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Los Dossiers de
NUTRICIÓN Y BIENESTAR
LOS NUEVOS TRATAMIENTOS NATURALES VALIDADOS POR LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
Dr. Jean-Paul Curtay Nº 72 DICIEMBRE 2019 SALUD NUTRICIÓN BIENESTAR
I. INTRODUCCIÓN................................................................................................................................... 2
II. MILES DE VARIEDADES DESCONOCIDAS.............................................................................................. 2
III. ¿QUÉ HACE QUE SEAN TAN INTERESANTES?........................................................................................ 7
IV. LOS INCONVENIENTES DE LAS LEGUMBRES (Y CÓMO EVITARLOS) .................................................... 11
V. 5 PROBLEMAS DE SALUD QUE PUEDE EVITAR COMIENDO LEGUMBRES............................................... 13
VI. CUADERNO PRÁCTICO PARA SACAR EL MÁXIMO PARTIDO A LAS LEGUMBRES ................................. 19
I. INTRODUCCIÓN
“Semillas nutritivas para un futuro sostenible” es el lema de una campaña que la ONU lanzó en 2016 y
que convirtió a las legumbres en estrellas mundiales.
Y es que las lentejas, las alubias y los guisantes -sobre todo- son, junto con la soja y los cereales, una fuente
importante de proteínas vegetales, más interesantes para la salud y el medioambiente que las de origen
animal. También son la mejor fuente de carbohidratos de absorción lenta y ricos en fibra, un alimento
óptimo para las bacterias buenas de nuestra flora, y ya sabe lo importante que es la flora en la prevención
y el tratamiento de casi todas las enfermedades.
Además, estas plantas pueden capturar nitrógeno con la ayuda de su propia flora bacteriana. De este
modo crean su propio fertilizante y enriquecen el suelo. Y esto es algo muy positivo, sobre todo si tenemos
en cuenta que el 60% de los suelos cultivados en el mundo están muy dañados y a punto de volverse
estériles debido al uso de equipos mecánicos pesados, pesticidas y fertilizantes químicos en la agricultura
industrial.
Las legumbres constituyen asimismo uno de los cultivos con más capacidad de adaptación al cambio
climático. Por tanto, contribuyen significativamente a garantizar la seguridad alimentaria mundial, tan
amenazada por estos cambios.
Por último, la dieta mediterránea debe sus efectos beneficiosos sobre la salud en gran medida a las
legumbres (en este tipo de alimentación se consumen de 9 a 23 g al día, una cantidad muy superior a la
media europea).
Veamos ahora las propiedades de estos alimentos tan saludables, a los que deberíamos reservar un lugar
especial en nuestra alimentación diaria.
El origen de las legumbres es muy antiguo, ya que fueron de las primeras plantas cultivadas por el hombre
en los inicios del Neolítico, 9.500 años antes de nuestra era, en Anatolia y en Oriente Medio.
La FAO -la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, por sus siglas en
inglés- reconoce 10 familias de legumbres: alubias o frijoles secos (incluye las judías), lentejas, guisantes
secos, garbanzos, guandúes, frijoles bambara, habas secas, altramuces (o lupinos), carrilas o frijoles caupíes
secos y vezas o alverjas secas. También recoge “otras legumbres secas” como: zarandajas, feijões-de-porco
(Canavalia ensiformis) brasileños, habas espada, alubias de Manila y frijoles terciopelo.
La soja también es una legumbre, pero no nos detendremos en ella, porque se merece un trabajo en
exclusiva. Y, aunque quizás no lo sepa, los cacahuetes también forman parte de las legumbres, si bien se
suelen asociar a las oleaginosas.
Algunas de estas legumbres nos resultan muy familiares (como ciertas especies de alubias, guisantes y
lentejas) porque fueron introducidas en toda Europa después de haber sido cultivadas, desde los inicios
de la agricultura, en el Creciente Fértil (o Media Luna fértil, una región histórica que se corresponde con
parte de los antiguos territorios del Levante Mediterráneo, Mesopotamia y Persia).
Los garbanzos están más extendidos en Oriente Medio y el norte de África. También en estos lugares son
muy comunes los guandúes (también llamados “gandules secos” y “guisantes del Congo”, menos ricos en
carbohidratos pero más ricos en proteínas que otros guisantes y judías), los caupíes o los frijoles bambara.
Las habas y los altramuces han reaparecido desde hace poco en nuestras latitudes.
Sin embargo, se puede percibir enseguida que la variedad de las especies que solemos consumir es muy
limitada teniendo en cuenta todas las que existen.
A continuación le presento algunas de las legumbres que seguramente le resulten más comunes o más
fáciles de encontrar y que le darán una idea de la enorme diversidad y riqueza nutricional de esta familia
de alimentos.
|Las lentejas
Han pasado más de 11.000 años desde que se empezaron a cultivar lentejas en el Creciente Fértil, Anatolia
y Oriente Medio, pero se cree que los cazadores-recolectores ya las habían cosechado mucho antes, como
los cereales. De hecho, estas semillas silvestres podían almacenarse y conservarse durante largos períodos.
• Variedad vulgaris, llamada “lentejón” o “lenteja de la reina”. Incluye la lenteja rubia castellana y
la lenteja de la Armuña.
• Variedad variabilis, cuyo nombre vulgar es “lenteja parda” o “lenteja pardina”.
• Variedad dupuyensis, también conocida como “lenteja verde” o “lenteja verdina”.
|Judías y alubias
Estas legumbres provienen del continente americano, encontrándose los
vestigios más antiguos de su cultivo en el Perú de hace 7.000 años. Ac-
tualmente se cultivan unos 30 millones de toneladas anuales.
