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Gran parte del auge económico y militar de Roma se basó en guerras imperialistas, que

canalizaron más recursos económicos hacia las estructuras administrativas del Estado
romano. La renta per cápita del imperio había aumentado gracias al trabajo forzado de mano
de obra esclava y al aprovechamiento de la fuerza laboral en beneficio del estado. El final de
las guerras de expansión imperialistas dificultaron la continuación de este modelo de
hegemonía económico-militar.
Además a partir de los siglos III y IV se produjeron importantes migraciones tanto en el norte y
centro de Europa como el centro de Eurasia. No se conoce con precisión la causa de estas
migraciones, aunque pudieron estar implicados factores climáticos: entre el siglo IV y el siglo
XIII, el planeta sufrió un cierto enfriamiento lo cual habría empeorado las condiciones de
supervivencia en las zonas más frías de Eurasia, haciendo que pueblos seminómadas se
desplazaran en busca de mejores condiciones.

Cambios en el ejército romano[editar]


El principal cambio sufrido entre las épocas de la pax romana y la división del Imperio
romano se vio sobre todo en el ejército romano. Tras la batalla de Adrianópolis, dio
preponderancia a las tropas de caballería por encima de las legiones, y armas típicas de la
legión como el gladius o el scutum, fueron sustituidas por la spatha más larga y a escudos con
forma redonda, al estilo germánico. Además las armaduras romanas conocidas como lorica
segmentata fueron sustituidas por las cotas de malla, que antiguamente solo eran usadas por
las tropas auxiliares. Esto se debió en parte a que el ejército romano incluía entre sus
soldados, guerreros bárbaros, denominados fœderātī, también debido a la escasez de oro en
las arcas imperiales, lo que obligó al ejército romano a abaratar el coste de sus materiales.
Aparte de los cambios materiales y estratégicos del ejército, en ese período no parecen
registrarse gran cantidad de jefes militares capaces. En los últimos compases del Imperio
romano de Occidente, gran parte del ejército romano estaba compuesta
por fœderātī (mercenarios de origen extranjero). Había contados líderes capaces, que con
habilidad y destreza conseguían méritos para el imperio, luchando principalmente contra los
bárbaros o las rebeliones internas, como fueron Flavio Aecio, Estilicón o Flavio Ricimero; sin
embargo, en muchos casos varios de estos líderes se hicieron populares y las rivalidades
entre las élites, propiciaron que varios de ellos fueran asesinados, en un contexto de
inestabilidad política y debilidad administrativa.

Historia[editar]
La división del Imperio[editar]
A lo largo del siglo III, el Imperio romano había experimentado una etapa de guerras civiles y
divisiones internas que parecían no tener fin: se denominó la Crisis del siglo III. A finales de
dicho siglo, el Imperio se desangraba política, económica y militarmente. La situación política
era inestable, particularmente en la mitad occidental, produciéndose numerosos conflictos
internos, protagonizados por militares con ambiciones políticas que habían dado lugar a
numerosas guerras civiles por el poder. En algunos períodos álgidos, se dieron alzamientos
militares cada pocos meses y con generales que se proclamaron «emperadores»,
especialmente en Britania y Galia debido a la conflictividad de sus fronteras. A este
complicado cuadro que hacía tremendamente difícil mantener el gobierno sobre el Imperio, se
unían las continuas incursiones de los pueblos bárbaros sobre las fronteras del imperio. Estos
bárbaros a veces formaron alianzas políticas con algunos de los contendientes en guerra civil
o rompían con todos entregándose al saqueo de ciudades, aumentando el clima de
inestabilidad política.
Por todo ello, Occidente sufrió de forma mucho más contundente las consecuencias de la
Crisis del siglo III, mientras que Oriente, mejor administrado, más urbanizado y con mayor
renta per cápita, lograba recuperarse poco a poco, a pesar de las amenazas fronterizas de
los godos y los persas, debido a los ingresos procedentes de los fértiles campos
de Anatolia y Egipto, su mayor cohesión interna y su población más abundante y menos
golpeada por las guerras civiles, la corrupción y las pestes como ocurría en Occidente.
Artículo principal: Tetrarquía

A finales del siglo III un personaje apareció para instaurar un nuevo sistema de gobierno que
proporcionó una paz y estabilidad momentánea al imperio. Diocleciano, un antiguo militar de
origen dálmata, instauró el sistema denominado «Tetrarquía», por el cual dos emperadores,
uno en el occidente, y otro en el oriente, gobernaban el imperio mano a mano. Diocleciano
nombró a Maximiano como su coemperador en el año 286. En el 293, Galerio y Constancio
Cloro fueron elevados al rango de césares (herederos) de los dos augustos. Sin embargo,
este nuevo sistema solo perduró durante el tiempo que permaneció Diocleciano en activo,
pues a su muerte, los nuevos augustos comenzaron a enfrentarse entre sí. Esta sería la
primera ocasión en la cual el Imperio romano era dividido de manera oficial para hacer más
eficiente las tareas de gobierno.
Constantino, el hijo de Constancio Cloro, fue proclamado emperador por sus soldados en
Britania a la muerte de su padre. Constantino consiguió imponerse a todos sus rivales por el
trono y gobernó en solitario durante veinte años, acabando con cualquier rastro de la
Tetrarquía.

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