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ESTANCAMIENTO Y CRISIS DE LOS 60:

EL FIN DEL URUGUAY LIBERAL (1959 - 1973).


GUÍA DE ESTUDIO

A partir de 1955, en Uruguay empezó a agotarse el modelo económico y político de


crecimiento hacia adentro. La desigualdad social se hizo más evidente. La idea de Uruguay
como un país más desarrollado que el resto de América Latina empezó a ser cuestionada
por la realidad. Los distintos gobiernos del período no pudieron resolver los problemas
económicos y sociales que se les presentaban y ante el miedo de una rebelión social se
volvieron más censuradores y represivos.

La década de 1960 fue un período de crisis y cambios en el Uruguay y en el


mundo; el Estado de bienestar empezaba a desmoronarse. El rock, la
cultura hippie, el Mayo francés, la Revolución cubana daban cuenta de que el
mundo estaba cambiando. Por entonces, en Uruguay terminaba el tiempo de
crecimiento económico y de bienestar social del período batllista y era difícil
encontrar alternativas.

Surgieron cambios en lo político: el Partido Colorado perdió las elecciones y los


blancos gobernaron entre 1959 y 1963 derribando la política batllista y creando
un Estado más liberal. La crisis económica obligó al gobierno a firmar los
primeros acuerdos con el FMI a cambio de préstamos para cubrir los gastos del
país.

En lo económico, el problema principal fue la disminución de las exportaciones


de materia prima; en consecuencia, entraban menos dólares al país y el Estado
no tenía dinero para ayudar a la industria nacional. Los obreros y la clase media
fueron los que más sufrieron la crisis: desempleo, baja de salarios y suba de
precios de los productos básicos. Los sindicatos y los grupos de izquierda se
movilizaron: en 1964 se fundó la CNT y se formaron varias agrupaciones de
izquierda con la idea de lograr una revolución popular por las armas como en
Cuba; una de estas agrupaciones fue el grupo guerrillero MLN-T.

En 1967 se reformó la Constitución y se le dio al presidente más poder de


decisión. Ese año ganó las elecciones el general Óscar Gestido, quien falleció a
los pocos meses de asumir y quedó en el poder su vicepresidente, Jorge
Pacheco. Junto con sus ministros, que integraban los grupos económicos más
importantes del país, Pacheco gobernó aplicando represión policial y censura
política, redujo los salarios y congeló los precios para intentar detener la
inflación. Se estaba gestando el final de la democracia.

EL DETERIORO ECONÓMICO

Al terminar en 1953 la Guerra de Corea, también se terminó para Uruguay la época (desde 1939) de los
buenos precios y las grandes ventas al exterior provocados por los conflictos bélicos en el mundo.
Hacia mediados de los años 50, Uruguay empezó a sufrir la baja de precios de sus rubros exportables mientras
se mantenían o subían los de las importaciones. Esto significaba que debíamos pagar con más carne o lana la
misma maquinaria, lo que implicaba una evasión de nuestra riqueza al exterior y una menor capacidad de
compra ("deterioro de los términos de intercambio"). Si en 1951 pudimos comprar afuera por el equivalente a
un índice 132, en t959 compramos la mitad (índice 60).
Por el mecanismo que ya conocemos, al reducirse las divisas que proporcionaba el agro (184 millones de
dólares en 1955,98 en 1959), disminuyeron las importaciones de los materiales imprescindibles (combustibles,
máquinas, repuestos) para el funcionamiento de la industria. Comenzó a bajar su producción, a cerrar fábricas,
a descender el empleo y reducir el salario.
Si a los saldos desfavorables de la balanza comercial se le sumaban la declinación de la industria y los déficit
presupuestales del Estado, el resultado tenía que ser un proceso inflacionario. En la década del 40 se registró
un 5% anual, que pasó al 11% en el primer quinquenio y al 31 % en el segundo quinquenio de la década de los
50. En cada período inflacionario se produce una transferencia de ingresos de un sector social a otro, y todos
luchan por mantener o acrecer su parte en el ingreso nacional. Por ejemplo: los ganaderos produjeron y
exportaron menos, y sus precios bajaron; entonces pidieron al Gobierno que devaluara el peso (para recibir así
más pesos por cada dólar que obtenían de afuera). Y para presionarlo -como ya vimos- retuvieron la venta de
la zafra lanera y algunos contrabandearon su ganado al Brasil en busca de mejores precios.
Pero si el Gobierno devaluaba, el industrial tenía que poner más pesos para comprar 105 dólares que le
permitieran traer del exterior los combustibles y las máquinas. Si ya la industria marchaba mal por el
proteccionismo extranjero y por lo reducido del mercado interno, no quería además soportar esta otra carga
adicional. Trató de trasladar ese impacto a los salarios obreros: o despedía o los paralizaba.
Por su parte, los obreros tampoco quisieron aceptar el resultado de una devaluación, que se traducía en suba
del costo de vida, desocupación y congelación del salario. Empezaron a organizarse más, aumentaron los
conflictos gremiales y las huelgas y el clima de tranquilidad social que hizo surgir la frase "Como el Uruguay
no hay", comenzó a desvanecerse.
Otra consecuencia negativa del proceso inflacionario fue que muchos capitales se retiraron del agro y la
industria, estancados, para dedicarse a la especulación. Los Bancos se multiplicaron (entre 1954 y 1961
pasaron de 30 a 61 con 557 sucursales) y se extendieron a negocios inmobiliarios, rurales, comercio exterior y
compra-venta de divisas. En los años siguientes también surgieron las 'financieras , o casas colaterales de
Bancos que no osaban hacer por sí mismos negocios en el filo de la legalidad.

