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No tengo que reflexionar detalladamente para determinar porque muchas personas

huyen de este sitio al abrir la primera página sin siquiera ver bien de qué trata.
2 palabras: “Hombre” y “Superior”.

La gente, sin mucha razón, suele rechazar automáticamente conceptos con los que no
están alineados, por lo que en esta época de emasculación y mediocridad, que más se
podía esperar. Debido a que la mayoría de la gente odia la masculinidad y no tiene
nada por lo que batallar de manera significativa en su vida, ambas palabras, que
conforman “Hombre Superior” les causan aversión.

No obstante, tanto la masculinidad como la batalla por la superioridad son aspectos


que mayormente han transformado nuestra sociedad. De no haber existido una
competitividad entre hombres por “ser el mejor,” muchas invenciones y negocios
jamas habrían tenido lugar.

Ciertamente, esta voluntad viene mayormente de nuestro instinto de apareamiento—


queremos vernos como la mejor opción de emparejamiento pero, una vez logramos
transmutar esta necesidad, la raíz original de esta deja de importar; a fin de
cuentas esta es nuestra mayor voluntad. Por esto, si reflexionamos, podríamos
considerar a la masculinidad y la superioridad como conceptos altamente asociados.

La masculinidad, impulsada mayormente por la hormona masculina primordial—la


testosterona, estimula el anhelo por la superioridad, es decir, la competitividad.
En realidad, es esta competitividad, o más bien, el temor de ella, es el primer
factor porque la superioridad es despreciada.

Superioridad implica competitividad


competitividad

Desde siempre en comunidades inferiores, pero más generalmente recientemente, la


superioridad, o más bien, la búsqueda por esta, suele verse como negativa. Los
guerreros de justicia social buscan “igualdad,” sin importar si esta implica
obstaculizar el desarrollo individual y social. No obstante, lo que no entienden,
es que desde su nombre se puede notar una alta congruencia: igualdad no es lo mismo
que justicia—al menos no desde la perspectiva que estos suelen tomar.

Justo es que “aquel que trabaje coma,” no que el que no hace nada coma igual que el
que si. Justo es que quien estudió en lugar de pasarla de fiesta reciba una buena
paga por su profesión, y no así el que prefirió la parranda y por ello no sabe
hacer nada. Justo es que el hombre que trabaja más horas y tiene mejor desempeño en
su empleo se le pague más que a la mujer que trabaja menos o con menor proficiencia
—ya sea porque no están diseñadas para esto o porque necesitan dedicar más tiempo a
la familia (vengan a mi feministas). No es cuestión de raza, no es cuestión de
sexo, no es cuestión de “igualdad,” en cuestión de justicia.

Justicia significa igualdad de oportunidad, no de resultados. Si buscas obtener lo


mismo que alguien que trabajó más y mejor por ello, sin poner tu el mismo
esfuerzo/tiempo, date cuenta de que lo que quieres no es justo. No obstante,
nuestro instinto animal, el usar la emoción en lugar de la razón, sigue siendo algo
común en la población y, de allí, que ciertas personas forman opiniones sin pensar.

Ciertamente, la naturaleza no busca la igualdad, de hecho, para ojos de algunos no


es “justa”—nadie quiere ser considerado como “inferior” en algún rubro relevante.
Si, la naturaleza es “cruel”—solo tienes que ver unos cuantos vídeos de vida
salvaje para darte cuenta. Sin embargo, es esta aparente crueldad lo que le
confiere su alta cualidad justa.
Centralmente, como sociedad, tenemos que ser justos como la naturaleza para poder
prosperar. Para evolucionar como la naturaleza, tenemos que ser también tan
“crueles” como ella—crueldad a la que yo llamaría Justicia. Si un individuo o
grupo, por cualquier razón, no puede estar a la altura del juego, no existe razón
lógica por la que deba permanecer en este. El juego no debe adaptarse a las
circunstancias de las minorías, sino que las minorías deben adaptarse al juego o
perecer.

¿Si alguien nace físicamente más atractivo, con mayor riqueza, o con mayor
inteligencia le deberíamos odiar por ello, por ejemplo? Ciertamente, le favoreció
más la suerte, pero no existe razón por la que le deberíamos tratar de bajar a
nuestro nivel. La opción más honorable, la opción más positiva, desde toda
perspectiva, sería tratar de compensar esta debilidad con una de nuestras
fortalezas, no tratar de socavar algo positivo para el colectivo. Además, no existe
razón por la que no puedas competir elevándote tu en lugar de tratar de disminuir a
los demás en primer lugar.

Alguien podrá tener mejor genética que tu, pero puedes compensarla optimizando tu
composición corporal; alguien puede haber heredado la riqueza de sus padres ricos,
pero tu puedes crear tu propia riqueza desde cero; alguien puede haber nacido con
mayor inteligencia, pero tu puedes superar esto con una mayor ética de trabajo
intenso. Es esta competencia, inicialmente “desigual,” la que te dará algo porque
luchar, le dará significado a tu vida, y te hará probarte a ti mismo; algo que tu
contraparte aventajada jamás podrá experimentar en este rubro determinado
particular.

Además, en cualquiera de estos casos, lo más probable es que, debido a la facilidad


que la suerte les ha dado, estas personas sean mas débiles de carácter y fuerza de
voluntad, algo que tú, como todos, puedes mejorar sin importar de tu posición
inicial particular. Si hay algo que determina la calidad de un hombre un hombre,
que determina su cualidad masculina, es su carácter. Por lo tanto, en cualquiera de
estos casos, esta inicial disparidad circunstancial, te ayudará a evolucionar más
que el contrario.

