como una configuración
particular de estímulo, mientras que otros se inclinan que la estabilidad de la idiosincrásica
del comportamiento se mantiene a través de situaciones que comparten una misma estructura
contingencial.

Para ejemplificar el primer caso, Allport (1966) sostiene que:

Cualesquiera que sean las tendencias, residen en una persona, puesto que ésta
es la única poseedora de la energía que conduce a la acción. No hay duda de
que las situaciones, al ser diferentes, también darán por resultado tendencias
distintas de mi repertorio. Yo no sudo, salvo cuando hace calor, ni tirito, sino
cuando hace frío; pero la temperatura no es el mecanismo de la transpiración o
de los temblores. Mis capacidades y tendencias son interiores (p.3)

Aun cuando desde la postura de este trabajo no se sostiene que las tendencias del
comportamiento son interiores, sí se rescata que éstas dependen de ciertas condiciones, las
cuales, al cambiar, también cambia el comportamiento. Desde los inicios formales de la
psicología conductual, Watson expuso una conceptualización de la personalidad delimitada
por el paradigma estímulo-respuesta, en la cual el repertorio conductual de la persona es
descrito es cómo ésta responde a varias situaciones –estímulos- a las que se enfrenta. Este
patrón de respuesta es una función de la historia de aprendizaje, y, por tanto, no es presumible
algún patrón general o consistencia entre situaciones (John, Robins, & Pervin, 2008).
Posteriormente, el desarrollo de la teoría skinneriana, rechaza la ocurrencia de los conjuntos
conductuales, denominados rasgos, al margen de los estímulos (Skinner, 1953),
contrariamente, el comportamiento sólo se mantiene cuando las relaciones de respuesta y
reforzamiento y los estímulos discriminativos perduran en el tiempo, pero cuando las
18

condiciones de mantenimiento cambian, la conducta misma cambia (Mischel W. , 1973).


Incluso en posturas cognitivas, se sostiene que un estado de la personalidad, entendido como
un patrón de activación entre las cogniciones y los afectos, puede cambiar fácilmente cuando
las características situacionales cambian, aunque este cambio no es aleatorio, sino que la
relación entre las situaciones y el patrón de reacción es estable (Mischel & Shoda, 1995).
Estudios sobre de conducta moral (Hartshorne, May, & Shuttleworth, 1930) han demostrado
que, aun cuando hay cierta coherencia individual, las respuestas de los individuos cambian
de acuerdo a la situación. En suma, es paradójico que la personalidad muestre consistencia
en menor medida que la prevista, y que la situación o el contexto juega un papel crucial en
la regulación y la estructura de la consistencia conductual. (John, Robins, & Pervin, 2008).

Otros autores, por su parte, han acuñado la noción de estilos interactivos para referirse
a un modo idiosincrásico y consistente en situaciones contingencialmente similares o, en
otras palabras, en situaciones que comparten una estructura contingencial (Ribes, 1990a;
Ribes & Sánchez, 1990; Ribes, 2005; Ribes, 2009). Desde esta perspectiva algunos
experimentos han demostrado consistencia en algunos tipos de estructuras contingenciales
propuestos (Ribes & Sánchez, 1992; Ribes, Contreras, Martínez, Doval, & Viladrich, 2005;
Ribes & Contreras, 2007). En coincidencia, Mischel (1973) describe que “los cambios de
respuesta generados por las experiencias manipuladas de éxito o de fracaso se generalizan a
través de las tareas en la medida en que las situaciones son similares o se relacionan
funcionalmente” (p.26). Aunque este autor no hace una referencia explícita hacia la noción
de estructuras contingenciales sí refiere una consistencia en las respuestas de los individuos
a través de situaciones funcionalmente similares.

A manera de aclaración, este trabajo se adscribe parcialmente a la noción de estilos


interactivos evitando apelar al relativismo situacional, pues, si se sustenta que la
individualidad cambia en cada situación, habría tantos patrones individuales como
situaciones. Además, incluso cuando en este trabajo se sostiene que los estilos interactivos
son consistentes en situaciones que comparten la misma estructura contingencial, la
taxonomía de éstas últimas es totalmente distinta respecto de la planteada por Ribes y
Sánchez (1992).
19

2.2. Problemas metodológicos

De acuerdo a Ribes (1990a), los enfoques tradicionales han cometido dos errores
conceptuales: 1) establecer criterios de clasificación de las diferencias individuales basadas
en criterios a priori que incluyen clases de individuos; y 2) identificar las consistencias de
comportamiento con formas particulares o generales de comportamiento (Viladrich & Doval,
1998). Ambos errores son ejemplificados con los estudios de rasgos los cuales implican
forzosamente las comparaciones entre individuos, sin embargo, sólo proporcionan
diferencias de ubicación de un individuo en una población en relación con una escala de
medida que define la posesión mayor o menos de un rasgo.

Asimismo, en el estudio de la personalidad es la utilización de pruebas de lápiz y


papel como si el reporte verbal o las respuestas en un test dieran cuenta de la consistencia
idiosincrásica del comportamiento al margen de la situación que implica la prueba en sí
misma. En este sentido, apelar a las garantías técnicas de un autoinforme de evaluación de la
personalidad deja fuera las peculiaridades del comportamiento de los individuos, por tanto,
no debe confundirse la coherencia interna de una prueba ni la confiabilidad de un instrumento
con la consistencia del comportamiento en situaciones similares (Hernández, Santacreu &
Rubio, 1998). Estos diseños “experimentales” usan una gran cantidad de sujetos y a través
de técnicas del análisis estadístico buscan correlaciones dentro del amplio panorama de
variables que determinan. Sin embargo, lógicamente, el uso de poblaciones grandes oscurece
la variación del comportamiento individual (Harzem, 1984).

En suma, para estudiar los elementos que distinguen a un individuo de otro y que son
consistentes, en lugar de la utilización de instrumentos psicométricos y la categorización de
las morfologías del comportamiento, es necesaria la observación in situ de estos fenómenos
sin clasificar a cada individuo en categorías que sólo oscurecen las diferencias individuales
III. TEORÍA INTERCONDUCTUAL EN EL ESTUDIO DE LAS DIFERENCIAS
INDIVIDUALES

Tal como se describió previamente, una teoría se constituye a partir de un conjunto de


definiciones empíricas y de supuestos pertinentes respecto a los hechos que interesan a las
teorías, los mismos que están relacionados entre sí de modo sistemático (Hall & Lindsey,
1974). A continuación, se describen los supuestos y las definiciones esenciales de la teoría
interconductual con el fin de sentar las bases para el desarrollo de una teoría de la
individualidad.

La teoría interconductual permite subsanar gran parte de los problemas


epistemológicos y metodológicos previamente expuestos al definir como objeto de estudio a
la interconducta entendida ésta como “la interacción de organismos con objetos, eventos y
otros organismos, así como sus cualidades y relaciones específicas” (Kantor, 1978, pág. 91).
La interacción, a su vez, puede adoptar varias formas, por ejemplo, desde la manipulación de
las hojas de un libro hasta hablar del libro. La psicología interconductual, como modelo de
campo en que todos elementos integrantes se afectan simultáneamente, delimita su unidad de
análisis en el segmento conductual en cuyo núcleo se encuentra la interrelación entre la
actividad del organismo y la actividad del ambiente (función de respuesta y función de
estímulo, respectivamente), la cual se establece través del proceso histórico interconductual,
y la cual sólo es posible a través de un medio de contacto. A su vez, la interrelación
organismo-ambiente es modulada probabilísticamente por factores disposicionales
conformados por elementos situaciones, organísmicos e históricos.

De esta forma, al hablar de interconducta, se hace innecesaria e inadmisible cualquier


atribución a poderes, fuerzas, entes o estructuras internas determinantes del comportamiento;
en su lugar, se asume el compromiso de que el comportamiento está determinado por la
evolución ontogenética de la interacción del organismo con objetos de estímulo específicos.

El paradigma interconductual en torno al estudio de las diferencias individuales se ha


construido, de forma más significativa, en dos momentos distintos: el primero de ellos
encabezado por Kantor (1978) y Kantor y Smith (2015) en su definición de la Personalidad
Psicológica, y el segundo encabezado por Ribes y Sánchez (1990) y Ribes (1990a) en su
definición y propuesta metodológica para el estudio de los estilos interactivos. Dejando de
21

lado las particularidades de cada propuesta, ambas coinciden en cuatro aspectos: 1) la


individualidad como colección de eventos que comparten características y, por tanto, pueden
ser descritos como consistentes; 2) la ubicación del proceso de individuación en la historia
interconductual; y 3) la individualidad implica un individuo con un sistema reactivo
biológico; y 4) la individualidad psicológica como modos en los cuales un individuo
interactúa con cosa.

De forma particular, inicialmente, Kantor & Smith (2015) definieron la personalidad


como una unidad estructural de los fenómenos psicológicos que organiza las respuestas a
estímulos características de cada individuo e identificaron dos condiciones necesarias para
concebir la personalidad como unificación de eventos psicológicos: una unidad biológica del
individuo y una historia conductual que constituye una serie unificada de experiencias
conductuales que permite el desarrollo de un amplio número de sistemas de reacción que, en
conjunto, constituyen la información, destreza, habilidades, y capacidades del individuo.
Posteriormente, estos autores definen la personalidad de cuatro formas, como: a) “las formas
en que un individuo interactúa con cosas” (p.144); b) “la totalidad de las reacciones
particulares de un individuo, […] todo lo que hace y puede hacer” (p.145), refiriéndose a
habilidades, destrezas, capacidades y aptitudes, logros, hábitos, disposiciones y
temperamento, modales, aspiraciones, gustos, talentos, actitudes y miedos ; c) “una serie de
características conductuales o rasgos más o menos permanentes”(p.145); y d) el resultado de
la combinación particular de los sistemas de reacción específicos y diferentes (o rasgos).

Adicionalmente, Kantor (1978) reitera que las diferencias individuales surgen como
consecuencia de la evolución psicológica en la cual el individuo construye una forma de
hablar y sentir, de apreciar los usos y características. Aclara que la manera particular en que
operan los individuos y sus objetos estímulo en una situación determinada depende del modo
en que previamente han interactuado bajo condiciones definidas. Además, Kantor ubica la
relevancia del estudio de las diferencias individuales en su potencial predictivo.

En un segundo momento del desarrollo teórico de la personalidad desde una


psicología interconductual, Ribes y Sánchez (1990) la identifican como una categoría
descriptiva de la organización singular de cada individuo respecto a sus modos de interactuar
como resultado del desarrollo ontogenético singular de cada individuo, que pertenece al
22

dominio de las categorías disposicionales y no a las de ocurrencia. La diferencia lógica entre


estas dos categorías estriba en que mientras las categorías de ocurrencia pueden establecer
relaciones o conexiones causales, las categorías disposicionales sólo pueden establecer
predicciones de ocurrencias como tendencias o como propensiones de las cuales no es posible
predicar causalidad (Ryle, 2005). A su vez, la personalidad posee un sentido disposicional
de doble sentido: de tendencia respecto a sus modos de interacción dada la consistencia
observada en las interacciones previas y modal como enunciado de probabilidad que predica
la posibilidad de una interacción como capacidad funcional del individuo (Ribes, 1990a;
Ribes & Sánchez, 1990). La personalidad, asimismo, implica una morfología biológica y una
competencia conductual, es decir, implica un individuo con un sistema reactivo biológico
que sabe hacer ciertas cosas en determinadas circunstancias, apegándose a criterios diversos,
no obstante, la individualidad se ubica en el modo o estilo de comportamiento (Ribes, 1990a).

Ribes y Sánchez (1990) y Ribes (1990a) proponen el concepto de estilo interactivo


como auxiliar a personalidad con las siguientes características: 1) describe un modo
interactivo idiosincrático; 2) implica que dicho modo es configurado históricamente y que,
por tanto; 3) permite predecir tendencias interactivas particulares bajo condiciones
determinables. El concepto de estilo interactivo, además, comprende dos niveles de
especialidad; uno que se refiere a la situación interactiva como “contingencia identificable
en el nivel social” (p.15), y otro que comprende la función particular que describe el estilo
de cada individuo. Definen al estilo interactivo como un modo idiosincrásico, consistente y
relativamente invariante de comportamiento en el tiempo y en situaciones contingenciales
distintas. El estilo, como categoría disposicional difiere de otros términos disposicionales por
las siguientes características: mientras la competencia es la correspondencia funcional entre
morfologías de respuesta y objetos o eventos para producir resultados o efectos específicos,
y el motivo o inclinación es la elección o preferencia por ciertas situaciones, contingencias u
objetos, el estilo, por su parte, consiste en la manera en que un individuo enfrenta un tipo de
contingencia

Aunque existen diversos elementos con los cuales se pueden diferenciar a los
individuos entre sí, el problema de las diferencias individuales como tal sólo existe tomando
en cuenta aquellas diferencias características o singulares de un individuo que son suficientes
23

para distinguirlo de otro (Ribes, Contreras, Martínez, Doval, & Viladrich, 2005). Para la
delimitación de los estilos interactivos, proponen descartar aquellas diferencias que refieren
a las acciones en tanto tales (como morfologías) y aquellas que implican diferencias entre
individuos basadas en características compartidas como dimensión social. Dado que las
morfologías de comportamiento son más o menos compartidas en diverso grado en una
misma situación por los individuos integrantes de un grupo, éstas no permiten la valoración
de perfiles individuales. Por ello, de acuerdo a Ribes & Sánchez (1990) y Ribes (2005), se
requiere una doble estrategia funcional, por una parte, las situaciones ante las que se evalúa
la conducta diferencial de cada individuo deben estar definidas en términos de su estructura
contingencial, al margen de las características particulares de la morfología de los estímulos,
el contexto, etc. (Ribes & Sánchez, 1990; Ribes, 2005). Por otra parte, el comportamiento
del individuo debe identificarse como interacción, es decir, como la función que relaciona
ciertas morfologías de comportamiento con las contingencias genéricas que definen a una
situación funcionalmente (Ribes, 1990a; Hernández, Santacreu, & Rubio, 1999).

El estilo interactivo como modo refiere a una manera de comportarse estable


(invariante a través del tiempo) y consistente (invariante ante situaciones contingencialmente
idénticas) (Ribes, 1990a; Ribes & Sánchez, 1992; Ribes, Contreras, Martínez, Doval, &
Viladrich, 2005; Ribes & Contreras, 2007; Ribes, 2009). La consistencia hace referencia a la
constancia relativa que muestra la persona en su manera de comportarse respecto de sí
mismo. La función cuantitativa y cualitativa consistente de un individuo frente a los
parámetros de la estructura contingencial de una situación constituye lo llamado estilo
interactivo. El estilo, en tanto modo de actuar con una situación definida contingencialmente,
posee transituacionalidad particular y se manifiesta transmorfológicamente (Ribes &
Sánchez, 1990). Además, el estilo interactivo varía a partir de las variaciones paramétricas
de las dimensiones contingenciales comprendidas en cada arreglo. En este sentido, existen
tantos estilos como funciones describan la interacción paramétrica de los individuos respecto
a cada arreglo contingencial. En consecuencia, es imposible hablar de una persona carente
de estilo o de una clasificación de los estilos mismos (Ribes, 1990a; Ribes & Sánchez, 1990;
Hernández, Santacreu, & Rubio, 1999).
24

Dado que el estilo interactivo se concibe como la función entre los parámetros de una
situación-tipo, la personalidad, entonces, se concibe como el conjunto de estilos interactivos
en un mismo individuo que lo identifican psicológicamente como persona (Ribes, 2005). Si
bien las teorías tradicionales sugieren que es un fenómeno permanente (Allport G. W., 1966;
Cattell, The scientific analysis of personality, 1965; Freud, 1961; Eysenck, 1953; Sheldon,
1942), la individualidad, en tanto resultado de la historia biográfica, no es estática, sino es
una condición cambiante a través de la evolución histórica del individuo (Ribes, 1990a).

A modo de integración conceptual de estas aseveraciones acerca del estudio de las


diferencias individuales, Ribes plantea la necesidad de la estructuración de una teoría de la
individualidad que se fundamente en la historia interactiva del individuo en dos dimensiones
distintas: como estado resultante del desarrollo particular ontogenético y como proceso de
individuación entendido como evolución idiosincrática a través de fenómenos compartidos
por todos los individuos (2005). Particularmente, es una teoría dirigida a la identificación y
la predicción del comportamiento, no a la explicación. En el caso de la personalidad, las
propiedades lógicas se restringen a la identificación de las resultantes y tendencias
biográficas en el modo de comportamiento (Ribes, 1990a).

De esta forma, el estudio de la individuación, como proceso, se refiere a evaluar cómo


los procesos y condiciones únicas de un organismo singular interactúan y convergen en la
historia interactiva cuyo resultado son las consistencias individuales (Ribes, 2005). La
cuestión metodológica radica en cómo evaluar su efecto al margen de las contingencias y
factores disposicionales propios de la historia siempre presente en situaciones experimentales
nuevas con relevancia funcional como otras medidas conductuales además de la tasa y el
patrón de una singular respuesta repetitiva (Ribes, 1990a; Ribes & Sánchez, 1990).

Si cada individuo desarrolla una manera consistente de comportarse en un tipo de


situación determinada, la invarianza de la situación puede permitir evaluar el
comportamiento diferencial e idiosincrásico de cada individuo frente a ella (Ribes, 1990b).
Por ello, Ribes y Sánchez (Ribes & Sánchez, 1990) proponen una taxonomía de situaciones
en las que se evalúa la conducta diferencial de cada individuo. Esta taxonomía, de acuerdo a
estos autores, está definida en términos de su arreglo contingencial, al margen de las
morfologías de los estímulos, el contexto, etc. Además, la métrica la definen a partir de la
25

identificación de la función que relaciona a ciertas morfologías de comportamiento con las


contingencias genéricas que definen a una situación funcionalmente.

Estos autores definen doce arreglos contingenciales que refieren a tipos de relaciones
de contingencia genérica que prescriben opciones posibles y particulares de interacción del
individuo con las diferentes dimensiones de la contingencial, tales como las consecuencias,
las señales y las condiciones disposicionales diversas. Además aun cuando estos arreglos
pueden ser identificadas en ámbitos sociales, son ajenos a la dimensión social primaria, es
decir, a la interacción con otro individuo (Ribes, 1990a; Arend, Botella, Contreras,
Hernández, & Santacreu, 2003; Ribes & Contreras, 2007). En el apartado V se desglosan los
detalles de cada una de las doce estructuras contingenciales que se han propuesto.

Entre los arreglos contingenciales que se han elegido para su exploración


experimental y la verificación de la existencia de los estilos interactivos, se encuentran los
arreglos de tolerancia a la ambigüedad (Fuentes, 2011), tolerancia a la frustración y tendencia
al riesgo (Arend, Botella, Contreras, Hernández, & Santacreu, 2003; Ribes, Contreras,
Martínez, Doval, & Viladrich, 2005; Ribes & Sánchez, 1992).

En este último caso, Ribes & Sánchez (1992), en el primer experimento, expusieron
a seis docentes universitarios a una tarea experimental de tendencia al riesgo que consistió
en una simulación de dos carreras simultaneas de caballos mostradas a cada lado de la
pantalla. A los participantes no se les mencionó ningún requerimiento de respuesta
específica, sólo se les pidió apostar en el número del caballo el cual pensaran que ganarían
en una carrera particular. Sólo en el lado izquierdo se señalaban tres caballos como favoritos.
En el lado derecho no se señalaban los números favoritos. El experimento consistió de una
sesión de entrenamiento y cuatro fases de diez sesiones cada una, adicionalmente, se
programó una sesión de control en donde se “cerró” la contingencia. En esta última, se
entrenó a los participantes a usar dos palancas para elegir el número del caballo al que
apostarían, cada palanca correspondía a uno de los dos juegos. Por ensayo, se les indicó que
sólo podían oprimir el botón de una de las palancas. En la Fase 1 se mantuvo una probabilidad
y una magnitud promedio constante para ambos juegos que se diferenciaron por el rango en
el que oscilaba la magnitud del reforzamiento, mientras que en el lado izquierdo el rango fue
entre 20,000-30,000 puntos, en el lado derecho el rango fue entre 10,000-40,000 puntos. En
26

esta fase también se les dijo a los profesores que, mientras en el lado izquierdo los caballos
favoritos estaban señalizados, en el lado derecho no se señalaba ninguno de los caballos, pero
podían ganar más y en algunas ocasiones perder. En la Fase 2, los valores de la probabilidad
de reforzamiento para el lado derecho variaron cada dos sesiones, así como el promedio de
puntos por sesión. En la Fase 3, las contingencias programadas para el lado izquierdo fueron
las mismas que en la Fase 1, mientras que en el lado se programaron contingencias de
reforzamiento (cuya magnitud promedio de 40,000) y de castigo (cuya magnitud constante
fue de 10,000) con probabilidades de 0.4 y 0.6 respectivamente. En la Fase 4, las condiciones
fueron iguales que en la Fase 1. Posteriormente se llevó a cabo una fase de control de
contingencia cerrada con cinco sesiones en la cual se les dijo a los participantes que
encontraran el programa T (Schoenfeld & Cole, 1979) que estaba programa en el
experimento. En los resultados, las variables que se evaluaron fueron la frecuencia de
elecciones, la frecuencia de cambios (del lado izquierdo al lado derecho y viceversa) y el
número promedio de puntos por elección. Un común resultado en todos los sujetos fueron
los efectos producidos por las fases de extinción y de costo de respuesta, sin embargo, no se
observaron consistencias respecto a la preferencia por un lado u otro de la pantalla ni entre
ni intrasujetos. Consecuentemente, con el fin de evaluar las consistencias individuales, un
segundo experimento se llevó a cabo un año después con dos de los sujetos del Experimento
1. Durante el Experimento 2 se programaron los mismos valores de probabilidad y de
magnitud que en el Experimento 1, sin embargo, los cambios de los valores se hicieron intra-
sesión en lugar de entresesiones. Con el fin de representar una función que describiera las
consistencias individuales en una situación de tendencia al riesgo, se calculó una regresión
polinomial de nueve grados correlacionando la frecuencia de cambios de ambos lados con el
número de puntos acumulados. Las funciones de ambos participantes fueron muy similares
comparándolas intrasujeto. Los autores atribuyen los resultados (en cuanto a las diferencias
entre sujetos y la consistencia intrasujetos), en concordancia con Harzem (1984), a la historia
diferencial no especificada (al margen del experimento) en una situación particular.

Posteriormente este estudio fue replicado por Ribes y colaboradores (2005). En este
estudio cuatro participantes fueron expuestos a una versión modificada del experimento de
Ribes & Sánchez (1992)con el fin de replicar los hallazgos de las consistencias a través del
tiempo y de situaciones. Para evaluar la estabilidad del estilo interactivo se expuso a los
27

participantes a la misma tarea tres meses después del primer experimento. Respecto a la
evaluación de la transituacionalidad, los participantes también fueron expuestos a una tarea
que simulaba una inversión en la bolsa de valores en un segundo experimento también tres
meses después del primero. En el primer experimento, los valores de probabilidad asociados
a cada uno de los dos juegos (al lado derecho e izquierdo de la pantalla) varió intra y entre
sesiones. Las últimas cuatro sesiones fueron usadas como sesiones de control para evaluar el
efecto de las contingencias cerradas haciendo explícitas instrucciones precisas. La tarea del
primero y el segundo experimento fue similar a la simulación del juego de caballos del
experimento de Ribes & Sánchez (1992). En el segundo experimento, la tarea de inversión
en la bolsa de trabajo fue similar en operación y en instrucciones respecto a la primera tarea.
Con el fin de hallar una función que describiera las consistencias individuales a lo largo del
tiempo y en situaciones de tendencia al riesgo, se calculó una regresión polinomial de ocho
grados correlacionando frecuencia de cambios de ambos lados de la pantalla con el número
de puntos acumulados a través de las sesiones durante la contingencia abierta. El uso de la
regresión polinomial permitió apoyar la existencia de consistencias intra sujeto.