EVOLUCIÓN DE LA SOCIEDAD

Las principales características demográficas del Uruguay fueron similares a las de los países desarrollados. Por
ejemplo, se acentuó el lento crecimiento de la población. En el Censo de 1963 se relevaron 2.595.510
uruguayos, 10 que indicaba una tasa de natalidad de apenas ¡ ,2% anual. Estaban distribuidos casi por mitades
entre Montevideo y el Interior; y todavía, dentro de éste, la mayoría en ciudades, lo que elevaba la población
urbana a 80% del total. A la expulsión que provocaba una ganadería estancada se había sumado la atracción a
las ciudades por la industria y los servicios.
Otro rasgo similar fue el envejecimiento de la población: los mayores de 60 años alcanzaban al 9%-frente al
7% en el resto de América Latina- y los menores de 15 años eran 26%-frente al 40%-. Esto llevó a un aumento
de las clases pasivas, y de su peso en el déficit presupuestal del Estado puesto que había un pasivo frente a tres
activos.
La ampliación del sector servicios, tanto públicos (los nuevos Entes Autónomos) como privados (banca,
enseñanza, transporte) acreció las clases medias: funcionarios públicos, empleados privados, pequeños
comerciantes e industriales, profesionales, bancarios, docentes, etc.
Los funcionarios públicos pasaron de 100.000 en 1946 a 193.000 en 1961; sumándoles otros tantos jubilados,
alrededor de 400.000 personas dependían del Estado, o sea, un 15% de la población total.
También los empleados privados sumaban 190.000 en 1956:
en el comercio, 140.000; en la industria, 40.000; en la banca, 8.000. Más alrededor de 12.000 profesionales, en
buena parte mujeres, que ya habían pasado del tradicional magisterio a todas las profesiones.
En el campo, el número de integrantes de las clases medias fue menor, pero no era desdeñable la cantidad de
pequeños y medianos productores rurales y empleados de servicios vinculados a esas actividades.
Juntas, urbanas y rurales, las clases medias dieron el tono de las formas de vida y de mentalidad del uruguayo
corriente. Se traducían en la convivencia pacífica de una sociedad integrada
con muchas vertientes diversas de la inmigración y una afirmación sin vacilaciones del sistema democrático,
las instituciones públicas y los partidos políticos tradicionales. La del 50 fue la década final de ese país sin
grandes conflictos, que admiraban los observadores extranjeros en medio de una América Latina tiranizada y
hambreada.
La clase obrera había crecido con la industria. En 1955 había 160.000 asalariados en las manufactureras y casi
30.000 en la construcción. La abundante legislación laboral de la época estimuló la agremiación y hasta los
empleados públicos se organizaron en sindicatos: los del Frigorífico Nacional en 1940; bancarios, en 1942; los
de UTE, en 1944; los de ANCAP, en 1951.
Cuando surgió la crisis económica, a mediados del 50, la desocupación y la inflación empujaron a los obreros
a medidas defensivas como paros y huelgas, y a intentos de unificar sus diversos sindicatos para favorecer su
posición dentro de la sociedad. En 1942 se creó la Unión General de Trabajadores (UGT) que, por su
vinculación con el Partido Comunista, encontró fuerte resistencia. En 1951 se fundó la Confederación Sindical
del Uruguay (CSU), pero esta vez fue su relación con las centrales norteamericanas lo que hizo fracasar los
propósitos de unificación del movimiento obrero. En 1958 coincidieron reclamaciones obreras con la petición
de una Ley Orgánica para la Universidad por los estudiantes. Se encaró así una movilización conjunta que
conmovió a la capital, contribuyó a la derrota del "quincismo" y del Partido Colorado, y obtuvo para los
manifestantes varias conquistas: Ley Orgánica universitaria para los estudiantes; y leyes sobre seguro de paro,
asignaciones familiares para desocupados y salario maternal, para los obreros.
Todos estos cambios sociales (urbanización, industrialización, crecimiento de clases medias y obrera, mejor
nivel de vida) se reflejaron en la educación.
Se expandió la educación primaria al punto que el analfabetismo cayó al 9,5% en 1957 y el 90% de los niños
en edad escolar iban efectivamente a la escuela.
Pero el gran crecimiento correspondió al segundo nivel. Entre 1940y 1960 se multiplicó por 4 el número de
inscriptos en len año de liceo, lo que se correspondía con la fiel creencia de la clase media en que la educación
era el instrumento básico para el ascenso social y económico. El crecimiento de la educación media no fue, sin
embargo, parejo. Muchos más entraron a Secundaria -antesala de la Universidad- que a las escuelas
industriales, porque el prestigio de los oficios manuales era mucho menor que el de las profesiones
universitarias.
-También creció la Universidad: de 4.800 estudiantes en 1939 a 17.000 en 1957; la mitad de ellos a Derecho y
Medicina, mientras que apenas un 10% lo hizo ~n un país agropecuari¾ en Veterinaria y Agronomía. Aunque
venían de antes, ahora empezaron a agravarse otras dificultades: carreras excesivamente largas (ocho o diez
años), egresados relativamente mayores (alrededor de 30 años), recursos financieros insuficientes para atender
el crecimiento estudiantil. Esos fueron otros tantos datos de la realidad universitaria que contribuyeron a
desencadenar una activa movilización estudiantil en 1958 en procura de una Ley Orgánica que afirmara la
autonomía y el co-gobierno (docentes, egresados y estudiantes) en la Universidad, lo que a la postre se obtuvo.
LAS DEBILIDADES DEL MODELO Y EL FRENO DEL NEOBATLLISMO

El neobatllismo se caracterizó por intervenir la economía del Estado, aplicando distintos mecanismos


como los subsidios y el proteccionismo aduanero. Creó asimismo un sistema llamado de cambios
múltiples para el comercio exterior. Para favorecer el desarrollo de la pequeña industria ofreció
préstamos a bajo interés. Al igual que el primer batllismo, llevó adelante varias nacionalizaciones;
probablemente la más importante fue la de los ferrocarriles y los tranvías, pertenecientes a compañías
inglesas.
A pesar de los esfuerzos del gobierno, las industrias uruguayas nunca pudieron superar la limitada
capacidad de consumo del país. Mientras las industrias europeas estaban recuperándose de la guerra, la
producción local estuvo a salvo de la competencia. Una vez fortalecida Europa, ese contexto favorable
desapareció.
En 1953 finalizó la guerra de Corea y el comercio exterior uruguayo se vio afectado. Se cerró un
mercado fundamental para muchos productos locales: alimentos, vestimenta y calzado utilizados por el
ejército estadounidense. Rápidamente las materias primas locales perdieron valor y cada vez se
necesitaba exportar más para acceder a los mismos bienes importados. Los efectos de estos cambios se
hicieron sentir en la vida de los uruguayos. Los precios subieron rápidamente; a este fenómeno se
le llama inflación. Muchas fábricas cerraron o redujeron su producción. En consecuencia creció el
desempleo y también el descontento social.
En este contexto, la oposición al gobierno aumentó su crítica. A los tradicionales enemigos del batllismo
—la clase alta rural y el capital extranjero— se sumaron las clases medias afectadas por la crisis. En
1958, después de noventa años, la ciudadanía decidió elegir al Partido Nacional para gobernar.
A.- LOS COLEGIADOS BLANCOS ( 1959 – 1967 )

En 1958, luego de más de 90 años, el Partido Colorado perdió las elecciones nacionales.
El fracaso del neobatllismo, en su búsqueda por resolver los problemas de la crisis
económica de mediados de los años cincuenta, fue el principal factor para el triunfo del
Partido Nacional. Durante dos períodos sucesivos, los blancos tuvieron la mayoría en el
Consejo Nacional de Gobierno, el órgano colegiado que dirigía el Poder Ejecutivo. Fue una
etapa de grandes cambios en el modelo económico del Uruguay.

El triunfo del Partido Nacional en 1958 marcó el final de una etapa en la historia
política y económica del Uruguay. El neobatllismo había perdido el apoyo de
gran parte de la clase media y de los sectores populares, afectados por la suba
de precios y el deterioro de la calidad de vida. También se profundizó el
enfrentamiento con las clases altas vinculadas con la exportación de materias
primas y enemiga del modelo reformista.

La situación económica empeoró el descontento social. Los grupos más


conservadores de la sociedad encontraron en el sector del Partido Nacional
liderado por Luis Alberto de Herrera, y aliado al Ruralismo, de Benito Nardone,
un medio para frenar el reformismo neobatllista.

El Ruralismo fue un movimiento político generado en torno a la figura de


Nardone y surgió fuera de los partidos tradicionales. Nardone, conocido como
Chicotazo, fue un comentarista radial cuya crítica contra las medidas del
gobierno de Luis Batlle lo habían convertido en líder de gran parte de la
población rural del país.

El Partido Nacional inició una transformación en la política, impulsó un modelo


que redujo el papel del Estado en materia económica y eliminó muchas de las
medidas que el neobatllismo había instalado. Esta orientación económica
respondía a las propuestas del Fondo Monetario Internacional que, desde 1959,
se había convertido en principal acreedor del país.
A pesar de las transformaciones promovidas por los gobiernos blancos, la crisis
no fue superada. En la década de 1960 se profundizaron sus efectos y se agravó
el clima de inestabilidad social. Durante esa etapa se aceleró el proceso que
permitió la unificación del movimiento sindical y fue el período en que los
partidos de izquierda comenzaron a conformar alianzas electorales.

