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RAFAEL R. TRANCHE
DEL PAPEL
AL PLANO
EL PROCESO DE LA CREACIÓN CINEMATOGRÁFICA

Alianza editorial
El misterio de la creación

En un momento decisivo de El tormento y el éxtasis (The Agony


and the Ecstasy) (C. Reed, 1965) Miguel Ángel destruye las
pinturas que había realizado inicialmente para la Capilla Six-
tina y abandona el encargo del papa Julio II. Tiempo después,
aparece en las canteras de Carrara trabajando como un picape­
drero más, pero debe continuar su huida ante la llegada de los
soldados del papa. Su errático periplo concluye en una cueva.
Una mañana, al despertar, se dirige a la entrada de su guarida
y divisa ante él un esplendoroso cielo nimbado de nubes (bajo
los apoteósicos acordes de la música de Alex North). La escena
se presenta como una confrontación del artista frente al univer­
so, tal es la magnitud del espacio que parece revelarse ante él,
cuyo resultado final sería el «éxtasis creativo». Porque lo que en
ese momento vislumbra es ni más ni menos que la Creación de
Adán, motivo central de su magna obra (de hecho, las formas
caprichosas de las nubes parecen sugerir las líneas maestras que
después aparecerán plasmadas en el fresco sixtino). La formu­
lación es rotunda, pues el genio del pintor se emparenta con la
gran obra de Dios (según se relata en el Génesis). Es más, sitúa
el principio de la «iluminación» creativa en la capacidad de ver
más allá de la apariencia de las cosas, una especie de epifanía
profana que conduciría a la verdad artística. Y, acto seguido,
surge la necesidad vital de plasmarla: «Quien tiene esta “idea del
todo” siente dentro de sí el apremio de producir un objeto que la
incorpore y le dé soporte para así evitar que se pierda, como las
demás cosas humanas, arrastrada por la corriente del tiempo»1.
Con todo, lo relevante de esta alegoría de la inspiración es
que establece una doble vía para alcanzarla: una tentativa pre-
1. Javier Gomá Lanzón, «Raptado por las musas», Babelia {El País), 17 agosto
2013, pág. 4.

I. LA PUESTA EN E SCE NA: UN CONC EP TO Y UN PR O C E S O


via fallida (los primeros frescos diseñados, cuya función sería en la tradición filosófica griega (Heráclito, Gorgias, Platón) y
despertar en él la conciencia del error) y un tránsito lleno de presenta la peculiaridad de haber transmutado su significado
incertidumbre y búsqueda, tras rechazar las convenciones y con el paso del tiempo: de esa acepción material, «hacer» en
códigos establecidos, hasta dar con la clave original y definiti­ sentido literal, evolucionó hacia la sublimación de dicha activi­
va. Ese errar, en su doble acepción (equivocarse y vagar), sería dad. Según Platón poíesis sería «.. .aquella causa capaz de hacer
el estado idóneo para llevar al artista a la solución acertada. pasar algo de lo que no es a lo que es»2. Es decir, la creación
En suma, pese al tono hagiográfico de la película, hasta daría forma y sentido a lo que previamente no lo tiene. Esta
el mismísimo Miguel Angel no se libraría de ese tortuoso ca­ formulación incide en la idea de que el acto creativo, «poiéti-
mino que conduce a la plasmación de la obra maestra. Y a co», despierta una suerte de poder demiùrgico (la escena des­
pesar de la simplificación narrativa con que se formula dicho crita de Miguel Ángel lo establecía en esos términos), puesto
fenómeno, lo cierto es que incide en uno de los aspectos más que el poeta, el artista, ha de plasmar algo nuevo, no existente
enigmáticos del estudio de las artes: el misterio de la creación. con anterioridad en el mundo. Para ello, el sujeto experimenta
Un asunto escurridizo, inaprensible, que suele escapar al juicio un proceso irracional, un ensimismamiento producto de las
y tratamiento de las distintas disciplinas interesadas en el arte: musas
teoría, filosofía, estética, historia, biografía, didáctica... Sin
duda, resulta menos problemático abordar la cuestión desde la .. .todo el que intente aproximarse al santuario de la poesía, sin
obra terminada. Es algo concreto, definido, que permite cual­ estar agitado por este delirio que viene de las musas, o que crea
quier enfoque. Pero si queremos desvelar los mecanismos que que el arte sólo basta para hacerle poeta, estará muy distante de
dan lugar y componen una obra de arte es preciso plantear la perfección; y la poesía de los sabios se verá siempre eclipsada
otra perspectiva: rastrear los pasos y procedimientos seguidos por los cantos que respiran un éxtasis divino3.
por el artista para llegar al resultado final. Con ello no pre­
tendemos situar la cuestión en el pantanoso terreno de la ins­ Pero la afirmación de Platón por boca de Sócrates en Fedro
piración, el genio, el plectro u otras fuerzas motivadoras de la contiene otro requisito: la aplicación de una técnica guiada
actividad artística. La idea es desplazar el problema del sujeto por principios lógicos. Esta xcyvq (téchné) es «...un conjunto
al objeto, de la obra a su ejecución, de las motivaciones a las de reglas dadas por el hombre, sobre la base de un conoci­
acciones, del porqué al cómo. Se trata de reflexionar sobre una miento superficial y mecánico de esa realidad»4. De manera
actividad que en muchos casos ha quedado oscurecida por la que, frente a la «inspiración divina» de la poesía, sujeta al azar
dificultad de su estudio (no suelen quedar rastros del itinerario o el capricho de las musas, la téchné garantizaría la adecuada
que conduce a la obra), por la incapacidad del artista para dar materialización de la obra. «“Técnica” fue desde un principio
cuenta de ella o por su interés en mantenerla en el territorio de para los griegos un conocimiento siempre concebido dentro de
la taumaturgia o el mito. Conocer el trayecto, la secuencia o la los límites y posibilidades de su realización “práctica”»5. Ahora
estructura que ha dado lugar a una obra no solo nos acerca a bien, la simple técnica no bastaría por sí sola, pues únicamente
la comprensión de la misma, sino que nos permite inferir fór­ nos garantizaría un arte reproductivo, mecánico. Precisamen­
mulas creativas capaces de guiar a cada cual por ese «tortuoso te, sería la conjugación de poíesis y téchné, inspiración y des­
camino» hacia la inspiración.
De entrada, la etimología del término «creación» ofrece al­ 2. Emilio Lledó, El concepto de «poíesis» en la filosofía griega, Madrid, Dykinson,
2010, pág. 80.
gunas pistas reveladoras. Su origen podemos establecerlo en 3. Platón, Fedro, en Obras completas, ed. Patricio de Azcárate, tomo 2, Madrid,
el concepto griego de 7toír|ai<; (poíesis), derivado a su vez de 1871, pág. 290.
7101803 (poiéo, «hacer, fabricar»,) que tendrá un largo recorrido 4. Emilio Lledó, op. cit., pág. 104.
5. Ibidem, pág. 105.

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treza, lo que permitiría alcanzar «.. .un orden armónico, una que sea, no estará jamás en condiciones de respetar simultánea­
estructura superior y ordenadora que comunica sentido a las mente los parámetros topográficos (espaciales) y cronométricos
partes ordenadas»6. Con ello entraríamos en el ámbito de la (temporales) del acontecimiento del que nos informa»8. Es de­
8Í)pi)0p,ía (euritmia) o capacidad para disponer y hacer corres­ cir, al no escribirse directamente con imágenes y sonidos que se
ponder adecuadamente las diversas partes de una obra de arte. manifiestan sobre el espacio y el tiempo, debe ser «traducido»,
En el caso que nos ocupa, el trayecto entre la génesis lite­ trasplantado al ámbito donde será contemplado. El símil con
raria de la obra y su concepción audiovisual comporta una el libreto teatral se torna insuficiente, porque no se trata úni­
serie de mediaciones, con distintos grados de protagonismo camente de trasladar un texto a un marco escénico convenido,
creativo, sometidas tanto a dinámicas industriales como a pro­ sino de prefigurar, ex novo, las condiciones espacio-temporales
cedimientos técnicos. Sin embargo, frente a la estandarización que tendrá el universo de ficción a que da lugar.
de la producción cinematográfica, es posible deslindar, al igual Entraremos de lleno en las competencias de esa tarea a con­
que en las artes escénicas, un proceso creativo sui géneris: la tinuación, pero la generalización del guión como punto de par­
puesta en escena. Dicho proceso conjugaría poíesis y téchné: tida del proceso asentó la preminencia del texto frente a otras
un conjunto de pasos y elecciones (unas inconscientes, otras opciones. Esto quedó patente tras la aparición del cine sonoro.
calculadas) que conducirían a la plasmación de la obra. Desde ese momento, el guión entronizó la palabra, el diálogo,
como instrumento privilegiado del relato. El cine se vio aboca­
do a la verborrea: «La estrategia de logorrea es siempre la misma:
El texto de partida suspender al espectador del sentido proferido, hacerle esperar y
desear la continuidad del diálogo... El juego dramático se redu­
No nos detendremos mucho en esta evidencia: muy temprana­ ce entonces a la circunstancia de lo proferido»9. Incluso en los
mente el cine optó por fórmulas narrativas donde, además, exis­ géneros donde la acción se apoya fundamentalmente en la ima­
tía un texto de partida7, de manera que su proceso creativo se vio gen (aventuras, suspense, western...), el diálogo vendría tarde o
rápidamente desplazado hacia los problemas de la adaptación, temprano a sancionar la condición denotativa de la fábula. Es
e hizo suyos trasuntos de la literatura y el teatro. Por supuesto, lógico, por tanto, que la traslación guion/película se convierta
este no era (ni es) el único cine posible. Tanto la relación directa a menudo, como en las sitcom televisivas, en la búsqueda de un
con la realidad (el cine de no ficción) como la confluencia con «vagón» propicio para seguir el hilo de la conversación. Con
las artes plásticas (cine no narrativo) abrieron otras vías para ese todo, esa omnipresencia de la palabra también impulsó otras
proceso creativo. Por tanto, el cine de ficción es el principal ar­ vías para no sacrificar el poder expresivo de la imagen. Otras
tífice de la puesta en escena a partir de un pie forzado: el guión. formas de puesta en escena consiguieron contener la expansión
Género inacabado por definición, el guión literario está con­ del texto: Eisenstein, Fritz Lang, Jean Vigo.
denado a ser, al tiempo, la fuente de inspiración y el principio de Además, la preeminencia del guión se vio reforzada por la
los problemas de traslación. En vez de para ser leído, está escrito pronta aparición de las adaptaciones literarias, un campo mina­
para ser traducido en imágenes y sonidos, para ser representa­ do donde queda aún más patente la dificultad de traducir una
do. Pero, ontológicamente, «Un relato escritural, por “escénico” novela, un relato, a película: «...hay que hallar en el escrito el
equivalente de los cuadros que podrían de él obtenerse. “Equi­
6. Ibídem, pág. 106. valente” es la palabra clave del guionista, la palabra mágica que
7. Esta decantación se produjo en el cine norteamericano hacia 1907-1908.
«Como señala [Robert] Alien, las películas de ficción podían “hacerse a un coste
bajo y predecible, producirse en un estudio centralizado o en sus cercanías y 8. André Gaudreault y François Jost, El relato cinematográfico, Barcelona, Paidós,
estrenarse según un calendario regular”». Cit. en David Bordwell, Janet Staiger, 1995, pág. 88.
Kristin Thompson, El cine clásico de Hollywood, Barcelona, Paidós, 1997, pág. 128. 9. Jacques Aumont, El cine y la puesta en escena, op. cit., pág. 24.

