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CHIMBORAZO
DERMATOLOGÍA
ACNÉ VULGAR
Integrantes:
CABEZAS BENJAMIN
GUEVARA DENISE
HERRERA GABRIELA
OBREGÓN GABRIELA
ACNÉ VULGAR
Definición
Inflamación crónica de la unidad pilosebácea producida por retención del sebo. Aparece en la
pubertad en personas con piel seborreica; predomina en la cara (99%), espalda (60%) y el tórax
(15%). Las lesiones son comedones, pápulas y pústulas; puede haber abscesos, quistes y
cicatrices.
Sinonimia
Acné juvenil, acné común, acné polimorfo.
Datos epidemiológicos
Su distribución es universal; afecta a la mayoría de los adolescentes y tiende a desaparecer hacia
los 20 a 25 años de edad, aunque muchas veces se prolonga a la edad adulta. Predomina
ligeramente en varones donde el cuadro suele ser más grave y más prolongado.
La frecuencia en la consulta dermatológica es de 15 a 30%. El máximo de incidencia y gravedad
se ubica entre los 14 y 17 años en mujeres y 16 a 19 años en varones. El acné infantil se presenta
alrededor de los tres meses de edad y puede durar hasta los cinco años.
Etiopatogenia
El tipo de herencia es autosómica dominante y los datos epidemiológicos y familiares sugieren
una base poligénica. Los factores patógenos fundamentales son: queratinización folicular
anormal, secreción sebácea aumentada, colonización bacteriana e inflamación local.
El acné es una enfermedad inflamatoria crónica independientemente del tipo de lesiones clínicas
que presente (comedónico o inflamatorio).
Tradicionalmente se ha señalado que la alimentación no tiene influencia significativa; sin
embargo, estudios recientes sugieren que una dieta baja en carbohidratos y grasas saturadas, y
alta en ácidos grasos omega-3 y fibra se relaciona con una mejoría del acné, vinculada con la
reducción de peso, cambios en la resistencia a la insulina y reducción en las concentraciones de
andrógenos.
Hoy día se estudia el consumo de probióticos como factores de protección para el desarrollo de
acné. Al llegar la pubertad, las hormonas andrógenas generan agrandamiento de las glándulas
sebáceas y secreción a partir de las mismas; esto, aunado a la hiperqueratosis de la pared y el
poro folicular, origina la lesión inicial del acné: el comedón, compuesto de queratina, sebo,
restos celulares y bacterias. Se ha demostrado la presencia de especies de Staphylococcus,
Demodex folliculorum y Malassezia sp. (Pityrosporum ovale) en las lesiones, pero no está muy
clara la manera en que participan; sin embargo, Propionibacterium acnes, que también se
encuentra, transforma los triglicéridos del sebo en ácidos grasos libres que tienen efecto irritante
local y favorecen la inflamación. Los receptores tipo Toll 2 activados por P. acnes favorecen la
liberación de citocinas e inflamación en lesiones comedónicas e inflamatorias.
Debido a la producción sebácea aumentada, el ácido linoleico de la fracción lipídica folicular
disminuye por dilución, y esto produce hiperqueratosis y decremento de la función de barrera de
la piel; las cifras bajas de este ácido graso esencial generan un efecto proinflamatorio; en cambio,
las altas tienen efecto antiinflamatorio y disminuyen la fagocitosis. Los factores que explican la
comedogénesis y con ello la cornificación anormal ductal son: aumento de ácidos grasos libres,
escualeno, escualeno oxidado, y disminución de ácido linoleico, andrógenos, citocinas
(interleucina 1-α, TNF-α), receptores de retinoides y factores microbianos.
Las cicatrices residuales del acné son consecuencia de una resolución anormal del daño al
folículo sebáceo durante el proceso inflamatorio, lo cual se ha relacionado con una baja respuesta
adaptativa de la inmunidad mediada por células.
Los factores psicógenos pueden agravar esta dermatosis de modo secundario, como en algunas
mujeres que presentan excoriaciones y ulceraciones autoprovocadas de manera compulsiva, sin
lesiones primitivas, lo cual constituye el llamado acné excoriado de las jóvenes.
