Capacitación SEI Transmisión Vía Satélite, Agosto 4, 2004
Viviendo una Vida In Crescendo
Grant C. Anderson
Administrador Asistente
Hace un par de meses mi esposa y yo asistimos
a un concierto en que se presentó la orquesta de la
escuela secundaria de nuestra comunidad. Bajo la
dirección de un muy dedicado y hábil profesor de
música, más de 100 jóvenes combinaron sus
talentos para producir un programa lleno de
música hermosa e inspiradora.
Yo no soy músico, pero esa noche estaba
cautivado no solo por la música misma sino
también por el proceso utilizado para crearla. No
puedo “leer” ese lenguaje tan único en el que se
escribe la música, pero estaba fascinado por el
hecho de que éstos jóvenes músicos pudieran
hacerlo. Cada uno de ellos tomo una partitura,
traduciendo lo símbolos escritos en ella en sonidos
mediante el hábil manejo de su instrumento, y
armonizaron esos sonidos, de una manera que no
logro comprender, evocaron sentimientos y
emociones en mi interior.
Les he pedido a aquellos que pueden leer
música que me expliquen el significado de esos
símbolos escritos. He aprendido, que uno de esos
símbolos se llama “crescendo.” La palabra
proviene del latín y significa “crecer o
incrementar.” Este símbolo le dice al músico que
el volumen de la música debe aumentar, o debe ser
ejecutada con más fuerza.
Menciono esto como un prefacio a una
declaración que me gustaría utilizar el día de hoy
como el mensaje central de mis palabras.
Utilizando el crescendo como metáfora, Elder
Neal A Maxwell dijo lo siguiente en una
conferencia general, “En caso de que ustedes no lo
hayan notado, en los últimos días el discipulado es
algo que debe ser vivido in crescendo” (en
Conferece Report, Oct. 1985, 18; o Ensign, Nov.
1985, 15). Y esa es la esencia de mi mensaje de
hoy: Como discípulos de Jesucristo, debemos vivir
nuestras vidas “in crescendo.”
Pero ¿Qué significa esto? Obviamente no tiene
nada que ver con volverse más ruidoso a medida
que nos volvemos mayores. Ofrezco como una
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posible respuesta una oración de nuestro manual,
El Administrar Adecuadamente: “Al venir las
personas al Padre Celestial mediante Jesucristo,
llegan a ser más semejantes al Salvador en
conocimiento, hechos, actitud, y carácter.” (El
Administrar Adecuadamente: Un manual para los
Líderes y los Maestros del SEI [2003],15).
Me gustaría enfatizar dos ideas contenidas en
esa declaración. Primero, volverse como Cristo es
el objetivo esencial de vivir la vida in crescendo.
Segundo, esa declaración identifica cuatro áreas
específicas donde cada uno de nosotros debe
experimentar el crescendo o crecimiento. Estas
cuatro áreas son el conocimiento, el desempeño la
actitud y el carácter.
Las escrituras enseñan que el Salvador mismo,
como un ejemplo para nosotros, vivió una vida in
crescendo. Las escrituras registran que “Jesús
crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para
con Dios y los hombres. (Lucas 2:52) hasta que
eventualmente “recibió la plenitud.” (D&C 93:13).
Hablando de Cristo el Presidente Gordon B.
Hinckley dijo:
“Ustedes encontrarán vuestro mayor ejemplo en
el hijo de Dios…
“…El fue el gran modelo de rectitud, el único
hombre perfecto que ha caminado por la tierra.
Suyo fue el maravilloso ejemplo hacía el que cada
uno de nosotros debe dirigir su vida en nuestra
búsqueda eterna de la excelencia” (“The Quest for
Excellence,” en Brigham Young University 1998-
99 Speeches [1999], 70-71).
Otro ejemplo de uno que vivió una vida in
crescendo, según el Elder B.H. Roberts, fue el
Profeta Joseph Smith. Por favor tome nota de que
las cosas que Elder Roberts identificó como
evidencia de que el Profeta vivía in crescendo se
centra en estas áreas del conocimiento, el
desempeño, la actitud, y el carácter.
