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La lengua de Los pacientes, de Ana Rocío Jouli, es una Santa Rosa, La Pampa (1991). Publicó los fanzines Tarde
lengua alucinada y quieta. Alucinada porque abre en el (La Bola, 2015), Los viajes (NIEVE, 2015) y Polaroid
poema imágenes del afuera irrepresentable: una tarde (chicas&zines, 2014); y los libros de poemas Constelaciones
de conejos, una casa de campo, el dolor, un hombre (Erizo, 2016), junto con Paula Moya y Julieta Novelli, y
convertido en pescado. Y quieta, porque las voces del De baúles o jardines (Morosophos, 2010). Participó de las
Señor muy enfermo, la Enfermera y la Nena provocan, en antologías Poesía (La Comuna, 2019), Rumiar (Rumiar
la quietud de un hospital, un pequeño teatro: dar forma y Buenos Aires , 2018), Australes & Peligrosas (Cohuiná
existencia, en el silencio, a un universo de seres y cosas. Cartonera, México, 2018), Jardín 16 (Minibús Ediciones,
2016), Concurso Nacional de Poesía Pablo Neruda (Edito-
rial UNC, 2016), Té de Jengi (Morosophos, 2011) y Sin la
Irina Garbatzky espada (Edulp, 2010). Es Magíster en Escritura Creativa
por la Universidad Tres de Febrero, y alumna del Doctora-
do en Letras de la Universidad Nacional de La Plata.
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radas pasadas los susurros que nadie más pudo haber plazado por su recuerdo, no termina de suceder, y sin
escuchado. Hay cosas que son para uno y no se expli- embargo se cumple puntalmente, igual que las rutinas
can, pero pasan al texto como reverberaciones. Abrir y hospitalarias antes del amanecer. El anhelo de lo que
cerrar la escritura, como una válvula (un corazón) que está a punto de desvanecerse, pero también la pausa, el
produce fantasmas. infinito cansancio que leemos como ternura o decep-
ción.
*
Leo libros enteros para extraer de ellos apenas un *
perfume de la emoción que los originó. A menudo no Busco un viejo manual de medicina y me detengo en
queda más que una frase. La examino con la rigurosi- la sección destinada a cuidados del enfermo terminal.
dad de una niña entomóloga que tortura amorosamente Copio algunos títulos, con el fin de usarlos más adelante
a la única mariposa que pudo atrapar: doy vueltas en un poema: “La vergüenza del suicidio”, “Imagen del
alrededor de la frase, pincho sus alitas contra un corcho, enfermo”, “Papel social del moribundo”. El enfermo no
examino los motivos de su diminuta anatomía. De La tiene, en principio, biografía. No mantiene correspon-
mujer rota, de Simone de Beauvoir, copio menos de una dencia entre colegas ni guarda cuadernos de viajes. A
oración, pero es suficiente: “(…) como si me viera con veces, con un poco de suerte, lleva un diario íntimo. El
toda claridad y me encontrara conmovedora y ridícula”. enfermo no es dueño de su historia clínica: el retrato del
Me llama la atención, por otro lado, el nombre de la cuerpo en el que se ha convertido. La enumeración de
primera parte del libro: “La edad de la discreción”. En su los síntomas es el corazón de su discurso, y el prin-
mezcla de timidez, frustración, dolor y prudencia res- cipio del silencio que lo despojará de todo lo demás.
plandece algo de lo que imagino para la Enfermera: el Del discurso científico me fascina: el rigor como una
tono contenido de un secreto, una voz que cubre como forma cordial y aséptica de la crueldad; el desapego en
nieve las tristezas de su cuerpo. el lenguaje de los especialistas como un grado cero de la
escritura, pero también de la compasión.