¿Además, que crees te dará más satisfacción, saber que lo que tienes te fue
regalado, o que fue conseguido por tu fuerza de voluntad y trabajo disciplinado?
¿Qué opción crees desarrollará más tu confianza, conocimiento, habilidades, y
fuerza? ¿Qué posición crees te hará sentirte más libre y empoderado?

Personalmente, respeto más al hombre que realizó la hazaña de lo impensable, que


“transformó la mierda en oro” en comparación con aquel que se le ha regalado todo.
En realidad, creo que aquí recae la mayor grandeza del hombre, y creo que es la
razón principal por la que estamos aquí—para evolucionar, como humanidad, en los 3
ámbitos de la eterna trinidad: mente, cuerpo, y espíritu.

Si los seres humanos no aspiráramos a la superioridad, no existiría tampoco


competitividad, lo que significaría un total estancamiento en evolución social—
biológico y cultural. ¿Ademas, cual seria la meta de la vida si esto fuera una
realidad? Solamente existir, como una roca, en lugar de vivir.

La envidia no es el problema, sino la perspectiva


La envidia no es mala si se toma desde una perspectiva adecuada. Si la envidia
hacia la vida de otra persona te hace mejorar la propia, mejor para todos—mayor
competitividad = mayor estándar de calidad. No obstante, la envidia se torna
peligrosa cuando cualquiera de las siguientes 2 mentalidades se toman:

Mentalidad de víctima: creer que todo lo que le pasa es culpa de alguien más y no
suya.
Mentalidad de cangrejo: creer que la mejor solución a su inferioridad es “jalar” a
los demás a su desventajosa posición.
Generalmente, pero no necesariamente, ambos trabajan sinérgicamente en la misma
persona. El mismo individuo que se siente inferior en algún campo con respecto a
otro, culpa a la suerte o alguien más de este hecho y trata de, en lugar de
mejorarse en este ámbito, hacer que la otra persona pierda su ventaja atacando—”si
yo no puedo, tú tampoco.”

Ciertamente, hasta me revuelve el estómago el solo pensar en las personas con este
tipo de mentalidad combinada. La mentalidad de víctima la puedo soportar, a fin de
cuentas, en ocasiones está hasta cierto punto justificada—ej., niños hambrientos en
áfrica, pero la del cangrejo, aún y siendo alguien bastante tolerante, simplemente
no la asimilo. Considero a este tipo de individuos lo más bajo, deshonorable, y
despreciable que existe en este mundo. Van contra todo lo que creo correcto—el
empoderamiento evolutivo individual y colectivo. Caso concreto: el socialismo.

El socialismo es simplemente el movimiento político representativo de la mentalidad


de cangrejo. ¿O de qué otra manera se puede explicar el regalar bienes generados
por personas mayormente productivas a otras inferiormente provechosas—por la razón
que sea? ¿Estoy siendo “cruel”? No. Estoy siendo justo. Cada quien debe obtener por
lo que trabaja. Cada quien debe crear su valor.

Debido mayormente a mi personalidad particular—racionalidad sobre emocionalidad, la


justicia es uno de mis mayores valores y, como tal, le considero el principal en el
que debería estar basada la legislación de la humanidad—emulando a la naturaleza.
Cada quien debe obtener lo que se merece. Toda acción tiene una reacción. No
obstante, últimamente parece que este simple concepto de sentido común—la justicia,
no es compartido por la mayoría.

Tanto veganismo, feminismo, e igualitarianismo son solo otra forma de socialismo.


En cuanto a los últimos 2, ambos provenientes de comprensibles antecedentes—ej.,
tanto negros como mujeres solían ser realmente oprimidos; han pasado al total
opuesto contrario, a punto tal, de llegar a la irracionalidad. Ahora, a estos
anteriormente oprimidos grupos, en lugar de darles igualdad de oportunidad, se les
dan privilegios a costa de los demás. Esto no es justicia. Esto no es “igualdad.”

Las feministas quieren ganar lo mismo o tener la misma autoridad que los hombres
pero con menos esfuerzo, carga trabajo estrés, y/o responsabilidad. Las razas
anteriormente oprimidas quieren, no que se les integre, sino que se les prefiera
en el área laboral solo por el hecho de pertenecer a este sector, sin importar de
si tienen o no realmente la capacidad para desempeñarse de manera superior en el
trabajo en cuestión. Esto no es justicia, esto es injusticia. En ambos casos, no es
lo que hacen, sino quienes son, por lo que quieren se les retribuya—no es igualdad
de oportunidad lo que quieren, sino igualdad de resultado. En ambos caso podemos
observar la despreciable combinación de la mentalidad de víctima y la mentalidad
cangrejo.

En el caso de veganismo, podemos observar algo similar. Una nutrición deficiente


para todos y trato igual para todas las especies, en lugar de una nutrición
excepcional para los seres superiores de la faz de la tierra—la humanidad. Es
cierto que ni el maltrato animal ni la industrialización son maneras ideales de
lidiar con esta situación, pero tampoco lo es el diminuir la salud y capacidad de
la población humana general, sólo porque unas personas no lo puedan costear o
ciertos animales se tengan que sacrificar por nuestro bienestar.

El león no pide perdón por asesinar a la gacela para obtener su nutrición. ¿De
manera similar, porque deberíamos nosotros privarnos de nuestro alimento
fundamental? Y no, la preservación medioambiental no es una buena razón si la
crianza animal se realiza de manera natural y, de hecho, es beneficial.

Debemos saber categorizar y priorizar para poder actuar en nombre del mayor
bienestar—la prosperidad grupal. Debemos “separar el trigo de la paja.” La
naturaleza lo hace todos los días mediante el mayor método de selección natural en
existencia: el atractivo sexual.

Superioridad es atractividad
Como hombre, debido a ciertos esquemas de la naturaleza, podemos sentir atracción
por mujeres de ligeramente inferior o igual valor. No obstante, la mujer, gracias a
la mayor fuerza de atracción dual en ellas conocida como hipergamia, para sentirse
atraída por un hombre debe considerarle superior en cuanto a valor de mercado
sexual.