Elder Roberts escribió: “Él vivió su vida, como
he dicho en otras partes, in crescendo, creció en
intensidad y volumen a medida de que se
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aproximaba al final. Muy Alto y aún más alto, la
inspiración de Dios dirigió sus pensamientos; más
osados fueron sus conceptos, y más claras sus
exposiciones sobre ellos… Se volvió más fuerte
con cada día que pasaba; más impresionante en la
influencia de su carácter personal y en la gracia de
sus modales (Historia de la Iglesia, 6:xlii).
Nos encontramos reunidos en varios lugares
hoy, no solo como discípulo de Jesucristo, sino
también con el interés común que compartimos
como empleados y cónyuges dentro del Sistema
Educativo de la Iglesia. Como tales, me gustaría
aplicar la declaración del Elder Maxwell a nuestras
circunstancias particulares. No solo debemos de
vivir nuestras vidas in crescendo como discípulos,
sino como educadores religiosos y cónyuges en el
SEI, debemos de vivir nuestras carreras in
crescendo. ¿Y que significa eso?
Se bien lo que no significa, No significa que
escalemos por lo que algunos pueden percibir
como una jerarquía de posiciones dentro del SEI.
No significa que a lo largo del tiempo avancemos
desde asignaciones pequeñas, casi imperceptibles a
otras grandes y visibles. Y no tiene nada que ver
con que el reconocimiento de nuestro nombre
aumente. De hecho, puede que muy bien sea que
la única persona que verdaderamente sepa si usted
esta o no viviendo una carrera in crescendo sea
nuestro Padre Celestial. Debido a los muchos
cambios en las asignaciones y administradores que
ocurren dentro de los 30 o 40 años de una carrera,
existe la posibilidad de que nadie vea el desarrollo
gradual de un empleado.
¿Qué significa entonces vivir una carrera in
crescendo? La declaración del manual El
Administrar Adecuadamente a la que nos
referimos anteriormente también se aplica aquí.
Aquí primero que nada para nosotros como
educadores religiosos, Cristo es el modelo perfecto
y esencial por el que debemos medirnos. El
objetivo por el que nosotros vivimos una carrera in
crescendo es el llegar a ser un maestro como Él.
Como profesionales, educadores pagados. debemos
de ser excelentes ejecutores de nuestro trabajo.
Siento mucho tener que decir, que en más de
una ocasión, he sido culpable de orgullo debido a
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mi posición como maestro profesional dentro de la
Iglesia. Para mí, el antídoto para ese orgullo ha
sido siempre comparar mis esfuerzos en la
enseñanza con los del Salvador. Cuando lo he
hecho, mi orgullo se ha desvanecido rápidamente.
Su ejemplo como maestro me vuelve humilde y me
recuerda que el privilegio sagrado es ser llamado
“maestro”, requiere de mucho mas que un empleo
en el SEI. Hablando de Cristo como nuestro
modelo Elder Maxwell dijo: Ӄl se regocija en
nuestra genuina bondad y logros, pero cualquier
evaluación que hagamos sobre donde nos
encontramos parados con relación a Él nos revela
que ¡ni siquiera estamos de píe! ¡Estamos de
rodillas!” (en Conference Report, Oct. 1981, 9; o
Ensign, Nov. 1981, 8).
Como cité anteriormente, la declaración en el
manual El Administrar Adecuadamente se refiere a
cuatro áreas en las que debemos estar
desarrollándonos como educadores religiosos. Una
vez más, estas áreas son el conocimiento, el
desempeño, la actitud y el carácter. Con esas
cuatro áreas en mente, debemos hacer una
evaluación de nosotros mismos en privado,
regularmente debemos preguntarnos si nuestro
conocimiento y sabiduría esta incrementándose
mediante el estudio y viviendo una vida recta.
¿Está mejorando mi desempeño como maestro y
como administrador? ¿Es mi actitud más como la
de Cristo de lo que ha sido en el pasado? ¿Está mi
carácter volviéndose más y más como el de Cristo?
