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Sección IV
i. Para los programas y proyectos de inversión con monto total de inversión mayor a 150
millones de pesos;
iii. Para aquellos programas y proyectos de inversión que así lo determine la Secretaría,
a través de la Unidad de Inversiones, independientemente de su monto total de
inversión.
7. En el caso de los proyectos de infraestructura económica, así como de aquellos otros que
por sus características determine la Unidad de Inversiones, el análisis costo-beneficio se
acompañará de una manifestación del administrador del proyecto o del área competente de la
dependencia o entidad, de que éste es factible técnica, legal y ambientalmente.
i. Resumen ejecutivo
El resumen ejecutivo deberá presentar la visión global del proyecto, describiendo
brevemente sus aspectos más relevantes. Se explicará en forma concisa, la problemática
que se pretende resolver o las necesidades a cubrir; las principales características del
proyecto, las razones por las que la alternativa elegida es la más conveniente; el monto
de inversión y sus principales componentes, los indicadores de rentabilidad y los riesgos
asociados a su ejecución.
vii. Conclusiones
Exponer de forma clara y precisa los argumentos por los cuales el proyecto debe
realizarse.
Veronica Ocvirk, “¿Vale la pena soterrar el Sarmiento?”, 25 de noviembre de 2015. URL:
http://enelsubte.com/noticias/vale-la-pena-soterrar-el-sarmiento/
¿Es el soterramiento la mejor solución para la traza de casi 37 km del Sarmiento? ¿Por qué,
pese a los anuncios, el consenso de especialistas ferroviarios se manifiesta drásticamente en
contra y hasta el Ministerio de Transporte admite por lo bajo que lo mejor sería que no se
haga? Hoy es difícil encontrar juicios favorables al proyecto, al menos tal como está
planteado.
La puesta en marcha del nuevo material rodante chino para la línea Sarmiento durante el
transcurso de 2014 aumentó drásticamente la oferta de servicios para los usuarios. Más allá de
esta buena noticia, el coletazo para el tránsito terrestre salta inmediatamente a la vista: si con
las frecuencias previas muchas de las barreras a lo largo del recorrido enfrentaban altos
niveles de congestión, la situación no hará sino empeorar.
Las interferencias ferroviales a nivel son conflictivas, eso está fuera de discusión. Generan
embotellamientos y accidentes, problema que aumenta con la densidad del tejido urbano y el
mal funcionamiento de las barreras. Además, los pasos a nivel impiden que puedan
programarse más de diez o doce trenes por hora por sentido, lo que implica un tope
significativo para la mejora de los servicios.
¿Es de verdad el soterramiento del Ferrocarril Sarmiento entre Once y Moreno la mejor
medida que se puede tomar hoy para resolver las interferencias de esta traza? Los expertos
consultados se manifestaron en todos los casos en contra del soterramiento tal como está
planteado.
“Un corredor de dos vías restringiría el sobrepaso y la posibilidad de contar con trenes
interurbanos. Y eso es una pena desde el punto de vista de la planificación, de la mirada a
futuro en el corredor que últimamente más se ha desarrollado y uno de los que más potencial
tiene. A esa situación el soterramiento no la soluciona. Al contrario: la encorseta” explica el
arq. Martín Orduna, Director del Centro de Estudios del Transporte de la FADU.
Los expertos cuestionan que el túnel llegue hasta Moreno. “A mí me parece que Buenos Aires
no puede darse el lujo de enterrar todos sus trenes. En Capital habría que pensarlo. Ramos
Mejía es densa. Pero en el medio hay un agujero grande, Ciudadela. Entonces no se puede
directamente decir: ‘hundo todo’, porque existen tramos valle. Me resulta totalmente
antieconómico e inaceptable que se esté planteando un proyecto de tal magnitud con una mira
tan corta”, refiere un funcionario nacional.
“Tengo la impresión de que se ha optado por una solución muy radical”, marca José Barbero,
del Instituto Tecnológico Ferroviario de la UNSAM. “Porque la idea original era hacerlo
hasta Liniers y después, por una cuestión política y de equidad, se lo quiso llevar hasta
Moreno, lo cual lo vuelve tremendamente caro. Creo que esa obra sola requiere
probablemente tantos o más recursos como todo lo demás que se está gastando en el
ferrocarril. La Argentina no está para eso. Habría que estudiar opciones más sencillas”.