Una mujer siempre buscará emparejarse con hombres con encima de su posición. Entre
más aspectos le considere a este como su superior, mayor la atracción. Es por esto
que creo que aquel hombre que no puede reproducirse debido a falta de estética,
confianza, o recursos, no debe ser ayudado a hacerlo, a través de “estrategias de
seducción.”

Todos los rasgos necesarios para la atracción, excepto la belleza, hasta cierto
punto, pueden ser obtenidos por cada hombre lo suficientemente inteligente y fuerte
como para hacerlo. Un hombre no deberías aspirar a “saber seducir”, sino a
convertirse en un hombre digno de ser seducido—mediante la elevación de su de su
valor percibido.

El hombre, para se considerado como atractivo por una mujer y, por lo tanto,
considerado para ser seducido, primero debe ser percibido como alguien superior.
Reitero, no “igual,” mucho menos inferior, sino superior. Enfatizó, el ser visto
como “superior” es cuestión de percepción. Contrario al femenino, el atractivo
masculino es mayormente subjetivo.

Así es, por su propia naturaleza, la superioridad y, por ende, atractividad es


subjetiva. En otras palabras, que una mujer te considere atractivo es cuestión de
percepción. Puedes ser el hombre más valioso de la tierra en teoría—inteligente,
adinerado, guapo, alto, etc.; pero si ella no te percibe como tal, como superior a
ella en valor de mercado sexual, por una razón u otra, no le serás atractivo. ¿Cual
es el mayor indicador de superioridad en la psique perceptiva femenina y, por ende,
mayor determinador del atractivo masculino? La confianza. A mayor confianza, mayor
la percepción de una mujer de tu aparente posición superior.

No obstante, la confianza va de ambos lados y no puede ser fingida o, al menos no


en el largo plazo. Para tu tener la confianza suficiente, y poder transmitirla, tu
mismo debes considerarte como superior en cuanto a valor de mercado sexual respecto
a la mujer en cuestión. De no ser esto así, por más que lo quieras ocultar, en
algún momento tu falta de confianza saldrá a relucir en alguna que otra acción no
calculada, y ella, gracias a su alta capacidad intuitiva se dará cuenta—”algo le
olerá mal.”

Es debido a esta realidad, que, a menos que estas te provean de mayor autoconfianza
a la larga, no creo en, ni recomiendo, las “técnicas de seducción” cómo tal. La
confianza real, duradera, e inquebrantable, debe estar fundamentada, para poder ser
fácilmente demostrada. ¿Como? Enfocándote en ti, en tu propia mejora, y en tu
propósito de vida antes que nada. De esta manera elevaras tu percepción de valor de
mercado sexual, cuya, instantáneamente derivara en confianza.

Ciertamente, por más confianza que tengas, muy probablemente tengas que seguir
acercándote a las mujeres que te interesan por tu cuenta—muy difícilmente ellas se
acercaron primero a ti a menos de que se te perciban con un valor inmensamente
superior, no obstante, gracias a tu autopercepción de superioridad, y derivada
confianza, sabrás automáticamente como actuar mejor para ser percibido como
atractivo, es decir, atraerás mujeres de “manera natural”—”técnicas de seducción”
aprendidas no requeridas.

Piénsalo así, miles de hombres de nuestro pasado se han logrado reproducir, es de


hecho que, por ello, estamos tu y yo aquí. Nadie les enseñó “técnicas para seducir”
ni nada de esas cosas extrañas. El cuerpo humano masculino sabe cómo actuar para
transmitir su superioridad y, a su vez, el psique femenino sabe cómo interpretar
las señales del hombre para determinar su correspondiente nivel de atractividad. En
materias de “seducción,” no deberías tener que pensar para saber cómo actuar en una
determinada ocasión. Tu instinto sabe el mejor camino de acción.

La atracción está basada en leyes fijas, en mecanismos diseñados por miles de años
de evolución. La atracción son solo gatillos inconscientes que se activan o no. Es
simple, si puedes transmitir la suficiente confianza derivada de tu propia
percepción de superioridad a una mujer determinada, esta se sentirá atraída lo
quiera o no; esto, independientemente de tu forma física, poder adquisitivo, o
estatus social, especialmente si estos elementos se encuentran en suma rondando el
promedio—puedes compensar tu falta de estética con riqueza,de riqueza con estatus,
y viceversa.

Como hombres, a nosotros nos pasa lo mismo, pero nuestros “gatillos” son
diferentes. A un hombre lo que le atrae principalmente e inicialmente, es la forma
física de una mujer, más específicamente, el potencial transmitido por esta para
engendrar y nutrir crías. Es por esto que, entre mayor sea su proporción de caderas
a cintura—capacidad para dar a luz, mayor el tamaño de sus senos—capacidad para
nutrir, y mayor estética en general—buenos genes, más estas nos atraen. En segundo
término, una personalidad femenina y altruista suma a su atractividad por la misma
razón—esta demuestra su capacidad y disposición para cuidar minuciosamente de
nuestros descendientes.

A menos de que existan drásticos cambios en el físico original de una mujer


mediante métodos externos—intervenciones quirúrgicas, por ejemplo; su atractivo
será percibido como él mismo y, de hecho, disminuirá con el pasar del tiempo tras
la culminación de su pubertad (20-25 años). No obstante, debido a la confianza
estar basada mayormente en el éxito y la experiencia, en el hombre ocurre un
fenómeno inverso.

Centralmente, el atractivo masculino no es tan elevado como el de la mujer al mismo


punto en el que el de esta última se encuentra en la cúspide—inicio de la adultez,
sino que es aquí en que este apenas comienza a desarrollarse, y sigue así hasta
bien entrando en la vejez (~55 años), esto, especialmente, si el estado físico del
individuo mismo es optimizado.