En esta primera victoria del Partido Nacional el sector más votado dentro de este partido fue el
herrero-ruralismo, cuyos dirigentes eran Luis Alberto de Herrera (caudillo blanco y una de las
principales figuras políticas del S. XX) y Benito Nardone, dirigente ruralista que, apodado como
Chico-Tazo, se había hecho muy popular en el Interior del país con sus alocuciones radiales de corte
populista, y que decidido a entrar en la política, se había aliado con los blancos. El otro sector (que
triunfaría cuatro años después) era la UBD (Unión Blanca Democrática), que representaba lo urbano.
De esta forma el Consejo Nacional de Gobierno (recordar que desde 1952 el Uruguay adoptó un
Poder Ejecutivo colegiado, donde el poder era ejercido por un consejo de nueve personas, seis del
lema más votado, tres del que lo seguía) quedó integrado por Martín R. Echegoyen, Eduardo Víctor
Haedo, Justo Alonso (herreristas), Benito Nardone, Faustino Harrison, Pedro Zabalza Arrospide
(ruralistas), y los colorados César Batlle Pacheco, Ledo Arroyo Torres y Manuel Rodríguez Correa.
En estas elecciones, los blancos triunfaron con el 49.7 por ciento de los votos, lo que representa
499.425 ciudadanos, y los colorados obtuvieron un 37.7 por ciento, lo que equivale a 379.062
sufragios.
Sin embargo, el cambio de mando de un partido político a otro estuvo signado por la intranquilidad.
Como ejemplo se puede hablar del relato de Líber Seregni, líder político que por ese entonces era
coronel, al periodista Alfonso Lessa, en el que cuenta que algún militar colorado le propuso a Luis
Batlle Berres no entregar el poder, y éste respondió echándolo "a patadas en el culo" (así se expresó
el testigo).]

PRIMER COLEGIADO BLANCO (ALIANZA HERRERO- RURALISTA )


1958-1962
El primer año de gobierno blanco fue bastante complicado.
En abril de 1959 se desataron graves inundaciones en los departamentos del litoral y del centro del
país. El gobierno aplicó Medidas Prontas de Seguridad entre el 15 de abril y el 23 de junio. Tuvo que
racionarse el consumo de energía, se creó una Comisión Pro-Damnificados, para obtener recursos se
lanzó un Empréstito Patriótico y se modificaron los horarios laborales. Las consecuencias fueron
catastróficas: se calcularon 41.000 personas desplazadas, además de pérdidas económicas y
materiales millonarias.
Además, en poco tiempo la alianza entre el herrerismo y el ruralismo se quebró, y comenzaron los
ataques entre un sector y otro. El 8 de abril de 1959 falleció Luis Alberto de Herrera.
Los blancos habían llegado al poder con la promesa de desmantelar el modelo neobatllista,
caracterizado por la intervención del Estado y numerosos subsidios, además del tipo de cambio
múltiple (esto significaba que el dólar tenía distinto valor dependiendo de la actividad de quien
comprara o vendiera). En este sentido, los blancos implementaron una política económica que
apuntaba a liberar la economía. El 17 de diciembre de 1959, fue aprobada la reforma cambiaria del
ministro de Hacienda Juan Eduardo Azzini, en la que, entre otras cosas, se eliminaba el poder del
Estado de fijar los tipos de cambio (a partir de ese momento el valor de las monedas sería fijado por
la oferta y demanda), se sustituía el tipo de cambio múltiple por aranceles aduaneros y nuevos
subsidios, y se devaluó la moneda, que pasó de 4,11 pesos por dólar a 11 pesos. Como producto de
esta reforma, que significaba un duro golpe al Estado benefactor (o al menos esa era la percepción de
la opinión pública de la época), se disparó la conflictividad social y en 1961 apareció la CTU
(Central de Trabajadores del Uruguay). El resultado inmediato de la reforma fue una inflación del 49
por ciento, producto de la devaluación, pero en los siguientes dos años, fue moderada.
En materia de política internacional, Uruguay confirmó ser un país influenciado por Estados Unidos.
Por ejemplo, en Punta del Este se llevaron a cabo las reuniones que crearon la Alianza para el
Progreso, y en 1961 Uruguay declaró personas no gratas al embajador cubano y al primer secretario
de la embajada de la URSS, y el año siguiente, nuevamente en Punta del Este, se realizó la VIII
Reunión de Consulta de Cancilleres, en la cual se decidió la expulsión de Cuba de la OEA. De este
primer gobierno blanco también datan las primeras cartas de intención firmadas con el FMI. Aunque
también se debe destacar la visita de Fidel Castro en 1959 (antes de que se declarara marxista-
leninista) y de Ernesto Guevara en 1961. Este último personaje dio un discurso en el Paraninfo de la
Universidad, en el que desconcertó a todos los uruguayos, al afirmar que la fuerza era la última
herramienta y que sólo debía ser usada contra el que la ejerce indiscriminadamente, además de
resaltar las condiciones democráticas del Uruguay. Al salir del Paraninfo, Guevara ingresó en un auto
en medio de la muchedumbre, y en una esquina, desde el Gimnasio Universitario, partieron varios
disparos. Cuando se disipó la multitud, se pudo constatar que el profesor de historia Arbelio Ramírez
había sido muerto por las balas destinadas a Guevara.[9] En su sepelio se distribuyeron volantes
amenazantes firmados por el MEDL (Movimiento Estudiantil por la Defensa de la Libertad), grupo
de ultraderecha, aunque hay versiones que dicen que Ramírez fue ultimado por izquierdistas. Durante
este primer gobierno blanco también se acabó con el largo litigio mantenido con Argentina sobre los
límites fluviales. El 30 de enero de 1961 se firmó una declaración conjunta por la que se estableció el
límite exterior del Río de la Plata, en la que se consolidaba la soberanía doble y compartida sobre las
aguas, así como se afirmaba que el Plata constituía en todo su curso un río hasta la desembocadura en
el océano Atlántico. Meses después, el Gobierno inglés presentó una protesta por esta resolución,
sosteniendo que las aguas eran un estuario, y que a partir de 6 millas de la costa, eran internacionales.
También en este primer colegiado blanco (así como en el segundo) se llevaron a cabo importantes
realizaciones en obras públicas. A partir de 1959 se aprobaron sucesivos planes anuales impulsados
por el ministro de Obras Públicas, Luis Giannattasio. En estos ocho años se construyeron las rutas 5
(Montevideo-Rivera) y 26 (Paysandú-Melo), con financiación del BID. Además se expandió la
Interbalnearia y se comenzaron a construir los puentes sobre el Solís Grande y el Solís Chico, y se
iniciaron conversaciones con Argentina para explotar el potencial hidroeléctrico de los ríos.

SEGUNDO GOBIERNO BLANCO ( LA UBDOXIA )