*
No hay paredes, no hay lo que se dice un cuerpo. Las *
voces están conectadas a la función de ese lugar por los Algo de estos cuadernos me recuerda a los Diarios de
artefactos que garantizan la regularidad de los cuidados: Pizarnik: el relato de formación de la joven poeta, el re-
un respirador, una sonda, un conejito hecho de gasa gistro íntimo devenido archivo de lecturas que fastidian
y algodones, una radiografía que una nena interpreta o fascinan, el examen minucioso de los trabajos de la
como el mapa de un tesoro. Lo que aparece es reem- escritura. También la angustia de un estilo que se sabe
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provisorio, insuficiente para su propia y voraz exigencia. lancólica que me impulsa hacia las palabras. Un teatrito
Anota A.P: “Como siempre, desde hace nueve años, de voces en idiomas desatendidos, conocimientos como
desde que me consideré seriamente poeta o futura baratijas brillantes de inutilidad. También, por supues-
escritora, me obsede la iniciación del aprendizaje. Leo to, el trabajo de las obsesiones sobre todo intento por
para aprender a expresarme. Por eso leo tan mal.” En expandir eso que los otros llaman estilo.
todo caso, aquello de lo que espera salvarse A.P. con su
diario es lo que hoy identificamos como los rasgos más
notorios de su poética: el fragmento, la brevedad, la *
detención. Leo sobre animales. El doctor John Cunningham Lilly
refiere que un delfín enfermo no puede caer en estado
de coma. Ni siquiera puede dormirse por más de seis
* minutos, pues el sueño profundo le impide respirar. Por
Leo sobre botánica. Hay una relación de símbolos natu- esta particularidad, el ejemplar enfermo debe ser aten-
rales entre la voz femenina, la maternidad, los animales dido constantemente, y cada delfín está dispuesto a ha-
y las plantas. La definición misma de las flores indica su cer lo propio por otro delfín. Según Arnold Toynbee, la
condición de lugar donde conviven las estructuras para muerte es el precio que paga la vida por el incremento
la reproducción. La especialización hace de ellas algo de la complejidad estructural de un organismo viviente.
sexual y transitorio que debe caer para que se forme el Como en las mantis y los escarabajos: la presencia de la
fruto que continuará la especie. En su polinización se nueva generación hace prescindible a la anterior.
cumplen necesariamente las disposiciones de toda su
vida y su amor se completa en el sacrificio y la muta-
ción. Una pequeña maternidad las mata para que hagan *
al fin su gracia. Escribir para abrir el mundo.
Mi error está en creer que escribir es reflexionar. Es
decir: que se escribe razonando, sacando conclusiones.
*
Retener, en la corriente de imágenes indiferentes, algo
que pueda cautivarme el tiempo suficiente para escri- *
birlo. A veces el proceso lleva semanas, incluso meses, Investigo sobre las abejas. En las colonias, solo las reinas
hasta que una fotografía quemada, una entrada en una son madres. La colmena es una casa donde las obreras
enciclopedia sobre algo que dejó de existir, o una escena apilan alimento y comodidad. Mientras tanto, la reina y
olvidada de una película, reanudan esa curiosidad me- sus hijas se aburren. En una colonia fuerte hay miles de
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abejas incapaces de fecundar. Ellas son las encargadas *
de cuidar las casas de las otras. De todos los insectos Un prólogo que, en vez de explicar lo que aparece ante
polinizadores, las abejas son las que más intervienen en el lector, recoja lo que quedó inconcluso, las impresio-
la fecundación de las flores de los frutales. nes y preguntas que de otro modo se perderían, confi-
nadas a la privacidad de quien escribe. Son preparati-
vos para algo que ya no ocurrirá. Un prólogo también
* puede ser una historia de los intentos.
Leo sobre agujas. Después de una breve investigación,
me quedo con algunas indicaciones en torno al uso de
las agujas mariposa. Las elijo por su nombre filoso y
animal. Quiero escribir un poema que, valiéndose de un
lenguaje médico ambiguo, sea también un ensayo sobre
la fragilidad. Apuntes razonados para una medicina
poética. A pesar de su pequeño diámetro y su insignifi-
cante apariencia, las agujas mariposa no siempre causan
menos dolor, pues son cortas y a veces requieren de
varios pinchazos.
