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paramilitarismo
4 Dic 2017
Por: Santiago Villa
https://www.elespectador.com/opinion/la-historia-la-masacre-de-las-bananeras-y-el-
paramilitarismo-columna-726687
Yo soy pariente del general Carlos Cortés Vargas, quien dio la orden de disparar sobre
los huelguistas de Ciénaga el 6 de diciembre de 1928. Crecí con historias encontradas
sobre la masacre de las bananeras. Cien años de soledad era un libro ligeramente
contencioso en el ámbito familiar y en parte por eso quise, como tema de mi monografía
de grado de la carrera de Literatura, hacer un análisis de las dimensiones históricas y
literarias de esta novela.
La siniestra alquimia que hace de las víctimas los victimarios es una estrategia política
de María Fernanda Cabal. Curiosamente, porque tengo ancestros Cabal, no sólo soy
pariente de Cortés Vargas, sino también de ella, la hoy abanderada del revisionismo
histórico de ultraderecha.
Esta semana he reflexionado más de lo usual —que de por sí es bastante— sobre el peso
y el inmerecido privilegio que aún conceden los apellidos en Colombia. También sobre
la historia y la memoria. Son asuntos muy afines. Y si le sumamos la tenencia de la
tierra y la estructura del empleo, son incluso explosivos.
De la historia se dicen muchas tonterías. Que la escriben los vencedores. Que se repite.
Que absuelve. Y que no hay hechos históricos sino sólo interpretaciones, o
representaciones que cierta confusa epistemología equipara a la escritura de ficción.
Cuando se elude esa responsabilidad, como lo hace María Fernanda Cabal, para
defender o menospreciar el maltrato de los trabajadores y de los campesinos, sea en las
haciendas de esclavos de sus ancestros, en los enclaves bananeros de 1928 o en las
muchas masacres paramilitares y asesinatos a sindicalistas que ha tenido este país, se
vulnera a los trabajadores de Colombia y su legado.
Un mismo hilo sombrío recorre la lectura de la historia según María Fernanda Cabal.
Apuesta a borrar la masacre de las bananeras de la memoria histórica porque su
propósito es también borrar las masacres de Trujillo, de El Salado, de El Aro, de
Mapiripán, y todas las que se cometieron para defender a los intereses terratenientes
que se vieron favorecidos y protegidos por el paramilitarismo.