1962 1966
El 25 de noviembre de 1962 se llevaron a cabo elecciones, con un paisaje político distinto al de
cuatro años antes. El Partido Socialista (dirigido por Vivian Trías, que había desplazado al líder
histórico Emilio Frugoni) se alió con escindidos nacionalistas para formar la Unión Popular. El
Partido Comunista del Uruguay se presentó como el FIDEL (Frente Izquierda de Liberación), en el
que se agrupaba también a sectores que abandonaban los partidos tradicionales. La vieja Unión
Cívica del Uruguay se reformuló formando el Partido Demócrata Cristiano. En el Partido Nacional,
la UBD se alió con el Herrerismo ortodoxo para disminuir la influencia de Nardone. El resto del
Herrerismo continuó aliado al dirigente rural. Dentro del Partido Colorado continuaron las
fragmentaciones, destacando la creación de la Lista 99, integrada por elementos de la Lista 15 y de la
Lista 14. La recientemente creada lista presentaba un programa renovador que consideraban como
una actualización del batllismo. Por otra parte, también en la interna colorada, la Lista 14 se convirtió
en la Unión Colorada y Batllista.
Las elecciones fueron nuevamente ganadas por los blancos, aunque el margen entre éstos y los
colorados se redujo: de 120.000 votos hacía cuatro años, pasaron a 23.000 sufragios de diferencia.
El nuevo Consejo Nacional de Gobierno fue integrado por Daniel Fernández Crespo, Washington
Beltrán, Carlos María Penadés, Héctor Lorenzo y Losada (UBD), Luis Giannattasio, Alberto Héber
Usher (Herrerismo ortodoxo), Alberto Abdala, Amílcar Vasconcellos y Óscar Gestido (Partido
Colorado).
Este segundo gobierno blanco fue pronto víctima de las enemistades internas. La alianza entre la
UBD y el Herrerismo ortodoxo pronto sucumbió, y los ministros blancos comenzaron a ser
interpelados por los senadores de su propio partido.
La situación económica internacional fue adversa a Uruguay, ya que la Comunidad Europea comenzó
a subsidiar a sus productores y aumentó los aranceles, la URSS lanzó un programa para aumentar la
producción de carne y de leche, al tiempo que países como Australia y Nueva Zelanda aumentaron su
productividad. Los precios internacionales cayeron. En 1963 el Banco República debió devaluar la
moneda, y el dólar pasó a valer 16,50 pesos. La conflictivdad aumentó, y las huelgas, paros u
ocupaciones se hicieron comunes (entre enero de 1964 hasta marzo de 1965 se contabilizaron 650
movilizaciones). En 1964 se formó la Convención Nacional de Trabajadores, organismo de
coordinación entre los sindicatos dentro de la Central de Trabajadores del Uruguay (CTU) y los
sindicatos no afiliados a ella (por ejemplo, los bancarios o los trabajadores de la carne). El año 1965
fue devastador. Se inició con una intensa sequía que afectó al país durante el verano y perduró hasta
otoño, con las consiguientes pérdidas económicas en la actividad agropecuaria y la producción de
energía. Además, ese mismo año quebró el Banco Transatlántico, arrastrando tras sí al sistema
bancario nacional (Banco Atlántico, Banco Uruguayo de Administración y Crédito, Banco de
Producción y Consumo, etc.). Con la crisis salieron a luz varias prácticas fraudulentas, como, por
ejemplo, la textil CUOPAR, que tenía vinculaciones dolosas con el Departamento de Negocios con el
Exterior del Banco de la República, o "las bolsas negras", que eran créditos especiales concedidos a
varias personalidades políticas. El Gobierno debió soportar un sismo político al tiempo que la
Asociación de Bancarios del Uruguay declaraba la huelga general. El Gobierno continuó con su
política liberal, pero la economía no logró ser controlada, y en 1966 la deuda aumentó producto del
año electoral (como había sucedido en 1962), al igual que la inflación (entre diciembre de 1964 y
mismo mes de 1965 los precios aumentaron 88%).
También contribuyó a empeorar la situación la muerte, en 1964, de los principales líderes políticos
del país: Benito Nardone, Luis Batlle Berres, Javier Barrios Amorín, Daniel Fernández Crespo (todas
muertes acaecidas en un período de tres meses) y el retiro de la política de César Batlle Pacheco, que
moriría en 1966.
Por otra parte, la movilización obrera provocó la implementación en varias ocasiones de las Medidas
Prontas de Seguridad por parte del Gobierno (por ejemplo, en febrero de 1963, a raíz de la huelga de
los trabajadores de UTE, o en octubre de 1965, ante la presión ejercida por los gremios para aumentar
los salarios). Durante el segundo colegiado blanco fue tomando forma el movimiento obrero, y a la
creación en 1964 de la ya mencionada CNT le siguió la realización del Congreso del Pueblo en 1965,
donde se proponían las salidas a la crisis, lo que desembocaría con el establecimiento, en 1966, de la
CNT como central única de trabajadores.
En este segundo gobierno blanco tomaron lugar robos que luego se sabría eran obra de la guerrilla
urbana tupamaros. Se puede señalar el robo de armas del Club de Tiro Suizo de Nueva Helvecia
(considerado el primer acto de los tupamaros), el bombardeo de la embajada de Brasil después del
golpe de Estado en dicho país, atentados con bombas a domicilios de integrantes del Consejo
Nacional de Gobierno y a sucursales de bancos estadounidenses, etc. Además, por estos años se
llevaron a cabo las marchas cañeras, manifestaciones de trabajadores de la caña de azúcar de Artigas,
que reclamaron en Montevideo por los despidos masivos. Estos trabajadores eran dirigidos por Raúl
Sendic, al punto de que la consigna de la movilización era "por la tierra y con Sendic".
La reforma de 1966
Al llegar las elecciones de 1966, nadie discutía que el Colegiado era un sistema ineficaz, inoperante,
o demasiado deliberativo. En efecto, la imagen que tenía el pueblo uruguayo del Colegiado era una
corporación deliberante incapaz de tomar las medidas necesarias para lidiar con la crisis. Entonces,
junto a las elecciones para definir a los próximos titulares del Poder Ejecutivo, se presentaron cuatro
reformas constitucionales en las que se presentaban nuevos sistemas de gobierno. Todas tenían como
factor común la vuelta al presidencialismo. Cada una fue apodada con el nombre del color de la
papeleta de votación. A continuación, una breve reseña de cada una:
La reforma "amarilla": iniciada por un grupo de sindicatos y apoyada por el FIDEL. Promulgaba un
Poder Ejecutivo unipersonal aunque se le quitaban facultades al presidente, como, por ejemplo, las
Medidas Prontas de Seguridad. Obtuvo el apoyo del 5.21% del total de votantes habilitados.
La reforma "gris": fue presentada por una parte del Partido Nacional. Proponía, principalmente, un
gran fortalecimiento del Poder Ejecutivo, dándole facilidades para disolver las Cámaras, romper con
la autonomía de la educación, etc. Capturó el voto del 10.57%.
La reforma "rosada": obra del Partido Colorado, coincidía con la "gris" en el fortalecimiento del
Ejecutivo, aunque con mayor respeto a las garantías individuales, pero al iniciarse las alianzas con los
blancos para presentar una reforma conjunta, quedó en un segundo plano, siendo una porción
minúscula de las preferencias del electorado.
La reforma "naranja": fue presentada por la mayoría del Partido Colorado y del Nacional. Proponía la
sustitución del Consejo Nacional de Gobierno por un Presidente con mandato de cinco años (con el
Colegiado eran de cuatro) sin posibilidad de relección inmediata. Cambiaba fuertemente la relación
entre el P. Ejecutivo y el Legislativo, dándole más poderes al primero y otorgándole total control en
el orden económico-financiero. Fue la reforma que triunfó, con el 75% de los votos, superando el
35% que era necesario para ser aprobada.
La Constitución de 1967

Ante la situación de crisis e inestabilidad que vivía Uruguay en la década de 1960 se buscaron


alternativas para resolverla. Una de ellas fue la votación por la ciudadanía de una nueva Constitución.
Se buscaba cumplir dos objetivos: impulsar formas de desarrollo social y económico de los grupos
sociales más afectados por la crisis y frenar la creciente movilización social y política. Se
intentó lograrlo reforzando la figura del presidente de la República y otorgándole mayor poder de
decisión.
En las elecciones de 1966 se votaron cuatro proyectos de reforma constitucional. La opción aprobada
recibió el 47 % de los votos. En esta reforma se amplió el mandato del presidente y del Poder
Legislativo a cinco años por cada elección. El Poder Legislativo y el Poder Judicial casi no sufrieron
modificaciones en sus características. Los cambios más relevantes se dieron en el Poder Ejecutivo. El
Consejo Nacional de Gobierno de nueve miembros dejó de funcionar; se pasó a un presidente elegido
directamente por el pueblo actuando con un Consejo de Ministros y se le dio más poder de
resolución: tenía la iniciativa exclusiva de crear empleos o nuevos gastos en el presupuesto, podía
enviar al Poder Legislativo proyectos de urgente consideración y podía vetar o modificar cualquier
proyecto de ley que ya hubiese sido aprobado en el Parlamento.Además, se crearon oficinas técnicas
en el plano económico. El objetivo era lograr una administración económica y financiera más rápida
y eficiente. Con estos cambios, el Ejecutivo controlaría más la economía y las finanzas a través de la
Oficina de Planeamiento y Presupuesto y del Banco Central, y tendría mayor poder de decisión en las
empresas del Estado. A su vez, se crearon nuevos ministerios: Comunicación, Transporte y Turismo,
y se reorganizaron otros como el de Industria y Comercio o Educación y Cultura. En los
departamentos se volvió a instaurar la figura del intendente y la Junta Departamental con cinco años
de mandato.La Constitución le otorgaba al presidente y a sus ministros más poder, que también podía
usarse con objetivos autoritarios para limitar los derechos individuales en función de la paz social y
el bienestar del país. Los gobiernos colorados que fueron elegidos bajo esta nueva Constitución así lo
hicieron.