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le permite trasmutar en material fílmico no importa qué rela­
to o drama»10. El guión actuaría en este sentido podando, ali­
gerando u omitiendo, precisamente, lo literario. Ciertamente,
hasta esta «regla» tiene memorables excepciones. Por ejemplo,
¿cómo escoger entre El río (The River, 1946), la novela de Rumer
Godden, y la película de Jean Renoir {The River, 1951) o entre
La noche del cazador {The Night ofthe Hunter, 1953), la novela
de Davis Grubb, y la película de Charles Laughton {The Night
o f the Hunter, 1955)? Al tiempo, ¿cómo negar la capacidad de
ciertos directores para ir más allá del campo de sugerencias es­
tablecido por el registro descriptivo de una novela? Pensemos en
El pianista del gueto de Varsovia {Smierc Miasta), la crónica no­
velada de las vicisitudes de Vladyslaw Szpilman11. En un pasaje
del libro su protagonista escribe:
Estaba solo, no en un edificio ni en una parte de la ciudad,
sino en toda una ciudad que dos meses atrás contaba con un
millón y medio de habitantes y era una de las más ricas de El pianista. (R. Polanski, 2002).
Europa. Ahora solo quedaban de ella chimeneas apuntando
al cielo desde edificios quemados y los escasos muros respe­
tados por las bombas: una ciudad de escombros y ceniza bajo un largo encierro. Recorre un patio y escala un m uro para
los cuales yacían sepultados la cultura secular de mi pueblo y huir (fig. 1). La cámara hace un movimiento de elevación
los cuerpos de centenares de miles de víctimas asesinadas, pu­ en grúa para seguirle, reforzando así la idea de m antener su
driéndose con el calor de los últimos días de otoño y llenando punto de vista (fig. 2). Pero, justo cuando el personaje salta,
el aire de un hedor espantoso12. el movimiento de cámara prosigue su ascensión y con ello se
independiza de la acción. Esta elevación tiene como objeti­
Sin duda, estamos ante un momento de profunda deso­ vo mostrarnos, por primera vez, la devastación de la ciudad
lación en el que Szpilman, desde una contemplación reflexi­ tras su sublevación (fig. 3). Es un contraste radical entre la
va, cae en la cuenta de la m agnitud de la devastación. Una escala anterior (planos medios centrados en el personaje) y
situación que, pese a haberla vivido en primera persona, se el inmenso plano general que recoge una panorám ica infi­
vale de una recreación literaria a posteriori: conjugar, sobre el nita de la ciudad. Pero el efecto no concluye aquí: la cámara
paisaje en ruinas de Varsovia, la vivencia del destino personal prosigue su inexorable ascensión para ofrecernos una visión
con el de todo un pueblo. En la adaptación de Polanski, E l más aérea del mismo espacio (fig. 4). Sería un movimiento
pianista {The Pianist, 2002), este momento cobra una nue­ excesivo, gratuito (en esencia, seguimos viendo lo mismo) si
va dimensión: el protagonista sale de un edificio después de no fuera porque el personaje se ha incorporado a este vasto
10. Ibídem, pág. 41. espacio y el alejamiento de la cámara acentúa su indefensión
11. La novela fue publicada en Polonia por primera vez en 1946 y reditada en y lo dim inuto de su figura. De modo que se conjugan dos
1998.
12. Vladyslaw Szpilman, El pianista del gueto de Varsovia, Madrid, Turpial, 2000, perspectivas narrativas (lo que ve él, lo que contemplamos
pág. 168. nosotros), subrayadas por dos movimientos de signo opues­
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to (alejamiento del personaje/elevación de la cámara) y por Hacia una definición de la puesta en escena
dos tamaños de plano extremos (plano medio de partida y
gran plano general). Lo singular es que este sutil cambio de En 1907 George Méliés escribía lo siguiente:
perspectiva narrativa establecido por el movimiento de cá­
mara, la soledad del protagonista frente a la m agnitud de Siento una gran pasión por el arte tan sumamente interesante al
la destrucción (toda la ciudad), es intraducibie en términos que me he consagrado. Ofrece tal variedad de posibilidades de
literarios ¿Hay un modo mejor de conjugar esas dos ideas sin investigación, exige tanta dedicación y hacer trabajos de todo
necesidad de acudir a la voz narrativa? tipo y reclama una atención tan continua que no dudo ni un
De manera que, si queremos ir más allá de lo literario, el momento, y lo digo de buena fe, en proclamarla la más atractiva
primer paso sería sumergirse en la complejidad y la riqueza de la y la más interesante de las artes, ya que las utiliza todas. Drama,
obra, bucear en sus redes de sentido y extraer aquello que puede dibujo, pintura, escultura, arquitectura, mecánica, trabajos ma­
cobrar una nueva dimensión. No se trata de superar el original nuales de cualquier tipo: todo se utiliza en igual medida en esta
literario, sino de llevarlo a otro territorio donde pueda encontrar extraordinaria profesión14.
un nuevo cauce narrativo. Como afirma Godard: «Si un espec­
táculo está totalmente escrito, ¿para qué sirve filmarlo? ¿Para La confesión del director francés resulta especialmente
qué sirve el cine si viene después de la literatura?»13. reveladora, pues se trata de una figura decisiva para el na­
Por otro lado, la existencia de un guión previo implica una cimiento de la puesta en escena cinematográfica, cuya ex­
serie de patrones narrativos, cuyo rasgo distintivo es la verte- periencia previa en el m undo del espectáculo le otorga una
bración del relato en segmentos espacio-temporales definidos posición privilegiada en los trasvases entre ambos medios. Él
y relacionados. De ahí que el trabajo de puesta en escena se mismo afirmará: «Es un trabajo totalmente idéntico al de la
haya visto abocado también a centralizar sus esfuerzos en la preparación de una obra de teatro, con la diferencia de que el
caracterización de la unidad secuencia y su materialización en propio autor debe saber combinarlo todo sobre el papel»15. Lo
el espacio. Pese a la «indisciplina» de determinadas corrientes que enuncia llanamente Méliés es, en esencia, el contenido
y cineastas (Godard, Cassavetes, Philippe G arrel...), el guión de la puesta en escena y la necesidad de su existencia. Resulta
se ha entronizado como detonante de una búsqueda: la de un particularmente interesante esa enumeración de saberes (que
locus amoenus donde pueda instalarse la acción literaria, ope­ incluiría facetas tanto creativas como artesanales), ideación y
ración que no puede plantearse como una mera traslación, ni tareas manuales. También la ausencia de orden en su combi­
siquiera como una concreción visual de Id que sugiere el texto. nación y de jerarquía en su organización. No menos decisivo
La cuestión es más compleja: definir el espacio desde los me­ es que se asigne esa labor como director en un momento en el
canismos narrativos que formula el texto de partida. O dicho que esa figura aún no tiene un estatuto universalmente adm i­
de otro modo: llevar la materia narrativa al espacio. Visto así, tido en el cine. Hay más: la plena conciencia de la condición
pudiera parecer que esta búsqueda queda encorsetada por los artística del cine y su capacidad de integrar otras disciplinas.
requerimientos narrativos del guión. En realidad, como inten­ Afirmación de gran trascendencia, pues, como vimos en la
taremos demostrar a lo largo de este libro, esa hipoteca litera­ Introducción, la consideración artística del cine siempre ha
ria debería ser tan solo un punto de partida, cuya liberación sido controvertida.
creativa se desplegaría a través de la puesta en escena.
14. G. Méliés, «Les vues cinématographiques. Causerie par Georges Méliès»,
13. Entrevista con Jean-Luc Godard, en Claude Chabrol, Jean-Luc Godard, Annuaire général et international de la photographie, Paris, Pion, 1907, pág. 370.
Jacques Rivette, Eric Rohmer, Françoise Truffaut, La Nouvelle Vague, Barcelona, 15. G. Méliès, «Les vues cinématographiques», recogido en Joaquín Romaguera
Paidós, 2004, pág. 111. y Homero Alsina, Textos y manifiestos del cine, Madrid, Cátedra, 1998, pág. 391.

