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SESIS FORMAS DE RESPONDER AL CORONAVIRUS DESDE LOS

DERECHOS HUMANOS
Por António Guterres, Secretario General de la ONU

1- Acceso universal a la atención sanitaria

Proteger la vida de las personas es una prioridad. La prioridad es salvar vidas, y para ello, el acceso
universal a la atención sanitaria es imperativo. Pero la crisis sanitaria ha desencadenado una crisis
económica y social que está golpeando duramente a los individuos, familias y comunidades. Este
impacto proviene de la propia enfermedad, pero también de las medidas necesarias para combatirla
que se enfrentan a factores subyacentes como las desigualdades y la debilidad de los sistemas de
protección.

Muchos países han adoptado, dentro de los recursos disponibles, medidas fiscales, financieras y
económicas para mitigar los efectos negativos de COVID-19 en sus poblaciones. Entre los ejemplos se
incluyen:

 El suministro de reservas de agua a los barrios marginales


 La Suspensión de los desalojos de viviendas por impago de alquileres durante la crisis
 Mantener los empleos y los salarios mediante medidas económicas específicas, en algunos casos
similares a la obtención de ingresos universales, y apoyar a los empleadores y las empresas
 Ofrecer o ampliar las licencias por enfermedad pagadas a los trabajadores o de las prestaciones
por desempleo
 Asegurar un refugio de emergencia para las personas sin hogar.
 Ampliar las respuestas a la violencia en el hogar para las víctimas de abusos.
 Proporcionar atención infantil a los trabajadores de servicios esenciales

2- La respuesta debe ser equitativa

El virus no discrimina; pero el impacto si. Por eso, las respuestas deben ser inclusivas, equitativas y
universales, pues de lo contrario no podrán vencer a un virus que afecta a todos, independientemente
de su condición. Si el virus perdura en una sociedad, sigue siendo una amenaza para todas las
sociedades, por lo que las prácticas discriminatorias nos ponen a todos en peligro.
Ejemplos de buenas prácticas basadas en los derechos humanos en algunos países:
 Concesión temporal de derechos de residencia a todos los migrantes y solicitantes de asilo en
situación irregular, dándoles pleno acceso a la atención de sanitaria nacional a medida que el
brote se intensifica, reduciendo así los riesgos para la salud pública en general
 Adopción de medidas específicas para proteger a los grupos vulnerables, entre ellos las personas
con discapacidades, las personas sin hogar y los jóvenes que viven en instituciones, o suspender
la detención de migrantes irregulares
 En todas las regiones algunos gobiernos han adoptado medidas para mitigar los efectos de
COVID en las poblaciones carcelarias, y otros han puesto en libertad a algunos reclusos

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3- Todos debemos ser parte de la respuesta

La participación efectiva en la respuesta requiere que la gente esté informada, que participe en las
decisiones que la afectan y que vea que las medidas que se tomen son necesarias, razonables y
proporcionadas para combatir el virus y salvar vidas.
Este es un momento en el que, más que nunca, los gobiernos necesitan ser abiertos y transparentes,
responder y rendir cuentas a las personas que tratan de proteger. Se debe facilitar la contribución de las
organizaciones de la sociedad civil, así como del sector privado y de las empresas.
Muchos países han instituido sesiones informativas diarias para la prensa a fin de informar a la
población sobre la situación y la respuesta
Algunos gobiernos han autorizado o creado un comité parlamentario independiente o dirigido por la
oposición, que se reúne públicamente en línea, para examinar las medidas del ejecutivo durante la crisis
La sociedad civil y las empresas han sido muy creativas en las innumerables formas de tratar de mitigar
los efectos y mejorar la protección, entre ellas se encuentran la asignación de horarios específicos de
apertura de las tiendas para las personas de más edad, la organización de redes de apoyo comunitario
para las personas vulnerables o el aplazamiento del cobro del alquiler para las personas sin ingresos

4- Proporcionalidad de las medidas


La amenaza es el virus, no la gente. Las fuerzas del orden desempeñan un papel importante en la lucha
contra la enfermedad y en la protección de las personas. Pese a que se puedan invocar situaciones de
emergencia, otorgar amplios poderes al Ejecutivo, concedidos rápidamente con una supervisión mínima,
conlleva riesgos.

