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Ideas fuerza sobre La actualidad de lo bello. El arte como juego, símbolo y fiesta.

de
Hans-Georg Gadamer

El fragmento del texto a analizar comienza en el capítulo II, que es el correspodiente al


símbolo por lo cual, esa es la razón por la que el arte como juego queda fuera del
resumen.

II. El arte como símbolo


Gadamer comienza definiendo símbolo y para eso lo hace trayendo a colación el
concepto de alegoría, en donde se dice algo diferente de lo que se quiere decir, pero
eso que se quiere decir también puede decirse de un modo inmediato (p. 85).

Lo simbólico en el arte alude al fragmento que busca complementarse: en lo particular de


un encuentro con el arte se experimenta la totalidad del mundo, la posición del ser del
hombre en el mundo junto a nuestra historicidad y finitud en relación a la trascendencia.
El autor, toma al símbolo para abordar el problema que presenta la teoría hermenéutica –
la de la interpretación– respecto a que el arte mantiene cierta opacidad por la que “no
deja ver” el sentido último al cual acceder. El sentido y la verdad se construyen
históricamente dependiendo absolutamente del contexto.
Sin embargo “el sentido de la obra estriba en que ella está ahí” (p. 87), no es una alegoría
en ninguna alegoría, “no dice algo para que así se piense en otra cosa, sino que sólo y
precisamente en ella misma puede encontrarse lo que ella tenga que decir” (p. 96) y
propone utilizar el concepto “conformación” en lugar de obra, para darnos a entender que
se trata de una comunión de elementos que la hacen, que la conforman y de paso
desambiguar el término obra.

“en la obra de arte no sólo se remite a algo, sino que en ella está propiamente
aquello a lo que se remite. Con otras palabras: la obra de arte significa un
crecimiento en el ser. Esto es lo que la distingue de todas las realizaciones
productivas humanas en la artesanía y en la técnica” p. 91

III. El arte como fiesta


Al igual que en el capítulo anterior, el autor define el concepto troncal de fiesta, como
comunidad, diciendo que la fiesta siempre es fiesta para todos, también anteponiéndolo al
concepto de “trabajo”, que mientras que este “nos separa y divide” (p. 100), en la fiesta no
hay aislamiento, sino que todo está congregado.
Y relaciona estas expresiones a la experiencia con la obra de arte, sobre todo en términos
de celebración, tiempos y hechos colectivos.
Gadamer diferencia entonces entre el tiempo que se utiliza para algo como tiempo vacío:
–aburrimiento, no tener nunca tiempo: trajín– y tiempo lleno o propio –fiesta, arte y
experiencia vital–, y vuelve sobre la idea de que en la fiesta se celebra y no se distingue
en duración de momentos sucesivos, cuando hay fiesta el tiempo no está vacío sino que
está lleno de ella.
Y de nuevo tiende un lazo entre fiesta y obra de arte:

“es también característico de la fiesta que por su propia cualidad de tal ofrece
tiempo, lo detiene, nos invita a demorarnos”. p. 105

La obra de arte, al igual que la fiesta, se plantea entonces como organismo vivo que tiene
su propio tiempo: nos demoramos, detenemos ante ella y por eso, le atribuimos un
tiempo que le es propio (p. 106).

“toda obra de arte posee una suerte de tiempo propio que nos impone, por así
decirlo. [...] Si dirigimos nuestra mirada a las artes estatuarias [...] y leemos las
imágenes, o [...] caminamos por edificios arquitectónicos. Todo eso son
procesos-de-tiempo.” p. 110

La conclusión es que este demorarnos al que nos invita la obra de arte, lejos de ser o
tornarse aburrido, nos sumerge y mientras más nos quedamos, tanto más elocuente, rica
y múltiple se nos manifestará.

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