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Pero lo que en 1907 Méliès afirmaba empíricamente había etimología del término expresa justamente esa idea). Segundo
tenido un recorrido previo en el teatro del siglo xix. La mise- principio: afecta a todos los ingredientes del espectáculo.
en-scéne se constituía en ese momento, justo cuando se suscita el El origen teatral del concepto sigue pesando en su desarro­
problema de la representación teatral. Es decir, la toma de con­ llo posterior en la teoría cinematográfica. Así, para Bordwell y
ciencia de la separación entre un arte dramático (escritura) y un Thompson la puesta en escena «.. .incluye aquellos aspectos del
arte escénico (su representación). La importación del término (y cine que coinciden parcialmente con el arte teatral: los decorados,
sus implicaciones) del teatro al cine está históricamente constata­ la iluminación, el vestuario y el comportamiento de los personajes.
da y la trayectoria de Méliès sería un ejemplo de su ductilidad a Al controlar la puesta en escena, el director escenifica el hecho para la
la hora de aplicarlo16. De modo que en su universo la concepción cámara»18. En estas palabras pervive sin duda el espíritu de Méliés,
de la escena cinematográfica se formula como una prolongación actualizado a una visión tan empírica como pragmática. Aunque,
de la escena teatral. Aunque la propia obra de Méliès nos servirá desde esta óptica, el fenómeno parece más una rutina profesional
para matizar esta afirmación (véase el capítulo V), hay un hecho que un acto creativo. Una labor artesanal, integrada por varios ofi­
sustancial, soslayado en esta declaración: el sometimiento de to­ cios, y organizada a la manera teatral. Formulación que se ajusta
das estas pautas a un nuevo tempo narrativo, diferenciado del bastante bien a la distribución del trabajo en el sistema de estudios.
teatral, y su adecuación a un marco visual específico. La tarea del director consistiría en disponer esos rasgos externos
Pese a esta distinta finalidad, la puesta en escena teatral (vestuario, decorado, iluminación...) para el ojo de la cámara.
nutre e informa los primeros planteamientos establecidos en Jean Mitry, en un texto dedicado a las relaciones entre tea­
el ámbito cinematográfico. Sea por el simple hecho de «repre­ tro y cine, perfila mejor las diferencias:
sentar» (y, por tanto, evaluar y ensayar) las acciones o por la
necesidad de delimitar un espacio idóneo para su desarrollo, El cine... no es solo un arte de representación sino un arte de crea­
esa labor de organización previa tiene como referente el teatro ción. La puesta en escena, desde este enfoque, no es “representación”,
y por extensión los espectáculos escénicos. sino narración y significación por medio de una determinadaforma de
Aunque será objeto del siguiente capítulo, conviene que representación. Por eso es mucho más una escritura, una “puesta en
adelantemos la formulación del concepto en el ámbito escé­ relaciones y en implicaciones”, que una puesta en escena19.
nico, pues extraeremos de él los elementos primigenios que
han permitido su determinación en el campo cinematográ­ Con ello, enfatiza el hecho de que en el cine narración y
fico. Para Marie-Antoinette Allévy la puesta en escena sería dramatización son dos procesos interconectados. Sin embar­
«.. .una interpretación personal sugerida por la obra dramática go, Gianfranco Bettetini, en su ya clásico ensayo Puesta en
que llega a coordinar todos los elementos de un espectáculo, escena y producción significante, propone una imbricación más
por regla general con base en una estética particular»17. Con efectiva entre lo escénico y lo cinematográfico
ligeras variantes, esta podría ser una definición canónica del
concepto, pues destaca un gesto decisivo: la representación de .. .la puesta en escena profílmica, que siempre es necesaria, puede
la obra no se establece desde un canon, una tradición o unas estar ya subordinada (y casi siempre lo está), desde la primera fase
reglas; es el resultado de un estudio, una lectura crítica del que la produce hasta la transformación cinematográfica de los he­
texto que ilumina su traslación al espacio (después de todo, la chos y de los objetos, a su «representación» en el contexto del film20.
16. Véase al respecto, A. Nicholas Vardac, Stage to Screen: Theatrical Origins o f 18. David Bordwell, Kristin Thompson, El arte cinematográfico, Barcelona,
Early Film: David Garrick to D. W. Griffith. New York, Da Capo Press, 1987. Paidós, 1995, pág. 145.
17. Marie-Antoinette Allévy, La mise en scène en France dans la première moitié 19. Jean Mitry, Estéticaypsicología del cine, Madrid, Siglo XXI, 1978, vol. II, pág. 406.
du XIXsiècle, Paris, Editions Slatkine, 1938. Cit. en Cuadernos El Público n° 23, 20. Gianfranco Bettetini, Producción significante y puesta en escena, Barcelona,
Madrid, abril 1987, pág. 13. Gustavo Gili, 1977, pág. 120.

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Precisamente, este sería el signo distintivo de la puesta en una tarea centrada en la disposición metódica de ingredientes.
escena cinematográfica: desarrollar cada elemento vinculado Porque, frente a otras manifestaciones artísticas, aquí hay un
a su plasmación visual. Y hacerlo dentro de un conjunto de plan establecido, unas rutinas que regulan el proceso. Seleccio­
decisiones que van desde el inicio del proyecto hasta su mate­ nar y organizar son acciones que permiten cribar y encauzar
rialización definitiva: elementos dispares hacia un objetivo común: su integración en
el cuerpo del film. Lo que otorga una dimensión creativa a es­
El asunto así definido no puede ser considerado como un mate­ tas actividades es el sufijo «significante-composición poética».
rial del que partir (como una tarea de escenificación) que agote Bettetini recupera aquí la terminología del formalismo ruso,
sus funciones en la puesta en escena profílmica, sino como un la «máquina poética» de Víktor Shklovski, para explicitar esta
proyecto vigente y operativo en todas las fases de la producción dinámica transformadora en la que el texto es sistemáticamen­
fílmica; tan importante como para exigir una generación de en­ te recorrido y exprimido; no solo para producir sentido, sino
cuadres proyectualmente anterior incluso al trabajo «teatral» so­ también para dar origen a algo nuevo.
bre los actores y sobre el espacio escénico o, cuando menos, tan Por otro lado, debemos retener una idea cuyos efectos prác­
relevante como para condicionar sensiblemente dicho trabajo21. ticos puede apreciar el lector: al igual que en la puesta en esce­
na teatral, en ese proceso se ven afectados todos los elementos
Es decir, una consideración ambiciosa del término no se finalmente integrados en la red de significación que es el film.
detendría al comenzar el rodaje (o al acabarlo, si hemos con­ Y obsérvese que Bettetini incorpora a este proceso hasta los
templado un margen de improvisación producto de ella), sino elementos “explícitamente ausentes”. Es decir, todo el campo
que se extendería a lo largo de la realización de una película. de sugerencias, en especial el trabajo sobre el espacio-tiempo
Además, debemos incorporar esa dimensión creativa por me­ ausente, invocado en el film.
dio de la cual se trasciende la práctica profesional para dar con Esta concepción es deudora de la teoría eisensteiniana. Se­
soluciones originales. Esto solo es posible si el director ya tiene gún recoge Vladimir Nizhny en su libro Lecciones de cine con
una idea, un boceto mental de cómo plantear esos aspectos Eisenstein, la puesta en escena cinematográfica se compondría
antes de su encuentro con los técnicos que asumirán su ejecu­ de dos momentos o fases:
ción material. De ahí que la definición de puesta en escena de
Bettetini resulte más ajustada En el teatro, la puesta en escena, forjada como resultado de las bús­
quedas durante los ensayos, queda fijada en las representaciones por
.. .selección-coordinación-organización significante-composición la estructura particular establecida... En el cine, sin embargo, hay
«poética» de todos los elementos presentes en la proyección de la más: la división de la acción en planos, y luego la unión final de los
película; y también de los explícitamente «ausentes» (toda exclu­ «planos» para formar una continuidad de montaje, están prefijadas
sión implica una selección) o escondidos22. por la puesta en escena; ambas, por decirlo así, brotan de ella23.

La formulación es alambicada. Primero por la dificultad Esta proposición complejiza el asunto. Por un lado, plantea
para reducir a un solo término la cuestión y la renuencia a un punto de partida escénico, un trabajo sobre el espacio:
simplificarla apelando a la terminología artística («creación»,
«ideación»...). Además, se recurre a una tríada de términos, El director debería visualizar imaginativamente la acción (inclu­
«selección-coordinación-organización», para dar cuenta de yendo la puesta en escena) como desarrollándose en un espacio
21. Ibídem, pág. 121. 23. Vladimir Nizhny, Lecciones de cine con Eisenstein, Barcelona, Seix Barral,
22. Ibídem, pág. 123. 1964, pág. 48.