Ahora, habiendo dicho esto, estoy seguro de que
ninguno de nosotros estaría en desacuerdo con la
declaración del Elder Maxwell de que vivimos
nuestras vidas in crescendo. Pero el estar de
acuerdo con la idea es, por supuesto, mucho más
fácil que ponerla en práctica. Todos nos
enfrentamos a inclinaciones y tendencias que se
vuelven obstáculos entre nosotros y el vivir una
vida in crescendo como la de Cristo. Uno de los
mayores obstáculos en nuestro crecimiento es el
reconocer y aceptar la necesidad de cambiar—y
aceptar el dolor que ha menudo acompaña a el
cambio. El Elder Richard G. Scott dijo: “Para
llegar desde donde usted está a donde Él desea que
usted esté requiere de mucho esfuerzo y ello por lo
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general significa dolor e incomodidad” (en
Conference Report, Sept.-Oct. 1995, 18; o Ensign,
Nov. 1995, 16-17).
Es una tentación en la vida, y aún en la carrera
dentro del SEI, el encontrar un lugar en el que nos
sintamos cómodos y contentos. Los lugares
familiares, la gente, las tareas y las rutinas pueden
ofrecernos una sensación de seguridad, y si no
tenemos cuidado, pueden aislarnos del cambio, del
desarrollo y la diligencia. El profeta Nefi advirtió,
“¡Ay del reposado en Sión!” (2 Nefi 28:24). ¿Y
porqué sucede esto? En un discurso en la
conferencia general el Elder Russell C. Taylor, ex
miembro de los Setenta, dijo,”El progreso no es
generado por la gente cómoda” (en Conference
Report, Oct. 1984, 29; o Ensign, Nov. 1984, 23).
El mensaje parece muy claro. Sentirse muy
cómodo, demasiado contento y demasiado reacio
para aceptar el cambio-y al dolor relacionado con
este-puede alejarnos de vivir una vida in
crescendo.
Me he encontrado con otro obstáculo que me ha
alejado de vivir mi carrera in crescendo. Cuando
se me ha presentado una nueva idea,
procedimiento, metodología o énfasis, me he
encontrado a mi mismo diciendo algo como esto:
“He trabajado duro para tratar de ser un buen
maestro y han pasado años puliendo mis
habilidades, y lo que hago en el salón de clases
parece funcionar. Lo que se me propone o se me
pide que haga no concuerda con mi estilo de
enseñanza ni mi personalidad. ¿Por qué querer
descomponer o arreglar algo que no esta roto?”
La falsedad de esta forma de pensar se expone
en el principio enseñado por nuestro Comisionado
de Educación Elder Henry B. Eyring. Él dijo:
“Hace unos años, una de las cosas que les
enseñábamos a las personas con quienes nos
reuníamos como misioneros era que ellos podían
progresar o decaer espiritualmente. Les decíamos
que era peligroso pensar que podían permanecer
en donde estaban. Recuerdo haber sentido que
esto era verdad, y aún así me preguntaba porqué
era así.
“El tiempo me ha enseñado. Así como las
fuerzas alrededor de nosotros aumentan en
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intensidad, la fortaleza espiritual que una vez fue
suficiente ya no lo será. Y cualquier desarrollo de
la fortaleza espiritual que una vez pensamos que
era posible, en el futuro se volverá un desarrollo
espiritual mayor a nuestra disposición. Tanto la
necesidad de fortaleza espiritual como la
oportunidad de adquirirla se incrementarán en una
proporción que subestimamos nuestro propio
riesgo” (“Siempre,” Ensign, Oct. 1999, 9).
Si comprendo correctamente, el principio que
Elder Eyring estaba enseñando era que aquello que
funcionó en el pasado no sería suficiente para
enfrentar el presente. Yo creo que esto se aplica a
nuestra enseñanza también.
Este principio está ilustrado en los capítulos
sobre las guerras en el Libro del Mormón, como
mucho de ustedes saben, y lo han enseñado. Hubo
un momento en que los Nefitas fueron a la batalla,
habiéndose colocado armaduras. El enemigo que
se les aproximaba no llevaba armaduras. La
historia cuenta que estos enemigos “temieron en
gran manera a los ejércitos de los Nefitas por causa
de su armadura, a pesar de ser su número mucho
mayor que el de los Nefitas” (Alma 43:21). En
una batalla futura, para no quedarse atrás, el
enemigo se colocó armaduras. El Capitán Moroni
anticipó esto, y sabía que las armaduras de la
batalla anterior no serian suficientes en la batalla
actual. Moroni implementó nuevas estrategias y
defensas, y a medida que el enemigo armado se
aproximaba, se quedaron sorprendidos al ver que
los Nefitas habían fortificado sus ciudades. La
historia cuenta:
“Pero he aquí, para su mayor asombro, ellos
estaban preparados para recibirlos, de una manera
como nunca se había conocido entre los hijos de
Lehi…
…. [Ellos] se asombraron en sumo grado de ver
su manera de prepararse para la guerra” (Alma
49:8-9).
