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Análisis sobre el texto:

Max Horkheimer y Theodor W. Adorno


La industria cultural. Iluminismo como mistificación de masas

ambos autores sostienen que somos robots de lo que nos venden o nos imponen. Que no tenemos
manejo de nuestra vida. Que no elegimos nada, solo se nos obliga y creemos que somos capaces de
elegir. Es como si pudiésemos optar por lo que anhelamos, pero en realidad estamos sometidos por
completo a la industria cultural, la cual se encuentra banalizada.
Si queremos ser parte de la rueda del consumo está bien, o si no nos queda otra siempre es más fácil
dejarnos lavar el cerebro. Luego empezamos a necesitar cosas que después de verlas, lo único que
deseamos es tenerlas. Incluso nos esforzamos por conseguir “eso” material que antes
desconocíamos, que nunca nos hizo falta y que sin ello seguiríamos viviendo perfectamente.
Los autores nos muestran durante su exposición que todo nuestro mundo parece no tener escapatoria,
que la manipulación esta en todas partes.
Que podemos verla (a la manipulación) si miramos con detenimiento cualquier tipo de situación. Un
ejemplo claro de ello es cuando mencionan a la radio, que es un medio que supuestamente sirve para
ejercer la libertad de expresión, pero los autores plantean que todos están en la misma sintonía, que
nos hacen creer que piensan por sí solos y que podemos pensar diferente, pero que en realidad todos
somos parte de un engranaje, de un mismo sistema (oficialistas y opositores).
No importa que tan rebelde a la manipulación de la industria cultural parezca cualquiera, en definitiva
esa rebeldía es aparente, y es parte del gran esquema. Solo para dejar salir de manera controlada las
ganas de ser libre e independiente. Es solo un placebo y no una libertad real.
Empáticamente afirmo gran parte de sus pensamientos, pero sigo tratando de creer que por más
influencia, manejo o hipnotismo del poder de la industria cultural, la última palabra siempre es
personal. Que aunque de la boca para afuera se viera que seguimos al rebaño, cada uno es dueño de
sentir lo que quiera. La libertad interior es algo propio e insoslayable (irreductible). Es lo único que nos
queda y es lo último que se va cuando dejamos de respirar. Puede el hombre (y no me refiero al
genero) apresarnos, torturarnos, golpearnos e incluso obligarnos a confesar cosas que ni en sueños
hemos hecho, pero la mente, el sentimiento, el pensamiento en su más pura expresión es tan interno y
tan propio que no puede ser poseído más que por nosotros mismos.
La libertad como falacia formal es inocua a la práctica cotidiana, más allá del pensamiento de los
autores, que tratan de descifrar por nosotros el mecanismo de la humanidad.
Es así (afirmación práctica) porque por más que traten de advertirnos, enseñarnos y por sobre todo
hacernos conocer la “verdad”, no podemos hacer absolutamente nada para cambiar el paradigma
(modelo) al cuál pertenecemos. Las razones de que no, son diversas, desde sobrevivir a diario hasta
la comodidad del poder.
El ser humano nace libre y adquiere estructura social, que al tiempo es limitada por otros seres
humanos (Rousseau), así su subjetividad pasa a ser simplemente la pieza del rompecabezas de un
sistema. Cito a otro autor por la razón intrínseca de que la vinculación entre pensadores, sociólogos,
psicólogos, humanistas en general, terminan coincidiendo en muchos puntos que desarrollan los
autores. Vivimos en un mundo sin fronteras comunicacionales, pero parece que cada día nos cuesta
más conocernos a nosotros mismos. Hemos involucionado, o nos quedamos estáticos, o simplemente
le cambiamos el nombre al modelo social para evitar un despertar en masa, quién sabe!
La industria cultural (mainstream o como quieran, solamente es un ejemplo) parece ser un ser vivo,
alimentado por todos, sería lógico no culpar al monstruo dominante si somos nosotros (concientes o
no) quienes lo creamos.

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