Las judías verdes son las vainas con las semillas inmaduras que se obtienen de las plantas leguminosas del
género Phaseolus. Una vez maduras y en estado fresco o seco a estas semillas se las conoce como “alubias”
o “judías secas”. Distinguimos, así, entre:
• Judías verdes con vaina sin pergamino (tejido fibroso que refuerza la pared de la vaina) y que, por
tanto, pueden consumirse enteras, como la judía redonda o los tirabeques.
• Alubias secas cuyas vainas son fibrosas porque tienen pergamino y que se distinguen por su
color.
En el “catálogo” europeo hay más de 1.400 variedades registradas, en la siguiente tabla se presentan al-
gunas de ellas:
Otras variedades comercializadas en España incluyen la alubia larga selecta, la alubia larga vega, las alubias
morada larga y morada redonda, la alubia negrita, la alubia pinta de León, la alubia plancheta, la alubia
verdina…
|Guisantes
Los guisantes aparecieron en el Creciente Fértil poco
después que las lentejas (hace unos 7.500 años). Hoy en
día se producen alrededor de 20 millones de toneladas
anuales en todo el mundo, siendo China y la India los
mayores productores y consumidores de guisantes fres-
cos (más de 2 millones de toneladas cada uno). Por su
parte, Canadá se ha convertido en el mayor productor (3
millones de toneladas) y exportador de guisantes secos,
principalmente a la India.
• Los guisantes frescos, recogidos como semillas verdes o como vainas enteras también verdes (gui-
santes, bisaltos o tirabeques).
• Los guisantes secos, cosechados maduros.
En general, los guisantes se pueden clasificar en guisantes de grano liso, que se suelen comercializar con-
gelados, y guisantes de grano rugoso, de sabor más dulce y que se encuentran normalmente en conserva.
El guisante que se suele cocinar es el guisante de desgranar, ya que sus semillas (grandes, arrugadas y
dulces) no se reblandecen durante la cocción. El guisante enano o guisante fino, de procedencia francesa,
es un tipo de guisante muy tierno y dulce que se recoge cuando apenas ha madurado. Por su parte, el
guisante redondo, que es liso y de sabor algo harinoso y no tan dulce, también se consume en su forma
seca. Y, por útimo, está el guisante tirabeque, también denominado mollar, de nieve o de azúcar. El úl-
timo de estos “motes” hace referencia a su vaina carnosa y con un elevado índice de azúcar, que también
se puede consumir junto con las semillas.
|Garbanzos
Los garbanzos, que necesitan un clima cálido, cuentan con más de 20.000
variedades en el mundo. Estas variedades se dividen en 2 tipos principales de
semillas, desi y kabuli, y una menos frecuente, la de tipo gulabi.
• El tipo desi se caracteriza por semillas bastante pequeñas, arrugadas, de color marrón más o menos
oscuro. Cultivado principalmente en Asia, este tipo de garbanzo representa el 85% de la produc-
ción india.
• Las semillas de tipo kabuli son de tamaño medio a bastante grande, hasta el doble de un guisante,
menos arrugadas que las del tipo desi y de color blanco cremoso. Este tipo se cultiva principal-
mente en la cuenca mediterránea.
• El tipo gulabi es generalmente de color blanco cremoso, sin taninos, como el kabuli, pero más
pequeño, casi liso, y con el típico pico de garbanzo, muy pequeño, lo que, una vez descascarillado,
hace que parezca un guisante amarillo.
• El garbanzo castellano (cultivado en Fuentesaúco, Zamora -entre otras zonas-), de forma lisa y
esférica con pico curvo, color amarillento y un tamaño mediano. Es el más consumido.
• El garbanzo blanco lechoso (Andalucía y Extremadura, principalmente). También de color
amarillento, grueso y alargado, con surcos muy marcados. Es muy apreciado por su excelente
calidad.
• El garbanzo venoso andaluz (Granada) es asimismo grueso y alargado, de aspecto venoso y sabor
fuerte.
• El garbanzo chamad (Granada), de color claro y forma irregular, es un híbrido del garbanzo
castellano.
• El garbanzo pedrosillano (Andalucía, Castilla y León y Castilla-La Mancha) es pequeño, liso y
redondeado, con pico agudo.
Si hablamos de habas frescas, podemos clasificar las numerosas variedades en 3 tipos dependiendo del
tamaño de la vaina:
Si nos referimos en cambio a las habas secas, en función del tamaño de la semilla, hay 3 tipos:
|Altramuces (o lupinos)
Los altramuces no suelen estar muy extendidos. Sin embargo, son las le-
gumbres con el mayor contenido de proteínas, pudiendo alcanzar el 50%
de su contenido.
Los egipcios, romanos, mayas e incas ya los consumían. En Europa, se encuentran principalmente en
platos españoles y portugueses. También son comunes en el Magreb y en América del Sur. Los brasileños
incluso hacen cerveza con ellos.
Se estima que existen alrededor de 1.000 especies, pero no todas son comestibles. Algunas incluso son
tóxicas. Las 4 variedades que predominan como alimento son:
• El altramuz blanco, común o egipcio (Lupinus albus), cultivado principalmente en las regiones
mediterráneas, de donde es originario. Su cáscara es blanda y su forma cuadrada, con bordes
redondeados. Sus variedades pueden ser amargas o dulces (estas últimas tienen muy pocos
alcaloides).
• El altramuz aplanado o arena (Lupinus consentinii) proviene de Túnez, marruecos, suroeste de
España y sur de Portugal, aunque se cultiva sobre todo en Australia y en el sur de Gales. Su cáscara,
de color gris o marrón con bordes negros, es dura, y su sabor amargo.
• El altramuz amarillo (Lupinus luteus) es originario del oeste de la península ibérica, pero se cultiva
principalmente en Europa Central, así como en Sudáfrica y en Australia. Es liso y aplanado, de
color claro con manchas marrones o negras.