Lo que hicimos como maestros o Padres hace
10 años para proveer la armadura adecuada para
nuestros jóvenes puede no ser suficiente para las
batallas a la que se enfrentan hoy. La falta de
disposición para cambiar lo que hacemos podría
poner en riesgo a nuestros hijos y alumnos. El
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Elder Marvin J. Ashton, que fue un miembro del
Quórum de los Doce Apóstoles, dijo: “El
reconocer la necesidad de cambiar, tiene que ser
una fuerza mucho mayor que el lujo de
mantenernos en el mismo lugar” (en Conference
Report, Oct. 1979, 89; o Ensign Nov. de 1979, 62).
Como padres, como maestros, como obreros del
Reino de Dios en cualquier capacidad, no podemos
darnos “el lujo de mantenernos en el mismo lugar”
si verdaderamente deseamos ayudar a nuestros
jóvenes para que sobrevivan en sus batallas.
Hay aún otro obstáculo significativo que puede
evitar que nos desarrollemos de la manera debida,
tanto como discípulos y como educadores
religiosos. Yo he batallado con esto la mayor parte
de mi vida personal y profesional. En ocasiones he
reconocido la necesidad de cambiar algo en mi
vida pero, en la mayoría de los casos he
completado el proceso, porque he deseado que el
cambio suceda a mi manera o en la manera que yo
consideraba que sería mejor para mí. El Señor
repetidamente ha utilizado procesos para cambiar
que no me han gustado. Y lo que es más, Él ha
cambiado cosas en mi y a mi alrededor que yo
hubiera deseado que Él dejará como estaban.
El apologista Cristiano C. S. Lewis escribió:
“Cuando yo era niño a menudo me daba dolor
de muela, y sabia que si iba donde mi madre ella
me daría algo para calmar el dolor por esa noche, y
así podría quedarme dormido. Pero yo no iba
donde mi madre-al menos, no hasta que el dolor
era muy fuerte. Y el motivo por el que no iba era
este. Yo no dudaba que ella me daría la aspirina;
pero sabía que aparte de esto ella haría algo más.
Sabía que me llevaría al dentista la mañana
siguiente. No me era posible obtener lo que yo
deseaba de ella sin obtener algo más, que yo no
quería. Yo deseaba un alivio inmediato del dolor:
Pero no podía obtenerlo sin que me enderezaran
los dientes permanentemente. Y yo conocía a esos
dentistas: Yo sabía que empezarían a escarbar en
todos los otros dientes, los cuales aún no habían
comenzado a dolerme..
“Ahora, si se me permiten la comparación,
nuestro Señor es como los dentistas… Docenas de
personas van hacia Él para ser curadas de algún
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pecado en particular del cual se sienten
avergonzados… o porque obviamente les esta
echando a perder la vida diaria… Bueno, Él las
curará: Pero no se detendrá allí. Puede que eso sea
todo lo que la persona pidió. Pero una vez que uno
lo llama, Él les dará el tratamiento completo (Mere
Christianity) [1952], 201-2).
Entonces, ¿Qué es lo que podemos hacer para
vivir mejor una vida in crescendo? Nuestro manual
El Administrar Adecuadamente le dedica un
capítulo completo a este tema. El capitulo se titula
“El Desarrollar un Potencial Divino y el Fomentar
un Progreso Profesional” (páginas 15-17). Me
gustaría recomendar, que para comenzar, cada uno
de nosotros, ya sea empleado, o cónyuge, leamos y
volvamos a leer esta sección. A medida que lo
hagamos, busquemos la inspiración mediante la
oración para determinar que podemos hacer para
seguir adelante en nuestro desarrollo y
crecimiento. Si somos sinceros al preguntar, creo
firmemente que el Señor nos manifestará a cada
uno de nosotros como podemos desarrollar más
nuestro conocimiento, desempeñó, actitud y
carácter.
