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LA TUTORIA: ¿HASTA DONDE? LOS LÍMITES OSCUROS.

Humberto Arturo Puente González

hapuente@yahoo.com.mx

Contrario a otras especies animales, el cuidado parental entre humanos se puede extender
a lo largo de muchas generaciones e inclusive, puede trascender al lazo familiar. El ave que
no puede volar del nido, es abandonada. La cría del canguro que cae del marsupio, no es
vuelta a recoger. La del león puede ser abandonada si es una carga para la manada y ningún
individuo aduce el raro concepto de “asesinato”.

Pero es que los humanos somos especiales y particulares. Casi, una aberración en la
naturaleza y no por ella sino por nosotros mismos: usamos ropa, construimos casas para
vivir, perdimos vello corporal, diseñamos presas que modifican sustancialmente el entorno.
¡Alteramos la Naturaleza en su conjunto!

Somos los únicos animales que creamos instituciones como ‘escuelas’ para “enseñar” (lo
que eso signifique) a las nuevas crías, lo que la sociedad necesita. No sólo para mantener la
cultura (una sociedad lo es por su permanencia histórica y la tradición común que la une),
sino enseñar los nuevos conocimientos para el desarrollo y permanencia del grupo
biológico.

Cada necesidad, real o ficticia, crea a su vez, otras que la soporten en si y por si misma.
Un “sistema de enseñanza” crea las necesidades de cómo enseñar y como aprender. ¿Cómo
enseñamos? ¿Qué de todo es necesario? ¿Cómo aprendemos? ¿Qué aprendemos? ¿Hasta
dónde aprendemos?

En este punto, los progenitores hacen algo inaudito e impensable (recordemos que el
matrimonio, tal cuál, un contrato civil, tiene como única finalidad, dejar descendencia pues
de nuevo, es algo que asegura no sólo a la especie; esto es, lo único que tiene sentido en la
vida de cualquier especie conocida): le deja a otros que no son ellos mismos, ese proceso
educativo.

En El Castillo de la pureza (Arturo Ripstein, 1972, México), basado en un caso eal,


Claudio Brook-progenitor, decide que la sociedad no es apta para educar a sus hijos. Será él
quién se encargará de hacerlo. Asume además, la carga económica (sale a vender un
raticida que la familia prepara). La casa familiar se torna un “castillo”, en tanto está
fortificado al exterior, de pureza, por su falta de contacto con el exterior. La doble moral
burguesa (cfr. León Trotky: Su moral y la nuestra) sigue presente: él si puede acosar a la
dependienta de la ferretería y al ser rechazado, acusarla de ‘…coscolina…’.

El sistema educativo está en manos no de la sociedad como tal sino de una


superestructura llamada Estado. Este a su vez, como el que mantiene el orden y gobierna a
aquella sociedad. Es el encargado de diseñar esa política educativa: con todo aquello que
permita mantener a la sociedad y de otro modo, al estado como tal. El estado al servicio de
la sociedad y no al revés.

Nace la figura del “profesor” que, en su visión idílica, mitológica y utópica, es el que se
encarga de transmitir y condicionar al joven educando en lo que la sociedad requiere. Se
convierte, a la vez, en un sucedáneo de los progenitores y en veces, llega a ser visto de esa
manera. De allí que las actitudes morales más cerradas y retrógradas, consideren al profesor
como un ente inmaculado y que no puede o debe realizar ciertas actividades (vgr. El Ángel
azul, Josef von Sternberg, 1930, Alemania, blanco y negro).

Sólo que el profesor por ideal y bueno que sea, no puede con todo. Al final, es humano con
todos los vicios y defectos necesarios. Será progenitor con hijos que otros educaran.
Requiere un ingreso económico que le permita vivir. Tiene sus propios traumas y
fustraciones (cfr. El profesor de Pink en Pink Floyd: El Muro, Alan Parker, 1982,
USA/UK). Menos malo, ¿Cómo asesorar a 50 o 100 alumnos en una sola sección y por
ende, unos 500 o más?

