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Universidad del Balamand

Instituto de Teología
San Juan Damasceno

Lección 6 Sección 1
Los libros históricos: Los libros de las Crónicas
Llegamos a la sexta lección de nuestro curso de interpretación de los libros
históricos del Antiguo Testamento. La clase anterior pudimos tener un pantallazo
general sobre los libros de los reyes, su estructura, los personajes que llenan estos
dos libros bíblicos y su teología. Hoy veremos los Libros de las Crónicas.

Este conjunto literario recoge en su seno toda la historia del pueblo de Dios
desde los mismos orígenes adámicos hasta que la ciudad santa de Jerusalén cae en
manos del ejército babilonio hacia el 586 a.C. Se añade además un breve relato en la
que se recoge la autorización persa por la que se permite a los descendientes de Judá
regresar a Jerusalén y reconstruir el templo, acontecimientos que debieron suceder
hacia el 538 a.C.

Entre estos límites se suceden, de forma cronológicamente ordenada, todos los


acontecimientos fundamentales de la historia de Israel, a saber, las grandes etapas
de la primera generación de la humanidad, así como la etapa patriarcal, recogidas
sintéticamente bajo la formulación de extensas genealogías; el reinado de David
mediante el relato de sus hazañas más relevantes, entre las que se destaca la
reorganización cultural del pueblo de Israel; el mandato de Salomón con la
reconstrucción del templo, la historia del reino de Judá con la incesante sucesión de
sus monarcas y los momentos finales del mismo reino, recogiendo de modo sumario
tanto la deportación a Babilonia como el retorno de los desterrados a Jerusalén.

Los lectores de la Biblia muchas veces prescinden del Libro de las Crónicas,
porque les han dicho que no es más que una repetición -deformada y tardía- de los
Libros de Samuel y de los Reyes. ¿Para qué volver a leer la misma historia?

La biblia hebrea denomina a estos libros Dibre Hayyamim, expresión


correspondiente a lo que en la antigüedad eran los anales: una recopilación ordenada
de hechos. En consecuencia, viene a ser equivalente a la expresión castellana “los

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acontecimientos diarios”. En griego los libros se titulan Paraleipomena y tiene un doble


sentido, que permite comprender este conjunto literario de diversas formas. Si con
tal término se entiende “lo que ha sido omitido”, entonces estos libros contendrían
datos y elementos no compilados ni transmitidos en las obras bíblicas precedentes de
carácter histórico, como Samuel y Reyes, en cuyo caso estaríamos ante un material
novedoso y original. Pero también puede entenderse la expresión como “lo que se ha
silenciado” por resultar ya conocido en escritos anteriores y para evitar una obra
excesivamente llena de lugares paralelos con respecto a otras anteriores. Esta última
parece ser la razón por la cual Crónicas fue relegada a un segundo término hasta que
fue integrada en el contexto global de la escritura hebrea.

La lectura un tanto atenta nos permite determinar mejor su ambiente de vida.


La comparación entre las dos versiones del relato del traslado del arca a Jerusalén
(que podemos ver en II Sam 6 y I Cr 15-16) hace ver el lugar destacado que se les
concede a los levitas en este último relato. Esta misma conclusión se saca de una
comparación entre I Re 8:1-13 y II Cr 5: la instalación del arca en el templo; el
ambiente que se respira en el libro de las Crónicas es el de los levitas del segundo
templo. Y más concretamente, el de los cantores, grupo al que pertenece el
“Cronista”, como se llama al autor anónimo del libro.

Algunos ejemplos sirven de apoyo a esta afirmación. En la organización de los


servicios levíticos por el rey David, los cantores y los músicos (I Cr 25) desempeñan
una función privilegiada: aseguran delante del arca el servicio de la alabanza y de la
glorificación de Dios (I Cr 16:4.37.42). En el centro de este servicio está el canto de los
salmos (cf. I Cr 16:8-36), que pone ritmo al texto con la repetición de un estribillo:
“Alaben al Señor porque es eterno su amor” (I Cr 16:34; II Cr 5:13; 7:3; 20:21). Este
servicio no se limita a la función cultual, sino que tiene también una dimensión
profética, como se deduce de II Cr 15:1-7: “El Espíritu de Dios invadió a Azadas, hijo de
Obed (un levita)”; véase también II Cr 20:14-17.