El acné premenstrual que ocurre en hasta 70% de las jóvenes 2 a 7 días antes del sangrado, se ha
relacionado con cambios de la hidratación del epitelio pilosebáceo y con la disminución del
efecto antiinflamatorio que proporcionan los estrógenos y la progesterona antes de su descenso.
El acné fulminans aparece como consecuencia de la alta afinidad de los receptores
citoplasmáticos a concentraciones normales de dihidrotestosterona, o de esteroides anabólicos, o
de ambos; hay respuesta excesiva a antígenos de P. acnes.
CLASIFICACIÓN DENISE
Según el tipo de lesión predominante, el acné se clasifica en:
no inflamatorio (comedónico)
inflamatorio (papuloso),pustuloso, quístico, conglobata, queloideo y fulminans.
Según la intensidad se puede clasificar en leve, moderado y grave.
El Grupo Ibero Latinoamericano de Estudios del Acné (GILEA) del CILAD propone la
clasificación que aparece
CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS
El acné afecta típicamente a zonas en las que existen glándulas sebáceas bien desarrolladas,
como la cara y la parte superior del tronco. A pesar de que la inflamación es evidente en los
comedones de aparición más temprana, las lesiones del acné se dividen en no inflamatorias e
inflamatorias, en función de su aspecto clínico. El acné no inflamatorio se caracteriza por la
presencia de comedones abiertos y cerrados. Las características histológicas de estas lesiones
originadas en los folículos quedan reflejadas en su aspecto clínico. Los comedones cerrados
(espinillas) suelen ser pápulas de pequeño tamaño (∼1 mm) y del color de la piel, sin abertura
folicular ni eritema asociado. Algunas veces estas lesiones son tenues, y puede ser necesario
palpar, estirar o iluminar lateralmente la piel para ponerlas de manifiesto. Por el contrario, los
comedones abiertos (puntos negros) tienen una abertura folicular notablemente dilatada que se
encuentra repleta de una masa espesa de queratina. El color negro puede ser debido al depósito
de melanina y a la oxidación de los lípidos contenidos en estas sustancias de desecho.
El acné inflamatorio se caracteriza por pápulas, pústulas y nódulos de gravedad variable. El
diámetro de las pápulas eritematosas oscila entre 1 y 5 mm. Las pústulas tienden a tener
aproximadamente el mismo tamaño, y están rellenas de material purulento blanco y flora
habitual, incluido P. acnes. Al irse agravando las lesiones se forman nódulos notablemente
inflamados, indurados y sensibles. Los seudoquistes del acné son profundos y contienen una
mezcla de pus y líquido serosanguinolento. En los pacientes con acné noduloquístico grave, estas
lesiones suelen unirse entre sí dando lugar a grandes placas, complejas e inflamadas, que pueden
terminar formando trayectos fistulosos.
El tratamiento precoz del acné es esencial para evitar las consecuencias estéticas negativas e
irreversibles debidas a la formación de cicatrices. El eritema y la hiperpigmentación
postinflamatoria suelen persistir una vez resuelta la inflamación de las lesiones del acné. Aunque
cuando se consigue controlar el acné los cambios de pigmentación suelen desaparecer después de
bastantes meses, en algunas ocasiones pueden convertirse en permanentes. Desgraciadamente, el
acné noduloquístico suele dar lugar a cicatrices deprimidas
La mitad de las mujeres refieren persistencia del acné desde su comienzo, a menudo durante la
adolescencia, mientras que una cuarta parte describen períodos de remisión seguidos de
recidivas. Son frecuentes los brotes premenstruales, aunque solo en torno al 20% de las mujeres
con acné tienen menstruaciones irregulares. Hasta un 30% de las mujeres del último grupo
muestran otros signos de hiperandrogenismo, como hirsutismo y alopecia androgénica. También
se ha descrito una forma de acné que aparece en la edad adulta, que cursa principalmente con
comedones y que está relacionado con el tabaquismo.