En otras palabras, debido a que, en lugar de comenzar a decaer a partir de los 25


años como el de la mujer, el atractivo masculino, aumenta con el pasar del tiempo
tras esta fecha, considerando claro, que este sea trabajado; el pico del atractivo
masculino está entre los 35-40 años, mientras que el femenino entre 20-25. De aquí
los dichos “una mujer nace, el hombre se hace; “los hombres envejecen como el vino,
y las mujeres como la leche;” y “el atractivo del hombre mejora con la edad.”

Es debido a esta realidad, que es común que un hombre rondando los 35 años se
empareje con una mujer rondando los 25, siendo el caso contrario algo casi nunca
visto. Teóricamente, en este punto, ambos individuos se encuentran alrededor de la
cúspide de su potencial atractivo sexual.
Últimamente, tanto en hombres como mujeres, la atracción no es una opción—la
atracción es una emoción que no podemos influir fácilmente mediante la razón. No
obstante, los mecanismos para determinar el atractivo del sexo contrario difieren
drásticamente entre hombres y mujeres. Un hombre es primordialmente atraído por el
físico, con la personalidad en segundo término. Una mujer, en cambio, es
primariamente atraída por la personalidad—especialmente la autoconfianza traída por
autopercepción de superioridad relativa; con el atractivo físico en segunda
instancia.

Bueno, pues lo mismo que ocurre entre especies, este método de selección natural en
cuyo lo superior es preferido sobre lo inferior—como debe ser, afortunadamente, al
día de hoy, también puede ser visto en el mundo laboral y de negocios. Tanto el
mercado laboral, como el mercado económico en general, tienen instaurados
mecanismos de proceso selectivo cuyos impulsan su progreso como colectivo, esto
gracias a el ecualizador definitivo: el capitalismo.

Capitalismo: el ecualizador definitivo


capitalismo

El capitalismo impulsa la evolución—la mayor ley de la vida. El capitalismo es el


mecanismo económico que impulsa la competitividad mediante el anhelo por
superioridad—”ser el mejor.”

Amo la filosofía, y creo que es una de las materias más importantes a estudiar
debido a que trata de responder una de las dudas más importantes de todas— “cómo
vivir”. No obstante, de no ser por el capitalismo, muy probablemente ni
Aristóteles, ni Platón, ni Séneca, hubieran tenido el tiempo para poder
desarrollar sus escritos—cómo podrían si tendrían que estar cazando o recolectando
todo el tiempo para siquiera poder sobrevivir. Es por esto que considero que
aquellos que desprecian el capitalismo, el dinero, o hasta el emprendeurismo están
equivocados en el mejor de los casos, y en el peor, están delirando.

Actualmente, el dinero rige nuestras vidas, es casi como el aire que respiramos. Si
no crees que la gente debería enfocar la mayor parte de su vida en obtener este
recurso y, derivadamente, añadir valor al mundo en forma de productos o servicios
que promuevan algún tipo de cambio, creo que no lo estás analizando bien.

Si, el leer, escribir, y planear nos ayuda a actuar mejor, pero la clave no está en
analizar sino en actuar. El cambio es promovido por el movimiento, no por el
pensamiento. El cambio inherentemente implica algún tipo de acción, nada es
consumado si se queda solo en la imaginación.

El capitalismo es el mejor clasificador de valor. Entre mas un individuo o


corporación provee valor en cantidad o en calidad—”que tanto” o “que tan bien,”
generalmente más/mejor es compensado. Con solo unas cuantas excepciones—las cuales
prueban la regla, entre más valor aportas como empresa o persona, mayor la
recompensa monetaria derivada.

El dinero, o más bien, el capital manda. De no ser por el capitalismo no tendríamos


la vida cómoda de hoy en día, no existirían los empleos tal cual los conocemos—
salario, prestaciones, y vacaciones no tendrían cabida, y el desarrollo científico
y tecnológico no le llegaría ni a los talones al actual. Las empresas impulsadas
por el capitalismo son las principales promotoras de la innovación tecnológica, la
creación de empleos, y el crecimiento socioeconómico de una país en específico.

El capital, la riqueza, es la medida del valor que provees a la sociedad.La gente


crea mas, innova mas, que provee mas, es también al que es compensada más mediante
recursos económicos. Si un doctor, abogado, o ingeniero ganan más dinero que una
secretaria, o un maestro por ejemplo, es porque la sociedad en general considera
las primeras profesiones más valiosas e importantes que las últimas. Que alguien
gane más al realizar un trabajo altamente valioso y/o complejo no es “igualdad,” es
justicia.

Una manera fácil de determinar el potencial de tu carrera para destacarse por sobre
las demás y, por ende, ser mejor recompensada, es evaluando la cantidad y/o
complejidad de problemas que esta solucionara en la sociedad. Un doctor salva
vidas, un abogado protege la libertad/recursos de los demás, un ingeniero
desarrolla soluciones, un vendedor de alto nivel promueve soluciones.

¿Es debido a esta realidad que, conceptos como el salario básico universal
simplemente no podrían funcionar. O tú te sentirías cómodo ganado igual que los
demás aún y ante el hecho de haber estudiado más, puesto más esfuerzo, sacrificado
más noches de trabajo en lugar de irte de fiesta, trabajado más horas en total y,
en general, haber provisto de mayor valor a la sociedad? Te parecería correcto, te
parecería “igual”, te parecería justo?

Particularmente sabiendo que muchas personas son pobres por que quieren, no porque
no pueden—“querer es poder;” el que una superior inversión de esfuerzo, capacidad,
y tiempo no son recompensados acordemente no puede formar parte de una
propuesta“igualitaria” simplemente. Cada quien debe ganar lo que vale, por lo que
provee, y eso está bien. De manera contraria simplemente todo el sistema
colapsaría.