La pertenencia del Cronista a este ambiente explica muy bien la relectura que
hace de los libros de Samuel y de los Reyes: a través de cierto número de figuras
reales, unas positivas (David, Salomón, Ezequías o Josías) y otras negativas (Saúl,
Ajaz), va describiendo las reivindicaciones de los cantores y de los músicos frente a
los sacerdotes aarónidas.

Este interés particular que se dedica al ambiente del Cronista puede orientar
nuestra lectura; nos gustaría resaltar la importancia teológica de una obra

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considerada como de segunda importancia por una crítica demasiado historicista. De


hecho, los historiadores de Israel difícilmente pueden apoyarse en las Crónicas en su
reconstrucción del pasado y tienen que basarse más bien en Samuel-Reyes. Por no
poner más que un ejemplo fijémonos en la secuencia de los sucesos que marcan la
reforma de Josías: el descubrimiento del libro en el templo ¿precedió (II Re 23) o
siguió (II Cr 34) a la supresión de los cultos paganos del país?

La elección del Cronista se explica por escrúpulos teológicos: ¿puede acaso


restaurarse el templo en un país en el que sigue reinando la idolatría? Si uno se
atiene al nivel de la fiabilidad histórica, se olvida de la naturaleza propiamente
teológica de las Crónicas; esta relectura nos informa sobre el clima religioso de la
comunidad judía después del destierro.

Al contrario, pensamos que las Crónicas ofrecen un punto de observación única


en la Biblia, ya que son una reescritura homilética de las escrituras anteriores. Este
término, homilía, designa un método de interpretación actualizante de las Escrituras.

Así pues, el libro refleja un ambiente capital para la comprensión del mundo
veterotestamentario, el de los levitas cantores.

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Lección 6 Sección 2
Los libros históricos: relaciones con Esdras y
Nehemías
Si la determinación del ambiente en que nacieron las Crónicas ofrece pocas
dificultades, la cuestión de la extensión de la obra se discute mucho en nuestros días.
Tradicionalmente, se entiende por “obra del Cronista” el conjunto que comprende I y
II de Crónicas, Esdras y Nehemías. La unidad de autor que se postula se basa en
cierto número de criterios literarios (sintaxis, vocabulario) y temáticos (importancia
del templo y del culto). Algunos autores recientes discuten, sin embargo,
enérgicamente esta unidad de autor. De hecho, al lado de algunas semejanzas
innegables debidas a una misma época de redacción, las divergencias entre Crónicas
y Esdras-Nehemías son importantes. Bastarán unos ejemplos para convencerse de
ello.

Fundador del culto y modelo de los cantores levíticos en las Crónicas, David
sólo tiene un papel de segundo grado en Esdras-Nehemías. La figura misma de
Salomón, fuertemente idealizada en II Cr 1-9, recibe un juicio negativo en Neh 13:26.
Si los levitas están en el centro de la organización cultual y del oficio profético en las
Crónicas, no aparecen en la caravana del regreso que conduce Esdras (Esd 8:15) Ya al
reformador religioso le cuesta trabajo convencer a algunos de ellos para que le
acompañen (Esd 8:16-19). Semejante reticencia no se compagina bien con su celo,
continuamente alabado por el Cronista (II Cr 29:34).

Un último ejemplo se refiere a la actitud que mantiene este autor con Israel, el
reino del Norte. Si es verdad que las Crónicas se interesan ante todo por la historia
de Judá, la mirada que dirige este libro al reino del Norte no es totalmente negativa,
tal como se deduce de toda una serie de textos (II Cr 15:8-9; 17:2; 19:4; 30:1.10-14.15-
27; 34:6.21.33). Incluso hay un relato plenamente favorable al mismo: II Cr 28:5-15.

No se percibe nada de esto en Esdras-Nehemías, en donde el punto de vista es


estrictamente el del reino del Sur (cf. Esd 4:1-4 o Neh 10:29-32).

Así pues, si se piensa que un autor ha de mostrarse coherente consigo mismo,


resulta difícil aceptar la unidad de un conjunto “Crónicas-Esdras-Nehemías”.

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La posición que aquí adoptamos es la de una independencia de I y II Crónicas,


lo cual justifica la lectura de estos dos libros solamente.