LA CULTURA POPULAR DE LOS AÑOS SESENTA1960-1970 /

La situación del Uruguay de la década de 1960 no se parecía en nada al Uruguay de la posguerra. La


nueva realidad transformó la vida y cultura de los uruguayos. La generación del 45 ya había criticado
duramente el falso bienestar que vivía el país, pero lo que fue una denuncia se convirtió en realidad a
fines de los años cincuenta. Muchos artistas y pensadores comenzaron a utilizar su arte y conocimiento
para explicar, reflexionar y explorar posibles salidas a la nueva situación.
La idea de que Uruguay era la Suiza de América se fue diluyendo a medida que la crisis se agravaba.
Frente a esa situación los uruguayos buscaron explicaciones y alternativas. Escritores, músicos,
historiadores y economistas pensaron respuestas y sugirieron soluciones. La sociedad de la década de
1960 se comprometió con los problemas sociales, políticos y económicos del país y muchas personas
comenzaron a simpatizar con las ideologías de izquierda. La cultura de los sesenta miró lo que sucedía
afuera pero con el objetivo de comprometerse con los sucesos que se vivían dentro del país. Las
movilizaciones sociales y los reclamos estudiantiles que se daban en todo el mundo repercutieron en la
vida política y cultural: la Revolución cubana, la guerra de Vietnam, el movimiento hippie, la masacre
estudiantil de Tlatelolco, el Mayo francés, los nuevos movimientos culturales en Europa y Estados
Unidos fueron hitos que se mezclaron con la reivindicación de la cultura latinoamericana.Para muchos
la cultura latinoamericana era el lugar desde donde debía definirse la raíz de la identidad. Mediante la
escritura, la música, la pintura, el teatro o la historia, los artistas y pensadores se centraron en buscar
las relaciones políticas, económicas y culturales que unían a Uruguay con el resto de América Latina, y
rechazaban la idea de que el país estaba más cerca del mundo europeo que del latinoamericano.La
cultura uruguaya de los sesenta hizo una revisión crítica del pasado político, económico y cultural que
había construido hasta principios de siglo y se propuso buscar la esencia de la verdadera identidad:
con la música popular se buscaron las raíces en el folclore; en la escritura hubo cambios en el estilo y
en los tema con una mirada muy crítica. Se desarrolló mucho la investigación en el campo de la
historia nacional.

RAÚL SENDIC Y LOS CAÑEROS1957-1972 .

Raúl Sendic nació en 1925 en el departamento de Flores. Hasta los 18


años vivió en el campo, junto con su familia, y realizó tareas vinculadas
al medio rural. Cuando terminó el liceo se mudó a Montevideo a
estudiar abogacía. Desde muy joven militó en el Partido Socialista y
ocupó puestos de dirección en la organización juvenil. Con experiencia
política y a punto de recibirse de abogado, se trasladó al norte del país
para hacer tomar conciencia y organizar sindicalmente a los
trabajadores rurales.

Las condiciones de vida de los trabajadores del norte del Uruguay eran
terribles. Familias enteras vivían en rancheríos sin agua potable,
atención médica ni escuela.El trabajo de Raúl Sendic con los cañeros
consistió en hacerles tomar conciencia del abuso del que eran víctimas,
informarles sus derechos laborales y organizarlos para luchar por ellos.
Para ello, Sendic convivió y trabajó con los llamados peludos y les
enseñó a leer y a escribir. Se convirtió en su líder político y los ayudó a
fundar, en 1961, la Unión de los Trabajadores del Azúcar de Artigas
(UTAA), el sindicato de los cañeros.

Este nuevo sindicato reclamaba la expropiación de tierras


improductivas para los trabajadores y la jornada laboral de 8 horas. En
1962 se realizaron las primeras marchas cañeras desde Bella Unión
hasta Montevideo. El impacto social y político fue importante, los
montevideanos conocieron la realidad de los trabajadores rurales y
muchos jóvenes se incorporaron a la lucha siguiendo el liderazgo de
Sendic. A partir de allí hubo otras marchas cañeras, que tuvieron como
consigna «UTAA Por la tierra y con Sendic».En 1963 las autoridades
uruguayas requirieron la captura de Sendic y este pasó a vivir en
la clandestinidad. Sin dejar de estar vinculado a las luchas de los
trabajadores azucareros, comenzó a participar en la creación del
Movimiento del Liberación Nacional – Tupamaros. En 1970 fue detenido
pero en 1971 logró fugarse junto a otros tupamaros de la cárcel de
Punta Carretas. En 1972 volvió a ser detenido y permaneció así durante
14 años. En 1989, a los 64 años de edad, murió en París, Francia.
B.- LA CRISIS DE LA DEMOCRACIA: AUTORITARISMO Y
GUERRILLA 1967-1973

A finales de la década de 1960 y principios de la de 1970 la democracia en Uruguay inició un


proceso de debilitamiento que concluyó con el golpe de Estado del 27 de junio de 1973. La crisis
económica, la profunda tensión social y el ascenso político de los sectores más conservadores dieron
paso a un clima de inestabilidad marcado por la polarización política. El gobierno profundizó su
tendencia autoritaria y represiva al darle cada vez más protagonismo en materia política a las
fuerzas armadas.

Entre 1967 y 1971, el descontento social se hacía notar. Aumentó el clima de conflictividad sindical y
los reclamos de otros grupos, entre ellos las organizaciones estudiantiles. Como respuesta a esto, los
gobiernos de Jorge Pacheco Areco (1967-1971) y de Juan María Bordaberry (1972-1973)
intensificaron la represión. La violencia del Estado se volvió cada vez más frecuente y llegó
a provocar algunas víctimas fatales entre estudiantes y trabajadores.

En este clima, la democracia como forma de convivencia fue perdiendo prestigio y distintos actores
del espectro político la cuestionaron duramente. Varios sectores dejaron de creer en la democracia
y recurrieron a la violencia política como forma de acción. Así surgieron grupos revolucionarios
que concebían la acción armada para promover la transformación social. Igual que en otras partes
de América Latina, el modelo revolucionario foquista fue inspirador de grupos guerrilleros.

Otras ramas de la izquierda optaron por caminos diferentes. En 1971 se formó una coalición de
partidos de izquierda, el Frente Amplio, que se presentó a las elecciones de ese año. Ese modelo se
inspiraba en el de la izquierda chilena que, en 1970, había triunfado por primera vez en la historia
de América Latina.