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real dado (espacio regido por las leyes reales del espacio) antes de cia de la otra. Esto nos llevaría de vuelta al teatro o, en el mejor
aventurarse en la tarea de considerar los medios cinematográfi­ de los casos, al teatro filmado. En suma, el debate sobre qué es
cos (división en planos y composición del plano)24. antes, la expresión dramática o su configuración visual, es irre­
levante puesto que ambas deben funcionar como un tándem. Si
Se trata, en suma, de analizar la acción, encontrar sus rasgos algo ha de caracterizar la puesta en escena cinematográfica es la
relevantes y trasladarlo al espacio. Por otro, destaca el hecho capacidad de tramar/enhebrar esa dimensión dramática con su
de que, al establecer los planos, la puesta en escena avanza una puntual plasmación visual ¿Sería acaso lo mismo La pasión de
estructura de montaje. En otras palabras, la puesta en escena juana de Arco {La Passion de Jeanne d ’Arc, 1928) de Dreyer sin
no solo revela el significado dramático de la narración, sino que ese metódico uso del primer plano que quintaesencia el drama
determina su articulación en imágenes. En definitiva, lo que a partir de una progresiva abstracción espacial?
Eisenstein propone aquí de modo novedoso es una «puesta en Por tanto, hay que superar la hipotética división entre puesta
imágenes» como hecho distintivo del trabajo cinematográfico. en escena y puesta en imágenes. Esta compartimentación es arti­
Una fórmula que ha sido recogida por autores posteriores. Para ficial y solo puede inducir a errores (como si hubiera dos tiempos
Jaime Barroso: «... la puesta en imagen es el sistema o conjunto y una fase se resolviera a la manera teatral y la siguiente a la
de operaciones que determina la visualización -y su materiali­ manera audiovisual). La solución no es trazar un puente entre
zación- de los diferentes elementos expresivos que conforman ambas, sino sumergir ambos procesos en el mismo campo de
la puesta en escena cinematográfica»25. La clave está, pues, en problemas creativos. Podría pensarse que esto reduce el asunto a
cómo establecer esas operaciones, cómo pasar del análisis de la la ideación de imágenes, y en cierto modo es así, lo que no equi­
escena sobre el espacio a determinar su precisa unidad visual en vale a formular ya planos concretos, definidos, cerrados. Pensar
cada momento. En una idea similar incide Catalá: en imágenes quiere decir imaginar la acción construida en rela­
ción con el desarrollo dramático de la historia, y una posible ubi­
El cine debe por tanto regresar al teatro, a la escena teatral, a cación para observarla sin olvidar, eso sí, la escena de conjunto.
través de la construcción de una arquitectura virtual, basada en Esta sería una primera hipótesis, un «ensayo visual» para hacer
los diferentes dispositivos cinematográficos, especialmente los avanzar la puesta en escena. Tal y como lo entiende Catalá:
planos y el montaje de los mismos. El director de cine debe tener
claro, pues, la forma ideal de la escena (la que mejor expresa los .. .por mucho que se trocee o subdivida técnicamente el espacio,
acontecimientos dramáticos de la misma), y a partir de ella con­ siempre permanecerá, por lo menos en la mente del director, la
feccionar los planos y establecer los puntos de vista necesarios idea de la escena como conjunto: será precisamente la perviven-
para transmitirla al espectador26. cia de esta noción la que permitirá que la segmentación no acabe
por desarticular la acción dramática27.
Ahora bien, la expresión dramática se encuentra a través del
modo en que la acción se (re)presenta, plano a plano, en el espa­ Es decir, los planos no subdividen la acción, son la mejor
cio, y ésta, a su vez, surge de la disección pormenorizada del tex­ expresión de su vínculo dramático. Visto así, la puesta en imá­
to. De lo contrario, podría parecer que ambas actividades, dra­ genes funcionaría como un organismo sésil en relación a la
maturgia y visualización, están disociadas o una es consecuen­ puesta en escena: se nutre y forma parte de ella.
Por otro lado, insistamos en una idea esencial, ya referi­
24. Ibidem, nota en pág. 277. da, que determina este modo de abordar la puesta en escena:
25- Jaime Barroso, Realización audiovisual, Madrid, Síntesis, 2008, pág. 196.
26. Joseph María Catalá, La puesta en imágenes. Conceptos de dirección
cinematográfica, op. cit., pág. 73. 27. Ibidem, pág. 210.

52 DEL PAPEL AL PLANO II. LA PU E ST A EN E SC E N A : UN C O N C E P T O Y UN P R O C E S O


entenderla como un proceso en el que, mediante destilado y fica», alude a la capacidad del director para disponer todos los
decantación, van apareciendo las soluciones. Dice Mamet: «La ingredientes de la puesta en escena de manera que conciten esa
obra avanza en proporción directa a qué tanto puede el autor nueva forma visual32. En esta misma línea está la reelaboración
dejar fuera»28. En cierto modo, podemos entender la puesta posterior que hace Aumont. Según él, el arte del cineasta
en escena como una reescritura, puesto que explora, enfatiza,
desvela aspectos que el texto de partida contiene de forma lar- .. .consiste en captar los momentos de vértigo, de gracia, de su­
vada y espera que se plasmen y adquieran otra naturaleza por blimidad, esos en los que repentinamente emerge un sentimien­
mecanismos audiovisuales. Además, esta idea no puede aso­ to de verdad-, por ello, el arte de la puesta en escena sería el de
ciarse a una fase concreta como la preproducción, los ensayos determinar las condiciones de dicha captura33.
o los preparativos del rodaje. No debe plantearse como una
etapa determinada dentro de un plan. Para Bettetini, siguien­ Esa taumaturgia, «gestión de lo inesperado» («provocar lo
do a Eisenstein, la puesta en escena es: «.. .un proyecto vigente inesperado. Esperarlo», nos dice Robert Bresson) se compon­
y operativo en todas las fases de la producción filmica»29. Se dría de sucesivas iluminaciones. Unas llevan a las otras, se en­
trata, en definitiva, de un ciclo, un viaje en busca de un puente hebran hasta producir el estado propicio para su captación.
que atraviese el abismo entre el guión y la película. Sin embargo, la epifanía definitiva se opera en el rodaje,
Por tanto, la puesta en escena cinematográfica es un pro­ pues antes correría el riesgo de perderse o quemarse en la prue­
ceso creativo que, partiendo de un texto, formula soluciones ba o el ensayo. No solo eso, siguiendo a Aumont, sería una
audiovisuales para plasmar los conflictos dramáticos latentes combinación de cálculo y azar. Incluso podría afirmarse que a
en la narración. lo largo de la historia del cine ha existido siempre una tensión
entre estos dos polos, entre directores y sistemas de producción
que basan su método en un control estricto de la puesta en
Un arte del surgimiento escena (Hitchcock, Kubrick, O zu ...) y los que esperan lo ines­
perado (Godard, Rossellini, José Luis G uerín...). Un proceso
Hemos dejado pendiente una incógnita que entra en conexión mimètico en el que esencialmente se reproducen y controlan
directa con el inicio de este capítulo ¿cómo se produce esa licue­ determinadas condiciones de la realidad o un sistema de signi­
facción del texto escrito a lo audiovisual entendido como sus­ ficación que va destilando el sentido del texto de partida. Un
tancia del espacio dramático? Puesto que parte de un estudio, modo de preestablecer lo que va a ocurrir o de concitarlo. Aún
una interpretación del guión, ¿surge de una suerte de noesis? podríamos especular con una tercera categoría: los que despla­
Para Alexandre Astruc: «El arte de la puesta en escena es un arte zan el ensayo, la puesta en escena al propio rodaje, haciendo
del surgimiento: hace aparecer»30. Estamos muy cerca de lapoíe- de la toma un ejercicio de depuración (Mizoguchi, Chaplin,
sis platónica ya aludida: «Hacer pasar algo de lo que no es a lo T ati...). Este último aspecto, la actitud ante la toma (léase re­
que es». Pero la idea debe ser matizada, pues Astruc, partiendo petición de acciones), es bastante reveladora de una gestión
de la celebrada comparación entre el escritor y el cineasta31: «El que se mueve entre la seguridad de encontrar lo previamente
autor escribe con su cámara como un escritor con su estilográ- calculado y la búsqueda tentativa, y por momentos obsesiva,
28. David Mamet, Dirigir cine, México, El milagro, 2007, pág. 18.
toma tras toma, hacia esa «verdad». Recordemos a este respec-
29. Gianfranco Bettetini, Producción significantey puesta en escena, op. cit., pág. 121.
30. Alexandre Astruc, «Notes sur le mise en scène», La Gazette du cinéma n° 1, 32. Alexandre Astruc, «Naissance d’une nouvelle avant-garde: la caméra-stylo»,
1950. Recogido en Du stylo h la camera et de la caméra au stylo: Ecrits (1942-1984), L’Ecran Français, n° 144, 30 mars 1948, Recogido en Du stylo à la caméra et de la
Paris, L’Archipel, 1992, pág. 348. caméra au stylo: Écrits (1942—1984), op. cit., pag. 327.
31. Término propuesto por Louis Delluc en 1921. 33. Jacques Aumont, Elciney lapuesta en escena, op. cit., pag. 171.