Los signos cutáneos pueden ir acompañados de lesiones osteolíticas; los huesos afectados más
frecuentemente son la clavícula y el esternón, seguidos del tobillo, el húmero y las articulaciones
sacroilíacas. Las manifestaciones sistémicas incluyen fiebre, artralgias, mialgias,
hepatoesplenomegalia e intenso malestar. También puede desarrollarse eritema nudoso en
presencia de acné fulminante. Las alteraciones analíticas son diversas, y entre ellas se encuentran
un aumento de la VSG, proteinuria, leucocitosis y anemia. Los estudios de laboratorio no son
necesarios para establecer el diagnóstico, pero su evolución puede reflejar el progreso clínico y
la respuesta al tratamiento. Un síndrome relacionado que se caracteriza por sinovitis, acné,
pustulosis, hiperostosis y osteítis (síndrome SAPHO) puede presentarse también en forma de
acné fulminante y se trata con detalle en el. El acné fulminante se ha asociado también a
hiperplasia suprarrenal congénita de inicio tardío y al uso de esteroides anabolizantes, incluida la
testosterona terapéutica.
La patogenia del acné neonatal ha sido causa de debate. Algunos investigadores han propuesto
que el agente etiológico de la reacción inflamatoria podría ser Malassezia spp. (p. ej., M.
sympodialis, M. furfur ), motivo por el cual la enfermedad ha sido rebautizada como «pustulosis
cefálica neonatal». A favor de esta hipótesis está el hecho de la buena respuesta clínica frente al
tratamiento por vía tópica con imidazoles (p. ej., ketoconazol en crema al 2%). También se cree
que la alta actividad de las glándulas sebáceas y la elevada excreción de sebo en los neonatos
pueden estar implicadas. La importante disminución en la producción de sebo a los pocos meses
de vida podría ser la razón de la brevedad del período de susceptibilidad al acné neonatal. Dada
la naturaleza transitoria y benigna de esta erupción, los cuidados de los padres suelen ser
suficientes. No obstante, y como se ha indicado, el tratamiento por vía tópica con imidazoles
puede resultar eficaz.
El acné infantil suele remitir en un plazo de 6-18 meses, manteniéndose latente hasta
aproximadamente la pubertad, y se observa un mayor riesgo de acné grave durante la
adolescencia. Los tratamientos de primera elección frente al acné infantil son los retinoides
tópicos (p. ej., tretinoína, adapaleno) y el peróxido de benzoílo. En el caso de pacientes con un
componente inflamatorio más acusado, también puede ser útil la administración de antibióticos
por vía oral (p. ej., eritromicina, azitromicina), y si la presentación es de naturaleza recalcitrante
o noduloquística, en algunas ocasiones es preciso administrar isotretinoína.
Acné excoriado
El acné excoriado es más común en mujeres jóvenes, por lo que también se conoce como acné
excoriado de las jóvenes. Es característico que los comedones y las pápulas inflamatorias
aparezcan excoriados según un patrón sistemático y ritual, formando erosiones cotrosas que
pueden dejar cicatrices. Las erosiones lineales son indicativas de automanipulación y puede
considerarse un componente psiquiátrico subyacente. Las personas con trastornos de ansiedad,
obsesivo-compulsivo o dismórfico están expuestas a mayor riesgo y en ellas resultan útiles los
antidepresivos o la psicoterapia.
Ante una sospecha de hiperandrogenismo se debe revisar exhaustivamente la historia clínica del
paciente y llevar a cabo una cuidadosa exploración física; la edad y el grado de pubertad del
paciente son parámetros importantes que es necesario considerar. Esta evaluación se debe llevar
a cabo en los niños prepúberes, en niñas adolescentes y en mujeres con signos de
hiperandrogenismo, y no se deben llevar a cabo pruebas de laboratorio mientras la paciente esté
siendo tratada con anticonceptivos orales. Entre las determinaciones que se deben realizar se
encuentran la testosterona total y libre, la DHEAS y la 17-hidroxiprogesterona. Los pacientes
con signos clínicos de hipercortisolismo han de ser valorados inicialmente mediante
determinación de la concentración de cortisol salival a medianoche, la concentración de cortisol
en orina de 24 h, o la prueba de inhibición con dexametasona en dosis bajas. En niños
prepúberes, deben obtenerse radiografías de la mano y la muñeca para evaluar la edad ósea.