Entre las inconsistencias metodológicas de estas tareas se encuentra, por un lado, que las
preparaciones consisten en la elección de una carrera o una bolsa, lo cual tiene semejanza a
la definición que da Ribes (1990b) hacer de los motivos: “el motivo es la descripción genérica
del conjunto de ocurrencias de respuesta que implican la elección o preferencia de ciertos
objetos o eventos”. El problema radica en que justamente Ribes y Sánchéz (1990) distingue
el estilo de los motivos y las competencias y, en este tipo de tareas de elección, pareciera que
la elección ante una carrera y/u otra (puesto que esto conforma una de las variables
dependientes en sus experimentos) se vuelve relevante para identificar el estilo. Por otro lado,
otros autores que han realizado estudios exponiendo a los individuos a la estructura
contingencial de tendencia al riesgo (Doval, 1995) no han replicado los resultados en relación
a la consistencia e idiosincracia reportada por Ribes y Sánchez (1992). En el siguiente
apartado se expone con mayor detalle las inconsistencias teóricas y metodológicas que se
identificaron en la propuesta de Ribes y Sánchez (1992) que acaba de ser descrita.
IV. PROPUESTA DE UNA TAXONOMÍA PARA EL ESTUDIO DE LOS ESTILOS
INTERACTIVOS

Para entender cabalmente el problema de la individuación psicológica y la metodología para


su estudio, se organizan las cuestiones más generales en cinco preguntas eje que refieren,
respectivamente, a la intensión de la individualidad, la extensión de la individualidad, el
estatus lógico de la individualidad, la naturaleza o génesis de la individualidad y la
metodología para identificar la individualidad.

4.1. Intensión de la individualidad: ¿Qué es lo que caracteriza a un individuo como


individuo?

El elemento conceptual que permita identificar la individualidad de un organismo que


despliega comportamiento psicológico debe cumplir con dos características básicas. Debe
permitir distinguir a los individuos entre sí, dotarlos de singularidad apartando aquellos
elementos conductuales compartidos (idiosincrasia a partir de generalidades). El segundo
criterio refiere a la identidad del individuo en tanto el individuo responde de una forma
similar en momentos distintos (consistencia en el comportamiento). Para tratar de satisfacer
tales características se acuñó el término de estilo interactivo, entendido éste como el modo
idiosincrásico de comportamiento. Modo, a su vez, definido como la consistencia a través de
situaciones funcionalmente similares y a través del tiempo (Ribes & Sánchez, 1990). Sin
embargo, entendiéndose funcional como una covariación de elementos, y situación, desde su
denotación etimológica, como el establecimiento de ciertos objetos (es decir, consiste en un
adverbio de lugar), resulta poco inteligible la noción de situaciones funcionalmente similares.

Eludiendo tales problemas conceptuales, en este escrito se entenderá al estilo


interactivo como una configuración idiosincrásica y consistente del ajuste conductual en
estructuras contingenciales similares bajo el cumplimiento de un criterio.

La primera parte (configuración idiosincrásica y consistente…) de esta definición


recupera tanto el supuesto de las teorías tradicionales de la personalidad (Allport G. W., 1961;
Cattell, The scientific analysis of personality, 1965; Eysenck, 1953; Freud, 1961; Jung, 1923)
como las definición de Kantor y Smith (2015) y Ribes y Sánchez (1990) acerca de que todos
los individuos hacen cosas de una forma singular y perdurable a través del tiempo. La
29

segunda parte (... en estructuras contingenciales similares…) rescata parcialmente las


posturas que identifican la idiosincrasia de los individuos en situaciones particulares
(Hartshorne, May, & Shuttleworth, 1930; John, Robins, & Pervin, 2008; Mischel W. , 1973;
Mischel & Shoda, 1995; Skinner, 1953), sin embargo, en un rechazo por otorgar a la
individualidad un carácter particularmente situacional, se establece una forma de
categorización de las situaciones con fines descriptivos y predictivos a partir de las relaciones
de contingencia que en éstas operan, de tal manera que se hace explícito que el ajuste
idiosincrásico y consistente se identifica en situaciones con estructuras contingenciales
similares. El último segmento de la definición (…bajo el cumplimiento de un criterio)
describe que todas las estructuras contingenciales implican requisitos de respuesta que
corresponden con los criterios de ajuste propuestos por Carpio (1994). Los criterios de
ajuste describen “la consistencia psicológica en términos progresivamente más complejos e
inclusivos” (p. 64) y se corresponden con los cinco niveles de actitud funcional descritos en
Ribes y López (1985). En orden de complejidad ascendente, el criterio más simple,
denominado de ajustividad, describe el ajuste temporo-espacial de la respuesta en relación a
los parámetros temporo-espaciales de los eventos de estímulo. Le sigue el criterio de
efectividad que refiere a la adecuación temporal, espacial, topográfica, duracional e intensiva
de la respuesta para regular la ocurrencia y los parámetros temporo-espaciales de los eventos
de estímulo. El criterio de pertinencia describe la variabilidad efectiva de la respuesta y sus
propiedades de acuerdo con la variabilidad del ambiente y sus condiciones.
Subsiguientemente, el criterio de congruencia refiere a la correspondencia de las
contingencias que se establecen por sustitución lingüística con las contingencias
situacionales efectivas de la situación. Por último, el criterio de ajuste más complejo describe
la correspondencia entre contingencias que se establecen únicamente como productos
lingüísticos.

De tal forma que, asumiendo que en toda situación con relevancia psicológica existe
un criterio de ajuste, no es posible hablar de situaciones ausentes de criterio. Los estilos
interactivos siempre se identifican en situaciones que establecen requisitos de respuesta.

4.2. Extensión de la individualidad: ¿Hay entidades que la tienen o hay otras que no?
30

En tanto los organismos tienen una evolución ontogenética individual (aunque configurada
a partir de procesos compartidos –principios del comportamiento-), se organizan ajustes
particulares frente a situaciones con características similares. Entonces todos los organismos
que desarrollan comportamiento psicológico también desarrollan una configuración
idiosincrásica y consistente de su ajuste.

4.3. Estatus lógico de la individualidad: ¿Qué tipo de categoría es el estilo interactivo?

Muchos de los conceptos que se usan para describir la conducta son conceptos
disposicionales cuyo problema radica en que han sido identificados como descripciones de
facultades o estados internos con propiedades explicativas. En el estudio de las consistencias
individuales impera esta confusión lógica.

El término individualidad psicológica denota diferencias entre individuos y


consistencia intraindividual, estas diferencias son observables en el comportamiento de un
individuo en el ajuste a un criterio. Para referirse a esta configuración particular del ajuste
conductual de un individuo a través de condiciones similares, se redefinió el término de estilo
interactivo.

El término de estilo interactivo, por naturaleza, no denota un evento u ocurrencia


particular, por tanto, no puede ser utilizado para establecer relaciones explicativas. En este
sentido, no es posible decir que Pedro dibuja árboles de x manera debido a su estilo
interactivo. Tampoco es posible decir que el estilo interactivo de Pedro da cuenta de su
conducción tan imprudente. En el lenguaje coloquial es muy común escuchar, por ejemplo,
cuando a Juan se le pide dinero y no lo quiere prestar, se dice que Juan es una persona
envidiosa. Decir que Juan es “envidioso” acarrea dos problemas que han sido cometidos por
otras teorías de la personalidad. En primer lugar, se cree que la “envidia” es un atributo o
característica propia de Juan que determina su conducta “envidiosa”. Entonces se cae en la
tautología de “es envidioso porque no presta dinero” y “no presta dinero porque es
envidioso”. En segundo lugar, se interpreta la oración “Juan es envidioso” como si fuese una
oración episódica. Es decir, el segundo problema radica en predicar tendencias a partir de
una ocurrencia particular. En adición a este ejemplo, supóngase que Juan ha hecho cosas
categorizadas como envidiosas en repetidas veces, de tal forma que, en tanto oración
disposicional, es válido decir que “Juan es envidioso”. En este punto, tampoco debe pensarse
31

que tal oración indicativa informa sobre un acontecimiento existente en el presente, es decir,
no debe interpretarse que “Juan está haciendo x cosas envidiosas”, sino más bien que, en
ciertas condiciones, Juan puede hacer tales cosas categorizadas como envidiosas. A manera
de aclaración, aun cuando en este ejemplo se incluyeron adjetivos y adverbios utilizados en
la lengua castellana, no debe confundirse al estilo interactivo con adjetivos ni con adverbios
propios del lenguaje coloquial que no pertenecen a un lenguaje científico de la teoría que
aquí se describe.

El estilo interactivo pertenece al dominio de las categorías disposicionales (Ryle,


2005) específicamente, es un término que denota tendencia en tanto incluye una colección
de eventos previos. Y, en tanto término disposicional, el estilo interactivo no describe estados
de cualidades o facultades del individuo, sino conjuntos de ocurrencias que comparten
condiciones particulares cuya función es la de predecir e identificar instancias de dichas condi
ciones. A diferencia de los términos disposicionales que denotan capacidades o propensiones,
las tendencias tienen mayor probabilidad de ocurrencia. Ejemplificando los casos que no son
tendencia, una persona se predica su capacidad de tocar el piano si, al tener frente un piano,
puede tocar una melodía, y, por otra parte, se puede decir que esa persona podría aprender a
tocar la guitarra si tomara cursos de ello. Sin embargo, decir que alguien tiende a tomar café
cuando hace frío implica una mayor probabilidad de que, bajo condiciones invernales, tome
café. Aunque “tiende a” implica “puede”, poder no implica a una tendencia. En este sentido,
sólo se puede predicar un estilo interactivo, si se observa que el ajuste del individuo se
configura de la misma forma en varios episodios que comparten una misma estructura
contingencial.

4.4. Génesis de la individualidad: ¿Cómo se configura la individualidad?

La génesis de la individualidad psicológica se ubica en el desarrollo ontogenético y singular


de cada individuo.

4.5. Metodología para el estudio de la individualidad: ¿Cuáles son los criterios


metodológicos a satisfacer en el estudio experimental de la personalidad?

De acuerdo a Ribes & Sánchez (1990), sugieren que las situaciones ante las que se evalúa la
conducta diferencial de cada individuo deben estar definidas en términos de su estructura
32

contingencial, al margen de las características particulares de la morfología de los estímulos,


el contexto, etcétera (Ribes & Sánchez, 1990; Ribes, 2005). Por otra parte, el comportamiento
del individuo debe identificarse como interacción, es decir, como la función que relaciona
ciertas morfologías de comportamiento con las contingencias genéricas que definen a una
situación funcionalmente (Ribes, 1990a; Hernández, Santacreu, & Rubio, 1999).

De esta forma, el estudio de la individuación, como proceso, se refiere a evaluar cómo


los procesos y condiciones únicas de un organismo singular interactúan y convergen en la
historia interactiva cuyo resultado son las consistencias individuales (Ribes, 2005). La
cuestión metodológica radica en cómo evaluar los efectos de la historia (Ribes, 1990a).

Tradicionalmente se han empleado tres estrategias para inferir la historia psicológica:


1) la interpretación de lo que el individuo hace en el presente con base en supuestas
correspondencias universales más o menos compartidas que obligadamente ocurren en la
evolución temprana de la persona; 2) el propio reporte o informe verbal que da el individuo
sobre su pasado; 3) acudiendo al concepto de memoria como una entidad permanente que
reactualiza el pasado. En el análisis experimental de la conducta, se identifica la historia
psicológica con el de la sucesión de condiciones contingenciales (Ribes, 1990a). Cuando esta
sucesión no es directamente observable, la historia se identifica con el repertorio de conducta
disponible en el individuo. Se pueden identificar dos tipos de historias diferenciales entre
individuos (Ribes, 1990b): las referidas a capacidades y competencias, y las relacionadas con
la forma idiosincrásica y consistente de responder denominada estilo interactivo. Si bien las
capacidades y competencias se vinculan a situaciones cuyos criterios que se satisfacen con
una clase de respuesta particular, es decir, son evaluadas bajo contingencias cerradas, la
personalidad tiene que ver con la singularidad en el cumplimiento de los criterios que puede
ser observada con mayor claridad en circunstancias en la que existen múltiples clases de
respuesta que permitan satisfacer el criterio, es decir, en contingencias abiertas.

Para el estudio de los estilos interactivos se requiere que las tendencias conductuales
funcionales no correspondan a las que son reguladas por demandas específicas, puesto que
ello implicaría el encubrimiento del estilo interactivo dadas las características de
especificidad de dicha situación. De forma contraria, las contingencias que no especifican
requerimientos específicos de respuesta o criterios de efectividad, denominadas
33

contingencias abiertas, pueden facilitar la influencia de la biografía conductual de los


individuos, lo que sugiere utilizar tareas experimentales con instrucciones que no describan
ningún resultado esperado o un requerimiento de respuesta específico para la evaluación de
los efectos de la biografía conductual (Ribes & Sánchez, 1990; Ribes & Sánchez, 1992;
Hernández, Santacreu, & Rubio, 1999; Ribes, Contreras, Martínez, Doval, & Viladrich,
2005; Doval, 1995). En contraste con las contingencias cerradas, las cuales demandan una
respuesta específica o un requerimiento, las contingencias abiertas permiten un ajuste
variante acorde a los antecedentes biográficos en lugar del ajuste al criterio presente en la
situación, en estos casos (Ribes & Contreras, 2007). Si la naturaleza cerrada de una
contingencia dificulta el efecto directo y observable de las variables históricas, la evaluación
de los estilos interactivos debe realizarse en condiciones que eliminen estas restricciones, es
decir, en contingencias abiertas.

Como aclaración, la distinción entre contingencias abiertas y cerradas no debe recaer


en la explicitación o no explicitación de ciertas especificidades de la respuesta, sino, bajo el
supuesto de que todas las situaciones requieren de algún criterio, el continuo entre
contingencias abiertas y cerradas (Ribes & Contreras, 2007) debe definirse a partir de la
cantidad de clases de respuesta que pueden cumplir el criterio en una situación particular. De
este modo, en el caso extremo de contingencia cerrada, sólo existiría una forma particular (o
una clase de respuesta específica) que podría satisfacer el criterio de la situación (vr.gr. abrir
una puerta girando el picaporte con la mano derecha ejerciendo una fuerza de 2 N y
contrayendo el brazo). De forma contraria, en un caso extremo de contingencia abierta sería
posible satisfacer el criterio un número casi infinito de posibilidades –clases de respuesta-
(vr.gr. Dibujar una persona, describir a qué se asemeja una mancha de tinta).

Uno de los antecedentes en el análisis experimental de las diferencias individuales se


ubica en el estudio de Harzem (1984), en el cual 54 participantes respondieron, durante una
hora, a la tecla de un telégrafo y cada vez que el requisito del programa era cumplido, el
contador incrementaba una unidad. El programa de reforzamiento del experimento consistió
en un programa mixto DRL 20-segundos, RF 40, DRL 40-segundos y RF 30. Las
instrucciones no especificaron un criterio de efectividad, sólo mencionaron que la presión de
la tecla estaba relacionada con la obtención de puntos. Las instrucciones de este estudio
34

fueron Cada vez que ganes un punto, aparecerá en el contador frente a ti. Presionar la tecla
está asociado con la obtención de puntos. Me gustaría ver cuántos puntos puedes ganar. Los
datos de este estudio indicaron que existen patrones ordenados y consistentes de
comportamiento en situaciones en las cuales no se hacen explícitos los criterios de efectividad
o algún requerimiento de respuesta particular. No obstante, aun cuando no existía un
requerimiento explícito, concibiendo a las contingencias abiertas como aquellas cuyo
criterios es en potencia satisfecho por una amplia gama de clases de respuesta, la contingencia
a la que se expuso a los participantes no corresponde con las que aquí se entienden como
contingencias cerradas, además, los registros acumulativos de los participantes se agruparon
en cuatro categorías, por lo cual no es posible llegar a conclusiones respecto a la idiosincrasia
de los individuos. Un estudio en el que identifican comportamiento idiosincrásico y diferente
entre individuos es el de Lozano, Hernández y Santacreu (2011) cuya preparación sí puede
categorizarse como una contingencia abierta. En este estudio se observó una amplia
variabilidad entre individuos en una tarea de elección en la que operaba un programa de
reforzamiento RF3. En esta tarea, se les pidió a los participantes seleccionar diferentes
banderas de entre 10 posibles que eran presentadas en la pantalla de una computadora. Se
consideró como una respuesta la opresión a la bandera de Brazil en tres ocasiones. Los
autores reportaron que un amplio número de participantes mostraron una secuencia
idiosincrásica, sistemáticamente repetidas, las cuales incluían necesariamente las tres
opresiones al botón efectivo por lo oprimieron más de tres botones por ensayo. Los autores
sostuvieron que los participantes habían aprendido una secuencia diferente con base en las
contingencias efectivas. Concluyeron que el comportamiento fue estereotipado y diferente
de otros individuos

A diferencia de la mayor parte de las teorías de la personalidad (i.e. Allport, 1921;


Cattell, 1965) que depositan la explicación del comportamiento dentro del individuo lo que,
en consecuencia, omite cualquier consideración acerca de las variaciones del ambiente
asumiendo una consistencia permanente en el comportamiento de los individuos a través de
distintas condiciones, de forma opuesta, son pocas las teorías delimitan la consistencia a
partir de la similitud entre las condiciones, por ejemplo, se ha observado que lo que las
personas hacen en las situaciones y los tests puede verse afectado por numerosas
manipulaciones ambientales (Mischel W. , 1973), lo cual refuta las suposiciones acerca de la
35

permanencia e inmutabilidad del comportamiento a través de las condiciones. La propuesta


presentada en esta tesis se suscribe a esta segunda clase de teorías.

En congruencia con la necesidad de clasificar las situaciones, Ribes y Sánchez (1990)


propusieron una clasificación de situaciones basada en la literatura acerca de la personalidad
y del comportamiento social, de manera tal que identificaron doce estructuras
contingenciales definiendo dimensiones contingenciales particulares para cada una de las
situaciones. Los autores mencionan que la identificación de las estructuras contingenciales
se realizó con base en tres criterios, a saber, que fueran: a) situaciones vinculadas con
dimensiones exploradas tradicionalmente por la psicología de la personalidad, b) situaciones
sociales que pudieran ajustarse a preparaciones experimentales sin la participación de una
segunda persona y c) condiciones susceptibles de ser formuladas en términos de dimensiones
y parámetros contingenciales ante las cuales correlacionar las variaciones reactivas de cada
individuo (Ribes, 2005).

La definición de las estructuras contingenciales que proponen y sus respectivas


dimensiones susceptibles a evaluación son las siguientes:

1. Toma de decisiones: posibilidad de emitir una sola respuesta ante contingencia que
implican estímulos competitivos o inciertos en tiempo.
1.1. Incompatibilidad temporal de respuestas.
1.2. Impredictibilidad temporal de la oportunidad de repuestas.
1.3. Suplementación múltiple interdependiente.

2. Tolerancia a la ambigüedad: imposibilidad de discriminar la relación contingencia-no


contingencia, o irrelevancia de la señal con respecto a la contingencia.
2.1. Carencia de relación de contingencia entre señal y consecuencia.
2.2. Relación cambiante de contingencia entre señal y consecuencia a una relación
opuesta dada una ejecución estable.
2.3. Cambio de relación previa entre señal y consecuencia a una relación opuesta dada
una ejecución estable.
2.4. Cambio de la relación previa entre señal y consecuencia a una relación
indiscriminable dada una ejecución estable.
36

3. Tolerancia a la frustración: mantenimiento de la ejecución bajo condiciones no


señaladas de interferencia, disminución, pérdida o demora de las consecuencias.
3.1. Pérdida no señalada de consecuencias.
3.2. Interferencia o pérdida de las consecuencias no contingentes
3.3. Disminución brusca de la probabilidad de la consecuencia.
3.4. Demora no señalada en la consecuencia.
3.5. Interferencia o bloqueo en la oportunidad de responder.
3.6. Incremento no señalado en la cantidad de respuestas.
3.7. Castigo negativo señalado no contingente.

4. Logro: mantenimiento u opción de ejecuciones bajo condiciones señaladas de requisito


creciente de respuesta relativa o absoluta.
4.1. Mantenimiento de la ejecución ante condiciones señaladas de requisito de
respuestas creciente.
4.2. Elección de condiciones de mayor requisito correlacionadas con mayor
suplementación.
4.3. Mantenimiento o elevación de ejecución bajo condiciones adicionadas señaladas
de suplementación no contingente, ante requisito de respuesta constante.
4.4. Señalización verbal y no verbal de los criterios de respuesta.

5. Flexibilidad al cambio: cambios de respuesta ante un número finito de contingencias no


señaladas o señaladas inespecíficamente en alteración o al azar.
5.1. Cambios frecuentes no señalados en las contingencias.
5.2. Suplementación múltiple independiente.
5.3. Número limitado de contingencias posibles.

6. Tendencia a la transgresión: responder ante señales de no responder.


6.1. Concurrencia de señales de responder y no responder.
6.2. Concurrencia de respuestas.
6.3. Suplementación única como mínimo para ambas respuestas.
37

6.4. Producción contingente de la suplementación por cualquiera de las respuestas

7. Curiosidad: diversificación de respuestas y estímulos ante contingencias presentes que


no lo requieren o preferencia por contingencias variables.
7.1. Elección de situaciones con contingencias cambiantes.
7.2. Responsividad a contingencias no prescritas.

8. Tendencia al riesgo: opción por contingencias señaladas con probabilidades reales o


aparentes de consecuencias de mayor valor y/o pérdida contingente asociadas, ante
contingencias alternativas de constancia relativa.
8.1. Señalamiento de probabilidades concurrentes de mayor magnitud y mayor costo.
8.2. Mantenimiento de contingencia señalada constante.

9. Dependencia de señales: ajustes de la respuesta a señales repetitivas o eventuales que


son redundantes a la contingencia, y efectos en la ejecución estable cuando se retiran las
señales sin que cambien los criterios de administración de las consecuencias.
9.1. Presentación y/o eliminación de estímulos adicionales a la función operativa.
9.2. Eliminación de la señal sin modificar la consecuencia
9.3. Introducción de una señal con historia de señalización distinta en una ejecución
estable no señalada

10. Responsividad a nuevas contingencias y señales: efectos en la respuesta ante nuevas


señales frente a la misma contingencia o ante nuevas contingencias cuando se mantienen
las mismas señales
10.1. Cambios en la contingencia señal-consecuencia manteniendo constante la tarea o
viceversa
10.2. Cambio en la contingencia señal-consecuencia y en la tarea
10.3. Cambio en la consecuencia manteniendo constante la señal
10.4. Cambio en la señal manteniendo constante la consecuencia
10.5. Cambio en la relación tarea-consecuencia manteniendo constante la señal
10.6. Cambio en la relación señal-tarea manteniendo constante la consecuencia
38

11. Impulsividad- no impulsividad: correspondencia de la respuesta a las condiciones


disposicionales o no disposicionales (señalamientos y consecuencias) en una situación
cuyos componentes contingenciales no son funcionalmente homogéneos.
11.1. Tipo de respuesta requerida y señalada.
11.2. Tipo de instrucción disposicional: auspicio, motivo, capacidad, estado de ánimo,
emoción, expectativa, etcétera.
11.3. Tipo de correspondencia entre la ocurrencia de la señal y/o la consecuencia relativa
de disposición instruida.

12. Reducción de conflicto: respuestas ante señales concurrentes opuestas o ante opciones
de respuesta que implican consecuencias opuestas o competitivas.
12.1. Características de la respuesta de elección y dimensiones dinámicas de la
respuesta.
12.2. Concurrencia de señales de funcionalmente competitivas u opuestas.
12.3. Concurrencia de consecuencias competitivas y opuestas.
12.4. Concurrencia de contingencias competitivas y opuestas.
12.5. Inevitabilidad de la elección y de la exposición a la concurrencia.

En el apartado IV se exponen algunos de los procedimientos que han hecho uso de esta
categorización para evaluar si es posible observas estilos interactivos en algunas de estas
estructuras contingenciales descritas.