*
Arnaldo Calveyra decía que había llegado tarde al
reparto de los géneros. Algo así les pasa a los textos de
este libro: como si ellos dictaran sus propias exigencias,
a veces un diálogo suspendido en el silencio se vuelve la
continuación de un poema, o una narración se disgrega
en un coro que no alcanza a contar una historia porque
se pierde en su propio murmullo. Voces, algo menos
que personajes, cuerpos entrevistos en la neblina o el
sueño.
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Señor muy enfermo
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Enfermera
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Señor muy enfermo
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Enfermera
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Enfermera Señor muy enfermo
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Enfermera que atraviesa todo dolor,
una forma mínima
de la valentía.
Me estoy convirtiendo
en lo que siempre creí
que constituía a una mujer:
un secreto partido
y ciertos dolores ocultos
que van fraguando
una memoria de la felicidad
más cerca de lo verdadero
que las intensidades
que imaginaba hace unos años.
Nunca quise soportar,
llorar tapándome la cara
para no despertar a alguien,
rezar en el baño.
Y ahora esas posturas
prefiguran algo parecido
a una fortaleza.
Algunas de mis marcas
dibujan flores finísimas
que sólo se ven
cuando se apoya la mano
sobre un cuerpo dormido.
Otras brillan
cuando se acerca una tormenta
y corren a esconderse
como algunos animales
cuando escuchan los truenos
que anuncian el cambio.
Me estoy convirtiendo en algo
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Enfermera
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Nena y se giraba gordísima sobre sus patitas, queriendo
atrapar a los viajeros. Los obligaba a subirse a ella
y hacer una ronda como si fueran una corona. En
A la señorita dormida le gustaban muchísimo los mapas había entonces una enorme mancha
dos cosas: los mapas y los sueños. También la piel roja. La mancha se arrastraba de los mapas a los
de las manzanas y los tesoros en miniatura. Podía sueños, y tuvieron que dormir a la señorita. Antes
ordenar casi todo en esas dos familias y decir sangre de que pudieran desalojar a la manzana horrible,
o corazón al mismo tiempo. Los mapas existen ésta ordenó que pusieran el sueño de la señorita
porque hay que encontrar un tesoro, y los tesoros en el fondo de un baúl de piedras preciosas, y lo
son eso que solo se encuentra con un mapa o con escondió entre las piedras, los ositos y los pulmones,
una casualidad muy grande. Los baúles con piedras bien abajo del corazón. El tesoro se perdió entre las
preciosas están siempre en lugares abiertos, con manchas rojas del mapa, que eran cada vez más, y la
árboles y venitas que sirven para ubicarse. La X no manzana se hizo dueña de todo el reino.
se ve pero está ahí, porque el mapa dice que está
ahí y porque al llegar ahí uno lo sabe y se alegra
muchísimo. En los sueños, los mapas no funcionan,
solo hacen que te desesperes, porque los baúles en
cambio están llenos de piedras y hay que arrastrarlos
mientras un oso te reta porque otra vez le escondiste
los ositos. Entonces te das cuenta de que están en
el fondo del baúl y llorás tanto que el oso te hace el
favor de comerte para que despiertes. No es bueno
tener un mapa en un sueño. Pero la historia no
empieza con los mapas; en realidad, la historia había
empezado antes e hizo falta un mapa para ver dónde,
porque la princesa que era ella en los sueños había
dejado en algún lado del camino una manzana. La
manzana y el camino eran del mismo color, y para
encontrarla tuvieron que llamar a gente especial que
dibujaba mapas enteros del cuerpo. Vieron que la
manzana se llenaba cada vez más, se ponía más roja
y la piel le brillaba, algo riquísimo, pero no había que
dejarse engañar. Un día quiso que la llamaran reina
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Señor muy enfermo
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Señor muy enfermo Enfermera
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Nena
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para ir a buscarlo, porque eran muy buenos y habían Señor muy enfermo
esperado tanto. El señor no sabía pero ya estaban
llegando. Cuando se hacía de noche, del suelo de la
habitación se levantaban unas olitas cortas y pesadas Entre los tallos derechos y parejos
que respiraban igual que él. Subían a la cama y él mi madre con un vestido abultado
las esperaba muy quieto. Hasta que un día la ola fue cuyo color no puedo adivinar.