El conocimiento de las vías de síntesis de hormonas es esencial para poder evaluar los estados
hiperandrogénicos. Por ejemplo, una concentración alta de DHEAS o de 17-hidroxiprogesterona
indica una producción excesiva de andrógenos en las glándulas suprarrenales. Constatado esto, el
grado de elevación de la concentración de estos compuestos sirve para determinar la etiología.
Las concentraciones de DHEAS de entre 4.000 y 8.000 ng/ml o de 17-hidroxiprogesterona de
más de 3 ng/ml pueden ser señal de hiperplasia suprarrenal congénita. Este trastorno responde a
defectos de enzimas suprarrenales, más frecuentemente de la 21-hidroxilasa, pero a veces
también de la 11-hidroxilasa. Los pacientes con déficits graves de estas enzimas desarrollan
síntomas durante la infancia, mientras que en aquellos que presentan déficits parciales la
enfermedad se manifiesta durante la adolescencia. Cuando la concentración de DHEAS es >
8.000 ng/ml, con o sin elevación de la concentración de testosterona, es necesario descartar la
presencia de un tumor suprarrenal
Erupciones acneiformes
Acné inducido por fármacos Gabriela
El acné o las erupciones acneiformes (p. ej., foliculitis) pueden aparecer como un efecto
secundario de diversos medicamentos. En el acné inducido por fármacos es frecuente que se
produzca una súbita erupción monomorfa de pápulas y pústulas inflamatorias, en contraste con la
morfología heterogénea de las lesiones del acné vulgar. Cuando no existan antecedentes de
administración de fármacos, una historia detallada de todos los fármacos sin receta médica y los
suplementos que haya podido consumir el paciente, así como de los tratamientos médicos a los
que haya sido sometido recientemente, sirve a menudo para identificar el agente causal. A los
culturistas y deportistas se les debe preguntar por el eventual uso de esteroides anabolizantes.
Cloracné
El cloracné se debe a la exposición a hidrocarburos aromáticos clorados. Suele aparecer varias
semanas después de la exposición sistémica, por absorción percutánea, inhalación o ingestión.
Los agentes implicados, que forman parte de conductores y aislantes eléctricos, insecticidas,
fungicidas, herbicidas y conservantes de la madera, son los siguientes: naftalenos, bifenilos,
dibenzofuranos y dibenzodioxinas policlorados; naftalenos y bifenilos polibromados;
tetracloroazobenceno y tetracloroazoxibenceno.
Las lesiones de tipo comedón y los quistes amarillentos, con inflamación asociada relativamente
escasa, suelen afectar a las regiones malar y retroauricular, así como a las axilas y el escroto. La
afectación de extremidades, nalgas y el tronco es variable. Las lesiones quísticas dejan
importantes cicatrices y el trastorno persiste en ocasiones varios años después del cese de la
exposición. Posibles hallazgos adicionales son hipertricosis y coloración grisácea de la piel. El
tratamiento inicial se orienta a la eliminación de las fuentes de exposición. Los retinoides por vía
tópica u oral son en ocasiones beneficiosos, aunque con frecuencia el cloracné es resistente al
tratamiento.
Acné mecánico
El acné mecánico se debe a la obstrucción repetida mecánica y por fricción de los conductos
pilosebáceos. La consecuencia es la formación de comedones. Factores mecánicos bien
conocidos son el rozamiento producido por cascos o sus correas, tirantes y collares. Entre las
causas ortopédicas está el acné mecánico de las axilas por el uso de muletas y en muñones
amputados, por fricción de la prótesis. Un ejemplo clásico de acné mecánico es el cuello de
violinista, en el que los traumatismos repetidos que origina la colocación del violín en la parte
lateral del cuello dan lugar a una placa de liquenización hiperpigmentada bien definida, salpicada
de comedones. Una distribución lineal y geométrica de las zonas afectadas es indicativa de acné
mecánico. El tratamiento consiste en la eliminación de los agentes causales.