• El altramuz azul o de hoja (Lupinus angustifolius) se cultiva en Australia, en Nueva Zelanda y
en algunos países de Europa y de América. Es liso y redondo, con una cáscara blanda de color
variable.
• El altramuz de los Andes, perla o tauri (Lupinus mutabilis) se cultiva en la cordillera andina,
principalmente en Ecuador, Perú y Argentina. Es liso y brillante, de color blanco o marrón oscuro
y forma ovoide. Puede ser dulce o amargo.
Es evidente que tanto esa selección de variedades como la creación de híbridos han tenido ventajas,
en particular el aumento del tamaño de las partes comestibles (compare una ciruela damascena con
una pequeña ciruela silvestre...), pero dejar de lado decenas de miles de especies comestibles en favor
de un puñado ha empobrecido considerablemente nuestra gastronomía. Y la desventaja más grave de
estas selecciones es el empobrecimiento genético y una mayor vulnerabilidad a las catástrofes (plagas de
insectos, parásitos, hongos, bacterias, virus…).
Tomemos el ejemplo del plátano: la variedad Gros Michel, que dominó el mundo hasta 1960, fue
totalmente destruida (excepto en Tailandia) por un hongo. Hoy, el 50% de la producción la garantiza
un único subgrupo de plátanos cultivados, llamado Cavendish, que lo ha reemplazado. Pero la variedad
Cavendish ya sufre en algunos países asiáticos el “mal de Panamá”, debido al mismo hongo fusarium que
destruyó el Gros Michel.
Y el problema es el mismo para todos los monocultivos de los que ahora dependemos.
Por eso se está desarrollando un movimiento de rediversificación y se están creando bancos mundiales
de semillas para que sirvan de “Arca de Noé” en caso de catástrofe. Este es el caso del famoso banco
de semillas construido en las profundidades del permafrost de la isla de Spitsbergen (perteneciente al
archipiélago de Svalbard y bañada por el mar de Groenlandia). Desde 2008, se han almacenado allí un
millón de muestras que representan unos pocos miles de especies y variedades; entre ellas, legumbres
como el caupí.
Pero el camino que queda por recorrer aún es largo. El número de especies de semillas que hay que salvar
se estima en 1,5 millones. Diferentes ONG, como por ejemplo Kokopelli, en Francia, han creado redes
de “agricultores conservadores” que cultivan variedades olvidadas o marginadas. La asociación pone ac-
tualmente a disposición de los jardineros aficionados 550 variedades.
Sin embargo, estas ONG sufren presiones de la Administración, que se basa en un catálogo oficial muy
restrictivo de semillas autorizadas, y ello a pesar de que los parlamentarios aprobaron la ley Égalim, que
reautoriza la venta de semillas tradicionales no incluidas en el Catálogo Oficial a no profesionales. Sin
embargo, el Consejo Constitucional censuró esta disposición bajo la presión del lobby de la industria de
las semillas (Agrupación nacional interprofesional de semillas). Una verdadera vergüenza.
El interés de las legumbres radica en parte en que no contienen casi nada de grasa, ni colesterol, ni car-
bohidratos rápidos, ni gluten...
En cambio contienen proteínas, carbohidratos complejos y fibra, algunos minerales y vitaminas y muchas
otras sustancias beneficiosas.
Veamos con más detalle qué es lo que las hace tan valiosas para nuestra salud.
En otras palabras, 220 g de lentejas cocidas (ó 100 g de lentejas antes de la cocción) tienen la misma
cantidad de proteínas que 100 g de carne.
Sin embargo, casi todas las legumbres se caracterizan por un bajo contenido de aminoácidos sulfurosos,
incluyendo la metionina, un aminoácido esencial (aunque esto no es en realidad un “pero”, como está a
punto de ver). En definitiva, las legumbres tienen algunos aminoácidos esenciales pero carecen de otros,
y por eso se dice que son “incompletas”.
Por ello, para evitar carencias es necesario combinar legumbres y cereales, ya que los cereales son ricos en
estos aminoácidos sulfurosos. Es una asociación que se puede encontrar en todas las recetas milenarias
que constituyen la base de las civilizaciones de todos los continentes.
Por ejemplo: sémola y garbanzos en el Magreb, tortas de maíz y alubias rojas en América Latina, arroz
y soja en Asia. Respecto del último ejemplo, cabe señalar que la soja ya contiene por sí sola suficientes
aminoácidos sulfurosos. Por tanto, es una proteína completa como la carne, el pescado y la clara de huevo,
del mismo modo que la quinua, las semillas de chía o el amaranto.
Además, las legumbres son, al igual que las oleaginosas, ricas en arginina, un aminoácido precursor del
óxido nítrico (NO), nuestro principal vasodilatador. Como resultado, mejoran nuestra circulación y nos
protegen contra la hipertensión y sus consecuencias cardiovasculares.
Profundizaré en esto con más detalle cuando hable de los beneficios para la salud que se obtienen con su
consumo diario.
• Una restricción solo de metionina tiene efectos comparables a una restricción calórica.
• Disminuir la ingesta de metionina en un 40% reduce significativamente las emisiones de radicales
libres de las mitocondrias.
Por tanto, cada vez más expertos proponen reducir la ingesta de metionina. La forma más fácil de hacerlo
es aumentando la proporción de vegetales, y más aún de legumbres, en nuestra dieta.
Esto hace que la liberación de glucosa sea más lenta, convirtiéndose en un carbohidrato lento que no
dispara la glucemia. En definitiva, este es el concepto de índice glucémico (IG) que seguramente ya
conoce bien: una medida de la rapidez con la que un alimento puede elevar su nivel de azúcar (glucosa)
en la sangre. La glucosa se absorbe rápidamente y se toma como referencia con un índice glucémico de
100. Las legumbres se absorben mucho más despacio, con una velocidad de menos de la mitad que la
glucosa, y tienen un índice glucémico de 40. ¡Son las campeonas de los azúcares lentos!