La ruptura genética de hace unos 6 000 000 de años, que da origen al humano actual, se
ha caracterizado por el invento y desarrollo de herramientas. Algún “brillante” educador,
alguna vez, en alguna época, inventó la figura del “tutor”. Si originalmente este es un
individuo (sin importar el sexo) que se convierte en el maestro particular del alumno
(cfr.La Otra vuelta de tuerca de Henry James y en versión cinematográfica The
Innocents, Jack Clayton, 1961, USA, blanco y negro): la institutriz fustrada sexualmente
en su gran amor por los niños (Deborah Kerr), convierte la obra, en una pieza maestra del
suspenso y el terror.

La actual figura del tutor, es la del individuo, hombre o mujer, que hace el poco apetitoso
y deseable papel de sustituir a progenitores y profesor de la clase. Se encarga de dar una
asesoría particular, en principio, a los problemas académicos que aquejan al tutorado. Sólo
que en esta idea simple, dos hechos se tornan en problema educativo:

-¿Quién puede y/o debe ser “tutor”?

-¿Hasta dónde dirigir al tutorado?

El primero nos lleva mas allá en el sistema educativo: no cualquiera puede y/o debe ser
“profesor”. En la medida de lo posible y deseable, debe ser un individuo que sabe y sabe
transmitir los conocimientos. No sueña con ser dirigente del estado pero si, prepara a los
cuadros de dirección del mismo. Imaginado otra vez de modo ideal, debe tener “vocación”,
cualquier cosa que eso signifique.

Del mismo modo, no cualquiera puede y/o debe ser “tutor”. Toda vez que hablamos de algo
aún más especializado que el “simple” profesor requiere: aún más vocación, por el tipo de
actividad que realizará. Puesto que ahora, en la realidad, sustituirá a los progenitores y al
propio profesor. Dejará de ser un extraño para convertirse en eso, con sus paradójicas
relaciones.

El psicoanalista siempre debe ser un extraño (en la sociedad, nos dividimos en


“extraños” y “extraños conocidos”; al final, todos somos extraños y ajenos a los demás):
no es amigo, ni conocido, sino el individuo externo a su vida que debe ayudar a catalizar el
proceso que conlleva la solución del problema “psicológico” que afecta al cliente/paciente.
Siempre y cuando, acepte que desea curarse.

El tutor debe dar alternativas de solución a dos grandes situaciones que el tutorado
afronta:
+propios de las relaciones familiares y sociales,

+propios del sistema educativo.

El educando/tutorado, es producto de una familia… en el mejor de los casos. Parte de una


sociedad, estudia y se prepara para sobrevivir en ella y a ella. Pero, existen relaciones
intrafamiliares muy complejas. ¿Puede el tutor ayudar a resolver algo como la indiferencia
de él/los progenitores al descendiente? ¿Cómo solucionar el rechazo del padre hacia la hija
sin motivo aparente? La niña tomada como hija propia para luego abandonarla a su suerte,
aunque siga con los falsos progenitores… (1).

Existen otros que si pueden ser ayudados a solucionar su situación, pues dependen del
sistema educativo por si mismo: ¿como le hago para tener una forma de estudio eficiente?,
¿qué conductas debo adoptar para mejorar mi nivel académico? Son las que realmente, el
tutor debe manejar sin ninguna complicación.

Más sin embargo, ¿hasta dónde debe actuar en ayuda del educando/tutorado? Deberá
hacer lo posible, de modo tal que ‘Impulsaré a mi tutorado para que realice sus sueños’?
¿Qué clase particular de sueños?

Pensemos en Dexter (Showtime Television, 2006, USA). Un niño que sufre abusos; es
adoptado por un policía que se da cuenta de las aficiones del pequeño: tortura y mata
animales. Como buen policía, a la vez tutor y no padre biológico, lo ayuda a encauzar sus
raros gustos (2): “No mates a nadie… que no se lo merezca”. Es lo que hará toda la primera
temporada. Matará inclusive a un matrimonio bajo esa premisa: él que contrabandea
cubanos a Miami y ella lo sabe, lo acepta y no le importa. Su mundo es simple.