54 DEL PAPEL AL PLANO II. LA PUE STA EN E S CE NA: UN CO NC EP TO V UN PR O C E S O


to, el método de rodaje de Chaplin. Un sistema basado en el en­ Cabría pensar que estos hallazgos inesperados son precisa­
sayo y error, en «ensayar con película», donde el efecto cómico mente fruto de un clima, un sistema de trabajo que los convoca.
se instila a partir de la relación entre espacio, objetos y acción. «¿Qué hacían esos grandes autores sino mirar (a veces con un
Pero lo verdaderamente revelador es la diferencia entre el punto solo ojo), o escuchar..., estar allí, y trasmitir su pensamiento, su
de partida y el resultado final. Por ejemplo, en su primera pelí­ fuerza, su fluido, a un equipo y a una película, toma a toma?»38.
cula para la Mutual, The Floorwalker (1916), Chaplin hizo cons­ Por tanto, el modo de afrontar el rodaje, la capacidad de ges­
truir una escalera mecánica en el decorado principal de unos tionar lo profílmico y de orquestar todas las mediaciones e inter­
grandes almacenes sin saber qué iba a hacer con ella. Después de venciones desatadas es un factor clave para que “surjan” resulta­
infinidad de ensayos, repeticiones y variaciones (rodadas como dos. Ciertamente, en esa búsqueda es determinante la capacidad
innumerables tomas diferentes), la escalera mecánica pierde por del director para galvanizar a todo el equipo de rodaje y propiciar
completo su función convencional al convertirse en fuente de un estado de búsqueda. «Podríamos avanzar la idea de una pre­
continuos tropiezos y caídas. Además, marcha siempre al con­ sencia de los realizadores, igual que nos referimos a la presencia
trario de la dirección deseada. El resultado final es una serie de ciertos actores, ambas presencias de naturaleza magnética»39.
de gags, esparcidos a lo largo de la película, que multiplican la
comicidad y el alocado dinamismo de las persecuciones34.
Como afirma Bresson: «Varias tomas de la misma cosa, ¿Autor o supervisor?
como un pintor que pinta varias telas o realiza varios dibujos
del mismo motivo y que, en cada nuevo intento, avanza hacia Una vez definido el concepto y su ámbito de actuación, planea
la exactitud»35. En este sentido, volver a rodar un plano (más la siguiente cuestión: ¿quién asume su responsabilidad? Como
allá de la subsanación de un error) no es solo repetir mecáni­ hemos visto, se trata de una actividad producto de diferentes
camente lo que presuntamente se ha encontrado hasta dar con disciplinas y referencias. La producción de una película tiene,
la versión perfecta, sino esperar a que surja el momento único. por un lado, un doble componente técnico-industrial y artís­
Dice de nuevo Bresson: «Rodaje. Situarse en un estado de ig­ tico, y por otro, es el resultado de un trabajo colectivo. En
norancia y de curiosidad intensas, y a pesar de ello ver las cosas ambas mediaciones el proceso de puesta en escena encuentra
antes»36. Pero ¿se trata solo de azar? De nuevo chocamos con limitaciones y réditos. Convive con la rutina y la estandariza­
lo inefable cuando intentamos encontrar sus fundamentos. ción, pero gracias a esa estructura hay también lugar para la
creación. Por otro lado, las ideas no solo brotan de una única
A veces hay una especial felicidad en ser director de cine. Una mente creadora, requieren del concurso de diversos especia­
expresión no ensayada nace en un instante y la cámara la regis­ listas (director artístico, director de fotografía, figurinista...):
tra. .. Entonces me parece que todos esos días y meses de pla­ «Puesto que el cine es un arte colectivo en el que intervienen
nificación han valido la pena. Tal vez yo viva para esos cortos muchas parcelas creativas diferentes, la “puesta en escena” po­
instantes. Como un pescador de perlas”37. dría ser entendida como la unión de todas ellas»40. Como afir­
maba George Cukor: «Quiero dejar claro que la esencia de la
34. Véase al respecto, Chaplin desconocido (Unknown Chaplin) (Thames Televisión, aproximación por parte del director a un film, consiste en el
1983), serie documental dirigida por Kevin Brownlow y David Gilí a partir de arte de conocer exactamente lo que se puede esperar de cada
los descartes encontrados de varias de sus películas. La serie fue posible gracias
al material conservado por Oona O'Neill, viuda de Chaplin, y el coleccionista
Raymond Rohauer. 38. Dominique Villain, El encuadre cinematográfico, Barcelona, Paidós, 1992,
35. Robert Bresson, Notas sobre el cinematógrafo, Madrid, Ardora, 1997, pág. 82. pág. 152.
36. Ibídem, pág. 25. 39. Ibídem.
37. Ingmar Bergman, Linterna mágica, Barcelona, Tusquets, 1995, pág. 76. 40. Vicente J. Benet, La cultura del cine, Barcelona, Paidós, 2004, págs. 231-232.

56 DEL PAPEL AL PLANO II. LA PU ESTA EN E S C E N A : UN CO N CE P T O Y UN P R O C E S O


uno de los colaboradores»41. El afán de reivindicar la dimen­ nes creativas (director-autor) a su sometimiento a los sistemas
sión artística del cine ha llevado con frecuencia a considerar que de producción (director-supervisor). No es lo mismo trabajar
su autoría debía recaer en una sola persona: en el sistema de estudios (donde las competencias estaban fé­
rreamente compartimentadas y el director difícilmente podía
El malentendido proviene, a mi entender, de que se confunde el acceder al fin a l cut de la película), que en el cine independiente
trabajo del director, que ante todo es relativo a una estética, con (donde el equipo asume con frecuencia distintas funciones y el
el de sus colaboradores técnicos, cuyo trabajo se relaciona con una director está obligado a saber casi de todo). En otros ámbitos
técnica más que con una estética, aunque esta esté allí implícita42. su margen creativo se ha estrechado cada vez más. En las ruti­
nas televisivas la intervención del realizador está prácticamen­
Hoy estamos lejos de negar la contribución decisiva de dichos te limitada a las «soluciones visuales» durante la grabación. De
especialistas; pero, de entre todos ellos, el director asume el máxi­ manera que solo un idealismo infantil nos puede hacer creer
mo protagonismo. ¿Director?, ¿realizador?, ¿cineasta?, pnetteur en que detrás de una película, una representación teatral u ope­
scene'i ¿Cuál es el término más preciso? ¿Son equivalentes? Con rística solo hay un único genio creador, por más que cineastas
frecuencia han funcionado como sinónimos43, sin embargo, los como Chaplin, Tati, Kubrick o Bergman hayan concentra­
dos primeros enfatizan la responsabilidad organizativa del oficio, do gran parte del control y la autoría de sus obras. En cierto
mientras que los dos últimos conectan más directamente con la modo, esta idea ha arraigado gracias a la imagen popular del
aureola creativa. Con todo, lo sustancial es que ambos extremos director controlando el rodaje, dando órdenes desde un lugar
(si es que hay que disponerlos así) están estrechamente conectados privilegiado y determinando con autoridad cuándo empieza y
porque uno no sería posible sin el otro. El director debe ser ca­ termina la toma. Sería más lógico adm itir que el director os­
paz de transmitir y contagiar sus intuiciones creativas al resto del tenta una parte sustancial de la autoría de una película, siem­
equipo para que formen parte de un proyecto artístico común. pre y cuando su puesta en escena sea efectiva.
Com o es sabido, la figura del director de cine se basa en Además, la flexibilidad del proceso es tal que admite muy
la del director escénico del teatro. En Estados Unidos esta diversas modulaciones e infinidad de fórmulas de colabora­
función empieza a reconocerse hacia 1907: ción artística en las que el director (sea de teatro, danza, ópera,
cine) se deja auxiliar por todo tipo de profesionales45. Circuns­
Cuando en 1907-1908 se produjo el cambio a la ficción narra­ tancia que para algunos autores permitiría conceptualizar esta
tiva, la producción cinematográfica fue capaz de tomar como actividad como un «arte compartido»46.
modelo al director teatral que controlaba las opciones de de­ Con todo, en el viaje que va desde el guión literario hasta
corado, vestuarios e interpretación y utilizaba un guión como el comienzo del rodaje el director puede ejercer su capacidad
«borrador» de la narración44. autoral en solitario. En esa etapa, convencionalmente llamada
preproducción, dispone de un amplio margen de libertad creati­
N o obstante, este trasvase al cine ha tenido desigual suer­ va, puede trabajar con sus propias herramientas (bocetos, esque­
te. De hecho, sus competencias han variado dependiendo de mas, storys tentativos...) y confrontar sus intuiciones con esos
las épocas y los contextos: desde la asunción plena de decisio­ especialistas que formarán parte del proyecto. En suma, por
muy condicionada que esté su capacidad de decisión o sometida
41. George Cukor, «The Director. Behind the Screen» (1938), recogido en Richard
Koszarski, Hollywood Directors, London, Oxford University Press, 1976, pág. 324. 45. En el medio televisivo la cuestión se complica aún más, al haberse establecido
42. Jean Mitry, Estética y psicología del cine, op. cit., vol. I, pág. 34. una subdivisión en las tareas de coordinación creativa entre dirección (contenidos)
43. El término «cineasta» fue establecido por Louis Dellec en 1921. y realización (tratamiento audiovisual).
44. David Bordwell, Janet Staiger, Kristin Thompson, El cine clásico de Hollywood, 46. Véase al respecto, James Scott, El cine, un arte compartido, Pamplona,
op. cit., pág. 130. EUNSA, 1979.