Por tanto, protegen contra la glicación (que paraliza las proteínas que nos permiten funcionar), uno de
los principales problemas de las personas con diabetes. En resumen, las legumbres ayudan a contar con
unos niveles estables de glucemia en el organismo, lo cual es positivo para mantener un equilibrio en
cuanto a energía, concentración…
Sin embargo, hay algunas diferencias entre los índices glucémicos de las legumbres. Aquí puede ver
algunos ejemplos:
Pero el índice glucémico también depende en gran medida de los tiempos de cocción. Cuanto más se
cocina el almidón, más predigerido está, lo que acelera la asimilación de sus glúcidos.
Además, los alimentos que se consumen al mismo tiempo influyen en esa asimilación de los glúcidos.
Cuanta más fibra y proteína contengan, más se ralentiza el paso de la glucosa al torrente sanguíneo.
Por último, también interviene la velocidad de vaciado gástrico. Es decir, el tiempo que el esfínter -que
cierra la parte inferior del estómago, el píloro- tarda en abrirse para permitir que el bolo alimenticio
pase al intestino. Y esta velocidad depende de muchos factores, incluyendo la composición de nuestra
flora.
De hecho, las bacterias del colon emiten señales que influyen en la velocidad de apertura del píloro. Sin
embargo, los polisacáridos contenidos en las legumbres favorecen a las bacterias que ralentizan el vaciado
gástrico y, por tanto, el paso de la glucosa al torrente sanguíneo. Estos oligosacáridos, como la inulina, no
los podemos digerir, pero sirven de nutrientes a las bacterias. Son fibras prebióticas fermentables.
Por su composición, las legumbres son los mejores carbohidratos complejos de todos los alimentos.
• Fibras solubles, como pectinas y mucílagos, que se transforman en un gel al contacto con el agua.
• Y fibras insolubles, como la celulosa.
Las alubias contienen más fibra soluble. Por otro lado, las lentejas, los garbanzos y las judías verdes
contienen más fibra insoluble.
Las legumbres cocidas aportan una media de 9 g de fibra por cada 100 g (11,2 g las lentejas cocidas, 13,6 g
los garbanzos cocidos, 8,7 g las alubias y 6,1 g la soja).
Pero, aunque las autoridades sanitarias recomiendan una ingesta diaria de entre 30 y 40 g de fibra, la
ingesta diaria actual no supera los 17 g.
Por tanto, es aconsejable comer más legumbres cada día, ya que la falta de fibra puede suponer la aparición
de muchas patologías (sobrepeso, diabetes, enfermedades cardiovasculares, cáncer...).
Al igual que los frutos secos, 100 g de una legumbre en crudo aportan aproximadamente 1 g de potasio
(cuando se cocinan esta cantidad se reduce aproximadamente a la mitad). En cuanto al magnesio, las
legumbres aportan de 30 a 50 mg por cada 100 g. Y esto es muy positivo si tenemos en cuenta que diversos
estudios muestran que la ingesta insuficiente de magnesio y de potasio, así como la ingesta excesiva de
sodio, pueden suponer consecuencias indeseadas, como sobrepeso o un aumento de la presión arterial.
Las legumbres también proporcionan selenio, que ayuda a proteger el organismo frente a los metales
pesados y los radicales libres.
Respecto del zinc, los garbanzos son las legumbres con mayor contenido en este nutriente. Las alubias,
por su parte, son una fuente importante de calcio (240 mg por cada 100 g secas ó 90 mg por 100 g
cocidas).
Para los vegetarianos es muy conveniente consumir lentejas y alubias (además de soja) ya que se
encuentran entre las plantas más ricas en hierro. Pero, por otro lado, no se absorbe bien... Para mejorar
su absorción, a continuación le ofrezco dos trucos que debe aplicar a la hora de comerse un plato de estas
legumbres:
• Evite tomar té verde durante y después de las comidas (los taninos inhiben su absorción).
• Tome vitamina C al final de la comida (multiplica por 5 la absorción de hierro).
Pero también aportan entre 0,25 y 0,50 mg de vitamina B6 por cada 100 g. Se trata de algo muy positivo
ya que la falta de vitamina B6 aumenta la ansiedad, la pérdida de neuronas, nos hace hipersensibles a los
estrógenos, además de favorecer el cáncer, debilitar nuestras defensas antiinfecciosas...
Los garbanzos se encuentran entre las legumbres que más vitamina B6 aportan (alrededor de 0,5 mg por
cada 100 g).
La agricultura ecológica ofrece unos productos con una cantidad mucho mayor de polifenoles que los
cultivos tratados con fertilizantes y pesticidas, debido al estrés al que se somete a las plantas. Y es que los
polifenoles que producen les permiten defenderse de estos diferentes tipos de estrés (cosa que no ocurre
cuando se emplean fertilizantes). Y cuando las plantas que consumimos son ricas en polifenoles, activan
las defensas en nuestro beneficio.
A pesar de todos los beneficios que acabamos de ver, las legumbres a veces pueden causar algunos
problemas...
Además, una parte de la población mundial puede desarrollar, por razones genéticas, una patología re-
lacionada con el consumo de habas. Esta enfermedad, llamada favismo, se debe a un déficit de glucosa-
6-fosfato deshidrogenasa, y puede causar ataques de hemólisis aguda (desintegración de glóbulos rojos)
en estas personas.
|Contienen antinutrientes
Las legumbres contienen factores antinutricionales que forman parte de los sistemas de defensa de la
planta contra depredadores como insectos y parásitos. Se distinguen, por ejemplo:
• Los inhibidores de la proteasa, que pueden reducir la eficacia de las enzimas digestivas.
• Las lectinas, que causan trastornos gastrointestinales (diarrea y náuseas), o incluso, según los
investigadores, inflamación, y que pueden favorecer el desarrollo de una enfermedad autoinmune.