Las elecciones de 1971 se desarrollaron en un clima enrarecido y hubo denuncias del Partido
Nacional de fraude electoral. Juan María Bordaberry, representante de los sectores más
conservadores del Partido Colorado, resultó electo. Bordaberry continuó la política autoritaria de
su predecesor Jorge Pacheco y acentuó el papel de las fuerzas armadas en la vida política
encargadas de reprimir la movilización social y las acciones de la guerrilla. El 27 de junio de 1973,
Bordaberry disolvió las Cámaras y dio inicio a una dictadura cívico militar que se extendió hasta
marzo de 1985
PRESIDENCIA DE OSCAR D. GESTIDO,
10 DE MARZO - 6 DE DICIEMBRE DE 1967
Al asumir la Presidencia de la República, el General Gestido representaba la
esperanza popular de que una actuación honesta y eficaz revirtiera los signos
negativos de la crisis nacional. Pero la conformación de su Gabinete ministerial,
donde coexistieron personalidades de ideologías contrapuestas (por ejemplo,
batllistas y fondomonetaristas), no se lo permitió.

La descontrolada inflación de ese año (135%) acrecentó tanto la agitación social


que decretó Medidas Prontas de Seguridad; renunciaron los Ministros batllistas y
dando un viraje completo de orientación, el Presidente nombró a César Charlone
(el "Mago Fu Man Chú" de la época de Terra) en el Ministerio de Economía.
Sometido a las inmensas tensiones derivadas de su tarea de gobierno, Gestido falleció el 6 de diciembre
de 1967.

PRESIDENCIA DE JORGE PACIIECO ARECO,


6 DE DICIEMBRE DE 1967 – 1- DE MARZO DE 1972
En la madrugada de ese mismo día asumió el Vicepresidente Jorge Pacheco Areco, elegido para ese cargo
en razón de su irrelevancia política, que no concitaba, por tanto, la oposición de nadie dentro del Partido
Colorado. Exactamente veinte años después del episodio de Tomás Berreta - Luis Batlle, se repetía una
jugada similar del destino.
Adelantando lo que sería la modalidad de su Gobierno, a la semana disolvió varios partidos políticos de
izquierda (incluyendo al Socialista) y clausuró varios órganos de prensa acusándolos de complicidad con
una guerrilla urbana que había comenzado a actuar el año anterior.

En mayo de 1968 renovó su Gabinete ministerial


para seguir la línea económica fondomonetarista y
dar lugar al ingreso de personajes que representaban
directamente a los grupos económicos más fuertes en
el agro, la industria y la banca. Empezaba a
desplazarse a los "políticos profesionales" que,
aunque desprestigiados, tenían que someterse al voto
popular, por "técnicos" apolíticos, que no debían
someterse al juicio de las urnas y podían actuar
libremente en favor de ciertos grupos de intereses.
Imponiendo las Medidas Prontas de Seguridad para
controlar la creciente agitación social, el Presidente
decretó la congelación de precios y salarios el 28 de
junio de 1968, con el argumento de detener la inflación pero con la intención de no conceder ningún
aumento de salarios como estaba programado para el 1 de julio, tres días después.
Con el respaldo de sectores del Partido Colorado y del Partido Nacional, y de las gremiales empresariales
que apoyaron su decreto de congelación, Pacheco empezó a desarrollar un discurso donde se presentaba
como un "hombre fuerte" que, en solitario, se erigía en el "defensor de las libertades amenazadas". Esto le
ganó cierta popularidad en sectores sociales medios y bajos, temerosos de la fuerte agitación social que se
veía agravada entonces con manifestaciones de lucha armada y a la vez preocupados por la fuerte
inflación dominante. Con esos respaldos, espoleado por las acciones guerrilleras, el Presidente -rodeado
de sus consejeros políticos y legales- emprendió un camino que bordeó permanentemente la
inconstitucionalidad.
En tal sentido, deben anotarse estas medidas: recurrencia a las Medidas Prontas de Seguridad que, aunque
excepcionales, fueron aplicadas durante todo su mandato excepto durante tres meses; vulneración de los
derechos humanos: una Comisión Parlamentaria comprobó que la Policía infligía torturas a los
prisioneros; limitación de la libertad de prensa, que además de las clausuras de periódicos aplicó la
censura a los autorizados a circular; desconocimiento de decisiones de los Poderes Legislativo y Judicial,
y un largo etcétera que desnaturalizó a la democracia uruguaya tanto como la acción de la guerrilla urbana
que se; proponía combatir. En setiembre de 1971, Juego de una fuga masiva de tupamaros del presidio
donde estaban recluidos, Pacheco "encomendó" a las Fuerzas Armadas la tarea de reprimir la subversión,
abriéndoles la puerta para su progresiva injerencia en el gobierno civil.

LOS PARTIDOS POLÍTICOS

La fragmentación de los partidos políticos terminó volviéndolos inocuos. Muchos dirigentes oscilaron
entre el temor a la subversión y el temor al autoritarismo presidencial, lo que los paralizó. Así fueron
aceptando la apropiación desmesurada de facultades por el Ejecutivo frente a un Legislativo vacilante e
ineficaz. Ello también contribuyó al descreimiento popular en los tradicionales valores democráticos y a
la ruptura de las normas de convivencia social que habían caracterizado al país desde comienzos de siglo.
Empezaron a morir estudiantes en las calles, víctimas de la represión policial, y la reacción popular fue
cada vez más apagada - ante la reiteración de la violencia. En el parlamento, algunos políticos protestaron
pero la mayoría calló, temerosa de que sus críticas al Poder Ejecutivo fueran interpretadas como apoyo a
la guerrilla. Ni los partidos tradicionales ni los de izquierda tuvieron peso suficiente pata detener, o
encauzar, al Ejecutivo. Entre otras razones, esto convenció a un sector de la juventud que el camino era
imponer los cambios sociales mediante métodos violentos, al margen de una legalidad menospreciada por
quienes estaban obligados a defenderla.

LA GUERRILLA URBANA

Hecho inédito en la vida nacional, pero influido por algunos ejemplos latinoamericanos y especialmente
por la Revolución Cubana, en los primeros años de la década del 60 surgieron grupos armados que
resultaron de la crudeza de la crisis socioeconómica y de la ineficacia de los partidos políticos. Aunque
los hubo representantes de la derecha, que cometieron numerosos actos de vandalismo, el más importante
fue un desprendimiento de partidos e ideologías de izquierda: el Movimiento de Liberación Nacional1
(MLN) Tupamaros. En síntesis, sostuvieron que la lucha armada era "la única vía para la liberación
nacional y continental, con las metas del antiimperialismo, la solidaridad latinoamericana y el socialismo.
Su prédica tuvo aceptación en sectores jóvenes, que aportaron conocimientos técnicos y profesionales al
Movimiento. Cuando recurrieron al asalto de bancos y "financieras" para procurarse dinero, descubrieron
negociados e ilícitos económicos que asombraron a una población que al principio no los miró mal.
Cuando comenzaron los enfrentamientos violentos y resultaron los primeros muertos, se fue produciendo
un retraimiento del uruguayo común que culminó en el aislamiento del movimiento tupamaro.
Los valores de la convivencia pacífica estaban ya demasiado arraigados en la ciudadanía como para
avalar tales acciones.