Habiendo descrito las estructuras contingenciales propuestas por Ribes & Sánchez (1990),
cabe hacer ciertas aclaraciones en torno a términos que pueden suscitar a confusión como lo
son las señales y la suplementación cuyo uso es similar al descrito en Teoría de la Conducta:
un análisis de campo y paramétrico (Ribes & López, 1985). En primer lugar, la función
suplementaria refiere a un tipo de interacciones entre el organismo y el ambiente en las que
la acción del organismo transforma el medio al provocar y/o eliminar objetos y eventos a los
que, sincrónicamente, responde. En las relaciones suplementarias, la respuesta Ry
suplementa la relación entre el evento antecedentes y el evento contingente a la respuesta (o
terminal). El estímulo terminal, a su vez, produce una respuesta cuya relación entre ambos
39

eventos de estímulo constituye una contingencia contextual. En este tipo de interacciones, la


respuesta Rx ante el estímulo Ex (estímulo contextualizador y suplementario) es contingente
a la ocurrencia de una respuesta Ry (respuesta ante el estímulo contextualizado Ey). En un
ejemplo típico del condicionamiento operante, la ingesta (Rx) de una gota de agua (Ex) es
contingente a ejercer presión (Ry) sobre una palanca (Ey). Sin embargo, a diferencia del
condicionamiento operante, la mera presentación de la gota de agua (Ex) no “refuerza” la
presentación de ejercer presión (Ry) sobre la palanca (Ey), sino que la probabilidad de la
contingencia Ey-Ry se modifica sólo como consecuencia de la contingencia Ex-Rx. La
función contextual contenida en la contingencia suplementaria consiste en que la palanca
(Ey) adquiere las propiedades funcionales de la relación entre el alimento (Ex) y la
interacción con éste (Rx), lo que incluso explica por qué las ratas muerden la palanca. En
segundo lugar, para definir a las señales cabe adicionar eventos de estímulos a Ey que, en
conjunto, integran un estímulo compuesto. Estos eventos de estímulo Ev y En, coinciden con
el lo denominado control de estímulo, en específico, con lo llamado estímulo discriminativo
y estímulo delta, respectivamente. En suma, al hablar de señales se está refiriendo a los
estímulos compuestos Eyv o Eyn que determinan la producción/no-producción) del estímulo
Ex, respectivamente, como contingente a Ry.

Aun habiendo aclarado estos conceptos, un considerable puñado de problemas


conceptuales falta por atender. En principio, la referencia a esas estructuras contingenciales
como tales refleja ignorar el significado de ambas palabras. De acuerdo a la Real Academia
Española, una estructura refiere a “la disposición o modo de estar relacionadas las distintas
partes de un conjunto” (es decir, la configuración u orden); por su parte, contingencial denota
la existencia de relaciones de dependencia. En este sentido, una estructura contingencial es
la disposición, modo u organización de las relaciones de contingencia. Dada estas
connotaciones, definir supuestas estructuras contingenciales de formas como “posibilidad de
emitir una sola respuesta”, “imposibilidad de discriminar la relación contingencia-no
contingencia”, “mantenimiento de la ejecución”, “cambios de respuesta”, “responder ante
señales de no responder”, etcétera, no refieren disposiciones o configuraciones de las
relaciones de dependencia, sino descripciones del responder del individuo, las cuales sólo
pueden ser hechas ex post facto. En adición, la lista de las doce “estructuras” previamente
expuesta carece de uno (o varios) criterios que permitan una organización coherente de las
40

mismas, más allá de su identificación “cuasintuitiva” (Ribes, 1990b, pág. 243). Además, sus
denominaciones conllevan problemas semánticos, en el sentido que pueden ser leídos como
si los individuos fueran tendientes a la transgresión, curiosos, impulsivos, etcétera, como en
las teorías que clasifican las diferencias de los individuos en rasgos y tipos de la personalidad.

Con el fin de subsanar los problemas conceptuales previamente expuestos, y así evitar
problemas metodológicos, se propone una metodología distinta para el estudio de los estilos
interactivos. Dado que previamente se definió a un estilo interactivo como una estilo
interactivo como una configuración idiosincrásica y consistente del ajuste conductual en
estructuras contingenciales similares bajo el cumplimiento de un criterio, un ejercicio de
clasificación de los estilos borraría la idiosincrasia psicológica de los individuos (tal como
las aproximaciones que clasifican a las personas en rasgos), por tanto, en concordancia con
la propuesta de Ribes y Sánchez (1990), en el estudio de las diferencias individuales, lo que
se necesita clasificar son las estructuras contingenciales, y no así las maneras de comportarse
en ellas. La distinción respecto a esa propuesta recae en el hecho de definir, en el presente
trabajo, a las estructuras contingenciales con base en relaciones de dependencia organizadas
de cierta forma, y no a partir de descripciones del responder del individuo
independientemente de los elementos a los que éste es contingente y de aquellos que de éste
dependen.

La taxonomía de estructuras contingenciales aquí propuesta se basa en tres


parámetros eje que fungen de criterios de ordenación de la misma. Esta taxonomía está
conformada por ocho estructuras contingenciales derivadas a partir de los valores
dicotómicos de cada uno de los tres parámetros. Cada una de las ocho estructuras
contingenciales presenta parámetros particulares que pueden ser evaluados con el fin de
observar si el estilo interactivo se mantiene a lo largo de estas variantes paramétricas. El
propósito de una taxonomía de estructuras contingenciales es, entre otras cosas, la
comprobación de la tesis que se defiende en este escrito: los estilos interactivos de los
individuos son consistentes intraestructuras y diferentes entre-estructuras definidas a partir
de la contingencia Ry-Ex, la señalización de la disponibilidad de Ex y la distribución
temporal de la disponibilidad de Ex.
41

Los tres parámetros en que se basa la taxonomía propuesta fueron abstraídos a partir
de las relaciones de dependencia entre las señales Ev y/o En, con las clases de respuesta (Ry)
y con los eventos contingentes a ésta última (Ex-Rx). A su vez, los parámetros se respaldan
en datos empíricos obtenidos desde el análisis experimental de la conducta en relación con a
las diferencias individuales, por ejemplo, en los casos en que se han diagnosticado “trastornos
de la personalidad” tales como esquizofrenia, se han empleado técnicas de modificación de
conducta basadas, principalmente, en la modificación de las relaciones de contingencia entre
la respuesta (denominada algunas veces “problema”) y los eventos dependientes a ésta, ya
sea sólo suprimiendo la relación (en el caso de la extinción), modificando los eventos
contingentes a la respuesta (i.e. castigo) o programando eventos contingentes ante otras
respuestas, por ejemplo, socialmente aceptadas (i.e. reforzamiento de otras conductas, RDO).
Loovas, Freitag, Gold y Kassorla (1965) realizaron una serie de observaciones para
identificar las condiciones que controlaban la ocurrencia las conductas que definieron como
autodestructivas de una niña. La conducta autodestructiva de la niña de nueve años fue
definida como golpearse la cabeza y los brazos, pellizcarse y abofetearse repetidamente. De
forma principal, el estudio evaluó los efectos del programar un período de extinción
(retirando la atención) de la conducta autodestructiva. Los resultados mostraron que, durante
la fase de extinción, la conducta autodestructiva aumentaba en frecuencia y magnitud hasta
que “lograba” restablecer la atención. Asimismo, se observó que la niña se comportaba
diferencialmente en relación a las condiciones, específicamente, se reportó que el día en que
las conductas autodestructivas en el salón de música llegaron a su cúspide, fue su “mejor”
día en el salón prescolar. Los resultados de este estudio sugieren que el comportamiento es
sensible ante el cambio en las estructuras contingenciales, de forma específica, la respuesta
es sensible tanto a los eventos que señalizan la ocasión del responder como a los eventos
contingentes a la respuesta.

Considerando lo anterior, el primer criterio de la taxonomía propuesta se identificó


en la relación de dependencia entre las clases de respuestas que tienen un efecto en el
ambiente (Ex) y el efecto en sí mismo (Rx), el ejemplo más común del condicionamiento
operante. Los valores dicotómicos de este criterio (contingencia Ry-Ex) refieren a 1) la
posibilidad de alterar el ambiente produciendo un evento contingente (Ex) mediante varias
clases de respuestas (cuyo símbolo para referirlo será C); o 2) la imposibilidad de regular la
42

presentación del evento Ex (cuyo símbolo para referirlo será C), caso en el cual no podría
llamarse evento suplementario. Ejemplificando, 1) la gota de agua (Ex) como dependiente
del palanqueo y 2) la gota de agua (Ex) presentada independientemente al palanqueo (ni a
ninguna otra respuesta del organismo). Es decir, este criterio puede adoptar las variantes de
contingencia (C)/ no contingencia(C). El primer caso se ejemplifica con los programas de
reforzamiento constantes e intermitentes, mientras que el segundo caso se ejemplifica con
los programas de Tiempo Fijo y Tiempo Variable. Es necesario aclarar que, en los casos de
contingencia Ry-Ex (como el ejemplificado por el estudio de Lovaas et. col., 1965), la
contingencia Ry-Ex adquiere propiedades disposicionales que aumentan la probabilidad de
la ocurrencia de la relación Ey-Ry. En este sentido, cuando sólo existe una clase de respuesta
(Rx) que provoca la presentación del estímulo reforzador, la exposición de varios individuos
a la misma situación promovería que todos los individuos expuestos en esta condición
emitieran Rx ensombreciendo las diferencias individuales. Por tanto, como se mencionó
previamente, para los casos de contingencias abiertas, es necesario que en la relación Ey-Ex
pueda ser mediada por múltiples clases de respuesta (Ry1, Ry2, Ry3, …, Ryn).

El segundo criterio está amparado en las teorías de la personalidad que consideran


que las formas de comportamiento idiosincrásicas dependen de la situación en la que los
individuos interactúan. Bajo el supuesto de que por “situación” refieren a que existen
estímulos que poseen funciones de respuesta diferenciales para cada individuo, se consideró
como segundo criterio la presentación/no presentación de señales Ev y/o En en conjunto con
Ey (la palanca en uno de los ejemplos previos). De tal forma que los estímulos compuestos
Eyv o Eyn determinan la producción (no-producción) del estímulo Ex. Un ejemplo simple
de este parámetro es la presentación del color verde (Ev) en el semáforo señala que llegar al
otro lado del crucero (Ex) será contingente a oprimir el acelerador (Ry), mientras que el color
rojo (En) en el semáforo que señala la ocasión en la que no llegar al otro lado del crucero
(Ex) será contingente tanto a oprimir el acelerador (Ry) como a no oprimirlo (Ry).
Previniendo cualquier réplica respecto a la necesidad de abarcar tanto un estímulo Ev como
un estímulo En, en lugar de sólo describir la ausencia de Ev (Ev), al considerar el par Eyv/Eyn
como las condiciones que determinan la producción del estímulo Ex (contingente a Ry, en
algunos casos), y no el par Eyv/Eyv, es posible referir no sólo a los eventos de estímulo
ausentes en ciertas circunstancias, sino que con la notación Eyn se hace explícita, no sólo la
43

ausencia de Eyv, sino también que existen otros estímulos que se conjugan con Ey dotándolo
de propiedades diferenciales a cuando Ey se conjuga con Ev.

El tercer criterio de organización de la taxonomía refiere a la organización temporal


constante/variable de la disponibilidad en que, dada la respuesta del organismo Ry, se
produce la contingencia Ex-Rx. En el dominio del control instruccional, se ha observado que
los humanos, cuando son expuestos a programas temporales (contingentes y no contingentes)
se comportan de formas variables y diferentes en comparación con los animales
infrahumanos (Matthews, Shimoff, Catania, & Sagvolden, 1977; Lowe, Harzem, &
Bagshaw, 1978). Esta variabilidad no puede ser interpretada como un fenómeno intrínseco a
la exposición a los programas temporales (Sidman, 1978), sino que debe asumirse que existe
otro u otros eventos que modifican el contacto de los individuos con dichos programas. En
efecto, es posible que tales eventos consistan en el resultado de la historia singular interactiva
de cada individuo, es decir, que la variabilidad sea, en gran parte, indicador de la
individualidad. “Los procedimientos temporales se pueden describir independientemente de
la respuesta o incluso en su ausencia, permitiendo también la selección arbitraria de la R
experimental” (Schoenfeld & Cole, 1979, p. 19). De esta manera, incluso en condiciones que
permiten una amplia diversidad de R, como las contingencias abiertas, la variable tiempo
permite programar estructuras contingenciales al margen de la ocurrencia o no de la
respuesta.

Ejemplos de este tercer parámetro de la taxonomía son los programas de intervalo


fijo (IF), intervalo variable (IV), reforzamiento diferencial de tasas bajas (RDL),
reforzamiento diferencial de tasas altas (RDH) y los programas definidos temporalmente
(Schoenfeld & Cole, 1979). La distribución temporal de la disponibilidad de Ex puede ser
entendido como un ciclo de dos intervalos: el primero definido a partir de la posibilidad de
que Ry produzca Ex (que corresponde con lo denominado τD); el segundo definido, como su
contrario, definido a partir de la no ocurrencia de eventos contingentes a Ry (denominado
τΔ).

En resumen, los parámetros generales a partir de los cuales se definen las estructuras
contingenciales son:

 La relación contingente (C) /no contingente (C) entre Ry-Ex


44

 La señalización (Eyv, Eyn) /no señalización (Eyv, Eyn) de la disponibilidad de Ex.


 La distribución temporal constante (Tc) /variable (Tc) de la presentación de Ex

A partir de estos tres criterios y sus respectivos pares de variantes se definen estructuras
contingenciales (Tabla 1). Es menester mencionar características respecto a la dicotomía
contingencia (C) / no-contingencia (C), particularmente para el segundo caso. Los casos de
no-contingencia (C) con respecto a la relación Ry-Ex, la señalización de la disponibilidad de
Ex y la distribución temporal de la misma, en estricto sentido, no señalan ni distribuyen la
disponibilidad de Ex, pues la actividad del organismo (Ry) no condiciona la presentación de
Ex, por tanto, la interacción se transforma del tipo suplementaria a contextual. En este
sentido, la señalización, en estos casos, consiste exclusivamente en la presentación del
estímulo compuesto Eyn. Por último, lo que describe la ubicación temporal de Ex está
determinado, no por la presentación de Rx, sino por el valor de los relojes constantes (Tc) o
variables (Tc) de la distribución temporal. Específicamente, en las condiciones en que la
distribución temporal es constante, tanto ambos intervalos, el de disponibilidad y no
disponibilidad de Ex (τD y τΔ), se mantienen constantes. Contrariamente, en la que la
distribución temporal es variable, sólo el intervalo τD se mantiene constante mientras que el
que varía es τΔ.

A continuación, se presenta el listado de las ocho estructuras con sus respectivas variantes
de cada uno de los tres parámetros eje. Las estructuras contingenciales se nominan con las
primeras ocho letras el alfabeto griego con el fin de evitar confusiones respecto a las siglas
de los tres parámetros eje. Posteriormente, se describe cada estructura con su respectiva
representación, y, cuando existen coincidencias, se hace referencia a las “estructuras
contingenciales” propuestas por Ribes y Sánchez (1990). En la descripción empleada
únicamente se incluyen los elementos que tienen relación directa con los tres parámetros
estructurantes de la taxonomía, aun cuando se asume la presencia de otros factores
involucrados en el campo interconductual.

Previo al desarrollo de cada estructura contingencial propuesta debe de reconocerse


que cada una de éstas puede adoptar, al menos, dos variantes generales, a saber, pueden ser
contingencias abiertas o contingencias cerradas, lo cual está determinado la forma
multivariada o unívoca, respectivamente, de satisfacer el criterio que demanda la situación.
45

Además, considerando los parámetros que definen las estructuras contingenciales, éstas sólo
abarcan aquellas estructuras cuyos criterios de ajuste corresponden a los de ajustividad y de
efectividad, puesto que, en la literatura revisada, no se encuentran sugerencias de situaciones
experimentales en el estudio de las diferencias individuales en relación a criterios de ajuste
más complejos, aunque no se rechaza la posibilidad de identificar idiosincrasia en situaciones
con criterios de ajuste de pertinencia, congruencia y coherencia.

Tabla 1.
Estructuras propuestas a partir de los valores posibles de cada criterio

Presentación de
estímulos en Distribución
Contingencia (C) conjunto con Ey temporal de Ex
Criterio de /No-contingencia (Eyv, Eyn/ Eyv, constante (Tc)
Estructura ajuste (C) Ry-Ex Eyn) /variable (Tc)

α (alfa) Efectividad C Eyv, Eyn Tc

β (beta) Efectividad C Eyv, Eyn Tc

γ gamma) Efectividad C Eyv, Eyn Tc

δ (delta) Efectividad C Eyv, Eyn Tc

ε épsilon) Ajustividad C Eyv, Eyn Tc

ζ (dseta) Ajustividad C Eyv, Eyn Tc

η (eta) Ajustividad C Eyv, Eyn Tc

θ (teta) Ajustividad C Eyv, Eyn Tc

De esta taxonomía, es posible identificar tres formas en que supera la propuesta de Ribes &
Sánchez (1990) y a las clasificaciones de rasgos (Allport G. W., 1966; Cattell, The scientific
analysis of personality, 1965): 1) la categorización en términos las relaciones de
contingencia; 2) la susceptibilidad a evaluación experimental; y 3) las categorías pueden ser
46

ubicadas en una continuidad paramétrica tridimensional. En primer lugar, a diferencia de


Ribes (1990) y Ribes y Sánchez (1990), la propuesta aquí planteada se estructura en términos
de relaciones de contingencia entre elementos participantes en un campo interactivo, y no,
como tradicionalmente se ha estudiado la personalidad, en términos de descripciones de la
actividad del individuo. En otras palabras, no se clasifican las diversas formas en que los
individuos hacen lo que hace, sino se clasifican formas en que se relacionan eventos del
medio con la actividad de los individuos a partir de las variantes extremas (0 y 1, ausencia o
presencia) de tres parámetros y sus relaciones entre éstos. En segundo lugar, dada la
definición de las categorías de la taxonomía a partir de sus relaciones de dependencia, es
posible definir situaciones experimentales que incorporen cada estructura contingencial a
priori, pues, si la definición de las estructuras contingenciales fuera a partir de la descripción
de la actividad del organismo (i.e., “mantenimiento de la ejecución ante condiciones
señaladas de requisito de respuesta creciente”), sólo sería posible observar tales “estructuras
contingenciales” ex post facto. Por último, así como en otras propuestas (vr.gr., Schoenfeld
& Cole, 1972), existe una continuidad paramétrica cuyos valores extremos permiten definir
coherentemente cada una de las estructuras contingenciales propuestas, en consecuencia, se
hace posible definir medidas transestructurales para la evaluación de los ajustes
idiosincrásicos y consistentes de cada individuo, es decir, de los estilos interactivos.

Estructura α (alfa)

• (C) Relación contingente entre Ry-Ex


• (Eyv, Eyn) Señalización de la disponibilidad de Ex
• (Tc) Distribución temporal constante de la disponibilidad de Ex

Consiste en la modificación del medio produciendo un evento de estímulo (Ex) contingente


a una clase de respuestas (Ry) y, a su vez, en la interacción con el efecto provocado (Ex-Rx).
En esta estructura, Ry es contingente a un estímulo compuesto por Ey y Ev o En, dependiendo
si se señala la disponibilidad de la contingencia Ex dado Ry o no, respectivamente.
Asimismo, la distribución temporal del intervalo en que es posible cerrar una interacción
suplementaria se mantiene constante, de tal forma que la presentación de Eyv y Eyn depende
de los intervalos de disponibilidad/no-disponibilidad de Ex presentándose también de forma
constante.
47

Estructura β (beta)

• (C) Relación contingente entre Ry-Ex


• (Eyv, Eyn) Señalización de la disponibilidad de Ex
• (Tc) Distribución temporal variable de la disponibilidad de Ex

En la estructura β a diferencia de la α, la distribución temporal de la disponibilidad de Ex es


variables y no constante. Es decir, consiste en la modificación del medio produciendo un
evento de estímulo (Ex) contingente a una clase de respuestas (Ry) y en la interacción con el
efecto provocado (Ex-Rx). En esta estructura, Ryn es contingente a un estímulo compuesto
por Ey y Ev o En, dependiendo si se señala la disponibilidad de la contingencia Ex dado Ry
o no, respectivamente. La distribución temporal de la disponibilidad de Ex es variable, siendo
sólo el intervalo de no disponibilidad de Ex (τΔ) el que varía. De manera que la duración
tanto de Eyv como de Eyn pueden ser variables en cada ciclo, a su vez, variables.

Dentro de las “estructuras contingenciales” propuestas por Ribes & Sánchez (1990),
las estructura α y β coinciden, en cierta medida, con la denominada tendencia a la
transgresión, cuya descripción es “responder ante señales de no responder” (Ribes, 1990,
p.244). En los términos aquí planteados, la “estructura” de tendencia a la transgresión
implica al menos dos interacciones del tipo suplementaria operando concurrentemente, en
donde Ex-Rx es contingente tanto a Eyv1-Ryv1 como a Eyv2-Ryv2. Sin embargo, la estructura
de tendencia a la transgresión se caracteriza porque se ha señalado no responder ante uno de
los estímulos Eyv (vr.gr. “prohibiéndolo”) el cual, a diferencia de Eyn, el responder ante
cualesquiera Eyv sí produce la suplementación Ex-Rx, mientras que responder ante Eyn no.
La presentación de los Eyv1 y Eyv2 puede ser constante o variable.

Estructura γ (gamma)

• (C) Relación contingente entre Ry-Ex


• (Eyv, Eyn) No señalización de la disponibilidad de Ex
• (Tc) Distribución temporal constante de la disponibilidad de Ex

La estructura γ consiste en la modificación del medio produciendo un evento de estímulo


(Ex) contingente a una clase de respuestas (Ry) y en la interacción con el efecto provocado
48

(Ex-Rx). A diferencia de las estructuras α y β, en la estructura γ no se presentan estímulos en


conjunto con Ey cuya función sea señalizar la disponibilidad de Ex, sino que sólo existen
estímulos (En) que se agregan a Ey, pero no están correlacionados con el intervalo en que Ex
es producido por Ry, sin embargo, hay ocasiones en que Eyn puede coincidir con la
disponibilidad de Ex y otras en las que no. El tiempo que transcurre entre el inicio de cada
intervalo en el cual la suplementación es posible, es siempre constante, es decir, tanto el
intervalo de disponibilidad como de no disponibilidad de Ex se mantienen constantes.

Estructura δ (delta)

• (C) Relación contingente entre Ry-Ex


• (Eyv, Eyn) No señalización de la disponibilidad de Ex
• (Tc) Distribución temporal variable de la disponibilidad de Ex

La estructura δ, al igual que las tres previas que pertenecen al grupo de las estructuras
contingentes (Ex–Rx contingente a Ey-Ry), consiste en la modificación del medio
produciendo un evento de estímulo (Ex) contingente a una clase de respuestas (Ry) y en la
interacción con el efecto provocado (Ex-Rx). Al igual en la estructura γ, en la estructura δ no
se presentan estímulos en conjunto con Ey cuya función sea señalizar la disponibilidad de
Ex, sino que sólo existen estímulos (En) que se agregan a Ey, pero no están correlacionados
con el intervalo en que Ex es producido por Ry. El tiempo que transcurre entre el inicio de
cada intervalo en el cual la suplementación es posible varía momento a momento, ya que el
intervalo de no disponibilidad es variable.

