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A B RIL 2 0 20
INTRODUCCIÓN
La propagación del COVID-19 por el territorio nacional agudizó los problemas eco-
nómicos y sociales preexistentes e interpeló al Estado en sus diferentes niveles.
Entre las numerosas dificultades que afectan la vida cotidiana de las personas, oca-
sionalmente en forma fatal, existe el problema de sostener comunicaciones im-
prescindibles desde el aislamiento. Los sistemas educativo, económico, sanitario
y político enfrentan grandes desafíos para proseguir con sus actividades, muchas
veces, en forma remota.
Los adelantos digitales han generado una riqueza enorme en un tiempo récord,
pero ésta se concentra en un número reducido de personas, empresas y países. La
sociedad actual presenta una marcada brecha entre los países infraconectados y
los países hiperdigitalizados (Naciones Unidas, 2019).
Las economías centrales han superado temas cruciales que para Argentina, y Amé-
rica Latina en general, aún se centran en el acceso a equipos (computadoras y te-
léfonos), redes de conectividad fija y móvil, o la expansión de la banda ancha. En
otros términos, los países periféricos somos furgón de cola en esta revolución digi-
tal. Estamos infraconectados. Y el Estado juega un papel decisivo para revertir tal
cuestión.
La lectura de este gráfico, entre muchas posibles, podría llevarnos a una interpre-
tación errónea de la realidad si consideramos que ha disminuido el ritmo de creci-
miento porque el acceso a Internet es una necesidad casi satisfecha. Al contrario,
creemos que el nivel de accesibilidad a Internet se encuentra con un límite es-
tructural de nuestra sociedad: por un lado la falta de inversión público/privada en
infraestructura y, por el otro, la falta de recursos de una gran cantidad de personas
y hogares que no cuentan con la posibilidad de conectarse a Internet y ser “ciuda-
danos digitales”. Intentaremos estudiar esto con el análisis de otros datos.
Fuente: INDEC
Fuente: INDEC
Fuente: ENACOM
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A modo de cierre, cabe resaltar tres ideas que consideramos fundamentales para
pensar una política científica y tecnológica que procure promover la incorporación
de los avances tecnológicos a los procesos productivos y a la gestión del Estado.
• Las TIC no transforman las relaciones sociales, sino que modifican aspectos
sustanciales en la comunicación y en las fuerzas productivas. Quienes son
trabajadores, padres o madres, propietarios o empresarios, empleados públi-
cos o comerciantes, lo siguen siendo.
• No todos los individuos disfrutan estas ventajas. El acceso a las nuevas tec-
nologías aparece desigualmente repartido entre zonas geográficas (rurales y
urbanas), y grupos sociales y económicos. Existe una “brecha digital” directa-
mente conectada con la brecha material de la sociedad. Pequeños produc-
tores, Pymes, estratos de menores ingresos o quienes viven en zonas rurales,
no cuentan con las mismas posibilidades que grandes empresas de aplicar
las nuevas tecnologías a su vida o trabajo. Se habla de nuevos ecosistemas
construidos sobre la infraestructura y las innovaciones de la revolución digi-
tal. Agregamos que nada es más antiecológico que la pobreza y la desigual-
dad.
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coordinación general
Manuel Lorenzo
equipo de investigación
Pablo García
Paula Blodinger
Ignacio Contreras
Marianella Iuliano
comunicación
Marcos Silva
Facundo La Rosa
edición/corrección
Facundo La Rosa
diseño
Elena Visciglio
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