Ese capitulo en el manual El Administrar
Adecuadamente, resalta tres principios
importantes: Primero, que cada uno de nosotros
somos responsable de nuestro propio desarrollo;
segundo, que debemos buscar la ayuda de otros en
nuestro esfuerzo por desarrollarnos; y tercero, que
debemos informar de nuestro progreso. Yo
recomendaría que una vez leído este capítulo bajo
la influencia de la oración, compartan sus ideas y
metas con quienes los puedan ayudar a
implementarlos: un cónyuge, un mentor, o un
colega o supervisor del SEI. El manual declara,
“A pesar de que los lideres del SEI deben
proporcionar regularmente ayuda, los líderes y los
maestros deben tomar la iniciativa para procurarla
al pedir concejo, capacitación , así como una
evaluación de desempeño” (16).
Como muchos otros de cierto género, a menudo
evito tercamente pedir instrucciones o guía, ya sea
en viajes por carretera o mientras busco algo en
alguna tienda. No se si es orgullo o algo de
espíritu de descubridor, pero he desperdiciado
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mucho tiempo y energía al no pedir ayuda, y mi
esposa ya no encuentra esto gracioso. Aunque mis
obstinadas peregrinaciones en las tiendas puede no
tener consecuencia eterna, tal actitud en otros
aspectos de mi vida si podrían tenerlas. Las
escrituras nos dicen que muchos israelitas
mordidos por las serpientes perdieron sus vidas
porque ni siquiera miraron la ayuda que se les
ofreció (ver Números 21:5-9; 1 Nefi 17:41; Alma
33:19-20). Me pregunto cuantas veces he sufrido
innecesariamente por mi terquedad en no pedir
ayuda.
Con lo mucho que se arriesga en las vidas de
aquellos a los que guiamos y enseñamos, no
podemos darnos el lujo de perder tiempo ni energía
rehusándonos obstinadamente a buscar consejo y
retroalimentación en los demás. Necesitamos
ayuda, y necesitamos pedirla. Y mayores
bendiciones serán nuestras si buscamos
voluntariamente la ayuda en vez de que los
administradores o supervisores nos las impongan o
desarrollen programas para ayudarnos a hacerlo.
Video Presentación
Gracias a la tecnología de nuestros días,
recientemente pude conversar con algunos de
nuestros directores del área y sus esposas y les pedí
que compartieran lo que habían aprendido en
cuanto a tratar de vivir su vida in crescendo- como
individuos, como parejas y como empleados del
SEI. Aquí esta el video con algunos de los
concejos que ellos ofrecieron:
Crescendo
Robyn Robins (U.S. UTA Valley South Area):
Bueno es interesante que usted utilizará la palabra
“crescendo” ya que soy maestra de piano, y esa
palabra significa obviamente, aumentar o
incrementar el volumen. A medida que una simple
pieza para piano, se le incrementa el volumen, se le
ayuda a crecer en riqueza, en color y consistencia,
en sentimiento, y pienso que lo mismo nos puede
suceder a nosotros aquí dentro del SEI.
Carlos Agüero (Área Sudamérica Sur):
Algunas veces nos emocionamos y creemos que
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podemos salir y cambiar todo en un día. Si
tuviéramos una semilla de flor y quisiéramos
disfrutar de la flor ahora mismo o mañana y la
abrimos, la mataríamos. Esto me ha ayudado a
aprender que muchas cosas en la vida tienen un
proceso y esta bien que así sea.
Kelly Shephard (U.S. Southern Plains Area):
Vivir una vida “in crescendo” creo que significa
crecimiento. Eso significa “crescendo”, creo que
parte del crecimiento significa arrepentirse y
cambiar, en realidad es probar cosas nuevas y
mejorar.
¿Qué ha hecho el SEI para ayudar a crecer?
Richard Robins (U.S. UTA Valley South Area):
Si tuviera que identificar la única cosa especifica
que ha contribuido más a mi desarrollo en la
educación en la Iglesia, me parece que sin duda
alguna, sería la identificación de hombres y
mujeres dentro del sistema educativo que
ejemplifican en su vida personal las cualidades y
características que yo deseo para mi. Desde el
primer día que pise el salón de clases como un
joven maestro hasta ahora que sirvo como director
de área, todavía quiero observar con cuidado y
tratar de imitar y ejemplificar las vidas y las
enseñanzas de los hombres y mujeres a quienes
considero maravillosamente poderosos en su
intento de cambiar vidas. Y ellos cambian la mía
simplemente al mirarlos.