En relación con Ribes & Sánchez (1990), las estructuras γ y δ, precedidas por otras
estructuras, coinciden, en su conjunto, con lo que se denomina dependencia de señales. Entre
las características de la dependencia de señales se encuentra la “eliminación de la señal sin
modificar la consecuencia” (p.247), lo cual puede ser descrito, en los términos aquí
propuestos, como una secuencia constituida, inicialmente, por una estructura contingente y
señalada (como α o β), y, posteriormente, por estructura una contingente no señalada (como
γ o δ) cuya relación Ry-Ex es la misma para ambas partes de la secuencia y en las cuales la
distribución de Ex puede ser constante o variable.
49

Las cuatro estructuras previamente descritas están caracterizadas porque la


ocurrencia de Ey depende de la ocurrencia de Rx, por lo cual pueden ser caracterizadas como
interacciones suplementarias. En las cuatro estructuras contingenciales subsiguientes el
criterio de contingencia Ry-Ex (Ex depende de la ocurrencia de Ry) adopta su valor opuesto
de no-contingencia (C), por lo cual la interacción se simplifica, es decir, la forma de contacto
organismo-medio varía de acuerdo con las relaciones de intercondicionalidad existentes en
el campo (entre Ey y Ex): a esta organización psicológica se le denomina función contextual
(Ribes & López, 1985) y el criterio de ajuste correspondiente es de ajustividad (Carpio,
1994). La función contextual describe una forma de organización psicológica en la cual una
forma particular de respuesta Ryx es condicional a dos estímulos, en forma directa a uno de
ellos (Ey -que condiciona la ocurrencia de Ex) y de manera indirecta al otro (Ex -que
contextualiza funcionalmente a Ey-). Las primeras dos estructuras siguientes (ε y ζ) ilustran
los casos de asociación puntualizados por Ribes & López (op.cit.). Las últimas dos
estructuras (η y θ), ilustran los casos de interrupción, en tanto la ocurrencia de un estímulo
Ex se presenta independientemente de la actividad del organismo y es contingente a una
“situación general” (Eyx) caracterizada por un conjunto no específico de objetos y las
respectivas actividades que pueden ser dirigidas hacia ellos. En todos los casos se mantienen
ambos intervalos (τD y τΔ), aunque, a diferencia de las estructuras en las que Ex es
contingente a Ry, Ex sólo se presenta al final del intervalo τD.

En relación con las estructuras η y θ, la investigación relacionada con la programación


de eventos no contingentes a la actividad de los individuos (humanos) se ha clasificado en
tres áreas (Matute, 1995) que se tratan como independientes entre sí aun cuando son efectos
dados los valores de los parámetros en esas circunstancias. Las tres áreas a partir de los
efectos observados, los cuales son el comportamiento supersticioso, la ilusión del control o
la elaboración de reglas falsas (Ninnes & Ninnes, 1999), y la desesperanza aprendida. Sin
embargo, los efectos más predominantes en los humanos son la superstición y la ilusión de
control (Rudski, Lischner, & Albert, 1999). Matute (1995) llevó a cabo una serie de tres
experimentos cuyo objetivo general fue explorar la generalidad de la superstición y la ilusión
de control, definido como la percepción en relación al grado de control de los eventos en la
tarea, con humanos expuestos a un ruido incontrolable bajo condiciones de reforzamiento
negativo. En el primer experimento, cien participantes fueron asignados a cinco grupos de
50

20 participantes cada uno: Grupo 75-L, Grupo 25-L, Grupo 75-R, Grupo-25-R y el grupo
Control. El experimento consistió en una fase de entrenamiento y una fase de prueba. El
grupo control no fue expuesto a la fase de entrenamiento. Previo al entrenamiento, los
participantes de los grupos experimentales fueron instruidos a terminar presionar uno o dos
dígitos (entre el número 1 y el 3), sin formar pares de dígitos iguales (i.e. 12, 32, 23, etcétera),
para terminar con un ruido que se les presentaría. Durante el entrenamiento, todos los
participantes fueron expuestos a 40 ensayos de un ruido cuya duración variaba en relación al
grupo. Los ensayos de no-reforzamiento se definieron como aquellos en los que el ensayo
duró un segundo. En el Grupo 75-L, el 75% de los últimos ensayos duró un segundo (30
ensayos), mientras que los primeros duraron 5 segundos. En el grupo 25-L, el 25% de los
últimos ensayos duró un segundo, mientras que el resto duró cinco segundos. En el Grupo
25-R, el 75% de los ensayos, distribuidos aleatoriamente, duró un segundo, el resto duró 5
segundos. Por último, en el Grupo 25-R, el 25% de los ensayos distribuidos aleatoriamente
duró un segundo, y el porcentaje restante duró 5 segundos. Al final del entrenamiento, a todos
los participantes se les hizo cuatro preguntas: 1) cuál era la forma de terminar el ruido; 2) qué
tan seguro estaban de esa forma; 3) aproximadamente qué porcentaje de ensayos fueron
capaces de terminar; y 4) qué porcentaje de ensayos de la tarea era terminable. El inicio de
la fase de prueba fue señalizado con una leyenda acerca que las instrucciones serían las
mismas que para la tarea previa; al grupo Control se le presentaron las instrucciones iniciales.
Durante la fase de prueba, todos los grupos fueron expuestos a 20 ensayos de escape cuya
respuesta numérica correcta fue aleatorizada entre sujetos, aunque la aleatorización fue la
misma para todos los grupos. Las variables evaluadas fueron cinco: el comportamiento
supersticioso, la creencia supersticiosa, la certeza de los sujetos, el juicio de control y el juicio
de controlabilidad. El comportamiento supersticioso fue definido como la conducta repetitiva
del ensayo n hasta el último ensayo. El resto de las variables fue medido a partir de las cuatro
preguntas que se les hicieron a los participantes. Los resultados mostraron que el
comportamiento supersticioso fue observado en mayor medida en el Grupo 25-L y en el
Grupo 75-L, aunque sobre todo en éste último. Los grupos de no-reforzamiento aleatorio
(Grupo 75-R y Grupo 25-R) mostraron patrones aparentemente aleatorios, aunque la mayor
parte de los participantes expuestos a la fase experimental (77.5%) argumentaron haber
encontrado una forma de parar el ruido. Sólo uno de los participantes (de los 80 expuestos al
51

entrenamiento) mencionó no haber encontrado relación entre sus respuestas y el término del
ruido. El resto de los participantes mencionaron no ser capaces de encontrar una manera de
terminar el ruido, pero creían que había una forma (o varias) de hacerlo. Con respecto a la
ilusión de control (porcentaje de tonos que los participantes creían eran controlables), todos
los grupos mostraron ilusión de control, aunque en mayor grado para los grupos cuyo
porcentaje de no-reforzamiento fue mayor. Respecto al juicio de controlabilidad, todos los
grupos percibieron la tarea como altamente controlable.

En el experimento 2, Matute (1995) evaluó si los efectos observados eran sólo aplicables en
la tarea misma, o si eran generalizables a los procedimientos de superstición típicos acerca
de la opresión/no-opresión de una tecla. Para ello, se expuso a 30 participantes a tres grupos:
Grupo Escape, Grupo Vinculado (yoked) y el Grupo Control. El grupo control sólo fue
expuesto a la fase de prueba. El experimento 2 constó también de la fase de entrenamiento y
la fase de prueba, esta última fue igual al experimento 1. Previo a la fase de entrenamiento,
los dos grupos experimentales fueron instruidos a tratar de detener el ruido para lo cual
podían presionar la tecla F1 o no hacerlo. También se les dijo que, si no eran capaces de
detener el ruido, éste terminaría después de 5 segundos. Ambos grupos fueron expuestos a
40 ensayos de un ruido con una duración de 5 segundos. En el Grupo Escape, el ruido podía
ser terminado presionando cuatro veces la tecla F1. Para el Grupo Vinculado (yoked), la
terminación del ruido era independiente de la respuesta de los sujetos en este grupo, pero su
duración estaba correlacionada con los sujetos del Grupo Escape. A diferencia del
experimento 1, la conducta supersticiosa se definió, no por un patrón de respuesta, sino por
el porcentaje de respuestas definido como el cociente del número de ensayos en los cuales el
sujeto dio al menos una respuesta entre el número total de ensayos. El resto de las variables
fueron evaluadas de la misma forma que en el experimento 1.

Los resultados del Experimento 2 replicaron los hallazgos del experimento 1. 7 de 10


participantes del Grupo Vinculado desarrollaron tanto conducta supersticiosa como creencias
supersticiosas acerca de que ellos creían haber encontrado una forma de detener el ruido.
También se observó que los sujetos del grupo Vinculado evitaron buscar otras alternativas
una vez que habían tenido una respuesta que aparentemente se relacionada con la terminación
52

del ruido. Los sujetos de este grupo también mostraron ilusión de control y un alto juicio de
controlabilidad de la tarea durante la fase de entrenamiento.

Finalmente, para responder a la pregunta acerca de si los efectos observados en el


experimento 2 habían sido debidos al procedimiento vinculado el cual pudo haber tenido
efectos colaterales en el desarrollo del comportamiento supersticioso y la ilusión de control
debido al aumento de reforzadores en los últimos ensayos, se diseñó un tercer experimento
con las mismas condiciones que el experimento 1 (aleatorización vs. Últimos ensayos; 75%
vs. 25%) pero con la tarea simple de opresión/no-opresión utilizada en el experimento 2.

Para el experimento 3, participaron 75 sujetos que fueron distribuidos aleatoriamente a cinco


grupos, idénticos al experimento 1. En concordancia con los experimentos 1 y 2, los
resultados del experimento 3 mostraron que la mayoría de los participantes (75%)
argumentaron que ellos habían encontrado la forma de detener el ruido. También, los sujetos
que no enunciaron ninguna forma correcta para detener el ruido, creyeron que habían
terminado algunos tonos, pero sin saber cómo. Sólo 5 de los 60 participantes asignados a los
grupos experimentales, reportaron que no había ninguna respuesta que detuviera el tono.
Todos los participantes percibieron ilusión de control.

En conclusión, la mayoría de los sujetos en los tres experimentos tendieron a


comportarse supersticiosamente, y a creer que habían encontrado una forma de detener el
ruido, así como que la tarea era controlable que la estaban controlando.

Grosso modo, en relación con los hallazgos con humanos expuestos a condiciones
donde los eventos del medio son independientes de la actividad de éstos sobre el medio, es
probable que, en los patrones estereotipados denominados conducta supersticiosa (Skinner,
1948)-diferentes entre individuos-, sea posible identificar consistencia intraindividual y, por
tanto, estilos interactivos.

Estructura ε (epsilon)

• (C) Relación no contingente entre Ry-Ex


53

• (Eyv, Eyn) Presentación de dos estímulos en momentos distintos en conjunto con Ey


• (Tc) Distribución temporal constante de Ex

En la estructura ε, dado que la presentación de Ex no depende de Ry para su ocurrencia, la


relación contingente restante es entre Ex y el estímulo compuesto por Ey y otro estímulo
(Ev), mientras que Ex es contingente al estímulo conjunto de Ey y otro estímulo (En). En
esta estructura, la distribución temporal de las presentaciones entre cada Ex, y por tanto de
cada Eyv, se mantiene constante. A cada intervalo (τD y τΔ) le corresponde una de las dos
señales exterosceptivas (Ev y En) y, al final de τD se presenta Ex.

Estructura ζ (dseta)

• (C) Relación no contingente entre Ry-Ex


• (Eyv, Eyn) Presentación de dos estímulos en momentos distintos en conjunto con Ey
• (Tc) Distribución temporal variable de Ex

La estructura ζ, al igual que la estructura previamente descrita, corresponde al grupo de


estructuras contingenciales no-contingentes, es decir, en las cuales la presentación de Ex es
independiente a Ry, por tanto, Ex es sólo es contingente al estímulo compuesto Eyv y la no
presentación de Ex (Ex) es contingente al estímulo compuesto Eyn. En la estructura ζ, a
diferencia de la estructura ε, la distribución temporal entre las presentaciones de Ex, y por
tanto de Ey, es variable, ya que varía el intervalo τΔ, mientras que τD se mantiene constante,
al cuyo término se presenta Ex.

A diferencia de las primeras cuatro estructuras descritas (donde Ex es dependiente de


Ry), y bajo la consideración del empleo de contingencias abiertas como requisito para la
observación de los estilos interactivos, la variedad de las clases de respuesta Ry en las
estructuras ε y ζ no se limita a aquellas que produzcan Ey y Ev en conjunto, sino que pueden
ser tan diversas como propiedades funcionales tengan tanto Eyv sobre Ry, como Ex sobre
Eyv de tal forma que, a su vez, Ry sea modificada por Ex. En otras palabras, se configura
una respuesta contingente a Eyv con algunas propiedades de la respuesta dependiente a Ex,
es decir, Ryvx, cuya morfología depende de las formas idiosincrásicas de responder del
individuo tanto a Eyv como a Ex.
54

Este último par de estructuras descrito no coincide con ninguna de las estructuras
contingenciales propuestos por Ribes & Sánchez (1990).

Estructura η (eta)

• (C) Relación no contingente entre Ry-Ex


• (Eyv, Eyn) Presentación de un estímulo en conjunto con Ey
• (Tc) Distribución temporal constante de Ex

La estructura η coincide en su totalidad con los programas denominados en el análisis


experimental de la conducta como reforzamiento no-contingente, específicamente con los
programas de tiempo fijo (TF). En esta estructura, la presentación de Ex no es contingente ni
a Rn ni a ningún estímulo compuesto con Ey, sino que es contingente a una “situación
general” (Ribes & López, 1985), es decir, al conjunto de objetos de estímulos que conforman
la situación experimental, llámense cámara de condicionamiento o cubículo experimental,
que serán contextualizados por Ex en el sentido que modifican la actividad del organismo
ante esa situación. Como tercera característica de la estructura η es que la presentación de Ex
es de forma constante.

Estructura θ (teta)

• (C) Relación no contingente entre Ry-Ex


• (Eyv, Eyn) Presentación de un estímulo en conjunto con Ey
• (Tc) Distribución temporal variable de Ex

Por último, se presenta una estructura que coincide con los programas denominados de
reforzamiento no-contingente, particularmente con los programas de tiempo variables (TV).
En la estructura θ, como en las tres estructuras previas, la presentación de Ex es independiente
de la actividad del individuo y de algún otro estímulo determinado para ser contextualizado
por Ex, sino que es contingente a un conjunto no específico de estímulos que conforman la
situación experimental. La presentación de Ex está determinada por intervalos de tiempo que,
a diferencia de la anterior estructura, son variables. Específicamente el intervalo τΔ es
variable, mientras que τD se mantiene constante y, al término de éste, se presenta Ex.
55

Ya sea la estructura η o θ, de forma concurrente con alguna estructura donde Ex sea


contingente a Ry, coinciden con lo que Ribes & Sánchez (1990) denominan tolerancia a la
frustración, pues entre sus dimensiones de ésta última se encuentra “castigo negativo
señalado no contingente. En los términos aquí planteados, consistiría en la presentación de
Ex (el retiro de ciertos elementos del ambiente, i.e. puntos) independientemente a Rx,
mientras, de forma concurrente, Rx produce la presentación de Ex.

El estudio experimental aquí presentado se desarrolla con el fin de probar la hipótesis


general (también denominada de investigación) acerca de si el ajuste idiosincrásico es
consistente a través de situaciones que comparten una misma estructura contingencial y es
distinto en situaciones con diferentes estructuras contingenciales. Adicionalmente, este
trabajo plantea distintas hipótesis con el fin de hacer afirmaciones con base en los resultados
obtenidos en caso de que la hipótesis correspondiente a la pregunta principal sea falsa. El
resto de hipótesis fueron:

a) Ha1. Consistencia intra-estructura. El ajuste idiosincrásico y consistente está


controlado tanto por los eventos físico-químicos que configuran la situación como la
estructura contingencial que opera en sincronía.
b) Ha2. Consistencia intra-situacional: El ajuste idiosincrásico y consistente está
controlado por los elementos físico-químicos que configuran la situación.
c) Ha3. Consistencia intra-sesión: El ajuste idiosincrásico sólo es consistente a través
de una sesión en particular, pero diferente entre sesiones.
d) Ha4. Efectos de la contingencia cerrada: Establecer criterios que sólo pueden ser
satisfechos de una forma específica ensombrece las diferencias individuales.
e) Ha5. Efectos de la contingencia cerrada en sesiones posteriores: Establecer criterios
que sólo pueden ser satisfechos de una forma específica ensombrece las diferencias
individuales en condiciones posteriores de contingencia abierta.
f) Ha6. Sensibilidad a la estructura contingencial teta (no contingente): Los participantes
son sensibles a la estructura en la que la relación Rx-Ey es no contingente y, en
consecuencia, no responden.
56

A manera de aclaración, las hipótesis aquí descritas no pretenden ser explicativas de los
eventos observados, más bien, son descriptivas y fungen como una guía para llegar a
conclusiones correspondientes que no en todos los casos son excluyentes.

En breve, debido a que la tesis que en este escrito se sostiene consiste en que los estilos
interactivos (en plural) de los individuos son consistentes en situaciones con estructuras
contingenciales similares (definidas por los parámetros de contingencia Ex-Ry, señalización
y distribución temporal de Ex) se procedió a comprobarla de forma experimental eligiendo
las dos estructuras extremas de las ocho propuestas, es decir, la estructura α y la estructura θ.
Aun cuando las situaciones que fueron diseñadas en este estudio se caracterizaban por ciertos
elementos, las cuatro compartían el valor de los parámetros relativos a las estructuras
contingenciales que operaban en cierto momento, estos parámetros fueron definidos en
términos temporales (segundos) pues correspondieron a los intervalos de disponibilidad y no
disponibilidad de Ex, por tanto, con el fin de hacer las comparaciones pertinentes entre
situaciones, y así comprobar que el estilo interactivos es idiosincrásico y consistente a través
de situaciones en las que operaba la misma estructura contingencial, se definió la distribución
temporal como aquella variable potencialmente sensible a la consistencia individual.

En relación a las variables a evaluar, se consideró que la distribución temporal de Ry


(medido a través de la latencia, el tiempo entre respuestas y el tiempo entre opresiones) es
una variable que permite la comparación entre situaciones. En el análisis experimental de la
conducta, se ha utilizado medidas como la tasa de respuesta y el tiempo entre respuestas,
entre otros índices que involucran la distribución temporal de la respuesta) (Ferster &
Skinner, 1957; Schoenfeld & Cole, 1979), al margen de la situación experimental, por ser un
indicador de la fuerza del reflejo (Skinner B. F., 1938). En este trabajo, se explora la
distribución temporal de la respuesta como una medida en la que se identifican regularidades
del ajuste individual en distintas situaciones.

Por otra parte, la secuencia de elección ha mostrado ser una variable en la que se observa
idiosincrasia y diferencia entre individuos, ésta se extrajo de los estudios previamente
descritos (Matute, 1995; Lozano, M, & Santacreu, 2011).

Por tanto, el objetivo de este estudio fue evaluar los efectos de la contingencia Ry-Ex, la
señalización de la disponibilidad de Ex, la distribución temporal de Ex y la condición de la
57

contingencia (abierta/cerrada) sobre la distribución temporal de Rx y la secuencia de elección


de los participantes en situaciones experimentales distintas.
V. MÉTODO

Participantes
Participaron 7 estudiantes universitarios de sexto semestre de la licenciatura en Psicología de
la Facultad de estudios Superiores Iztacala cuya participación fue voluntaria. Previo al
experimento se les dijo que se trataba de un estudio de procesos psicológicos compartidos
por todos los individuos. A todos los participantes se les entregó un consentimiento
informado y una carta compromiso (ver Apéndice A) en la que se indicaba que su
gratificación estaría en función del porcentaje de respuestas correctas que obtuvieran siendo
la cantidad máxima $200, pero sólo se entregaría si asistían a todas las sesiones.

Aparatos
Se emplearon cuatro cubículos experimentales de 0.95 x 2.60 x 1.54 m equipados, cada uno,
con una computadora All-in-One de 21”, un teclado, un mouse, unos audífonos y una silla.
La tarea experimental y el registro de la actividad de los individuos fueron programados en
Visual Basic 6.0.

Situación experimental
Se utilizaron cuatro situaciones experimentales en las cuales se programaron las relaciones
que definen a la estructura α y a la estructura θ. Las cuatro situaciones experimentales
coincidieron en que: 1) consistían en tareas de elección en las cuales se instruía a los
participantes a elegir cinco elementos (que podían ser repetidos) de entre diez posibles, 2)
durante la contingencia abierta (ver tabla 2), sólo cuatro de los diez elementos podían
satisfacer el criterio en cada situación (es decir, uno de los cuatro tenía que ser presionado
dos veces para completar las cinco opresiones), 3) durante la contingencia cerrada (ver tabla
3), sólo la opresión repetida –cinco veces- de uno de los diez elementos podía satisfacer el
criterio, y 4) los valores de los parámetros correspondientes a las dos estructuras
contingenciales fueron los mismos. Dichos valores se determinaron con base en los datos de
un experimento piloto: la duración de los ciclos de disponibilidad de Ex se determinó a partir
de la duración más larga de la respuesta (20 segundos) y el número de ensayos se estimó con
el fin de que las sesiones no se extendieran por más de 40 minutos.
59

Entre las diferencias de las situaciones experimentales se encuentra que la modalidad de los
estímulos que señalaban los intervalos de disponibilidad/no disponibilidad de Ex fueron
visuales para dos de ellas, y auditivos para las dos restantes.
Tabla 2.
Componentes de las cuatro situaciones experimentales en ambas estructuras contingenciales
durante la condición de contingencia abierta.

Situación 1: Situación 4:
Situación 2: bóvedas Situación 3: objetos
cajas fuerte puertas
α θ α θ α θ α θ
Ex Apertura Apertura Apertura Apertura
5 opresiones a 5 opresiones a los colores: 5 opresiones a las
5 opresiones a
Ry números amarillo, magenta, turquesa y figuras con tres
las consonantes
primos blanco vértices
Ey Botones Botones Botones Botones
Policía Fondo azul
Ev/ Tono /
/ --- Tono / Tono --- / Fondo --- ---
En Tono
Policía verde

Tabla 3.
Componentes de las cuatro situaciones experimentales en ambas estructuras contingenciales
durante la condición de contingencia cerrada.

Situación 1: cajas Situación 2: Situación 4:


Situación 3: objetos
fuerte bóvedas puertas
α θ α θ α θ α θ
Ex Apertura Apertura Apertura Apertura
5 opresiones al 5 opresiones al 5 opresiones a la figura 5 opresiones a la
Ry
número 9 color rojo cuadrada vocal a
Ey Botones Botones Botones Botones
Ev/ Policía / Tono / Fondo azul / Tono /
--- --- --- ---
En Policía Tono Fondo verde Tono

Situación 1 (S 1): consistió en la simulación de la apertura de diez distintas cajas fuerte a


través de la opresión de cinco dígitos (del 0 a 9) (ver figura 1). Cada una de las diez cajas se
repitió 10 veces en cada sesión. Durante la presentación de cada caja fuerte se presentó en la
pantalla la imagen de una caja fuerte y, debajo, diez botones dispuestos de forma horizontal:
al interior de cada botón se encontraba un dígito entre el 0 al 9. En la estructura α, durante la
condición de contingencia abierta, las cajas fuertes ser abrieron con cinco opresiones a uno
o a los cuatro números primos disponibles (2, 3, 5 y/o 7), mientras que, en la contingencia
60

cerrada, las cajas fuertes se abrieron con cinco opresiones al número 9. El estímulo Ex
consistió en un mensaje con la leyenda “Esta caja ha sido abierta”. En la estructura α, los
intervalos de disponibilidad/no disponibilidad de Ex duraron 20 segundos cada uno y
estuvieron señalada por la ausencia/presencia de la imagen de un policía, respectivamente.
En la estructura θ, la presentación de Ex estuvo dependió del transcurso de dos intervalos,
uno variable cuyo rango fue de 4 a 16 segundos y uno constante de 10 segundos al cuyo
término se presentaba el estímulo Ex.