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a limitaciones de producción, en esta fase el director tiene mar­ La puesta en imágenes y la planificación
gen para «idear» su película (véase capítulo VI). Más allá de la
autoridad, en términos organizativos, de la que pueda disponer Situémonos en ese momento en el que «surgen» las imágenes
a lo largo de toda la producción, aquí se dirime lo sustancial. De en la mente del director y la escena va a ser fragmentada para
ahí que resulte pertinente una definición de sus cometidos en atender a sus requerimientos dramáticos. Como hemos ade­
los términos planteados por Catalá: lantado, la puesta en imágenes no es un segundo paso, sino un
gesto consecutivo al establecimiento de ese juego escénico. Por
.. .convertir el drama en espacio y tiempo o, lo que es lo mismo, tanto, la fragmentación no es una mera subdivisión, sino el
dar forma visible a los problemas dramáticos, a las tensiones emo­ modo de establecer la estricta equivalencia de la forma dram á­
cionales que los conforman... convertir las emociones en realidad tica en cada momento. En las artes escénicas se puede proce­
y la realidad en emociones... ser capaz de dar forma a las ideas y der a un análisis y subdivisión de la escena en acciones, gestos,
de transmitirlas mediante el drama y las emociones717. situaciones... Sin embargo, en cine, aun participando de esa
disección, todo queda integrado en la unidad plano, todos los
Com o vemos, el térm ino «emoción» (seguimos en el or­ ingredientes han de conjugarse en él. Pese a la ambigüedad de
den de la taumaturgia) es invocado varias veces, convertido sus cometidos (recordemos que en el medio tiene varios signi­
en causa y efecto de una tarea básicamente centrada en la ficados), el vocablo «plano» designa una unidad de trabajo fá­
escenificación de los conflictos dramáticos. Es decir, muy cilmente asimilable a los procesos técnicos que van del rodaje
próxima a la del director de teatro y, por tanto, a la puesta en al montaje y la sonorización. De ahí que el trabajo de fragmen­
escena según sus premisas originales. Para completar la tarea tación de la secuencia pueda englobarse con un término am­
es preciso soldar esas formas visibles con la determinación pliamente extendido en la profesión: la «planificación». En este
de las unidades audiovisuales que las han de conformar. En contexto, la asociación entre puesta en escena y planificación
otras palabras, cada solución dram ática concitará la forma de parece automática: «La planificación de secuencias es el núcleo
mostrarla y, a su vez, generará el modo de conectarla con la del oficio del director. Es el punto de contacto entre la actua­
siguiente. Ampliaremos este planteam iento a continuación, ción, la fotografía y el montaje, las tres áreas para las que el
pero antes recalquemos que, para este cometido, el director director debe elaborar un diseño acabado»49. De manera que
debe moverse tanto en el terreno de la técnica (sus posibili­ desde la praxis más elemental la cuestión es tan sencilla como
dades expresivas) como en el de la teoría (reflexión y análisis saber convertir en planos esos problemas dramáticos que laten
de los textos de partida)48. en el guión. Sin negar el pragmatismo de estos enfoques, lo
En conclusión, la tarea del director (entendida dentro de cierto es que se corre el riesgo de reducir el asunto a un juego
los amplios cauces del cine de ficción) consiste en dar forma de equivalencias. Incluso se utiliza el término «guión técnico»
audiovisual a los conflictos dramáticos que plantea el relato como «equivalente audiovisual» del guión literario, facilitando
y encontrar soluciones originales con el concurso creativo de con ello la traslación de un medio a otro. De su utilidad como
todo su equipo. herramienta profesional se hablará en el capítulo VI. Lo im­
portante aquí es prevenir contra su aplicación mecanicista. De
lo contrario, la acción y su plasmación visual se disocian y la
47. JosephMaría Catalá, Lapuesta en imágenes. Conceptos de dirección cinematográfica, planificación se convierte en un juego de permutaciones que
op. cit., pág. 64. únicamente varía el aspecto exterior de las cosas.
48. No solo el guión literario, sino también la novela (si hay adaptación), el
ensayo, el documento, el estudio histórico... ¿Hay algo de lo que no se deba nutrir 49. Steven D. Katz, Rodando. La planificación de secuencias, Madrid, PLOT, 2000,
en su búsqueda de las imágenes apropiadas? pág. 3.

DEL PAPEL AL PLANO II. LA PUESTA EN E S CE NA: UN CO NC EP TO V UN PR O C E S O


Los planos, por tanto, no son las unidades de construcción cine­ los ingredientes en la «realidad del rodaje». En un extremo de
matográfica... de cuya interacción surge la escena..., sino que, esta experiencia, algunos directores afirman rodar «contra el
todo lo contrario, la planificación cinematográfica debe enten­ guión», en referencia a la capacidad trasformadora, ya aludida,
derse como los elementos, los vectores, que se forman a partir de del rodaje. Sea como fuere,
una concepción global de la escena50.
.. .el découpage, como la puesta en escena, es todo salvo una ope­
Y nos previene Eisenstein: ración técnica. Es un recorrido intelectual y estético que partici­
pa de la relación del film con su texto tutor y que acomete lo que
.. .un director necesita siempre una solución general preliminar es casi imposible: dar al escrito una cualidad cinematográfica54.
y un plan para la puesta en escena... Luego las soluciones y las
puestas en escena proyectadas serán algo alteradas, conocerán En ese cuaderno, escrito o mental, el director «tiene» la película
una expresión diferente, pero todos los cambios permanecerán, o al menos pistas sólidas para encontrarla; solo hay que rodarla.
sin embargo, dentro de la idea unificada51. Del mismo modo, podemos entender que cada escena
construida sobre una estructura fragmentada, su unidad dra­
Sin contradecir esta tesis, M itry la observa desde el otro lado: mática, puede revertirse al ser evaluada en la sala de montaje.
Porque, una vez rodado,
desde el momento en que se ha expuesto la idea antes de la ima­
gen, la imagen se hace inútil, puesto que, en tanto que medio de el material del director cinematográfico no está constituido por
expresión, está hecha para sugerir la idea52. los acontecimientos que tienen lugar en un espacio y durante
un tiempo determinado, como tales inseparables, sino por una
Aumont matiza esta perspectiva, condicionada por las con­ serie de trozos de película que se encuentran bajo su absoluto
tingencias del rodaje: dominio55.

El découpage... no es más que una primera versión de la puesta De manera que, fragmentada la escena, queda abierta a suce­
en escena, a la cual el verdadero metteur en scène, es decir, el sivas relecturas: por la forma de rodarla, por el modo montarla y,
realizador, confrontándola con la realidad del rodaje, dará su finalmente, por la manera de relacionarla con la banda sonora.
forma definitiva53. Pero antes de llegar ahí, surge insistente el punto crítico de
la puesta en imágenes: determinar desde dónde van a captarse
Efectivamente, cualquiera que haya pasado por la experien­ esos fragmentos y en qué momento de la acción. Esto es lo que
cia práctica de un rodaje ha comprobado la distancia entre entendemos por planificación: llevar a decisiones concretas la
lo que se planteó tentativamente con ensayos, bocetos, elu­ puesta en imágenes. Definir los planos, la acción que contienen,
cubraciones y lo que ocurre cuando se intenta plasmar todo su duración y el emplazamiento para observarlos. En definitiva,
ello. Unos hallazgos se confirman mientras otros pierden con­ la planificación, y su consignación en forma de guión técnico, no
sistencia, otros se transforman y otros nacen al juntar todos pueden enfocarse como una simple cuestión de trocear en pla­
nos. Porque es posible dar con una clave adecuada para construir
50. Joseph María Catalá, Lapuesta en imágenes. Conceptos de dirección cinematográfica,
el espacio y la acción y fallar en su “formulación visual”. Incluso,
op. cit., pág. 79. puede acertarse con la determinación de las unidades pero equi-
51. Vladimir Nizhny, Lecciones de cine con Eisenstein, op. cit., pág. 117.
52. Jean Mitry, Estética y psicología del cine, op. cit., vol. II, pág. 414. 54. Ibídem, pág. 47.
53. Jacques Aumont, El cine y la puesta en escena, op. cit., pág. 47. 55. Vsévolod Pudovkin, Lecciones de cinematografía, Madrid, Rialp, 1957, pág. 80.

DEL PAPEL AL PLANO II. LA PUESTA EN E SCE NA: UN CONC EP TO Y UN P R O CE SO


vocar el modo de observarlas. Con ello, frente a otros autores Primero establecimos en términos de puesta en escena dónde y
como Aumont, estamos planteando la idea de que la planifica­ cómo se desarrolla la acción, cómo y en qué espacios es represen­
ción consignada en el guión técnico debe incorporar todos los tada, por qué surgen los momentos críticos y las transiciones, y
ingredientes desarrollados por la puesta en escena: no solo la luego en cada fase señalamos la representación por el nivel más
naturaleza y forma de cada plano, sino el gesto y el movimiento alto de expresividad: gestos, mímica y lenguaje58.
del actor, los elementos escenográficos, los motivos gráficos y
el modo de componer todo ello en el encuadre. «El decoupage Hasta aquí, como ya vimos, el sistema puede emparentarse
técnico shooting script no es más que la continuidad dialogada, con la puesta en escena teatral. Sin embargo, de esta disección
enriquecida con toda clase de indicaciones para el rodaje y la analítica surgen las «unidades de acción» o «unidades de monta­
puesta en escena»56. je» que permiten aglutinar determinadas pautas de la acción bajo
Es muy arriesgado ofrecer recetas de planificaciones «idea­ un mismo motivo o intención. A su vez, dentro de cada unidad
les» para resolver estos dilemas, por más que este sea uno de los de montaje se realiza una fragmentación posterior que daría lu­
ámbitos predilectos de los manuales de dirección cinematográ­ gar a los planos. «Gracias a este orden de trabajo, los planos parti­
fica57. Muchos de ellos proponen soluciones estándar para rodar culares y su estructura de composición están determinados por la
diversas situaciones: varios personajes en torno a una mesa, un estructura de composición fijada para el plano-unidad, del cual
diálogo en el interior de un coche, un interrogatorio... Si bien el han sido segregados»59. Hay que recordar que Eisenstein desarro­
lector se puede sentir reconfortado ante la angustia de no saber lla este método empíricamente, basado en la experiencia de sus
dónde colocar la cámara, lo cierto es que estas «recetas» apuntan películas, en las que, de forma recurrente, se aplican múltiples
en una dirección diametralmente opuesta al sentido de la pues­ puntos de vista concurrentes sobre un mismo ingrediente de la
ta en escena, es decir, dar las claves visuales sin haber pasado acción60. Véase, por ejemplo, la secuencia del derrocamiento de
por el estudio previo de los conflictos dramáticos. Precisamente, la estatua del zar en Octubre (Oktyabr, 1928). En el momento en
cuando la puesta en escena se banaliza, cuando se convierte en que va a ser derribada, la acción se retoma y repite desde distintos
una mera rutina, el resultado es que los conflictos dramáticos se puntos de vista pertenecientes a una misma unidad de montaje.
«desactivan», el espacio se convierte en un decorado inerte y la Por otro lado, este paso intermedio, la unidad de montaje, no
acción languidece inanimada. Esta es la diferencia entre «ver la está muy alejado del funcionamiento, ya mencionado, del guión
acción» y «construir la acción», que los hechos se muestren ante técnico en relación con la experiencia del rodaje. Es decir, los pla­
la cámara o se representen en el espacio. A estas insuficiencias nos previstos en el guión son enriquecidos y multiplicados con
habría que sumar otra cuestión de mayor calado: con su puesta las tomas rodadas, algunas formuladas como repeticiones y otras
en escena el director ofrece una interpretación de la obra y, por como variaciones. Pero lo más importante es el vínculo estructu­
extensión, una visión del mundo. ral y dramático entre escena, unidades de montaje y planos. De
Frente a este reto, por tanto, no hay soluciones establecidas, hecho, el cineasta soviético recurre a dos herramientas gráficas
pero sí procedimientos de trabajo que nos pueden ayudar a en­ para demostrar dicho vínculo, que nos resultarán familiares y
contrarlas. Volvamos al magisterio de Eisenstein para avanzar en defenderemos a lo largo de este libro como esenciales para aco­
esa dirección: el modo en que podemos subdividir analíticamen­
te la escena. El punto de partida es una disección de la acción: 58. Vladimir Nizhny, Lecciones de cine con Eisenstein, op. cit., pág. 130.
59. Ibídem, pág. 121.
56. Michel Chion, Cómo se escribe un guión, Madrid, Cátedra, 2000, pág. 209. El 60. Aunque en el libro de Nizhny se llega a afirmar, refiriéndose a la conexión
término «continuidad dialogada» es equivalente a guión literario. de los planos que conforman una unidad de montaje: «El modo más sencillo de
57. En la segunda parte del capítulo VI planteamos una alternativa a este afán conservar tal unidad es rodar todos los planos desde el mismo ángulo, esto es, no
normativo: diseccionar casos concretos que puedan iluminar nuestro trabajo como dejar que el emplazamiento de la cámara cambie a lo largo de la filmación de los
potenciales directores. diversos planos de una misma unidad», ibídem, págs. 140-141.