Acné tropical
El acné tropical es una erupción folicular acneiforme que se debe a la exposición a temperaturas
extremadamente altas. Puede aparecer en países tropicales o en entornos de trabajo sumamente
tórridos, como los altos hornos. Históricamente, el acné tropical ha generado una elevada
morbilidad entre el personal militar. La presentación tradicional consiste en un acné
noduloquístico muy inflamado que afecta al tronco y a las nalgas, en el que son frecuentes las
infecciones estafilocócicas secundarias. El tratamiento suele resultar ineficaz a no ser que el
paciente retorne a un clima más templado.
DIAGNÓSTICO
Evaluación de los factores predisponentes (p. ej., hormonales, mecánicos o relacionados
con fármacos)
Determinación de la gravedad (leve, moderado o grave)
Clasificación de la gravedad del acné
Gravedad Definición
Leve 20 comedones o 15 lesiones inflamatorias o 30 lesiones en total
Moderado 20 a 100 comedones o 15 a 50 lesiones inflamatorias o 30 a 125 lesiones en total
Grave > 5 quistes o un recuento total de > 100 comedones o un recuento total de > 50
lesiones inflamatorias o > 125 lesiones en total
EVOLUCIÓN
El acné se presenta en brotes agudos o de inicio insidioso, con una evolución prolongada, con
periodos de remisión y recaída. Por lo que debe ser considerada como una enfermedad crónica.
– El acné puede afectar la calidad de vida de manera importante.
– Las medidas de auto cuidado son necesarias en el manejo del acné.
– La relación médico-paciente es fundamental para el éxito y tratamiento del acné.
– La historia clínica en las mujeres debe contemplar las alteraciones hormonales.
EXAMENES COMPLEMENTARIOS
Es un diagnóstico totalmente clínico. No se requiere de ningún tipo de examen de laboratorio. A
menos que sospechemos de alguna patología de tipo endocrino como desencadenante del acné. Y
si se plantea el uso de isotretinoina si es necesario pruebas de transaminasas, triglicéridos y
colesterol total.
DATOS HISTOPATOLÓGICOS
Al microscopio se aprecian los folículos dilatados por una masa córnea, rodeada de un infiltrado
inflamatorio supurativo. La rotura del folículo origina una reacción a cuerpo extraño, y alrededor
de las lesiones quísticas pueden aparecer células gigantes.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Rosácea, foliculitis, quistes de milium, sifílides , tubercúlides, dermatitis perioral y otras
erupciones acneiformes, elaioconiosis , elastoidosis nodular con quistes y comedones.
TRATAMIENTO
Debe enfocarse en corregir los mecanismos patógenos, curar los síntomas clínicos y prevenir la
formación de cicatrices. Los objetivos del tratamiento son reducir la producción de sebo,
normalizar la queratinización y revertir la hiperproliferación de queratinocitos, disminuir la
colonización por P. acnés, y prevenir la formación de comedones, microcomedones y lesiones
inflamatorias, y eliminarlos.
No deben manipularse las lesiones ni recomendar dietas especiales, aunque recientemente se ha
implicado la dieta con bajos índices glucémicos o el consumo de probióticos como se mencionó
en la etiopatogenia. El tipo y la extensión de las cicatrices están asociados con el tiempo de
evolución del acné, por lo cual el tratamiento debe iniciarse lo más tempranamente posible.
La terapia tópica se considera el estándar de manejo en el acné leve. La mayoría de los pacientes
mejora con el lavado con agua y jabón dos veces al día, y con la aplicación de
lociones desengrasantes a base de licor de Hoffman o acetona con alcohol, a las que pueden
agregarse ácido salicílico, resorcina o azufre al 1 a 3%. En las lesiones pustulares es muy útil
aplicar pequeñas cantidades de alcohol yodado al 0.5 o 1%.