Figura 1. Pantalla que se presentaba durante la Situación experimental 1

Situación 2 (S 2): se simuló la apertura de diez distintas bóvedas a través de la opresión de


cinco botones de colores (ver figura 2). Cada una de las diez bóvedas se repitió 10 veces en
cada sesión Durante la presentación de cada bóveda se presentó en la pantalla la imagen de
una bóveda y, a la izquierda, diez botones organizados en tres columnas. En la estructura α,
durante la condición de contingencia abierta, las bóvedas ser abrieron con cinco opresiones
a uno o a los cuatro colores siguientes: amarillo, magenta, turquesa y blanco. Mientras que,
en la contingencia cerrada, las cajas fuertes se abrieron con cinco opresiones al color rojo. El
estímulo Ex consistió en un mensaje con la leyenda “Esta bóveda ha sido abierta”. En la
estructura α, los intervalos de disponibilidad/no disponibilidad de Ex duraron 20 segundos y
estuvieron señalada por la presencia/ausencia de un tono, respectivamente. En la estructura
θ, la presentación de Ex estuvo dependió del transcurso de dos intervalos, uno variable cuyo
61

rango fue de 6 a 14 segundos y uno constante de 10 segundos al cuyo término se presentaba


el estímulo Ex

Figura 2. Pantalla que se presentaba durante la Situación experimental 2

Situación 3 (S 3): se simuló la apertura de diez distintos objetos a través de la opresión de


cinco triángulos (ver figura 3). Cada uno de los diez objetos se repitió 10 veces en cada
sesión. Durante la presentación de cada objeto se presentó en la pantalla la imagen del objeto
y, en su interior, cinco columnas de diez botones cada una: al interior de cada botón se
encontraba una figura geométrica. A diferencia del resto de las situaciones, es ésta hubo cinco
filas con diez figuras dispuestas en un orden distinto. Cuando un nuevo objeto aparecía, sólo
la primera fila (de izquierda a derecha) se encontraba habilitada, de tal forma que, cuando
uno de los objetos de esta fila era elegido, se deshabilitaba la primera fila y se habilitaba la
fila subsecuente, y así sucesivamente. En la estructura α, durante la condición de contingencia
abierta, los objetos ser abrieron con cinco opresiones a uno de los cuatro triángulos
disponibles por fila, mientras que, en la contingencia cerrada, las cajas fuertes se abrieron
con cinco opresiones a la figura cuadrada. El estímulo Ex consistió en un mensaje con la
leyenda “Este objeto ancestral ha sido abierto”. En la estructura α, los intervalos de
disponibilidad/no disponibilidad de Ex duraron 20 segundos y estuvieron señalada por el
color de fondo azul/verde, respectivamente. En la estructura θ, la presentación de Ex estuvo
dependió del transcurso de dos intervalos, uno variable cuyo rango fue de 6 a 14 segundos y
uno constante de 10 segundos al cuyo término se presentaba el estímulo Ex
62

Figura 3. Pantalla que se presentaba durante la Situación experimental 3

Situación 4 (S 4): se simuló la apertura de diez distintas puertas a través de la opresión de


cinco botones: al interior de cada botón se encontraba un carácter distinto (ver figura 4). Cada
una de las diez puertas se repitió 10 veces en cada sesión. Durante la presentación de cada
puerta se presentó en la pantalla la imagen de una puerta y, alrededor, diez botones. En la
estructura α, durante la condición de contingencia abierta, las puertas se abrieron con cinco
opresiones a las letras consonantes, mientras que, en la contingencia cerrada, las cajas fuertes
se abrieron con cinco opresiones a la vocal a. El estímulo Ex consistió en un mensaje con la
leyenda “Esta puerta ha sido abierta”. En la estructura α, los intervalos de disponibilidad/no
disponibilidad de Ex duraron 20 segundos y estuvieron señalada por la presencia/ausencia de
un tono, respectivamente. En la estructura θ, la presentación de Ex estuvo dependió del
transcurso de dos intervalos, uno variable cuyo rango fue de 6 a 14 segundos y uno constante
de 10 segundos al cuyo término se presentaba el estímulo Ex
63

Figura 4. Pantalla que se presentaba durante la Situación experimental 3

Variables dependientes
Se registraron dos variables dependientes: la distribución temporal de la respuesta y la
secuencia de elección. Para evaluar la distribución temporal de Ex se registró la latencia, el
tiempo entre respuestas y el tiempo entre opresiones. Dado que las situaciones se
diferenciaron en términos morfológicos, más no en las relaciones temporales programadas,
se asumió que el comportamiento de cada individuo se ajustaría de forma similar (más no
idéntica dadas las variaciones de cada situación) a estas relaciones temporales aun en
situaciones distintas, y que el ajuste sería diferente entre individuos. Es decir, se asumió que,
si las relaciones temporales entre los eventos se mantenían constante a través de distintas
situaciones, el ajuste individual sería similar en esas condiciones constantes y sólo estaría
ligeramente afectado por las variaciones morfológicas de la situación (vr.gr. la distancia entre
los botones). La relevancia teórica de esta variable radica en que, en el núcleo de toda
interacción psicológica, las relaciones más simples a las que el individuo se ajusta, son a las
relaciones temporales entre los eventos de estímulo.

La variable secuencia de elección consistió en una variable nominal y se definió como la


concatenación de las primeras cinco opresiones de cada ensayo. La contingencia abierta se
definió a partir de las múltiples formas que la secuencia de elección podía adoptar para
satisfacer el criterio. Con ello se asumió que la variable en la que mayor variabilidad se
64

observaría entre individuos, pero, a la vez, mayor consistencia intraindividual, sería la


variable de secuencia de elección. No obstante, para homogeneizar la representación de esta
variable, se decidió solamente registrar un segmento con una longitud constante evitando que
las varianzas en esta longitud ensayo a ensayo dificultara el análisis.

Procedimiento
El experimento se desarrolló en cinco sesiones experimentales con un tiempo entre sesiones
de 24 horas. El experimento se programó bajo un diseño de regresión ABA. Las condiciones
inicial y final consistieron en dos sesiones en las cuales se expuso a los participantes a las
cuatro situaciones experimentales en la misma secuencia, pero con la secuencia de exposición
a las estructuras contingenciales invertida (la secuencia de exposición se describe de arriba
hacia abajo en la tabla 4). La condición intermedia consistió en una sesión en la cual se
mantuvo la misma secuencia que en la primera sesión, tanto de las situaciones experimentales
como de las estructuras contingenciales, pero se cerró la contingencia estableciendo formas
de responder únicas para producir Ex. La duración de las sesiones tuvo una duración
promedio de 40 minutos.
Al inicio del experimento se presentó una pantalla con las instrucciones generales del
experimento, y, previo a la exposición a cada situación experimental, se presentó una pantalla
más con las instrucciones generales de cada situación. En ninguna de las instrucciones se
especificó formas específicas de respuesta.

Tabla 4.
Diseño experimental
Sesión 1: Sesión 2: Sesión 3: Sesión 4: Sesión 5:
Contingencia Contingencia Contingencia Contingencia Contingencia
abierta abierta cerrada abierta abierta
SE EC SE EC SE EC SE EC SE EC
S1 α S1 β S1 α S1 α S1 β
S2 β S2 α S2 β S2 β S2 α
S3 α S3 β S3 α S3 α S3 β
S4 β S4 α S4 β S4 β S4 α
*Sesión de contingencia cerrada
SE = Situación experimental
EC= Estructura contingencial
65

Las instrucciones generales, que se presentaron únicamente al inicio de la sesión 1, fueron


las siguientes:

¡Bienvenido, colega!
A lo largo del experimento te encontrarás con cuatro tareas distintas. En cada una se te pedirá
encontrar la secuencia correcta para abrir el objeto en cuestión. El orden de presentación de
las tareas será el mismo en cada sesión
Al final del experimento se te dará una gratificación monetaria en función de tu porcentaje de
respuestas correctas ganando un máximo de $200, aunque deberás asistir a todas las
sesiones.
¡Diviértete!

Previo a la exposición a cada una de las cuatro situaciones experimentales se presentaron


instrucciones generales. Las instrucciones generales de la Situación 1 fueron las siguientes:

A continuación, se te presentarán diez cajas fuertes distintas que debes abrir. Cada caja se
repetirá 10 veces y sólo pueden ser abiertas con el código correcto cuando la imagen del policía
se encuentre ausente.
En la pantalla se te presentarán la imagen de una de las cajas, y diez botones que corresponden
a los dígitos del 0 al 9.
Los códigos que abren las cajas fuertes están conformados sólo por dígitos del 0 al 9.
Tu tarea consiste encontrar el código correcto para cada caja presionando los dígitos.
¡Diviértete!
Para iniciar, presiona el botón “continuar”

Durante la condición de contingencia abierta, en la Situación 1, cuando estaban programadas


las relaciones contingenciales que definen a la estructura α, la forma de abrir cada caja fuerte
consistía en elegir cinco veces uno o todos los números primos existentes entre el 0 y el 9
durante los ciclos de disponibilidad de Ex. En la estructura contingencial α, los intervalos de
disponibilidad/no disponibilidad de Ex estuvieron señalados con la no
presentación/presentación del policía, respectivamente, y determinados por ciclos de 40
segundos: en los primeros 20 segundos, la suplementación estaba disponible, y en los últimos
20 no. Mientras que, cuando la estructura contingencial cambiaba a la estructura θ, la
apertura de las cajas fuerte dependía del valor de la distribución temporal de Ex,
específicamente, la presentación de Ex estuvo determinada por un programa TV5 segundos
66

con un rango de 6 a 14 segundos: sólo el intervalo de no disponibilidad de Ex (τΔ) varió de


acuerdo al programa Ex, mientras que, el intervalo de disponibilidad de Ex (τD) se mantuvo
en 10 segundos: al transcurrir estos 10 segundos, se presentó Ex. En total, la presentación de
Ex varío de 24 segundos. En la estructura contingencial θ, el reloj del programa TV se
reiniciaba cuando a parecía una nueva caja fuerte.

Por su parte, las instrucciones generales de la Situación 2 fueron las siguientes:

A continuación, se te presentarán diez bóvedas distintas que debes abrir. Cada bóveda se
repetirá 10 veces y sólo pueden ser abiertas con el código correcto cuando escuches un tono.
En la pantalla se te presentarán la imagen de una de las bóvedas, y diez botones de colores.
Los códigos que abren las bóvedas están conformados sólo por colores.
Tu tarea consiste encontrar el código correcto para cada bóveda presionando los botones de
colores.
¡Diviértete!
Para iniciar, presiona el botón “continuar”

Durante la condición de contingencia abierta, en la Situación 2, cuando estaban programadas


las relaciones contingenciales que definen a la estructura α, la forma de abrir cada bóveda
consistía en elegir, durante los ciclos de disponibilidad de Ex, cinco veces uno o todos los
colores siguientes: amarillo, magenta, turquesa y blanco. En la estructura contingencial α, los
intervalos de disponibilidad/no disponibilidad de Ex estuvieron señalados con la no
presentación/presentación de un tono, respectivamente. El resto de parámetros
correspondientes a ambas estructuras contingenciales fueron idénticas a las programadas para
la Situación 1.

Por su parte, las instrucciones generales de la Situación 3 fueron las siguientes:

A continuación, se te presentarán diez objetos distintos que debes abrir. Cada objeto se repetirá
10 veces y sólo pueden ser abiertos con el código correcto cuando el fondo sea de color azul.
En la pantalla se te presentarán la imagen de una de los objetos, y cinco filas con diez botones
que contienen figuras.
Los códigos que abren los están conformados sólo por colores.
Tu tarea consiste encontrar el código correcto para cada objeto presionando una de las figuras
por cada fila.
¡Diviértete!
67

Para iniciar, presiona el botón “continuar”

Durante la condición de contingencia abierta, en la Situación 3, cuando estaban programadas


las relaciones contingenciales que definen a la estructura α, la forma de abrir cada objeto
consistía en elegir, durante los ciclos de disponibilidad de Ex, una de los cuatro triángulos
disponibles en cada una de las cinco filas. En la estructura contingencial α, los intervalos de
disponibilidad/no disponibilidad de Ex estuvieron señalados con los colores de fondo
azul/verde, respectivamente. El resto de parámetros correspondientes a ambas estructuras
contingenciales fueron idénticas a las programadas para la Situación 1.

Por su parte, las instrucciones generales de la Situación 4 fueron las siguientes:

A continuación, se te presentarán diez puertas distintas que debes abrir. Cada puerta se repetirá
10 veces y sólo pueden ser abiertos con el código correcto cuando escuches un tono.
En la pantalla se te presentarán la imagen de una de las puertas, y diez botones que contienen
distintos caracteres.
Los códigos que abren los están conformados sólo por esos caracteres.
Tu tarea consiste encontrar el código correcto para cada objeto presionando los caracteres.
¡Diviértete!
Para iniciar, presiona el botón “continuar”

Durante la condición de contingencia abierta, en la Situación 4, cuando estaban programadas


las relaciones contingenciales que definen a la estructura α, la forma de abrir cada objeto
consistía en elegir, durante los ciclos de disponibilidad de Ex, una o todas las letras
consonantes. En la estructura contingencial α, los intervalos de disponibilidad/no
disponibilidad de Ex estuvieron señalados con la no presentación/presentación de un tono,
respectivamente. El resto de parámetros correspondientes a ambas estructuras
contingenciales fueron idénticas a las programadas para la Situación 1.
VI. RESULTADOS

Las variables dependientes de este estudio fueron la distribución temporal de Rx, y la


secuencia de elección de los 7 participantes. Para evaluar la distribución temporal de Ex se
registró la latencia, el tiempo entre respuestas y el tiempo entre opresiones. La variable
secuencia de elección consistió en una variable nominal y se definió como la concatenación
de las primeras cinco opresiones de cada ensayo. En el caso de la situación 1, las secuencias
de elecciones estuvieron conformadas por los cinco primeros dígitos (de entre el 0 y 9)
presionados por sesión. En las situaciones 2, 3 y 4, se estableció un sistema de codificación
para los diez botones disponibles y se les asignó un dígito del 0 al 9, como se muestra en las
tablas 5, 6 y 7, respectivamente, con el fin de homogeneizar la representación de las
secuencias de elección.

La predicación de los estilos interactivos a Tabla 5


partir de estas tres variables debe ampararse en la Codificación de los botones de la
situación 2
definición del ajuste idiosincrásico y consistente, Objeto
por tanto, éste se entendió como la organización del Código
comportamiento de un individuo, que se repite de Amarillo 0
forma similar a través del tiempo y que permite Rojo 1
diferenciar a este individuo de otro. Blanco 2
Distribución temporal de Rx Café 3
Mostaza 4
Las variables que fueron registradas para evaluar la
Gris 5
distribución temporal de Rx no mostraron
Morado 6
diferencias entre individuos que permitieran
identificar ajustes idiosincrásicos y consistentes Verde 7
intraindividuales. De forma específica, respecto a Azul 8
la latencia, definida como el tiempo que transcurrió Negro 9
entre el inicio de un ensayo y la presentación de la Nota: Cada dígito del 0 al 9
primera respuesta efectiva, se observaron, en todos corresponde a cada uno de los 10
botones utilizados en la S2. Los dígitos
los participantes, subrayados representan aquellos
efectivos en la C. Abierta. El dígito en
negritas corresponde aquel efectivo en
la C. Cerrada.
69

Tabla 6 Tabla 7
Codificación de los botones de la Codificación de los botones de la
situación 3 situación 4

Objeto Código Objeto Código

Triángulo Equilátero 0 r 0
Cuadrado 1 - 1
Estrella 2 Q 2
Rombo 3 < 3
Romboide 4 a 4
Triángulo Escaleno 5 9 5
Triángulo Escaleno
Invertido 6 v 6

Escalón 7 Ñ 7

Media Luna 8 6 8
Triángulo Isósceles 9 1 9
Nota: Cada dígito del 0 al 9 Nota: Cada dígito del 0 al 9
corresponde a cada uno de los 10 corresponde a cada uno de los 10
botones utilizados en la S3. Los dígitos botones utilizados en la S4. Los dígitos
subrayados representan aquellos subrayados representan aquellos
efectivos en la C. Abierta. El dígito en efectivos en la C. Abierta. El dígito en
negritas corresponde aquel efectivo en negritas corresponde aquel efectivo en
la C. Cerrada. la C. Cerrada.

latencias menores a 1 segundos. durante los períodos de disponibilidad de Ex y de entre 10 a


15 segundos. durante los períodos señalados (estructura alfa) de no disponibilidad de Ex, lo
cual no permitió identificar considerables diferencias individuales ni consistencias
intraindividuales. En cuanto al tiempo entre respuestas, definido como el tiempo entre la
quinta respuesta efectiva y la subsecuente quinta respuesta efectiva, y el tiempo entre
opresiones, entendido como el tiempo entre cada opresión del botón izquierdo del mouse
sobre alguno de los botones de las cuatro situaciones, parecieron depender en mayor grado
de la señalización de los periodos de disponibilidad /no disponibilidad de Ex que de factores
históricos individuales.
70

Secuencias de elección
Las secuencias de elección se presentan en dos tablas por participante de tal forma que cada
una integra los datos correspondientes a las situaciones en las que la secuencia de exposición
a las estructuras contingenciales fue el mismo.

Participante 1
Tabla 8
Secuencias de elección del Participante 1 en las situaciones 1 y 3.
Situación 1
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5
En- Alfa (C. Teta (C. Alfa (C. Alfa (C. Teta (C.
sayo Abierta) Abierta) Cerrada) Abierta) Abierta)
1 0 1 2 3 4 0 1 1 1 1 0 0 0 0 0 2 2 2 2 2 0 0 0 0 0
2 0 1 2 3 4 1 1 0 0 0 4 8 9 9 8 3 3 3 3 3
3 0 1 1 1 1 2 2 2 2 2 8 8 8 8 9 3 3 3 3 3
4 0 0 0 1 2 2 2 2 2 2 9 9 9 9 9 3 3 3 3 3
5 8 7 6 5 6 3 3 3 3 3 9 9 9 9 9 3 3 3 3 3
6 0 1 2 3 3 4 4 4 4 4 9 9 9 9 9 3 3 3 3 3
7 0 1 2 3 4 4 4 4 4 4 9 9 9 9 9 3 3 3 3 3
8 0 1 2 3 4 4 4 4 4 4 9 9 9 9 9 3 3 3 3 3
9 0 0 0 0 0 4 4 4 4 4 9 9 9 9 9 3 3 3 3 3
10 8 7 7 6 6 4 4 4 4 4 9 9 9 9 9 3 3 3 3 3
Situación 3
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5
En- Alfa (C. Teta (C. Alfa (C. Alfa (C. Teta (C.
sayo Abierta) Abierta) Cerrada) Abierta) Abierta)
1 4 6 3 6 7 5 5 9 6 0 5 5 9 6 0 5 5 9 6 0 5 5 9 6 0
2 0 5 9 0 6 5 5 5 9 6 5 5 9 6 6 5 5 9 6 6
3 5 5 9 6 0 5 5 9 6 0
4 5 5 9 6 0 0 5 5 9 6 0
5 5 5 9 6 0 5 5 9 6 0
6 5 5 9 6 0 5 5 9 6 0
7 5 5 9 6 0 5 5 9 6 0
8 4 2 6 0 4 5 5 9 6 0
9 5 5 9 6 0 5 5 9 6 0
10 5 5 9 6 0 5 5 9 6 0

Nota: Las secuencias de elección se definieron como las cinco primeras elecciones en cada
ensayo. Las situaciones 1 y 3 se agrupan debido a que la secuencia de exposición a las
estructuras contingenciales alfa y teta fue la misma.
71

Tabla 9
Secuencias de elección del Participante 1 en las situaciones 2 y 4.
Situación 2
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5
En- Teta (C. Alfa (C. Teta (C. Teta (C. Alfa (C.
sayo Abierta) Abierta) Cerrada) Abierta) Abierta)
1 9 7 6 3 4 0 0 0 3 0 5 5 5 5 5 4 4 4 4 4 0 0 0 0 0
2 2 1 0 3 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
3 1 1 1 1 1 0 0 0 0 0 1 1 0 0 3 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
4 8 5 2 1 0 0 1 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
5 0 1 2 3 5 8 8 7 8 7 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
6 2 0 3 1 5 8 5 8 5 8 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
7 0 1 1 0 0 4 5 4 4 5 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
8 2 2 2 2 2 5 8 5 8 5 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
9 1 2 5 4 1 8 5 8 5 8 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
10 9 9 9 9 9 5 8 5 8 5 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
Situación 4
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5
En- Teta (C. Alfa (C. Teta (C. Teta (C. Alfa (C.
sayo Abierta) Abierta) Cerrada) Abierta) Abierta)
1 0 9 8 7 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6
2 6 6 6 6 6 5 5 5 5 5 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6
3 6 5 4 3 7 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6
4 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6
5 1 1 1 1 1 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6
6 0 0 0 0 0 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6
7 0 0 0 0 0 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6
8 0 0 0 0 0 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6
9 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6
10 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6

Nota: Las secuencias de elección se definieron como las cinco primeras elecciones en cada
ensayo. Las situaciones 2 y 4 se agrupan debido a que la secuencia de exposición a las
estructuras contingenciales alfa y teta fue la misma.

Respecto a los efectos de las estructuras contingenciales, el Participante 1 fue sensible a la


relación no contingente definidora de la estructura teta de tal manera que, desde el final de la
primera sesión (en S4) no respondió en esta estructura en la mayoría de los ensayos (ver
tablas 8 y 9), sin embargo, no se observan secuencias de elección consistentes intra-
72

estructura, sin embargo, se observa consistencia intra-situacional, es decir, a lo largo de una


misma situación.

En general, en las situaciones 1,2 y 4 el Participante 1 presionó repetidamente sólo


uno de los botones a lo largo de los ensayos por varias sesiones (siendo más constante en las
últimas dos sesiones), aunque ocasionalmente cambió te botón de una sesión a otra, pero
oprimiéndolo también repetidamente. En la situación 3 fue en la única en la que no se eligió
sólo un botón de forma repetida, sino que la secuencia de elección estuvo conformada por
botones distintos.

En la situación 1 (ver tabla 8), la consistencia en las secuencias de elección se


mantuvo dentro de cada sesión, aunque la similitud entre sesiones se identificó en la opresión
repetida a uno solo de los botones. En la situación 3 (ver tabla 8), se observó que una
secuencia de elección (55960) que se estableció desde el tercer ensayo de la sesión 1 y que
se repitió consistentemente a lo largo de las cinco sesiones.

En la situación 2 (ver tabla 9), se observaron opresiones repetidas al botón 0


(amarillo) desde la segunda sesión (estructura alfa), siendo más constante en las últimas dos
sesiones. Mientras que en la situación 4 (ver tabla 9), se observaron repetidas opresiones al
botón 6 (letra v) en casi todas las sesiones, siendo más consistente a partir de la segunda
sesión.

En cuanto a los efectos de la contingencia cerrada en la sesión 3, se observa que, al


menos en la situación 1, se establecen secuencias de elección con solo el botón 9 desde el
ensayo 6 hasta el último ensayo de esa sesión. No se observaron efectos de la contingencia
cerrada en las sesiones posteriores a esta condición. Los datos en relación a la contingencia
cerrada para la situación 3 no fueron registrados debido a que ninguno de los participantes,
en esta condición, pudo completar el primero ensayo; en estos casos, después de 200
segundos de haber estado en el primer ensayo, todos los participantes avanzaron a la siguiente
situación.
73

Participante 2
Tabla 10
Secuencias de elección del Participante 2 en las situaciones 1 y 3.
Situación 1
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5
En- Alfa (C. Teta (C. Alfa (C. Alfa (C. Teta (C.
sayo Abierta) Abierta) Cerrada) Abierta) Abierta)
1 0 1 2 3 3 7 6 4 0 8 7 7 7 7 7 7 0 1 7 7 7
2 7 6 0 1 2 7 7 0 1 4 6 8 7 7 7 7 7
3 7 7 7 7 7 0 7 7 9 9 9 9 9 7 7 7 7 7
4 7 6 8 7 7 9 9 9 9 9 6 7 6 7 6
5 0 0 0 0 0 7 9 9 9 9 9 7 7 7 7 7
6 7 0 1 2 3 9 9 9 9 9 7 7 7 8 7
7 0 1 2 1 3 7 9 9 9 9 9 7 7 6 7 6
8 0 1 2 3 4 9 9 9 9 9 7 7 7 7 7
9 7 7 7 7 7 9 9 9 9 9 7 7 7 7 7
10 7 7 7 7 7 9 9 9 9 8 7 7 7 7 7
Situación 3
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5
En- Alfa (C. Teta (C. Alfa (C. Alfa (C. Teta (C.
sayo Abierta) Abierta) Cerrada) Abierta) Abierta)
1 9 6 4 7 5 0 5 9 0 0 1 4 3 7 2 0 5 9 0 0 0 5 9 0 0
2 5 5 9 6 4 9 8 1 5 7 5 7 9 8 0
3 0 5 9 0 0 1 5 7 9 8 0 5 9 0 0 1 2 2 1
4 0 5 9 0 0 2 0 6 5 9 0 0 0
5 0 5 9 0 0 0 5 9 6 7 0 5 9 0 0 0 5 7
6 0 5 9 0 0 4 0 5 9 0 0 6 0
7 0 5 9 0 0 1 2 6 0 5 9 0 0 5 9
8 5 7 9 8 0 0 4 0 5 9 0 0 0
9 0 5 9 0 0 2 4 0 0 9 0 5 9 0 0 0
10 0 5 9 0 0 0 5 9 0 0

Nota: Las secuencias de elección se definieron como las cinco primeras elecciones en cada
ensayo. Las situaciones 1 y 3 se agrupan debido a que la secuencia de exposición a las
estructuras contingenciales alfa y teta fue la misma.