• Los taninos, que pueden inhibir ciertos sistemas enzimáticos.
• Los fitatos, que limitan la absorción del zinc, un mineral protector del que muchos, especialmente
las personas mayores y los vegetarianos, ya carecen (por tanto, se aconseja tomar un complemento
que contenga zinc -y vitamina B12-, especialmente los vegetarianos y las personas mayores).
Sin embargo, al mismo tiempo los inhibidores de la proteasa y los fitatos han demostrado tener propiedades
anticancerígenas.
Los taninos y los fitatos, además, reducen la absorción de hierro y de cobre y, por tanto, colaboran con las
defensas antioxidantes y antiinflamatorias. Por ello solo podrían suponer un problema para las personas
con carencia de hierro.
También puede optar por germinar (o fermentar) las legumbres para eliminar los antinutrientes
(manteniéndolas húmedas hasta que germinen). Este método es interesante además porque de esta forma:
Es interesante saber que los altramuces son las legumbres que contienen la menor cantidad de sustancias
antinutricionales.
|Provocan flatulencia
La emisión de gases por parte de las bacterias del colon es la desventaja que se observa con más frecuencia
cuando se comen legumbres. Esta se debe en parte a los oligosacáridos, azúcares atrapados en la cáscara
de las semillas.
A continuación le ofrezco una serie de consejos para limitar la flatulencia causada por las legumbres:
• Priorice o comience por consumir lentejas rojas (cuya cáscara ha sido eliminada) o alubias de
Tarbes o las de Béarn (de procedencia francesa y con una cáscara muy fina).
• Póngalas a remojo durante al menos 12 horas antes de cocinarlas (recuerde que el agua de remojo
debe tirarse).
• Opte por sopas y purés donde las legumbres se trituren (así se destruye la cáscara).
• Comience con una pequeña cantidad de legumbres y luego auméntela gradualmente (esto permite
que las enzimas digestivas y la flora se adapten a ellas).
• Ponga a germinar las legumbres (esto reduce su contenido de oligosacáridos).
• Evite los azúcares rápidos, las grasas saturadas y los alimentos industriales enriquecidos con
aditivos, ya que promueven una flora propensa a producir gases.
Por lo demás, se trata de una cuestión de adaptación personal. Por lo que a mí respecta, nunca “reacciono”
a las lentejas de ningún tipo y rara vez a las alubias, pero sí a los garbanzos.
Como ha podido ver, las legumbres son uno de los componentes fundamentales de la dieta mediterránea
y de otros modelos de alimentación similares. En Okinawa (Japón), por ejemplo, todos los días se toman
alubias rojas (además de soja, de la que son los mayores consumidores del mundo).
Cada vez hay más estudios que evidencian que el consumo regular de legumbres reduce el riesgo de
sobrepeso, diabetes, enfermedades cardiovasculares y cáncer; por cada ración de legumbre consumida al
día, el riesgo de mortalidad precoz disminuye en un 8%.
Por ello, en el ámbito de la nutrición autoridades como la agencia francesa de seguridad sanitaria (ANSES)
han revisado sus recomendaciones dietéticas, en particular las relacionadas con el consumo creciente y
regular de legumbres (como las lentejas, las habas o los garbanzos). En sus últimos informes, inciden en la
necesidad de priorizar los cereales menos refinados (como el pan, la pasta y el arroz integral o semiintegral)
y en el fomento del consumo de aceites vegetales ricos en ácido alfa-linolénico...
La agencia también insiste en “la necesidad de reducir significativamente el consumo de embutidos (como
jamón, salchichón, salchichas, patés, etc.) para que no supere los 25 g al día. El consumo de carne (de vacuno,
cerdo, cordero, etc. y a excepción de la carne de ave) no debe superar los 500 g semanales”.
Se trata de un importante paso adelante, pero sigue siendo insuficiente. Canadá, por otro lado, está
mucho más en sintonía con los estudios científicos. Tal vez porque, por primera vez, el proceso de revisión
de la guía alimentaria canadiense excluyó de los debates a la industria y no tuvo en cuenta los estudios
financiados por esta, según ha indicado el Ministerio de Sanidad de Canadá.
Como resultado, este organismo aboga ahora por una reducción significativa de la carne y de los productos
lácteos, favoreciendo en cambio las legumbres y otras proteínas vegetales. Así, la guía propone sustituir
los productos lácteos por la leche de soja, y la carne por legumbres, tofu y oleaginosas.
E l 7 de enero de 2019 se lanzó en Francia la campaña del “Lunes Verde”, que anima a la gente a
evitar comer carne o pescado los lunes. Yo mismo soy uno de los signatarios junto a numerosos
científicos, parlamentarios, alcaldes, artistas...
Y es que cada vez somos más conscientes de los efectos nocivos del consumo de carne a largo plazo
y de la necesidad de actuar en consecuencia.
Por ejemplo, se ha observado que por cada 250 g de carne consumida al día, el peso corporal
aumenta 2 kg cada 5 años. Este es el resultado del importante estudio EPIC-PANACEA realizado
en 103.455 hombres y 270.348 mujeres de 10 países europeos.
comer carne aumenta el riesgo de cáncer de colon. Pero la síntesis de los estudios muestra que
el riesgo aumenta en todos los tipos de cáncer. Más en concreto una ración de carne roja al día
aumenta el riesgo de muerte por cáncer en un 10%, y el de carne procesada, como el embutido,
en un 16%.
Además, los consumidores de carne tienen de 2 a 3 veces más riesgo de padecer la enfermedad de
Alzheimer que los vegetarianos. Pero la última síntesis de los estudios realizados en 2016 por el
Nutrition and Health Research Center va aún más lejos, ya que concluye que el consumo de carne es
el factor más relevante asociado con el riesgo de alzhéimer.