tan alta que abrió la ventana, y el agua que venía de No está mirando a la cámara
todas partes llevó nadando a los dos perros. Al otro ni a quien toma su retrato,
día, encontraron la cama vacía y el piso lleno de agua un hombre de menor importancia
salada. Los peces hicieron flap flap una o dos veces. preocupado por las plantaciones.
El señor no respiraba o había aprendido otra manera. Ella mira esa redondez de lechuza,
y la fertilidad de los campos
se pega como abrojos a su cuerpo.
El hombre quería una fotografía
de su verano de prosperidad.
Nosotros estamos desenfocados
pero al más alto de los girasoles
se le pueden contar las semillas.
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Señor muy enfermo
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Enfermera
En las generaciones
de las mujeres de mi familia
se repiten diademas, hornallas,
dinastías, tumbas floridas, - ¿Preparaste de nuevo la habitación?
y nosotras como graves animales - Cuando avisó que venía, me eché a dormir
no aceptamos la sucesión. - ¿Querías descansar?
Nos quita la solemnidad - Fingía no interesarme
que necesitamos para creernos - Así nunca…
el silencio y los dolores simples. - Así nunca
Porque nos dicen que nunca hubo
criatura que luciera tan dulce
al dejarse disparar en un claro:
la cierva que va a perderse
para que la sigan los cazadores
y se detengan ante ella
como ante la madre desnuda.
Pero no es verdad, querida,
ya no son niños los que te cazan
o sus juegos son terribles
y cuanto más blanca seas
menos vas a conmover a alguien.
Ya no se detienen ante nada.
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Señor muy enfermo Nena
La torta está arruinada Esta es la historia de una nena que tenía un caballo
pero ella insiste en decorar muy enfermo en una mitad del cerebro y un
con flores los bordes fantasma enamorado en la otra. La buena noticia es
mientras el niño la mira que le podían sacar el caballo, porque a los chicos si
con la cabeza entre las manos les cortás medio cerebro les vuelve a crecer rápido.
en la cocina que se hunde. El fantasma lo miraba desde el otro lado como
Uno quiere que rompa de una vez un vecino envidioso, porque en su casa no había
la ondulación de las cortinas ningún cuadro, sólo cuentas y cubos de colores, que
que respiran con ella arrastraba de un lado al otro de su casa cuando el
y se aplastan contra el vidrio caballo agarraba su tambor. El fantasma todavía no
faltas de aire en la tarde estaba enamorado, o después se enamoró mucho
como si quisieran irse. más, entonces es como si antes no. Ninguno sabía
que tenía que comer para estar bien, hasta que otros
vecinos, que ellos no podían ver porque estaban
muy abajo, como en otros continentes, empezaron a
actuar muy raro. Unos meses antes había salido del
medio del cerebro una flor que dejaba un jugo rojo
en el suelo y en las paredes de las dos mitades. La
regla era que nadie podía tocarla. Pero ya se habían
enterado de que tenían que comer, y los pétalos de
la flor eran gordos y rosas, y el líquido brillaba. El
fantasma se puso a vender sus cuentas, y como le iba
bien, con lo que ganaba compraba comida. El caballo
no podía vender las pinturas, porque esas eran cosas
que sólo les interesaban a los caballos que, como él,
no sabían otros oficios. El ritmo del tambor ayudaba
a que los vecinos lejanos trabajaran al mismo
tiempo, pero a él sólo le cansaba las patas, y cuanto
más se cansaba más hambre tenía. El fantasma lo
veía esforzarse y ya no le daba envidia. Las flores,
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mientras tanto, crecían del medio del cerebro, y los
vecinos se chocaban las paredes cuando caminaban
o se olvidaban algunas palabras, sobre todo caballo y
fantasma. Los pétalos se veían cada vez más gordos y
rosados, y el jugo parecía un jarabe dulcísimo de esos
que te curan de cualquier cosa.