Al margen de la situación 3, no se observan efectos diferenciales sobre las secuencias de


elección del Participante 2 en relación a las secuencias de elección, pues, aunque en las
sesiones en las que operó la estructura contingencial teta, se observaron omisiones en varios
74

Tabla 11
Secuencias de elección del Participante 2 en las situaciones 2 y 4.
Situación 2
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5
En- Teta (C. Alfa (C. Teta (C. Teta (C. Alfa (C.
sayo Abierta) Abierta) Cerrada) Abierta) Abierta)
1 7 0 4 2 5 7 8 9 4 8 7 7 7 7 7 9 8 8 8 8 7 8 8 8 9
2 0 4 8 8 8 7 8 9 6 4 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6 8 7 4 5 7
3 2 2 2 2 2 6 6 8 8 8 8 8
4 2 2 4 6 0 8 6 5 4 4 8 8 8 8 8
5 4 2 2 2 2 2 6 4 2 0 4 8 8 8 8 8
6 2 2 2 2 2 6 8 8 8 8 8
7 8 8 8 2 2 2 2 5 8 8 8 8 8
8 8 5 2 2 2 8 8 8 8 8
9 4 9 9 9 9 9 2 7 7 7 7 7
10 2 2 2 2 2 4 8 8 8 8 8
Situación 4
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5
En- Teta (C. Alfa (C. Teta (C. Teta (C. Alfa (C.
sayo Abierta) Abierta) Cerrada) Abierta) Abierta)
1 8 7 8 7 8 3 7 8 0 9 8 8 7 8 8 8 8 8 7
2 8 7 2 7 9 8 7 6 5 6 8 8 9 8 7 9 8 7 6 6 6 6
3 8 7 6 8 6 9 8 6 6 6 6 6
4 8 7 6 5 6 9 3 6 6 6 6 6
5 1 2 1 0 1 7 6 6 6 6 6
6 1 2 0 1 0 7 8 7 8 6 6 6 6 6
7 1 2 2 0 9 8 7 6 6 6 6 6
8 1 2 1 2 1 9 8 6 6 6 6 6
9 9 2 0 0 0 0 0 5 9 8 8 6 6 6 6 6
10 8 9 8 9 9 8 5 9 8 8 8 7 8 6 6 6 6 6

Nota: Las secuencias de elección se definieron como las cinco primeras elecciones en cada
ensayo. Las situaciones 2 y 4 se agrupan debido a que la secuencia de exposición a las
estructuras contingenciales alfa y teta fue la misma.

ensayos (ver tablas 10 y 11), las opresiones se hicieron a botones similares que en el resto de
las sesiones por situación. En la situación 3 sí se observaron secuencias de elección
diferenciables para cada estructura contingencial. A excepción de la situación 3, las
secuencias de elección se conformaron de la opresión repetida a sólo un botón en la última
75

sesión en la que operó la estructura alfa, es decir, la sesión 4 para la situación 1, y en última
sesión para las situaciones 2 y 4.

En la situación 1 (ver tabla 10), se observaron secuencias de opresión conformadas


en su mayoría por la opresión al botón 7. Con respecto a la situación 3 (ver tabla 10), desde
el tercer ensayo de la sesión 1 (estructura contingencial alfa) se estableció una secuencia de
elección particular (05900) que se repitió en ocho de los diez ensayos de la sesión 4
(estructura contingencial alfa), mientras que en las sesiones en las que operó la estructura teta
sólo se observó en un ensayo.

En la situación 2 (ver tabla 11), desde la sesión 2 hasta la sesión 5, se observaron


opresiones repetidas a un solo botón a lo largo del ensayo, en específico, durante la sesión 2
la secuencia de elección conformadas con solo opresiones al botón 2 (blanco) se repitió en
cuatro de los diez ensayos, en las sesiones 3 y 4, se registraron opresiones repetidas al botón
6 (morado) durante dos ensayos, y en la sesión 5, se mantuvo la opresión repetida al botón 8
(azul) en siete de los diez ensayos. Respecto a la situación 4, de la sesión 1 a la sesión 4, no
se observan secuencias de lección que se repitan por más de dos ensayos, sin embargo, en la
sesión 5, se mantiene una opresión consistente al botón 6 en y a través de los ensayos.

En relación a los efectos de la contingencia cerrada en la sesión 3 en la situación 1,


se observa que se establecen secuencias de elección al botón 9 desde el ensayo 3 hasta el
último ensayo de esa sesión. No se observaron efectos de la contingencia cerrada en las
sesiones posteriores a estas condiciones decir, no se observaron respuestas a este botón en
las sesiones subsecuentes. Los datos de la contingencia cerrada en la situación 3 no se
observan puesto que el Participante 2 no seleccionó los botones pertinentes para satisfacer el
criterio en esta condición, por tanto, al igual que el Participante 1, después de 200 segundos
en el ensayo 1, se avanzó a la siguiente situación.
76

Participante 3
Tabla 12
Secuencias de elección del Participante 3 en las situaciones 1 y 3.
Situación 1
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5
En- Alfa (C. Teta (C. Alfa (C. Alfa (C. Teta (C.
sayo Abierta) Abierta) Cerrada) Abierta) Abierta)
1 0 1 2 3 1 0 1 2 3 4 0 1 0 0 0 0 7 6 5 4 0 7 1 7 2
2 7 0 0 7 8 0 1 2 3 4 4 1 1 6 1 4 7 3 7 6 3 5 2 5 6
3 0 8 7 6 5 0 1 0 2 0 9 8 8 6 4 9 0 7 1 7 2 3 1 2 4
4 3 4 5 6 8 1 2 1 3 1 4 9 9 4 8 4 7 3 7 5 0 1 3 1 5
5 4 6 8 2 0 3 4 3 5 3 4 6 1 8 8 6 7 8 7 7 2 3 4 5 6
6 0 2 1 3 4 5 6 5 7 5 9 8 9 9 4 4 7 5 7 6 1 2 3 2 4
7 1 3 2 4 8 9 8 7 6 5 9 4 9 9 6 8 7 6 7 5 4 5 2 5 3
8 3 2 1 0 5 1 4 1 7 2 8 9 9 6 9 3 7 4 7 5 4 5 7 6 1
9 0 1 4 2 1 3 6 3 2 5 9 1 9 0 9 3 7 7 8 7 3 5 7 5 1
10 3 2 4 5 6 8 3 3 8 1 6 9 9 4 9 4 7 5 7 6 5 4 4 5 7
Situación 3
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5
En- Alfa (C. Teta (C. Alfa (C. Alfa (C. Teta (C.
sayo Abierta) Abierta) Cerrada) Abierta) Abierta)
1 5 5 6 6 4 5 5 9 6 6 5 5 9 6 6 4 4 4 4 4 6 6 9 6 6
2 5 5 9 6 0 4 4 3 3 3 5 5 9 6 6 4 4 6 6 9
3 6 6 9 6 5 4 4 4 2 2 6 6 9 6 6 3 3 3 3 3
4 6 6 9 6 6 6 6 9 6 6 6 6 9 6 6 9 9 9
5 6 6 9 6 6 0 6 5 7 4 6 6 9 6 6 9 9 4 4
6 5 5 9 6 6 9 9 9 8 8 6 6 9 6 6 4 4 4 5 5
7 4 9 6 6 0 2 2 3 3 3 6 6 9 6 6 6 6 0 6 6
8 6 6 0 6 6 0 0 0 0 0 6 6 9 6 6
9 6 6 0 6 6 5 6 6 1 2 6 6 9 6 6 6 6 9 6 6
10 6 6 0 6 6 2 2 8 8 8 6 6 9 6 6 0 6 6 9

Nota: Las secuencias de elección se definieron como las cinco primeras elecciones en cada
ensayo. Las situaciones 1 y 3 se agrupan debido a que la secuencia de exposición a las
estructuras contingenciales alfa y teta fue la misma.

Para el Participante 3, a excepción de la situación 3, no se observaron efectos diferenciales y


consistentes de las estructuras contingenciales sobre las secuencias de elección en ninguna
de las situaciones. En la situación 3 (ver tabla 12), aunque hubo una secuencia de elección
que se repitió en 4 de las 5 sesiones (66966), esta secuencia se presentó en mayor cantidad
77

Tabla 13
Secuencias de elección del Participante 3 en las situaciones 2 y 4.
Situación 2
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5
En- Teta (C. Alfa (C. Teta (C. Teta (C. Alfa (C.
sayo Abierta) Abierta) Cerrada) Abierta) Abierta)
1 0 8 7 6 5 0 1 2 3 4 1 4 2 5 8 7 5 8 4 3 4 2 5 8 7
2 0 3 0 1 0 9 6 9 7 9 5 8 5 3 4 4 7 8 5 3 7 8 5 4 2
3 2 1 2 5 2 4 2 5 2 4 5 6 4 6 3 5 8 1 4 3 3 4 5 2 8
4 0 4 3 1 2 2 0 2 2 4 1 2 1 4 2 0 2 1 5 5 8 5 2 4 7
5 8 9 8 7 8 4 2 5 5 8 1 3 0 3 4 3 2 8 5 0 8 7 5 4 3
6 9 7 9 9 4 5 2 0 3 2 1 0 4 3 9 6 7 5 8 8 7 6 9 4
7 8 7 8 4 8 7 9 8 5 8 1 4 0 3 6 0 4 2 5 7 8 7 6 4 0
8 5 4 5 7 5 0 4 0 3 0 2 1 0 2 3 1 2 5 4 7 7 4 3 6 8
9 9 4 2 5 4 5 8 7 4 3 5 8 7 4 3 0 4 3 2 5 6 5 4 3 0
10 3 5 4 7 6 2 4 3 7 6 6 2 3 2 4 2 3 1 3 0 7 8 5 3 6
Situación 4
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5
En- Teta (C. Alfa (C. Teta (C. Teta (C. Alfa (C.
sayo Abierta) Abierta) Cerrada) Abierta) Abierta)
1 2 0 2 3 2 0 1 0 2 0 0 9 9 8 5 0 4 8 7 6 0 9 7 8 6
2 2 7 2 8 2 0 9 0 8 0 8 0 7 0 9 0 4 5 9 8 1 0 9 8 7
3 1 2 1 3 1 0 1 0 2 0 5 1 4 2 9 6 7 6 4 2 3 2 1 0 9
4 4 3 4 2 4 0 9 0 8 0 5 2 1 2 1 1 3 6 8 8 3 2 1 5 6
5 9 5 8 6 7 0 1 0 2 2 0 2 4 3 5 4 0 9 5 3 3 1 0 9 8
6 8 4 0 8 9 2 3 2 2 5 2 0 9 7 6 0 5 3 2 9 5 2 1 0
7 3 8 1 8 0 9 0 8 0 7 6 0 1 2 4 9 5 0 1 3 3 5 6 7 0
8 7 9 0 2 4 9 8 7 2 3 3 9 8 1 9 5 8 7 0 5 9 0 6 7
9 9 4 5 7 6 8 9 8 7 6 5 2 0 9 7 5 8 8 3 2 5 6 7
10 5 6 5 7 5 2 3 5 6 7 9 8 7 6 0 8 9 5 8 6 5 3 2 1 9

Nota: Las secuencias de elección se definieron como las cinco primeras elecciones en cada
ensayo. Las situaciones 2 y 4 se agrupan debido a que la secuencia de exposición a las
estructuras contingenciales alfa y teta fue la misma.

de ensayos en las sesiones en las que operó la estructura alfa similares a comparación de
aquellas en donde operó la estructura teta. A comparación de los participantes 1 y 2, el
Participante 3 respondió en la mayoría de los ensayos de la estructura teta.

Respecto a la situación 1 (ver tabla 12), no se observaron consistencias ni intra-


estructurales ni intrasituacionales, es decir, no se observó ninguna organización particular
78

que fuese diferenciable entre estructuras contingenciales ni una que fuese similar entre todas
las sesiones. Aunque en la sesión 4 se observa que la segunda y la cuarta opresión de las
secuencias de elección de ocho de los diez ensayos se hacen al botón 7. En la situación 3 (ver
tabla 12), se observaron dos secuencias de elección similares (66966 y 66066) que se
repitieron, con mayor frecuencia, en las sesiones en las que operó la estructura contingencial
alfa, aunque se presentaron en cuatro de los veinte ensayos en los que operó la estructura teta.

En la situación 2 (ver tabla 13) no se observaron secuencias de elección que se


repitieran ni en una misma situación ni en sesiones distintas, el único segmento de las
secuencias de elección que se repitió fue la secuencia inicial 87(azul-verde) en tres ensayos
de la última sesión (alfa) y en un ensayo de la primera sesión (teta). En la situación 4 (ver
tabla 14) se observa que dos secuencias de elección similares, en relación a la posición en la
que el 0 fue oprimido (01020 y 09080), se repitieron en dos ocasiones durante la sesión 2
(alfa). En estas dos situaciones, en las que la secuencia de exposición a las estructuras
contingenciales fue idéntica comenzando con la estructura teta, no se observaron similitudes
ni dentro de las estructuras contingenciales ni a lo largo de todas las sesiones, lo que sugieren
que comenzar con la estructura teta no promueve el establecimiento de una secuencia de
elección consistente.

En cuanto a los efectos de la contingencia cerrada, al menos en la situación 1, se


incrementó el número de opresiones al botón 9 (ver tabla 12), sin embargo, ninguna secuencia
de elección estuvo conformada completamente por opresiones a este botón. Además, no se
presentaron opresiones al botón 9 en sesiones posteriores, lo que sugiere que no hubo efectos
de la condición de contingencia cerrada en posteriores sesiones. Las secuencias de elección
de la situación 3 en la condición de contingencia cerrada no se registraron puesto que, en 200
segundos en el primer ensayo, el Participante 3, como el resto de los participante, tampoco
logró satisfacer el criterio que consistía en presionar sólo el botón 1 (cuadrado).
79

Participante 4
Tabla 14
Secuencias de elección del Participante 4 en las situaciones 1 y 3.
Situación 1
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5
En- Alfa (C. Teta (C. Alfa (C. Alfa (C. Teta (C.
sayo Abierta) Abierta) Cerrada) Abierta) Abierta)
1 0 1 2 3 4 1 3 5 7
0 0 4 6 1 8 0 1 2 3 4 0 1 2 3 4
2 1 3 5 7 0 1 3 5 7
7 0 1 4 3 3 0 0 1 1 0 7 3
3 0 2 4 6 8 0 2 1 3
4 0 4 6 8 9 0 1 2 3 4 0 1 0 1 0
4 0 2 4 6 8 9 8 7 6
5 0 1 4 6 8 0 1 2 3 4 4 6 5 3 5
5 0 2 4 6 8 0 1 2 3
4 1 4 6 8 9 0 1 2 3 4 8 4 2
6 0 0 1 2 3 0 2 3 5
1 0 0 1 4 6 0 1 2 3 4 0 2 3 4 4
7 8 7 5 5 4 5 6 7 8
0 0 4 6 8 1 0 1 2 3 4 0
8 0 3 7 2 1 0 0 1 1 1 1 0 1 2 3 4 6 0
9 0 2 4 6 8 8 7 6 5 4 0 1 4 4 6 0 1 2 3 4 4 0 1 6 2
10 0 2 4 6 8 8 7 6 5 4 0 6 1 4 1 0 1 2 3 4 0 4 4 9 1
Situación 3
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5
En- Alfa (C. Teta (C. Alfa (C. Alfa (C. Teta (C.
sayo Abierta) Abierta) Cerrada) Abierta) Abierta)
1 6 6 5 5 5 0 9 0 9 0 0 9 0 9 5 5 5 5 5 5 0 9 0 9 0
2 2 2 2 2 2 5 5 6 5 6 6 6 6 6 6 9 5 5 6 5
3 8 8 8 8 8 6 6 0 5 5 5 5 5 5 5 6 6 5 6 5
4 0 9 0 9 0 5 2 2 2 2 5 5 5 5 5 0 9 0 9 5
5 5 5 5 6 6 0 9 0 9 0 6 6 6 6 6 6 6
6 0 9 0 9 0 2 2 2 5 5 6 6 6 6 6 2 6 2 6
7 6 6 5 6 5 2 2 2 2 2 6 6 6 6 6 3 2 8 5 2
8 0 9 0 9 0 9 0 9 0 6 5 5 5 5 5 2 2 0 9
9 6 6 5 6 5 6 5 6 9 0 5 5 5 5 5 0 9 0 9 0
10 9 0 0 6 3 6 6 6 6 6 3 1 6 5 5

Nota: Las secuencias de elección se definieron como las cinco primeras elecciones en cada
ensayo. Las situaciones 1 y 3 se agrupan debido a que la secuencia de exposición a las
estructuras contingenciales alfa y teta fue la misma.

De forma general, no se observó que existieran secuencias de elección del Participante 4


diferenciables en cuanto a las estructuras contingenciales ni que algunas de éstas fueran
consistentes a través de una misma situación, no obstante, en una situación de todas las
80

Tabla 15
Secuencias de elección del Participante 4 en las situaciones 2 y 4.
Situación 2
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5
En- Teta (C. Alfa (C. Teta (C. Teta (C. Alfa (C.
sayo Abierta) Abierta) Cerrada) Abierta) Abierta)
1 4 0 2 4 6 0 2 4 6 8 0 1 2 3 4 6 3 0 1 2 0 1 2 3 4
2 0 2 3 4 5 0 2 4 6 8 6 3 0 1 2 8 9 6 8 5
3 6 2 8 9 6 0 3 6 9 8 0 2 1 5 3 6 3 0 1 2 8 6 7 6 7
4 0 4 5 7 3 0 2 4 5 3 6 3 0 1 2 8 9 8 6 9
5 8 6 8 6 8 9 7 6 3 0 1 2 8 6 9 5 4
6 8 6 9 2 8 8 6 7 7 4 9 7 4 1 0 6 3 0 1 2 8 9 6 8 9
7 0 2 3 4 5 0 2 3 5 4 1 0 2 3 4 6 3 0 1 2 0 1 5 4 3
8 9 8 6 5 3 0 5 6 9 8 9 9 6 3 0 1 2 8 7 6 9 8
9 9 8 6 5 3 0 2 3 5 6 0 1 2 5 6 6 3 0 1 2 8 6 8 6 9
10 0 4 8 2 4 9 6 8 2 8 0 4 8 5 6 6 3 0 1 2 0 2 4 5 7
Situación 4
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5
En- Teta (C. Alfa (C. Teta (C. Teta (C. Alfa (C.
sayo Abierta) Abierta) Cerrada) Abierta) Abierta)
1 0 0 9 2 4 7 0 3 5 9 4 4 0 6 7 2 3 1 8 6 6
2 3 9 1 6 8 0 5 6 1 9 9 1 3 4 0 6 7 2 3 2 3 1 2
3 9 2 5 0 7 5 1 0 6 9 3 4 0 6 7 2 6 6 6 6 6
4 7 9 2 7 0 5 9 2 7 4 8 4 0 6 7 2 5 5 5 5 0
5 9 8 7 6 5 0 2 6 9 5 0 9 8 7 6 4 0 6 7 2 5 5 5 5 6
6 0 2 6 9 5 0 9 8 7 6 4 0 6 7 2 8 8 8 8 8
7 0 1 2 3 5 6 1 0 5 2 0 9 4 2 7 4 0 6 7 2 3 3 3 3 3
8 1 0 9 8 7 3 4 0 6 7 8 9 9 0 0 0
9 9 8 7 6 5 3 4 0 6 7 8 3 3 3 3 3
10 3 7 9 3 3 9 1 9 9 8 4 0 6 7 8 9 9 8 8 9

Nota: Las secuencias de elección se definieron como las cinco primeras elecciones en cada
ensayo. Las situaciones 2 y 4 se agrupan debido a que la secuencia de exposición a las
estructuras contingenciales alfa y teta fue la misma.

situaciones se registró que una misma secuencia de elección se repitió, al menos, en la mitad
de los ensayos.

En la situación 1, se observaron secuencias de elección que se repitieron al menos en


cinco ensayos en las sesiones en las que operó la estructura alfa exceptuando la sesión 3, no
obstante, en la sesión 2, hubo una secuencia de elección que se repitió durante dos ensayos
81

y, en el primer ensayo de la sesión 5, se observó que la secuencia de elección fue la misma


que se había presentado repetidamente en la sesión anterior. De forma más específica, en la
situación 1 (ver tabla 14), la secuencia de elección 02468 se repitió en cinco ensayos
parcialmente no consecutivos; en la sesión 2, la secuencia 87654 sólo se repitió en los últimos
dos ensayos; en la sesión 3, aunque no hubo una secuencia de elección que se repitiera, sí se
observaron secuencias de elección similares que sólo diferían por un dígito (04689, 14689 y
04681); en la sesión 4, se observó que la secuencia 01234 se presentó en 9 de los 10 ensayos;
por último, en la sesión 5, no se observó ninguna secuencia de elección que se repitiera. En
cuanto a la situación 3 (ver tabla 14), se registró que la secuencia de elección 09090 se repitió
al menos dos veces en las sesiones 1, 2 y 5, además, en la sesión 4, se registraron dos
secuencias de elección (55555 y 66666) que se repitieron en cinco ensayos cada una de forma
no consecutiva.

Respecto a la situación 2, se observó que, en las sesiones 1,2 y 5, hubo al menos una
secuencia de elección que se repitió en dos ensayos, aunque esta secuencia fue diferente entre
las sesiones, mientras que en la sesión 3 hubo tres secuencias muy similares, en contraste,
durante todos los ensayos de la sesión 4, la secuencia 63012 fue consistente. En la situación
4, durante las sesiones 2,3 y 5, se registró que una secuencia de elección, diferente entre las
sesiones, se repitió al menos dos veces por sesión, por su parte, en la sesión 4 se observó que
la secuencia de elección 40672 fue consistente a través de los diez ensayos de la sesión.

En cuanto a los efectos de la contingencia cerrada, aunque aumentó, en la situación


1, la opresión al botón efectivo en esa condición (botón 9), no se establecieron secuencias de
elección que consistieran únicamente en la opresión a este botón, a comparación de los
Participantes 1 y 2.
82

Participante 5
Tabla 16
Secuencias de elección del Participante 5 en las situaciones 1 y 3.
Situación 1
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5
En- Alfa (C. Teta (C. Alfa (C. Alfa (C. Teta (C.
sayo Abierta) Abierta) Cerrada) Abierta) Abierta)
1 1 2 3 4 5 0 1 2 3 0 0 1 0 1 0 0 1 2 3 1 0 4 5
2 8 7 6 5 0 0 1 2 1 0 0 1 4 6 8 0 1 2 3 5
3 0 1 2 3 8 0 1 2 1 0 8 8 9 8 6 0 1 2 3 4
4 0 1 2 3 1 0 1 2 3 0 0 1 4 6 8 2 3 4 5 4
5 8 7 6 0 1 0 1 2 3 0 9 9 9 9 9 2 3 4 5 4
6 8 7 6 8 7 0 1 4 6 8 2 3 4 5 4
7 8 7 6 8 7 0 1 4 6 8 2 3 4 5 3
8 0 1 2 3 3 0 1 4 6 8 2 3 4 5 4
9 8 7 6 0 1 9 8 9 9 8 2 3 4 5 4
10 0 1 2 3 2 8 9 8 9 6 2 3 4 5 4
Situación 3
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5
En- Alfa (C. Teta (C. Alfa (C. Alfa (C. Teta (C.
sayo Abierta) Abierta) Cerrada) Abierta) Abierta)
1 9 7 4 7 3 2 4 3 2 3 4 8 9 9 6 1 5 7 9 8
2 0 6 4 7 9 0 5 9 9 9
3 0 5 9 9 0 0 5 7 9 9 0 5 9 9 9
4 0 5 9 9 9 6 0 5 9 9 9
5 0 5 9 9 9 0 5 9 9 9
6 0 5 9 0 9 0 5 9 9 9
7 0 5 9 9 9 0 5 9 9 9
8 0 5 9 9 9 0 5 9 9 9
9 0 5 9 0 9 0 5 9 9 9
10 0 5 9 9 9 0 5 9 9 9
Nota: Las secuencias de elección se definieron como las cinco primeras elecciones en cada
ensayo. Las situaciones 1 y 3 se agrupan debido a que la secuencia de exposición a las
estructuras contingenciales alfa y teta fue la misma.