En un giro de la historia, a pesar de la rareza de la obra (los asesinos en serie (3) matan a
víctimas que no siempre son consideradas humanas; cfr. El silencio de los corderos de
Thomas Harris, como película dirigida por Jonathan Demme, 1991, USA), deja libre a un
adolescente, Jeremy Downs, que mató a varios otros, al saber que había sido violado.
Cuándo este no resiste seguir matando ‘…por sentir algo…’, vuelto a apresar (Dex
reconoce los cortes rituales), habla con él. Sólo a quién se lo merece. Se suicida… pues el
se lo merece (4).
Los policías tienen un papel social muy raro. Son los encargados de, en la calle, mantener
el orden y buscar a los criminales: aquellos que violaron la ley. Ésta, vista su vez, como la
forma de mantener el orden social de bienestar y convivencia. Supondráse pues que en lo
general, las leyes están diseñadas para permitir la convivencia social armónica al ser
alteradas, convierten al violador en infractor y perseguible por ese motivo.

Pero así como muy pocos psicólogos están “cuerdos”, muy pocos biólogos reciclan la
basura, muy pocos economistas no están endeudados, muy pocos médicos ni fuman ni
toman y si hacen ejercicio, casi ningún policía está cuerdo y sano. Los dichos afirman que:
‘En casa del herrero, azadón de palo’, ‘Candil de la calle, oscuridad de su casa’, ‘Lo que no
he de ver, en mi casa lo he de tener’.

En un capítulo de la serie televisiva The Untouchables (basado en la obra de Elliot Ness


del mismo nombre, estrenada el 10 de de Abril de 1959 con el episodio piloto The
Scarface Mob con Robert Stack y los estudios Desilú de Desi y Lucy Arnaz), Ness/Stack
se dirige a la esposa de un mafioso italiano y con inaudita saña, propia de un criminal
cualquiera, como los que combatía (5), que si soportará saber que es cómplice indirecta de
los crímenes del marido, envenenando borrachos inocentes con alcohol de madera. Tal
cual, tormento que a Raskolnikov azota (cfr. Crimen y castigo de Fiodor Dovstoievsky,
denuncia su escondite.

Pero si Dex Morgan es un invento, el caso de Nathan Leopold jr. de 19 años (hijo de
familia millonaria de Chicago) y su amigo, Richard Loeb de 18 (también hijo de
millonario), que mataran a Robert Franks de 14 años en 1923. A pregunta del Fiscal Crowe,
de cuándo decidieron que esa fuera la víctima, la respuesta sencilla fue: ‘Cuándo le vimos
por casualidad’. Grandes estudiosos y quizá homosexuales, Leopold sentía gran amistad
por Loeb. Fueron condenados a cadena perpetua por asesinatos y 99 años por secuestro.
Con un tutor, ¡lo habrían hecho? ¿Dónde buscar la causa de este comportamiento criminal?
(6).

Sabemos pues que hay problemas que no puede solucionar, pues además, no es posible
hacerlo, por mucho que lo deseara. Hay problemas a los que si puede dar soluciones en bien
del tutorado. Esto, nos llevará aun lado oscuro de la tutoría como tal.
Los progenitores pueden adquirir ante los descendientes una imagen negativa y por tanto,
poco confiable. ‘¿Por qué no puedo ir al cine? Porque yo lo digo’. No hay mas explicación
que la idea en si misma: se le ocurrió, por alguna rara e inexplicable razón. ‘En mi casa no
se habla de sexualidad’ (“sexo”, son las características físicas de los individuos dioicos en
la naturaleza). Por ende, ¿en quién puedo confiar esos traumas, temores y frustraciones que
no sean los que engendraron?

Los amigos son una alternativa viable y sencilla. Pero ellos a su vez, debieron confiar en
otros. De ese modo, la historia se volvió real, pues le ocurrió al amigo de un amigo mío. La
pandilla se convierte en un sustituto de la inexistente familia (cfr. La banda de Los
Panchito, Arturo Velazco, 1986, México), dónde se obtiene lo que en el núcleo base de la
sociedad no se tiene: amor, cariño, comprensión e información.

Existen casos raros (cfr. Papá Goriot de Honoré de Balzac), donde el padre se entera por el
hipotético yerno que la hija está embarazada y a una semana de parir. Para, mese después,
oír al hijo declarar que también está embarazado, pero él si, avisa con cinco mese de
anticipación. ¿Cómo es posible que mami no se diera cuenta del embarazo de la hija? La
explicación razonable es: no quiso. No se quiere dar cuenta de los problemas que aquejan a
los engendrados. Para eso, están profesores y tutores (7).