Pueden usarse comedolíticos, como peróxido de benzoílo al 2.5, 3, 5 y 10%; ácido retinoico
(tretinoína o vitamina A ácida) al 0.010, 0.025, 0.05 o 0.10%, en crema, solución o gel, o
isotretinoína al 0.05 o 0.025%. El peróxido de benzoílo usualmente se emplea en combinación
con antibióticos, porque puede prevenir, o eliminar, o ambas, la resistencia terapéutica ante P.
acnes.
Algunos consideran que los retinoides tópicos son la base del tratamiento tópico por su acción
directa en comedones, microcomedones y lesiones inflamatorias, dado que reducen la
obstrucción folicular e incrementan la absorción de los antibióticos tópicos; se utilizan como
monoterapia cuando hay predominio de comedones, y en combinación con antimicrobianos
según el grado de inflamación.
Otros tratamientos tópicos son isotretinoína al 0.05 y 0.025%, adapaleno en crema o gel al 0.1%,
y tazaroteno en gel al 0.05 o 0.1%. El adapaleno se tolera mejor que la tretinoína y ofrece efi
cacia comparable, mientras que el tazaroteno puede ser más eficaz ante lesiones papulares y
comedones abiertos, e igual de eficaz ante comedones cerrados.
La crema de ácido azelaico al 20% tiene efecto antibacteriano y comedolítico; está indicada en
acné inflamatorio papulopustuloso y da resultados variables. El acné leve no debe ser tratado
inicialmente con antibióticos sistémicos; si se utilizan deberán discontinuarse lo antes posible
para evitar resistencia microbiana. En el acné moderado e inflamatorio pueden usarse
antibióticos tópicos como fosfato de clindamicina al 1%, o eritromicina al 2%, sola o con acetato
de cinc al 1.2% en solución o gel.
Su uso como monoterapia debe evitarse para mitigar el surgimiento de cepas de P. acnes
resistentes al tratamiento. Éstos pueden ser combinados con peróxido de benzoílo, o retinoides
tópicos, o ambos, con lo cual se optimiza su efi cacia. Hay combinaciones de peróxido de
benzoílo al 5% con eritromicina o clindamicina al 1%. Debe tenerse en cuenta el riesgo de
dermatitis por contacto y fotosensibilización. En caso de acné resistente a terapia tópica se
recomiendan las tetraciclinas por vía oral. De éstas, se considera que la minociclina (50 a 100
mg/día) y la doxiciclina (50 a 100 mg/día) son más eficaces dadas sus propiedades lipofílicas que
les permiten penetrar adecuadamente en los microcomedones.
También se puede usar: oxitetraciclina (250 a 500 mg/día), trimetoprim/sulfametoxazol (80/400
mg dos veces al día) o eritromicina (1 g/día), aunque se ha reportado resistencia bacteriana alta
con esta última, y su uso se limita a pacientes embarazadas y niños menores de 12 años. Se
administran por periodos de 2 a 4 meses.
La mejoría originada por las tetraciclinas se debe a su efecto sobre el sebo, al impedir la
transformación de triglicéridos en ácidos grasos libres, su acción antibacteriana contra P. acnes y
su efecto inmunomodulador al inhibir la quimiotaxis de neutrófilos, la formación de citocinas
proinflamatorias y la formación de metaloproteinasas. La limeciclina inicialmente se administra
en dosis de 300 mg/día por dos semanas, y después de 150 mg/día.
Los antibióticos y antimicrobianos deben administrarse por periodos no menores de ocho
semanas. No se recomienda combinar antibióticos tópicos y orales porque no ofrece beneficio
adicional y aumenta el riesgo de resistencia bacteriana, muchas veces se agrega peróxido de
benzoílo mezclado con el antibiótico tópico para disminuir este riesgo. Nunca deben utilizarse
antibióticos sistémicos como monoterapia en acné. La dapsona (diaminodifenilsulfona [DDS]
(100 a 200 mg/día) da buenos resultados en acné conglobata; se administra por varios meses. Se
evalúa la utilidad de esta última por vía tópica en gel al 5%. En algunos pacientes también se ha
utilizado el sulfato de cinc (75 mg/ día).