Las secuencias de elección del Participante 5 muestran, en las situaciones 1 y 4, consistencias


sólo a través de una sesión, mientras que en las situaciones 3 y 2 muestran consistencias en
las sesiones en las que operó la estructura contingencial alfa total y parcialmente,
respectivamente. Adicionalmente, el Participante 4, sólo respondió en la situación 1 durante
83

Tabla 17
Secuencias de elección del Participante 5 en las situaciones 2 y 4.
Situación 2
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5
En- Teta (C. Alfa (C. Teta (C. Teta (C. Alfa (C.
sayo Abierta) Abierta) Cerrada) Abierta) Abierta)
1 0 1 2 9 0 9 0 2 9 0 9 8 7 8 7 7 0 2 3 4 0
2 9 0 1 2 3 9 0 2 9 0 0 2 3 4 2
3 0 1 2 9 9 9 0 2 0 2 0 2 0 2 3
4 0 1 2 3 9 9 0 2 0 2 0 2 3 4 0
5 9 0 8 7 5 9 0 2 0 2 0 2 3 4 0
6 0 8 9 8 9 9 0 2 0 2 0 2 0 2 0
7 8 7 9 0 7 9 0 2 3 4 0 0 0 0 2
8 2 1 0 9 8 9 6 9 9 9 0 2 0 2 0
9 0 1 2 9 8 9 0 2 0 2 0 2 0 2 0
10 9 0 1 2 8 9 0 2 0 2 0 0 0 0 2
Situación 4
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5
En- Teta (C. Alfa (C. Teta (C. Teta (C. Alfa (C.
sayo Abierta) Abierta) Cerrada) Abierta) Abierta)
1 9 8 7 6 0 9 0 9 0 8
2 9 8 7 0 9 3 2 3 2 7
3 9 8 7 9 8 9 8 7 6 5
4 9 8 7 0 6 6 5 6 5 6
5 9 8 7 9 8 2 3 5 1 0
6 9 8 9 8 7 6 5 3 2 1
7 9 8 7 9 8 6 5 3 2 3
8 8 9 8 7 9 8 5 3 2 1 2
9 9 8 7 0 6 5 2 3 1 5
10 9 8 7 9 8 5 2 3 2 3

Nota: Las secuencias de elección se definieron como las cinco primeras elecciones en cada
ensayo. Las situaciones 2 y 4 se agrupan debido a que la secuencia de exposición a las
estructuras contingenciales alfa y teta fue la misma.

la sesión 2 en cinco ensayos, sin embargo, en el resto de las situaciones, cuando operó la
estructura contingencial teta, oprimió algún botón sólo en uno o incluso no presionó botones
en ningún ensayo.

Específicamente, en la situación 1 (ver tabla 16) se observó que, en la sesión 1 (alfa),


la secuencia 87687 se repitió en dos ensayos consecutivos, mientras que en la sesión 2 (teta),
84

el Participante 5 sólo respondió durante cinco de los diez ensayos con dos secuencias de
eleción que se repitieron tres y dos veces, respetivamente. En la sesión 3 (ver tabla 16), la
secuencia 01468 se repitió durante cinco de los diez ensayos, y en la sesión 4, sesión en la
que una misma secuencia de elección fue más consistente, la secuencia 23454 se repitió en
seis de los diez ensayos, finalmente, en la sesión se registraron sólo tres opresiones en el
primer ensayo. Por su parte, en la situación 3, se observó consistencia en las secuencias de
elección de las dos sesiones en las que operó la estructura contingencial alfa, pues la
secuencia 05999 se repitió en la mayoría de los ensayos de estas dos sesiones (1 y 3), aunque
fue más variable en la primera sesión en la que operó esta estructura. Por otra parte, el
Participante 5 no respondió en la situación 3 cuando la estructura que operaba fue la teta, y
en las pocas opresiones registrada, no se observó consistencia.

En cuanto a la situación 2 (ver tabla 17), la consistencia se observó dentro de las


sesiones en las que operó la estructura alfa, aunque no entre ellas, es decir, en la sesión 2, la
secuencia que se repitió en seis ensayos fue 90202, mientras que en la sesión 5, las secuencias
02340 y 02020 se repitieron tres ensayos cada una de ellas. En las sesiones en las que operó
la estructura teta, a excepción de la sesión 1, el Participante 5 sólo respondió en uno de los
ensayos. Finalmente, en la situación 4 (ver tabla 17), sólo se observó consistencia en las
secuencias de elección de la primera sesión en la que operó la estructura alfa (sesión 2),
mientras que en la sesión 5, no se observó ninguna secuencia de elección que se repitiera,
aunque algunas secuencias fueron similares entre sí. En las sesiones en las que operó la
estructura teta, sólo hubo una opresión en la primera sesión, mientras que en el resto de las
sesiones el Participante 5 no presionó ningún botón.

Respecto a la condición en la que se programó una contingencia cerrada, se observó


que, aunque aumentó el número de opresiones al 9, no se estableció una secuencia de elección
que consistiera únicamente de opresiones a este botón, sin embargo, también se observó que
la secuencia de elección 01468 se repitió en cinco ensayos durante esta condición.
85

Participante 6
Tabla 18
Secuencias de elección del Participante 6 en las situaciones 1 y 3.
Situación 1
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5
En- Alfa (C. Teta (C. Alfa (C. Alfa (C. Teta (C.
sayo Abierta) Abierta) Cerrada) Abierta) Abierta)
1 5 4 3 2 1 0 1 2 3 4 6 8 9 0 1 0 1 2 3 4 0 0 0 0 0
2 5 4 3 2 1 0 1 2 3 4 1 4 9 8 6 0 0 1 1 0 0 0 0 0 0
3 5 4 3 2 1 0 1 2 3 4 0 1 4 9 8 0 1 2 3 4 0 0 0 0 0
4 5 4 3 2 1 0 1 2 3 4 8 9 9 8 6 0 1 2 3 4 0 0 0 0 0
5 5 4 3 2 1 0 1 2 3 4 6 4 1 0 0 0 1 2 3 4 0 0 0 0 0
6 5 4 3 2 1 9 9 9 9 9 0 1 2 3 4 0 0 0 0 0
7 5 4 3 2 1 0 1 2 3 4 9 9 9 9 9 0 1 2 3 4 0 0 0 0 0
8 5 4 3 2 1 0 2 4 6 8 9 9 9 9 9 0 1 2 3 4 0 0 0 0 0
9 5 4 3 2 1 1 3 5 7 9 9 9 9 9 9 0 1 2 3 4 0 0 0 0 0
10 5 4 3 2 1 0 1 2 3 4 9 9 9 9 9 0 1 2 3 4 0 0 0 0 0
Situación 3
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5
En- Alfa (C. Teta (C. Alfa (C. Alfa (C. Teta (C.
sayo Abierta) Abierta) Cerrada) Abierta) Abierta)
1 5 5 5 5 5 5 5 5 5 5 5 6 0 6 5 5 5 5 5 5 5 5 5 5 5
2 6 6 6 6 6 6 6 5 5 3 6 6 6 6 6 6 8 2 4 3
3 5 5 5 5 5 5 5 5 5 5 5 6 8 2 4 3
4 6 6 6 6 6 2 2 2 2 2 5 5 5 5 5
5 6 6 6 6 6 3 8 3 0 4 6 6 6 6 6
6 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6
7 6 6 2 6 6 6 6 6 6 6
8 5 5 5 5 5 5 5 5 5 5
9 5 5 5 5 5 5 5 5 5 5
10 5 5 5 5 5 6 6 6 6 6

Nota: Las secuencias de elección se definieron como las cinco primeras elecciones en cada
ensayo. Las situaciones 1 y 3 se agrupan debido a que la secuencia de exposición a las
estructuras contingenciales alfa y teta fue la misma.

En lo general, el Participante 6 mostró, en todas las situaciones, una misma secuencia de


elección que se repitió tanto a través de una misma sesión como a través de, al menos, otra,
no obstante, en las situaciones 1 y 4, los pares de sesiones en los que una misma secuencia
86

Tabla 19
Secuencias de elección del Participante 6 en las situaciones 2 y 4.
Situación 2
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5
En- Teta (C. Alfa (C. Teta (C. Teta (C. Alfa (C.
sayo Abierta) Abierta) Cerrada) Abierta) Abierta)
1 0 1 2 5 8 0 2 5 8 9 6 3 0 1 2 0 1 2 1 5 0 2 5 8 9
2 0 1 2 5 8 4 7 8 5 2 0 1 2 5 8 6 3 0 1 2 0 0 0 0 0
3 0 1 2 5 8 0 2 5 8 9 6 3 0 1 2 6 3 0 1 2 0 0 0 0 0
4 0 1 2 5 8 0 2 5 8 9 6 0 1 2 5 6 3 0 1 2 0 0 0 0 0
5 0 1 2 5 8 0 2 5 8 9 0 1 2 5 9 6 3 0 1 2 0 0 0 0 0
6 0 1 2 5 8 0 2 5 8 9 0 1 2 5 8 6 3 0 1 2 0 0 0 0 0
7 0 2 5 8 9 0 2 5 8 9 0 1 2 5 8 6 3 0 1 2 0 0 0 0 0
8 0 3 6 1 4 0 2 5 8 9 0 1 2 5 8 6 3 0 1 2 0 0 0 0 0
9 0 1 2 5 8 0 2 5 8 9 0 1 2 5 8 6 3 0 1 2 0 0 0 0 0
10 0 1 2 5 8 0 2 5 8 9 0 1 2 1 5 6 3 0 1 2 0 0 0 0 0
Situación 4
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5
En- Teta (C. Alfa (C. Teta (C. Teta (C. Alfa (C.
sayo Abierta) Abierta) Cerrada) Abierta) Abierta)
1 2 3 5 6 7 4 0 6 7 2 4 0 8 9 5 4 0 6 7 2 0 0 0 0 0
2 2 3 4 5 6 0 6 7 2 8 4 0 6 7 2 4 0 6 7 2 0 0 0 0 0
3 2 7 8 6 0 0 1 2 3 5 4 0 7 4 0 4 0 6 7 2 0 0 0 0 0
4 7 2 8 0 0 1 2 3 5 4 0 6 7 2 4 0 6 7 2 0 0 0 0 0
5 4 0 6 7 2 0 1 2 3 5 4 0 6 5 9 4 0 6 7 2 0 0 0 0 0
6 4 0 6 7 2 0 1 2 3 5 1 2 3 4 5 4 0 6 7 2 0 0 0 0 0
7 4 0 6 7 2 0 1 2 3 5 1 2 3 4 5 4 0 6 7 2 0 0 0 0 0
8 4 0 6 7 2 0 1 2 3 5 1 2 3 4 5 4 0 6 7 8 0 0 0 0 0
9 4 0 6 7 2 0 1 2 3 5 1 2 3 4 5 4 0 6 7 2 0 0 0 0 0
10 7 2 8 0 6 0 1 2 3 5 1 2 3 4 5 4 0 6 7 8 0 0 0 0 0

Nota: Las secuencias de elección se definieron como las cinco primeras elecciones en cada
ensayo. Las situaciones 2 y 4 se agrupan debido a que la secuencia de exposición a las
estructuras contingenciales alfa y teta fue la misma.

de elección fue consistente no pertenecían a la misma estructura contingencial. En breve, los


datos del Participante 6 no sugieren consistencia intra-estructural (a través de estructuras
similares), sino, más bien, sugieren consistencia intra-situacionales (a través de situaciones
similares). Cabe señalar que en tres de las cuatro situaciones las secuencias de elección de la
última sesión consistieron en opresiones repetidas únicamente a un solo botón.
87

En cuanto a la situación 1 (ver tabla 18), se observó consistencia a lo largo de una


misma sesión en las sesiones 1, 3 y 5, mientras que se observó consistencia entre sesiones en
las sesiones 2 y 3, pues en estas últimas se observó que la secuencia 01234 se repitió en la
mayoría de los ensayos. En la situación 3 (ver tabla 19), se observó consistencia intra-
estructural, es decir, las secuencias de elección en las sesiones en las que operó la estructura
alfa fueron diferentes a aquellas en las que operó la estructura teta, de forma más específica,
en las sesiones 1 y 4 se registraron, en la mitad de los ensayos, la secuencia 55555, mientras
que en la otra mitad se registró la secuencia 66666, incluso la organización en la que se
presentaron estas secuencias de elección entre ambas sesiones muy similar. En contraste, en
las sesiones en las que operó la estructura teta, además de que el Participante 6 no respondió
en la mayoría de los ensayos, sólo en un ensayo de cada sesión se presentó la secuencia
55555.

Respecto a la situación 2 (ver tabla 19), se observó consistencia en dos de las tres
sesiones en las que operó la estructura contingencial teta, pues se registró que la secuencia
de elección 01258 se presentó en al menos la mitad de los ensayos de las sesiones 1 y 3, no
obstante, en la sesión 2 se presentó una secuencia de elección muy similar (02589) en la
mayoría de los ensayos. En el resto de las sesiones se presentaron secuencias de elección que,
aunque diferentes entre ensayos, fueron consistentes a lo largo de una misma sesión. En
cuanto a la situación 4, también se observó consistencia en sólo dos de las tres sesiones en
las que operó la estructura teta, ya que la secuencia 40672 se repitió en las sesiones 1 y 4 en
cinco de los diez ensayos, y en nueve de los diez ensayos, respectivamente. En relación a la
tercera sesión, se observaron secuencias de elección similares tanto a la sesión 2 (alfa) como
a la sesión 1 (teta) en proporciones similares. Respecto a las sesiones en las que operó la
estructura alfa, en ambas sesiones se observó consistencia intra-sesión, pero no entre éstas.

Por último, la condición de la contingencia cerrada sí tuvo efectos considerables en


la situación 1 en la sesión en la que ésta operó pues desde el sexto ensayo las secuencias de
elección se conformaron únicamente por las presiones al botón 9. Al igual que el resto de los
participantes, los datos de la situación 3 en la condición de contingencia cerrada no se
registraron puesto que el Participante 6 no logró avanzar del primer ensayo en los 200
segundos. En los que se le expuso a éste.
88

Participante 7
Tabla 20
Secuencias de elección del Participante 7 en las situaciones 1 y 3.
Situación 1
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5
En- Alfa (C. Teta (C. Alfa (C. Alfa (C. Teta (C.
sayo Abierta) Abierta) Cerrada) Abierta) Abierta)
1 1 0 6 7 3 2 3 4 5 4 0 1 1 1 4 0 1 0 1 0 0 1 2 3 4
2 3 4 5 6 7 0 1 2 3 4 1 1 1 1 1 7 8 7 7 6 8 9 8 9 8
3 4 2 3 4 0 0 1 2 3 4 8 9 8 9 8 6 7 6 7 6 8 9 8 9 8
4 4 3 2 1 0 3 2 3 2 3 8 9 8 9 8 7 7 6 7 6 9 8 9 8 9
5 2 3 4 8 7 0 1 2 3 4 8 9 8 9 8 6 7 6 7 6 8 9 8 9 8
6 5 4 3 2 1 1 2 3 4 5 8 9 8 9 8 6 7 7 6 7 9 9 9 9 9
7 4 3 2 1 0 1 2 3 4 5 8 9 8 9 8 6 7 6 7 6 9 9 9 9 9
8 4 3 2 1 0 1 0 1 1 1 8 9 8 9 8 6 7 6 7 6 9 9 9 9 9
9 3 3 2 2 2 1 0 1 1 1 9 8 9 8 9 6 7 6 7 6 9 9 9 9 9
10 4 3 2 1 0 1 0 1 1 1 9 9 9 9 9 6 6 7 6 7 9 9 9 9 9
Situación 3
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5
En- Alfa (C. Teta (C. Alfa (C. Alfa (C. Teta (C.
sayo Abierta) Abierta) Cerrada) Abierta) Abierta)
1 0 4 8 4 9 0 0 0 0 0 1 1 1 1 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
2 8 8 8 8 8 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 2 2 2 2 2
3 2 2 2 2 2 1 0 0 0 0 0 3 3 3
4 1 3 3 3 3 2 2 2 2 2 0 0 0 0 0
5 4 4 4 4 4 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 4 4 4 4 4
6 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 6 6 6 6 6
7 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 6 6 6 6 6
8 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 6 6 6 6 6
9 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 6 6 6 6 6
10 1 0 0 0 0 9 5 8 0 0 0 0 0 0 0 6 6 6 6 6
Nota: Las secuencias de elección se definieron como las cinco primeras elecciones en cada
ensayo. Las situaciones 1 y 3 se agrupan debido a que la secuencia de exposición a las
estructuras contingenciales alfa y teta fue la misma.

De forma general, el Participante 7 mostró un ajuste consistente entre sesiones en las


situaciones 2, 3 y 4, puesto que en éstas hubo una secuencia de elección que se repitió
totalmente o parcialmente en la mayoría de las sesiones.

En la situación 1 (ver tabla 20), en todas las sesiones hubo secuencias de elección
89

Tabla 21
Secuencias de elección del Participante 7 en las situaciones 2 y 4.
Situación 2
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5
En- Teta (C. Alfa (C. Teta (C. Teta (C. Alfa (C.
sayo Abierta) Abierta) Cerrada) Abierta) Abierta)
1 0 4 1 3 8 0 0 9 9 9 2 5 2 5 2 2 5 2 5 2 5 2 5 2 5
2 0 3 6 7 8 2 5 2 5 2 2 5 2 5 2 2 5 2 5 2 5 5 5 5 5
3 2 9 2 9 2 2 5 2 5 2 5 9 5 9 5 5 9 5 9 5 5 9 5 9 5
4 0 4 0 4 0 2 5 2 2 5 5 2 5 2 5 5 2 5 2 5 2 5 2 5 2
5 2 5 2 5 2 2 5 2 5 2 5 2 5 2 5 5 2 5 2 5 5 5 5 5 5
6 0 4 0 4 0 2 2 5 2 5 2 4 2 5 4 2 4 2 5 4 5 4 5 4 5
7 2 5 2 5 2 2 5 2 5 2 2 5 2 5 2 2 5 2 5 2
8 5 9 5 9 5 2 5 2 5 2 5 9 5 9 9 5 9 5 9 9
9 2 2 2 2 2 2 5 2 2 5 2 5 2 5 2 2 5 2 5 2
10 6 6 6 6 6 2 5 2 2 5 6 6
Situación 4
Sesión 1 Sesión 2 Sesión 3 Sesión 4 Sesión 5
En- Teta (C. Alfa (C. Teta (C. Teta (C. Alfa (C.
sayo Abierta) Abierta) Cerrada) Abierta) Abierta)
1 1 9 6 5 7 1 9 6 6 0 8 7 6 4 8 0 8 7 6 2 0 8 7 6 2
2 0 8 7 6 4 0 8 7 6 2 0 8 7 6 4 0 8 7 6 2 0 8 7 6 2
3 9 8 7 0 1 0 8 7 6 2 0 8 7 6 4 0 8 7 6 2 0 8 7 6 2
4 0 9 8 7 6 0 8 7 6 2 0 8 7 6 4 0 8 7 6 4 8 7 6 2 0
5 9 8 7 6 5 0 8 7 6 2 0 8 7 6 4 0 8 7 6 4 7 6 2 0 7
6 0 0 0 4 6 0 8 7 7 6 4 2 0 8 7 0 8 7 6 4 8 7 6 2 0
7 9 8 7 6 5 8 0 7 6 2 0 8 7 6 4 0 8 7 6 4 8 7 7 6 2
8 2 3 2 3 2 0 8 7 6 2 0 8 7 6 4 0 8 7 6 4 8 8 7 6 2
9 9 8 9 8 9 0 8 7 6 2 0 8 7 6 4 2 2 2 2 2 7 7 7 7 7
10 6 5 1 0 9 0 8 7 6 2 0 8 7 6 4 0 8 7 0 8 7 7 7 7 7

Nota: Las secuencias de elección se definieron como las cinco primeras elecciones en cada
ensayo. Las situaciones 2 y 4 se agrupan debido a que la secuencia de exposición a las
estructuras contingenciales alfa y teta fue la misma.

que, aunque fueron diferentes entre las sesiones, se repiten al menos durante cuatro de los
diez ensayos en cada sesión; en las primera sesión, la secuencia de elección (43210) que se
repitió en cuatro ensayos fue la secuencia que más se repitió en la segunda sesión a la inversa
(01234), en las sesiones 3 y 4 se establecieron secuencias de elección que, aun cuando fueron
diferentes entre estas sesiones, consistieron, en su mayoría, en opresiones intercaladas a dos
90

botones, es decir, mientras que en las sesión 3 la secuencia que es consistente en 89898, en
la sesión 4 la secuencia consistente es 67676, finalmente, en la última sesión, en las primeras
sesiones se registra una secuencia similar a las secuencias registradas en la sesión 3, no
obstante, en los últimos ensayos, la secuencias de elección consisten en opresiones
únicamente al botón 9. Por otra parte, la situación 3 (ver tabla 20) se registró que la secuencia
00000 fue consistente en las sesiones 1,2 y 4, puesto que esta secuencia se presentó en cuatro,
siete y diez ensayos respectivamente en estas tres sesiones, mientras que en la última sesión,
a partir del sexto ensayo, se registró una secuencia de elección que consistía en solo
opresiones al botón 6.

En relación a la situación 2, en todas las sesiones se observaron secuencias de elección


que consistieron en opresiones alternadas a los botones 2 y 5, de tal forma que las secuencias
que se observaron fueron 25252 y 52525. En la situación 4, durante la sesión 1, no se observa
consistencia en ninguna secuencia de elección, sin embargo, a partir de la sesión 2 hasta la
última sesión, se registró que dos secuencias de elección muy similares (08762 y 08764)
fueron consistentes a través de estas sesiones, en otras palabras, el segmento de la secuencia
de elección 876 fue consistente a lo largo de las últimas sesiones.

La condición de la contingencia cerrada sí tuvo efectos en cuanto al aumento en la


frecuencia de opresiones al botón efectivo (9) en la situación 1, sin embargo, en ocho de los
diez ensayos de la sesión en la que operó esta condición, no se observaron secuencias de
elección consistentes únicamente del botón 9, sino que se establecen secuencias que, además
de contener opresiones a este botón, también contienen opresiones a otros botones.

A continuación, se describe la síntesis de los datos obtenidos de manera individual


con el fin de determinar si las hipótesis establecidas en este trabajo pueden ser aceptadas o
no con base en si los datos de la mayoría de los participantes las sustentan o no.
91

Síntesis global

El estudio experimental aquí presentado se ha desarrollado con el fin de probar la hipótesis


general acerca de si el ajuste idiosincrásico es consistente a través de situaciones que
comparten una misma estructura contingencial y es distinto en situaciones con diferentes
estructuras contingenciales. Adicionalmente, en este trabajo también se han planteado cinco
hipótesis alternas en caso de que la hipótesis principal no sea aceptada. Ambos tipos de
hipótesis se establecieron con el fin de guiar tanto el método como el análisis de datos y,
finalmente, estar en condiciones de hacer afirmaciones con base en los datos obtenidos. Los
resultados aquí descritos se discuten en el siguiente apartado.

Respecto a la hipótesis principal (de investigación) de este estudio, sólo la


distribución temporal fue la variable que permitió hacer comparaciones entre las cuatro
situaciones a las que se expuso a los participantes, sin embargo, las medidas que se
seleccionaron (latencia, tiempo entre respuestas y tiempo entre opresiones) no permitieron
identificar un ajuste idiosincrásico y consistente a través de las situaciones con las mismas
estructuras contingenciales (Ver Apéndice B).