La alternativa deseable y que para eso fue inventada, es la figura del tutor. Es el que,
sustituyendo de esa forma bizarra (8) a progenitores y profesores en el espacio educativo,
debe dar alternativas. Será, a quién se le otorgue la confianza que ¡ay!, a los padres no se
les tiene y al profesor no tiene porque tenérsela. Al final de cuentas, ese no es en particular
su papel.

Esto nos conduciría a otra situación rara, extraña y paradójica, que no bizarra. Los
progenitores estarían en la disposición de ceder a su progenie a otros, pues así no serían los
culpables directos de los traumas y fustraciones de estos, sino los tutores. Lo que no daría la
razón a Henry Lee Lucas, afamado asesino en serie que se inició con su mami, único
asesinato confesado de unos 270 contabilizados (cfr. Henry, retrato de un asesino en
serie de John McNaughton, 1968, USA, que lo presenta como un individuo que se
levantaba, no se bañaba –sólo a veces- y salía a matar).
Si antes mencioné que no cualquiera puede ser profesor o tutor, que no sería lo mismo,
aunque no son excluyentes, un nuevo problema se presenta: ¿hasta dónde debe intervenir el
tutor en la vida del tutorado? ¿Llevarlo al infinito y más allá, expresara Buzz Lightyear?
(cfr. Toy Story, John Lasseter, 1995, Pixar Estudios, USA). ¿Dónde quedaría ese “infinito”
del tutorado? ¿El sueño infinito?

La institutriz de Otra vuelta… (op. cit.) lleva a los niños tutorados a un estado de
paranoia por lo que supone, son las apariciones del guapo mozo, muerto hace tiempo y que
no son mas que sus obseciones y fustraciones sexuales (no explicitadas). El profesor de
Pink en The Wall (op. cit.) es manipulado por la esposa y él a su vez, se desquita con sus
estudiantes.

La tutorada (esta vez si, femenino), está embarazada. No vale la discusión del “sexo
seguro” y todo lo que se aduce. No puede revelarlo a sus progenitores pues en efecto, ‘…
me matan…’ (9). Pero si al tutor que para eso está. Después de comentarlo, la conclusión es
sencilla: no debe nacer. ¿Qué debe hacer el tutor? ¿Comprarle las pastillas de Cytotec?
¿Llevarla a “Provida”? ¿Desentenderse del asunto porque su moral cristiana y
pequeñoburguesa señala que el aborto es un crimen?

Un tutorado, (del sexo que sea, incluido un homosexual), sufre abuso parental y se acerca
al tutor; que justamente, es lo que espera para él mismo, poder satisfacer sus gustos en
aquel individuo. Humbert Humbert (Lolita, de Vladimit Nabkov, película de Stanley
Kubrick, 1962, USA) casa con Dolores, madre de Lolita (Sue Lyon) para tener cerca de la
nínfula que decidió “amar”.

Para no parecer obra de Criminalística o Psicología Forense, el asunto se establece como


algo muy sencillo: ¿hasta dónde debe intervenirse en la vida del tutorado? Una respuesta
simple es: hasta dónde lo dejen. Pero a la vez, ¿hasta dónde no debe pedir permiso para
intervenir y buscar dar solución a los problemas? La línea no se blanca ni negra, es gris e
inexistente.

En Stand and Deliver (Ramon Méndez, 1988, USA), Edward James Olmos como Jaime
Escalante, auto-asume la responsabilidad de preparar a un grupo de “latinos”, negros y
otros pre-lúmpenes, futura mano de obra barata del American Dream/American way of life,
en matemáticas. Se los lleva a su casa, les da de comer (la alimentación como factor no
visto en el proceso educativo). Aun contra lo que el inspector, Andy García como otro
“latino” no cree, lo logra. ¿fue correcta la actuación de Escalante/Kimo en la Garfield High
School?