Por otra parte, miles de estudios han concluido que consumir más de una ración de carne a la semana
ya aumenta el riesgo de diabetes. Y cuanta más carne comamos, mayor será el riesgo de sobrepeso,
diabetes, enfermedades cardiovasculares, cáncer y enfermedad de Alzheimer.
Los hombres y las mujeres (después de la menopausia) se beneficiarán sin duda de una reducción
en su consumo de carne y de dar más espacio a los vegetales, especialmente a las legumbres.
Algunos expertos en salud pública de Canadá han calculado que si los canadienses consumieran 100 g
de legumbres al día, el sistema sanitario podría ahorrar 400 millones de dólares al año teniendo solo
en cuenta la diabetes y las enfermedades cardiovasculares.
Atención: Sí deben consumir carne los niños y adolescentes en época de crecimiento, así como las
mujeres embarazadas o con déficit de hierro. Consulte a un profesional para comprobar si en su caso
concreto es conveniente dejar de comer carne.
Veamos ahora 5 problemas de salud que puede evitar comiendo legumbres de manera regular.
1Sobrepeso y diabetes
El consumo de legumbres está en el centro de las recomendaciones nutricionales de las asociaciones de
diabetes europeas, americanas y canadienses.
De hecho, los metanálisis concluyen que comer legumbres (además de frutas, verduras, cereales integrales,
oleaginosas y del aumento en la ingesta de fibra, magnesio y polifenoles) reduce el riesgo de diabetes, y
que aquellos que consumen legumbres tienen en promedio un 22% menos de probabilidades de tener
sobrepeso.
Son saciantes
La presencia de legumbres en el estómago aumenta la sensación de saciedad (las lentejas, los guisantes
y las alubias satisfacen rápidamente el apetito). Además, priorizar las legumbres aumenta el aporte de
fibra y oligosacáridos al tiempo que reduce el consumo de carne y alimentos industriales, que contienen
sustancias inflamatorias. Todo esto ayuda a sanear la flora, que comienza a enviar señales al cerebro
relacionadas con una mayor saciedad.
consumir más de 25 g de fibra al día reduce tanto el sobrepeso como la diabetes, incluso sin disminuir
la ingesta calórica.
Los polifenoles, como los que contienen las alubias comunes, también cumplen una función
beneficiosa. Algunos de ellos ralentizan la digestión de los almidones mediante la alfa-amilasa, lo que
ayuda a reducir la velocidad a la que la glucosa pasa al torrente sanguíneo, a la vez que aumenta la
sensación de saciedad.
Esto funciona también si el plato contiene alimentos con un índice glucémico rápido, como han descu-
bierto unos investigadores estadounidenses. Estos midieron la glucemia de voluntarios que tomaron pan
blanco solo o con 1.500 mg, 2.000 mg ó 3.000 mg de un derivado de alubia blanca, ingerida en forma
de cápsula o polvo. Los resultados demostraron que el índice glucémico disminuye significativamente
cuando se añaden 3.000 mg de polvo de un derivado de alubia blanca al pan blanco.
Regulan la glucemia
Regular la glucemia es esencial en la lucha contra la diabetes. Y numerosos estudios han demostrado que
las legumbres pueden contribuir a ello.
Los investigadores han combinado alubias negras con arroz y han observado un efecto comparable al
de la acarbosa, un inhibidor de la amilasa (la enzima que digiere el almidón) sobre la disminución de la
hemoglobina glucosilada, el marcador de la estabilidad de la glucosa a largo plazo.
Pero el consumo de legumbres por sí solo también puede reducir significativamente la glucemia en ayunas
y la insulina, como se muestra en un metanálisis distinto de 11 estudios.
En otra síntesis de 19 estudios se concluye que comer legumbres como parte de una dieta de bajo índice
glucémico reduce la hemoglobina glucosilada. Otros 11 estudios de intervención revelaron que una
mayor ingesta de fibra reduce la glucemia en ayunas en pacientes con diabetes tipo 2.
Pero las legumbres son igual de interesantes para los no diabéticos, ya que reducen los fenómenos de
glicación (glucosa que se adhiere a las proteínas y las inhibe) y, por tanto, ralentizan el envejecimiento y
reducen el riesgo de contraer cualquier enfermedad degenerativa.
P uede que no sea el primer alimento que se le ocurra comer si quiere perder peso. Sin embargo,
muchos estudios han observado que comer alubias puede tener un impacto significativo en la
pérdida de peso.
Un estudio aleatorizado doble ciego examinó el efecto de un extracto de Phaseolus vulgaris (alubia
común) sobre la composición corporal de 60 hombres y mujeres con sobrepeso. Durante 30 días,
se les administró un comprimido que contenía 445 mg de un extracto de esta alubia o un placebo
antes de una comida principal rica en carbohidratos.
El resultado fue que aquellos que recibieron el complemento experimentaron reducciones significativas
de peso, índice de masa corporal, masa grasa, grosor del tejido adiposo y contorno de la cintura, cadera
y muslo que los que recibieron el placebo, mientras que su masa corporal magra se mantuvo.
Por otro lado, un metanálisis de 11 estudios confirmó el efecto anti-alfa-amilasa contenido en los
extractos de alubia común en personas con sobrepeso, y se observó que supuso una pérdida de masa
grasa de un promedio de 3,26 kg.
Menos hipertensión
En las personas con hipertensión, el consumo habitual de legumbres disminuye la presión arterial
diastólica y sistólica, como se muestra en una síntesis realizada de 8 estudios: la presión arterial sistólica
disminuyó de manera significativa, en 2,25 mm/Hg, y la diastólica en 0,71 mm/Hg.
Y esto es altamente positivo si recordamos que un nivel más alto de colesterol HDL, representativo del
retorno del colesterol a la vesícula biliar, protege contra los depósitos en las arterias. Por el contrario,
el colesterol LDL permanece bloqueado en las paredes de las arterias si se ve alterado por inflamación,
radicales libres, hierro, cobre o contaminantes.