¿O dime, que te impulsaría a la excelencia en tu carrera o empresa si alguien que


solo barre las calles todos los días, sin pensar, sin esforzarse, sin estresarse,
sin trasnochar, es compensado económicamente igual que tú, habiendo dedicado casi
toda tu vida, tanto en tiempo como en energía, en tu altamente necesitada y
compleja profesión? De ser esta una realidad, mejor todos nos cambiamos a barrer
calles, vender a detalle, o ser entrenadores personales. Nada de estrés, nada de
trasnochar, no mucho que estudiar, y se te paga exactamente igual.

Asimismo, el emprendeurismo no es tarea fácil, sino todos lo harían. Los que se


encaminan en la aventura creativa de construir negocios, al ser exitosos, son
justamente recompensados al haber arriesgado todo un potencial futuro “seguro” con
tal de proveer de un producto/servicio altamente necesitado al mundo; esto, en
adición a ser constantemente criticado por “ganar demasiado dinero” tras haber
ayudado ampliamente a la sociedad de alguna manera u otra—de nuevo, la riqueza
refleja calidad o cantidad de provisión a las sociedad.

Si buscas ganar lo mismo que una persona que resuelve problemas mas grandes que tu,
ya sea en cantidad o calidad, date cuenta que lo que tu buscas no es “igualdad”
sino desigualdad—ganar igual/mas por un menor impacto en calidad/cantidad. En lugar
de buscar esto, mejor enfócate en encontrar una industria/profesión en que puedas
ser la mejor posibilidad para resolver una problemática en particular.

Gracias al capitalismo, mediante múltiples posibles caminos, todos podemos


empeñarnos en mejorar la amplitud o profundidad de lo que producimos con la
finalidad de ayudar más a la sociedad y obtener más dinero. Existen tantas
necesidades en el planeta que las opciones son casi interminables.

Centralmente, todos tenemos la misma oportunidad para generar riqueza. Si no es con


inversiones por falta de capital inicial, lo puedes hacer mediante el desempeño de
una profesión valiosa. Si no es por una profesión importante debido a que “no hay
suficiente empleo,” puedes emplearte a ti mismo al crear tu propio negocio. Las
opciones son vastas. Solo necesitas encontrar la tuya—si no puedes ver el camino,
enfócate en encontrar el camino.
Si una opción no funciona como pensabas ya sea desde el punto de practicalidad o
recompensa económica derivada, simplemente te pones a buscar otra que posea una
mayor posibilidad de ser necesitada y consecuentemente compensada. De hecho, esta
es la mayor directriz respecto al capitalismo y el desarrollo de riqueza individual
o grupal: todo es “oferta y demanda.”

Oferta y demanda
En todo tipo de mercado libre, la ley de “oferta y demanda” es la que manda.
Siempre y cuando la oferta no sea ya demasiada, si ofreces algo que muchos quieren
estarás en alta demanda. Entre mayor sea la diferencia entre la demanda y la
oferta, favoreciendo a la primera, mayor el valor percibido de un
producto/servicio.

En otras palabras, el escenario ideal es un monopolio, particularmente de


encontrarse este posicionado en un amplio mercado. Al no tener mucha competencia, o
ninguna, una solución en esta posición sera por obvias razones la predilecta al ser
la única/mejor oferta.

Ciertamente, particularmente en los negocios, muy probablemente puedas iniciar como


monopolio, pero, tras otras compañías ver tu éxito, comenzar a ver cómo surge
potencial competencia. No obstante, de hacer las cosas bien, de haberte ya
posicionado como el dueño del mercado seleccionado, será muy difícil que aquellos
que van entrando puedan quitarte tu lugar privilegiado. Ejemplo claro de este tipo
de casos lo podemos encontrar en “los grandes 4 de la tecnología”: Google, Apple,
Facebook, y Amazon.

Interesantemente, Google desbancó a Yahoo y Facebook desbanco a Myspace; sin


embargo, considera a estos 2 como excepciones en lugar de la regla, ya que,
generalmente, es debido a empresas ser las primeras en establecerse en un mercado
la razón principal por la que las estas se mantiene reinando una vez la marca ha
sido establecida, como es el caso de Apple y Amazon—Apple inventó el iPod, mientras
que Amazon revolucionó la forma de hacer ventas a detalle por internet. En estos 2
últimos casos, ellos no identificaron un mercado en cual sobresalir, sino que lo
crearon.

Ya sea al involucrarte en una carrera o crear un negocio, el tiempo correcto para


entrar es cuando la oferta es baja y la demanda es alta en una industria
específica, así, además de tener una mayor probabilidad de sobresalir, tu propuesta
será más valiosa y, por lo tanto, mejor recompensada. Son solo matemáticas simples.
Eres más preciado cuando eres más necesitado.

Si tu negocio o carrera fracasa, es simplemente porque no existe la demanda


suficiente o no la estás satisfaciendo de la manera correcta. Por lo tanto, si
quieres ser exitoso en tu profesión, ya sea esto como empleado o dueño de negocio,
enfócate en los sectores de mayor demanda y menor oferta, y aspira por ser el mejor
en esta categoría, la opción superior.