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Lección 6 Sección 3
Los libros históricos: Estructura
En cuanto a la distribución concreta del contenido de ambos libros, Crónicas
presenta su historia estructurada de la siguiente manera:

Sección de genealogías (I Cr 1-9)

Ciclo de Saúl

Sección de la monarquía davídica (I Cr 8-29; II Cr 1-9) Ciclo de David

Ciclo de Salomón

División del reino

Sección de la Monarquía de Judá (II Cr 10-36) Historia del reino de Judá

Exilio babilónico

Edicto persa de Ciro

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Lección 6 Sección 4
Los libros históricos: aspectos históricos y
literarios
Pero si consideramos la obra del Cronista como un todo con Esdras y
Nehemías, puede afirmarse que el conjunto se habría formado entre la vuelta del
destierro (539 a.C.) y el año 200 a.C. De esta forma la obra sería contemporánea de
Ezequiel. En cuanto a Crónicas, la postura más extendida entre los autores es la de
aceptar una fecha tardía, pero hay quienes siguen pensando en una fecha intermedia,
es decir hacia el siglo IV. Independientemente de estos pareceres, la mención del
ascenso del rey persa al poder en II Cr 36:20 hace que se pueda situar como fecha
más antigua (a la par que menos probable) el año 539.

Con respecto al autor, tradicionalmente y durante muchos siglos se creyó que el


autor de esta composición literaria había sido Esdras, el escriba. Pero el problema
real es más bien quien le haya dado su forma final. Durante la Edad Media se
pensaba que esta segunda labor podría deberse a Nehemías. En el campo cristiano se
entendió tradicionalmente la labor de Esdras más como editor que como autor
original de la obra.

Con respecto al propósito de la obra podemos decir que cuando el cronista


escribe, Israel es ya un pueblo con mucha historia. Desde los orígenes de las tribus y
el asentamiento en la tierra, pasando por su reorganización en un reino único que no
tarda en dividirse en dos pequeños reinos locales, hasta la sucesiva caída de ambos a
manos de los imperios dominantes del momento, este pueblo ha ido experimentando
diversos acontecimientos y sucesos, unos más felices que otros. Ha conocido el
dominio la sumisión, el desastre. Ha padecido frecuente presión de numerosas
potencias extranjeras; ha sufrido la expulsión de su tierra, el peligro mismo de
desaparecer. Ha podido retornar de nuevo a ella e intentar un nuevo modo de vida
que le permita ser él mismo. En esta historia Jerusalén ha sido como el resumen de la
peripecia de todo el pueblo, pues tras vivir días de gloria, ha sido tomada,
construida, arrasada, evacuada y ahora de nuevo reencontrada en un momento enel
que el entusiasmo de los que vienen se mezcla con la desgana de los que están y no
tarda a veces de convertirse en cansancio y en desanimo. Así nace Crónicas cuya

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pretensión es la de ayudar a reconstruir una comunidad humana moralmente


dañada. La peculiar historia de Israel se concibe desde el convencimiento de que el
futuro, la esperanza es aún posible; el pasado es lección pedagógica, de la que es
preciso extraer enseñanzas. Jerusalén, a pesar de todo, sigue siendo el lugar escogido
por Dios para vivir; y los que regresan son descendientes de Judá, capaces junto al
resto de los hijos de Israel de recrear el nuevo pueblo de Dios, el Israel total.

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Lección 6 Sección 5
Los libros históricos: teología de la obra
La historia en Crónicas no es sino el espacio de encuentro entre Dios, un Dios
soberano que rige los destinos de todo el mundo, y su pueblo. Para Crónicas, la
historia de Israel es como un camino por el que discurre su pueblo, guiado y
protegido por la providencia divina. El principio que rige esta historia consiste en
asegurar desde el comienzo la empresa que Dios lleva a cabo, para así garantizar la
futura existencia del pueblo. Este es el criterio desde el que se puede analizar esta
historia y desde el que se la puede valorar.

Para expresar esta relación entre Dios y su pueblo en el ámbito de la historia,


Crónicas echa mano de la categoría de alianza, como la más adecuada para expresar
la pretensión de Israel de continuar viviendo como pueblo de Dios, elegido y
depositario de las promesas.

Otro de los conceptos preferidos de Crónicas, al tratar el tema de la relación


histórica entre Dios y su pueblo, es el de la elección. Crónicas tiene un peculiar
concepto de elección, mucho más próximo al que se encuentra en obras de carácter
apócrifo. Los orígenes de la elección no se encuentran en la esfera de la historia, sino
en el momento mismo de la creación con lo que se produce entre Dios e Israel una
relación única de carácter absoluto. En consecuencia, la idea de Dios como garante e
interesado en mantener viva esta relación se reafirma notablemente y se refuerza
mediante este concepto de elección. Así pues, Dios se compromete a garantizar este
privilegio de Israel, lo que se expresa de modo explícito por medio de la convicción
de que “su amor es eterno”.

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