Un día el caballo se comió todas las flores y por - Afuera es una voz que siempre llega
eso se enfermó y hubo que sacarlo de ahí, porque - Pero yo quisiera leer sin la luz
las flores que tenía en la panza se hacían más - Podés escribir un diario con todo
fuertes cuando alguien las comía y ya casi llegaban - ¿Lo malo también?
hasta la casa del fantasma, que se encerraba en su - Todo, lo malo también
habitación muerto de miedo y hacía cuentas hasta
que se dormía. Cuando se fue el caballo, no hubo
más pinturas por un tiempo. El fantasma entonces
ya estaba muy enamorado, y para acordarse del
caballo pintaba lo único que sabía: cubos de colores
y cuentas. No se parecían en nada, pero él los veía
iguales. El tamborcito siguió escuchándose como si
viniera de todas partes y a la nena con medio cerebro
ahora le regalaron un caballito en el que anda todo
el día.
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Señor muy enfermo
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Enfermera Señor muy enfermo
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Enfermera
A mi lado un hombre
miraba siempre hacia afuera
y decía cosas como
- ¿Por qué te conformaste con esto? puedo contarte por qué nieva.
- La ternura no tiene formas fijas, es como las cortinas En su mente el hombre vivía
- Ahora no hay nadie que sepa tu secreto en una vieja casita brumosa
- Por eso me quedo acá entre un lago y una montaña.
- ¿Hace cuántas noches? Desde allí podía observar
- Esta vez voy a lograrlo la vida variable de las nubes
- ¿Hace cuántas noches? o documentar el viento
por el temblor de una rama
y la ondulación de sus flores.
El hombre a mi lado anotaba
todas las lluvias del día
y en otro cuaderno vacío
la lluvia interna de la noche.
Su madre no quiso tirar
aquellas libretas fascinantes
y antes de irse me preguntó
si era cierto que el cielo
podía tocar a los hombres.
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Señor muy enfermo Nena
En algún lado hay ranas cantando. Desde el empapelado de la habitación, unas liebres
Sólo ese sonido que llega sacudían sonajeros y tendían ropita de bebé en
indica que es posible un afuera una silla al lado de una chimenea. Pero el bebé no
y que estamos de algún modo aparecía nunca. Eso asustaba a la señorita, que no
comunicados con esa vida. dejaba de esperarlo y se escondía entre las gasas
Pero a veces las máquinas de su cama para protegerlo. Los lobos dormían
que cambian nuestro aire alrededor. También los médicos. Ellos le decían a la
apagan todo murmullo señorita que si reposaba, los animales iban a pasar
y detienen esa espuma junto a ella sin verla. Entonces las liebres preparaban
que nos llega del mundo. la habitación y le sugerían nombres importantes o
En algún lado hay ranas cantando. graciosos. Ella se alegraba un poco pero sabía que
Pero el adentro del cielorraso iban a llegar igual y le iban a pedir lo de siempre.
observado desde la cama Cuando finalmente pasaba, cerraba los ojos y trataba
continúa interminablemente de olvidarse los nombres, que son la parte favorita de
como campos o hijos los lobos. Al otro día, se despertaba del sueño y en el
que extienden su verdor empapelado las liebres se abrazaban y preguntaban
más allá de la propia vista. por qué muchas veces. En segundos nada más iban
y venían sacando las decoraciones y guardando la
ropita. Los médicos llegaban del campo o salían de
los jardines como desperezándose o relamiéndose.