Los antiandrógenos, como el acetato de ciproterona, 2 mg, combinado con etinilestradiol, 0.035
o 0.050 mg, deben reservarse para pacientes con alteraciones hormonales demostradas. Aquellas
que tienen aumento de andrógenos presentan otros signos de virilización, como seborrea,
alopecia, hirsutismo y alteraciones menstruales. La espironolactona también se usa como
antiandrógeno tópico y por vía oral (100 a 200 mg/día); la f utamida (250 mg dos veces al día) se
administra por seis meses. En el edema sólido facial se emplean con resultados variables
prednisona, isotretinoína y clofazimina, así como masaje linfático.
La isotretinoína (ácido 3-cis-retinoico) (0.5 a 1 mg/kg/ día hasta llegar a una dosis total de 120 a
200 mg/kg de peso corporal) se administra en promedio por lo menos durante 4 a 6 meses, o dos
meses más luego de la curación clínica; de acuerdo al peso se administran 20 a 40 mg/día en una
sola toma diaria. Si hay efectos adversos importantes se reducen 20 mg; en ausencia de respuesta
adecuada después de dos meses de tratamiento se aumentan 20 mg, sin sobrepasar 2 mg/kg/día.
Si hay recaída (20 a 40%) puede repetirse el esquema, se recomienda emplear algún retinoide
tópico postratamiento para disminuir el indice de recidivas.
El medicamento se utiliza en casos de acné conglobata y noduloquístico, cicatrización anormal,
seborrea intensa, lesiones en la espalda, recidivas frecuentes, formas que no mejoran con el
tratamiento convencional, o ante daño psicológico; algunos recomiendan este medicamento en
casos de depresión, dismorfofobia o antecedentes de politerapia con recidiva frecuente. Los
efectos secundarios dependen de la dosis; los más frecuentes son queilitis descamativa, xerosis
de narinas, epistaxis, conjuntivitis, intolerancia a lentes de contacto, cefalea, dolores articulares y
musculares, fatiga, así como incremento de aminotransferasas séricas, triglicéridos y colesterol,
ojo seco y leucopenia. Son más raros el granuloma piógeno, la infección por Staphylococcus
aureus y el aumento de la presión intracraneal (seudotumor cerebral) especialmente cuando
interactúa con tetraciclinas. Aún existe controversia entre la relación del medicamento con
enfermedad infl amatoria intestinal y depresión. Debe suspenderse si las transaminasas aumentan
tres veces su valor de referencia o ante un incremento de triglicéridos de más de 400 mg/dl; por
arriba de 700 mg/dl existe riesgo de pancreatitis. Cuando se administra isotretinoína puede ser
conveniente el uso de lágrimas artificiales y acetaminofeno; debe recordarse que interactúa
también con vitamina A, derivados azólicos, anticonvulsivos, rifampicina y metotrexato. Con
alcohol puede haber efecto disulfi ram. Durante el tratamiento se practicarán cada 30 a 90 días:
biometría hemática, pruebas de función hepática y medición de lípidos séricos. Debido al riesgo
de teratogenicidad, la isotretinoína debe administrarse con consentimiento informado en mujeres
en edad fértil, y se usarán anticonceptivos cuando menos un mes antes y uno después de
suspenderla. Hay controversia en cuanto a si la exfoliación química, cirugías o el uso de láser
deben retrasarse 1 a 2 años después de suspender la isotretinoína. Se han informado casos de
depresión y suicidio en pacientes tratados con isotretinoína. Actualmente existen casos difíciles y
resistentes donde se usan microdosis semanales (20-40 mg) con buenos resultados a largo plazo.