Pedro Penha (Área Brasil Norte): Mis colegas
han sido una influencia muy positiva,
especialmente mediante sus ejemplos. Su
profesionalismo me ha ayudado a desarrollarme y
a motivarme.
Kelly Shepherd: En lo referente al empleo creo
que aprovechar las oportunidades me ha ayudado.
La sola oportunidad de probar cosas nuevas, de
estar abierto a nuevas experiencias, de buscar
nuevas experiencias ha sido de gran ayuda y me ha
provisto de muchas oportunidad de progresar
dentro de mi empleo.
Nilda Agüero (Área Sudamérica Sur):
Personalmente, la asociación con la familia del SEI
me ha ayudado-el escuchar a cada uno y darme
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cuenta de que no soy la única que esta pasando por
desafíos, que hay muchas hermanas que tienen los
mismo o aún mayores desafíos.
Kelly Shepherd: Hemos tenido muchas
oportunidades debido a nuestro empleo en el SEI,
que nos han ayudado en nuestro matrimonio y en
nuestra familia. Me gusta cuando vuelvo a casa de
una reunión y, que debido a lo que hemos tratado y
conversado en la reunión, soy más atento como
esposo y padre.
Sonia Penha (Ärea Brasil Norte): Nuestra
carrera comenzó en 1984. Ha sido un privilegio
que mi esposo haya estado en este trabajo todos
estos años. Lo he visto desarrollarse. Él ha sido
un hombre enseñable todos estos años. Él ha sido
una gran fortaleza en nuestro hogar.
Rich Robbins: Yo vine con las perspectivas que
me dio el sistema de enseñanza público, así como
también con un par de años de experiencia en los
negocios, y entrar el Sistema Educativo de la
Iglesia, se convirtió en mucho más que ir a
trabajar. Se volvió una fortaleza en mi vida-
personal e individual. Se volvió una fortaleza para
mi matrimonio. Se volvió una fortaleza en nuestro
hogar y para nuestra familia. Y al tener el
evangelio como foco central de nuestro
matrimonio, nuestra familia, nuestro empleo, fue
verdaderamente maravilloso, una dulce bendición
y un privilegio.
¿Qué puede hacer un empleado del SEI para
ayudar a su esposa?
Carlos Agüero: Para que un empleado del SEI
ayude a su esposa a crecer, tiene que hacer lo que
la hermana Hinckley describió con respecto a su
relación con el profeta, el Presidente Hinckley:
Dejarla volar, dejarla que tome su propio vuelo.
Debido al amor que siento por Nilda he hecho un
esfuerzo para que ella sepa cuanto la amo, y cuan
importante es ella para mí. Creo que es importante
que en sus conversaciones como pareja cada uno le
diga al otro la cualidades específicas que admira
en él o ella.
Robyn Robbins: Las cosas simples que él hace
por mi, ha hecho que crezca el amor que sentimos
el uno por el otro y también ha crecido su bondad.
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El es un hombre tan bueno. Él ama al Salvador, y
me siento agradecida por el ejemplo que él ha sido
para mi al hacer sus oraciones, al ser atento, no
solo conmigo, sino con nuestros hijos y nuestros
padres. Él los ama y se preocupa tanto por ellos,
como por nosotros.
Stacey Shepherd (U.S. Southern Plañís Area):
Creo que es necesario pasar momentos juntos
como pareja para que la relación continué
creciendo. Y algunas veces necesitamos
programar un tiempo en nuestros calendarios para
asegurarnos de no descuidarnos.
Sonia Penha: Nosotros tenemos una cita
semanal. Mi esposo y yo salimos juntos. Ese es
nuestro tiempo. Esto ha mantenido nuestra
relación firme. Y también ha mejorado nuestra
comunicación.
Carlos Agüero: Creo que lo que nos a ayudado
en nuestro matrimonio es el no tomarnos
demasiado en serio. Al vivir conmigo, nadie puede
tomarse la vida demasiado en serio. Hemos
disfrutado de la vida. Admiro a mi esposa porque
ella es muy humilde. No importa si esta con el
presidente de la nación o con el conserje de una
capilla; ella trata a las personas por igual, con amor
sencillez y afecto.