En otro estudio 772 participantes con alto riesgo cardiovascular siguieron una dieta mediterránea que
incluyó el consumo regular de legumbres, y se observó una mejoría significativa en sus factores de riesgo
cardiovascular y en la proteína C reactiva (un marcador de la inflamación).
Pero hay otras muchas sustancias en las legumbres que ayudan a proteger el corazón:
• El bajo contenido en sodio, así como el alto contenido en potasio y magnesio, combaten la hi-
pertensión arterial.
• La riqueza en arginina, precursora del óxido nítrico (principal vasodilatador fisiológico), mejora
la circulación sanguínea.
• Las vitaminas del grupo B contribuyen a la reducción de la homocisteína, un factor que desen-
cadena flebitis, embolia pulmonar, accidente cerebrovascular y ateroma.
• Los polifenoles reducen la alteración oxidativa del colesterol LDL (el primer paso para que se
deposite en las arterias), y así facilitan su retorno como colesterol HDL.
• Cuando este colesterol es excretado por la bilis, la presencia de fibras impide su reabsorción y
favorece su eliminación a través de las heces.
• Los oligosacáridos y polifenoles en la flora antiinflamatoria también desempeñan un papel
importante en la prevención de la hipertensión y en la oxidación del colesterol LDL y también
ayudan a prevenir la agregación plaquetaria.
• Por último, estudios recientes han descubierto que las bacterias del colon liberan unas moléculas
percibidas por los receptores olfativos en el riñón que modulan la presión arterial.
3Cáncer
Existen varios principios activos en las legumbres que ayudan a reducir el riesgo de muchos tipos de
cáncer. Una síntesis de 27 estudios, con un total de más de 2 millones de personas observadas, confirma
que comer legumbres asiduamente puede reducir el riesgo de casi todos los tipos de cáncer.
Más sorprendente es si cabe que el estreñimiento causa una transformación de las sales biliares, que
pueden inflamar la pared digestiva y favorecer su paso a la sangre, desde donde acceden a varios tejidos.
Sorprendentemente, se ha demostrado que estas sales biliares modificadas se encuentran en el tejido
mamario y aumentan enormemente el riesgo de cáncer de mama.
El alto contenido en fibra de las legumbres también favorece la eliminación del colesterol y de los
contaminantes liposolubles (como los disruptores endocrinos) contenidos en las sales biliares, excretados
después por la vesícula biliar. Sin la presencia de estas fibras, se podrían reabsorber; es la llamada
“circulación enterohepática”.
Al unirse a algunas de estas sales biliares (y con las moléculas de colesterol secretadas en la bilis), las
fibras facilitan su evacuación en las heces, lo que también reduce el riesgo de cálculos biliares. Estos
pueden migrar al tubo digestivo y bloquear los conductos pancreáticos, lo que generaría una situación de
urgencia, porque la pancreatitis que se desencadena puede ser mortal.
Con 10 g de fibra por cada 100 g, los guisantes secos se encuentran entre las leguminosas con mayor
contenido en fibra, lo que mejora el tránsito y ayuda a combatir algunos tipos de cáncer.
Combaten la inflamación
La fermentación de la fibra insoluble produce butirato, un compuesto con efectos antiinflamatorios y
capacidad de reducir el riesgo de cáncer de tipo colorrectal (así como la colonopatía y la enfermedad de
Crohn). Un estudio reciente ha destacado el efecto especialmente positivo de las fibras insolubles del
altramuz en el colon.
Pero también hay otros ingredientes activos presentes en las legumbres que han demostrado tener
múltiples efectos anticancerígenos. Los polifenoles son altamente antiinflamatorios y amplifican los
procesos de desintoxicación y reparación del ADN, que son fundamentales en la prevención del cáncer.
Un estudio realizado en hombres en Catania (Sicilia, Italia) encontró que cuanto más se adoptaba el
modelo alimenticio mediterráneo (que incluye legumbres), menor era el riesgo de padecer cáncer de
próstata. La misma relación se puede encontrar con otros tipos de cáncer, como el de vejiga.
También se ha demostrado que las saponinas y los taninos de las legumbres ayudan a prevenir el cáncer
en general.
En resumen, comer legumbres de forma regular reduce el riesgo de cáncer de colon, recto, estómago,
páncreas, vejiga, próstata, mama y endometrio.
Otros investigadores van aún más lejos con la idea de que las legumbres podrían incluso acompañar
el tratamiento del cáncer: estudios recientes realizados en Estados Unidos y México muestran que la
lectina y otros componentes de las alubias de la variedad tépari podrían ser útiles para reducir los efectos
secundarios de la quimioterapia.
4Enfermedades neurodegenerativas
Las legumbres también contienen ácido tánico, un inhibidor de la enzima beta-secretasa que produce la
famosa proteína beta amiloide, crucial en la aparición de la enfermedad de Alzheimer.
Por otro lado, el ácido tánico evita la agregación en ovillos patógenos de esta proteína beta amiloide y
de la proteína tau, la otra proteína implicada en la enfermedad. También tiene efectos antiinflamatorios.
Diversos investigadores observaron, por ejemplo, que comer un plato de garbanzos al día durante 3
semanas reduce a la mitad el número de bacterias patógenas del tipo Clostridium, responsable de la
mayoría de infecciones intestinales.
Además, los resultados de pruebas preliminares en animales indican que los frijoles terciopelo pueden
reducir los niveles de azúcar en sangre gracias a sus principios activos, que actuarían en la diabetes.
