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Supremacía Constitucional

El principio de supremacía constitucional implica que el texto constitucional es el límite positivo y


negativo del resto del ordenamiento jurídico. Esto significa que las leyes de menor jerarquía y el
resto de los actos estatales deben ser congruentes con la Constitución: no pueden ir en contra de
su letra ni de su espíritu. El punto más alto (pirámide de kelnes) se encuentra la Constitución y de
allí hacia abajo se escalonan las normas según sus jerarquías.

A fines de mantener la vigencia de la supremacía constitucional existe un mecanismo de control,


que en nuestro sistema jurídico está en manos de los jueces. Así, la función primordial del control
constitucional es privar de efectos a las leyes o actos particulares que sean violatorios del texto
constitucional.

Artículos:

31- “Esta constitución, las leyes de la Nación que en su consecuencia se dicten por el Congreso y
los tratados con las potencias extranjeras son la ley suprema de la Nación…”

28- “Los principios, garantía y derechos reconocidos en los anteriores artículos, no podrán ser
alterados por las leyes que reglamenten su ejercicio.

Hasta 1994, el texto constitucional era el supremo y el principio rígido era que todo el resto del
universo jurídico estaba supeditado a él. Sim embargo, la reforma constitucional a través del
artículo 75 inc. 22 ha establecido que algunos instrumentos internacionales de derechos humanos
poseen jerarquía constitucional. Esto significa que si bien los instrumentos de derechos humanos
no integran el texto constitucional, poseen también el carácter de supremos por haberse
equiparado su jerarquía a la de la Constitución.

El control constitucional: Sistema Argentino

Antes de la reforma Constitucional de 1994 no existía en la Constitución referencia alguna al


modelo de control constitucional adoptado por nuestro país. Con la reforma, aparece la cláusula
en el art. 43 referido al amparo, que indica el “el juez podrá declarar la inconstitucionalidad de la
norma...”

Sin embargo, la costumbre indica que la judicatura ha sido siempre el órgano de control
constitucional, siguiendo en este sentido al modelo norteamericano. El caso Marbury v. Madison
sentó las bases del control de constitucionalidad en aquel país, y sirvió como inspiración para
nuestros tribunales.

De este precedente, debe destacarse el principio por el cual, ante la contradicción entre dos
normas de distinto rango, si la norma inferior es contradictoria con la norma superior, el Juez debe
desechar la inferior y aplicar la superior, para evitar que el principio de supremacía constitucional
se torne hueco.
La vía procesal para ejercer el recurso es la indirecta, lo que quiere decir que la cuestión de
inconstitucionalidad no se plantea de modo autónomo sino siempre en relación a un proceso
determinado. El sujeto legitimado es aquel que, en el marco de dicho proceso, es el titular actual
de un derecho o interés legítimo que busca salvaguardar con el dictado de inconstitucionalidad.

El dictado de inconstitucionalidad es el último remedio posible, y sólo procede cuando es


imposible compatibilizar la norma o el acto del que se trate con la Constitución. El efecto de la
declaración de inconstitucionalidad se limita al caso en el que se planteó, por lo que no supone en
ningún caso la derogación de la ley o el acto impugnado, sino solamente evita su aplicación al caso
concreto.

Caso MADBURY v. MADISON Marbury vs madison


En el año 1801 el presidente Adams (expresidente de EEUU) designó a Marshall presidente de la
Suprema Corte junto con otros jueces entre los que se encontraba Marbury. 
Finalizado el mandato presidencial es sucedido por el presidente, Jefferson quien designa como
secretario de Estado a Madison. 
La mayoría de los jueces nombrados durante el gobierno anterior recibieron la notificación en la
que constaba que tenían acceso a sus cargos de jueces. No obstante otros, entre los que se
encontraba Marbury, no recibieron dicha notificación y decidieron solicitar a Madison que el
nombramiento les fuera notificado para poder acceder al cargo. Al no obtener respuesta de
Madison, Marbury pidió a la Corte que emitiera un “mandamus” por el cual se le ordenara a
Madison que cumpliera con la notificación, basándose en la Sección trece del Acta Judicial que
acordaba a la Corte Suprema competencia originaria para expedir el “mandamus”. 

Marbury tenía derecho al nombramiento que demandaba, teniendo en cuenta que este había sido
firmado por el presidente y sellado por el secretario de estado durante la presidencia de Adams. 
La negativa constituyó una clara violación de ese derecho frente al cual las leyes de su país
brindaban un remedio, emitir un mandamiento. 
La constitución de los Estados Unidos establece en su Art. III, la competencia de la Corte Suprema
sólo por apelación, salvo en determinados casos en la que es originaria, no encontrándose el
“mandamus” dentro de estas excepciones, por lo que se rechazó la petición del demandante, ya
que la Corte Suprema no poseía competencia para emitir mandamientos en competencia
originaria. 
Esto trajo aparejado un conflicto entre la Constitución y el Acta Judicial, Sección 13 (de rango
jerárquico inferior). Marshall resolvió en su sentencia declarar la inconstitucionalidad del Acta
Judicial, por considerar que ampliaba la competencia de la Corte y contrariaba la Constitución. 
Se afirmó el principio de supremacía constitucional. 
Se consagró el principio que el poder judicial ejerce el control de constitucionalid

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