Las respuestas de seguridad excesivas socavan la respuesta sanitaria y pueden exacerbar las amenazas
existentes para la paz y la seguridad o crear otras nuevas.

La mejor respuesta es la que tiene por objeto responder de manera proporcionada a las amenazas
inmediatas, protegiendo al mismo tiempo los derechos humanos en el marco del estado de derecho.
Este es un momento para la paz, para centrarse en la lucha contra el virus.

Las declaraciones de emergencia deben ser proclamadas oficialmente y:

 Sólo se aplicarán en la medida estrictamente requerida por las exigencias de la situación


 No han de ser incompatibles con otras obligaciones del derecho internacional.
 No han de discriminar
 No han de permitir la suspensión de ciertos derechos específicos, como el derecho a la vida

5- Solidaridad internacional

Ningún país puede superar esto solo. La solidaridad internacional es esencial en la respuesta mundial:
ningún país puede vencer esto solo y algunos países están mejor equipados para responder que otros.
Así como ningún país puede permitirse el lujo de dejar atrás a las personas, el mundo no puede
permitirse el lujo de dejar atrás a un país si se quiere vencer al virus.

6- Reflexionar para crear un futuro mejor

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Cuando nos recuperemos, debemos ser mejores que antes. ¿En qué mundo queremos vivir cuando todo
esto termine? La forma en que respondamos ahora puede ayudar a dar forma a ese futuro, para bien o
para mal. Es fundamental considerar el largo plazo al planificar nuestras respuestas a corto plazo. Los
derechos humanos nos ayudan a responder a las prioridades inmediatas y a desarrollar estrategias de
prevención para el futuro.

El informe del Secretario General destaca la importancia de que todos los actores, especialmente los
Gobiernos, garanticen que las leyes y normas internacionales de derechos humanos, humanitarias y de
refugiados estén en el centro de todas las respuestas de COVID-19.

El sistema de las Naciones Unidas y muchos de los relatores especiales de la Oficina de la alta
Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos ha elaborado una lista de consejos y orientaciones
con este fin.

Entre ellos:

Utilizar el máximo de recursos disponibles a nivel nacional e internacional para garantizar la


disponibilidad, accesibilidad y calidad de la atención sanitaria como un derecho humano para todos sin
discriminación, incluso en diferentes no relacionadas a la COVID-19; y garantizar la protección del
derecho a la vida en todo momento
Garantizar que los paquetes de estímulo y otras respuestas para mitigar los efectos económicos de la
pandemia se centren en las personas y apoyen adecuadamente a los grupos más afectados por la
pérdida de sus medios de vida, y más en general a las personas y grupos sin acceso a las redes de
seguridad social
Velar por la seguridad de los ingresos y la asistencia social específica para las personas más marginados
o vulnerables. Garantizar la disponibilidad de alimentos, agua y saneamiento, y una vivienda adecuada
Asegurar que los planes de respuesta y recuperación nacionales y locales identifiquen y pongan en
marcha medidas específicas para combatir los efectos del virus en determinados grupos e individuos,
como los migrantes, las personas desplazadas y los refugiados, las personas que viven en la pobreza, las
que no tienen acceso a agua y saneamiento o a una vivienda adecuada, las personas con discapacidad,
las mujeres, las personas de edad, las personas LGBTI, los niños y las personas detenidas o en
instituciones
Garantizar que la información fiable y precisa llegue a todas las personas, poniéndola a disposición en
diferentes formatos e idiomas fácilmente comprensibles, incluidas las lenguas indígenas y las de las
minorías, adaptándola a las personas con necesidades específicas, como las personas con discapacidad
visual y auditiva, y difundiéndola a las personas con capacidad limitada o nula de lectura, o que carecen
de acceso a Internet y a las fuentes habituales de los medios de comunicación.

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