64 DEL PAPEL AL PLANO II. LA PU E ST A EN E SC E N A : UN CO N CE P T O Y UN P R O C E S O


f.
meter este trabajo: dibujos en planta para construir y analizar la De la escena a la secuencia: una unidad fragmentaria
acción de conjunto y viñetas para representar momentos concre­
tos de la misma. Un procedimiento que revela hasta qué punto Establecido el campo de acción de la puesta en escena, es preciso
surgen las imágenes como respuesta a los problemas dramáticos. incidir en su unidad de actuación: la escena. Porque hay una
Además, Eisenstein demuestra su efectividad aplicándola a casos peculiar discordancia entre el marco de trabajo de la puesta en
concretos. El libro de Nizhny recoge un supuesto planteado en escena y la unidad que nos sirve el guión literario: la secuencia.
sus clases en el YGIK (Instituto Estatal de Cinematografía)61. Se Escena y secuencia son dos términos que a menudo se confun­
trata de una escena que transcurre en un salón donde las tropas den o se utilizan erróneamente de forma indistinta. Como ha
coloniales francesas han tendido una emboscada a Dessalines, señalado pertinentemente Catalá, esta confusión se ha exten­
líder de la independencia haitiana. Durante varias sesiones, Ei­ dido tanto en el campo teórico como en el técnico, intentando
senstein estudia metódicamente con sus alumnos cómo será la ahuyentar el conflictivo concepto de «escena» del ámbito cine­
escena: la forma del espacio, dimensiones, número de personajes, matográfico. Siguiendo al autor catalán, lo formularemos expe­
disposición de los mismos en el espacio, ingredientes concretos ditivamente: la escena es un segmento narrativo caracterizado
de la acción... Por ejemplo, veamos cómo resuelve el momento por su unidad espacial, de manera que varias escenas pueden
en que Dessalines, acorralado, intenta escapar de la trampa que componer una secuencia. Por su parte, la secuencia constituye
le han tendido (fig. 5). Sin duda, este podría ser un procedimien­ una unidad temática y dramática, lo cual puede incluir varios
to efectivo para acometer la planificación de una película. Todo espacios y tiempos relacionados. Determinar los límites precisos
depende de la capacidad del lector para vislumbrar esas unidades de esta última es una cuestión tan escurridiza como estéril teó­
y representarlas gráficamente. ricamente. Los intentos de hacerlo por parte de autores como
En suma, al planificar el director debe percibir que la pues­ Metz, Mitry, Aumont o desde los manuales de escritura de guio­
ta en escena cristaliza, que cada plano refuerza la unidad dra­ nes (Chion, Vale, Vanone, Field) chocan con la casuística más
mática y que algo nuevo nace de todo ello. elemental. Siempre encontraremos ejemplos para cuestionar las
premisas de la unidad secuencia. Desde una perspectiva prácti­
ca, la puesta en escena no precisa entrar en esta polémica, por
más que el guión literario invoque la secuencia como unidad.
Con independencia de que, a menudo, la secuencia se aplique
como sinónimo de escena, es la unidad espacial que comporta
esta última la que debe centrar la reflexión del director.
El sustantivo «escena» no denomina solo un lugar físico, sino
también un concepto estético. Es más, se trata de un útil pensa­
miento cuya característica principal es conjuntar precisamente un
lugar físico con un concepto estético para posibilitar la simbiosis
entre los mismos que representa la escena cinematográfica62.
Por otro lado, resulta poco esclarecedor comparar el fe­
nómeno con fórmulas literarias equivalentes como la escena
Fig. 5. Esquemas gráficos (planta 62. Joseph María Catalá, Lapuesta en imágenes. Conceptos de dirección cinematográfica,
y storyboard) de Eisenstein. 61. La escuela de cine más antigua del mundo. Fundada en 1919. op. cit., pág. 206.

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novelesca o la teatral. Por más que esta última pese con su im­ tica, pues esa unidad de lugar que postula la escena coincide
pronta y experiencia, lo cierto es que la escena cinematográfica con una unidad operativa: la de rodaje. Con todo, no deja de
comporta una unidad de otra naturaleza: la que se establece ser paradójico algo que entendieron muy bien los primeros artí­
tras el montaje y queda determinada en la pantalla. Piénsese fices del estilo de continuidad: la segmentación significante de
que, en ocasiones, el espacio profílmico que supuestamente ha la escena, sometida a las contingencias del rodaje, tiene como
servido de base a la escena es inexistente. La siguiente afirma­ misión final reforzar los lazos de unión de ese núcleo narrativo.
ción de Dziga Vertov lo enuncia con claridad: Fragmentamos para unir con más intensidad lo que ya de por
sí concita el espacio. Dicho de otro modo: la unidad espacial
Soy un constructor. Te he colocado... en una habitación ex­ solidifica los nexos narrativos.
traordinaria que no existía hasta ahora, cuando yo la he creado.
En esta habitación hay doce paredes, filmadas por mí en dife­
rentes partes del mundo. Reuniendo planos de paredes y deta­ La escena como marco espacial
lles, he conseguido disponerlos en un orden agradable63.
De todo lo anterior puede deducirse el intenso vínculo establecido
Realmente, no puede haber una confrontación más radical entre la escena y su ámbito espacial, lo que podría inducir a creer
entre el efecto unitario del espacio mostrado y la disparidad de que la puesta en escena cinematográfica es básicamente ensayar so­
sus fragmentos constitutivos. La potencia de esta imagen nos bre el espacio previamente localizado o construido. Sin embargo,
permite entender que lo importante en el trabajo sobre la esce­
na es saber estructurar el espacio en torno a diversos núcleos y .. .en la labor cinematográfica se produce, en un inicio, un ejer­
Fig. 6 concepciones del cuadro. cicio dialéctico entre la escena ideal (de raíces literarias) y la
Sin llegar a estos extremos, un mismo espacio mostrado en su escena cinematográfica en el que las acciones son constitutivas
totalidad puede ser reformulado en función del punto de vista, del propio espacio de la escena, en lugar de producirse sobre la
haciendo «desaparecer» sus límites inicialmente propuestos. Así misma como quiere la estética teatral64.
sucede en la secuencia del tren de Elplacer {Leplaisir. M. Ophüls,
1952). En la disposición frontal aparecen las paredes del compar­ Es decir, es la determinación de la acción la que debe pre­
timento del vagón (fig. 6). Sin embargo, al articular en diversos figurar el espacio y no el diseño escenográfico el que acabe
planos el espacio, las paredes desaparecen para ubicar la cámara concitando lo que ocurrirá en él.
a un lado (fig. 7) y a otro (fig. 8). El propósito no solo es darle No pretendemos caer en una cinta de Möbius, donde los
más amplitud al espacio, sino desvelar su naturaleza ficcional y, conceptos manejados hasta ahora se retroalimentan en un sin­
sobre todo, establecer la confrontación visual entre pasajeros tan fín trasladando las fronteras de su significado, pero es nece­
diferentes. Reconstruir el espacio resultante de estos tres planos sario insistir en que la escena no es un remedo de la realidad,
sería imposible, pues los tres presentan una configuración visual, no se formula con sus principios. Si así fuera, todo consistiría
basada en un punto de vista móvil, que desmonta sucesivamente en dejar a la cámara contemplar la realidad (tal y como hace
sus contornos. De modo que es la acción continua y la forma de una cámara de vigilancia). «La escena cinematográfica tiene la
verla lo que otorga a la escena su aparente uniformidad espacial. forma virtual que le confiere la confluencia de los diferentes vec­
Finalmente, lo que solventa cualquier controversia frente a la tores espacio-emocionales que la componen»65. A lo cual añadi-
ambigüedad terminológica escena/secuencia es la propia prác-
Fig. 8 64. Joseph María Catalá, La puesta en imágenes. Conceptos de dirección
63. Dziga Vertov (Annette Michelson, comp.), Kino-Eye: The Writings o f Dziga cinematográfica, op. cit., pág. 79.
El placer (M. Ophüls, 1952). Vertov, Berkeley, University of California Press, 1984, pág. 17. 65. Ibidem, pág. 81.