El Crecimiento y el convertirse
Rich Robbins: Siempre he creído que para
mantener el desarrollo continuo y mantener el
dulce gozo y el entusiasmo por lo que hacemos he
tenido que pagar el precio en mi vida personal para
asegurarme de que todo esta bien entre el Señor y
yo para que el Espíritu pueda inspirarme y
dirigirme siempre en mi preparación, en la
enseñanza, en mi presentación y en mi respuesta a
los alumnos.
Stacey Shepherd: Cuando me desanimo trato de
recordar que tenemos un propósito divino, que
tenemos una naturaleza divina, y conociendo el
evangelio como lo conozco, que tenemos una
razón para estar aquí, y que nuestro Padre Celestial
nos ama. Así es que, si me siento desanimada o
culpable, entonces necesito evaluar lo que estoy
haciendo, tal vez arrepentirme de algo, y me doy
cuenta de que estoy progresando, así es que no
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retrocedo. Yo se que no necesito esperar la
perfección lo único que necesito es esperar
progreso.
Pedro Penha: Yo amo el Sistema Educativo de
la Iglesia. Creo que nací con tiza en la sangre para
enseñarle a la juventud de la Iglesia. Me ha dado
mucha satisfacción y gozo ver el desarrollo de los
jóvenes- yendo a misiones, casándose en el templo,
convirtiéndose en líderes del reino de Dios. Esto
me ha mantenido motivado para ser mejor cada
día. El apoyo de mi esposa, el apoyo de mis hijos
y el tener gente tan amorosa que nos guía- ha sido
una época maravillosa en nuestras vidas. Me
siento agradecido a Dios por este privilegio. Me
siento humilde de haber sido escogido y de que se
me haya confiado la responsabilidad de representar
a la Primera Presidencia aquí en el Área Brasil
Norte.
Expreso mi gratitud a estos grandes hombres y
mujeres por su buena voluntad para compartir sus
experiencias, consejo y sentimientos personales.
Ellos son, sin excepción, discípulos y empleados
dedicados.
En los pocos momentos que me quedan,
quisiera ofrecer cuatro pensamientos u
observaciones en cuanto al cambio y al desarrollo.
Primero, habiéndonos aconsejado a vivir in
crescendo, Elder Maxwell nos dio una advertencia.
Mientras hacemos el esfuerzo de vivir in
crescendo, será necesario que haya pausas en
nuestro ascenso. Él enseñó:
“Los aparentes periodos inertes de la vida nos
proveen una bendita oportunidad para reflexionar
en cuanto a lo pasado como también para estar
listos para los desafiantes escaladas que puedan
esperarnos mas adelante. La paciencia nos ayuda a
utilizar, en vez de protestar, estos aparentes
periodos inertes de la vida, llenándolos así de
quieta admiración por el pasado y con anticipación,
por lo que puede esperarnos más adelante. En vez
de quejas o murmullos, debemos consolidarnos y
reflexionar, algo que no sucedería si la vida fuera
una secuencia ininterrumpida de escenarios
fantásticos, de eventos enfrentados o
conversaciones estimulantes.
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“Debemos saborear aun los momentos
aparentemente ordinarios, ya que la vida no puede
componerse solo de timbales y címbalos. Debe
haber flautas y violines. Vivir no puede ser todo
crescendo, debe haber algo de
contrapunto.(Notwithstanding My Weakness
[1981], 65).
Habrá periodos inertes en la vida, hagan buen
uso de ellos
Mi segunda observación viene de los
comentarios hechos por el Presidente Hinckley
durante en un devocional en BYU. Ustedes
notarán que él hace referencia dos veces a
encontrar la felicidad en la búsqueda de la
excelencia aun si no experimentamos todo el
desarrollo que habíamos esperado. Él dijo:
“No nos volveremos perfectos en un día un mes
o un año. No lo lograremos en una vida, pero
podremos comenzar ahora, empezando por
nuestras debilidades más obvias y gradualmente
convertirlas en fortalezas a medida que avancemos
en el camino de nuestras vidas.