SURGIMIENTO DEL FRENTE AMPLIO

Los variados intentos de unificar el movimiento sindical se concretaron en 1964 con la fundación de la
Convención Nacional de Trabajadores (CNT). A ella se fueron sumando inquietudes para unificar
movimientos y personalidades políticas surgidas de todo el espectro nacional, que en 1968 establecieron
el Movimiento de Defensa de las Libertades y la Soberanía. A comienzos de 1971, el Partido Demócrata
Cristiano y la Lista 99 de Zelmar Michelini convocaron para la constitución de un "Frente Amplio" como
nueva fuerza política. De la reunión surgió una Declaración constitutiva que esbozaba un programa con
objetivos políticos (vigencia de los derechos individuales), económicos (nacionalización de la banca,
reforma agraria), sociales (fomento del cooperativismo), fiscales (reforma del sistema impositivo), etc.
Adhirieron partidos de izquierda y agrupaciones desprendidas de 'los partidos tradicionales,
personalidades independientes y mucha juventud, descreída de los partidos tradicionales. Eso le dio un
sesgo de novedad en el envejecido panorama político nacional, simbolizado en el "comité de base", una
especie de renacimiento del club seccional como "escuela de civismo" y participación política ciudadana.
CAMPAÑA ELECTORAL Y RESULTADOS

La campaña electoral fue muy intensa y estuvo sembrada de novedades y tensiones: el voto era
obligatorio; por primera vez votarían los soldados; se plebiscitaria una reforma constitucional que
permitiera la reelección de Pacheco; habría una "tregua" decidida por los Tupamaros.
Los Colorados se presentaron con tres fórmulas presidenciales (incluyendo una doble por si se aprobaba
la reelección de Pacheco).
El Partido Nacional presentó dos, claramente distintas. La encabezada por Wilson Ferreira Aldunate, que
presentó un programa de cambios económicos y sociales cuya audacia de soluciones (nacionalización de
la banca por ejemplo) se correspondía con la seriedad de la crisis nacional; y otra, encabezada por un
militar retirado, Mario Aguerrondo, de neto corte conservador y apoyada por el herrerismo.
La izquierda se concentró en el Frente Amplio que presentó un programa claramente antagónico al
régimen político (pachequismo) y económico vigente.
Con el voto obligatorio, el número de sufragios alcanzó a 1.600.000. Fracasó la opción reeleccionista pero
triunfó el Partido Colorado con la fórmula Bordaberry - Sapelli. La diferencia sobre el Partido Nacional
fue tan escasa (12.000 votos) y el recuento de votos tan prolongado, que muchos cuestionaron la
legitimidad de la elección. A Bordaberry apenas lo votó el 22,8% del electorado, frente al 26,5% de
Ferreira Aldunate por su minoría en el Parlamento buscó el apoyo de la conservadora de los blancos. La
izquierda alcanzó el 18% de los sufragios, quebrando su tradicional barrera del 5-7% del electorado. Con
una bancada parlamentaria más numerosa (23 legisladores en 130) que la habitual, su incidencia fue
mayor en Montevideo, donde lo votó la tercera parte de los ciudadanos.

PRESIDENCIA DE JUAN MARÍA BORDABERRY,

CONSTITUCIONAL:l~ DE MARZO DE 1972-27 DE JUNIO DE


1973.
DE FACTO: 27 DE JUNIO DE 1973-12 DE JUNIO DE 1976

El Presidente Bordaberry debió buscar el apoyo parlamentario que


complementara su insuficiente representación. Al principio lo apoyó la Lista
15, que ocupó tres Ministerios, y también el ala conservadora del nacionalismo
(Echegoyen), que retuvo otros tres. Con sus parlamentarios, el Gobierno
aprobó un "Plan Nacional de Desarrollo", que se analizará después, y enfrentó
un proceso acelerado de incremento de la violencia de izquierda y de derecha.
A los "Tuparnaros" se opuso un "Escuadrón de la muerte"; la ciudad de Pando
fue "ocupada"; se fugaron 15 tupamaros de la cárcel; fueron acribillados varias
personas vinculadas al Gobierno y el mismo día (14 de abril) y en los
siguientes, muertos varios militantes de izquierda e integrantes del Ejército.

La Asamblea General suspendió las garantías individuales y declaró el "Estado


de Guerra Interna", lo que reconoció la escalada de violencia y habilitó a las
Fuerzas Armadas a desarrollar su pleno potencial contra los guerrilleros. A los
pocos meses la derrota de estos era total y su jefe principal, Raúl Sendic, fue apresado el 31 de agosto.
Contra lo que se pensó, este hecho no terminó con la intervención de las Fuerzas Armadas, sino que la
incrementó, ocupando cada vez mayores espacios en la vida política -en sustitución de los partidos- y
judicial (Ley de Seguridad del Estado, justicia militar). Su progresivo apartamiento del poder político
constitucional las llevó a elaborar sus propias líneas de acción. La Junta de Comandantes en Jefe aprobó
tina "Doctrina de la Seguridad Nacional" que les reservaba un papel directriz en la conducción del país.
Su fuerte desdén por los políticos las llevó a marginarlos progresivamente, a desconocer las opiniones del
Parlamento y aun decisiones del Poder Judicial, en un proceso que se llamó con acierto "el golpe en
cámara lenta" (Gonzalo Varela).
Cuando la situación se hizo extrema, la Armada se acantonó en la Ciudad Vieja, discrepando con el
Ejército y la Aviación (febrero de 1973). Los Comandantes de estas Armas emitieron los Comunicados 4
y 7 donde exponían su propósito de combatir la corrupción económica, eliminar la deuda externa,
terminar con la desocupación, propuestas que desorientaron a sectores obreros y políticos de izquierda
por lo que parecía un programa compartible. La crisis se resolvió con la firma del "Pacto de Boiso Lanza"
entre Bordaberry y los Comandantes, que reconocía a las Fuerzas Armadas formas dominantes de
participación político-administrativa. En reconocimiento de esa hegemonía castrense, se creó el Consejo
de Seguridad Nacional.(COSENA). Integrado por el Presidente y varios Ministros, la presencia de los
comandantes inclinó francamente el poder de decisión en el Gobierno del lado militar. El 27 de junio de
1973 culminó este proceso con la disolución de las Cámaras Legislativas y las Juntas Departamentales, el
establecimiento de la censura de prensa y la limitación de todos los derechos individuales, dando
comienzo a lo que, con eufemismo se llamó "el proceso cívico-militar".