Debemos dejar de pensar en particulares y pensar en generales. ¿Qué es lo que mejor


impulsará el proceso evolutivo, no de una raza, no de una especie, ni siquiera de
la humanidad, sino del todo? Es unas por otras. No se puede tenerlo todo. O
buscamos “igualdad” y nos estancamos, o buscamos justicia y evolucionamos. O
impulsamos a la evolución u obstaculizamos su acción. O fortalecemos a la
existencia mediante la búsqueda de la excelencia, en conjunto, o la hacemos más
débil al tratar de salvar a aquellos que no pueden soportar la carga de la
competitividad.
Que bella es la vida cuando la vemos y ponemos a prueba a los ojos de la
excelencia. Ser más, ser mejor, es la mayor voluntad de la vida en general, pero
esta puede ser plasmada de manera más vívida mediante la única creatividad humana.
Ningún otro animal, aparte de la humanidad, puede crear cosas a partir de la nada—
literalmente. Esto es lo que nos confiere nuestra particular divinidad. Esto es lo
que me hace considerar: ¿será la excelencia la virtud suprema en realidad?

¿Será la excelencia la virtud suprema?


hombres superiores

“Virtus,” una de las 3 virtudes cardinales romanas, fue originalmente usada para
describir la proficiencia marcial, cuya incluye fuerza, coraje, excelencia, y, en
general, masculinidad. Esta les parecía tan importante, que la palabra “virtud”
proviene en sí misma de “virtus,” esto, muy probablemente porque sin “virtud”
ninguna otra virtud, valga la redundancia, puede ser obtenida. Este concepto es el
fundamento de toda significado y talento. Es solo a través del empoderamiento de
este elemento, que podemos fomentar el crecimiento de fuerza, maestría, y
conocimiento.

En la Roma antigua, la excelencia era la virtud suprema, la “igualdad” y la


debilidad no tenían lugar. La vitalidad era lo más respetado en un hombre. Ahora,
el “respetar” a los demás, sin importar su relativa inferioridad-superioridad, solo
por el hecho de ser personas, es el mayor precepto social. El respeto ya no se
gana, se regala. Y Luego nos preguntamos por qué existe tanta mediocridad.

La crítica solía ser una manera de impulsar el crecimiento grupal, ahora es


considerada como negativa independientemente de su posibles múltiples raíces y
formas. Ciertamente existe crítica, y hasta “bullying,” que puede utilizarse de
manera constructiva.

Centralmente, si lo que estás criticando se puede mejorar, y es por el bien de tu


similar, puedes considerarla como constructiva. En cambio, si estás criticando algo
que no se puede cambiar, solamente lo estas haciendo para bajar el autoestima de la
otra persona, por lo que se considerará como negativa.

Si te burlas de alguien que tiene sobrepeso, o mejor aun, se lo criticas de manera


comprensiva y calmada, le estas haciendo un favor al hacerle notar su error. En
cambio, si criticas a alguien “feo” o deforme, cuando bien sabes es algo
irremediable, solamente lo hace por propio complejo de inferioridad—te sientes tan
inferior que solo humillando a los demás sin razón puedes sentirte mejor.

El saber decidir a quién considerar como enemigo, basado en sus acciones, no tomará
mucho esfuerzo de tu parte. Generalmente son esos insultos relacionados con
cuestiones personales irremediables los que duelen más. Es la impotencia la que nos
provoca más rabia. Si eres criticado por tu familia, raza, estatura, el tamaño de
tus orejas, etc.; en una manera agresiva en lugar de empatica, solo pueden existir
2 razones para esta acción: tratan de disminuir tu confianza porque les pareces
amenazante o solo te están empleando para disminuir su complejo de seguridad al
tratar de humillarte.

En cualquier caso, al ser atacado de esta manera, toma este hecho como una
declaración de guerra, y como tal, elige circunstancialmente cualquiera de las
únicas 2 opciones de actuar: retirarte o atacar. Independientemente de la
alternativa que elijas, cuya te recomiendo reflexionar antes de seleccionar,
considera a este individuo de ahora en adelante como tu enemigo. Si no le huyes,
atácalo e instrúyelo—enséñale que lo que está haciendo no está bien mediante el
castigarle.
Sin embargo, de ser la crítica constructiva, tómala como positiva. Consciente o
inconcientemente, quien te critica te está ayudando. Si estas gordo, adelgaza. Si
no eres bueno con las mujeres, práctica. Sí estás por debajo del estándar de
calidad en tu profesión, cámbiala o mejora. En este caso la crítica, la burla, y el
avergonzamiento, pueden ser una de tus mayores herramientas para tu mejora personal
o impulsar la mejora de alguien más. Solo es cuestión de reformular la situación.

Notablemente, a través del tiempo, una de las mayores herramientas para fomentar el
honor grupal, ha sido el avergonzamiento. Cada vez que alguien no cumple con los
criterios del grupo, se le humilla para que este reconozca este hecho. Debido a que
queremos que todos los miembros del grupo estén a la altura de su posición respecto
a los demás, tradicionalmente, entre hombres solemos “bromear duramente.” De aquí
el dicho de: “dime con quien te juntas y te diré quién eres.” El temor a la
crítica, de decepcionar a nuestro superior o igual, es la raíz del honor grupal.

Generalmente, lo que impide que una persona trabaje en su excelencia, aun ante la
crítica, no es más que una falta de fuerza—coraje, vitalidad, ambición, fortaleza,
etc. La fuerza es lo que hace la diferencia entre un hombre criticado que por esto
es socavado, en comparación con alguien que lo toma como indicador y/o impulsor de
cambio. En otras palabras, la fuerza precede a la excelencia.

La fuerza precede a la excelencia


“El veneno por el cual la naturaleza más débil es destruida fortalece al individuo
fuerte y este no le llama veneno”.

—Friedrich Nietzsche

La adversidad es característica de todo tipo de cambio. El cambio es de lo que esta


vida está hecha. Todo aquel que no puede adaptarse al cambio mediante su fortaleza
es muy probable perezca. Todo aquel que no pueda crear cambio mediante su fuerza es
imposible que florezca. De aquí que la fuerza, incluyendo la capacidad para inducir
cambio (fuerza) y la capacidad para resistir cambio (fortaleza), sea esencial para
en nuestra existencia actual poder prosperar. Estamos aquí para crecer, el
crecimiento requiere adversidad, y la adversidad requiere de fuerza. La fuerza
precede a la excelencia. Simplemente, sin fuerza no puede haber excelencia.