“No todos nosotros podemos ser genios, pero
podemos buscar la excelencia…
“La excelencia con lo que ustedes sueñan puede
que no sea obtenible en su plenitud. Pero lograrán
progresar a medida que lo intentan. Habrá
desarrollo. Habrá mejora. Y habrá mucha mas
felicidad…
“…Traten de alcanzar las estrellas. Si las tocan,
grande será su recompensa. Si tropiezan y caen
mientras tratan de alcanzarlas en lo alto, serán
felices sabiendo que han realizado el esfuerzo
(“The Quest for Excellence,” en Brigham Youn
University 1998-99 Speeches [1999], 71).
No se desanimen a medida que busquen la
excelencia.
Mi tercera observación proviene del consejo que
el Elder Eyring nos dio hace varios años durante
nuestra reunión anual “Una Noche con una
Autoridad General.” Él habló del
perfeccionamiento personal y del cambio y de
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como podemos lograrlo mejor. Él dijo: “La
mayoría de nosotros ha tenido algo de experiencia
con los esfuerzos por el perfeccionamiento
personal. Mi experiencia me ha enseñado como
las personas y las organizaciones mejoran: el mejor
lugar para buscar son los pequeños cambios que
podamos realizar en aquello que hacemos a
menudo.
Hay poder en la constancia y en la repetición.
Y si podemos guiarnos por la inspiración para
elegir las pequeñas cosas apropiadas para cambiar,
la obediencia constante nos traerá gran progreso”
(The Lord Hill Multiply the Harvest [Feb. 6, 1998],
3).
Busquen pequeños cambios en aquello que
hagan a menudo
Y finalmente, mi cuarta y última observación:
Al mirar hacia atrás en mi propia vida y tratar de
identificar las influencias que me han ayudado ha
desarrollarme y cambiar, remonté muchos de mis
mejores periodos de desarrollo a un catalizador
común: una petición de parte del SEI para aceptar
una nueva asignación. Esos cambios nunca ha
sido fáciles, y a menudo sucedieron en momentos
que no parecían ideales o a lugares que yo ni
siquiera sabía que existían. Pero el Señor sabía
que cada una de esas asignaciones eran perfectas
para mi y mi familia.
No estoy sugiriendo que la única manera de
desarrollarse sea cambiar frecuentemente de
asignaciones. Puede que haya, de hecho,
momentos cuando un cambio no sea lo correcto.
Lo que sugiero es lo siguiente: Cuando el SEI
genera una invitación para tomar una nueva
asignación, considérenla bajo la influencia de la
oración, y no dejen que la comodidad o el temor al
cambio controlen su decisión.
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Estén dispuestos a aceptar nuevas asignaciones.
Ahora, para concluir me gustaría leerles el
concejo dado por el Presidente Spencer W.
Kimball durante el cierre de la conferencia general
de abril de 1979. Parece muy apropiado para lo
que he tratado de decir hoy. Él dijo:
“Hermanos y hermanas no dejemos de cumplir
con el próximo paso en nuestro desarrollo
espiritual, por retroceder o hacer a un lado nuestras
nuevas oportunidades de servir a nuestras familias
y a nuestro prójimo.
“Confiemos en el Señor y demos el próximo
paso en nuestras propias vidas. Él nos ha
prometido que será nuestro tierno tutor, midiendo
aquello para lo que estemos listos…
“Él no nos pedirá que carguemos más de lo que
podamos acarrear, ni que se nos entregue aquello
para lo que no estemos listo. Pero de la misma
manera, no debemos tardar demasiado en
movernos cuando estemos listos”. (en Conference
Report, Mar.-Apr. 1979, 114-15; o Ensing, May
1979, 82).
Yo he recibido mi testimonio personal de que
esta es la Iglesia del Señor. Yo lo sé. Como sé
que también el Sistema Educativo de la Iglesia le
pertenece a Él. Su mano está en esta obra, tanto
global y localmente. Que podemos vivir con
gratitud por el sagrado privilegio de ser
instrumentos que Sus manos puedan utilizar. Y
que podamos vivir nuestras vidas in crescendo para
que, así como cantamos en uno de nuestros
himnos, “más celo en servirte” (“Más Santidad
Dame,” Himnos, N° 71).
Tal es mi esperanza y mi oración para cada uno
de nosotros, en el nombre de Jesucristo, amén.
Traducción No Oficial Área Sudamérica Oeste