LA EVOLUCIÓN ECONÓMICA
A las vacilaciones del Gobierno de Gestido en el área económica, sucedió una política netamente
fondomonetarista del Gobierno de Pacheco. El ingreso al Gabinete ministerial de figuras relevantes del
agro y la banca (Carlos Frick Davie, Jorge Peirano Facio, Alejandro Végh Villegas) para dirigir
directamente la economía, no podía dejar dudas al respecto. Frente a una intensa inflación, el remedio fue
decretar una "congelación de precios y salarios" en vísperas de un aumento programado de sueldos junio
1968). Ello coincidía con la recomendación del FMI, pero también con la de los intereses antes
mencionados ya que el decreto dejaba en libertad la tasa de interés bancario así como los bienes que se
vendían "en subasta", es decir, lana y ganado. Con ello se protegía los intereses de la banca y del agro,
representados en el Gabinete, y lo que se "congelaba" efectivamente era el salario de los empleados: su
poder adquisitivo descendió un 17% respecto a 1963 y un 27% respecto a 1957. Se estableció para tales
controles una Comisión de Productividad, Precios e Ingresos (COPRIN), que en los hechos eliminó a los
Consejos de Salarios. Bajo su férreo control, la inflación bajó y subieron la producción y las
exportaciones, sobre todo de carne al Mercado Común Europeo. Para acrecentarías, se implantó una
"veda" (o prohibición de consumo) interna de carne y su exportación pasó de 47 a 87 millones de dólares.
Por un momento pareció que "el modelo estabilizador' aplicado por el Gobierno triunfaba.
Pero 1971 fue un año electoral y el Ejecutivo aflojó sus controles buscando los votos para su reelección:
subió el salario real y también las pasividades. Se agravó el déficit fiscal, se reanudó la inflación y el tipo
de cambio se mantuvo fijo sólo por razones políticas ($250 por dólar en el mercado oficial frente a $ 700
en el paralelo).
Pasadas las elecciones, hubo un reajuste al alza: del dólar, de los precios, de las tarifas públicas. El salario
real volvió a caer en un 17% y las jubilaciones en 22%. La Oficina de Planeamiento y Presupuesto
elaboró un Plan Nacional de Desarrollo para cinco años. Sus objetivos eran limitar el papel del Estado en
la economía, promover el de los agentes privados y abrirla al exterior. Aunque tal Plan se concibió en
1972, recién comenzó a aplicarse en junio de 1974, por lo que se lo analizará más adelante. Ahora,
alcanza con saber que en 1972 la inflación era del 94,7%; el salario real de 70,2 (frente a 100 en 1957); el
desempleo de 8,5% (frente a 6,7% en 1967), y la Deuda Externa seguía creciendo (1967:446 millones de
dólares; 1972:771 millones de dólares).
LA EVOLUCIÓN SOCIAL
El impacto de la crisis económica en la sociedad se manifestó de manera diversa según los sectores
sociales y las áreas de trabajo afectados.
En la industria se produjo una continuada expulsión de mano de obra y desaparición de empresas grandes
(frigoríficos, textiles). Sobrevivieron las pequeñas y una parte importante de trabajadores entró al sector
informal - al margen de la industria- mientras ingresaban a ella mujeres y jóvenes (con menores salarios).
La tasa de desempleo, sin embargo, continuó creciendo (8%) y tampoco pudo contenerla el factor
emigración. Otro efecto fue el crecimiento del sector terciario (servicios), en un proceso llamado por los
sociólogos de "terciarización" de la mano de obra, que la ubicó en actividades no productivas
directamente, tanto en el sector público como en el privado. El empleo público retomó su papel
ocupacional al crecer de 166.000 personas en 1955 a 245.000 en 1984. En los mismos años los jubilados
se triplicaron: de 200.000 a 600.000, llegando a haber un jubilado por cada 1,5 trabajadores activos.
Sumándolos, casi un millón de habitantes en un total de tres cobraban algún tipo de remuneración del
Estado.
En el agro siguió yéndose la gente del campo, a un ritmo de La tierra se concentró en unidades de
mayor tamaño, que emplearon una tecnología extensiva -no necesitada de mano de obra-, y fueron
desapareciendo los predios pequeños.
El desplazamiento mayor fue de las áreas ganaderas a los centros urbanos del Interior y de allí a
Montevideo, siempre buscando ocupación. Quienes se quedaron -minifundistas, peones, habitantes de
"rancherios"- vieron empeorados sus ingresos y sus condiciones de vida.
En Montevideo se registró el arribo de muchos de esos desplazados rurales. Se multiplicaron los
"cantegriles" en los suburbios y la ocupación de viviendas arruinadas en el Centro de la ciudad, que
sirvieron de precario refugio a los "sin techo".
El deterioro de las condiciones de vida de los sectores populares mostró un fuerte crecimiento de los
niveles familiares de indigencia (ingresos menores al costo de una “canasta básica") y de pobreza
(ingresos menores al costo de dos "canastas básicas"). En ambos casos, se triplicó su número entre 1963 y
1976 fenómeno de la marginación quedó firmemente instalado en el país. Para escapar a la crisis la
sociedad recurrió a varios caminos: aumento del número de miembros de la familia que tuvieron que salir
a buscar trabajo para mantener su salario real ~ no seguir bajando su nivel de vida-; especialmente las
mujeres. Aumento del número de horas trabajadas, para compensar salarios cada vez más insuficientes
(adiós a la jornada legal de las 8 horas).
La clase obrera tomó una actitud militante. Desde su unificación en la CNT de 1964-66, se produjeron en
su seno cambios a nivel programático y organizativo. Se integraron a ella nuevos funcionarios públicos y
privados (bancarios, docentes) y ya no se reclamó sólo por mejores salarios, sino por una solución de la
crisis económica nacional, para la que se ofrecieron propuestas que abarcaban a toda la sociedad. Esta
nueva postura se vio como peligrosa en los sectores sociales altos y como prueba de "infiltración
marxista" en el movimiento sindical por parte del Gobierno, que apeló con mayor frecuencia a las
Medidas Prontas de Seguridad, como se dijo, para contener tales demandas (en 1963, 65, 67, 68 en
adelante. Era clara la proximidad de ideas o de propuestas entre la central obrera y la nueva formación
política de la izquierda, el Frente Amplio que el ataque a uno involucrara al otro, se acentuara la
polarización de la sociedad, y las Fuerzas Armadas clasificaran a ambos como enemigos.
Los estudiantes habían alcanzado un alto nivel de movilización cuando la lucha por obtener la Ley
Orgánica de la Universidad en 1958. La crisis nacional también los empujó a levantar la mira de sus
problemas estrictamente universitarios y concentraría en el análisis de las causas y los remedios que ella
demandaba, en propuestas para las que estaban técnica e intelectualmente mejor preparados -por su
formación- que muchos políticos.
En los años de la década de 1960 se fueron intensificando las movilizaciones estudiantiles, que
enfrentaron una represión creciente de los Gobiernos, especialmente el de Pacheco Areco, con el
argumento de que sufrían una fuerte infiltración comunista.
Los estudiantes muertos en esos choques conmovieron la conciencia nacional pero, como se dijo, la
repetición de tales hechos la atemorizó al punto de acallar sus primeras protestas. También el movimiento
estudiantil entró en la mira de las Fuerzas Armadas, romo sector peligroso.
A las anteriores formas de lucha o presión, se agregó otra modalidad que, si no era desconocida en el
Uruguay, adquirió una fuerza inusitada: la emigración. Entre 1963 y 1975 se fueron del país 200.000
uruguayos, el 8% de la población total. Hay acuerdo en que el estancamiento económico, el desempleo
creciente y la rebaja constante del nivel de vida fueron los principales factores que explican el fenómeno.
A ellos deben agregarse motivos de orden político, a medidas que se enrarecía el clima y luego se instaló
la dictadura militar.
La mitad de los emigrantes fueron jóvenes (entre 15 y 29 años) a quienes estaba casi cerrado el mercado
de trabajo; más hombres (54,5%) que mujeres (45,5%); con preparación académica o técnica o
administrativa (profesionales universitarios, técnicos industriales o agrarios, gerentes o administradores)
en un volumen que sobrepasó la mitad de las personas que integraban esa categoría...
La pérdida de gente joven y calificada fue grave para la economía, pero también para la demografía
uruguaya: la tasa de crecimiento anual, que ya era muy baja en 1963 (1,7%) descendió al 0,5% diez años
después. Correlativamente, creció la porción de gente de mayor edad: de 7,7% a 9,7% entre los mismos
años. Menor número de gente activa tuvo que sostener a mayor número de gente pasiva.
Ambos sectores se fueron agrupando cada vez más en los centros urbanos, hasta llegar a una población
urbana que sobrepasó al 80% de la población total; produjo un "vaciamiento" del campo y la zona centro
del país; y llevó a una redistribución de la población en su litoral oeste (Salto, Paysandú), Sur
(Montevideo, Canelones, Maldonado) y Noreste (Rivera).
La educación no pudo permanecer al margen de la crisis que, de económica en los 50, había pasado a ser
social y política en los 60. Aunque creció la matrícula en la escuela, subió extraordinariamente en la
enseñanza media y se amplió en la Universidad, los recursos para la educación se fueron retaceando en el
Presupuesto Nacional, en un intento del sistema político de frenar la movilización estudiantil,
especialmente la universitaria. Otros medios fueron la creación de organismos centralizados que pusieron
la educación en manos del poder político, como el Consejo Superior de Educación (COSUPEN) de 1969;
la directa intervención en el Consejo de Secundaria, en 1970; o la Ley del Educación General, de 1973,
que eliminó las autonomías de la educación media, estableció un Consejo Nacional de Educación
(CONAE) designado por el Poder Ejecutivo y fijó normas para la elección de autoridades universitarias.
Es decir que la enseñanza fue ligada a la "doctrina de la seguridad nacional", recién enunciada por las
Fuerzas Armadas, y cada vez quedó más sujeta al control y la orientación de éstas.

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