No solo “los fuertes sobreviven”, solo los fuertes se animan, solo los fuertes
conquistan, solo los fuertes son libres, solo los fuertes son verdaderamente
confiados y felices. Ciertamente, la fuerza es, de todas, la característica
masculina suprema. Entre más puedas soportar, entre menos cosas negativas te puedan
afectar, mayor libertad para desplegar todo tu potencial, es decir, alcanzar la
excelencia, ”Eudaimonía”—la mayor felicidad según los griegos: el florecimiento del
ser humano.

Puedes ser todo un erudito, pero sin fuerza para aplicar tu conocimiento, este no
te servirá de nada. Puedes tener un talento natural para una habilidad particular,
pero sin fuerza para practicar lo suficiente a través de la incomodidad que implica
el poderte superar, jamas la podrás dominar. La fuerza no es la única
característica esencial de la masculinidad, pero sin duda es fundamental.

Ultimadamente, la fuerza mental es una característica esencial de todo ser humano


excepcional. Solo aquel inmune a los golpes del destino podrá prosperar siguiendo
el superior camino. Solo aquel con suficiente fuerza de voluntad, podrá
desarrollarse al máximo de su capacidad. Ser un hombre fuerte, es ser un hombre
libre. Solo el fuerte puede ser auténticamente autosuficiente.
¿Porque no considero a la fuerza como la virtud suprema en lugar de la excelencia?
Porque si, la fuerza es esencial para poder siquiera trabajar en la excelencia,
pero la primera no es única en la humanidad, sino que forma parte de todo el reino
animal. Más importante, el desarrollo de la fuerza es solo un aspecto del proceso
evolutivo, es precedente, pero también una parte de la excelencia. En cambio, la
excelencia representa todo lo que impulse nuestra trascendencia. En otras palabras,
más que cualquier otra cosa, la meta de la vida, como tal es, y será, evolucionar.

Todo es evolución
evolucion

La evolución es la ley principal que reina sobre la vida en la tierra. Todo lo que
existe, tanto en materia como esencia, lo hace así por el único propósito de
evolucionar—no sobrevivir como se cree comúnmente. La competencia, ya sea con uno
mismo o externa, es el mayor estimulador de la evolución y superación.

Es solo cuando uno aspira a superarse a sí mismo, o a otros, que la necesidad


traída por la brecha entre lo que somos/tenemos y queremos ser/tener, nos impulsa
al cambio, a la transformación, a la evolución, cuya trae consigo la mayor
satisfacción. En realidad, el dolor, tanto en su forma física como mental, no es
algo “malo,” sino todo lo contrario. El dolor es solo una señal que nos indica que
algo está mal y que, de ser posible, tenemos que cambiar. Dolor + Reflexión =
Evolución.

Clave de la vida es identificar que el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es


opcional. El sufrimiento a partir del dolor, solo aparece cuando 2 situaciones se
compaginan: la imposibilidad de cambio y la mentalidad de víctima. En otras
palabras, el dolor es transformador y “positivo” cuando puede encontrarsele un
significado y, es neutral cuando es aceptado/ignorado—no nos mejora pero tampoco
nos perjudica. Sin embargo, cuando no vemos cómo removerlo y nos sentimos
victimizados por el, es cuando se presenta el sufrimiento, en cuyo nos estancamos.

Es solo cuando trabajamos por subsanar el dolor que nos aqueja, o que encontremos
alguna manera en que este nos puede mejorar—ej., fortalecer nuestro control
emocional, que este puede ayudarnos a evolucionar. Por lo tanto, lo mejor siempre
será encontrar en todo dolor un significado o, de ser este menor—ej., te lesionaste
levemente en el gimnasio, simplemente ignorarlo. En cualquier caso, date cuenta de
que el dolor es un elemento esencial de la mejora personal.

Para evolucionar tenemos que pasar por el dolor traído por la necesidad, no existe
otra manera. Simplemente, de no sentir la necesidad por cambiar, no existe razón
para hacerlo. Para poder vivir, para sentirnos vivo, debemos estar en constante
transformación. Transformación es de lo que está hecha la vida. La vida es
evolución.

Asimismo, de no imponernos retos nosotros mismos—proactivamente, cuyos,


inherentemente traen consigo dolor, adversidad, y oscuridad; estos, de una manera u
otra, se presentarán, esto por la sencilla razón de que en esto se basa toda
nuestra existencia o, mas bien dicho, en su superación. Así que porque no
seleccionar nosotros mismos nuestras batallas para empoderar nuestra evolución y,
además, estar preparados para aquellas que llegan sin avisar—por “suerte.”

¿Cómo hemos llegado a ser la raza y sociedad que somos hoy en día? Mediante nuestro
voluntad por superioridad o, en términos de Friedrich Nietzsche, nuestra “voluntad
de poder”—hacer mas, tener mas, ser mas. Es gracias a este anhelo que hemos
progresado mediante la competencia entre especies y la propia. Es mediante a esta
voluntad que hemos podido evolucionar—y lo seguimos haciendo.
Irónicamente, aunque en muchos puntos en desacuerdo, ambos extremos filosóficos
opuestos, “materialismo” y “espiritualismo,” apelan a la misma conclusión: seguir a
la naturaleza es la mejor solución, es decir, la evolución. La diferencia entre
ambas corrientes de filosofía sólo radica en el “que” es lo que se debe
evolucionar: espíritu o materia. ¿Yo digo, porque no evolucionar en los 2?