En la tabla 22 se sintetizan los datos obtenidos, en relación a las secuencias de


elección, por cada uno de los participantes y se organizan con base tanto en las seis hipótesis
alternas, asimismo, se señala en cuál de las cuatro situaciones los datos permiten aceptar la
hipótesis correspondiente, finalmente, en las filas de totales, se presenta el número de
participantes cuyos datos sostienen cuál alguna de éstas.

En relación a la hipótesis que sostuvo que el ajuste idiosincrásico y consistente estaba


controlado tanto por los elementos físico-químicos que configuran una situación como por la
estructura contingencial (Ha1), es decir, que en una misma situación se podía identificar
ajuste idiosincrásico y consistente en sesiones que compartieran una misma estructura
contingencial aun cuando éstas no fuese consecutivas, sólo los datos de tres de los siete
participante permiten sostener esta hipótesis y exclusivamente en la situación 3, es otras
palabras, sólo en tres participantes las secuencias de elección fueron consistentes en las
sesiones en las que estuvieron expuestos a la situación 3 y a una misma estructura
contingencial.
92

Tabla 22.
Síntesis de los datos obtenidos por participante en relación a las hipótesis del estudio.
Ha1: Consistencia Ha2: Consistencia Ha3: Consistencia
intraestructura intrasituacional intrasesión
Participante S1 S2 S3 S4 S1 S2 S3 S4 S1 S2 S3 S4
1
2
3
4
5
6
7
TOTAL 0 0 4 0 2 3 3 2 4 3 0 2

Ha5: Efectos de
Ha4: Efectos de contingencia cerrada en Ha6: Sensibilidad a
contingencia cerrada sesiones posteriores estructura teta
Participante S1 S2 S3 S4 S1 S2 S3 S4 S1 S2 S3 S4
1
2
3
4
5
6
7
TOTAL 4 0 0 0 1 0 0 0 3 5 3 3

Por otra parte, la hipótesis que sostenía que el ajuste idiosincrásico y consistente
está controlado exclusivamente por los elementos físico-químicos que configuran la situación
(Ha2), fue comprobada por los datos de seis de los siete participantes, aunque no en las
mismas situaciones. La situación donde el ajuste de la mayor parte de los participantes
permitió apoyar esta hipótesis fue la situación 3, seguida por la situación 2, en donde tres de
los siete participantes la comprobaron, finalmente, las situaciones 1 y 4, en donde sólo dos
de los siete casos sostuvieron la hipótesis. Cabe mencionar que los participantes que
mostraron consistencia intra-situacional (Ha2) en la situación 3 fueron los que no mostraron
consistencia intra-estructura (Ha1) en la misma situación y viceversa.

En cuanto a la hipótesis de consistencia intra-sesión (Ha3), la cual sostenía que el


ajuste idiosincrásico sólo es consistente a través de una sesión particular y es diferente entre
sesiones, los datos de la secuencia de elección de seis de los siete participantes sostuvieron
dicha hipótesis. El número de participantes cuyos datos permitieron apoyar esta hipótesis por
93

situación fueron: cuatro en la situación 1, tres en la situación 2 y dos en la situación 4.


Contrariamente a la hipótesis descrita previamente (Ha2), en los datos de ninguno de los
participantes durante la situación 3 se observó consistencia intra-sesión.

Las dos subsecuentes hipótesis se relacionan con los efectos de cerrar la contingencia
durante y después de esta condición. En el primer caso (Ha4), se contabilizó que hubo efectos
cuando las secuencias de elección de los participantes se homogeneizaron de tal manera que
éstas consistían exclusivamente en opresiones al botón efectivo, es decir, cuando las
secuencias de elección eran 99999. Para esta hipótesis, los datos de cuatro de los siete
participantes la sostuvieron y exclusivamente durante la situación 1. En el segundo caso
(Ha5), se contabilizó como efectos en sesiones posteriores cuando, habiendo sido expuestos
previamente a la condición de contingencia cerrada, los participantes aún oprimían el botón
efectivo de la contingencia cerrada aun cuando esta condición ya no operaba. Sólo el registro
de uno de los siete participantes, en la situación 1, apoyó esta hipótesis. Debido a que en las
situaciones 2 y 4, cuando operó la contingencia cerrada también operaba la estructura
contingencial teta, los participantes no tuvieron contacto con la contingencia cerrada en esta
condición pues la presentación de Ex no dependía de Ry, por tanto, en estas situaciones, los
efectos de la contingencia cerrada no pudieron haber sido registrados ni durante ni posterior
a la condición.

La última hipótesis alternativa propuesta sostenía que los participantes (Ha6) serían
sensibles a la estructura en la que la relación Rx-Ey es no contingente y, en consecuencia, no
responderían. En este caso, cinco de los siete participantes no oprimieron ninguno de los
botones en la mayoría de los ensayos durante la estructura contingencial teta. Tres de los
cinco participantes, en específico, los participantes 1,2 y 4, no respondieron a ninguna de las
situaciones, mientras que los participantes 5 y 6 no respondieron únicamente en la situación
3.
VII. DISCUSIÓN

Las teorías tradicionales de la personalidad han convergido exclusivamente en dos aspectos:


1) en haber acuñado el mismo término; y 2) en considerar que un individuo es particular y
diferente a cualquier otro. No obstante, los desarrollos teóricos que se le han dado en la
mayoría de las veces no se amparan en una teoría general de lo psicológico que permita
sustentar coherentemente los supuestos en relación a la individualidad. Además, las teorías
tradicionales, para localizar los determinantes de la personalidad, postulan la existencia de
poderes o facultades al interior del organismo que poco ayudan a identificar los factores que
configuran la idiosincrasia de los individuos. Por su parte, la teoría interconductual, grosso
modo, identifica la individualidad como producto de la historia interactiva particular de los
individuos y sostiene que es posible identificar condiciones en las que los individuos se
comportan de una forma idiosincrásica y distinta en relación condiciones distintas.

El objetivo experimental de este estudio fue evaluar los efectos de la contingencia Ry-Ex, la
señalización de la disponibilidad de Ex, la distribución temporal de Ex y la condición de la
contingencia (abierta/cerrada) sobre la distribución temporal de Rx y la secuencia de elección
de los participantes en situaciones experimentales distintas. Las primeras tres variables
dependientes corresponden a la hipótesis principal de este estudio que sostiene que los estilos
interactivos, entendidos como ajustes idiosincrásicos, son consistentes en situaciones que
comparten las mismas estructuras contingenciales y diferentes en situaciones en las que
operan distintas estructuras contingenciales, de tal manera que la contingencia Ry-Ex, la
señalización de la disponibilidad de Ex y la distribución temporal de Ex fungieron, en este
trabajo, como criterios de estructuración de una taxonomía de estructuras contingenciales
con el fin de diseñar situaciones delimitadas dentro de estructuras contingenciales tanto
idénticas como diferentes: de la taxonomía propuesta sólo se evaluaron las estructuras
contingenciales más opuestas. La última variable dependiente se evaluó con el fin de probar
si los estilos interactivos sólo son identificables en situaciones de contingencia abierta, como
sostienen Ribes y Sánchez (1992), Ribes (2005) y Ribes y Contreras (2007).

Los datos correspondientes a la distribución temporal no muestran diferencias


individuales de las cuales se pueda predicar idiosincrasia y consistencia, por tanto, no es
posible aceptar la hipótesis principal de este estudio. No obstante, se observaron efectos de
95

la señalización de los intervalos de disponibilidad de Ex en todos los participantes, es decir,


todos los participantes no respondían hasta segundos antes de que terminara el intervalo de
no disponibilidad de Ex (τΔ) para volver a presionar algún botón. Las secuencias de elección,
aunque no permitían hacer comparaciones entre situaciones, sí mostraron consistencia intra-
estructural en 4 de los siete participantes, es decir, en una misma situación, las secuencias de
elección fueron más consistentes en las sesiones en las que operó una misma estructura
contingencial en comparación con las sesiones en las que operó una distinta estructura
contingencial. Dado que sólo en la situación 3 se observó consistencia intra-estructural, se
concluye que esta preparación promueve este tipo de ajuste.

Contrariamente, cinco de los siete participantes, entre ellos dos de los que habían
mostrado consistencia intra-estructural, mostraron consistencia intra-situacional en el sentido
de que las secuencias de elección de una misma situación fueron similares en la mayoría de
las sesiones al margen de si la estructura contingencial cambiaba. Esto contradice el
argumento sostenido tanto por algunos autores (Ribes & Sánchez, 1990; Ribes, 1990a; Ribes
& Sánchez, 1992; Ribes, 2005; Ribes & Contreras, 2007) como por este trabajo acerca de
que la consistencia de los estilos interactivos se observa en situaciones que comparten la
misma estructura contingencial. Por tanto, los datos de este estudio que sugieren consistencia
intra-situacional apuntan a un par de conclusiones:

1) El cambio de la estructura contingencial no altera la consistencia que caracteriza


los estilos interactivos o;
2) Las medidas no fueron sensibles a una consistencia correlacionada con el cambio
en las estructuras contingenciales.

En adición, y en coincidencia con los estudios de reforzamiento no contingente en los


que se observan patrones estereotipados de forma intraindividual (Matute, 1995; Santacreu,
2013), en este estudio también no sólo se observaron secuencias de elección inicialmente en
la estructura contingencial en la que Ex era contingente a Ry, es decir, alfa, sino también
hubo casos en que las secuencias de elección se establecieron inicialmente en la estructura
contingencial en que Ex no era contingente a Ry, es decir, teta, y las cuales se mantuvieron
en la mayoría de las sesiones del experimento. Lo anterior sostiene que el ajuste
idiosincrásico y consistente se establece incluso en situaciones en las que el criterio de ajuste
96

es de ajustividad (Carpio, 1994). Aunque, así como en la estructura contingencial teta se


establecieron secuencias de elección que fueron consistentes a través de la mayoría de las
sesiones, también en esta estructura, cinco de los siete participantes no respondieron en la
mayoría de los ensayos en los que operó esta estructura, y tres de ellos no lo hicieron en las
cuatro situaciones. Posiblemente, ya que el mensaje de apertura no era contiguo a ninguna
de sus opresiones debido a los intervalos tan largos (de 16 a 24 segundos), los participantes
identificaron que éste no era contingente a su comportamiento y, por tanto, dejaron de oprimir
los botones, es decir, en un caso los participantes podían no presionar nada y el mensaje
automáticamente aparecían, o en otro caso, aun presionando los botones, el mensaje aparecía
con una aparente demora, lo cual no sucedía en la estructura contingencial alfa. Es posible
que una preparación en la que Ex no sea contingente a Ry, pero sí promoviendo la
continuidad acortando los intervalos evitaría que el responder de los participantes cesara.

No sólo se observó que las secuencias de elección se mantuvieron relativamente


constantes en la mayoría de las sesiones, sino también que éstas variaron de sesión a sesión.
En cinco de los seis participantes, en todas las situaciones exceptuando la situación 3, los
participantes respondieron de forma distinta sesión tras sesión. Esto da cuenta de que el
contacto que tuvieron los participantes tanto con los objetos de estímulo como con las
relaciones entre los eventos estuvieron moduladas por los contactos durante la sesión previa
en la que operaba distinta estructura contingencial.

Cuando los participantes fueron expuestos a la condición de contingencia cerrada en


la que sólo oprimiendo uno de los botones era posible producir Ex y operaba,
simultáneamente, la estructura contingencial alfa, ocurrieron dos efectos. Por un lado, en la
situación 3, los participantes no seleccionaron el botón efectivo (cuadrado) en cinco
ocasiones durante los intervalos de disponibilidad de Ex, por tanto, ninguno de los
participantes completó ningún ensayo en esta condición. Por otra parte, en la situación 1,
cuatro de los siete participantes mostraron secuencias de elección homogéneas desde la mitad
de la sesión, lo cual coincide con los estudios previos de estilos interactivos que sostienen
que éstos sólo son observables en contingencias abiertas, mientras que, en las contingencias
cerradas, los efectos de las historias interactivas particulares de cada individuo son
ensombrecidos por los requerimientos específicos (Ribes & Sánchez, 1992; Ribes, Contreras,
97

Martínez, Doval, & Viladrich, 2005; Ribes & Contreras, 2007). No obstante, a diferencia de
esos estudios, en este trabajo se sostiene y se demuestra que la distinción entre contingencias
abiertas y cerradas no recae en la explicitación o no de los requerimientos específicos en una
situación particular, sino, en su lugar, esta distinción recae en la diversidad de formas que la
respuesta puede adoptar para satisfacer el criterio de ajuste de la situación, de tal forma que,
cuando sólo existe una forma de satisfacerlo, se trata de una contingencia cerrada, en
contraste, las contingencias abiertas pueden graduarse en términos del número de maneras
en que se puede satisfacer el criterio de ajuste. Así, tanto las contingencias cerradas como las
abiertas pertenecen a un mismo continuo, una cuestión consiste en identificar cuántas
maneras de satisfacer el criterio de ajuste deben programarse para observar estilos
interactivos. En este estudio, en las cuatro situaciones, durante la condición de contingencia
abierta, existían cuatro botones que podían ser presionados hasta sumar cinco opresiones, en
cualquier secuencia e incluso los participantes podían repetir el mismo botón las cinco
ocasiones, de tal forma que existían 4x4x4x4x4 (45) maneras de satisfacer el criterio durante
la estructura alfa, es decir, un total de 1024 secuencias posibles y sólo 7 participantes que no
mostraron más de treinta secuencias de elección distintas. Sin embargo, en un caso hipotético
en el que en una situación sólo existieran dos secuencias de elección que satisfacen el criterio,
¿sería posible observar estilos interactivos con varios individuos expuestos a esta
situación?,¿el número de maneras de satisfacer un criterio de ajuste se corresponde que el
número de estilos interactivos identificables en cierta situación?

Adicionalmente, sólo en un participante se observaron efectos en las sesiones


subsecuentes a la sesión de contingencia cerrada. Esto puede ser explicado en términos del
tiempo de contacto que los participantes tuvieron con la contingencia cerrada, el cual había
sido mayor, en comparación con la condición de la contingencia abierta

En breve, la distribución temporal, variable seleccionada por su característica de


transituacionalidad (es decir, que permite comparar situaciones distintas), medida a través
de la latencia, el tiempo entre respuestas y el tiempo entre opresiones, no mostraron
idiosincrasia ni consistencia en el ajuste de los participantes entre situaciones durante las
condiciones en las que se programó la misma estructura contingencial , contrariamente, en
estas variables se observaron efectos homogéneos para todos los participantes en relación a
98

la estructura que operaba, en especial, sobre el tiempo entre opresiones, pues ésta fue sensible
tanto a los intervalos de señalización de la disponibilidad/ no disponibilidad de Ex, como a
los ensayos en los que los participantes no presionaron ningún botón. Sin embargo, los datos
relativos a las secuencias de elección son analizados en tres vías:

1) Los datos obtenidos de los participantes 2, 3 5 y 6 (ver tabla 22) sugieren que las
estructuras alfa y teta, de la taxonomía propuesta, permiten identificar consistencia
en condiciones que comparten una misma estructura en relación a la secuencia de
elección de los participantes y exclusivamente en la situación en la que se señaló la
longitud de las secuencias de elección, es decir, en lo que en este trabajo se denomina
situación 3 (S3).
2) Los datos de los participantes 1, 2, 4, 5 y 7 sugieren que el ajuste idiosincrásico y
consistente de los individuos está controlado, no por la estructura contingencial que
opera, sino por los objetos de estímulo que configuran la situación particular.
3) Los datos de los participantes 1, 2, 4, 5, 6 y 7 sugieren que el ajuste idiosincrásico
sólo es consistente en una sesión y es distinto en la sesión subsecuente. Esto puede
ser debido a que sesión tras sesión, las condiciones cambiaban lo que se traduciría en
que los estilos interactivos no son “relativamente estables” (Ribes, 1990a), sino que
el contacto de los individuos con una situación particular es afectado por el contacto
que se tuvo previamente con esa situación.

Aunque en este estudio existió evidencia que ampara los tres argumentos, a partir del análisis
hecho tanto por participante como por situación, ésta se concentra en el segundo enunciado
(ver tabla 22). Por tanto, se rechazarían, aunque con recelo, los otros dos enunciados. Sólo
posteriores estudios contribuirían a aportar evidencia que refuerce alguna de las tres
afirmaciones. El dato más contundente de la presente tesis circunda alrededor de la tesis que
sostiene que el ajuste idiosincrásico de los individuos es observable en mayor grado en
contingencias abiertas, mientras que aún queda por delimitar los criterios de consistencia que
definen al estilo interactivo. Por ahora, se sugiere entender a las contingencias abiertas como
aquellas en que la flexibilidad de uno de los parámetros críticos en la satisfacción de cierto
criterio de ajuste permite el despliegue de distintos ajustes para su satisfacción.
99

Hasta ahora, las aproximaciones el estudio de los estilos interactivos se ha realizado


bajo enfoques moleculares (Ribes y López, 1985), cuyos resultados, además de que no han
sido los más favorables, el poder heurístico y las implicaciones tecnológica que ello puede
conllevar aún son pocas. En prospectiva, se sugiere realizar un análisis molar de los estilos
interactivos con el fin de identificar consistencias cualitativas en la interacción de los
individuos en circunstancias similares, las cuales podrían estar delimitadas por ámbitos de
desempeño particulares.

Desde el marco de la Psicología Interconductual, la teoría de la individualidad es muy


joven por lo que sus aparatos conceptual y metodológico aún son pobres: existen pocos
conceptos y ninguna variable consensuada para medir. Esto apunta a que el desarrollo que se
le dio en sus inicios no ha tenido el potencial heurístico para dar suficiente evidencia que de
solidez a la teoría de la individualidad. No obstante, desde este marco teórico, cualquiera que
se plantee llevar a cabo un estudio delimitado en la teoría de la individualidad debe tener en
cuenta las siguientes tesis metodológicas: 1) el ajuste idiosincrásico y consistente de los
individuos sólo es predicable como actualización en situaciones particulares, por tanto, éste
no puede predicarse a partir de los reportes verbales de los individuos a posteriori; 2) los
reportes verbales pueden ser una variable de la cual se predique idiosincrasia y consistencia
siempre y cuando estos sean observados a través de las situaciones; 3) cualquier clasificación
del ajuste idiosincrásico y consistente de los individuos borraría, en efecto, las diferencias
individuales. Adicionalmente, el término personalidad, siguiendo a los autores que lo definen
de forma miscelánea (Hall & Lindsey, 1974), refiere, en el mejor de los casos, al conjunto
de estilos interactivos de una persona, no obstante, debido a su carga histórica cartesiana, no
se recomienda el uso de este término en una teoría de la individualidad.

La importancia del desarrollo de una teoría de la individualidad radica, en la ciencia


básica, en la identificación de las circunstancias en las cuales el comportamiento singular es
consistente y, en la ciencia aplicada, tanto en la predicción del comportamiento individual
(Kantor & Smith, 2015; Hall & Lindsey, 1974; Ribes, 2008; Kantor, 1978; Cueli & Reidl,
1979) aun en situaciones a las que el individuo no ha ido expuesto. Su tarea, por tanto, es: 1)
la identificación de estados resultantes de la evolución ontogenética y cuya organización
delimiten la individualidad y 2) el análisis de la génesis de dichas resultantes como proceso
100

de individuación (Ribes & Sánchez, 1990). No queda más que repensar las estrategias para
el estudio de la teoría de la individualidad incorporando tanto elementos teóricos como
metodológicos que permitan dar evidencia de los supuestos que le subyacen.
VIII. BIBLIOGRAFÍA

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IX. APÉNDICE

Apéndice A. Consentimiento informado

El consentimiento informado se les entregó a los participantes previo al inicio de la sesión 1,


se les pidió leerlo atentamente y, en la parte inferior, colocar sus datos de contacto para
hacerles entrega de su agradecimiento monetario una vez concluido el experimento, así como
su firma si estaban de acuerdo con las condiciones que el consentimiento informado
establecía. En la figura 5 se muestra el formato del consentimiento informado.

Figura 5. Carta de consentimiento informado


107

Apéndice B. Tiempo entre opresiones por participante


En este estudio se seleccionó la distribución temporal como una variable con la característica
que permitía hacer comparaciones entre las cuatro situaciones en las que se expuso a los
participantes. De forma particular, la distribución temporal se midió a través de la latencia,
el tiempo entre respuestas y el tiempo entre opresiones. Pese a que no se encontraron
diferencias individuales que permitieran hablar de un ajuste consistente e idiosincrásico, la
variable más sensible a los intervalos de disponibilidad/no disponibilidad de Ex fue el tiempo
entre opresiones. A continuación, se muestran los gráficos del tiempo entre opresiones
durante todo el experimento en las cuatro situaciones de los siete participantes.

Todas las gráficas describen el tiempo entre opresiones (TEO) en segundos que hubo en cada
opresión, en cada ensayo y en cada sesión. El eje de las ordenadas se muestra el tiempo entre
opresiones y en todas las gráficas de cada participante, el valor máximo de este eje es de 40
segundos. En el eje de las abscisas se encuentran las opresiones que hubo en cada ensayo,
organizadas por sesión: en este eje se encuentran tres filas de números, la primera, de arriba
hacia abajo, corresponde a las opresiones que hubo durante todo el experimento enumeradas
por sesión, en la segunda fila se encuentra el ensayo en el que se registraron las opresiones,
y la tercera fila corresponde a las cinco sesiones experimentales. De tal manera que, cada
punto que conforma la línea en las gráficas muestra el tiempo entre opresiones (TEO)
correspondiente a cada una de las opresiones durante todo el experimento. Las líneas
verticales indican el término de una sesión y las leyendas señalan cuál de las estructuras
contingenciales y cuál condición de la contingencia operaba. Por cada participante se
muestran cuatro gráficas que corresponden a las cuatro situaciones a las que éstos fueron
expuestos. Las cuatro gráficas se agrupan en dos figuras, de tal manera que las gráficas que
se muestran juntas comparten la misma secuencia de exposición a las estructuras
contingenciales, es decir, en una figura se muestra las gráficas del TEO de las situaciones 1
y 3, y en otra figura se muestras las gráficas del TEO de las situaciones 2 y 4.
108

Participante 1

Figura 6. Tiempo entre respuestas organizado por opresiones en cada ensayo y por
sesión del Participante 1 durante las situaciones 1 y 3.
109

Figura 7. Tiempo entre respuestas organizado por opresiones en cada ensayo y por
sesión del Participante 1 durante las situaciones 2 y 4
110

Participante 2

Figura 8. Tiempo entre respuestas organizado por opresiones en cada ensayo y por
sesión del Participante 2 durante las situaciones 1 y 3.
111

Figura 9. Tiempo entre respuestas organizado por opresiones en cada ensayo y por
sesión del Participante 2 durante las situaciones 2 y 4
112

Participante 3

Figura 10. Tiempo entre respuestas organizado por opresiones en cada ensayo y por
sesión del Participante 3 durante las situaciones 1 y 3.
113

Figura 11. Tiempo entre respuestas organizado por opresiones en cada ensayo y por
sesión del Participante 3 durante las situaciones 2 y 4.
114

Participante 4

Figura 12. Tiempo entre respuestas organizado por opresiones en cada ensayo y por
sesión del Participante 4 durante las situaciones 1 y 3.
115

Figura 13. Tiempo entre respuestas organizado por opresiones en cada ensayo y por
sesión del Participante 4 durante las situaciones 2 y 4.
116

Participante 5

Figura 14. Tiempo entre respuestas organizado por opresiones en cada ensayo y por
sesión del Participante 5 durante las situaciones 1 y 3 .
117

Figura 15. Tiempo entre respuestas organizado por opresiones en cada ensayo y por
sesión del Participante 5 durante las situaciones 2 y 4. .
118

Participante 6

Figura 16. Tiempo entre respuestas organizado por opresiones en cada ensayo y por
sesión del Participante 6 durante las situaciones 1 y 3
119

Figura 17. Tiempo entre respuestas organizado por opresiones en cada ensayo y por
sesión del Participante 6 durante las situaciones 2 y 4.
120

Participante 7

Figura 18. Tiempo entre respuestas organizado por opresiones en cada ensayo y por
sesión del Participante 7 durante las situaciones 1 y 3
121

Figura 19. Tiempo entre respuestas organizado por opresiones en cada ensayo y por sesión del
Participante 7 durante las situaciones 2 y 4.

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