En algunas lesiones quísticas pueden administrarse glucocorticoides por vía intralesional, y en
acné fulminans, por vía sistémica, solos o junto con isotretinoína; también es posible usar
azatioprina (3 mg/kg/día), quinolonas y sulfonas. En la tétrada de oclusión folicular, para un
mejor manejo se deben practicar estudios hormonales e inmunológicos, y dar tratamiento
medicoquirúrgico con antibióticos tópicos y sistémicos e isotretinoína, así como considerar la
posibilidad de usar DDS, prednisona, triamcinolona intralesional y compuestos biológicos como
infliximab, etanercept o adalimumab. En el acné queloideo no es recomendable el tratamiento
quirúrgico de las lesiones del tronco. Cuando no hay lesiones activas, las cicatrices superficiales
mejoran un poco con el uso de un abrasivo de óxido de aluminio, que puede usarse para lavar la
cara durante 2 min, tres veces por semana.
En algunos enfermos es factible recurrir a la exfoliación química (peeling) superfi cial y, en
casos de cicatrices graves, a la exfoliación quirúrgica o dermabrasión
En la actualidad las terapias con láser y las basadas en luz actúan directamente sobre P. acnes, la
glándula sebácea, o el infundíbulo del folículo piloso. Algunos tratamientos con luz visible
incluyen luz azul, luz azul-roja, luz blanca fría y diodos emisores de luz (light emitting diode).
Su efi cacia se debe a la fotosensibilidad de las porfirinas producidas por P. acnes que al contacto
con una sustancia fotosensibilizante (ácido aminolevulínico) producen radicales libres
citotóxicos y oxígeno singlete. Su uso puede ser costoso y se requieren múltiples sesiones. En las
terapias con láser se incluyen: colorante pulsado (pulsed dye laser) que parece reducir el tamaño
de las glándulas sebáceas y mejora la infl amación; el KTP (potasio-titanio- fosfato) que genera
cierto benefi cio sobre las glándulas sebáceas por efecto térmico, y es utilizado en lesiones
vasculares, y el láser de dióxido de carbono (CO2) que, al igual que el de neodimio-itrio-
aluminio-granate (Nd-YAG), es empleado para el tratamiento de cicatrices.
La decisión de tratar cicatrices secundarias depende de su localización, su aspecto estético y la
magnitud de la afección funcional (movilidad articular). La modalidad del tratamiento depende
del tipo de cicatriz. Pueden ser tratadas por subescisión, abrasiones física y química, sustancias
de relleno, láser, radiofrecuencia o combinación de varias modalidades. La dermabrasión
mecánica se utiliza para eliminar cicatrices de tipo superficial y reducir las profundas. No es útil
en lesiones en picahielo. Puede dejar hiperpigmentación residual. El tratamiento por “peelings”
químicos medios o profundos (ácido tricloroacético) puede ayudar a las cicatrices en picahielo y
aquellas en forma de U. Pueden dejar hipopigmentación o hiperpigmentación y cicatrices.
Las cicatrices hipertrófi cas pueden presentar resolución sin tratamiento, las queloideas tienden a
persistir. Algunas requieren retinoides, apósitos de silicón o esteroides tópicos o intralesionales.
Actualmente se usa el trasplante de fibroblastos autólogos para incrementar la síntesis de
colágena y mejoría de las cicatrices. El Grupo Ibero Latinoamericano de Estudios del Acné
(GILEA) del CILAD propone el algoritmo que se muestra en el esquema 2-2 para el tratamiento
del acné.
Aspectos psicosociales
Se ha considerado que el acné es exacerbado por estrés. Se ha demostrado que éste puede infl uir
sobre la autorregulación adrenocorticotrópica de los procesos infl amatorios de la piel en sus
primeras etapas. Los efectos psicológicos del acné se han señalado en múltiples estudios;
incluyen vergüenza (70%), ansiedad (63%), baja autoestima (67%) y contacto social defi ciente
(57%). También se ha demostrado afección en las habilidades funcionales, así como asociación
con depresión y aumento en la frecuencia de ideación suicida en comparación con la población
general. El uso de escalas para valorar los aspectos psicosociales y la calidad de vida del paciente
permite comprender el grado de minusvalidez social generada por el padecimiento, y orienta a
establecer un mejor manejo terapéutico.
BIBLIOGRAFIA
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