Asimismo, la naturaleza apela, y siempre lo hará, por el bien del colectivo antes
que el individuo—cualquier individuo. Si ciertos individuos tienen que perecer por
el bien del conjunto, así debe ser—y eso está bien. Además, si lo pensamos a
detalle, lo que es bueno para el colectivo siempre será bueno para el individuo,
mientras que en el caso contrario no siempre es el caso.

Centralmente, este fenómeno sucede tanto en especies—de manera interna y externa,


como en negocios, carreras, invenciones e ideas. “La supervivencia del más fuerte”
o, más bien, de aquel que logre evolucionar, rige todos los ámbitos relevantes de
vida. En otras palabras, aquel poseedor de superioridad es quien gana al final
tanto en supervivencia, como en riqueza, relaciones, y felicidad. Aunque a veces no
lo parezca, esto es lo mejor tanto para el individuo como el colectivo.

Ejemplo concreto, muchos negocios y carreras han pasado al olvido y, con ellos, de
no haber evolucionado, muy probablemente fueron afectados muchos individuos que
dependían de estos. No obstante, de no haber sido esto así, los negocios/carreras
superiores con los que contamos no habrían existido y, por ende, tampoco el
desarrollo socio-cultural de estos derivado. En este caso, como en el de las
especies, el declive de ciertos individuos claramente no fue lo mejor para ellos,
pero sí lo fue para el colectivo lo que, a su vez, fue lo mejor para una mayor
cantidad de individuos al final y, argumentativamente, fomento en ellos, debido a
esta competitividad, una mayor calidad.

Ultimadamente, individualmente, de no lograr evolucionar, de no aspirar por la


superioridad en un rubro en específico—no necesariamente en todos, pero si en los
que más te importan a ti, simplemente te quedarás atrás y, con ello, tus esperanzas
de satisfacer tu potencial en esa área particular. Colectivamente, de no estimular
el anhelo por la superioridad, es decir, el capitalismo y la intercompetencia, la
evolución, tanto material como espiritual se estancara—similar a la polaridad entre
sexos, materia y espíritu son extremos opuestos, pero también complementos. En
ambos casos, no hay mejor dicho de este hecho—no opinión—que este: “evoluciona o
muere.”

Conclusión
“Lo que no es bueno para la colmena no puede ser bueno para las abejas.”

—Marco Aurelio

Este sitio web tiene su nombre tan particular para filtrar a las personas con
complejo de inferioridad en primer lugar—no las quiero ni cerca de mi persona; y,
en segunda instancia, para empoderar a aquellas que buscan desplegar todo su
potencial. Amo a toda persona que busca la superioridad no por ser superior en sí—
aunque lo es, sino por su simple anhelo de querer sobresalir—ser más, hacer más,
evolucionar.

Quien ignora el hecho de que el anhelo por evolucionar—la “voluntad de poder,” es


el mayor impulsor y significado de la vida, jamás podrá experimentar los que es
vivir de verdad—”Eudaimonia.” Todos estamos aquí con el propósito principal de
evolucionar tanto de manera colectiva como individual, y tanto en al ámbito
material como espiritual. En ambos casos, uno contra otro se oponen, pero también
se complementan y, de hecho, viven el uno por el otro.

En ocasiones el bienestar de unos individuos puede estar opuesto al del colectivo,


pero es solo que optando por el del grupal sobre el individual, que el individuo se
podrá beneficiar en mayor cantidad y/o calidad—ej., pueden desaparecer miles de
empresas al colocarse como líder una en particular, pero si esta es la de mejor
calidad, esto es lo mejor para todos en general. Individuo y colectivo son extremos
opuestos, pero uno se complementa con el otro.

Asimismo, el materialismo es opuesto del espiritualismo, pero es solo mediante la


optimización del mundo material que podremos tener siquiera la oportunidad de
expandir nuestro lado espiritual, esto, al menos respecto al colectivo. Al eliminar
las tareas insignificantes y repetitivas mediante el desarrollo de la tecnología,
podremos involucrarnos más y mejor en actividades más creativas.
Complementariamente, la espiritualidad, es decir, la tranquilidad mental, es, y
siempre será requerida en el humano que quiera alcanzar la cúspide creativa y
ecuanimidad necesarias para desarrollar cualquier innovación material
significativa.

Es por esto que nunca es bueno categorizar acciones o conceptos como “buenos” o
“malos,” todo depende del contexto. Blancos y negros son raramente respuestas
acertadas de ser estas generalizadas. Toda ley bien formulada debe considerar
primero la situación particular a la que esta se debe aplicar. Todo es contextual.
En el caso de la voluntad por superioridad, la distinción entre bien y mal, similar
a cualquier otra actividad, parte de la intención, más específicamente si esta es
realizada por resentimiento o por amor.

Y con esto concluyo. Si tu voluntad por superioridad te empuja a la superación, a


la evolución, es decir, deriva del amor, no existe razón por la que deberías
considerar esta emoción, y su consecuente acción, como “negativa.” En cambio, si
tu anhelo por superioridad deriva del miedo o resentimiento, cuyo te incita a
querer reducir lo que está por encima de ti—”mentalidad de cangrejo,” date cuenta
de que lo que estás haciendo es perjudicial tanto para ti como para todo lo demás.
Estás tratando de bloquear, en lugar empoderar, la evolución toda la vida en
general.

Conclusivamente, de cambio está hecha la vida, y la evolución es el significado


primordial de la misma. Todos estamos aquí para evolucionar. Cuando estés perdido o
deprimido, solamente recuerda la razón de tu existencia. Busca alguna manera de
desarrollar tu particular superioridad, de desplegar tu potencial, de superarte en
cualquier ámbito de vida seleccionado todos los días. Basa tu existencia en la
superación, ya que superación es evolución, y evolución es la vida misma.

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