Los trenes diésel. El Sarmiento urbano está electrificado pero los servicios interurbanos que
brinda ese ferrocarril hacia las provincias de Buenos Aires y La Pampa no, y no lo estarán por
muchísimos años. Se verían imposibilitados de llegar a Once. Lo mismo vale para los trenes
de carga.
Los costos. Rodolfo Huici, especialista de transporte y ex funcionario del área de transporte
del BID refiere que existen dos problemas graves: “Uno es que se va a dejar una deuda
generada por la inversión, que va a tener que ser pagada por generaciones futuras y mucho
mayor que si se utilizaran otras opciones. Y la segunda deuda es que se está proyectando un
sistema cuyos gastos de operación son cualitativamente superiores a los de un tren en
superficie o incluso en trinchera”.
“Los costos de construcción son muy altos. Esas son hipotecas para generaciones futuras,
hipotecas para el repago de la inversión, hipotecas por las costas de operación y baja
funcionalidad. Porque aún funcionando bien, el tren soterrado va a ser muy caro. Y si
funciona mal, mucha gente se va a ir del ferrocarril por los problemas de acceso”.
“Los pasajeros van a tener que bajar siete pisos para abordar el tren. Y cuando llegue a
destino, subir siete pisos para salir a la superficie. No es posible que ni siquiera la gente más
atlética baje y suba siete pisos cotidianamente por escaleras fijas, por lo cual se tienen que
ofrecer ascensores y escaleras mecánicas, lo que significa costos de equipamiento, operación
y mantenimiento. Si las escaleras mecánicas no funcionan, será una pesadilla”, señala Huici.
¿Por qué insistir entonces en una obra tan cara y con tantas deficiencias?
Para Barbero, “el diseño [de la obra] no fue hecho pensando en el servicio, sino en la obra en
sí”. “O se hace la obra más factible a costa de que después el servicio que se preste sea peor; o
con la idea de tener un mejor servicio se admiten complejidades mayores en la construcción”.
Martínez concuerda: “Ha sido y es una constante en las obras ferroviarias y del subte,
privilegiar la facilidad de la obra frente a la conveniencia del pasajero. Se ve, por ejemplo, en
los accesos de las estaciones”.
“Son temas que se vendieron a la opinión pública como ‘la’ solución”, señala Orduna. “Y
pasa un poco como con la autopista ribereña: son pocos los que decimos: ‘qué suerte que no
se hizo’”.
Balance
Son muchos los que consideran que los viaductos bien construidos y bien pensados también
pueden ser integradores y no siempre pasajes impenetrables.
Según Barbero, “habría que dar una vuelta de tuerca y pensar si el proyecto es realmente
necesario”. “Cuando esto se pensó y se lanzó, el país tenía todavía un panorama fiscal
generoso. Hoy la cosa no es fácil, porque para los próximos años hay mucho requerimiento de
infraestructura, hay mucha obra contratada y apenas iniciada, muchas necesidades y no tantas
fuentes de financiamiento. Me parece que hay que ser un poquito más selectivos y fijar
prioridades. Esta obra con un costo tan alto, con tantos reparos técnicos, a mí me genera
muchas dudas. Si vos hacés esto, vas a dejar de hacer otras cosas. El costo de oportunidad es
muy alto”.
“La solución pasaría por pasos bajo nivel, pero con un estudio muy riguroso de cómo actuar
en cada intersección. Y por supuesto: explicar a la comunidad que lo que se ‘vendió’ hoy no
se puede hacer”, reflexiona Martín Orduna.
También Juan Pablo Martínez se inclina por la opción de los PBN. Y recuerda que “Nazca es
el punto más difícil, porque es parte de la red de tránsito pesado, por la cercanía de Rivadavia
y por la presencia del subte. Porque cuando se hizo el subte no se pensó en el paso bajo nivel
de Nazca. Si al subte se lo hubiera bajado un poco, tal vez se podría haber construido un túnel
de 800 metros empezando en Avellaneda y terminando en Alberdi. Es un problema típico de
falta de planificación”, se lamenta.
¿Soterrar o no soterrar? Probablemente se trate de una las discusiones más urgentes que en
materia de obra pública sea necesario darnos. No sea que por no hacerlo terminemos
confinando a una tumba de cemento al ferrocarril más antiguo de la Argentina.