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riamos la dimensión temporal, puesto que esos vectores, sean es que ese es el modo de acceder a ese espacio, que la natura­
planos o «unidades de montaje», se conjugan en sucesión, y sin leza de esos hechos requiere de ese punto de vista limitado,
embargo su disposición final debe trasladarnos, transmitir las incompleto y a distancia.
condiciones de un modo de realidad que llamamos ficción na­
rrativa. Debe, en palabras de Aumont, «devenir presencia vital».
Fig. 9
Ilustremos esta idea con un ejemplo elocuente. Se trata de Lo escena como marco temporal
la escena, perteneciente a La cinta blanca (Das weiße Band.
M. Haneke, 2009), que narra el fallecimiento en un acciden­ ¿Cómo se inscribe el tiempo en la escena? De entrada, pudiera
te de una campesina. Su cadáver yace sobre una cama cuyas parecer que la escena alcanza su plenitud al resolver sus pro­
dimensiones casi ocupan la angosta habitación. Dos mujeres blemas dramáticos sobre el espacio. Sin embargo, como acaba­
lavan el cuerpo con el fin de prepararlo para el velatorio. De mos de adelantar, la disposición temporal de dichas soluciones
repente, llega el marido avisado del terrible suceso (fig. 9). es parte de la cuestión. Por más que su discurrir nos parezca
O rdena salir a las mujeres y se queda a solas con ella (fig. 10). consustancial al desarrollo de la acción, se trata de un efecto
Fig. 10 Sin articular palabra, se acerca y se sienta junto al cabecero. construido, no un hecho del que partir. No caer en la cuenta
Tras unos segundos, escuchamos un sollozo quedo, apenas de ello supone despreocuparse de sus posibilidades. Como si
imperceptible. Lo llamativo de la disposición espacial de esta el director de orquesta interpretara correctamente la partitura,
escena es que ha sido captada desde un punto de vista úni­ pero sin percibir el tempo más expresivo.
co, con un emplazamiento de cámara que no permite ver el
cabecero ni, por tanto, el rostro de la mujer y el gesto final Pero la imagen fílmica surge en los planos y existe dentro de
del marido (fig. 11). Se trata de un espacio oculto, más que cada uno de ellos. Por eso, en los trabajos de rodaje tengo en
Fig. 13 fuera de campo, puesto que es una parte del dormitorio ante cuenta el flujo de tiempo dentro del plano e intento reconstruir­
La cinta blanca (M. Haneke, 2009). el que se ha situado la cámara. Ese ocultam iento secciona el lo y fijarlo con precisión66.
cuerpo muerto y deja solo una parte a nuestra visión; justa­
mente la que tiene un carácter más obsceno y morboso, la Es más, al fragmentar la escena se produce una reconsi­
que le da un aire de vulgaridad cotidiana. De manera que deración del tiempo narrativo, pues con la toma única solo
tenemos la presencia material de la muerte, pero no aquello dependía de un factor: el modo de escenificar la representa­
que revela su dimensión emocional. Esta sensación se inten­ ción. En este sentido, la herencia teatral era intensa. Con la
sifica con la llegada del marido y, sobre todo, cuando se sienta fragmentación no hay más remedio que evaluar los tiempos
y aproxima, suponemos, a su rostro. En este momento, tanto parciales que establece cada plano, el modo en que contienen
la inmovilidad de la cámara como el sostenimiento del plano la acción, acción que se desarrollará en espacios que comple-
generan una tensión entre el espacio visible y el no visible, jizan o dinam izan, por la estructura de su composición, la
invitándonos a completar la escena. Además, este sistema de impresión temporal. Además, aparece un factor desconoci­
contención se vale de la iluminación, con un fuerte contraluz do hasta entonces: el tiempo «interplanos», que el juego de
que impide ver claramente los rostros, y la distancia, como si la continuidad y la unidad espacial tienden a borrar. Una
no se atreviera a profanar ese momento. idea convencional de la fluidez narrativa nos hace creer en
Pues bien, la eficacia de esta escena consiste en hacernos en­ la inexistencia de fisuras entre planos sucesivos de una mis­
tender que esa disposición espacial y la forma de verla consti­ ma secuencia. Pero esto no es un principio universal. Por
tuyen un todo dramático sin el cual el sentido de ese momento
devendría obvio y previsible. La sensación final que obtenemos 66. Andrei Tarkovski, Esculpir el tiempo, Madrid, Rialp, pág. 140.

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ejemplo, el cine de Eisenstein, o el de G odard en otras coor­ titulado «Holly», incluido en Nueve vidas (N ine Lives) (R.
denadas, serían una buena prueba de ello. La cesura, la he­ García, 2005), es un ejemplo de ello. Rodado en plano se­
rida entre planos (a veces manifestada en la m anida ruptura cuencia, narra el mom ento en que Holly vuelve a casa de su
del raccord) no es sino la evidencia de esa reconfiguración padre para ajustar cuentas con él. Al entrar se encuentra a
temporal que supone la concatenación de planos. Como esos su herm ana y, m ientras espera la llegada del padre, le cuenta
planos desordenados que G odard intercala en Pierrot le fou de modo desgarrador cómo éste abusaba de ella cuando era
(1965) para m ostrar la precipitada huida de M arianne y Fer- niña. La conversación discurre por diversas estancias de la
dinand de su apartamento. casa. Al llegar a la puerta trasera, Holly sale al patio y se
Por otro lado, hay una tendencia generalizada a enten­ acerca al columpio que hay colgado de un árbol (fig. 12). La
der el relato fílmico como una construcción sintagm ática, cámara, que hasta entonces la ha seguido de cerca, se queda
una cosa sigue a la otra, un acontecim iento sucede como detenida en el um bral, ofreciéndonos un plano general del
resultado del anterior. Esa estructura lineal viene reforza­ lugar (fig. 13). En ese instante, se activa una música que cla­
da por el hecho de disponerse sobre el eje tem poral de la ramente nos traslada al tiempo de la niñez, como si la pro­
narración, siempre abocada (salvo extrañas excepciones) a tagonista hubiera vuelto a su pasado. M ientras se columpia, Fig. 13
progresar hasta un final. Sin embargo, como ocurre en la dice: «Empújame, papá. Empuja». Es como si el punto de Nueve vidas (R. García, 2005).
literatura, si los acontecimientos se disponen concatenados, vista hubiera adoptado tam bién una distancia temporal. De
sus causas y relaciones se entretejen en form a de red. Es manera que, sin salir de la continuidad visual y de acción,
decir, no solo acum ulam os el conocim iento que procuran sin «abandonar» la escena, se ha operado un salto temporal
las acciones pasadas, sino que establecemos hipótesis con que convive con el presente, pero recuperando los hechos
respecto a las que vendrán y a las que aún no han estable­ y el espacio del pasado. La complejidad de esta doble di­
cido vínculos. Pero esto es solo una dim ensión del asunto. mensión tem poral contestaría ese planteam iento esencialista
Si por un m om ento nos apartam os del hilo narrativo, com ­ del tiempo fílmico, la primacía del «tiempo real», que de­
probaremos que cada escena, gracias a la puesta en escena, fendiera Bazin: «Por prim era vez, la imagen de las cosas es
teje un conjunto de operaciones relacionadas, entre otras también la de su duración: algo así como la momificación
muchas cosas, con el contexto y psicología de los persona­ del cambio»67.
jes, las claves de época, la función simbólica de los objetos, En suma, la unidad espacial de la escena suscita una estabi­
la ilum inación... Todo ello hace que una película (al igual lización del tiempo en torno a ella. Sin embargo, sus contornos
que un cuadro) requiera, además del seguim iento de la ac­ ( y fisuras) temporales son tan maleables y gaseosos que ca­
ción, de la contem plación y de la mem oria para adentrarse ben múltiples trasgresiones dramáticas. En palabras de Andrei
en otras lecturas y apreciaciones. Tarkovski:
El resultado de todas estas operaciones es una concepción
del tiem po escénico más complejo del que cabría suponer. Una película verdadera, con un tiempo fijado con precisión en
M ás adelante nos referiremos a las articulaciones temporales el celuloide, pero que fluye por encima de los límites del plano,
«intersecuencias», como la activación de la elipsis; lo funda­ vive en el tiempo solo cuando el tiempo a la vez vive en ella. La
m ental aquí es reparar en que la construcción tem poral de especificidad del cine radica precisamente en las peculiaridades
la escena tiene el mismo rango que otros problemas narrati­ de ese proceso recíproco68.
vos de la puesta en escena. Incluso cuando se m anifiesta en
rigurosa continuidad gracias al efecto del plano secuencia, 67. André Bazin, ¿Qué es el cine?, Madrid, Rialp, 1999, pág. 29.
pueden establecerse mecanismos disruptivos. El episodio 68. Andrei Tarkovski, Esculpir el tiempo, op. cit., pág. 144.

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