Los frijoles terciopelo también contienen L-dopa, una sustancia utilizada para tratar la enfermedad
de Parkinson. En un estudio preliminar controlado con placebo en 8 pacientes, la administración
de frijoles terciopelo (30 g al día) causó un rápido aumento en los niveles de L-dopa en sangre, en
comparación con el tratamiento habitual. Los autores de este estudio destacan el posible interés de
esta legumbre en el tratamiento a largo plazo de la enfermedad de Parkinson. Otras legumbres que
también contienen L-dopa son las habas.
Acaba de ver una gran cantidad de buenas razones para incluir legumbres en su alimentación diaria.
Veamos ahora las mejores maneras de prepararlas para optimizar sus efectos en la salud y, sobre todo,
cómo degustarlas.
Distintas investigaciones han demostrado que el remojo (y, aún más, la germinación) también mejora la
absorción del calcio y del magnesio, además de los niveles de vitaminas.
Las legumbres que nos encontramos con más frecuencia ya germinadas son las lentejas y las judías mungo
(también conocidas como “soja verde”).
La cocina española rebosa de platos tradicionales locales, festivos y baratos que cuentan con legumbres
como ingrediente principal, no solo el famoso cocido con garbanzos.
La cocina india incluye cinco sopas dal, elaboradas con guisantes verdes y amarillos secos, judías mungo,
garbanzos, guandúes, especias indias y espinacas frescas.
También le pueden embaucar los platos magrebíes, como las lentejas a la marroquí (choumicha) y las
lentejas a la egipcia (megadarra).
En el Reino Unido, los guisantes secos se utilizan para preparar un plato tradicional, el pease pudding
(pudín de guisantes). Los guisantes secos de semilla verde arrugados, rehidratados y machacados se
conocen como mushy peas (puré de guisantes).
Un consejo por si no tiene suficiente tiempo para cocinar: aproveche el fin de semana para preparar varias
legumbres y cereales, y luego utilícelos para obtener platos variados durante toda la semana.
E l dal de lentejas rojas, un clásico de la cocina india, es un plato ideal si no está acostumbrado
a comer legumbres, ya que esta variedad es la más fácil de digerir (puesto que no tienen piel).
Además, este plato es rico en especias antiinflamatorias, como la cúrcuma y el jengibre.
• Lave las lentejas y póngalas a cocer en una cacerola cubiertas de agua. Una vez que hierva, baje
el fuego y cocine a fuego lento hasta que las lentejas estén tiernas (unos 10 minutos). Reserve.
• En otro recipiente, saltee la cebolla y el ajo picado en aceite de oliva. Añada el concentrado de
tomate y 5 cl de agua y cocine hasta que todo el líquido se haya evaporado. Vierta la leche de coco
y mezcle. Incorpore la cúrcuma y el jengibre rallados finos, al gusto, y cocine otros 5 minutos.
• Añada las lentejas escurridas a la preparación y mezcle. Rectifique la textura con un poco de
agua si es necesario.
• Decore con cilantro fresco.
Puede comer este plato tal cual o servirlo con arroz integral.
¡Que aproveche!
En la cocina sueca, la ärtsoppa (sopa de guisantes amarillos) es un plato tradicional que se remonta a la
época de los vikingos. Hay una sopa parecida muy popular en Canadá.
En Etiopía, donde el consumo de guisantes es relativamente alto (de 6 a 7 kg por persona y año), estos
se cuecen a fuego lento en guisos (shiro wot, con guisantes secos molidos; kik wot, guisantes secos cocidos
en agua) acompañados con crepes de mijo.
En África, donde predomina esta legumbre, se cocinan las semillas maduras de caupí y se consumen solas
o con verduras para elaborar una sopa de alubias espesa que acompaña a los alimentos básicos (mandioca,
ñame y plátano).
En Japón, China, Taiwán y algunos países del sudeste asiático, como Tailandia y Malasia, los guisantes
secos se asan y se salan para ser consumidos como aperitivo. En Japón se aromatizan con wasabi.
En China, las vainas de tirabeques se utilizan en varias recetas, como, por ejemplo, para saltear en wok.
También en algunas partes de China, las judías mungo se consumen en sopa con semillas de loto, arroz,
seta “orejita blanca” (o champiñón blanco) y otras semillas. La harina también se puede utilizar para hacer
fideos y tallarines.
En Andhra Pradesh, en la India, la harina de mungo se utiliza para hacer crepes llamados pesarattu.
Una versión más líquida, donde las azuki se hierven con azúcar,
semillas de loto y cáscara de naranja, permite preparar un plato
dulce llamado “sopa de azuki”. Las alubias azuki también se
consumen normalmente germinadas.
En la cocina francesa son muy utilizados, y de hecho hay maneras específicas de referirse a ellos. Así,
la expresión “à la Fontanges” indica una sopa preparada a partir de puré de guisantes frescos con acedera
y perifollo y “à la Clamart” quiere decir que el planto va acompañado de una guarnición de guisantes.
En Malta se preparan los pastizzi, una especie de hojaldre relleno de puré de guisantes.
En la India, los guisantes frescos se utilizan en varias recetas, como el alū matar (guiso de patatas y
guisantes).
E stas tortitas con apariencia de nuggets son perfectas para reducir el consumo de carne mientras
se colma de legumbres.
Preparación
• En un bol, mezcle todos los guisantes para obtener una textura ligada pero no demasiado lisa.
• Añada los huevos batidos, la harina, las semillas y las especias y mezcle.
• Si la pasta es demasiado espesa, se puede añadir un poco de agua.
• Deje reposar por lo menos media hora en el refrigerador.
• Corte trozos de la pasta resultante y aplánelos con las manos (hasta que tenga aproximadamente
1,5 cm de grosor).
• Cocine las tortitas en una sartén con un chorrito de aceite, unos 3 minutos por cada lado.
• Puede servirlas con una ensalada o con una ración de cereales integrales.
¡Que lo disfrute!
REFERENCIAS:
Puede consultar las referencias científicas de este Dossier en la siguiente dirección:
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