Una vez, para que ya no la molestaran, la señorita
se fue sola hasta el fondo de la casa. Alguien lloraba
mucho, pero no le dio miedo, porque vio que ahí
dormían los animales que habían perdido su cola en
las trampas para lobos. Entonces se pusieron todos
de acuerdo y decidieron: ella les enseñaba a los lobos
cómo esquivar las trampas y ellos le llevaban los
animalitos rotos. Desde ese día, las cosas empezaron
a ir muy bien. Así se hizo de muchos amigos que
la necesitaban. Pero los médicos, que ya no podían
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desperezarse contentos, seguían molestando. Los Señor muy enfermo
lobos, que en el fondo la querían, los echaron de
la casa. Una vez solos, arrancaron el empapelado
amarillo, partieron los sonajeros y tiraron la ropita a Anotaba en la lista de la feria
la chimenea. Pero las liebres se escaparon y dicen que cosas para alcanzarle a ella
nunca se sabe. mientras lavaba la fruta
de espaldas a la ventana.
La bolsa de las compras
esperaba en la puerta
y el gato metía la cabeza
interesado en los tomates:
imitaba sus rarezas,
también cierta dulzura
de meterse en la cama
cuando ya era de día.
Ahora alguien más escribe:
gasas, fiebre, gelatina.
De espaldas a la ventana,
imita su forma de irse
y cambia el agua limpia
de las flores artificiales.
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Enfermera
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Enfermera sólo que tus amigos están ahí
y podrías llamarlos,
todo lo que deseaste y lograste
La opción por la locura, también está ahí,
la elección consciente la esmerada disposición de tus cosas,
por la locura, la idea supuesta de un refugio,
nunca había parecido tan clara, todo está ahí y sin embargo
evidente como un espasmo, no vas a tomarlo.
ante la cercanía de una pesadilla Al fin y al cabo nadie
que ya no podemos ignorar en tu familia se volvió loco,
aunque encendamos las luces no hubiesen podido,
y hablemos con algunos amigos, habría interferido
porque nos dimos cuenta, con los horarios de trabajo,
en la lucidez más espantosa, las jerarquías y tareas
que podemos quedarnos solos a las que se entrega la vida
y podemos volvernos locos del que nunca se volvería loco
y podemos tomar las peores por razones prácticas.
decisiones de nuestras vidas,
ignorar el talento,
aplastar los esfuerzos;
al fin y al cabo, rendirnos.
Y ni siquiera tiene que ser
algo grande, una marca
en la línea donde la mirada
se vuelve para comprender
y devolver algo de sentido
a la desesperación,
puede ser un colchón
con las sábanas desteñidas
hasta la transparencia,
el dolor del otro, un paso en falso,
como estar enfermo y solo
en una ciudad de extraños,
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Señor muy enfermo Si pudiera incorporarme, al menos
pedir que me alcancen agua,
una sopa que no llegue a volcar,
¿Qué historia podría contar? un saco que cubra estas ropas,
No he subido a los trenes entonces podría tomar fuerzas
que atraviesan regiones fabulosas, y decirles que he regresado,
no he probado ningún coraje que me echen sobre sus hombros
en las guerras de mi tiempo y me lleven a dormir afuera.
cuando otros de mi contextura
cargaban en hombros más justos
el legado o la miseria de las naciones
y volvían con relatos ardientes
que no sabían decir.
No hay una historia de la valentía
que no se haya escrito en mí,
en las regiones del cuerpo
que se combate a sí mismo.
El tendido de las industrias
hizo a los hombres de mi familia
y los vio ennegrecerse lentamente
con cada alvéolo y tramo de sangre
o dedos oscuros en las puntas
como si se tocaran por dentro.
Regresan hasta acá sus fantasmas,
enfurecidos con el hijo débil,
cortan a hachazos las sondas
y se limpian en mis sábanas.
No hay historia que contarles
para que me dejen en paz.
Yo era el que debía educarse
en la experiencia de los viajes
y la prosperidad de las ciencias,
pero he resultado insuficiente.
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La edición Digital & Amplida de Los pacientes, de Ana Rocío
Jouli, se terminó de armar y se subió a intenet en marzo de 2020.