Debemos partir de dos supuestos, no ideales sino reales:

-el estudiante acepta ser asesorado por un tutor, con lo que eso puede implicar,

-el profesor se asume como un tutor, ergo, sustituto de padres y profesor para dirigirlo.

A partir de ello, el tutor, asumido como tal, debe renunciar a una serie de ideas muy
personales y particulares en pro del o los tutorados. Bajo estas premisas, podemos
comenzar a determinar no el inicio, sino el alcance de la tutoría y sus límites, definidos y
establecidos, por un adecuado sistema educativo.

No podemos hacer lo que se nos ocurra o queramos como en Cartoon Network, dónde el
padre acuesta a la lámpara, prende al Coco, por temor al niño. Nosotros creamos al estado,
somos la sociedad y definimos al sistema educativo que deseamos y necesitamos. De
nosotros depende, nosotros elegimos…

“Nos hemos enfrentado con el enemigo

y el enemigo somos nosotros mismos”.

Pogo, el pato de los pantanos (de Walter Kelly).

, NOTAS.

(1) Caso por mi documentado, no ficticio y si real, tanto como verídico.

(2) Mientras Batman (creado por Bob Kane Y Bill Finger en 1938 para Detective Cómics), es
un psicótico que evita matar pues si no, se convertiría en un criminal como ellos. Punisher
o Frank Castle, mata por venganza, por hacer un mundo bueno y mejor. Mata a criminales
de toda laya. El Juez Dredd (guiones originales de John Wagner, dibujado por Carlos
Ezquerra para la revista inglesa 2000 ad), lo hace todo:captura, enjucia y mata. ‘Si eres
culpable, ellos aplicaran la ley’.

(3) Robert Ressler de la Unidad de Perfiles del FBI, creo la categoría utilizando el famoso caso
de Ed Gein. Un “serial killer” es aquel que ha matado al menos a tres personas sin conexión
entre ellos o sin un móvil particular. La novela Psicosis de Robert Bloch y como película,
por Alfred Hitchcock, 1960, USA está basado en este hecho.

(4) Hasta ahora, ningún asesino en serie se ha suicidado. Buscan si que los encuentren, caso de
Josep Fritzl (con sus límites particulares): ‘Podría haberlos matado a todos, entonces no
hubiese pasado nada, nadie me habría descubierto’. Adujo uno: ‘…son ellos o yo…’.

(5) Aún los crminales mas criminales tienen sus reglas éticas y morales. Vito Corleone (Marlon
Brando en la película) de la novela El Padrino de Mario Puzo (dirigida por Francis Ford
Coppola, 1972, USA), sufre un atentado y la posterior guerra pues al término de la II
Guerra Mundial (1939-1945), el alcohol ya no es negocio y está legalizado (cfr. La Ley
Voolsted) y él, no está dispuesto a vender droga que, esa si, envenena. Apuestas y
prostitución se valen. Ness moriría, alcohólico, lo que combatió en esos años de la Ley
Seca en 1957.

(6) Leopld: licenciado en filosofía por la Universidad de Chicago, estudiante de Leyes, 19


idiomas, botánico y ornitólogo aficionado. Loeb: hijo del vicepresidente de Sears Roebuck
and Co., licenciado más joven de la Universidad de Michigan y una cuenta personal de
$3000 dólares. Películas: The rope, Alfred Hitchcock, 1948, USA, blanco y negro, basado
en la novela de Patrick Hamilton: Compulsión. Película Compulsión, Richard Fleisher,
1959, USA, blanco y negro, escrita por Meyer Levín y con Orson Welles como Claren
Darrow abogado defensor.

(7) Caso real por mi documentado y que muy por cierto, no generó ningún drama. Al final, la
tesis se comprueba: el orgulloso abuelo ha dejado descendencia otra vez. Lo único que tiene
sentido.

(8) Bizarro según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, segunda


acepción: Generoso, lúcido, espléndido. No la acepción estadounidense de “alrevesado”
que como vemos, a nuestro idioma, no corresponde ni de casualidad.
(9) Frase común en el Colegia de San Nicolás hace algunos años: ‘No puedo reprobar la
materia porque me matan en mi casa’. Por cierto, nunca supe de ningún caso real.

Morelia a 19 de Mayo de 2008.

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